AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una velada más que dulce [+18]
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Una velada más que dulce [+18]
Otra oferta declinada. Con esa ya iban unas cuantas durante el transcurso de esa noche que aún no era cerrada. Era más que evidente que su presencia en el Burdel tendía a causar revuelos entre el público femenino, y más cuando se presentaba de forma tan… misteriosa.
Vestía completamente con ropajes oscuros. Una ajustada camisa de franela negra que dejaba adivinar un torso delicioso, pues la llevaba como a él le gustaba, es decir, desabrochada. Pantalones negros de lino que dibujaban líneas holgadas y una larga gabardina oscura. Y rematando esa imagen de pecado, su mirada de color índigo hacía un delicado contraste con sus morenos cabellos ondulados y con mechones rojizos.
Verlo parecía prometer dulces tentaciones. No obstante, había rechazado la oferta de más de una joven y aún sentía que buena parte del personal no le quitaba el ojo de encima. ¿Lo hacía por despecho o altanería? No. Simplemente, estaba buscando a alguien que poseyera una dulzura propia pese a lo que pudieran ver sus ojos, alguien con quien la noche se hiciera especial a parte del hecho de disfrutar de los placeres más mundanos. Alguien cuya mirada poseyera un “algo”, ese toque de sufrido o atormentado que tanto solía apreciar en otras personas ya que solían ser más entregadas si se les sabía tratar de forma adecuada.
Suspiró por enésima vez, aunque la exhalación parecía tener un matiz más de divertido que de agobiado. Volviendo su atención hacia la barra, terminó de vaciar la bebida que había pedido horas antes y pagó su importe. De reojo volvió a captar la llama de varias miradas anhelantes posadas en él.
La noche aún era joven, pero por el momento parecía que resultaría mucho más complicado encontrar a alguien que cumpliera sus… expectativas. Además, parecía disfrutar con esa leve exhibición. Al menos, por una vez, conseguía que le mirasen con buenos ojos, y no con el desprecio que solía despertar entre otros sujetos de su propia raza. Claro que en ese lugar nadie sabía qué era en realidad…
Vestía completamente con ropajes oscuros. Una ajustada camisa de franela negra que dejaba adivinar un torso delicioso, pues la llevaba como a él le gustaba, es decir, desabrochada. Pantalones negros de lino que dibujaban líneas holgadas y una larga gabardina oscura. Y rematando esa imagen de pecado, su mirada de color índigo hacía un delicado contraste con sus morenos cabellos ondulados y con mechones rojizos.
Verlo parecía prometer dulces tentaciones. No obstante, había rechazado la oferta de más de una joven y aún sentía que buena parte del personal no le quitaba el ojo de encima. ¿Lo hacía por despecho o altanería? No. Simplemente, estaba buscando a alguien que poseyera una dulzura propia pese a lo que pudieran ver sus ojos, alguien con quien la noche se hiciera especial a parte del hecho de disfrutar de los placeres más mundanos. Alguien cuya mirada poseyera un “algo”, ese toque de sufrido o atormentado que tanto solía apreciar en otras personas ya que solían ser más entregadas si se les sabía tratar de forma adecuada.
Suspiró por enésima vez, aunque la exhalación parecía tener un matiz más de divertido que de agobiado. Volviendo su atención hacia la barra, terminó de vaciar la bebida que había pedido horas antes y pagó su importe. De reojo volvió a captar la llama de varias miradas anhelantes posadas en él.
La noche aún era joven, pero por el momento parecía que resultaría mucho más complicado encontrar a alguien que cumpliera sus… expectativas. Además, parecía disfrutar con esa leve exhibición. Al menos, por una vez, conseguía que le mirasen con buenos ojos, y no con el desprecio que solía despertar entre otros sujetos de su propia raza. Claro que en ese lugar nadie sabía qué era en realidad…
Noah Dómine- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/04/2011
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Re: Una velada más que dulce [+18]
¡Amy! ¡Es mejor que desaparezcas ahora! ¡me das asco!, ¡mujer no llevas ni una semana en Paris y ya te vienen a buscar! – No alcance a decir una palabra a mi favor cuando una cachetada llego a mi rostro y con los ojos vidriosos corrí por el pasillo secreto de la casa a ocultarme en el único lugar que Alexei no entraba, cerré todo con llave – Madame, soy yo Lisa – hoy tras la puerta del pasillo principal, a lo lejos escuchaba los gritos de mi esposo insultarme y burlarse con su pareja Richard, seque la lagrima que caía por mi rostro y abrí la puerta dejando entrar a mi nodriza, comenzó hablar de cosas que sinceramente ya no escuchaba, mi corazón estaba acelerado mi mente en otro lugar, escapar eso quería hacer esa noche, olvidarme de la maldita farsa que teníamos y gritarle al mundo que yo, si podía salir adelante sola. Lisa se acercó a mí y con el cuidado que la caracterizaba me puso una crema de color piel para que mi rostro volviera a quedar parejo y no enrojecido por la bofetada, no quería hablar porque el dolor ya no era físico si no de adentro, de mi alma. Lisa en completo silencio me maquillo y dejo una carta en el tocador, los gritos siguieron y me dejo una llave guiñándome el ojo salió de mi habitación. Con rapidez mire el papel y una sonrisa de alivio se dibujó en mi rostro, el dueño del burdel me abria la invitación a visitar el lugar. ¿Qué mejor lugar para una cortesana? Espere a que la casa se silenciara y con la llave maestra abrí la puerta tras del cuadro principal de mi alcoba, pasillos secretos abundaban…
