Galán de la noche /Privado [+18]/

Una sonrisa se posó en mis labios cuando vi el apellido de Francisco Virash, que tipo aquel insistente pero mujeriego, tengo que decir que bailaba a la perfección pero no era de mi gusto, los recuerdos me inundaron, sacándome sonrisas de aquella velada donde la música de los violines hacían juego con el vals que ambos bailábamos de la mano del otro. Aquel Virash lo vi seguidamente tres meses hasta que su familia por un acuerdo lo puso de novio con una de las niñas de los Cole, fieles clientes lástima que nunca más supe de Francisco.

La puerta sonó y se abrió lentamente – Viola, su caballo esta ensillado y todo lo que me pidió está listo – la voz de mi fiel amiga y criada se hacía notar, salí de mi escritorio y me acerque a ella – Gracias Darla, esta noche iré por la “novia de la Noche” y espero tener suerte ya que, según lo que escribió mi padre y según esta hoja – le mostré la hoja amarillenta con dibujos y anotaciones en ella – en esta época está en su plenitud – le dedique una sonrisa y ella fue por mi capa azul de terciopelo – Ve con cuidado, ya que en la oscuridad es más fácil perder el camino – me ayudo a colocarme la capa, no era la primera vez que salía de noche, pero de todas manera siempre salía con cuidado aun sabiendo que bajo el manto estrellado era una presa fácil para cualquiera que osara siquiera en atacarme, el solo hecho de pensar en aquello hizo que un escalofríos recorriera mi cuerpo. – Te fe, y reza por mí para que vuelva en 3 horas – dije saliendo de mi habitación.

En el establo estaba mi caballo Zaino ensillado, revise que en el bolso de cuero que colgaba del estuviera lo necesario, guarde la hoja en un bolsillo de mi capa y monte aquel corcel que siempre me acompañaba en mis salidas nocturnas, tome una de las lámparas de aceite y emprendí camino a los bosques parisinos. La capa tenía una capucha que cubría mi cabellera rojiza, cubriendo también el vestido ligero que traía puesto, las botas eran las que usualmente ocupaba para cabalgar cómodas y sin taco para no lastimar al caballo. La noche estaba cálida y perfectamente estrellada, mire el oscuro cielo y los cristales brillantes parecían seguir mis pasos. Adentro del bosque entre árboles, animales nocturnos y quien sabe que otros seres desmonte y tomando las riendas de mi caballo con una mano y con la otra aquella lámpara de aceite comencé a caminar en lentitud por aquel lugar, esperando encontrar aquella flor de hojas pegadas, armada de espinos, de color verde y con las flores de color blanco que según lo que había leído podría brillar en la oscuridad.

Yo era la usurpadora del bosque, mis pasos se hacían notar cada vez que avanzada innumerables sonidos que conjugados con los sonidos que el bosque oscuro traía le daba un aire casi tétrico, pero aquello no me molestaba no era la primera vez que me adentraba en el espesor del bosque y tampoco sería la última. Solía escuchar historias de asesinatos, muertes, fantasmas y hasta monstros nocturnos, creía en aquello pero eso no impediría que me alejara de aquel lugar sombrío y oscuro. Podía imaginar un cuadro de mi caminando y en la lejanía alguien observándome para llevar a un lienzo aquella escena, una mujer con capa larga que guía un corcel y solo alumbrada por una lámpara que solo deja observar lo que hay a unos pasos más allá. Veía el cuadro oscuro con las siluetas mías y de mi singular acompañante, nuestros destellos brillaban gracias a la luz de aquella lámpara de luz amarillenta.

El caballo dio un respiro haciendo que el sonido que saliera de su boca fuera verdaderamente terrorífico, de un salto la lámpara se soltó de mi mano y cayó al suelo, la oscuridad me inundo sintiéndome a la deriva en aquel lugar, un pequeño grito suave casi inaudible salió de mis labios y al instante me aferre fuerte de las riendas, tenía que admitir el miedo comenzó a inundarme lentamente; deje pasar unos segundos mientras mis ojos se acostumbraban medianamente a esta oscuridad, no había luna que iluminara entre los arboles solo estaba el manto estrellados que no alcanzaban a darme la luminosidad que necesitaba. Mire en dirección este y vi la lámpara tirada había rodado algunos pasos hacia allá apagándose por completo camine siempre con Zaino a mi lado no quería despegarme de él, menos esa noche que parecía tan desolada como el desierto mismo. Tome aquella lámpara entre mis manos y en varios intentos fallidos no logre volver a encenderla, no me quedo otra que seguir mi rumbo en aquella negrura que parecía ser cada vez más oscura a medida que avanzaba.

