Como si fueras la vela y yo su luz... [Ginebra]

por **Eyra Erikdóttir** Sáb Ago 06, 2011 5:35 pm

El mordizco de Ginebra me dejó varios días en cama, agonizando por momentos, febril y enfermizo. Tardé dos semanas en poder recuperarme y volver a comisaría. Por ello, me había ganado la antipatía de mis compañeros, que ahora me veían como un vago o quién sabe qué más.

Aquella noche había cubierto un turno en el Jardín Botánico, puesto que los vecinos se quejaban de sonidos extraños, árboles arrancados de cuajo a la mañana siguiente, animales pequeños destripados y colgados de las ramas, y demás maldades sin aparente sentido. Poco a poco iba recuperando mi trabajo, mi reputación, mi vida. Sin embargo, siempre que llegaba a casa recordaba a Nara y aquello siempre me producía un dolor agudo en mi pecho. Jamás me perdonaría el haberle causado tanto daño a un ser tan angelical. Jamás entendería porqué no pude amarla. Suspiré y dejé mi chaqueta y el sombrero de uniforme policial en el perchero del recibidor. Al llegar a mi pequeño pero acogedor salón, me deshice de mi camisa y de mi corbata, dejándolo sobre el sillón de piel que se encontraba frente a la chimenea dónde empecé a preparar algo de leña para la hoguera.

Fue entonces cuando unos nudillos tocaron la puerta de mi casa, llamando mi atención. Arrastrando los pies me dirigí hacia tal sitio y abrí la puerta, quedándome asombrado por la persona de quién se trataba. Mis latidos se aceleraron y no pude evitar esbozar una tímida sonrisa. Se trataba de la dueña de mi corazón. Mi reina.

por **Ginebra Le Boursier** Sáb Ago 06, 2011 6:03 pm

-Disculpe, monsieur Giorkas- comento haciendo una reverencia, en las dos semanas que se encontró sola. Analizo su conducta y pensamientos, era una buena hora de dejar de ser tan infantil y poco respetuosa. –Lamento las molestias que yo pueda ocasionarle ahora. Solo me interesaba saber cómo se encontraba de salud- continuo hablando serena y nada impacientada, en ese tiempo se reprimió tanto que su carácter había cambiado a uno más sólido y estable. Lo más extraño es que sus ojos también cambiaron no presentaban la misma dulzura de antes estaban fríos y perdidos en la mirada que se mantenía a lo lejos. –Con su permiso, me retiro- sonreía pero solo para mantener las distancias pero a la vista se veía agradable.

~¡Ya era hora de que maduraras! o ¿maduráramos? No logro entenderlo~

Volteo dándole la espalda para irse caminando de forma pausada y elegante con sus acompañantes ambas mujeres. Eran Rossella y otra dama, su nueva protegida. Era una señorita de cabellos de oro y ojos de esmeralda, una verdadera joya de mujer que encontró sola en las calles de parís. Iban en camino a una tienda de vestidos formales para una reunión de clase alta dentro de unos días después.

por **Eyra Erikdóttir** Sáb Ago 06, 2011 6:11 pm

A penas presté atención a sus palabras. Ni siquiera me fijé en su alrededor. Nada me importaba más en aquél momento que ella misma.

Sus labios se movían serenamente, hablado y hablando. Me gustaba cuando pronunciaba la "o" con esos morritos dulces y esponjosos. Hacía tanto que soñaba con volver a poseerlos... Entonces ella se dio la vuelta y pareció que se alejaba de mi. ¿Por qué? Una congoja se apoderó de mi pecho y me empujó a detener el tiempo. Pero sabía que era lo único que no podía controlar. En cambio, sí podía frenar a Ginebra.

Di un par de largas zancadas hasta que tomé una de sus muñecas, dándole un leve tirón para que se girase hacia mí. Posé mis manos en su cintura y la aprisioné contra mi cuerpo. Sólo miré sus ojos dos segundos. Sólo dos segundos y me bastó para que mi boca buscara la suya, perdiéndome al compás de su lengua. Ahora sí quería matar a Cronos para que las manijas de mi reloj se detuvieran en ese segundo.

Me despegué a regañadientes y la miré de nuevo, esperando encontrar algo que me indicara que Ginebra sentía lo mismo que yo. Que me necesitaba tanto como to la necesitaba a ella.

