Una situación incómoda [libre]

Una sonrisa se dibujaba en los labios de la chica rubia que caminaba tranquilamente por las calles entre los puestos del mercado ambulante. Aquel era uno de sus sitios preferidos para conseguir ingredientes y todas aquellas pequeñas cosas que usualmente necesitaba para sus "experimentos" sin la necesidad de levantar sospechas o de poner a Ann Marie en peligro por ayudarla. Aquel día se había vestido con un simple vestido café que resultava en realidad burdo y sin vida y que era la antitesis de lo que solía vestir normalmente. A simple vista la ropa en si no llamaba mucho la atención pero Nephelim estaba conciente de que apesar de eso ella en SI si lo hací por lo que trataba de mantener un perfil bajo: llevaba el cabello recogido en un moño simple sujeto con un pin y eso permitia que su rostro estuviera libre y sus ojos verde grisase resaltaran contra el pálido de su rostro. Había días en los que su habilidad para encantar le resultaba en realidad fastidiosa.

Miraba de un lado a otro los puestos y lo que exibían haciendo una lista mental de las cosas que en un futuro podría necesitar y de las que talves no estaba buscando específicamente pero le resultarían útiles. Se dirigió hasta un puesto en el cual un hombre tenía en exibición una pequeña colección de cuchillos y pequeñas dagas.

-Madam-dijo el hombre con voz aspera pero amable- Permítame decirle que no va a encontrar usted cuchillos mejores en todo Paris que los que aquí le ofresco

Nephelim le sonrió, sus tácticas de ventas le parecían divertidas y el tono jobial en su voz y el brillo en sus ojos habían ganado su atención, al igual que una daga en específico que resaltaba a la vista para aquel que la estuviera buscando. La chica estiró la mano y tomo el pequeño cuchillo de oja simple cuya empuñadura era la cabeza de un lobo labrada en el metal.

-Me pregunto amable señor si podría decirme cuanto cuesta esta daga?-preguntó ella con suavidad

-Ah! la señorita tiene bueno ojo -dijo el hombre-Pues es uno de mis artículos más delicados verá usted por lo que cuesta unos 40 francos-le dijo él con una sonrisa abarisiosa

Nephelim arqueó una ceja ante sus palabras- Es algo caro para el tamaño que tiene así sea un trabajo delicado de metalurgia

El hombre entecerró los ojos -Pero usted parece ser de los que pueden pagar mi precio- dijo mientras sus ojos viajaban al camafeo de plata que colgaba por sobre el pecho de la chica

El rostro de la Neph cambió de su habitual buen humor a algo un poco más frio, demonios que no hubiera sido más cuidadosa en gusrdar bajo su ropa aquel objetto que claramente delataba que tenia dinero. Haciendo caso a la vocesita detras de su cabeza que le decía que aquello podía convertirse en una situacion potencialemente peligrosa dejó el objeto sobre la mesa dispuesta a irse -Talves pero por el día de hoy no creo que esto sea lo que estoy buscando. Que tenga un buen día

La chica estaba por darse la vuelta cuando sintió como una mano se cerraba sobre su muñeca lo suficientemente fuerte para hacerle saño y evitar que se moviera- No tan rápido Madamn

Nephelim se quedó momentareamente fría ante la situación, aquello giro de eventos no era lo que ella había esperado de su día en el mercado-Le pido por favor me suelte señor-dijo ella tratando de que su voz sonara como una orden

-Usted y yo no hemos terminado de hacer negocios

Se sonrojó un poco ante el comentario del chico- Oh, no es por eso-dijo desviando la mirada de la expresion jobianl de él y prestando atención a lo que decía la otra chica. Inclinó la cabeza extrañada- ¿Una joya de francia? Eso es querer abarcar mucho ¿no le parece?-comentó la chica. Sabía que aquel camafeo había arruinado su disfraz pero no iba a dar más indicios acerca de su estatus, por lo que a ella le concernia aquel pudo haber sido un regalo de alguien con dinero. En cuanto al resto de su pregunta estaba algo equivocada si iba decir la verdad "Soy una bruja en busca de artefactos para un hechizo" si claro, por lo que optó por alterar la realidad- Estaba paseando, en este mercado hay cosas que no se encuentran en las tiendas del centro de la ciudad- comentó esperando que sus palabras fueran lo suficientemente convincentes. FInalmente regresó la mira al chico quien se había presentado- Es un placer, yo soy Nephelim

Nephelim le sonrió conla más encantadora y dulce de las sonrisas, una que podría derretir hasta el más frío de los hielos. N o lo hacía de manera conciente claro, era su habilidad de encantar que había desarrollado como mecanismo de defensa todos esos años atras y que ahora era como una compulsión, auntomáticamente tenía la necesidad de encantar a todos a su alrededor para tenerlos del lado de su buena fortuna. Meditó las siguientes palabras con cuidado, ahora tendría que cambiar sus planes, no podía ir por los puestos buscando las cosas que necesitaba para aquella noche pero talvez podría conseguir otras que había estado dejando para después. Comensó a caminar segura de que el chico le seguiría de cerca.