El viento mecía los arboles haciéndolos danzar y como una melodía me hacían compañía, mis pasos cada vez eran con más cuidados, intentando de no tropezar ni mucho menos caerme. A lo lejos el ulular de un búho me puso los pelos de punta, nunca había escuchado uno cantar tan fuertemente como lo hacía aquel que entre las ramas de los arboles yacía escondido, quizás esperando a alguna presa salir de sus escondites. Los grillos sonaban a cada paso que daba, quizás alertándome o simplemente haciéndome compañía en mi caminata que parecía una peregrinación en ese momento. Los ruidos de la noche comenzaron hacerse presente a medida que yo me acercaba a mi destino, hacia aquella flor que me había traído hasta lo más profundo de aquel bosque parisino.

Me detuve y quede mirando el lugar en la lejanía vi como brillaba – Ahí esta – le dije a mi caballo como si el me entendiera, pero la emoción hizo que mi corazón saltara de la alegría – ¡El galán de la noche! – exclame con cierto éxtasis, sin pensar en nada mas solte las riendas de Zaino y corrí en la dirección de las luces, tropecé dos veces pero me volví a levantar sin mirar atrás hasta que llegue al lugar, ¿sorpresa? Si aquello fue lo que me lleve al ver a las luciérnagas elevarse sobre mi cabeza, un verdadero espectáculo para ser observado, el color verde fluorescente que tenían era simplemente magnifico. Mi corazón aun agitado por la mezcla entre emoción y el correr latía con grandes fuerzas, mi respiración estaba algo agitada pero nada impediría que me perdiera todo aquello. Y cuando baje la mirada la vi, la flor que andaba buscando, tan majestuosa como si fuera una reina, tan iluminada como si compartiera la luz de las luciérnagas, me senté en el suelo húmedo y quede apreciando todo lo que tenía a mi alrededor. Las pequeñas luciérnagas volando lentamente como si de una danza nocturna se tratase y aquella flor de pétalos blancos parecía guiarlas. Atrás había quedado la oscuridad en la que me encontré, ahora tenía otro tipo de luminosidad, la luz de la naturaleza….

Y las luciérnagas con sus bailes moviéndose de un lado a otro más que volar flotaban a mi alrededor ensimismadas con la belleza de aquella flor que me había estado esperando por varios años por fin tenía el privilegio de conocerla, mi corazón quería estallar de alegría y sentía como la sangre corría por mis venas haciendo estremecer mi cuerpo de arriba abajo, por su parte mis compañeras parecían felices con mi espectáculo más creería yo que era porque la flor nos brindaba una vista única, su color blanquecino brillaba esa noche donde la soberana oscuridad era puente entre un mundo y otro. Mi imaginación se puso a correr con mis ojos pegados en aquel galán de la noche imagine el encuentro con un ser extraño quizás una ninfa que seguro estaría observándome enviando señales con las luminosas luciérnagas que de un momento a otro comenzaron a parpadear su color fluorescente hacia que mis ojos engañaran a mi cabeza, creando sombras, siluetas en la inmensidad de la noche, movimientos suaves en un lugar donde seguro ya estaba habitado por más de una ninfa, seres de la noche que buscaban confort en la belleza de la noche oscura; suspire cerrando mis ojos la imagen ya grabada estaba en mi interior nada mas ahora venía la parte difícil, pero… no, no podía… no podía matar aquella flor.

Trague saliva y pase uno de mis dedos por uno de los pétalos, la textura suave como la porcelana me incitaba a seguir acariciando, cerré mis ojos y me deje llevar por lo que mis dedos sentían, ese frio extraordinario que me traía recuerdos de una noche de lluvia, en conjunto una suave briza comenzó a azotar a los arboles podía escuchar como las ramas chocaban entre sí, haciendo que aquello una ópera que solo el que le ponía real atención lograría entenderla, mi ensoñación se vio interrumpida cuando una palabra llego a mis oídos, sorpresa, miedo, éxtasis, emoción ¿la flor había hablado? Mis ojos abiertos de par en par se acostumbraron a la oscuridad y el singular brillo que me acompañaba, mire en todas direcciones de manera lenta no quería perderme detalle, ¿era mi imaginación? – Galán de la noche… que me has hablado sal a mi encuentro – era una tontería lo que estaba haciendo pero podría jurar que era una voz masculina si mi corazón comenzó a filtrar mi sangre con más rapidez mis dedos se alejaron de la flor y tocando el suelo gire mi cuerpo, no hay nadie Viola, no hay nadie … dije para mi consuelo mientras intentaba divisar en la lejanía a mi caballo de pelaje oscuro, que ni rastro podía ver, lentamente me puse de pie las luciérnagas me abrieron un espacio y estirando los brazos intente alcanzar alguna, su luz me ayudaría pero fue en vano volaban escurriéndose por mi cuerpo iluminándome de una manera diferente.