Media hora más tarde me encontraba cruzando el umbral de la puerta principal del burdel mas famoso de Paris, tan solo con dar un paso dentro me sentí en otro mundo lejos de la angustia y el tormento de mi hogar; las sonrisas llegaron acompañadas de varios comentarios de todo tipo, claro yo no era la prostituta que solían trabajar ahí, no tenía el físico perfecto, ni las tantas curvas como las jóvenes que me observaban de pies a cabeza baje la mirada incomoda y me abrí paso entre las personas hasta llegar a la barra del lugar, ¿Qué estaba buscando? En realidad ni yo misma lo sabía, ¿quizás hablar con el dueño? O tal vez algo de compañía ya ni siquiera sabía si tenía que estar en ese lugar o no. Apoye mi cuerpo en la barra y pedí una copa de vino, pero uno en específico vino blanco dulce, - Moscatel de Alejandria, por favor - no falto que dijera absolutamente nada más y el cantinero me sirvió en una copa amplia solo un escaso de aquel líquido, catar era lo primordial moví la copa y deje que el olor subiera por mi nariz, di un sorbo y asentí con la cabeza, luego de eso me sirvió mas de aquel vino. Suspire reiteradas veces y con lentitud me di vueltas para observar el lugar, me sentía incomoda las miradas, los murmullos llegaban a mi como si fuera el bufón del rey, no lo aguantaría me gire y me quede mirando el líquido amarillento de yacía en la copa. Con tristeza, con angustia, con desesperación…
Media hora más tarde me encontraba cruzando el umbral de la puerta principal del burdel mas famoso de Paris, tan solo con dar un paso dentro me sentí en otro mundo lejos de la angustia y el tormento de mi hogar; las sonrisas llegaron acompañadas de varios comentarios de todo tipo, claro yo no era la prostituta que solían trabajar ahí, no tenía el físico perfecto, ni las tantas curvas como las jóvenes que me observaban de pies a cabeza baje la mirada incomoda y me abrí paso entre las personas hasta llegar a la barra del lugar, ¿Qué estaba buscando? En realidad ni yo misma lo sabía, ¿quizás hablar con el dueño? O tal vez algo de compañía ya ni siquiera sabía si tenía que estar en ese lugar o no. Apoye mi cuerpo en la barra y pedí una copa de vino, pero uno en específico vino blanco dulce, - Moscatel de Alejandria, por favor - no falto que dijera absolutamente nada más y el cantinero me sirvió en una copa amplia solo un escaso de aquel líquido, catar era lo primordial moví la copa y deje que el olor subiera por mi nariz, di un sorbo y asentí con la cabeza, luego de eso me sirvió mas de aquel vino. Suspire reiteradas veces y con lentitud me di vueltas para observar el lugar, me sentía incomoda las miradas, los murmullos llegaban a mi como si fuera el bufón del rey, no lo aguantaría me gire y me quede mirando el líquido amarillento de yacía en la copa. Con tristeza, con angustia, con desesperación…
Amy Von Bennewitz- Mensajes : 171
Fecha de inscripción : 21/06/2011
Re: Una velada más que dulce [+18]
Cuando ya creía que no podría hallar a nadie que se ajustara a las exigencias de esa noche tan peculiar, escuchó a sus espaldas como se abría la puerta. Se giró a medias para contemplar a la peculiar damisela que había entrado, pues pese a ir ataviada como tantas otras damas de compañía, era cierto que para otras personas no poseía de cualidades quizás cinceladas, pero a Noah se le antojaron llenas de gracia y prometían horas de placer.
Por supuesto, no todo el personal tenía esa capacidad para ver semejantes características. Dispersándose con la misma rapidez que una llama prendería fuego a una mecha, las miradas suspicaces y susurros malévolos parecieron irse propagando entre la muchedumbre concentrada. Seguro que desconocían que no hacía falta tener un cuerpo de diosa para proporcionar a alguien los placeres más deliciosos que sólo se pudieran gozar en el paraíso. Incluso las artes amatorias requerían de cierta destreza por encima de la hermosura.
La recién llegada se colocó apenas a un par de metros de donde se hallaba él en la barra, pero entre los dos sólo los separaba el aire. Escuchó la bebida que ella solicitaba al cantinero, pero no pudo permanecer en silencio cuando la oyó suspirar en reiteradas ocasiones.
− No se preocupe, si es el centro de atención es porque le tienen envidia –le dijo en voz baja con una voz extremadamente sensual−. ¿No lo nota? Casi se puede respirar el temor que sienten por miedo a que les robe su clientela…
Por supuesto, no todo el personal tenía esa capacidad para ver semejantes características. Dispersándose con la misma rapidez que una llama prendería fuego a una mecha, las miradas suspicaces y susurros malévolos parecieron irse propagando entre la muchedumbre concentrada. Seguro que desconocían que no hacía falta tener un cuerpo de diosa para proporcionar a alguien los placeres más deliciosos que sólo se pudieran gozar en el paraíso. Incluso las artes amatorias requerían de cierta destreza por encima de la hermosura.
La recién llegada se colocó apenas a un par de metros de donde se hallaba él en la barra, pero entre los dos sólo los separaba el aire. Escuchó la bebida que ella solicitaba al cantinero, pero no pudo permanecer en silencio cuando la oyó suspirar en reiteradas ocasiones.
