Buscando por las hogueras [Danitza Denndörfer]

por **Julián S. de Mendoza** Mar Ago 16, 2011 8:13 pm

En las primeras horas de la noche, había encontrado refrescante viajar ligero. Sin capa ni sombrero, sin pesada chaqueta ni su suave bastón. Era noche de juegos, de fingir ser el viajero, que deambulaba de aquí para allá, no perdido, pero si ligero de monedas en busca de historias para su próxima novela.

Ahora a medida que la noche avanzaba y por taberna o burdel, no había hallado mas que historias pesadas, ya muy habladas o mentiras tales... Quien se creería tal patraña sobre la Reina de Inglaterra y el guardia real pensaba deambulando hacia su siguiente destino.

Esperaba sacar mas provecho en las afueras. Y aquí estaba, habiendo hecho largo camino entre matas de arbustos y alvero, entre senderos de cabras y trazadas de piedra sobre piedra a modo de improvisado cerco.

Alli estan. Estos si tienen buenas historias, siempre. Y sus mentiras son mejores, casi siempre... rió, divisando los primeros campamentos gitanos. Las hogueras alzadas por el viento, para dar calor al cuerpo humado. Su música viva, alrededor de las cuales, las muchachas gitanas cantaban, bailaban y alegraban el corazón de los gitanos.

Que raza tan magnifica. Lastima que tengáis una fama, por otro lado... tan bien ganada medito, abriéndose uno a uno los botones de su camisa de lino, dejando que el refrescante aire de la noche batiera contra su pecho esbelto y cuidado.

Así, con aire salvajemente descuidado, deambulo entre las sombras de la hoguera buscando figuras solitarias a las que acercarse.

por **Danitza Denndörfer** Vie Ago 19, 2011 9:10 am

La noche se alzaba en el campamento y Danitza se acababa de despertar ¡Y apenas era medianoche! Pero se había dormido una siesta de tres pares de cojones y claro, ahora que estaban casi todos durmiendo ella tenía un insomnio de narices. Además al ser verano dentro de la caravana que ella misma había pedido a base de capricho hacía un calor insoportable, casi tenía que dormir desnuda para poder hacerlo bien. De echo, dormía en ropa interior después de encerrarse dentro. No quería que curiosos la asaltaran sobretodo porque en ese campamento había unos cuantos chicos de su edad y algo más jóvenes, inmaduros. Verla en ropa interior no era precisamente lo que necesitaban, ni ellos ni ella. Ella siempre había pensado en el cuerpo de un hombre en su intimidad pero solo en su intimidad. Nunca se había atrevido a compartirlo con nadie. Tampoco tenía amigos de tanta confianza...

Sin más se puso lo primero que encontró, un vestido de escote palabra de honor y largo hasta los tobillos pero sumamente fresquito ¡Increible! Cuando salió sintió como si realmente estuviese desnuda aunque llevara ropa encima. Qué calor había tenido en la caravana y esperaba que ahora que había dejado que se ventilara, mientras le volvía a entrar el sueño se refrescara un poco.

Todo estaba en silencio, se escuchaban los rumores de algunas personas que posiblemente estarían paseando por la calle. O tal vez borrachos. Por eso siempre le habían dicho que no saliera del recinto, porque allí de alguna manera la gente no solía entrar. Sabían que esa zona estaba dedicada al campamento gitano y, de alguna manera, lo respetaban. Era lo único que respetaban y ella no estaba precisamente agradecida por eso. No odiaba a la gente "normal" que vivía en la ciudad, porque no todos tenían la culpa, pero si tenía un sentimiento extraño hacia ellos. Sobretodo hacia los que sabía que hacían ese tipo de distinciones.

