La venganza de Dios, por el hurto cometido. [Angel Lambert]

Tercer día.

Siete de la tarde, calles de París.

Allí me encontraba, con un vestido en tonos naranjas viejo, sucio a más no poder y hecho jirones. Me quedaba algo corta y como consecuencia dejaba ver los únicos zapatos que había tenido en mi vida - quizás igual o más desgastados que el vestido- y sobre mis hombros una capa azul oscura con capucha que utilizaba de abrigo, igual de vieja que todo lo mencionado anteriormente. Llevaba mi petate, mi violín y ganas de trabajar (si es que el oficio al que yo me dedicaba merecía el nombre de trabajo.)

Spoiler:

Las calles estaban bastante concurridas y sin duda era un momento perfecto para aprovecharme de mis habilidades como estafadora y ladrona de poca monta. Comencé a mezclarme con la gente - muchos de ellos criados que volvían a sus hogares para cumplir con sus tareas- de vez en cuando y disimuladamente mi mano derecha se escurría por el bolsillo de algún abrigo que otro.

Cuando recorrí la calle de punta a punta, guardé el dinero que había recolectado en el petate - exceptuando unas monedas- y me puse en una esquina, para abrir el estuche del violín. El cual me puse a tocar nada más sacar de su funda.

Spoiler:

Estaba demasiado inmersa en mi música, aun que nunca había dado clases a mi me parecía que estar tocando era como liberarte y expresar todo lo que tenías dentro. Era como evadirte de la realidad. El sonido de algunas monedas al caer en el estuche hicieron que mis ojos se fijaran un poco más en los transeúntes.

Un joven, hizo además de echar una moneda en el estuche. Pero mis ojos de ladrona se percataron de que no era aquello lo que estaba haciendo si no todo lo contrario. Me cabreé- y mucho- dejé de tocar el violín de golpe y cerré el estuche lo más rápido que pude. Tenía al chico delante era un tanto extraño. pero aún así encantador, me recordaba a él.

-Devuélveme el dinero ladrón de poca monta.- dije de muy mal humor. Después de todo lo que me había pasado lo único que quería era gritar y posiblemente encontrar una muerte lenta y dolorosa. Aun que pensándolo de otra forma el chico solo estaba haciendo lo mismo que yo había hecho hacia pocos segundos.

El sonrió, y con rapidez y fuerza bruta me quitó el violín de las manos y echó a correr.

-¡Mi violín!- grité cogiendo el petate y el estuche y corriendo tras de él como podía para lograr conseguir lo que era mio.-¡Aaaauccchhh!- grité al caer al suelo de culo, me había tropezado con un hombre, no muy mayor que Calé, o diría que de la misma edad. Si no fuera por su vestimenta hubiera dicho que estaba ahí a propósito para que no alcanzara al ladrón.-Lo siento señor, lo siento. Perdóneme.Perdone, lo siento de verdad.

Ya era demasiado tarde, había perdido de vista al ladrón. Había perdido algo de dinero, y el único objeto que tenía de valor y que me servía para subsistir por un tiempo indefinido.

Caminaba tranquilamente por las calles de Paris, en otoño eran algo tristes pero siempre eran muy transitadas ya fuese por mercaderes y compradores, gente rica, pobre, de clase media, ladrones y gente honrada, etc...

Mi paso era tranquilo, podia oir las voces de cada persona y cada detalle de esa calle cada persona y vestimenta que llevara quedaba grabado en mi memoria. Pasaba entre la gente algunos me esquivaban y otros chocaban contra mi por algun empujon que habian recibido de otra persona o porque intentaban robarme pero yo reaccionaba a tiempo y salian corriendo.

En una de las calles un chico con un violin en la mano casi choca conmigo, llevaba una sonrisa en la cara, le segui con la mirada y cuando pretendia seguir mi camino senti que alguien chocaba conmigo y caia al suelo. Era una muchacha que empezo a disculparse y a buscar a alguien detras de mi, de inmediato deduje que el joven de antes le habia robado.

- Creo que usted se a hecho mas daño que yo - le dije sonriendo y ofreciendole mi mano para ayudarla a levantarse - dejeme que la ayude a levantar, parece ser que le han robado sino me equivoco - le dije esperando a que cogiera mi mano.

Sorpresa.

Eso era lo que mis ojos mostraron en aquel instante que el muchacho me entregó su mano para ofrecerme su ayuda. Era distinguido y muy elegante, no podía ensuciar sus manos con la suciedad de las manos de una pecadora pero era de demasiada mala educación no aceptar su ayuda.

Aferré su mano y con su ayuda me incorporé. Sus palabras en un principio me dejaron algo anonadadas. ¿Sabía por dónde había ido el ladrón?