− No se preocupe, si es el centro de atención es porque le tienen envidia –le dijo en voz baja con una voz extremadamente sensual−. ¿No lo nota? Casi se puede respirar el temor que sienten por miedo a que les robe su clientela…
Noah Dómine- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/04/2011
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Re: Una velada más que dulce [+18]
El sabor del dulce vino me tranquilizaba mientras lo saboreaba en mi interior, una mezcla entre manzanas, fresas y un toque de pasión, aquellos eran los ingredientes de aquel vino amarillento que tenía servido en la copa de cristal. Era extraño ver aquel tipo de brebajes en un burdel como este, pero… ¡Estaba en Paris! Todo podía pasar en esta bella ciudad, donde los misterios estaban en cada esquina, donde la noche era más concurrida que el mismo día, donde las gordas llamábamos la atención, donde una mirada decía más de mil palabras, donde estar en un burdel era para disfrutar no para amargarse. Suspire llenando mis pulmones de aquel aire embriagador que había en ese lugar, una voz llamo mi entera atención gire mi cabeza y quede mirando al caballero que me hablaba, intenté decirle que yo no trabajaba ahí, pero no pude sus palabras llegaron a mi interior como un regalo sorpresa a llenar mi alma que a esas horas ya estaba vacía.
La envidia – salió suavemente de mis labios al tiempo que me acercaba solo un paso al caballero – La envidia es mala, mata el alma y la envenena – lleve la copa a mis labios y con una suave mirada le dedique una sonrisa casi oculta tras el cristal del cual me dedique a beber un pequeño sorbo y luego deje la copa en la barra. –¿Yo robarles clientelas? – dije con un toque de curiosidad en mis palabras y no pude dejar de mirarme a mí misma de arriba abajo queriendo decir, ¿acaso no ve que no tengo el físico perfecto? Pero guarde silencio y sin quitar la sonrisa suave en mi rostro rodee el lugar mirando a las cortesanas que me prestaban más atención de la necesaria y… no, no había nada que decir. – Y usted Monsieur, ¿está esperando a alguna cortesana en especial? - aquel no era el dueño, pero estaba solo, por su apariencia no trabajaba en el burdel, claramente y aunque me equivocara él estaba esperando a alguien. – Disculpe mi intromisión - si estaba solo quizás podría darle un poco de compañía hasta que llegara a quien esperase – Amy Von Bennewitz, para servirle – aquella presentación sonaba extraña pero en realidad tenía que aprovechar, a final de cuentas las de mi clase solo éramos el servicio del burdel; me acerque más a él hasta prácticamente quedar hombro con hombro, sentía las miradas golpear mi espalda pero ya no me importaban hombres seguían entrando al lugar y poco a poco las cortesanas agarraban a los clientes, seduciéndolos, mostrándole algo más de piel y llevándoselos a las habitaciones del lugar…
La envidia – salió suavemente de mis labios al tiempo que me acercaba solo un paso al caballero – La envidia es mala, mata el alma y la envenena – lleve la copa a mis labios y con una suave mirada le dedique una sonrisa casi oculta tras el cristal del cual me dedique a beber un pequeño sorbo y luego deje la copa en la barra. –¿Yo robarles clientelas? – dije con un toque de curiosidad en mis palabras y no pude dejar de mirarme a mí misma de arriba abajo queriendo decir, ¿acaso no ve que no tengo el físico perfecto? Pero guarde silencio y sin quitar la sonrisa suave en mi rostro rodee el lugar mirando a las cortesanas que me prestaban más atención de la necesaria y… no, no había nada que decir. – Y usted Monsieur, ¿está esperando a alguna cortesana en especial? - aquel no era el dueño, pero estaba solo, por su apariencia no trabajaba en el burdel, claramente y aunque me equivocara él estaba esperando a alguien. – Disculpe mi intromisión - si estaba solo quizás podría darle un poco de compañía hasta que llegara a quien esperase – Amy Von Bennewitz, para servirle – aquella presentación sonaba extraña pero en realidad tenía que aprovechar, a final de cuentas las de mi clase solo éramos el servicio del burdel; me acerque más a él hasta prácticamente quedar hombro con hombro, sentía las miradas golpear mi espalda pero ya no me importaban hombres seguían entrando al lugar y poco a poco las cortesanas agarraban a los clientes, seduciéndolos, mostrándole algo más de piel y llevándoselos a las habitaciones del lugar…
OFF: disculpa la tardanza >< problemas técnicos
Amy Von Bennewitz- Mensajes : 171
Fecha de inscripción : 21/06/2011
Re: Una velada más que dulce [+18]
Giró su rostro hacia la joven, con intención de que ella pudiera contemplarle, y de seguro que con ese sutil gesto causaría en ella el interés suficiente como para fijarse en aquella mirada de cobalto que parecía entenderla. No completamente, porque pertenecían a mundos distintos, pero sí lo suficiente como para que no se sintiera desamparada.
– Aunque no lo crea, eso es lo que muchas otras sienten al verla. ¿Por qué sino iban a mostrarse tan recelosas? –le respondió con su dulce tono melódico, ignorando el gesto, levemente despreciativo que se dedicó la damisela a sí misma al examinar su propio cuerpo– Mademoiselle, usted posee una confianza de la que la gran mayoría carece…
En cierto modo, entendía que las cortesanas del lugar mirasen de mala manera, o incluso hablaran a sus espaldas. Lo que decía tenía mucho de razón, pero además, se hallaba el hecho que unas cuantas de las damas de compañía se sentían despechadas por el rechazo del joven varón, y les escamaba que después prestara más atención a alguien que no poseía su misma figura. ¿Acaso no era evidente que no importaba tanto el cuerpo de alguien, sino lo cómodo que se pudiera sentir con él? Él sabía bien lo que significaba eso, pues bajo el influjo de la Luna sucedía en el cuerpo del lícano un cambio que no era precisamente agradable…
Aguardó a que la damisela moviera ficha. No sólo se presentó, sino que se le acercó con coquetería. De modo que, con cierta picardía pero sin intención de parecer grosero, Noah se apropió con delicadeza de la copa que momentos antes la damisela, que respondía al nombre de Amy, había sostenido. Se llevó el cáliz a los labios y tomó otro sorbo, antes de ofrecerle la copa a la dama para que bebiera un poco más: era una clara invitación para después. De este modo, la ponía a prueba. Tampoco pasaría nada si se negaba a ese insinuado ofrecimiento. Después de todo, saciaba su curiosidad y si no sucedía nada, al menos habría compartido un rato con alguien que realmente merecía la pena conocer.
