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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Lun Jul 25, 2011 4:45 am

Era el primer día en el que me levantaba con algo claro en la cabeza, encontrar a Týr, a pesar del tiempo transcurrido algo en mi interior me decía que seguía en París, e idiotamente esperanzado quería creer que Eve había tenido suerte y se lo había topado ya también. Sí, quería encontrar a mi amigo porque ese era nuestro trato, pero también porque tal vez, sólo tal vez eso también me iba a conducir a ella.

Me desperté temprano y desayuné en un pequeño café a unos cuantos locales del hotel donde me hospedo, ahí le pregunté al camarero si sabía de algún sitio donde comerciaran arte, un lugar así era desde luego un sitio donde Týr estaría, pero el chiquillo inexperto simplemente negó con la cabeza sosteniendo la jarra con la que servía café, creo que ni francés hablaba, el dueño del lugar me escuchó y me pudo dar mejores datos. Me habló de la zona comercial; “ahí hay muchos lugares como lo que usted busca” aseguró y le agradecí por la información, le dejé una propina generosa al muchacho a pesar de no haber recibido ayuda directamente de él. Tomé el periódico que leía y lo coloqué bajo el brazo, así comencé mi caminata hacía donde el hombre me había dicho.

No estaba muy lejos, aunque no me molesta caminar pues estoy acostumbrado, me alegré de llegar tan pronto. Vagué por un par de calles, me fijé en algunos artistas callejeros y no, no lo pude evitar, comparaba constantemente su talento con el mío, en Kuortane era difícil saber qué nivel tenía, me limitaba a recibir halagos de mi madre y mis hermanas, pero ellas ¿qué podían decirme?, en mi viaje pude observar mejor y darme cuenta de en realidad dónde estaba. Supongo que bastante bien considerando que nunca he recibido educación formal y mis primeros esbozos se limitaban a caballos y sólo caballos. Ver a los artistas callejeros de las calles parisinas me confirmaba lo que ya sabía.

Sin embargo, aunque edificante, mi tarea estaba resultando fútil, ni rastro de mi amigo, ni nada realmente relevante. Seguí caminando, ya dado por vencido, sólo para terminar de verlo todo hasta que vi una escena que llamó mi atención. Una joven y bella mujer trataba ella sola de cargar lo que parecía un cuadro envuelto para su protección, avancé hacia ella y tomé una de las esquinas del armatoste que yo intuía era una pintura, pero en realidad no tenía idea.

-Permítame –le dije sonriendo –yo le ayudo –ofrecí y vi hacia dónde se dirigía, un edificio que parecía estar en una especie de remodelación o adecuación interna.


Última edición por Alvar Trentemøller el Mar Jul 26, 2011 8:05 am, editado 1 vez
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Mensaje por Doreen Jussieu Lun Jul 25, 2011 2:15 pm

Últimamente dormía muy poco por las noches, quizas por día podría descansar dos horas incluyendo la noche. En un principio no entendía porque me pasaba eso, por que el insomnio y falta de apetito invadia mi día a día pero mientras pasaban los días pude ir aclarando mis pensamientos para darme cuenta que estaba lo bastante confundida y pensativa como para poder conciliar el sueño de manera correcta. Aquel día en especial me había despertado lo bastante temprano para resumir el sueño en dos horas. Me fui directo al baño, todos en casa seguían durmiendo por eso intenté hacer el menor ruido posible mientras me bañaba. Envolví mi cuerpo en aquella fina toalla blanca. Observé mi reflejo en el espejo y observaba mis cabellos cayendo a cada lado escurriendo agua debido al baño.

Por primera vez en la vida me estaba apreciando de manera detallada frente a aquel espejo. Y sonreí de manera timida al darme cuenta que en realidad me estaba queriendo muy poco pues por lo que veía era una chica hermosa, solo faltaba la seguridad. Esa seguridad que me faltaba siempre la reflejaba a la hora de pintar. Mis pinturas eran mi refugio, mi medio de escape y lo que requería hacer en este momento, por eso salí del baño rápidamente, busque un vestido blanco y comencé a vestirme rápidamente, el cabello solo lo cepille y salí rapidamente de la casa. Daba gracias a Darcy, mi querido amigo, que siempre dejaba un carruaje a mi disposición por las salidas que hacía, él y Milo siempre tan atentos, siempre cuidando que no me faltara ni pasara nada.

Fui brevemente a informar al conductor del carruaje pues requería llevar un cuadro lienzo limpio para una futura obra, tenía algo en mente pero con claridad no sabía si eso era correcto. Entre varios sirvientes del teniente me ayudaron a subir el gran cuadro y me adentre al carruaje para emprender el camino. No tardé mucho tiempo en llegar, pero al no venir acompañada de aquellos hombres me era casi imposible cargar aquel objeto tan pesado. Soltó un suspiro y casi al rendirme una voz desconocida sostuvo aquello como si se tratase de algo pequeño y ligero. Me asomé para poder observar su rostro - Oh joven, cuidado por favor, no se vaya a lastimar - Abrí las manos colocándolas a un lado del cuadro, era unos ademanes bastante raros pues parecía que si el cuadro caía yo estaría para sostenerlo, aunque lo más probable era que me cayera encima. Solté una risita traviesa y luego me sonrojo al notar verdaderamente mi torpeza. Con aquellas mejillas rojas busque su mirada - Estoy por meterlo a la galería... ¿Lo llevará por mi? - De manera timida y torpe pregunté lo evidente y lo invité a seguirme por el pequeño pasillo y escalones, abrí la puerta del lugar invitando al desconocido a pasar, antes de que el lo hiciera me adentre lo más rapido que pude para correr las cortinas invitando al sol a entrar al lugar.

La recepción del lugar ya había completado su remodelación. Las paredes eran completamente blancas, de ellas colgaban faroles negros y cristales bastante limpios, las velas habían sido cambiadas por unas nuevas y por lo visto no se habían usado. Las paredes tenían bordes cafés y en dos de las paredes dos cuadros colgando de paisajes parisinos. Había puesto demasiado empeño en aquellas obras. La mesa de recepción se encontraba frente a ellos. Giré mi cuerpo cuando escuché el estruendo del lienzo colocarse en el suelo, no porque se hubiera caído pero el lugar hacía un eco bastante fuerte - Muchas gracias caballero - Una nostalgia grande invadió mi cuerpo, nunca antes había traído a un desconocido, el útlimo que entró había sido Aleki y eso porque Milo le había encomendado cuidarme. El proyecto de la galería se había quedado a medias gracias a los planes de la revolución, solté un suspiro prolongado para pronto buscar su mirada con curiosidad, se veía bastante interesado por el lugar - ¿Le gusta joven? - pregunte con un hilo de voz timido acercándome a el de manera tranquila y sutil con aquella sensualidad mezclada con inocencia que siempre se me notaba.
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Mensaje por Invitado Mar Jul 26, 2011 9:18 am

Traté de llevar el objeto lo mejor que pude, con cuidado pues no podía cuantificar su valor, y no me refiero al monetario, ese puedo pagarlo, pero sí el sentimental, para ese tipo de objetos no hay reemplazo. Quién sabe, tal vez sólo le estaba agregando un valor que ese objeto no tenía, podía ser un lienzo en blanco, aunque sí algo me dolería a mí es que maltrataran el sustrato donde quisiera plasmar alguna de mis ideas. Sonreí y negando cerrando los ojos ante su advertencia de cuidado para indicarle que confiara en mí, que yo me haría cargo, la seguí.

-Yo me encargo –dije cuando ella me preguntó si yo lo llevaría por ella, para eso estaba ahí, si bien no me había encontrado con ninguna de las dos personas que me motivaron a terminar mi viaje, ahora frente a mí se cruzaba la oportunidad de conocer a alguien nuevo. Ingresamos y ella corrió al interior para abrir las cortinas al tiempo que yo descansaba el armatoste en el suelo, tratando de dejarlo con cuidado, aunque el ruido que provocó fue aumentado por la enorme sala sin mucho mobiliario, recorrí el lugar con la vista y parecía un sitio que… parecía un museo, pero pequeño, más como una galería a la que aún le faltaban detalles pero que ya podía llamarse galería. Miré a un lado y luego a otro sin disimulo hasta que su voz me llamó y asentí.

-Sí, es junto lo que estaba buscando –acepté, y no por Týr, sino porque de verdad me gustaba relacionarme con otros que disfrutaran el arte tanto como yo. Volví a mirar el lugar y luego a la dama frente a mí, sacudí mis manos en mi camisa y extendí una –Alvar Trentemøller –me presenté remarcando la fuerte pronunciación de mi nombre, sobre todo de mi apellido, desde que pasé una temporada en Bélgica me gustaba cómo sonaba mi nombre a comparación de la delicadeza del francés y cada vez que podía recalcaba la fuerza de mi sueco natal.

Caminé un poco, me acerqué a una de las pinturas que no daban la bienvenida, entorné los ojos para poder ver los detalles, me alejé después para verla al completo, era maravillosa, una vista de París ejecutada con maestría, ojalá yo tuviera esa técnica tan depurada, miré a mi anfitriona y le sonreí.

