Un oscuro lugar (Eyra)

por Invitado Jue Ago 18, 2011 7:04 am

Recuerdo del primer mensaje :

Recorría los oscuros callejones de aquella ciudad. Desde que llegué a París, solo me apetecía ir a lugares poco concurridos. No me gustaba la soledad, pero me agobiaban los lugares con mucha gente. Los callejones empedrados parecían ser el mejor lugar donde pasar las horas muertas.
Llevaba tiempo s¡n alimentarme, pero no quería ir matando por ahí a diestro y siniestro. La sangre de mujer parecía la más dulce, la que más me gustaba desde que me convirtieron. Tenía preferencias, la sangre de vírgen era la más agradable al paladar. Salí de mis pensamientos cuando me pareció percibir a alguien en aquél recóndito y oscuro lugar.

por Invitado Miér Ago 24, 2011 11:16 am

Ella aceptó mi mano y me sonrió. Se presentó, y después me preguntó la edad en que me convirtieron. Me pregunté si estaría pensando que parecía un niño, pero no me extrañó su pregunta. Ella, inesperadamente, acercó su cara a mí y besó mi nariz, gesto que me hizo abrir los ojos con sorpresa y sonreir lobunamente. Me pareció tierno y curioso aquél gesto, y me hizo divagar en si la señorita Eyra me había cogido algo de cariño desde que la ví beber del monaguillo. Decidí acabar con su curiosidad:

-Cuando tenía dieciseis años me escapé de casa. Poco después me ví en la más absoluta miseria, y un vampiro aprovechó para beber de mí, yo quedé inconsciente, y cuando desperté mi organismo ya estaba en plena transformación- Le conté.
Me quedé mirando fijamente al suelo. ¿Qué hubiese pasado si aquél día hubiese vuelto a casa? Quizás seguiría siendo humano, aunque tendría setenta años y dificilmente seguiría vivo. Supongo que no fue malo del todo.
-Señorita Eyra, aparentas veinte años o así, ¿a tí con cuantos años te transformaron?- pregunté con curiosidad.

por **Arlette** Jue Ago 25, 2011 6:43 am

Sonreí satisfecha, pues de algún modo había acertado con la idea de su edad. Dieciséis años... ¡qué joven! ¡Cuánta vida humana y sensaciones humanas se perdió! No sentí lástima por él porque en tanto tiempo que viví, aprendí a ser como soy y a valorar la inmortalidad como un don, como un regalo. Sabía que si él no lo hacía ahora, lo haría en un futuro, como me ocurrió a mi pese a desearlo tanto como para suplicar que me convirtieran. Después de mi transformación y abandonada por mi creador a mi suerte... me arrepentí millones de veces. Me di cuenta que había perdido la ilusión de vivir y la inmortalidad era más un estorbo que otra cosa. Había conocido a cientos de hombres buenos que pudieron haberse convertido en mi esposo y padre de mis hijos, pero jamás pude conllevar mi condición con el amor hacia un humano. Y los vampiros no entendían el significado de aquél amor. Perdí la oportunidad de sentir la maternidad, de vivir la juventud, de cometer errores, de envejecer... Pero ahora, me alegraba seguir viva, poder ver el transcurso de las vidas ajenas sin temor a morir de anciana. Siempre mantendría la gracilidad y la belleza de mi juventud y eso... era bueno, ¿no?

- Con veinte y dos años.- respondí.- Era joven y desesperada... pero no me arrepiento después de todo.- le sonreí dulcemente.

por Invitado Vie Ago 26, 2011 5:21 am

Ella me dijo que la habían convertido con veintidós años, lo que a mí me pareció normal... pero tanto tiempo, es decir... eternamente, es mucho tiempo para vivir sin poder tener hijos. Hasta con dieciseis años miraba a mi hermana pequeña y sonreía pensando que algún día escucharía unos pasitos y un tierno balbuceo en algún rincón de mi futura casa. Soñaba a menudo con Isabella, con casarme con ella y verla embarazada, con una vida en su interior, una vida echa tan solo con amor, creada para vivir cómoda y felizmente en una familia que la quiera con toda su alma. Pero había un problema... los vampiros somos estériles. Adoptar una criatura nunca puede llegar a ser lo mismo que tenerla, verla surgir de tu interior, como una pequeña parte de tí que se desprende de tu cuerpo. Si algún día mi futura mujer decidía adoptar, preferiría esperar hasta estar totalmente preparado para ser padre y tener los recursos suficientes para darle a mi hijo todo lo que yo no tuve en la infancia.