– Soy Noah Dómine. Es todo un placer conocerla, pues ya creía que no habría nadie que estuviera a la altura de mis expectativas menos mal que me equivocaba...
Le dedicó una sonrisa sensual mientras giraba su cuerpo hacia ella, de tal forma que permitía que ella pudiera ver su torso a través de la camisa negra de franela que llevaba desabrochada.
– Aunque no lo crea, eso es lo que muchas otras sienten al verla. ¿Por qué sino iban a mostrarse tan recelosas? –le respondió con su dulce tono melódico, ignorando el gesto, levemente despreciativo que se dedicó la damisela a sí misma al examinar su propio cuerpo– Mademoiselle, usted posee una confianza de la que la gran mayoría carece…
En cierto modo, entendía que las cortesanas del lugar mirasen de mala manera, o incluso hablaran a sus espaldas. Lo que decía tenía mucho de razón, pero además, se hallaba el hecho que unas cuantas de las damas de compañía se sentían despechadas por el rechazo del joven varón, y les escamaba que después prestara más atención a alguien que no poseía su misma figura. ¿Acaso no era evidente que no importaba tanto el cuerpo de alguien, sino lo cómodo que se pudiera sentir con él? Él sabía bien lo que significaba eso, pues bajo el influjo de la Luna sucedía en el cuerpo del lícano un cambio que no era precisamente agradable…
Aguardó a que la damisela moviera ficha. No sólo se presentó, sino que se le acercó con coquetería. De modo que, con cierta picardía pero sin intención de parecer grosero, Noah se apropió con delicadeza de la copa que momentos antes la damisela, que respondía al nombre de Amy, había sostenido. Se llevó el cáliz a los labios y tomó otro sorbo, antes de ofrecerle la copa a la dama para que bebiera un poco más: era una clara invitación para después. De este modo, la ponía a prueba. Tampoco pasaría nada si se negaba a ese insinuado ofrecimiento. Después de todo, saciaba su curiosidad y si no sucedía nada, al menos habría compartido un rato con alguien que realmente merecía la pena conocer.
– Soy Noah Dómine. Es todo un placer conocerla, pues ya creía que no habría nadie que estuviera a la altura de mis expectativas menos mal que me equivocaba...
Le dedicó una sonrisa sensual mientras giraba su cuerpo hacia ella, de tal forma que permitía que ella pudiera ver su torso a través de la camisa negra de franela que llevaba desabrochada.
Noah Dómine- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/04/2011
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Re: Una velada más que dulce [+18]
Una clara invitación para una noche, diferente, con una suave sonrisa le quede mirando a los ojos y con un suave movimiento le tome la copa que me había extendido y bebí un pequeño sorbo sin reparo. Los murmullos tras a nuestras espalda se agolparon y de cierta manera con las palabras del que se había presentado como Noah hacían que todo en mi interior se sintiera gradualmente enorgullecido, suspire inflando mis pulmones y haciendo que mi escote se moviera al ritmo de mi clara respiración. – La confianza se gana con el paso de tiempo, yo soy solo una mujer diferente – si que lo era, tras de mi había una historia que muchas de las cortesanas que estaban ahí en ese mismo lugar desconocían.
Me gire apoyando mi codo en la barra y en la otra la copa que tenia de aquel brebaje tan dulce como mi propia mirada, me dedique a tan solo disfrutar el momento, disfrutar que era el centro de atención y que tenía a mi lado a un hombre que cualquiera de las que estaba ahí querían tener entre sus sabanas, pero esa noche yo… o quizás el; ambos éramos los afortunados, si algo había aprendido que no había segundas oportunidades, o tomabas la primera o nunca más llegaba. –¿Y yo cumplo sus expectativas? – me atreví a preguntar, bebiendo un poco más para dejar el sabor dulzón de aquel vino en mi boca. Aun sin respuesta mire al cantinero y este con una mirada fugaz me paso un papel, sorprendida lo lei y una sonrisa se formuló en mis labios. – ¿Le gustaría acompañarme esta noche? - no estaba dispuesta a irme de nuevo a mi casa, no quería llegar y soportar los gritos de aquel que se hacía llamar mi esposo… hoy, esta velada tenía que ser dulce o más que dulce. Le quede mirando directo a los ojos, quizás podía intimidarme pero no el se había encargado de que mi ego estuviera a la altura de la situación o mejor dicho a la altura del lugar.
Algunas cortesanas se acercaron a la barra quizás para intimidarme o quizás para llamar la atención de Noah, estaba claro que no querían que el estuviera conmigo, pero la elección solo tenía que hacerla el, deje la copa en la barra y me enderece acercándome solo un poco al joven y con una sonrisa en mis labios le deposite un beso en la comisura de los labios, entre la mejilla y los labios, de alguna manera marcando que esta noche podría ser mío.
