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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Antonella Giordano Miér Ago 17, 2011 7:44 pm

Había un montón de cosas que yo odiaba sobre ir a una de esas fiestas en el Palacio, el tipo de ropa que tenía que llevar, los peinados, los zapatos torturantes, el corse y sobretodo tener que comportarse mientras estabas en público, bailar, conversar, soltar sonrisitas falsas hacia la gente y demás tonterías. La ropa la podía pasar, los zapatos también, el corse me lo pasaba siempre por el arco del triunfo, si de algo me servía tener la cintura que tenía, era precisamente para usar el vestido que quisiera sin tener que dejar de respirar en el proceso. El comportamiento era otra cosa, yo era muy capaz de parecer una dama por un momento mientras nadie me tocara las narices o mientras no me atacara el aburrimiento. PRobablemente para estas alturas del párrafo se preguntarán qué estaba yo haciendo en un baile cuando podría estar tirada en mi cama mirando el techo. Porque en mi cama mirando el techo era más probable que comenzara a pensar en cosas que no quería pensar y aquí, entre el bullicio de la gente y mis ganas de ahorcar a unos cuantos, podía mantener todo a raya.

Había llegado hacía ya un buen rato, había tomado una copa de champagne de la bandeja de uno de los meseros y me había dedicado a fundirme con el papel tapiz de una pared para evitar que se me acercaran para bailar. Si. Mi cara de no romper un plato era muy atrayente para los que buscaban una linda niña con quién casarse, si lograban acercarse lo suficiente antes de que yo huyera, ya me encargaba yo de darles a entender que su matrimonio conmigo no duraría más allá del "acepto". Movía la copa en círculos francamente aburrida pero sin ninguna gana de irme, tendría que caminar de regreso a casa y desde aquel día evitaba por sobre todas las cosas andar por las noches en la calle. ¡Valiente licántropo! Pero antes de ser una loba era una mujer, una que no iba a pasar por eso dos veces seguidas, ya me encargaría de encontrar un carruaje o rentar uno al final de la noche, cuando se fuera vaciando el salón, cuando no tuviera otra excusa para deambular por un salón sin nada mejor qué hacer.

Negué a otro ofrecimiento a bailar sin esperar su respuesta o su insistencia, tan sólo dándole la espalda y caminando hacia otro punto donde pudiera camuflagearme con los demás. Sorbito a la copa, un par de pasos más, espalda contra la pared y ojos puestos en lo que había más allá de la ventana a la que había llegado, al menos así parecería que estaba esperando a alguien y se mantendrían alejados, ¿cierto? Tal vez en un momento más saliera a tomar un poco de aire fresco, lo que fuera mientras no implicara ir caminando sola a mi casa en este exacto momento.
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Jue Ago 18, 2011 7:10 am

Otra noche más pasaba para Adam y, esta vez, había ido a acompañar de nuevo a su padre. Desde que había llegado a París se había enterado de todas las fiestas que se celebraban en el palacio y, sobretodo, lo importante que era su padre en ese mundo. Lo bien que se relacionaba con los demás. En Inglaterra siempre había tenido la posibilidad de ir o no ir a las fiestas. Fiestas que, en gran mayoría, era su madre quien organizaba tanto en su casa como en algún otro lugar que fuese dedicado a ese tipo de eventos. Y, claro, no iba siempre. Solo algunas veces si tenía un buen motivo por el que asistir. Aburrimiento, ganas de conocer chicas, alguna chica en especial..pero en muy pocas ocasiones no tenía nada que hacer. Allí no era "cortesano" pero si salía a ligar con frecuencia en los barrios no demasiado altos de Inglaterra. Pasaba desapercibido de la misma manera que lo hacía en París. Sí, ya tenía algo de práctica. Pero también podía ligar con muchachas de clase alta siempre y cuando fuese con sus amigos ¡benditas de sus hermanas!.

Y hablando de hermanas, unas le habían echado el ojo en la fiesta pasado un rato de llegar. Primero tenía que hacer las presentaciones con los nuevos conocidos de su padre y con los antiguos. Con todos. Porque en algún momento él tendría que ocupar el lugar de su padre, tendría que ser en parte como él y sabía que debía observarlo. Por suerte, para eso todavía quedaba mucho, demasiado. Y solo de pensarlo se le erizaba el bello del repelús. Tenía que vivir la buena vida hasta que se le acabara el choyo, aunque, de momento, el trabajo que le encarga Jonh tampoco se quedaba atrás y él tenía tiempo para todo. Había veces que no dormía demasiado pero siempre había preferido acabar el trabajo de una tacada que no dejarlo para el final porque se le hacía más pesado. Y cuando quería podía ser muy vago.

Tras las presentaciones su mirada buscó la de las hermanas ¡gemelas!. Evitó relamerse cuando vió que le miraban "furtivamente". Y, obviamente, no tardó en reunirse con ellas. Acabaron en el jardín, jugueteando. No todos los dias dos gemelas buenísimas se le acercaban y válgame Dios que acostarse con dos gemelas eran genial, sobretodo porque las caras eran iguales. Adam sentía que lo hacía con la misma persona por duplicado. Por desgracia, en su vida, a penas había tenido esa experiencia más de un par de veces. Y esa era una oportunidad de oro para poder tener una tercera vez. Hubiese sido una oportunidad de oro si no fuera porque el padre apareció. Por desgracia pero al mismo tiempo por suerte pudo escapar antes de que los pillara o no solo le haría un feo a su padre sino que podría llevarse una paliza. Claro que ese no sería el último contacto con ellas. Eran rusas y venían de vacaciones. El podría ser una estupenda "guía" por la ciudad. Por todos los sitios de la ciudad.

