Un tiempo a solas [Joseph]

por Invitado Dom Jun 13, 2010 7:25 pm

Como prueba de que esta vez me comportaría de una buena manera, mis tíos se decidieron llevarme a la librería. Según ellos tenían nuevos libros y no eran mas que otro montón de hojas desperdiciadas para mi gusto. Por suerte me dieron la oportunidad de llevar esta vez un vestido no tan pomposo, era algo normal para nosotros en Inglaterra pero podía notar como una anciana seguramente la bibliotecaria me miraba con cara rara. Esto era lo que usábamos. Pensé sin tomarle tanta importancia. Empecé a revisar cada estante para poder así ver si me equivocaba y encontraba algo nuevo que leer. La famosas enciclopedias se veían en cada librero. Las novelas románticas se amontonaban en cada esquina. Pero… aun nada me llamaba la atención. Solo varios libros que hablaban sobre la descendencia de los reyes de Inglaterra eran los que no les avía prestado importancia. No los leería, no necesitaba saber de mi familia si ya los conocía perfectamente de pies a cabeza.

Unos llamados de mis familiares llamaron mi atención. Mencionaron que estarían comprando cosas para la cena. Se perfectamente que a Michel le incomodaría mucho que ellos mismos los compraran. Un risita discreta salio de mi boca. Me quite los finos guantes de seda revisando las pastas de los libros. Entre ellos muchos cuentos. Inesperadamente sentí un golpe en mi cabeza y un ruido sordo de un libro cayendo al suelo. Tremendo golpe que me avía dado. No era nada grave pero solo dolía un poco. Hice una mueca y me agache para tomar el libro y colocarlo de nuevo en su lugar. Rápidamente divise que hablaba sobre los trajes parisinos. Dude un poco pero mejor lo volví a dejar en su lugar ¿Cómo se abría caído ese libro?

por Invitado Dom Jun 13, 2010 7:40 pm

Siempre me había intrigado la gran colección de la biblioteca. Me preguntaba qué harían apra conseguir todos esos libros en una época donde el dinero se tiraba en todo menos en cultura. Se pagaba antes las reformas a los burdeles para la mejora de las cortesanas que en reformar el teatro. Si no fuesen las donaciones de los ricachones a empresas de construcción el gobernante de París pasaría por alto esos fallos y desperdicios que mostraban lugares públicos como el teatro y, en este caso, la biblioteca.

Había salido de casa para dar una vuelta. Hoy hacía nublado con posibilidades de lluvia y por eso había salido. Decidí coger el carruaje ya que temía que el tiempo mejorase en mi paseo y tuviese que quedarme en algún callejón unas horas hasta que se fuese el sol. El traqueteo de las ruedas contra las rocas del asfalto hacía que mis nervios pendiesen de un hilo. En ocasiones el sol aparecía y bañaba las calles pero por suerte, cuando el carruaje se detuvo frente a la biblioteca, una pequeñas gotas empezaron a caer. Bajé del carruaje y caminé con aires elegantes a la biblioteca. Mi cochero sabía que debía esperarme todo lo que hiciese falta.
El lugar era acojedor. Con estanterías bastante llenas y sólo un par semi-vacías. Avancé y vi como la bibliotecaria se adelantaba a mí con quejas entre dientes. Una pareja pasó por mi lado charlando de una cena y entonces escuché un quejido. Caminé hacia la estantería de la que provenía y vi como una muchacha colocaba de nuevo el libro en su sitio, acariciándose la sien. Y del otro lado surgió la bibliotecaria vara en mano. Cuando pasó por mi lado agarré su huesudo brazo.
-Debería usted tener más modales. Pida disculpas a la señorita.

La bibliotecaria se vio ofendida por mis palabras pero vio que la había descubierto así que no tuvo más remedio que disculparse ante las miradas del público de la biblioteca.

por Invitado Dom Jun 13, 2010 8:06 pm

La cabeza me di vueltas por un momento. Difícil como para lograr escuchar algo que sucediera alrededor. Un tintineo de una campana resonó y una punzada de dolor apareció en mi cabeza resaltando solo un poco mis venas. La frote un instante para que pasara ese repentino dolor. Y con una mueca que se fue desvaneciendo poco a poco el dolor desapareció, solo sentía un leve síntoma del golpe. Fue tan rápido pero me pareció eterno cuando de pronto escuche los murmullos de una joven. No alcance a entenderle bien lo que decía y solo ladee mi cabeza con curiosidad e impotencia de saber que era lo que decía.