Me gire apoyando mi codo en la barra y en la otra la copa que tenia de aquel brebaje tan dulce como mi propia mirada, me dedique a tan solo disfrutar el momento, disfrutar que era el centro de atención y que tenía a mi lado a un hombre que cualquiera de las que estaba ahí querían tener entre sus sabanas, pero esa noche yo… o quizás el; ambos éramos los afortunados, si algo había aprendido que no había segundas oportunidades, o tomabas la primera o nunca más llegaba. –¿Y yo cumplo sus expectativas? – me atreví a preguntar, bebiendo un poco más para dejar el sabor dulzón de aquel vino en mi boca. Aun sin respuesta mire al cantinero y este con una mirada fugaz me paso un papel, sorprendida lo lei y una sonrisa se formuló en mis labios. – ¿Le gustaría acompañarme esta noche? - no estaba dispuesta a irme de nuevo a mi casa, no quería llegar y soportar los gritos de aquel que se hacía llamar mi esposo… hoy, esta velada tenía que ser dulce o más que dulce. Le quede mirando directo a los ojos, quizás podía intimidarme pero no el se había encargado de que mi ego estuviera a la altura de la situación o mejor dicho a la altura del lugar.
Algunas cortesanas se acercaron a la barra quizás para intimidarme o quizás para llamar la atención de Noah, estaba claro que no querían que el estuviera conmigo, pero la elección solo tenía que hacerla el, deje la copa en la barra y me enderece acercándome solo un poco al joven y con una sonrisa en mis labios le deposite un beso en la comisura de los labios, entre la mejilla y los labios, de alguna manera marcando que esta noche podría ser mío.
Amy Von Bennewitz- Mensajes : 171
Fecha de inscripción : 21/06/2011
Re: Una velada más que dulce [+18]
Al parecer, con sus palabras lograba que la joven no se sintiera tan triste: sería una pena que tal sentimiento persistiera en las facciones de la damisela, ya que no hacía justicia en aquél rostro que expresaba dulzura y ternura. No obstante, Noah dudaba que únicamente se tratara de “una mujer diferente”, tal y como ella se había catalogado; seguro que habría algo más que no le diría y que fuera algo que él no le insistiría en descubrir, pues dichas respuestas auguraban algo que se prefería conservar en secreto.
Ante la pregunta de la joven, se limitó a mirarla con sensualidad y dedicarle una sonrisa cargada de intención. Ella ya conocía la respuesta a esa cuestión, aunque no quisiera admitirla: de no haber cumplido Amy las expectativas del varón, la situación habría sido muy diferente, y de seguro que Noah aún seguiría sin encontrar la compañía adecuada que buscaba con tanto ahínco, y exigencia, esa noche.
Fue ajeno al hecho que el cantinero le pasó un papel a la damisela. Ya había notado el escozor de algunas miradas centradas en él, y algunas no precisamente amables, pues al parecer parecía que habría algunas cortesanas que estarían resentidas porque alguien que derrochaba clase y estilo, y que parecía emanar sensualidad y ternura por cada poro de su piel, las dejara a un lado por no considerarlas lo suficientemente aptas.
Bastó con una mirada para que las miradas de las otras cortesanas pasaran de ser ascuas de odio a fragmentos de hielo que se derretían. Aprovechando ese momento de debilidad que había causado, volvió su atención hacia Mademoiselle Amy, dispuesto a responderle por mucho que ella sabía su respuesta. Claro que si la dama quería oírlo de sus labios, él no iba a decepcionarla…
Entonces ella se le acercó, invadiendo por completo sus sentidos con aquella mirada traviesa y una sonrisa que prometía algo más que un rato de dulce diversión. Con un beso en las comisuras de los labios lo marcó, dejando a las claras, y por si aún podía caber alguna duda, que durante esa noche él le pertenecería… sí aceptaba, claro.
Con una última mirada de soslayo hacia el público que él había rechazado y que habían buscado la mofa de su acompañante, pasó su brazo alrededor de la cintura de Amy, depositando la mano en una gentil caricia en la cadera diestra. Acercó sus labios a su oído izquierdo y después le susurró insinuantemente.
− Soy todo suyo, Amy. Le aseguro que no se arrepentirá…
Ante la pregunta de la joven, se limitó a mirarla con sensualidad y dedicarle una sonrisa cargada de intención. Ella ya conocía la respuesta a esa cuestión, aunque no quisiera admitirla: de no haber cumplido Amy las expectativas del varón, la situación habría sido muy diferente, y de seguro que Noah aún seguiría sin encontrar la compañía adecuada que buscaba con tanto ahínco, y exigencia, esa noche.
Fue ajeno al hecho que el cantinero le pasó un papel a la damisela. Ya había notado el escozor de algunas miradas centradas en él, y algunas no precisamente amables, pues al parecer parecía que habría algunas cortesanas que estarían resentidas porque alguien que derrochaba clase y estilo, y que parecía emanar sensualidad y ternura por cada poro de su piel, las dejara a un lado por no considerarlas lo suficientemente aptas.
Bastó con una mirada para que las miradas de las otras cortesanas pasaran de ser ascuas de odio a fragmentos de hielo que se derretían. Aprovechando ese momento de debilidad que había causado, volvió su atención hacia Mademoiselle Amy, dispuesto a responderle por mucho que ella sabía su respuesta. Claro que si la dama quería oírlo de sus labios, él no iba a decepcionarla…
Entonces ella se le acercó, invadiendo por completo sus sentidos con aquella mirada traviesa y una sonrisa que prometía algo más que un rato de dulce diversión. Con un beso en las comisuras de los labios lo marcó, dejando a las claras, y por si aún podía caber alguna duda, que durante esa noche él le pertenecería… sí aceptaba, claro.
Con una última mirada de soslayo hacia el público que él había rechazado y que habían buscado la mofa de su acompañante, pasó su brazo alrededor de la cintura de Amy, depositando la mano en una gentil caricia en la cadera diestra. Acercó sus labios a su oído izquierdo y después le susurró insinuantemente.