Salió por la parte trasera del jardín, caminando hacia dentro mientras se arreglaba un poco el cuello de la camisa e intentaba quitarse algo el carmín que posiblemente tendría por la cara o por el cuello. Tampoco le importaba mucho el cómo lo vieran mientras no supieran con quien había estado. Esa era la clave. Mantener el secreto.

Avanzó y avanzó hasta que, por culpa de estar mirandose en la cristalera si estaba manchado, chocó contra alguien. En un primer momento quedó algo desconcertado pero por la altura supo que no era un hombre. O no un hombre alto. Y en cuanto bajó la vista, dispuesto a disculparse ¡Cual fue su sorpresa!. - Disculpe madame, no la había visto - se disculpó finalmente haciendo una pequeña reverencia y aguantandose una sonrisa pero esperando una grosería por su parte. Si era quien creía que era -estaba seguro de que no se equivocaba- tampoco fallaría en esperar que le soltara un moco de ese estilo.
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Mensaje por Antonella Giordano Jue Ago 18, 2011 5:13 pm

Llegaba el punto de la noche en la que me preguntaba porqué querría estar en ese lugar, después de todo cuando vivía en Italia, hacía hasta lo imposible por no ir a esos lugares o salir corriendo en cuanto encontraba una oportunidad, había aprendido a sortear obstáculos, correr en tacones por los jardines, nadar en las piscinas con todo y ropa, saltar muros y sobretodo no quejarme de nada si en el proceso salía un poco herida, ya fuera un raspón, una cortada, una torcedura, una paliza por parte de mis padres. Cualquier cosa era un castigo leve para la diversión que me esperaba después de las rejas de esa cárcel que para mi significaban estos bailes aburridos. Ahora en París descubría que tal vez muy en el fondo, todo el proceso de preparación para ir a esos lugares, me gustaba. Ya lo que hacía después era otra cosa: escaparme, hacerle la vida imposible a alguna víctima en especial, conquistar a un incauto para manosearnos bajo las escaleras, hacerle pasar vergüenzas públicas a mi familia. Todo era parte de lo mismo.

Aquí a nadie le importaba si me escapaba, no tenía a nadie a quien le pudiera hacer la vida imposible ni hacerle pasar vergüenzas públicas y tenía bastante pereza de encontrarme a mi víctima para un manoseo en regla en "lo oscurito". Por lo que el simple hecho de tener que ponerse un montón de capas de ropa, unos zapatos que me lastimaban y perfumarme era un suplicio. Suplicio que hoy había llevado a cabo sin chistar sólo por no quedarme sola en casa mientras Pablo hacía sus cosas. Supongo que estar ocioseando en un lugar público en donde al menos podía distraerme era mejor que quedarme pensando en cosas que no quería hacer.

Me había quedado atontada mirando por la ventana, mente en blanco, tan sólo mirando sin mirar a los que estaban en el jardín, sin ponerles atención ni darme cuenta de quién era uno de ellos, en realidad no me importaba lo que pudieran estar haciendo o no haciendo. Pasé de largo a alguien que me invitaba a bailar de nuevo, ni siquiera le contesté. Que pensara que era ciega, muda, tonta, lo que quisiera. Yo lo que quería era no bailar con ese idiota así que daba lo mismo cuál fuera la estrategia. Parpadeé despertando de donde fuera que estaba yo volando y bajé la vista hacia mi copa de champagne que todavía ni siquiera llegaba a la mitad a punto de beberme lo que quedaba y cambiarme de lugar para despejarme otro poco pero el despeje llegó de otra parte.

Un choque, el colapso de la copa contra mi pecho y el líquido derramándose en todo el frente de mi vestido haciendo prender mi chispa de hostilidad. ¡Lo que me faltaba! -¡La madre que te parió!- No me importó que las mujeres cercanas me miraran como si fuera una pequeña progenie del demonio, ni que lo hubiera dicho en voz alta justo cuando los músicos estaban cambiando de canción haciendo que todo fuera más evidente aunado también a que había tirado la copa y se había hecho añicos en el suelo, tan sólo actué por impulso y colocando mi antebrazo en el pecho del culpable lo empujé regresándolo de donde venía y sin detenerme hasta que su espalda tocó la pared deteniéndome apenas para mirarlo y darme cuenta de quién era.

Su cara me hizo enojarme más. El tipo del parque, ese al que no había podido ahorcar aquella vez y que me hacía sentir una punzada de consciencia en el fondo de mi alma y que no me dejaba matarlo de una buena vez. Aunque ahora era diferente, lo había hecho a propósito, era lo más seguro. -¿Fue en venganza por lo de aquella vez, no?- Apreté más mi antebrazo contra su pecho notando de pronto que él era más alto que yo. Claro, pero sentada encima de él no parecía demasiado, ahora las alturas estaban determinadas y si creen que por que fuera más alto me amedrenté, están pensando en la persona equivocada. -Bueno, ya me echaste la copa encima... estarás contento-
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Sáb Ago 20, 2011 11:09 am

¡Esa salvaje! Desde luego que era ella, inconfundible. Por su actitud más que por su apariencia. Aún siendo apresado por ese brazo [que, para que negarlo, no imponía demasiado] se dedicó a contemplarla de arriba a abajo. Solo fue una vista fugaz, tenía que estar atenta a su palabrería para así poder contestarla al mismo nivel. No, claro que no se iba a dejar humillar y menos cuando ahora sentía todas las miradas sobre ellos. Daba la bendita casualidad de que cuando ella empezó a gritar el baile hubo finalizado y por ende se la podía escuchar berreando con eco incluido de regalo. ¡Simplemente genial! Eso si era llamar la atención en una fiesta. Claro que, a una mujer como ella, estaba claro que le importaba tres cuartos lo que ocurriese o lo que pensara la gente sobre ella. A Adam le ocurría lo mismo. Sin embargo, no podía dejar que se "estropeara" de esa manera. Era demasiado bella para que por una estúpida intervención que él había causado echara a perder a un posible pretendiente. Dios librara al pretendiente, eso sí.