¿Mordizco? A penas recordaba el punzante dolor en mi garganta cuando sus colmillos perforaron mi piel. En cambio sus besos, sus caricias, su aroma... habían sellado con su nombre cada resquicio de mi piel. Llevaba a Ginebra tatuada en mi corazón.

por **Ginebra Le Boursier** Sáb Ago 06, 2011 6:52 pm

Al principio sonrió por alejarse de ese lugar, le gustaba alejarse de la sociedad. Un poco amargo y solitario pero aun así le encantaba hacerlo. Sus vagos pensamientos no se encontraban centrados en Loukas sino en su nueva protegida que la había aconsejado y a pesar de su naturaleza confió en ella de corazón. Estaba orgullosa de ella aprendió algunos hechizos de magia en tan solo un par de días. Una mano caliente tomo su mano jalándola de nuevo hacia de lo que deseaba alejarse. Perdida en sus pensamientos no le dio la importancia que debía a que la estrechaban y besaban en esos instantes. Se dio cuenta cuando con las yemas de sus dedos toco sus labios sintiéndolos húmedos. –Monsieur Giorkas…- no formulo ninguna palabra pero su subconsciente si.

~Que interesante, te martirizaste y obligaste a cambiar durante dos semanas sin comer casi nada. Tú eres una masoquista. Esta débil por eso eres mangoneada como muñeca de trapo. Ese hombre salió tremendamente indignado de tu casa y ahora te trata con amor. No sé quien se encuentra más loco, tú o él, Deméter~

Al paso de los milenios iguales situaciones pasaron una y otra vez, ella por error seguía alentando que esos errores pasaran. Por fin a su cabeza entro la idea de que era su culpa y mientras no lo reconociera seguiría pasando. Cada vez que pasaba sentía menos dolor y lograba rápidamente sacar la espina que la había incomodado durante un rato. Entre tantos amoríos que tubo no recordó ni uno que le hubiese dolido tanto

~Con esa mirada dice que sientas su corazón. Vamos siénteselo y arráncaselo después quiero divertirme~

Volteo hacia su compañía, estaba totalmente avergonzada con su protegida. No le conto que había tenido una relación de unas horas unos días antes de conocerla. Rossella solo se le quedo viendo un poco raro a mi dios griego lican pensando que le agrado mas el cambia formas al que le había presentado formalmente.

~Que rara manera de amar, le abres tu corazón y después de un momento de debilidad te amenaza que quiere morderte. Ahora que aparentas indiferencia, te abraza y besa como si nada hubiera pasado. Mejor nos preparamos para ser comida de lican, Deméter~

por **Eyra Erikdóttir** Dom Ago 07, 2011 1:21 pm

Pero si hubo señal, no era la que me esperaba. Ginebra movió una de sus manos hacia sus labios sonrojados ahora por el beso y algo humedecidos. Éstos se despegaron para dejar pasa el aire que contenía dos simples palabras con a penas significado para mí.

Antes de que pudiera preguntarle nada a cerca de ella, la vampiresa se giró hacia atrás, teniendo que alzar yo la vista hacia dónde ella miraba para poder distinguir dos siluetas femeninas que desconocía completamente. ¿Quiénes eran ellas? ¿Qué hacían allí? ¿Porqué una de ellas me miraba con extrañeza y la otra simplemente me ojeaba de arriba abajo? Desvié mis ojos de ellas. No eran quienes me importaban. Busqué las pupilas oscuras de Ginebra y como seguía girada, la obligué a mirarme tomando su mentón entre mis dedos.

- ¿Deseas entrar, Ginebra?- le susurré con una tímida sonrisa, olvidando el incómodo silencio que se había creado en aquél ambiente oscuro por la acechante noche.

Sin mediar más palabra abrí de nuevo la puerta de mi casa y la dejé de tal modo mientras yo me dirigía al salón, encendiendo unas velas y procurando que la hoguera de la chimenea siguiese alimentándose de las brasas. Aguardé pacientemente a que Ginebra decidiera aparecer allí, con su sonrisa angelical, sus ojos centelleantes, su aroma indescifrable y las mariposas en mi estómago.

Porque de algún modo en el que sólo lo entendíamos ella y yo, Ginebra era la vela que alumbraba mi salón, fría y pálida, y yo era su llama, cálida y ardiente. Estábamos hechos el uno para el otro, y ambos en el fondo sabíamos que la vela no era nada sin su luz, así como la luz no existiría sin su vela.

por **Ginebra Le Boursier** Dom Ago 07, 2011 4:07 pm

Se impaciento, esas manos que deseo que la acariciaran y sellaran un aroma único en ella. Ahora no hacían más que incomodarla y molestarla notablemente. Rossella y Virginie le importaban más que otro momento de dolor. El lican se alejo hacia la puerta de su hogar dejándola abierta para que ella entrara. No se movió nada, no sedería otra vez. –Lo lamento, Monsieur Giorkas no entrare- Sus palabras comenzaban a ser secas y de poco sonido, sin embargo Loukas no lo entendía. Pidió esa noche una cita con su donador en un burdel, lo más seguro es que no tardara en llegar y comer en esos instantes se fue volviendo una necesidad indiscutible.

