El secreto del brujo

Me colé de un salto en la ventana interior de la mansión y arrugue la nariz al sentir el aroma que tan familiar me era.
Nadie había conocido mi verdadera historia y es que ¿cómo contarle al mundo que mi hermano, que mi propio hermano me había tenido prisionero en las mazmorras de su propia casa durante diez años?

La ira aun me llenaba al pensar en él y en sus malas artes conmigo. Sin embargo tenía que seguir. Y esa noche, me había escabullido y adentrado en su casa por lo mismo. Quería espiar, quería encontrar cosas, quería encontrar algo que me ayudara a abatir a mi hermano y la amenaza que su sola presencia significaba para mi y para todo lo que yo amaba.

Comencé a caminar entre las sombras del pasillo. Bastante me había costado burlar la barrera mágica de la residencia. Pero el sonido de alguien bajando las escaleras me alertó, escabulléndome entre las sombras para adentrarme en lo que era la cocina. Me situé tras la puerta, y espere hasta que la figura se adentró lentamente, con un candelabro entre sus manos.
No era Zeph, era una figura mucho mas pequeña y menuda, por lo que no dude en abalanzarme sobre ella por la espalda, confundiéndola con una criada, atrapándola entre mis brazos mientras el candelabro caia a sus pies, iluminándonos de forma extraña, provocando sombras terroríficas en las que se mostraba nuestro semblante. Atrape su cuerpo con un brazo y tape sus labios para que no gritara con mi mano libre.

Silencio. Haz lo que te digo y no te ocurrirá nada…

La joven pareció obedecer, o eso me hizo creer, porque en cuanto me distraje de una de sus manos, una chispa fogosa se ilumino entre sus dedos iluminándolo todo...

Unos rayos de luna se filtraban entre las cortinas iluminando la alcoba con el azul pálido de la noche, las temperaturas habían bajado de manera estrepitosa y todo mi cuerpo temblaba bajo dos edredones de plumas de pato, el maestro solía decir que los brujos amantes del fuego no soportaban bien el invierno.
No dejaba de dar vueltas, intentando reconciliar el sueño sin éxito decidí que lo mejor seria tomar un chocolate bien caliente en la cocina, junto al hogar uno siempre se siente mejor, iluminando el camino solo con una vela que oscilaba peligrosamente baje las escaleras adornadas con una mullida alfombra roja que me acariciaba los pies descalzos.
De la puerta entreabierta de la cocina podía sentir el leve calor de un fuego que se extinguía lentamente, cruce el umbral desperezándome con un gran bostezo cuando...
-Aaah!
Unas grandes manos me rodearon el cuerpo haciéndome tirar el candelabro con un golpe seco, alguien me susurro al oído, la frustración de apodero de mi, no podía creer que un simple ladrón, un ratero cualquiera hubiese podido entrar así sin mas... con todas las custodias que protegían la casa ¡era imposible!
Deje de pensar y empecé a actuar, con el dedo indice encendido en llamar trace un pentagrama de fuego que se quedo unos segundos flotando en el aire, luego se condenso en un solo punto y con una pequeña explosión apareció mi familiar.
- Ayúdame Imp!
El diablillo era un familiar de ceniza, dentro de la familia de demonios del averno abrasador era el mas débil, pero uno de los mas ágiles e inteligentes, de dos volteretas se planto sobre la cabeza del intruso y con la confusión del momento me pude liberar.
-Esta es la mansión del gran Zephyr Ashran, y como su aprendiz he jurado protegerla...- intente parecer calmada, aunque ya temía que aquel hombre era poderoso.- Expresa tus intenciones antes de que mi demonio te destruia!
El Imp soltó una carcajada estridente, eso me dio algo mas de confianza, pero los dos sabíamos que si aquel tipo era poderoso podría devolverlo al plano infernal de una patada.

El pequeño Imp saltó a mi cara, por un momento cagándome entre su cercanía de ceniza y chispas. Unas que dejaron su rastro en mi mejilla ahora rasguñada  y quemada.

AAAGH!

Di un manotazo al pequeño diablillo apartándolo de mi, antes de mover mis dedos para crear en el aire uno de los símbolos Zen del agua. El símbolo se marco en el aire cayendo a mis pies y expandiéndose por la superficie para iluminar todo el suelo con la marca en un tenue color azul eléctrico.