− Soy todo suyo, Amy. Le aseguro que no se arrepentirá…
Noah Dómine- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/04/2011
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Re: Una velada más que dulce [+18]
Mi pecho se inflo como si me llenara del aire más puro que podría existir, levante mi cabeza, mis ojos quizás tenían una sombra de tristeza pero, algo tenía más que claro, había conseguido mi primer “cliente” si, el primer cliente en Paris, un hombre, sensual, de mirada seductora, de cuerpo envidiable y de porte perfecto. Suspire casi aliviada por el mismo momento por sentirme el centro de atención en ese lugar, la envidia de las damas de compañía que comenzaban hacer murmullos hacia mi persona. Moje mis labios con mi lengua, mirando de lado a lado y acerque mi pecho más al de joven que sostenía mi cintura de una forma que podría decir era su prisionera esa noche.
El arrepentimiento no estaba en mis pensamientos, en realidad hacía mucho tiempo que no me arrepentía de nada más que haberme casado con Alexei, cerré escasos segundos mis ojos quitando aquellos pensamientos de mi mente, esta noche seria dulce como el manjar más codiciado de Paris, el hielo entre ambos ya estaba derretido y ahora solo quería ser el agua que correría por el cuerpo ajeno. Una de mis manos se apodero de su espalda dándole una suave caricia en ella subiendo y bajando dejando que mi ser se llenara de aquel aroma que emanaba de aquel hombre.
Solo mío, pensé una idea verdaderamente tentadora, era una verdadera lástima que aquel fuera solo un cliente más y yo una cortesana diferente, nuevamente caía en aquellos pensamientos. Conté en mi interior hasta diez y todo cambio. – Solo me arrepentiría de dejarle solo esta noche – le susurre al oído mientras alejaba mi boca de ahí y volvía a sus labios depositando un beso corto en ellos. – Vamos a un lugar donde las miradas sean solamente las tuyas y las mías – dije con un toque de sensualidad, tomándole la mano para guiarle por el burdel que a simple vista parecía un lugar pequeño, pero en realidad era más grande de lo que uno podría imaginar. El papel que me había pasado el cantinero venía con un mensaje, “El jefe acepta tus servicios” luego de aquellas palabras venia dibujado un mini mapa con un numero al final 29, supuse que sería el número de la habitación en cuestión, no conocía el lugar pero el dueño sabia más de lo que debía saber, de alguna forma me sentía cómoda y confiada de que no fuera cualquier habitación. Normalmente íbamos con “mis clientes” a los hoteles, de alguna forma y como toda mujer me gustaba el lujo y un lugar limpio y seguro. Entre pensamiento y pensamientos guie a Noah, entre pasillos iluminados con una tenue luz, cualquiera pensaría que conocía el lugar pero no, agradecía a mi buena memoria visual y solo seguí instrucciones hasta llegar a la puerta con el numero inscrito afuera; tenía la llave puesta y luego de darle una mirada tentadora a mi acompañante me gire para abrir, dando paso a un lugar totalmente diferente a lo que pude siquiera llegar a imaginar.
Un lugar limpio con colores rojizos en todos lados con una luz que era la necesaria para iluminar solo la cama que era más grande de lo que pensé, dos copas de vino yacían sobre una mesa y tragando saliva me adentre al lugar esperando que aquel hiciera lo mismo, cerré la puerta tras su espalda y poniéndole el seguro aquella, me acerque a Noah. – Solo para ti – pronuncie acercándome a su cuerpo con un paso sensual.
El arrepentimiento no estaba en mis pensamientos, en realidad hacía mucho tiempo que no me arrepentía de nada más que haberme casado con Alexei, cerré escasos segundos mis ojos quitando aquellos pensamientos de mi mente, esta noche seria dulce como el manjar más codiciado de Paris, el hielo entre ambos ya estaba derretido y ahora solo quería ser el agua que correría por el cuerpo ajeno. Una de mis manos se apodero de su espalda dándole una suave caricia en ella subiendo y bajando dejando que mi ser se llenara de aquel aroma que emanaba de aquel hombre.
Solo mío, pensé una idea verdaderamente tentadora, era una verdadera lástima que aquel fuera solo un cliente más y yo una cortesana diferente, nuevamente caía en aquellos pensamientos. Conté en mi interior hasta diez y todo cambio. – Solo me arrepentiría de dejarle solo esta noche – le susurre al oído mientras alejaba mi boca de ahí y volvía a sus labios depositando un beso corto en ellos. – Vamos a un lugar donde las miradas sean solamente las tuyas y las mías – dije con un toque de sensualidad, tomándole la mano para guiarle por el burdel que a simple vista parecía un lugar pequeño, pero en realidad era más grande de lo que uno podría imaginar. El papel que me había pasado el cantinero venía con un mensaje, “El jefe acepta tus servicios” luego de aquellas palabras venia dibujado un mini mapa con un numero al final 29, supuse que sería el número de la habitación en cuestión, no conocía el lugar pero el dueño sabia más de lo que debía saber, de alguna forma me sentía cómoda y confiada de que no fuera cualquier habitación. Normalmente íbamos con “mis clientes” a los hoteles, de alguna forma y como toda mujer me gustaba el lujo y un lugar limpio y seguro. Entre pensamiento y pensamientos guie a Noah, entre pasillos iluminados con una tenue luz, cualquiera pensaría que conocía el lugar pero no, agradecía a mi buena memoria visual y solo seguí instrucciones hasta llegar a la puerta con el numero inscrito afuera; tenía la llave puesta y luego de darle una mirada tentadora a mi acompañante me gire para abrir, dando paso a un lugar totalmente diferente a lo que pude siquiera llegar a imaginar.
