AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Piratas a estribor! [Privado]
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Piratas a estribor! [Privado]
Noches, días y pocos encuentros con el mundo, una chica lejana, con mirada altiva una que su padre adoptivo le había regalado, siempre con su rostro en alto. Una chica que quisiera ser un pirata que viaja en su enorme barco con una buena tropa a su lado siempre ayudando, -toma el estribor,- una mano alzada hasta su rostro con un instrumento para ver a lo lejos - ISLA,- grita la mujer con un parche en su ojo y el Loro falso en su hombro, allí estarían sus tesoros llenos de buenos recuerdos, no los que realmente mantenía escondidos en su corazón… todos llenos de tristeza y melancolía, como aquellos sueños que destrozaban su descanso, agobiando la mente con sus apariciones, consigo ese fuego que crecía hasta acabar con la casa tan hermosa, que cubierta de bosque alrededor dejaba de existir y volverse tan solo unas cuantas cenizas.
-¿Qué haces tan lejos princesita?, ven conmigo y toma mi mano, vamos en mi barco lejos, busquemos una Isla que solo llenen esos sueños de alegría- tantos relatos falsos, tantos que sus pies no descansaban y seguían caminando, mientras dejaba volar su imaginación inventando historias sin un fin, porque el fin seria terminar con todo… y eso jamás pasaría, el único fin que conocía era la muerte, pobre y pequeña mujer con sus zafiros iluminando el bosque iluminándolo de sueño e ilusiones.
La proyección pasaba como una película, ideales que gobernaban como siempre, tan vivo y humano, cálido, una mujer con una sonrisa bella en sus labios, bajaba la mirada para seguir un camino hasta un desolado lago, mientras su padre cazaba algo o simplemente se entretenía con la mujer que le acompañaba, por más que sus celos la fastidiaran, deseaba olvidar por un momento que la amargura podía desaparecer, encontrar algo bueno… o simplemente tener una noche tranquila, una que la dejará ser libre y volar… volar como las mariposas lo hacían, ir lejos, encontrar un lugar al que realmente pertenecer.
Quitó sus zapatos, una noche templada hacia agradecer a la que una vez fue una niña perdida y ahora unos largos dedos recorrían su mejilla para quitar el exceso de cabello que caía hacia su rostro, gracias a la dulce brisa que regalaba el viento. Sonidos se desatan suavemente por el bosque, haciéndola girar un tanto su rostro, con una tierna sonrisa – ¿Padre? - murmuro.
-¿Qué haces tan lejos princesita?, ven conmigo y toma mi mano, vamos en mi barco lejos, busquemos una Isla que solo llenen esos sueños de alegría- tantos relatos falsos, tantos que sus pies no descansaban y seguían caminando, mientras dejaba volar su imaginación inventando historias sin un fin, porque el fin seria terminar con todo… y eso jamás pasaría, el único fin que conocía era la muerte, pobre y pequeña mujer con sus zafiros iluminando el bosque iluminándolo de sueño e ilusiones.
La proyección pasaba como una película, ideales que gobernaban como siempre, tan vivo y humano, cálido, una mujer con una sonrisa bella en sus labios, bajaba la mirada para seguir un camino hasta un desolado lago, mientras su padre cazaba algo o simplemente se entretenía con la mujer que le acompañaba, por más que sus celos la fastidiaran, deseaba olvidar por un momento que la amargura podía desaparecer, encontrar algo bueno… o simplemente tener una noche tranquila, una que la dejará ser libre y volar… volar como las mariposas lo hacían, ir lejos, encontrar un lugar al que realmente pertenecer.
Quitó sus zapatos, una noche templada hacia agradecer a la que una vez fue una niña perdida y ahora unos largos dedos recorrían su mejilla para quitar el exceso de cabello que caía hacia su rostro, gracias a la dulce brisa que regalaba el viento. Sonidos se desatan suavemente por el bosque, haciéndola girar un tanto su rostro, con una tierna sonrisa – ¿Padre? - murmuro.