Me apresure en ponerme en una posición más estable aun teniendo al Imp cerca. Para de esa forma, hacer que la temperatura bajara lo suficiente en la habitación como para congelar los objetos que nos rodeaban, creandose picos de hielo en el techo que procure que fueran afilados. Congelandose tambien los pies de la joven y el Imp, quien con el cambio de temperatura se vio deshecho en ceniza.

¡Te he pedido amablemente que te estés quieta! Hice que la escarcha que se acumulaba en sus pies subiera sutilmente hasta un poco mas arriba de sus tobillos para impedir que se moviera un ápice.
Sé que es la mansión es de Zephyr, es por ello que estoy aquí.

Me acerque a la joven quien petrificada permanecía aun entre las sombras. Por lo que fijándome en el techo y las paredes, hice que las luces de las velas se encendieran una a una hasta que la luz ilumino la habitación. -De entre los elementos podía dominar cualquiera de ellos, pero mi fuerte siempre había sido el agua, un elemento afín que parecía adentrarse en mi alma-

Llegue hasta situarme delante de la chica, apreciando que no era mas que una jovencita, algo que me intrigo. ¿Una aprendiz? ¿de Zephyr? Oh vamos. aquel egoista no enseñaria a alguien asi como asi. Algo importante tendria que tener aquella jovencita. Sin embargo algo me distrajo y es que, si ella estaba alli, podría haber alguien mas. Por lo que comencé a rodearla mientras miraba a mi alrededor, preparandome para encontrar a mas oponentes mientras hablaba a su espalda.

¿Donde está tu maestro?

Unos pinchazos de dolor, como corrientes eléctricas heladas, me recorrían las piernas cuanto mas que intentaba escapar mas me apretaba el afilado hielo en los tobillos. Respire profundamente un par de veces, intentando parecer fría y calmada... el brujo encendió las velas de la habitación cegandome momentáneamente con el resplandor, solté un grito ahogado. Aquel asaltador de mansiones era increíblemente parecido a Zeph... parecido, no...¡iguales!
-Maestro...¿me estas tomando el pelo?
Sonreí con delicadeza como normalmente, seria aquello una extraña prueba. Entonces le demostraría de lo que soy capaz. Frote mis manos y las prendi en llamas, dispare contra mis pies hasta que pude volver a sentir los dedos, lo sentía por Imp pero necesitaba algo mas poderoso, algo capaz de impresionar al maestro. Invoque el escudo de llamas, una capa de protección sencilla pero eficaz, allí dentro comencé a trazar en el aire símbolos antiguos, un enrevesado hechizo, largo pero peligroso...
-Maestro Zeph... desapareces durante tanto tiempo y vuelves para retarme... eres tan gentil!- los sarcasmos cariñosos eran mi fuerte.- ¿Y que es eso del hielo? Creí que lo odiabas!
Los símbolos estaban casi terminados, girando a mi alrededor chispeando sobre mi piel, casi quemando. Con un rápido movimiento de manos los junte frente a mi y los envié contra el que parecía ser Zeph, antes de alcanzarle se esfumaron en una neblina oscura y espesa. El olor a azafrán inundó la sala llenando mis pulmones de espesa ceniza, me tambaleé agotada por el esfuerzo que suponía invocar a una criatura como aquella.
Mientras mi vista se nublaba una impresionante mujer salia de entre la ceniza que flotaba en el ambiente, tenia dos enormes alas como las de un murciélago, su cabello eran llamas danzantes, su cuerpo semidesnudo estaba surcado por grietas de latían con la lava que corría bajo ellas. La súcubo sonrió picara  y chasqueando la lengua se dispuso a lanzarse contra el brujo que tan familiar me parecía.

Arquee una ceja cuando la súcubos vino hacia mí, por lo que rodé literalmente por encima de la mesa, cayendo a un lado para esquivarla.

¡PERO QUE DEMONIOS!

¿Quién era la niña que invocaba a los entes del fuego? No lo pude evitar, me recordó al modo en que Zeph invocaba a aquellos entes cuando era pequeño. Él adoraba invocar a la Sucubus y normalmente atacarme a traición cuando no le esperaba. Negué con la cabeza, intentando dejar los recuerdos con mi hermano atrás, centrándome en el presente, pues tenia a una jovencita que me atacaba pensando que era su maestro. Algo que sin duda alguna podía utilizar en su contra para sacar algo de información. Tendría que tantear el terreno, pero antes de eso, sería mejor sacarla de su entorno.