Un lugar limpio con colores rojizos en todos lados con una luz que era la necesaria para iluminar solo la cama que era más grande de lo que pensé, dos copas de vino yacían sobre una mesa y tragando saliva me adentre al lugar esperando que aquel hiciera lo mismo, cerré la puerta tras su espalda y poniéndole el seguro aquella, me acerque a Noah. – Solo para ti – pronuncie acercándome a su cuerpo con un paso sensual.
Amy Von Bennewitz- Mensajes : 171
Fecha de inscripción : 21/06/2011
Re: Una velada más que dulce [+18]
Aunque el lenguaje corporal hablaba por sí solo, casi se podía decir que resultaba difícil distinguir qué era más cierto: que ella fuera la posesión de Noah por aquella noche, o si el varón resultaba ser el esclavo del placer de Amy. Aquello sólo les concernía a ellos dos… y a nadie más. Al menos, así se lo hizo saber ella, no sólo con aquella sutil caricia con la que deleitaba tan placenteramente su espalda.
Era más que evidente que ambos iban a gozar plenamente del deseo, y la ternura, del otro.
Si todavía albergaba en su interior alguna duda acerca de que ella quisiera compartir aquella noche con su presencia, se habría desvanecido ante aquél sensual murmullo y el corto beso con el que acarició sus labios. Asintió en silencio, dejándose llevar por los pasillos del Burdel. En ningún momento sospechó que ella pudiera ser ajena a aquellas instalaciones, pues mientras le guiaba cogida de su mano, él sólo tenía ojos para admirar su hermosa silueta y el delicado trazo que dibujaba la espalda de la joven para desembocar en un cuello cuyo tacto se le antojaba de terciopelo, y en unas curvas más que insinuantes por la parte inferior. Todo ello con un logrado disimulo pero con absoluta concentración, de modo que no reparó en aquél pequeño papel que, anteriormente, él ni siquiera sabía que le había facilitado el cantinero.
Casi no pudo resistir la tentación de tomarla entre sus brazos cuando le dedicó aquella mirada tan tentadora… tan sugerente que le resultaba en dulces promesas. Tan apetecibles como las que no sentía desde hacía muchísimo tiempo.
La habitación a la que le guió no era precisamente austera en decoración, pero siempre destacaba lo más evidente. En cuanto dio un paso en su interior, el color carmesí lo envolvió por completo y la luz que iluminaba de forma sublime el lecho causaba algunas sombras en la piel de la damisela. Escuchó como ella cerraba la puerta y le ponía el cerrojo, asegurándose que él no podría escapar hasta que quedara complacida con sus atenciones. Ni por asomo se le ocurriría hacerlo, pero le divertía que la actitud tan tierna de la joven pareciera guardar una pasión oculta.
Aguardó a que se hallara a una escasa distancia de él para rodear su cintura con sus brazos, atrayéndola hacia él, embriagándose en aquél dulzón aroma de mujer mientras ladeaba ligeramente el rostro, dejando a su merced el cuello de Amy.
− Relájate… ¿acaso te doy motivos para que ahora te muestres inquieta? –le susurró con sensualidad antes de depositar algunos suaves besos en la sensible piel de su cuello.
No había pasado desapercibido para él que, por un instante, dejara entrever cierta inquietud. Sólo confiaba en que él no fuera el causante de semejante sensación. Aún no había alcanzado a hacer nada para ganarse esa actitud, ni que fuera tan solo de forma fugaz y pasajera. No obstante, sus palabras parecían agasajarla y, mientras flotaban en el aire, a Noah se le estaba ocurriendo una forma de sacar provecho a la botella de vino que acompañaban las dos copas que se hallaban en una mesa cercana.
Era más que evidente que ambos iban a gozar plenamente del deseo, y la ternura, del otro.
Si todavía albergaba en su interior alguna duda acerca de que ella quisiera compartir aquella noche con su presencia, se habría desvanecido ante aquél sensual murmullo y el corto beso con el que acarició sus labios. Asintió en silencio, dejándose llevar por los pasillos del Burdel. En ningún momento sospechó que ella pudiera ser ajena a aquellas instalaciones, pues mientras le guiaba cogida de su mano, él sólo tenía ojos para admirar su hermosa silueta y el delicado trazo que dibujaba la espalda de la joven para desembocar en un cuello cuyo tacto se le antojaba de terciopelo, y en unas curvas más que insinuantes por la parte inferior. Todo ello con un logrado disimulo pero con absoluta concentración, de modo que no reparó en aquél pequeño papel que, anteriormente, él ni siquiera sabía que le había facilitado el cantinero.
Casi no pudo resistir la tentación de tomarla entre sus brazos cuando le dedicó aquella mirada tan tentadora… tan sugerente que le resultaba en dulces promesas. Tan apetecibles como las que no sentía desde hacía muchísimo tiempo.
La habitación a la que le guió no era precisamente austera en decoración, pero siempre destacaba lo más evidente. En cuanto dio un paso en su interior, el color carmesí lo envolvió por completo y la luz que iluminaba de forma sublime el lecho causaba algunas sombras en la piel de la damisela. Escuchó como ella cerraba la puerta y le ponía el cerrojo, asegurándose que él no podría escapar hasta que quedara complacida con sus atenciones. Ni por asomo se le ocurriría hacerlo, pero le divertía que la actitud tan tierna de la joven pareciera guardar una pasión oculta.
Aguardó a que se hallara a una escasa distancia de él para rodear su cintura con sus brazos, atrayéndola hacia él, embriagándose en aquél dulzón aroma de mujer mientras ladeaba ligeramente el rostro, dejando a su merced el cuello de Amy.
