Otra vez (Dana Luminita)

por Invitado Lun Jul 18, 2011 7:42 pm

Un anochecer más se cernía sobre la ciudad de las luces. O del amor, como otros la llamaban. ¿Amor? ¿Acaso existía ese sentimiento? Quizá… Pero al no ser nada eterno tampoco podían serlo las afirmaciones y las dudas que crecían, se desarrollaban y morían en las mentes de los hombres. Como el simple pensamiento de que durante toda la noche correría aquella fresca brisa que acariciaba la piel de cierta vampiresa que había salido como cada noche a cerciorase de que lo que estaba buscando todavía no había llegado. ¿Tardaría mucho más? Aunque, ciertamente, la pregunta carecía de sentido. Había esperado durante siglos, siglos llenos de amargura, rabia y dolor contenidos dentro de un pecho podrido y un corazón muerto e inerte. No importaría esperar un poco más. Pero no podía decirse que todo hubiese sido malo.

Si se ponía a recordar tan sólo acudían a su mente victorias y más victorias en un recuento interminable. Ahora bien, muchas de ellas tal vez fueron provocadas por ella misma. ¿Y quién iba a ser el imbécil que iba a desaprovechar unos poderes tan suculentos como los propios del manejo de la mente? Alguien que no tenía ni idea de qué se sentía al saborear el triunfo una y otra vez, sin duda. Y esa no era Raxa.

Al tiempo que una frívola sonrisa ornamentaba sus fatales labios el repiqueteo en el suelo de sus tacones se escuchaba de igual modo en que se escucharía caer el granizo de invierno sobre los tejados helados, un golpe seco y firme que no se tambalearía jamás. Con su orgullo por bandera y la sangre como lema se dedicó a recorrer las desalojadas calles de París con un presentimiento diferente. Aquella noche algo sucedería y en cierto modo la curiosidad llamaba a las puertas de su mente, pero, ¿iba a dejarse llevar por suposiciones, cuando lo que había aprendido gracias a su longevidad había sido a desconfiar de todo?

por **Dana Luminita** Sáb Jul 23, 2011 3:18 am

Tienes la duda de la hora, pero no miras el reloj, las calles se vuelven más sombrías cada día y no reconoces los aparadores de un recorrido tras otro como un carrusel. Las luces tintinean alumbrando el empedrado de las calles y un carruaje pasa haciendo que el equino se aleje cabalgando acelerado. Es un andar cauteloso entre las sombras de esas luces, mi bastón suena toc, toc, toc sobre las baldosas de la acera. Todas las noches tienen significados y el tablero está en la mesa, el rey en la casa y la arcadia nos espera.

El vestuario de arlequín descansa y estoy vestida de un caballero de época, con bastón y levita. Mi cabello rubio está escondido bajo mi sombrero y aparentemente parezco un hombre que camina con las calles, un loco que viene mal maquillado de arlequín. Solo hay melodías solitarias que recorren las estrellas, arcoíris de colores que solo viajan en una en una, quisiera ir a una feria, a una fiesta y amamantarme de los diferentes olores de los corazones, de todos los cuerpos que estén presentes. Busquemos una fiesta, busquemos algo para divertirnos.

Entre mis pensamientos y mis pasos cautivos me encuentro una silueta en las calles, una mujer que con zapatillas ilumina las calles, esos ojos los había visto antes, la conozco. Su aroma es el mismo y esos aromas son difíciles de olvidar.
-Bonjour madeimoselle. –recuerdo nuestro anterior encuentro, la locura es buena en ocasiones, aunque me pinten de loco, estamos más cuerdos que los cuerdos, tenemos una visión diferente del mundo, con la locura viene la sabiduría y con la sabiduría el poder- ¿Cómo la trata la noche?...

por Invitado Mar Jul 26, 2011 7:30 pm

Era francamente estúpido pensar que la monotonía era el fruto de lo continuo. Monotonía significaba seguimiento, pero no continuidad. ¿Qué eran entonces esos secos ruidos que salían de debajo de sus pies? Quizá no importaba, pero cuánto era capaz de hacer un sonido. Podía provocar desde lágrimas hasta euforia, desde euforia hasta pánico. Y nunca habría dejado de ser un simple sonido. Pero los corazones inseguros era el gran defecto que tenían, que nunca sabrían ver las cosas como realmente eran. Aunque quizá los dementes sí podían llegar a tener razón… En cierta medida.
El sonido continuo de un repiqueteo en un suelo de fría piedra como el alma errante que lo pisaba podría llegar a estremecer, si se fuera conocedor de quién era su creadora. Un demonio de sangre que vivía por y para la sangre, y la venganza. Ciertas sonrisas la delataban, pero, no era eso un problema cuando el descubridor nunca más volvía a abrir la boca… ¿Verdad?