Lentamente agarró su muñeca y se fué inclinando [aunque sintiera que por cada milímetro que se movía acababa autopresionándose en el tórax] hasta que estuvo a poca distancia de su rostro. - Shh, mujer ruidosa ¿No ves que todos te están mirando? Ahórrate el decirme que no te importan, ya lo sé, pero aún así no es bueno para tí - ¡Cualquiera diría que le estaba soltando un sermón por lo bajini. Sin embargo, lo único que quería era hacerla callar, realmente, no debería importarle tanto lo que pensaran de ella. Sí, en el fondo lo hacía para no poner en evidencia a su padre en la fiesta. Para no fastidiarle los negocios. Tenía que hacerlo por eso, simplemente, porque una mujer que lo había tratado como lo había tratado ella no se merecía nada de su preocupación. No era un hombre de pensar esas cosas tampoco, pero..

Antes de que se pusiera a berrear de nuevo miró con una sonrisa resplandeciente a los que les miraban embelesados y, lentamente, usó la muñeca que tenía sujetada para arrastrarla con lentitud hacia fuera. Lentamente, disimulando. Ella se resistiría pero él podía con ella le gustara o no. Y si no, se aseguraría de hacer más pesas en el gimnasio porque una canija como ella no iba a superarle. Más que por orgullo propio para darle un azote al orgullo de ella que se lo merecía. Sí algo tenía esa mirada que le lanzaba era seguridad. Seguridad de que posiblemente se había topado con demasiados hombres pusilánimes que con un par de palabritas había conseguido asustarlos. Que lejos estaba si pensaba que Adam huiría despavorido solo por unos cuantos "malos" tratos.

La música volvió a sonar y ya todos los ignoraron, cosa que alivió a Adam haciendo que la soltara. Caminando caminando habían llegado hasta una esquina oscura de las afueras del palacio, en la oscuridad y ciertamente alejados del público. Ese tipo de lugares solía utilizarlos para..otras cosas, pero al igual que en ese momento, serviría para que no la escucharan berrear ni la vieran hacer lo que fuese a hacer. El fin sería diferente [por desgracia] pero los resultados serían igual de buenos. Una vez allí, alumbrados únicamente por la luz de la luna, si que pudo contemplar. Primeramente, su rostro ¡Dios! Si era bello. Sin esos churretones, bien peinada y maquillada. Se veía realmente hermosa. - Vaya, que guapa eres, el otro día con lo manchada que ibas no pude darme cuenta de que bajo esa fiera había una belleza escondida - mintió con una descarada sonrisa maliciosa. Porque si que vio a una mujer bella en ella. El toque sucio y desaliñado le daba sensualidad [al contrario de lo que muchos podrían pensar]. Tal y como iba en ese momento, ese vestido que realzaba sus prominentes curvas le daba un toque de elgancia que obviamente en el parque no podía tener.

- Y no, no lo he echo a propósito. He chocado contigo por pura casualidad y siento haberte manchado el vestido - susurró. En aquel lugar no necesitaba hablar alto, ni siquiera con su tono de voz normal porque esos susurros ya eran suficiente para que lo escuchara. Apoyó una mano en la pared junto a la cabeza de la chica, inclinandose así hacia delante. Acorralandola un poco para ver cual sería su reacción ante esa "amenaza" que suponía él - Me alegro de verte, preciosa ¿Qué tal estás? - casi pudo escuchar en su mente la respuesta saliendo de la boca ajena. "Pues yo no me alegro, y estaba mejor antes de toparme contigo" lo interpretó en su subconsciente poniendo voz de nena. Eso le hizo soltar una carcajada que quedó únicamente en sonrisa de labios para afuera. Ahora solo se encargaba de mirarla a los ojos y repasar ese rostro en su mente una y otra vez.
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Mensaje por Antonella Giordano Dom Ago 21, 2011 11:55 pm

Encontrarme con ese sujeto era probablemente la forma que tenía el universo para decirme que había acumulado mal karma para tres vidas seguidas. ¿Es que no me podía dejar en paz tan sólo un momento? ¡Que ciudad tan pequeña era Paris! Como para encontrármelo dos veces en la misma semana. Intenté quitar la mano de su alcance un par de veces pero el tipo era insistente, perseverante y conseguía lo que quería. En este caso, mi muñeca. Moví la mano para que me soltara sintiéndole cada vez más cerca... y más cerca sin que yo pudiera hacer nada al respecto, solamente echar la cabeza hacia atrás para alejarme de él. TOmé aire para responderle que en realidad me importaba un sorbete que la gente me estuviera viendo pero se respondió antes de que yo pudiera emitir siquiera un segundo. ¿Y ese quién se creía que era? -Entonces ahórrate el sermonearme sobre lo que debo hacer... ¡Y no me calles!- Dije imitando su tono de voz bajito porque no me quedaba de otra.

Y entonces sentí el tirón que daba a mi muñeca. ¿Eh? ¿A dónde íbamos? Me resistí, lo juro, pero el pánico que me invadió al ser dominada por un hombre hizo que mi fuerza fuera totalmente endeble. Giré la muñeca para soltarme ya habiendo sentido el estado de emergencia en mi cuerpo, el sudor frío y el corazón palpitándome más rápido de lo normal. ¿A dónde me llevaba? -Oye... déjame...- El tono de voz cambió de ser hostil a ser casi una súplica cambiando de nuevo a hostil cuando me hubo soltado dando la imagen de que no había pasado nada. Yo no le había rogado, yo no había tenido miedo. Recompuse mi barrera y lo primero que hice fue alejarme de él.

