AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
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Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Desde el interior de la catedral me fijé que hora era. La medianoche. Sin duda, el momento perfecto para contactarme con las almas. Zaire me había acompañado, mi viejo amigos de orígenes nigerianos vestía de blanco, al igual que yo. Los dos habíamos traído nuestros elementos: Tres velas, tizas, las capas de protección, entre otros elementos que no explicaré. Miré el altar, comencé a marearme, las iglesias no eran de mi agrado, allí yacía la hipocresía del cristianismo, pero era un lugar energético de sumo valor para practicar el arte de la mediumnidad.
Juntos, trazamos un círculo de varios metros, si todo salía bien ninguno de los dos saldría de él. Zaire fue el primero en escuchar un profundo ruido que provenía desde el patio interior de la capilla. Murmurando insultos, lo acompañé hasta aquel patio bien cuidado, con rosas de todos los colores y plantas de aspecto salvaje.
Un frío recorrío mi espalda, me sentía pesado, adolorido, débil. Comencé a pensar como mujer, a sentir la sensibilidad femenina y a la vez una pérdida muy grande. Esa sensación, era provocada por el alma de una joven que murió cerca de la catedral, no pensaba dejarle mi cuerpo como pretendía, pero si quería comunicar algo... tenía tres minutos para hablar.
- ¿ Quién es usted?.- preguntó Zaire, con una vieja hoja en la mano.
- ¡ Gísèllý!...-dije con voz femenina. Siendo completamente honesto no me gustaba la idea de que mis compañeros del puerto me vieran actuando como mujer, ellos no sabían que las almas podían entrar en mi materia, cualquiera que me viese pensaría algo muy errado.
- ¿ Qué quiere?.-la voz de mi compañero era dura e implacable.
- Descansar...-murmuré casi llorando.- Deseo salir de aquí...
Zaire tomó una rosa del jardín, si no me equivocaba era una rosa blanca. Mi viejo amigo se encargaría de que ella tuviera paz.
Sin pensarlo dos veces, me cortó con las espinas las puntas de los dedos, mi sangre corría por los pétalos blanquecinos de la flor. El alma pareció elevarse, perderse entre mi mente y mis sentimientos, hasta que de pronto había vuelto a ser yo.
- La próxima vez... te tocará a tí las almas femeninas...- dije mientras él me acercaba mi bastón.
Zaire largó una carcajada, jamás había permitido que un alma femenina lo tocara, pero eso iba a acabar a medida que estuviera practicando conmigo.
De repente mi visión se nubló, todo se volvió borroso. Una voz pesada, fuerte y determinada suspiró - Sangre.... sangre...
Una vez que se retiró aquella niebla, Zaire había desaparecido. Frente a mí, envuelto en tinieblas se encontraba una figura masculina de aspecto amenzante.
-¡¿ Quíen eres?!.- quise saber. Mi voz se había endurecido. Dejé mi bastón a un lado, ya estaba reestablecido.
Juntos, trazamos un círculo de varios metros, si todo salía bien ninguno de los dos saldría de él. Zaire fue el primero en escuchar un profundo ruido que provenía desde el patio interior de la capilla. Murmurando insultos, lo acompañé hasta aquel patio bien cuidado, con rosas de todos los colores y plantas de aspecto salvaje.
Un frío recorrío mi espalda, me sentía pesado, adolorido, débil. Comencé a pensar como mujer, a sentir la sensibilidad femenina y a la vez una pérdida muy grande. Esa sensación, era provocada por el alma de una joven que murió cerca de la catedral, no pensaba dejarle mi cuerpo como pretendía, pero si quería comunicar algo... tenía tres minutos para hablar.
- ¿ Quién es usted?.- preguntó Zaire, con una vieja hoja en la mano.
- ¡ Gísèllý!...-dije con voz femenina. Siendo completamente honesto no me gustaba la idea de que mis compañeros del puerto me vieran actuando como mujer, ellos no sabían que las almas podían entrar en mi materia, cualquiera que me viese pensaría algo muy errado.
- ¿ Qué quiere?.-la voz de mi compañero era dura e implacable.
- Descansar...-murmuré casi llorando.- Deseo salir de aquí...
Zaire tomó una rosa del jardín, si no me equivocaba era una rosa blanca. Mi viejo amigo se encargaría de que ella tuviera paz.