Alan- Cambiante Clase Alta
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Re: Piratas a estribor! [Privado]
-¿Quién eres tú?- Una pregunta que no debió ser articulada en ningún momento, la respuesta era obvia ¿Cómo no lo imaginó antes? ¿Por qué diablos no lo adivinó? Incalculable es la fuerza con la cual estrangulaba a ese desgraciado. No tenía sed, pero le habían apostado una fortuna a que no se atrevería a matar a un simpático indigente. Ingenuidad. El vampiro cumplió con la parte del trato afuera de esa jodida taberna de mala muerte, pero el barbaján con el cual se jugó una insignificante vida, no le pagaría ni en un millón de años. Afortunadamente para Gilles el tiempo pasa volando indigestiblemente, para la desventura del humano, él no era un magnánimo idiota. Lo hizo salir del bar, matarlo era una idea que recorría su cabeza pero no sería suficiente como para saciar su locura. ¿Cuándo será la noche en la que se encuentre cuerdo de una maldita vez? Él juraba no estar loco, era la incomprensión de los demás quienes asociaban sus actos despiadados con una enfermedad mental. Era temprano, una de esas noches en las que los mercados cierran tarde porque la gente se atreve a deambular por allí, buscando la oportunidad de cualquier cosa. La guardia hacía lo suyo, percatarse de que no surgiera ningún disturbio que molestara o llegará hasta los oídos de la realeza. Irritante. Con un golpe calculado, rápido y certero, Gilles noqueo al hombre.
Como a un costal con basura, se lo cargó al hombro. Había decidido llevárselo a casa para jugar un rato, pero se preocupo por el cumulo de moscas que el cadáver conseguiría. Estaba acostumbrado a vivir entre la inmundicia, pero un poco más de sangre putrefacta, llamaría la atención de los vecinos. Eso podría significar que una turba iracunda visitara su hogar por la noche acusándole de estupideces como rituales satánicos en donde las brujas usan cuerpos para venerar al demonio. Sería divertido jugar con la psiquis de los mortales… siempre lo es, aunque no, no esa precisa noche en la que había regresado de un largo viaje ¿A dónde fue? A recordar viejos tiempos en donde ser un Duque era todo lo que conocía. Concluyendo, sin tener ganas de luchar contra las sospechas de la humanidad y con ideas absurdas recorriendo su cabeza, consiguió escaparse hasta el bosque. Allí dejó caer el cuerpo, el sonar fue estruendoso, eran las únicas ánimas pensantes en ese lugar, así que no era ninguna sorpresa que el silencio los abrazara y quemara sus tímpanos. Es una de las cosas que Gilles no disfruta, él teme del silencio, piensa que puede llegar a ser tan mortífero como él, dice que el silencio es sinónimo de locura y la locura a su vez de soledad. Irónico.
Cantando como maniático, con una nota fúnebre bajo la garganta, agarro el cuerpo de una extremidad y comenzó arrastrarlo por el bosque. Las ramas dejaban heridas sobre la débil piel de Lord Hugnes. Se despertó y tal como Gilles lo había previsto, sus gritos fueron la musa que inspiraría a su locura. La sombría cancioncita comenzaba a ser parte del bosque, pero al mismo tiempo era como un disco rayado, repetitiva, aburrida, tediosa… Solo una estrofa se sabía y era la misma que cantaba una y otra vez, si alguien estuviese cerca, seguramente habría terminado en la perdición de sus sentidos. - ¿Qué.. qué vas a hacerme? – otra pregunta estúpida, igual a la anterior. Gilles hizo rodar sus ojos y soltó el cuerpo con furia. – No, no, no, no, ¡NO! ¡Shhh! ¡No hables! ¡Maldición! –Gritó, que alguien lo cuestionara, lo sacaba de sus casillas. No es que fuese un chico en pleno uso de sus facultades mentales, pero eso lo hacía explotar tremendamente. Le dio una cachetada – Te mataré – el tono de esa jodida canción – oh, sí… te mataré – El hombrecillo se puso de pie y trato de escapar hacía la laguna.