La súcubus azotó su látigo con ímpetu, riendo mientras sus ojos brillantes me buscaban en la oscuridad, así que no perdí tiempo cuando me encontró.

"aqua, quæ habitat in me collapse
ut aqua exeat
ego vinco
influit virtutem suam super me…"

Alcance a recitar cuando  la invocación de la joven llegó hasta mí para tomarme del cuello, asfixiándome ahora entre sus garras. Pero entonces sentí como todo empezaba a cambiar, sonriendo cuando note la fuerza del Guardia Vil, aspecto del monstruo que ahora había adoptado en mi mismo, dejando que el ente demoniaco me poseyera para tomar su forma y su fuerza, asi como su vestimenta, su porte y su armadura. Agitando una sola vez la espada escarchada y llena de hielo delante de la oponente para lanzarla lejos.  Irguiéndome con la transformación, soltando un gran resoplido helado que se expandió como la neblina, apreciando como ella se erguía para volver al ataque mientras la joven la manipulaba.

Desvié la mirada de la Sucubus para mirar a la jovencita, encintando la espada del gran monstruo para correr hacia ella ante su mirada ahora de espanto. Su mascota vino en su ayuda, pero no llego hasta mi lo suficientemente rápido. Pues recogí a la joven bruja en volandas, cruzando la cocina y llegando a la ventana con ella entre mis brazos, la atravesé de un salto, y la lluvia de cristales nos roció mientras la joven se cubria con sus manos escondiendo el rostro en mi pecho, a la vez que yo aprovechaba para seguir corriendo ahora por el jardín en dirección a la barrera mágica de la mansión.

Destrúyela. Ordene con la voz grave y desgarrada del monstruo que ahora me poseía. Desarma la barrera o chocaremos contra ella. Soy tu maestro. ¡te lo ordeno! Indique a la joven a quien llevaba por el jardín, sin dejar de correr hacia la barrera, aun esperando que me obedeciera. ¿Lo haría, o chocaríamos y seguiríamos dentro del jardín, atrapados dentro de la mansión?...

La Sucubos absorbía toda la poca energía que quedaba dentro de mi, me iba debilitando a medida que luchaban los dos opuestos. Su transformación era realmente increíble, no había llegado a tocar ese campo, la propia transformación llevaba años de practicas... y un ser de hielo, ese brujo no podía ser el maestro, pero eran tan parecidos...
Mientras cavilaba sumida en mis propias incógnitas la mole de hielo y escarcha se abalanzo sobre mi y en menos de lo que canta un gallo me vi balanceándome sobre su hombro como un simple saco de patatas, cruzamos el patio a gran velocidad, el frió invernal que exhumaba aquella armadura viviente me congelaba la piel y la poca energía que restaba en mi se desvanecía. Note con alivio como la Sucubos retornaba al plano demoníaco con un resoplido de ira, aquellos segundos de tranquilidad se vieron rápidamente rotos por la voz del mago exigiéndome que desvaneciera la barrera, ¿si me costaba incluso respirar, como pretendía que realizara algo de ese nivel?
-Imposible...- mustie en un suspiro, mi voz sonaba entrecortada por los espasmos de frió que hacían tiritar todo mi cuerpo.
Cada vez se acercaba mas, y mas... y mas... ya la teníamos encima, ¡íbamos a chocar! Cerré los ojos esperando lo peor pero el golpe nunca llego, cuando me separe del pecho congelado del monstruo volvía a ser humano, respiraba con dificultad y parecía algo cansado.
-Ahora...- intente decir entre bocanada y bocanada de aire.-¿Dime... quien eres tu?
La barrera se Zeph mostraba un enorme agujero que se cerraba tras nosotros lentamente, el roció nocturno de la hierba había mojado la blusa de dormir que se me pegaba al cuerpo. Me abrace con mis propios brazos para darme algo de calor, si ese no era mi maestro, podría estar en grabe peligro.

Sentí un gran alivio cuando mi cabeza toco la hierba fresca después de romper un trozo de la barrera. Me hallaba agitado y cansado. Definitivamente la noche no estaba siendo productiva si había tenido que marchar tan pronto de la residencia de Zephyr.

Me erguí poco a poco, sentándome para contemplar a la joven que a mi lado se mostraba exhausta y congelada.

