Le Sexe ou le Plaisir? -Caly-

Con una nueva responsabilidad a cuestas y una peculiar joven en la mansión, Logan se encaminaba entre las desoladas calles Parisinas cual sombra en la noche, curiosamente pasando desapercibido. La primavera dejaba un horrible y espantoso ambiente en el que las estrellas podían discernirse con total apreció, las estrellas y la luna, ésa maldita luna que le había arrebatado a sus hermanos y a su padre. ¿Qué diría su padre si se enterara que Logan había convertido la Capilla Tremere en un hostal, dando techo a un vampiro primerizo y a una completa desconocida?. Prefería o calentar su cabeza con lo que diría su padre y enfocarse en dar caza a la manada de Licantropos que había acabado con su felicidad. Pero no era ése el motivo por el cual se dirigía a esas horas de la noche al barrio rojo de París, sino un motivo uno más extraprogramatico.

Ya le había perdido el rastro a los perros y la impotencia lo llevaría a saciar su sed de sangre como aquella noche en que su familia se incineró por completo. La única que podía calmar ésas noches de canibalismo era ella, Calypso, la mujer más hermosa que hubiera cruzado mirada alguna con él. Quizás era su ímpetu, su fuerza, su coraje, su desinterés en él, o simplemente el hecho de saber escuchar lo que lo cautivaba de ésa forma, pero fuera como fuera ella era su almohada, su confidente, su cómplice, y además alguien que podía darle el placer que muy pocas podían. Todo comenzó como con cualquier chica, jugando, bromeando, pero sin dejar de lado su patanería y egocentrismo. Aún así consiguió que la arisca cortesana le diera la oportunidad de disfrutar una noche a su lado, noche que se repetiría sin siquiera darse cuenta día tras día desde que había vuelto a París hacía ya casi un mes. Más que su cortesana predilecta era su amiga, alguien con quien podía dejar de lado las formalidades que tanto despreciaba el vampiro, alguien cercano, alguien que se ganaba su confianza noche a noche.

- La quiero a ella - ordenó al cabrón que quería entregarle a una de "mayor calidad". - Está ocupada, Monsier - recalcó el sujeto. Como si eso le importara. De sus bolsillos dejo sobre la mesa fardos y fardos de dinero, logrando que el hombre comenzara a frotar sus manos cual mosca sobre la miel. Sin esperar respuesta subió a la habitación donde ella se encontraba. ¿Qué lo llevaba a subir con tal molestia y velocidad? Celos quizás, o simplemente estaba apresurado y quería acabar con aquello luego. Con Logan nunca se sabe. Abrió la puerta de su habitación y sobre ella estaba un hombre algo más joven que él, al menos en apariencia, porque en edad claramente lo era. La espalda desnuda del sujeto se arqueaba en cada estampida y Calypso no se detenía a fingir placer, simplemente se abría de piernas, pues era su trabajo. Logan se aproximó al joven y tomó de la parte trasera del cuello, cortando el coito en el acto en que lo tiró contra una pared. - Ponte tu ropa y lárgate, la chica está reservada - ordenó con un ceño que se frunció a tal medida que intimidaría a cualquier ser humano sobre la tierra. Por él nadie tocaría a Calypso, pero lamentablemente era su trabajo y él lo aceptaba.

Mientras el sujeto cogía sus ropas y se largaba del lugar Logan le sonrió a la chica como una falsa disculpa, como si de verdad lo sintiera. - Ve a darte una ducha, Calypso, tienes una larga noche por delante - aseguró desviando su mirada de la chica hasta la decoración de la habitación. Nada que no hubiera visto antes, nada nuevo, ni siquiera Caly, la serpiente, que se asomaba al encuentro de Logan como todas las noches.

Con una mirada altiva y a la vez divertida, Logan observó a su amiga ponerse de pie e inquirirle sus quejas con una sola mirada. Como le excitaban las mujeres que se creían independientes, aquellas que eran capaces de ponerle frente al vampiro eran las que más le llamaban la atención, ésa era una de las tantas razones por las cuales Calypso era su preferida y consentida. Si no fuera con ella, las relaciones en ése lugar serían demasiado aburridas. - Y yo ya te dije que si me da la gana interrumpiré cuando quiera - se encogió de hombros y se dejó caer sobre la cama mientras Caly se acercaba con aquel andar contoneante hasta él. Estiró su brazo, para que la viscosa serpiente subiera por él hasta posarse en sus hombros.

- Hola, preciosa, como está mi cuchi cuchi - saludó al reptil con un tono empalagoso mientras estiraba sus labios en una trompa, como si quisiera besarla. Aquella serpiente era mil veces más amable que su dueña, al menos con él, y por éste motivo en más de una ocasión el reptil había disfrutado entre sus cuerpos de la experiencias carnales de su dueña y el vampiro. Algo morboso y extremadamente extraño, pero la textura del reptil recorrer el cuerpo de ambos es una experiencia digna de destacar mientras el libido está en su mayor punto de apogeo.

- ¿A qué estas esperando? - preguntó arqueando una ceja con superioridad fingida, pues con ella solo podía fingir superioridad, ya que en el fondo Logan la respetaba incluso más que a una mujer de la alta sociedad. Aún así aquella batalla por demostrar superioridad en la mayor de las ocasiones los había llevado a discutir en vez de divertirse y Logan sabía bien que no conseguiría nada actuando de ésa manera con ella, aunque también sabía que ésa era la actitud que a ella le gustaba, pero ésta noche no tenía ánimos de juegos y preámbulos hostiles para elevar la excitación, solo quería reposar entre sus brazos y hundirse en el placer que solo ella podía entregarle. Se puso de pie de forma perezosa y se aproximó a ella con porte. Su mano se alzó hasta colarse entre sus rojizos cabellos y la observó a los ojos con detenimiento. - Lo hice porque deseaba estar a tu lado lo antes posible - reconoció ladeando su rostro, el cual se aproximaba con lentitud hasta el punto de rozar sus mejillas. Caly descendió por el cuerpo de Logan hasta llegar al suelo. Hasta la serpiente comprendía que sobraba ésta vez en ésa escena. - Anda - señaló con un vaivén de su nariz rosando la de ella, sin apartar su fría mano de la nuca de la cortesana, sin dejar de acariciar sus cabellos, - ve a ducharte y vuelve conmigo, te he extrañado - añadió depositando un beso en su frente para luego apartarse y sonreír con aquella sonrisa seductora que tanto le caracterizaba, sumiso pero a la vez despreocupado y confiado de sus actos.