Como a un costal con basura, se lo cargó al hombro. Había decidido llevárselo a casa para jugar un rato, pero se preocupo por el cumulo de moscas que el cadáver conseguiría. Estaba acostumbrado a vivir entre la inmundicia, pero un poco más de sangre putrefacta, llamaría la atención de los vecinos. Eso podría significar que una turba iracunda visitara su hogar por la noche acusándole de estupideces como rituales satánicos en donde las brujas usan cuerpos para venerar al demonio. Sería divertido jugar con la psiquis de los mortales… siempre lo es, aunque no, no esa precisa noche en la que había regresado de un largo viaje ¿A dónde fue? A recordar viejos tiempos en donde ser un Duque era todo lo que conocía. Concluyendo, sin tener ganas de luchar contra las sospechas de la humanidad y con ideas absurdas recorriendo su cabeza, consiguió escaparse hasta el bosque. Allí dejó caer el cuerpo, el sonar fue estruendoso, eran las únicas ánimas pensantes en ese lugar, así que no era ninguna sorpresa que el silencio los abrazara y quemara sus tímpanos. Es una de las cosas que Gilles no disfruta, él teme del silencio, piensa que puede llegar a ser tan mortífero como él, dice que el silencio es sinónimo de locura y la locura a su vez de soledad. Irónico.
Cantando como maniático, con una nota fúnebre bajo la garganta, agarro el cuerpo de una extremidad y comenzó arrastrarlo por el bosque. Las ramas dejaban heridas sobre la débil piel de Lord Hugnes. Se despertó y tal como Gilles lo había previsto, sus gritos fueron la musa que inspiraría a su locura. La sombría cancioncita comenzaba a ser parte del bosque, pero al mismo tiempo era como un disco rayado, repetitiva, aburrida, tediosa… Solo una estrofa se sabía y era la misma que cantaba una y otra vez, si alguien estuviese cerca, seguramente habría terminado en la perdición de sus sentidos. - ¿Qué.. qué vas a hacerme? – otra pregunta estúpida, igual a la anterior. Gilles hizo rodar sus ojos y soltó el cuerpo con furia. – No, no, no, no, ¡NO! ¡Shhh! ¡No hables! ¡Maldición! –Gritó, que alguien lo cuestionara, lo sacaba de sus casillas. No es que fuese un chico en pleno uso de sus facultades mentales, pero eso lo hacía explotar tremendamente. Le dio una cachetada – Te mataré – el tono de esa jodida canción – oh, sí… te mataré – El hombrecillo se puso de pie y trato de escapar hacía la laguna.
Gilles Davignon- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/11/2010
Re: Piratas a estribor! [Privado]
Atrayente sonido, engatusador, que podría ser la trampa más original que en su corta vida le había dado, la curiosidad se reflejaban en los centelleantes ojos, tan celestes como el mismo cielo después de una larga lluvia que limpiara todo rastro de impureza del firmamento. Las sonrisas se ocultaban entre sus mechones, ahogando las carcajadas de sus labios, estaba tratando de cazar al que creyó era su padre, el mismo aroma. Levanto la mirada hacia un astro que reflejaba una sutil luz, escondida entre árboles enormes, con cara de pena, ¿por qué será?, ella que lo veía todo, iluminando el gran horizonte y rumbo de la mujer, tan lejano como si de sueños se trataran, sin embargo tan suficiente para que visualizara más que un humano común y corriente. El silencio hacia paso a los ecos de las hojas, del viento soplar, silbando melodías, ¿dónde vas pequeña? Puedes encontrar un lobo vestido de oveja, cubierto por mantas adorables, mientras que por dentro solo era una bestial, un animal sin escrúpulos sediento de placer, de autosatisfacción, una mente retorcida y enfermiza. Como la de tú puto progenitor.
Sus latidos se volvieron profundos, su cuerpo se arqueo hacia abajo, mientras que sus manos caían en el largo vestido tomándolo con delicadeza, pisando con lentamente tan ligera como una pluma, ladeando el rostro de lado a lado para observar entre la maleza al que creyó ser el hombre que le cuidaba por deseo, más no por sangre, ni obligación. “- ¿Qué… qué vas a hacerme? –“ diferente voz, sin dudas… aquella voz no era la de su padre, por consiguiente la que le siguió debía ser exactamente la de él, pero no fue así, sus ojos se abrieron de par en par, como si fueran a salir de su orbe, estiro el cuello buscando los diferentes aromas, cerrando un tanto los ojos, dejando pasar los diferentes efluvios por sus pulmones para dejarlos salir suavemente desde sus labios, “Sangre”, susurro para si, soltando un suspiro casi inaudible, lamió sus labios agazapándose como un felino al cazar una presa sorpresivamente, deslizando hojas, ramas con cuidado para observar al ser que se encontraba a unos metros de ella.