Alejo su distancia de la casa acercándose a sus acompañantes, manteniendo la cordura todo lo que podía hasta que a su nariz llego el olor de la sangre de su donador al cual fue corriendo tan rápido como su debilidad se lo permitía. Una vez ahí lo estrecho entre sus brazos dándole las gracias para luego beber de Adam lo que necesitaba. Con él, procuraba ser cariñosa ya que era la fuente más cercana que tenia, su otra donadora y alumna no la veía desde hace mucho tiempo. La sangre de Adam era la sangre más tentadora que había probado una razón más para cuidar de ese muchacho que se trataba de algo más que su donador. –Gracias- comento nuevamente lamiendo los restos de sangre del cuello del azabache enfrente de ella

Virginie y Rossella la siguieron a paso lento ninguna se sorprendió por el acto. Conocían su naturaleza y lo aceptaban.

~El chico cortesano es tentador y sabe muy bien como para matarlo~

por **Eyra Erikdóttir** Dom Ago 07, 2011 5:19 pm

A lo lejos, en mi porche hundido en la oscuridad nocturna, escuché cómo Ginebra se lamentaba por algo que jamás comprendí. ¿Por mi invitación? ¿Por su rechazo? La cuestión es que se marchó de allí.

Me planteé el levantarme del suelo de madera en el que yacía sentado dejando que la hoguera calentara levemente las entrañas de mi pecho, sólo para ir a cerrar la puerta y hundirme en el olvido y el dolor de saber que Ginebra jamás volvería a ser mía. Pero no lo hice. Sabiendo que cualquiera podría entrar en mi residencia, que podría matarme si quisiera y acabar con todo cuanto me rodeaba, no lo hice. Permanecía allí sentado, con la mirada fija en el chispeante y devorador fuego, recordando cada mirada, cada caricia, cada suspiro, cada beso, cada resquicio de su aroma.

No recuerdo cuántas horas estuve así. Sólo sé que cuando unos pasos cruzaron mi umbral, las velas estaban a punto de consumirse por completo y la hoguera, empezaba su lenta agonía hasta su final muerte en manos de un simple suspiro de alivio.

por **Ginebra Le Boursier** Dom Ago 07, 2011 5:41 pm

En la tienda de vestidos no hizo nada más que vagar y vagar “tratando” de encontrar un vestido adecuado a ella. Compro lo que necesitaba para ella y sus acompañantes para luego asegurarse de dejarlas seguras en su mansión. Moriría internamente si supiera que les sucedió algo horrible. Regreso de nuevo de donde había huido rápidamente, se sentía más fuerte gracias a la sangre que bebió. Su cuerpo estaba bañado en el olor del perfume de su donador, su nariz era tan sensible que no le agradaba nada ese hecho. Obtendría respuestas esa noche y no quería volver a caer en un juego cruel de nuevo si eso significaba acabar con la vida de los hombres que pasaran por su cama en un futuro.

Cuando se encontraba afuera las ventanas y paredes destilaban el olor de un perfume de mujer, muy leve pero aun así olía lo suficiente para darse cuenta. No articulaba palabra ninguna de su boca solo observaba a Loukas desde el fondo de la habitación.

por **Eyra Erikdóttir** Vie Ago 12, 2011 12:41 pm

- Entra, por favor.- le pedí con un hilo de voz sin apartar mis ojos de las brasas humeantes frente a mí.

Tomé una caja de cerillas depositada justo en la mesa contigua a mí y encendí una de ellas, haciendo que la pequeña llama encendiera de nuevo las velas que me rodeaban y a la vez, me alumbraban. Sólo entonces lancé otra cerilla a las ramas secas de la hoguera y soplé sutilmente para que el fuego renaciera de sus cenizas, algo que sí hizo a los escasos segundos.

Olisqueé el aroma que la brisa exterior traía a mis pulmones. Sin duda, Ginebra estaba allí y me preguntaba qué le impedía acercarse a mí. ¿A caso no fue a mí a quién atacaron? ¿No había sido ella quién me había mordido y succionado? ¿No era yo la única víctima de aquella situación? Y pese a todo ello, la necesitaba. La anhelaba. La quería y por ende, la perdonaba.