Y ahora sí, un sonido que podría haber resucitado a los muertos como ella. Una escalofriante carcajada, llena de vacío. Mirando al estrellado cielo la emitió, sabiendo que se escucharía a lo lejos. Un protagonismo anónimo que era su tierna debilidad, provocar miedo sin ser conocida.

Había estado en lo cierto. Esa noche algo sucedería, algo que no había sabido qué era hasta que había vuelto a escuchar aquella divertida voz que le recordaba al circo de su pésima y tierna infancia. Aunque sus ojos se vieron algo frustrados al no encontrar a nadie a la vista, el menos hasta que descubrió el nuevo disfraz - ¿Otra vez usted? - preguntó con tono cansado, todavía mirando al techo del mundo. Poco le importaba la presencia de aquel pobre ser tan cerca de ella. No era más importante que sus pensamientos sobre nuevos derramamientos de sangre… Pero de nuevo una interrupción que la hizo mirar al suelo y suspirar, hastiada - ¿Siempre repite las mismas preguntas? Porque aburre… - criticó fingiendo un bostezo. Ciertamente ni sabía qué hacía concediéndole esos momentos de su valioso tiempo. Seguramente ni serviría como entretenimiento. Aunque… Podía intentarlo.

Levantando la mirada hasta dejarla perdida y de frente, se fue girando lentamente posando fríamente la mirada sobre un pálido y deforme rostro bajo el sombrero. Una cínica sonrisa afloró de sus mortales labios y unos blancos dientes brillaron a la luz de la luna - Interesante indumentaria… ¿Nueva treta de cacería?

por **Dana Luminita** Miér Jul 27, 2011 3:05 am

La miro de pies a cabeza observando los detalles de su vestido, de su porte y de su rostro, grabándome a detalle el mohín que hace en su nariz, los gestos de desdén y las palabras que salen de sus labios escarlatinas.
-Otra vez yo... –me sale una risa socarrona- sí... son las mismas preguntas del guión...- Noto su mirada y no puedo evitar sonreír, ¿Por qué sonrío? Simplemente lo hago porque me place. -No me disculpo por aburrirla. Realmente ni me interesa lo que piense madeimoselle.

Apoyada en mi bastón de ébano le miro con un porte grácil imitando a un caballero garbo y gentil. Por que a pesar de todo, sé actuar como una persona amable, además el arlequín está de buen humor.
-Simplemente es mi traje de presdigitación... odio los holanes y las crinolinas... siento que me cortan el aire –me carcajeo- ¿Le gusta?... así pasa uno desapercibido... se puede subir más fácil por los edificios y también se puede bailar tap – bailo un poco tap en el calle, con buen ritmo y sin perder la elegancia o el estilo- con esos vestidos incómodos ni se puede caminar tranquilo... aunque si puede mostrar bien sus senos... tiene bonitos senos... –detengo mi tap y le miro directamente a su apechugado vestido en el centro del torso- ¿Puedo dormir sobre ellos? –mi risa es divertida y sonrío ampliamente- Bah, no se emocione... me gustan las mujeres, pero usted no es de mi tipo, más bien parece un caballo arrogante.

Bailo más tap y le miro directamente, no tenemos porqué pelear aunque por el momento me parece algo entretenido, termino haciendo una reverencia y me quito el sombrero, mi cabello rubio cae sobre mis hombros, las puntas están maquilladas de color rosa.
-¿Cómo me había dicho que se llamaba?....

por Invitado Dom Ago 14, 2011 10:10 pm

Pocas veces la noche otorgaba espectáculos tan dignos de admiración como aquel que estaba presenciando. Ciertamente debía admitir que la perlada luz de la luna mejoraba sus facciones cubiertas de un mismo color. Entre risas e indirectas a rebosar de ironía y arrogancia no llegarían a ninguna parte, pero, ¿por qué no ver el lado bueno? Ambas parecían estar pasándoselo en grande, sobretodo la payasa con su actuación.

Había visto de todo durante su existencia, pero siempre había algo que lograba sorprenderla, como por ejemplo aquel pequeño ser que no era para nada frágil e inocente como aparentaba tras esa actitud infantil. La veía moverse, la escuchaba hablar y no podía evitar la formación de una maquiavélica sonrisa en sus labios. Sobretodo cuando habló de sus senos, de los cuales Raxa estaba bastante orgullosa. No, a ella no le iban las mujeres, pero se sentía protagonista de las fantasías de muchas de ellas y su ego se desbordaba con aquello - ¿Ha pensado en abrir una escuela para aprender a ofender? - sugirió con un despreocupado encogimiento de hombros y un gesto indiferente con la cabeza, evidentemente ironizando con un tono serio y ridículo para enfatizar.