-Si tú pintaste esto déjame decirte que tienes mucho talento –declaré en un hilo de voz-, yo… -iba a decir “yo soy pintor”, pero a quién engaño, no lo soy –a mí me gusta pintar y dibujar pero jamás podría hacer algo así –señalé la pintura como si la estuviera mostrando a un público –aunque algún día me gustaría poder conseguirlo.

No, no abandonaba la idea de ser pintor, criar caballos era sólo el medio para conseguir mi verdadera meta, pero en esta sociedad lo que uno sabe académicamente importa mucho, quizá estoy viejo para estudiar arte, pero tal vez pueda conseguirme algún tutor o dos que me enseñen de forma particular, el talento lo tengo, yo lo sé bien, falta la formación, y ahora tengo los medios para poder pagármela. Siempre era emocionante conocer a alguien más que compartiera el gusto por el arte pictórico que yo tenía desde que era un niño, después de todo mi caminata por esta zona no había resultado tan infructuosa.
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Mensaje por Doreen Jussieu Mar Jul 26, 2011 7:26 pm

La pequeña y delicada figura se acercó lo más que pudo al caballero para poder apreciar con el mismo enfoque la pintura que este estaba observando. La chica amaba aquellos jardines hermosos que Darcy tenía en su casa. Eran demasiados amplios, demasiado coloridos, podías encontrar diferentes clases de flores, incluso arboles y al fondo se podía apreciar el establo con todos esos caballos tan grandes y bien cuidados. Parte de aquella magia la joven había plasmado en esa pintura que tenía frente a ellos. Recordó aquella noche con especial atención, aquella tarde que su amigo la había llegado a montar, que incluso la había llevado a cenar, recordó un beso e incluso un momento incomodo. Se pudo apreciar en el silencio del lugar un prolongado suspiro y una sonrisa que se dejaba notar en su rostro. - Los lugares más significativos e incluso las personas que más amamos son las cosas que mejor se pueden plasmar en un lienzo blanco, esa pintura viene de eso, un lugar especial, una persona especial, un momento especial - Sonrió dejando aquello al descubierto, aquella tarde que había sido una de las más especiales e importantes y que sabía que momentos así ya no volvería a tener.

La rubia giro su cuerpo dejando al caballero apreciar las demás pinturas. Se recordó incluso en las palabras del hombre y sonrió ampliamente. Daba gracias que este le hubiera dejado el lienzo ya en su base. Con cuidado fue sacando la tela en la que estaba envuelto. Caminando de manera casi danzante la chica se agacho en la mesa de la recepción para sacar una especie de carrito lleno de botes, pinceles, pinturas, etc. Lo jalo hasta colocarlo alado del lienzo blanco y dejo todo listo. Su vestido no era el más bonito que tenía de hecho ya era un poco viejo, era de esas ropas que si las manchabas y te desprendias de ellas tirándolas no te importaba. Su cabello lo enrollo haciendo una coleta alta para que este no le estorbara para nada, se sorprendía de la manera en que el hombre no se daba cuenta de sus movimientos y estaba entrado en las pinturas, era como si se hubiera conectado con ellas, se sentía tan agradecida, halagada y afortunada. Colocó una mano en su cadera suavemente y tosió en forma de llamar la atención - Su primera clase empieza - Le sonrió de manera tierna mientras sus mejillas desprendían un color carmín hermoso, la caracterizaba tanto, y se veía más hermosa de lo que ya era.

Doreen estiro su mano haciendo un ademan para que el caballero se acercará - Primero que nada me llamo Doreen Caracciolo es un placer - Hizo una reverencia, aquello era demasiado extraño, apenas y sabían sus nombres pero se sentía demasiado identificado con él y un artista cuando algo no le sale como es querido suele encerrarse en su propio interior y no se da cuenta que, el mismo se pone las barreras - Para empezar sino cree en que de verdad llegará a hacerlo no le veo el caso a que le enseñe a tomar el pincel como si de su mano se tratará - La chica lo miro a los ojos, debía darle confianza, no solo confianza para estar con ella, también la confianza suficiente en si mismo. Doreen había entendido que si uno cree que puede lograrlo las cosas pasan, ahora lo que había aprendido se lo daría al caballero. -¿Entonces? - Preguntó de nuevo de manera insistente.
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Mensaje por Invitado Jue Jul 28, 2011 8:20 am

La escuchó explicarle sobre la pintura, aunque sus ojos no se despegaban de la misma, asintió aunque más para sí mismo estando de acuerdo, recordando las noches en las que después de largas horas de trabajo se dedicaba a hacer retratos de Eve, no podía pensar en una modelo más perfecta, ver esos bocetos le recordaban su tiempo juntos y era eso precisamente lo que amaba tanto de arte, que podía trasportarte a un sitio completamente diferente, incluso a sitios que no conocías, a sitios fantásticos, podían ser ensoñaciones de ángeles meciendo incienso como las obras de Rubens o visiones del propio infierno, como cuadros del Bosco, podía ser cualquier cosa, escenas cotidianas o pasajes de la mitología griega, cualquier cosa podía ser plasmada, le gustaba deleitarse con el juego de la luz, la mezcla de colores, el sentimiento que cada obra tenía como si se tratara de un ser vivo. Cada cuadro, creía él, incluso si era del mismo autor tenía una personalidad y humor, y le gustaba descubrir cuál era en cada obra que veía.

Se deslizó por la habitación sin darse cuenta que su anfitriona ya no estaba a su lado, observando otra pintura, acercándose y alejándose, para ver detalles y luego la totalidad, sin duda alguna, con sus pocos conocimientos, podía reconocer que la chica que lo había recibido en su espacio personal, tenía talento. Giró la vista sin saber qué pasaba cuando ella llamó su atención, ¿en qué momento había sacado todo ese material de pintura y arreglado el lienzo?, ¿tanto había pasado contemplando sus obras?, la miró como si le hablara en otro idioma no entendiendo de entrada a qué se refería hasta que poco a poco hiló cabos. Se acercó con una sonrisa en su rostro, divertido por la situación, tomó la mano extendida y la besó suavemente, su barba, le habían dicho en el pasado, daba cosquillas cuando hacía eso. Rió sin poder evitarlo.

-Yo estoy seguro de poder conseguirlo –sacó el pecho, mil y un veces se lo había dicho a sí mismo, si tuviera la formación sería ya para ese entonces un pintor reconocido –pero, ¿no estoy muy viejo? –era broma, pero también algo que creía, algo que tal vez le impedía de hecho concretar sus planes, a sus 25 años creía que su tiempo ya había pasado, que eso era algo que debió cultivar desde niño, no sólo como pasatiempo sino como lo que sabes te dará de comer por el resto de tus días, pero dada su situación de pobreza tuvo que aprender el oficio familiar sin más opciones.

-Doreen –dijo su nombre-, ¿puedo llamarte así? –sonrió ante la ironía, pues ya lo había hecho –gracias, vas a ser mi primera maestra de arte y esta será mi primera lección… en la vida –dijo y en sus ojos claros una chispa de entusiasmo destelló, una que hacía mucho no sentía, pues no era más que un tipo cuya historia era vertiginosa como pocas, que había conquistado a la muerte, que había obtenido todo de pronto excepto su sueño, y tal vez esa tarde podía ser el inicio de conseguirlo de hecho, o de pretender, al menos, que podía hacerlo, que no era tarde como él mismo había declarado.

Se colocó a su lado y tomó un pincel de gota como el que ella sostenía y le sonrió de lado.

-Estoy listo –dijo, estaba listo para recibir su primera lección porque aunque estaba consciente de su talento, y aunque pecaba de soberbia la mayoría de las veces, humildemente aceptaba que le hacían falta los conocimientos para poder pintar como se debía.
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Mensaje por Doreen Jussieu Sáb Ago 20, 2011 8:55 pm

La delicada doncella sintió una ternura recorrer su cuerpo al notar la disposición de su acompañante. No pudo evitar dedicarle una sonrisa amplia, sincera, incluso coqueta, de las mejores que había dado desde hace mucho tiempo. Aun con la mano descansando en la cadera lo observo de manera descarada pero no irrespetuosa ya que lo único que quería era ver la manera en que sus brazos y manos tomaban los pinceles. No pudo evitar ensanchar aun más la sonrisa al notar que era delicado e incluso respetuoso al hacerlo. Por primera vez en mucho tiempo después se sintió parte de algo, de alguien, que sus conocimientos eran valorados por alguien. Sintió tanta emoción que se acercó y sin ni siquiera importar su timidez y falta de seguridad poso la mano encima de la de su ahora alumno. - El pincel… Piense que ahora es un dedo más, piense que es parte de usted, así es más llevadero y cada linea que vaya formando serán como quiere, como lo imaginaba - Sonrió. Con la mano libre tomo la paleta de colores y tomando la mano suave de su acompañante Doreen dirigió el pincel para el color verde, mezclándolo con un poco de blanco para que el color se suavizara un poco más, luego sin hacer una línea coherente la trazo en la parte de en medio, una risita bastante traviesa se asomó sin poder evitarlo - Ahora, dígame ¿qué haría siguiendo esa línea? ¿Ese color? - Le soltó la mano notando como sus mejillas se tornaban rojas, ese rojo que la caracterizaba cuando algo la ponía nerviosa, la intimidaba o la hacía sentir especial.