De repente un escalofrío le recorrió el cuerpo y no era precisamente del frío. De nuevo esa sensación de cuando alguien la miraba. Solo que, esta vez, nadie la estaba mirando. Solo era la sensación de que había alguien allí con ella aún cuando no había nadie levantado en todo el campamento. Lo observó desde la oscuridad, parecía pensativo, así que finalmente se animó a acercarse. - ¿Qué haces aquí? ¿Quién eres? - preguntó con un deje de amenaza en la voz. Aunque era algo ridículo. ¿Qué iba a hacer si no era alguien "bueno"?.

por **Julián S. de Mendoza** Sáb Ago 20, 2011 7:48 pm

Se iba dejando guiar por las mentes. A aquellas horas ya había pocos despiertos, pero algunos todavía aprovechaban el verano para pasear a esas alturas.

Hubo una que le llamo especialmente la atención. Debía ser joven, por que sus pensamientos iban sobre los curiosos, los chicos de su edad, ropa interior...

Fuera quien fuera, Sebastián estaba leyendo su mente, acercándose paso a paso hacia la caravana. Descubriendo tanto de sus miedos, como de su necesidad.

Al ver abrirse la puerta, se detuvo para que todo quedara en silencio y sin embargo ella le presintió. Tanto así, que consiguió volverse hacia el y entonar sus preguntas, con el suficiente sentido de amenaza.

- ¿Quién te gustaría que fuera, Datniza? - hablo, saliendo de las sombras. Que ella pudiera verle un poco mejor, en los breves destellos que promulgaban las hogueras cercanas.
- Podría ser un viajero perdido, un joven en busca de aventuras o quizas solo soy... "un producto de tu imaginación, mientras duermes en la cama" - sugirió jugando con ella, enfatizando la última frase con su persuasión seductora.

por **Danitza Denndörfer** Dom Ago 21, 2011 7:01 am

A Danitza le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo cuando pronunció su nombre ¡¿Cómo demonios lo sabia?! Desde luego que no era alguien normal, ya estaba seguro. Ese tipo de sensación no la sentía con los humanos. Y aunque a veces odiaba resultar tan sensible en ese momento se alegraba de poder percibir las cosas. Si bien no podía acercar en si era o no un peligro para ella [o para los suyos] pero por lo menos ya sabía que no era "normal". Que no era humano.

Se acercó un poco más dejando esta vez que la luz de la luna iluminara también su cara al ponerse frente a él. - ¿Cómo sabes mi nombre? No eres humano ¿Qué haces aquí? - frunció el ceño sin demostrar ningún tipo de miedo en el rostro. Le habían enseñado que en casos como aquellos no debía demostrarse miedosa porque a la gente "oscura" era eso lo que más le agradaba - Y no trates de enredarme, no estoy soñando - advirtió en el mismo tono con el que había hablado anteriormente.

Se cruzó de brazos, algo impaciente. No debía olvidar que estaban solos en una zona ligeramente alejada del campamento. Aunque, por otra parte, sabía que con solo dar un grito todos podían despertarse y salir a su encuentro.

por **Julián S. de Mendoza** Dom Ago 21, 2011 10:19 am

Fas.ci.nan.te pensó sobresaltado, al encontrar una mortal capaz de resistir su persuasiva voz. Era la primera en hacerlo y desde luego una autentica gitana. No podía estar más complacido.

- En verdad que sois, un gran pueblo. Con extraños y maravillosos dones - hablo despacio, empezando a andar en circulos en torno a ella. - Se tu nombre, porque me lo susurran los animales - no iba a decirle a resueltas su propia habilidad. Aun no, claro.

Es valiente. Me enfrenta.... ¿Llamar a los tuyos con un solo grito?. Cuiado Sebastián, es una gatita se divertió, regodeado en la idea de imaginar como lo haría si decidia él, taparle la boca. Podía hacerlo a una velocidad asombrosa.... Pero desistió.

