AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
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Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Todo había ido cuesta abajo desde que abrí los ojos, chasco tras chasco hasta terminar embarrada de fango de pies a cabeza, literalmente. Elaboraré: Hoy era uno de esos días en que en cuanto despiertas en tu cama, sabes que no sería prudente salir a la calle, ni siquiera salir de la cama pero como toda buena mujer imprudente ignoré el sentimiento y puse el pie en el suelo frío sintiendo el contraste entre mi temperatura del cuerpo recién salido de debajo de las mantas y el pie desnudo y desprotegido. Estornudo. Primera señal de que el día no sería bueno. Después de haber roto las cintas de uno de mis vestidos en el vano intento por vestirme yo sola, tantas capas y tenía que pifiarla en la última. Luego siguió el hecho de que no tuviera nada de desayunar, encontrarme un camino lleno de vampiros apestosos hasta el cementerio donde últimamente era el único lugar donde podía estar en paz.
Por el camino, me había torcido un tobillo al esquivar un carruaje que pretendía arrollarme, sentía la articulación del tamaño de una sandía y punzaba que me moría del dolor. Cojeaba. Al menos ya había desayunado en un puesto del mercado ambulante pero esto era francamente ridículo. En el cementerio las cosas no fueron mejores porque por no estar poniendo atención volví a tropezar y rodé cuesta abajo de una pequeña colina aterrizando dentro de una tumba cavada. ¡Una tumba cavada! Y afortunadamente vacía porque yo creo que sería una muy mala compañía para un muerto. Me había hecho un asco, la tierra estaba húmeda y mi vestido ahora la tenía toda encima sin mencionar que estaba atrapada en un maldito agujero destinado a un ataud. Un escalofrío me recorrió entera mientras intentaba formular una estrategia para salir de ahí. Tres metros bajo tierra, el concepto era muy acertado.
Afortunadamente para mi, uno de los que habían cavado la tumba pasaba por ahí y me ayudó a salir después de que casi lo mato de un infarto fulminante. -Gracias- Ignoré su consejo de que no debería estar ahí porque ya me había yo dado cuenta de ello. Ahora me dolía el tobillo, estaba sucia, despeinada y creo que a punto de gritarle a cualquiera que se me atravesara en el camino mientras yo caminaba sin rumbo fijo hasta escuchar música y ver luces. No me importaba dónde, sólo quería sentarme o en su defecto que apareciera de la nada un carruaje que me llevara a mi casa donde podría acostarme y recriminarme el hecho de haber salido cuando yo no debí haber salido a ningún lado. Me dejé caer en una banca ignorando las miradas a mi sucia anatomía y renuente a mirar mi tobillo que seguro estaría hinchado, morado y horrible. No necesitaba eso ahora mismo.
Por el camino, me había torcido un tobillo al esquivar un carruaje que pretendía arrollarme, sentía la articulación del tamaño de una sandía y punzaba que me moría del dolor. Cojeaba. Al menos ya había desayunado en un puesto del mercado ambulante pero esto era francamente ridículo. En el cementerio las cosas no fueron mejores porque por no estar poniendo atención volví a tropezar y rodé cuesta abajo de una pequeña colina aterrizando dentro de una tumba cavada. ¡Una tumba cavada! Y afortunadamente vacía porque yo creo que sería una muy mala compañía para un muerto. Me había hecho un asco, la tierra estaba húmeda y mi vestido ahora la tenía toda encima sin mencionar que estaba atrapada en un maldito agujero destinado a un ataud. Un escalofrío me recorrió entera mientras intentaba formular una estrategia para salir de ahí. Tres metros bajo tierra, el concepto era muy acertado.
Afortunadamente para mi, uno de los que habían cavado la tumba pasaba por ahí y me ayudó a salir después de que casi lo mato de un infarto fulminante. -Gracias- Ignoré su consejo de que no debería estar ahí porque ya me había yo dado cuenta de ello. Ahora me dolía el tobillo, estaba sucia, despeinada y creo que a punto de gritarle a cualquiera que se me atravesara en el camino mientras yo caminaba sin rumbo fijo hasta escuchar música y ver luces. No me importaba dónde, sólo quería sentarme o en su defecto que apareciera de la nada un carruaje que me llevara a mi casa donde podría acostarme y recriminarme el hecho de haber salido cuando yo no debí haber salido a ningún lado. Me dejé caer en una banca ignorando las miradas a mi sucia anatomía y renuente a mirar mi tobillo que seguro estaría hinchado, morado y horrible. No necesitaba eso ahora mismo.
Antonella Giordano- Licántropo Clase Alta
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
La tarde prometía para Adam y no porque tuviese un lujoso baile o alguna fiesturria de esas remilgadas -de ser así no sería prometedora si no aburridora- sino porque ¡iba a trabajar! No era la primera vez pero no podía dejar de verse animado cada vez que lo hacía. Le encantaba alejarse de su vida normal para verse como una persona normal y corriente como otra cualquiera de las que a diario tenían que ganarse el pan de cada día. Seguramente si alguno de sus amigos de la alta esfera le escuchara le tratarían de loco pero a él no le importaba ser un loco mientras se sintiera feliz y estaba enormemente feliz con aquello.
Uno de sus amigos -uno que hizo en el burdel curiosamente- trabajaba en la feria que había próxima a la catedral. Una pequeña feria a la que había ido alguna que otra vez con una pareja para pasar una buena velada, sin duda, ganaba mucho más de noche con todas las luces; era realmente fantastica ¿mágica? cuando la veías de fondo incluso te asemejaba a un espejismo y se comentaba que por allí había algunas maldiciones. Pero claro, a Adam lejos de causarle miedo lo único que hacía era aumentarle la adrenalina en el cuerpo, la curiosidad y eso no era bueno; para los demás claro.
El puesto que le tocaba era uno de helados; no demasiado grande. Tenía que llevar una especie de delantal con un gorrito a juego de la marca de la caravana, realmente le hacía ver gracioso y más gracia le haría a él ver la cara que podría su padre si por una remota casualidad le viera allí. No se reiria precisamente pero igualmente le sacaría de sus casillas y dado que su padre era sumamente tranquilo ya le complacería ese mínimo gesto, sí, le encantaba enrrabiarlo por pura niñería. A veces podía resultar de lo más infantil. Por desgracia no era la primera vez que trabajaba allí y no porque no le agradara si no porque en varias semanas su amigo ya se había puesto enfermo unas cuantas veces. No tenía demasiados recursos así que no dudó en prestarle su ayuda en cuanto lo notó, a pesar de haberle facilitado las medicinas necesitaba reposo; era de complexión débil. No podía perder el trabajo por ello, Adam se encargaría.
Daban las seis en punto cuando le tocó el descanso en el que le sustituiria su compañero. Se iban turnando y así en lugar de estar los dos atendiendo a la vez un puñado de horas podían ambos disfrutar de unas cuantas horas libres cobrando lo mismo; por suerte el jefe casi nunca estaba.
Dejó sus trastes colgados en la percha y se llevó uno de los helados que tomaría por el camino mientras daba una vuelta. No pudo evitar que sus ojos se desviaran hacia una muchacha sentada en un banco, por sus pintas dedujo que sería una vagabunda. Una vagabunda que se veía realmente mal ¿Qué le habría pasado? - Toma, pareces tener hambre - se puso en cuclillas frente a ella y estiró la mano que tenía el helado. Realmente no parecía hambrienta pero en ese momento no se le ocurrió otra cosa para abordarla.
Que buena manera de empezar su relacion! xD
Uno de sus amigos -uno que hizo en el burdel curiosamente- trabajaba en la feria que había próxima a la catedral. Una pequeña feria a la que había ido alguna que otra vez con una pareja para pasar una buena velada, sin duda, ganaba mucho más de noche con todas las luces; era realmente fantastica ¿mágica? cuando la veías de fondo incluso te asemejaba a un espejismo y se comentaba que por allí había algunas maldiciones. Pero claro, a Adam lejos de causarle miedo lo único que hacía era aumentarle la adrenalina en el cuerpo, la curiosidad y eso no era bueno; para los demás claro.
El puesto que le tocaba era uno de helados; no demasiado grande. Tenía que llevar una especie de delantal con un gorrito a juego de la marca de la caravana, realmente le hacía ver gracioso y más gracia le haría a él ver la cara que podría su padre si por una remota casualidad le viera allí. No se reiria precisamente pero igualmente le sacaría de sus casillas y dado que su padre era sumamente tranquilo ya le complacería ese mínimo gesto, sí, le encantaba enrrabiarlo por pura niñería. A veces podía resultar de lo más infantil. Por desgracia no era la primera vez que trabajaba allí y no porque no le agradara si no porque en varias semanas su amigo ya se había puesto enfermo unas cuantas veces. No tenía demasiados recursos así que no dudó en prestarle su ayuda en cuanto lo notó, a pesar de haberle facilitado las medicinas necesitaba reposo; era de complexión débil. No podía perder el trabajo por ello, Adam se encargaría.
Daban las seis en punto cuando le tocó el descanso en el que le sustituiria su compañero. Se iban turnando y así en lugar de estar los dos atendiendo a la vez un puñado de horas podían ambos disfrutar de unas cuantas horas libres cobrando lo mismo; por suerte el jefe casi nunca estaba.
Dejó sus trastes colgados en la percha y se llevó uno de los helados que tomaría por el camino mientras daba una vuelta. No pudo evitar que sus ojos se desviaran hacia una muchacha sentada en un banco, por sus pintas dedujo que sería una vagabunda. Una vagabunda que se veía realmente mal ¿Qué le habría pasado? - Toma, pareces tener hambre - se puso en cuclillas frente a ella y estiró la mano que tenía el helado. Realmente no parecía hambrienta pero en ese momento no se le ocurrió otra cosa para abordarla.
