AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
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Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Versalles y toda la vida que pudiese existir dentro de esa pequeña ciudadela de oro transcurría perfecta e inmutable como lo había sido siempre, parecía que las garras de la conspiración, la miseria o la calamidad fueran incapaz de cruzar sus marmoleas paredes. Tan poderosa, fascinante pero sin sorpresas para cuya persona fue acogida desde su nacimiento entre su brillo. Enroscados los días unos con otros, poco a poco todo volvía a caer en el embrujo de la rutina, nos levantamos cada mañana cumpliendo las obligaciones como el pecador que cumple un mantra para enmendar su falta. Solo el rey, con una humilde invitación para sus mas fieles súbditos, su familia, venia a romper el embrujo siniestro de la tensión y el tedio ofreciéndonos un encuentro privado en los jardines de Versalles recientemente construidos.
Resultaba casi mágico como cada palabra que mi estimado padre y soberano pudiera anunciar, transmitieran toda la fortaleza y calma que su persona inspiraba. Podía darme una idea de los anuncios que venia ahora a darnos esa noche, pero prefería no adelantar nada para que las garras de mis malas sospechas o el deleite de alguna grata pudieran causar malestar a mi espíritu tan inquieto. Mientras dejaba que mis damas me arreglaran con el esmero de todos los días, no pude evitar preguntarme como estarían las cosas por fuera de mi mágico imperio… invariablemente repasaba en los rostros que me harán queridos y que aun después del tiempo siguieran sin tornarse difusos. ¿Qué seria de Epoch y su inmaterial vida?, ¿Seguiría Sinclair persiguiendo a los lobos de la media noche? , ¿Mi inocente caballo de Lorcan estaría cumpliendo con su misión?
Las hebras del cepillo acariciaron mis cabellos y me hicieron volver mi atención ante el espejo, mi reflejo me devolvió el gesto pasmoso y lo suavice con una expresión mas relajada. ¿Por qué iba a preocuparme por el exterior? Me encontraba en el lugar al que pertenecía y todas mis obligaciones le pertenecían a este. Volví a centrar mis pensamientos a rondar al rey, a mi madre y hermano. Pese a lo mucho que se pudiera pensar los 4 habíamos estado tan envueltos en nuestras obligaciones que no habíamos tenido tiempo de pasar a la platica mas allá de un saludo. Y ahora sufría de una profunda ansiedad por encontrarles. Y encontrar en la sonrisa amable de mi madre la paz que calmara mis nervios, en las palabras del rey la convicción y la fortaleza suficiente para que al momento de dejarme refugiar por Jean, pudiera ser no solo el quien protegiera al otro, sino viceversa.
Apenas note como todo ritual dentro de la habitación se termino, emprendí el camino hacia el despacho del rey junto con mis damas. Los pasillos del palacio se encontraban esmerosamente iluminados en contraste con los paisajes oscuros del exterior. Frente al despacho del gran señor se encontraban las gárgolas de siempre, quienes me anunciaron con diplomacia que podía esperar en el interior y así fue, despidiendo con un ademan a mis doncellas me adentre al salón no sin cierta renuncia. Se encontraba totalmente vacio y justo cuando las puertas se cerraron tras de mi, supe que esta no iba a ser una charla familiar cualquiera… ¿Qué podía sorprenderme? Jamás lo eran.
Resultaba casi mágico como cada palabra que mi estimado padre y soberano pudiera anunciar, transmitieran toda la fortaleza y calma que su persona inspiraba. Podía darme una idea de los anuncios que venia ahora a darnos esa noche, pero prefería no adelantar nada para que las garras de mis malas sospechas o el deleite de alguna grata pudieran causar malestar a mi espíritu tan inquieto. Mientras dejaba que mis damas me arreglaran con el esmero de todos los días, no pude evitar preguntarme como estarían las cosas por fuera de mi mágico imperio… invariablemente repasaba en los rostros que me harán queridos y que aun después del tiempo siguieran sin tornarse difusos. ¿Qué seria de Epoch y su inmaterial vida?, ¿Seguiría Sinclair persiguiendo a los lobos de la media noche? , ¿Mi inocente caballo de Lorcan estaría cumpliendo con su misión?
Las hebras del cepillo acariciaron mis cabellos y me hicieron volver mi atención ante el espejo, mi reflejo me devolvió el gesto pasmoso y lo suavice con una expresión mas relajada. ¿Por qué iba a preocuparme por el exterior? Me encontraba en el lugar al que pertenecía y todas mis obligaciones le pertenecían a este. Volví a centrar mis pensamientos a rondar al rey, a mi madre y hermano. Pese a lo mucho que se pudiera pensar los 4 habíamos estado tan envueltos en nuestras obligaciones que no habíamos tenido tiempo de pasar a la platica mas allá de un saludo. Y ahora sufría de una profunda ansiedad por encontrarles. Y encontrar en la sonrisa amable de mi madre la paz que calmara mis nervios, en las palabras del rey la convicción y la fortaleza suficiente para que al momento de dejarme refugiar por Jean, pudiera ser no solo el quien protegiera al otro, sino viceversa.
Apenas note como todo ritual dentro de la habitación se termino, emprendí el camino hacia el despacho del rey junto con mis damas. Los pasillos del palacio se encontraban esmerosamente iluminados en contraste con los paisajes oscuros del exterior. Frente al despacho del gran señor se encontraban las gárgolas de siempre, quienes me anunciaron con diplomacia que podía esperar en el interior y así fue, despidiendo con un ademan a mis doncellas me adentre al salón no sin cierta renuncia. Se encontraba totalmente vacio y justo cuando las puertas se cerraron tras de mi, supe que esta no iba a ser una charla familiar cualquiera… ¿Qué podía sorprenderme? Jamás lo eran.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/12/2010
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Tomo aire antes de entrar a la habitación, su padre había enviado por ellos y cuando eso sucedía no siempre era bueno…tenia cierta sospecha de lo que podría ser.
Comportarse a la altura, seguir el protocolo y aprender cada norma y regla escrita y no escrita…acatarlas y ser la figura que se esperaba de el…cada cosa y cada detalle, había aprendido a pulirlo desde su tierna infancia… sabia que había pocas razones por las que su padre pudiese reprocharle algo… una de ellas sin duda era su aparente eterna soltería… Sabia que Dominique también ya había sido requerida a aquella reunión y solo dios sabia que les esperaba.
Sus manos empujaron las pesadas puertas y pudo ver a la niña de su vida ya presente.
-buenas noches mi preciosa princesa- le saludo acercándose a ella y depositando un beso en su mejilla, lento y lleno de apreciación- tan hermosa como siempre- susurro, lo decía con una sonrisa amplia y lo decía de corazón, su hermana era hermosa. A sus ojos no había doncella mas hermosa en parís, elegante grácil… simplemente una dama perfecta… Era consiente de que su amor por ella probablemente nublase su juicio… algo que nadie mas podía hacer con el.
Sus ojos pasearon por la habitación, estaba todo igual que la ultima vez que había entrado, con la excepción de que el rey aun no se encontraba presente. Las luces dibujaban sombras por toda la habitación… últimamente solo se le veía a su padre de noche… estaba algo preocupado, pero a la fecha ningún comentario había salido de sus labios.
Comportarse a la altura, seguir el protocolo y aprender cada norma y regla escrita y no escrita…acatarlas y ser la figura que se esperaba de el…cada cosa y cada detalle, había aprendido a pulirlo desde su tierna infancia… sabia que había pocas razones por las que su padre pudiese reprocharle algo… una de ellas sin duda era su aparente eterna soltería… Sabia que Dominique también ya había sido requerida a aquella reunión y solo dios sabia que les esperaba.
Sus manos empujaron las pesadas puertas y pudo ver a la niña de su vida ya presente.
-buenas noches mi preciosa princesa- le saludo acercándose a ella y depositando un beso en su mejilla, lento y lleno de apreciación- tan hermosa como siempre- susurro, lo decía con una sonrisa amplia y lo decía de corazón, su hermana era hermosa. A sus ojos no había doncella mas hermosa en parís, elegante grácil… simplemente una dama perfecta… Era consiente de que su amor por ella probablemente nublase su juicio… algo que nadie mas podía hacer con el.
Sus ojos pasearon por la habitación, estaba todo igual que la ultima vez que había entrado, con la excepción de que el rey aun no se encontraba presente. Las luces dibujaban sombras por toda la habitación… últimamente solo se le veía a su padre de noche… estaba algo preocupado, pero a la fecha ningún comentario había salido de sus labios.
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Podía contar con los dedos de mi mano las veces en que se me había permitido acceder a esa habitación privada. Visitas escasas y siempre muy breves, en ninguna me había permitido ver de verdad, apreciar las ornamentas de los altos techos, el escudo de la familia finamente tallado en la puerta de roble, el amplio librero que si me acercaba un poco quizás descubría que lecturas frecuentaba mi padre. Todo se encontraba en una pulcritud y orden perfecto, era estremecedor… no había detalle en esa habitación que no te recordaba a su propietario. Inmaculada, elegante, ordenada, imperiosa, y muy sombría... Mjm, era curioso, podías decir siempre lo mismo de Abélard.
Con cierto disimulo me acerque al escritorio, los ojos de los retratos de mis antepasados vigilaban cada movimiento que daba con superioridad, pronto un ruido rompió el mutismo del momento provocandome un ligero sobresalto... las puertas se abrieron dejando ver un destello en ese recinto siniestro.
Era Jean, que con la autoridad lozana se acercaba y me regalaba una sonrisa sincera, de esas que le eran tan propias. No pude hacer menos que devolvérsela. Sabia muy bien que haba concedido con aceptación que la vida de niños ya había terminado hacia mucho tiempo y Jean ya no podía solo pertenecerme a mi, su deber estaba con el mundo, aun así en esos ligeros momentos no podía evitar sentir cierto recelo a la idea. Apenas sentí el calor de su cercanía y la ansiedad de su gesto, me recorrió un ligero estremecimiento y mis manos se deslizaron a sus hombros para abrazarle. Solo con el podía ser libre de dar rienda suelta a los arrebatos del sentir.
