La espada del Rey: El Plan

La luz de luna cubria la hermosa costa de este palacio. Sin lugar a dudas uno de los lugares mas bellos donde he estado. El sol recién se a ocultado y la noche permitirá que la señorita Persefone pueda caminar con libertar.

El viaje hasta aquí fue largo, nos conocimos un poco. Incluso se que Freya comparte el nombre de la madre de Amaris, según entendí. Que Junno es mas que un humano, pero es muy servicial. Que Persefone vive para la cultura griega y para ser vampira es muy tierna. La señorita Montobello tiene contacto con espíritus. Yo compartí la historia de mi esposa, de cómo se volvió loca y se suicido, como estoy seguro que fue obra de magia negra y decidí separarme de mi madre, que vive feliz en España.
Me extraño mucho el hecho que no nos siguieron o nos emboscaron. Tal vez ya no somos una amenaza como ellos creen…o preparan algo peor.

Me acerco a la playa, sólo llevo mi ropa interior puesta. He dejado mi camisa blanca, pantalón y zapatos en una roca cercana. La verdad no me incomoda si me llegan a ver, no estoy desnudo. Siento la arena acariciar mis pies y la marea tocándome a ratos.

Me acerco más al agua hasta que cubre mis rodillas y comienzo a susurrar palabras en latín. Mis ojos se cierran mientras un haz de luz rodea mi cuerpo, pasando por abajo del agua, ahuyentando algunos peces pequeños. Las palabras en latín en mi brazo “Lo que protegemos y amamos” brillan de color azul y parecen salir de mi piel, estas se postran en el agua y desaparecen en una explosión pequeña de chipas rojas.

-Hechizo de protección listo-me digo en voz baja para mí mismo.

Me inclino en el agua y mojo mi rostro con ella. La sensación de agua salda es extrañamente refrescante. Por un momento me olvido de todo, del hecho que nos espera un largo viaje y que, al ser tantos, pronto el drama llegara a nuestra puerta, en especial el trato que tengo con las mujeres, que me ha dado la fama de un hombre que no piensa mucho en sus sentimientos. La fama se equivoca, siempre pienso en ellas.

Llegamos justo cuando el sol se estaba ocultando. Me pareció tierno ver a Persefone sonriendo al hecho de poder salir al aire fresco, y sentir las estrellas. Ella y Amaris entraron al palacio, yo me quede aquí a hacer el hechizo, sólo les encargue mi saco con algunas de las pociones.

-Ya llegaron-digo para mí mismo, mientras el hechizo de localización que realice con Aurora me indica que acaban de entrar al lugar.-Sólo espero que hayan tenido un viaje tranquilo como el nuestro.

Miro mi tatuaje, aun brillando, ahora tenuemente, de un color azul cielo. El hechizo de protección asi un lugar tan grande como este evitara que use mi magia por un rato, tal vez minutos u horas. Seguramente Montobello noto el hechizo cuando entro.-Esa hechicera…tiene una brújula que le perteneció a alguien no brujo hace casi 200 años, un pirata. Tengo el presentimiento que nos encontraremos con algo relacionado-pienso mientras veo la luna sobre el agua.

-Cuarto creciente-miro al cielo preocupado-Faltan dos noches para luna llena…

Off: ese ultimo comentario me gusto, algo de presión hacia nuestra muy querida licántropo. Es post, creo yo, seria bueno acrecentar relaciones y que ustedes agreguen detalles a este rol ¿Les gusta la idea? Por favor si algo no les gusta mándenme un MP..

-Que tonto soy-pienso para mi mismo, mientras siento un conjuro activarse.

Selle el palacio, si, pero no revise que hubiera alguna maldición en el lugar antes de sellar. Cualquier brujo del consejo se burlaría de mi al darse cuenta la tontería que hice.
Suspiro suavemente y saco tres esferas de mi bolsillo, las dejo en el suelo y camino hacia los demás, siento esa fuerza sobre mi cuello y me levanta, no puedo evitar reirme.

-¿Tienes fetichismo por los cuellos?-digo mientras suelto una esfera sobe la sombra, este se hace hacia atrás.

El resto de las “sombras” que asechaban a mis compañeros se mueven hasta la primera y todas se juntan. Rápidamente parecen comenzar a formar una criatura solida.
Un mentón cargado, una rostro duro, ojos blancos, cuerpo oscuro, todo cubierto en una toga y en su cabeza una corona de hojas verdes.

-Persefone, tu palacio tenia un sello previo al mío, específicamente uno contra licántropos ¿Acaso lo pusiste cuando te transformaron en vampira?-le pregunto mirándola con un poco de resentimiento- Si es así, podrías haberme dicho.