-Debe de ser muy duro haber vivido tanto como tu y no poder tener hijos. ¿No hay ninguna solución?- pregunté realmente preocupado. El mayor castigo de ser como nosotros no era vivir eternamente, si no, no poder concebir un hijo de tus entrañas, y no poder apreciar que crear una vida es lo más grande y mágico de este mundo. Miré a Eyra a los ojos, apenado por nuestra situación.

por **Arlette** Vie Ago 26, 2011 5:41 am

Su comentario y posterior pregunta me desarmó por completo. ¿Hijos? A esa edad humana ya debía haberme casado y formado una família, como hicieron todas las mujeres de mi aldea vikinga. Sin embargo, mis orígenes y mi rebeldía hicieron que cualquier hombre se alejara de mí. Sólo hasta que me convertí en vampiresa supe lo que era ser deseada, quizás por ello me aferraba de aquél modo a la seducción de los hombres, pues me halagaba de sobremanera.

Meneé la cabeza intentando no mostrar la tristeza de mi interior, la impotencia que sentía. De haber sabido todo lo que suponía ser vampiro... ¿lo hubiera aceptado? Sintiendo tanto amor y devoción hacia los niños... ¿hubiera acepatado ese precio? Jamás lo sabría. Los motivos que me llevaron a desear la inmortalidad habían sido suficientes en ese duro momento de mi vida pero ahora... ¿realmente no me arrepentía? Siempre sentiría envidia de las humanas que paseaban orgullosas a sus vientres hinchados o a sus niños tomados de la mano. Siempre las miraba con un deje de odio por poseer aquél regalo divino que a mí me habían negado por mi condición.

- Es el precio de la inmortalidad.- susurré, casi imitando el sonido del viento que danzaba entre mi cabello, enrredándolo entre si.

Un hijo... había soñado tantas veces con ese momento. El momento de saber que gestaba una vida en mi interior, el día a día de ver crecer mi vientre, el momento de la primera patadita, el momento de darle a luz, el momento de descubrir su rostro, el momento de sus primeros pasos en la vida, el momento de su primera palabra, el momento de la caída de su primer diente de leche... La vida estaba llena de momentos y pese a tener el don del tiempo eterno, sabía que habían muchos momentos que jamás experimentaría, que nunca sentiría. Y aquella idea me mataba por dentro.

por Invitado Vie Ago 26, 2011 6:55 am

Ella escuchó mis palabras, con la mirada perdida, como mirando a un universo paralelo, o perdida en su propia mente. Dijo que era el precio de la inmortalidad, como rindiéndose, como dando por echo que nada nunca podría cambiarlo. No podía ser, alguien tan fuerte como Eyra cediendo así ante la crueldad del destino.
La miré y entonces recordé las palabras de mi padre, cuando me explicó de dónde venían los niños "El acto en sí, puede ser maravilloso, pero hacer el amor sin intención de tener hijos carece totalmente de sentido, pues en ese caso dejaría de hacerse solamente cuando estás preparado para amar a alguien y entregarle tu vida". La rabia me cegó en ese momento, la garganta me ardía. ¿Para qué entregarse a la lujuria y al placer carnal si no puedes ofrecerlo todo? ¿Para qué intimar con cada mujer en cada burdel, si esto no rellena el hueco que queda grabado en tu corazón? Aquello si que era una condena.

-Si alguna vez te encuentras completamente segura de que quieres tener hijos, ¿adoptarías uno aunque no fuese carne de tu carne?- Pregunté, inseguro, mirando a Eyra.

por **Arlette** Vie Ago 26, 2011 8:21 am

Solté una carcajada movida por lo paradójico de aquella pregunta. ¿Preparada? ¿Yo?

- Tengo setecientos setenta y siete años de vida, Alexander.- comenté como si no viniese a cuento de nada.- ¿Crees que no estoy ya preparada?- le miré, dejando que la tristeza oscureciera mi inicial sonrisa.- Tengo una fortuna innumerable y una experiencia muy extensa. Creéme que estoy preparada para ser madre.- suspiré y llevé un mechón de mi pelo hacia atrás de mi oreja.- La cuestión es que no puedo ser madre y adoptar... ¿qué adoptaría? ¿un humano? No, sería demasiado arriesgado para él. ¿Un vampiro? No existen vampiros tan jovenes, tu ya me pareces demasiado juvenil.- expliqué sin mirarle, perdida en mis razonamientos.- Los niños inmortales son los más desgraciados, quizás por ello no se les suele condenar al mundo de las sombras. Nosotros como adultos aún podemos pasar desapercibidos, llevar una vida normal dentro de lo que cabe. Un niño vampiro no puede. No puede esperar que otros humanos o incluso vampiros le tomen en serio, no puede acercarse a niños humanos porque éstos lo huelen y huyen guiados por sus instintos. No pueden enamorarse ni compartir una vida en pareja porque físicamente, siempre serán niños, aunque la persona que habite en su cuerpo madurará y crecerá.- razoné entre murmuros.- Es más duro para ellos, Ander. ¿De veras condenarías a un pobre niño a éste suplicio? Yo no podría hacerlo.