--- Tan encantador como siempre --- Susurre a su oído, estrechándole con fuerza… solo unos momentos de privacidad tendría con el hasta que el rey o la reina aparecieran ---. ¿Dónde habías estado, Jean?, ¿Muy ocupado en el deber y las visitas? --- Concedí a mis labios una risa muy breve y me aparte ligeramente de el, buscando su mirada. Por su expresión ninguno de los dos teníamos idea sobre las razones de porque habíamos sido llamados, pero teníamos mas de una sospecha…
Última edición por Dominique Fontaine el Jue Sep 01, 2011 11:54 pm, editado 1 vez
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Acaricio la mejilla blanca con una de sus manos, pasando los pulgares por la piel suave, a pesar de ser un príncipe, las clases de esgrima, equitación y de mas le habían formado una manos duras, completamente diferentes a la preciosa piel de su hermana.
- lo lamento, prometo que intentare que nos veamos mas seguido- ocupado con las visitas y el debes había dicho? La verdad era que si, pero mas que nada. Se sentía algo culpable... el tiempo que había tenido libre lo había dedicado a escabullirse de palacio para conocer lo que había “afuera”. Por que lo hacia a escondidas? Estaba seguro de que su padre estaría de acuerdo con sus ideales pero no con el método, el fin era bueno pero conllevaba salir sin escolta... lo que seguramente no entendería muy feliz al monarca. No creia que poner en riesgo a su heredero fuese algo que el rey se tomase a la ligera.
Ladeo el rostro y observo a la joven frente a el, sangre de su sangre...carne de su carne... aun a si mil veces mas bella, mil beses mas graciosa... toco sus cabellos con sus dedos y se quedo observándola. Si tan solo conociese dama que pudiese encender su corazón con una pasión equiparable al cariño por su hermana... un matrimonio y un heredero serian sencillos... pero no existía tal doncella no había mujer que igualase las virtudes de su pequeña niña, no había dama que tuviese tal luz que opacase sus defectos. Mentira... simplemente no había conocido dama que desplazare a su dulce hermana de su corazón.
-no deben tardar en llegar- dijo por fin sonriendo un poco, saliendo de sus pensamientos sabiendo que su hermana sabia a lo que se refería.
Desvió la vista de ella y la paseo por ningún lado... mucho tenia que terminaría contrayendo nupcias con una mujer a la que no amaría...
- lo lamento, prometo que intentare que nos veamos mas seguido- ocupado con las visitas y el debes había dicho? La verdad era que si, pero mas que nada. Se sentía algo culpable... el tiempo que había tenido libre lo había dedicado a escabullirse de palacio para conocer lo que había “afuera”. Por que lo hacia a escondidas? Estaba seguro de que su padre estaría de acuerdo con sus ideales pero no con el método, el fin era bueno pero conllevaba salir sin escolta... lo que seguramente no entendería muy feliz al monarca. No creia que poner en riesgo a su heredero fuese algo que el rey se tomase a la ligera.
Ladeo el rostro y observo a la joven frente a el, sangre de su sangre...carne de su carne... aun a si mil veces mas bella, mil beses mas graciosa... toco sus cabellos con sus dedos y se quedo observándola. Si tan solo conociese dama que pudiese encender su corazón con una pasión equiparable al cariño por su hermana... un matrimonio y un heredero serian sencillos... pero no existía tal doncella no había mujer que igualase las virtudes de su pequeña niña, no había dama que tuviese tal luz que opacase sus defectos. Mentira... simplemente no había conocido dama que desplazare a su dulce hermana de su corazón.
-no deben tardar en llegar- dijo por fin sonriendo un poco, saliendo de sus pensamientos sabiendo que su hermana sabia a lo que se refería.
Desvió la vista de ella y la paseo por ningún lado... mucho tenia que terminaría contrayendo nupcias con una mujer a la que no amaría...
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
La sonrisa que le regalaba se tornaba a un gesto más templado conforme me acariciaba, su tacto siempre era así… suave y devoto, como si estuviese obligado siempre a medir sus fuerzas para no mancillar a la escultura de mármol delicado. Una escultura que atesoraba y por alguna razón misteriosa sentía admirar. Con curiosidad sostuve su mirada buscando en la profundad de sus ojos claros aquellas palabras que sus labios no pudiesen pronunciar… Sabía muy bien que sus disculpas y el arrepentimiento de su faz eran genuinos, solo él podía sentirse de verdad así por no haber podido colocar en su turbulenta agenda un par de horas de juego con su hermanita pequeña.
En una caricia fina deslice mis manos de sus hombros a sus brazos, casi comprobando que seguiría ahí mientras él me contemplaba con profundo escrutinio. ¿Qué estaba tratando de encontrar en mi aspecto? Por un segundo me sentí ligeramente perturbada, como si creyera que con un mero vistazo Jean iba a encontrar en mi todas las manchas de mis delitos. Le dedique un gesto de extrañeza y torcí mi sonrisa.
--- No te preocupes, solo es una reclamación caprichosa. Sé muy bien que estas ocupado, diario recibo princesa tras princesa --- No pude evitar entornar la mirada y dejar que mis manos descendieran hasta tomar las suyas---. ¿Alguna que valga la pena? --- Pese a que su mirada huyo, yo no pude dejar de mantener el mentón en alto y prestar atención a los rasgos finos y gallardos de su rostro, siempre en expresión condescendiente---. Nuestra madre tampoco te ha visto mucho, seguro que mas por el llamado del rey será la primera que aparezca aquí ansiosa de escucharte.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
En apariencia era otro ordinario día en el palacio de Versalles. Las actividades políticas a la que la corte entera ya se había acostumbrado se desarrollaban durante la noche, después de que el astro rey se ocultara detrás de las colinas más lejanas del reino. Las instrucciones que Abélard mandó a disponer especialmente para la reunión familiar que se llevaría a cabo fueron hechas sin contra tiempos. Abelárd atravesó los pasillos que se entrecruzaban con los salones y habitaciones finamente revestidos y enjoyados como si tuvieran vida propia, cada uno era una cara, una representación del poder de la familia real. Los soldados que custodiaban la última puerta del pasillo principal del ala oeste, hicieron una reverencia y le saludaron cuando su figura estuvo cerca del umbral. Antes de adentrarse al salón sus inhumanas artes le hicieron percibir los aromas cálidos de sus hijos que ya se encontraban aguardándolo. Sin temor a equivocarse podía decir quién había llegado primero. Abrir la puerta y contemplar el par de ojos tan conocidos le reafirmaba lo que la sutileza del olor le insinuara unos segundos antes. Dominique parecía apacible y segura de si misma como acostumbraba, brindándole incluso fuerza a aquél con quién tanto cariño tomaba de las manos; mientras Jean con todo el porte principesco que cual árbol perenne se negaba a abandonarle aún en el más crudo invierno, vacilaba en su mirada. Para Ábelard claramente estaba dibujado el cuadro que aquellos ofrecían: Dominique se mostraba posesiva como buena hermana menor que era y de alguna manera delicada, preocupada por el futuro de Jean. El príncipe estaba bien dispuesto a acatar lo que Abélard sugiriera mejor para Francia, se notaba en su postura firme y en su resolución estudiada y ensayada, pero a reserva de lo que sus sentimientos pudiesen solicitarle. El aroma a rosas de la hermosa Geraldine no se entremezclaba aun con el perfume que figuraban como familia, suponiendo que las visitas extranjeras requiriesen de sus atenciones y no auguraran una pronta aparicion en la reunion sucitada, les concedio a sus hijos y a si mismo comenzar cuanto antes.
- Queridos míos, que hermosa es la noche para reunirnos- saludó encaminándose con parsimonia hasta tomar su lugar detrás del escritorio. -¿Habéis pasado un rato agradable en tus clases del día de hoy? – Descanso su mirada en la princesa, cediéndola después a la contemplación de su sucesor - ¿Lograste cobrar una buena presa hoy durante tu cacería matutina, Jean? - preguntó como si aquella repentina asamblea privada no fuera más que para hablar trivialidades. Después de que Abélard se convirtiera en un ser nocturno, quedaban aun en el destellos tenues pero visibles de las emociones humanas mas ordinarias, su amor de padre era una de ellas. La vision de sus mancebos hijos resultaba un consuelo para sus noches mas oscuras. Por esa razon evitaba lo más posible el contacto directo con otras personas, con su familia sobre todo. Concebir que sus hijos averiguaran acerca de su verdadera forma era algo que no permitía tener espacio en su mente. El monstruo y sus deformados apetitos quedaban tras las puertas, en las sombras de un castillo y un imperio lustroso, por hoy sería el padre que vela por el futuro de su hijo mayor y el rey que guarda los intereses de Francia.
Abélard Fontaine- Vampiro/Realeza
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Su padre entro y como siempre ocurría su presencia llenaba toda la habitación, diferente de la sutil y delicada presencia de Dominique, aquella que embelesaba, La de su padre era fuerte e intimidarte, aun cuando sus ojos mostraban afecto su cuerpo desprendía autoridad.
- la caza es tan buena como el cazador y en mi caso. Tuve la suerte de contar con magistral instructor- sonriendo a su padre, hacia mucho que no salia con el pero aun conservaba los recuerdos de los tiempos en que mas que rey era un padre. Aquellos tiempos ahora eral lejanos pero comprendía el peso que conllevaba su posición lo asimilaba y lo respetaba.