- Solo vengo buscando amistad, en este campamento - hablo muy suave, sin salamerías - no pretendía causarte mal alguno al mentirte. Solo era, para que no huyeras - sonrió, despacio, dejandola ver sus anchos y filosos colmillos.

por **Danitza Denndörfer** Lun Ago 22, 2011 12:45 pm

Se ha tomado algo, seguro. Pensó Danitza cuando escuchó eso de que los animales le habían dicho su hombre ¡Sí, ya! Conocía muchos dones, pero, ¿hablar con los animales? De ese no había oído hablar nunca y realmente no importaba. Lo que importaba es que conocía su nombre, tal vez..¡era un acosador! Y no era la primera vez que la veía. Solo la primera dándose ella cuenta. Aunque sería muy extraño dado que ella parecía tener unos ojos que siempre vigilaban por ella. Era la manera en que definía los extraños escalofríos que le daban cuando alguien se quedaba mirandola.

Frunció el ceño con sus palabras. Amistad ¡y qué más!. Pero ese gesto de incredulidad se vino a bajo en cuanto observó sus colmillos. Perfectamente afilados en esa dentadura blanca y perfecta. Como todos los de su clase. Vampiro.

Apretó sus manos contra ella misma dado que se mantenía cruzada de brazos. Fuese lo que fuese, no iba a demostrarle que podía temerlo. - ¿Tengo cara de querer huir? Solo salí a que me diera el aire ¿Y dónde voy a huir? Esta es mi casa. Aunque pueda entrar gente. Pero es mi casa - se enfrentó, de nuevo, contra él. Esta vez solo mirándole fijamente durante unos segundos.

El sentir que él la miraba tan directamente era algo que no hacía más que estremecerla. Y por eso tenía que mantener sus brazos contra su cuerpo para reconfortarse.

por **Julián S. de Mendoza** Lun Ago 22, 2011 8:23 pm

- Hazme tres preguntas. Las que quieras, las que consideres... oportunas. Y serán respondidas con sinceridad - dijo sentándose, con las manos cruzadas sobre las rodillas. - Ya te dije que mi intención no es hacerte daño y dado que desconfías, esperare. Es cosa normal - le sonrío, comedido.

Ya había encontrado en su mirada el reconocimiento de su naturaleza. Ahora ella sabía que era él. Y desde luego tenía sabiduría. No se ha creído mi mentira. Nos conoce. la observo detenidamente y acabo por apartar la vista, hacia las hogueras.

Ojala y el dejar de mirarte, sirva para calentar tus ánimos recogió unas briznas de hierbas y las olio, suavemente. Parecer más humano, respirar despacio y observar el crepitar de las llamas, consumiendo hambrientas la madera con sus lenguas voraces, perdiendose en los recuerdos que le traían.

Cuando era más joven y mortal, había bailado al compás de otra joven gitana en una taberna. Su rostro caoba, fino y perfilado. Con aquellos hermosos ojos verdes, herían el corazón de un hombre al sonreír. Su melena era rizada y le llegaba hasta media cintura, sus ropajes coloridos y chapitas redondas... habían hecho del fuego un sin fin de luces.

Todo había iniciado con una pelea y zanjado en un baile afortunado. En ambos rostros se entreveía la atracción de lo prohibido, fue la culminación de la noche. Hablaron y rieron, bailaron y jugaron a las cartas y a los dados...

Romi y payo. Unidos por un viaje de distintas dimensiones. En el... afán de conocer otras poblaciones, conocerse nuevos misterios, apostar a lo grande por vivir al limite de lo imposible. En ella huir de una boda no deseada y un padre severo. Llegaron a entenderse rápidamente y ser buenos amigos, reírse con sus mentiras hiladas para que Sebastian tuviera más que contar a su vuelta... Revolcarse por la hierba y correr como locos, por granjeros con palos, por robar unas gallinas, como dijera él, en vez de hacer caso de los consejos de ella.

Si, todo transcurrió bien hasta que el padre de la muchacha les encontrara...