Sin pensarlo dos veces, me cortó con las espinas las puntas de los dedos, mi sangre corría por los pétalos blanquecinos de la flor. El alma pareció elevarse, perderse entre mi mente y mis sentimientos, hasta que de pronto había vuelto a ser yo.
- La próxima vez... te tocará a tí las almas femeninas...- dije mientras él me acercaba mi bastón.
Zaire largó una carcajada, jamás había permitido que un alma femenina lo tocara, pero eso iba a acabar a medida que estuviera practicando conmigo.
De repente mi visión se nubló, todo se volvió borroso. Una voz pesada, fuerte y determinada suspiró - Sangre.... sangre...
Una vez que se retiró aquella niebla, Zaire había desaparecido. Frente a mí, envuelto en tinieblas se encontraba una figura masculina de aspecto amenzante.
-¡¿ Quíen eres?!.- quise saber. Mi voz se había endurecido. Dejé mi bastón a un lado, ya estaba reestablecido.
Invitado- Invitado
Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Me gustan las iglesias. ¿Por qué?, porque me gusta burlarme, me gusta ver a los patéticos hombres rendirle culto a un falso Dios, me gusta, también, pensar en el día que logre prenderle fuego a todas. La única iglesia que ilumina es la que arde, lo demás no me sirve, piedra y madera en pos de una deidad débil, hecha por débiles. Pero por eso he llegado, me he instalado en la mente de los pueblos como una sombra, una peste que arrasa todo.
Para renacer, se debe morir primero. Para que mi gran reinado llegue desde el Niflheim, todo tiene que acabar primero, pero de eso me encargo yo. Es tarea fácil, todos carecen del poder necesario para detenerme. Nadie, nunca, se me compara en fuerza y supremacía.
Mis pasos son las huellas de Garm, el perro endemoniado, son marcas que he dejado a lo largo y ancho de este mapa, este triste pergamino desgastado y roto llamado Tierra. Y esos mismos pasos me han conducido a la monumental Notre Dame, digna de mis hazañas, perfecto marco para escupirle en la cara a ese que llaman Jesucristo, que insiste tanto en interponerse en mi camino.
Pero desde que doy el primer paso sé que no estoy solo, muevo los ojos para estudiar el lugar. Sin duda estos cristianos saben lo que hacen, el ambiente es lóbrego, funesto, maldito, uno sin duda donde me siento cómodo, me relamo los labios y veo, dos hombres vestidos de blanco, me llevo una mano a la espalda para tomar a Tomhet, mi fuel mascota, mi hacha manchada de la sangre de tantos que es permanentemente roja.
Mis movimientos fueron rápidos, y en segundos pude hacerme de uno de ellos como el muñequito débil que era, frágil entre mis manos del tamaño de Europa misma, de un solo corte su cuello sucumbió ante Tomhet y el chorro del líquido escarlata salió a presión, una visión que me deleitaba, una fuente de sangre que me manchó pies, manos y cara, como a ese al que adoran y murió en la cruz, bebí un poco, no tenía hambre pero qué más daba, de todos modos siempre he creído que la sangre de esta gente de caoba es inferior, aunque en todo caso, toda es inferior porque se trata de simples hombres que huyen al solo verme.
Solté el cuerpo y empuñé el hacha dando un paso al frente, miré al otro que quedaba y me cuestionaba. ¿Con qué derecho cuestionaba a su nuevo Dios?, no importaba, escupí a un lado y me limpié la boca con el antebrazo.
-Soy Dios –le dije con voz de trueno, ronca y enorme, retumbando en cada rincón de este sitio tan condenadamente sagrado que es inevitable no desear profanarlo. Una muerte aquí, enmarcada por los vitrales y los santos de roca, no es suficiente, sonrío aunque no sé si el otro logra verlo, me gustaría que lo último que viera fuera eso, la sonrisa del mismísimo Dios, mi gesto tétrico, y que su corazón se llene de miedo y pida piedad aunque ambos sepamos que dicha virtud no le he de conceder.
-Y esta es tu hora final –no era advertencia o amenaza, era una convicción.
Para renacer, se debe morir primero. Para que mi gran reinado llegue desde el Niflheim, todo tiene que acabar primero, pero de eso me encargo yo. Es tarea fácil, todos carecen del poder necesario para detenerme. Nadie, nunca, se me compara en fuerza y supremacía.