Ninguna situación aminoraba su amor por el pues desde que tenia uso re razón solo crecía el respeto. Le habia dado la educación necesaria para mostrar dignidad, orgullo y fortaleza. Le habia educado para ser como el y a su criterio. No habia un modelo mas adecuado, no era ciego, habia viajado a otros paises visitado diferentes reinos y aun no encontraba imagen que opacara al soberano de Francia. Aunque... cierto era que caminando por las calles mas pobres del pais... contemplando la relación de una familia sensilla... habia deseado muchas veces... volver al padre que alguna vez tuvo frente a el...
- la caza es tan buena como el cazador y en mi caso. Tuve la suerte de contar con magistral instructor- sonriendo a su padre, hacia mucho que no salia con el pero aun conservaba los recuerdos de los tiempos en que mas que rey era un padre. Aquellos tiempos ahora eral lejanos pero comprendía el peso que conllevaba su posición lo asimilaba y lo respetaba.
Ninguna situación aminoraba su amor por el pues desde que tenia uso re razón solo crecía el respeto. Le habia dado la educación necesaria para mostrar dignidad, orgullo y fortaleza. Le habia educado para ser como el y a su criterio. No habia un modelo mas adecuado, no era ciego, habia viajado a otros paises visitado diferentes reinos y aun no encontraba imagen que opacara al soberano de Francia. Aunque... cierto era que caminando por las calles mas pobres del pais... contemplando la relación de una familia sensilla... habia deseado muchas veces... volver al padre que alguna vez tuvo frente a el...
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
De forma maquillada estaba tratando de sonsacarle a mi hermano sus percepciones acerca de la renovada insistencia de los soberanos por su matrimonio. Me quedaba muy claro que a el no le agradaba la idea en lo absoluto, pero que estaba dispuesto a ceder por el bien del imperio… ¿Ya tendría a alguna de las tantas Princesas visitantes en la mira?, ¿Quizás mi temperamental Persefone?, ¿O la encantadora Lily con su turbulento temperamento?, ¿O… como era que se llamaba? Ah, si… la misteriosa Abigail, que aunque no llegara aun a Versalles, su nombre había sido sugerido por el rey en la cena pasada. Ninguna de las opciones me agradaba en lo mas mínimo, pero había que admitir que mi juicio estaba torcido por mis propios deseos… la idea en si me resultaba desagradable, inaceptable….
¿Qué tenia que decir Jean? Sea lo que fuera yo aun no lo sabría, pues nuestra conversación fue interrumpida por la esperada llegada de Abélard. Hice una disimulada mueca que transforme en una sonrisa de bienvenida, inclinándole el rostro en una reverencia al rey mientras le seguía con la mirada.
--- Buenas noches, Majestad --- Salude, tratando de no evidenciar la tenue tensión que representaba para mi estar ante la presencia del rey. La autoridad de su voz me daban el impulso de obedecer, aunque no siempre lo hiciera… y la profundidad de su mirada me confundía de una forma muy particular, además estaba ese miedo… ese miedo que no provenía de mi conciencia o mi corazón, sino el propio instinto del ser humano que se sentía asechado por su presa… Quizás si Armand no hubiera hablado… si jamás hubiese sabido de la naturaleza siniestra de mi padre, las cosas serian diferentes, quizás… --- El Vizconde Delacour es un excelente profesor, sabe como hablarme de la historia del imperio de tal forma que me haga creer que estoy ahí, viviendo en el momento antiguo, además de un excelente jinete, no podría estar mas complacida --- Mantuve el gesto afable, acercándome al escritorio en movimientos fluidos y mirando de reojo a Jean… --- Extrañamos su presencia en los establos, hace tiempo que no nos acompaña a las excursiones
De buenas a primeras, sabía que Abélard no llegaría dándonos órdenes, o exigiendo respuestas… sin embargo no podía evitar sentir que esa platica trivial que manteníamos no tenia fundamento alguno. Entrelace mis manos por encima de la falda contemplado al soberano y seguidamente a Jean… que diferentes eran ambos, padre e hijo.
--- ¿Nos necesitaba para algo en particular, Alteza? --- Pregunte con suavidad y mucha educación, no dejando que se denotara en mis palabras la impaciencia, sino solamente una curiosidad absoluta, quizás rociada de •”inocencia”.
¿Qué tenia que decir Jean? Sea lo que fuera yo aun no lo sabría, pues nuestra conversación fue interrumpida por la esperada llegada de Abélard. Hice una disimulada mueca que transforme en una sonrisa de bienvenida, inclinándole el rostro en una reverencia al rey mientras le seguía con la mirada.
--- Buenas noches, Majestad --- Salude, tratando de no evidenciar la tenue tensión que representaba para mi estar ante la presencia del rey. La autoridad de su voz me daban el impulso de obedecer, aunque no siempre lo hiciera… y la profundidad de su mirada me confundía de una forma muy particular, además estaba ese miedo… ese miedo que no provenía de mi conciencia o mi corazón, sino el propio instinto del ser humano que se sentía asechado por su presa… Quizás si Armand no hubiera hablado… si jamás hubiese sabido de la naturaleza siniestra de mi padre, las cosas serian diferentes, quizás… --- El Vizconde Delacour es un excelente profesor, sabe como hablarme de la historia del imperio de tal forma que me haga creer que estoy ahí, viviendo en el momento antiguo, además de un excelente jinete, no podría estar mas complacida --- Mantuve el gesto afable, acercándome al escritorio en movimientos fluidos y mirando de reojo a Jean… --- Extrañamos su presencia en los establos, hace tiempo que no nos acompaña a las excursiones
De buenas a primeras, sabía que Abélard no llegaría dándonos órdenes, o exigiendo respuestas… sin embargo no podía evitar sentir que esa platica trivial que manteníamos no tenia fundamento alguno. Entrelace mis manos por encima de la falda contemplado al soberano y seguidamente a Jean… que diferentes eran ambos, padre e hijo.
--- ¿Nos necesitaba para algo en particular, Alteza? --- Pregunte con suavidad y mucha educación, no dejando que se denotara en mis palabras la impaciencia, sino solamente una curiosidad absoluta, quizás rociada de •”inocencia”.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
La atmósfera tomo un color diferente al de antes que la puerta fuese abierta, la tensión flotaba apenas por debajo del respeto y el cariño. Esa habitación mantenia su orden por largo tiempo conservado, la reverencia y la admiración se daban a notar con cada uno de los objetos como reliquias guardados y salvados celosamente del polvo y los estragos de los ríos de arena del tiempo. Rostros detrás de las telas de oleo y facetas multicolores miraban hacia adentro del salón, colgadas de las paredes: Los reyes del pasado mirando el presente y el futuro de los soberanos de Francia, guiándolos con la mirada para que no tropezaran, aconsejándolos con las historias escritas bajo sus coronas y tiaras. De madera de álamo era el librero que sostenía muchos de los libros más importantes y de dificil adquisición hasta entonces conocidos. Algunos llegaron tiempo atrás en meses olvidados por los hombres mortales y así marcados con grietas y colores amarillos sus hojas y letras fueron. Tras de la figura del Rey, la ventana francesa se suspendía a pocos centímetros del suelo y era tan alta como dos hombres, dejaba ver la luz nocturna para comodidad del buscador en aquél salón de paz. Los bordes dorados de las cortinas jugaban como marco perfecto para este cristal que mira.
Jean contestó amenamente la pregunta formulada por Abélard y apenas una leve sombra se trazo en sus ojos mientras hablaba. Tenía curiosidad de saber la razón de dicha reunión, a la vez se sentía el tinte de nostalgia en sus palabras, una que recordaba los momentos en los cuales Abélard en su compañía le enseñara el arte de la caza, tiempo era ya en los que hubiesen compartido tales correrías matutinas. Ahora los momentos en que la nueva sombra del soberano saliera para buscar presas era después de la puesta del sol y aunque la gran mayoría de las veces iba solo, otras era acompañado por su séquito real o por invitados distinguidos que se encontraran en aquél momento de visita en Versalles. Dominique por otro lado, a pesar de dar una respuesta similar a la de Jean irradiaba visiblemente la impaciencia que hacía ver de un azul mas profundo su mirar. No era afán de Abélard hacerlos esperar como tampoco entretenerse en trivialidades, aunque sí disfrutara de oírlas pusto que a poco su distanciamiento con su famila era más marcado.
-El alumno supera al maestro, Jean- Le sonrió. Se sentía orgulloso por como el principe había crecido y madurado. -La cacería un arte es además de un pasatiempo. Te ayuda a prepararte para los asuntos del estado como los de la guerra. Un rey siempre debe ser sabio, elocuente para la diplomacia y audaz frente a sus enemigos.- Volvió un poco su rostro hacia su hija descanzando la vista en sus ojos -En verdad como dama,como princesa y futura reina eres el corazón y la gracia de un reino, no solo del soberano mi querida Dominique. Gusto me da saber que eres dedicada en aprender estos menesteres que harán brillar tus habilidades- Apoyó los codos en el escritorio y entrelazo sus manos, guardando una pausa solemne antes de respoder a las dudas. -Las circunstancias nos han mantenido un tanto apartados... Más bien sé que vosotros también os ais apartado del refugio que supone el palacio para, vestidos de algodón y lana, entremezclarse con los ciudadanos franceces y encontrar personas y aventuras misteriosas y de alto riesgo. Eso, queridos míos es una imagen que como hijos del monarca son conscientes de evitar a pesar de que sus ojos miren a las estrellas.- Abélard hablo con lentitud y cierta gentileza haciendo sonar de forma extraña las palabras. Se preocupaba de este nuevo hábito que sus hijos se habían hecho, que ponia en juego tanto su imagen, como su seguridad. No podia negar Abélard que tanto como mostraba preocupacion, evidenciaba a su vez una desaprobacion razonada.
Abélard Fontaine- Vampiro/Realeza
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Suspiro aunque habia mas alivio que preocupación en sus facciones, había imaginado razones diferentes para semejante reunión, pero al parecer eran sus escapadas ocasionales las que tenían con preocupación a su padre.