Lo observé de reojo acordándome de lo que había pasado en el parque y cómo no había podido hacerle daño. ¿Dónde había dejado mi seguridad? Hice una mueca con tantos halagos que me ofrecía girando mi vista para alejarla de su rostro. -Que poco original... ese cuento lo tengo muy leído..- Aparenté aburrimiento, si bien no todo el mundo se atrevía a decirme que era guapa, si lo había escuchado una que otra vz de alguno que otro incauto que no se daba cuenta de mis indirectas. PEro noté su mirada, la tenía tan pesada que pude sentir cómo me repasaba entera. Claro que no sabía con quién estaba jugando. Lo miré de regreso y paseé mi vista por su rostro y cuerpo. ¨Sólo para que se diera cuenta de que yo también podía hacerlo. -Tu no estás mal... para ser tan irritante-

Chasqueé la lengua pasándome la mano por el pecho sintiendo lo húmedo de lo que se había derramado, o más bien me había derramado él. Ya no lo estaba viendo por lo que su acercamiento me tomó por sorpresa, apenas sentí su cuerpo cerca del mío, pegué la espalda en la pared con la esperanza de que de pronto pudiera traspasarla si es que se volvía estrictamente necesario. De nuevo estado de emergencia. Ojos abiertos muy grandes, lengua trabada, congelamiento corporal, incluso creo que me encogí más sobre mi misma. Probablemente él esperaba alguna contestación borde pero no podía, necesitaba un poco más de tiempo que un par de segundos para lograr hostilizarme después del pánico. -Estás... estás...- Y de vuelta a la Nell que yo conocía, con mis manos empujé su pecho hacia atrás lo más fuerte que pude recobrando la compostura. -¡Muy cerca! ¿Que no te enseñaron a respetar el espacio personal de la gente?- "El espacio personal"... "Respeto" ¿De qué coño estaba hablando yo? Me separé de la pared para evitar cualquier futura repetición de este suceso mientra buscaba en mi mente algo que pudiera decirle... algo ingenioso... algo borde... algo que lo hiciera alejarse de mi. ¡Para siempre! -Eres un idiota- Y de haber salido con la voz quebrada por el llanto habría sido de lo más patético, menos mal que había controlado la voz, era lo más que podía hacer. Lo único que se me ocurrió. Sólo necesitaba otro par de minutos y que se mantuviera alejado de mi para poder tener una conversación como se debe... o no. Mejor que me dejara en paz.
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Mar Ago 23, 2011 11:59 am

Por un instante de segundo vio que la chica enflaquecía. Que empezaba a dejarse llevar o, mejor dicho, empezaba a no sentirse tan fuerte. Que su super barrera era resquebrajada por sus palabras. ¿Qué palabras? Eso ya no lo sabía. Pero había dicho o echo algo que la puso en ese estado de mínima confusión. Solo fueron dos segundos. Tres a lo máximo. En cuanto lo empujó hacia detrás supo que aquella tregua ya se había acabado. Volvía a ser la fiera segura de si misma y con una barrera que no permitiría a nadie quebrantar. La que había conocido en el parque. Y sí, realmente, no sabía nada de ella. Pero era bueno calando a las personas y para entenderla a ella no hacía falta demasiado. O, por lo menos, no para Adam. Tampoco se daba por vencido fácilmente. Le había echado un cucurucho de helado por la cabeza. Le había intentado ahogar por su propia mano [cabe decir que, realmente, tenía mucha fuerza para ser tan canija]. Le había gritado en medio de mucha gente, gente de cierta importancia. Y le había dado ligeros empujones a lo largo del trayecto de su corta presentación.

"Eres un idiota" Eso, más que ofenderle, casi pudo hacerle morir a carcajadas. ¡Es eso lo único que me vas a decir después de todo! Quiso gritarle mientras reía. Pero lo único que salió por su boca fue una corta y no muy profunda carcajada. Las demás, se las guardó para si mismo. Y esa misma la disimuló poniendo su mano en un puño frente a los labios. La otra mano fue a parar al bolsillo derecho de su pantalón procurando así tener la distancia que ella mismo había establecido. Tal vez intentaría acercarse. Tal vez y solo tal vez conseguiría volver a abrumarla de nuevo. Aunque dudaba que su presencia pudiera perturbarla, realmente, él no era un hombre que impusiera demasiado. O por lo menos no a voluntad propia. Un hombre cachas de dos metros seguro que lo haría mucho mejor.

Después de ese pequeño momento de colapso también para él. Momento en que tuvo que poner toda su concentración en no parecer que se burlaba de ella. En guardar sus emociones para él mismo. Carraspeó. Era la mejor manera de disimular que su voz pudiera quebrarse, en este caso, por un buen motivo y no en el mal sentido. - Ah, un idiota.. - la miró de nuevo fijamente a los ojos - Vaya, ahora si que me has ofendido - intentó por todos los medio que no apareciera una sonrisa. No sonrías, vamos, vas a estropearlo. Se dijo así mismo, pero su interior pudo con él y algo acabó curvándose en sus labios. - Debería marcharme, semejante dicha es un duro golpe contra mi orgullo. Contra mi honor.. - apartó sus ojos de ella, cerrándolos al mismo tiempo que alzaba el rostro hacia arriba. - ¡Ah! ¡Qué dolor! - se agarró el pecho con la mano libre y abrió los ojos mirando hacia la luna. Está hermosa. Pensó, en medio de todo aquel teatro. Posiblemente, eso solo lo hacía todavía más imbécil a ojos de la chica pero sinceramente le importaba muy poco. Solo quería divertirse. Y tal vez, divertirla un poco a ella. Misión imposible. Bueno, intentarlo por lo menos.