-No se preocupe por mi, de verdad, no merece la pena, gracias por su ayuda y si no se equivoca usted para nada señor...-dije a la espera de que me dijera su nombre, pero ¿como iba a preguntar el nombre sin haberme presentado? -En cualquier caso no importa, gracias de nuevo y disculpe si me e entrometido en su camino. Una pregunta si no es demasiada molestia...¿Sabe por donde ha ido el chico del violín?- dije casi suplicando.-Es muy importante para mi, es lo único que me queda en este mundo y en el que viene si Dios quiere.- hice una pausa para continuar.- Me llamo Nimue, gracias por su ayuda otra vez. ¿Cuál es su nombre? Rezaré por usted todos los días por haberme ofrecido su mano, no muchos hacen esos gestos de humildad hoy en día.

Sonrei al escucharla, al parecer era una chica con mucho nervio y que no habia conocido a mucha gente de la "alta" sociedad educada.

- Angel Lambert, pero puede llamarme Angel - me presente - es un placer conocerla señorita Nimue - le dije mientras le hacia una pequeña reverencia con la cabeza - ¿gracias? he sido yo quien le a cortado el paso, la ha dejado caer y ha hecho que pierda ha ese joven picaro, ayudarla a levantar era lo minimo que podia hacer y quien debe discularse soy yo señorita - le dije sonriendo - mmm asi que ese violin es suyo ¿no? vera Dios a hecho que nos conozcamos ¿no?- dije mientra me desabrochaba la capa - le importaria sujetar esto - le dije entregandole mi sombrero y mi capa - espere aqui - le pedi

Antes de que la señorita pudiera decirme nada mas sali corriendo por donde el joven ladron habia huido, me meti por el mismo callejon y cerre los ojos mientras olfateaba los olores buscando el del ladron, una vez que encontre el rastro lo segui. El chico se encontraba dos calles mas alla escondido en una casa. Entre y le ofreci un cambio, algo de dinero por el violin. Una vez lo consegui volvi junto a la chica.

- Esta como nuevo ¿no cree? - le dije sonriendo, ni siquiera venia sudando o jadeando, a veces me sorprendia a mi mismo - debio de hacer algo, no muy bueno, para que Dios le quitara algo tan preciado para usted - le dije entregandoselo - pero sabra que no es mala cuando se lo ha devuelto - le dije amablemente

Quedé sorprendida de nuevo. Sus palabras eran... era como si un ángel hubiera bajado del cielo. Nada que ver con Calé. Era un hombre educado, amable, simpático e incluso atractivo. Quise hablar pero estaba demasiado nerviosa como para articular palabra alguna.

Mientras observaba como se despojaba de su atuendo ostentoso y se daba media vuelta para marchar yo me quedé allí, en el centro de toda la muchedumbre, de piedra, al ver su comportamiento. Era un poco extraño a decir verdad ya que ninguna persona de su clase habría hecho semejante acto por una simple muchacha que no tenía ni para sobrevivir.

Al cabo de un tiempo la misma figura apareció ante mi. Era Ángel, venía con el violín en sus manos. Casi me puse a llorar de la alegría, pero solo casi ya que estaba demasiado extrañada por ese comportamiento tan humilde.

-¿Cómo puedo agradecérselo?- dije casi a voz en grito de la alegría.- Verá, no creo que a usted, señor Angel, le interese mucho el porque Dios me a robado algo tan preciado. Pero supongo que tiene razón. Gracias de nuevo. ¿Puedo preguntarle como lo a hecho? Parece casi imposible que una persona como usted se haya molestado en devolverle a una pobre música su único medio de vida.

Sonrei al ver la alegria que desprendian sus ojos, pero a la vez se veia que se sorprendia de mi comportamiento y no era de extrañar pues no muchos se molestaban en ayudar a la gente humilde pudiendo hacerlo.

- No tiene que agradecerme nada - le dije - solo cumplia con mi deber. La he ayudado por eso mismo que ha dicho usted señorita, es lo mas importante para usted yo solo se lo he traido - le dije mintras cogia mis cosas - no he hecho gran cosa.

-No intente excusarse, se lo agradezco de verdad, es un instrumento muy importante para mi. Es lo único que me queda y lo único que mantiene con vida y sujeta a la realidad. - No sabía como agradecerle que me hubiera traído de vuelta algo tan preciado. Estaba dispuesta a recompensarselo, fuera como fuera.

-Si hay algo que yo pueda hacer por usted monsieur, dígalo. Estoy en deuda con vos y no me gustaría irme sin hacer algo que le sirva de ayuda.

Y si, era raro que yo ofreciera a ayudar a alguien, cuando yo misma era la que robaba a los demás. Pero le debía algo a Angel y me había propuesto devolvérselo.