Supiré profundamente, imaginándome una utópica estampa. Yo, rodeada por los brazos de un hombre sin rostro y junto a nosotros, un niño de rostro pálido y casi enfermizo, con una mueca en sus infantiles labios que reflejaba lo infeliz que era al lado de aquella extraña família, sabiendo que jamás crecería, que nunca llegaría a la pubertad, que no podría conocer a ninguna muchacha que le brindara su primer amor adolescente, que jamás vería crecer su bello y sentirse un hombre hecho y derecho. No, jamás podría causar tanto dolor a un ser tan frágil como un niño. ¿Lo haría Alexander?

por Invitado Miér Ago 31, 2011 9:20 am

Bajé mi mirada al suelo, reflexionando seriamente sobre todo lo que había dicho la vampiresa. Tenía toda la razón. Al igual que yo fuí convertido con el cuerpo de un chico de dieciseis años y jamás envejecería, por lo que a cualquier mujer le parecería un niño... lo que es un serio problema... me planteé el hecho de que un niño fuese convertido y condenado a exponer siempre la misma cara, como alguien atrapado en el tiempo que desea con todas sus fuerzas crecer y cambiar su rostro.
La miré bastante serio.-Es tan duro condenar a un niño a la vida eterna como adoptar un humano que vaya creciendo y muera con la misma imagen de tí. Supongo que debemos conformarnos con cojer cariño a alguien, pero en un período efímero-

Dije quedamente. La inmortalidad no era una feria multicolor, si no un amargo paseo de oscuridad. El hecho de no morir implicaba no ir con mortales.

por **Arlette** Miér Ago 31, 2011 12:06 pm

Miré aquél rostro infantil, tan súmamente oscurecido ahora por una tristeza que le envaía. De pronto, sentí una especie de vena maternal o algo parecio, algo que nunca antes había sentido. Despeiné su cabello con diversión y alcé su rostro tras posar mi dedo índide en su mentón, obligándole a que me mirara.

- Por ahora sólo puedo ofrecerte mi compañía y protección como lo más parecido a una família, Ander.- le propuse indirectamente.- Pero si lo que deseas es ser padre, tendrás que tener paciencia y aprovechar algún momento en el que, como ahora, encuentres a un joven inmortal algo perdido y solitario, al ves que tiene mucho amor por regalar y poco por poseer. Entonces podrás acercarte a él y preguntarle si le gustaría formar parte de tu vida.

Le guiñé el ojo y sin esperar respuesta alguna por el momento, me limité a abrazarle como nunca antes lo había hecho. No con amor pasional, no con intenciones indecentes... sino con verdadero cariño maternal. Fue entonces que supe que realmente, en el fondo de mis entrañas, anhelaba aquello. Anhelaba una família.

por Invitado Dom Sep 04, 2011 1:58 pm

Ella me obligó a mirarla y me habló. Me encantaba escuchar sus palabras, iban tan cargadas de sabiduría... tan llenas de razón... Después me abrazó y me acurruqué como si realmente fuese mi madre. Echaba de menos el amor y la protección de una mujer. Ella era tan sabia que seguro que conocía todas las respuestas que yo ansiaba y me podría aconsejar en cualquier aspecto.
La miré después del abrazo y me sonrojé. Me encantaba el poder que aquella vampira desprendía.
-Tengo hambre, ¿me acompañas a que pueda cenar algo?-
Dije. Claramente, me refería a la sangre, a absorver esa vida que solo un humano podía otrorgarnos. Poco me importaba la persona, el lugar, el método... tan solo deseaba alimentarme.
Como si Eyra fuese esa madre que me abría la despensa para darme de comer, esperé a que facilitase aquella situación.
Observé aquella noche, su luz lunar, su fulgor incandescente azulada y misteriosa. "La luna es hermosa. Brillante" Pensé.

por **Arlette** Dom Sep 04, 2011 2:14 pm

Sonreí ante su petición y su sonrojo, preguntándome si algún día podría sentir lo que era ser madre. Y desde luego, así fué... pero eso es otra historia. El caso es, que asentí y tras un efímero beso en la mejilla, le dije que me esperara allí.