Volví a tragar saliva de manera nerviosa, amaba el silencio cuando sabía que estaba en soledad pero ahora sentía como los escalofríos se acoplaban a mi cuerpo, que levemente comenzaba a temblar pidiendo ayuda a la espesura del bosque, si alguien me estaba observando no debía estar a más de unos pasos, pero para mí era invisible… o acaso ya estaba delirando por la belleza de una flor que poco a poco mostraba la grandeza en la inmensidad de aquel lugar, no sabía que pensar mire a los cielos buscando una explicación a lo que me estaba atormentando, entre pensamientos me deje guiar y cerrando los ojos con fuerzas dije en voz alta – Si me ves… dime donde estas – parecía un cuento de hadas sacado de alguna novela ficticia, nuevamente la realidad y la fantasía se hacían presente en mí. ¿A caso aún no sabía medir que era real y que no? Al parecer vivía en un cuento donde los protagonistas cambiaban, donde el héroe no existía y donde lo primordial era la calma, una que en esos momento me faltaba, mis pies estaban anclados al suelo mis manos yacían quietas a mis costado ahora yo formaba parte de una escultura de mi misma.

¿Las fantasías se hacían realidad? ¿Podía yo estar viviendo una? Apreté mis ojos cerrándolos con fuerzas, recordando mis pasos por Paris, nada era normal, nada era realidad desde que había llegado a esta ciudad me había visto envuelta en un mundo paralelo un mundo alejado de todo lo que cabía en los estándares de normalidad… Ese era mi cuento de hadas, era el mundo donde la oscuridad me seguía y donde yo quería seguir. El latir de mi corazón me dictaba que todo lo que sentía era verdad, que no estaba soñando por que no se podía vivir de sueños. Abrí los ojos asustada, por mis pensamientos, nerviosa por no saber qué hacer, los recuerdos eran tan tormentosos que causaban ese escalofríos reiterado en mi cuerpo, dos nombres venían a mi mente, dos personas que eran diferentes pero compartían lo mismo… Sombras que solo aparecían por las noches y se iban al amanecer… Viola deja de pensar… Viola… hablaba conmigo misma alejando las ideas banas que atormentaban mi silencio. En ese momento me sentía vulnerable sentía que todo podía suceder pero la espera parecía ser eterna, mis miedos se hacían presentes como la noche oscura que me rodeaba… Fantasía, aquello nunca se me alejaba de la mente eran dos visiones de un mismo lugar el punto medio, el limbo de mi pensar…

Los aromas se mezclaban haciendo que el perfume de la naturaleza se combinara haciendo una amalgama perfecta difícil de descifrar pero no imposible de recrear, mi olfato enriquecido y enseñado por años hacía de las suyas olfateando por separado cada aroma pero el que más destacaba era el de aquella flor Galán de la noche que como un compuesto hipnótico me hacía querer arrebatarlo de la tierra y llevármelo para disfrutar sola de él, egoísta era el pensamiento pero en realidad lo necesitaba. Respire profundamente envolviéndome de todo mis ojos vieron pero no lograron observar nada, estaba sola solo era aquella flor la que hacia llevarme a un mundo donde todo podía suceder…

Y cuando piensas que has encontrado el final para el cuento es cuando todo parece más real que nunca. Mi cuerpo quedó paralizado tras oír mi nombre… ¡Viola, Viola aquí estoy sigue, sigue mi voz! Había dicho la voz, sentí como todo se desvanecía… sentí que ya no había realidad ni juicio en mis pensamientos que los sueños estaban formando parte de mi vida, un cuento de hadas donde mi galán me llamaba, el segundo de espera había terminado y con el sentí como mi cuerpo era conducido por el galán, tan blanco como los pétalos de la flor, tan fuerte como la raíz de esta y tan brillante como el destello que emanaba. Luciérnagas juguetonas comenzaron a danzar mientras mi cuerpo como cual pluma era elevado… Y así la fantasía de los cuentos que leía se hacía presente, rompiendo los esquemas donde la realidad quedaba lejos de todo – Galán de la noche… - desbocado mi corazón mis palabras salieron como un respiro un alivio que no lo era – Tanto que me hiciste esperar… - delirio, aquello era, dejándome seducir por la flor que se había convertido en hombre una noche donde nada era lo que parecía y todo era tan real… mis palabras se alejaban de mi contexto, mis pensamientos volaban y aferrándome al Galán me llene de su aroma tan peculiar como único, no existían dos fragancias iguales, ni dos hombres iguales nada en este mundo tenía un igual… - Llévame a bailar contigo… llévame donde la noche nos espere y las luciérnagas dancen sin parar… - la locura un estado mediático del cual solo había una salida, la realidad.