Tras seguir observando y sonriendo se acercó a ella con pasos lentos y arrastrados, cual alma en pena con cadenas. Era indescriptible el cómo se lo estaba pasando, tremendamente genial. Por un momento creyó que había encontrado un rival que se acercara a su altura - Raxa. Y ahora pásese a un segundo plano y dígame el suyo. No acostumbro a tratar con cosas que no tienen un nombre con el que referirse a ellas - susurró en tono medio y esperó a que levantara su rostro para poder ver bien la cara de quien le estaba haciendo perder el tiempo. Parecía un ser interesante, pero se solía decir que las apariencias engañaban.

por **Dana Luminita** Lun Sep 05, 2011 4:28 pm

La noche siempre la noche se puede sentir en tu piel de piedra y danzar sobre el asfalto, din ding ding... suenan los cascabeles. Toc, toc toc, suenan los taconeos de las botas. Pero te detienes ante lo que hay frente tuyo, puedes cantarle una canción Luminita, puedes seguir danzando, pero solo tienes esa sonrisa trabada en tu boca deformando ese maquillaje corroído y malhecho sobre tu infante rostro. Le vuelves a mirar los senos y te parecen bonitos, quieres tocarlos con el índice pero no lo haces, brota de ti una risa y la escuchas.

-No lo había pensado –mi pose es tan actoral pensante, con la mano en la barbilla, mirando levemente hacía arriba- Podría ser maestra en la academia.

Raxa... no te suena, pero su ironía y sus toques mordaces te causan curiosidad Luminita.... la la lá... Y una reverencia, le tomas la mano y la besas como su fueses un caballero de esa época y con la sonrisa imborrable en el rostro haces mostrar tus dotes de etiqueta y buenas costumbres... no te burles de ti misma, pero a veces todo ese espectáculo son solo caretas impuestos.
-Luminita, alfil del clan ajedrez, arlequín del rey del clan. –después de hacer la reverencia te incorporas para mirarla regresando tu sombrero a tu cabeza y tu semblante más tranquilo, pero sin quitar esa sonrisa perturbadora- ¿Seguirá agazapada señorita Raxa o querrá ir a caminar y cortar cabezas?

Te apoyas sobre tu bastón Luminita, la miras de pies a cabeza y te tocas el ala del sombrero para ocultar tu mirada infectada, formas esa sombra sobre tu rostro y tu cabeza demente se pierde entre los sonidos de la noche.

por Invitado Miér Sep 07, 2011 6:45 pm

Cada vez le gustaba más aquello. Quizá estuviera loca, o tal vez sabía demasiado bien lo que hacía. Raxa debía reconocer que la curiosidad poco a poco iba haciendo estragos en ella e iba carcomiendo su semblante serio e indiferente. Tanta actuación la estaba llevando a creerse parte de la historia que contaba a través de sus gestos y sus palabras sin sentido, sobretodo de los gestos como el de besarle la mano. No le dio tiempo ni a retirarla ni a decir nada pues la otra mujer ya se había incorporado para iniciar la respuesta a su segunda pregunta, respuesta que la hico fruncir levemente el ceño - ¿Clan ajedrez? - preguntó alzando una ceja y creyendo que era otra incoherencia más que nacía de esos labios maquillados.

Cuando volvió a ver aquellos ojos llenos de locura y maldad sonrió de oreja a oreja. Por fin algo que le gustaba de verdad y que atraía su entera atención. Esa maldad en afinidad con la suya podría quizá ser… Mucho más mortífera de lo que ya lo era en solitario. Sí… Por su cabeza comenzaron a rondar nuevos planes para su búsqueda, planes recubiertos de un envoltorio tan atractivo y atrayente como lo era una trampa de queso para un pobre e insulso ratón, pero que encerraba lo único que realmente albergaba: la muerte.

Por un momento, creyó que seguirle el juego sería lo más acertado si quería saber más y obtener más respuestas. Se acercó a ella de nuevo y, con algo de sarcasmo, le devolvió la reverencia, quedándose a unos pasos desde los que contestó brevemente - Iré con usted, Luminita - dijo como quien dice ver llover y avanzó de nuevo, por lo que cuando quedó a la altura de su perfil y al lado de su oreja susurró macabra -Siempre y cuando usted esté dispuesta a responder a todas y cada una de mis preguntas - y se alejó de ella caminando ulteriormente en círculos a su alrededor. Le guiñó enigmáticamente un ojo al quedar cara a cara y se cruzó de brazos, a la espera.

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