AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
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¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Las primeras almas comienzan a moverse en la ciudad, seguramente está a punto de amanecer, en una hora o quizás menos, parecía no importarle realmente. La hora de la inconsciencia para los seres de la noche, como ella.
No sabía cómo, pero había llegado a la azotea de un edificio cercano a la imponente catedral ¿Sería acaso una señal para lo que venía?
Estaba tirada en el suelo, con el precioso vestido azul rasgado y maltrecho, como si cientos de pequeñas garras hubiesen tratado de retenerla a la fuerza. Las estrellas no podían sino verse favorecidas por el aun cálido clima primaveral, que permitía un cielo despejado, prefecto para darle paso al sol destructor. Su rostro que se había ido volviendo más pálido con los años, miraba impasible la luna, o lo que quedaba de ella.
Sin duda estaba aquí voluntariamente, pese a que su anterior estado de delirio la había traído hasta aquí, a este momento y en este preciso lugar. Solo quería dejar de sufrir…
- Tu mayor enemigo será el sol – dijo en voz baja, repitiendo las palabras que su creador había pronunciado mientras le daba de beber su sangre.
- Hubiese deseado que mi consciencia pudiese resistir un poco más, pero ya no lo soporto – dijo mientras una tibia lagrima corría por su mejilla – pero supongo que el mundo de los inmortales no está hecho para los débiles.
Una fresca ráfaga de viento puso bruscamente algunos cabellos sobre su rostro, el incesante movimiento de éstos sobre sus ojos le llegó a molestar tanto, que recostada como estaba, se volteó para acurrucarse como un nonato en el vientre materno, hasta que su desgarrador llanto termino por quebrar el silencio de la madrugada.
Los segundos parecían décadas completas y las sombras alrededor comenzaban a perecer, pues la luna y las estrellas que le eran su fuente de luz comenzaban a desaparecer.
- Ojalá… todo acabara… ahora – dijo de forma entrecortada pues su cuerpo y falta del vital líquido ya no le permitían seguir consciente.
No sabía cómo, pero había llegado a la azotea de un edificio cercano a la imponente catedral ¿Sería acaso una señal para lo que venía?
Estaba tirada en el suelo, con el precioso vestido azul rasgado y maltrecho, como si cientos de pequeñas garras hubiesen tratado de retenerla a la fuerza. Las estrellas no podían sino verse favorecidas por el aun cálido clima primaveral, que permitía un cielo despejado, prefecto para darle paso al sol destructor. Su rostro que se había ido volviendo más pálido con los años, miraba impasible la luna, o lo que quedaba de ella.
Sin duda estaba aquí voluntariamente, pese a que su anterior estado de delirio la había traído hasta aquí, a este momento y en este preciso lugar. Solo quería dejar de sufrir…
- Tu mayor enemigo será el sol – dijo en voz baja, repitiendo las palabras que su creador había pronunciado mientras le daba de beber su sangre.
- Hubiese deseado que mi consciencia pudiese resistir un poco más, pero ya no lo soporto – dijo mientras una tibia lagrima corría por su mejilla – pero supongo que el mundo de los inmortales no está hecho para los débiles.
Una fresca ráfaga de viento puso bruscamente algunos cabellos sobre su rostro, el incesante movimiento de éstos sobre sus ojos le llegó a molestar tanto, que recostada como estaba, se volteó para acurrucarse como un nonato en el vientre materno, hasta que su desgarrador llanto termino por quebrar el silencio de la madrugada.
Los segundos parecían décadas completas y las sombras alrededor comenzaban a perecer, pues la luna y las estrellas que le eran su fuente de luz comenzaban a desaparecer.
- Ojalá… todo acabara… ahora – dijo de forma entrecortada pues su cuerpo y falta del vital líquido ya no le permitían seguir consciente.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Cuando abrí los ojos lo primero que acerté a ver fue el cielo, un cielo que empezaba a clarearse. La noche estaba pasando y daba paso al amanecer, el solo no tardaría más de una hora en salir. Yo por el contrario todavía estaba al descubierto, concretamente, me encontraba en la azotea de uno de los edificios cercanos a mi casa. Seguramente os estareis preguntando el porque me encontraba allí, tan peligrosamente cerca abrasarme en lugar de estar cómodamente resguardado en mi guarida, pues la explicación es simple. Me agradaban las emociones y dado que tengo que pasarme todo el santo día hasta la noche encerrado en mi casa prefiero aprovechar hasta los últimos minutos de la oscuridad fuera. A menudo lo haría con la víctima de la noche más en esta ya la había abandonado hacia unas escasas dos horas.
Me debió despertar la pronta claridad que empezaba a estenderse pero no; lo que me despertó fueron los sollozos de alguna persona, concretamente mujer, cercana a mi posición. Lloraba, se lamentaba y hablaba entre murmuros que no me esforzé por entender. En parte debía agradecerle el que me despertara pues descuidadamente me había quedado dormido sin nada encima para que me protegiera, peligroso dado lo cerca que estaba el sol de salir.
Me desperecé y asenté sobre el suelo, bostezando a la par que me estiraba. Con lentitud me levanté del lugar y caminé rodeandolo; estaba en la parte trasera por lo que no podía ver de donde provenían esos lamentos. Tampoco es que me importaran demasiado, no era de mi incumbencia, pero de igual modo al ir hacia la puerta de salida no pude evitar observarla en el suelo tendida. Solo con verla y aspirar suavemente un poco de su aroma fue suficiente para hacerme saber que era una de los míos.
¿Qué hacer? Tenía toda la pinta de suicidarse a la salida de el sol. No me gustaban ese tipo de actos pues los encontraba de cobardes, y más en nuestra especie la cual podía vivir eternamente. Que lamentable...
Me acerqué hasta estar a un lado de su cuerpo, colocándome en cuclillas. La miré sin pronunciar palabra alguna. La repasé entera con mis celestes orbes - No me importas en lo más mínimo, pero no me agrada ver como uno de lo míos cae tan bajo como para dejar que le destruyan con tanta facilidad - murmuré en palabras que se las pudo llevar el viento perfectamente.
No pensaba quedarme con ella, eso estaba claro, pero tal vez consiguiera que entrara en razón. Por muy estúpida y extraña que fuese esa idea, lo consideraría mi buena acción del día.
Me debió despertar la pronta claridad que empezaba a estenderse pero no; lo que me despertó fueron los sollozos de alguna persona, concretamente mujer, cercana a mi posición. Lloraba, se lamentaba y hablaba entre murmuros que no me esforzé por entender. En parte debía agradecerle el que me despertara pues descuidadamente me había quedado dormido sin nada encima para que me protegiera, peligroso dado lo cerca que estaba el sol de salir.
Me desperecé y asenté sobre el suelo, bostezando a la par que me estiraba. Con lentitud me levanté del lugar y caminé rodeandolo; estaba en la parte trasera por lo que no podía ver de donde provenían esos lamentos. Tampoco es que me importaran demasiado, no era de mi incumbencia, pero de igual modo al ir hacia la puerta de salida no pude evitar observarla en el suelo tendida. Solo con verla y aspirar suavemente un poco de su aroma fue suficiente para hacerme saber que era una de los míos.
¿Qué hacer? Tenía toda la pinta de suicidarse a la salida de el sol. No me gustaban ese tipo de actos pues los encontraba de cobardes, y más en nuestra especie la cual podía vivir eternamente. Que lamentable...
Me acerqué hasta estar a un lado de su cuerpo, colocándome en cuclillas. La miré sin pronunciar palabra alguna. La repasé entera con mis celestes orbes - No me importas en lo más mínimo, pero no me agrada ver como uno de lo míos cae tan bajo como para dejar que le destruyan con tanta facilidad - murmuré en palabras que se las pudo llevar el viento perfectamente.
No pensaba quedarme con ella, eso estaba claro, pero tal vez consiguiera que entrara en razón. Por muy estúpida y extraña que fuese esa idea, lo consideraría mi buena acción del día.
Victorio Lambert- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Acurrucada para sobrellevar la fría brisa de la madrugada que comenzaba a teñirse de mañana, una fresca brisa le llevó a sus sentidos un aroma de mujer impregnado en un cuerpo al que no correspondía. Pero para cuando consiguió relacionar el aroma con la figura, era demasiado tarde, lo tenía peligrosamente cerca.
No sabía a ciencia cierta cuanto tiempo llevaba observándola, pero en uno de sus momentos de cordura consiguió captar unas cuantas palabras, que lograron hundirla un poco más. ¿Es que acaso esperaba importarle a alguien?
- ¿Entonces qué haces aquí? – murmuró lentamente – si no te importo… como dices… ¿Qué demonios haces aquí? – dijo recobrando algo de fuerza, apenas la suficiente como para incorporarse sobre los codos y así mirar directamente a los ojos a aquel extraño.
Se encontró de frente con los ojos azules más cristalinos y brillantes que había visto en su no tan larga existencia, esto la descolocó de tal manera que por un momento se perdió en ellos como en un profundo abismo. Pero extrañamente consiguió un efecto contrario al que se esperaría…
- ¡Aléjate de mí! – dijo al momento en que le propinaba un fuerte empujón que fácilmente podría desestabilizarlo para hacerlo caer en las gélidas baldosas de la azotea.
Fue un acto estúpido y no tuvo problema en admitirlo, quizás esa osada acción tendría consecuencias graves, ya que no conocía ni las intenciones ni el nombre del inmortal que tenía ahora frente a ella.
La mañana estaba por comenzar, y dar paso al abrazador sol que seguramente acabaría con su vida en unos pocos instantes. Le sorprendía que el joven no estuviese guarecido aun, más aun después de meditar las primeras que habían cruzado. Pero de un momento a otro, esas palabras llenas de rabia que le lanzó se trabaron para transformarse en tormentosas lágrimas.
De un momento a otro, y de forma imprevista como un rayo que se cernía durante una cruda tormenta, Carmmine en un acto ya casi de desesperación se lanzó a los brazos del desconocido, quizás tratando de buscar un inexistente consuelo que intuía no sería recíproco.
No sabía a ciencia cierta cuanto tiempo llevaba observándola, pero en uno de sus momentos de cordura consiguió captar unas cuantas palabras, que lograron hundirla un poco más. ¿Es que acaso esperaba importarle a alguien?
- ¿Entonces qué haces aquí? – murmuró lentamente – si no te importo… como dices… ¿Qué demonios haces aquí? – dijo recobrando algo de fuerza, apenas la suficiente como para incorporarse sobre los codos y así mirar directamente a los ojos a aquel extraño.
Se encontró de frente con los ojos azules más cristalinos y brillantes que había visto en su no tan larga existencia, esto la descolocó de tal manera que por un momento se perdió en ellos como en un profundo abismo. Pero extrañamente consiguió un efecto contrario al que se esperaría…
- ¡Aléjate de mí! – dijo al momento en que le propinaba un fuerte empujón que fácilmente podría desestabilizarlo para hacerlo caer en las gélidas baldosas de la azotea.
Fue un acto estúpido y no tuvo problema en admitirlo, quizás esa osada acción tendría consecuencias graves, ya que no conocía ni las intenciones ni el nombre del inmortal que tenía ahora frente a ella.
La mañana estaba por comenzar, y dar paso al abrazador sol que seguramente acabaría con su vida en unos pocos instantes. Le sorprendía que el joven no estuviese guarecido aun, más aun después de meditar las primeras que habían cruzado. Pero de un momento a otro, esas palabras llenas de rabia que le lanzó se trabaron para transformarse en tormentosas lágrimas.
De un momento a otro, y de forma imprevista como un rayo que se cernía durante una cruda tormenta, Carmmine en un acto ya casi de desesperación se lanzó a los brazos del desconocido, quizás tratando de buscar un inexistente consuelo que intuía no sería recíproco.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
La bipolaridad de la muchacha me dejó ciertamente desconcertado. Tenía motivos para echarme, porsupuesto y se notaba que no la había ayudado bastante en su momento de depresión. Realmente tampoco lo pretendía, simplemente estaba siendo sincero con ella. Más sabía, mejor dicho, notaba esa aura de lamento que la rodeaba. Tan asquerosamente lamentable que incluso puedo decir que fue lo que me atrajo hacia ella. ¿A caso no tenía a nadie a quien darle la bara? en resumidas cuentas, estaba tan sola como yo. Sí, yo desde que me había separado de Edgar estaba completamente solo pero la abismal diferencia entre nosotros era claramente que yo lo deseaba. La compañía no era mi punto fuerte.
Suspiré y llevé una de mis manos hasta los ojos para frotarlos con suavidad justo en el momento en que sentí su cuerpo abalanzarse sobre el mío. Tal y como lo hubiese echo cualquiera que estuviera desesperado. Y al parecer así era, estaba tan desesperada esa chica que tan pronto podía empujarme como tirarseme encima.
La pregunta que me hizo fue buena, realmente muy buena. Pues ni yo mismo podía contestarme a menos que fuera con la que tenía en mente en ese momento. - ¿Qué hago aquí? - repetí de nuevo sus palabras algo irónicamente todavía sin destaparme los ojos. La pequeña claridad que empezaba a hacer era suficiente para dañarme la vista; el inconveniente de tener esos tan hermosos pero a la vez claros ojos. - Pues una estupidez ¿no es obvio? - hablaba más para mi mismo que para la joven que sollozaba en mi hombro.
Pasé un brazo por su cintura, involuntariamente acunandola. Me sentía realmente extraño en ese momento dado que mis encuentros con mujeres no acababan precisamente así. Y si producían lágrimas no era precisamente de ese estilo, en cualquier caso, no iba a dejarla allí sola hasta que amaneciera. Ya que había metido las narices tendría que hundirlas hasta el fondo.
Sin decir nada me asenté con ella todavía en brazos y de un salto me levanté manteniendola a ella agarrada por la espalda y por las piernas. Caminaba fuera del lugar; no la dejé en el suelo en ningún momento - Más vale que ahora no te de uno de tus ataques, estate quieta - aquello fue más una orden que una sugerencia pues estaba bajando las escaleras y podría armarse buena si se le ocurría patalear. Por el momento pretendía que estuviera mansa, por mucho que fuese una mujer sabía la fuerza que tenía y que aún estando débil llegaría a competir con la mía.
Ey, me gusta tú nueva imagen / Siento el retraso.
Suspiré y llevé una de mis manos hasta los ojos para frotarlos con suavidad justo en el momento en que sentí su cuerpo abalanzarse sobre el mío. Tal y como lo hubiese echo cualquiera que estuviera desesperado. Y al parecer así era, estaba tan desesperada esa chica que tan pronto podía empujarme como tirarseme encima.
La pregunta que me hizo fue buena, realmente muy buena. Pues ni yo mismo podía contestarme a menos que fuera con la que tenía en mente en ese momento. - ¿Qué hago aquí? - repetí de nuevo sus palabras algo irónicamente todavía sin destaparme los ojos. La pequeña claridad que empezaba a hacer era suficiente para dañarme la vista; el inconveniente de tener esos tan hermosos pero a la vez claros ojos. - Pues una estupidez ¿no es obvio? - hablaba más para mi mismo que para la joven que sollozaba en mi hombro.
Pasé un brazo por su cintura, involuntariamente acunandola. Me sentía realmente extraño en ese momento dado que mis encuentros con mujeres no acababan precisamente así. Y si producían lágrimas no era precisamente de ese estilo, en cualquier caso, no iba a dejarla allí sola hasta que amaneciera. Ya que había metido las narices tendría que hundirlas hasta el fondo.
Sin decir nada me asenté con ella todavía en brazos y de un salto me levanté manteniendola a ella agarrada por la espalda y por las piernas. Caminaba fuera del lugar; no la dejé en el suelo en ningún momento - Más vale que ahora no te de uno de tus ataques, estate quieta - aquello fue más una orden que una sugerencia pues estaba bajando las escaleras y podría armarse buena si se le ocurría patalear. Por el momento pretendía que estuviera mansa, por mucho que fuese una mujer sabía la fuerza que tenía y que aún estando débil llegaría a competir con la mía.
Ey, me gusta tú nueva imagen / Siento el retraso.
Victorio Lambert- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Se había dejado llevar largamente por sus emociones, aquellas que trataba de mantener a raya para que no ocurrieran eventos como el de esta madrugada. Pero no sacaba nada con lamentarse en estos momentos en que el extraño joven terminaba por hacer lo que el mismo denominó como una estupidez.