Carraspeando un poco se alejó de él, pudo notar su rostro de consternación ante el pedido que ella le había hecho pero poco a poco negó par que este se calmará, no era su intención que en su primera clase de pintura se sintiera más perdido de lo que ya él se creía en la pintura pero tendría que darle una buena explicación al respecto. No tenía ella elegía decirlo ya que recordaba las veces en que ella había sido curiosa y la dejaban con la idea, y cuando te dejan con la idea sueles no disfrutar ya los momentos que le siguen. - Siempre tuve una idea… ¿Qué haces cuando se te arruina? - Comenzó a explicar de manera paciente jalando un banco para sentarse frente a él de manera firme y correcta - Normalmente las personas que tienen dinero tiran aquel trozo que ahora creen inservible, las personas sin dinero tal vez llorarían el haber desperdiciado algo que pudo haberles servido… Son sensibles, su corazón se llena de tristeza pero entre la tristeza buscan como usarlo… No pretendo obligarlo pero las mejores cosas salen de esa manera… De manera imprevista… De manera espontánea, arreglan las cosas "inservibles" para hacerlas maravillosas… Confió en usted haga algo así - Indico estirando la mano al lienzo que ahora tenía una mancha verde en medio no era muy grande, pero al estar en un punto clave era difícil arreglarlo. Le sonrió ladeando el rostro pero sin dejar de mirar sus ojos, esos ojos que no podía la rubia aun descifrar pero que lo estaba intentando, quería de verdad conocerlo, un amante del arte, un amante de lo sensible, un amante del amor y de la vida. ¿Por qué esa conclusión? Pues fácil, se sentía identificada con él.

La noche estaba comenzando a golpear Paris, Doreen sintió como poco a poco el salón se estaba oscureciendo por lo que se levantó de su asiento dejando al pinto idear que hacer, poco a poco fue prendiendo algunos faros colgados alrededor del lugar, también velas y todo estaba perfectamente iluminado. Tomó una jarra sirviendo dos vasos de limonada que ella misma había hecho - Tengo comida en una sesta, siempre que tengo traigo algo que comer pues me la paso todo el día aquí, y también porque llevo a otro lado… - Se ahorró en dar explicaciones que daba de comer a las personas que se citaban en la casa de la noche, las personas de la revolución. - Cuando te de hambre te daré algo de comer… - Ella adoraba el hecho de hacer aquellos gestos, siempre había sido educada para hacer la comida perfecta, la perfecta limpieza, la perfecta mujer y poder resaltar aquellos dotes no le caían mal al recordar el camino que había dejado de su vida para tomar esta nueva vida llena de peligros y otras cosas. Se acercó tendiendo el vaso para dársena a su acompañante y disfrutara, se refrescara -¿Ya pensaste que dibujar? - Sonrió buscando su mirada.
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Mensaje por Invitado Mar Ago 23, 2011 4:16 am

Nunca antes se había sentido tan perdido frente a un lienzo. Cuando descubrió que eso le gustaba, que plasmar escenas le gustaba, comenzó a dibujar todo lo que veía, lo que llamaba su atención, detalles pequeños como las primeras mariposas de la primavera sueca sobre los botones de algunas flores de las cuáles ni siquiera sabía su nombre, o los caballos de su amo galopando por las hectáreas de terrenos que tenían a su disposición, levantando polvo y tratando de ganarse unos a otros, dibujaba a sus hermanas, a su madre cosiendo la ropa de su padre, incluso a veces a las visitas que llegaban a la casa de sus amos, así fue como conoció a aquel divertido chico llamado Týr, lo estaba dibujando de contrabando y fue descubierto, el joven lejos de enojarse le alabó mucho su talento. Pero tratar de sacar algo de su imaginación, ahí radicaba su verdadero problema, era como si no tuviera tal cualidad. No podía decirse que nunca hubiera hecho algo desde cero, a sus hermanas les dibujaba dragones y princesas, caballeros de brillantes armaduras, brujos de sombreros puntiagudos (cliché del que tuvo que deshacerse cuando conoció a Týr), pero definitivamente no era su fuerte, conforme fue creciendo y se fue endureciendo, amargando dirían otros, dicha capacidad se fue esfumando, y él no se encargó de tratar de revivirla, se limitaba a pintar las aves y el reflejo del lago, los edificios, la gente, el paisaje, pero nunca más volvió a intentar dibujar a una princesa de cuento de hadas.

Ahora, frente al lienzo y al manchón verde se daba cuenta de su error. Escuchó con atención a su maestra pero mantuvo la vista fija en el mismo lugar, luchando consigo mismo para pensar algo, lo que fuera, pero quizá víctima de los nervios, no se le ocurría nada. Asintió simplemente ante sus palabras, también quería que supiera que estaba escuchando.

La sintió alejarse y comenzar a iluminar el salón, sin embargo él mantenía la vista directo y sin escalas a la tela y al pincelazo, era un reto, le gustaban los retos pero este parecía imposible. Algo que se ha arruinado, pensó repasando las palabras de Doreen, su meta era ahora arreglarlo, hacer de ese desastre algo bello.

Hambre no tenía así que por ahora no sería problema. Comenzó a reír de la nada al sentirse embotado al tratar de pensar en algo y no ocurrírsele nada.

-Este verde… -comenzó –es parecido al de la hierba que crece junto a la laguna –dijo, ya había estado en aquel sitio pintando precisamente, con aquel cuadernillo de marquilla que lo acompañaba a todos lados y su juego de finos colores pastel oleáceos-, pero la forma… -recorrió con el pincel, sin tocar el lienzo el trazo que ella había hecho antes –no parece hierba, parece… -se quedó pensativo, la forma era orgánica, natural, ondulada.

Tuvo una retrospectiva sobre su infancia, una escena muy clara, la de él con sus dos hermanas mayores tomando por la cola una pobre lagartija que se movía luchando por no ser lastimada, sin embargo, recordaba bien, el verde de aquel animal era eso, un verde como el del pasto, su padre le había dicho que era para poder camuflarse, y le pareció maravilloso; a continuación en su recuerdo vio como Ingrid, Eugéne y él asustaban a Leonore con el pobre animal, y como Agnes, la menor, lloraba porque dejaran en paz a la lagartija, al final Alvar llevó a su pequeña hermana a un sitio alejado de los terrenos de la casa y le enseñó como dejaba en libertad a la sabandija.

-Ya sé lo que quiero dibujar –dijo sonriendo y comenzando a hacerlo, a partir de la línea que ya estaba prosiguió a delinear la forma de ese pequeño animal como si estuviera pegado a la pared del lienzo.
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Mensaje por Doreen Jussieu Mar Sep 20, 2011 6:21 pm

La chica se quedo sentada en el banco alado del joven, pero esta vez no estaba viendo lo que hacía con el lienzo, confiaba en él, en su entrega, en su pasión y en su gusto por lo que el reto que le había puesto seguramente lo haría sin problema alguno. En cambio no dejaba de verlo, observaba cada detalle de su rostro. Su nariz, sus ojos, sus labios, su cabello, la forma de su cuerpo, era bastante atractivo pero no le llamaba la atención eso, más bien ese par de ojos tenían un brillo especial que Doreen quería descifrar. No supo cuando tiempo se quedo pasmada al verlo hasta que comenzó a hablar. Volvió en si y agradeció que no hubiera notado la manera en que lo veía - Bien, es bueno que comiences a relacionarlo incluso con cosas de tu vida, veras que al final te quedará fantástico - La chica estaba cansada, había pasado toda la mañana cuidando del jardín de la casa de la noche con la ayuda de su amigo Tyler, pero había sido tan exigente con ella que pasaron más del tiempo planeado coloreando la entrada del lugar, después cocinar para tantas personas le era pesado, limpiar la casa todo aquello la había dejado exhausta y tenía miedo de quedarse dormida frente a su ahora alumno. Se levanto y se volvió a servir un poco más de limonada para que el frío recorriera su cuerpo y la despertará, además le parecía de mala educación mostrar cansancio ante los demás. Se puso a rondar alrededor de él, sin dejar de perder detalle, tenía ganas de retratarlo de aquella manera.

Mordió su labio inferior con suavidad, poco a poco se adentro al salón del final, abrió la puerta y sacó un carrete con un lienzo, le costaba trabajo arrastrar tan grandes cosas pero poco a poco su vida le había dado la fuerza para poder hacer ese tipo de cosas. Después de unos minutos pudo llegar al mismo salón de su rubio acompañante colocando el carrete frente a él, estaba tan entretenido en su labio que no se dio cuenta cuando la chica comenzó a trazar lineas, esas que iban formando el contorno de un rostro. Estaba segura que no terminaría con el cuatro aquel día pero al menos el boceto del joven si lo terminaría. Primero hizo la figura de su cuerpo, solo la figura pues era lo que necesitaba, y al final dejo el carrete que estaba pintando, sonrió, pues no era la mejor de sus obras pero tenía ganas y tal vez después en un tiempo muy remoto le regalaría ese cuadro donde el mismo estaba pintando algo. La chica soltó un gran suspiro. Hace tanto tiempo que no sentía paz y seguridad que era mejor disfrutar de esos momentos que estaba teniendo. Pudo sentir la mirada del joven sobre ella y miro de reojo para encontrarse con la misma - ¿Quedo bien? ¿Cómo va caballero? - Se encogió de hombros sintiendo como su rostro se sonrojaba de manera notoria por las repentinas miradas y por lo agosto que se sentía - Al final recuerde me va a explicar el cuadro - Le guiño un ojo con naturaliza, con cierta inocencia y volvió su lienzo haciendo los detalles faltantes de los contornos.