Mis pasos son las huellas de Garm, el perro endemoniado, son marcas que he dejado a lo largo y ancho de este mapa, este triste pergamino desgastado y roto llamado Tierra. Y esos mismos pasos me han conducido a la monumental Notre Dame, digna de mis hazañas, perfecto marco para escupirle en la cara a ese que llaman Jesucristo, que insiste tanto en interponerse en mi camino.
Pero desde que doy el primer paso sé que no estoy solo, muevo los ojos para estudiar el lugar. Sin duda estos cristianos saben lo que hacen, el ambiente es lóbrego, funesto, maldito, uno sin duda donde me siento cómodo, me relamo los labios y veo, dos hombres vestidos de blanco, me llevo una mano a la espalda para tomar a Tomhet, mi fuel mascota, mi hacha manchada de la sangre de tantos que es permanentemente roja.
Mis movimientos fueron rápidos, y en segundos pude hacerme de uno de ellos como el muñequito débil que era, frágil entre mis manos del tamaño de Europa misma, de un solo corte su cuello sucumbió ante Tomhet y el chorro del líquido escarlata salió a presión, una visión que me deleitaba, una fuente de sangre que me manchó pies, manos y cara, como a ese al que adoran y murió en la cruz, bebí un poco, no tenía hambre pero qué más daba, de todos modos siempre he creído que la sangre de esta gente de caoba es inferior, aunque en todo caso, toda es inferior porque se trata de simples hombres que huyen al solo verme.
Solté el cuerpo y empuñé el hacha dando un paso al frente, miré al otro que quedaba y me cuestionaba. ¿Con qué derecho cuestionaba a su nuevo Dios?, no importaba, escupí a un lado y me limpié la boca con el antebrazo.
-Soy Dios –le dije con voz de trueno, ronca y enorme, retumbando en cada rincón de este sitio tan condenadamente sagrado que es inevitable no desear profanarlo. Una muerte aquí, enmarcada por los vitrales y los santos de roca, no es suficiente, sonrío aunque no sé si el otro logra verlo, me gustaría que lo último que viera fuera eso, la sonrisa del mismísimo Dios, mi gesto tétrico, y que su corazón se llene de miedo y pida piedad aunque ambos sepamos que dicha virtud no le he de conceder.
-Y esta es tu hora final –no era advertencia o amenaza, era una convicción.
Invitado- Invitado
Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Un alarido me llenó los oídos, la última carcajada de Zaire. Lo veía allí, parado frente a mí traslúcido, se había convertido sin duda en un alma errante, vagaría por aquella catedral durante años, siglos...incluso milenios. Saqué una rosa blanca de la planta, aún en el círculo.
Al arrancarla, la rosa se marchitó sea lo que sea aquella figura que se encontraba delante de mí no era humano. Un espectro no era, ellos no se aparecían de aquella forma, tampoco era un licántropo o cambiaforma puesto que a ellos se lo percibía de otra particular manera. Esa criatura era nada más ni nada menos que un vampiro, un ser capaz de arrasar un pueblo entero sin perder la compostura, un ser capaz de matar a un brujo con un sólo zarpazo.
Pensaba en mis posibilidades, la forma más violenta de combatirlo era llamar a la lamia, una antigua criatura que gustaba de llegar al mundo terrenal a través de un medium con experiencia, si era así, sus poderes sobrenaturales también venían junto con él, perdería todo contacto con éste mundo hasta que se retirara.
Veía al vampiro beber del cuerpo inerte de mi compañero, él ya se había ido, ya no lucharía por él. Me coloqué el sombrero negro, tapándome los ojos.
- A la madianoche, siete panderos sonaron a tu llamada... gobierna mi cuerpo...señor de la noche...- de repente comencé a sentirme mareado, pero la perdida de mi amigo me impedía dejar el cuerpo. Más tarde lo volvería a intentar.
- En los únicos que creo es en la magia de la noche... en las deidades africanas y en el misterio...- mi voz resonaba, sin duda la lamia se encontraba cerca. Mi capa parecía tener vida propia, su brillo relucía como la misma luna.
- Si eres Dios...- hice una reverencia sacudiendo a todas las almas que esperaban ayuda con la capa.- No soy de tu propiedad... - Me llevé las manos detrás de la espalda, tenía más fuerza que antes.
