Un oscuro lugar (Eyra)

por Invitado Jue Ago 18, 2011 7:04 am

Recorría los oscuros callejones de aquella ciudad. Desde que llegué a París, solo me apetecía ir a lugares poco concurridos. No me gustaba la soledad, pero me agobiaban los lugares con mucha gente. Los callejones empedrados parecían ser el mejor lugar donde pasar las horas muertas.
Llevaba tiempo s¡n alimentarme, pero no quería ir matando por ahí a diestro y siniestro. La sangre de mujer parecía la más dulce, la que más me gustaba desde que me convirtieron. Tenía preferencias, la sangre de vírgen era la más agradable al paladar. Salí de mis pensamientos cuando me pareció percibir a alguien en aquél recóndito y oscuro lugar.

por **Arlette** Jue Ago 18, 2011 7:18 am

La vela que alumbraba su caminó cayó al suelo cuando sus ojos se posaron en mi rostro, divinamente demoníaca. Sonreí con sobrebia y avancé hacia mi víctima, un joven monaguillo que salía de la Catedral camino a su casa con la única compañía de un candelabro. Le tomé del cuello y concentré mis poderes para omitir de sus recuerdos cualquier imagen sobre mí. Hecho eso y con ayuda de una ilusión, dejé al niño plácidamente dormido mientras, con cuidado de no derramar ni una lágrima de su sangre, succionar su esencia por medio de su muñeca izquierda. Cuando me sacié y escuché sus latidos algo más lentos, extraje de su piel mis preciados colmillos y le dejé recostado en la pared de la oscura y solitaria calle. Todo había ido perfecto. Yo había cenado y el muchacho no había muerto. Todos felices y contentos.

Me giré en redondo para salir de aquél lugar camino a mi casa cuando una presencia me alertó de que no me encontraba sola. Para mi alivio, se trataba de un vampiro, así que me encogí de hombros y caminé hacia él con una sonrisa cordial.

- Ese ya no tiene nada que sacarle si es que no quieres matarle por un par de gotas de sangre.- comenté aludiendo al monaguillo, al pasar por su lado sin intención en pararme a entablar conversación alguna con aquél joven vampiro.

por Invitado Vie Ago 19, 2011 2:32 pm

Había percibido, entre las sombras de la noche, una vampira alimentándose de un niño pequeño, un monaguillo. Aquél gesto me pareció noble y hermoso: alimentarse sin matar, preocuparse por la víctima en lugar de utilizarla como un mero recipiente de sangre. Solamente con aquél gesto, la vampira se ganó mi confianza.
Se dirigió a mí, con la voz sinfónica y sublime que solo un inmortal podría poseer.
-No voy a matarlo- Dije.Es solo un niño-.-

Observar el cuerpo cándido y níveo del niño sobre el empedrado me hizo pensar en lo maravillosa y fugaz que es la infancia. Me hizo cavilar sobre lo efímera que es la inocencia, sobre las cosas que solíamos valorar cuando éramos pequeños y ahora nos pasan por delante desapercibidas. Ojalá volver a ser un niño, ojalá volver a tumbarse en el suelo de la habitación y escuchar las pisadas resonar en toda la casa, volver a jugar con los muñecos que tanto apreciábamos, a los que dábamos vida con nuestras manos y nuestra tenue voz.

La vampira se acercó a mí después de mirarme y encogerse de hombros. Nada más hermoso que una mujer mirándome. Nada más hermoso que todos los instantes en los que una mujer me había dedicado sus ojos. Le sonreí sin saber bien porqué, sin ningún motivo, y fue una sonrisa tan fraternal como la que le dedicaría a una hermana. Y en el fondo ella era mi hermana, tenía mi sangre inmortal fluyendo por sus venas.

“Que hermosa noche de verano”. Pensé.

por **Arlette** Vie Ago 19, 2011 3:28 pm

Él se limitó a sonreírme de un modo especial, así que me contuve de seguir caminando y recorté distancias entre ambos rostros.