Que buena manera de empezar su relacion! xD
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Un dolor palpitante se concentraba en el tobillo derecho, subiendo lentamente por la pierna ahora que estaba quieta. Lo mejor sería moverse pues si dejaba que se inflamara, no me podrí parar de esa banca y ahí tirada, ¿Quién se iba a dar cuenta de mi ausencia? Miré hacia el cielo que todavía no estaba oscuro y calculé que me quedaban unas horas de luz solar para lograr llegar a casa, que por cierto, quedaba hasta donde daba la vuelta el viendo [léase lejísimos]. Dejé escpar un gruñido de exasperación porque sólo a mi me pasaban estas cosas y además lejos de mi casa. Sólo faltaba que lloviera, eso pondría la cereza al pastel de mis desgracias. Bueno, al menos si llovía, podía lavarme todo lo sucio que llevaba encima.
Levanté el bajo de mi vestido mirando hacia abajo para ver el pie inflamado hasta ver el zapato abrigando una cosa que ya no parecía un pie, un ahogado quejido mientras dejaba de nuevo la falda donde estaba y echaba la cabeza hacia atrás. Sólo esperaba que mi sanación acelerada se acelerara y me curara de inmediato. Debía estar severamente lastimada como para que no estuviera sanando como se debía, eso, o yo estaba defectuosa y además de no ubicar licántropos por el olfato, sentir que me moría por oler vampiros, además, sólo me curaba rápidamente cuando me daba la gana. Esto era para morirse de la risa. Sin embargo, yo no estaba tan ansiosa por empezar a reír, quería irme a mi casa y la única forma que tenía para irme, sería caminando porque todavía no aprendía a volar, y ciertamente no traía un carruaje, los carruajes eran para las nenas, para las que no les gustaba ensuciarse el vestido, ni lastimarse los pies, ni mojarse tampoco. Irónicamente ahora yo estaba sintiendo una profunda y creciente necesidad de un estúpido carruaje.
Paseé la mirada por el parque mientras maldecía mi suerte y rogaba porque mi súper poder me arreglara el tobillo lo más rápido que pudiera, antes de que anocheciera, antes de que comenzara a llover porque viendo la suerte que traía encima, llovería. Estaba segura de ello. Me froté la nariz con el dorso de la mano intentando quitarme la tierra de la cara también y sacudiendo el vestido una y otra vez. Fue hasta que alguien se atravesó en mi espacio visual que quité mi atención de lo sucia que iba y la puse en la cara que me estaba mirando, en lo que dijo y lo que tenía en la mano.
¿Que parecía tener hambre? No. La cara que tenía se podría clasificar como "enfurruñada", "furibunda", "amenazante" pero no precisamente como "hambrienta" y la forma en que lo dijo. Si. Claro que parecía que me había caído una granja encima, y si, probablemente tenía más tierra encima que la que yo alcanzaba a ver pero... ¿tanto como para tratarme de... lo que sea que estuviera pensando que yo era? Fruncí el ceño mirando el helado y luego a él, luego al helado y luego a él otra vez. ¿Estaría bromeando? Yo no estaba para bromas y si se quería reír de mi, iba a tenerla difícil. Sonreí de lado cuando por fin logré reaccionar y tomé el cono de helado que me ofrecía con una mano. -Míralo... que...- ¿Amable?, ¿Acomedido?, ¿Rematadamente imbécil? -Detalle...- Claro que la sonrisa no duró mucho porque me dediqué a estamparle la parte fría del cono en la cabeza, mitad sobre la frente, mitad sobre el cabello aplastándolo bien y embarrando alrededor del lugar. -Pero no tengo hambre y no necesito tu ayuda-
Helado cayendo en mi vestido, en mi mano, por su cara, era todo un desastre pero aún así me limpié las manos en la tela que ya estaba perdida, para la basura e hice el amago de levantarme de la banca para irme antes de sentir el dolor punzante en el tobillo y perder la fuerza de la pierna para caer al suelo de rodillas entre capas y capas de ropa. -Oh mierda... estúpido tobillo...- Estúpido poder de regeneración, estúpido día, estúpido tipo que había venido a joderme todavía más el momento.
Levanté el bajo de mi vestido mirando hacia abajo para ver el pie inflamado hasta ver el zapato abrigando una cosa que ya no parecía un pie, un ahogado quejido mientras dejaba de nuevo la falda donde estaba y echaba la cabeza hacia atrás. Sólo esperaba que mi sanación acelerada se acelerara y me curara de inmediato. Debía estar severamente lastimada como para que no estuviera sanando como se debía, eso, o yo estaba defectuosa y además de no ubicar licántropos por el olfato, sentir que me moría por oler vampiros, además, sólo me curaba rápidamente cuando me daba la gana. Esto era para morirse de la risa. Sin embargo, yo no estaba tan ansiosa por empezar a reír, quería irme a mi casa y la única forma que tenía para irme, sería caminando porque todavía no aprendía a volar, y ciertamente no traía un carruaje, los carruajes eran para las nenas, para las que no les gustaba ensuciarse el vestido, ni lastimarse los pies, ni mojarse tampoco. Irónicamente ahora yo estaba sintiendo una profunda y creciente necesidad de un estúpido carruaje.
Paseé la mirada por el parque mientras maldecía mi suerte y rogaba porque mi súper poder me arreglara el tobillo lo más rápido que pudiera, antes de que anocheciera, antes de que comenzara a llover porque viendo la suerte que traía encima, llovería. Estaba segura de ello. Me froté la nariz con el dorso de la mano intentando quitarme la tierra de la cara también y sacudiendo el vestido una y otra vez. Fue hasta que alguien se atravesó en mi espacio visual que quité mi atención de lo sucia que iba y la puse en la cara que me estaba mirando, en lo que dijo y lo que tenía en la mano.
¿Que parecía tener hambre? No. La cara que tenía se podría clasificar como "enfurruñada", "furibunda", "amenazante" pero no precisamente como "hambrienta" y la forma en que lo dijo. Si. Claro que parecía que me había caído una granja encima, y si, probablemente tenía más tierra encima que la que yo alcanzaba a ver pero... ¿tanto como para tratarme de... lo que sea que estuviera pensando que yo era? Fruncí el ceño mirando el helado y luego a él, luego al helado y luego a él otra vez. ¿Estaría bromeando? Yo no estaba para bromas y si se quería reír de mi, iba a tenerla difícil. Sonreí de lado cuando por fin logré reaccionar y tomé el cono de helado que me ofrecía con una mano. -Míralo... que...- ¿Amable?, ¿Acomedido?, ¿Rematadamente imbécil? -Detalle...- Claro que la sonrisa no duró mucho porque me dediqué a estamparle la parte fría del cono en la cabeza, mitad sobre la frente, mitad sobre el cabello aplastándolo bien y embarrando alrededor del lugar. -Pero no tengo hambre y no necesito tu ayuda-
Helado cayendo en mi vestido, en mi mano, por su cara, era todo un desastre pero aún así me limpié las manos en la tela que ya estaba perdida, para la basura e hice el amago de levantarme de la banca para irme antes de sentir el dolor punzante en el tobillo y perder la fuerza de la pierna para caer al suelo de rodillas entre capas y capas de ropa. -Oh mierda... estúpido tobillo...- Estúpido poder de regeneración, estúpido día, estúpido tipo que había venido a joderme todavía más el momento.
Antonella Giordano- Licántropo Clase Alta
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Estuvo a punto de acercarse hasta que sintió el helado desparramado por toda su cara. ¡Increible pero cierto! ¿Cuantas veces le pasaban estas cosas? Pocas, muy pocas. No estaba acostumbrado a que le devolvieran un supuesto favor de esa manera, y tanto que no. Sin embargo lo único que hizo fue relamerse todo lo que la lengua le dió desí. La parte de la cabeza tuvo que quitarsela con cuidado más antes de acabar escuchó la queja ajena, encima de malherida malhumorada y desagradecida. Pensó y entonces fue cuando se sentó en el banco donde había estado ella instantes antes y empezó a quitarse el helado de la cara con un par de sus dedos, lamiendoselos.
Se tuvo que limpiar bien los ojos pues también había aterrizado ahí esa pasteta que segundos antes tenía otro destino. Otro destino muy diferente - Eso tiene mala pinta así que deberías quedarte sentada - su voz sonaba amable, extrañamente amable después de la actitud de ella pero ¿qué iba a hacer? no se iba a poner como una fiera solo porque le hubiese devuelto el helado de esa manera. Él al "entrarla" corría riesgos, como con todas, solo que esta vez había tenido que sufrirlos. Y por eso se dijo así mismo que batallar no tendría sentido, él era, por así decirlo, pacifista. Pocas veces peleaba y muy dificilmente conseguirían sacarle de sus casillas. Antes que gastar palabras inútiles prefería hacer oidos sordos a palabras necias.
Poco a poco se sintió la piel más liberada aunque hicieron falta unos cuantos pañuelos, por mucho que el helado le agradara podía estarse horas si se lo quitaba dedo a dedo. No era plan. Observó a la chica. Aun estando sucia y con esos arapos descuidados se veía bella, una belleza extraña y algo salvaje, o eso le había demostrado. Tal vez solo estaba siendo infantil y era más chica de lo que aparentaba, o tal vez era una niña atrapada en un cuerpo pequeño. Había muchas opciones posibles y dado que eran completos desconocidos Adam no podía dar nada por sentado.