Suspiré y esperé.

por **Ginebra Le Boursier** Vie Ago 19, 2011 11:45 pm

-Debo recordarle que me he tomado la osadía de entrar sin permiso- comento tranquilamente sonaba seca y áspera. Una vez rota su máscara de calidez y amor comenzaba la faceta de frialdad muy dada en ella. Drásticamente si se rompía rara vez volvía a forjarla con la misma persona. –El motivo por el cual vine al principio fue para ver si no te había matado. Bebí demasiado de ti y me entere por los vecinos que estuviste muchos días en cama. Por mi culpa has perdido la reputación que tenias- soltó sus palabras escupiéndolas como veneno.

-Supongo que eso es bastante normal, ya que dado que los licántropos odian a muerte a los vampiros- sus brazos se cruzaron mientras se recargaba en la pared atrás de ella. Tomando el sustento en ella, olía a perfume de mujer lo cual la molesto bastante en esos momentos. Aunque como podía ver, no tenía el derecho de hacerlo. Ella misma olía al olor innato de su donador.

por **Eyra Erikdóttir** Sáb Ago 20, 2011 5:53 am

Ella entró finalmente, aunque no la reconocí. Sus palabras, el odio con el que hablaba, su aire casi intocable y su aroma a humano me puso la piel de gallina. Obvié su comentario a cerca de mi salud pues a la vista estaba que era cierto. Ella me había envenenado cuando sus colmillos succionaron mi sangre y eso era algo que estaba dispuesto a perdonarle.

- No entiendo ni una palabra de lo que dices, Ginebra.- dije entonces, alzando la vista hacia ella con el ceño fruncido por la confusión.- Quizás odie a los vampiros, pero no a ti.

Suspiré y me puse en pie, caminando con lentitud hacia la cocina para extraer de un armario una botella de vino y un par de copas. En la misma encimera serví el alcohol y le ofrecí una de las copas con un gesto de seriedad. Yo tomé la otra entre mis dedos y resté mi espalda en la pared del salón, junto a puerta de la cocina y no muy lejos de dónde se encontraba la vampiresa.

- Pero eso puede cambiar si lo deseas.- susurré con frialdad, tentando el terreno para averiguar qué era lo que quería de mí.

Quizás se arrepentía de haberme llevado a su casa, de haberse entregado a mí... pero dudaba que se arrepintiera de haberme atacado. Aquello me encolarizó, aunque no dejé que ella percibiera aquél cambio de humor ne mi rostro. Di un largo sobro de vino escruté su semblante, intentando hallar las respuestas que su silencio me ocultaba.

por **Ginebra Le Boursier** Sáb Ago 20, 2011 9:17 am

-¿Qué tengo yo de diferente?- pregunto de nuevo clavando su mirada en sus ojos, todo rastro de indiferencia desaparecía al mirarlo pero desvió la mirada hacia el fuego volviendo a lo de un principio. –Tú mismo lo has dicho, TODOS los vampiros buscamos lo mismo- evitaba mirarlo no deseaba ver confuso a alguien. Era una de las emociones que no podía ver sin desear desaparecerla lejos de ella. –No entiendo tu coherencia, vampiro es un vampiro ¿no?-

No podía evitar llorar, sus lágrimas lastimarían y quebrantarían la voluntad que tenia ahora por sí misma. Tenía libros cubiertos por cartas de defunciones que ella provoco a sangre fría, continuamente pensaba “me arrepiento, lo juro” pero a quien quería engañar era todo lo contrario. Imaginaba la marea de matar a todo parís siempre y cuando los de su raza no la detuvieran como esa vez cuando estuvo al lado de otro inmortal. -¿Quién desearía que lo odiasen? ¿Quién? No tiene coherencia alguna-

-He aguantado una semana sin comer lo suficiente y ahora me he dado la oportunidad de beber lo que deseara de varias personas- comenzó a contarle su día, no creía que importase pero podía ser tomado como sobre aviso. –Tranquilo, estoy satisfecha-
Ahora lo que restaba de su carácter amoroso y tranquilo solo era cambiado inconscientemente al hablar con su querida hija. Su pequeña, que ahora se encontraba a su lado y no estaba sola entre esas paredes frías de su mansión.

por **Eyra Erikdóttir** Sáb Ago 20, 2011 9:35 am

Ella empezó a llorar y a balbucear cosas que no lograba entender. Dejé la copa ya vacía para dar un largo trago a la botella de vino que había dejado en la encimera para, segundos después, acercarme a Ginebra y abrazarla, apoyando mi mentón sobre su cabeza para intentar sosegarla.