Manuel Zalamilla. Alias el Gato rememoro Sebastián, despertando de su ensueño a la realidad, apartando la vista del fuego, para mirarla a ella de nuevo. ¿Sabría ya que quería preguntarle, o pasaría de aquella oportunidad?

por **Danitza Denndörfer** Vie Ago 26, 2011 11:04 am

Estaba claro que Danitza no iba a confiar en ese tipo que acababa de presentarse. Y menos sabiendo que era lo que era. ¡Se piensa que soy tonta!. No había conocido a demasiados vampiros en su vida pero si a los suficientes como para saber que no eran precisamente unos santos. Eran los hijos de Satan y eso lo tenía claro. Se alimentaban de sangre, sangre como la que le corría a ella por sus venas y el simple echo de pensar en ello hizo que le recorriera un escalofrío por todo el cuerpo.

Para disimular tal cosa empezó a caminar y ahora fue ella que le caminó rodeándole como si con eso estuviese examinándolo. Que se sintiera como ella cuando él mismo la había estado analizando de esa manera tan descarada. Se había sentido como si se presentara a algún concurso de belleza en esos de los que te miran de arriba a abajo para juzgarte ¡Y ella sabía muy bien cómo estaban sus dotes!.

Shh, cállate tonta ¿No ves que él puede leerte la mente?. Se dijo así misma, recordando que había adivinado su nombre. Todavía no sabía cómo ni pensaba averiguarlo porque simplemente no le interesaba pero había muchas habilidades sobrehumanas que un ser sobrenatural podía poseer. Ella misma, aun siendo humana, tenía algunos dones. Dones que hacía que la gente les temiera ¡Era injusto! A ella se le conocía como una gitana y tenía que vivir allí mientras que esas criaturas de la noche podían campar a sus anchas pasando totalmente desapercibidas. Sí, la vida es injusta. Menuda mierda.

Finalmente acabó por sentarse frente a él de piernas cruzadas y brazos cruzados. Le miraba con el ceño fruncido en todo momento. - No voy a confiar en ti por muchas preguntas que te haga, yo no puedo leerte la mente ¿sabías? - preguntó irónica, junto a una mueca. Desvió la mirada unos segundos y después volvió a mirarle. - Para empezar, si no has venido a hacerme daño. Ni a hacer daño a mi pueblo. ¿Qué haces aquí? - era una manera sutil de preguntar dos dosas. 1: Si había venido a hacer daño a su pueblo [cosa que posiblemente negaría] y 2: qué cosa habría venido a hacer si no era a chupar sangre. Se tendría que inventar una buena excusa.

por **Julián S. de Mendoza** Vie Ago 26, 2011 11:28 am

Una gata enjaulada, en una cárcel sin paredes. A eso le recordaba la gitana a Sebastián.

Una mujer que se arriesgaba y que seguramente se entregaría por su pueblo, si fuera necesario. Le veía buenas dotes, pero ah... tenía que reprimirse para no reírse. Es que le hacia tanta gracia la manera en que se le erizaba el cabello, en el revuelo de su falda al andar descubriendo unos tobillos tan delicados y aquella manera de clavarle la mirada.

En otro tiempo, se habría sentido ofendido, de esa mirada. Cuando era mas joven y veía a los gitanos con miedo.

- Me gusta el pueblo gitano. Si, vale... no me crees. Pero es cierto. Sois apasionados en la música y el baile. Conocéis de caballos y perros y pese a lo que digan de vuestros robos y mentiras.... - levanto las manos, en señal de paz - yo digo para sobrevivir, vale cualquier treta -

Se levanto despacio y la observo detenidamente.

- Cierto, no es justo. Yo tendría que estar más perseguido que tu. Pero estas son las cartas que nos repartió el destino - hablo, más coloquial -puedes pasar de ellas, cambiarlas alguna que otra vez... y en ultima instancia, con mucha habilidad, mostrarlas y ganar algo -

Le extendió la mano, en un gesto suave y amable, mientras por detrás de ella se iban apagando las ultimas hogueras.

- Empezare de nuevo, ¿vale?. Soy Sebastián de Mendoza. Vampiro, y he venido ante el pueblo gitano para disfrutar de su compañía y recolectar historias para mis novelas. Si miento, que la peor de vuestras maldiciones me consuma- finalizó en un tono serio y sincero.

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