- Bien, ahora ya puedes llamarme idiota, imbécil o lo que gustes, madame - bajó su rostro y con él sus ojos fueron a parar al rostro de la chica. Le guiñó un ojo desinteresadamente. Más como un acto reflejo picarón. Un "toque Adam". Extraño nombre pero solía pasarle muchas veces sin él quererlo así que sus amigos habían acabado por llamarlo de esa manera. Le tenían una envidia increíble pero en el fondo le querían. Hasta cierto punto, claro. Si se enteraban de que él practicaba también sexo con hombres.. Mejor no quiero descubrirlo. Sí, mejor sería no descubrir cual sería la reacción de ellos. - Ahora que ya estamos en paz podríamos presentarnos como es debido ¿no crees? - alzó una ceja esta vez sin intenciones de ocultar su sonrisa. A pesar de todo, estar con esa chica le divertía. Y, aunque es cierto que en el parque le había sacado un lado algo extraño de él en ese momento se sentía contento y feliz. ¿Cuánto duraría?.

Tomó una de sus manos e inclinó su torso hasta que sus labios besaron los nudillos. - Adam DuPont. Chico al que casi matas el otro día y que descuidadamente ha vertido una copa de champange sobre ti - se aguantó de reírse, por segunda vez en la noche. Volvió a su lugar, sin embargo, no soltó su mano. Solo quería molestarla, para que negarlo. - ¿Y tú eres? - entrecerró ligeramente los ojos como si intentara sacarle las palabras o ver tras ella. Aunque, realmente, solo era un acto. Porque si de algo estaba seguro es de que era un total y completo humano. Sin ningún tipo de poder. Por suerte para ella y por desgracia para él.
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Mensaje por Antonella Giordano Sáb Sep 17, 2011 6:51 pm

¿Acaso se estaba burlando de mi? La carcajada parecía decir que si. Y yo no era una chica que pudiera reírse de sí misma y mucho menos que lo hiciera alguien que además de todo me caía mal. Odiaba que se burlaran de mi, y más si era en mi cara, me hacía querer tirarle los dientes de enfrente de un puñetazo. Fruncí el ceño cruzándome de brazos para que de alguna manera pudiera mantenerme alerta, sin quitarle los ojos de encima, así podría anticipar cualquier movimiento que hiciera y así escapar antes de que pudiera atraparme, o aprisionarme, o cualquier otra cosa que quisiera hacerme.

Una vez que abrió la boca me di cuenta de que en realidad si se estaba burlando de mi. Entrecerré los ojos dedicándole una total y absoluta mirada de desprecio por burlarse de mi insulto. Iba a decirle algo, o simplemente a darme la vuelta e irme pero algo me hizo detenerme y quedarme ahí parada sin mover ni un músculo. Rodé los ojos cuando alzó la cabeza hacia la luna. ¿Qué demonios estaba haciendo? -Por Dios... no seas dramático...- Chasqueé la lengua y giré mi rostro hacia un lado negando con la cabeza sin poder evitar una mini sonrisa que se expandió solamente hacia un lado de mi boca. Sonrisa que obviamente no iba a mostrarle ni tampoco a admitir que había sucedido. Al menos porque pensé que no la habría visto. O eso esperaba.

Madame. Milady. Que horror. Aun así el apelativo me hizo volver a mirarlo, tal vez con el resto de una sonrisa en los labios porque no estaba muy segura de haberla quitado lo suficientemente rápido. Bien. Le llamaría idiota. Se lo merecía, después de todo. Alcé una ceja con su guiño porque no me lo esperaba, o más bien si me lo esperaba pero no dirigido hacia mi. Quise decirle algo como "deja eso" pero era tan rápido que nunca me daba tiempo a decirle o hacerle algo. O tal vez yo era demasiado lenta. ¿Presentarnos? Bueno, tenía toda la razón, en realidad no nos conocíamos por nombre, solamente por un par de agresiones y venganzas entre los dos. Curioso. Muy curioso.

Y mientras yo determinaba el nivel de curiosidad que había tenido nuestra relación desde un principio, osó volver a tocarme, cosa que me hizo dar un alto hacia atrás. No lo pensé bien. O él lo había pensado mejor porque me había agarrado fuertemente, al menos lo suficiente como para no dejar que me escapara de su agarre. Jalé mi mano por instinto habiendo cambiado mi expresión de relajamiento que había adoptado hacía un momentito, a una de susto. Un escalofrío me recorrió cuando sus labios tocaron mis nudillos escuchando su presentación. Un tartamudeo que quería ser un reclamo por la cercanía que nunca salió de mis labios. Lo vi incorporarse y me di cuenta que su mano no había soltado la mía. ¿Qué le sucedía? Ya había pasado la presentación y yo quería mi mano de regreso. No pretendía decirle que me soltara porque esa palabra se había desgastado en el parque de diversiones pero pretendía quitarle mi mano de la suya con unos cuantos tirones. Tirones que no sirvieron de nada.