Sintió un escalofrío como una corriente eléctrica en todo su cuerpo cuando el joven puso su brazo en su cintura, era una sensación que no sentía desde… No, no debía pensar en ello. Menos ahora que cargada en los brazos de un completo desconocido bajaba las escaleras del edificio que pudo haber sido su lugar de descanso eterno, y no en el romántico sentido de una vida inmortal. “Estate quieta” alcanzó a escuchar cerca de su oído, pero tenía algo de miedo de resbalarse y causar enfado en el poco ortodoxo héroe, así que rápidamente enlazó sus brazos en el cuello del joven, dejando su cabeza caer en sus fuertes hombros y tratando además, de respirar lo lento y acompasado para que el tibio aire que emanaba de sus labios causara menos molestias en su cuello.
No era necesario que le ordenara que no se moviera, estaba extrañamente cómoda en aquellos brazos, de no ser por los brincos que causaban los escalones. De pronto vino a su mente una melodía que había escuchado a una niña pequeña cantar en Londres, y no pudo evitar comenzar a susurrarla.
- Lips, ripe as the berries in June… Skin, pale as the light of the moon… Gently as he goes… - comenzó a cantar en un perfecto inglés pero muy despacio, tanto que era difícil oírla pero seguramente no para los sentidos de un inmortal – Eyes, blue as the sea and the sky… Heart, burning like fire in the night… Gently as he goes –
Sin duda debía tener el semblante de una niña pequeña, cosa que a veces le molestaba ya que a pesar de llevar casi seis décadas de camino recorrido su cuerpo se había quedado estancado en los diecisiete años. Se preguntaba como la verían los cristalinos ojos del joven, ya que a pesar de que no entendía para nada lo que lo motivaba a rescatarla de ella misma, y del sol, se sentía atraída por su actitud algo indiferente.
- Perdón… - susurró despacio casi en un suspiro – perdón por todos los problemas que te he causado –
No sabía dónde la iba a llevar, más bien, no sabía siquiera si iba a llevarla a algún lugar donde ambos pudiesen esconderse del sol, y tenía miedo de que la pregunta lo hiciera enfadar. Así que calló, entregándose a lo que sucediera después.
Sintió un escalofrío como una corriente eléctrica en todo su cuerpo cuando el joven puso su brazo en su cintura, era una sensación que no sentía desde… No, no debía pensar en ello. Menos ahora que cargada en los brazos de un completo desconocido bajaba las escaleras del edificio que pudo haber sido su lugar de descanso eterno, y no en el romántico sentido de una vida inmortal. “Estate quieta” alcanzó a escuchar cerca de su oído, pero tenía algo de miedo de resbalarse y causar enfado en el poco ortodoxo héroe, así que rápidamente enlazó sus brazos en el cuello del joven, dejando su cabeza caer en sus fuertes hombros y tratando además, de respirar lo lento y acompasado para que el tibio aire que emanaba de sus labios causara menos molestias en su cuello.
No era necesario que le ordenara que no se moviera, estaba extrañamente cómoda en aquellos brazos, de no ser por los brincos que causaban los escalones. De pronto vino a su mente una melodía que había escuchado a una niña pequeña cantar en Londres, y no pudo evitar comenzar a susurrarla.
- Lips, ripe as the berries in June… Skin, pale as the light of the moon… Gently as he goes… - comenzó a cantar en un perfecto inglés pero muy despacio, tanto que era difícil oírla pero seguramente no para los sentidos de un inmortal – Eyes, blue as the sea and the sky… Heart, burning like fire in the night… Gently as he goes –
Sin duda debía tener el semblante de una niña pequeña, cosa que a veces le molestaba ya que a pesar de llevar casi seis décadas de camino recorrido su cuerpo se había quedado estancado en los diecisiete años. Se preguntaba como la verían los cristalinos ojos del joven, ya que a pesar de que no entendía para nada lo que lo motivaba a rescatarla de ella misma, y del sol, se sentía atraída por su actitud algo indiferente.
- Perdón… - susurró despacio casi en un suspiro – perdón por todos los problemas que te he causado –
No sabía dónde la iba a llevar, más bien, no sabía siquiera si iba a llevarla a algún lugar donde ambos pudiesen esconderse del sol, y tenía miedo de que la pregunta lo hiciera enfadar. Así que calló, entregándose a lo que sucediera después.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
No pasó mucho tiempo hasta que noté como alzaba sus brazos para rodear mi cuello y apoyaba su rostro sobre mi pecho, eso sin duda era un acto de sumisión por su parte. Por lo menos fue lo que entendí al no contestarme nada. La observé bajando ligeramente el rostro algo disimuladamente, como si lo que viera en realidad fueran las escaleras -que en parte si las veía- y me pareció bastante sobrecogedora la situación; como si de una niña pequeña se tratara. Me daba la sensación de que me acababa de convertir en algo así como su protector, de echo, acababa de evitar que se suicidara. Y era la primera vez que hacía algo así.
Yo, quien hacía ya más de un siglo había asesinado y violado simplemente por el puro placer de ver a la gente morir y su sangre. Ahora acababa de salvar a alguien totalmente ajeno a mi de que hiciera algo que ella misma quería. Estupido sí, pero que en el fondo deseaba ¿O tal vez no lo deseaba tanto? No puso tanta resistencia. En el fondo lo único que estaba era desesperada y sabía que a los vampiros podía atacarles la locura si estabamos demasiado tiempo solos. A aquellos más sentimentales y débiles psicológicamente, claro. A mi dudaba que el estar solo me volviera loco, en cualquier momento podía coger la compañía que se me diera la gana.
Volví el rostro hacia delante cuando ya empezamos a caminar por terreno plano, atravesando la catedral. Era curioso que dos vampiros como nosotros estuviesemos pisando ese suelo que muchos consideraban santo, aunque claro, a nosotros no nos afectaban las cruces ni nada por el estilo como muchos humanos creían. Todo eran cuentos; chorradas sumadas a las leyendas. Leyendas que yo mismo había creído alguna vez, hasta que me acabé convirtiendo en uno de ellos.
Me relamí los labios por inercia al notarmelos secos y miré disimuladamente hacia los lados. Hubo algunas personas que nos miraban extraño - "No pidas perdón; si he acudido a ti ha sido por que he querido" - le hablé mediante telepatía, no solía utilizarla con humanos y de echo hacía ya años que no ponía seriamente en práctica mis habilidades. Más había cosas que prefería no decir en voz alta y en aquel lugar esa fue una de ellas.
No la miré en ningún momento ni supe si le habrían llegado o no mis palabras, simplemente continué caminando hacia delante. Hasta pararme frente a la puerta concretamente - Mierda, está amaneciendo - murmuré refunfuñando para mi mismo. Observaba que los rayos de sol empezaban a hacer meya en algunas partes de la calle más otras permanecían a la sombra. Sin pensarlo demasiado reforcé el agarré de la muchacha con un pequeño bote para que se agarrara mejor y salí veloz caminando por la sombra lo más pegado a las paredes que podía; buscando algún buen refugio donde poder quedarnos hasta que atardeciera o anocheciera.
Sí, ya sé que pensareis que la catedral era una buena idea pues estaba aislada. Pero ni loco me quedaba allí por más tiempo, esos lugares me daban repelús.
Cuando por fin vi una posada no dudé en entrar, al parecer habíamos pasado aquella especie de carrera de obstáculos por la sombra y ella no parecía malherida. Yo si noté una especie de quemón en uno de mis brazos más no duró demasiado por lo que preferí no pararme a mirarlo, sabía aguantar el dolor perfectamente.
- Una habitación - dije al que parecía el dueño del bareto que había allí dentro, probablemente también el encargado de las habitaciones. Su mirada no fue demasiado agradable si no más bien de desprecio. Antes de que pudiera decirme nada le miré fijamente a los ojos; parecía que iba a tener que poner en práctica otra cosa - Te pagaré luego ¿entendido? - no parpadee en ningún momento hasta que observé como su semblante cambiaba - Porsupuesto monsieur, tome, ¿le parece bien esta? no dude en decirme cualquier cosa que necesite estoy a su disposición - me pareció asquerosamente vulgar la sonrisa que apareció en su rostro de lado a lado pero sin más cogí la llave y subí hacia el piso de arriba.
Era increible lo vulnerables que eran las emociones humanas, las sabía manipular tan fácilemente que hasta me resultaba aburrido; habían sido ya muchos años.
Yo, quien hacía ya más de un siglo había asesinado y violado simplemente por el puro placer de ver a la gente morir y su sangre. Ahora acababa de salvar a alguien totalmente ajeno a mi de que hiciera algo que ella misma quería. Estupido sí, pero que en el fondo deseaba ¿O tal vez no lo deseaba tanto? No puso tanta resistencia. En el fondo lo único que estaba era desesperada y sabía que a los vampiros podía atacarles la locura si estabamos demasiado tiempo solos. A aquellos más sentimentales y débiles psicológicamente, claro. A mi dudaba que el estar solo me volviera loco, en cualquier momento podía coger la compañía que se me diera la gana.
Volví el rostro hacia delante cuando ya empezamos a caminar por terreno plano, atravesando la catedral. Era curioso que dos vampiros como nosotros estuviesemos pisando ese suelo que muchos consideraban santo, aunque claro, a nosotros no nos afectaban las cruces ni nada por el estilo como muchos humanos creían. Todo eran cuentos; chorradas sumadas a las leyendas. Leyendas que yo mismo había creído alguna vez, hasta que me acabé convirtiendo en uno de ellos.
Me relamí los labios por inercia al notarmelos secos y miré disimuladamente hacia los lados. Hubo algunas personas que nos miraban extraño - "No pidas perdón; si he acudido a ti ha sido por que he querido" - le hablé mediante telepatía, no solía utilizarla con humanos y de echo hacía ya años que no ponía seriamente en práctica mis habilidades. Más había cosas que prefería no decir en voz alta y en aquel lugar esa fue una de ellas.
No la miré en ningún momento ni supe si le habrían llegado o no mis palabras, simplemente continué caminando hacia delante. Hasta pararme frente a la puerta concretamente - Mierda, está amaneciendo - murmuré refunfuñando para mi mismo. Observaba que los rayos de sol empezaban a hacer meya en algunas partes de la calle más otras permanecían a la sombra. Sin pensarlo demasiado reforcé el agarré de la muchacha con un pequeño bote para que se agarrara mejor y salí veloz caminando por la sombra lo más pegado a las paredes que podía; buscando algún buen refugio donde poder quedarnos hasta que atardeciera o anocheciera.
Sí, ya sé que pensareis que la catedral era una buena idea pues estaba aislada. Pero ni loco me quedaba allí por más tiempo, esos lugares me daban repelús.
Cuando por fin vi una posada no dudé en entrar, al parecer habíamos pasado aquella especie de carrera de obstáculos por la sombra y ella no parecía malherida. Yo si noté una especie de quemón en uno de mis brazos más no duró demasiado por lo que preferí no pararme a mirarlo, sabía aguantar el dolor perfectamente.
- Una habitación - dije al que parecía el dueño del bareto que había allí dentro, probablemente también el encargado de las habitaciones. Su mirada no fue demasiado agradable si no más bien de desprecio. Antes de que pudiera decirme nada le miré fijamente a los ojos; parecía que iba a tener que poner en práctica otra cosa - Te pagaré luego ¿entendido? - no parpadee en ningún momento hasta que observé como su semblante cambiaba - Porsupuesto monsieur, tome, ¿le parece bien esta? no dude en decirme cualquier cosa que necesite estoy a su disposición - me pareció asquerosamente vulgar la sonrisa que apareció en su rostro de lado a lado pero sin más cogí la llave y subí hacia el piso de arriba.
Era increible lo vulnerables que eran las emociones humanas, las sabía manipular tan fácilemente que hasta me resultaba aburrido; habían sido ya muchos años.
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Ya había perdido toda voluntad y entregó su vida por completo al joven que le había salvado la vida, aunque en parte, haya sido en contra de su voluntad. Debía agradecérselo de todos modos, pero ya habría tiempo para ello si conseguían salvarse del sol. Le había hablado telepáticamente y ella bien pudo responder por el mismo medio, también tenía ese don, pero prefirió callar y concentrarse en no sonrojarse después de aquella frase, en cierto sentido, un poco romántica.
Notó que la gente que comenzaba a llegar a la catedral para la misa de la mañana los miraba de forma extraña, y no era para menos, después de todo la imagen de un hombre cargando a firmemente a una jovencita casi inconsciente no era una escena típica de un lugar como aquel. Y sabía que eso le incomodaría de sobremanera, al menos serviría para hacerles apurar el paso pues a través de las coloridas vidrieras comenzaban a verse los primeros rayos de luz.
Ya en la calle, sintió como de luego de un movimiento algo brusco su cuerpo comenzó a soltarse para darle más facilidad al joven que casi corriendo la llevaba a algún sitio donde pudiesen esconderse. Acabaron entrando a un lugar que parecía una posada, y aun en los brazos del joven, este pidió una habitación, y se disponía a decir que correría con los gastos ya que todo era su culpa, pero se le adelantó diciendo que pagaría luego. No permitiría que fuese de ese modo y ya se lo comentaría luego, aunque no fuese el tipo de lugar al que estaba acostumbrada, cualquier cosa era mejor que afuera a la intemperie.
- Por favor, no me bajes – le dijo telepáticamente también, ya que el que parecía el dueño del lugar seguía observándolos de forma extraña – No sé si pueda mantenerme en pie –
No había sufrido quemadura alguna, pero aun así sentía el aroma de la piel quemada, no se perdonaría si al joven le hubiese ocurrido algo por su culpa, y es que se tenía tan poca estima que no pensaba que su vida fuera tan importante.
El sujeto que atendía la posada se había volteado a buscar la llave de la habitación, tiempo que Carmmine aprovechó para buscar el lugar en que se había dañado la piel, y vio que había sido en su brazo, todo a causa de cargarla de aquella manera. Se lamentó interiormente mientras pasaba suavemente la mano sobre la herida, como queriendo sanarla. Ya se encargaría de ello cuando estuvieran solos, su maestro le había contado sobre las propiedades que tenía la sangre de los inmortales y una de ella era la de ayudar a una rápida recuperación de los tejidos, así que solo era cosa de verter algo de sangre en la herida, se lo debía después de todo lo que había hecho por ella.
Con una sonrisa algo maliciosa, seguramente pensando en lo que haría una pareja como aquella, se les entregó la llave de la habitación que habían pedido, la que Carmmine tuvo que recibir dado que el joven tenía ocupadas sus manos. Rápidamente buscaron la habitación indicada, debían entrar y cerrar las cortinas o todo lugar que dejara entra la luz.
- Ya puedes bajarme – dijo una vez estaban adentro, tras lo cual finalmente pudo posar sus pies en el suelo, llevaba un buen rato en los brazos del joven, así que una especie de sentimiento de vacío la atacó cuando se separaron – Gracias –
Nuevamente se iba a dejar llevar por el ímpetu, y no le importaba si era apartada bruscamente, necesitaba sentir de nuevo la presencia del joven, así que intempestivamente se abalanzó hacia sus brazos.
- No quería causar problemas – dijo tristemente – pero ya no soportaba estar sola, gracias –
Luego, al ver que su vestido estaba rasgado en el brazo recordó la herida, sabía que tenía que ayudarle pero egoístamente se quedó con el rostro sobre el pecho del extraño, era más alto que ella, así que cuando decidió mirarlo a los ojos tuvo que levantar el rostro. De cierto modo no esperaba nada, quizás solo saber su nombre, pero no iba a hacer ni decir nada más hasta que se le indicara lo contrario.
Notó que la gente que comenzaba a llegar a la catedral para la misa de la mañana los miraba de forma extraña, y no era para menos, después de todo la imagen de un hombre cargando a firmemente a una jovencita casi inconsciente no era una escena típica de un lugar como aquel. Y sabía que eso le incomodaría de sobremanera, al menos serviría para hacerles apurar el paso pues a través de las coloridas vidrieras comenzaban a verse los primeros rayos de luz.