El contorno después de un considerable tiempo había quedado. Doreen no quería que el joven viera lo que estaba haciendo por eso volteo hacía la pared aquel cuadro y limpiando sus manos con un trapo se removió la pintura que tenía entre los dedos. Soltó un suspiro lo bastante prolongado y carraspeo - Joven me aburrí de estar sola - Bromeo unos momentos, en realidad la mayoría del tiempo estaba así, sola, Darcy siempre intentando hacer estrategias, Milo en sus combates, Sybelle al igual que ella atendiendo a las personas era extraño como muchas personas pasaban alrededor de la vida de la joven y se sentía sola, como si estuviera en su casa, de esa donde había escapado tiempo atrás. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo por esos recuerdos. - ¿De donde es con exactitud caballero? - Se colocó alado del cuadro, ladeando el rostro con suavidad para que ese mismo se pegara al lienzo y pudiera verla y no solo al lienzo, le dedico una sonrisa, de esas hermosas que tienen cierta mezcla de inocencia y sensual - ¿le gusta Paris? - Preguntó intentando hacer platica, no quería sentirse apartada. Su refugió, la galería ahora estaba siendo compartida por un extraño que aunque supera poco de él la hacía sentir parte de algo, de alguien.
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Stars paint the forest gold [Doreen Caracciolo] Empty Re: Stars paint the forest gold [Doreen Caracciolo]

Mensaje por Invitado Jue Sep 22, 2011 4:35 am

Estaba concentrado, tanto y de tal modo que era imposible moverlo, llamar su atención. Su mirada estaba fija en el lienzo, en el animal que ahora intentaba plasmar, en el recuerdo de su infancia y sus hermanas que eran su vida. Por alguna razón quería demostrarle a Doreen de lo que era capaz, pero también sabía que si se esforzaba demasiado podía resultar contraproducente, que el arte no debía forzarse, no debía ser artificial, en cambio tenía que ser natural, libre, fluido. Sacudió la cabeza, estaba pensando demasiado y en este caso, pensar no era la mejor opción, debía dejarse llevar. Tal vez por eso nunca había logrado despuntar como pintor, porque su vida había carecido de libertades, tenía que velar por su familia, contenerse, ser mesurado, si no fuera por su madre que lo había alentado, seguiría en Kuortane siendo un don nadie, cuidando caballos ajenos en lugar de tener a Babieca y al resto de los establos que le heredó el viejo Vermeer. De nuevo se dio cuenta que estaba pensando demasiado, tanto que se había olvidado de por qué había tomado aquel tono de verde más esmeralda que el del trazo principal.

Tan concentrado estaba que ni siquiera se percató de cuando ella se alejó y regresó a su lado con un lienzo nuevo, tan abstraído que no notó cómo lo miraba y cómo lo empezaba a delinear en la tela en blanco, absolutamente consagrado a su labor de satisfacer, mejor aún, enorgullecer a su maestra. Se separó un poco del lienzo para ver su trabajo y luego ella habló, giró la cabeza para poder verla a su lado y rió un poco nervioso.

-Creo que bien –se encogió de hombros, no quería que viera su avance, siempre había creído que las cosas no lucían tan bien como lo harían una vez que estuvieran terminadas, eso sobre todo aplicaba cuando de pintura se trataba-, no soy bueno explicando, pero haré un esfuerzo –se excusó para luego volver a acercarse al lienzo y continuar su labor, aunque la interrupción le impidió seguir como se debía.

Pronto la volvió a escuchar y la sintió a su lado, lo primero que sintió fue vergüenza, vergüenza de que ella viera lo atrofiadas que estaban sus habilidades incluso cuando aseguraba que de verdad pintar era lo que quería en la vida, luego la miró con una sonrisa en su rostro.

-Soy de Kuortane –respondió –un pequeño pueblo del Reino de Suecia –estuvo a punto de agregar que ahora se sentía más belga, que Bruges era ahora su ciudad, pero se contuvo. Observó su gesto y sin querer él mismo acentuó su sonrisa al verla de aquel modo, era muy hermosa, no podía negarlo, aunque destilaba un aura de completa inocencia, lo que la hacía más atractiva aún –me gusta esta ciudad –asintió –pero no planeo quedarme demasiado, vengo buscando a… -se quedó callado a mitad de su frase, si ella era pintora y su amigo comerciante de arte, existía la remota posibilidad de que lo conociera-, ¿de causalidad no sabe si un hombre llamado Týr Sèitheach está en la ciudad? –la promesa entre ambos amigos había sido encontrarse en ese sitio, pero conociendo a Týr, Alvar no dudaba que el brujo ya estuviera del otro lado del mundo.

-Y dime, ¿eres de París?, sin duda es una ciudad fascinante pero sólo vine buscando a mi amigo y a una mujer, mi plan no es quedarme demasiado tiempo –tan convencido estaba de que no se quedaría en París por mucho tiempo que incluso, con todo su dinero, no había comprado una propiedad ya, seguía hospedado en un hotel, con la esperanza diaria de toparse con su amigo y con ella.
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Mensaje por Doreen Jussieu Mar Sep 27, 2011 4:16 am

Me quede callada por unos momentos, la verdad es que nunca había salido del País, incluso en los años que tenía de vida, hace ocho meses para atrás una había salido del pequeño pueblo en el que había nacido solo hasta aquella tarde donde había tomado las riendas de mi vida fue cuando salí un poco y me llegué a empapar de lecturas, fiestas, nuevos rostros, comidas, lugares, conocimiento, una nueva vida que estaba amando sin duda alguna. Pero me daba un poco de pena decir que no era aquella mujer que estaba envuelta en riquezas, no es que lo lamentará en realidad disfrutaba mi vida, mi estilo de vida, las oportunidades que se me habían presentados, los amigos incluso el amor que decía tener pro la sociedad marcaba un estilo de vida tan exigente e incluso racista que tal vez si le decía mi estabilidad económica se iría del lugar. Sin embargo su rostro denotaba una especie de bondad que me hacía pensar estaba en lo incorrecto al juzgarlo como del montón.

Me quede pensando sobre aquel nombre que me había dado - Lo cierto es que… - Sonreí sonrojándome - Una persona especial me regaló esta galería con el fin de poder sentir que algo era mío, con el fin de poder expresarme cuando quisiera, de la manera que quisiera… - Ladee el rostro sin dejarlo de ver, dejaba ver cierto interés grande, cierto entusiasmo al decir ese nombre - Pero yo no manejo las cuentas, ni los materiales, Milo… Así se llama la persona que me regalo el lugar es el que se encarga del trato directo con aquellos que me proporcionan los materiales para hacer de set lugar una especie de refugio para mi - Sonreí de manera tan amplia que incluso pude dejar ver mis dientes. El simple hecho de pensar en Milo, en la galería y un refugio personal me llenaba de satisfacción. - Pero… - Me caminé hacía la recepción, había visto al teniente colocar papeles en aquel lugar, tal vez algunas notas de pagó dirían el nombre del vendedor de los materiales - Por aquí debe haber alguna nota - Susurré colocándome de cuclillas para poder buscar los papeles, sin embargo las notas eran aquellas cartas que nos estuvimos mandando en su ausencia, en su viaje a Italia, todas me las había guardado. - Me temo que buscaré las notas en casa, no están aquí no sabría decirle - Me encogí de hombros bastante apenada, mordiendo mi labio inferior para acercarme de nuevo. - Lo siento - Murmuré volviendo a tomar mi asiento frente al lienzo que había tomado con anterioridad para empezar a retratarlo sin que el lo notara.

Negué sonriendo al recordar aquel hermoso lugar donde había vivido, tal vez había tenido muchas restricciones pero amaba ese lugar - Soy de Toulouse… - Hice una pausa sin querer agregar nada más - Paris es más fascinante de lo que cree en un principio jure que solo estaría de pasada sin embargo mi vida ya esta echa aquí, puede conocer incluso al amor de su vida, es cuestión de abrir bien los ojos y el corazón - Me encogí de hombros y le dedique una mirada demasiado cómplice, con cierta sensualidad que pocas veces me salía y que sin duda alguna acompañé con un sonrojo demasiado notorio en el rostro - Sin duda aquel amigo debe ser más importante, y la mujer alguien que esta muy dentro de su ser ¿no es así? - Me acerque y con la extremidad del pincel toque la parte de su corazón sin dejar de sonreír lo cierto era que esas cosas románticas siempre llegaba a conclusiones correctas ¿estaría equivocada esta vez?