-Necesito conseguir unas cuantas hiervas- respondió finalmente. Unas hierbas no tendrían porque alzar las sospechas de nadie, podrían ser para un té, alguna medicina o cualquier otra cosa, eran la excusa menos dañona y más honesta con la que pudo salir, Bueno era eso o admitir que necesitaba un colmillo y algo de sangre de lobo- Dígame Monsieur Souhard, preguntandole lo mismo que usted a mi ¿Que hace por estos lados del mercado?- su respuesta podría ser cualquier cosa y al igual que la de ella no tenía porqué ser la verdad pero no estaba más probar suerte

-Si, este lugar es bueno para ese tipo de cosas--Escuchó el comentario de la porcelana- Debe de ser un recuerdo imagino-comentó ella, Nephelim sabía de personas que conservaban objetos como mementos de alguna época o persona y solían tenerlos solo para admiralos, era algo que ella no comprendía pero respetaba. Mientras caminaban miraba cada uno de los puestos que se encontraban hasta dar con uno que ofrecia toda clase de hierbas y semillas. Se acercó al lugar y con una rápida mirada hizo un inventario de lo que tení y sonrió al ver que unas cuantas ramitas de belladona. Tomó una entre sus dedos y la examinó delicadamente, era una planta de muy buena calidad lo cual le sorpendió. Algo así era practicamente ilegal pero como le había dicho al chico a su lado esa era la belleza del mercado ambulante. Abrió el bolso que llebaba sujeto a la cadera y sacó un abotellita casi vacía, eso cerraba el trato.- Mi buen señor, me llevaré la belladona-le dijo al hombre quien atendía el pusto el cual tomó la planta de sus manos y la embolvió en papel antes de dárcela y que ella le pagara-Gracias- terminó Nephelim y siguió su camino guardando la planta.

Por primera vez desde el fiasco con el armero, le prestó atención a la daga que había obtenido. La sacó con cuidado y la observó: la hoja era de plata y la empuñadura estaba elegantemente labrada en forma de una cabeza de lobo. Una sonrrisa se formó en su dulce rostro y una mirada de ensoñación apareció en sus ojos mientras acariciaba la empuñadura con reverencia perdiendose por un momento de la realidad

LA chica se había perdido en los recuerdos que aquella cabeza de lobo labrada en la empuñadura de la daga habían despertado en su memoria por lo que tardí un poco en asimilar que el chico le tomara por el brazo y le llevara hasta los callejones aledaños al mercado.

-¿Que haces?-preguntó ella con un poco de alarma en la voz al ver que luego de un par de vueltas se encontraron en el fondo de los callejones y para su horror uno sin salida. Aferró la daga pero el chico se la quitó de las manos y la dejo caer al suelo causando que el sonido de metal al golpear la piedra reverberara en el solitario lugar.

Dejó escapar un sonido ahogado al verle forzarla contra la pared y restringirle al tomarla por la muñecas acercando su rostro al suyo mientras le hablaba -¿Como se atreve?-le dijo ella forsejeando para soltarse. La mirada en el rostro del joven le hizo comprender inmediatamente el problema y ella simplemente no podía explicarle que era lo que le pasaba. A lo largo de su vida había visto que tenía la habilidad de encandilar tanto a hombres y mujeres con sus encantos lo cual le había sido de mucha utilidad para salvar su pellejo en innumerables ocaciones pero también habian situaciones como la presente en las que dicha habilidad no era mas que el causante del problema. ¿pero que podía hacer ella? -No comprendo de que me hablas-le dijo mirándole fijamente a los ojos- Y por favor agradecería que me soltara

LA mirada de Nephelim se tornó dura y enfadada y tuvo que morderse el labio para no reírse con sarcasmo ante las palabras del joven, que no sabía lo que hacía, pero si estaba muy consciente de ello, aquella habilidad suya de encandilar le había traído más problemas de los que le gustaba recordar - Pues no-dijo fríamente-No tengo idea de lo que hablas así que suéltame- esto ultimo salió en tono de orden, no le gustaba sentirse como animal acorralado y estaba tratando de evitar usar uno de sus encantamientos para levantar la daga del suelo y hacerla clavarse en la pierna del chico, por un lado si lo hacía podría liberarse pero eso significaría que daría a conocer su estatus como bruja y eso no estaba a discusión. Esa era la última opción.

Le tomó unos cuantos segundos decidirse por aprovechar la presente situación esperando que no se le fuera de las manos. Suavizo su mirada inclinando la cabeza un poco hacia un lado haciendo que su cabello cayera graciosamente sobre su rostro- Por favor Souhard, no hay motivo para que hagas esto, déjame ir ¿si?- su voz era dulce y tranquila mientras una sonrisa se plasmaba en sus labios