Suspiró brevemente y desvió la mirada hacia el cielo que lentamente se iba cubriendo por el atardecer. Todavía quedaban un par de horas para que oscureciera y eso le hizo recordar que esa noche no podría ir al burdel, tenía que estar allí, trabajando. No era tan malo, le gustaba y a veces hacía alguna que otra conquista. Si las cosas no se torcían esa muchacha misma podría ser una de ellas, o sino una conquista por lo menos una futura amiga o alguien con la que hubiese pasado una charla amena. Tal vez, al no discutirle, maldecirla o hacer un intento de pelea por su acción ella recapacitaría y se comportaría bien con él. Todo eran especulaciones y Adam se iba perdiendo en su propio mundo, sin darse cuenta de que ignoraba a su reciente compañía.
Disculpa, quedó corto ._.
Se tuvo que limpiar bien los ojos pues también había aterrizado ahí esa pasteta que segundos antes tenía otro destino. Otro destino muy diferente - Eso tiene mala pinta así que deberías quedarte sentada - su voz sonaba amable, extrañamente amable después de la actitud de ella pero ¿qué iba a hacer? no se iba a poner como una fiera solo porque le hubiese devuelto el helado de esa manera. Él al "entrarla" corría riesgos, como con todas, solo que esta vez había tenido que sufrirlos. Y por eso se dijo así mismo que batallar no tendría sentido, él era, por así decirlo, pacifista. Pocas veces peleaba y muy dificilmente conseguirían sacarle de sus casillas. Antes que gastar palabras inútiles prefería hacer oidos sordos a palabras necias.
Poco a poco se sintió la piel más liberada aunque hicieron falta unos cuantos pañuelos, por mucho que el helado le agradara podía estarse horas si se lo quitaba dedo a dedo. No era plan. Observó a la chica. Aun estando sucia y con esos arapos descuidados se veía bella, una belleza extraña y algo salvaje, o eso le había demostrado. Tal vez solo estaba siendo infantil y era más chica de lo que aparentaba, o tal vez era una niña atrapada en un cuerpo pequeño. Había muchas opciones posibles y dado que eran completos desconocidos Adam no podía dar nada por sentado.
Suspiró brevemente y desvió la mirada hacia el cielo que lentamente se iba cubriendo por el atardecer. Todavía quedaban un par de horas para que oscureciera y eso le hizo recordar que esa noche no podría ir al burdel, tenía que estar allí, trabajando. No era tan malo, le gustaba y a veces hacía alguna que otra conquista. Si las cosas no se torcían esa muchacha misma podría ser una de ellas, o sino una conquista por lo menos una futura amiga o alguien con la que hubiese pasado una charla amena. Tal vez, al no discutirle, maldecirla o hacer un intento de pelea por su acción ella recapacitaría y se comportaría bien con él. Todo eran especulaciones y Adam se iba perdiendo en su propio mundo, sin darse cuenta de que ignoraba a su reciente compañía.
Disculpa, quedó corto ._.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Me giré en el suelo para quedar sentada sin importarme si no era precisamente la viva imagen de una chica de la alta sociedad. A la mierda la alta sociedad que nunca había servido de nada. Entrecerré los ojos cuando sentí las punzadas de dolor imposibilitarme el tobillo aun sentada. Iba a tener que quedarme ahí hasta que se curara, y luego inventar una excusa del porqué me había curado tan rápido y escapar de ahí para irme a mi casa. Intenté encontrarme una excusa rápida pero el dolor no me dejaba pensar correctamente y menos cuando aquí sabelotodo arrogante abría la boca para dejarme ver que la estúpida herida que pretendía caminar sin un pie hasta su casa, era yo. Además era totalmente irritante que no me hubiera dicho nada hiriente cuando le eché el helado encima, y que estuviera quitándoselo con los dedos, y que además se los estuviese lamiendo. ¿Qué le pasaba?, ¿Tan difícil era llamarme cualquier cosa y largarse de ahí? Pues si, era difícil porque el destino se había empeñado en hacerme la vida imposible y ahora no sólo me había casi roto el tobillo, ahora también cabía la posibilidad de que este sujeto se enterara de que yo no era normal. Demonios.
-Si bueno... nadie te preguntó- ¿Quién se creía para ordenarme que me quedara sentada? Rodé los ojos mirando hacia cualquier lado manteniendo mi pose de pordiosera en el suelo mientras mi acompañante ahora e limpiaba los ojos. ¿Y porqué era amable?, o más bien ¿Porqué era amable conmigo? Chasqueé la lengua intentando pensar en alguna solución que no fuera arrastrarme de rodillas por el parque hasta salir de la vista del tipo para poder echarme a correr y terminar con este nefasto día. Terminaría sin rodillas pero al menos me quitaría de encima un testigo. Volteé a mirarlo cuando sentí que él me miraba y alcé una ceja sin cambiar mi cara de pocos amigos. -¿Qué miras?- Juraba que si llegaba a tocarme un sólo pelo, le daría un buen zopapo que le dejara claro que yo era mucho más fuerte que él, no podía saber si era licántropo o no pero al menos no era un vampiro y eso me daba al menos un poquito de ventaja. Eso claro, en caso de que mi tobillo curara y me pudiera levantar de ahí.
Intenté levantarme un par de veces tomándome de una parte de la banca y jalando para hacer fuerza y así erguir mi cuerpo pero no funcionaba, terminaba resbalando y volviendo a caer, me puse de rodillas e intenté levantarme con un sólo pie ayudada de nuevo de la banca levantándome de poco a poco hasta que pude levantarme completamente sonriendo por mi gran triunfo y separando mi mano de la banca para sacudirme las manos. Parada en un sólo pie, sintiendo el viento en mi cara y evidentemente mi victoria contra la fuerza de gravedad no pude menos que dejar de poner atención y no ver al par de niños que correteaban por ahí, que jugaban demasiado cerca, tan cerca que pasaron junto a mi despojándome del poco equilibrio que quedaba, llamando la atención de quien yo pretendía huir en caso de que siguiera empanado en su mundo, haciéndome caer de frente sin muchas opciones más que caer encima de él y de la banca maldiciendo en italiano.
Todo fue en cámara lenta, de pronto no sólo su rostro sino todo él se acercaban peligrosamente a mi, o más bien, yo me acercaba peligrosamente a él, por la altura incluso tuve la mala suerte de literalmente embarrarle mis pechos en su cara [totalmente sin querer], embarrándome también del helado que yo le había echado encima y tratando de quitarle mis atributos del rostro lo más rápido posible. Todo eso simplemente se podía resumir en una sola palabra: Vergüenza.
-Si bueno... nadie te preguntó- ¿Quién se creía para ordenarme que me quedara sentada? Rodé los ojos mirando hacia cualquier lado manteniendo mi pose de pordiosera en el suelo mientras mi acompañante ahora e limpiaba los ojos. ¿Y porqué era amable?, o más bien ¿Porqué era amable conmigo? Chasqueé la lengua intentando pensar en alguna solución que no fuera arrastrarme de rodillas por el parque hasta salir de la vista del tipo para poder echarme a correr y terminar con este nefasto día. Terminaría sin rodillas pero al menos me quitaría de encima un testigo. Volteé a mirarlo cuando sentí que él me miraba y alcé una ceja sin cambiar mi cara de pocos amigos. -¿Qué miras?- Juraba que si llegaba a tocarme un sólo pelo, le daría un buen zopapo que le dejara claro que yo era mucho más fuerte que él, no podía saber si era licántropo o no pero al menos no era un vampiro y eso me daba al menos un poquito de ventaja. Eso claro, en caso de que mi tobillo curara y me pudiera levantar de ahí.
Intenté levantarme un par de veces tomándome de una parte de la banca y jalando para hacer fuerza y así erguir mi cuerpo pero no funcionaba, terminaba resbalando y volviendo a caer, me puse de rodillas e intenté levantarme con un sólo pie ayudada de nuevo de la banca levantándome de poco a poco hasta que pude levantarme completamente sonriendo por mi gran triunfo y separando mi mano de la banca para sacudirme las manos. Parada en un sólo pie, sintiendo el viento en mi cara y evidentemente mi victoria contra la fuerza de gravedad no pude menos que dejar de poner atención y no ver al par de niños que correteaban por ahí, que jugaban demasiado cerca, tan cerca que pasaron junto a mi despojándome del poco equilibrio que quedaba, llamando la atención de quien yo pretendía huir en caso de que siguiera empanado en su mundo, haciéndome caer de frente sin muchas opciones más que caer encima de él y de la banca maldiciendo en italiano.
Todo fue en cámara lenta, de pronto no sólo su rostro sino todo él se acercaban peligrosamente a mi, o más bien, yo me acercaba peligrosamente a él, por la altura incluso tuve la mala suerte de literalmente embarrarle mis pechos en su cara [totalmente sin querer], embarrándome también del helado que yo le había echado encima y tratando de quitarle mis atributos del rostro lo más rápido posible. Todo eso simplemente se podía resumir en una sola palabra: Vergüenza.
Antonella Giordano- Licántropo Clase Alta
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Unas palabrillas llegaron al oído de Adam más las dejó correr pues le sonaron algo impertinentes, aprovechando que miraba hacia otro lado disimularia el no haberlas escuchado. Si ella le hablaba así ¿por qué no ignorarla? Si bien no era de ese tipo de personas pero antes que ponerse a discutir desdeluego prefería no hablar. Y eso hizo, no habló en ningún momento. De vez en cuando la miraba de reojo, muy disimuladamente. Por suerte ella estaba tan pendiente de poner todos sus esfuerzos y sentidos en levantarse que no se dió cuenta de que estaba siendo observada por él. Vale, sí, tenía que aceptarlo, le daban ganas de ayudarla. A pesar de todo quería cogerla y ponerla sobre su regazo de nuevo con una sonrisa y esperanzas de que su bordería cambiase en un rumbo completamente distinto.