- ¿Nos conocemos?- le pedí con un deje incrédulo en mi voz, pues recordaba cada rostro, cada nombre, cada esencia... y a ese vampiro no le reconocí por ninguno de esos aspectos.

Me crucé de brazos a la altura del pecho y seguí el curso de su mirada hacia el monaguillo, apartando los ojos de mi víctima para posarlos de nuevo sobre aquél inmortal de tan extraño comportamiento para mí. Quizás no es que nos conociéramos. Quizás él sólo me había identificado como quien era, una leyenda. Era una de las vampiresas más ancianas que aún coleaban por el mundo. A demás mi modo de vida llamaba la atención de muchos, sin exceptuar mi encandiladora belleza sobrehumana, por supuesto, Entonces me pregunté por cuál de aquellas razones él me había identificado, si es que mis sospechas estaban en lo cierto, por supuesto.

por Invitado Dom Ago 21, 2011 9:33 am

Ella siguió acercándose a mí, hasta quedar a escasa distancia de mí, lo que me facilitó observar cada rasgo de su rostro.
Me preguntó si me conocía, como intentando recordarme. Se cruzó de brazos y miró al monaguillo, mientras yo seguía mirándola absorto en mis pensamientos, y entonces volvió a mirarme de nuevo. Yo no supe qué decir, no la conocía, no sabía nada de ella, símplemente había supuesto que era una persona honrada y justa. Alguien en el que se puede confiar. Una persona de las que hoy en día escasean. Bajé la mirada un instante mientras posé mi dedo pulgas sobre mi labio inferior, y volví a mirarla de nuevo.
-No le conozco de nada, pero aún así, usted es como yo y eso me proporciona motivos para querer conocerle mejor. Si usted lo desea.- Dije.

No me consideraba cavalleroso, ni galán. No pretendía intimar con aquella mujer, ni siquiera seducirla, tan solo quería su compañía. No era misógino, simplemente sincero, al pensar que las mujeres solo exigían ciertas cosas para su propio placer, como era el contacto físico con un hombre, el poder económico y la superioridad social, o al menos eso me habían enseñado mis anteriores relaciones. Vivir setenta años era poco para un vampiro, pero la sabiduría se iba abriendo camino conforme pasaban los años y transcurrían las experiencias vitales.

por **Arlette** Dom Ago 21, 2011 9:49 am

Alcé una ceja, asombrada por su osadía. Poniendo las manos en mi cintura, caminé en círculos a su alrededor, olisqueando su pelo y sus prendas. Era cierto, jamás le había visto. Parecía relativamente joven en comparación conmigo y su cuerpo mostraba a un muchacho de no más de veinte años.

- Dime, muchacho, ¿quién eres?- le pedí, deteniéndome frente a él y escrutando su rostro con desdén.

Puse mi dedo índice bajo su mentón y lo alcé para analizarlo mejor, pues la oscuridad se cernía sobre nosotros de un modo implacable. Aquello me recordó la presencia del monaguillo que, aunque le había alterado la memoria, no quería que al despertar fuera lo primero que viera. Así que tomé de la mano al vampiro y le guié por unas calles, alejándonos de aquél lugar. Me detuve al fin en un callejon oscuro y solitario, cuyas viviendas permanecían selladas para que la luz del alba no despertara a quienes dormían en el interior de dichas casas.

por Invitado Dom Ago 21, 2011 10:26 am

Ella alzó una ceja, no sé en qué estaría pensando, epro me pareció un gesto cómico. Sonreí como un niño. Colocó sus manos en su cintura y comenzó a rodearme mientras me miraba. Parecía que estubiese tratando de averiguar algo, tratando de descifrar algún código en un lenguaje abstracto, me resultó una situación simpática y curiosa. Me preguntó que quien era, y yo mostré una sonrisa juguetona. Puso su mano bajo mi mentón, examinándome como si me acabase de comprar como esclavo. Cogió mi mano y me llevó a otro lugar. Recordé la pregunta que me hizo: "¿Quién eres?"