Su cabello cayó en su rostro y el viento silbaba frases inteligibles, deslizo su rostro hasta la mirada perdida de un hombre alto y mentón fuerte, pómulos sobresalientes, ojos nocturnos y cejas pronuncias, cabello rizado con un mechón en su frente cayendo tan blanco como la misma nieve, su respiración se agito, un rechazo en la piel de la muchacha, una electricidad recorrió su vertebra hasta su nuca, erizando su cada vello de su cuerpo, su estomago se apretó, había visto esa mirada antes… deseosa y llena de maldad.
Volvió una vez más la mirada hasta alguien que trataba de escapar, sus ocelos mostraban el pánico, así mismo la cobardía, levantándose con tanto apuro para salir como sea de las garras del bestial Vampiro, debía buscar a su padre, debía hacer algo, no era su problema… pero ¿no podía dejar las cosas así?, una de sus manos aferro una piedra tomándola con fuerza, lanzándola hasta el no-muerto, - Hey!, - gritó, ladeando el rostro, - que mal asesino, dejáis vuestros espectadores sin nada en las manos, ni en su mirada? Prometéis falsedades - murmuro, sabiendo que este le escucharía de otra forma, tratando de darle tiempo de correr al otro, tratando de captar toda atención del hombre, dejo caer una vez más sus manos hasta el vestido para recorrer un camino en dirección de su padre, - estúpida, estúpida, estúpida, - susurro para si, saltando entre la maleza con el vestido aferrado a sus manos, girando levemente el rostro hacia atrás, viendo si aquel ser le seguía.
Sus latidos se volvieron profundos, su cuerpo se arqueo hacia abajo, mientras que sus manos caían en el largo vestido tomándolo con delicadeza, pisando con lentamente tan ligera como una pluma, ladeando el rostro de lado a lado para observar entre la maleza al que creyó ser el hombre que le cuidaba por deseo, más no por sangre, ni obligación. “- ¿Qué… qué vas a hacerme? –“ diferente voz, sin dudas… aquella voz no era la de su padre, por consiguiente la que le siguió debía ser exactamente la de él, pero no fue así, sus ojos se abrieron de par en par, como si fueran a salir de su orbe, estiro el cuello buscando los diferentes aromas, cerrando un tanto los ojos, dejando pasar los diferentes efluvios por sus pulmones para dejarlos salir suavemente desde sus labios, “Sangre”, susurro para si, soltando un suspiro casi inaudible, lamió sus labios agazapándose como un felino al cazar una presa sorpresivamente, deslizando hojas, ramas con cuidado para observar al ser que se encontraba a unos metros de ella.
Su cabello cayó en su rostro y el viento silbaba frases inteligibles, deslizo su rostro hasta la mirada perdida de un hombre alto y mentón fuerte, pómulos sobresalientes, ojos nocturnos y cejas pronuncias, cabello rizado con un mechón en su frente cayendo tan blanco como la misma nieve, su respiración se agito, un rechazo en la piel de la muchacha, una electricidad recorrió su vertebra hasta su nuca, erizando su cada vello de su cuerpo, su estomago se apretó, había visto esa mirada antes… deseosa y llena de maldad.
Volvió una vez más la mirada hasta alguien que trataba de escapar, sus ocelos mostraban el pánico, así mismo la cobardía, levantándose con tanto apuro para salir como sea de las garras del bestial Vampiro, debía buscar a su padre, debía hacer algo, no era su problema… pero ¿no podía dejar las cosas así?, una de sus manos aferro una piedra tomándola con fuerza, lanzándola hasta el no-muerto, - Hey!, - gritó, ladeando el rostro, - que mal asesino, dejáis vuestros espectadores sin nada en las manos, ni en su mirada? Prometéis falsedades - murmuro, sabiendo que este le escucharía de otra forma, tratando de darle tiempo de correr al otro, tratando de captar toda atención del hombre, dejo caer una vez más sus manos hasta el vestido para recorrer un camino en dirección de su padre, - estúpida, estúpida, estúpida, - susurro para si, saltando entre la maleza con el vestido aferrado a sus manos, girando levemente el rostro hacia atrás, viendo si aquel ser le seguía.