-la caza es un arte que sin duda ah forjado mi carácter pero seria inocente sin mencionar torpe al creer que los estudios a los que me eh dedicado por años, la esgrima y todas las tareas a las que me eh dedicado me harán un rey digno de mi pueblo. Eh salido y eh observado lo que me rodea, eh logrado comprender con un alcance mas profundo la situación de nuestra gente mas alla de lo que puedo apreciar en imágenes y pinturas – como pocas veces su voz se escuchaba decidida- soy consiente de los peligros a los que me enfrento pero se que mi decisión no es errada asi como le informo majestad, que no estoy dispuesto a cambiar este habito…
Jean jamas contradecía a su padre, jamás iba en contra de sus consejos y normas pero esta era una de las cosas en las que no pensaba ceder, el cumplía con cada deber que tenia como príncipe, cuando el tiempo fuese preciso se comprometería y se casaría con la chica que fuese adecuada como reina, llevaría, horaria y respetaría su matrimonio asi como a su propio país… pero para ello debía saber que era lo que gobernaba. Mas allá de los nobles de la corte, la opulencia de palacio y el parís perfecto que se dibujaba frente a ello en cada desfile real. Cuando toda la gente parecía feliz y afortunada.
-la caza es un arte que sin duda ah forjado mi carácter pero seria inocente sin mencionar torpe al creer que los estudios a los que me eh dedicado por años, la esgrima y todas las tareas a las que me eh dedicado me harán un rey digno de mi pueblo. Eh salido y eh observado lo que me rodea, eh logrado comprender con un alcance mas profundo la situación de nuestra gente mas alla de lo que puedo apreciar en imágenes y pinturas – como pocas veces su voz se escuchaba decidida- soy consiente de los peligros a los que me enfrento pero se que mi decisión no es errada asi como le informo majestad, que no estoy dispuesto a cambiar este habito…
Jean jamas contradecía a su padre, jamás iba en contra de sus consejos y normas pero esta era una de las cosas en las que no pensaba ceder, el cumplía con cada deber que tenia como príncipe, cuando el tiempo fuese preciso se comprometería y se casaría con la chica que fuese adecuada como reina, llevaría, horaria y respetaría su matrimonio asi como a su propio país… pero para ello debía saber que era lo que gobernaba. Mas allá de los nobles de la corte, la opulencia de palacio y el parís perfecto que se dibujaba frente a ello en cada desfile real. Cuando toda la gente parecía feliz y afortunada.
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Entrelace mis manos sobre mi falda, ateniendo la enternecedora platica de padre a hijo con una expresión reservada, cuando la atención del soberano recayó en mis ojos supe sostenerle la mirada. Una sonrisa educada y condescendiente se asomó a mis labios al momento de inclinar mi rostro hacia su persona, una tacita muestra de apoyo a sus palabras. Si las clases con Lakme seguían progresando, o con el propio Vizconde quizás podría darle al rey y a la corte una muestra de mis habilidades, pero a su momento… la planeación de festividades y demostración estaba aún muy por fuera de mi agenda de prioridades, en vista de las recientes situaciones. Mis labios se tensaron en una mueca e hice todo lo posible por mantener en alto el porte de fría dama cuando mi padre anuncio la inquietud que le había hecho llamarnos, escandalizándome de forma silenciosa no pude evitar sorprenderme por la forma tan solicita en que nos reprendía. Lo que habíamos hecho Jean y yo, rompía todas las normas en una sola acción, y había indulgencia en sus comentarios. Había esperado, en cuyo caso ser descubierta algo más de pasión en la situación. Más regaños, ardores, incluso tristezas y decepciones, no esa reprimiendo fría.
Sin embargo era lo mejor, no?
Muy en el fuero interno sabría que no iba a poder burlar al rey por siempre, sin embargo el pasar de los meses sin alguna indirecta o señal que me indicase estar siendo descubierta, renovaba mis bríos y mis libertades, me daba confianza…. Aun cuando le hubiese prometido a Jean que no ocurriría más: Lo había seguido haciendo, y por la forma en que manejaba el “tiempo presente” el rey, suponía que también Jean lo hacia. ¿Tenía derecho a molestarme porque me lo hubiese culpado? No, realmente no… pero experimente e halito de dicho sentimiento.
Deje que Jean hablara primero, el fantasma de mis ideas asomándose en la convicción de sus palabras… quise sonreír ante la devoción de su voz hasta que le escuche acabar su discurso. La sorpresa me hizo parpadear un par de veces… ¿Había escuchado bien? Lo peor es que por los rostros de ambos monseñores conseguía mi respuesta.
Vaya que había escuchado bien…
--- Agraviados estamos por haberle desobedecido de esa forma, su majestad. Porque si, no podemos hacer menos que reconocer nuestras faltas --- Me adelante a objetar en defensa de mi misma y de mi hermano no solo en palabras sino también avanzando unos cuantos pasos al escritorio---. Jean y yo… ---Hice un mohín, buscando en mi mente el repertorio de indulgencia, diplomacia e ingenio que pudiese tener--- No solamente como sus hijos, sino como sus súbditos, ambos admiramos su inteligencia, su nobleza y todos los grandes dones que posee, eso no debe dudarlo jamás… pese a que algunas conductas puedan hacerle dudar de la veracidad de los sentimientos. --- Sostuve su mirada, un poco sorprendida por lo más llevadero que era sostenerla después de tenerla encima por un considerable tiempo---. Le pido ahora que acuda a su misericordia y antes de dictaminar una respuesta comprenda nuestras razones, que a fin de cuentas nunca fueron malignas
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
En un instante la expectante tensión impaciente aguardaba la hora para verse libre, de pronto se manifestó convirtiéndose en exceso de confianza y arrogancia y se mantuvo en el aire como una nota sostenida y desafiante. Igual la postura del joven príncipe teñida fue por el tinte de unas joyas pertenecientes a una corona más alta que no ostentaba, en vez de ser la sabiduría y la prudencia la que llevase por cetro. La armonía que ya naturalmente unía a los hermanos más visible fue cuando ella dio unos pasos al frente intentando dotar de una sutileza que el discurso de su hermano carecía. Se escuchaba idealista e incluso noble la descripción que Jean ofrecía justificando su proceder, sin embargo faltaba algo aún más importante que visiones de un mundo que todavía no comprendía; el balance que un buen orador no debe perder nunca de vista se había quebrado claramente hacia el final y esto de mucha importancia no sería si no se tratase de Jean, quien dirigido era a la Corona Real.
Abélard aguardo pacientemente los argumentos que expusieron ambos jóvenes alternando la mirada entre ellos como todo movimiento de su parte. Dominique también tenía un porte orgulloso que sabía moderar y adornar con aquellos a los que debía su posición y respeto, esto convertía sus palabras suaves, propias de la naturaleza femenina, en algo más que un intento por aplacar la respuesta del vampiro monarca. Abélard dejo un silencio prolongado antes de dar una respuesta que Jean exigía literalmente. Antes él cuando humano ya había pasado por la duda, el hambre de conocimiento, la sed de justicia y el coraje fuerte e ingenuo de la juventud. Solo los años le hicieron aprender, igual que ahora Jean y Dominique lo harían.
-En ti veo en este momento a una princesa Dominique- comenzó con lentitud dando más firmeza a sus palabras al tiempo que se levantaba de la silla y caminaba hasta la ventana observando unos momentos el exterior como si de pronto se encontrara solo con sus pensamientos de compañía. Se volvió después mirándole a los ojos -Precisamente tus acciones hasta este instante son los que esculpen cada detalle en tu gesto y en tus andares. La indulgencia que pides ahora y la sabiduría de lo años en la que buscas tolerancia y comprensión fueron ignoradas en las noches en que la luz de las estrellas que tocaba los techos Parisinos, parecieron hipnotizarte irremediablemente.- hizo otra pausa sin apartar la dirección de su semblante -La malicia es un punto de vista, querida Dominique. "No hacer cosas buenas que parezcan malas" es un pensamiento al que todo gran señor o gran señora debe usar como premisa de todas sus acciones sobre todo cuando en ellos descansa la imagen, la confianza y el nombre de otros.- se paseo hasta quedar detrás de su escritorio una vez más aunque sin tomar asiento y entonces buscó la mirada de Jean -La inocencia a la que has hecho mención sigue siendo parte importante de ti puesto que te ha parecido insuficiente la instrucción cuidadosamente diseñada y que antes ha servido tan bien a otros jóvenes monarcas. Espero en verdad que sea inocencia... - Abélard entornó la mirada, animando un gesto generalmente imparcial -Es más difícil adjudicar también a esta la osadía que tienes al olvidar convenientemente quién lleva la corona- se inclinó sobre su escritorio apoyando sus manos en este -Presumís de un conocimiento empírico que sin embargo te ha sido proveído con facilidad cómoda y a hurtadillas. Si fiel y humildemente tus inquietudes me hubieseis comunicado- desvió su mirada un momento a Dominique y luego volvió a Jean -Encontrado sin duda algún modo de resolverlas, probablemente habría disfrutado de escuchar sus venturas. Comprendo esa ansia de conocer el mundo fuera de estos muros y me parece humana e incluso denotaría la pureza de tu corazón querer conocer al pueblo que un día tendrás por deber cuidar y anteponer a ti mismo- se enderezó haciendo otro silencio -He sido hasta ahora atento e indulgente con sus inquietudes y siempre he escuchado con cuidado sus deseos y aspiraciones aconsejándoles como sólo alguien que ya ha pasado por ello podría y menospreciándolo abusaron de ello. Revoco el derecho de salir de Versalles, amenos que yo mismo requiera su presencia en otro lado, hasta que considere que han aprendido a valorar los derechos sin desatender sus obligaciones. No admitir un error que obviamente esta influenciado principalmente por un impulso egoísta y superponer los propios intereses, es peligroso y en un futuro podría costar muy caro no solo a ustedes, sino a Francia. Por eso he decidido, Jean, que llegó el momento de que te comprometas verdaderamente, con tu posición y con tu País. El rey de Inglaterra Dorian Windsor nos a concedido la mano de la princesa Abigail Barascout como futura Delfina de Francia- Suspiró y se encamino rodeando el escritorio para situarse frente a Jean -Eres Príncipe y no podrás ser rey hasta que sirvas tan humildemente como exiges la fidelidad de tus súbitos. Pero aún estas en tiempo de abdicar a la corona si te parece que los sacrificios son demasiado grandes. Es en efecto tu decisión-
Abélard aguardo pacientemente los argumentos que expusieron ambos jóvenes alternando la mirada entre ellos como todo movimiento de su parte. Dominique también tenía un porte orgulloso que sabía moderar y adornar con aquellos a los que debía su posición y respeto, esto convertía sus palabras suaves, propias de la naturaleza femenina, en algo más que un intento por aplacar la respuesta del vampiro monarca. Abélard dejo un silencio prolongado antes de dar una respuesta que Jean exigía literalmente. Antes él cuando humano ya había pasado por la duda, el hambre de conocimiento, la sed de justicia y el coraje fuerte e ingenuo de la juventud. Solo los años le hicieron aprender, igual que ahora Jean y Dominique lo harían.