No…No soy tu maestro Zephyr, soy Naeem, su hermano.

Los ojos de la joven de desorbitaron y vi en sus gestos las ganas de querer alejarse. Su temor fue palpable. Después de todo podría considerarme como un enemigo por entrar así a la que también sería su casa y por simular ser quien no era.
Me acerque para sujetar su muñeca y ella intento alejarse cuando yo me alce queriendo levantarle conmigo. Ella se apreciaba notablemente agotada por lo que sus estirones poco efecto surtieron conmigo. Hasta que situe mi mano libre sobre sus ojos, cerrándolos por un instante.

Tranquilízate, no voy a hacerte daño. Pedí mientras me concentraba unos minutos, haciendo que la misma energía de los alrededores se acercara como pequeñas gotas brillantes de rocío.  Estas diminutas gotas rodearon a la joven y yo baje la mano para que ella las contemplara acercarse a su figura. Estas se adentraron en sus ropajes sin mojarla, a la vez que sus ojos me contemplaban a mi.
Los elementos no solo sirven para manipularlos y destruir, sino también para sanar a diversos seres vivos. Puedes tomar energía del propio fuego o como en esta ocasión del agua…
Pero es posible, que eso no te lo haya enseñado aun tu maestro, ¿verdad?  Sonreí con tristeza, pues pese a lo que había querido a mi hermano en nuestra niñez, no podía negar el hecho de que solo la muerte y la destrucción ocupaban su mente, incluso con la magia, como si no existiera nada más. Ese era uno de los motivos por los que tanto le odiaba ahora.
Realice un ligero movimiento con mis dedos antes de soltar su muñeca.

Quiero que vengas conmigo, necesito preguntarte algunas cosas, y supongo que tu desearas lo mismo.
¿Donde está Zephyr? ¿Y quién eres tú, porque vives con él? Zephyr jamás tendría a una aprendiz. La joven permaneció en silencio, por lo que suspire, me saque el abrigo y lo pose sobre sus hombros -ya que aun tiritaba.- Comenzando a caminar mientras le dejaba atrás. Ella no me siguió, pero pasarían cinco pasos hasta que su quejido llego a mis oídos mientras yo caminaba por el bosque.

Puede que no quieras hablar conmigo ahora, pero tarde o temprano tendrás que hacerlo si quieres que te suelte jovencita. Reclame adelantándome, pues había realizado un sencillo conjuro en que por medio de un hilo invisible, su muñeca se hallaba atada a la mía, permitiéndonos una distancia de unos cinco metros aproximados, como si la llevara atrapada por un grillete invisible a mí. Por lo que quisiera ella o no, tendría que venir conmigo, porque -como hacia ahora-, le estaba arrastrando conmigo literalmente, en un improvisado paseo que nos alejaba de la mansión Asrhan.

Délvheen…May Délvheen. Aquel apellido me era conocido, aunque no recordaba del todo hasta que vino a mi memoria el hecho de que el Baron Délvheen vivía en París. A el si que le conocía de nombre…¿Estaría aquella jovencita emparentada con esa familia?

Me sente en el roble junto a ella, y extendi ligeramente mis dedos hacia adelante, haciendo que algunas chispas se removieran y encendieran unas ramas cercanas, No deje que el fuego avivara, simplemente quise que quedara convertido en brasas.  Eso le proporcionaría algo de calor a la joven y a su vez, al ser simples brasas no levantaría demasiada humareda como para que alguien descubriera con facilidad nuestra posición.

El ruido de los grillos inundaba la noche estrellada, el cielo oscuro estaba despejado y se mostraba esplendoroso ante nosotros. No pude evitar sonreir ante aquella imagen, negando con la cabeza después ante mis pensamientos. Y es que como médico, sabia que debería dejarle un espacio para que ella se repusiera, para que se sosegara y se calmara. Pues era mas que seguro que estaría asustada…
Pero como persona, como brujo, como hermano de Zephyr… No podía quedarme indiferente, como si nada. No sabiendo que aquella niña habia convivido con mi hermano tantos años, no cuando por medio de su propio lenguaje gestual, comprendía que ella era sincera y que un gran vinculo le unía a aquel desgraciado. Suspire, depositando una de mis manos sobre una de las suyas. No dude en apretar ligeramente sus dedos.