La sombra, ahora solida, me ataca golpeándome el abdomen con tanta fuerza que choco contra la pared. Caigo al suelo adolorido y furioso.

-Con que si ¿eh?

Chasqueo los dedos y las tres esferas en el suelo giran hacia Persefone, Amaris, Kimura y Aurora. Se rompe rápidamente y un gas curativo va acercándose a sus olfatos. Arrojo otra esfera hacia Freya, asegurándome que quede dormida de nuevo.
Corro hacia la sombra y lo golpeo en el rostro. Me siento en la calles de nuevo, cuando tenia que proteger a mis amigos y a mi de los pandilleros de las calles cercanas a la escuela. Me hice de agilidad con los brazos y piernas, mas nunca pase de eso. Jamás estudie algún estilo de pelea.

-No eres un sistema de defensa contra licanos ¿Verdad?-le digo mientras miro a la criatura a los ojos. Pero si llevas aquí demasiado tiempo- Volteo hacia Persefone-Disculpa por inculparte, Perse.-En medio del peligro olvido hablarle en tono de usted, como le hable en nuestra noche de...juegos

La criatura se rie, mientras la habitación se cubre de una niebla blanca, haciendo que verla sea un trabajo casi imposible, hasta sentir su puño en mi rostro.

Ojalá pudiese hacer algo... pero aquello no era un veneno o una sustancia que pudiese contrarrestar, era un ser que había logrado tomarle desprevenido. Rayner dijo aquellas palabras... ¿Un sello contra licanos? Ahora se arrepentía de no haber indagado acerca de cosas como aquellas... Él era un informante y sin embargo, desconocía por completo un área como aquella.

Cómo eran las cosas, eso era curioso si lo pensaba... que en todos sus trabajos no se había topado con brujos o con artes de ese tipo más que en una ocasión... ahora le parecía una desventaja...

Esa fuerza se desvaneció con el humo de la esfera, como liberándole de la situación en la que estaba.. En el momento en que notó que sus movimientos eran normales de nuevo, observó a Amaris un instante, para luego regresar su vista a Rayner.

Vio como era golpeado y se levantó al instante, pero por las acciones de Aurora, no fue necesario que hiciese nada... Observó con cautela cuando todo pareció detenerse. El olor que había llegaod a él antes ya casi no era evidente, se estaba esfumando...

Se acercó a Aurora, pasando a su lado; apoyó una mano en su hombro discretamente y siguió hasta estar junto a Freya. Quería asegurarse que la sustancia que le había sido administrada antes estuviese actuando de la manera que esperaba. No era tiempo para que aquello invadiera su sistema completamente, pero mejor asegurarse, dadas las circunstancias. Puso una mano sobre su frente... observó el color de su piel, de sus pupilas... pero todo parecía ir de la manera acostumbrada. Ella estaba bien... o lo estaría a menos de que algo evitase que él o Amaris le diesen el antídoto en determinado tiempo...

Se quedó observando a los otros, hasta que su mirada se fijó en Rayner. Esperaba que el le confirmara si ya era momento de hacer que aquel líquido trabajase contra aquel veneno; Aún era de noche y no tenía la costumbre de tener en sus manos a un lícano con una sustancia hecha por él para paralizar el cuerpo por largo rato. Por ahora no había problema, pero no sabía si ellos necesitarían hacer algo más.
Pasó su mano por la frente de Freya y regresó su vista a Amaris.

-Por ahora está bien... si es oportuno dárselo ahora lo haremos...
Dijo con una sonrisa, mientras esperaba por saber si sería de ese modo o no. La temperatura del cuerpo de la chica había subido un poco, pero no era algo extraño debido a la táctica que habían usado.

Por un momento se quedó observando fijamente a cada uno, solo para averiguar si alguno había resultado herido, para atenderle de inmediato... No podían confiarse aún y lo sabía... La luna seguía en lo alto del cielo nocturno, iluminando con su luz el paisaje que se extendía alrededor de aquella que parecía una fortaleza, una hecha tal vez para proteger a aquella princesa que cargaba con aquella misma 'maldición' que la persona que él había prometido servir y proteger.

Persefone, debía decir, era un personaje curioso, su forma de actuar y lo poco que había logrado ver en ella esos días le hacían pensar de esa manera. Bueno, que si se lo preguntaban, cada una de aquellas personalidades era algo único y de algún modo algo curioso...

Me levanto lentamente y sacudo mi saco. Veo a todos con seriedad por un momento y luego sonrío.

-Parece que no ha sido una noche tan serena como lo que esperaba-les digo-Mi traje se ensucio un poco ¿No odian cuando pasa eso?