Vi su sonrisa y su gesto cuando preguntó por mi nombre sabiendo que no tendría alternativa más que presentarme. Vi mi mano atrapada y suspiré sin volver a mirarlo. -Nell- Dije llanamente, después de todo yo ya había dejado de ser una Giordano y él, teniendo en cuenta que estaba en esta fiesta, podría relacionarme con mis padres con sólo el apellido. Y eso significaba decirle adiós a mi paga mensual. Volví a jalar mi mano. Tenerlo agarrándola y habiendo dicho mi nombre me hacía sentir totalmente vulnerable e idiota. -¿Puedes regresarme mi mano? La necesito- Incluso podría aventurarme a decir que me había sonrojado. Y ahora necesitaba que dejara de tocarme para volver a recomponerme.
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Dom Oct 09, 2011 1:33 pm

El teatrillo que había echo segundos atrás no es que le hubiese servido de mucho, si un caso para enfadar algo más a la pícara muchachita que ya se notaba deseosa de que le soltara la mano. Y, una vez más, él hizo todo lo contrario a lo que le pedía. No se conocían de nada, sin embargo, el echo de que pudiese molestarla con tanta facilidad era algo que a Adam le encantaba. Más cuando vio algo semejante a un sonrojo que se repartía en sus mejillas, sus preciosas mejillas. Tenía que aceptar que era guapa, bastante y era tan guapa como aterradora para hombres "sensibles" no acostumbrados a tener un no por respuesta. También tiene un bonito nombre. Se dijo mentalmente Adam mientras pensaba sobre lo que le había dicho. Nell ¿Extraño? Probablemente una abreviación Su nombre ya era demasiado corto como para abreviarse ¡Qué lastima! O también le hubiese pagado con la misma moneda de cambio. Sin embargo, no tenía otro remedio que darse a conocer incluso con el apellido. En el burdel, por el contrario, los apellidos sobraban ¿Para qué podían ser necesarios? Cuando uno gritaba llegando al orgasmo no lo hacía con el apellido del contrario y mucho menos con ambas cosas. No. Solo necesitaban saber que podían llamarlo Adam e incluso en algunas ocasiones se ponía otro nombre; solo para darle algo de morbo a la situación. ¡No pienses en eso! Se dijo dándose cuenta de que no era momento de pensar en el burdel ni en las cosas que hacía allí, no porque no fuese "apropiado" sino porque no quería tener una erección frente a la muchacha y que pensase que era por su culpa. Posiblemente de ser algo más cariñosa conseguiría excitarlo pero tan esquiva como era..lo dudaba. En todo caso; todavía tenía que conocer bastante más las facetas de su reciente compañera.

Se escuchó, de repente, que la música de dentro empezaba a sonar de nuevo. Un vals y aunque a Adam no le gustaba demasiado bailar si le gustaba hacer honor de todas las clases que había recibido de pequeño. Tantas clases de refinamiento, de buenos modales y de buen comportamiento allá a dónde fuera. Si sus padres supieran dónde andaba metido posiblemente les daría un "pequeño" infarto; de echo su madre casi lo había descubierto. Por suerte, para él, se había quedado con la idea de que era un chico muy "alegre" y que necesitaba algo de la disciplina de su padre. Por eso estaba allí. En Inglaterra. Y por eso había ido a aquel baile para acompañar a su padre y no dejarlo en mal lugar, cuando se era hijo único no podían discutirse esas cosas. No había hermanos que pudieran sustituirte y, sobretodo, la elección de ir o no ir que siempre le daba su madre allí ya no existía. Su madre había resultado ser mucho más compasiva en este tipo de terrenos; en cualquier caso no se quejaba. Los adoraba, a ambos y la familia era lo primero. Por suerte su familia podía cuidarse sola y él podía dedicarse en pensar en las típicas "cosas" de adolescente, de un adolescente tan vivo o, como su madre había dicho, alegre. Claro que esta vez nadie iba a descubrirlo, ya empezaba a ser suficiente mayor como para guardar sus propios trapos sucios incluso de sus amigos de alta clase. Los cuales -la mayoría de ellos.- no tenían ni idea de lo mucho que se juntaba con gente "baja" o como solían llamarlo ellos "pobretones". Si ellos supieran. Más infartos que llevarse al bolsillo.

Mostró una sonrisa en cuanto soltó su mano tal y como la mujer le había pedido, sin embargo, tan rápido como la soltó se acercó. Una de sus manos se posó en su cadera, suave y delicadamente, probablemente a penas podría notarla bajo todo ese montón de ropa que las mujeres siempre llevaban en los bailes. En parte, por eso le gustaban las mujeres de su "barrio bajo", llevaban tan poca.. - ¿Me concederás este baile Nell? Creo que no has bailado mucho esta noche y sería un desperdicio dejar pasar tan bella música - se tomó el atrevimiento de tutearla, sí, solo para molestarla; una vez más ¿Cuántas serían? Debía separar las voluntarias de las involuntarias claro, aunque de las últimas más bien habían sido pocas. Había encontrado su diversión "sana" por esa noche y, obviamente, no pensaba soltarla hasta que su padre como cada vez que iban allí le obligara. Nunca podía acabar aquello que estuviese haciendo. Nunca. Su padre era tan molesto para esos casos como un autentico dolor de muelas.

vals:
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Mensaje por Antonella Giordano Lun Oct 24, 2011 6:28 pm

Esto era sumamente ridículo. Un tipo raro y excesivamente molesto me estaba sacando de mis casillas, lo suficiente para que me sonrojara y me pusiera nerviosa pero no tanto como para que le diera su merecido. ¡Si tan sólo tuviera un cono de helado conmigo! Lo miré mientras todavía forcejeaba débilmente para recuperar mi mano de su agarre. ¡Que molesto! Y seguramente que lo hacía a propósito. Yo sólo necesitaba estar segura de que no me haría daño y podría incluso empezar a tratarlo con la decencia que debía solamente para sobrevivir mientras estábamos en ese lugar y luego poder huir cobardemente a refugarme a casa, debajo de las sábanas que cubrían mi cama y probablemente hablando con Pablo para sentirme mejor. No había dicho nada dde mi nombre. Mejor. Preguntas complicadas era lo que menos me hacía falta en ese momento. ¿Nell? ¿No es ese un nombre muy corto?, ¿Acaso no tienes apellido?, ¿Es el diminutivo de algún otro nombre? Podía ser cualquier cosa pero estaba decidida a no hacerle caso cuando me preguntara cualquiera de ellas.

