En secreto

por **Klett W. McLeod** Vie Jun 24, 2011 9:01 am

Había salido a escondidas de la mansión en la que se quedaba en parís, no quería que su dama de compañía, la única que conocía las dificultades que le daban sus piernas se enterara de lo que deseaba hacer.

La ultima vez que el doctor Stravinsky se había alojado en su casa en Inglaterra le había dicho:

“el dolor físico puede contaminar también el alma y amargarnos, usted es muy joven para eso”

Tal vez lo era… y tal vez se había estado dejando llevar demasiado por el miedo al dolor… Entro despacio a los establos de la casa y noto que su caballo estaba ahí,., hace cuanto que no lo montaba? Años… años que ahora parecían siglos… Sonrió y se acerco acariciándole el lomo…

De pequeña su padre le había enseñado a preparar su caballo, esperaba no haberlo olvidado. Lo ensillo, aseguro bien las correrás y saco del establo tomando aire antes de intentar subir… no lo logro al principio y sus músculos tiraron cuando levanto de mas la pierna pero se dijo que con la costumbre estos deberían dejar de doler algún día. Subió al caballo y ya arriba con ese simple hecho se sintió realizada. Sonrió un poco sujetando la riendas con una mano y acariciando el caballo con la otra, su mirada se perdía en el frente. Había campo abierto frente a ella y tiro de las riendas haciendo que el caballo avanzara, primero despacio, luego en un galope mas rápido y sintió ganas de gritar de alegría. El viento le golpeaba el rostro.

Siendo cambiaformas había crecido lento y desde los 17 no había cambios en su rostro o su cuerpo, era una joven de 24 que necesitaba valerse del maquillaje para simular estar en los 20. Después de un rato se detuvo, no quería abuzar de su caballo. Había un riachuelo cerca y se aproximo a el bajando del animal y permitiéndole tomar un poco de agua.

La luna llena lo iluminaba todo y cerro los ojos cuando el aire fresco de verano golpeo su rostro, se sentía tranquila y satisfecha consigo misma, abrió los ojos y ojos, aquellos grandes zafiros se dirigieron al cielo, donde su anfitriona brillaba en todo su esplendo y misticismo.

-Gracias- hablo con una sonrisa y una pequeña reverencia, estaba en eso cuando creyó haber escuchado algún sonido… se giro como buscando quien mas estaba ahí… - hay alguien ahí?- pregunto sin saber si preocuparse o ser indiferente… tal vez solo había sido un conejo o algo así…