Y al darse cuenta de que por fin se había levantado sus ojos volvieron hacia el cielo, con tan mala pata que se le atravesó uno de los últimos rayos de sol que caían sobre la ciudad. Por inercia entrecerró los ojos y alzó uno de sus brazos buscando cubrirse a modo de visera hasta que poco a poco se fuera escondiendo, dando paso a la no demasiado pero si presente oscuridad. Eso mismo ocurrió, el sol se apagó. Lentamente bajó el brazo y suspiró ligeramente, ahora si ignorando completamente a la joven de la cual suponía que ya estaría muy lejos de él. Con las ganas que tenía de marcharse y dado que lo último que había visto era que estaba de pie ¿Qué podría retenerla cerca de él? ¡Bum! La respuesta cayó encima suyo, literalmente. Pues de golpe -también literal- el cuerpo de la linda muchacha estaba encima suyo. Y cuando digo encima me refiero a encima, encima. Adam tenía su nariz en el canalillo de los pechos ¿Os lo imaginais?.
Su cara fue de perplejidad total ¡Pero que había pasado! Se preguntó en un grito más exclamativo que interrogativo. No sabía a donde mirar, donde poner las manos, como mover su cuerpo. Por Dios nisiquiera podía verle el rostro en ese momento, porque claro, sus ojos se mantenían al frente, completamente al frente. Y estaba tan pegado que..vió algo. Algo bastante íntimo. El rastro de esa parte oscura que predominaba en los senos femeninos y también en el pecho masculino ¡La única parte en común! Ya sabreis a qué me refiero por lo que me ahorro los detalles. Sus ojos se quedaron clavados en "eso" hasta que las manos de la chica lo despertaron. Parpadeó un par de veces tal cual si hubiese vuelto de otra galaxia, miró hacia arriba, luego hacia los lados. Volvió a mirar hacia abajo y entonces el suave aroma del helado junto con la sensación de tener toda la cara pegotosa le hizo recuperar la memoria.
- Parece que me ha caido un ángel del cielo.. - camufló su risa o más bien dicho la apagó gracias a un inteligente y rápido movimiento de labios que la acopló no dejandola salir - O tal vez un demonio.. - murmuró para si mismo como un comentario en voz alta, todavía no estaba seguro pero podía encontrarse delante de un demonio con cara de angelito bello. Porque hermosa lo era un rato, un rato largo. - ¿Se puede saber como has llegado hasta mis piernas? No será tan fácil que te perdone por lo del helado - frunció levemente los morros y la rodeó con ambos brazos por la cintura, para no dejarla escapar de su cuerpo, obligandola a que se pegara más. No sabía porque pero se esperaba que de aquello saldría algo que no le sorprendería en absoluto.
Y al darse cuenta de que por fin se había levantado sus ojos volvieron hacia el cielo, con tan mala pata que se le atravesó uno de los últimos rayos de sol que caían sobre la ciudad. Por inercia entrecerró los ojos y alzó uno de sus brazos buscando cubrirse a modo de visera hasta que poco a poco se fuera escondiendo, dando paso a la no demasiado pero si presente oscuridad. Eso mismo ocurrió, el sol se apagó. Lentamente bajó el brazo y suspiró ligeramente, ahora si ignorando completamente a la joven de la cual suponía que ya estaría muy lejos de él. Con las ganas que tenía de marcharse y dado que lo último que había visto era que estaba de pie ¿Qué podría retenerla cerca de él? ¡Bum! La respuesta cayó encima suyo, literalmente. Pues de golpe -también literal- el cuerpo de la linda muchacha estaba encima suyo. Y cuando digo encima me refiero a encima, encima. Adam tenía su nariz en el canalillo de los pechos ¿Os lo imaginais?.
Su cara fue de perplejidad total ¡Pero que había pasado! Se preguntó en un grito más exclamativo que interrogativo. No sabía a donde mirar, donde poner las manos, como mover su cuerpo. Por Dios nisiquiera podía verle el rostro en ese momento, porque claro, sus ojos se mantenían al frente, completamente al frente. Y estaba tan pegado que..vió algo. Algo bastante íntimo. El rastro de esa parte oscura que predominaba en los senos femeninos y también en el pecho masculino ¡La única parte en común! Ya sabreis a qué me refiero por lo que me ahorro los detalles. Sus ojos se quedaron clavados en "eso" hasta que las manos de la chica lo despertaron. Parpadeó un par de veces tal cual si hubiese vuelto de otra galaxia, miró hacia arriba, luego hacia los lados. Volvió a mirar hacia abajo y entonces el suave aroma del helado junto con la sensación de tener toda la cara pegotosa le hizo recuperar la memoria.
- Parece que me ha caido un ángel del cielo.. - camufló su risa o más bien dicho la apagó gracias a un inteligente y rápido movimiento de labios que la acopló no dejandola salir - O tal vez un demonio.. - murmuró para si mismo como un comentario en voz alta, todavía no estaba seguro pero podía encontrarse delante de un demonio con cara de angelito bello. Porque hermosa lo era un rato, un rato largo. - ¿Se puede saber como has llegado hasta mis piernas? No será tan fácil que te perdone por lo del helado - frunció levemente los morros y la rodeó con ambos brazos por la cintura, para no dejarla escapar de su cuerpo, obligandola a que se pegara más. No sabía porque pero se esperaba que de aquello saldría algo que no le sorprendería en absoluto.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Vale. Había sido un pequeñísimo paso en falso, una decisión estúpida que me había llevado a caer sobre su regazo de esa manera tan abrupta y tan vergonzosa. Lo peor es que como todo lo que quieres que termine rápido, el suceso se empeñó en adoptar una posición bastante terca de pasar en cámara lenta, atesorando cada precioso segundo de mi ridículo encima del tipo este para que en la posteridad yo pudiera revolcarme en mi propia desgracia recordándolo una y otra vez sin que el recuerdo me dejara en paz. Casi podía sentir su nariz dentro de mi vestido pero en mi desesperación por salir de esa situacío, lo único que lograba hacer era dejarle mi cuerpo en bandeja de plata, tanto para sus ojos como para sus manos. Maldiciones salían de mis labios, en italiano, en francés, en una combinación entre las dos lenguas que formaban palabras ininteligibles pero que por el tono con las que las pronunciaba, se podía saber exactamente qué clase de palabras eran.
Sus palabras fueron una bofetada directa. Un angelito. Ya le iba yo a dar su angelito en cuanto lograra acomodarme. Intenté pararme escuchando también su susurro. Eso me parecía más adecuado. Un demonio que iba a levantar el infierno ahí mismo si no se callaba inmediatamente. -Cuidado con lo que dices...- Puse mis manos sobre sus hombros y en el leve impulso que hice para separarme sentí sus brazos rodearme la cintura haciendo que me tensara inmediatamente. No de nuevo. Un instante fugaz de pánico que pudo haberse dibujado en mis ojos, los músculos de mi cuerpo tensos y mis manos paralizadas, mitad en sus hombros, mitad en su pecho, casi empujando para librarme de él. Pasé saliva y un montón de imágenes se me agolparon en la mente, sintiendo incluso el dolor del brazo roto que había tenido aquella vez.
Un segundo que fue cortado por mi misma cuando interioricé lo que había dicho. ¿Perdonarme?, ¿El a mi? Sonreí de lado enterrando el recuerdo en mi subconsciente y pegando mi frente a la suya, quedando nuestros ojos mirándose, nuestros labios casi rozándose, nuestras narices aplastándose una con la otra. No de manera sugerente, sino más bien amenazante mientras mi mano viajaba muy lentamente de su hombro hacia su cuello. -No estoy interesada en nada que venga de ti, mucho menos en tu perdón- La mano acariciaba, tentaba, subía de poco a poco dejándole sentir de lo que ciertamente se perdería porque yo no pretendía darle nada como premio. ¡Ja! Como si lo mereciera. Una vez en su cuello, lo rodeé con la mano apretando lo suficiente para que notara la amenaza implícita en el gesto, sonriendo de lado, casi disfrutándolo, de no ser porque sus manos en mi cintura me distraían montones. Si se movían un milímetro, lo iba a morder. Fuerte. -Así que más vale que me sueltes si no quieres salir malherido-
Apreté otro poco, no lo suficiente para cortar la respiración ni hacerlo sentir que se ahogaba [todavía], al hablar mis labios habían rozado con los suyos y mis ojos no se habían movido de los suyos. No iba a intimidarme, por mucho que mi corazón estuviera latiendo desbocado por la incertidumbre de si él sería como Jamal poseído, y por mucho que tuviera en el rostro esa sonrisa sugerente y sus palabras hubieran dejado entrever algo más de lo que estaba diciendo, no iba a amedrentarme. No iba a dejar que nadie más me tocara en contra de mi propia voluntad.