Podía ser cuestión de un momentito, un descuido de mi prte y entonces él sabe mi nombre y se lo cuenta a su mejor amigo que "promete" no decirle a nadie pero en una borrachera se le suelta la lengua y le dice a otro alguien que su mejor amigo conoció a la tal Antonella Giordano que había estado muerta por unos meses. Mi padre ahora no sólo me desterraría, no sólo me perseguiría por medio mundo hasta quedarse seguro de que no volvería a meterme en sus círculos sociales. Probablemente me perseguiría hasta matarme con toda la saña posible. ¡Cielos! Si probablemente mi muerte se seguía comentando por los círculos de altas clases sociales. ¿O era que yo era demasiado arrogante? No. Mi padre viajaba mucho a Paris. Era yo la idiota que había venido aquí con la esperanza de que nadie me siguiera y ahora estaba por echar todo mi plan por la borda. Ahora tendría que irme a vivir a otro lado. Tal vez a Japón, empezar todo de nuevo y conocer gente nueva. ¿Pablo querría ir conmigo?

No lo escuché cuando me dijo que quería bailar. Me había puesto fría. Literalmente mis extremidades habían bajado de temperatura de tan sólo pensar en volver a ser desterrada. Viajar yo sola otra vez podría catalogarse como la última cosa que yo querría hacer. SObretodo con el montón de hombres que viajaban en los barcos, yo no estaba en condiciones de estar con tantos hombres alrededor. Me habría vuelto loca. Jalé aire intentando llenar mis pulmones porque me había olvidado de respirar un momento, el mareo no tardó en llegar y de pronto la música me empezó a parecer groseramente alta en volumen. Creo que incluso moví la cabeza afirmativamente cuando escuché su pregunta, más por quitármelo de encima que porque hubiera escuchado lo que me había dicho. Había aceptado bailar con él pero yo me estaba recuperando de un shot de pánico en mi sistema que me había destanteado.

-Espérate... me siento mal...- Dije tan rudamente como pude apenas antes de que se me doblaran las rodillas y tuviera que aferrarme a él sin querer, antes de que sintiera que el mundo se movía violentamente en círculos por debajo de mi y antes de esconder mi rostro en su pecho. Sin querer. Me habría dejado caer al suelo de buena gana pero había sido un impulso agarrarme de sus brazos. -Creo que...- ¿Voy a desmayarme? El resto de la frase quedó en un suspiro que la cortó, la oscuridad se hacía presente en mis ojos hasta dejarme totalmente ciega y totalmente a su merced.
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Mar Nov 01, 2011 12:32 pm

Al principio pensó que todo sería un teatro como el que él mismo había montado segundos atrás ¡Vamos! Quién se iba a creer que aceptaría de buenas a primeras el bailar con él. Se quedó un poco -bastante.- sorprendido cuando movió su cabeza de manera afirmativa y estuvo a punto de decirle algo. ¿Le estaba tomando el pelo? O bien, se había echo la dura para nada durante todo el tiempo. Para acabar al final accediendo a esa simple petición. No, definitivamente, algo pasaba. Lo supo en cuanto se agarró a su camisa. Con tanta fuerza que pensó que la destriparía y, de echo, la dejó bastante arrugada. Las palabras no fueron muchas pero si llegaron a sus oídos "Espera..no me siento bien" Vale, le estaba haciendo el teatro ¿No? Eso tenía que ser una excusa o bien en venganza por lo "ofendido" que había aparentado estar él. Seguro. Y tan seguro como que en cuestión de segundos se desplomó sobre él - ¡Oye! - Gritó casi automáticamente al mismo tiempo que la sujetaba, obviamente, para que no se diera contra él suelo. La cabeza le quedó floja y los cabellos se le echaron hacia delante cuando intentó acomodarla mejor entre él. Se le escurría debido a la sorpresa del momento. - Oye ¿Nena? Si esto es una broma, puedes terminarla ya - murmuró agachándose. Por cada mínimo movimiento que hacía ella estaba más cerca del suelo y, por ende, acabaría tirándolo a él también. La miró unos segundos pero no le hizo falta mucho más para saber que no era una broma ¡Geníal! ¿Y ahora qué demonios le había ocurrido - La madre que.. - no acabó de maldecir porque estaba demasiado ocupado intentando pasar su brazo por tras su nuca. La única manera en la que podría alzarla correctamente sin desnucarse o hacerse polvo la espalda.

Le tomó unos cuantos minutos tenerla mínimamente agarrada y segura, sin embargo, la parte más dura fue la de alzarla del suelo. Por poco y se acaban cayendo los dos gracias a lo resbaloso que estaba el suelo de las lluvias que habían sucedido los días anteriores. Estaban en el jardín y, obviamente, no se preocupó de mirar lo que había bajo sus pies mientras lo movía. ¡Se había desmayado! Su salud era lo más importante. Mentira. Lo más importante era ahora llevarla a algún lugar dónde se pudiera recostar. Miró al frente. La gente estaba bailando, la fiesta continuaba y si la veían en sus brazos probablemente se montaría un revuelto innecesario. Miró hacia los lados. Caminó por la parte trasera del castillo intentando pasar desapercibido ¡Sí, ya! Un hombre con una mujer en brazos, en una fiesta. Era el panorama más normal. En el burdel aún no se habrían dado cuenta pensando que era una clienta. Pero allí ni que estuviese consciente o inconsciente. Aún así hizo todo lo que pudo por dirigirse a la parte trasera dónde había una puerta que conducía a otra ala del palacio. Una que, para su suerte, estaba con una luz muy baja lo que significaba que a penas habría gente. Sus pasos le llevaron allí veloces o, por lo menos, todo lo veloz que podría ir con la mujer en brazos. Tenía que tener mucho cuidado porque si se caería no sería él el único herido. Y no se perdonaría hacerle daño por su culpa.