-En ti veo en este momento a una princesa Dominique- comenzó con lentitud dando más firmeza a sus palabras al tiempo que se levantaba de la silla y caminaba hasta la ventana observando unos momentos el exterior como si de pronto se encontrara solo con sus pensamientos de compañía. Se volvió después mirándole a los ojos -Precisamente tus acciones hasta este instante son los que esculpen cada detalle en tu gesto y en tus andares. La indulgencia que pides ahora y la sabiduría de lo años en la que buscas tolerancia y comprensión fueron ignoradas en las noches en que la luz de las estrellas que tocaba los techos Parisinos, parecieron hipnotizarte irremediablemente.- hizo otra pausa sin apartar la dirección de su semblante -La malicia es un punto de vista, querida Dominique. "No hacer cosas buenas que parezcan malas" es un pensamiento al que todo gran señor o gran señora debe usar como premisa de todas sus acciones sobre todo cuando en ellos descansa la imagen, la confianza y el nombre de otros.- se paseo hasta quedar detrás de su escritorio una vez más aunque sin tomar asiento y entonces buscó la mirada de Jean -La inocencia a la que has hecho mención sigue siendo parte importante de ti puesto que te ha parecido insuficiente la instrucción cuidadosamente diseñada y que antes ha servido tan bien a otros jóvenes monarcas. Espero en verdad que sea inocencia... - Abélard entornó la mirada, animando un gesto generalmente imparcial -Es más difícil adjudicar también a esta la osadía que tienes al olvidar convenientemente quién lleva la corona- se inclinó sobre su escritorio apoyando sus manos en este -Presumís de un conocimiento empírico que sin embargo te ha sido proveído con facilidad cómoda y a hurtadillas. Si fiel y humildemente tus inquietudes me hubieseis comunicado- desvió su mirada un momento a Dominique y luego volvió a Jean -Encontrado sin duda algún modo de resolverlas, probablemente habría disfrutado de escuchar sus venturas. Comprendo esa ansia de conocer el mundo fuera de estos muros y me parece humana e incluso denotaría la pureza de tu corazón querer conocer al pueblo que un día tendrás por deber cuidar y anteponer a ti mismo- se enderezó haciendo otro silencio -He sido hasta ahora atento e indulgente con sus inquietudes y siempre he escuchado con cuidado sus deseos y aspiraciones aconsejándoles como sólo alguien que ya ha pasado por ello podría y menospreciándolo abusaron de ello. Revoco el derecho de salir de Versalles, amenos que yo mismo requiera su presencia en otro lado, hasta que considere que han aprendido a valorar los derechos sin desatender sus obligaciones. No admitir un error que obviamente esta influenciado principalmente por un impulso egoísta y superponer los propios intereses, es peligroso y en un futuro podría costar muy caro no solo a ustedes, sino a Francia. Por eso he decidido, Jean, que llegó el momento de que te comprometas verdaderamente, con tu posición y con tu País. El rey de Inglaterra Dorian Windsor nos a concedido la mano de la princesa Abigail Barascout como futura Delfina de Francia- Suspiró y se encamino rodeando el escritorio para situarse frente a Jean -Eres Príncipe y no podrás ser rey hasta que sirvas tan humildemente como exiges la fidelidad de tus súbitos. Pero aún estas en tiempo de abdicar a la corona si te parece que los sacrificios son demasiado grandes. Es en efecto tu decisión-
Abélard Fontaine- Vampiro/Realeza
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Vio como su hermana corría en su defensa y una pequeña sonrisa se formo en sus labios, su princesa… había apresurado palabras que amortiguasen las suyas, había hablado con imprudencia, lo sabia, no era propio de el pero no se arrepentía, había dicho lo que pensaba y de no haberlo expresado se reprocharía a si mismo siempre semejante falta contra su propia persona. Si esperaba ser un hombre integro y honesto, debía empezar por afrontar las consecuencias de sus ideas y de sus actos. Sin excusas ni pretextos, había sabido desde el primer momento que aquello terminaría así, no era tonto y sabia que su padre no era ningún torpe, tarde que temprano le abría descubierto y aquella conversación tendría lugar… pero había algo que no le habían enseñado sus instructores, algo que no había aprendido en libros, algo que le había enseñado un hombre que en algún momento había perdido.
-hay cosas padre, que creo firmemente debo aprender por mi mismo, si por ello eh de ser confinado aceptare mi castigo, pero eh de decir, que jamas eh olvidado donde se encuentra la corona de Francia, en el rey que tengo frente a mis ojos, al que solo puedo mostrarle respeto, asi que mi señor. Aceptare sus ordenes y callare mis imprudentes palabras, si es mi deber contraer nupcias con la princesa de escocia entonces que asi sea, siempre eh sabido que debería tener esta clase de matrimonio algun dia. No sere yo quien renuncie a la corona, pero si su alteza no me cree digno es libre de retirarme el derecho de sucesión, no cuestionare su decisión.
Se sentía extraño, jamas le había hablado asi a su padre y tampoco entendía por que lo hacia ahora… los jóvenes adolecentes a menudo tienen etapas de rebeldía y desafían las reglas establecidas, el había pasado toda su vida en versalles, no se había tenido queja de su conducta y jamas había faltado a sus responsabilidades, su único pecado había sido salir sin escolta del castillo… había sabido desde el primer instante el peso que aquel acto conllevaba, no importando si lo habían convencido o no había, sido su decisión y no quería indulgencia, el hombre frente a el era el rey de Francia, y esperaba que ejecutara el juicio que tanto había respetado de el aun con su propio hijo… de igual forma que el seguiría respetándose a si mismo conservando sus ideas, que no saliera mas del castillo no quería decir que creyese que había hecho algo malo… El jamás se arrepentía de sus decisiones, reconocía cuando había cometido algún error pero no mostraba arrepentimiento, solo la aceptación del castigo merecido. Si algún dia se arrepentía de algo, entonces estaría negando su propia falta, negando sus ideas, su proceder y su resolución. Si iba a tropezar lo haría y asumiría las consecuencias para seguir adelante. No había mas forma de aprender en este mundo. Aunque su rey lo desaprobara…pesaban las palabras y pesaba la desaprobación, pero sabia que le pesaría aun mas el remordimiento de no haberse escuchado a si mismo.
-hay cosas padre, que creo firmemente debo aprender por mi mismo, si por ello eh de ser confinado aceptare mi castigo, pero eh de decir, que jamas eh olvidado donde se encuentra la corona de Francia, en el rey que tengo frente a mis ojos, al que solo puedo mostrarle respeto, asi que mi señor. Aceptare sus ordenes y callare mis imprudentes palabras, si es mi deber contraer nupcias con la princesa de escocia entonces que asi sea, siempre eh sabido que debería tener esta clase de matrimonio algun dia. No sere yo quien renuncie a la corona, pero si su alteza no me cree digno es libre de retirarme el derecho de sucesión, no cuestionare su decisión.
Se sentía extraño, jamas le había hablado asi a su padre y tampoco entendía por que lo hacia ahora… los jóvenes adolecentes a menudo tienen etapas de rebeldía y desafían las reglas establecidas, el había pasado toda su vida en versalles, no se había tenido queja de su conducta y jamas había faltado a sus responsabilidades, su único pecado había sido salir sin escolta del castillo… había sabido desde el primer instante el peso que aquel acto conllevaba, no importando si lo habían convencido o no había, sido su decisión y no quería indulgencia, el hombre frente a el era el rey de Francia, y esperaba que ejecutara el juicio que tanto había respetado de el aun con su propio hijo… de igual forma que el seguiría respetándose a si mismo conservando sus ideas, que no saliera mas del castillo no quería decir que creyese que había hecho algo malo… El jamás se arrepentía de sus decisiones, reconocía cuando había cometido algún error pero no mostraba arrepentimiento, solo la aceptación del castigo merecido. Si algún dia se arrepentía de algo, entonces estaría negando su propia falta, negando sus ideas, su proceder y su resolución. Si iba a tropezar lo haría y asumiría las consecuencias para seguir adelante. No había mas forma de aprender en este mundo. Aunque su rey lo desaprobara…pesaban las palabras y pesaba la desaprobación, pero sabia que le pesaría aun mas el remordimiento de no haberse escuchado a si mismo.