¿A caso era un sueño? Y aunque no lo fuera era lo más hermoso que me había pasado, lo más real en estas últimas semanas, vivir de un sueño o soñar para vivir ¿había diferencias? Lo que me concierne a mi definitivamente no. Desde tiempos remotos había vivido soñando, ideándome fantasías… creando mundos donde solo yo habitaba y por primera vez en muchos años había tenido una respuesta. El destino era juguetón en momentos como aquel donde la realidad y el ensueño parecían ir de la mano. Pero mi vida se basaba en aquello vivir en fantasía vivir en un sueño del cual no quería nunca despertar. Podrían llamarme loca, verme de mala forma pero yo sabía lo que vivía y aquello nadie nunca me lo quitaría, hace un tiempo alguien me dijo que si no vivía al límite era mejor no vivir, ahora comprendía más que nunca sus palabras. Meses pase dormida años quizás, pero una noche de otoño todo había cambiado una noche parecía a esta tal vez era la misma noche donde conocí mis límites y un poco más… si un poco más allá de donde yo podía llegar suspire profundamente en medio de la oscuridad. Las luciérnagas no dejaban de bailar y aquellas eran la compañía el toque mágico de esa noche, porque aun cuando estábamos inmersos en la oscuridad siempre había una luz que lograba iluminar más de lo que algunos podían pensar.

Entre los brazos de mi galán de la noche me sentía única, especial, yo había salido a su encuentro esperando verlo por primera vez sentir la suavidad de no solo sus pétalos sin del cuerpo que personificaba aquella flor. Mi sangre parecía alborotada en mis venas haciendo que mi cuerpo vibrara de una manera armoniosa, satisfacción en lo que veía más diría yo que en lo que sentía también, una media vuelta y pude ver el rostro de aquel ángel de la noche, de aquel hombre que se hacía llamar Galán de la noche, el venía a mi encuentro y yo a la espera no tenía más que pensamientos para él. Una sonrisa se posó en mi rostro y a medida que los segundos pasaban se ensancho más y más, sentía una extraña protección junto a él y… sentía que mi cuerpo lo pedía, mi corazón latía con fuerzas, latía para el en ese momento su rostro perfectamente esculpido se grababa en mi memoria, en mis recuerdos no lo olvidaría porque cada vez que soñara el aparecería por que como si fuera amor a primera vista ya podía sentir todo el. Pestañee muy lentamente y la sorpresa se vino cuando sus fríos labios tocaron los míos, recordaba aquella frialdad más nunca se compararía con la de él, mis brazos como si supieran que hacer rodearon su cuello y deguste del sabor dulce que él me entregaba, era bello más que aquella flor nocturna. ¿Los sueños se hacen realidad? Ahora mi respuesta era un seco y tajante sí.

Alejándome del tanto como el me permitía, sin soltarlo – Y en mi mente siempre estarás… porque eres el galán de la noche que espere encontrar – mi voz salió como un cantico celestial en medio de la oscuridad que nos abrumaba y en la lejanía los arboles comenzaban a cantar a contar una historia donde las ninfas bailaban y se entregaban al alma del bosque. Y ahí nos encontrábamos la dama y su galán ¿Qué más podría pedir? Y el pedido del cuerpo se hizo presente con otro beso de igual magnitud, pero esta vez luego de sus palabras fui yo la que se atrevió a besar aquellos labios que parecían ser un nuevo vicio, mis labios querían ser tocados, mi cuerpo abrazado mis pensamientos corrompidos y mi sueño hecho realidad - Mis labios cada noche esperaran el sabor de los tuyos y en sueños gritare tu nombre para que vengas a mi encuentro… - el aliento me faltaba, la emoción se apoderaba de mí, el sueño transcurría de manera suave, perfecto podría decir. Cerré mis ojos escasos segundos y la brisa de los arboles nos envolvió levantando las hojas que en el suelo yacían, las luciérnagas destellaban un color diferente y la oscuridad ya no era, podía ver con claridad como si fuera la misma luz del día. En el mundo de fantasías era donde todo y nada sucedían precisamente por aquello amaba soñar porque todo cambiaba, nada seguía un curso lógico porque lo que menos quería en ese momento era pensar con claridad. – Llévame contigo y no me sueltes que… ahora que estoy con el Galán de la noche… mis días serán eternos por volver a verte. – Mi aferre a él acercando mi cuerpo lo más que podía, en realidad no quería alejarme, quería disfrutar nada más que hacer aquello.