En cuanto sentí su deseo de tirarse contra mí, tomé una de las velas que quedaban sin uso en el círculo y la prendí. De ésta salió una llamarada que luego se mantuvo en lo alto.
Así el círculo se convertiría en un conjuro de protección. La edad y la sabiduría también se encontraban de mi lado aquella noche.
Al arrancarla, la rosa se marchitó sea lo que sea aquella figura que se encontraba delante de mí no era humano. Un espectro no era, ellos no se aparecían de aquella forma, tampoco era un licántropo o cambiaforma puesto que a ellos se lo percibía de otra particular manera. Esa criatura era nada más ni nada menos que un vampiro, un ser capaz de arrasar un pueblo entero sin perder la compostura, un ser capaz de matar a un brujo con un sólo zarpazo.
Pensaba en mis posibilidades, la forma más violenta de combatirlo era llamar a la lamia, una antigua criatura que gustaba de llegar al mundo terrenal a través de un medium con experiencia, si era así, sus poderes sobrenaturales también venían junto con él, perdería todo contacto con éste mundo hasta que se retirara.
Veía al vampiro beber del cuerpo inerte de mi compañero, él ya se había ido, ya no lucharía por él. Me coloqué el sombrero negro, tapándome los ojos.
- A la madianoche, siete panderos sonaron a tu llamada... gobierna mi cuerpo...señor de la noche...- de repente comencé a sentirme mareado, pero la perdida de mi amigo me impedía dejar el cuerpo. Más tarde lo volvería a intentar.
- En los únicos que creo es en la magia de la noche... en las deidades africanas y en el misterio...- mi voz resonaba, sin duda la lamia se encontraba cerca. Mi capa parecía tener vida propia, su brillo relucía como la misma luna.
- Si eres Dios...- hice una reverencia sacudiendo a todas las almas que esperaban ayuda con la capa.- No soy de tu propiedad... - Me llevé las manos detrás de la espalda, tenía más fuerza que antes.
En cuanto sentí su deseo de tirarse contra mí, tomé una de las velas que quedaban sin uso en el círculo y la prendí. De ésta salió una llamarada que luego se mantuvo en lo alto.
Así el círculo se convertiría en un conjuro de protección. La edad y la sabiduría también se encontraban de mi lado aquella noche.
Invitado- Invitado
Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Sin duda aquel sujeto era interesante. De vez en cuando Varg se topaba con tipos como ese, que parecían más renuentes a morir bajo inmenso poder, y les concedía el beneficio de la duda aunque el final no iba a cambiar. Hoy o mañana, iba a matarlos a todos, o a someterlos, putrefacta humanidad. Se coronaría finalmente, pero esa noche encontraba otra molesta piedra en su zapato, como el mismo Cristo crucificado en el altar de la iglesia, o Galeotti, el vampiro que era esquivo con el filo de su hacha. No importaba, estaba muy seguro de su poder, y que el desenlace no se movería, el Ragnarök llegaría de su mano.
-Soy el Dios de Dioses –dijo con esa voz tan filosa como la legendaria espada Tyrfing, con esa misma maldición impregnada, con ese mismo poder avasallador y malévolo-, tus dioses son mis siervos, y sus siervos son estorbos –clavó su mirada en el hombre frente a él, sabía que no era alguien que se intimidara con aquellas palabras.
Dio un paso al frente pero fue detenido por aquella flama. Incluso él, enfermo de poder y soberbia, sabía sus limitantes y tuvo a bien alejarse un paso o dos, el calor abrasador del fuego era una de las pocas cosas que podían detenerlo, además pudo sentir un poder más allá de su comprensión (qué sabía él del poder de la magia cuando se encargaba de subestimar a todos). Miró con rabia al sujeto, ¿cómo se atrevía a interponerse así en su camino?
-¿Osas intentar detenerme? –si acaso su figura y porte podían verse más aterradores, lo hacían esa noche con el fuego perfilando su adusta forma, diferente al resto de los suyos, refinados y delicados, él era el polo opuesto, él era un mastodonte, un dragón hecho hombre, hecho vampiro creyéndose Dios. ¿Quién podía atreverse a interponerse entre él y sus objetivos?, y aún así encontraba sujetos como el que tenía al frente que tomaban el riesgo. Insensatos, pensaba.