La desesperación le llevó a entrar en la primera puerta que encontró nada más entrar en el pasillo. Una puerta tan grande y laboriosa como las otras pero que escondía una habitación a oscuras. Estaba todo en silencio. Solo se escuchaban los murmullos de la fiesta. Ni siquiera se paró a cerrarla, solo se apresuró a dejarla recostada sobre un diván que había allí. Sus ojos buscaban una superficie mínimamente cómoda donde poder resposarla y esa fue la primero que vieron - Ey ¿Me oyes? - Comenzó con la segunda parte de intentar despertarla. Teniendo en cuenta algunos "baches" del camino tal vez había vuelto a recuperar la consciencia. Le tomó el pulso. Respiraba, eso era buena señal. Sin embargo, la sentía demasiado fría lo que le provocó una especie de repelús - Nena, responde - Se sentó en el borde del mueble y le agarró el rostro con ambas manos ¿Qué podía hacer? No despertaba. Le empezaba a cundir el pánico - Joder, me abofetearás por esto - Y antes de poder si quiera pensárselo o dar tiempo a nada más se inclinó hasta que sus labios quedaron sobre los de ella. No sabía que pretendía con eso, desde luego no aprovecharse, pero ya que le desagradaba tanto su persona a lo mejor eso ayudaría a despertarla.
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Mensaje por Antonella Giordano Dom Dic 04, 2011 8:31 pm

Negro. Todo se me había vuelto negro de pronto y había perdido el conocimiento. Era un bonito color, para vestir, para tener el cabello tintado del mismo, para comprarte un sombrero, los hombres se veían exquisitos en atuendos elegantes de color negro. Pero en términos físicos, no era precisamente un campo de flores. Cuando la piel se te ponía negra, era de poner atención, cuando un morado se volvía negro, había sido demasiada fuerza, cuando la vista se te volvía negra...

Podría decir que escuché algo, que sentí algo, que soñé cualquier cosa pero la verdad era que no me di cuenta de nada. Probablemente cuando me despertara me sentiría avergonzada, me encontraría en un lugar que no recordaba y quisiera huir de ahí en cuanto pudiera tenerme en pie, pero mientras eso sucedía, estaba a la merced de Adam. Completamente indefensa, vulnerable y jodidamente inconsciente en sus brazos. Además el tipo... me causaba... algo... raro... No raro en realidad, era más bien como... repulsión... Pues no, es que era difícil de definir, era como una especie de atracción/repulsión al mismo tiempo que me confundía. Me daban ganas de echar a correr cuando me tocaba pero también de quedarme para ver qué más podía hacer. Y sinceramente me daba miedo, pero eso ya era cosa de mis traumas psicológicos. Si me hubiera tocado más de la cuenta... hubiera querido decir que le pegaría, pero lo más seguro era que me echara a llorar y a pedirle que me dejara en paz.

Mi pensamiento se fue acomodando conforme pasaban los segundos, pensaba y no pensaba, oía y no oía nada. O tal vez me imaginara todo lo que pasaba. El hecho es que muy en el fondo de mi mente sabía que estaba con Adam y en el momento en el que mi pensamiento viajaba en el borde de la consciencia y la inconsciencia sintió sus labios en los míos.

.Me. Estaba. Besando.

E inconsciente/consciente mente mis labios devolvieron el favor, porque eso era lo que uno hacía en estos casos. ¿Cierto? Si bien yo no era la viva imagen de una princesa de cuento de hadas y ciertamente no me esperaba que me besaran como tónico contra el desmayo, él lo estaba haciendo. Y lo estaba haciendo bien. Tan bien que abrí los ojos y levanté una mano hacia su cabello que acaricié antes de que Jamal se me apareciera en la mente y echara a todo a perder. Me tensé por completo, apreté la mano en su cabello y lo alejé de mi después de unos deliciosos 10 segundos. Salí de debajo de él, caí del diván y empujé con mis pies para echar mi cuerpo hacia atrás. -¡¿P... pe... pero... pero qué haces?!- No, momento... así no era. La voz cortada y llena de un pánico que se combinaba con deseo inconcluso e intriga por ese hombre me hacía parecer como una mujercilla normal. De esas que se derretían por cualquier cosa con un bulto en la entrepierna. Me aclaré la garganta y traté de recuperarme. Al menos un momento.

Lo hubiera abofeteado, le habría pegado, dejado un ojo morado, podría gritarle con maldiciones, salir corriendo y gritar que quería violarme pero nada de eso salió y tan sólo pude volver a hacer un intento de preguntarle qué estaba haciendo, uno que no salió tan mal... pero no tan molesto como debía salir. -¿Porqué me besas?- Levanté la mano con la pura y nata intención de limpiarme los labios en un gesto de disgusto pero lo único que salió fue que me pegué el dorso a los labios y bajé la mirada sintiéndome vulnerable. ¡¿Qué demonios me sucedía?! Espalda pegada a la pared, rodillas pegadas al pecho haciendo que me hiciera un ovillo y sin poder gritarle debidamente. Tan sólo necesitaba unos momentos y entonces me saldría un "¿¡Porqué mierda me acosas?!" que sería más adecuado para nosotros dos. Sólo unos segundos.

off: Disculpa la tardanza... U_U
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