-¿Quién quieres que sea? Puedo ser un asesino despiadado...-Dije, fingiendo empuñar un arma.-... o un bailarín de sonatas y sinfonías...- dije girando sobre mi mismo- ...o...- me coloqué a muy escasa distancia de sus labios y la miré intensamente- ...puedo ser un amante apasionado. -Me alejé de ella un paso.
-Todo depende de ti-

Me gustaba jugar. Adoraba enloquecer al menos por una noche. Pareciendo un loco, o un tanto singular... me gustaba jugar.

por **Arlette** Dom Ago 21, 2011 11:27 am

El muchacho empezó a jugar como si de un niño se tratara aunque, visto lo visto, era un niño. Resoplé sin dejar de caminar por aquella calle, mirando de reojo las cosas que él hacía o decía, sin poder contener una sonrisa a cada uno de sus gestos. En lo último, recorté aquél paso que él había dado y con mi dedo índice le acorraré en una pared, acercando mi rostro al suyo peligrosamente.

- Te aseguro que no podrías ser el amante que me satisfazca.- le dije, con palabras quizás demasiado frías pero con la voz dulce casi maternal y que tanto solía seducir a los hombres. Me incliné más hacia él y lamí su labio inferior con mi lengua, soltando entonces una carcajada sonora y alejándome de él unos metros, observándole con curiosidad.

Me crucé de brazos y recosté mi espalda contra la pared, sentándome en una caja de madera que se hallaba allí en aquél momento. Sin borrar la sonrisa, admiré la sorpresa que le había pintado en el rostro de aquél vampiro demasiado seguro de sí mismo y sin, desde luego, conocerme lo más mínimo.

por Invitado Mar Ago 23, 2011 5:54 am

Me acorraló contra una pared y me dijo que yo no podría satisfsacerla. No me sentó mal, me divirtió y la comprendí. Era solo un juego sin más intenciones que divertirse. Se inclinó más hacia mí, lamiendo mi labio inferior, y se alejó e mí. Mi primer instinto fué contraatacar, arrinconarla y besarla hasta hacerla sangrar, símplemente por conservar mi orgullo... pero pensar en frío me hizo tranquilizarme y mantener la compostura.
¿Porqué estaba en aquella ciudad? ¿Qué estaba haciendo allí? Buscar a la chica a la que transformé, para disculparme de alguna forma, aunque no existía perdón posible.
Miré a la vampira. Estaba seguro de que ella se divertía tanto conmigo como yo disfrutaba con mis juegos, aunque ella estaba segura de que yo no era su tipo, y yo no había visto en sus ojos la luz eterna de la ternura que una mujer un día me había dado. Estaba seguro de que necesitaba que me miraran y me dijeran que era único, que me abrazaran mientras la pena me ahogaba y las lágrimas me impidiesen ver, y me dijeran que no llorase más.

Aquella vampira no parecía ser la chica protectora y dulce que yo necesitaba.
La miré mientras sonreía y me limpiaba el labio:
-Nunca podría satisfacerte, pareces insaciable-

por **Arlette** Mar Ago 23, 2011 6:13 am

Su rostro se tornó casi irascible y aquello me divirtió más. Me había limitado a seguir con sus juegos infantiles y ahora probaba de su propia medicina. ¿Era aquello tan terrible? Sus palabras me hicieron volverme hacia él con otra carcajada en mis labios. ¡Cuanta razón tenía! Él no se deba cuenta que tras mi fachada joven y hermosa se ocultaba una mujer de más de setecientos años, con miles de hombres a mis pies y ninguno lo suficientemente hombre para calar en mi pecho. Aquello me hizo recordar a Jerarld, el vampiro con el que tuve algo más que palabras en la Catedral. O incluso Wolfgang, al que le había entregado mi corazón a cambio del suyo y tanto dudaba en aceptar. Suspiré y escondí mi rostro entre mis manos.