- Has venido aquí por un motivo.- aventuré.- Cúmplelo.

Claro que no tenía ni idea de lo que le había llevado realmente a mi casa. ¿Interés por mi salud? Podría haber preguntado a los mismos vecinos parlanchines que le aseguraron que me encontraba convaleciente. No, estaba seguro que aquí había algo más y estaba dispuesto a insistir para que ella me lo confesara.

Acaricié su cabello con ternura y seguí esperando su reacción mientras mi mente desdibujaba su figura en aquél lecho en el que hicimos el amor hacía ya varios días. Suspiré profundamente, preguntándome porqué todo cuanto me rodeaba era tan difícil de cuidar.

por **Ginebra Le Boursier** Sáb Ago 20, 2011 8:15 pm

-Ya lo he cumplido- comento de nuevo forjando la máscara se había roto con su llanto. Siempre terminaba de la misma manera. Creaba carácter para sí misma y al final terminaba tirado como un juego de domino. En el fondo quería saber si tenía otro motivo, quería ocultar si tenía otro motivo. Anhelaba averiguar si no había otro motivo. No entendía lo que sentía.

-Tú debes tener otro motivo por el cual a verme besado enfrente de mis acompañantes- hablo tranquilamente de nuevo, los sollozos se habían ido como si fueran viento. Sentía muchas cosas distintas en ese instante y no se daría la oportunidad de revelarla todo. No huiría, no por esta vez. Encontraría un motivo lo suficientemente bueno para evitar o ahuyentar al hombre que no paraba de confundirla cada vez mas. Sus palabras y sus acciones no concordaban todo el tiempo.

[Off: Mi imaginacion se fue ;o; lo lamento]

por **Eyra Erikdóttir** Dom Ago 21, 2011 7:21 am

Ella dijo que aquello que había venido a hacer o decir, ya lo había logrado. Pero algo me decía que no era cierto, así que me aventuré en una conclusión.

- En tal caso, ¿qué te retiene aquí y ahora?- le reté.

La miré con extrañeza y suspiré cuando sus palabras volvieron a sonar en mis oídos. ¿Realmente no lo entendía? ¿Por qué no lo comprendía? ¿A caso no se lo había demostrado ya?

- Te besé porque te quiero.- le aseguré frunciendo el ceño.- Porque te extrañé éstos días sin verte, porque te perdono por haberme succionado como si fuese un zumo de naranja.- sonreí ante lo último, intentando limar el áspero ambiente que se respiraba con una sutil broma.

Moví mi mano que rodeaba su cintura y la posé sobre su mejilla, acariciándola con dulzura. Entonces suspiré y asentí para mí mismo. Aquello era una locura, una completa locura. Y ella lo sabía, quizás por eso me lo ponía siempre tan difícil. Sin embargo, reté a mi cabeza al estrechar su cuerpo contra el mío, negándome a dejarla escapar de nuevo.

por **Ginebra Le Boursier** Mar Ago 30, 2011 3:57 pm

Durante un par de instantes me quede callada en la parte de cuál era el por qué algo me retenía ahí. No lo sabía y no le daría la oportunidad de ver la confusión en sus ojos. –Absolutamente nada- conteste secamente. Apartándome de el, agarrándome un brazo de la parte del codo, cohibiéndome y protegiéndome. Como regularmente hacia.
-¿Cómo puedes decir con tanta certeza que me aprecias? No me conoces en realidad y las pocas cosas que te dije dudo que las escucharas- sentencio en silencio. No hablaría mas de lo necesario. Le constaba que era mucho muy antigua y poderosa, el apenas un joven licántropo comparado con ella. Si “nero” salía y ella no podía impedirlo, no sabría que podría hacer en esa condición. No era algo nuevo entre vampiros, muchos enloquecían por la soledad. Ella no lo había hecho pero sin embargo guardaba todo dentro de si y se desencadeno en un monstruo.

por **Eyra Erikdóttir** Miér Ago 31, 2011 6:02 am

"Absolutamente nada".

Aquella había sido su respuesta y la gota que colmó el vaso de mi paciencia y esperanza. Cualquier otra palabra que hubiera emitido a continuación, me cerebro se limitó a destruírla antes de ser procesada. Sus palabras me martilleaban la cabeza con ira.