Quise darle un vistazo a su cuadro pero observé como sus ojos se abrieron de manera alarmada - Esta bien esperare impaciente hasta el final - La situación sin duda era bastante cómica, el tiempo tal vez pasaba demasiado rápido para mi gusto pues sino regresaba a cierta hora a la casa de la noche muchos vendrían a buscarme pero una experiencia como esta, con una compañía como esta no se tenía todos los días. Siempre deseas encontrar a aquellas personas que disfruten tanto de aquellas cosas que te apasionan tanto como tu sin embargo es tan difícil poder encontrar con quien compartir esos detalles. Con Milo era difícil poder transmitirle mi emoción al leer, escribir, incluso cocinar sin embargo aunque no entendía muy bien de combate y armas su emoción era tanta como la mía que podía compararlo. Pero tener a alguien con el mismo idioma como Alvar compensaba aquellas frustraciones, iluminaba mi día dándole una magia especial. Regresé el pincel a mi lienzo, comenzando a formar en aquella parte blanca, los hermosos ojos expresivos que me habían llenado de paz, confianza, seguridad y tranquilidad al toparse con los míos por primera vez.
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Stars paint the forest gold [Doreen Caracciolo] Empty Re: Stars paint the forest gold [Doreen Caracciolo]

Mensaje por Invitado Vie Oct 07, 2011 11:37 am

Tenía la tonta esperanza de que hubiese escuchado de mi amigo, que si bien no era pintor, estaba bastante inmiscuido en el arte, pero mi pesimismo natural, mi idea prevalente de que las cosas van a salir mal me dijo de antemano que no, que su respuesta iba a ser negativa tal como fue. Cuando mencionó aquel otro nombre, Milo, la esperanza volvió a tocarme con la yema de sus dedos, pero sobre todo, una sonrisa cómplice se dibujó en mis labios, pues dijo aquel nombre con tanta evocación que era imposible no notarlo, no conjeturar que entre ella y ese hombre había algo más que una amistad, además no cualquiera le compraba un local a una mujer sólo porque sí.

-No importa –dije sin borrar la sonrisa de mi rostro-, ya lo encontraré –suspiré, esperaba que fuese pronto aunque cada vez parecía sentirme más cómodo en París, pero la sola idea de quedarme no cabía en mis posibilidades. Qué más daba si mi madre y mis hermanas me encontraban en Bruges o en París o en China, lo importante era reencontrarme con ellas pero… no, negué con la cabeza, debía regresar al sitio donde Vermeer me heredó todo, no regresar a Bélgica era como traicionarlo y no podía permitirme eso-. Gracias –concluí agradeciéndole por el esfuerzo, pequeño pero significativo, de buscar el nombre de mi amigo entre tantos papeles.

-Toulouse –repetí en un susurro, avergonzado porque no conocía aquel sitio, ella que iba a saber que antes de ser el distinguido caballero que se supone ahora soy, fui un pobre chiquillo encargado de los establos de una familia rica allá en Suecia, pensando en eso fui tomado por sorpresa ante sus siguientes palabras, justo empezaba a sentirme así, París era sólo una parada en mi viaje, aunque fue el destino originalmente, pero conforme los días pasaban algo me anclaba a este sitio, quizá saber que había aún mucho por conocer, que el arte aquí bulle, que los paisajes cercanos son dignos de plasmarse, yo qué sé. Una risa algo nerviosa se me escapó cuando habló del amor de mi vida; ese ya lo tenía, ya lo había conocido allá en Porvoo, estaba convencido que Eve era esa persona, así que sólo me reí sin decir nada, sin aclararle ese punto.

-Es uno de los pocos amigos que tengo –asentí al sentir el leve golpecito del pincel en mi pecho-, además nos hicimos una promesa y para mí las promesas son más valiosas que el oro –dije con sinceridad-, y bueno, ella… ella es especial –dije sin ahondar, sabiendo que ya me daba por muerto, que visitarla donde quiera que estuviese (si es que había llegado con bien a París) sería como si un fantasma se le apareciera.

Como acto reflejo, cuando ella se acercó para ver el cuadro interpuse mi cuerpo y luego me di cuenta de lo infantil de mi actitud, descansé cuando dijo que aguardaría, era un alivio, quería que quedara perfecto, que ella lo viera perfecto, que me felicitara, porque Doreen sí que tenía talento.

-Pronto, pronto –agaché la mirada y me acomodé frente al lienzo otra vez –ya casi queda –sólo restaba dar los toques de sombra, quería que la lagartija luciera como si estuviera sobre el lienzo, viva, a punto de saltar, que diera la impresión que era una intrusa sobre la tela blanca más que parte de la misma, y para ello debía escoger sabiamente los lugares dónde colocar las sombras y las luces. Apresuré mis pinceladas, tratando de hacer un buen trabajo pero también apurándome para que ella finalmente viera el resultado final.
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Mensaje por Doreen Jussieu Lun Oct 17, 2011 10:15 pm

Por extraña razón su nerviosismo me hizo recordar cuando tomé el primer trozo de papel en mi vida. Tal vez tenía como unos 14 años, recuerdo bien que mi padre se había ido a un viaje de negocios dejando a mi hermano mayor encargado del hogar. Muy gracioso era el hecho de que cuando mi padre se iba de la casa los tres nos sentíamos sumamente libres. Mi madre aquella tarde había decidido hacernos una sorpresa como cualquier madre normal a sus hijos. Recuerdo bien que aquella tarde me pidió ponerme un traje de baño, no entendía porque, mi hermano me miraba de mala gana cuando tenía puesto eso, no le gustaba que otros muchachitos de nuestra edad voltearan a verme, me cuidaba demasiado, el llevaba puestos unos shorts y yo encima del traje de baño un vestido de seda blando. Mi madre se veía tan hermosa, con sus rubios cabellos y su cuerpo estilizado a pesar de la edad que tenía y de haber tenido dos hijos era muy hermosa. Su pálida piel tanto como la mía.

Mi hermano siempre nos decía lo afortunado que era por vivir rodeado de mujeres bellas y que él tendría a una igual que nosotras que por supuesto protegería y la dejaría ser a diferencia de nosotras. Esa tarde mi madre nos había llevado al lago, puso una manta en el pasto y saco comida y bebidas para los tres, una tarde de picnic era maravillosa, entonces sacó un libro nuevo, el primer libro que tuve propio junto con una libreta para anotar lo más importante del libro y yo en vez de anotar me había puesto a dibujar a mi hermano sentado en el borde del lago. Cuando dejé a un lado la libreta y fui a jugar con mi hermano ella se había quedando viendo su boceto y después me abrazo en el agua al darse cuenta que no solo estaba destinada a servir a un hogar más bien mi destino sería diferente, ella lo sabia, yo lo sabía…

Recordar aquella escena me hizo quedarme bastante tiempo sentada en el banquillo frente al lienzo en el que yo estaba retratando a Alvar. Por un momento sentí un gran escalofrío recorrer mi cuerpo. Y un deseo de seguir retratándolo me invadió. Seguí moviendo el pincel encima del lienzo empezando a tomar ahora detalles de su rostro así como sus cejas, sus ojos, sus pestañas, su nariz, sus hermosos labios carnosos. La forma tan singular que tenía su cabello. Todo se empezó a aparecer en el lienzo blanco proporcionado de manera correcta. Mordía mi labio inferior de vez en cuando algo nerviosa, necesitaba que el cuadro quedará bien, y nos estábamos tomando el tiempo necesario los dos para poder formar algo de manera correcta, es decir, cuando tienes experiencia puedes hacer un boceto de un rostro con mucha rapidez, dejando a un lado los colores solo haciéndolo a blanco y negro. Después pondría colores, después cuando estuviera sola. - ¿Vas bien? ¿Quieres ayuda? - Pregunte escondiendo mi cuerpo entre la pared y el lienzo solo alzando la voz.

Era bastante raro en realidad quedarme en silencio esperando a que ambos diéramos una señal de vida, no sabía si sentirme incomoda o tranquila por aquello, pero no sabía que poder preguntarle… En muchas ocasiones sabia que mi romanticismo pasaba los niveles de cordura, era una chica bastante creyente en que las personas teníamos un amor esperando por nosotros, el mío pensé en un momento haberlo encontrado pero por ahora no lo sabía en realidad. Me sentí tan abandonada que tal vez mi destino era vivir sola, estar sola, mantener amor por la vida que últimamente me estaba consumiendo. - ¿La amas? - Pregunté con un tono de voz bastante tranquilo, con cierto toque nostálgico. Pensar en el amor definitivamente era hermoso y más si alguien te contaba su historia - ¿Qué paso con ella? ¿Por qué no la tienes cerca? - Me quede reflexionando un poco mis palabras - Disculpe por favor no quiero entrometerme - Había cogido tanta confianza en tan poco tiempo con el caballero que quizás no era correcto entrometerme en su vida.
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Mensaje por Invitado Miér Oct 26, 2011 3:47 am

Por un momento estuve completamente absorto en mi labor. Una sombra debajo del cuerpo y un brillo en la escamosa piel del animal. Las tonalidades de verde que logré ver en aquella pobre sabandija que capturé con mis hermanas, sus movimientos serpenteantes, quería reproducir todo con lujo de detalles. Aunque fuese una imagen estática, quería dar la impresión de que en cualquier momento podría huir, pude verla por un segundo caminando por las paredes de la galería, trepando hasta el techo y desapareciendo por la ventana.

Estaba casi listo cuando noté el silencio que de pronto reinó en el lugar, me sentí incómodo de pronto, qué tal si ya no quería mi compañía, me mordí un labio y apresuré mis trazos para salir de aquí si es que eso pasaba. Pero pronto descarté la idea cuando escuché su voz nuevamente y me di cuenta que, como yo, había estado navegando en una especie de estupor consciente.