Ya en la calle, sintió como de luego de un movimiento algo brusco su cuerpo comenzó a soltarse para darle más facilidad al joven que casi corriendo la llevaba a algún sitio donde pudiesen esconderse. Acabaron entrando a un lugar que parecía una posada, y aun en los brazos del joven, este pidió una habitación, y se disponía a decir que correría con los gastos ya que todo era su culpa, pero se le adelantó diciendo que pagaría luego. No permitiría que fuese de ese modo y ya se lo comentaría luego, aunque no fuese el tipo de lugar al que estaba acostumbrada, cualquier cosa era mejor que afuera a la intemperie.
- Por favor, no me bajes – le dijo telepáticamente también, ya que el que parecía el dueño del lugar seguía observándolos de forma extraña – No sé si pueda mantenerme en pie –
No había sufrido quemadura alguna, pero aun así sentía el aroma de la piel quemada, no se perdonaría si al joven le hubiese ocurrido algo por su culpa, y es que se tenía tan poca estima que no pensaba que su vida fuera tan importante.
El sujeto que atendía la posada se había volteado a buscar la llave de la habitación, tiempo que Carmmine aprovechó para buscar el lugar en que se había dañado la piel, y vio que había sido en su brazo, todo a causa de cargarla de aquella manera. Se lamentó interiormente mientras pasaba suavemente la mano sobre la herida, como queriendo sanarla. Ya se encargaría de ello cuando estuvieran solos, su maestro le había contado sobre las propiedades que tenía la sangre de los inmortales y una de ella era la de ayudar a una rápida recuperación de los tejidos, así que solo era cosa de verter algo de sangre en la herida, se lo debía después de todo lo que había hecho por ella.
Con una sonrisa algo maliciosa, seguramente pensando en lo que haría una pareja como aquella, se les entregó la llave de la habitación que habían pedido, la que Carmmine tuvo que recibir dado que el joven tenía ocupadas sus manos. Rápidamente buscaron la habitación indicada, debían entrar y cerrar las cortinas o todo lugar que dejara entra la luz.
- Ya puedes bajarme – dijo una vez estaban adentro, tras lo cual finalmente pudo posar sus pies en el suelo, llevaba un buen rato en los brazos del joven, así que una especie de sentimiento de vacío la atacó cuando se separaron – Gracias –
Nuevamente se iba a dejar llevar por el ímpetu, y no le importaba si era apartada bruscamente, necesitaba sentir de nuevo la presencia del joven, así que intempestivamente se abalanzó hacia sus brazos.
- No quería causar problemas – dijo tristemente – pero ya no soportaba estar sola, gracias –
Luego, al ver que su vestido estaba rasgado en el brazo recordó la herida, sabía que tenía que ayudarle pero egoístamente se quedó con el rostro sobre el pecho del extraño, era más alto que ella, así que cuando decidió mirarlo a los ojos tuvo que levantar el rostro. De cierto modo no esperaba nada, quizás solo saber su nombre, pero no iba a hacer ni decir nada más hasta que se le indicara lo contrario.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Al poco que nos dieran la llave noté que la muchacha continuaba despierta pues la agarró en mi lugar, algo que le tocaba hacer pues yo solo podía haberla cogido con la punta de una de mis manos. Estaban ciertamente ocupadas al agarrarla, aún así me las habría apañado, como siempre, no necesitaba la ayuda de nadie. Podía sonar un gesto orgulloso pero, por lo menos en mi caso, era simplemente verdad. No necesitaba esa ayuda que al mismo tiempo tampoco me molestó.
Simplemente me dirigí hacia la habitación que nos había tocado, la diez, y no solté su cuerpo hasta que estuvimos ya dentro. Ella me lo había dicho mediante telepatía, por lo visto era también una de sus facultades, pero a parte no tenia mucho sentido que la hubiese agarrado por ver lo débil que estaba y la soltase antes de subir las escaleras. Una vez más un gesto innecesario por su parte, lo tenía todo pensado y así es como se dió. Una vez dentro de la habitación bajé uno de mis brazos para que ella pudiera tocar ya con sus pies el suelo; cosa que no tardó en ocurrir.
Solo moví la cabeza ligeramente en un signo de afirmación como respuesta a su agradecimiento, no mucha gente solía darme las gracias a menudo. Más porque no hacía cosas de agradecer que porque fuesen maleducados o algo por el estilo. Simplemente no estaba acostumbrado a hacer "buenas acciones" aquello había sido algo fuera de lo común.
Suspiré saliendo de mis pensamientos cuando volví a sentir su cuerpo junto al mío. Nada más dejarla me abrazó con bastante fuerza, o bueno, con toda la fuerza que poseía en ese momento es decir no demasiada. Tal y como había imaginado la soledad le había llevado a ese momento tan lamentable; posiblemente de no ser así habría acabado en la locura, tal vez en morderse a ella misma hasta morir. Muchas maneras de muerte para un vampiro se me pasaban en ese momento por la cabeza. Torturas para alargar la vida en constante sufrimiento; cosas que yo mismo había echo. Cosas que permanecían en el pasado inolvidables.
Bajé el rostro para mirarla, observando que ella también me miraba fijamente, no aparté la mirada en ningún momento. Una de mis manos la llevé hasta su cintura y la otra hasta su mentón para agarrarlo con cierta fuerza. Un gesto que siempre demostraba poder sobre la persona en la cual se ejercía. La obligué a que la alzara algo más y agaché ligeramente mi torso, de manera que nuestros rostro quedaran relativamente cerca. La estaba analizando de una manera rápida.
No dije nada, tampoco consideré que hicieran falta palabras en ese momento y no me consideraba muy hablador. Besé sus labios y cerré al mismo tiempo mis ojos, soltandole el mentón. Esa mano recorrió su cuerpo hasta llegar a donde se encontraba la otra, pegandola a mi más de lo que ya estaba.
Tardé cosa de segundos en separarme de ellos, separandome también de su cuerpo y caminando hacia las cortinas - Esto es lo que puedo ofrecerte si te quedas conmigo, no te sentirás sola, supongo - sonreí ladino aunque estaba de espaldas a ella por lo que no podría verme - Sino puedes marcharte, pero ahora mismo tengo ganas de follar y de comer y no saldré de aquí hasta que anochezca; así que tú eliges - la miré durante unos instantes de reojo y seguidamente cruzé la habitación hasta donde se encontraban la otra ventana, bajándole las persianas y cerrándoles las cortinas.
Se hizo la oscuridad dentro de la pequeña habitación y aunque podía encender la luz yo siempre había preferido ese ambiente. Además de que mi vista me permitía ver, si bien no como se vería con luz, pero si lo suficiente como para saber lo que ocurría allí dentro.
Simplemente me dirigí hacia la habitación que nos había tocado, la diez, y no solté su cuerpo hasta que estuvimos ya dentro. Ella me lo había dicho mediante telepatía, por lo visto era también una de sus facultades, pero a parte no tenia mucho sentido que la hubiese agarrado por ver lo débil que estaba y la soltase antes de subir las escaleras. Una vez más un gesto innecesario por su parte, lo tenía todo pensado y así es como se dió. Una vez dentro de la habitación bajé uno de mis brazos para que ella pudiera tocar ya con sus pies el suelo; cosa que no tardó en ocurrir.
Solo moví la cabeza ligeramente en un signo de afirmación como respuesta a su agradecimiento, no mucha gente solía darme las gracias a menudo. Más porque no hacía cosas de agradecer que porque fuesen maleducados o algo por el estilo. Simplemente no estaba acostumbrado a hacer "buenas acciones" aquello había sido algo fuera de lo común.
Suspiré saliendo de mis pensamientos cuando volví a sentir su cuerpo junto al mío. Nada más dejarla me abrazó con bastante fuerza, o bueno, con toda la fuerza que poseía en ese momento es decir no demasiada. Tal y como había imaginado la soledad le había llevado a ese momento tan lamentable; posiblemente de no ser así habría acabado en la locura, tal vez en morderse a ella misma hasta morir. Muchas maneras de muerte para un vampiro se me pasaban en ese momento por la cabeza. Torturas para alargar la vida en constante sufrimiento; cosas que yo mismo había echo. Cosas que permanecían en el pasado inolvidables.
Bajé el rostro para mirarla, observando que ella también me miraba fijamente, no aparté la mirada en ningún momento. Una de mis manos la llevé hasta su cintura y la otra hasta su mentón para agarrarlo con cierta fuerza. Un gesto que siempre demostraba poder sobre la persona en la cual se ejercía. La obligué a que la alzara algo más y agaché ligeramente mi torso, de manera que nuestros rostro quedaran relativamente cerca. La estaba analizando de una manera rápida.
No dije nada, tampoco consideré que hicieran falta palabras en ese momento y no me consideraba muy hablador. Besé sus labios y cerré al mismo tiempo mis ojos, soltandole el mentón. Esa mano recorrió su cuerpo hasta llegar a donde se encontraba la otra, pegandola a mi más de lo que ya estaba.
Tardé cosa de segundos en separarme de ellos, separandome también de su cuerpo y caminando hacia las cortinas - Esto es lo que puedo ofrecerte si te quedas conmigo, no te sentirás sola, supongo - sonreí ladino aunque estaba de espaldas a ella por lo que no podría verme - Sino puedes marcharte, pero ahora mismo tengo ganas de follar y de comer y no saldré de aquí hasta que anochezca; así que tú eliges - la miré durante unos instantes de reojo y seguidamente cruzé la habitación hasta donde se encontraban la otra ventana, bajándole las persianas y cerrándoles las cortinas.
Se hizo la oscuridad dentro de la pequeña habitación y aunque podía encender la luz yo siempre había preferido ese ambiente. Además de que mi vista me permitía ver, si bien no como se vería con luz, pero si lo suficiente como para saber lo que ocurría allí dentro.
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Sintió como bruscamente era acercada aún más al joven y luego como su rostro era forzado a mirar hacia arriba, como si quisiera hipnotizarla con aquellos cristalinos ojos azules, y lo consiguió. Ya que de haber estado en pleno uso de su voluntad habría forcejeado para separarse del él, antes de que se acercara peligrosamente a su rostro. De pronto, forzadamente la besó, haciéndola dar un pequeño gemido, antes de rendirse ante él. Le devolvió aquel tierno pero apasionado beso, mientras sentía como ambas manos se posaban en su cintura. No quería separarse él, ya la había embobado lo suficiente como para pedirle lo que quisiera.
No sabía cuánto tiempo pasó hasta que el joven se había apartado de ella para asegurar las cortinas, quizás no habían sido más que unos segundos, pero le habían parecido una eternidad. Le escucho ofrecerle su compañía, y seguramente estaba riendo mientras lo decía, pero la verdad es que a su lado se había olvidado de todo, incluso de que estaba sola. Tenía muchas ganas de hacérselo saber, pero algo se lo impidió y justo a tiempo, ya que su acompañante le acababa de hacer presente sus intenciones ¿Se lo tomaría acaso como una forma de agradecimiento?
- Yo nunca… he… - dijo sonrojándose ridículamente, pero era cierto. La única persona con que estuvo dispuesta a hacerlo veía el sexo como algo de piel, prescindiendo del acto principal para dejar paso a la excitación llena de interminables preliminares, pero era parte de su pasado, y ahora solo estaban ella y el joven – Yo nunca he hecho el amor con nadie – consiguió hablar más valientemente, a pesar que de que esperaba unas cuantas risas ante tal confesión.
Lo cierto es que le importaba mucho lo que él pensara, pero esta vez no se acobardaría. Se volteó mirando al suelo y apartó su largo y rizado cabello, dejando el lado izquierdo de su cuello despejado como un claro signo de sumisión, le estaba permitiendo alimentarse de ella, ya que era una de las cosas que Carmmine entendió como condiciones que le había impuesto para quedarse en la misma habitación.
- Adelante – dijo ya tristemente resignada – Puedes alimentarte de mí si quieres, porque no creo poder complacer lo primero –
Tenía miedo, y trataba de ocultarlo de su rostro pero no sabía hasta qué punto ello era efectivo, no es que su virginidad le importara tanto, pero si su integridad psicológica, y sabía que algo como aquello podría marcarla de por vida. Por otro lado, tenía curiosidad de explorar esas emociones, pero su acompañante no se enteraría de ello. En resumen estaba confundida, aunque esto no importaba tanto ya que si era forzada a algo no tendría la fuerza suficiente como para resistirse.
De pronto comenzó a temblar, creyó que en cualquier momento podría desmayarse pero necesitaba ser fuerte para tratar de saldar la deuda que había contraído en la azotea donde pensó sacrificarse. Tenía la secreta ilusión de que en esa posición tomara su sangre ¿Era otra forma de sacrificio?, el solo hecho de tenerlo cerca la reconfortaba a pesar de que no lo conocía, ni siquiera sabía su nombre.
- Mi nombre es Carmmine Von Misson, aunque no creo que te importe tanto – dijo mientras levantaba la mirada hacia el techo de la habitación – Será mejor que te apresures antes de que me arrepienta –
No es que estuviese impaciente por ser ultrajada, pero quería que todo acabara pronto para poder finalmente dejarse invadir por el sueño y recuperar algo de la energía perdida. Tenía miedo de volverle a mirar a los ojos y dejarse llevar otra vez, por eso prefería que todo pasara en esa posición, donde no caía en riesgo de volverse una muñeca sin voluntad propia.
No sabía cuánto tiempo pasó hasta que el joven se había apartado de ella para asegurar las cortinas, quizás no habían sido más que unos segundos, pero le habían parecido una eternidad. Le escucho ofrecerle su compañía, y seguramente estaba riendo mientras lo decía, pero la verdad es que a su lado se había olvidado de todo, incluso de que estaba sola. Tenía muchas ganas de hacérselo saber, pero algo se lo impidió y justo a tiempo, ya que su acompañante le acababa de hacer presente sus intenciones ¿Se lo tomaría acaso como una forma de agradecimiento?
- Yo nunca… he… - dijo sonrojándose ridículamente, pero era cierto. La única persona con que estuvo dispuesta a hacerlo veía el sexo como algo de piel, prescindiendo del acto principal para dejar paso a la excitación llena de interminables preliminares, pero era parte de su pasado, y ahora solo estaban ella y el joven – Yo nunca he hecho el amor con nadie – consiguió hablar más valientemente, a pesar que de que esperaba unas cuantas risas ante tal confesión.
Lo cierto es que le importaba mucho lo que él pensara, pero esta vez no se acobardaría. Se volteó mirando al suelo y apartó su largo y rizado cabello, dejando el lado izquierdo de su cuello despejado como un claro signo de sumisión, le estaba permitiendo alimentarse de ella, ya que era una de las cosas que Carmmine entendió como condiciones que le había impuesto para quedarse en la misma habitación.
- Adelante – dijo ya tristemente resignada – Puedes alimentarte de mí si quieres, porque no creo poder complacer lo primero –
Tenía miedo, y trataba de ocultarlo de su rostro pero no sabía hasta qué punto ello era efectivo, no es que su virginidad le importara tanto, pero si su integridad psicológica, y sabía que algo como aquello podría marcarla de por vida. Por otro lado, tenía curiosidad de explorar esas emociones, pero su acompañante no se enteraría de ello. En resumen estaba confundida, aunque esto no importaba tanto ya que si era forzada a algo no tendría la fuerza suficiente como para resistirse.
De pronto comenzó a temblar, creyó que en cualquier momento podría desmayarse pero necesitaba ser fuerte para tratar de saldar la deuda que había contraído en la azotea donde pensó sacrificarse. Tenía la secreta ilusión de que en esa posición tomara su sangre ¿Era otra forma de sacrificio?, el solo hecho de tenerlo cerca la reconfortaba a pesar de que no lo conocía, ni siquiera sabía su nombre.
- Mi nombre es Carmmine Von Misson, aunque no creo que te importe tanto – dijo mientras levantaba la mirada hacia el techo de la habitación – Será mejor que te apresures antes de que me arrepienta –
No es que estuviese impaciente por ser ultrajada, pero quería que todo acabara pronto para poder finalmente dejarse invadir por el sueño y recuperar algo de la energía perdida. Tenía miedo de volverle a mirar a los ojos y dejarse llevar otra vez, por eso prefería que todo pasara en esa posición, donde no caía en riesgo de volverse una muñeca sin voluntad propia.