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Mis mirada sostuvo la del juez hasta que sus palabras emergieron aplacando la impetuosidad de las suplicas vehementes y fue entonces cuando tuve que bajar la dirección de mis ojos hacia el escarlata de la alfombra, donde debí encauzar la visión en obediente postura mientras oración por oración Abelard iba desdeñando cada una de nuestras peticiones en ademan sabio y elocuente. Valiéndome de una gran voluntad tense mis impulsivos labios frenándoles a traicionar a la prudencia. No iba a rebatir ninguna de sus palabras, no tenía sentido competir cuando se tiene claro el resultado. Con él las cosas nunca podían oponerse, su voluntad era ley, como la de todos los reyes dignos de serlo. Y Abelard en verdad lo era… su figura era el emblema del poder. No solamente por el brillo de sus ocultos caninos o la sombra de las joyas reales, su misma persona encerraba esa fuerza autoritaria…
Una trinidad siniestra la del vampiro, el hombre y la corona. ¿Cómo podría alguien querer osar ir en su contra? Podría decir que admiraba su valor… heroico o estúpido, dependiendo de donde se vea.
Mordí mi labio inferior y alce la mirada una vez la figura de mi padre se levanto para dirigirse al ventanal, y aunque mi posición solo requería una tajante silencio y la mayoría de los reproches parecían dirigirse más hacia Jean que a mi persona, sencillamente me era inevitable sentirlos propios. La manzana de la curiosidad, malicia y deseo había sido obsequiada de mis manos… yo misma había dado el bocado años atrás y concedido después a mi integro hermano para corromperlo y llevarlo fuera del Eden. Si a estas alturas estábamos ahí recibiendo tales reproches se debía a mí persona. Y aunque tenía muy claro que mi hermano sería incapaz de reprocharme o acusarme algún día, el fantasma de la frustración y la culpa amenazaban con seguirme. No por el acto en si, arrepentida jamás estaría de mis clandestinas acciones. Siempre había tenido muy claro que todos los actos tienen su consecuencia, y el acto había valido toda la pena del mundo… o al menos la suficiente para hacerme aceptar sin vacilación cualquiera de sus consecuencias. Quizá sabe, quizás las había aceptado desde la primera vez que me había coloque la falsa corona de hebras doradas. No... la culpa no se debia a las consecuencias, se debia meramente a Jean. Al haberlo arrastrado, como siempre, a todos mis caprichos.
--- Usted también fue joven, majestad. Mucho más sabio y menos impulsivo que nosotros, pero alguna vez debió fijarse en la luna y enamorarse de ella. Si es que ese amor perdura... --- A mis adentros, aquella oración se escuchaba irónica, aunque mi entonación de voz fuera de lo más sumisa ---. Puedo apostar que en una recóndita parte de si, podrá comprendernos de verdad. Que mas alla de un perdón que no merecemos, es meramente lo que le concedemos en petición... Aun con todo, jamás hemos desdeñado las lecciones que nos han inculcado y tampoco nos hemos jactado de los conocimientos que aunque adquiridos a hurtadillas, le puedo asegurar no fueron fáciles… las acciones dirán una cosa, pero muchas de ella son llevadas y finalizadas por un trasfondo. --- Aclare con prontitud y mesura, haciéndole una inclinación de cabeza al rey una vez dictada su sentencia.
¿Solo no saldríamos y ya? A decir verdad me pareció demasiado sueve… y justo cuando comenzaba a dudar de que fuera todo, Abélard saco la última carta de su baraja. ¿Un compromiso impuesto?, ¿Con Abigail? … de reojo me fije en Jean, quien concedía todo con obediencia y bondad, provocandome un relámpago de indignación a mi temperamento. Sabía que era la única respuesta que podía dar, en vista de la situación aun así no podia evitar alterarme… los espectros de duda ahora se convertían en frustración, coraje, tristeza y celo. ¿Finalmente la delfina de Francia?
--- Si se me es permitido decir… cumpliré recatadamente con el designio del rey, así como también espero ser informada de los preparativos de presentación de la futura Delfina para poder ayudar en lo que se necesite. --- Ni siquiera deseaba mirar a Jean a los ojos y mis atenciones iban directamente hacia el rey, dotadas de humildad fria. ---. Espero pueda pagar la afrenta hecha con acciones más allá de la mera obediencia.
Una trinidad siniestra la del vampiro, el hombre y la corona. ¿Cómo podría alguien querer osar ir en su contra? Podría decir que admiraba su valor… heroico o estúpido, dependiendo de donde se vea.
Mordí mi labio inferior y alce la mirada una vez la figura de mi padre se levanto para dirigirse al ventanal, y aunque mi posición solo requería una tajante silencio y la mayoría de los reproches parecían dirigirse más hacia Jean que a mi persona, sencillamente me era inevitable sentirlos propios. La manzana de la curiosidad, malicia y deseo había sido obsequiada de mis manos… yo misma había dado el bocado años atrás y concedido después a mi integro hermano para corromperlo y llevarlo fuera del Eden. Si a estas alturas estábamos ahí recibiendo tales reproches se debía a mí persona. Y aunque tenía muy claro que mi hermano sería incapaz de reprocharme o acusarme algún día, el fantasma de la frustración y la culpa amenazaban con seguirme. No por el acto en si, arrepentida jamás estaría de mis clandestinas acciones. Siempre había tenido muy claro que todos los actos tienen su consecuencia, y el acto había valido toda la pena del mundo… o al menos la suficiente para hacerme aceptar sin vacilación cualquiera de sus consecuencias. Quizá sabe, quizás las había aceptado desde la primera vez que me había coloque la falsa corona de hebras doradas. No... la culpa no se debia a las consecuencias, se debia meramente a Jean. Al haberlo arrastrado, como siempre, a todos mis caprichos.
--- Usted también fue joven, majestad. Mucho más sabio y menos impulsivo que nosotros, pero alguna vez debió fijarse en la luna y enamorarse de ella. Si es que ese amor perdura... --- A mis adentros, aquella oración se escuchaba irónica, aunque mi entonación de voz fuera de lo más sumisa ---. Puedo apostar que en una recóndita parte de si, podrá comprendernos de verdad. Que mas alla de un perdón que no merecemos, es meramente lo que le concedemos en petición... Aun con todo, jamás hemos desdeñado las lecciones que nos han inculcado y tampoco nos hemos jactado de los conocimientos que aunque adquiridos a hurtadillas, le puedo asegurar no fueron fáciles… las acciones dirán una cosa, pero muchas de ella son llevadas y finalizadas por un trasfondo. --- Aclare con prontitud y mesura, haciéndole una inclinación de cabeza al rey una vez dictada su sentencia.
¿Solo no saldríamos y ya? A decir verdad me pareció demasiado sueve… y justo cuando comenzaba a dudar de que fuera todo, Abélard saco la última carta de su baraja. ¿Un compromiso impuesto?, ¿Con Abigail? … de reojo me fije en Jean, quien concedía todo con obediencia y bondad, provocandome un relámpago de indignación a mi temperamento. Sabía que era la única respuesta que podía dar, en vista de la situación aun así no podia evitar alterarme… los espectros de duda ahora se convertían en frustración, coraje, tristeza y celo. ¿Finalmente la delfina de Francia?
--- Si se me es permitido decir… cumpliré recatadamente con el designio del rey, así como también espero ser informada de los preparativos de presentación de la futura Delfina para poder ayudar en lo que se necesite. --- Ni siquiera deseaba mirar a Jean a los ojos y mis atenciones iban directamente hacia el rey, dotadas de humildad fria. ---. Espero pueda pagar la afrenta hecha con acciones más allá de la mera obediencia.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Luz de plata caía sobre la habitación, por un momento más brillante. Su destello llegaba de entre las cortinas y a través del ventanal. Armonizaba con la que derramaban velas y candiles sobre los tapices y los muebles. Unos colosos de algodón blanco ocultaron el rostro pálido del astro gobernante en aquellas horas. Sin discusión la oscuridad tomo lugar ensombreciendo las expresiones inmutables de rostros de oleo y pinceladas. Buscó lugar en las rendijas más alejadas de las flamas que flotaban sobre los cirios y candelabros encontrando refugio también en los gestos de los tres allí reunidos. El clima silenciosamente coreaba la puesta en escena, observaba pasivamente y sin embargo a uno lo hacía resaltar, verse más luminoso por su posición respecto al ventanal con destellos dorados jugando en su cabello. Destellos nacidos del fuego guardado cuidosamente sobre la cera para servir al ser humano, alumbrando hasta la más oscura de las noches. Solamente sus propios rasgos hacían sombra en él. La joven doncella con postura más perfilada recibía un entretejido de luz y oscuridad que jugaban en su cara, en sus manos y vestido. Figuras etéreas, tan reales y sólidas como los de un sueño. Posábanse los rayos platinados sobre los hombros que sostenían la corona, acompañando el resto de sus vestiduras en una sigilosa aurea nocturna. Revelaba sus gestos la calidez que despedían las velas, no la luna.
El orgullo sublevado por una actitud respetuosa, comprensiva, obediente, se transforma en honor, dignidad, templanza, un orgullo prudente que proviene del equilibrio del cuerpo, la mente y el espíritu. Ninguno debería ser desatendido ni halagado en exceso. En Jean se asomaba este carácter regio, aunque aún era verde y falto de ver más estaciones pasar, de experimentar. Todo a su tiempo. Las palabras de Dominique demostraban su naturaleza inquieta, difícil de amedrentar. Sus ojos derrochaban voluntad y deseo de defender la verdad de su proceder aunque siempre recordando su lugar como princesa. Interrumpió a Jean antes de dejarlo contestar. Abélard la observo con un gesto serio pero no por esto menos falto de atención.