Lamento que Zephyr haya desaparecido sin más. Debió tener la decencia de decirte algo.

Sabia que Zeph seguía vivo, sino lo estuviera yo lo habría sabido, lo habría sentido como el brujo que era y por el lazo que nos unia. Pero el seguía en algún lugar, quizás llevando a cabo algúno de sus macabros planes. Fuera lo que fuera, aquella niña no podía quedarse sola. Estaba seguro de que sería autosuficiente, pero no me parecía adecuado dejarle como si nada. Alguien debía velar por ella pues aun parecía demasiado vulnerable, puede que quizás fuera fuerte, más de lo que ella misma pensaba, pero aun era una niña.

A poca distancia, la mansión se alzaba tenebrosa, lo cual me distrajo haciendome recordar.

Diez años llevas a su lado…
Yo he vivido casi los mismos atrapado en su red. May pareció un tanto sorprendida, y es que ahora que lo pensaba bien. Había escuchado la voz de aquella niña cuando me hallaba entre las murallas del calabozo, por lo que quise explicarme mínimamente.
 
Zephyr me mantuvo cautivo en la mansión. Atrapado en un lugar que nadie mas que el conoce. Utilizando las malas artes, mermando mis capacidades para impedir que atentara contra él o que saliera de allí. Ni siquiera me había dado cuenta de que miraba fijamente el fuego ahora avivado, ni de que me mantenía rígido, con los brazos cruzados.

Apreté el puente de mi nariz y fruncí un tanto el ceño. Empezaba a tener un horroroso dolor de cabeza. Me puse en pie, sacudiendo algunas hierbas secas de mis pantalones.

Así que, como vera “señorita Délvheen”… tengo muchas cosas que… “hablar” con él.

Sentía prisa por moverme, pero le concedí mas tiempo a May, no solo para que se repusiera, sino porque seguramente querría saber más. Y es que por un momento dudé que hacer con ella. No podía dejarle marchar, aquella joven tenía relación con Zeph pero no era como él, y me eso me hacía sentirme preocupado, como si ella tuviera alguna cosa que ver conmigo, aunque no fuera así. Pero además de eso… algo me decía que su cercanía me aportaría cierta ventaja sobre Zephyr al tener algo que el “poseía” .

No puedes quedarte aquí, ni voy a dejar que te quedes sola en la mansión. Zephyr no ha dejado ordenes ni ha indicado que marcharía, por lo que tu no tienes ordenes de esperarle allí en su ausencia. Quisiera que me acompañaras hasta que tengamos señales de él.
¿vendrás conmigo?

Extendí mi mano hacia ella y espere que los astros se alinearan y la suerte se aliara un poco conmigo aquella noche, pues me hacia falta...

No. No me parecía buena idea. Lo que menos quería era volver a aquella mansión, pues muchos de los peores recuerdos de mi vida los había pasado allí. Aquella resistencia era mi infierno particular. Pero sin duda alguna, si deseaba que aquella joven me creyera tendria que acatar su voluntad.

Caminamos hasta que el escudo estuvo delante nuestro. Por lo que aun sujetando la mano por la que May me llevaba consigo, le situe tras de mi, extendiendo mi mano libre hacia delante mientras avanzaba pausadamente como si solo paseara, recitando en voz baja un conjuro que me permitiera atravesarla.
Aquel escudo era fuerte, y definitivamente nadie podria atravesarlo. El fallo del mismo tenia que ver con la intensidad de la sangre. El fallo de Zephyr fue que no conto con que su mayor enemigo poseia su propia sangre y eso le permitia atravesarlo sin tantos problemas. Para el escudo que yo atravesara el umbral era como si lo hiciera Zeph. Un conveniente fallo que jugaba en mi favor sin duda alguna.
Cuando llegamos a la mansion, la puerta se abrio y May se adelanto. Yo aun no habia deshecho el "grillete" invisible que nos unia. Pero si que le habia dado mas alcance, para que si aquella joven tenia aun alguna minima intencion de marcharse sin mi, yo lo supiera en el acto.

Observe a May. Ella miraba a todos lados como si buscara algo pese a que aquella era su casa. Por lo que intuí lo que buscaría, resignandome a que seria mejor acabar cuanto antes.

Te llevare a mi calabozo para que lo veas tu misma. luego, si lo deseas, te dejare tu tiempo para que recojas lo que necesites y salgamos. No quiero alargar mi estancia en este lugar...