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Mis ojos se abrieron casi como platos al escuchar las palabras de ella. ¿VIrgen? Una vampira ¿Virgen? Me repetía a mi mismo las palabras varias veces en la cabeza, poniendo una expresión de total confusión aprovechando que mi rostro estaba volteado y no podía verme. No muy a menudo solían sorprenderme de aquella manera y puedo aseguraros que ella lo hizo ¡y de qué manera! Por otra parte eso cambiaba las cosas, empezé a sentir que había sido algo duro con ella; se veía realmente frágil después de todo. Muy independiente de los demás y por eso mismo no podía creer que todavía fuese virgen, me la imaginaba más bien vendiendose con tal de tener compañía. Estaba claro que me equivocaba y, tal vez, tras esa independencia se escondía una vampiresa orgullosa; lo suficiente como para morir antes de ofrecer su cuerpo.
Me llevé una de mis manos a la cabeza, acariciandome ligeramente las sienes. La situación empezaba a superarme y también la herida del brazo me había quitado fuerzas, por ende, aumentaba el cansancio. Lo que necesitaba claramente era sangre para recuperarme; la manera en la que ella me la estaba ofreciendo era ¿apetecible? sí, pero poco atractiva. Me agradaba conseguirla por mis propios medios y si no beberla de otra manera. Tan secamente no me sentaba siquiera bien.
Me acerqué con paso lento y ligero. Al estar a unos centímetros de distancia observé esa parte del cuello, con ligera tentación, más únicamente llevé una mano a la zona para acariciarla con un par de dedos. Podrían pensar que era un gesto cariñoso pero en realidad solo revisaba el terreno. Esos mismos dedos se deslizaron hasta tomar el mentón de la joven, obligandola a poner la cabeza recta y alzandosela para que me miraba. Penetrandole casi con mis ojos - Llámame Victorio - tal vez la presentación sonó algo cabernícola, pero en ese momento a decir verdad no sabía muy bien que palabras decirle. Hacía ya bastante tiempo que no trataba con virgenes, o por lo menos no de ese estilo. Las últimas no me traían buenos recuerdos, definitivamente había cambiado desde entonces.
Le dí un repaso entero, de arriba a abajo sin dejarme ninguna parte de su cuerpo; asegurandome de que sintiera que inclusive casi le traspasaba de la ropa - ¿Cómo es posible? Una vampira virgen; es la primera vez que oigo de ello - con esto tal vez pecara de inocente -por muy increible que sonara después de todas mis experiencias- pero acababa de comprobar que para todo había una primera vez en la vida - ¿A caso no has tenido ningún compañero? ¿O esque hace poco que te han convertido? - las preguntas salían solas de mi boca, sin darle tiempo a la joven de que me respondiera; nisiquiera cambiando mi semblante. - La verdad, me confundes.. - confesé y entrecerré mis ojos por unos segundos, soltandola.
Me rasqué ligeramente el cabello y me separé de ella, caminando hacia la cama - El que me complazcas o no lo decidiré yo, sin embargo, para que eso suceda primero tienes que tener ganas. - Me senté en la cama, empezando a quitarme los zapatos con mis propios pies como ayuda - Somos desconocidos y posiblemente si todavía eres virgen será porque no tienes interés en el sexo ¿o me equivoco? - alzé la vista para mirarla no más de un par de segundos. Después me tumbé en la cama - Sin embargo, yo no voy a beber de ti si no es mientras..tenemos sexo - estuve a punto de decir una palabra que hacía mucho tiempo no salía de mis labios "hacer el amor" concretamente; tal vez por lo aturdido que me había dejado su confesión. Se notaba que estaba empezando a afectarme.
Cerré los ojos y puse mis propios brazos como almuhada - Si no quieres solo dilo, necesito descansar y no voy a forzarte; no me apetece - la excusa fue innecesaria sin embargo, ya que era el día de las estupideces aprovecharía para soltar unas cuantas más y ponerlo como excusa - Ah y no hace falta que te vayas - abrí los ojos de nuevo para mirarla y seguidamente volvi a cerrarlos, respirando tranquilo.
Tal vez esperaba algún movimiento por su parte o tal vez no, pasara lo que pasara aquel no dejaría de ser uno de mis más curiosos días desde mi nueva vida.
Me llevé una de mis manos a la cabeza, acariciandome ligeramente las sienes. La situación empezaba a superarme y también la herida del brazo me había quitado fuerzas, por ende, aumentaba el cansancio. Lo que necesitaba claramente era sangre para recuperarme; la manera en la que ella me la estaba ofreciendo era ¿apetecible? sí, pero poco atractiva. Me agradaba conseguirla por mis propios medios y si no beberla de otra manera. Tan secamente no me sentaba siquiera bien.
Me acerqué con paso lento y ligero. Al estar a unos centímetros de distancia observé esa parte del cuello, con ligera tentación, más únicamente llevé una mano a la zona para acariciarla con un par de dedos. Podrían pensar que era un gesto cariñoso pero en realidad solo revisaba el terreno. Esos mismos dedos se deslizaron hasta tomar el mentón de la joven, obligandola a poner la cabeza recta y alzandosela para que me miraba. Penetrandole casi con mis ojos - Llámame Victorio - tal vez la presentación sonó algo cabernícola, pero en ese momento a decir verdad no sabía muy bien que palabras decirle. Hacía ya bastante tiempo que no trataba con virgenes, o por lo menos no de ese estilo. Las últimas no me traían buenos recuerdos, definitivamente había cambiado desde entonces.
Le dí un repaso entero, de arriba a abajo sin dejarme ninguna parte de su cuerpo; asegurandome de que sintiera que inclusive casi le traspasaba de la ropa - ¿Cómo es posible? Una vampira virgen; es la primera vez que oigo de ello - con esto tal vez pecara de inocente -por muy increible que sonara después de todas mis experiencias- pero acababa de comprobar que para todo había una primera vez en la vida - ¿A caso no has tenido ningún compañero? ¿O esque hace poco que te han convertido? - las preguntas salían solas de mi boca, sin darle tiempo a la joven de que me respondiera; nisiquiera cambiando mi semblante. - La verdad, me confundes.. - confesé y entrecerré mis ojos por unos segundos, soltandola.
Me rasqué ligeramente el cabello y me separé de ella, caminando hacia la cama - El que me complazcas o no lo decidiré yo, sin embargo, para que eso suceda primero tienes que tener ganas. - Me senté en la cama, empezando a quitarme los zapatos con mis propios pies como ayuda - Somos desconocidos y posiblemente si todavía eres virgen será porque no tienes interés en el sexo ¿o me equivoco? - alzé la vista para mirarla no más de un par de segundos. Después me tumbé en la cama - Sin embargo, yo no voy a beber de ti si no es mientras..tenemos sexo - estuve a punto de decir una palabra que hacía mucho tiempo no salía de mis labios "hacer el amor" concretamente; tal vez por lo aturdido que me había dejado su confesión. Se notaba que estaba empezando a afectarme.
Cerré los ojos y puse mis propios brazos como almuhada - Si no quieres solo dilo, necesito descansar y no voy a forzarte; no me apetece - la excusa fue innecesaria sin embargo, ya que era el día de las estupideces aprovecharía para soltar unas cuantas más y ponerlo como excusa - Ah y no hace falta que te vayas - abrí los ojos de nuevo para mirarla y seguidamente volvi a cerrarlos, respirando tranquilo.
Tal vez esperaba algún movimiento por su parte o tal vez no, pasara lo que pasara aquel no dejaría de ser uno de mis más curiosos días desde mi nueva vida.
Felicidades, me has sorprendido.
Victorio Lambert- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando lo sintió acercarse a ella, se mantendría firme, pasara lo que pasara. Toda esa sensación se intensificó cuando aquellos gélidos dedos rozaron su cuello, tenía miedo y no iba a negarlo, no podría ya que seguramente su cuerpo la estaba dejando en evidencia frente al joven. Nuevamente había sido forzada a voltearse de esa forma tan brusca y al no resistirse reafirmaba su completa sumisión, el hecho de que le levantara el mentón para mirarlo a los ojos la hizo caer en el mismo estado de estupor que anteriormente y es que esos diáfanos ojos azules la hipnotizaban como hacían los hipnotizadores de cobras.
- Victorio – pronuncio casi en un susurro, ahora al menos sabía su nombre del joven que la había salvado, era toda una pequeña conquista conocer ese detalle.
Notó como sus ojos recorrían todo su cuerpo y pensando en si sería digna de él, sus mejillas se tiñeron de rojo con la poca sangre que había bebido en casa, del plasma almacenado que había adquirido en el hospital, el que por cierto no tenía el mismo sabor que la sangre obtenida directamente de su fuente. En parte se sentía humillada, pero no por las acciones del joven que se había presentado como Victorio, sino que por algún extraño motivo no podía resistirse al ser tratada de esa forma.
Le estaba haciendo muchas preguntas a las que trató de ponerle atención, pero embobada seguía por esos ojos azules que se deslizaban por su cuerpo como una brusca caricia hasta que los párpados del joven hicieron que el trance se rompiera, proceso que terminó finalmente cuando se apartó de ella. Todo esto le había robado la fuerza, y al verlo alejarse hacia la cama creyó que había sido completamente rechazada lo que lejos de ser un alivio, que era lo esperable, se convirtió en un duro golpe. Así que se dejó caer pesadamente sobre el sofá sin respaldo que estaba al final de la cama, dándole la espalda nuevamente. La confundida ahora ella, pero creyó que lo mínimo que podía hacer era responder a las preguntas que le habían hecho.
- De compañero solo he tenido a mi creador – dijo ocultando la tristeza que le provocaba hablar del él – Y a él no le atraía el sexo en el sentido tradicional, así que sí lo hizo alguna vez, no fue conmigo – dijo suspirando casi con resignación – En cuanto a lo último, llevo casi cinco décadas siendo… esto, y como puedes ver fui convertida cuando apenas había cumplido los diecisiete años –
¿Complacerlo? Le escuchó decir aquello y bajó la mirada al piso para ocultar su rostro de sorpresa ¿Es que acaso no la acababa de rechazar? El peligro no había terminado, aunque no es que importara tanto. Interés en el sexo… nunca se lo había preguntado realmente así que no podría responder a ello, pero ciertamente le daba curiosidad, razón por la que muchas veces iba a burdeles a beber y oír el espectáculo que daban las cortesanas.
La frase que dijo después la había descolocado de sobremanera ¿Beber mientras tenían sexo? Carmmine pensó que quizás Victorio sería de aquellos inmortales que preferían la sangre de los suyos a la de los humanos o tal vez de aquellos más sanguinarios que disfrutaban con el juego masoquista, pero no lo sabía y no tenía muchas ganas de averiguarlo. Pero un suspiro de alivio se le escapó de los labios al oír que no sería forzada, al menos ahora, aunque de todos modos no tenía intenciones de irse y pedir una habitación aparte a pesar de que corriera el riesgo de que aquello sucediera. Y ahora haría algo de lo que esperaba no arrepentirse después.
Se levantó del sofá y se acercó lentamente a la cama, pero al lado contrario al que estaba ocupando Victorio. Lo miró por un momento, parecía algo cansado de todo esto y si es que estaba confundido o sorprendido lo ocultaba muy bien, en eso estaba cuando le vio el brazo y recordó la herida que se había hecho por su culpa…
- Déjame curarte la herida del brazo – dijo al momento en que se sentaba en la cama dándole la espalda nuevamente – Mi nuevo maestro en París me enseñó cómo hacerlo –
Se subió la manga del brazo izquierdo del vestido, más para que no le estorbara que para que no se ensuciara, pues el vestido estaba arruinado y tendría que tirarlo luego. No esperó una respuesta afirmativa, lo haría de todos modos, así que sacó una pequeña hoja afilada que llevaba en el corsé, en caso de emergencia, y rápidamente se hizo un corte en la mano que iba desde el dedo índice siguiendo la línea de la palma, cerrándola luego para evitar manchar el piso o la cama.
Acto seguido se arrodillo sobre la cama, cerca de Victorio, colocándole en brazo con la herida en posición horizontal y descubriéndole el mismo para no mancharle la camisa. Puso su mano sobre la herida, dejando que las gotas de sangre cayeran sobre ella, y luego acariciándola para que se esparciera lo suficiente. Su herida curaría muy rápidamente, pues tenía ese don, así que no importaba tanto. Posó por completo la mano en el brazo, esperando que su herida se cerrara, esperando que Victorio dijese o hiciese algo.
- Victorio – pronuncio casi en un susurro, ahora al menos sabía su nombre del joven que la había salvado, era toda una pequeña conquista conocer ese detalle.
Notó como sus ojos recorrían todo su cuerpo y pensando en si sería digna de él, sus mejillas se tiñeron de rojo con la poca sangre que había bebido en casa, del plasma almacenado que había adquirido en el hospital, el que por cierto no tenía el mismo sabor que la sangre obtenida directamente de su fuente. En parte se sentía humillada, pero no por las acciones del joven que se había presentado como Victorio, sino que por algún extraño motivo no podía resistirse al ser tratada de esa forma.
Le estaba haciendo muchas preguntas a las que trató de ponerle atención, pero embobada seguía por esos ojos azules que se deslizaban por su cuerpo como una brusca caricia hasta que los párpados del joven hicieron que el trance se rompiera, proceso que terminó finalmente cuando se apartó de ella. Todo esto le había robado la fuerza, y al verlo alejarse hacia la cama creyó que había sido completamente rechazada lo que lejos de ser un alivio, que era lo esperable, se convirtió en un duro golpe. Así que se dejó caer pesadamente sobre el sofá sin respaldo que estaba al final de la cama, dándole la espalda nuevamente. La confundida ahora ella, pero creyó que lo mínimo que podía hacer era responder a las preguntas que le habían hecho.
- De compañero solo he tenido a mi creador – dijo ocultando la tristeza que le provocaba hablar del él – Y a él no le atraía el sexo en el sentido tradicional, así que sí lo hizo alguna vez, no fue conmigo – dijo suspirando casi con resignación – En cuanto a lo último, llevo casi cinco décadas siendo… esto, y como puedes ver fui convertida cuando apenas había cumplido los diecisiete años –
¿Complacerlo? Le escuchó decir aquello y bajó la mirada al piso para ocultar su rostro de sorpresa ¿Es que acaso no la acababa de rechazar? El peligro no había terminado, aunque no es que importara tanto. Interés en el sexo… nunca se lo había preguntado realmente así que no podría responder a ello, pero ciertamente le daba curiosidad, razón por la que muchas veces iba a burdeles a beber y oír el espectáculo que daban las cortesanas.
La frase que dijo después la había descolocado de sobremanera ¿Beber mientras tenían sexo? Carmmine pensó que quizás Victorio sería de aquellos inmortales que preferían la sangre de los suyos a la de los humanos o tal vez de aquellos más sanguinarios que disfrutaban con el juego masoquista, pero no lo sabía y no tenía muchas ganas de averiguarlo. Pero un suspiro de alivio se le escapó de los labios al oír que no sería forzada, al menos ahora, aunque de todos modos no tenía intenciones de irse y pedir una habitación aparte a pesar de que corriera el riesgo de que aquello sucediera. Y ahora haría algo de lo que esperaba no arrepentirse después.
Se levantó del sofá y se acercó lentamente a la cama, pero al lado contrario al que estaba ocupando Victorio. Lo miró por un momento, parecía algo cansado de todo esto y si es que estaba confundido o sorprendido lo ocultaba muy bien, en eso estaba cuando le vio el brazo y recordó la herida que se había hecho por su culpa…
- Déjame curarte la herida del brazo – dijo al momento en que se sentaba en la cama dándole la espalda nuevamente – Mi nuevo maestro en París me enseñó cómo hacerlo –
Se subió la manga del brazo izquierdo del vestido, más para que no le estorbara que para que no se ensuciara, pues el vestido estaba arruinado y tendría que tirarlo luego. No esperó una respuesta afirmativa, lo haría de todos modos, así que sacó una pequeña hoja afilada que llevaba en el corsé, en caso de emergencia, y rápidamente se hizo un corte en la mano que iba desde el dedo índice siguiendo la línea de la palma, cerrándola luego para evitar manchar el piso o la cama.