Camino hacia Freya y la mira levantándose, por instinto se mueve de un lado a otro, esquivo sus zarpadas y patadas. En un estado como el que esta, suponer sus movimientos es tan fácil como enfrentarme a los pandilleros de las calles donde viví mi niñez. La hermosa mujer parece estar dentro de toda esa maraña de cabello que la cubre, sin cortar los colmillos.

-Freya, en cualquier momento amanecerá-le digo moviéndome hacia ella asegurándome de que no me pase nada-Saldremos en cuanto te recuperes y tendremos de nuevo todo el medio mes para pensar en como enfrentarnos el problema.

Escucho el aullar de los lobos, pero no lo tomo a la ligera. No son licántropos los que aúllan, son lobos normales, sólo uno no lo es. Hay otro licántropo allá afuera, supongo que fuera del escudo del bosque. Alguien nos a seguido, sabe quienes somos.

-Freya no es la única licántropo por los alrededores-les digo seriamente- el de allá afuera continua en transformación total.

Posiblemente mandaron a un licántropo con una manada de lobos, al no poder entrar se quedaron en los alrededores, tendremos que salir por la costa. La única manera de hacerlo es por medio de un hechizo.

-Saldremos mañana, prepárense para un viaje largo-mientras hablo, se oye el primer canto de las aves de la mañana, pronto el cielo se comenzara a tornar de azul.

Por primera vez no les muestro sonrisa alguna. Desaparezco rápidamente por la puerta y subo las escaleras, que ya conocí en la noche pasada, cuando investigue todo el lugar.
Llego a la terraza, arrojo cinco esferas con un liquido negro, este se escurre por el suelo del lugar hasta formar una estrella. Junto las manos y cierro los ojos. Una luz comienza a brillar a lo lejos, más lejos de la costa, en lo profundo del mar, las tablas y madera de antiguos navios comienzan a ensamblarse, lenta y pesadamente, un proceso que durada varias horas, suficientes para que descanse.
Caigo desmayado sobre la estrella, con los tatuajes borrados casi enteramente, pues el hechizo usa demasiado poder y yo ya estaba exhausto.
Cuando el sol salga, el barco estará listo.

Estaba seguro de que había logrado percibir el olor a sangre, pero no atinó a decir quién había resultado herido... no hasta que Aurora se retiro de allí, porque el olor se había esfumado junto con su presencia. Iba a ir tras ella, pero era cierto, el amanecer se acercaba y tendrían que darle el antídoto a Freya.

Se levantó y decidió que no podía quedarse quieto mientras tanto. Se acercó a Amaris para decirle algo antes de desaparecer intentando llegar a donde se encontraba la bruja que acababa de marcharse. Se reprendió a sí mismo por no haber puesto atención en cuanto a las habitaciones, tardó un poco en decidirse a cuál puerta tocar. Finalmente se acercó a la que creyó correcta y dio unos golpes ligeros con el nudillo de sus dedos. Le había dicho a la chica de cabellos blancos que se hiciese cargo del antídoto y de proporcionárselo a la chica en cuanto fuese el momento. No podía quedarse con la idea de que debía averiguar si realmente Aurora tenía una herida, si era así no era bueno dejarlo a la ligera, por eso había terminado por hacer aquello.

No obtuvo contestación y volvió a tocar, prestando atención por si escuchaba algo del otro lado de la puerta. -¿Señorita Montobello?

Esperó un momento. No le gustaba entrar en las habitaciones de otros sin permiso, pero ahora se sentía un poco impaciente y de alguna manera un poco preocupado. Solo dejo pasar un momento antes de intentar abrir la puerta.

No podía evitarlo, porque cuando ella dijo aquellas palabras antes de desaparecer por los pasillos había pensado que había algo extraño. La puerta hizo ruido, a pesar de que lo había hecho con sigilio, más por costumbre que por otra cosa. No entro de inmediato, porque seguía guiándose por sus ideas en momentos como ese. Noe ra bueno entrar así a las habitaciones de otros.

-¿Aurora? -Dio un paso en el interior abriendo la puerta sin soltarla aún. Cuando la diviso en la cama se acercó a ella y vio la herida en su costado, o más bien la sangre que emanaba de ella. Estaba inconsciente, tocó su frente para comprobar su temperatura. Luego sacó un par de cosas de entre sus ropas, eran para atender la herida. Se quito el abrigo ligero que llevaba y aunque pensó que tal vez no era bueno hacer las cosas sin su consentimiento, revisó y limpió la herida rápidamente e hizo lo que sabía y llevaba haciendo ya por mucho tiempo. Curar heridas así no era nuevo para él. Antes de llegar a París, había estado en otros tantos lugares, cuando aún no se decidía quién sería el que iría al mismo lugar en el que se encontraba el vampiro al que habían jurado lealtad en tiempos remotos. Entre entrenamientos y algunos conflictos había terminado por no dejarse asustar fácilmente. Con calma empezó a atender a la joven, esperando que no se lo tomara a mal en el momento en el que despertase...