Sus palabras fueron una bofetada directa. Un angelito. Ya le iba yo a dar su angelito en cuanto lograra acomodarme. Intenté pararme escuchando también su susurro. Eso me parecía más adecuado. Un demonio que iba a levantar el infierno ahí mismo si no se callaba inmediatamente. -Cuidado con lo que dices...- Puse mis manos sobre sus hombros y en el leve impulso que hice para separarme sentí sus brazos rodearme la cintura haciendo que me tensara inmediatamente. No de nuevo. Un instante fugaz de pánico que pudo haberse dibujado en mis ojos, los músculos de mi cuerpo tensos y mis manos paralizadas, mitad en sus hombros, mitad en su pecho, casi empujando para librarme de él. Pasé saliva y un montón de imágenes se me agolparon en la mente, sintiendo incluso el dolor del brazo roto que había tenido aquella vez.
Un segundo que fue cortado por mi misma cuando interioricé lo que había dicho. ¿Perdonarme?, ¿El a mi? Sonreí de lado enterrando el recuerdo en mi subconsciente y pegando mi frente a la suya, quedando nuestros ojos mirándose, nuestros labios casi rozándose, nuestras narices aplastándose una con la otra. No de manera sugerente, sino más bien amenazante mientras mi mano viajaba muy lentamente de su hombro hacia su cuello. -No estoy interesada en nada que venga de ti, mucho menos en tu perdón- La mano acariciaba, tentaba, subía de poco a poco dejándole sentir de lo que ciertamente se perdería porque yo no pretendía darle nada como premio. ¡Ja! Como si lo mereciera. Una vez en su cuello, lo rodeé con la mano apretando lo suficiente para que notara la amenaza implícita en el gesto, sonriendo de lado, casi disfrutándolo, de no ser porque sus manos en mi cintura me distraían montones. Si se movían un milímetro, lo iba a morder. Fuerte. -Así que más vale que me sueltes si no quieres salir malherido-
Apreté otro poco, no lo suficiente para cortar la respiración ni hacerlo sentir que se ahogaba [todavía], al hablar mis labios habían rozado con los suyos y mis ojos no se habían movido de los suyos. No iba a intimidarme, por mucho que mi corazón estuviera latiendo desbocado por la incertidumbre de si él sería como Jamal poseído, y por mucho que tuviera en el rostro esa sonrisa sugerente y sus palabras hubieran dejado entrever algo más de lo que estaba diciendo, no iba a amedrentarme. No iba a dejar que nadie más me tocara en contra de mi propia voluntad.
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Estaba claro que las palabras de Adam eran más un juego que otra cosa, pero la muchacha pordiosera de mal carácter no había acabado de pillarlo. Y el que le amenazara de aquella manera, tal y como predijo, no le sorprendió en lo absoluto. Le dolía, un poco, pero no lo suficiente como para soltarla. ¿A caso se pensaba que era uno de esos debiluchos que salían corriendo a la primera de cambio? No era ni de esos, ni de los que pensaba que las mujeres eran el sexo débil -y si lo fuera ya estaría cambiando de opinión-, era perfectamente consciente de que no lo eran y de que algunas superaban concreces al hombre, en el campo de la mente. No tendrían grandes músculos o un fornido cuerpo pero a veces valía más mañana que fuerza. Y ese era uno de los casos. A Adam lo que se le daba bien era debilitar al sexo ajeno con sus palabras. Sus coqueteos y ligoteos eran lo que muchas veces lo hacían fuerte. No por ser más listo o engreido, no. A veces era suerte y otras ingenio.
Entrecerró uno de sus ojos como señal de que si sentía lo que estaba haciendo y lo que pretendía. - ¿Tú no captas las bromas..verdad? - murmuró, haciendo un ligero paron al intentar tragar la saliva. Una cosa algo complicada al tener su mano prácticamente interponiendose por medio. Pero aguantaría, claro, no era tan imbécil como para dejar que le matara allí mismo. Ni tan tonto como para no adivinar que eso no era lo que haría y que solo pretendía asustarle. Posiblemente, con su fuerza y sus palabras malsonantes conseguía hacer que los hombres cerca suyo se sintieran intimidados o bien lo suficientemente furiosos como para mandarla al mismisimo cuerno. Y él podría hacerlo. Pero si bien ese no era para nada su estilo. ¿Conseguiría ella sacarle de sus casillas? Algo interesante de ver, sin duda.
Se movió, ligeramente, de un lado a otro. Como aquel al que le atan de las muñecas e intenta soltarse, solo que por un lugar algo más complicado - Admito que tienes fuerza, pequeñaja, pero ¿de verdad vas a matarme si no te suelto? - poco a poco su voz se hacía más normal, acostumbrandose a la fuerza que la mano ejercía sobre su piel. Tampoco es que le importara demasiado el que le quedaran marcas, es más, se podría decir que era lo que buscaba mediante una sutil provocación. - Si tienes tanta fuerza ¿Por que no..apartas mis brazos tú misma? - sonrió ladino, tragando saliva de nuevo complicadamente pero no por ello perdiendo el "control" que él creía tener de la situación. Todo se basaba en la calma que pudiera soportar o lo mucho que eso la inquietara a ella. Una vez más se daba cuenta de que tampoco la conocía lo suficiente como para predecir sus movimientos. No es que aquello fuese una "batalla" pero en cierto modo si lo era de intelectos.
De nuego trago, esta vez, sintiendo que la saliva le quemaba la tráquea. Puede que la presión en esa zona empezaba a hacerle efecto, pero no lo demostraba tampoco en su rostro. Solo le hacía ver un mínimo de dolor. - ¿Siempre utilizas tu fuerza para alejar a las personas de tí? Deberías cambiar de modus operandi, no siempre es tan malo que se te acerquen - ¿Un consejo? Bah! Nada de eso, solo intentada una vez más provocarla con palabras. Con acciones contrarias a las que ella estuviese acostumbrada y al mismo tiempo comprobando él cual serían sus reacciones. Dependiendo de ellas podría intuir algo de su personalidad o costumbres e incluso gustos sin que ella se lo dijera. Se estaba divirtiendo de una manera algo estrambotica, pero al fin y al cabo, lo que contaba es que no lo pasaba tan mal como era de esperarse en alguien que estuviese en su situación.
Entrecerró uno de sus ojos como señal de que si sentía lo que estaba haciendo y lo que pretendía. - ¿Tú no captas las bromas..verdad? - murmuró, haciendo un ligero paron al intentar tragar la saliva. Una cosa algo complicada al tener su mano prácticamente interponiendose por medio. Pero aguantaría, claro, no era tan imbécil como para dejar que le matara allí mismo. Ni tan tonto como para no adivinar que eso no era lo que haría y que solo pretendía asustarle. Posiblemente, con su fuerza y sus palabras malsonantes conseguía hacer que los hombres cerca suyo se sintieran intimidados o bien lo suficientemente furiosos como para mandarla al mismisimo cuerno. Y él podría hacerlo. Pero si bien ese no era para nada su estilo. ¿Conseguiría ella sacarle de sus casillas? Algo interesante de ver, sin duda.
Se movió, ligeramente, de un lado a otro. Como aquel al que le atan de las muñecas e intenta soltarse, solo que por un lugar algo más complicado - Admito que tienes fuerza, pequeñaja, pero ¿de verdad vas a matarme si no te suelto? - poco a poco su voz se hacía más normal, acostumbrandose a la fuerza que la mano ejercía sobre su piel. Tampoco es que le importara demasiado el que le quedaran marcas, es más, se podría decir que era lo que buscaba mediante una sutil provocación. - Si tienes tanta fuerza ¿Por que no..apartas mis brazos tú misma? - sonrió ladino, tragando saliva de nuevo complicadamente pero no por ello perdiendo el "control" que él creía tener de la situación. Todo se basaba en la calma que pudiera soportar o lo mucho que eso la inquietara a ella. Una vez más se daba cuenta de que tampoco la conocía lo suficiente como para predecir sus movimientos. No es que aquello fuese una "batalla" pero en cierto modo si lo era de intelectos.
De nuego trago, esta vez, sintiendo que la saliva le quemaba la tráquea. Puede que la presión en esa zona empezaba a hacerle efecto, pero no lo demostraba tampoco en su rostro. Solo le hacía ver un mínimo de dolor. - ¿Siempre utilizas tu fuerza para alejar a las personas de tí? Deberías cambiar de modus operandi, no siempre es tan malo que se te acerquen - ¿Un consejo? Bah! Nada de eso, solo intentada una vez más provocarla con palabras. Con acciones contrarias a las que ella estuviese acostumbrada y al mismo tiempo comprobando él cual serían sus reacciones. Dependiendo de ellas podría intuir algo de su personalidad o costumbres e incluso gustos sin que ella se lo dijera. Se estaba divirtiendo de una manera algo estrambotica, pero al fin y al cabo, lo que contaba es que no lo pasaba tan mal como era de esperarse en alguien que estuviese en su situación.
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Ya me lo había dicho muchas veces, no solamente la gente con la que hablaba en la calle sino también la familia y los conocidos, mis padres se quejaban de mi el 80% del tiempo que pasaba con ellos, que si era muy impulsiva, que si decía groserías, que si hacía cosas que no debía hacer, que si me iba a los golpes a la primera de cambio, el otro 20% del tiempo que convivían conmigo, tan sólo se la pasaban diciéndome porqué nunca sería una Giordano como se debe y que nunca sería una dama de sociedad. No me importaba. En esta vida había dos tipos de personas: las que dejaban que todo el mundo les pasara encima y las que pasaban encima de otros. Yo nunca tuve complejo de alfombra por lo que prefería dejar las cosas perfectamente claras desde el primer encuentro. En este caso, aunado al trauma total de que tu medio hermano haya abusado sexualmente de ti y tomando en cuenta que la sonrisa del tipo que me tenía agarrada por la cintura no decía nada bueno, prefería tomar el asunto entre mis manos antes de que terminara mal.