La miré sorprendido, lo que había dicho no era algo que hubiese esperado, de ningún modo lo tomé a ofensa, simplemente me había agarrado con la defensa abajo. Separé el pincel del lienzo, pues de la impresión casi arruino lo que ya casi terminaba.

Pensé detenidamente en lo que me había preguntado y en la respuesta más adecuada. ¿La amaba?, después de todo lo que habíamos pasado, de nuestro hijo, de esa ruptura de algo que nunca supimos nombrar… no sabía a ciencia cierta qué sentía por ella, necesitaba volver a verla para saberlo, por ahora no podía decir nada con precisión. Boqueé algo pero no dije nada, tal vez había tardado demasiado en responder.

-Ella… -cerré los ojos y los abrí muy lento, giré el cuerpo para quedar de frente a Doreen –ella y yo jamás gozamos de demasiado dinero, viajamos desde el congelado norte juntos, éramos lo único que teníamos, el uno al otro, hubo un momento en el que… algo sucedió –preferí no ahondar en el primer gran bache de nuestra relación –algo que jamás pudimos reparar, pero continuamos el viaje hasta llegar a Bélgica, ahí contraje una enfermedad y me daban por muerto, le pedí que siguiera, que llegara a París como era nuestra meta, no sé si lo consiguió –negué con la cabeza –quiero creer que sí –dije con algo de melancolía y desvié la mirada a un costado-. No estamos juntos por eso –pero de no haber sido por la pelagra, ¿lo estaríamos aún?, ¿hubiésemos podido sortear nuestra pérdida?, si estuviéramos juntos yo no tendría la herencia de Yves Vermeer, no tendría como darle un futuro.

Pensar que todo sucede por algo es bastante ingenuo, pero en situaciones como esta soy capaz de creerlo. Observé el lienzo y me di cuenta que no había nada más que hacerle, sonreí con tristeza.

-No te preocupes, creo que desde hace mucho quería contarle a alguien –aunque lo había contado a medias-. Creo que está listo –señalé el lienzo y dejé el pincel en el bote con el fuerte solvente para el óleo que estábamos manejando.

Lo sabía, no había respondido con certeza a su pregunta, porque no tenía una respuesta. Necesitaba, así como una necesidad fisiológica que duele, verla de nuevo, y tal vez de ese modo saber si la amaba aún o ya no. Quién sabe, en esta ciudad tal vez ya se había encontrado con un galante desconocido que le hubiese bajado la luna y las estrellas y yo era un recuerdo. Un fantasma del pasado.
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Mensaje por Doreen Jussieu Jue Nov 03, 2011 5:04 am

El estado de ánimo puede cambiar en un segundo cuando utilizas las palabras correctas (haciéndote completamente feliz) o las incorrectas (estás incluso pueden destruir a un ser humano) por eso pude notar el cambio tan brusco que había tenía Alvar cuando hice aquellas preguntas. Me sentí completamente arrepentida, incluso comencé a darme tremendos regaños dentro de mi ser poniéndome en su lugar. Primero que nada si alguien me preguntara sobre mi estabilidad emocional seguramente rompería en llanto si no lo preguntan de la manera correcta ¿Por qué? Muy fácil, la relación que tenía con el teniente Milo era por demás decir muy turbulenta, era cierto que me había dado un anillo, el de su madre, como promesa de amor que después de un tiempo de conocernos, de un tiempo de pasar muchas vivencias pero nunca me había mencionado que en ese tiempo mujeres pasarían por su cama, distancia es la que tomaríamos, sin mencionar muchas cosas más que simplemente ya no quería recordar porque el dolor me consumía. Debí haber pensado antes de abrir mi boca sin embargo no lo hice y que su rostro mostrara tanta tristeza había sido mi culpa. - Alvar… Discúlpame no era mi intención - Susurré de manera muy baja pero no era necesario pues el eco del salón, el encierro dejaba escuchar a la perfección incluso el sonido del aire chocar contra la puerta, contra las ventanas.

Ahora mi tarea era subir su ánimo, no era algo que me fuera a costar trabajo en realidad pues lo haría con mucho gusto. - Muchas veces he escuchado decir que suelo ser muy ingenua por creer en el amor… Sé que no lo soy pues el amor es el motor que mueve este mundo, incluso cuando escuchas a los pájaros canturrear es amor lo que nos manifiestan animando nuestro día a que sea maravilloso - Caminé después de retocar el cuadro, el color rosáceo de sus labios estaba bien plasmado, quería incluso pasar los dedos en la curvatura de estos pues se veían tan reales, como si tuviera al joven frente a mi sonriendo, de manera inevitable sonreí pronto deje el pincel en el carrete y me acerqué a él para poder seguir hablando. - Por eso puedo asegurarte que ella debe estar aquí, el mismo amor que ambos tuvieron en un momento, es el que la hizo seguir adelante, lo sé porque así es esto solo que nosotros los seres humanos estamos tan ciegos que no nos damos cuenta de esas cosas. - Me enganche en su par de ojos intentando descifrar si de verdad estaba tomando en serio mis palabras o como los demás creía que era una ilusa al creer en tanta magia que solo yo veía.

Por fin me encontraba a su lado - ¿Crees o estás listo? - Pregunté de nuevo colocándome contra el cuadro para que él pudiera asentir o negar. Giré mi rostro lentamente con los ojos cerrados para hacerle de emoción a la situación. Al final abrí los ojos y parpadeé varias veces son dejar de sonreí. Llevé una de mis manos a la cintura, mi rostro ahora se empezaba a mover del cuadro al chico, del chico al cuadro por varias veces hasta que aclaré mi garganta para comenzar a hablar - Veamos, el color del verde es gracioso en realidad pocas personas pueden llegar a tener esa tonalidad con facilidad, por otro lado el animalito vaya, que ingenioso eres, y tiene las formas correctas del cuerpo es como si estuviera encima del cuadro… - Giré mi rostro unos momentos para poder ver con tranquilidad al pinto - ¿Dónde aprendiste a pintar de esa manera? Te felicito eres realmente bueno. A veces existimos algunos que nacimos con el don y creo me lo acabas de demostrar - Me incliné un poco para poder besar su mejilla, le di un abrazo de manera seguida felicitándolo en por su labor.

No tarde mucho en separarme - ¿Gusta una taza de te? ¿Café? ¿Limonada? Algo para celebrar su hermoso talento - Me caminé a la barra para esperar a que escogiera algo y pudiera servirlo o prepararlo con gusto. - ¿Has notado que he tenido movimiento mientras tu pintabas? - Coloqué una mano en la barra y luego recargué mi rostro en la palma sin dejar de verlo con ese brillo en los ojos emocionaba por lo que acababa de hacer. - Aun le faltan retoques pero si te asomas podrías encontrar a alguien muy parecido a ti detrás del lienzo - Sonreí como niña pequeña, como si estuviera haciendo una travesura de la cual estaba siendo yo misma delatada para una reprimenda pero en realidad solo estaba disfrutando el momento, que el apreciara algo que había hecho que tal vez podría no gustarle o gustarle. Me sentiría completamente satisfecha hasta poder escuchar su opinión siendo positiva o negativa en cualquier caso las criticas siempre se tomarían como constructivas para poder mejorar no solo como artista también como persona.
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Stars paint the forest gold [Doreen Caracciolo] Empty Re: Stars paint the forest gold [Doreen Caracciolo]

Mensaje por Invitado Mar Nov 08, 2011 1:38 pm

En realidad daba igual, comenzaba a creer que pecaba de ingenuo al aferrarme a la idea de Eve, porque eso era ahora, una idea no tangible, algo que ya sólo existía y habitaba mi mente. No sabía qué era de ella, y por su parte, ella me daba por muerto, ¿cómo iba a aparecerme así como si nada sin matarla de un susto?, todo aquello me atacó la cabeza a quemarropa hasta que escuché la voz de mi maestra emergente, asentí, estaba listo, el pequeño esbozo de una lagartija estaba terminado, no había nada que pudiera agregarle.

-No has hecho nada malo –la disculpé, ella que iba a saber de toda la desventura que viví, que vivimos, porque como se lo había dicho antes, sólo nos tuvimos uno al otro a lo largo de nuestro viaje-, sólo preguntaste y yo respondí –le sonreí mientras esperaba que me diera el visto bueno, ansioso como chiquillo, mucha gente había visto lo que era capaz de hacer, pero sólo había recibido una opinión profesional a lo largo de mi vida, la de Týr, ahora tenía oportunidad de volver a escuchar la reacción de alguien con conocimiento, y estaba seguro que de aquella vez que me encontré con el joven galés, había mejorado.

Quería creer en sus palabras, era gratificante darse cuenta que alguien aún podía pensar de ese modo, lamentablemente la vida no me había tratado bien y eso había pagado de a poco la llama de la fe en mi interior, pocas cosas me esperanzan ya, aunque sé existe, porque yo mismo lo vi de frente, porque me salvé de una pelagra mortal, según entiendo, los nombres de aquellos que logramos burlar a la muerte en aquella epidemia cabían en una cuartilla escrita por un solo lado, éramos afortunados. No pude contestarle nada, quería creerle, pero no estuve seguro.