Comenzó a reír, primero quedo para ir aumentando el volumen, terminando en carcajadas, sin embargo no se movió, cualquier cosa que el viejo haya hecho lo obligaba a no poder acercarse más, y eso no enervaba. Un Varg enojado debía ser el mismísimo Satanás sobre la tierra.
-No importa lo que hagas, viejo –dijo con tono despectivo –el final no cambiará –su risa se apagó y abrió bien los ojos del color del hielo –el final me pertenece, y el nuevo comienzo, donde yo reinaré –estaba hablando demasiado, dando demasiadas explicaciones, no le gustaba eso y tensó las mandíbulas.
¿Quién era este hombre y por qué tenía la capacidad de frenarlo en su colérica estampida?
-Soy el Dios de Dioses –dijo con esa voz tan filosa como la legendaria espada Tyrfing, con esa misma maldición impregnada, con ese mismo poder avasallador y malévolo-, tus dioses son mis siervos, y sus siervos son estorbos –clavó su mirada en el hombre frente a él, sabía que no era alguien que se intimidara con aquellas palabras.
Dio un paso al frente pero fue detenido por aquella flama. Incluso él, enfermo de poder y soberbia, sabía sus limitantes y tuvo a bien alejarse un paso o dos, el calor abrasador del fuego era una de las pocas cosas que podían detenerlo, además pudo sentir un poder más allá de su comprensión (qué sabía él del poder de la magia cuando se encargaba de subestimar a todos). Miró con rabia al sujeto, ¿cómo se atrevía a interponerse así en su camino?
-¿Osas intentar detenerme? –si acaso su figura y porte podían verse más aterradores, lo hacían esa noche con el fuego perfilando su adusta forma, diferente al resto de los suyos, refinados y delicados, él era el polo opuesto, él era un mastodonte, un dragón hecho hombre, hecho vampiro creyéndose Dios. ¿Quién podía atreverse a interponerse entre él y sus objetivos?, y aún así encontraba sujetos como el que tenía al frente que tomaban el riesgo. Insensatos, pensaba.
Comenzó a reír, primero quedo para ir aumentando el volumen, terminando en carcajadas, sin embargo no se movió, cualquier cosa que el viejo haya hecho lo obligaba a no poder acercarse más, y eso no enervaba. Un Varg enojado debía ser el mismísimo Satanás sobre la tierra.
-No importa lo que hagas, viejo –dijo con tono despectivo –el final no cambiará –su risa se apagó y abrió bien los ojos del color del hielo –el final me pertenece, y el nuevo comienzo, donde yo reinaré –estaba hablando demasiado, dando demasiadas explicaciones, no le gustaba eso y tensó las mandíbulas.
¿Quién era este hombre y por qué tenía la capacidad de frenarlo en su colérica estampida?
- Spoiler:
- Off: Perdón por cambiar de primera a tercera persona, pero simplemente me resulta imposible escribir a Varg en primera persona, tú hazlo como mejor te acomodes e_e
Invitado- Invitado
Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
El fogonaso que se había provocado al prender la última vela había mantenido alejado a aquel vampiro sediento de sangre, mi sangre. La siniestra luz provocaba que aquella criatura se viera como algo fuera de ésta realidad, como un sueño provocado por largas horas de trabajo.
Cerré mis ojos, en mi mente el cuerpo inerte de mi amigo yacía disparado en un sinnúmeros de recuerdos, nos habíamos conocido en circustancias no gratas, y sin embargo, él se había quedado conmigo, pasara lo que pasara, hasta su muerte.
- No crea tanto en sus palabras...- murmuré con voz dura como piedra. Comencé a caminar por dentro del círculo, me estaba recuperando y al no ver sálida alguna, tendría que llamar a la lamia.
Su voz parecía la espada de la justicia, dura y firme, tenía la oscuridad de su parte, pero la balanza podría darse vuelta, si tan sólo lo lograba...
Nuestras miradas se cruzaron, la suya gélida como el mismo hielo, la mia implacable como el mar.
Cerré mis ojos, la capa azul colgaba en mis hombros, me la abroché temblando. Miraba fijamente como la vela se consumía, respiré hondo.
Con voz firme, comencé a invocarla.
-A la madianoche, siete panderos sonaron a tu llamada... llega en mi cuerpo... libre de ataduras...