- Cierto es que todo tiene su causa- replicó calmadamente con sus ojos sobre Dominique –Así como también sus consecuencias. No es un perdón lo tratado en este momento, sino observar por donde los ha conducido el sendero que decidieron tomar. Encontrar nuevos rumbos y maneras, desafíos y aventuras es un deseo que todo ser humano, desde su infancia, su juventud, incluso llegado la ancianidad, comparte.- hizo una pausa para mirar a Jean –El recorrido es solitario aunque entrecruzarse va con el de muchos otros en las idas y venidas. El camino de algunos pocos sin embargo está permanentemente entrelazad a otros cientos. Causa y reacción, trasfondo e intención van siempre de la mano. Contemplad, escuchad y reflexionar sobre ellos también antes de dar paso ninguno. Es algo que se aprende por su puesto y no hay mejor forma de hacerlo que practicar.- sonrió un poco, dando un pincelazo de calidez a su gesto mientras escuchaba a Jean. –Nunca deberías aprender a través de otros- comenzó cuando hubo terminado humildemente de recibir la noticia de su compromiso. –Aunque sí de ellos. Vive y experimenta Jean, hijo mío pero no olvides que hay quienes guardan y velan por ti, y siempre estarán dispuestos a aconsejarte u apoyarte en toda acción. No los apartes de tu compañía pues entonces en verdad solo te hallaras. Las peticiones y obligaciones que se te hacen son porque puedes lidiar con ellas con dignidad y orgullo, ni más ni menos. Nada llega sin esfuerzo- Abélard percibió muy bien el momento en que Dominique en verdad levantó la mirada del suelo, y su mentón se elevó tanto como a su vista la hubiese gustado. La mesura y pasiva postura que demostrara hasta entonces se tornó en recelo y molestia, no intentó disimularlo. –El recato siempre debe ir acompañado por el cariño que en primer lugar lleva a seguir una idea o se torna en moral hipocresía. Nuestra querida reina, su madre, Geraldine será quién reciba a la princesa, estoy seguro que se sentirá sumamente complacida si le prestas tu ayuda, Dominique- Abélard amplió la sonrisa, observa en su hija un carácter digno de su apellido, aunque detallado y criado por un rostro más amable y sencillo. Uno que tenía una pureza diferente al de su querida Geraldine. - Y yo sé muy bien que seguirás llevando en alto tu título, con honor y amor, además de obediencia.
Abélard Fontaine- Vampiro/Realeza
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Sinplemente asintio a las palabras de su padre, pero aunque escuchaba lo que le decia y lo aceptaba como una verdad, lo unico que giraba en su mente en esos momentos era el anuncio de su compromiso, era cierto, sabia que tarde o temprano sucedería... pero con forme lo pensaba conforme notaba que ya era una realidad su estomago se retorcia mas en su interior... una prometida, una futura esposa y por encima de todo una completa extraña...
El joven principe se mantuvo impasible en la habitacion, evitando por encima de todo girar o dedicar mirada alguna a su hermana, su padre tenia razón, el tenia que llevar cada obligacion de la corona con honor y orgullo...sin embargo eso no queria decir que la idea le hiciere feliz. Dominique era su pequeña estrella, su luz personal, su consuelo y su adoracion, si la veia en esos momentos seguramente su duda, sus nervios y sus ancias de engarce saldrían a flote; no, el no podia actuar de aquella manera. A lo largo de su vida habia tenido que enfrentarse y hacer cosas que le desagradaban, pero las habia superado, las habia hecho suyas y ahora tenia que hacer lo mismo con la princesa... pobre muchacha, habia escuchado un par de comentarios de ella. Decian que era una jovencita dulce y buena ademas de bonita.... alquien que merecia un hombre perdidamente enamorado de ella no...solo el.
La mirada del joven se centro en la base de los candeleros, vio la sombra de si mismo...el ya hace mucho había renunciado a sus deseos o a amar a alguien... podría hacer feliz a una esposa con esa clase de sentimientos? podría incluso el sentirse satisfecho como marido siendo tan malditamente injusto y egoista? Estaría en esos mismos momentos la pobre muchacha llorando algun amor imposible? ojala no fuese asi...esa clase de dolor es la que parte el alma.
El joven principe se mantuvo impasible en la habitacion, evitando por encima de todo girar o dedicar mirada alguna a su hermana, su padre tenia razón, el tenia que llevar cada obligacion de la corona con honor y orgullo...sin embargo eso no queria decir que la idea le hiciere feliz. Dominique era su pequeña estrella, su luz personal, su consuelo y su adoracion, si la veia en esos momentos seguramente su duda, sus nervios y sus ancias de engarce saldrían a flote; no, el no podia actuar de aquella manera. A lo largo de su vida habia tenido que enfrentarse y hacer cosas que le desagradaban, pero las habia superado, las habia hecho suyas y ahora tenia que hacer lo mismo con la princesa... pobre muchacha, habia escuchado un par de comentarios de ella. Decian que era una jovencita dulce y buena ademas de bonita.... alquien que merecia un hombre perdidamente enamorado de ella no...solo el.
La mirada del joven se centro en la base de los candeleros, vio la sombra de si mismo...el ya hace mucho había renunciado a sus deseos o a amar a alguien... podría hacer feliz a una esposa con esa clase de sentimientos? podría incluso el sentirse satisfecho como marido siendo tan malditamente injusto y egoista? Estaría en esos mismos momentos la pobre muchacha llorando algun amor imposible? ojala no fuese asi...esa clase de dolor es la que parte el alma.
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
“El recorrido es solitario… aunque entrecruzarse va con el de muchos otros en las idas y venidas” Dijo el rey, y sus palabras cayeron súbitas sobre mis hombros recordándome bosquejos de noches pasadas: unas manos blancas bordando una “M.F.”, dos cisnes blancos sobre el lago, el sonido de las monedas de oro dentro del saco a entregar, la suavidad de una cabellera rubia, la sombra de la estatua familiar, los ojos de Darcy sorprendidos, la risa nostálgica de Jean…. Un escalofrio me recorrió la espina dorsal al sentir como torrente los pensamientos que iban en picada ante la presencia de alguien que quizás… pudiera verlos. Pero no hubo cambio de expresión en la inmutable mirada de Abelard, ninguna especie de rastro o brillo que delatara el fantasma de mis pensamientos.. aunque en realidad ¿que podia esperar?, ¿algo en nuestras conductas -buenas o malas- habia provocado en Abelard alguna vez algo fuera de la charla civilizada?, ¿algo mas fuera del halago casual o la razonada sugerencia de cambio?
El era asi, demasiado elevado para los problemas infantiles y mundanos... y las peores cosas podrian suscitarse mientras el continuaba dando a Jean su charla sobre el progreso, el esfuerzo y la motivación. Sus palabras suaves y hasta cálidas pese a la espectralidad de su voz se me antojaban añejas… entes de otra época. ¿Podria Jean apreciarlas ahora?, ¿podria seguir atendiendo los consejos de su guía después de la declaración de compromiso?
El silencio que vino después fue una contundente respuesta.
Mordí por un momento mi labio inferior, entendiendo que la noticia había sido demasiado para Jean y en este momento no podía afrontar mas lecciones. Casi me da un ataque de risa, ¿es que podía acaso hacerlo yo? Acababan de abofetearme con las “buenas” nuevas y tenía que seguir fingiendo al protocolo? Evidentemente tendría que hacerlo… Sujete a cada lado el principio de mi falda y volví a forzarme a hacerle una reverencia al Rey, aunque de aquellas que me eran tan propias y le dedique una sonrisa ligera, en devolución a sus amenos gestos.
--- Siempre es un honor el poder ser bendecidos con su sabiduría en cada lección, mi señor--- Reitere con voz sedosa, en un tono por demás sumiso y agradecido ---. Ruego a dios por seguir llevando con dignidad las confianzas que en mi ha depositado. ---Mire de reojo a Jean, reprimiendo el suspiro y la tensión de mis manos crispadas--- ¿Eso es todo lo que llevaríamos a tratar esta noche?
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Silencio. Una falta de sonido elemental que revelar puede muchas más cosas que los sonidos. Siempre flexible, amoldándose a las palabras y modos del orador, del escriba, de los instrumentos musicales, de los cantos, del pulso vital que anima las cosas todas. En silencio se da el aprendizaje, la reflexión, el luto, el respeto, se recibe la mirada traviesa y cambiante de los seres humanos. Da poder a quién utilizarlo sabe, es una pérdida de tiempo para aquél enamorado de su propia voz. No pertenece a nadie, es libre, vaga por los rincones del mundo. Así también se vuelve íntimo confidente de quién clama, buscando refugio del tiempo y su etérea, pero insistente presencia. Es oro invisible que se posa en los labios pacientes, mesurados, listo para romper en vuelo en el instante que se pida su sabiduría con una palabra. El misterio encerrado siglo tras siglo, recibe complacido nuevas frases e historias de los seres que mira expectante. Guarda celosamente entre sus páginas blancas las antiguas huellas dejadas por bestias y hombres. Refleja su vieja marcha sobre los que habitan en la tierra, el agua y el aire. En las montañas, un silencio hecho por el paisaje, para continuar después despreocupadamente en planicies y bosques. En las huecos y cavernas, entre las rendijas, para conceder una pausa a las ánimas cansadas o que poco resisten, el refulgir del astro rey. En la piel de los hombres deja marca, con cada palabra callada por emociones o mente. El carácter puede leerse fácilmente en el mapa que va formándose trazo a trazo en rostros y manos mortales. Y aunque ahuyentado fue de los gestos marmóreos, de los hijos de la noche, dejó rastro perpetuo en sus pálidos semblantes. Puede ser en algunos casos invisible, pero jamás ser ocultado. El silencio no miente.