No puedo decir que no sentí una satisfacción interna cuando vi que mi mano en su cuello estaba haciendo estragos en la forma en que hablaba y su capacidad para pasar saliva pero no podía cantar victoria tan rápidamente, siempre cabía la posibilidad de que tuviera una fuerza sobrehumana y que me sometiera en cuanto yo me distrajera por un ápice de segundo o que mi subconsciente se amedrentara haciendo que yo flaqueara y entonces me tendría a su merced en un instante. No. Necesitaba mantener el control en todo momento y la mejor forma de mantenerme a la cabeza de la situación era actuar antes de que él lograra juntar el valor suficiente como para dominarme a mi. -No tengo un sentido del humor... lo que se dice... convencional...- Probablemente no fuera cierto, con Pablo yo podía reírme de nimiedades pero cuando estaba mi propia integridad física en juego, prefería ir a lo seguro, no quería que el ya conocido "el que se ríe, se lleva" y "el que se lleva, se aguanta" se aplicara conmigo. No me gustaba que se burlaran de mi.
Aumenté mínimamente la presión en su garganta cuando me llamó 'pequeñaja'. Si, era más pequeña que el promedio pero cuando uno era una bestia salvaje cada luna llena, de pronto la altura y el peso se volvían irrelevantes. Esa era mi ventaja. Sonreí de lado, sin alejarme de su rostro y me encogí de hombros ante su pregunta pareciéndome bastante divertido. -Tampoco lo sé... imagina cuánto nos divertiremos averiguánolo juntos- No quería matarlo, quería que me quitara las manos de encima y que en lo futuro pensara antes de siquiera tocarme. Momento. ¿En lo futuro? ¿Qué se supone que estaba pensando yo para considerar volver a verlo algún día? Momento de turbación momentánea en que replanteé el asunto de nuevo. Yo no quería volver a verlo, no quería tener tratos con él. Él había llegado sin haber sido invitado y había comenzado todo, yo no tenía la culpa de nada. Su siguiente pregunta pudo haberme destanteado más de no haber sido porque yo ya estaba recomponiendo mi barrera. -Porque quiero que aprendas solito a no volverme a tocar sin mi permiso-Fruncí el ceño porque por más que utilizaba mis frases infalibles para alejar pelmazos, a él no lo estaba ni inmutando y eso comenzaba a perturbarme.
Decidí que debía dejarlo pasar mientras sentía su garganta moverse bajo el apretón de mi mano pero al escucharlo hablar de nuevo sentí un pinchazo en el estómago. Había tocado un nervio ahí. Nunca había sido mi intención alejar a las personas, al menos no hasta que ellos comenzaron a alejarme a mí de ellos. Empezando por mis padres y mis hermanos que me habían sacado de Italia solamente porque me había convertido en una loba. Nimiedades. Siguiendo con la gente que se olvidó de ti para siempre y terminando con Jamal que había sido el único familiar que me quedaba. ¿Ahora se suponía que yo tenía que aparentar que nada había pasado?, ¿Que la gente era buena y se acercaba porque querían conversar? Podría ser, pero no iba a ponerme a averiguar qué tipo de intenciones tenían para conmigo cualquier incauto que se me quedara viendo en la calle y si mi forma de hablar, mis modales y mi impulsividad a lanzarle unas cuantas patadas a quien se me pusiera enfrente era una forma de ahuyentarlos y que no terminaran haciéndome ver a mi como la mierda que probablemente era, que así fuera. -Hay pocas personas que me dan más satisfacciones que problemas, sobretodo hombres... ¿Porqué tu tendrías que ser diferente?-
Mano en la garganta, mandíbula apretada, voz baja, tensión al límite. No iba a soltarlo. Aun cuando mi pie ya daba señales de estar curando, no lo iba a dejar ir tan fácilmente, había querido meterse conmigo, encontrarme. Pues ya me había encontrado. -Ahora lo voy a repetir lentamente... quita... tus manos... de mi... cintura...-
No puedo decir que no sentí una satisfacción interna cuando vi que mi mano en su cuello estaba haciendo estragos en la forma en que hablaba y su capacidad para pasar saliva pero no podía cantar victoria tan rápidamente, siempre cabía la posibilidad de que tuviera una fuerza sobrehumana y que me sometiera en cuanto yo me distrajera por un ápice de segundo o que mi subconsciente se amedrentara haciendo que yo flaqueara y entonces me tendría a su merced en un instante. No. Necesitaba mantener el control en todo momento y la mejor forma de mantenerme a la cabeza de la situación era actuar antes de que él lograra juntar el valor suficiente como para dominarme a mi. -No tengo un sentido del humor... lo que se dice... convencional...- Probablemente no fuera cierto, con Pablo yo podía reírme de nimiedades pero cuando estaba mi propia integridad física en juego, prefería ir a lo seguro, no quería que el ya conocido "el que se ríe, se lleva" y "el que se lleva, se aguanta" se aplicara conmigo. No me gustaba que se burlaran de mi.
Aumenté mínimamente la presión en su garganta cuando me llamó 'pequeñaja'. Si, era más pequeña que el promedio pero cuando uno era una bestia salvaje cada luna llena, de pronto la altura y el peso se volvían irrelevantes. Esa era mi ventaja. Sonreí de lado, sin alejarme de su rostro y me encogí de hombros ante su pregunta pareciéndome bastante divertido. -Tampoco lo sé... imagina cuánto nos divertiremos averiguánolo juntos- No quería matarlo, quería que me quitara las manos de encima y que en lo futuro pensara antes de siquiera tocarme. Momento. ¿En lo futuro? ¿Qué se supone que estaba pensando yo para considerar volver a verlo algún día? Momento de turbación momentánea en que replanteé el asunto de nuevo. Yo no quería volver a verlo, no quería tener tratos con él. Él había llegado sin haber sido invitado y había comenzado todo, yo no tenía la culpa de nada. Su siguiente pregunta pudo haberme destanteado más de no haber sido porque yo ya estaba recomponiendo mi barrera. -Porque quiero que aprendas solito a no volverme a tocar sin mi permiso-Fruncí el ceño porque por más que utilizaba mis frases infalibles para alejar pelmazos, a él no lo estaba ni inmutando y eso comenzaba a perturbarme.
Decidí que debía dejarlo pasar mientras sentía su garganta moverse bajo el apretón de mi mano pero al escucharlo hablar de nuevo sentí un pinchazo en el estómago. Había tocado un nervio ahí. Nunca había sido mi intención alejar a las personas, al menos no hasta que ellos comenzaron a alejarme a mí de ellos. Empezando por mis padres y mis hermanos que me habían sacado de Italia solamente porque me había convertido en una loba. Nimiedades. Siguiendo con la gente que se olvidó de ti para siempre y terminando con Jamal que había sido el único familiar que me quedaba. ¿Ahora se suponía que yo tenía que aparentar que nada había pasado?, ¿Que la gente era buena y se acercaba porque querían conversar? Podría ser, pero no iba a ponerme a averiguar qué tipo de intenciones tenían para conmigo cualquier incauto que se me quedara viendo en la calle y si mi forma de hablar, mis modales y mi impulsividad a lanzarle unas cuantas patadas a quien se me pusiera enfrente era una forma de ahuyentarlos y que no terminaran haciéndome ver a mi como la mierda que probablemente era, que así fuera. -Hay pocas personas que me dan más satisfacciones que problemas, sobretodo hombres... ¿Porqué tu tendrías que ser diferente?-
Mano en la garganta, mandíbula apretada, voz baja, tensión al límite. No iba a soltarlo. Aun cuando mi pie ya daba señales de estar curando, no lo iba a dejar ir tan fácilmente, había querido meterse conmigo, encontrarme. Pues ya me había encontrado. -Ahora lo voy a repetir lentamente... quita... tus manos... de mi... cintura...-
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
La situación empezaba a hacerse más cruda para Adam. El oxígeno costaba que llegara hasta sus pulmones y respiraba ligeramente más lento, aún así, no era un chico que se rindiera fácilmente ¿Y todo por qué? ¿Por esa chica ajena completamente a él que no conocía de absolutamente nada? De alguna manera, aunque sonara contradictorio, sí. Sus palabras le hacían sentir que no había pasado por buenas experiencias anteriormente y que por eso estaba tan a la defensiva. Su mal carácter, probablemente, ya sería de nacimiento. De fábrica, por asi decirlo. Pero también tendría una parte buena. Todos los seres sobre el planeta lo tenía, llegaran a aceptarlo o no. Llegaran a descubrirlo o no. En eso creí fervientemente Adam y hasta el momento sus convicciones no había habido cosa que pudiera revocarlas porque tarde o temprano se habían comprado. ¿Tal vez por eso no le quitaba las manos de encima? ¡Parecía un pervertido! Cuando sus intenciones no iban por esa dirección, o no iban completamente en esa dirección. Para que negarlo, la chica era hermosa.
A pesar de todo, le mostró una sonrisa y movió su cuello presionandolo más contra su mano. Él lo notó. Notó como el cuello se le estrechaba más ni se inmutó. Sabía fingir cuando la situación lo requiria y siempre y cuando no fuese para cosas realmente "serias". Si bien, no le gustaba nada no ser lo que verdaderamente era se aplicaba a ocasiones en las que su moralidad pudiera estar en juego. No, aquello era más un juego que otra cosa. No se conocían de nada y, aunque realmente pasaran todo el día juntos seguirían sin conocerse porque para eso hacía falta más, mucho más que unos simples días. Menos un simple encuentro.