Inconscientemente comencé a dar pasos de un lado al otro, cada vez más rápido. Mis ojos quemaban, mis manos tomaban la forma de garras, la espalda se me enteresaba a tal punto que dolía. Una ventolada comenzó a agitar el círculo. Algo me tiró al piso, la lamia había llegado.
La capa poseía vida propia, se movía como si estuviera en el medio de una tormenta, la lamia tomó el sombrero y lo arrojó al piso.
------------------------------------------------------------------------------------------------
Los ojos de la materia que me había invocado eran color ceniza, había llegado el más temible de los espirítus. Miré, con mi cuerpo prestado a aquel vampiro, un ser como yo sin duda.
Los que me conocían de verdad, sabía que era ángel y demonio, bueno y malo, luz y oscuridad. Aquel viejo, que me había invocado no se merecía nada salvo mi protección, el Señor Do Crucerois me había invocado ya hace mucho tiempo.
Con una voz de ultratumba pregunté.- ¿ Compadre... te atreves a conocerme?...
Cerca mio, las almas de gitanos y gitanas que había protegido en vida danzaban para mí, hacía mucho tiempo que había muerto, todos me conocían como lamia...siendo dueño de la sinceridad. Era un vampiro, ¿ quién dice que nunca morimos?... Pues sí, morimos y nuestro partir es de agonía.
Cerca de mis pies, había una tiza. La tomé con mis garras y comencé a trazar las runas que me aseguraban la protección del viejo Do Crucerois, y mi regreso a salvo al mundo de las almas.
Cerré mis ojos, en mi mente el cuerpo inerte de mi amigo yacía disparado en un sinnúmeros de recuerdos, nos habíamos conocido en circustancias no gratas, y sin embargo, él se había quedado conmigo, pasara lo que pasara, hasta su muerte.
- No crea tanto en sus palabras...- murmuré con voz dura como piedra. Comencé a caminar por dentro del círculo, me estaba recuperando y al no ver sálida alguna, tendría que llamar a la lamia.
Su voz parecía la espada de la justicia, dura y firme, tenía la oscuridad de su parte, pero la balanza podría darse vuelta, si tan sólo lo lograba...
Nuestras miradas se cruzaron, la suya gélida como el mismo hielo, la mia implacable como el mar.
Cerré mis ojos, la capa azul colgaba en mis hombros, me la abroché temblando. Miraba fijamente como la vela se consumía, respiré hondo.
Con voz firme, comencé a invocarla.
-A la madianoche, siete panderos sonaron a tu llamada... llega en mi cuerpo... libre de ataduras...
Inconscientemente comencé a dar pasos de un lado al otro, cada vez más rápido. Mis ojos quemaban, mis manos tomaban la forma de garras, la espalda se me enteresaba a tal punto que dolía. Una ventolada comenzó a agitar el círculo. Algo me tiró al piso, la lamia había llegado.
La capa poseía vida propia, se movía como si estuviera en el medio de una tormenta, la lamia tomó el sombrero y lo arrojó al piso.
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Los ojos de la materia que me había invocado eran color ceniza, había llegado el más temible de los espirítus. Miré, con mi cuerpo prestado a aquel vampiro, un ser como yo sin duda.
Los que me conocían de verdad, sabía que era ángel y demonio, bueno y malo, luz y oscuridad. Aquel viejo, que me había invocado no se merecía nada salvo mi protección, el Señor Do Crucerois me había invocado ya hace mucho tiempo.
Con una voz de ultratumba pregunté.- ¿ Compadre... te atreves a conocerme?...
Cerca mio, las almas de gitanos y gitanas que había protegido en vida danzaban para mí, hacía mucho tiempo que había muerto, todos me conocían como lamia...siendo dueño de la sinceridad. Era un vampiro, ¿ quién dice que nunca morimos?... Pues sí, morimos y nuestro partir es de agonía.
Cerca de mis pies, había una tiza. La tomé con mis garras y comencé a trazar las runas que me aseguraban la protección del viejo Do Crucerois, y mi regreso a salvo al mundo de las almas.
- Spoiler:
- Off: No hay problema, cada uno escribe como se sienta más cómodo. Por cierto, gran personaje Varg. Felicitaciones. Disculpá también el cambio de persona...