Alan- Cambiante Clase Alta
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Re: Piratas a estribor! [Privado]
El maldito desgraciado se divertía al observar la mirada perpleja de su víctima. Las pupilas de Gilles se saldrían de sus órbitas si no fuese porque deseaba consumar su excitación hasta el borde de la locura. Anteriormente no le hubiera prestado tanta atención a la muerte, pero cuando se sufre de un estado tan incongruente como el de su incapacidad mental, es imposible reparar en una predicción. La lengua se asomaba por encima de su labio inferior, era como ver una culebra bailoteando alrededor de su presa, jugando con el ratón que se refugia entre la maleza. Hugnes no podía moverse, trataba con pésimos resultados soltarse de las garras de Gilles ¿Cómo demonios aspiraba a un poco de esperanza cuando la muerte ya había besado sus cálidos labios? Esa jodida marca de socarronería en su sonrisa, mudo los gritos del varón. Olía a miedo, el sudor en su frente se lo hacía saber, el desgraciado estaba a punto de morir y el vértigo acompañado con la adrenalina que sentía y que corría por el ancho de sus venas sólo provocaba en el vampiro su enorme adicción. Deseaba destrozarlo, partir su cuerpo en dos y beberse las vísceras, quería morder su corazón como si de una manzana se tratara. Sus colmillos se deslizaron sobre sus fauces, su mordida sería letal -¿pero que mier…?- articuló entre dientes al sentir una miserable roca chocar contra su cabeza. Giró su cuerpo para ver quien había sido el idiota que pagaría con su puta vida semejante estupidez. Allí la encontró, una nena que presumía de valor al no saber contra quien se enfrentaba. ¡Que ternura! Sonríe de medio lado.
Sí, Gilles era un jodido demente pero no era estúpido, esa muchachita lo que buscaba era acaparar su atención para que así Lord Hugnes escapara con ¿vida? ¡No me jodan! Hasta la fecha ese puto vampiro no había dejado una víctima con vida y olvidarse de ella para siempre. Si existía una razón por la cual los dejara correr para creer que su infierno había terminado… no sabían lo que les esperaba en el futuro. Su pecho rugió, no existe nada mas molesto que alguien intentando ser el héroe de otro. Chasqueó su lengua y negó varias veces con su cabeza sin dejar de sujetar su cena. –No son falsedades chèrie- Dijo jactándose de su condición, hizo caso omiso de sus palabras, él quería sangre y deseaba matar más que nunca, nadie se lo impediría. Su boca se abrió como las puertas infernales, sus colmillos desgarraron la piel y la sangre brotó de la herida. El mentón de Gilles se había bañado con el líquido escarlata y su garganta poco a poco saciaba su sed. Tenía que admitirlo, mató y bebió por el simple hecho de que podía hacerlo. –Yo quería jugar contigo y tal vez hubiera dejado que vivieras- le susurró al hombre moribundo –pero gracias a ella- la señaló acusador –morirás esta noche- colocó ambas manos sobre su cabeza, la atrajo hasta él y después la estrelló contra el suelo. Una mancha roja brilló al sentirse libre. Muerto el hombre iniciaría su cacería, ahora ella sería su víctima. Atravesó el camino que ella abrió para él, saltó sobre los árboles utilizando su ‘habilidad’ levitó hasta una de las copas mientras la observaba correr esquivando las trampas del bosque, en menos de un instante cayó delante de ella con ese aire maléfico que le caracterizaba. Su mirada penetró esos ojos azules que llamaban a sacárselos y colgarlos sobre su cuello como simple accesorio. Se relamió los labios. Agarró fuertemente la cabellera de la niña y la estrujó arrancando un par de cabellos -¿quieres algo en tus manos?- Preguntó, en su cabeza ya se habían idealizado miles de formas para deshacerse de ella.