El elemento sin nombre reinó unos momentos cuando Jean respondió sólo con un asentimiento resignado, respetuoso, responsable. Su mirada se desvió hacia una de las velas, aquietándose ahora que hallábase sin guía, pues la mente lejos estaba del lugar donde el cuerpo se encontraba. Poco duró. Quebrado fue por el ondular imperante, apremiante, preocupado de las palabras mudas que flotaron sin llegar a tocar la luz que irradiaba las flamas y la misma luna. La tensión en el cuerpo de Dominique era muy evidente y gritaba por atención. Retuvo sin embargo los fantasmas que casi se tornan sonido. En sus ojos, en su labio inquieto destacó el instante en que decidió ese proceder. Una reverencia profunda, delatora, fue la que habló en su nombre. La cordialidad propia de los momentos que se creen desventajosos. Sus manos crispadas tomaban con fuerza excesiva la delicada tela que le vestía. La sonrisa fue cortada mas pequeña de lo que al sentimiento que ungía le hubiese gustado. Las palabras, aterciopeladas con cuidado.
Se acercó Abélard a Jean. Colocó la mano izquierda sobre su hombro y le sonrió con gesto y mirada, dejando asomar las pequeñas marcas de silencio a cada lado de sus ojos. Después volviose hacia Dominique, sin retirar la mano del hombro del futuro monarca.
-Puede aprenderse más del silencio que de un largo discurso. Es el ungüento más efectivo para obtener el equilibrio sin importar la situación.- dicho esto extendió su mano invitándola a acercarse, estrechándola entre la suya -Se que la confianza brilla en ti, Dominique. En todos habita con más o menos luz, no es algo que se tome y deposite en el lugar a placer. Piensa lo contrario y correrás el peligro de convertirlo en fe ciega.- Besó la superficie blanca y tersa de la mano femenina, llevándola hasta sus labios. -Los principios y los finales suceden en el momento en que deben hacerlo, ni antes ni después, por mucho que uno se apresure- Dejó ir su mano y apartó la otra de Jean. Resulta dolorosa la simple noción de futura despedida de dos hermanos cuyos caminos comienzan a discurrir en diferentes direcciones. Abélard lo sabía. Nada es permanente. Al silencio se le puede preguntar por los años que fueron y si se le escucha atentamente, terminará develando secretos antes no imaginados. El vampiro monarca intercambió una mirada lenta a Jean y luego volvió a Dominique; se encaminó hasta la puerta -Pronto se hará el anuncio oficial, procuren descansar y dejar todo a punto para la ocasión- giro la perilla -Buenas noches- se despidió percatándose de las emociones que bullían esperando salir a reclamar el espacio en cuanto el silencio dejó la habitación junto con el movimiento de la puerta al cerrarse tras de él.
Abélard Fontaine- Vampiro/Realeza
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Respondió el gesto de su padre con apenas una leve inclinación y suave sonrisa, gesto que se desvaneció apenas el rey se alejo un paso de el, el sonido de la puerta al marcharse le dejo vacio... despacio sus pies dieron un par de pasos , en retroceso buscando la solides de el acojinado sillón que antes había visto, apenas un suspiro escapo de sus labios y se dejo caer pesadamente. Sus manos viajaron sin preguntárselo a su rostro y las sintió frías contra la piel de su rostro... un compromiso decían? desde luego el sabia que ese era su destino siempre lo había sabido pero... pero saberlo y sentirlo un hecho eran dos cosas completamente distintas... sus manos se movieron por sus cabello y finalmente su espalda busco el refugio del mueble, echando la cabeza atrás y perdiendo su mirada en el alto y complicado techo, los labrados se alcanzaban a ver por todo su extensión, enredándose entre ellos y el no pudo siquiera apreciar su belleza... "comprometido, comprometido" era todo lo que viajaba por su cabeza una y otra vez.
"¿Como santo dios voy a afrontar esto?"
El no conocía a la chica, ciertamente recordaba haberla visto alguna vez, era una mujer hermosa no cabía duda, pero no tenia sentimiento alguno por ella, sabia que se tendría que casar con una princesa pero esperaba que al menos se le dejace conocer a las jóvenes antes de imponerle tal sentencia...princesas... cerro los ojos, apenas hacerlo de repente siendo completamente consciente de que su preciosa hermana estaba ahi también, ojala su padre no hubiese decidido conveniente informarles al unisono su decisión... así abría podido esconder el pesar de la decisión. Queriendo no empeorar las cosas se enderezo y vio a su hermana regalandole una sonrisa- parece que estaremos muy ocupado eh? aunque no lo hubiese prohibido dudo que encontrásemos tiempo para salir.
Intento sonar entretenido con la idea, viendo a la muchacha frente a el una vez mas se percato de lo dolorosamente hermosa que era, tal vez era mejor concentrarse en eso que en su futuro inminente... pero sabia que hacerlo solo resultaba en un arma de doble filo. Pensar en ella le distraería de el hecho pero a la larga, solo haría mas dolorosa la aceptación de lo inevitable.
"¿Como santo dios voy a afrontar esto?"
El no conocía a la chica, ciertamente recordaba haberla visto alguna vez, era una mujer hermosa no cabía duda, pero no tenia sentimiento alguno por ella, sabia que se tendría que casar con una princesa pero esperaba que al menos se le dejace conocer a las jóvenes antes de imponerle tal sentencia...princesas... cerro los ojos, apenas hacerlo de repente siendo completamente consciente de que su preciosa hermana estaba ahi también, ojala su padre no hubiese decidido conveniente informarles al unisono su decisión... así abría podido esconder el pesar de la decisión. Queriendo no empeorar las cosas se enderezo y vio a su hermana regalandole una sonrisa- parece que estaremos muy ocupado eh? aunque no lo hubiese prohibido dudo que encontrásemos tiempo para salir.
Intento sonar entretenido con la idea, viendo a la muchacha frente a el una vez mas se percato de lo dolorosamente hermosa que era, tal vez era mejor concentrarse en eso que en su futuro inminente... pero sabia que hacerlo solo resultaba en un arma de doble filo. Pensar en ella le distraería de el hecho pero a la larga, solo haría mas dolorosa la aceptación de lo inevitable.
Jean Baptiste Fontaine- Realeza Francesa
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Re: Greensleeves [ Priv. Fontaine ]
Un gesto elegante y firme, el de la pálida mano del soberano pidiendo la cercanía. Cual dócil cierva mis pasos se deslizaron a su persona correspondiendo a las sorpresivas demandas. Pese a que las telas cubrían mis manos impidiendo un contacto directo con la piel de mármol, fue una sensación escalofriante la de mis manos apresadas por las ajenas... más aun lo fue el casto roce de labios probablemente fríos. Aun con todo, los posibles sobresaltos o las incomodidades que pudieran demostrarse, imposibilitadas estaban ya… hundidas y aplastadas eran por el peso de la hipocresía. Una última y dolorosa sonrisa afable y una inclinación de cabeza fueron mi despedida… el monarca me libero de su agarre y marcho rumbo a la salida no sin antes regalarlos unos cuantos consejos de sabiduría y ordenanzas reales. Contemple su silueta, atrapada por aquel embrujo siniestro de las criaturas de la noche. Admire el arreglo de sus cabellos azabache, la forma perfecta de sus hombros seguros, la exuberancia aun en su sobrio atuendo oscuro… siempre de espaldas, con un porte majestuoso y con pasos firmes a la salida. Una visión admirable, pero muy familiar… ¿Cuántas veces más la vería?
--- Buenas noches, Majestad. --- Finalice como despedida y de pronto la máscara se sintió demasiado pesado, haciendo bajar mi mentón y mi mirada al alfombrado piso. Abelard y la supuesta tranquilidad ya habían salido por eso puerta, y los pensamientos iban y venían sin dueño por mi mente haciéndome sentir súbitamente mareada. Jean parecía estar en una clase de…. ¿podría llamarlo estupor?. El silencio era escandaloso y justo cuando estuve a punto de romperlo, Jean se me adelanto con una broma amable. Fruncí el ceño, sin comprender al principio la intención de su oración y luego volví mi mirada a la ventana en gesto de capricho. --- Evidentemente, tu mas que yo.--- Respondí con un deje que frialdad que no había sido posible expresar ante la presencia del rey… pero con Jean no hacía falta fingir. Las cosas eran y tendrían sus evidentes consecuencias.--- ¿de verdad… una escocesa para el titulo de delfina de Francia?, ¿de veras? no se si es eso mejor que una Española o una italiana... como fuera, esto fue un movimiento del Rey Ingles, sin duda...--- Sin poder evitarlo volvi mi atención a los ojos candidos de mi hermano… buscando en ellos mi propio consuelo --- ¿debo decir Felicidades, Jean? ¿En hora buena? --- Apreté ligeramente mis puños y desee salir cuanto antes de ahí antes de decir algo mas.
--- Buenas noches, Majestad. --- Finalice como despedida y de pronto la máscara se sintió demasiado pesado, haciendo bajar mi mentón y mi mirada al alfombrado piso. Abelard y la supuesta tranquilidad ya habían salido por eso puerta, y los pensamientos iban y venían sin dueño por mi mente haciéndome sentir súbitamente mareada. Jean parecía estar en una clase de…. ¿podría llamarlo estupor?. El silencio era escandaloso y justo cuando estuve a punto de romperlo, Jean se me adelanto con una broma amable. Fruncí el ceño, sin comprender al principio la intención de su oración y luego volví mi mirada a la ventana en gesto de capricho. --- Evidentemente, tu mas que yo.--- Respondí con un deje que frialdad que no había sido posible expresar ante la presencia del rey… pero con Jean no hacía falta fingir. Las cosas eran y tendrían sus evidentes consecuencias.--- ¿de verdad… una escocesa para el titulo de delfina de Francia?, ¿de veras? no se si es eso mejor que una Española o una italiana... como fuera, esto fue un movimiento del Rey Ingles, sin duda...--- Sin poder evitarlo volvi mi atención a los ojos candidos de mi hermano… buscando en ellos mi propio consuelo --- ¿debo decir Felicidades, Jean? ¿En hora buena? --- Apreté ligeramente mis puños y desee salir cuanto antes de ahí antes de decir algo mas.
Lydia Sforza- Humano Clase Alta
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