"Absolutamente nada".

Nada le retenía allí. Ni siquiera yo. Ni siquiera nuestros momentos. Ni siquiera el amor que le aseguraba sentir por ella. Ni siquiera fue sincera, lo sé. ¿O a caso debía pensar que todo cuanto nos había rodeado.. era una mentira? No. Definitivamente ella mentía. Y aún así, no le di opción a retractarse.

- En tal caso te acompaño a la puerta.- dije alejándome de ella con el ceño fruncido, controlando la ira que como latigazos subía por mi espalda.- Pero ésta es la puerta de mi vida. En cuanto la cruces... habrás muerto para mí.

Abrí dicha puerta con decisión y valentía, tomando aún el pomo entre mis manos y haciéndole un gesto con la cabeza para que saliera de mi casa y de mi vida... para siempre.

por **Ginebra Le Boursier** Miér Ago 31, 2011 5:06 pm

Sabía que era severa pero no podía darse la oportunidad de tener pareja, sus hijos ahora era su vida. Sentiría abandonarla si empezaba a estar con alguien, además la memoria de su ex esposo aun no la abandonaba a pesar de los siglos. La persona que amo con todo su corazón y comenzar a amar de nuevo le era tan difícil como cuando empezó a hablar de nuevo.Era una de las cosas por lo cual solo tenia amorios pasajeros –Se donde está la puerta pero eso no responde automáticamente mi pregunta-

-No creo que debieras perdonarme por haberme alimentado de ti- comente acercándome a él amenazadoramente, como realmente era, llena de sadismo y masoquismo. Los ojos sumergidos en el regocijo de ver a alguien sangrando y muriendo enfrente de ella. Con una sonrisa de oreja a oreja soltando una que otra carcajada sonora. -¿Qué sucedería si estás conmigo he? ¿Qué sucedería si te matara? ¿Qué sucedería si bebiera de nuevo de ti?- pregunto formulando aun acercándose orillándolo a alejarse de ella.

-¿He muerto para ti?- soltó una risilla socarrona -¡oh! Debo añadir que he estado muerta por años mi cielo- volvió a reírse con sumo sarcasmo. Pensaba que era una demente por hacer ese tipo de cosas. –También es solo la puerta de tu casa y entonces, ¿Qué harás? Terminaste con Nalla y su olor está impregnado aquí, ahora también el mío. Como me encuentro muerta supongo que de igual manera lo esto para ti.-

Spoiler:

por **Eyra Erikdóttir** Vie Sep 02, 2011 1:59 pm

Yo la miraba con el rostro descompuesto, no comprendiendo ni una palabra de lo que decía. Pensaba firmemente que Ginebra había perdido el norte, que había enloquecido. La tomé por los hombros y la miré con fiereza en mis ojos.

- Eso ya no importa, Ginebra.- le aseguré con dureza.- No pienses en lo que pudo haber sido y no será.- sentencié al fin, guiándola hacia el exterior de mi residencia y ajustando la puerta tras ella, observando su semblante con los brazos cruzado, visiblemente molesto por aquella actitud.- Cuídate.

Y dicho eso y tras una furtiva mirada a su rostro casi desconocido para mí, volví a entrar en casa, cerrando la puerta con pestillo y apoyando mi espalda en su madera, suspirando de un modo parecido al alivio pero a la confusión y tristeza. Aquellas últimas palabras habían sido la única despedida que pensaba ofrecerle después de lo vivido hacía unas semanas. Y sin embargo, algo dentro de mí se hizo añicos. Quizás algo llamado ilusión. Pero lo cierto era que...

Todo había terminado entre nosotros.

por **Ginebra Le Boursier** Vie Sep 02, 2011 6:14 pm

Cuando estuvo afuera solo se quedo contemplando el marco de la puerta, madera húmeda e hinchada. Olía a agua y a fresco en el ambiente, no tardaría en llover. No sentía demasiado, ni dolor ni felicidad por lo que pasaba. Era algo neutral en ese instante, por un lado estaba su locura e instinto, por un lado una faceta que solo sacaba ante los humanos.

-Debe entender que no puedo amar otra vez a un humano, no puedo, si sucediera. El continuaría envejeciendo con el tiempo, mientras yo… seguiría en la misma apariencia durante siglos y siglos- suspira –me pregunto quién sufriría más tiempo. El ahora que lo bajaron de las nubes, o yo amando a alguien y sentir dolor durante milenios- formulando incógnitas que ella no entendía. Sin notar que pensaba en voz alta.

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