Por lo que fuera instantáneo, tome fugazmente el libro que me avía golpeado. Cubriendo la portada de que algún mirón se atreviera a examinar a alguien como yo, un libro que llevaba entre sus brazos. Despistadamente me acerque a donde el joven sostenía a la bibliotecaria. Me pareció algo extraño. No entendía lo que decían. Mi confundimiento se mostraba con los gestos de mi rostro. Solo una persona me miro y sonrió agradablemente. Simpáticamente te la devolví desolada. Teniendo en mente saber… o mejor dicho, la curiosidad de mi cabeza me lo exigía. Titubeando un poco hable.

-¿Sucede algo? -murmure pero perfectamente audible como para que alcanzaran a oírme. Aferre el libro contra mi pecho, mientras una repentina punzada aparecía por mi cabeza por lo que apreté mis dientes para desaparecerlo por completo. Esperando alguna respuesta o reacción de vida, me percate de nuevo que todo lo veía tan lento. Llego al punto en que logro desesperarme. Suspire.

por Invitado Dom Jun 13, 2010 8:14 pm

Observé a la jóven acercarse a nosotros. Sus pasos eran ligeramente patosos. Solté a la bibliotecaria y caminé hacia la morena, rodeándola con mis brazos para evitar que se cayese al suelo. En su cabeza, entre su vello, una pequeña gota de sangre había surgido de una pequeña herida que el libro le había causado.
La aparté de mí con un empujón suave, apartando la vista. Quien me viese diría que le tengo repulsión a la sangre -y en parte, era verdad-. Simplemente atiné a juntar algunas palabras para que la chica fuese atendida.
-¿Alguien puede traerle una toalla húmeda?

Murmuré mientras respiraba con aprensión al aire que me rodeaba. Un aire que no necesitaba. Giré mi cabeza para clavar mi mirada en la chica y dibujé una sonrisa. Alargué mi brazo para coger el suyo con mi mano, ligeramente temblorosa.
-¿Se encuentra bien? Le ha caido un libro encima y... tiene sangre en la cabeza.

Pronto apareció un jóven portando una toalla humeante. Estaba simplemente húmeda, no goteaba. La agarré, la doblé, y se la coloqué sobre esa herida rezumante de ese líquido que me mantenía eternamente en penitencia. Observé su rostro y acompañé a la chica a una silla bajo las disculpas de la bibliotecaria. Ya era algo tarde para esas disculpas, pero siempre venían bien.
Senté a la jóven en una silla, junto a una mesa, para que se recostara en ella. Sujeté la toalla húmeda contra su cabeza mientras agarraba el libro que le había provocado tal golpe. Era un tomo algo grueso sobre vestuario parisino de nuestra época. Alcé una ceja, miré a la muchacha con su conjunto y pronto descubrí que era inglesa. Ése conjunto sólo lo había visto algunas veces en Inglaterra. Por lo visto a la bibliotecaria no le hacía mucha gracia que alguien que vistiese así entrase en su local. Menuda indirecta.

por Invitado Dom Jun 13, 2010 8:37 pm

Con algo de sincronía, los brazos del chico que me rodearon crearon otra punzada mas. Bufe. Valla día como para leer un poco. Pensé. Pero algo sucedió que de repente un leve empujo me mando casi a volar con la punta de la cabeza adolorida de un momento a otro. Se me hizo extraño aquel comportamiento. ¿Una toalla húmeda? ¿Para que seria? No me avía sucedido nada como para dar uso a eso. Me lleve un mano a mi cabeza y solo sentí un poquito de humedad. Examine la mano y tenia un pequeño punto rojo. Sangre. Pensé rápido. Y sus palabras me lo confirmaron. Un poco de esa sangre que muchos ya han deseado quitármela por completo. Pero nunca han tenido la suficiente valentía como para deshacerse de ella.