La joven parecio asentir y yo sonrei tristemente antes de avanzar por el salon, cruzandolo hasta un pasillo trasero que daba a la cocina y desde ahi hacia unas escaleras. Bajamos a un sotano donde se guardaban distintos alimentos en conserva; tales como quesos, asi como sacos de harina y barriles. Todo parecia normal. Aquello se usaria como despensa de cocina cada día. Nadie sospecharía de un lugar asi.
Mire el suelo de piedra.

Los lugares mas ocultos, siempre se encuentran a la vista de todo el mundo.
La entrada es esta. Pero, se ha de pagar un precio ante las puertas que se abren y las puertas de Zephyr...siempre exigen sangre.

Comente mientras le señalaba el suelo, acucliyandome mientras sacaba una daga de mi bolsillo. Lo sopese tan solo un segundo mas antes de hacer una limpia linea en la palma de mi mano.
Las gotas de sangre llegaron al suelo de piedra y entonces el suelo comenzo a iluminarse ligeramente para formar el pentagrama invertido. Las Gotas se movieron por el suelo para dirigirse a las cinco puntas de la estrella y entonces el sonido de diversos engranajes sonó, como si las piedras se acomodaran abajo de nosotros. Trage saliva y entonces la escalera de caracol se formo desde el centro del pentagrama, abriendose camino mientras las piedras se movian de lugar para formar los escalones, hasta que el sonido mecanico cesó. No mire a May, quien seguramente estaria asombrada, sino que me conduje hacia abajo, bajando los peldaños...

Abajo, un pasillo lleno de celdas nos recibio y al final de este una sala central circular. Las antorchas se encendieron solas cuando comenzamos a caminar y entonces, al final del pasillo me paré, sin entrar a la sala circular. Impedi el paso a May.

No quisiera que entres ahi. Es peligroso...aconseje. Esta humedo, hace frio, y la pestilencia por el derramamiento de sangre aun es latente.
La sala Mostraba solo unas cadenas y grilletes justo en el medio de la sala, unos que sostendrian al prisionero en el aire, alzandolo por los brazos para dejarle asi estirado de piernas y con los brazos en cruz.

¿Ves esas esferas en el suelo? No son bolas de acero. Cuando el prisionero esta atado y en medio de la sala, esas esferas se encienden, robando la energia del prisionero para incapacitarle fisica y luego magicamente. Por lo que si te resistes o mueves un solo musculo las demas esferas se encienden tambien descargandose electricamente en contra de la victima...
Torcí una sonrisa. Es una obra de tortura realmente eficaz...pues mantiene a la victima reducida en todos los sentidos, siempre al abismo de la vida y la
Muerte, devolviéndote la energía cuando estas a punto de desfallecer, quitándotela cuando estas mínimamente repuesto...

Quite el brazo y deje via libre a May, para que si quisiera pasar y observarlo todo de cerca, lo hiciera...
Solo espere, que no quedara ninguna sorpresa por descubrir en aquella horrible celda...

Neem a cada momento se volvía mas increíble, atravesó la barrera de Zeph que ningún otro brujo se atrevía siquiera a tocar, incluso yo que sabía la formula para ir y venir me revolvía las tripas el pasar por allí. Por suerte me pude esconder tras su espalda, agarrada a su cintura apenas le llegaba con la frente al hombro, fue mas llevadero el transcurso.

Dentro del recibidor con los pies descalzos reposando sobre una tupida alfombra roja me sentí momentáneamente relajada, pero la chispa se apagó, mire a mis pies, seria allí, justo debajo de mi donde Zeph torturaba a Naeem...

El brujo parecía leer mi mente, antes de que pudiera justificar mi morbosa curiosidad ya me había llevado a la despensa, señalo el rincón mas alejado de la puerta y no podía creerlo, tenia tan buenos recuerdos de aquel lugar, cuando era pequeña Zeph me llevaba allí en las noches de invierno, y con un gesto dulce cortaba un trozo de rico chocolate negro, como su fuera un secreto entre los dos comíamos el dulce entre risitas nerviosas.

Escalofríos recorrían mi cuerpo, mientras yo disfrutaba de un pequeño placer Naeem sufría bajo mis pies, y lo peor de todo... Zeph lo sabía! ¿Era acaso esto una broma macabra por su parte? ¿Se estaría riendo imaginándome en esta situación?