-Está listo –preferí desviar el tema, asentí confirmando y quitándome del camino para dejarla acercarse al caballete y al lienzo. Escuché atento sus observaciones pero abrí los ojos sorprendido ante su última declaración-. En realidad nunca he recibido educación formal al respecto, lo hago como lo voy sintiendo, por un lado creo que eso está bien, pero por otro sé que debo instruirme –dije con un hilo de voz, no quería sonar pretencioso, siempre había escuchado “tiene talento” pero no quería creérmelo del todo, no quería dormirme en mis laureles y poco a poco ir perdiendo ese fuego que se enciende en mí cuando tomo un pincel o un lápiz-, gracias –rematé.

Escuché su ofrecimiento y la vi alejarse, pensando en qué tomar o si de plano declinar la propuesta, pero antes de poder decir algo ella volvió a preguntar algo que al parecer no venía al caso.

-¿Eh?, ¿qué?, no… -dije completamente descolocado, la verdad había estado tan concentrado en plasmar aquel recuerdo infantil que no estuve consciente de lo que pasaba a mi alrededor, me acerqué al sitio que me indicó y al ver lo que ahí había una sonrisa se dibujó en mi rostro-, es espectacular –hablé para mí mismo pero en voz alta, era como verse a un espejo, aunque el Alvar plasmado ahí lucía un tanto más radiante al Alvar que estaba parado frente al cuadro, giré el rostro para verla-, eres muy buena –le dije, aunque seguro estaba consciente de su talento.

Luego me separé del cuadro y caminé hacia ella, incliné la cabeza agradecido por todo, mi sonrisa no se había borrado.

-Un té de jazmín estaría bien –mi sonrisa se acentuó de modo que mostré los dientes, tal vez esta tarde no encontraría a Týr, mucho menos a Eve, pero me había topado con alguien que había logrado que no pensara en esa obsesión mía por encontrarlo, por un rato al menos y eso ya era bastante bueno.
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Stars paint the forest gold [Doreen Caracciolo] Empty Re: Stars paint the forest gold [Doreen Caracciolo]

Mensaje por Doreen Jussieu Sáb Nov 26, 2011 10:38 pm

Sonreí de manera natural al verlo detrás de esa barra, unas horas fueran las que nos habían tomado algunas parte de los cuadros, a mi me faltaría demasiado para terminar su retrato pero al menos ya tenía una idea y lo más difícil ya lo había empezado. Desvíe la mirada unos momentos hasta mis manos entonces me di cuenta que estaban completamente cubiertas en pintura. Hice una mueca notoría y caminé hasta un pequeño cuarto que se encontraba detrás de una cortina, ahí había un pequeño lavaba, una pequeña cocinetita, Darcy lo había pensado en todo, sabía bien que seguramente vendría aquí a distraerme de esas platicas que siempre tenía con Milo y que a mi no me interesaban, pues para mi las guerras y todas esas cosas no me importaban, estaba tan en contra de todo eso. Era una pequeña casita dentro de la galería claro sin que se dejará de ver elegante como debía ser, sin embargo todo tenía su truco y sino la conocías como yo, entonces no te enterarías de que es mi refugio personal. Lavé mis manos con cuidado, esperé a que escurriera el agua y las pase por una pequeña toalla para secarlas - Creo que debemos ir a tomar un té fuera de este lugar pues creo que de tu gusto no tengo - Me encogí de hombros un poco nerviosa.

Salí por detrás de aquella pequeña barra - Espera un segundo - Incliné mi rostro sin dejar de sonreír y me adentré al fondo para tomar un abrigo. Me lo coloqué con cuidado por el cuerpo, el tiempo había pasado demasiado rápido y seguramente la noche estaría demasiado fría. - Vayamos conozco lugares donde nos pueden dar algo de cenar o solo un poco de té, al menos yo no quiero comer comida preparada por mi este día, quizás consentirnos un poco estaría bien ¿No lo crees? - Lo cierto es que estaba harta de hacer mis propias cosas y las cosas para los demás eso no quería decir que estaba poco dispuesta para hacerle algo por él al contrario peor necesitaba un poco de descanso. Abrí la puerta del lugar observando a mi alrededor, el aire estaba un poco fuerte. - Vamos Alvar, París es hermosa de noche - Solo esperaba a que quisiera tomar mi invitación. Me quede en la puerta observándolo por unos momentos - Quizás la noche nos traiga buenas noticias y puedas encontrar a tu amigo o a ella, o quizás solo necesitemos un poco de nuestra compañía, no lo sé hay muchas cosas por hacer, conozco un lugar donde creían caballos, quizás montar unos momentos de noche no nos caería mal, no sé solo intento encontrar lo más oportuno para que pasemos una buena noche - El aire que se adentraba por la puerta había comenzado a apagar algunas velas que se encontraban en el lugar, sorpresivamente solo quedaba una, la que estaba cerca de él lo cual me dejaba poder verlo con claridad. Vaya que era atractivo, demasiado.

Sonrojada me puse de nuevo, no debía pensar que era demasiado atrayente ¿O si? Daba igual. - ¿Quieres un abrigo? Tengo unos allá atrás, de caballero de dos tallas distintas si quieres puedo mostrártelos - Suspiré no se veía una persona que padeciera de fríos en realidad no sabía bien como era del lugar de donde procedía. Me volví a adentrar a la galería y lo tomé del brazo para darle un tirón juguetón suave - Vayamos a un lado Alvar, no quiero estar encerrada aquí, cuando llegué el momento correcto lo estaré pero ahora que tengo un poco de libertad entonces quisiera aprovecharla - Quizás había dicho demás quizás no pero al menos era cierto, necesitaba un poco de adrenalina ¿no? Lo solté rápidamente, tome cierta distancia y volví a dejarla abierta la puerta -¿Qué dices? ¿Vamos? - Mordí mi labio inferior inquieta, esperando una respuesta, tal vez al contrario de mi el necesitaba un lugar solitario para platicar y ese era el lugar perfecto.
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Mensaje por Invitado Vie Dic 09, 2011 3:01 am

La observé alejarse y me pregunté a dónde había ido, escuché agua correr y miré mis propias manos, sucias de óleo y solvente, acerqué una a la nariz y nadie en su sano juicio comería con unas manos tan sucias y con sustancias tan corrosivas en ellas, estaba en eso cuando ella regresó y la miré expectante, esperaba que regresara con lo necesario para el té, en lugar de eso me comentaba que no tenía de lo que yo había pedido y reí apenado, aunque no dije nada.

Volvió a alejarse para regresar cubierta por un abrigo y entonces caí en cuenta de la hora, debía estar obscuro allá afuera, y seguro quería irse a casa. Había sido una buena tarde y estuve a punto de preguntarle si podía visitarla pronto de nuevo, para seguir con las lecciones pero ella se me adelantó delatando el motivo del por qué se había ido a poner el abrigo. La miré desde mi sitio sin saber qué hacer, esperando que terminara de hablar.

-Claro –finalmente pude articular palabra, sonaba como la oportunidad perfecta para pagarle por lo que había hecho ese día por mí, podíamos ir a donde ella quisiera y todo iba por mi cuenta, no se lo dije porque seguramente se negaría, era mejor aguardar a que el mesero de sitio que finalmente eligiéramos nos trajera la cuenta-. No dudo que París de noche resulte hermosa, no me perdería esto por nada –acoté luego-, por ahora creo que ir a tomar un té y quizá algún aperitivo será suficiente, podemos ir a cabalgar cualquier otro día –dije y finalmente moví el cuerpo para caminar al umbral de la puerta donde ella ya me esperaba.

-No –reí divertido negando con la mano –no me hace falta un abrigo –decliné su ofrecimiento –muchas gracias –estaba acostumbrado al frío, esto no era nada comparado con los crudos infiernos nórdicos que me apalearon cuando crecía en Suecia, más si se tomaba en cuenta que no teníamos muchos recursos, pero nos las arreglábamos con pieles de alce y reno para cubrirnos del frío.

Me coloqué hombro con hombro junto a ella (aunque la diferencia de estaturas era evidente) cuando me jaló para unírmele, miré la calle y luego me giré para verla a ella y sonreírle, no supe si el rubor en sus mejillas era por el frío viento o porque había visto algo que la pusiera así, no dije nada y suspiré.

-Vamos –hice un ademán con la mano para comenzar a avanzar-, enséñame París de noche, que soy un turista sin noción de nada –bromeé un poco, aunque era verdad, yo aún no conocía las maravillas que esa ciudad tenía por ofrecerme, seguro Doreen tenía mejor idea y conocía lugares interesantes que podíamos visitar, que tampoco era tan noche, sólo acababa de obscurecer.


{Siento lo corta de la respuesta e_e}
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Mensaje por Doreen Jussieu Lun Ene 09, 2012 12:52 am

Pocas cosas eran las que sabía en realidad de Paris. Cuando intente hacer un recorrido o una búsqueda de la ciudad, las puertas de todos lados se me fueron cerradas al tener que esconderme de la guardia real. Estar con Alvar era un tanto peligroso para él, para mi, pero yo no era muy cuidadosa con mi seguridad, en realidad era muy torpe en ese aspecto, pero tratándose de los demás era mejor mantenerlo al tanto, aunque quizás más adelante. Lleve las manos rápidamente a la capucha del abrigo. La subí con cuidado para resguardar mi rostro. Giré mi cuerpo dándole por unos momentos la espalda, pues necesitaba cerrar con llave el local. Regresé a la posición correcta, donde Alvar me esperaba con el brazo tendido, lleno de caballerosidad. Sonreí enredando el mío con el de él. Bastante graciosa seguramente me vería bien cubierta del cuerpo, y el como si nada, pero me era inevitable, siempre he sido bastante friolenta.

La ventaja de habernos conocido en el local, era lo cerca que nos encontrábamos de la zona de restaurantes prestigiados y no tantos de Paris. Lo cierto era que solo llevaba lo indispensable de dinero, dado a que nadie sabia que estaba en este lugar, o bueno pocos y solo era Casa de la noche- Galería. Galería- Casa de la noche, no había podido tomar el necesario. Me quede observando la calle mientras avanzábamos. - La verdad es que poco tiempo es el que tengo en este lugar, no sé cual es el lugar correcto, o cual es de su a grado - A juzgar por sus ropas, seguramente era alguien que no le importaba mucho derrochar dinero en una simple comida o bueno no lo sabia, al final de cuentas había permanecido en la galería sin chistar. - ¿De que tiene antojo usted? - Pregunté. Poco a poco los dueños de los locales comenzaron a salir para encender velas, faros y demás cosas para poder iluminar aquellas zonas. Todo se veía tan hermoso, perfectamente alumbrado. La luz tenue de las velas, la compañía de la luz de la luna, se veía hermoso en realidad. Paris, la hermosa ciudad de la luz, siempre daba a desear más, siempre tan impresionante ante los visitantes, y ante aquellos que estábamos dispuestos a permanecer en sus tierras, amar a su gente, vivir como si de aquí hubiéramos nacido.

Me queda parada observando aquel lugar. Muchos actos habían en las calles, por ejemplo alguno que otro artista que retrataba rostros graciosos en las calles, también mujeres bailando al compás de sus acompañantes, estos llevaban algunos instrumentos para hacer la música. - ¿Le gusta la vida nocturna? - Pregunté observando en cantada el lugar. Necesitaba relajarme antes de decirme la verdad de mi situación - Alvar… quizás sea mejor que cada quien se marche… No es seguro que este conmigo, no me perdonaría si alguien… pudiera hacerle algo por mi culpa… - Lo miré soltando su cuerpo. Con el semblante completamente preocupado. De repente quise mirar todo y nada al mismo tiempo, saber si alguien nos había seguido, pero nada, ni un par de ojos estaba encima de nosotros, y eso me tranquilizaba.
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Mensaje por Invitado Jue Feb 02, 2012 9:28 pm

París, la inmortal ciudad luz, sin duda era un lugar mágico y cada día que pasaba aquí me enamoraba más y más de ella, incluso barajeando la posibilidad de quedarme aquí, de comprar una casa, traer a mi familia aquí y no a Bruges. Era después de todo un centro de ebullición artística, perfecta para ese sueño mío, absurdo y sordo, de querer ser pintor, bastaban con ver con quien me había topado hoy, Doreen era una pintora talentosa Miré por sobre mi hombro a la chica en cuestión que se encargaba de cerrar celosamente su galería. Suspiré y luego la sentí a mi lado.

A pocos pasos de ahí estaba el bullicioso centro, las calles comenzaban a iluminarse pues el sol ya no les servía con fuente de energía. El ambiente era fascinante, aunque no dejaba de parecerme un sueño, uno del que pronto despertaría al regresar a Bélgica, sólo esperaba que tras haber hablado con Týr y con Eve a mi lado. Salí de mi estupor al escucharla hablar, giré el rostro para verla, igual o más perdido que ella.

-A decir verdad, no tengo idea –dije con una sonrisa en mi rostro –me gustaría comer algo… algo típico parisino –hablé con duda y regresé mi mirada a la calle, buscando el local que más llamara mi atención, no necesariamente tenía que ser el sitio más lujoso, a pesar del dinero que ahora tenía, estaba acostumbrado a las cosas sencillas, pero entonces, pensé que era mejor que ella decidiera-, no sé, qué quieres tú –dije aún entretenido con la calle y su colorido nocturno, los artistas callejeros, los letreros que anunciaban lo que ahí se vendía y la gente yendo y viniendo.

De pronto, todo aquello perdió importancia, Doreen cambió de parecer, no supe qué pasaba y la miré sinceramente confundido, la tomé de ambas manos y la miré a los ojos.

-¿Estás bien? –fue lo primero que se me ocurrió preguntar, aunque sonaba tonto, era prudente hacerlo, estábamos tan bien y de repente hablaba de dejarnos y que cada quien tomara su camino, si así lo quería, al menos merecía una explicación -¿peligroso?, no entiendo –no, no entendía, cómo una chica dulce como ella iba a resultar peligrosa-. No va a pasar nada Doreen –le dije con tono preocupado-, ¿hice algo malo?, no entiendo… yo… -la solté pero no dejé de mirarla –no hice nada malo, ¿verdad? -quería primero quedar claro en ese punto-, si lo deseas, podemos vernos otro día, sólo déjame acompañarte a tu casa –me preocupaba por esa actitud repentina que había adoptado y de ningún modo la iba a dejar irse sola.

Estuve seguro que no, no había sido nada que yo había hecho o dicho, y quizá no debía hacer tantas preguntas, París era una ciudad muy grande y te podía topar cualquier tipo de gente, incluso gente como Doreen que es amable y agradable pero que no sabes qué secretos guarda. Con tanta gente en esta urbe, debe haber también muchos secretos.
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Mensaje por Doreen Jussieu Jue Feb 09, 2012 10:54 am

Quizás había sido una mala idea haber salido de la galería, por eso siempre recibía demasiados regaños, podía ser tímida, reservada, pero era demasiado imprudente, por eso siempre me mantenían encerrada, haciendo las cosas claves de la casa de la noche.

Observé a mi alrededor con bastante atención. A lo lejos pude ver dos hombres corpulentos, ambos no dejaban de vernos, lo malo es que no los reconocía, nunca antes había visto a alguno en la casa de la noche, o quizás lo lejos que se encontraban no me permitía ver bien sus rostros. - Yo… - Hice una mueca, sin disimulos, y así con reproche. - No, no se equivoque, usted no ha hecho nada malo, es solo que… - Tragué saliva volviendo a ver a mi al rededor, me estaba poniendo demasiado paranoica. Tomé una gran bocana de aire para intentar relajarme un poco, pero después tomé otra, y otra, y así hasta que al menos pudiera hablar de nueva cuenta. - A veces podemos meternos en problemas sin darnos cuenta, aunque no queramos hacerle daño a los demás - Dije tomando de nueva cuenta su brazo.

Avanzamos por él lugar, estaba a punto de decirle que le acompañará al bosque, pero mi estomago, maldito traicionero, delató el hambre que tenía aquella noche. Negué - No haga caso a mi estomago - Dije sonriendo un tanto apenada, pocas veces me pasaba que el estomago fuera demasiado estruendoso, a veces creo que por más que por más que quieras evitar una situación algo pasa, el universo y sus energías se alinean para hacer que te cueste un poco más. - ¿Cómo saber si le cuento mi secreto no dirá algo? - Lo miré de reojo, no quería ser grosera, quería tenerle confianza, pero con tantos sucesos que me habían pasado con anterioridad, era mejor prevenir que lamentar.

Dos carruajes pasaron de manera lenta a nuestro lado. En mi pecho sentí una presión fuerte, llevé mi mano al pecho antes de acercarme y abrazarlo para ocultar mi rostro. - No me suelte, por favor - Le pedí temerosa de ser reconocida. Según los espías que Darcy tenía en el palacio, se habían hecho retratos detallados de los implicados en la revolución, no de todos pero al menos mi rostro era uno bien señalado. Tardarían en asociarme si, pero con un retrato no era imposible. - No deje que me vean - Volví a decir, pero esta vez con el tono de voz tembloroso.

Así me quede abrazada a él, queriendo avanzar, y de hecho lo jalé de manera brusca, solo un poco. - A veces por creer hacer lo correcto puedes perder la vida - Aquel pensamiento había salido en voz alta. Estaba tan nerviosa que ni siquiera me fijaba en que hacía, como reaccionaba, que decía - ¿Me acompaña al bosque? - ¿Cómo decirle que mi hogar estaba en medio del bosque? Que los hechiceros creaban ilusiones para los visitantes y así evitar la ruta y toparse con la casa. ¿Cómo explicarle que seguramente me estarían buscando preocupados? Cada que escapaba de la casa de la noche, eran periodos cortos los que me permitía para no preocupar a los demás, pero aquella tarde se había vuelto noche en un abrir y cerrar de ojos, todos saben que no duermo en la tarde, pues prefiero hacer las tareas pendientes con los revolucionarios. ¿Se abrían dado cuenta ya? Estaba siendo demasiado egoísta, los podría poner en peligro. - Solo al bosque - Susurré. ¿Y después? ¿Cómo le explicaría el quedarme a oscuras en un bosque peligroso, a mitad de la noche?

No quería, de verdad no quería separarme aun de él. Hacer lo correcto y hacer lo deseado puede chocar demasiado. ¿Cómo volver uno aquello? No se podía, o al menos yo no tenía permitido eso.
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