Me alarme un poco por eso. Sabia perfectamente que en Inglaterra mi “trabajo” que decidí como ayuda para esos seres nocturnos que bebían de mi, atraería a cualquiera que estuviera cercas, el aroma era lo suficientemente fuerte, algo que yo no alcanzaba a notar. Sin el tiempo de darme a contestarle y balbuce algunas palabras, me sentí completamente zarandeada por el joven que intentaba ayudarme. Algo húmedo apareció en la herida cuando ya estaba sentada en una silla. El logro quitarme el libro que llevaba entre mis brazos. Me importo mas eso que la tonta sangre de mi cabeza. Seguramente solo era poco.

-Disculpe mi interrupción señor, pero no creo que ese trato sea tan indicado como para una pequeña herida, por que si en verdad seria grande y no me diera cuenta de eso tendría que estar preocupada por eso -me adelante a decir con un pequeña sonrisa que trataba de disimular mi alarmo sobre lo que sucedía cercas del lugar. Trate de mantenerme calmada y con una sonrisa ligera y agradable en mis labios- y si no fuera mas prudente ¿Podría devolverme el libro? Es algo incomodo para mi que me lo quitara de esa manera y respondiendo a su anterior pregunta, me siento bien, solo un poco de dolor de cabeza, pero e sufrido por mas dolor con los peinados de los bailes -dije con un tono divertido y en broma para hacerlo reír un poco. Lo notaba algo tenso.

por Invitado Dom Jun 13, 2010 10:43 pm

Escuché las palabras de la doncella. La verdad es que una herida era una herida pero en la cabeza tomaba forma como algo más peligroso y del que se tenía que tener más cura. Y más ahora, junto a un vampiro. La sangre, aunque fuese un corte en la punta del dedo meñique, resultaba de lo más atrayente. Sobretodo cuando llevaba tiempo sin alimentarme. Por ese motivo deseaba que esa maldita herida que estaba alterando mis sentidos se cerrase. Y el olor a agua caliente me hacía olvidar ese agradable pero horrible olor a sangre.
-Bueno, es mejor prevenir que curar, señorita. Yo creo que nunca está de más que una persona cuide a otra cuando ésta se ha hecho daño. Normalmente ahora se dice "gracias".

Murmuré sonriente mientras me inclinaba para retirar la toalla caliente de su cabeza. Su coronilla estaba húmeda, los cabellos arrejuntados en mechones más oscuros por culpa de la humedad y la herida estaba seca de sangre y oculta entre esos pelos mojados. Sonreí satisfecho y observé el libro que la muchacha me pedía. ¿Para qué quería con tanto ímpetu un libro sobre la forma de vestir en el París de ahora?
-¿Puedo preguntar para qué desea tan impetuosamente éste libro?

Alcé la mano por encima de mis hombros, para evitar que lo agarrase. Antes deseaba saber su motivo. Deseaba saber porqué quería un libro que, seguramente, ni le prestaría atención. Era inglesa, obviamente, y vivía en París. 2+2. Aún así, algo no me cuadraba. Una chica inglesa que desea cuadrar en el mundo francés no llevaría una ropa tan cantosa. Iría algo acorde con la moda parisina aunque no fuese estrictamente "a la moda" y de ahí mejoraría. No llevaría tal vestido. El cual era precioso, todo había que decirse, pero la moda inglesa andaba algo... atrasada. La francesa iba algo más tapada pero que lograba remarcar más las curvas. El uso de corsés, de faldas amplias pero fáciles de mover, escotes palabra de honor...

por Invitado Lun Jun 14, 2010 1:44 pm

Toque de nuevo mi cabeza exactamente donde se encontraba la toalla húmeda. Comprendía perfectamente lo que decía. Ya me lo avían mocionado un montón de veces y casi se hacia como frase de mis padres. Siempre eh tenido a esas personas a mi alrededor tratando de ayudarme o mas bien dicho cuidarme no solo a mi, a toda mi familia. Y con el tiempo llega a sofocar tanto como estar dentro de una perfumería. Y sin olvidar de los modales, no debería de recordármelo si mi vida se basa en eso. Mi vista fue a parar rápidamente sobre el libro, del cual el sostenía en su mano como si yo tratara de alcanzarlo. Torcí los labios en una sonrisa de lado.