Acto seguido se arrodillo sobre la cama, cerca de Victorio, colocándole en brazo con la herida en posición horizontal y descubriéndole el mismo para no mancharle la camisa. Puso su mano sobre la herida, dejando que las gotas de sangre cayeran sobre ella, y luego acariciándola para que se esparciera lo suficiente. Su herida curaría muy rápidamente, pues tenía ese don, así que no importaba tanto. Posó por completo la mano en el brazo, esperando que su herida se cerrara, esperando que Victorio dijese o hiciese algo.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Mantuve los ojos cerrados en todo momento, mientras escuchaba su breve historia sobre el anterior acompañante que había tenido. Menudo pardillo, pensé instantaneamente al decir que no le interesaba el sexo. A parte de Imbécil debía ser todo un muermo pues ese tipo de hombres extra-recatados aburrían hasta a los muertos y lo pero era que luego podían sacar todo lo reprimido en una sola "sesión". Sí, definitivamente sería eso que había dicho ella misma; cuando practicó el sexo no fue con ella. Debía irse de putas de vez en cuando y disimuladamente para que nadie lo supiera, como si con ello consiguiera mantener su imagen de persona "normal" aún siendo un degenerado por dentro.
La verdad esque me vinieron a la imagen cantidad de ideas sobre ese tipo, había conocido ya un par de personas así. Algunas mejores que otras pero que en el fondo acababan amando el sexo, tanto como para no atreverse a demostrarlo frente a otros simulando que no lo necesitaban. Yo sin duda no entraba en esa categoría pues si había algo en la vida que me gustara más que la sangre era precisamente eso, el sexo. Nada podría sustituir un buen polvo.
Ante el silencio que de repente se hizo abrí los ojos, observandola ahora a mi lado y manejando el brazo herido a su antojo. No opuse resistencia, tampoco me molestaba que quisiera curarmelo ya que después de todo me lo había echo por tenerla a ella en brazos. - Gracias pero igualmente se habría curado en un par de horas, yo también tengo esa característica - deduje que ella también podía curarse más rápidamente que otros vampiros dado que había aprendido hacía ya un tiempo que eso hacía de mi sangre curativa. Precisamente como estaba demostrandome la chica en ese instante.
Tras ser aplicada la sangre no tardó más de dos minutos en empezar a cerrarse a una velocidad realmente increible. - Claro que algo de ayuda nunca va mal - solté una pequeña carcajada formandose en mi rostro una leve sonrisa ladina cuando se curó por completo, moviendo el brazo ligeramente. El dolor se había ido por completo. - Creo que es la primera vez que se me cura una quemadura tan rapido - comenté sin apartar la vista del brazo más que unos segundos viendo ahora la pequeña raja que se había echo ella en una yema del dedo. La cogí de la muñeca y la atraje, dándole un lametón; antes de que se le cerrara.
Me pasé la lengua con el regusto de su sangre por los labios, saboreandola. Había sido poco pero suficiente - No está mal - la solté y devolví mi brazo a su lugar original tras mi cabeza - ¿Han bebido mucho de ti? Me da la sensación de que no - confesé, un comentario de más pero que simplemente salió de mis labios. Su sabor denotaba sin duda que todavía una parte de su cuerpo era pura, tan pura como puede ser alguien que supuestamente a vendido su alma al diablo.
La verdad esque me vinieron a la imagen cantidad de ideas sobre ese tipo, había conocido ya un par de personas así. Algunas mejores que otras pero que en el fondo acababan amando el sexo, tanto como para no atreverse a demostrarlo frente a otros simulando que no lo necesitaban. Yo sin duda no entraba en esa categoría pues si había algo en la vida que me gustara más que la sangre era precisamente eso, el sexo. Nada podría sustituir un buen polvo.
Ante el silencio que de repente se hizo abrí los ojos, observandola ahora a mi lado y manejando el brazo herido a su antojo. No opuse resistencia, tampoco me molestaba que quisiera curarmelo ya que después de todo me lo había echo por tenerla a ella en brazos. - Gracias pero igualmente se habría curado en un par de horas, yo también tengo esa característica - deduje que ella también podía curarse más rápidamente que otros vampiros dado que había aprendido hacía ya un tiempo que eso hacía de mi sangre curativa. Precisamente como estaba demostrandome la chica en ese instante.
Tras ser aplicada la sangre no tardó más de dos minutos en empezar a cerrarse a una velocidad realmente increible. - Claro que algo de ayuda nunca va mal - solté una pequeña carcajada formandose en mi rostro una leve sonrisa ladina cuando se curó por completo, moviendo el brazo ligeramente. El dolor se había ido por completo. - Creo que es la primera vez que se me cura una quemadura tan rapido - comenté sin apartar la vista del brazo más que unos segundos viendo ahora la pequeña raja que se había echo ella en una yema del dedo. La cogí de la muñeca y la atraje, dándole un lametón; antes de que se le cerrara.
Me pasé la lengua con el regusto de su sangre por los labios, saboreandola. Había sido poco pero suficiente - No está mal - la solté y devolví mi brazo a su lugar original tras mi cabeza - ¿Han bebido mucho de ti? Me da la sensación de que no - confesé, un comentario de más pero que simplemente salió de mis labios. Su sabor denotaba sin duda que todavía una parte de su cuerpo era pura, tan pura como puede ser alguien que supuestamente a vendido su alma al diablo.
Victorio Lambert- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
La piel de Victorio se sentía más cálida que la de Carmmine, seguramente porque se había alimentado recientemente, no quería dejar de sentir aquel tacto tan suave pero la herida ya se había curado asombrosamente rápido así que no tenía excusa para seguir tocándolo.
- La herida fue por mi culpa –dijo bajando la mirada en señal de disculpa – es lo mínimo que debería hacer, ello y correr con los gastos de la habitación – dijo apartándose de él, el dinero nunca había sido un problema, ni siquiera en los días en que aún era una ingenua mortal en Alemania, así que no se permitiría deberle más de lo que ya le debía al joven.
La lamida en su mano la había tomado por sorpresa ¿Es que acaso no dijo que no bebería su sangre a menos que fuera durante el sexo? No podía sentirse aliviada aun, el peligro a su lado parecía no alejarse nunca. Los comentarios que hizo sobre el sabor de su sangre le sonaron más bien a humillación, si bien era cierto, ese comentario la hirió.
Solo una persona había bebido de ella antes, y había sido su creador mismo, lo había hecho un par de veces más aparte de la ocasión en que la transformó y eso era todo.
Tanto su cuerpo como su sangre eran vírgenes, y seguramente eso sería algo peculiar en su especie, pero no se consideraba especial por ello, no se consideraba especial en absoluto, así que parecía no tener sentido responder a la pregunta que le hizo, pero de todos modos lo haría para no parecer irrespetuosa.
- Estas en lo correcto, aparte de esta vez – dijo enseñándole la mano que aún tenía algo de sangre coagulada – Solo cuando me transformaron y un par de veces más en que mi creador lo hizo – dijo mientras le lamía la sangre que aún le quedaba en la palma de la mano.
Era una respuesta concisa, no necesitaba darle más detalles ni ella tener que recordar más, después de todo es un pasado del que venía huyendo, y esa era la razón por la que se encontraba en París. Pensó que su salvador podría ser de aquellos vampiros que preferían la sangre de los suyos a la de los humanos, pero de ser así ¿Por qué había rechazado la suya? Humillada, sin suda se sentía humillada y rechazada; y no sabía por qué demonios le importaba tanto si eran un par de completos desconocidos.
Fue esa misma sensación de humillación la que consiguió sacarle un par de lágrimas más mientras volvía a bajar la mirada y dejaba que sus hombros cayeran, haciendo que su cuerpo pasara a un estado de tierna resignación. Pensó que debía hacer algo para cambiarlo, pero no sabía exactamente qué…
- Victorio… – susurró casi en un suspiro, le gustaba ese nombre, le gustaba pronunciarlo, le gustaba a quien pertenecía.
Aprovechando lo cerca que estaba de él, arrodillada, pasó una de sus piernas sobre su cuerpo, quedando sentada sobre Victorio, en un acto que desesperadamente se efectuaba para llamar su atención de una vez por todas. No tenía intención de hacer el amor con él, pero sí conseguiría que al menos bebiera de ella lo suficiente como para saciarse.
Tomó la misma hoja afilada con que se había hecho el corte en la palma de la mano, y se hizo un corte en el cuello de donde comenzó a emanar un río de sangre que se perdió en sus pechos.
- Adelante – dijo con algo de dificultad mientras acercaba su cuello a los labios de Victorio, ensuciándole sin querer, la camisa que ocultaría seguramente una piel tan pálida como la suya –
- La herida fue por mi culpa –dijo bajando la mirada en señal de disculpa – es lo mínimo que debería hacer, ello y correr con los gastos de la habitación – dijo apartándose de él, el dinero nunca había sido un problema, ni siquiera en los días en que aún era una ingenua mortal en Alemania, así que no se permitiría deberle más de lo que ya le debía al joven.
La lamida en su mano la había tomado por sorpresa ¿Es que acaso no dijo que no bebería su sangre a menos que fuera durante el sexo? No podía sentirse aliviada aun, el peligro a su lado parecía no alejarse nunca. Los comentarios que hizo sobre el sabor de su sangre le sonaron más bien a humillación, si bien era cierto, ese comentario la hirió.
Solo una persona había bebido de ella antes, y había sido su creador mismo, lo había hecho un par de veces más aparte de la ocasión en que la transformó y eso era todo.
Tanto su cuerpo como su sangre eran vírgenes, y seguramente eso sería algo peculiar en su especie, pero no se consideraba especial por ello, no se consideraba especial en absoluto, así que parecía no tener sentido responder a la pregunta que le hizo, pero de todos modos lo haría para no parecer irrespetuosa.
- Estas en lo correcto, aparte de esta vez – dijo enseñándole la mano que aún tenía algo de sangre coagulada – Solo cuando me transformaron y un par de veces más en que mi creador lo hizo – dijo mientras le lamía la sangre que aún le quedaba en la palma de la mano.
Era una respuesta concisa, no necesitaba darle más detalles ni ella tener que recordar más, después de todo es un pasado del que venía huyendo, y esa era la razón por la que se encontraba en París. Pensó que su salvador podría ser de aquellos vampiros que preferían la sangre de los suyos a la de los humanos, pero de ser así ¿Por qué había rechazado la suya? Humillada, sin suda se sentía humillada y rechazada; y no sabía por qué demonios le importaba tanto si eran un par de completos desconocidos.
Fue esa misma sensación de humillación la que consiguió sacarle un par de lágrimas más mientras volvía a bajar la mirada y dejaba que sus hombros cayeran, haciendo que su cuerpo pasara a un estado de tierna resignación. Pensó que debía hacer algo para cambiarlo, pero no sabía exactamente qué…
- Victorio… – susurró casi en un suspiro, le gustaba ese nombre, le gustaba pronunciarlo, le gustaba a quien pertenecía.
Aprovechando lo cerca que estaba de él, arrodillada, pasó una de sus piernas sobre su cuerpo, quedando sentada sobre Victorio, en un acto que desesperadamente se efectuaba para llamar su atención de una vez por todas. No tenía intención de hacer el amor con él, pero sí conseguiría que al menos bebiera de ella lo suficiente como para saciarse.
Tomó la misma hoja afilada con que se había hecho el corte en la palma de la mano, y se hizo un corte en el cuello de donde comenzó a emanar un río de sangre que se perdió en sus pechos.
- Adelante – dijo con algo de dificultad mientras acercaba su cuello a los labios de Victorio, ensuciándole sin querer, la camisa que ocultaría seguramente una piel tan pálida como la suya –
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Mis suposiciones resultaron correctas y el sabor de su sangre así me lo había "comunicado" era también prácticamente virgen de que tomaran su sangre. Algo todavía menos común que lo anterior, podían no haberla penetrado pero ¿mordido? Lo encontraba inconcebible, sobretodo para una mujer. Para una mujer como ella que se veía tan dependiente de otros; tanto como para pasar a ser ceniza antes que estar sola. Eso lo sabía de primera mano, había sido el espectante en primera fila de sus deseos de dejar ese planeta llamado tierra. Poco a poco ya empezaba a entenderla o, por lo menos, lo que me daba a conocer. Empezaba a no dejarme sorprender por cada confesión que me hacía ¿Cual mas inquietante?.
No contesté a su historia, había cerrado los ojos y podía notar tanto a mi cuerpo como a mi mente poco a poco dejarse caer en los brazos de morfeo. Viaje que se vió interrumpido por unas nuevas palabras. Palabras o, concretamente, palabra; una única palabra formando un nombre que conocía a la perfección. "Victorio" escuché de sus labios y mis ojos no pudieron resistirse para ver que ocurría ahí fuera ¿Qué estaba ocurriendo? Si eso también le gustaría saberlo a él pues fue visto y no visto que la tuviera encima suyo.
Sangre. Dulce sangre. Empezó a brotar de su cuello como pequeñas cascadas que se deslizan por las rocas. Así era mi visión de su cuello. ¿Por qué? Me pregunté. No le había dado a entender que fuese a beber de ella. Una única persona había bebido de ella en toda su existencia. ¿Entonces por qué hacía aquello?. No iba a resistirme. No pensaba hacerlo y por mucho que quisiera mis pupilas ya empezaron a dilatarse con solo olerla. El pequeño corte no había sido suficiente pero ¿aquello? Aquello porsupuesto que lo era, de sobras para despertar mi sed.
Mis manos viajaron hasta sus muslos y lentamente me incorporé hasta quedar debidamente sentado, cruzando las piernas sin hacer que ella se moviera; solo que se encajara a mi cuerpo. La lengua recorrio desde el borde de sus senos -donde el rio de sangre se cortaba debido a las prendas de ropa- hasta la perforación en el cuello. Me llevé cualquier rastro de sangre posible y conseguí que no emanara con tanta fuerza, no hasta que tuviera unas palabras con ella.
Me relamí los labios. ¿De verdad quería hablar con ella? De todas maneras acabaría bebiendo, era obvio que ya no podía detenerme - ¿Por qué haces esto? - alzé la mirada hacia los marino de ella, posiblemente, el mismo azul que caracterizaba a los míos y que ya se habría visto ensombrecido por el rojo. El carmesí de la sangre. - ¿Sabes que no hay vuelta atrás verdad? Voy a beber de ti y voy a tomarte - clave mis ojos en los de ella ¿habría entendido mi frase? más le valía o, de todos modos, acabaría por demostrarselo en no mucho tiempo.
No le di tiempo a que me respondiera. No me interesaba una respuesta. Lamí las gotas que volvían a escurrirse por su clavícula y aproveché para morder la zona. Mis colmillos dejaron un par de marcas rojizas; no los había clavado del todo pero si lo suficiente. Cuando llegaron a la herida la punzaron, a proposito, para que a ella le doliera. Para que lo sintiera. No sabía que clase de relación había tenido con ese tal maestro suyo, pero posiblemente, sería alguien demasiado distinto a mi y, por ende, nuestras costumbres también distarían muy lejanas. - Atente a las consecuencias -
La perforé en cuestión de segundos, nisiquiera me lo pensé. No había nada que pensar. Ella me había provocado; quería eso y eso era lo que iba a tener. Lo que empezaba a tener. Cerré los ojos y profundicé la perforación hasta el máximo, sintiendo como la sangre empezaba a meterse en mi boca. Como mi garganta la tragaba tal si de agua se tratara y con toda la frescor del mundo. Sangre roja, roja como la sangre.
Mis manos continuaban en ese lugar, el vestido era largo por lo que no tardé en meterlas por debajo. Las ropas no me interesaban, me interesaba la carne. La carne de sus muslos concretamente era lo que tocaba en ese momento ¿Estaría asustada? ¿Tendría miedo? Pasará lo que pasara, esta vez no me detendría. Una vez pasa; dos no.
No contesté a su historia, había cerrado los ojos y podía notar tanto a mi cuerpo como a mi mente poco a poco dejarse caer en los brazos de morfeo. Viaje que se vió interrumpido por unas nuevas palabras. Palabras o, concretamente, palabra; una única palabra formando un nombre que conocía a la perfección. "Victorio" escuché de sus labios y mis ojos no pudieron resistirse para ver que ocurría ahí fuera ¿Qué estaba ocurriendo? Si eso también le gustaría saberlo a él pues fue visto y no visto que la tuviera encima suyo.