Yo rasgué mi vestido, dejando entrever mis suaves y esbeltos muslos, y rompí mi escote, dejandp algo menos a la imaginación varonil. Me apoyé en la pared, a verios metros del pequeño vampiro, y sonreí maquiavélicamente cuando un hombre trajeado se acercaba por aquella calle. Parecía distraído, probablemente salía del trabajo. Era un hombre de unos treinta años, robusto, fuerte, bien alimentado visto lo visto, pero sobretodo... varonil. Muy varonil. Tanto, que en cuanto me vio dejó de caminar hacia la esquina por la que pensaba girar y se acercó a mí con una sonrisa soberbia. Me relamí los labios y dejé que una de sus manos acariciara mi muslo derecho, deteniéndole cuando aspiraba a subir por él. Sin dudarlo más, dejé que mis colmillos afloraran entre mis labio y me avalancé hacia su cello, destripándolo con crueldad para dejarle inconsciente en el suelo, pero vivo. Sólo entonces hice un gesto a Andes para que se alimentara, apartándome del humano y dejando paso al inmortal.

- Que aproveche.- le dije con una sonrisa triunfante.

por Invitado Mar Sep 13, 2011 6:03 am

Eyra rasgó su vestido. No caí en su idea hasta que desde lejos observé que era un señuelo para los hombres guiados por su entrepierna. Ella lo dejó inconsciente y me lo trajo, diciéndome cordialmente que disfrutara de mi comida. Me acerqué a ella, agradecido y sonrojado, y besé tiernamente su mejilla.
-Gracias mamá-
Dije sonriendo tímidamente. Entonces me coloqué de cuclillas, cerca del hombre, bebiendo de su cuello lentamente, para disfrutar de su sangre caliente. Mi hambre disminuyó notablemente conforme tragaba aquél líquido carmesí y éste recorría mi garganta, calmando mi dolor. Miré a la vampira de reojo, con una sonrisa torcida y entendí que no debería matar al hombre. Me costó dejar de beber tan de golpe, pero hice de tripas corazón y arrastré al hombre hasta un montón de cajas, donde lo incorporé. Volví hacia Eyra y me limpié la barbilla con la manga de mi camisa, mientras sonreía cerrando los ojos. Me encontraba saciado, satisfecho y lleno de júbilo.

por **Arlette** Mar Sep 13, 2011 7:54 am

Seguí con la mirada sus gestos y acciones con curiosidad y cierta envidia, pues yo también hubiera querido probar algo de aquella sangre que parecía tan sabrosa para el joven. Cuando lo desechó, volvió a dirigirse hacia mí y yo le tendí la mano intentando ignorar un leve estremecimiento cuando él me llamó mamá.

- Ha sido un placer conocerte, Alexander.- le dije con una sonrisa sincera.- Debo despedirme si quiero esconderme del sol antes de que amanezca.

Le guiñé un ojo y alboroté de nuevo su cabello, alejándome del vampiro a medida que el horizonte iba iluminándose con la luz del astro rey. Aquella había sido una interesante noche en la que, pese a mi longevidad, había aprendido realmente algo nuevo para mí: el valor de sincerarse con desconocidos. Y había valido la pena. Ahora, sólo le deseaba lo mejor para ese jovencísimo inmortal.

Off: ¿Cierras?

por Invitado Sáb Sep 17, 2011 6:28 am

Cuando terminé de limpiarme el rostro, Eyra se despidió de mí, pues el sol iba a salir en breve. Se me erizó la piel de la nuca: si permanecía más tiempo allí me quemaría.
Ella me guiñó el ojo y me removió el pelo. Yo la observé mientras se marchaba. con el cuerpo en tensión por que el sol no me cogiera desprevenido. Cuando estubo lo suficientemente lejos como para dejar de verla, susurré:
-Buenas noches, madre, y buena suerte en tu vida-

Y en ese momento eché a correr en dirección al bosque, donde hacía poco había encontrado una cabaña de madera donde poder refugiarme cuando el Sol estubiese vigente. Eyra había salido de su caparazón para mostrarme su alma, y yo había valorado ese acto.

Off: Rol cerrado

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