Sí, Gilles era un jodido demente pero no era estúpido, esa muchachita lo que buscaba era acaparar su atención para que así Lord Hugnes escapara con ¿vida? ¡No me jodan! Hasta la fecha ese puto vampiro no había dejado una víctima con vida y olvidarse de ella para siempre. Si existía una razón por la cual los dejara correr para creer que su infierno había terminado… no sabían lo que les esperaba en el futuro. Su pecho rugió, no existe nada mas molesto que alguien intentando ser el héroe de otro. Chasqueó su lengua y negó varias veces con su cabeza sin dejar de sujetar su cena. –No son falsedades chèrie- Dijo jactándose de su condición, hizo caso omiso de sus palabras, él quería sangre y deseaba matar más que nunca, nadie se lo impediría. Su boca se abrió como las puertas infernales, sus colmillos desgarraron la piel y la sangre brotó de la herida. El mentón de Gilles se había bañado con el líquido escarlata y su garganta poco a poco saciaba su sed. Tenía que admitirlo, mató y bebió por el simple hecho de que podía hacerlo. –Yo quería jugar contigo y tal vez hubiera dejado que vivieras- le susurró al hombre moribundo –pero gracias a ella- la señaló acusador –morirás esta noche- colocó ambas manos sobre su cabeza, la atrajo hasta él y después la estrelló contra el suelo. Una mancha roja brilló al sentirse libre. Muerto el hombre iniciaría su cacería, ahora ella sería su víctima. Atravesó el camino que ella abrió para él, saltó sobre los árboles utilizando su ‘habilidad’ levitó hasta una de las copas mientras la observaba correr esquivando las trampas del bosque, en menos de un instante cayó delante de ella con ese aire maléfico que le caracterizaba. Su mirada penetró esos ojos azules que llamaban a sacárselos y colgarlos sobre su cuello como simple accesorio. Se relamió los labios. Agarró fuertemente la cabellera de la niña y la estrujó arrancando un par de cabellos -¿quieres algo en tus manos?- Preguntó, en su cabeza ya se habían idealizado miles de formas para deshacerse de ella.
Gilles Davignon- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/11/2010
Re: Piratas a estribor! [Privado]
Con la respiración agitada, y un mundo que pasaba más rápido que el de un humano normal, corría por su vida la pequeña Alanié, con tantas cosas en su mente y un futuro tan incierto, poco a poco el miedo había desaparecido, ahora… ahora solo quedaba la supervivencia, quizás había sido estúpida en meterse en algo que no era de su incumbencia, pero deseaba tratar de ayudar en algo, odiaba la injusticia, sintiendo que aquello que le rodeaba era más que una mentira… fantasías, muchas otras veces deseo que su mundo fuera distinto, más no ella. Amaba como era, hasta la puntas de sus pies, hasta la última gota de sudor que brotaban de sus poros, porque sin dudas su familia adoptiva le había enseñado hacer de esa manera, a creer que era mejor que cualquier otro ser que intentara dominarle. Porque ella era única y siempre seria de esa forma.
Los pies descalzos de Alan, seguían dando grandes zancadas, tan rápido como le fuera posible, un osito de su forma jamás podría con un ser como un vampiro, era débil, pero rápido, sin embargo, aquel inhumano ser, podría ser incluso más rápido que ella… pero debía luchar a toda costa, “Esta es mi vida, y nadie me la quitará… nadie!”, se dijo para si, con el vestido aun entre sus manos, pero pronto se detuvo de un instante para otro, sus centelleantes zafiros se posaron en aquel no-muerto, alto y con mentón fuerte, pómulos pronunciados, labios semi-carnosos, con oscuros ojos, al igual que sus cabellera, sin embargo un mechón blanco destacaba entre aquellos risos del hombre, Alanié no se había fijado en detalles como esos, hasta ahora que lo tenía frente a frente, trago saliva y esbozo una sonrisa, ladeando el rostro – ¿acaso… andáis de mal humor…? – pregunto con su dulce tono, pero con una notoria burla en su voz.