Me levanto del suelo de la terraza. Me duele el maldito cuerpo entero, detesto usar tanto poder.

-Espero que haya valido la pena-digo para mi mirando hacia la playa.

En el agua, no muy lejos de la costa, se ve un navío recibiendo los primeros rayos del sol que salen a su espalda. La madera brilla como nueva, parte sin duda de mi truco, pintada con decoraciones de color rojo claro y verde, parece como si el agua y el mar se enfrentaran en sus paredes.
Las blancas velas se ondean suavemente con la brisa de la mañana y la sirena en su que lo decora parece sonreír desde lejos, tallada finamente en madera, sumamente similar a una mujer real.

-Buen trabajo, Rayner-me digo a mi mismo mirando mi creación a lo lejos.

A la par del enorme y brillante barco, una pequeña lancha esta encallada en la arena, esta luciendo un brillante color marrón, y unos remos tallados con esplendida maestría. Ese será el transporte al barco, que nos llevara a las tierras inglesas, a mi hogar.

Suspiro suavemente al sentir la brisa de la playa, mis brazos me arden un poco, los tatuajes se han reconstruido, pero el dolor sigue ahí, como recordándome de todo lo que sufrí para acceder a ese hechizo. No sólo fue entrar en concentración, fue recordar todo aquello que sufrí en mi hogar, todo eso, junto con lo que siento hoy, termino creando, con partes antiguas, lo que flota a lo lejos en el mar.

Entreto de nuevo a la casa y puedo ver a Amaris, cantando una canción a Freya, que poco a poco termina por volver a ser ella. Me le acerco y cubro su cuerpo desnudo con mi saco. Aun no vuelve en si, pero al menso no despertara desnuda.

-Buenos días, Amaris-le digo a la gitana sonriéndole- Parece que tuvimos una interesante aventura anoche, espero estés lista.

Apunto hacia el ventanal más cercano de la habitación donde nos encontramos y desde aquí se puede observar el barco, esperando con ansias el momento de salida y navegar por el mar, libre por primera vez.

Camino en dirección al a barrera, no he ido por mi ropa de repuesto que procure guardar antes de la conversión anoche, no tengo inconveniente a andar desnudo, era muy común en mi pueblo y no teníamos lo que los puritanos llaman pena. Escupo algo de tierra y restos de algún animal que de seguro me comí en mi estado de bestia.

-Detesto ese sabor en mi boca-me digo a mi mismo mientras mastico hierbas de eucalipto, con la esperanza de que funcionen como siempre y me quiten ese sabor.

No hay nada peor que no recordar que hiciste la noche anterior y saber que podrías haber matado a centenares de seres humanos. Yo ya hice paz con ese pensamiento, pero sé que les afecta a los de mi raza, como la mujer que se encuentra detrás de esta barrera.

-Si, hay un aroma a mujer lobo que no a dejado de afectar mi nariz desde que llegue. Ese y el aroma de hierbas, pociones y venenos. Posiblemente magos y gitanos.

Los de esa sociedad extraña me dijeron que llegara a este edificio, se que pertenece a una vampira, lo se por ese aroma a sangra que se respira en sus paredes. También tuve la precaución de preguntar a los del pueblo por este lugar. Cuando trate de entrar, se levanto una barrera extraña que no me deja pasar desde anoche, así que mi ataque transformado fallo.

-¿Qué diablos…?-digo a ver una sombra levantándose del mar.

Un barco surgió de la nada, con un mástil enorme y brillante como nuevo, velas blancas, madera rojiza y azul, y decorado con una sirena casi real.

-Van a escapar de aquí, ya deben de dirigirse hacia el lugar.

Corro, aun desnudo, hacia el escondite de mi ropa y el de mi espada. Me visto rápido, con mi camisa blanca y pantalones grises, mis zapatos negros y coloco mi espada en mi espalda, cubierta con una funda que parece que trajera planos.

-Le avisare a la sociedad. Les tengo que ayudar, hasta que me den lo que deseo. Después de eso, dejare que hagan lo que quieran con ese grupo de aventureros.

Comienzo a caminar alejándome del lugar. Varios lobos grises me siguen, haciendo ruido y aullando al sol saliente.