Sangre. Dulce sangre. Empezó a brotar de su cuello como pequeñas cascadas que se deslizan por las rocas. Así era mi visión de su cuello. ¿Por qué? Me pregunté. No le había dado a entender que fuese a beber de ella. Una única persona había bebido de ella en toda su existencia. ¿Entonces por qué hacía aquello?. No iba a resistirme. No pensaba hacerlo y por mucho que quisiera mis pupilas ya empezaron a dilatarse con solo olerla. El pequeño corte no había sido suficiente pero ¿aquello? Aquello porsupuesto que lo era, de sobras para despertar mi sed.
Mis manos viajaron hasta sus muslos y lentamente me incorporé hasta quedar debidamente sentado, cruzando las piernas sin hacer que ella se moviera; solo que se encajara a mi cuerpo. La lengua recorrio desde el borde de sus senos -donde el rio de sangre se cortaba debido a las prendas de ropa- hasta la perforación en el cuello. Me llevé cualquier rastro de sangre posible y conseguí que no emanara con tanta fuerza, no hasta que tuviera unas palabras con ella.
Me relamí los labios. ¿De verdad quería hablar con ella? De todas maneras acabaría bebiendo, era obvio que ya no podía detenerme - ¿Por qué haces esto? - alzé la mirada hacia los marino de ella, posiblemente, el mismo azul que caracterizaba a los míos y que ya se habría visto ensombrecido por el rojo. El carmesí de la sangre. - ¿Sabes que no hay vuelta atrás verdad? Voy a beber de ti y voy a tomarte - clave mis ojos en los de ella ¿habría entendido mi frase? más le valía o, de todos modos, acabaría por demostrarselo en no mucho tiempo.
No le di tiempo a que me respondiera. No me interesaba una respuesta. Lamí las gotas que volvían a escurrirse por su clavícula y aproveché para morder la zona. Mis colmillos dejaron un par de marcas rojizas; no los había clavado del todo pero si lo suficiente. Cuando llegaron a la herida la punzaron, a proposito, para que a ella le doliera. Para que lo sintiera. No sabía que clase de relación había tenido con ese tal maestro suyo, pero posiblemente, sería alguien demasiado distinto a mi y, por ende, nuestras costumbres también distarían muy lejanas. - Atente a las consecuencias -
La perforé en cuestión de segundos, nisiquiera me lo pensé. No había nada que pensar. Ella me había provocado; quería eso y eso era lo que iba a tener. Lo que empezaba a tener. Cerré los ojos y profundicé la perforación hasta el máximo, sintiendo como la sangre empezaba a meterse en mi boca. Como mi garganta la tragaba tal si de agua se tratara y con toda la frescor del mundo. Sangre roja, roja como la sangre.
Mis manos continuaban en ese lugar, el vestido era largo por lo que no tardé en meterlas por debajo. Las ropas no me interesaban, me interesaba la carne. La carne de sus muslos concretamente era lo que tocaba en ese momento ¿Estaría asustada? ¿Tendría miedo? Pasará lo que pasara, esta vez no me detendría. Una vez pasa; dos no.
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Sintió como sus manos se deslizaban por sus muslos, pero por encima del maltrecho vestido, estaba cambiándola de posición, haciendo que sus cuerpos quedaran perfectamente acoplados para lo que venía. Victorio, que había comenzado a lamer la sangre que le había caído en el escote, tenía una mirada algo distinta a aquellas que le había mostrado antes, sus ojos ahora se mostraban un poco más abiertos con toques de lo que parecía obsesión. Finalmente había logrado llamar su atención, aunque hubiese tenido que sacrificar su sangre para ello, era un riego alto pero no importaba si obtenía o no algo de ello, le bastaba con haber ganado esa pequeña batalla.
Le hizo unas preguntas a Carmmine, pero ni siquiera se dignó a esperar una respuesta e ignorando si ella estaba en condiciones de responderle. La miró a los ojos y le dejó las cosas más que claras, sangre y sexo, eso tomaría de ella o al menos eso quería, pues trataría de zafarse de lo segundo, al menos por esta ocasión.
Al parecer la herida estaba empezando a controlarse, a cerrarse, ya que Victorio la mordió con ansias, aunque seguramente también lo hubiese hecho solamente por el placer de hacerla gritar, cosa que no tardó en ocurrir al sentir sus colmillos penetrándole el cuello. Un pequeño espasmo hizo que su cuerpo diera un salto sobre él, que de no ser por las circunstancias se podría interpretar como un acto de provocación. Se aferró de las sábanas de cama de la que Victorio se había adueñado, retorciéndolas entre sus manos para poder soportar el dolor que apropósito le estaban infringiendo. “Atente a las consecuencias”, aquellas palabras seguían retumbando en su mente mientras su sangre salía a borbotones directamente hacia la boca del héroe que se había convertido en villano.
Las manos de Victorio se perdieron deliberadamente bajo el vestido de Carmmine, acariciando de nuevo sus muslos pero esta vez sin que el vestido hiciera de intermediario. Lo que la hizo dar un nuevo salto sobre él, a la vez que subía sus manos para ponerlas sobre su hombros y empujarlo para que se tumbara sobre la cama, pero como sus colmillos seguían incrustados en su piel esta de desgarró dando paso a nuevos borbotones de sangre que fluían rápidamente de ella. Eso le había provocado tal dolor que había lo había arañado aun sobre la camisa, tensando sus manos y todo su cuerpo mientras se tumbaba sobre él para que continuase con su labor.
Cuanto tiempo pasó desde que había comenzado a beber de ella, no lo sabía, estaba demasiado mareada para que le importarse, pero sentía que ya no podría mantenerse consciente si dejaba que continuase drenándole la vida. Así que juntando el poco de fuerza que le quedaba se apartó de él, acostándose a su lado, dejando que su cuerpo pasara de su estado de tensión a uno de relajación. Ahora podría pensar tranquilamente, mientras trataba de que su respiración volviese a la normalidad.
- Si quieres algo más, tendrás que dejar que me dé un baño primero – dijo pensando en que con ello podría ganar algo de tiempo –
Aun agitada y mareada se sentó sobre la cama para entornar la vista y dirigirse hacia el baño, aunque tambaleándose. Algo le dijo que no debía cerrar la puerta, no sabía si era su sentido común o el hecho de que Victorio estuviese usando sus poderes sobre ella, ya que seguramente tendría la fuerza suficiente para controlarla a pesar de que era una inmortal como él.
- No tardaré – dijo mientras ponía las manos en su espalda para desabrocharse el vestido, que terminó por caer al piso.
El corsé estaba manchado de sangre, así que lo tiró al piso también, junto con lo que le quedaba de ropa, siempre dándole la espalda a Victorio, ya que no le daría el lujo de verla por completo, al menos no voluntariamente. Se metió a la tina no sin dificultad, pues estaba débil y mareada, tanto que le costó dar con las llaves para llenar la bañera, cosa que consiguió rápidamente. Pero antes de poder sentirse reconfortada por la calidez del agua que le llegaba casi hasta las rodillas su cuerpo no soportó más el agotamiento por la falta de sangre, ya había llegado al límite de sus fuerzas.
Por suerte cayó a la bañera llena de agua, salpicando el resto de baño, al tiempo que se golpeaba la cabeza en una de las esquinas de la bañera, dejando que un hilo de sangre, de la poca sangre que le quedaba en el cuerpo, comenzara a disolverse en el agua junto con los restos que Victorio había dejado secarse sobre su cuerpo.
Le hizo unas preguntas a Carmmine, pero ni siquiera se dignó a esperar una respuesta e ignorando si ella estaba en condiciones de responderle. La miró a los ojos y le dejó las cosas más que claras, sangre y sexo, eso tomaría de ella o al menos eso quería, pues trataría de zafarse de lo segundo, al menos por esta ocasión.
Al parecer la herida estaba empezando a controlarse, a cerrarse, ya que Victorio la mordió con ansias, aunque seguramente también lo hubiese hecho solamente por el placer de hacerla gritar, cosa que no tardó en ocurrir al sentir sus colmillos penetrándole el cuello. Un pequeño espasmo hizo que su cuerpo diera un salto sobre él, que de no ser por las circunstancias se podría interpretar como un acto de provocación. Se aferró de las sábanas de cama de la que Victorio se había adueñado, retorciéndolas entre sus manos para poder soportar el dolor que apropósito le estaban infringiendo. “Atente a las consecuencias”, aquellas palabras seguían retumbando en su mente mientras su sangre salía a borbotones directamente hacia la boca del héroe que se había convertido en villano.
Las manos de Victorio se perdieron deliberadamente bajo el vestido de Carmmine, acariciando de nuevo sus muslos pero esta vez sin que el vestido hiciera de intermediario. Lo que la hizo dar un nuevo salto sobre él, a la vez que subía sus manos para ponerlas sobre su hombros y empujarlo para que se tumbara sobre la cama, pero como sus colmillos seguían incrustados en su piel esta de desgarró dando paso a nuevos borbotones de sangre que fluían rápidamente de ella. Eso le había provocado tal dolor que había lo había arañado aun sobre la camisa, tensando sus manos y todo su cuerpo mientras se tumbaba sobre él para que continuase con su labor.
Cuanto tiempo pasó desde que había comenzado a beber de ella, no lo sabía, estaba demasiado mareada para que le importarse, pero sentía que ya no podría mantenerse consciente si dejaba que continuase drenándole la vida. Así que juntando el poco de fuerza que le quedaba se apartó de él, acostándose a su lado, dejando que su cuerpo pasara de su estado de tensión a uno de relajación. Ahora podría pensar tranquilamente, mientras trataba de que su respiración volviese a la normalidad.
- Si quieres algo más, tendrás que dejar que me dé un baño primero – dijo pensando en que con ello podría ganar algo de tiempo –
Aun agitada y mareada se sentó sobre la cama para entornar la vista y dirigirse hacia el baño, aunque tambaleándose. Algo le dijo que no debía cerrar la puerta, no sabía si era su sentido común o el hecho de que Victorio estuviese usando sus poderes sobre ella, ya que seguramente tendría la fuerza suficiente para controlarla a pesar de que era una inmortal como él.
- No tardaré – dijo mientras ponía las manos en su espalda para desabrocharse el vestido, que terminó por caer al piso.
El corsé estaba manchado de sangre, así que lo tiró al piso también, junto con lo que le quedaba de ropa, siempre dándole la espalda a Victorio, ya que no le daría el lujo de verla por completo, al menos no voluntariamente. Se metió a la tina no sin dificultad, pues estaba débil y mareada, tanto que le costó dar con las llaves para llenar la bañera, cosa que consiguió rápidamente. Pero antes de poder sentirse reconfortada por la calidez del agua que le llegaba casi hasta las rodillas su cuerpo no soportó más el agotamiento por la falta de sangre, ya había llegado al límite de sus fuerzas.
Por suerte cayó a la bañera llena de agua, salpicando el resto de baño, al tiempo que se golpeaba la cabeza en una de las esquinas de la bañera, dejando que un hilo de sangre, de la poca sangre que le quedaba en el cuerpo, comenzara a disolverse en el agua junto con los restos que Victorio había dejado secarse sobre su cuerpo.
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Mis colmillos estaban completamente en su interior y mi mente en ese momento no podía pensar en otra cosa que no fuera la sangre. La dulce sangre. Había despertado en mi esa sed con tal manera de provocación y ahora no iba a detenerme. Simplemente no podía. El líquido carmesí continuaba entrado en mi organismo, revitalizandolo, haciendo que todo ese cansancio que tenía momentos atrás se esfumara y mis músculos cogieran la plena fuerza que poseían. Lo notaba. Notaba como me llenaba por completo. Una sensación exquisita y que, a menudo, solo experimentaba cuando bebía de otro ser inmortal, de otro ser tan maldito como yo ¿el porqué? lo desconocía completamente. Pero era una única sensación que conocía perfectamente.
Sin embargo, no duró tanto como hubiese querido. Ella consiguió apartarse de mi y se escabullo ¡Quien la entendiera! Primero casi me obligaba a tomar de ella y después huía dejando claro que no le agradaba la idea. ¡Mujeres! Por eso me gustaban tan poco intentar comprenderlas, porque simplemente no podía y lo único que hacía eso era enfurecerme. Sí, me había enfurecido por aquello. No estaba acostumbrado a que me dejaran a la mitad. Cuando quería algo lo conseguía y conmigo nadie jugaba, no lo había permitido nunca ¿por qué lo estaba permitiendo ahora? Esa mocosa estaba jugando con mis instintos y con mis deseos. Primero me lo provoca y luego me lo quita como aquel que le quita un juguete a un niño ¡Hasta dónde había llegado!.
Dejé caer mi cuerpo sobre la cama y suspiré, relamiendome las últimas gotas de sangre que habían quedado sobre mis labios o alrededores. Y todavía tenía hambre, sí, era insaciable algunas veces, sobretodo cuando provaba sangre de buena calidad ¿y qué mejor que la de alguien a quien a penas habían mordido? No entendería de vinos pero si de sangres, y esa era como un añejo conservado desde hacía décadas lo que para muchos forofos sería una maravilla. Si algo había aprendido era la importancia que le daban los remilgados a esa bebida por mucho que a mi no me agradara, casi era como estar tomando sangre agualida. ¡Puaj!
Algo me sacó de mis pensamientos; un ruido. Un ruido que no auguraba nada bueno pues, no solo provenía de la misma habitación sino que además intuí de que era. Nada más me hizo falta incorporarme unos centímetros para ver al fondo la silueta de la mujer tumbada sobre la bañera. ¡Malidta mujer! Una y mil veces la maldeciría porque además me hacía ¿preocuparme? Imposible, eso era algo que no sentía desde hacía más de un siglo. Pero si me inquietaba, algo todavía más molesto en mi.
Me levanté y caminé con paso ligero hasta la ducha. Grifo del cual cerré y allí estaba, para mas inrrí se habría echo daño en la cabeza pues más sangre salía de ella. Y todavía no me había calmado como para que mis ojos o colmillos volvieran a la normalidad ¿Que tentación verdad? La tenía allí, tumbada e inconsciente. Podría haberle echo cualquier cosa, matarla, morderla o violarla. Después de todo eramos unos desconocidos ¿qué me lo impedía?.
Los recuerdos del pasado, esa era la respuesta. Yo no sería un santo pero había cambiado. Algo en mi había cambiado. Algo que me hizo agarrarla en mis brazos y llevarla hasta la cama, tumbarla y mirar qué grado de daño se habría echo en la cabeza. Por suerte nada más era una pequeña herida y al ser malditos no moriria de ello. De ser humano la cosa se habría puesto más fea, eran demasiado frágiles. - Tsk, Maldita mujer - maldije de nuevo puesto en cuclillas a su lado, mirandola fijamente. Cerré los ojos por unos minutos y suspiré aprovechando la tranquilidad, lo sé, no era momento de estar haciendo eso pero si quería que mi parte más oscura se marchara -la parte que me hacía tener esos "malos" pensamientos- tenía que calmarme primero. Ser movido por sed de sangre era lo peor que podía ocurrirme.
Mis colmillos volvieron a su normalidad y entonces supuse que también mis ojos lo habrían echo. Los abrí, mordí mi propia muñeca para tragar mi propia sangre y colcoqué parte de mi cuerpo sobre el de ella, juntando los labios. Si os preguntais que pretendía ¿no es obvio? Estaba claro que la chica necesitaba sangre y aquí el único que había para darsela era yo, inconsciente no iba a beberla, tendría que obligarla. Y ese mismo viaje hice durante tres o cuatro veces. - Vamos, despierta - limpié mi boca con uno de mis brazos y la mano del otro se puso sobre el hombro ajeno, sacudiendolo. Con suavidad. Pero lo suficiente como para mover su cuerpo y conseguir lo que quería, que se despertara.