- No sabes nada de mí.- le aseguré, rompiendo mi máscara de fortalezas e indiferencias para dejar paso a la pequeña y humana Eyra que aún dormía en mi interior. Aquella dulce e ingenua muchachita que por venganza se convirtió en lo que era yo ahora. Un monstruo.

por Invitado Mar Ago 23, 2011 6:52 am

Ella se reía, se cubrió la cara con sus manos. Dijo que yo no sabía nada de ella, y en eso no se equivocaba. Yo no era nadie para juzgarle, y no pretendía ser maleducado, pero me había pasado bastante.
-Discúlpame- dije, arrepentido. Me acerqué a ella lentamente. Cuando estube lo suficientemente cerca de ella, la abracé. Su piel estaba tan fría como la mía, por lo que estaba claro que ambos éramos vampiros, y casi no notamos nuestra temperatura, si no que parecía un roce habitual.
Después me hice hacia atrás, la miré y dije:
-Me he pasado bastante, me gustaría volver a comenzar desde el principio, pero es imposible controlar el tiempo. Creo que sería mejor marcharme antes que empeorar la situación.-

por **Arlette** Mar Ago 23, 2011 7:05 am

El vampiro se acercó a mí arrepentido por su brutalidad verbal. Yo le miré cuando se alejó tras abrazarme efímeramente.

- ¿Piensas dejarme así después de esto?- le dije a modo de reproche.- Por lo menos quédate y házme compañía.

Envolví mis rodillas con mis manos y le miré con curiosidad.

- Cuéntame algo de tí.- le pedí con una leve sonrisa, haciéndome más comoda aquella extraña situación.- ¿Qué haces en París?

Quizás ya vivía allí desde su vida humana pero tampoco me importaba su origen o su historia. Sólo queria que distragera mi mente para no buscar ni al vampiro Jer ni al lobo Wolfgang. Sólo eso.

por Invitado Mar Ago 23, 2011 7:28 am

Me pidió que le hiciese compañía, lo que me pareció agradable y simpático. Después me pidió que le contase algo de mí, y me preguntó qué me había llevado a París.

-Yo soy de Inglaterra, me crié allí, y me transformé allí. Llegué aquí por puro azar, aunque hubo un motivo que me ató a este lugar: Transformé a una chica porque me dejé llevar por la soledad, y ahora sigo aquí para buscarla y pedirle perdón. Sé que suena absurdo, pero es el verdadero motivo por el que estoy aquí-

La miré y sonreí. No sé si habría escuchado mi historia, y que le había llevado a preguntarme por mi vida, pero me sentía bien hablando de mis problemas.

-¿Qué te ha traido a ti aquí?- pregunté. Me parecía divertido hablar de nuestras, vidas, y haber llegado a aquella situación, si ni siquiera conocía su nombre, pero dejé que la situación continuara su curso.

por **Arlette** Mar Ago 23, 2011 7:51 am

Escuché su historia con asombro... ¿para pedir perdón? ¿Después de atar a alguien a la inmortalidad? Mordí mi labio inferior sin saber muy bien cómo tomarme aquello. Al fin, le sonreí para restarle importancia.

- Buena suerte en tu búsqueda, pues.- le deseé, alzando mi mano hacia su cabello para alborotarlo como si fuese un niño pequeño que me resultara travieso.- ¿Qué hago aquí? Pues en un principio sólo vine para reencontrarme con mi creador, pero ahora que ya le encontré y sé que clase de ser es... bueno, digamos que poco me ata a él.- comenté en un encogimiento de hombros.- Sin embargo, me gustó París, conocí a gente maravillosa...- mi voz se fue apagando cuando los recuerdos se agolparon en mi mente.- y surgieron nuevos asuntos que me retienen aquí, así que supongo que me quedaré una buenta temporada en tierras francesas.