− Relájate… ¿acaso te doy motivos para que ahora te muestres inquieta? –le susurró con sensualidad antes de depositar algunos suaves besos en la sensible piel de su cuello.
No había pasado desapercibido para él que, por un instante, dejara entrever cierta inquietud. Sólo confiaba en que él no fuera el causante de semejante sensación. Aún no había alcanzado a hacer nada para ganarse esa actitud, ni que fuera tan solo de forma fugaz y pasajera. No obstante, sus palabras parecían agasajarla y, mientras flotaban en el aire, a Noah se le estaba ocurriendo una forma de sacar provecho a la botella de vino que acompañaban las dos copas que se hallaban en una mesa cercana.
Noah Dómine- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 305
Fecha de inscripción : 11/04/2011
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Una velada más que dulce [+18]
Una vez una vieja cortesana de un burdel allá de la tierra donde provenía me había dicho “La mujer es como el cristal más fino y de gran valor, todos la envidian y nadie se atreve a tocarla… pero cuando estas solo con ese cristal quieres saciar tu curiosidad y saber que hay en el… que es lo que te incita a querer poseerlo… es por eso que nosotras las cortesanas mostramos una cara y luego otra… porque somos el cristal que todos quieren en público pero nadie tiene el valor de tocarlo”… daba fe que aquello era cierto y estaba por probar que en realidad era así. No era ni mi primera ni mi última vez, cada experiencia era un nuevo camino donde me gustaba disfrutar al máximo, entregar y recibir aunque la mayoría de las veces solo me tocaba entregar… pero al caso siempre salía ganando de alguna forma u otra.
En esa habitación encontraba un refugio para mis deseos y anhelos, cuales a partir de ese minuto era solo cuestión de tiempo para ver el otro lado del cristal; los nervios de entrar a un burdel ajeno se habían ido y ya en compañía de Noah podría decir que más que cualquier cosa me sentía segura, no era que buscaba seguridad solo buscaba alguien con quien poder compartir una nueva experiencia… la seguridad se la daba uno mismo. Entre sus brazos me sentía la reina, la única y la inigualable aquello mantenía todo mi cuerpo en un trance, en el limbo del placer y la estabilidad. Ahora tenía que mostrar lo que sabía hacer, todas éramos diferentes y a mí me gustaba marcar siempre la diferencia entre una cosa y la otra – Tu presencia inquietaría a cualquiera – eso iba por la gran manifestación que habían hecho las cortesanas hacía pocos minutos – Mi cuerpo esta relajado, dispuesto a entregar, disfrutar y anhela cada una de tus caricias – mi voz sonaba suave, tan solo para que el me escuchara, mis labios acariciaban lentamente su cuello dándole besos desde el lóbulo de su oído hasta la punta de sus labios, una sonrisa cariñosa le dedique y soltándome de sus brazos me acerque a la mesa, serví el vino en ambas copas, extendiendo una a mi acompañante me acerque nuevamente a el – Bridemos porque esta noche, sea la más dulce – dije con una mirada sensual y una amplia sonrisa en mi rostro, lentamente comencé a beber un poco de aquel vino que a simple vista era demasiado apetecible, pero luego de probarlo quería un poco más.
Esta noche sería la más dulce, aquello ya se había puesto en mis pensamientos quería que fuera especial, que no fuera un simple abrir las piernas… fingir un orgasmo porque con los tantos que había estado ninguno había logrado satisfacerme, así que esperaba que esta noche no fuera igual si no que siguiera con este ambiente de calma, y sensualidad ya que las cosas en una cama siempre podían cambiar…
En esa habitación encontraba un refugio para mis deseos y anhelos, cuales a partir de ese minuto era solo cuestión de tiempo para ver el otro lado del cristal; los nervios de entrar a un burdel ajeno se habían ido y ya en compañía de Noah podría decir que más que cualquier cosa me sentía segura, no era que buscaba seguridad solo buscaba alguien con quien poder compartir una nueva experiencia… la seguridad se la daba uno mismo. Entre sus brazos me sentía la reina, la única y la inigualable aquello mantenía todo mi cuerpo en un trance, en el limbo del placer y la estabilidad. Ahora tenía que mostrar lo que sabía hacer, todas éramos diferentes y a mí me gustaba marcar siempre la diferencia entre una cosa y la otra – Tu presencia inquietaría a cualquiera – eso iba por la gran manifestación que habían hecho las cortesanas hacía pocos minutos – Mi cuerpo esta relajado, dispuesto a entregar, disfrutar y anhela cada una de tus caricias – mi voz sonaba suave, tan solo para que el me escuchara, mis labios acariciaban lentamente su cuello dándole besos desde el lóbulo de su oído hasta la punta de sus labios, una sonrisa cariñosa le dedique y soltándome de sus brazos me acerque a la mesa, serví el vino en ambas copas, extendiendo una a mi acompañante me acerque nuevamente a el – Bridemos porque esta noche, sea la más dulce – dije con una mirada sensual y una amplia sonrisa en mi rostro, lentamente comencé a beber un poco de aquel vino que a simple vista era demasiado apetecible, pero luego de probarlo quería un poco más.
Esta noche sería la más dulce, aquello ya se había puesto en mis pensamientos quería que fuera especial, que no fuera un simple abrir las piernas… fingir un orgasmo porque con los tantos que había estado ninguno había logrado satisfacerme, así que esperaba que esta noche no fuera igual si no que siguiera con este ambiente de calma, y sensualidad ya que las cosas en una cama siempre podían cambiar…
Amy Von Bennewitz- Mensajes : 171
Fecha de inscripción : 21/06/2011
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