-Se de que habla, pero… antes que nada, aun no terminaba sus explicaciones como para que un “gracias” estuviera de acuerdo, pero entiendo que es una falta de respeto y le pido mi disculpas -sonreí abiertamente mostrando algo de mis dientes cuidadosamente- ah, y antes de que lo olvide, gracias señor, es muy amable de su parte y si siguiera con esa amabilidad ¿Me regresaría el libro? Solo lo quiero para leer e ir un poco mas acorde con la vestimenta de Paris y no tenerme que ganarme esas miradas -murmure apuntando con la mirada a la bibliotecaria que como si estuviera en la platica se regresaría a hacer sus cosas- aunque la verdad no me importe mucho eso

Extendí mi mano esperando que regresara el libro de la forma mas amable si es que se puede. No me importaría si me lo lanzara y de nuevo un golpe, de vez en cuando es bueno tener algo con que lastimarse. Con la tensión reflejada en mis brazos y sin tener que colocarme de pie ya que el espacio donde el se encuentra incomodaría un poco, no solo a el si no a mi lo mas seguramente.

por Invitado Lun Jun 14, 2010 2:30 pm

Al escucharle no tuve más que sonreír para demostrar una ligera burla. Me quedé observando a la muchacha y alargué el brazo, tendiéndole el libro que le había golpeado en la cabeza. Esperé impacientemente que lo cogiese y, cuando lo hizo, dejé que el peso del tomo recayese sobre su mano.
-Espero que disfrute del libro, mademoiselle. Y disculpe las molestias que pude haberle causado.

Sonreí y, con una reverencia, me alejé de la chica. Viajé hasta el fondo de la libreria, donde había una ventana con el agua repiqueteando contra el cristal. La lluvia había cobrado fuerza y era bastante improbable que, al salir, no me mojase las ropa que llevase. ¿El cuarruaje seguiría ahí? Alcé mi cuerpo para agarrarme al alféizar de la ventana y de ahí mirar el exterior. Pero todo era un callejón con algunos cubiles de basura tumbados. Algunas ratas olfateaban el interior en busca de algo para comer. Me giré al ver que no podía observar la calle y me volví a la estantería. Acaricié los tomos de los libros, el cuero con el que estaban forrados me hacía crear un escalofrío en la punta de los dedos. Saqué uno de esos libros. Ilíada de Homero. Me recosté contra la pared, abrí el libro, y ojeé sus páginas mientras escuchaba el sonido de los pasos de la gente por la biblioteca.

por Invitado Lun Jun 14, 2010 5:36 pm

Una vez con el libro en mano le sonreí en forma de gratitud. Con un asentimiento parecido a una reverencia normal a las que no me acostumbran a dar observe la pasta del libro mirando los pequeños dibujos que este tenía. Hice una mueca y volví mi vista a él aun agradecida por al verme ayudado… a la sangre que corría por mi cabeza. No logre ver si era demasiada, pero no importaba, nunca me preocupaba por eso.

-Créame que no ha sido ninguna molestia –me apresure a decir para después verlo irse entre las estanterías de los libros desapareciendo de mi vista entre ellos. Me puse de pie y me encamine hacia el ventanal del frente y note como la lluvia avía caído tan rápidamente sin percatarme de eso. Ahora tendría que esperar a que vinieran por mí. Sabía perfectamente que mis tíos no se arriesgarían a mojarse su ropa y avía prometido que los esperaría y no salir sin que nadie me viera. Bufe.

De nuevo me dirija a donde antes me avía encontrado. Sentada con una toalla húmeda en mi cabeza. Me di por abrir el libro y antes de empezar a leerlo me dispuse a ver las imágenes. Eran perfectos los detalles que tenían los dibujos. Los corsets de los vestidos se veían muy apretados, ya avía sufrido experiencias por eso y solo los volvería usar en algún baile que se presentara en la familia. Las telas de los vestidos se veían muy finas. Me entraron hartas ganas de empezar a dibujar algo parecido pero por el momento solo seguiría admirando la información del libro.

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