Se relamió ligeramente los labios, empezaban a quedarsele secos de intentar respirar de aquella manera. Todavía no se rendía. Sus manos tampoco se apartaban de las caderas, o por lo menos, una de ellas fue la que se quedó allí mientras que la otra se deslizó hacia arriba. Luego hacia abajo. Acariciaba la zona con extraña suavidad teniendo en cuenta la situación en la que estaba. Amenazado de muerte por esa bestia encerrada en el cuerpo hermoso de aquella mujer. Y a Adam le costaba mucho resistirse a un cuerpo como aquel, tal vez, cualquier otro hombre habría quedado espantado por esas amenazas. Por esos comentarios que lo único que pretendían era ofenderlo y alejarlo de ella. Pero, tenía que dejarle muy claro que él no era como ninguno de los hombres con los que se hubiera topado. Nada que ver. Él era único y especial ¿Ególatra? Si, puede que también. Pero el primer paso para serlo era creerselo y si no sería nunca era alguien que se lamentara por sus actos o su personalidad. Por el como le juzgaran los demás. ¿Era o no era único? Todavía faltaba el cómo iba a demostrarselo a aquella muchachilla incrédula.
La repasó, de nuevo, con la mirada de arriba a abajo todavía sin mediar palabra alguna. Prefería que el silencio se diera pues posiblemente resultaría mucho más incómodo por su parte. ¿Qué estaría pensando? ¿Por qué no decía nada? ¿No me tenía miedo? Algunas de las preguntas que, tal vez, se estaría haciendo ella mientras le miraba con esos ojazos. Ojazos en los que él se había quedado medio atontado desde el primer momento, incluso pudiendo olvidar que le limitado el acceso del oxígeno al cerebro. Tal vez por eso la miraba con aquellos ojos tan imbéciles. Finalmente, dió su movimiento. Y agarró parte de su brazo para inclinarla, dejando sus rostros a centímetros, escasos centímetros de distancia. Sus ojos no se movieron, en todo momento la habían mirado y ahora la situación no había cambiado, si un caso, había "mejorado". - ¿Qué te hace pensar que yo soy como todos los demás? - preguntó, sin sonreir y con una voz sería, extrañamente seria. - ¿A qué estás esperando para ahogarme? No voy a soltarte, a menos que me dejes inconsciente mis manos van a seguir sobre tu cuerpo..el lugar..ya no puedo asegurartelo.. - ¿Por qué hablaba de aquella manera? como si tuviera intenciones de tomarla en contra de su voluntad, como si fuera uno de esos hombres que les gustaba forzar a sus parejas cuando él no podía estar más lejos de todo aquello. Sin embargo, algo le hacía querer que ella pensara mal, que le agradara pero al mismo tiempo desagradara en el límite. Que le temiera pero al mismo tiempo deseara...
A pesar de todo, le mostró una sonrisa y movió su cuello presionandolo más contra su mano. Él lo notó. Notó como el cuello se le estrechaba más ni se inmutó. Sabía fingir cuando la situación lo requiria y siempre y cuando no fuese para cosas realmente "serias". Si bien, no le gustaba nada no ser lo que verdaderamente era se aplicaba a ocasiones en las que su moralidad pudiera estar en juego. No, aquello era más un juego que otra cosa. No se conocían de nada y, aunque realmente pasaran todo el día juntos seguirían sin conocerse porque para eso hacía falta más, mucho más que unos simples días. Menos un simple encuentro.
Se relamió ligeramente los labios, empezaban a quedarsele secos de intentar respirar de aquella manera. Todavía no se rendía. Sus manos tampoco se apartaban de las caderas, o por lo menos, una de ellas fue la que se quedó allí mientras que la otra se deslizó hacia arriba. Luego hacia abajo. Acariciaba la zona con extraña suavidad teniendo en cuenta la situación en la que estaba. Amenazado de muerte por esa bestia encerrada en el cuerpo hermoso de aquella mujer. Y a Adam le costaba mucho resistirse a un cuerpo como aquel, tal vez, cualquier otro hombre habría quedado espantado por esas amenazas. Por esos comentarios que lo único que pretendían era ofenderlo y alejarlo de ella. Pero, tenía que dejarle muy claro que él no era como ninguno de los hombres con los que se hubiera topado. Nada que ver. Él era único y especial ¿Ególatra? Si, puede que también. Pero el primer paso para serlo era creerselo y si no sería nunca era alguien que se lamentara por sus actos o su personalidad. Por el como le juzgaran los demás. ¿Era o no era único? Todavía faltaba el cómo iba a demostrarselo a aquella muchachilla incrédula.
La repasó, de nuevo, con la mirada de arriba a abajo todavía sin mediar palabra alguna. Prefería que el silencio se diera pues posiblemente resultaría mucho más incómodo por su parte. ¿Qué estaría pensando? ¿Por qué no decía nada? ¿No me tenía miedo? Algunas de las preguntas que, tal vez, se estaría haciendo ella mientras le miraba con esos ojazos. Ojazos en los que él se había quedado medio atontado desde el primer momento, incluso pudiendo olvidar que le limitado el acceso del oxígeno al cerebro. Tal vez por eso la miraba con aquellos ojos tan imbéciles. Finalmente, dió su movimiento. Y agarró parte de su brazo para inclinarla, dejando sus rostros a centímetros, escasos centímetros de distancia. Sus ojos no se movieron, en todo momento la habían mirado y ahora la situación no había cambiado, si un caso, había "mejorado". - ¿Qué te hace pensar que yo soy como todos los demás? - preguntó, sin sonreir y con una voz sería, extrañamente seria. - ¿A qué estás esperando para ahogarme? No voy a soltarte, a menos que me dejes inconsciente mis manos van a seguir sobre tu cuerpo..el lugar..ya no puedo asegurartelo.. - ¿Por qué hablaba de aquella manera? como si tuviera intenciones de tomarla en contra de su voluntad, como si fuera uno de esos hombres que les gustaba forzar a sus parejas cuando él no podía estar más lejos de todo aquello. Sin embargo, algo le hacía querer que ella pensara mal, que le agradara pero al mismo tiempo desagradara en el límite. Que le temiera pero al mismo tiempo deseara...
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Hasta ahí había quedado la valentía. No sólo me intrigaba el hecho de que no me mandara al carajo, también me hacía sentirme sumamente vulnerable porque me estaba sonriendo. ¿Qué tipo de hombre era ese? No se amedrentaba como cualquier otro, no me decía cualquier cosa intentando que aflojara el agarre. Una parte de mi estaba molesta, molesta porque al parecer por muy borde que fuera, no lograría quitármelo de encima. Pero había una parte de mi, una muy pequeña parte de mi, mínimamente intrigada por saber quién era ese hombre que no había salido corriendo en dirección contraria al momento de sentir un cono de helado estampado en su frente.
De pronto me sentía como si la que estuviera falta de oxígeno fuera yo, como si él fuera el que tuviera su mano en mi cuello y estuviera apretando poco a poco robándome la respiración. ¿Qué me pasaba que no lo ahorcaba ya?, ¿Porqué no lo golpeaba de una vez antes de que pudiera hacerme algo?, ¿Dónde quedaba la yo a la que no le importaba lo que un inútil como ese pensara de mi? Pasé saliva cuando sonrió tan quitado de la pena. Tal vez fuera mejor huir ahora que estaba en condiciones de hacerlo todavía, podía zafarme de él y echar a andar tan rápido que no me alcanzaría, definitivamente no quería que me tuviera a su merced con tan sólo un movimiento. Abrí la boca para decirle algo borde en una última oportunidad para amedrentarlo pero sus manos fueron más rápidas e hicieron que mis palabras pasaran por mi garganta y desaparecieran en mi estómago. Estaba... ¿Acariciándome? Un nudo en la garganta y otra en el estómago haciéndome creer que ahora si que estaba en problemas. -Suéltame- Omití el "por favor" que luchaba por salir de mi boca para no sonar tan desesperada. Una palabra sencilla que parecía rogarle que me dejara ir.
Volví a reunir el poco valor que me quedaba para abrir la boca de nuevo y reanudar la bordería que me caracterizaba pero parecía que tenía todo fríamente calculado para volverme una criatura idiota y vulnerable ante su toque. De pronto nuestros rostros se tocaban, una exhalación de aire salió desde lo más profundo de mis pulmones fusionándose con el poco oxígeno que él estaba respirando, mis músculos se tensaron al sentirlo tan cerca y empecé a sentir un montón de cosquillas por todo el cuerpo, como pequeñas chispas revoloteándome por mi torrent sanguíneo. La mano que tenía en su cuello se deslizó en una caricia para dejarlo en paz. Una caricia que no quería ser caricia, tan sólo tocando con las puntas la piel de su cuello alejándola de éste. La otra mano por su parte fue a su nuca y tomando su pelo jaló hacia atrás. No fue salvaje, ni siquiera un tirón firme, lo suficiente para alejarlo de mi rostro. -Porque todos terminan siendo iguales-
Mi cuerpo se levantó rápidamente, no sólo alejándome de él sino levantándome de su regazo. Tobillo curado. Indiferencia ante lo que él pudiera pensar de que ya no estuviera herida. Me alejé de él totalmente echando a andar sin dedicarle una última mirada aunque mis ojos luchaban por hacerlo, tan sólo un momentito más para grabarme la imagen de aquel hombre que en serio parecía no ser como cualquier otro. El probablemente aliviado de que le fuera devuelto el oxígeno sagrado y yo tan sólo recriminándome el hecho de haberme vuelto tan inútil como para no poder ahorcarlo y dejarlo inconsciente. ¿Desde cuando tenía yo conciencia? Idiota. Rematadamente idiota. El. Y yo también.
De pronto me sentía como si la que estuviera falta de oxígeno fuera yo, como si él fuera el que tuviera su mano en mi cuello y estuviera apretando poco a poco robándome la respiración. ¿Qué me pasaba que no lo ahorcaba ya?, ¿Porqué no lo golpeaba de una vez antes de que pudiera hacerme algo?, ¿Dónde quedaba la yo a la que no le importaba lo que un inútil como ese pensara de mi? Pasé saliva cuando sonrió tan quitado de la pena. Tal vez fuera mejor huir ahora que estaba en condiciones de hacerlo todavía, podía zafarme de él y echar a andar tan rápido que no me alcanzaría, definitivamente no quería que me tuviera a su merced con tan sólo un movimiento. Abrí la boca para decirle algo borde en una última oportunidad para amedrentarlo pero sus manos fueron más rápidas e hicieron que mis palabras pasaran por mi garganta y desaparecieran en mi estómago. Estaba... ¿Acariciándome? Un nudo en la garganta y otra en el estómago haciéndome creer que ahora si que estaba en problemas. -Suéltame- Omití el "por favor" que luchaba por salir de mi boca para no sonar tan desesperada. Una palabra sencilla que parecía rogarle que me dejara ir.
Volví a reunir el poco valor que me quedaba para abrir la boca de nuevo y reanudar la bordería que me caracterizaba pero parecía que tenía todo fríamente calculado para volverme una criatura idiota y vulnerable ante su toque. De pronto nuestros rostros se tocaban, una exhalación de aire salió desde lo más profundo de mis pulmones fusionándose con el poco oxígeno que él estaba respirando, mis músculos se tensaron al sentirlo tan cerca y empecé a sentir un montón de cosquillas por todo el cuerpo, como pequeñas chispas revoloteándome por mi torrent sanguíneo. La mano que tenía en su cuello se deslizó en una caricia para dejarlo en paz. Una caricia que no quería ser caricia, tan sólo tocando con las puntas la piel de su cuello alejándola de éste. La otra mano por su parte fue a su nuca y tomando su pelo jaló hacia atrás. No fue salvaje, ni siquiera un tirón firme, lo suficiente para alejarlo de mi rostro. -Porque todos terminan siendo iguales-
Mi cuerpo se levantó rápidamente, no sólo alejándome de él sino levantándome de su regazo. Tobillo curado. Indiferencia ante lo que él pudiera pensar de que ya no estuviera herida. Me alejé de él totalmente echando a andar sin dedicarle una última mirada aunque mis ojos luchaban por hacerlo, tan sólo un momentito más para grabarme la imagen de aquel hombre que en serio parecía no ser como cualquier otro. El probablemente aliviado de que le fuera devuelto el oxígeno sagrado y yo tan sólo recriminándome el hecho de haberme vuelto tan inútil como para no poder ahorcarlo y dejarlo inconsciente. ¿Desde cuando tenía yo conciencia? Idiota. Rematadamente idiota. El. Y yo también.
- Spoiler:
- off: Lo sientooo T_T tardé mil... por cierto, la lican malhumorada todavía no se va ^^ puede alcanzarla si quiere xDD. Y... algo más te iba a decir... oh claro >_< me quedó muy corto-
Antonella Giordano- Licántropo Clase Alta
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Re: Color my life with the chaos of trouble [Adam DuPont]
Las manos de Adam seguían tan firme como hacia unos minutos y la palabra "Sueltame" ya le era incluso aburrida. La había dicho, contando esa vez, cuatro veces ¿o tal vez cinco? la cuestión esque la había dicho muchas veces y en ninguna ocasión hizo efecto en él ¿Qué le hacía pensar que en ese momento si? Tal vez la proximidad..que apretaba más su mano en el cuello..que estaba a punto de ahogarlo allí mismo y que su vida podía finalizar con que su pulgar y su índice presionaran algo más la piel ¡Estaba completamente loco! Y eso era lo mejor de todo, que esa adrenalina que le estaba descargando en ese momento hizo que su cuerpo vibrara ¡Qué demonios! Cuando le agarró por el cabello con esa fiereza le dió otra sacudida de esa adrenalina que, extrañamente, le estaba provocando la muchacha. Casi le dieron ganas de liberarse de esa mano -la del cuello- y besarla. De darle a probar lo que podía hacer un buen hombre. Porque a pesar de lo que dijese o hiciese él era un buen hombreo. Oh si, muy bueno..y en todos los sentidos.
Sin embargo, a veces -solo a veces- no hacía todo lo que le venía en gana y ese iba a ser uno de esos momentos porque cuando se bajó de él y empezó a alejarse no hizo nada ¿Ir detrás de ella? ¿Para qué? Tenía muy claro su lugar y el lugar en el que ella le había puesto. Esa mujer habría tenido malas experiencias con los hombres y podía poner una mano en el fuego por eso. Porque de la nada no se trataba de basura a los hombres. Un pensamiento como ese hacia otro ser humano tenía que haberlo provocado algún echo en su vida. Tal vez, estarían intentando casarla y con ese temperamento ¡Dios bendijese a ese pobre hombre! Las iba a pasar canutas. Pero, por desgracia, eso no era nada comparado con una..violación. A Adam le costó un poco pensar en eso. Se avergonzaba de los hombres por el echo de que pudieran llegar a ser tan crueles ¡El estaba salido! Y en la vida, jamás, se le había ocurrido tomar a una mujer en contra de su voluntad ¿Qué podían sacar de bueno en eso? Él se metía en su piel, porque también era un hombre y no podía encontrar nada -referido al sexo- que le resultara más asqueroso.
La contempló con esos ojos almendrados mientras caminaba o, mejor dicho, huía de él a paso rapido. Lo que le recordó algo ¿No estaba herida? Desdeluego su paso no lo demostraba y para nada cojeaba o se le notaba algún tipo de dolor que se estuviera guardando por pura tenacidad de no mostrarse débil ante él. Porque estaba claro que, aunque le doliera como el demonio, ella podía aguantarselo con tal de ser fuerte. Seguro que eso era lo que ocurría ¿Qué otra cosa podía ser? Con anterioridad su gesto de dolor era demasiado sincero y..¿Engañarle? ¡Vamos! Que estaba huyendo de él, no atrayendole. Había estado gruñendole desde el primer instante en el que se la acercó. Y pensando en eso empezó a notarse pegajoso, llevó una mano a su cabello y..¡sorpresa! Estaba pegajoso, con un color sonrosado debido al cucurucho que le había estampado. Eso le sacó una sonrisita. En realidad, debería estar bastante enfadado pero le parecía de lo más tierno -y sensual- el que le rebatieran de esa manera. ¿Habría alguna manera de enfadarle?
Tal vez si se encontrara de nuevo con esa chica, lo descubriria. Tal vez y solo tal vez ese no sería su primer y último encuentro. ¿Cómo saberlo? El destino era muy caprichoso y eso lo había descubierto Adam en incontables ocasiones.
Sin embargo, a veces -solo a veces- no hacía todo lo que le venía en gana y ese iba a ser uno de esos momentos porque cuando se bajó de él y empezó a alejarse no hizo nada ¿Ir detrás de ella? ¿Para qué? Tenía muy claro su lugar y el lugar en el que ella le había puesto. Esa mujer habría tenido malas experiencias con los hombres y podía poner una mano en el fuego por eso. Porque de la nada no se trataba de basura a los hombres. Un pensamiento como ese hacia otro ser humano tenía que haberlo provocado algún echo en su vida. Tal vez, estarían intentando casarla y con ese temperamento ¡Dios bendijese a ese pobre hombre! Las iba a pasar canutas. Pero, por desgracia, eso no era nada comparado con una..violación. A Adam le costó un poco pensar en eso. Se avergonzaba de los hombres por el echo de que pudieran llegar a ser tan crueles ¡El estaba salido! Y en la vida, jamás, se le había ocurrido tomar a una mujer en contra de su voluntad ¿Qué podían sacar de bueno en eso? Él se metía en su piel, porque también era un hombre y no podía encontrar nada -referido al sexo- que le resultara más asqueroso.
La contempló con esos ojos almendrados mientras caminaba o, mejor dicho, huía de él a paso rapido. Lo que le recordó algo ¿No estaba herida? Desdeluego su paso no lo demostraba y para nada cojeaba o se le notaba algún tipo de dolor que se estuviera guardando por pura tenacidad de no mostrarse débil ante él. Porque estaba claro que, aunque le doliera como el demonio, ella podía aguantarselo con tal de ser fuerte. Seguro que eso era lo que ocurría ¿Qué otra cosa podía ser? Con anterioridad su gesto de dolor era demasiado sincero y..¿Engañarle? ¡Vamos! Que estaba huyendo de él, no atrayendole. Había estado gruñendole desde el primer instante en el que se la acercó. Y pensando en eso empezó a notarse pegajoso, llevó una mano a su cabello y..¡sorpresa! Estaba pegajoso, con un color sonrosado debido al cucurucho que le había estampado. Eso le sacó una sonrisita. En realidad, debería estar bastante enfadado pero le parecía de lo más tierno -y sensual- el que le rebatieran de esa manera. ¿Habría alguna manera de enfadarle?
Tal vez si se encontrara de nuevo con esa chica, lo descubriria. Tal vez y solo tal vez ese no sería su primer y último encuentro. ¿Cómo saberlo? El destino era muy caprichoso y eso lo había descubierto Adam en incontables ocasiones.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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