Sin embargo, no duró tanto como hubiese querido. Ella consiguió apartarse de mi y se escabullo ¡Quien la entendiera! Primero casi me obligaba a tomar de ella y después huía dejando claro que no le agradaba la idea. ¡Mujeres! Por eso me gustaban tan poco intentar comprenderlas, porque simplemente no podía y lo único que hacía eso era enfurecerme. Sí, me había enfurecido por aquello. No estaba acostumbrado a que me dejaran a la mitad. Cuando quería algo lo conseguía y conmigo nadie jugaba, no lo había permitido nunca ¿por qué lo estaba permitiendo ahora? Esa mocosa estaba jugando con mis instintos y con mis deseos. Primero me lo provoca y luego me lo quita como aquel que le quita un juguete a un niño ¡Hasta dónde había llegado!.
Dejé caer mi cuerpo sobre la cama y suspiré, relamiendome las últimas gotas de sangre que habían quedado sobre mis labios o alrededores. Y todavía tenía hambre, sí, era insaciable algunas veces, sobretodo cuando provaba sangre de buena calidad ¿y qué mejor que la de alguien a quien a penas habían mordido? No entendería de vinos pero si de sangres, y esa era como un añejo conservado desde hacía décadas lo que para muchos forofos sería una maravilla. Si algo había aprendido era la importancia que le daban los remilgados a esa bebida por mucho que a mi no me agradara, casi era como estar tomando sangre agualida. ¡Puaj!
Algo me sacó de mis pensamientos; un ruido. Un ruido que no auguraba nada bueno pues, no solo provenía de la misma habitación sino que además intuí de que era. Nada más me hizo falta incorporarme unos centímetros para ver al fondo la silueta de la mujer tumbada sobre la bañera. ¡Malidta mujer! Una y mil veces la maldeciría porque además me hacía ¿preocuparme? Imposible, eso era algo que no sentía desde hacía más de un siglo. Pero si me inquietaba, algo todavía más molesto en mi.
Me levanté y caminé con paso ligero hasta la ducha. Grifo del cual cerré y allí estaba, para mas inrrí se habría echo daño en la cabeza pues más sangre salía de ella. Y todavía no me había calmado como para que mis ojos o colmillos volvieran a la normalidad ¿Que tentación verdad? La tenía allí, tumbada e inconsciente. Podría haberle echo cualquier cosa, matarla, morderla o violarla. Después de todo eramos unos desconocidos ¿qué me lo impedía?.
Los recuerdos del pasado, esa era la respuesta. Yo no sería un santo pero había cambiado. Algo en mi había cambiado. Algo que me hizo agarrarla en mis brazos y llevarla hasta la cama, tumbarla y mirar qué grado de daño se habría echo en la cabeza. Por suerte nada más era una pequeña herida y al ser malditos no moriria de ello. De ser humano la cosa se habría puesto más fea, eran demasiado frágiles. - Tsk, Maldita mujer - maldije de nuevo puesto en cuclillas a su lado, mirandola fijamente. Cerré los ojos por unos minutos y suspiré aprovechando la tranquilidad, lo sé, no era momento de estar haciendo eso pero si quería que mi parte más oscura se marchara -la parte que me hacía tener esos "malos" pensamientos- tenía que calmarme primero. Ser movido por sed de sangre era lo peor que podía ocurrirme.
Mis colmillos volvieron a su normalidad y entonces supuse que también mis ojos lo habrían echo. Los abrí, mordí mi propia muñeca para tragar mi propia sangre y colcoqué parte de mi cuerpo sobre el de ella, juntando los labios. Si os preguntais que pretendía ¿no es obvio? Estaba claro que la chica necesitaba sangre y aquí el único que había para darsela era yo, inconsciente no iba a beberla, tendría que obligarla. Y ese mismo viaje hice durante tres o cuatro veces. - Vamos, despierta - limpié mi boca con uno de mis brazos y la mano del otro se puso sobre el hombro ajeno, sacudiendolo. Con suavidad. Pero lo suficiente como para mover su cuerpo y conseguir lo que quería, que se despertara.
Victorio Lambert- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Había sido una estupidez de su parte ir a ducharse sola, quizás habría sido menos lesivo… haberlo invitado a observar, así no lo habría hecho enfadar y en cierto modo lo habría calmado… ¿Habría sido una forma de agradecimiento? Pero ya había actuado, y no podía volver al pasado para evitar hacer aquel temerario acto.
Aun inconsciente sentía como el agua rodeaba todo su cuerpo, era como si su cuerpo se hubiese desconectado de su mente, quedando en un limbo a merced de las circunstancias externas. Luchaba para mover su cuerpo, para despertarlo pero terminó rindiéndose, pues la falta de sangre no le permitiría llegar más lejos…
Luego esa sensación de calma y resignación que la embriagaba mientras estaba en el agua, desapareció por completo, sentía frío pero seguía sin poder moverse. Lo primero que sintió al comenzar a recuperar su consciencia, fueron los labios de Victorio sobre ella… ¿Acaso pensaba aprovecharse de ella mientras estaba casi inconsciente?
Volvió a perderse en su mente, pero esta vez por una razón diferente ¿Sangre? Sí, la sangre de Victorio comenzaba a entrar a su boca, dándole nuevos atisbos de fuerza, no supo cuántos sangrientos besos le regaló, pero eran los suficientes como para permitirle incorporarse sobre los codos cuando él dejó de sacudirla. Estaba a su lado ¿Por qué? ¿Por qué no la dejó en el agua hasta que despertará sola? ¿Podría ser que realmente le preocupara? Carmmine no entendía nada, pero tampoco quería entenderlo pues quizás las respuestas podían ser menos románticas.
Aprovechó que estaba en cuclillas a su lado para atraerlo hacia ella, pues no era el único insaciable en aquella habitación, y al ver que en la comisura de sus labios aún quedaban unos leves vestigios de sangre no pudo resistirse a él, solo una vez en lo que llevaba de existencia había probado la sangre de un inmortal y en ese entonces no tenía la consciencia ni los sentidos para saber los secretos que albergaba su sabor, era muy diferente a la sangre humana. Sus ojos comenzaron a recuperar su brillo característico, pero seguía sedienta, con una mano le acarició el rostro mientras lo acercaba para que lo pareciera ser un beso de agradecimiento.
Con uno de sus colmillos le desgarró una pequeña porción del labio inferior, para atraparlo entre los suyos y beber un poco más de él, creyó que esa extraña sensación terminaría por volverla loca, y durante un pequeño espasmo terminó rasgándose ella misma su labio. Comenzó a lamerle los labios por completo, tendría que dejarse, de todos modos no lo soltaría. Le lamió bruscamente ambas comisuras para luego introducir levemente su lengua en su boca, buscando resabios de aquella sangre tan dulce.
- P… Per… Perdóname – dijo cuando por fin pudo reaccionar y separarse de él – Sabías muy dulce… Es muy diferente a la sangre de los humanos –
Se dejó caer en la cama nuevamente, estaba agobiada por todo aquello, su cabeza daba vueltas, y no podía concentrarse en otra cosa que en la sangre de Victorio, hasta que de pronto, bajando la mirada avergonzada, se dio cuenta de que seguía desnuda. Torpemente trato de cubrirse los pechos con las manos, fue un reflejo ¿Acaso no la había visto desnuda cuando la trajo a la cama? No pudo evitar avergonzarse aún más, y la sangre que recién había bebido del joven se le fue a las mejillas, dándoles un tono algo más rosadas.
Aun inconsciente sentía como el agua rodeaba todo su cuerpo, era como si su cuerpo se hubiese desconectado de su mente, quedando en un limbo a merced de las circunstancias externas. Luchaba para mover su cuerpo, para despertarlo pero terminó rindiéndose, pues la falta de sangre no le permitiría llegar más lejos…
Luego esa sensación de calma y resignación que la embriagaba mientras estaba en el agua, desapareció por completo, sentía frío pero seguía sin poder moverse. Lo primero que sintió al comenzar a recuperar su consciencia, fueron los labios de Victorio sobre ella… ¿Acaso pensaba aprovecharse de ella mientras estaba casi inconsciente?
Volvió a perderse en su mente, pero esta vez por una razón diferente ¿Sangre? Sí, la sangre de Victorio comenzaba a entrar a su boca, dándole nuevos atisbos de fuerza, no supo cuántos sangrientos besos le regaló, pero eran los suficientes como para permitirle incorporarse sobre los codos cuando él dejó de sacudirla. Estaba a su lado ¿Por qué? ¿Por qué no la dejó en el agua hasta que despertará sola? ¿Podría ser que realmente le preocupara? Carmmine no entendía nada, pero tampoco quería entenderlo pues quizás las respuestas podían ser menos románticas.
Aprovechó que estaba en cuclillas a su lado para atraerlo hacia ella, pues no era el único insaciable en aquella habitación, y al ver que en la comisura de sus labios aún quedaban unos leves vestigios de sangre no pudo resistirse a él, solo una vez en lo que llevaba de existencia había probado la sangre de un inmortal y en ese entonces no tenía la consciencia ni los sentidos para saber los secretos que albergaba su sabor, era muy diferente a la sangre humana. Sus ojos comenzaron a recuperar su brillo característico, pero seguía sedienta, con una mano le acarició el rostro mientras lo acercaba para que lo pareciera ser un beso de agradecimiento.
Con uno de sus colmillos le desgarró una pequeña porción del labio inferior, para atraparlo entre los suyos y beber un poco más de él, creyó que esa extraña sensación terminaría por volverla loca, y durante un pequeño espasmo terminó rasgándose ella misma su labio. Comenzó a lamerle los labios por completo, tendría que dejarse, de todos modos no lo soltaría. Le lamió bruscamente ambas comisuras para luego introducir levemente su lengua en su boca, buscando resabios de aquella sangre tan dulce.
- P… Per… Perdóname – dijo cuando por fin pudo reaccionar y separarse de él – Sabías muy dulce… Es muy diferente a la sangre de los humanos –
Se dejó caer en la cama nuevamente, estaba agobiada por todo aquello, su cabeza daba vueltas, y no podía concentrarse en otra cosa que en la sangre de Victorio, hasta que de pronto, bajando la mirada avergonzada, se dio cuenta de que seguía desnuda. Torpemente trato de cubrirse los pechos con las manos, fue un reflejo ¿Acaso no la había visto desnuda cuando la trajo a la cama? No pudo evitar avergonzarse aún más, y la sangre que recién había bebido del joven se le fue a las mejillas, dándoles un tono algo más rosadas.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
La acción de la mujer me sorprendió y bastante. La que momentos atrás se había mostado tímida, la que parecía no querer ningún tipo de contacto físico me beso con una pasión que sinceramente no podría describir. Esa pasión movida por las ansias de sangre. Oh si, eso si que lo conocía bastante bien, claro que, mi manera de manifestarlo no era tan pasional ni de lejos. Era más bien mortífera y descontrolada, el descontrol que ella había tenido sobre su cuerpo eso si. Nuestros labios se acoplaron con facilidad y yo también me deleite con el pequeño hilo de sangre que surgió de la herida en su labio, herida que ella misma se hizo. Supuse del repetino deseo que le había producido el sabor de mi sagre.
Otro dato a destacar de ella, no había bebido a penas sangre de ningún otro vampiro. De haberlo echo no se hubiese puesto así por la mía. Vale que yo me podía considerar especial pero sabía que mi sangre no hacía enloquecer a nadie ¿o quiza sí? sería la primera a la que haría enloquecer con eso. Porque para enloquecer si que me sabía unos cuantos trucos que de vez en cuando usaba, claro que, no tenían nada que ver con mi sangre precisamente.
Me relamí los labios y tras el pasional beso abrí los ojos para mirarla. Una pequeña curvatura que intentó asemejar a una ladina sonrisa se quiso hacer presente durante unos segundos antes de que se desvaneciera. Y esque la manera con la que se tapaba el cuerpo me resultó ciertamente graciosa, o mejor dicho, el modo en que de repente se avergonzaba. Después de haberme besado de esa manera. Un beso que debería avergonzarla mucho más que el echo de que pudiera ver ese pálido y esbelto cuerpo del que, por cierto, a penas había tomado cuenta. La había visto sangrar, tenía sed y no estaba como para pensar en cosas sexuales en ese momento, mi cabeza intentaba alejar los pensamientos de dejarla seca. Ya había comprobado lo rápido que podía debilitarse, estaba claro que necesitaba que la enchufaran sangre potente a la de ya.
Suspiré, sin moverme, apoyando los codos en la cama y mi cabeza sobre dichas manos. Cerré los ojos, intentando volver a concentrarme. Con el beso mis colmillos tornaron a crecer y posiblemente mis pupilas estarían bastante rojas, de nuevo, con hambre. Con hambre que había aprendido a controlar y que, por tanto, no me haría falta saciar en ese preciso instante. Todo era cuestión de autocontrol, sí, eso me decía a mi mismo. Lo que había aprendido con el tiempo, básicamente.
Pasados unos segundos alzé la cabeza para mirarla, de nuevo. Primero le di un repaso al cuerpo con la intención de avergonzarla un poco más -me gustaba esa sensación- pero enseguida la miré a la cara. Mis ojos se posaron en las mejillas teñidas de carmín y viajaron hasta los robes azulados. - Yo sé lo que necesitas - murmuré, a proposito, intentando que malentendiera mis palabras. Después del repaso visual que le había dado y todo lo ocurrido anteriormente no era demasiado dificil conseguir lo que quería. Y teniendo encuenta lo débil que estaba bien podía aprovecharme, la sangre que le había dado sabía que no era la suficiente como para que me superara a mi en fuerza. Una fuerza que aunque de ambos fuera sobrenatural podía ascender a mayores niveles, teniendo así una jerarquía.
Me levanté. Mis ojos volvieron a mirarla y antes de que pudiera hacer o decir nada rodee la cama, con paso lento pero lo suficiente como para no tardar en estar a su lado. Cerré los ojos aun manteniendome de pie y me desabroché la camisa, algo brúscamente, pues de tanto botoncito acababa por ponerme histerico cuando tenía que ponermela o quitarmela. Por suerte para esto último siempre bastanta con tirar de un lado, a lo primero tenía que joderme quisiera o no, no había una manera rápida. Volviendo al tema. Ya sin camisa me senté, pasando a tumbarme y la cogí por uno de los brazos de manera que quedara su cuerpo encima del mío. Como habiamos estado antes de que tuviera la brillante idea de ir a la ducha para casi desnucarse.
La tumbé, notando inevitablemente el roce de su pecho con el mío, más aunque no lo pareciese aquello no iba por ese camino. Me aseguré de ladear mi cuello lo suficiente como para que la boca de ella quedara sobre este - Bebe - ordené, digamos que suavemente camuflandola en una sugerencia directa. - Eres débil y por lo que veo estás acostumbrada a sangre humana. Mi sangre, la de nuestra especie, es mejor. Te da mas fuerzas. - expliqué en un absurdo intento de que entendiera el porque ocurría todo aquello. - Más vale que lo hagas antes de que me arrepienta o el que volverá a beber aquí seré yo - apoyé mis manos en sus muslos y los apreté contra mi cuerpo únicamente con la intención de pegarla más. Realmente me daba igual como se sintiera ni lo que estuviese pensando, nisiquiera sabía porque estaba ofreciendole ayuda, primero en la azotea y ahora con mi sangre. Aquel estaba siendo un día demasiado extraño.
Otro dato a destacar de ella, no había bebido a penas sangre de ningún otro vampiro. De haberlo echo no se hubiese puesto así por la mía. Vale que yo me podía considerar especial pero sabía que mi sangre no hacía enloquecer a nadie ¿o quiza sí? sería la primera a la que haría enloquecer con eso. Porque para enloquecer si que me sabía unos cuantos trucos que de vez en cuando usaba, claro que, no tenían nada que ver con mi sangre precisamente.
Me relamí los labios y tras el pasional beso abrí los ojos para mirarla. Una pequeña curvatura que intentó asemejar a una ladina sonrisa se quiso hacer presente durante unos segundos antes de que se desvaneciera. Y esque la manera con la que se tapaba el cuerpo me resultó ciertamente graciosa, o mejor dicho, el modo en que de repente se avergonzaba. Después de haberme besado de esa manera. Un beso que debería avergonzarla mucho más que el echo de que pudiera ver ese pálido y esbelto cuerpo del que, por cierto, a penas había tomado cuenta. La había visto sangrar, tenía sed y no estaba como para pensar en cosas sexuales en ese momento, mi cabeza intentaba alejar los pensamientos de dejarla seca. Ya había comprobado lo rápido que podía debilitarse, estaba claro que necesitaba que la enchufaran sangre potente a la de ya.