Sonreí de nuevo, sintiéndome algo liberada después de halar de mis planes de futuro. Deseaba con todas mi fuerzas que las horas de soledad estuvieran por fin contadas.

por Invitado Mar Ago 23, 2011 11:12 am

Escuché su historia y en cierto aspecto era como la mía, lo que nos diferenciaba era que ella buscaba a su creador y yo a mi víctima condenada a una vida eterna. Sentí como si en ese instante compartiéramos emociones. Me sentía solo, exhasperado, agobiado, y tan solo deseaba encontrarme con ella para pedir perdón por mis actos, y si ella quisiera, pasar el resto de nuestras vidas inmortales juntos.
Supongo que la vida es un camino, largo o corto, no sabemos nunca cuando va a acabar, y por eso mismo algo en nuestro interior nos empuja a vivirla al máximo... mi deseo es vivirla con alguien, sólamente así puedo llegar a ser completamente feliz... abris los ojos y observar su rostro, besarla y alejar mi cara mientras ella sonríe, que me diga que me ama y sentri esa presión en el pecho, como un cáncer que causa adicción.

Miré a la vampira y suspiré.
-Deseo que tu búsqueda de un alma gemela finalice pronto con buenas expectativas, pues no hay nada más hermoso que un amor verdadero-
Sonreí y se me formó un nudo en la garganta.
A veces cualquier instante por efímero que sea llena nuestras almas mucho más que toda una noche dedicada al placer. A veces con observar la luna, sentir el viento o escuchar una melodía de piano, conseguimos la verdadera felicidad y nos olvidamos de que el futuro nos tiene preparadas nuevas pruebas difíciles de superar. Ahí está la magia de la vida, en los pequeños momentos, como aquél.

por **Arlette** Mar Ago 23, 2011 12:48 pm

Alcé una ceja, incrédula. ¿Él me hablaba de amor verdadero? Aquello sí tenía gracia. A mí... a una vampiresa de más de siete siglos de vida... con montones de hombres que dieron la vida por ella literalmente hablando, con otros tantos que ni siquiera lograron rozar su piel. A mí... que tras tantos años de soledad, ahora aparecçian dos seres maravillosos en mi vida y debía elegir. A mí... que después de todo, siempre he buscado el amor. A mí... justamente me lo decía a mí.

Suspiré y asentí una sola vez, recostando mi espalda en el muro de una vivienda, cerrando los ojos y sonriendo para mis adentros.

- Ojalá alguien te escuche.- susurré.- Si existe algún dios allí arriba, rézale para que se acuerde mí y me conceda el único deseo por que ahora sigo viviendo.

Abrí de nuevo mis párpados y sabía que aquella conversación con aquél inmortal era algo así como una señal, pues ni yo solía abrirme con los desconocidos y ni muchas veces, me detenía para hablarles. Me había acostumbrado demasiado a la soledad. Pero ahora, sin él darse cuenta, me había abierto los ojos. Ahora sabía porqué me sentía incompleta, porqué nunca pude ser feliz. La respuesta era que me faltaba mi otra mitad, mi media naranja, mi media alma gemela, mi medio corazón. ¿Cuando pensaba éste picar a la puerta de mi vida? ¿Cuánto tiempo más tendría que esperarle? La eternidad era demasiado tiempo para vivirlo a solas.

por Invitado Miér Ago 24, 2011 5:58 am

Ella escuchó mis palabras y recostó su espalda en un muro de piedra, y entonces me dió la razón. Me sentía como un pequeño querubín, un Cupido alado que andaba lanzando flechas de amor, intentando remediar la dolorosa soledad de las almas ajenas... pero yo mismo me sentía solo.