Entretanto Naeem había sacado una brillante daga plateada y se cortaba como si tal cosa.
-No...- susurre sin fuerzas, aquello me superaba.

Ni siquiera intente imaginar como funcionaba el complicado mecanismo que abría la escalera de caracol, solo seguí al brujo como un autómata a través del oscuro túmulo. El olor me golpeo como una ola de sangre y moho, mis tripas emitieron un sonido gutural avisando de su malestar, llegamos al final del pasillo y la visión me horrorizo, mi mente aun inocente se quebró poco a poco y salió a través de mi boca en forma de vomito y arcadas.

-Lo siento... creo que me encuentro mal...
Di media vuelta con intención de salir corriendo de la mazmorra, pero me pare en seco, sentía curiosidad... una curiosidad casi admiración, me estaba volviendo como Zeph. La sala era circular, paredes y techo de piedra negra cubierta de mugre, la luz provenía de dos antorchas abandonadas que obligaban a forzar la vista.

-Für...
Una pequeña llama blanca ilumino a nuestro alrededor, el suelo estaba cubierto por una mancha negra, probablemente restos de sangre seca, ya no tenia nada en el estomago pero sentí como volvían las arcadas. Di un paso adelante, repentinamente una de las esferas se ilumino y lanzó un rayo que me alcanzo en un pie. Salte hacia atrás uniendo la cabeza sobre el pecho de Naeem, le abracé con fuerza, incluso su olor era parecido, quería consolarlo, quería disculparme, quería haberme dado cuenta antes...

-Salgamos de este lugar, no quiero volver a verlo!

Ya en la cocina me deje caer en una silla completamente agotada, con la mirada cargada de dolor, a pesar de que no sabía con certeza como había trascurrido la historia podía sentir el rencor y la rabia de Naeem, y comprender la.

-Cuentame... cuentame todo sobre Zeph!

Aparte los cabellos de May, palpando por un instante su frente fría. Sus mejillas estaban pálidas y sus ojos un tanto ensombrecidos muy seguramente por lo que habían visto.
Definitivamente no había sido buena idea llevarla hasta ese lugar y me arrepenti de mi decisión, pues ella aun era una joven inocente, aun poseía un alma pura, aun no se habia corrompido tanto como seguramente mi hermano habría deseado.

Te lo contare. Te lo contare todo, pero no aquí. Vámonos ahora mismo.
No te lleves nada de este lugar, te proporcionare todo lo que necesites.

No espere que aceptara mi propuesta, simplemente le tome en por la cintura y le oblige a alzarse, sujetándola desde allí mismo para conducirle junto a mi, temeroso aun de que pudiera echar a correr lejos, pese a que algo me decía que su curiosidad por saber lo sucedido con su maestro le ganaría al miedo de desconocer que pretendía yo como intruso que era.

No conocía la mansión, pero me guié simplemente caminando por los pasillos hasta que encontré la gran escalera, subiendolas junto a May hasta que llegamos al último piso. Donde solo se apreciaba un mirador hacia el espectacular paisaje que rodeaba la mansión y algunas sabanas que parecían tapar gárgolas o esculturas viejas.

En muchas ocasiones, los miradores sirven de portales…Explique. Son lugares que como las mazmorras de debajo de la cocina, están a la vista y no parecen peligrosos o que albergen secreto alguno. Indique destapando las sabanas que ocultaban feas gárgolas asi como el suelo de madera. Sin embargo, son un buen lugar para entrar o salir de un sitio sin tener que desactivar los escudos de una residencia…Nuestro padre, siempre nos explicaba las ventajas de tener uno en un mirador…

Puse la palma de mi mano en el suelo y percibi la electricidad de la madera. Trasladores. Indique ante May quien atenta miraba mis movimientos. Estire la mano hacia ella aun estando yo de cucliyas y ella se acerco, formándose un pentagrama en el suelo de no mas de dos metros de diámetro.

Para usarlos, solo debes concentrarte en el lugar al que deseas ir, asi que dejame a mi, tu simplemente cierra los ojos y confía en mi…
Una suave neblina nos ilumino mientras yo gesticulaba sin pronunciar el hechizo que nos sacaría de allí. Fue asi como la oscura mansión quedo atrás y las montañas de las afueras de París donde se hayaba mi residencia nos recibió.

Residencia de Nae: