AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Peregrino // Doreen Caracciolo
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Peregrino // Doreen Caracciolo
París, mi vida no ha sido corta, mi vida no ha sido tan, tan larga, sin embargo he tenido la dicha o la desdicha de poder haber pisado muchos terrenos diferentes, países, ciudades, ahora te veo París, pero verte no es justo, te disfruto París.
Había llegado hace nada a la ciudad, solo con una maleta, con ropa y dinero. Dinero justo, lo demás gracias a los bancos, al menos alguno debería de tener también sucursal aquí, esto de tener las monedas regadas por diferentes lados es siempre una ventaja, algunas veces encuentras tal, otras no, y así, la suerte no le falló nunca. Pero tiene claro que la suerte no es más que la probabilidad en que el desastre avecine, por ello el seguro está en su maleta, y en su mente junto a sus manos el plan "B" Claro que volver al pasado es algo que siempre ha descartado, ser un timador nuevamente ya no había necesidad, y además, a él, le parecía estar mal aquello.
Intentar que París no sea otro de sus escenarios falsos de adivinación sería un reto, tal cual cada ciudad por la que se ha aparecido. Sí, usar ese sentido que ha desarrollado con los años sobre el dominio de su propia mente y la percepción de la ajena para provecho propio es burdo. Estos y mil más pensamientos recorriendo la cabeza de Lýkos mientras que sus pies raspan las tablillas del puerto, muy bien cuidado, ¿Y cómo no ser así? Es el rostro de París, la fachada de casa siempre se pinta bien y las partes feas por supuesto son un poco menos accesibles y conocidas. Este es todo un buen truco de apariencia, ¿París sería igual? O mantendría este buen semblante a lo largo de todo, quizá analizar tan crudamente es lo que le ha llevado a ir de lugar en lugar sin parar, pero no, ser blando no era opción.
El aroma a pescado tan conocido como insoportable para cualquier ser con una habilidad desarrollada más allá de la capacidad humana, por mera suerte o por labor propia la percepción de sus sentidos ya modificada se adecua a la pestilente fragancia que es incapaz de ser cubierta por todo el lujo y la buena pinta que le rodea ahora. Unos cuantos vendedores, el nivel de distorsión sonora que se generaba entre las variadas voces era cómoda para él, nada que le haga también adecuar o ignorar otro más de sus sentidos, bloquear los impulsos nerviosos mentales siempre ha sido cansado y hacerlo tan amenudeo como respirar no resultaba cómodo. Por suerte sus pasos rápidos le iban alejando más y más de aquel hedor y sonidos, ir por el centro de la ciudad iba a ser un poco más de lo mismo, buen arquitectura, mil voces entre ellas, vendedores, peatones, casquillos chocando contra el suelo para jalar las carretas, lo típico de cada ciudad bien poblada y con un nivel de desarrollo promedio a bueno.
Los callejos son los aliados de la paz mental, sin embargo enemigos de la seguridad, un callejón parisino es tan peligroso como uno en Londres o como uno en Moscú, la maldad está afuera, la bondad más oculta, pero siempre está, no importa que tan lejos o tan cerca te quedes, los patrones que se repiten por aquí y por allá. Como la gente y sus estereotipos, todos tienen un poco de todos y todos se parecen a todos de alguna forma, quizá sus motivos son más nobles que los de otros, pero el factor “Interés”, “Deseo”, “Ideal” siempre está presente en cualquier ser humano y en los no-humanos también. Luchar contra la agresividad humana es muy parecido a lidiar con un animal rabioso, al parecer de los demás, ambos pueden parecer irracionales en ese momento, sin embargo es un factor el que los ínsita.
En un callejón pues robar, riqueza, ambición o necesidad, o todas estas juntas. Y mientras otra nebulosa por ahí y por allá, ya el paisaje había cambiado, un campo abierto, bello, al parecer él junto a su inerte compañía, la maleta. Habían llegado al corazón de una ciudad, un corazón que late fuerte, y esto no es más que la fuente de alimentos, los sembradíos, tan necesarios para abastecer ejércitos como para alimentar a los entes errantes, sucios y haraposos de las calles. Claro que las coronas al igual que una nada de escapa, la tierrita la echaban bajo la alfombra y nada pasaba, ¿Qué ocurre cuando esta tierra levanta la alfombra alejándola del suelo? Tienen suerte, mucha suerte de que esta tierra perezca y muera, por lo que no van a levantarles tantos su alfombra.
La justicia, idealismos y sueños varios, no era lo suyo la verdad, pero era inevitable no pensar en ello cuando el rostro de una niña pequeña se cruzaba entre sus orbes, inclusive el mismo campesino que araba la tierra y cuidaba el sembrío era pobre, y debería estar agradecido por ello, agradecido de poner trabajar la tierra y subsistir. Al parecer la gente se retiró mucho antes de que el llegue, el reloj de bolsillo se le quedo dentro de la maleta por lo que ver la hora no era fácil y revolotear entre todo el contenido muy poco prudente. Pero gracias al solo que iba decayendo se iba dando una idea de que el día moría y la noche nacía. Seguro que por aquí no encontraba hoteles, con mucha suerte pagarle unas monedas a algún terrateniente para que le ceda un granero o un cuarto aparte, ya se vería.
Pero, “A jugar” Se disparó su cerebro, y a correr sin parar, maíz, alfalfa, la planta de la alfalfa esa típica que solían masticar los granjeros y campesinos, como si fuera uno se la pone entre los dientes y a falta de gorro simplemente se recuesta sobre un gran cumulo de paja arrumado a un lado del campo, se encontraba muy cerca de un camino, al parecer tanto como animales, humanos y vehículos le utilizan, por lo que encontrar a alguien por ahí o verlo aparecer era cuestión de tiempo, París por ahora iba ganando en recibimiento, una cama de paja muy a la antigua, durmió en peores, por lo que es un regalo bien envuelto, y a pesar de que su ropa de marca y elegante se estropeara siempre que se tira por ahí, eso es parte de él y no lo cambia.
La naranja vista del atardecer, hermosa, llamativa, envolvente, endulzante de sus sentidos, toda la vida ha disfrutado del horizonte, de observar, de aprender, de palpar, de descubrir, y el sol, este astro tan afamado y citado más de mil veces en los libros, papiros y rollos que leyó jamás le ha dejado de llamar la atención, ni de hipnotizarlo, de llevarlo a letargo, un letargo lento y suave, pero controlado, a lo que le llaman echar una siestecita a ojo abierto, si perder la noción del exterior y menos con sus sentidos habidos, que a la distancia captaban todo, y lo almacenaban en su conciencia, animalillos, sonidos ambientales y también pisadas, murmullos no, todo estaba silencioso de iguales, soledad, aquel termino al que muchos le tienen pavor, le meten y le huyen a lo largo de toda su vida, para otros, como él, tan sublime soledad que es la única capaz de dejarte ser uno contigo mismo.
Y con un suspiro y la frente medianamente arrugada, lo que delataba la avanzada edad del rubio ojiazul, sin embargo no la delataba fielmente, con esto, las piernas estiradas y las manos tras la cabeza, solo con esto disfrutaba, el minimalismo en su expresión.
Lýkos- Licántropo Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Ella había pasado una tarde bastante cansada. Los días en la iglesia no sólo suelen ser arduos, también calurosos, y llenos de actividades que la dejan echa polvo. Se había despertado con la esperanza de poder pasar tiempo con los niños del orfelinato que tenían a un lado, pero no pudo, tuvo que -con aquel habito pesado y molesto- ponerse a limpiar pisos, preparar alimentos, limpiar bancas de la misa e infinidad de cosas, a ella no le molestaban todas esas actividades, incluso le entretenían, ella misma se ofrecía a hacerlas para no pasar todo el rato encerrada en su cuarto, pero si se quejaba en la noche, cuando los zapatos le causaban dolores ya en los pies, y cuando el calor era abruman y poco era el alimento que tomaba. La vida en la iglesia es así, no hay necesidad de comer muchos alimentos o cuidarse mucho de su persona, siempre es con los demás, y ella desde pequeña había sabido eso, pero hoy, precisamente el día de hoy el cansancio acumulado la había azotado.
Sus pequeñas y delicadas manos estaban bajo un chorro de agua caliente, la joven era bastante friolenta y dado que las paredes de la iglesia mantenían el frío, lo mejor que podía hacer para ella era evitarse molestias, siempre buscaba agua caliente, zonas soleadas, y calor para poder no enfermarse, no precisamente que fuera su temperatura favorita, aunque en ocasiones abrazar a Darcy era reconfortante. Se limpiaba las manos, las tenía negras por unos carbones que tuvo que recoger de una chimenea, y su piel blanca se notaba graciosa gracias a ese contraste, incluso ella misma se reía de como se veía. Suspiró, y se secó rápidamente para poder despedirse de la iglesia y pasar a su cuarto.
La rubia odiaba ese nuevo refugio, lo odiaba por tener que aparentar algo que no era, y porque sentía que estaba insultando a Dios, aunque claro, no es que sea una mujer completamente creyente. Se sentía mal porque estaba burlándose - a su parecer - de las creencias de los otros, y si a ella le hicieran eso seguramente se sentiría muy mal. Mientras avanzaba por los grandes pasillos disfrutaba de las pinturas perfectas que habían por todos lados, algunas le llamaban la atención, otras simplemente le daban miedo y prefería no verlas. Hace tiempo que pasaba la mayor parte del día sola y sabía que su miedo nadie lo podría aliviar con un simple abrazo. Ella se sentía sola, arrepentida y la mayor parte del tiempo triste. Hace mucho había dejado de sonreír con esa naturalidad propia, y aquello si que era lamentable, pues la joven brillaba con naturalidad, y verla caer en esa especie de vacío personal no era bueno, era como una flor marchitándose.
Por fin había llegado a su cuarto, cerró la puerta con fuerza detrás de ella, y ni siquiera esperó unos segundos para quitarse eso habito que ya le estaba ahogando. Su cuerpo temblaba con fuerza por el ejercicio físico que había hecho. Doreen estaba exhausta de esa nueva vida. Necesitaba libertades, pero sobre todo, necesitaba volver a encontrarse antes de caer al vacío y no poder volver a escalar. Se estaba volviendo loca en el silencio, en la oscuridad, y en la falta de compañía, y no había quejarse, pues ese destino era el que había conocido, nada más que eso. Observó su pequeña habitación, y suspiró repetidas veces, si tan solo sus padres la hubieran encontrado seguramente las cosas pintarían de otra manera, pero de igual forma sería bastante infeliz encerrada en una burbuja de cristal, una bastante agrietada por cierto.
Su delicada, bien formada, y deseable figura se movió por la habitación. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba acostada en su cama, dejando que su cuerpo por fin descansara de tanto tiempo de sostenerse parado. Se envolvió en sus propios brazos, se abrazada, y cuando creyó que no podría más, se sumergió en un sueño profundo, se notaba lo cansada que estaba, ni siquiera tardó más de unos minutos en ese estado. No tardo nada, pero sus sueños no le aliviaron las tristezas del alma, pues las pesadillas comenzaron a aparecer en su mente, haciendo que el sudor acrecentara en su cuerpo, y se moviera con insistencia hasta que de golpe volvió a levantarse. Suspiró, o bueno, al menos intentó regular su respiración. Se movía en la cama intentando visualizar el escenario, pero la noche ya había llegado, invadiendo todo lo que estaba a su alrededor, incluso ella misma, que poco podía verse incluso las manos que tenía recargada en las rodillas.
No tardó mucho tiempo en aquel lugar. Doreen tomó una toalla de baño, se quitó la ropa y se envolvió en esa para caminar al cuarto que estaba pegado a ella, se bañó, disfrutaba tanto del agua correr por su cuerpo, de limpiarle por un momento las heridas del alma, pero también las del cuerpo. Estaba tan hermosa ahí, dejándose llevar por una sensación bastante pura y natural, Doreen posee un alma buena, pura que aún no está completamente movida por las perversiones de la realidad. Es soñadora, pero sobretodo entregada y amorosa. La mujer simplemente vale la pena, por su sonrisa, por sus palabras y su entrega ¿Quién podría rechazar tremenda bondad? Si en sus ojos simplemente se dice la verdad. Nadie, o quizás el más desalmado de las criaturas existentes en la tierra, pero mientras no se le acerquen para lastimarla todo estará bien.
Se había puesto un vestido ligero, de esos que no necesitan corsé, simplemente que cubren el cuerpo para poder hacer las actividades del hogar. Paseaba por los jardines de la iglesia y decidió hacer algo que hace mucho tiempo no hacía: Escaparse. Doreen avanzó por los jardines hasta adentrarse al bosque. Avanzó demasiado, tanto que estaba segura nadie podría seguirle el rastro. Estaba cansada si, pero necesitaba un poco de libertad y la iría a buscar dónde fuera. Así estuvo avanzando, hasta que se encontró en medio de unos campos llenos de colores incluso en aquella hora de la noche. Doreen abrió los ojos con sorpresa, y sonrió al notar que todo estaba tranquilo, incluso el viento traicionero de la noche. Suspiró profundamente para llenarse de ese aire puro y nada alterado por los olores de la ciudad. Era todo extremadamente delicioso para ella, y siguió caminando, sigo disfrutando de toda la vista hasta que se encontró con…
- ¡Oh por Dios, está usted bien! - Un hombre yacía en el suelo. Ella se inclinó para intentar tomar parte del brazo del hombre, mover con suavidad el cuerpo. - ¿Señor? - Preguntó de manera suave, dando suaves apretones en su brazo.
Sus pequeñas y delicadas manos estaban bajo un chorro de agua caliente, la joven era bastante friolenta y dado que las paredes de la iglesia mantenían el frío, lo mejor que podía hacer para ella era evitarse molestias, siempre buscaba agua caliente, zonas soleadas, y calor para poder no enfermarse, no precisamente que fuera su temperatura favorita, aunque en ocasiones abrazar a Darcy era reconfortante. Se limpiaba las manos, las tenía negras por unos carbones que tuvo que recoger de una chimenea, y su piel blanca se notaba graciosa gracias a ese contraste, incluso ella misma se reía de como se veía. Suspiró, y se secó rápidamente para poder despedirse de la iglesia y pasar a su cuarto.
La rubia odiaba ese nuevo refugio, lo odiaba por tener que aparentar algo que no era, y porque sentía que estaba insultando a Dios, aunque claro, no es que sea una mujer completamente creyente. Se sentía mal porque estaba burlándose - a su parecer - de las creencias de los otros, y si a ella le hicieran eso seguramente se sentiría muy mal. Mientras avanzaba por los grandes pasillos disfrutaba de las pinturas perfectas que habían por todos lados, algunas le llamaban la atención, otras simplemente le daban miedo y prefería no verlas. Hace tiempo que pasaba la mayor parte del día sola y sabía que su miedo nadie lo podría aliviar con un simple abrazo. Ella se sentía sola, arrepentida y la mayor parte del tiempo triste. Hace mucho había dejado de sonreír con esa naturalidad propia, y aquello si que era lamentable, pues la joven brillaba con naturalidad, y verla caer en esa especie de vacío personal no era bueno, era como una flor marchitándose.
Por fin había llegado a su cuarto, cerró la puerta con fuerza detrás de ella, y ni siquiera esperó unos segundos para quitarse eso habito que ya le estaba ahogando. Su cuerpo temblaba con fuerza por el ejercicio físico que había hecho. Doreen estaba exhausta de esa nueva vida. Necesitaba libertades, pero sobre todo, necesitaba volver a encontrarse antes de caer al vacío y no poder volver a escalar. Se estaba volviendo loca en el silencio, en la oscuridad, y en la falta de compañía, y no había quejarse, pues ese destino era el que había conocido, nada más que eso. Observó su pequeña habitación, y suspiró repetidas veces, si tan solo sus padres la hubieran encontrado seguramente las cosas pintarían de otra manera, pero de igual forma sería bastante infeliz encerrada en una burbuja de cristal, una bastante agrietada por cierto.
Su delicada, bien formada, y deseable figura se movió por la habitación. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba acostada en su cama, dejando que su cuerpo por fin descansara de tanto tiempo de sostenerse parado. Se envolvió en sus propios brazos, se abrazada, y cuando creyó que no podría más, se sumergió en un sueño profundo, se notaba lo cansada que estaba, ni siquiera tardó más de unos minutos en ese estado. No tardo nada, pero sus sueños no le aliviaron las tristezas del alma, pues las pesadillas comenzaron a aparecer en su mente, haciendo que el sudor acrecentara en su cuerpo, y se moviera con insistencia hasta que de golpe volvió a levantarse. Suspiró, o bueno, al menos intentó regular su respiración. Se movía en la cama intentando visualizar el escenario, pero la noche ya había llegado, invadiendo todo lo que estaba a su alrededor, incluso ella misma, que poco podía verse incluso las manos que tenía recargada en las rodillas.
No tardó mucho tiempo en aquel lugar. Doreen tomó una toalla de baño, se quitó la ropa y se envolvió en esa para caminar al cuarto que estaba pegado a ella, se bañó, disfrutaba tanto del agua correr por su cuerpo, de limpiarle por un momento las heridas del alma, pero también las del cuerpo. Estaba tan hermosa ahí, dejándose llevar por una sensación bastante pura y natural, Doreen posee un alma buena, pura que aún no está completamente movida por las perversiones de la realidad. Es soñadora, pero sobretodo entregada y amorosa. La mujer simplemente vale la pena, por su sonrisa, por sus palabras y su entrega ¿Quién podría rechazar tremenda bondad? Si en sus ojos simplemente se dice la verdad. Nadie, o quizás el más desalmado de las criaturas existentes en la tierra, pero mientras no se le acerquen para lastimarla todo estará bien.
Se había puesto un vestido ligero, de esos que no necesitan corsé, simplemente que cubren el cuerpo para poder hacer las actividades del hogar. Paseaba por los jardines de la iglesia y decidió hacer algo que hace mucho tiempo no hacía: Escaparse. Doreen avanzó por los jardines hasta adentrarse al bosque. Avanzó demasiado, tanto que estaba segura nadie podría seguirle el rastro. Estaba cansada si, pero necesitaba un poco de libertad y la iría a buscar dónde fuera. Así estuvo avanzando, hasta que se encontró en medio de unos campos llenos de colores incluso en aquella hora de la noche. Doreen abrió los ojos con sorpresa, y sonrió al notar que todo estaba tranquilo, incluso el viento traicionero de la noche. Suspiró profundamente para llenarse de ese aire puro y nada alterado por los olores de la ciudad. Era todo extremadamente delicioso para ella, y siguió caminando, sigo disfrutando de toda la vista hasta que se encontró con…
- ¡Oh por Dios, está usted bien! - Un hombre yacía en el suelo. Ella se inclinó para intentar tomar parte del brazo del hombre, mover con suavidad el cuerpo. - ¿Señor? - Preguntó de manera suave, dando suaves apretones en su brazo.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Si todos los lugares en París son como este, puede que quedarse sea la gran idea de esta década, pero esto no era suficiente motivo, a la larga siempre terminaba venciendo esa extraña necesidad a todos estos gustos triviales, viajar es una pasión y a la vez una gran maldición, entre sueños a medias, medios despiertos, medios dormidos, sueños ideales o prejuicios, o simplemente deseos, entonces una voz completamente melodiosa, suave, agradable, ¿un ángel? Si no fuera un sujeto como el que es, pudo haber creído esto último sin ningún problema, y reproche. Sus ojos se abren arrugados, la luz tenue ingresa a sus pupilas, cómo reacción captura los brazos que le sujetan, pero no de forma brusca, al contrario, muy amable y suave - Buenas, ¿ya amaneció? – se echa a reír con soltura y muy buen humor, duerme poco, pero siempre es feliz al despertar.
No desea levantarse, está realmente muy, muy, muy cómodo sobre la paja, que además es alimento para los buenos caballos que le gustan bastante - No me pasa nada en lo absoluto, desde hace años gozo de una rebosante salud, por el contrario usted luce demacrada – Observa aténtate a los ojos de la mujer, analiza su rostro, su figura, su mover, su reacción, a simple vista una buena mujer, preocupada, la angustia siempre se nota en el rostro y él puede verla, cansada quizá, no físicamente, más bien mental y espiritual. Cosa que es muy común en las jóvenes y jóvenes con inquietudes o problemas mayores. Y si, es la mala costumbre de ver a alguien o hablar con alguien y analizar todos los detalles que pueda con la más mínima información.
Se puede decir que es un pasatiempo bastante incomodo algunas veces para las personas que por así decirlo son estudiadas, ya que a veces no se toma la delicadeza de disimular, pero con ella lo haría, además que al parecer no parecía tener ningún rasgo negativo a simple vista de los que él detesta. Lýkos de por si es algo quejoso, pero tranquilo, nunca hace mucho barullo sobre lo que le molesta o desagrada, en realidad es tolerante, pero si alguien interrumpe su soledad pues vale que sea alguien que a él le agrade, muy pocas veces habla con la gente, ya conoce a muchos, muchos estilos, muchas personalidades, la mayoría le parecen aburridos, sin embargo esta mujer le llama la atención bastante bien.
La observa de forma disimulada, cuando la persona le causa poco interés, observa sin vergüenza alguna y notoriamente, en este caso no es igual, es una muchacha bastante hermosa, muy joven, lo que le hace preguntarse el porqué de pronto se le acerca a hablarle, la gente así de joven suele alejarse de los mayores por temor o por desprecio, sus ropas estaban en buen estado, pero no era lo mejor de lo mejor, por lo que podría decirse que era de clase media o alta-media, es educada y eso le gusta, gente buena con quien poder hablar.
Se estira un poco y finalmente se levanta de la paja, se sacude la ropa para que no quede resto de ese material alimenticio en sus ropas, se fija en la maleta que está ahí, sonríe – Mucho gusto, mi nombre es Lýkos, ¿es de París o de otro lado? – Los europeos en general tienden a ser gente fría, seria y muy recatada, en su mayoría con prejuicios y dotes de superioridad, por otro lado la mayoría de americanos solían ser más relajados, amables y menos preocupados por las clases sociales.
También del dinero, la religión, del que dirán, le desagrada todo esto. Al parecer el susto a la muchacha por fin se le había pasado, al parecer es notablemente nerviosa, ya que es extraño que de pronto se tomen tantas molestias por una persona que ven por primera vez en la calle, eso o muy noble, de una forma u otra ninguna de estas alternativas le parece algo negativo, por el contrario, la primera divertida y la segunda admirable. Una mezcla de ambas, pues como se dice, un buen paquete.
Es la primera persona con la que habla desde que ha llegado, así que buscaría hacer de esta una buen a charla, larga, simpática, interesante, nunca se confunde con la gente, y estaba seguro de poder disfrutar de algo así con esta chica, claro si esta no se negaba a hablar, a fin de cuentas quizá solo tras comprobar de que estuviera bien podría irse, nada se lo impedía - La verdad es que llegue a París hace, pues- Retira el reloj del bolsillo, de su pantalón, le da una ojeada, sonríe, finalmente lo deja en su sitio, el bolsillo - Hace cuatro horas nada más. Nací en Reino Unido si tiene la curiosidad de saber, ¿siempre se preocupa así cuando ocurre algo en las calles? – Pregunta con notable curiosidad.
Sonríe y después ríe bajo - No se vaya a tomar a mal la pregunta, es que le note bastante nerviosa y preocupada, ya por estos días no se encuentra gente que ayude a un desconocido en la calle, casi todos miran por su bienestar y nada más, se alejan de los demás cuando necesitan una mano y se acercan cuando estos tienen algo que ofrecer, es triste, pero cierto – Se inclina lentamente para tomar su maleta con la mano - Esto habla por sí solo bien de usted – Le vuelve a sonreír con cierta curiosidad por saber un poco más de ella - Sus manos son suaves, por lo que debo asumir que usted realiza pocos trabajos físicos, seguro se dedica a la música o al arte, ¿me equivoco? – Siempre es bueno conocer a un violinista o una, o un pintor o una pintora, quien sabe cuando necesitaras de esas manos mágicas alguna vez.
A él le gusta la música, los juegos de mesa, las cartas, normalmente actividades en las que puede usar sus manos para sacar unas risas - ¿A qué se dedica? – Es extraño ver a una mujer joven por la calle sin esposo, o sin escolta, normalmente las damas casadas andan así, debería de tener ella entre veinte dos o veinte tres, edad en la que comúnmente ya todas las mujeres hermosas y de clase contraen los matrimonios arreglados de sus padres, cosa que personalmente asquea sin medida. Por otro lado, mejor que no lo fuera - Dígame, ¿qué edad tiene usted? Si se puede saber claro – Se sienta cómodo sobre un gran grupo de paja compacta que sobresale, quedan a la misma altura, pues ella no era tan alta.
La verdad es que la muchacha tiene un semblante amarillo, como del sol, que irradia energía y alegría, sin embargo este mismo mesclado con una parte oscura, del miedo, del desastre, la gente que muchas veces vive entre su pasado y futuro le suele atraer mucho la atención, ya que de alguna forma u otra, suele enredar sus desgracias con las ajenas, fueran cual fueran.
Lýkos- Licántropo Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Ella, quien se había agachado para observar y ayudar a un desconocido, mantenía su rostro arrugado, mostrando muestras de aflicción, su hermoso y delicado rostro se notaba preocupado, alterado y con un ligero temor reflejado en los ojos, ver a un hombre en medio de la nada, cuando casi nadie transita las calles o bosques de Paris no era algo común. Sus manos suaves se alargaron hasta tomar el brazo ajeno, ella lo movía con suavidad, esperando que si el nombre estaba lastimado, de no hacerle más daño. La sorpresa de los ojos de Doreen fue clara, dejó a un lado todo miedo para sentir un alivio particular por verlo bien, y sonriente, su sonrisa la hizo sentir tranquila, y también le dejó en claro que no era una mala persona, que se encontraba con alguien a quien no debía temer. Se quedó entonces agachada, y no pudo evitar sonreírle de forma amplia y reconfortante, le soltó con rapidez esperando no parecer una atrevida, porque era lo que menos deseaba.
Hizo una mueca bastante notoria, mostrando su incomodidad al escuchar aquellas palabras, no era una novedad que todos notaran que ella se estaba enfermando por tantas preocupaciones y cosas en la cabeza, pero nadie se lo había dicho de esa manera tan descarada. Suspiró de forma amplia, casi sintió pesadez en la forma en que agregó aire a sus pulmones, como si aquella vitalidad estuviera negada a entrar y darle vida. Intentó ignorar aquello, lo intentó pues no todas las personas suelen ser tan discretas, y que ella lo fuera no significaba que los demás debían de serlo. Ella necesitaba de alguien que quisiera pasar sus males a su lado, tomarle la mano y asegurarle que nunca más la dejaría sola, pero quizás aquello no sería posible, quizás aquel deseo y pensamiento debía ser ignorado, de nada le servía pedir, rogar y soñar con algo que seguramente nunca llegaría. El amor dicen no sirve de nada, es para débiles, pero a ella eso no le parecía, para ella el amor era importante, y era lo que la mantenía aun de pie.
Doreen abrió los ojos con sorpresa al sentir la buena vibra de aquel hombre, no pudo evita sonreír de forma amplia, darle una sonrisa como hace tiempo no las daba, sin ataduras, pues la esencia fresca del hombre la hacía sentir increíblemente cómoda. Lo observó limpiarse la ropa y ella se puso de pie, colocando una mano sobre su cadera, y la otra colgando como comúnmente están. El nombre le pareció bastante peculiar, nunca nadie se había presentado con aquella etiqueta, la mujer sintió una punzada en el pecho, una especie de corazonada, como una especie de alerta que debía ser tomada en cuenta. Como si el destino y el pasado la pusieran alerta, sin embargo, como siempre, igual que todos los días, con esa forma testaruda, terca y curiosa decidió quedarse, jugar de nuevo a la suerte, dejar que su vida pendiera de un hilo, y así mismo saborear algo nuevo, a alguien nuevo que era lo que necesitaba.
- De un lugar cerca de Paris - Susurra y lo observa aun con esa curiosidad poderosa que tenía en su interior - No es correcto que éste aquí, no debe dormir al aire libre, París es peligrosa por la noche, y no quisiera que su primera impresión sea llena de dolores y peligro - Su delicado escáner hacía el hombre le hizo fruncir el ceño. El hombre tenía hermosos y costosos ropajes, ¿por qué dormía en ese lugar? No lo entendía - Si no tiene el dinero suficiente para pagar un lugar, venga conmigo, en la iglesia tenemos cuartos para refugiar a personas de paso, estaré encantada en recibirlo y llevarlo - Se encogió de hombros bastante despreocupada, sin apartar la sonrisa. - Todos debemos preocuparnos por los ajenos, así el mundo sería un poco mejor - Se acercó, y su mano estirada quitó una pequeña ramita que tenía en el pecho, limpiando su impecable ropa.
- Tengo… diecinueve años señor - Y sus mejillas se tornaron sonrojadas, en contraste con su rostro pálido, se lograba ver bastante hermosa de esa manera. Doreen era tan tímida, tan insegura que tantas preguntas y atenciones a ella le parecían simplemente fuera de lo normal, prefería atender a los demás que atenderse a sí misma. - Usted parece saber bastante sobre las personas, y más de aquellas que no conoce - Arqueó una ceja de forma natural y automática - Sirve a Dios en la iglesia claro, me gusta ayudar un poco a los niños que nos visitan, y por eso le ofrezco un cuarto seguro en ese lugar, no tendría que pagarnos nada, solo hacer trabajos sencillos como lavar platos, es todo aquello que puedo ofrecerle - Lo mira suspirando y revela entonces eso que verdaderamente ama - Pinto, me gusta demasiado la pintura, aunque, hace mucho no lo hago - Eso último lo dice con notable melancolía.
-¿Usted disfruta del arte? ¿Sabe de el? - Pregunta curiosa, aquello era un tema que le encantaba, y encontraba a pocas personas interesadas en ese, o incluso pocas personas que lo hicieran, encontrarse con él y que supiera al respecto podría seguir siendo una buena o mala señal, dependiendo de quien lo viera. Doreen la mayor parte del tiempo se sentía sola, desolada y que nunca formaba parte de algo o alguien, y sin duda en ese momento el rastro de soledad se había apartado, la mirada de aquel hombre, del licántropo la estaba tranquilizando, y la hacía sentir que quizás no la volvería a dejar sola, aunque claro, aquello era ilógico, un desconocido, un hombre que apenas conoce y más aún que se notaba disfruta de los viajes es aquel que la dejará más rápido, y la amistad que buscaba o que necesitaba no llegaría a culminarse.
- Lamento mucho haber interrumpido su sueño, de haber sabido que todo estaba en orden no lo habría importunado - Ladeo el rostro, se alejó unos pasos, más que nada buscando protegerse de algo que en realidad no sabía - También podrá encontrar comida deliciosa si lo desea en la iglesia, seguramente le gustará, yo misma la preparo - Se mordió el labio inferior nerviosa - No quiero alardear, perdón, no quería sonar como una presumida, pero disfruto haciendo el alimento para otras personas y verlas saludables - Se llevó las manos al pecho, cruzándolos a esa altura, esperando una respuesta de aquel hombre, deseando salir de los peligros que habían en las afueras, en las noches parisinas que nadie conocía, y pocos tenían la gracia en soledad, de poder vivir para contarlo.
Hizo una mueca bastante notoria, mostrando su incomodidad al escuchar aquellas palabras, no era una novedad que todos notaran que ella se estaba enfermando por tantas preocupaciones y cosas en la cabeza, pero nadie se lo había dicho de esa manera tan descarada. Suspiró de forma amplia, casi sintió pesadez en la forma en que agregó aire a sus pulmones, como si aquella vitalidad estuviera negada a entrar y darle vida. Intentó ignorar aquello, lo intentó pues no todas las personas suelen ser tan discretas, y que ella lo fuera no significaba que los demás debían de serlo. Ella necesitaba de alguien que quisiera pasar sus males a su lado, tomarle la mano y asegurarle que nunca más la dejaría sola, pero quizás aquello no sería posible, quizás aquel deseo y pensamiento debía ser ignorado, de nada le servía pedir, rogar y soñar con algo que seguramente nunca llegaría. El amor dicen no sirve de nada, es para débiles, pero a ella eso no le parecía, para ella el amor era importante, y era lo que la mantenía aun de pie.
Doreen abrió los ojos con sorpresa al sentir la buena vibra de aquel hombre, no pudo evita sonreír de forma amplia, darle una sonrisa como hace tiempo no las daba, sin ataduras, pues la esencia fresca del hombre la hacía sentir increíblemente cómoda. Lo observó limpiarse la ropa y ella se puso de pie, colocando una mano sobre su cadera, y la otra colgando como comúnmente están. El nombre le pareció bastante peculiar, nunca nadie se había presentado con aquella etiqueta, la mujer sintió una punzada en el pecho, una especie de corazonada, como una especie de alerta que debía ser tomada en cuenta. Como si el destino y el pasado la pusieran alerta, sin embargo, como siempre, igual que todos los días, con esa forma testaruda, terca y curiosa decidió quedarse, jugar de nuevo a la suerte, dejar que su vida pendiera de un hilo, y así mismo saborear algo nuevo, a alguien nuevo que era lo que necesitaba.
- De un lugar cerca de Paris - Susurra y lo observa aun con esa curiosidad poderosa que tenía en su interior - No es correcto que éste aquí, no debe dormir al aire libre, París es peligrosa por la noche, y no quisiera que su primera impresión sea llena de dolores y peligro - Su delicado escáner hacía el hombre le hizo fruncir el ceño. El hombre tenía hermosos y costosos ropajes, ¿por qué dormía en ese lugar? No lo entendía - Si no tiene el dinero suficiente para pagar un lugar, venga conmigo, en la iglesia tenemos cuartos para refugiar a personas de paso, estaré encantada en recibirlo y llevarlo - Se encogió de hombros bastante despreocupada, sin apartar la sonrisa. - Todos debemos preocuparnos por los ajenos, así el mundo sería un poco mejor - Se acercó, y su mano estirada quitó una pequeña ramita que tenía en el pecho, limpiando su impecable ropa.
- Tengo… diecinueve años señor - Y sus mejillas se tornaron sonrojadas, en contraste con su rostro pálido, se lograba ver bastante hermosa de esa manera. Doreen era tan tímida, tan insegura que tantas preguntas y atenciones a ella le parecían simplemente fuera de lo normal, prefería atender a los demás que atenderse a sí misma. - Usted parece saber bastante sobre las personas, y más de aquellas que no conoce - Arqueó una ceja de forma natural y automática - Sirve a Dios en la iglesia claro, me gusta ayudar un poco a los niños que nos visitan, y por eso le ofrezco un cuarto seguro en ese lugar, no tendría que pagarnos nada, solo hacer trabajos sencillos como lavar platos, es todo aquello que puedo ofrecerle - Lo mira suspirando y revela entonces eso que verdaderamente ama - Pinto, me gusta demasiado la pintura, aunque, hace mucho no lo hago - Eso último lo dice con notable melancolía.
-¿Usted disfruta del arte? ¿Sabe de el? - Pregunta curiosa, aquello era un tema que le encantaba, y encontraba a pocas personas interesadas en ese, o incluso pocas personas que lo hicieran, encontrarse con él y que supiera al respecto podría seguir siendo una buena o mala señal, dependiendo de quien lo viera. Doreen la mayor parte del tiempo se sentía sola, desolada y que nunca formaba parte de algo o alguien, y sin duda en ese momento el rastro de soledad se había apartado, la mirada de aquel hombre, del licántropo la estaba tranquilizando, y la hacía sentir que quizás no la volvería a dejar sola, aunque claro, aquello era ilógico, un desconocido, un hombre que apenas conoce y más aún que se notaba disfruta de los viajes es aquel que la dejará más rápido, y la amistad que buscaba o que necesitaba no llegaría a culminarse.
- Lamento mucho haber interrumpido su sueño, de haber sabido que todo estaba en orden no lo habría importunado - Ladeo el rostro, se alejó unos pasos, más que nada buscando protegerse de algo que en realidad no sabía - También podrá encontrar comida deliciosa si lo desea en la iglesia, seguramente le gustará, yo misma la preparo - Se mordió el labio inferior nerviosa - No quiero alardear, perdón, no quería sonar como una presumida, pero disfruto haciendo el alimento para otras personas y verlas saludables - Se llevó las manos al pecho, cruzándolos a esa altura, esperando una respuesta de aquel hombre, deseando salir de los peligros que habían en las afueras, en las noches parisinas que nadie conocía, y pocos tenían la gracia en soledad, de poder vivir para contarlo.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Es el azar de su habilidad, fue bueno atinarle a la persona indicada la charla, sin embargo no fue acertado haber sido así directo con ella, es su mala costumbre y esta niña parecía ser mucho más dulce, sencilla y sensible de lo que al inicio pensó. Pues observar su rostro ante las palabras le deja pensando y desde ahora sería más reservado al hablarle. Dudaba que en la primera conversación, en el primero contacto encontrara a una mujer tan interesante, la mayoría de hombres buscaba, ¿buen cuerpo? ¿Familia acomodada? Creo que en aquello se resume todo, quizá Lýkos es más simple o peor aún, más complicado del todo. Una muchacha Francesa, pues no específica la provincia de la que viene. Luce bastante atenta, y Lýkos es igual de atento, le gusta examinar hasta lo más mínimo.
Al parecer esta chica vive en un santuario, algo con lo que no le gusta familiarizarse demasiado, pero su consuelo está en que la muchacha no es madre, menos novicia, no tenía pinta de una, tampoco citaba la palabra al hablar de la pobreza, ni de la generosidad, la mayoría de religiosos y no necesariamente fanáticos hubieran salido con el digno palabreo de, la palabra de Dios dice que ayudemos al prójimo, aquel aire juvenil y amistoso no provenía de una cierva de la debilidad humana. Puesto que veía así a las religiones, cultos, grupos de adoración, sectas y todo lo que tenga que ver con seguir a un ser del que no se tiene prueba científica alguna de su existencia.
Es mejor siendo un hombre libre de pensamiento, de espíritu, libre de cualquier amarra, incluso la social, puesto que tiene su propia forma de pensar respecto a los reyes, y demás. Le sonríe con amabilidad real, y no por condescendía ante el gesto de ella de retirar aquella pequeña rama de su prenda, por haber prestado demasiada atención analizando y descifrando a la mujer se le había ido el mundo a su alrededor, situación buena o mala según el punto de vista que se mire. Dinero, había bastante en la maleta y otro poco en sus bolsillos, sin embargo aceptaría la invitación, no por necesidad, ni por tacaño, sino por tener oportunidad de seguir conociendo a la mujer, lo aburrido de analizar, es que a veces dejas mucho a la probabilidad y no disfrutas de descubrir la realidad poco a poco.
En este caso haría lo segundo a partir de ahora - Acepto la invitación a la iglesia, en realidad jamás pisé una, y aunque sea en la parte trasera de esta, ya algo es algo, ¿no? - Se había mantenido en silencio ante la mayoría de respuestas y ahora interrogantes de la muchacha pues le gustaba pensar bien las cosas antes de decirlas o de estar seguro de decirlas - No tengo problema con hacer aquellos trabajos, en realidad cuando has vivido solo por bastante tiempo son habilidades primarías y necesarias del día a día. Aunque a muchos no les parezca apropiadas para un hombre, pensamientos cerrados a fin de cuentas – Niega ante sus disculpas, en realidad estaba encantado de haber sido despertado, pero solo porque fue ella la que lo hizo. Si hubiera sido otra persona y no le hubiera agradado desde el primer instante como paso con ella, sin duda ahora estaría lamentándose la perdida de sueño por nada.
Suelta una carcajada amistosa ante la auto reprenda ajena, en realidad el conoce bien esa sensación de sentirse a gusto y orgulloso de sus actos y podía sentir en ella el reflejo de esto, por esto lo recibía más que bien - Creo que puedo empezar a responder por partes- Da pasos adelante pues como señal de que se iniciara el recorrido al afamado santuario del señor - No soy seguidor de ningún culto, religión o secta, me considero Deista, el que busca la verdad por si mismo, dicho en otras palabras, por ello espero no pisar el lugar y arder en llamas – Vuelve a soltar una carcajada pues la idea se le hacía improbablemente jocosa - Me gustaría probar de su comida la verdad, estoy seguro que tiene buena mano para la sazón, y aunque no eh probado mucha comida francesa, estoy seguro que seré un buen juez. Me han dicho más de una vez que me paso de listo al hablar de otros, es verdad – Sin embargo jamás dejaba de hacerlo, pues era un hobby, uno muy problemático.
Ya que más de una vez las personas demasiado susceptibles a sus verdades se llenaban de cólera y terminaba mal la situación - La verdad es que París luce bien, a pesar de ser oscuro y ya haber visto en el trayecto algunos de sus peligros, mas no todos. Puedo decir que no es un mal lugar, por el contrario, es bueno, bastante mejor a otros lugares que visite antes y mire que no han sido pocos, para nada. Me es muy placentero saber que es una pintora, me imagino que debe de tener algún lugar donde guardar sus obras a pesar de no hacerlo hace mucho. Es lo peor que puede pasar a un ser que se expresa y comunica mediante el arte, ser incapaz de hacerlo. ¿A qué se debe esa situación? – No le gustaba almacenar nombres en su memoria solo por hacerlo, por esto no le había preguntado su nombre, sin embargo ahora no podía esperar para hacerlo ya.
Pausa un poco el paso, pero no pierde la sonrisa del rostro, pues se encontraba bastante cómodo al lado de la pintora - ¿Cuál es su nombre? Lamento no haberlo preguntado antes. Y responderé, el arte me encanta, pues es la expresión de la cultura, tanto social como unitaria, ¿qué sería una sociedad sin cultura? ¿Qué pasaría con nosotros si los griegos por ejemplo no nos hubieran dejado todos sus conocimientos? Quizá desde los menos verídicos como la alquimia hasta las fiables matemáticas. Me declaro incesante buscador del conocimiento antiguo. Hasta del más moderno y contemporáneo. Suelo visitar los teatros, puestas de arte y sonatas si es que en la época en la que visito tal ciudad están disponibles, se aprende mucho del arte. Y sirve para desarrollar la mente de otras formas, sin lugar a dudas para ser artista y/o poder apreciarlo debes ser abierto de mente, no un retrograda –No puede evitar siempre irse por las ramas con estos temas.
La mayoría de gente al no entender demasiado o tener poco conocimiento de esto se aburren y pierden la flama de la buena conversación con él, por ello muchas veces es tachado de fuera de lo común o de excéntrico, pero que se puede hacer, mientras da pasos en la aparente obscuridad, pues su vista privilegiada por su estado le dejaba ver el paisaje perfecto y una que otra vez ayuda a la muchacha con las inconsistencias del suelo evitando que cayera - Espero no aburrirle demasiado, puesto que en realidad no suelo tener mucha fama con la gente joven, tiene otros intereses, la mayoría claro está, generalizar siempre es devastador como injusto – y por si casi se le olvidara aquello - Me esta generando mucha expectativa, pues también me gustaría ver algunas de sus pinturas si me da el honor de compartirlas, una muchacha como usted debería de tener más motivos por los cuales sonreír y menos por los cuales sentir melancolía – Indica lamentablemente sin poder contener esa franqueza que deseaba evitar para no incomodarla, pero simplemente le era difícil manejar aquello al cien por ciento.
Lýkos- Licántropo Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
¿Acaso el destino existía? ¿Y si existía daba tales jalones? Ella se sentía bastante extraña, una parte de ella buscaba descifrar al hombre que estaba frente a sus ojos, era como si el misterio estuviera ahí, llamándola a cada instante, pero por otro lado, creía haberlo visto, como si lo hubiera conocido de algún lado. Las cosas le daban vueltas en la cabeza, era extraño. Tenía muchas ganas de tomar sus manos, de tocar su piel pálida, y al mismo tiempo enredar sus dedos en su cabello, nada era con una intención mala, no tenía dobles deseos no, al contrario, era para intentar acercarse, intentar reconocer un poco porqué sentía esa especie de atracción, sin embargo no lo haría, ella era tan tímida, tan nerviosa que no se expondría haciendo un arrebato como ese, la joven necesitaba tiempo, confianza, y muchas experiencias vividas para considerar llegar a hacerlo, si era algo difícil de explicar pero por supuesto no imposible, y buscaría descifrarlo.
Su sonrisa permanecía en ese hermoso rostro por una razón, no tenía necesidad alguna de forzarse a hablar, a acercarse o a internar hacerle platica al hombre que tenía enfrente, el seda ante su nerviosismo, le ayudaba, y solito soltaba palabras con naturalidad, la trataba como si llevaran mucho tiempo conociéndose, como si tuviese una estrecha relación, sin embargo no cruzaba la linea que ella pedía para sentirse tranquila y en confianza. Se mordisqueó el labio inferior de forma suave, buscando poder controlar el nerviosismo. Ladeó el rostro con suavidad, y su cabello cayó por un lado. La sola idea de verse platicando y siguiendo un poco más de tiempo a su lado la hicieron sentir más entusiasmada, pero guardó la compostura, no le gustaba mostrar aquello que la ponía mal, de hecho el mostrarlo le daba puntos de debilidad, más de los que ya tenía, y eso la hacía el doble de blanco fácil.
- No por favor, no me mal interprete, no lo llevo a la iglesia buscando que se meta de sacerdote, ni siquiera de monaguillo, está bastante grande ya para ese puesto - Soltó una risita traviesa, una cómplice incluso - Ese lugar simplemente es un refugio de la gente necesitada, para aquellos que no pueden pagar si quiera un pedazo de pan, no digo que usted esté en esa misma condición, pero si viene llegando a París, puede ser un refugio, mucha gente puede hablarle maravillas o cosas desastrosas y eso le hará escoger un lugar bueno para vivir después, es de paso y con gusto podría ayudarle - Uno de sus brazos se enredó en el ajeno, y comenzaron a caminar sonriendo ambos de una manera tenue pero se notaba que era sincera - A mi me gusta vivir ahí, quizás en verdad tome la vocación, pues no me veo de otra manera. - Doreen ya había perdido la esperanza completa sobre la vida que siempre había deseado.
- No sólo me gusta preparar comida de París, también me gusta la comida de muchas partes, he aprendido viendo, y en ocasiones leyendo alguno que otro libro al respecto, si desea quedarse desde está noche le daremos una cena de bienvenida, y le prometo que yo la haré por completo, si es lo que gusta - Se encoge de hombros. La rubia hablaba de ese lugar como un refugio, y no es que no lo fuera, pero no especificaba que tipo e refugio, los revolucionarios tendrían que esperar, ella dedicaría su tiempo al hombre, porque le gustaban las atenciones, y si las daba se sentía completa al respecto. Repitiendo las cosas, Doreen se había roto por dentro, y ya no sentía esperanza alguna en encontrar a alguien, no se desanimó, una nueva compañía siempre sería bueno.
- Dígame usted… ¿De verdad le importa saber mi nombre? Un nombre puede decir todo y al mismo tiempo nada, depende de como quieras relacionarlo, mi nombre puede encerrar lo que hay dentro de mi, o quizás no, si le interesa saber le puedo decir - Le sonríe bastante sonrojada, estaba siendo bastante arrojada, y no es que le molestara, pero no lo era la mayor parte del tiempo, y hacerlo se sentía fresco, pero al mismo tiempo extraño. Ella estaba avanzando de forma torpe gracias al relieve del bosque, además la oscuridad no le ayudaba para nada. En ocasiones se sentía como si estuviera a punto de tropezar, pero él era fuerte, y la ayudaba a seguir adelante, a poder avanzar. - Gracias - Susurraba a cada tanto. No quiso avanzar más, se detuvo para poder disfrutar de la luna, que estaba grande y altanera frente a ellos. - Doreen - Dijo en un susurro, como si le contara un secreto.
- Me gusta aquí, me gusta demasiado el bosque me hace sentir tranquila a pesar de los peligros que pueda pasar. ¿No le parece hermosa la luna? Es como una especie de cómplice, siempre silenciosa y al mismo tiempo guiando los pasos que tengo, los que seguramente usted tiene - Lo suelta y avanza un poco por el lugar, se sentía libre, más de la cuenta, y también segura, aquellos grandes brazos podrían alejarla de cualquiera ¿No es así? Ella misma se auto convencía al respecto, quizás era esa especie de tirón del destino que estaba sintiendo, lo cual era bastante raro, pues sólo había escuchado que ciertas criaturas la sentían, y ella simplemente era una humana más, quizás estaba viendo o imaginando donde no había nada.
- ¡Ouch! - Se quejó de forma suave, cuando ambos estaban viendo hacía otro lado. A Doreen se le habían enredado una de las piernas entre las raíces, cuando quiso avanzar demasiado, cayó, golpeándose con fuerza la pierna, incluso doblándosela pero sin llegar a la fractura, una raspada se notaba desde la rodilla hasta casi el tobillo. Se inclinó hacía adelanta, sujetando aquella zona - Que torpe soy - Susurró observando, sus telas se habían rasgado, no todas pero si gran parte de su pierna dejando a la tela expuesta. Estaba sonrojada, demasiado, apenada, ¿por qué tenía que pasarle ese tipo de cosas cuando conocía a alguien? Estaba a punto de salir corriendo, pero la pierna no la dejaría, cerró los ojos y esperaba entonces que el dolor se esfumará.
Su sonrisa permanecía en ese hermoso rostro por una razón, no tenía necesidad alguna de forzarse a hablar, a acercarse o a internar hacerle platica al hombre que tenía enfrente, el seda ante su nerviosismo, le ayudaba, y solito soltaba palabras con naturalidad, la trataba como si llevaran mucho tiempo conociéndose, como si tuviese una estrecha relación, sin embargo no cruzaba la linea que ella pedía para sentirse tranquila y en confianza. Se mordisqueó el labio inferior de forma suave, buscando poder controlar el nerviosismo. Ladeó el rostro con suavidad, y su cabello cayó por un lado. La sola idea de verse platicando y siguiendo un poco más de tiempo a su lado la hicieron sentir más entusiasmada, pero guardó la compostura, no le gustaba mostrar aquello que la ponía mal, de hecho el mostrarlo le daba puntos de debilidad, más de los que ya tenía, y eso la hacía el doble de blanco fácil.
- No por favor, no me mal interprete, no lo llevo a la iglesia buscando que se meta de sacerdote, ni siquiera de monaguillo, está bastante grande ya para ese puesto - Soltó una risita traviesa, una cómplice incluso - Ese lugar simplemente es un refugio de la gente necesitada, para aquellos que no pueden pagar si quiera un pedazo de pan, no digo que usted esté en esa misma condición, pero si viene llegando a París, puede ser un refugio, mucha gente puede hablarle maravillas o cosas desastrosas y eso le hará escoger un lugar bueno para vivir después, es de paso y con gusto podría ayudarle - Uno de sus brazos se enredó en el ajeno, y comenzaron a caminar sonriendo ambos de una manera tenue pero se notaba que era sincera - A mi me gusta vivir ahí, quizás en verdad tome la vocación, pues no me veo de otra manera. - Doreen ya había perdido la esperanza completa sobre la vida que siempre había deseado.
- No sólo me gusta preparar comida de París, también me gusta la comida de muchas partes, he aprendido viendo, y en ocasiones leyendo alguno que otro libro al respecto, si desea quedarse desde está noche le daremos una cena de bienvenida, y le prometo que yo la haré por completo, si es lo que gusta - Se encoge de hombros. La rubia hablaba de ese lugar como un refugio, y no es que no lo fuera, pero no especificaba que tipo e refugio, los revolucionarios tendrían que esperar, ella dedicaría su tiempo al hombre, porque le gustaban las atenciones, y si las daba se sentía completa al respecto. Repitiendo las cosas, Doreen se había roto por dentro, y ya no sentía esperanza alguna en encontrar a alguien, no se desanimó, una nueva compañía siempre sería bueno.
- Dígame usted… ¿De verdad le importa saber mi nombre? Un nombre puede decir todo y al mismo tiempo nada, depende de como quieras relacionarlo, mi nombre puede encerrar lo que hay dentro de mi, o quizás no, si le interesa saber le puedo decir - Le sonríe bastante sonrojada, estaba siendo bastante arrojada, y no es que le molestara, pero no lo era la mayor parte del tiempo, y hacerlo se sentía fresco, pero al mismo tiempo extraño. Ella estaba avanzando de forma torpe gracias al relieve del bosque, además la oscuridad no le ayudaba para nada. En ocasiones se sentía como si estuviera a punto de tropezar, pero él era fuerte, y la ayudaba a seguir adelante, a poder avanzar. - Gracias - Susurraba a cada tanto. No quiso avanzar más, se detuvo para poder disfrutar de la luna, que estaba grande y altanera frente a ellos. - Doreen - Dijo en un susurro, como si le contara un secreto.
- Me gusta aquí, me gusta demasiado el bosque me hace sentir tranquila a pesar de los peligros que pueda pasar. ¿No le parece hermosa la luna? Es como una especie de cómplice, siempre silenciosa y al mismo tiempo guiando los pasos que tengo, los que seguramente usted tiene - Lo suelta y avanza un poco por el lugar, se sentía libre, más de la cuenta, y también segura, aquellos grandes brazos podrían alejarla de cualquiera ¿No es así? Ella misma se auto convencía al respecto, quizás era esa especie de tirón del destino que estaba sintiendo, lo cual era bastante raro, pues sólo había escuchado que ciertas criaturas la sentían, y ella simplemente era una humana más, quizás estaba viendo o imaginando donde no había nada.
- ¡Ouch! - Se quejó de forma suave, cuando ambos estaban viendo hacía otro lado. A Doreen se le habían enredado una de las piernas entre las raíces, cuando quiso avanzar demasiado, cayó, golpeándose con fuerza la pierna, incluso doblándosela pero sin llegar a la fractura, una raspada se notaba desde la rodilla hasta casi el tobillo. Se inclinó hacía adelanta, sujetando aquella zona - Que torpe soy - Susurró observando, sus telas se habían rasgado, no todas pero si gran parte de su pierna dejando a la tela expuesta. Estaba sonrojada, demasiado, apenada, ¿por qué tenía que pasarle ese tipo de cosas cuando conocía a alguien? Estaba a punto de salir corriendo, pero la pierna no la dejaría, cerró los ojos y esperaba entonces que el dolor se esfumará.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Solo puede soltar una risa mucho más pronunciada ante las palabras de la mujer, no por burla o por mofa simplemente porque la sola idea del errado miedo en su comentario le es hilarante, por ningún motivo piensa que la muchacha lo quiera adoctrinar, ni usar para su beneficio o volverlo un creyente, para nada, además ya tenía así de claro que ella no era partidaria de la iglesia en realidad, creyente quizá, pero al hablar de aquel lugar no describe apego emocional fanático, simplemente describe sentimientos de bondad y buenos deseos de ella para todos, es algo realmente noble, dedicar la vida a gente que no conoces solo por ayudar, desinteresadamente, un don envidiable pues él no lo conoce del todo, menos lo maneja, es una persona cerrada algunas veces y para que mentir, solo ayuda a quien cree merecerlo o le nace, y no es con todos o muchos, en realidad muy pocos, quizá aún no llegan a la mitad de los dedos el numero, es parte admiración por eso - Es usted muy agradable, su labor es noble déjeme decirlo, como dije ya, nadie ayuda solo porqué si en estos días, es un gran ejemplo y pierda cuidado, no creo que quiera adoctrinarme, y si fuera así estoy seguro que no tendría éxito - Vuelve a reír amablemente.
Quizá la muchacha luce nerviosa y ansiosa y realmente no es muy buena escondiendo sus emociones, ni sus deseos, puede sentir perfectamente la expectativa que genera y la curiosidad, lo bueno de todo esto, es que él también tiene de eso mucho, aunque deseaba saber realmente el porqué una muchacha tan joven y sin votos se encontraban trabajando como voluntaria de paz en un refugio religioso, es extraño puesto que solo la gente de clase baja que prefiere techo y labores a lluvia y penas suele tomar ese tipo de trabajos y quehaceres, sin embargo escuchar el último comentario después de haber recibido bien el brazo de la muchacha y sin problemas le hizo sin duda alguna pero casi imperceptible hacer un gesto de disconformidad con los labios, uno muy pequeño, solo aprovecha el agarre y la sobre para girando el cuerpo para tenerla de frente unos pocos segundos - Por favor, una mente libre no debe servir al yugo de una religión, pues esta solo tiene intereses, no me gustaría saber que una mujer como usted realmente se haga esclava de ello – Para él no existe vocación con seres sobrenaturales, pues ninguno de esos hombres tiene una verdad.
Como para realmente poder profetizar y ordenar en nombre de, ¿de qué? ¿De Dios? Una figura que permanece a través de los años con símbolo de fe, de miedo, de orden y de justicia es sin duda la mejor manera de controlar a las mentes débiles, vivir de la ignorancia para así aprovecharse de ella, pero no le va a dar una tanda de teología o filosofía a ella, pues sería faltarle el respeto si es que ya no lo hizo con sus comentarios, ya basta con que él sepa que creer en un Dios no es más que necesitar alguien que te diga, lo haces bien o lo haces mal y para el final disminuir solo un poco el miedo a la muerte, pues si tienes fe mueres en gracia si le fuiste condescendiente al que le tienes fe, sino pues morirás infeliz y tendrás más miedo aún que él que no cree - Tenga un poco de cuidado – Le aconseja tras sus pequeños problemas con el paisaje - Yo creo realmente que usted es perfecta para muchos tipos de vida, pero precisamente para ese que considera elegir, no – Palabras que de alguna forma u otra siente que son para su conveniencia - El mundo es diferente siempre, las ciudades, las casas, incluso la gente - Agrega.
Sin embargo por estos motivos se ve incapaz de impartir un juicio respecto a un lugar, ya sea ciudad o país, pues ninguno de estos motivos son lo suficientemente buenos para retenerlo, existe algo que perdió y al parecer no busca, pero siempre este ahí, algo que jamás pareciera volver, algo llamado chispa, y que no es más que las ganas de vivir, de disfrutar la vida con un objetivo, muchos pueden vivir por vivir como él, sin embargo cuando no tienes un fin, un deseo real y que anhelas, ¿por qué vivir? ¿De qué sirve? Es más desperdiciar el aire y nada más que eso, es triste, es vacio. Es curioso su comentario sobre el nombre, un nombre no es más que una marca, un sello, para poder distinguirte del resto junto con tu apellido, dichosos los que tienen uno pues son más fáciles de diferenciar, aunque podría tener la buena suerte de ser el único con un nombre tan excéntrico, y tan oculto como el significado de este mismo. Para él su nombre significa cosas del pasado, algo macabro, un plan fallido a medias - Un nombre. No es más que un sello, una marca, para que puedan distinguirte y llamarte por él, es más un medio para facilitar la convivencia, algunos nombres tienen carácter otros no, pero el suyo es curioso y bastante simpático – confiere para ella en otra sonrisa mientras suelta el agarre para dejarle libre a su antojo.
La cruda verdad es que paso tiempo desde que charlo tanto con alguien y también desde que se siente cómodo al estar cerca de una mujer de esta forma, pues aunque son dos desconocidos toda la situación pinta a ser una escena romántica de teatro en la que dos principales se conocen y hacen una gran y buena conexión por sus puntos en común, muy bueno para ser cierto también - La naturaleza representa todo lo que el hombre ama, teme y destruye por eso – Camina mucho más lento observando a su alrededor, su vista predilecta le permite ver a lo lejos el bosque, incluso también ya las estructuras a las que se acercan y debe de ser una de ellas el afamado refugio eclesiástico - La luna es cómplice, amiga, enemiga, salvadora y peligrosa, tanto como él sol lo es para otros de la misma forma, dos grandes astros, ¿maravillosos, no es así? Tan lejos y tan cercanos a la vez, se cree que si no fuera por ellos nosotros no estaríamos aquí, por ello desde tiempos antiguos se les consideraba Dioses, aunque ahora estos términos han madurado para verse más convincentes – Y en plena charla un sobresalto se da, pues la mujer tropieza de forma dura y se ve lastimada.
Aprieta la mala hierba y las raíces, justo de lo que hablaba, la naturaleza amiga o enemiga, depende del momento y del lugar y de un fuerte tirón libera la fina y delicada extremidad de la mujer, llega a arrancar la vegetación y la suelta a un lado, se fija en su rostro de dolor - Creo que es mi momento de devolverle el favor anterior y el favor que me dará en cuanto lleguemos, pues si deseo probar su sazón y no solo platillos franceses – Atrae su maleta y la abre hacia arriba, las tiras de metal sostienen la tapa elevada, retira un paño blanco del desorden y de una pequeña botella de cristal vierte agua limpia sobre este, no lleva algún otro líquido antiséptico pues sus heridas sanan siempre y rápido y no se le complican, gracias a su parte licantrópica, limpia la suciedad de la pequeña pierna y también el pequeño rastro de sangre, es un mero hilo, la piel solo esta expuesta un poco, en la zona de la cortada, el resto son solo raspones - Esto evitará que se infecte de alguna forma, siempre la limpieza rápida no requiere después de algún método más complicado – Ella no se puede levantar, su rostro la delata. Deja el paño tirado en la tierra puesto que de meterlo en sus pantalones o en la maleta ensuciaría las demás prendas y cosas, por lo que prefiere evitarlo, es muy pulcro y fino pero esto es inconsciente en realidad, no lo hace por motivos especiales o conscientemente.
Cierra la maleta y se entrega en las manos a la mujer, acto seguido la eleva con cuidado y por las piernas, se gira sobre los talones y con una sonrisa amable para ella, quizá calmándola un poco por el despiste para que vea que nada pasa por ello, camina en la dirección que llevaban - Para ser sincero, ha pasado mucho tiempo desde que hablo tanto con alguien y más con una mujer – Sin amarras y sin esconder las cosas cuando considera correcto o seguro decirlas, es siempre así.
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Siempre había sido un poco torpe cuando la luz se alejaba impidiendo una buena vista, ella sabía que aquel accidente era culpa a sus descuidos, y a su frágil cuerpo, siempre había querido ayudar a otros, y las cosas le salían mal ¿Por qué? El sólo pensar aquello le dio coraje, quería de verdad poder ser un poco más fuerte, incluso un par de veces había pensado llegar a convertirse en un vampiro, con eso se ayudaría a poder al menos cuidarse sin problema alguno. La joven de rubios cabellos sintió una especie de coraje apoderarse de su pecho, quería incluso llorar a causa de la vergüenza que estaba sintiendo. Minutos atrás lo había querido ayudar, y ahora ella era la necesitada. Tomó una gran bocana de aire, al poco tiempo suspiró, y busco estar en silencio unos momentos para poder reflexionar para ella, pero aquello sería imposible por el enojo acumulado en el pecho.
Se sostuvo la pierna con fuerza, el rostro de dolor se incrementó con la curación, pero no le importó, prefería que le doliera ahora antes que pescar una especie de infección. Cuando pasó la curación abrió los ojos, uno por uno con cuidado para poder acostumbrarse a la oscuridad, o más bien a poder ver en lo oscuro, la luz del sol se había marchado. Sonrió de forma tenue, pero lo hizo, ignorando el dolor que había experimentado. La sonrisa era simplemente un agradecimiento por aquel acto, no cualquiera se detiene a hacer tales detalles. Intentó levantarse, una, dos, incluso tres veces pero prefirió quedarse ahí, incluso estaba dispuesta a quedarse un rato en lo que el dolor se borraba, pero parecía que su acompañante aquella noche tenía otros planes, unos de los que ella no estaba acostumbra, primero por las atenciones, después por la cercanía, por el contacto físico que tenían.
- Oh… No… - A penas pudo articular palabra cuando se sintió en los brazos cálidos del hombre. La temperatura que él poseía era deliciosa para ella, pues la joven era demasiado friolenta. Doreen sintió aquella calidez ya conocida, no es que hubiera estado con él antes, pero la sensación le pareció particularmente especial, cómo si le diera alguna señal, cómo si se tratara de algo más que un humano, sin embargo no estaba en ese momento para pensar, mucho menos para interrogar a su ahora héroe. - No era necesario, podía haber esperado un rato, no quiero ser una carga, suficiente tuvo con el viaje - Susurró de forma ronca, ella se encontraba muy nerviosa. Una de sus manos se enredó entre uno de los brazos que la sostenía, y la otra había enredado sus dedos en la tela, cómo asegurándose del agarre.
- También puedo ser sincera con usted, por ejemplo, no estoy acostumbrada a que me presten tantas atenciones, qué tengan muchas ganas de hablar conmigo, que me limpien una herida, o que me lleven cargando de forma tan… protectora - Susurró, después sintió que su propio calor aparecía, y la llenaba de vergüenza, nerviosismo, y también reproche al recordar su torpeza - Por lo regular los hombres con los que convivo siempre están pensando en que nosotras sólo debemos de servir a cosas en el hogar, no se detienen a estos detalles, esto es demasiado nuevo - Sin embargo su cabeza se recargó en el pecho del hombre, estaba bastante acurrucada, el frío de Paris no le molestaba, se sentía indestructible en esos brazos, sentía cómo si él no llegaría a dejar que algo le pasara.
- ¿Por qué cree que no debería encerrarme en una iglesia? - Hizo una pequeña pausa, su rostro se alzó, entonces sus miradas se cruzaron. Doreen sintió sus mejillas enrojecer, estaban tan cerca el uno del otro que sintió casi el aliento del hombre sobre ella. Se mordisqueó de forma inconsciente el labio inferior, buscando tranquilizar sus nervios - Me refiero a lo que mencionó hace unos momentos, es que me he sentido más tranquila ayudando en esos lugares, que incluso siento que son para mi. ¿Nunca ha sentido, sin ni siquiera conocer algo, o a alguien, qué pertenece a ese lugar o a ese persona? Quizás me pase eso con los conventos ¿No lo cree? - Soltó una risita, ella no sabía si de verdad quería eso, pero se había rendido.
- Es por allá - Sus dedos soltaron aquella tela, el brazo se estiró, y señaló el pequeño molino trasero de la iglesia - Estamos muy cerca, ¿ve? - Sonrió animosa. La ventaja que tenía es que había dejado ya preparado alimento para la cena de aquella noche, siempre quedaba una gran cantidad de comida, y dado que tenía un nuevo invitado nada se desperdiciaría. Se encontraban ya en la puerta. La joven movió la mano por la cadera, sacó una pequeña llave, la metió en la cerradura y entre sus brazos pudo abrir la puerta, aquella escena era verdaderamente hermosa, de estar enamorados cualquiera los llegaría a enviar por el cuadro. Se adentraron y volvió a guiar hasta la cocina - Ahí, podemos quedarnos ahí, para que pruebe mi comida, muchas gracias por traerme señor - Se estiró, dejó un beso suave en su mejilla bastante agradecida.
- Veamos - Doreen se movió entre sus brazos para poder llegar al piso. La maleta que había estado cargando sobre sus piernas la sostuvo ahora con sus manos, y la estiró entregándosela a él. Sólo se recargó en su pierna saludable al tocar el suelo. La ventaja es que la cocina no era muy grande. - Siéntese por favor, póngase cómodo, y en cuanto termine lo llevaré a un cuarto vacío, será el que esté junto al mío - Encendió el fuego de la estufa. Las ollas ya se encontraban ahí. Se giró para poder verlo a los ojos - ¿Y cuales son sus planes en París? Es decir, ¿Algo que quiera hacer en especial? - Recargó sus manos, sus codos en la mesa de centro de la pequeña cocina, en las palmas de su mano dejó descansar su rostro, dado que no se movería mucho no le dolía la pierna. Le sonrió, y lo miraba de forma intensa. Interesada en lo que él pudiera decirle, se sentía muy a gusto con él, cosa que no había experimentado desde hace mucho con nadie.
Se sostuvo la pierna con fuerza, el rostro de dolor se incrementó con la curación, pero no le importó, prefería que le doliera ahora antes que pescar una especie de infección. Cuando pasó la curación abrió los ojos, uno por uno con cuidado para poder acostumbrarse a la oscuridad, o más bien a poder ver en lo oscuro, la luz del sol se había marchado. Sonrió de forma tenue, pero lo hizo, ignorando el dolor que había experimentado. La sonrisa era simplemente un agradecimiento por aquel acto, no cualquiera se detiene a hacer tales detalles. Intentó levantarse, una, dos, incluso tres veces pero prefirió quedarse ahí, incluso estaba dispuesta a quedarse un rato en lo que el dolor se borraba, pero parecía que su acompañante aquella noche tenía otros planes, unos de los que ella no estaba acostumbra, primero por las atenciones, después por la cercanía, por el contacto físico que tenían.
- Oh… No… - A penas pudo articular palabra cuando se sintió en los brazos cálidos del hombre. La temperatura que él poseía era deliciosa para ella, pues la joven era demasiado friolenta. Doreen sintió aquella calidez ya conocida, no es que hubiera estado con él antes, pero la sensación le pareció particularmente especial, cómo si le diera alguna señal, cómo si se tratara de algo más que un humano, sin embargo no estaba en ese momento para pensar, mucho menos para interrogar a su ahora héroe. - No era necesario, podía haber esperado un rato, no quiero ser una carga, suficiente tuvo con el viaje - Susurró de forma ronca, ella se encontraba muy nerviosa. Una de sus manos se enredó entre uno de los brazos que la sostenía, y la otra había enredado sus dedos en la tela, cómo asegurándose del agarre.
- También puedo ser sincera con usted, por ejemplo, no estoy acostumbrada a que me presten tantas atenciones, qué tengan muchas ganas de hablar conmigo, que me limpien una herida, o que me lleven cargando de forma tan… protectora - Susurró, después sintió que su propio calor aparecía, y la llenaba de vergüenza, nerviosismo, y también reproche al recordar su torpeza - Por lo regular los hombres con los que convivo siempre están pensando en que nosotras sólo debemos de servir a cosas en el hogar, no se detienen a estos detalles, esto es demasiado nuevo - Sin embargo su cabeza se recargó en el pecho del hombre, estaba bastante acurrucada, el frío de Paris no le molestaba, se sentía indestructible en esos brazos, sentía cómo si él no llegaría a dejar que algo le pasara.
- ¿Por qué cree que no debería encerrarme en una iglesia? - Hizo una pequeña pausa, su rostro se alzó, entonces sus miradas se cruzaron. Doreen sintió sus mejillas enrojecer, estaban tan cerca el uno del otro que sintió casi el aliento del hombre sobre ella. Se mordisqueó de forma inconsciente el labio inferior, buscando tranquilizar sus nervios - Me refiero a lo que mencionó hace unos momentos, es que me he sentido más tranquila ayudando en esos lugares, que incluso siento que son para mi. ¿Nunca ha sentido, sin ni siquiera conocer algo, o a alguien, qué pertenece a ese lugar o a ese persona? Quizás me pase eso con los conventos ¿No lo cree? - Soltó una risita, ella no sabía si de verdad quería eso, pero se había rendido.
- Es por allá - Sus dedos soltaron aquella tela, el brazo se estiró, y señaló el pequeño molino trasero de la iglesia - Estamos muy cerca, ¿ve? - Sonrió animosa. La ventaja que tenía es que había dejado ya preparado alimento para la cena de aquella noche, siempre quedaba una gran cantidad de comida, y dado que tenía un nuevo invitado nada se desperdiciaría. Se encontraban ya en la puerta. La joven movió la mano por la cadera, sacó una pequeña llave, la metió en la cerradura y entre sus brazos pudo abrir la puerta, aquella escena era verdaderamente hermosa, de estar enamorados cualquiera los llegaría a enviar por el cuadro. Se adentraron y volvió a guiar hasta la cocina - Ahí, podemos quedarnos ahí, para que pruebe mi comida, muchas gracias por traerme señor - Se estiró, dejó un beso suave en su mejilla bastante agradecida.
- Veamos - Doreen se movió entre sus brazos para poder llegar al piso. La maleta que había estado cargando sobre sus piernas la sostuvo ahora con sus manos, y la estiró entregándosela a él. Sólo se recargó en su pierna saludable al tocar el suelo. La ventaja es que la cocina no era muy grande. - Siéntese por favor, póngase cómodo, y en cuanto termine lo llevaré a un cuarto vacío, será el que esté junto al mío - Encendió el fuego de la estufa. Las ollas ya se encontraban ahí. Se giró para poder verlo a los ojos - ¿Y cuales son sus planes en París? Es decir, ¿Algo que quiera hacer en especial? - Recargó sus manos, sus codos en la mesa de centro de la pequeña cocina, en las palmas de su mano dejó descansar su rostro, dado que no se movería mucho no le dolía la pierna. Le sonrió, y lo miraba de forma intensa. Interesada en lo que él pudiera decirle, se sentía muy a gusto con él, cosa que no había experimentado desde hace mucho con nadie.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Puede que aquel nerviosismo que notó tras su caída y durante la curación sea por este miedo a hacerse daño irreparable o temor por su integridad sin embargo este mismo luego de no se marcha, por lo que se concentra tan solo en contemplar y buscar un porqué, distinta reacción ahora, se le nota un gesto en el rostro, no de desaprobación mas si disconformidad sentir malestar o culpabilidad por auto-dañarse sin ser intencional no es normal, pero detrás de eso debe de haber mucho escondido, motivos o vivencias que desconoce por lo que no puede juzgar a esta muchacha que aunque sea joven ya parece tener bastantes cicatrices que saltan a la vista sin hurgar demasiado o al menos así es para él, pasea la vista por todo el cuerpo ajeno a manera de reconocimiento, las reacciones femeninas confiesan en silencio comodidad y tranquilidad, sin embargo vestigios de las sensaciones pasadas se escapan por los labios de la fémina y considera ahora oportuno alzar la voz respecto a eso de lo que se percato - La naturaleza de las personas es tropezar, y ya sea uno levantado con ayuda o por sí mismo, no interesa en realidad, el hecho es que se levanta y mientras se levante no está mal caer, de ello se aprende – Quizá a pensar en menos en cosas y controlar el nervio para estar más atento al suelo.
Cosa que ella debería de aprender, al pensar en eso ríe por dentro pues se ve es una muchacha delicada, sensible y sencilla y si antes nerviosa ahora extasiada y solo por estar cerca, aunque de vez en cuando es bueno conocer y no solo conocer, tratar con gente que aún conserva la inocencia, o reacciona de manera inocente respecto a diferentes estímulos, lo que le hace pensar en algo, sin embargo no es elocuente pensar en ello por el momento no, ¿por qué una muchacha joven, y con buena presencia se siente tan insegura? Y no porque ella se sienta así, él la siente insegura que es peor, que esta inseguridad se refleje a la vista de otros, ya desde hace varios minutos las edificaciones están al alcance de su vista, pero obviamente no a la de ella, por lo que prefiere mantenerse en una sola dirección y esperar que ella sea capaz de ver - Ningún ser humano es una carga, y no puede pretender que le deje tirada en el suelo sucio y con alimañas hasta que pueda parar, además de que ese tropiezo le va a impedir caminar, creo que va a necesitar ayuda con la cena – Solo asiente al resto de palabras, pues no es el momento indicado aún para hablar.
En todo caso la mujer vive en el mundo machista reprimida como es usual por varias partes del mundo, si bien no puede negar que las mujeres son mucho más versadas en todas aquellas labores pero esto no significa que sea el único campo en el cual deban de desempeñarse o que estén destinadas desde su nacimiento a vivir fregando y secando, pensar en ello es tan estúpido e irracional, ¿detalles? Para él es algo normal, ayudarla y llevarla si no puede caminar, sin embargo no lo estaría haciendo si fuera otra persona, respira de manera amplia capturando gran cantidad de oxigeno, son comentarios extraños sin embargo agradables pues en realidad, la amabilidad propia que tiene pocas veces sale a flote y muy pocas veces la reconocen, incluso elogian como está haciendo, pero esto no es algo que él desee o algo que le haga sentirse más, él es simplemente así y no por buscar alguna reacción o algo así.
Asiente de nueva cuenta ante las indicaciones sobre el camino, supuso que era aquel lugar desde el principio por ello no cambió el rumbo, otro acierto, a ver cuántos tiene la noche de hoy - Quizá deba a acostumbrarse entonces, al menos cuando este cerca y yo considere que usted necesita alguna ayuda, cambiando el tema, no considero que una mujer deba solo limpiar, cocinar y lavar, encasillar por genero solamente a que solo se puedan desempeñar en tales labores es un mal sexismo, así como él que dicen “los hombres no lloran” Aunque en este caso no considero que tampoco deba ser parte de la iglesia – Y no por ningún motivo en especial o al menos por ahora así lo piensa, mientras avanza con ella en brazos el panorama va cambiando pues la naturaleza va siendo desplazada por la mano del hombre - No creo que deba estar en una iglesia porque le va a privar que de muchas cosas, de demasiadas pero no es adecuado decirlas, usted misma debería de descubrirlas para así saber valorarlas – Y no es que le esté diciendo que no sepa valorar, solo que uno no ve lo que tiene o puede perder hasta que sucede en realidad.
Además que tomar el hábito solo “porque considera que eso le hace feliz” No sería un gran acto real de fe y es que supuestamente las madres la tienen. ¿Señales mágicas de la vida? ¿Místicos encuentros? ¿O quizá inyecciones de hormonas? No se puede saber ni afirmar nada de eso desde su punto de vista, sin embargo de lo que sí está seguro es que esta mujer no desea realmente lo que profesa, sus palabras suenan más a última opción o a salvavidas del momento, y por alguna razón no puede evitar callarse al respecto de - Seré sincero y no pretendo molestarle, pienso que se aferra a esta idea de “El camino de Dios” y todo ello porque no tiene otra opción sobre qué hacer con su futuro o más importante, eso cree usted y a mi parecer, se cierra puertas sin razón, creo que debe de tener muchas más – Recibe su maletín asegurándose de que este bien sellado pues corre riesgo de que algún objeto se pudo haber caído en el camino sin embargo no fue así.
De ninguna manera se iba a dejar servir la cena por una persona herida, sin embargo tampoco la rechazaría por eso elige ayudar - De ninguna manera dejaré que haga un doble esfuerzo con esa pierna malherida, ¿qué clase de persona sería si dejo que una persona lastimada complazca un capricho estomacal? Pero como sé que es fuerte o eso quiero demostrarme y no se detendrá, le ayudaré con todo lo que pueda, como mínimo le serviré de soporte para su pierna lastimada, luego de la cena puedo terminar de curarla, hace tiempo que no me es necesario hacer un vendaje pero no lo olvido en realidad – Retiene la última pregunta de la muchacha pues en realidad la respuesta es muy tonta, sin embargo a de responderla en algún momento, sin soltar el hombro y parte de la cintura de la muchacha la acompaña en sus movimientos, con movimientos ágiles y reacciones incluso más rápidas que las de la muchacha que guía evita serle de estorbo - El aroma es delicioso, debo confesar que me está llegando a poner algo impaciente, una cama y un techo en mi primera noche pues está muy bien, debo decir que un cuarto de hotel siempre se siente tan frio, creo que la habitación trasera de una iglesia a pesar de mi nula fe se siente mucho más acogedora – Tiene notable gracia con el cuchillo y no la aprecia demasiado pues efectivamente como ella dijo ya casi estaba todo listo.
Por momentos el aroma de la muchacha es más atrayente que el de los alimentos, sobre todo de la carne, con cada corto acercamiento aprovecha por capturar el aroma de ella, e inevitablemente la vista se le dobla al rostro ajeno y solo sonríe ante ello, finalmente la cena está servida, retira la maleta para dar paso a los platos, lo bueno es que la mujer también se sirvió y eso es muy necesario sobre todo con heridas o lastimaduras pues el enfermo que come sana o muere más lento, el lastimado pues sana más rápido - Se puede decir que es turismo, con eso diría que hago turismo hace varios años por el mundo o el “viejo mundo” Como ahora le están llamando, creo que no tiene nada de viejo por el contrario va muy avanzado – Suelta unas risas - Aunque en este turismo siempre queda la posibilidad de encontrar un buen hogar, ¿qué opina usted? ¿Es París una buena ciudad, su gente? Sin contar esta revolución de la que la gente habla hasta en los callejones, no pude evitar escuchar sobre ello, pero al parecer ya está llegando a su fin, que triunfe quien se lo gane, no me es muy relevante si es reinado o república, no me considero ni plebeyo ni ciudadano, solo soy yo, aunque suene raro o poco coherente – Solo espera que ella de el primer bocado para darlo él y espera que lo de pronto.
Lýkos- Licántropo Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Hace tanto tiempo la joven de rubios cabellos había perdido la fe sobre encontrar a alguien que quisiera tenerla de compañera. Había aceptado un nuevo destino que no le estaba trazado, o que tal vez si lo estaba pues ella se lo había impuesto. Su única opción a cómo veía las cosas era quedarse para siempre en aquel lugar. Recordó entonces las caras de Darcy haciéndole un reproche al mencionarle aquello, y Milo con esa impaciencia de salir de ahí, a Sybelle recordándole a cada momento lo mucho que valía, enumerando una cantidad de supuestos pretendientes que la rubia tenía, y que en realidad ella no notaba porque eso no le interesaba, o al menos nadie había llenado su vacío corazón. Para la joven no importaba la cantidad de pretendientes que se podía tener, simplemente importaba lo que su corazón dictase, y hasta la fecha ese corazón que poco a poco se estaba marchitando le dejaba en claro que, su vacío quizás sólo podía ser llenado con el amor a hacer el bien por los demás. Siempre hace lo mismo, ver por otros en vez de ver por ella misma.
Bastante extraña era la situación para ella. Un completo desconocido, que le había sacado un gran susto, que la había cargado con suma protección y cuidado, que ahora estaba a su lado. Ese hombre de rubios cabellos, no tanto cómo ella, pero de casi la misma tonalidad, le estaba volviendo a dar una fe simplemente al tocar el tema y dejar que pensara. Se sentía confundida, cómo casi todo el tiempo, pues ella se la pasaba haciéndose mil cuestiones acerca de la vida. ¿Por qué las aves vuelan? ¿Por qué el cielo se ve azul? Preguntas que tal vez para unos son inútiles e inservibles, pero que gracias a ellas, y su inmensa curiosidad se la vivía aprendiendo día con día. En ese momento se dio cuenta que sus interrogantes pasaban a otro nivel, uno intimo, uno personal, y que aunque estuvieran en el fondo de su corazón, la realidad de las cosas es que no eran tan intimas, dado que el desconocido las había iniciado sin darse cuenta.
Se había quedado perdida de nuevo en sus pensamientos, sin recordar que se encontraba en medio de una cocina, con su nuevo invitado, el más especial que había tenido desde hace mucho tiempo. Se sintió avergonzada por la falta de respeto al permanecer tanto tiempo en silencio, pero después no se sintió culpable. Era por ella, para preguntarse su bien, las preguntas iban y venían en la cabeza. ¿Acaso hay algo para mi? ¿Hay alguien para mi? ¿Podré ser amada? Ella vivía en el amor, para el amor, y siempre daba amor a pesar de no recibir la misma respuesta a cambio. Quizás el pensar en un futuro dónde se le daba amor no era tan descabellado. Pensarlo la hizo sonreír de forma amplia, automática, se veía hermosa, radiante, y nueva con esa sonrisa, y hace demasiado tiempo no se le veía un gesto tan sincero, pero sobretodo autentico en el rostro. Verla así después de tantas penurias era verdaderamente reconfortante.
- Lamento el silencio, que para mi no ha sido incomodo, sus palabras me han hecho pensar demasiado, para bien, y son bastante esperanzadoras, espero poder contar con su presencia más tiempo, querido viajero - Hizo una pausa, volteó a verlo, de forma cómplice, pero sin dejar de sonreír ni un poco - Me gustaría empaparme de su brillo, pero sobretodo de sus pensamientos, quizás me puedan dar más preguntas, más respuestas, y hacerme un poco más feliz, las casualidades no existen ¿Verdad? O si las existen me alegra que usted haya sido mi casualidad - De estar en otro momento, ella se habría guardado esas palabras, pero se sentía tan contenta, y su corazón sentía una especie de bálsamo en sus heridas, por eso había fluido de tal forma, incluso después de hablar, sintió ese nerviosismo invadir su pecho al reflexionar lo que había dicho. Se sonrojó de sobremanera, pero para su buena suerte, ya había bajado la mirada y el rostro.
Sirvió los platos en silencio, siguió escuchando las palabras del hombre, quien ahora había tocado otro punto sin querer: la revolución. Fue bastante evidente la incomodidad de ella por el tema, se estaba pasando tan bien aquel momento, incluso se había olvidado de todos, y al decir de todos era incluso de sus más importantes personas hasta ese momento. Se mordisqueó el labio inferior, una de sus manos apretó de forma inconsciente el agarre que el joven tenía en su cintura. ¿Hace cuanto tiempo alguien se había acercado tanto de forma física a ella? Era extraño, pero sin duda lo ignoro al recordar a los revolucionarios, a ella incluida en aquel paquete. Se limitó a sonreír en aquel momento, y evitó el tema llevándose la primera porción de alimento a la boca. Se había servido apenas un poco de comida. No tenía demasiada hambre.
- No me haga esperar a que me de la critica de los alimentos - Soltó una risita intentando hacer de lado las incomodidades de la noche - Ande, adelante, por favor, coma algo, y espero que de verdad le guste, sino, tendré que practicar más para poder compartir una comida digna - Se llevó otra porción de comida a la boca, y masticó con calma, observando al hombre que tenía alado, pues deseaba que le diera su opinión. Giró entonces su cuerpo para poder observarlo, y se dio cuenta que no había hecho una verdadera inspección del hombre. Era tan confiada en desconocidos, pero se juraba a si misma que aquel desconocido no era una mala persona.
Doreen se vio sumergida de nuevo en sus pensamientos, pero está vez su mente no abarcaba cosas, o deseos que tuvieran que ver con ella. Su mirada detallaba (cómo buen artista) cada pequeña parte de su acompañante. Desde su cabello hasta la forma de su rostro, desde su nariz hasta sus labios, desde su mentón hasta sus orejas, de su cuello hasta la forma de sus brazos. No lo estaba haciendo con descaro, pero no era algo muy propio de ella, aquella acción sin duda para cualquier persona con falta de modales si, y ella los tenía, y de sobra, pero simplemente se estaba dando el lujo de poder ver al caballero. Para su sorpresa captó que el hombre le parecía atractivo, bastante, y se percató de sólo ver por unos momentos sus labios. Movió su mirada con brusquedad. ¿Qué pasaba con él? Le gustaba cómo pensaba, y al mismo tiempo le gustaba lo que veía, aquello era demasiado raro.
- Me gusta la gente de Paris, es bastante cálida, y siempre existen lugares para conocer, inclusive nunca dejarás de conocerle, el clima es agradable, puedes encontrar cualquier tipo de alimento - No quiso dejar de lado las preguntas, pero ignoró unas otras. Arqueó una ceja y luego lo miro traviesa - Se dice que la primera impresión puede dejarnos una posible idea de lo que será, yo soy su primera impresión respecto a la gente ¿No lo cree? ¿Qué puede decir de mi? Quizás eso le ayude con sus respuestas, incluso puedo presentarle personas iguales a mi, seguramente se sentirá muy a gusto, y no dejará de sonreír - Se encogió de hombros. Doreen hizo una lista de personas para presentarle, quizás alguna que otra podría caerle mejor que ella, alguien más preparado, alguna mujer atractiva, no lo sabía, pero no estaba demás hacer el circulo más grandes de conocidos al joven. A ella le gustaba hacer sonreír a los demás, lo buscaría un poco más con él.
Bastante extraña era la situación para ella. Un completo desconocido, que le había sacado un gran susto, que la había cargado con suma protección y cuidado, que ahora estaba a su lado. Ese hombre de rubios cabellos, no tanto cómo ella, pero de casi la misma tonalidad, le estaba volviendo a dar una fe simplemente al tocar el tema y dejar que pensara. Se sentía confundida, cómo casi todo el tiempo, pues ella se la pasaba haciéndose mil cuestiones acerca de la vida. ¿Por qué las aves vuelan? ¿Por qué el cielo se ve azul? Preguntas que tal vez para unos son inútiles e inservibles, pero que gracias a ellas, y su inmensa curiosidad se la vivía aprendiendo día con día. En ese momento se dio cuenta que sus interrogantes pasaban a otro nivel, uno intimo, uno personal, y que aunque estuvieran en el fondo de su corazón, la realidad de las cosas es que no eran tan intimas, dado que el desconocido las había iniciado sin darse cuenta.
Se había quedado perdida de nuevo en sus pensamientos, sin recordar que se encontraba en medio de una cocina, con su nuevo invitado, el más especial que había tenido desde hace mucho tiempo. Se sintió avergonzada por la falta de respeto al permanecer tanto tiempo en silencio, pero después no se sintió culpable. Era por ella, para preguntarse su bien, las preguntas iban y venían en la cabeza. ¿Acaso hay algo para mi? ¿Hay alguien para mi? ¿Podré ser amada? Ella vivía en el amor, para el amor, y siempre daba amor a pesar de no recibir la misma respuesta a cambio. Quizás el pensar en un futuro dónde se le daba amor no era tan descabellado. Pensarlo la hizo sonreír de forma amplia, automática, se veía hermosa, radiante, y nueva con esa sonrisa, y hace demasiado tiempo no se le veía un gesto tan sincero, pero sobretodo autentico en el rostro. Verla así después de tantas penurias era verdaderamente reconfortante.
- Lamento el silencio, que para mi no ha sido incomodo, sus palabras me han hecho pensar demasiado, para bien, y son bastante esperanzadoras, espero poder contar con su presencia más tiempo, querido viajero - Hizo una pausa, volteó a verlo, de forma cómplice, pero sin dejar de sonreír ni un poco - Me gustaría empaparme de su brillo, pero sobretodo de sus pensamientos, quizás me puedan dar más preguntas, más respuestas, y hacerme un poco más feliz, las casualidades no existen ¿Verdad? O si las existen me alegra que usted haya sido mi casualidad - De estar en otro momento, ella se habría guardado esas palabras, pero se sentía tan contenta, y su corazón sentía una especie de bálsamo en sus heridas, por eso había fluido de tal forma, incluso después de hablar, sintió ese nerviosismo invadir su pecho al reflexionar lo que había dicho. Se sonrojó de sobremanera, pero para su buena suerte, ya había bajado la mirada y el rostro.
Sirvió los platos en silencio, siguió escuchando las palabras del hombre, quien ahora había tocado otro punto sin querer: la revolución. Fue bastante evidente la incomodidad de ella por el tema, se estaba pasando tan bien aquel momento, incluso se había olvidado de todos, y al decir de todos era incluso de sus más importantes personas hasta ese momento. Se mordisqueó el labio inferior, una de sus manos apretó de forma inconsciente el agarre que el joven tenía en su cintura. ¿Hace cuanto tiempo alguien se había acercado tanto de forma física a ella? Era extraño, pero sin duda lo ignoro al recordar a los revolucionarios, a ella incluida en aquel paquete. Se limitó a sonreír en aquel momento, y evitó el tema llevándose la primera porción de alimento a la boca. Se había servido apenas un poco de comida. No tenía demasiada hambre.
- No me haga esperar a que me de la critica de los alimentos - Soltó una risita intentando hacer de lado las incomodidades de la noche - Ande, adelante, por favor, coma algo, y espero que de verdad le guste, sino, tendré que practicar más para poder compartir una comida digna - Se llevó otra porción de comida a la boca, y masticó con calma, observando al hombre que tenía alado, pues deseaba que le diera su opinión. Giró entonces su cuerpo para poder observarlo, y se dio cuenta que no había hecho una verdadera inspección del hombre. Era tan confiada en desconocidos, pero se juraba a si misma que aquel desconocido no era una mala persona.
Doreen se vio sumergida de nuevo en sus pensamientos, pero está vez su mente no abarcaba cosas, o deseos que tuvieran que ver con ella. Su mirada detallaba (cómo buen artista) cada pequeña parte de su acompañante. Desde su cabello hasta la forma de su rostro, desde su nariz hasta sus labios, desde su mentón hasta sus orejas, de su cuello hasta la forma de sus brazos. No lo estaba haciendo con descaro, pero no era algo muy propio de ella, aquella acción sin duda para cualquier persona con falta de modales si, y ella los tenía, y de sobra, pero simplemente se estaba dando el lujo de poder ver al caballero. Para su sorpresa captó que el hombre le parecía atractivo, bastante, y se percató de sólo ver por unos momentos sus labios. Movió su mirada con brusquedad. ¿Qué pasaba con él? Le gustaba cómo pensaba, y al mismo tiempo le gustaba lo que veía, aquello era demasiado raro.
- Me gusta la gente de Paris, es bastante cálida, y siempre existen lugares para conocer, inclusive nunca dejarás de conocerle, el clima es agradable, puedes encontrar cualquier tipo de alimento - No quiso dejar de lado las preguntas, pero ignoró unas otras. Arqueó una ceja y luego lo miro traviesa - Se dice que la primera impresión puede dejarnos una posible idea de lo que será, yo soy su primera impresión respecto a la gente ¿No lo cree? ¿Qué puede decir de mi? Quizás eso le ayude con sus respuestas, incluso puedo presentarle personas iguales a mi, seguramente se sentirá muy a gusto, y no dejará de sonreír - Se encogió de hombros. Doreen hizo una lista de personas para presentarle, quizás alguna que otra podría caerle mejor que ella, alguien más preparado, alguna mujer atractiva, no lo sabía, pero no estaba demás hacer el circulo más grandes de conocidos al joven. A ella le gustaba hacer sonreír a los demás, lo buscaría un poco más con él.
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Con la ceja elevada captura la reacción ante aquel tema, justo en el momento exacto en el que habla de la revolución, quizá tenga amigos ahí, quizá sea parte de o quizá esta misma le arranco seres queridos, cual fuera el motivo puede percatarse del pesar que ella demuestra tan solo por unas simples palabras propias que no ahondaron mucho en el tema, ¿por qué será? Tiene curiosidad pero no voy a preguntar más, aunque algunas veces su falta de tacto es notable, diferencia cuando un mensaje puede resultar malintencionado, además no tiene porque ser duro con ella, como lo es en general, pues es muy buena persona, además le está dando techo y buena cena o al menos el aroma lo dice así. Da la primera probada después de cortar la carne en pedazos no muy pequeños en realidad, le genera ansiedad ir preparando toda la comida para comerla al final, se puede decir que si te trata de carne es así, además el plato contiene verduras las cuales no son de su real predilección y algo de papa blanca, no está mal, ni bien, esta excelente, un sabor sin igual, la carne en su punto y jugosa al extremo justo como le gusta, muy tierna y suave.
Mastica lentamente endulzando el paladar, tratándose bien él mismo, un buen gusto nunca hace mal y la comida de establecimientos jamás podrá ser comparada como una casera, se puede decir que retiene la respuesta pues realmente disfruta del momento y también para darle algo de suspenso, solo por molestar en forma de juego, realmente le gusta, mucho. Eleva la vista de manera seria a la mujer - Esta delicioso – Sonríe, después ríe un poco, la mirada solo fue en parte de juego. Esta situación se torna muy consentida, es decir hablando en términos sobre comodidad y seguridad, normalmente siempre desconfía, pero la comida ni siquiera tiene un aroma o sabor a haber estado guardada y a punto de echarse a perder, que es lo que comúnmente se le da a cualquier asentado o forastero, es feliz de ser consciente de que al menos esta mujer es realmente sincera en sus afirmaciones, pues no van desacorde a sus actitudes y actos. Las coincidencias no existen, ni el azar, ni el destino, solo la probabilidad matemática, y a su vez el concepto de masa y tiempo, si estos dos se han conocido, fue por decisión de sus propios actos.
Lýkos muy consciente de esto, parece que este es uno de esos viajes que no se repiten, ¿más tiempo? Pensar que podría ser factible quedarse, ¿por qué no? Encontró ya factores que le han gustado, así que se puede plantear tal decir sin problema, es cuestión de ver cómo evolucionan las horas durante el día y, la noche - Le diré, que no creo en las casualidades, por otro lado, cada suceso que nos ocurre en la vida se debe a nuestras decisiones, nosotros nos labramos el camino, ese término llamado “futuro” Por otro lado debo confesar sin desviarme demasiado del tema, que yo estoy muy conforme con las decisiones que tomé – Hace una pausa para captar alimento para sus fauces, mastica la carne en silencio como si fuera a pensar que decir, algo que no es así pues ya lo sabe - Pues me han traído a parar al refugio que maneja y esto darme la oportunidad de conocer a una persona interesante y agradable para mi, y aquí entre nosotros, no es que aquello suceda muy a menudo – Va bajando el tono de voz como si fuese un secreto entre dos pequeños niños.
La gente de París, generalizar siempre es de mal gusto pues se erra al hacerlo, de alguna forma u otra, independientemente de la gente de París, se puede decir que él con una sola se basta para decir, “esta es una buena visita”. Mezcla algo de papa con carne y a las fauces nuevamente, al terminar de masticar eleva la vista hacia ella - No lo dudo, se dice que nunca uno conoce todo un lugar, pues de alguna manera olvida algo de este mismo para poder conocer otro algo, aunque puede que existan sus excepciones a la regla, ¿no cree? Tan agradable que es recordar siempre todo, es como acumular conocimiento que aparentemente no te sirve, pero que en situaciones en las que menos lo espera agradeces de recordar tal. La gente, en realidad sobre la gente no es que sea muy preocupado de ellos, pues no soy el ser más social de este planeta y jamás lo seré, inclusive se podría decir que soy bastante hogareño y solo pego pie fuera del lugar en el que resido por buenos motivos – Bebo algo de agua que se vertió en el vaso antes, y otra vez carne y papas, espera y ella ignore que no ha tocado los vegetales ni por asomo.
Asiente pues está pensando justamente en el clima - Puedo decir que tiene uno bastante cómodo en realidad, no es nada agresivo, el calor no es abrazador y el frio no cala en los huesos, es lo que me contaron y al menos por ahora con esta primavera puedo decir que están en lo cierto, abra que ver si no me mintieron o guiaron mal respecto a ello, y por cierto, aquello de la primera impresión es realidad, sin embargo, yo espero que no todos sean como usted lo es, o dejaría de ser especial, ¿no es así? – Sonríe para después abrir las fauces grande y captar otro buen bocado, ya casi el plato está terminado y puede observar con notable diferencia el ajeno, las muchachas de hoy siempre evitando el consumo de calorías y grasas para mantener la figura, pero una rápida inspección mental de la figura con curvas de la muchacha le deja en claro que es injusto e innecesaria tal dieta o tal cuidado por la banal apariencia, o también puede quizá que simplemente sea de comer poco o ambas, puede tantear - ¿Siempre así de poco o solo no tiene hambre? Mire que hizo una cena bastante deliciosa y aunque sea usted quien la hizo, no debe faltarse el respeto a usted misma dejando a medio comer el plato – Señala con el dedo índice como especie de indicación, ¿es preocupación? Puede ser, es realmente delgada y en este lugar no es que las condiciones sean las más favorables, después de todo es solo un asilo para gente necesitada.
¿Conocer más gente? En realidad no suena prometedor por lo que decide pasar de - No, en realidad creo que soy bueno eligiendo yo solo con quien hablar, usted entiende. Sin embargo, quizá aquel tiempo que desea dedicar en que yo conozca a otras personas, puede ser utilizado para conocerla a usted más, ¿no suena eso mucho mejor Doreen? Oh bueno, al menos para mí sí, espero que para usted también, pues la idea se me hace prometedora – Da el ultimo bocado y lo único que queda intacto en el plato además del jugo que expulso la carne es la verdura, deja los cubiertos uno sobre el otro, el cuchillo encima del tenedor, toma la servilleta que se coloco sobre las faldas y se limpia los labios, la cena fue deliciosa en realidad paso mucho tiempo desde que probo bocado tan bueno y sabe agradecer, de alguna manera podrá hacerlo - Bueno, al ver que me da refugio y alimento, usted dijo que podía ayudar con los quehaceres del lugar, pero no me parece lo suficiente, ni lo que realmente desee hacer justo ahora, por otro lado, creo que cuidar de su pierna y asegurarme de que sane del todo es una causa mucho más dedicada y agradable para mi, ¿me dejará cuidar de usted entonces? – Sonríe bastante ameno, por alguna razón, de esas que le llegan a la cabeza y pocas veces le fallan, esta seguro que dirá que sí.
En cuanto le observa intentar tomar el plato eleva la mano en gesto de parada y con la otra sujeta su plato elevándolo de la mesa a la par de su propio cuerpo - No, yo lavaré este y aquel también – Señala el de ella - Claro, solo cuando lo vea terminado, y como yo deje las verduras usted también puede, aunque veo que al parecer es lo que más degusta, pruebe un poco más con la carne, es mucho más nutritiva – Abre el grifo para fregar con la pequeña esponja, paso mucho desde que no lavo, en realidad desde hace mucho no hace tantas cosas, que piensa que esto le está haciendo vivir otra vez fuera de aquella burbuja extraña llamada falta de importancia. Vuelve a la mesa, ahora el plato parece si haber sido comido, no como antes - Veo que le agarro el ritmo, no es difícil, en realidad estuvo muy bueno, ¿quién le enseño a cocinar, su madre? ¿O su abuela quizá? Creo que no debería de preguntar pero, es bastante joven como para estar lejos de su familia, ¿algún motivo en especial? Siempre puede pasar la pregunta y cambiar el tema como ya lo hizo antes, no tengo problema alguno – Sonríe de forma pasiva, desde su asiento, con el tobillo izquierdo sobre la rodilla derecha, vista fija en ella, en el tenedor y en el plato.
Lýkos- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/07/2012
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Ella pasaba los ojos del rostro del caballero al tenedor, del tenedor a la comida, y de la comida de nuevo al rostro del caballero. Le ponía de nervios que no le gustara su comida, había alardeado demasiado, ¿qué pasaría sino le gustaba? Por ese tipo de razones prefería guardar silencio, pues sabía que todas sus "cualidades" en realidad podrían no existir, tal vez sólo se lo decían para quedar bien con ella, por eso le ponía tan de nervios su aprobación, y claro, también porqué no deseaba darle algo que tuviera mal sabor. El hombre había venido de quien sabe dónde, viajado quien sabe cuanto tiempo, y lo había encontrado en medio de la nada, lo único que buscaba era darle lo mejor, de las atenciones y sonrisas no se vive; la seriedad que el hombre le mostraba le hizo sentir un vacío en el pecho, pero rápidamente desapareció cuando le dio su aprobación y sonrió. Cuando eso paso, se dio cuenta que había retenido el aire, lo soltó de inmediato, sonrió de forma amplia y se mordisqueó el labio inferior.
- Estuve a punto de quitarle el plato, y prepararle otra cosa, algo que le gustara - Le miro, sin dejar de sonreír de forma sincera. Se llevó un pequeño trozo de comida, comenzó a masticar, y luego lo empezó a escuchar con atención. El rubor de sus mejillas subió unas pocas tonalidades, mostrando que las palabras del joven le parecían extrañas, bastante nuevas. ¿Ella interesante? De verdad eso estaba siendo nuevo. - ¿De verdad le parezco tales cosas? Pero a penas y me conoce, por favor no se adelante, no quiero desilusionarlo - Estaba tan acostumbrada a ser algo pasajero en la vida de los demás, o el simple apoyo, enfermera y amigo de los revolucionarios que en realidad no se veía cómo "alguien interesante", se veía a si misma cómo un simple apoyo, un personaje secundario que es llamaba sólo cuando no se tiene a nadie más. Ella ha sido así porque la vida la ha lastimado, esa es la razón de su falta de autoestima.
- ¿Conoce muchos lugares? Yo apenas conozco el lugar dónde nací, y también Paris, son los pocos lugares, aunque no pierdo la esperanza de poder conocer las montañas, otras hermosas ciudades, el mar sin tantos barcos - Se encogió de hombros, llevó otro poco de comida, muy poco en realidad, y siguió con su pequeña charla, que para ella era sin sentido, pero no podía evitar dejar de hablar ¡Alguien le estaba poniendo atención! Se sentía tan cómoda que estaba a punto de darle un fuerte abrazo. - Pero para eso tendría que ahorrar mucho dinero, vender algunos cuadros, claro si alguien está interesado, y después de toda la revolución - El tema verdaderamente le incomoda, pero aunque eso pasara no podía evitar mencionarlo, era parte de su vida, no es cómo tapar el sol con un dedo. - ¿Usted conoce lugares así? - Preguntó curiosa, Doreen verdaderamente deseaba conocerlo, se estaba dando cuenta de eso, todo era nuevo, diferente, y sin duda aunque fuera extraño, lo estaba disfrutando.
- Es qué siempre como poco, no soy de mucho apetito, pero si intento comer - Le explica, su mirada se dirige al plato de comida, él tenía razón, apenas y había tocado un poco de la porción que se había servido. Sus ojos se abrieron asombrados por las siguientes palabras que le había dado, otra tonalidad más de sonrojo para su rostro, se veía encantadora, y nerviosa al mismo tiempo - Podrá conocer de mi lo que este a mi alcance de mostrarle entonces, gracias por el interés, espero no defraudarlo - Lo volteó a ver. La chica estiró la mano, y le dio un apretón educado, uno bastante agradecida por el interés que le estaba mostrando - Pero con una condición - Dijo sin poder evitar soltar una risita cómplice - Sólo si usted también me deja conocerlo, creo que eso también es bastante prometedor, y sería uno de mis deseos - Le soltó la mano lo más rápido posible. Se reprendió sola por el abuso de confianza que había acabado de hacer, esperaba que él no se hubiese molestado.
- ¿Mi pierna? ¿Cuidarme? ¿Usted? - Doreen empujó el plato de manera inconsciente, se mordió el labio y casi da un brinco fuera de la silla, pero pronto el dolor volvió a invadirla - Bueno… Sólo un poco, me vendría bien un poco de ayuda - Su estado era bueno, bastante animoso, decidió guardar silencio unos momentos más, avanzar con el plato de comida, y por fin se lo había terminado todo. - ¿Ve? Si me alimento bien, simplemente le ponía más atención, aunque no le gusten las verduras debería comerlas, pues son nutritivas y así no se enfermaría de nada, por eso yo las como, para no enfermarme, y me ha funcionado - Le estiró el plato para que lo lavara. Ella de verdad no podía creer que un hombre, alguien desconocido hiciera cosas por ella, era emocionante, y sintió cómo su pecho se inflaba emocionada por lo que descubría con él. Se levantó de la silla, recargándose sólo con la pierna saludable, y dando algunos brincos cortos estuvo a su lado. - Gracias - Indicó buscando su mirada.
- Bueno, en un principio ocultaba las cosas, pero ahora no, llevo casi dos años fuera de casa - Se da la vuelta para recargar la espalda en el lava platos en lo que él termina con el suyo - Pues, espero no me juzgue - Hizo una pausa - Escapé de casa, las cosas no iban bien, y aunque suene absurdo, yo creo en el amor, en una relación, aunque ya me haya resignado - Suspiró - Mis padres querían hacer un trato con unos hombres importantes, pero quien iba a ser mi prometido me llevaba tres veces mi edad, y a mi me daba miedo, siempre me decía cosas… - Baja la mirada - Usted sabe, cosas insinuantes, y no quise, mi hermano me ayudó a escapar, y fue cómo llegué a Paris - Suspiró, omitió la parte de la historia donde un licántropo le había dañado, aun no se conocían lo suficiente cómo para poder decirle otro tipo de detalles, quizás con el tiempo.
- ¿Usted? ¿Qué puede contarme de usted? - Le volteó a ver curiosa, al mismo tiempo llena de ternura, la que ella emanaba siempre - ¿Ha venido solo? ¿En busca de alguien? ¿Siempre viaja así? - Se volvió a girar, tomó un trapo seco, y comenzó a quitar los restos de agua de los platos, estar tan cerca de él la hacía sentir más nerviosa, él la ponía de una forma extraña, nueva y cómoda, y por eso la joven deseaba conocer un poco más a fondo de él. - ¿Puedo contarle algo y no me cree loca? - Le espero a contestar, pero prefirió confesarlo, decirlo, ante de que su inseguridad le impidiera decir más palabras. - Siento que usted… - Se quedó en silencio un poco más - Es cómo si algo me llamara para dar conocer más de usted, pero dado no sé cuanto tiempo se quedé, no sé si estar al margen o debo atreverme a conocer más de usted, pues dicen que mientras más conoces de la persona, pues… menos quieres desprenderte de esa persona ¿Me explico? - Doreen movió la cabeza de un lado a otro eliminando sus pensamientos, estaba diciendo puras tonterías.
- Bueno, no escuche mis palabras, por lo regular digo cosas sin sentido, mejor vayamos a que le enseñé el lugar, pero iremos muy despacio, porqué me duele demasiado la pierna ¿está bien? - La rubia comenzó a dar pequeños saltos en la cocina. Se dio cuenta que había dejado todo hecho un desorden. Sus manos comenzaron a moverse, tapando las ollas, cubriendo la carne, dejando los cucharones sobre tazones de madera. Pasó un trapo ligeramente húmedo en las orillas de dónde habían estado las vasijas de la comida que había servido - ¿De verdad te gustó? - Preguntó girando su cuerpo para poder captar la figura completa del hombre - Creo que hoy no haremos el recorrido, me duele mucho la pierna, y no podría andar mucho rato de un lado a otro ¿Le molesta? - Se sostuvo del borde de la mesa, la pierna herida la cansaba.
- El cuarto que sigue al mío esta vacío, sino le molesta puedo dejarle ahí, así puedo atenderle cuando me solicite, hoy se han ido muchas personas sólo quedaron dos pequeños pero una amiga mía los está cuidando, era mi día libre, pero ya ve, siempre hago cosas torpes que me hacen arruinar mi día libre - Señala su pierna, se inclina un poco para observarla, verdaderamente tenía mal aspecto. Hizo una mueca, moverla de dolía, demasiado. - ¿Podría ayudarme? Caminaré de su brazo sino le molesta, me sostendré de él para poder avanzar, espero no pesar demasiado para no incomodarlo, prometo no ser una molestia mucho tiempo - Explicaciones, muchas explicaciones que creía necesarias, le daba pena, le molestaba ser una carga para los demás.
- Es extraño, el lugar se encuentra bastante solitario, cómo si nadie estuviera, y siempre hay gente caminando de un lado a otro, ¿puede escuchar pasos? - Preguntó curiosa, ahora daba unos cuantos saltos cortos para poder llegar hasta él. Lo mira con una sonrisa tímida, una que se veía clara, un poco cómplice, cómo queriendo pedirle permiso para tomar su brazo. Sus manos se estiran y se enredan en el brazo del hombre, era cálido, y con lo friolenta que era, se dio cuenta que esa temperatura que él emanaba le resultaba confortable, deliciosa, y abrazadora. Volteó su rostro, no iba a poder verlo tan cerca o se sonrojaría por completo, no deseaba ser obvia, lo mejor que podía hacer era contener impulsos de decir más cosas, no deseaba espantarlo.
- Estuve a punto de quitarle el plato, y prepararle otra cosa, algo que le gustara - Le miro, sin dejar de sonreír de forma sincera. Se llevó un pequeño trozo de comida, comenzó a masticar, y luego lo empezó a escuchar con atención. El rubor de sus mejillas subió unas pocas tonalidades, mostrando que las palabras del joven le parecían extrañas, bastante nuevas. ¿Ella interesante? De verdad eso estaba siendo nuevo. - ¿De verdad le parezco tales cosas? Pero a penas y me conoce, por favor no se adelante, no quiero desilusionarlo - Estaba tan acostumbrada a ser algo pasajero en la vida de los demás, o el simple apoyo, enfermera y amigo de los revolucionarios que en realidad no se veía cómo "alguien interesante", se veía a si misma cómo un simple apoyo, un personaje secundario que es llamaba sólo cuando no se tiene a nadie más. Ella ha sido así porque la vida la ha lastimado, esa es la razón de su falta de autoestima.
- ¿Conoce muchos lugares? Yo apenas conozco el lugar dónde nací, y también Paris, son los pocos lugares, aunque no pierdo la esperanza de poder conocer las montañas, otras hermosas ciudades, el mar sin tantos barcos - Se encogió de hombros, llevó otro poco de comida, muy poco en realidad, y siguió con su pequeña charla, que para ella era sin sentido, pero no podía evitar dejar de hablar ¡Alguien le estaba poniendo atención! Se sentía tan cómoda que estaba a punto de darle un fuerte abrazo. - Pero para eso tendría que ahorrar mucho dinero, vender algunos cuadros, claro si alguien está interesado, y después de toda la revolución - El tema verdaderamente le incomoda, pero aunque eso pasara no podía evitar mencionarlo, era parte de su vida, no es cómo tapar el sol con un dedo. - ¿Usted conoce lugares así? - Preguntó curiosa, Doreen verdaderamente deseaba conocerlo, se estaba dando cuenta de eso, todo era nuevo, diferente, y sin duda aunque fuera extraño, lo estaba disfrutando.
- Es qué siempre como poco, no soy de mucho apetito, pero si intento comer - Le explica, su mirada se dirige al plato de comida, él tenía razón, apenas y había tocado un poco de la porción que se había servido. Sus ojos se abrieron asombrados por las siguientes palabras que le había dado, otra tonalidad más de sonrojo para su rostro, se veía encantadora, y nerviosa al mismo tiempo - Podrá conocer de mi lo que este a mi alcance de mostrarle entonces, gracias por el interés, espero no defraudarlo - Lo volteó a ver. La chica estiró la mano, y le dio un apretón educado, uno bastante agradecida por el interés que le estaba mostrando - Pero con una condición - Dijo sin poder evitar soltar una risita cómplice - Sólo si usted también me deja conocerlo, creo que eso también es bastante prometedor, y sería uno de mis deseos - Le soltó la mano lo más rápido posible. Se reprendió sola por el abuso de confianza que había acabado de hacer, esperaba que él no se hubiese molestado.
- ¿Mi pierna? ¿Cuidarme? ¿Usted? - Doreen empujó el plato de manera inconsciente, se mordió el labio y casi da un brinco fuera de la silla, pero pronto el dolor volvió a invadirla - Bueno… Sólo un poco, me vendría bien un poco de ayuda - Su estado era bueno, bastante animoso, decidió guardar silencio unos momentos más, avanzar con el plato de comida, y por fin se lo había terminado todo. - ¿Ve? Si me alimento bien, simplemente le ponía más atención, aunque no le gusten las verduras debería comerlas, pues son nutritivas y así no se enfermaría de nada, por eso yo las como, para no enfermarme, y me ha funcionado - Le estiró el plato para que lo lavara. Ella de verdad no podía creer que un hombre, alguien desconocido hiciera cosas por ella, era emocionante, y sintió cómo su pecho se inflaba emocionada por lo que descubría con él. Se levantó de la silla, recargándose sólo con la pierna saludable, y dando algunos brincos cortos estuvo a su lado. - Gracias - Indicó buscando su mirada.
- Bueno, en un principio ocultaba las cosas, pero ahora no, llevo casi dos años fuera de casa - Se da la vuelta para recargar la espalda en el lava platos en lo que él termina con el suyo - Pues, espero no me juzgue - Hizo una pausa - Escapé de casa, las cosas no iban bien, y aunque suene absurdo, yo creo en el amor, en una relación, aunque ya me haya resignado - Suspiró - Mis padres querían hacer un trato con unos hombres importantes, pero quien iba a ser mi prometido me llevaba tres veces mi edad, y a mi me daba miedo, siempre me decía cosas… - Baja la mirada - Usted sabe, cosas insinuantes, y no quise, mi hermano me ayudó a escapar, y fue cómo llegué a Paris - Suspiró, omitió la parte de la historia donde un licántropo le había dañado, aun no se conocían lo suficiente cómo para poder decirle otro tipo de detalles, quizás con el tiempo.
- ¿Usted? ¿Qué puede contarme de usted? - Le volteó a ver curiosa, al mismo tiempo llena de ternura, la que ella emanaba siempre - ¿Ha venido solo? ¿En busca de alguien? ¿Siempre viaja así? - Se volvió a girar, tomó un trapo seco, y comenzó a quitar los restos de agua de los platos, estar tan cerca de él la hacía sentir más nerviosa, él la ponía de una forma extraña, nueva y cómoda, y por eso la joven deseaba conocer un poco más a fondo de él. - ¿Puedo contarle algo y no me cree loca? - Le espero a contestar, pero prefirió confesarlo, decirlo, ante de que su inseguridad le impidiera decir más palabras. - Siento que usted… - Se quedó en silencio un poco más - Es cómo si algo me llamara para dar conocer más de usted, pero dado no sé cuanto tiempo se quedé, no sé si estar al margen o debo atreverme a conocer más de usted, pues dicen que mientras más conoces de la persona, pues… menos quieres desprenderte de esa persona ¿Me explico? - Doreen movió la cabeza de un lado a otro eliminando sus pensamientos, estaba diciendo puras tonterías.
- Bueno, no escuche mis palabras, por lo regular digo cosas sin sentido, mejor vayamos a que le enseñé el lugar, pero iremos muy despacio, porqué me duele demasiado la pierna ¿está bien? - La rubia comenzó a dar pequeños saltos en la cocina. Se dio cuenta que había dejado todo hecho un desorden. Sus manos comenzaron a moverse, tapando las ollas, cubriendo la carne, dejando los cucharones sobre tazones de madera. Pasó un trapo ligeramente húmedo en las orillas de dónde habían estado las vasijas de la comida que había servido - ¿De verdad te gustó? - Preguntó girando su cuerpo para poder captar la figura completa del hombre - Creo que hoy no haremos el recorrido, me duele mucho la pierna, y no podría andar mucho rato de un lado a otro ¿Le molesta? - Se sostuvo del borde de la mesa, la pierna herida la cansaba.
- El cuarto que sigue al mío esta vacío, sino le molesta puedo dejarle ahí, así puedo atenderle cuando me solicite, hoy se han ido muchas personas sólo quedaron dos pequeños pero una amiga mía los está cuidando, era mi día libre, pero ya ve, siempre hago cosas torpes que me hacen arruinar mi día libre - Señala su pierna, se inclina un poco para observarla, verdaderamente tenía mal aspecto. Hizo una mueca, moverla de dolía, demasiado. - ¿Podría ayudarme? Caminaré de su brazo sino le molesta, me sostendré de él para poder avanzar, espero no pesar demasiado para no incomodarlo, prometo no ser una molestia mucho tiempo - Explicaciones, muchas explicaciones que creía necesarias, le daba pena, le molestaba ser una carga para los demás.
- Es extraño, el lugar se encuentra bastante solitario, cómo si nadie estuviera, y siempre hay gente caminando de un lado a otro, ¿puede escuchar pasos? - Preguntó curiosa, ahora daba unos cuantos saltos cortos para poder llegar hasta él. Lo mira con una sonrisa tímida, una que se veía clara, un poco cómplice, cómo queriendo pedirle permiso para tomar su brazo. Sus manos se estiran y se enredan en el brazo del hombre, era cálido, y con lo friolenta que era, se dio cuenta que esa temperatura que él emanaba le resultaba confortable, deliciosa, y abrazadora. Volteó su rostro, no iba a poder verlo tan cerca o se sonrojaría por completo, no deseaba ser obvia, lo mejor que podía hacer era contener impulsos de decir más cosas, no deseaba espantarlo.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Solo escuchar atentamente mientras lava, siempre cada quien tiene una historia detrás, unas más tristes que otras, otras más nefastas, o bienaventuradas, pero todos tienen una, lo que importante de tener historia es cuanto resaltes esta y que signifique para ti, si la honras, si la detestas, si deseas olvidarla o ocultarla, es bueno saber las historias sobre los demás, y mucho mejor de su propia boca, significa esto que la aceptan y no están arrepentidos o al menos aprendieron a aceptarlo. Pero esta historia se le puede acercar mucho más al resentimiento y odio, a lo que es la familia, a pesar de ser costumbre y común, usar a tu hija como un bien material para obtener algo a favor es nefasto, asqueroso, repudiable y lastimero, ¿es qué una unión debe de significar interés, dinero y poder si es que hay? No, una unión debe de significar un sentimiento, es quizá uno de los tantos motivos por los cuales piensa que la boda, la firma de papeles es tan solo pérdida de tiempo, pues a la larga las hojas se marchitan y el metal se va oxidando, lento pero seguro, un sentimiento solo debe sentirse para que sea válido, real, puro y mucho más perdurable que todo lo anterior mencionado. Conocer sobre su propia historia, probablemente sea difícil, su historia es tan confusa y extraña a la vez, que quizá ella se pueda asustar con ello. Por ahora cuidar su pierna, ¿por qué tanta delicadeza? Es extraño.
Ver los esfuerzos de la joven muchacha no es muy cómodo que digamos, será mejor no dejar que se esfuerce, no se aleja para nada cuando esta se acerca, son preguntas posiblemente curiosas las que le escucha pero, son tan simples de responder, y cortas además - Estoy solo, hace mucho en realidad, viajar solo es bastante relajante – Baja un poco la vista para estar a la altura de los ojos de ella - Se puede decir que cuando haces muchas cosas y dejan de parecerte provechosas o entretenidas, buscas más, y mientras más se te agotan las posibilidades, más buscas aún, esa es la razón por la cual viajo, si es que busco algo, es conocimiento, oportunidad y lo que venga, la magia de la vida misma es la sorpresa, creo que es lo mejor que tenemos, ¿no cree? Espero que no se agote muy pronto para mí la sorpresa de la vida – Un poco la ayuda a contenerse en pie, no debería de estar pensando en trabajar y hacer cosas estando en condiciones poco favorables para aquellas labores físicas, aunque no sean muy exigentes a simple vista, es todo un reto mantener un lugar ordenado y pulcro, además de cocinar para otros.
Asiente al resto de comentarios, en realidad no le preocupa mucho el lugar actual donde pueda dormir, a fin de cuentas son todas camas de finca de una manera u otra, el lujo no mejora o empeora, sonríe - Jajaja, no creo que este loca Doreen, o en caso contrario, yo también estaría loco y hasta donde lo he pensando es probable, pero no lo creo jaja, y lo digo porque entiendo perfectamente a lo que se refiere, y es normal, lo curioso es que sea así de rápida la forma en la nace, le puedo decir que me alegra bastante que haya logrado escapar de aquellas personas, y si lo digo así, es porque me cuesta asimilar que puedan ser considerado padres queriendo cometer tales actos, no se concibe, al menos para mí, y puede estar despreocupada, yo no planeo irme cuando estoy a gusto o quiero estar, y déjeme decirle que ahora lo estoy, siempre dije que mientras exista algo por lo cual quedarse, yo me quedaría, nuca ha sido por mucho tiempo, pero como ya dije antes, la vida es sorpresa y espero tener más de estas – Toma el cuerpo ajeno de un lado de la cintura para ayudarle a caminar.
Ahora luce más nerviosa de lo que estaba antes, y se puede dar cuenta de esto sin hacer ni un más mínimo esfuerzo, es tierno, aunque él sería incapaz de mencionar esas palabras, es muy bueno sintiendo, pero quizá para expresar es más centrado y serio, lo que no significa que no sea bueno hablando o expresándose respecto de, conocer el lugar en realidad suena efímero, basta con echar solo una mirada para no olvidarlo, no es algo de lo cual preocuparse, por otro lado al parecer ella no entiende quien va a atender a quien, por propia moral, no dejaría que una accidentada le atendiera como planea, esperemos que aquel cambio de planes no le vaya a disgustar tanto a Doreen, Lýkos no es ciertamente terco, pues no es un necio, simplemente un hombre decidido, y una vez adquiere convicción no se detiene hasta lograr lo que se ha propuesto o decidido, quizá para algunos algo negativo y problemático, para él lo que le mantiene en pie día a día, además de noche y noche, afina los sentidos al pensar en la pregunta sobre la comida comida, muchacha insegura, un rasgo entendible ya por lo poco que le ha contado - Así es, por segunda vez lo digo sin problema alguno, lo más exquisito que probé en un buen tiempo. Estoy de acuerdo con ocupar aquel cuarto, con lo que no estoy de acuerdo es en que diga que así podrá atenderme mejor, a menos que no se recupere no podrá hacerlo, y no es porque no lo desee, pero primero su salud, yo sé cuidarme solo bastante bien jaja – Avanza lentamente pues no quiere hacer esfuerzo para ella.
Va a dejarla primero en su habitación, ahí mismo podrá ver si ha mejorado o empeorado la extremidad, lo más probable es que con el esfuerzo que hace ahora solo se hinche más, así que le va a tocar descansar por un rato, esperemos que con la actitud que lleva se queda quieta lo suficiente, empuja la puerta - Mi historia creo que es demasiado confusa para poder explicársela del todo al detalle, pero puedo decir que a mi parecer somos ya dos sin padre y madre, pues digamos que yo tuve un entrenador más que un padre o una madre, y de alguna curiosa forma le agradezco, pues sin él no disfrutaría de la persona que soy ahora, ni de lo que tengo, pero bueno, nadie es perfecto, él no lo fue y digamos que las cosas no terminaron tan bien como debían, para mi suerte – La ayuda a recostarse, fija la vista en sus piernas cubiertas, así no se puede revisar - Pues, le dejaré un espacio y estaré fuera de la habitación, iré por lo necesario mientras se desviste, necesito que sus piernas estén libres para así poder atender la aflicción que le aqueja – Sale cerrando tras de sí, un poco de hiervas calientes, unos ropajes blancos y algo de presión serán suficientes para que se mejore el daño.
Una vez conseguido todo lo necesario y esperado un tiempo prudente vuelve con la cubeta en mano, los paños y la hierba ya exhumada, cierra la puerta ahora con ambos dentro, su vista se ve guiada al cuerpo femenino, que se encuentra bastante definido, aún así, aunque la muchacha diga que come bien, se ve que no está en su peso ideal y no porque lo exceda, sino al contrario, un poco más de carne le sentaría perfectamente, y no es que no se vea bien tampoco, pero no es tan saludable, quizá por eso es así de delicada - Antiguamente los curanderos usaban varias hierbas para curar diferentes males, y digamos que por la edad media los mismos barberos se encargaban de algunos casos médicos, digamos también que yo tengo algo de barbero jaja, así que puede estar tranquila – La observa a los ojos antes de preguntar.
Presiona levemente la pierna lastimada - ¿Ya intento estirar? No es bueno tener la extremidad completamente estática por mucho tiempo, los músculos se entumecen de mala forma y le restan notable movilidad por un tiempo más prolongado, se debilitan por así decirlo, más de lo normal, dolerá un poco, debe de ser fuerte y resistir, pero no le pasará nada malo, solo algo de dolor, es parte de estar vivos – Estira por completo la pierna ajena pegándola hacia las sabanas, aprecia el gesto y las reacciones ajenas, no hay molestia que dure cien años, si sigue las indicaciones que le dirá después de vendar, más rápido saldrá del problema, coloca las hierbas ahora tibias entre los paños de tela, coloca justo este bajo la unión y la rodilla, sube los trapos dando pequeños giros entre sí, en el procedimiento le habla pues ayuda eso siempre a distraer la mente - Conozco muchas ciudades diferentes, todas tienen algo diferente, pero todas algo similar, eso es la gente, lo que les da vida realmente – Tras solo dos minutos termina con el moño final.
Sacude sus palmas y hace a un lado la tela sobrante junto a la cubeta - Ya está listo, hace presión si, esa es la idea, sin embargo si no hace lo que le digo no sanará bien y pueden quedar daños muy serios – Exagera un poco con ella, pues es buena forma de hacer que se quede bastante tranquila y sin tantas intenciones de moverse o querer dar atenciones a otros - Yo me puedo guiar bastante bien por aquí, se puede decir que tengo facilidad para recordar…los lugares, así que no se preocupe, el recorrido puede esperar a que este recuperada completamente – Supone ahora que le pedirá que se retire, pero no lo hace aún. Quizá deba esperar que se lo pida o no lo haga.
Lýkos- Licántropo Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
Doreen había recibido pocas atenciones de esa manera desde que había llegado de su escape, no es que las pidiera, en realidad a ella le gusta ser servicial, ayudar, y dar aquello que no se merecía, siempre había sido así porqué sus padres la volvieron de esa manera, y no se quejaba, ya era su costumbre. La cercanía, las atenciones, y la manera en que el hombre le hablaba le parecían tan extrañas, o quizás demasiado raras, por la falta de atenciones de esa manera. Se sentía agradecida si, pero al mismo tiempo se sentía cohibida, y cómo siempre sentía que no las merecía, pero estaba segura que el caballero no desistiría de la ayuda, y prefería no negarse, además que no se sentía incomoda. Sentía que le dolían un poco las mejillas, pues sonreía de manera amplia, aunque no lo dejaba ver su felicidad en ese momento, es cierto que le dolía la caída, pero aquello se ignoraba por completo cuando los tratos buenos eran recibidos, quería agradecerle a cada instante, pero mejor se reservaba.
Sus ojos observaban en cámara lenta las cosas que pasaban a su alrededor, aunque ya se sabía el camino de memoria, ir alado de él le parecía algo nuevo, cómo si estuviera en otro lugar, entonces su sonrisa se desvaneció en una mueca, el pensar demasiado, y sentirse tan cohibida por él no le gustaba, eran sensaciones extrañas, diferentes, y que tenía miedo sentir, pues no podía fiarse de un desconocido, algunos tienden a hacerse pasar cómo buenas personas, después de eso sacan las garras. Tendría que irse con cuidado, aunque siempre terminaba confiando en todos, tenía que irse con cuidado, hacer las cosas bien con su nuevo conocido, quizás podrían ser buenos amigos, además, cómo él lo había dicho, nunca permanecía mucho tiempo en un lugar, y ella sabía que no era una razón suficiente para que alguien quisiera quedarse en Paris. Suspiró de forma profunda, quiso dejar de pensar, pero miles de preguntas se le venían a la cabeza. No podía controlarlo.
Pronto se acomodó en la cama, la había dejado en una buena posición, y rápidamente se tapó con las sabanas, su cabeza se giró para moverse un poco, le miró con atención, le sorprendía que estuviera tan atento, pero sobre todo, que se viera demasiado preocupado. No sabía que decirle, o que hacer, aquello era tan nuevo, se estaba volviendo loca con las preguntas en su cabeza. Sintió un tirón de dolor en la pierna, y entonces toda preguntas y palabras se le desvanecieron de la cabeza. Se inclinó hacía enfrente, y sus manos viajaron a su pierna para ejercer presión, varios sonidos que delataban el dolor salieron de entre sus labios. Doreen se mordió con fuerza su labio inferior, casi llegando a hacer que el dolor se desviare a esa zona de su cara, sólo por eso se mordía, se había olvidado de él por unos momentos, pero pronto el dolor se fue, y con mucha pena le sonrió, no quería verse demasiado débil, al menos no quería causarle ya más molestias o preocupaciones.
Cuando sintió que estaba a punto de explotar de la vergüenza, él le dio el espacio necesario para sentir tranquilidad, y poder reponerse para lo que seguía. Doreen, sintió un impulso de salir corriendo. ¿Cómo se quitaría la ropa? Incluso para que fuera una curación aquello le daba demasiada vergüenza. Se sentó al borde de la cama, sus piernas habían tocado el frío piso de la iglesia, cómo pudo se puso de pie, dio varios saltos hasta encontrarse frente al armario, y sus manos se doblaron buscando sacar los cordones del corsé, así estuvo un pequeño momento hasta que su cuerpo quedó en interiores, se colocó una bata pequeña, porque de ponerse una larga sería lo mismo. Cerró el armario, volviendo a la cama, para acomodarse, y esperar a que él volviera. Recostada miró al techo, siempre se metía en ese tipo de problemas, y buscaba poder estarse tranquila para no cometer más errores en su vida.
- Cualquiera en tú lugar se abría ido a descansar, siempre me he curado sola, tuve lecciones con una amiga gitana quien me enseñaba a utilizar remedios caseros para poder curar a la gente, en este caso a los niños de aquí, muchos vienen muy lastimados de la calle, y me gusta darles buenos tratos, los mejores mientras estén aquí - Aquello era cierto, la mayor parte del tiempo, en vez de pasar tiempo con los revolucionarios, lo pasaba en la parte del orfanato, cuidando a los niños, Doreen los amaba, y siempre había deseado tener propios, aunque sabía que eso ya no sería posible. Al menos estaba compartiendo un secreto grande con él, sentía que estaba siendo su cómplice, y eso le ponía de buen humor, más aún, le desviaba los pensamientos mientras él la curaba. Así no tenía que pensar que le estaba doliendo demasiado.
Ella soltó un grito ahogado cuando le estiró la pierna. Casi patea, pero no lo hace al recordar lo doloroso que estaba todo aquello. Sus ojos se le llenaron de lagrimas, pero se las aguantó cerrándolos con fuerza. Lo miró de forma suplicante, casi implorándole con la mirada que se detuviera, que necesitaba un descanso, pero su buena suerte fue grande cuando lo vio terminar. Se volteó a ver la pierna descubierta, gracias al cuidado que tuvo ya no le importaba que le vieran ciertas partes del cuerpo, de hecho sabía que él no la veía con morbo, ni mucho menos tendría malas intenciones. Estiró su mano hasta tocar la ajena, la apretó con suavidad, cómo dando las gracias pero en silencio. A la brevedad apartó el agarré, y luego se soltó. Escuchando con atención cada una de las palabras que él le decía, sobre sus cuidados.
- ¿De verdad es tan grave? ¿Lo hice en serio? No creí que fuera tan malo cómo otras cosas que me han pasado por ejemplo - Se encogió de hombros - Está bien, le haré caso si es lo que me recomienda, pero ¿Cómo me voy a bañar? ¿Cómo voy a comer y vestirme si no podría moverme? - Lo mire a los ojos un poco apenada y avergonzada. - ¿Puedo pedirle algo? - Desvió la mirada hacía la ventana, buscando las palabras - Se que he abusado demasiado de ti, pero no tengo a quien más recurrir, parece que las personas con las que vivo no están… ¿Podría quedarse un poco más? Prometo no pedirle muchas cosas… Sólo no se vaya por favor… - Ladeó el rostro un poco, y ahora buscaba su mirada, si le veía una molestia retiraría el pedido.
- ¿Le molestaría quedarse? - Volvió a preguntar pero está vez estiró una de sus manos, tomando la ajena, y dando y pequeño tirón para que se acercara a la cama. Movió su cuerpo con delicadeza. La mano libre le ayudó para poder mover su figura. Doreen le había dado un espacio suficiente en la cama para poder sentarse. - Lamento mucho que nuestro primer encuentro ya tenga que cargar conmigo, por lo regular no hago éste tipo de cosas para conocer a los demás, espero me disculpe de verdad - Se sentía muy avergonzada. Al mover su cuerpo las sabanas también habían sufrido los desperfectos, dejando que parte de su escote se viera, pero rápidamente ella se tapó, no le había soltado la mano para nada.
- Usted también debe estar cansado por el viaje, ¿No desea recostarse? Podemos ver un rato el techo, platicar un poco más si eso le parece buena idea… Sólo no me deje sola por favor - Nunca antes desde su llegada a Paris, había sentido un vacío grande, una necesidad de sentir que no estaba verdaderamente sola. Quiso abrazarlo, pero supuso que lo mejor seria quedarse tranquila Le soltó la mano y miró al techo. No sabía que decirle en realidad, no sabía si quedarse en silencio, dormir o cualquier otra cosa. Lo volteo a ver de medio lado, al ser una artista, siempre leía las expresiones ajenas para ver si estaban a gusto, o no, le era importante saber eso para no presionar demás.
- ¿Qué lugares conoce? ¿Hace mucho tiempo ha estado viajando? ¿Cuántos años tiene? - La joven comenzó a sacar varias preguntas al mismo tiempo, buscando el tema adecuado de conversación. No sabía por donde empezar, ya se habían dicho el nombre, ya se habían dicho el "mucho gusto", ya habían comido juntos, y ahora él cuidaba de ella, pero no sabía que más podía preguntar. Doreen no se sentía interesante, de hecho creía que al día siguiente el hombre buscaría seguir su camino, seguir el trayecto correcto que tenía antes de topársela, y tendría que aguantarse, cuidarse sola y no decir más. Por aquella noche buscaría conocer todo lo que le permitiera, y al día siguiente volvería a la realidad de su vida monótona.
Sus ojos observaban en cámara lenta las cosas que pasaban a su alrededor, aunque ya se sabía el camino de memoria, ir alado de él le parecía algo nuevo, cómo si estuviera en otro lugar, entonces su sonrisa se desvaneció en una mueca, el pensar demasiado, y sentirse tan cohibida por él no le gustaba, eran sensaciones extrañas, diferentes, y que tenía miedo sentir, pues no podía fiarse de un desconocido, algunos tienden a hacerse pasar cómo buenas personas, después de eso sacan las garras. Tendría que irse con cuidado, aunque siempre terminaba confiando en todos, tenía que irse con cuidado, hacer las cosas bien con su nuevo conocido, quizás podrían ser buenos amigos, además, cómo él lo había dicho, nunca permanecía mucho tiempo en un lugar, y ella sabía que no era una razón suficiente para que alguien quisiera quedarse en Paris. Suspiró de forma profunda, quiso dejar de pensar, pero miles de preguntas se le venían a la cabeza. No podía controlarlo.
Pronto se acomodó en la cama, la había dejado en una buena posición, y rápidamente se tapó con las sabanas, su cabeza se giró para moverse un poco, le miró con atención, le sorprendía que estuviera tan atento, pero sobre todo, que se viera demasiado preocupado. No sabía que decirle, o que hacer, aquello era tan nuevo, se estaba volviendo loca con las preguntas en su cabeza. Sintió un tirón de dolor en la pierna, y entonces toda preguntas y palabras se le desvanecieron de la cabeza. Se inclinó hacía enfrente, y sus manos viajaron a su pierna para ejercer presión, varios sonidos que delataban el dolor salieron de entre sus labios. Doreen se mordió con fuerza su labio inferior, casi llegando a hacer que el dolor se desviare a esa zona de su cara, sólo por eso se mordía, se había olvidado de él por unos momentos, pero pronto el dolor se fue, y con mucha pena le sonrió, no quería verse demasiado débil, al menos no quería causarle ya más molestias o preocupaciones.
Cuando sintió que estaba a punto de explotar de la vergüenza, él le dio el espacio necesario para sentir tranquilidad, y poder reponerse para lo que seguía. Doreen, sintió un impulso de salir corriendo. ¿Cómo se quitaría la ropa? Incluso para que fuera una curación aquello le daba demasiada vergüenza. Se sentó al borde de la cama, sus piernas habían tocado el frío piso de la iglesia, cómo pudo se puso de pie, dio varios saltos hasta encontrarse frente al armario, y sus manos se doblaron buscando sacar los cordones del corsé, así estuvo un pequeño momento hasta que su cuerpo quedó en interiores, se colocó una bata pequeña, porque de ponerse una larga sería lo mismo. Cerró el armario, volviendo a la cama, para acomodarse, y esperar a que él volviera. Recostada miró al techo, siempre se metía en ese tipo de problemas, y buscaba poder estarse tranquila para no cometer más errores en su vida.
- Cualquiera en tú lugar se abría ido a descansar, siempre me he curado sola, tuve lecciones con una amiga gitana quien me enseñaba a utilizar remedios caseros para poder curar a la gente, en este caso a los niños de aquí, muchos vienen muy lastimados de la calle, y me gusta darles buenos tratos, los mejores mientras estén aquí - Aquello era cierto, la mayor parte del tiempo, en vez de pasar tiempo con los revolucionarios, lo pasaba en la parte del orfanato, cuidando a los niños, Doreen los amaba, y siempre había deseado tener propios, aunque sabía que eso ya no sería posible. Al menos estaba compartiendo un secreto grande con él, sentía que estaba siendo su cómplice, y eso le ponía de buen humor, más aún, le desviaba los pensamientos mientras él la curaba. Así no tenía que pensar que le estaba doliendo demasiado.
Ella soltó un grito ahogado cuando le estiró la pierna. Casi patea, pero no lo hace al recordar lo doloroso que estaba todo aquello. Sus ojos se le llenaron de lagrimas, pero se las aguantó cerrándolos con fuerza. Lo miró de forma suplicante, casi implorándole con la mirada que se detuviera, que necesitaba un descanso, pero su buena suerte fue grande cuando lo vio terminar. Se volteó a ver la pierna descubierta, gracias al cuidado que tuvo ya no le importaba que le vieran ciertas partes del cuerpo, de hecho sabía que él no la veía con morbo, ni mucho menos tendría malas intenciones. Estiró su mano hasta tocar la ajena, la apretó con suavidad, cómo dando las gracias pero en silencio. A la brevedad apartó el agarré, y luego se soltó. Escuchando con atención cada una de las palabras que él le decía, sobre sus cuidados.
- ¿De verdad es tan grave? ¿Lo hice en serio? No creí que fuera tan malo cómo otras cosas que me han pasado por ejemplo - Se encogió de hombros - Está bien, le haré caso si es lo que me recomienda, pero ¿Cómo me voy a bañar? ¿Cómo voy a comer y vestirme si no podría moverme? - Lo mire a los ojos un poco apenada y avergonzada. - ¿Puedo pedirle algo? - Desvió la mirada hacía la ventana, buscando las palabras - Se que he abusado demasiado de ti, pero no tengo a quien más recurrir, parece que las personas con las que vivo no están… ¿Podría quedarse un poco más? Prometo no pedirle muchas cosas… Sólo no se vaya por favor… - Ladeó el rostro un poco, y ahora buscaba su mirada, si le veía una molestia retiraría el pedido.
- ¿Le molestaría quedarse? - Volvió a preguntar pero está vez estiró una de sus manos, tomando la ajena, y dando y pequeño tirón para que se acercara a la cama. Movió su cuerpo con delicadeza. La mano libre le ayudó para poder mover su figura. Doreen le había dado un espacio suficiente en la cama para poder sentarse. - Lamento mucho que nuestro primer encuentro ya tenga que cargar conmigo, por lo regular no hago éste tipo de cosas para conocer a los demás, espero me disculpe de verdad - Se sentía muy avergonzada. Al mover su cuerpo las sabanas también habían sufrido los desperfectos, dejando que parte de su escote se viera, pero rápidamente ella se tapó, no le había soltado la mano para nada.
- Usted también debe estar cansado por el viaje, ¿No desea recostarse? Podemos ver un rato el techo, platicar un poco más si eso le parece buena idea… Sólo no me deje sola por favor - Nunca antes desde su llegada a Paris, había sentido un vacío grande, una necesidad de sentir que no estaba verdaderamente sola. Quiso abrazarlo, pero supuso que lo mejor seria quedarse tranquila Le soltó la mano y miró al techo. No sabía que decirle en realidad, no sabía si quedarse en silencio, dormir o cualquier otra cosa. Lo volteo a ver de medio lado, al ser una artista, siempre leía las expresiones ajenas para ver si estaban a gusto, o no, le era importante saber eso para no presionar demás.
- ¿Qué lugares conoce? ¿Hace mucho tiempo ha estado viajando? ¿Cuántos años tiene? - La joven comenzó a sacar varias preguntas al mismo tiempo, buscando el tema adecuado de conversación. No sabía por donde empezar, ya se habían dicho el nombre, ya se habían dicho el "mucho gusto", ya habían comido juntos, y ahora él cuidaba de ella, pero no sabía que más podía preguntar. Doreen no se sentía interesante, de hecho creía que al día siguiente el hombre buscaría seguir su camino, seguir el trayecto correcto que tenía antes de topársela, y tendría que aguantarse, cuidarse sola y no decir más. Por aquella noche buscaría conocer todo lo que le permitiera, y al día siguiente volvería a la realidad de su vida monótona.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Peregrino // Doreen Caracciolo
¿Quedarse con ella para acompañarle? De alguna manera sonaba fuera de lugar, para él no claro, no es que fuera algo raro, comparar pedidos con los propios, el que sea se podría quedar pequeño, se puede decir que siempre le han catalogado los gustos excéntricos o los demasiado atrevidos o confianzudos, no le molesta para nada es más, acompañarla “por un momento” estaría más que bien para él, lo que le sorprende enormemente es que este pedido venga de la mujer hasta hace poco muy asustada con su alrededor, tímida y algo lenta, no en el mal sentido, pero de todas maneras siempre es divertido e interesante ver como alguien se sale del papel que representa, cosa que con él no ocurre pues nunca representa ningún papel, él mismo se siente muy difuso, es de las personas que se han sentado a catalogarse ellas mismas, ¿cómo decirlo? Autoanálisis quizá, pues en este análisis nunca le tiro buenos resultados o alguno en concluso.
Asiente ligeramente con un claro signo de por qué no, son solo ocurrencias divertidas de las cuales uno no tiende a arrepentirse, pero si a recordar pues están fuera de lo común, de lo escrito, de lo debido o de lo correcto y con esto último jamás tuvo problemas, pues en el mundo qué el observa la moral, y las leyes puede que sean un poco o bastante diferentes, o que estas mismas se acoplen a la ocasión – Me parece extraño por la pasividad que ha estado demostrando de pronto pida esto, y no porque este mal o me agrade, o no este cómodo, simplemente porque no lo había esperado, pero no me haga mucho caso, es una mala costumbre mía, me gusta analizar más que conocer, un gran problema que tengo, pero algunas veces me ahorra el mal sabor de conocer a alguien desagradable y antes que lo pueda pensar, no es su caso jaja – En lo que hablaba ocupaba también el lugar en el que se le había pedido estar.
¿Y las justificaciones venían por? Pero por ahora no iba a hacerlo, no deseaba analizar más, mejor sería conocer, como lo hace cualquier ser normal, ¿se lo iba a permitir esta vez al menos? Si siempre lo a connotado como falta de respeto hacía los demás, el capturar sus personalidades por deducción y no por lo que vive con el los, pero es que simplemente no le es importante el faltarles, pero no le va a faltar el respeto a una joven que le da comida y hogar, a un desconocido que bien podría ser un asesino, un pillo o algo peor como dijo ella momentos atrás, para suerte de ambos no es nada de eso, aún, pues quien sabe que circunstancias de la vida y quizá deba alguna vez hacer algo como eso, nadie lo sabe, prefiere responder justo ahora, antes que perderse más en los inmensos pensamientos - Pues sería bastante original tropezar para conocer a alguien si se ve desde el punto común del día a día, ahora desde el punto literario sería cuento viejo, el típico de la damisela en problemas, pero no se preocupe, sé que no a sido nada preparado jaja - sería demasiado raro, para ser real.
Lýkos- Licántropo Clase Alta
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