¿Cuál era el motivo por el que necesitaba deseperadamente amor? Desde pequeño siempre había estado solo. Mis padres nunca tenían tiempo para estar conmigo, mi hermana solo me buscaba por interés, no tenía amigos y los niños no querían jugar conmigo. Siempre me había quedado solo, sin disfrutar del amor, sin saber lo que era una amistad, sin conocer la felicidad de vivir. Ahora, después de setenta años me daba cuenta de que más que un roce nocturno, necesitaba una compañera, un alma gemela, un amor verdadero y fraternal que me escuchase divagar sin sentido y me arropase en mis noches tristes.

-Estoy seguro de que lo encontrarás. Eres maravillosa y si un hombre no es capaz de decírtelo, es que no se atreve por miedo al rechazo-
La miré y sonreí, como si la hubiese conocido de toda la vida.
Era curioso como en una noche, y por pura casualidad, se podía encontrar una amistad con la que poder comentar los conflictos internos.

por **Arlette** Miér Ago 24, 2011 6:29 am

Sonreí con timidez y recogí algunas lágrimas con la yema de mis dedos.

- Estoy segura que pronto también encontrarás a tu creación, el vínculo que os une es demasiado fuerte.- comenté, rememorando cómo nos reencontramos Bernard y yo.

Mi conversión había sido hacía siglos y después de todo ese tiempo en el que ni siquiera sabía su nombre o recordaba su rostro, volví a París, justo al lugar en el que Bernard apagó mi Sol. Allí, como si él sitiera un impulso o una necesidad, me encontró. Fue extraño pero era como si nos conociésemos de siempre, como si a su lado me sintiera a salvo, como si se tratara de mi padre. Y al fin y al cabo, era lo que realmente era para mí. Mi padre, mi creador.

Suspiré y alcé la vista hacia el inmenso manto azabache de la noche, sólo iluminado por las diminutas estrellas que como mis lágrimas, salpicaban aquél cielo bajo el trono de la luna llena. A lo lejos, un lobo aulló.

por Invitado Miér Ago 24, 2011 7:34 am

Ella sonrió un poco y se limpió los ojos con sus dedos. Me pregunté si estaría llorando y sentí lástima. Entonces ella me dijo que seguramente acabaría encontrando a Isabella. Eso esperaba.
Recordé mi encuentro fortuito con ella, en un callejón como el de aquella noche, recordé como huía de mí, y como acabó dándose de bruces con un muro de ladrillo que ponía fin a la calle. Ella me dijo su nombre, y yo intenté besarla, y entonces se apartó y yo mordí su tierno cuello de niña, le dí de beber de mi ponzoña, y estube a su lado mientras ella se retorcía en el más inhumano de todos los dolores. Me había marchado de su lado tras hospedarla en un hotel y haber dejado sangre para que se alimentara mientras estubiese recluída. Había sido irresponsable de mi parte, pero no podía arriesgarme a que me matara.

Miré a la vampira, como observaba el cielo, y entonces recordé que no nos habíamos presentado aún.
Me coloqué cerca suyo y le dí mi mano.
-Me temo que todavía no nos hemos presentado, me llamo Alexander Vlad, encantado de conocerte- dije riendo como un niño pequeño.

por **Arlette** Miér Ago 24, 2011 8:25 am

El vampiro se acercó a mí y se presentó como si fuese un niño pequeño. Aquél gesto me hizo gracia y no lo oculté. Encajé mi mano en la suya a modo de salutación formal y esbocé una dulce sonrisa, casi maternal.

- Encantada, Alexander, mi nombre es Eyra Erikdottir.- le guiñé el ojo con complicidad y solté su mano con elegancia, no pudiendo retener mi curiosidad.- Me resultas muy joven, ¿con qué edad te convirtieron?- le pedí, no muy segura de lo que mis palabras pudieran afectar a su estado anímico.

Dado que sin buscarlo se había convertido en mi pequeño inmortal y dada su compañía en unos momentos en los que realmente necesitaba de la presencia de alguien capaz de acallar mis temores como él, me acerqué a su rostro y besé efímeramente la punta de su nariz, como si realmente se tratara de un crío. Volví a reír de forma relajada y apoyé de nuevo mi espalda en el muro.

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