Suspiré, sin moverme, apoyando los codos en la cama y mi cabeza sobre dichas manos. Cerré los ojos, intentando volver a concentrarme. Con el beso mis colmillos tornaron a crecer y posiblemente mis pupilas estarían bastante rojas, de nuevo, con hambre. Con hambre que había aprendido a controlar y que, por tanto, no me haría falta saciar en ese preciso instante. Todo era cuestión de autocontrol, sí, eso me decía a mi mismo. Lo que había aprendido con el tiempo, básicamente.
Pasados unos segundos alzé la cabeza para mirarla, de nuevo. Primero le di un repaso al cuerpo con la intención de avergonzarla un poco más -me gustaba esa sensación- pero enseguida la miré a la cara. Mis ojos se posaron en las mejillas teñidas de carmín y viajaron hasta los robes azulados. - Yo sé lo que necesitas - murmuré, a proposito, intentando que malentendiera mis palabras. Después del repaso visual que le había dado y todo lo ocurrido anteriormente no era demasiado dificil conseguir lo que quería. Y teniendo encuenta lo débil que estaba bien podía aprovecharme, la sangre que le había dado sabía que no era la suficiente como para que me superara a mi en fuerza. Una fuerza que aunque de ambos fuera sobrenatural podía ascender a mayores niveles, teniendo así una jerarquía.
Me levanté. Mis ojos volvieron a mirarla y antes de que pudiera hacer o decir nada rodee la cama, con paso lento pero lo suficiente como para no tardar en estar a su lado. Cerré los ojos aun manteniendome de pie y me desabroché la camisa, algo brúscamente, pues de tanto botoncito acababa por ponerme histerico cuando tenía que ponermela o quitarmela. Por suerte para esto último siempre bastanta con tirar de un lado, a lo primero tenía que joderme quisiera o no, no había una manera rápida. Volviendo al tema. Ya sin camisa me senté, pasando a tumbarme y la cogí por uno de los brazos de manera que quedara su cuerpo encima del mío. Como habiamos estado antes de que tuviera la brillante idea de ir a la ducha para casi desnucarse.
La tumbé, notando inevitablemente el roce de su pecho con el mío, más aunque no lo pareciese aquello no iba por ese camino. Me aseguré de ladear mi cuello lo suficiente como para que la boca de ella quedara sobre este - Bebe - ordené, digamos que suavemente camuflandola en una sugerencia directa. - Eres débil y por lo que veo estás acostumbrada a sangre humana. Mi sangre, la de nuestra especie, es mejor. Te da mas fuerzas. - expliqué en un absurdo intento de que entendiera el porque ocurría todo aquello. - Más vale que lo hagas antes de que me arrepienta o el que volverá a beber aquí seré yo - apoyé mis manos en sus muslos y los apreté contra mi cuerpo únicamente con la intención de pegarla más. Realmente me daba igual como se sintiera ni lo que estuviese pensando, nisiquiera sabía porque estaba ofreciendole ayuda, primero en la azotea y ahora con mi sangre. Aquel estaba siendo un día demasiado extraño.
Victorio Lambert- Vampiro Clase Media
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Sintió la inquisidora mirada de los azules ojos de Victorio mirándola de pies a cabeza ¿Qué quería lograr con ello? Luego con aquella frase terminó de rematar las que parecían ser sus intenciones, consiguió dejarla paralizada, ni siquiera tuvo el valor para apartar su mirada. Ya no seguiría siendo sumisa, ya se había hartado de que la tratara como si fuese una niña pequeña, pues lo era ni lo parecía, así que no permitiría que la tratara como tal.
Cuando se levantó de la cama, pensó por un momento que iría a darse una ducha tan y como había intentado hacer ella, quizás estaría hastiado de todo esta situación que pasaba de momentos de tensión a otros que eran más bien cómicos. En el fondo le agradecía toda aquella paciencia, aunque no se lo dijese abiertamente. Lo miró algo divertida mientras trataba de desabrocharse la camisa ¿Qué estaba planeando? No pudo evitar reírse mientras tiraba de las sábanas para cubrirse. Si hubiese querido acostarse con ella, no se lo hubiese pedido pero tampoco habría hecho aquel trayecto alrededor de la cama, simplemente la hubiera tomado.
La tiró para volver a tenerla sobre él, todo aquello era un juego perverso y Carmmine no quería perder, al menos no tan fácilmente ahora que tenía un poco más de fuerzas. De pronto le enseñó el cuello ofreciéndole su sangre ¿Iba a resistirse? Le escuchó atentamente sus razones para aquel acto tan noble pero que seguramente estaba ocultando otras intenciones, tenía razón en todo, era la primera vez que sus sentidos le permitían saborear las notas que tenía la sangre de uno de los suyos, era dulce, pero iba a terminar desquiciada si se dejaba llevar de nuevo por aquel sabor.
Sintió sus manos en sus muslos desnudos, subiéndola para obligarle a beber de él, dejando su cuello a merced de los labios de Carmmine. Pero desafortunadamente era una batalla que no se permitiría perder.
- Gracias… - dijo mientras separaba sus pechos del torso de Victorio.
Una sonrisa algo maliciosa se dibujó en sus labios, le besó el pecho y siguió subiendo hasta llegar a la base del cuello, de ahí en adelante le lamió hasta llegar detrás del oído, y repitió el mismo movimiento pero en reversa, tanteando el terreno, tal y como él lo había hecho antes. Era impresionante el modo en que los papeles habían cambiado de lugar.
Le puso un dedo en los labios para que supiera que por lo menos ahora, debía callar para dejarla hablar un poco, quería contemplar como cambiaría su rostro cuando le dijese en lo que estaba pensando.
- Gracias… pero no quiero – dijo ahora con una sonrisa infantil en los labios – Si vuelvo a beber de ti creo que me volveré loca y no tendré suficiente fuerza de voluntad para apartarme –
Estaba siendo completamente honesta, demasiado, y se arriesgaba a hacerlo enfadar de nuevo, pero aún le quedaban otras piezas en el tablero. Se afirmó en su pecho para quedar sentada sobre él, y alzó los brazos en el aire para estirarse, arqueando así la espalda y dejando sus pechos aún más a la vista.
- Si quieres dejarme sin sangre de nuevo, adelante – dijo enseñándole también el cuello, sin bajar los brazos – Si no, ¿Qué te parece si descansamos, Victorio? –
Dejó su cuerpo en completa tensión esperando ver su reacción, era algo peligroso pues no sabía hasta qué punto él se estaba hartando de la situación… Pero era ¿Divertido?
Cuando se levantó de la cama, pensó por un momento que iría a darse una ducha tan y como había intentado hacer ella, quizás estaría hastiado de todo esta situación que pasaba de momentos de tensión a otros que eran más bien cómicos. En el fondo le agradecía toda aquella paciencia, aunque no se lo dijese abiertamente. Lo miró algo divertida mientras trataba de desabrocharse la camisa ¿Qué estaba planeando? No pudo evitar reírse mientras tiraba de las sábanas para cubrirse. Si hubiese querido acostarse con ella, no se lo hubiese pedido pero tampoco habría hecho aquel trayecto alrededor de la cama, simplemente la hubiera tomado.
La tiró para volver a tenerla sobre él, todo aquello era un juego perverso y Carmmine no quería perder, al menos no tan fácilmente ahora que tenía un poco más de fuerzas. De pronto le enseñó el cuello ofreciéndole su sangre ¿Iba a resistirse? Le escuchó atentamente sus razones para aquel acto tan noble pero que seguramente estaba ocultando otras intenciones, tenía razón en todo, era la primera vez que sus sentidos le permitían saborear las notas que tenía la sangre de uno de los suyos, era dulce, pero iba a terminar desquiciada si se dejaba llevar de nuevo por aquel sabor.
Sintió sus manos en sus muslos desnudos, subiéndola para obligarle a beber de él, dejando su cuello a merced de los labios de Carmmine. Pero desafortunadamente era una batalla que no se permitiría perder.
- Gracias… - dijo mientras separaba sus pechos del torso de Victorio.
Una sonrisa algo maliciosa se dibujó en sus labios, le besó el pecho y siguió subiendo hasta llegar a la base del cuello, de ahí en adelante le lamió hasta llegar detrás del oído, y repitió el mismo movimiento pero en reversa, tanteando el terreno, tal y como él lo había hecho antes. Era impresionante el modo en que los papeles habían cambiado de lugar.
Le puso un dedo en los labios para que supiera que por lo menos ahora, debía callar para dejarla hablar un poco, quería contemplar como cambiaría su rostro cuando le dijese en lo que estaba pensando.
- Gracias… pero no quiero – dijo ahora con una sonrisa infantil en los labios – Si vuelvo a beber de ti creo que me volveré loca y no tendré suficiente fuerza de voluntad para apartarme –
Estaba siendo completamente honesta, demasiado, y se arriesgaba a hacerlo enfadar de nuevo, pero aún le quedaban otras piezas en el tablero. Se afirmó en su pecho para quedar sentada sobre él, y alzó los brazos en el aire para estirarse, arqueando así la espalda y dejando sus pechos aún más a la vista.
- Si quieres dejarme sin sangre de nuevo, adelante – dijo enseñándole también el cuello, sin bajar los brazos – Si no, ¿Qué te parece si descansamos, Victorio? –
Dejó su cuerpo en completa tensión esperando ver su reacción, era algo peligroso pues no sabía hasta qué punto él se estaba hartando de la situación… Pero era ¿Divertido?
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: ¿Inmolación o Redención? [Victorio Lambert]
Un suspiro salió de mis labios y dejé caer mi cabeza hacia detrás, haciendose notar el golpe que le metí a la almuhada con esta misma. Cerré los ojos e intenté calmarme. ¡Pero qué demonios le pasaba a esa mujer! ¿Intentaría volverme loco? ¿Jugar conmigo? ¿Manejarme a su antojo? Ninguna de las ideas se me hacía demasiado buena ¿Y desdecuando yo lo permitía? La tenía desnuda frente a mi y completamente vulnerable ¿por qué no hacía nada? Simplemente incomprensible. Que me mantuviese callado como un signo de que aceptara el que ahora no quería beber y ¡maldita fuese su oferta! porsupuesto que estaba dispuesto a beber de ella, a dejarla completamente seca. Y no era de lo único que sería capaz.
Al abrir los ojos la visión de sus pechos exhibidos ante mi rostro me desconcentró. ¿Segundos antes se los tapaba con verguenza y ahora me los enseñaba descaradamente? ¡Otro punto para ella! Y seguiamos sumando a las cosas que estaba permitiendo, pero ni una más, me lo prometía a mi mismo. No le pasaría ni una provocación más a partir de ese mismo instante. Esa sería la última. Definitivamente aunque ¿para qué me comía tanto la cabeza? lo más probable era que no volviera a verla cuando dejaramos la habitación, que fuera alguien pasajero en mi vida. Un simple conocido como muchos otros encuentros que había tenido. Muchos pero ninguno duradero ni placentero. O bueno, lo suficientemente placentero como para llegar a sentir el "echar de menos" a alguien. Ya no recordaba eso, algo que tampoco sentí aun siendo humano.
Permanecí durante un par de minutos en silencio y con los ojos cerrados tras esa "bonita" visión que me propinaba la chica. Y entonces, de repente, todo su cuerpo se me hizo presente sobre el mío. Del mismo modo que antes ni la había mirado o había puesto interés siquiera en tocarla a pesar de estar desnuda ahora con la misma fuerza se hacía presente que estaba completamente desnuda y sentada encima mío. Mal asunto, muy mal asunto.
La tumbé debajo mío, rodando hasta la parte donde ella había estado instantes antes y la dejé completamente a mi merced. Sus piernas permanecían abiertas y mi entrepierna se unió a la suya, cabe decir, que me daba la sensación que nuestros cuerpos se conectaban bastante bien. Aunque no pensaba descubrirlo y tenía que quitar mi interés de ello. Ahora ya si con los ojos abiertos la repasé, únicamente lo que venía siendo el rostro. Me acerqué hasta sus labios y salió la punta de mi lengua a "limpiar" los últimos rastros de sangre que tenía de su propia herida labial - Por ahora, lo dejaré pasar - mi voz sonaba algo más ruda de lo normal y no dejé en ningún momento de clavar mis orbes azules en los suyos - Pero no vuelvas a provocarme - presioné mi entrepierna en su sexo, haciendole notar que bajo esa ropa yacía un miembro semi-erecto. No era bueno jugar conmigo y menos en sus condiciones.
Me separé y levanté de la cama, haciendo crujir los huesos de mi cuello para mayor comodidad. Sin decir nada caminé hasta el baño, dejé la puerta entreabierta y me desnudé metiendome así en la ducha. Con agua bien fria que consiguiera bajar el calentón que la vampiresa había producido en mi. Apoyé una mano sobre las baldosas e incliné mi cabeza manteniendo en todo momento mis ojos cerrados, lo que necesitaba era concentrarme aunque, teniendo en cuenta que no podía quitarme la imagen de la pelirroja desnuda sobre mi cuerpo me era dificil que esa cosa dura volviera a su estado normal. Más bien con cada pensamiento impuro se erguía aún más imponente, una parte de mi anatomía que en momentos como aquel no me agradaba demasiado.
Al abrir los ojos la visión de sus pechos exhibidos ante mi rostro me desconcentró. ¿Segundos antes se los tapaba con verguenza y ahora me los enseñaba descaradamente? ¡Otro punto para ella! Y seguiamos sumando a las cosas que estaba permitiendo, pero ni una más, me lo prometía a mi mismo. No le pasaría ni una provocación más a partir de ese mismo instante. Esa sería la última. Definitivamente aunque ¿para qué me comía tanto la cabeza? lo más probable era que no volviera a verla cuando dejaramos la habitación, que fuera alguien pasajero en mi vida. Un simple conocido como muchos otros encuentros que había tenido. Muchos pero ninguno duradero ni placentero. O bueno, lo suficientemente placentero como para llegar a sentir el "echar de menos" a alguien. Ya no recordaba eso, algo que tampoco sentí aun siendo humano.
Permanecí durante un par de minutos en silencio y con los ojos cerrados tras esa "bonita" visión que me propinaba la chica. Y entonces, de repente, todo su cuerpo se me hizo presente sobre el mío. Del mismo modo que antes ni la había mirado o había puesto interés siquiera en tocarla a pesar de estar desnuda ahora con la misma fuerza se hacía presente que estaba completamente desnuda y sentada encima mío. Mal asunto, muy mal asunto.
La tumbé debajo mío, rodando hasta la parte donde ella había estado instantes antes y la dejé completamente a mi merced. Sus piernas permanecían abiertas y mi entrepierna se unió a la suya, cabe decir, que me daba la sensación que nuestros cuerpos se conectaban bastante bien. Aunque no pensaba descubrirlo y tenía que quitar mi interés de ello. Ahora ya si con los ojos abiertos la repasé, únicamente lo que venía siendo el rostro. Me acerqué hasta sus labios y salió la punta de mi lengua a "limpiar" los últimos rastros de sangre que tenía de su propia herida labial - Por ahora, lo dejaré pasar - mi voz sonaba algo más ruda de lo normal y no dejé en ningún momento de clavar mis orbes azules en los suyos - Pero no vuelvas a provocarme - presioné mi entrepierna en su sexo, haciendole notar que bajo esa ropa yacía un miembro semi-erecto. No era bueno jugar conmigo y menos en sus condiciones.
Me separé y levanté de la cama, haciendo crujir los huesos de mi cuello para mayor comodidad. Sin decir nada caminé hasta el baño, dejé la puerta entreabierta y me desnudé metiendome así en la ducha. Con agua bien fria que consiguiera bajar el calentón que la vampiresa había producido en mi. Apoyé una mano sobre las baldosas e incliné mi cabeza manteniendo en todo momento mis ojos cerrados, lo que necesitaba era concentrarme aunque, teniendo en cuenta que no podía quitarme la imagen de la pelirroja desnuda sobre mi cuerpo me era dificil que esa cosa dura volviera a su estado normal. Más bien con cada pensamiento impuro se erguía aún más imponente, una parte de mi anatomía que en momentos como aquel no me agradaba demasiado.
Victorio Lambert- Vampiro Clase Media
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