Aquellos ojos irradiaban la locura del ser, la muchacha supo inmediatamente que estaba jugando con fuego, pero algo morboso en su ser se removió, ¿absurdo? Incluso estúpido, para una tan joven muchachita, era diferente a lo que ella usualmente frecuentaba. En nada tenía encima suyo al ajeno, su melena fue tomada con brusquedad, aquellas manos toscas la tironeaban, arqueando su columna hacia atrás, haciendo levantar su rostro, entre abrió los labios, pero no dejo salir ningún grito, lo miro con atención unos segundos, mientras el Vampiro dejaba salir unas cuantas palabras, una frase… sus movimientos, sus ojos tan mórbidos, casi enfermizo y retorcido, quizás podría haber sido más desagradable para cualquiera, más no para Alan.
Ella a cambio de ese brusco jalón de cabellos, dejo salir una sonrisa de medio lado, mientras baja su mirada analizando el rostro de él, éste que la superaba en altura e incluso en musculatura, podía ver el brazo tensado, suspiro dejando salir el aire por sus labios, sin dejar desaparecer esa sonrisa de sus labios – vuestras próximas palabras serán… ¿qué haréis desaparecer está sonrisa? – llevo una mano su propio rostro y quito algunos mechones sueltos que le cubrían, - ¿qué me haréis sufrir? Qué sois infinitamente malo… - abrió la boca y mostro los dientes haciéndolos chocar – qué me drenaras hasta que desaparezca… - alzó una ceja –pensad…en algo mejor… - murmuro, casi en susurro.
Los pies descalzos de Alan, seguían dando grandes zancadas, tan rápido como le fuera posible, un osito de su forma jamás podría con un ser como un vampiro, era débil, pero rápido, sin embargo, aquel inhumano ser, podría ser incluso más rápido que ella… pero debía luchar a toda costa, “Esta es mi vida, y nadie me la quitará… nadie!”, se dijo para si, con el vestido aun entre sus manos, pero pronto se detuvo de un instante para otro, sus centelleantes zafiros se posaron en aquel no-muerto, alto y con mentón fuerte, pómulos pronunciados, labios semi-carnosos, con oscuros ojos, al igual que sus cabellera, sin embargo un mechón blanco destacaba entre aquellos risos del hombre, Alanié no se había fijado en detalles como esos, hasta ahora que lo tenía frente a frente, trago saliva y esbozo una sonrisa, ladeando el rostro – ¿acaso… andáis de mal humor…? – pregunto con su dulce tono, pero con una notoria burla en su voz.
Aquellos ojos irradiaban la locura del ser, la muchacha supo inmediatamente que estaba jugando con fuego, pero algo morboso en su ser se removió, ¿absurdo? Incluso estúpido, para una tan joven muchachita, era diferente a lo que ella usualmente frecuentaba. En nada tenía encima suyo al ajeno, su melena fue tomada con brusquedad, aquellas manos toscas la tironeaban, arqueando su columna hacia atrás, haciendo levantar su rostro, entre abrió los labios, pero no dejo salir ningún grito, lo miro con atención unos segundos, mientras el Vampiro dejaba salir unas cuantas palabras, una frase… sus movimientos, sus ojos tan mórbidos, casi enfermizo y retorcido, quizás podría haber sido más desagradable para cualquiera, más no para Alan.
Ella a cambio de ese brusco jalón de cabellos, dejo salir una sonrisa de medio lado, mientras baja su mirada analizando el rostro de él, éste que la superaba en altura e incluso en musculatura, podía ver el brazo tensado, suspiro dejando salir el aire por sus labios, sin dejar desaparecer esa sonrisa de sus labios – vuestras próximas palabras serán… ¿qué haréis desaparecer está sonrisa? – llevo una mano su propio rostro y quito algunos mechones sueltos que le cubrían, - ¿qué me haréis sufrir? Qué sois infinitamente malo… - abrió la boca y mostro los dientes haciéndolos chocar – qué me drenaras hasta que desaparezca… - alzó una ceja –pensad…en algo mejor… - murmuro, casi en susurro.
Alan- Cambiante Clase Alta
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