One more day in my life { Victorio }

Otra noche más en la ciudad del amor, París, y con nada especialmente divertido que hacer. ¿Cazar? ¿El burdel? Todo era la misma rutina de siempre y yo ya era de por si fácil de aburrir como para además empezar a tener una rutina. Sin embargo, no había mucho que pudiera hacer a esas horas de la noche. Muchas veces me imaginaba cazando de día ¿Cómo sería? Más peligroso eso seguro y con más posibilidades de que cualquiera me viese, pero eso aumentaba la diversión del asunto. Lo más aburrido era cazar en la madrugada. Demasiado fácil encontrar a algun muchacho o muchacha ebrio caminando por los callejones, los humanos muchas veces no tenían conciencia. Se volvían bulnerables a la primera de cambio, demasido débiles.

Poco a poco a mis oidos fue llegando una música lenta pero al mismo tiempo bien sonora. Me guié por ella, entrando por la parte trasera de la plaza en dónde estaban tocando unos músicos. Había gente por todas partes. En las terrazas de los bares y de pie haciendo un coro alrededor del grupo, lo que sin duda, atraía a todavía más gente. No me acerqué. No tanto como para toparme con la fastidiosa multitud pero si me quedé apoyado en una farola, lo suficientemente lejos como para que no me molestaran pero para al mismo tiempo poder oir la música. Yo tenía el oído más desarrollado, mi raza en general, y tocaban al aire libre. De no haber sido así, tampoco me hubiese tomado la molestia de escucharles. Aquello simplemente era algo que se metía por el camino.

Y entonces un olor algo familiar me vino al olfato. Volteé mi rostro, de lado a lado. No con prisa ni ansia, claro, con lentitud más bien algo vago. Intentando reconocer de quien podía ser el olor. Había muchas personas juntas, ya era un milagro que pudiese distinguir algo conocido. Y eso mismo fue lo que me hizo interesarme más.

Empezé de nuevo mi camino, por una especie de sendero tras la plaza, asfaltado pero pegado a lo que era el bosque por donde yo había venido. Y a medida que me acercaba el olor se hacía más fuerte, tal y como suponía, no venía del coro sino de algun otro lugar más alejado y al mismo tiempo no tanto como para que mi sentido no la captara. Estaba orgulloso de este tipo de habilidades, en mi opinión, suplía la debilidad por el sol.

Caminé y caminé. No demasiado, solo unos pocos metros hasta encontrar mi objetivo. Una mocosa engreida que ya había visto un par de veces por la ciudad, curiosamente, acabamos encontrandonos siempre por pura casualidad. Estaba de espaldas, era humana y lo más probable es que ni se enterara siquiera de que había alguien mirandola. No dudé en acercarme con sigilo, el sigilo que solía tener habitualmente. No era de por si ruidoso. - Bú - susurré, sobre su oido desde detrás y poniendo mis manos sobre sus caderas.

Fue algo instintivo. Al estar subida en una superficie mi mente ya pensó que del posible susto podría resbalarse y caer. Y matar nada más empezar la noche tampoco era mi intención.