Invitado- Invitado
Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Pocas personas a lo largo del eterno viaje de Varg conseguían la fascinación del demonio, sin duda ese viejo lo estaba consiguiendo, aunque sólo prolongaba lo inevitable, sólo extendía su vida por un par de minutos más. Guardó silencio, no le quedaba hacer mucho considerando que no podía acercarse, pero sabía ser paciente, lo era siempre y cuando al final cumpliera su cometido y a final de cuentas siempre lo hacía.
Como antes Galeotti, este viejo se estaba convirtiendo en un zumbido molesto cerca del oído de Varg, un obstáculo insignificante en su carrera por el poder absoluto, y como tal, sólo debía sortearlo. Nada que no pudiera arreglar.
Observó con detenimiento los movimientos de aquel hombre, sabiendo en su interior que algo más grande de lo que sus ojos alcanzaban a ver estaba sucediendo, y contrario a sentirse atemorizado (jamás en su existir sobre la tierra había sentido temor) sintió una curiosidad rapaz. Dejaría que hiciera todo lo que quisiera para saciar esa duda y luego lo apartaría del camino como el ser insignificante que era. Entornó los ojos y azotó el mango de su hacha contra el suelo.
-¡Suficiente! –su voz retumbó por toda la catedral, causa de aquella peculiar acústica que tenía. Su voz era el mismo estruendo del cielo abriéndose el día del juicio final. Trató de acercarse pero esos símbolos, que él mismo reconoció como runas, se lo impidieron.
Soberbio como era no tenía la capacidad de entender que había otros seres con poderes que podían causarle problemas (¿igualársele?, jamás), que la magia, que él no se tomaba la molestia de entender, podía frenarlo, aunque no detenerlo, y eso era lo que estaba pasando. Tensó las mandíbulas al no comprender como unas simples runas podían impedirle acercarse y terminar aquel absurdo.
Lo mismo sucedía ahora que el brujo estaba poseído, a Varg poco o nada le interesaba, lo único que él entendía era su propio mito, el miedo que su solo nombre infundía, eso era lo único que le importaba y por eso a veces se llevaba sorpresas como esa noche. Dio un paso hacia atrás sólo para mantener el equilibrio y comenzó a reír de forma siniestra, el mismo sonido de la caída del Behemoth.
-No sé qué pretendes –habló con calma inaudita una vez que su risa se extinguió –pero no estás asustando a nadie –su voz sonó con seguridad y sarcasmo, era verdad, no estaba asustado, sólo intrigado. Quería ver de qué era capaz ese hombre que había demostrado poder obstaculizar su rampante estampida dirigida por el odio y la rabia.
Como antes Galeotti, este viejo se estaba convirtiendo en un zumbido molesto cerca del oído de Varg, un obstáculo insignificante en su carrera por el poder absoluto, y como tal, sólo debía sortearlo. Nada que no pudiera arreglar.
Observó con detenimiento los movimientos de aquel hombre, sabiendo en su interior que algo más grande de lo que sus ojos alcanzaban a ver estaba sucediendo, y contrario a sentirse atemorizado (jamás en su existir sobre la tierra había sentido temor) sintió una curiosidad rapaz. Dejaría que hiciera todo lo que quisiera para saciar esa duda y luego lo apartaría del camino como el ser insignificante que era. Entornó los ojos y azotó el mango de su hacha contra el suelo.
-¡Suficiente! –su voz retumbó por toda la catedral, causa de aquella peculiar acústica que tenía. Su voz era el mismo estruendo del cielo abriéndose el día del juicio final. Trató de acercarse pero esos símbolos, que él mismo reconoció como runas, se lo impidieron.
Soberbio como era no tenía la capacidad de entender que había otros seres con poderes que podían causarle problemas (¿igualársele?, jamás), que la magia, que él no se tomaba la molestia de entender, podía frenarlo, aunque no detenerlo, y eso era lo que estaba pasando. Tensó las mandíbulas al no comprender como unas simples runas podían impedirle acercarse y terminar aquel absurdo.
Lo mismo sucedía ahora que el brujo estaba poseído, a Varg poco o nada le interesaba, lo único que él entendía era su propio mito, el miedo que su solo nombre infundía, eso era lo único que le importaba y por eso a veces se llevaba sorpresas como esa noche. Dio un paso hacia atrás sólo para mantener el equilibrio y comenzó a reír de forma siniestra, el mismo sonido de la caída del Behemoth.
-No sé qué pretendes –habló con calma inaudita una vez que su risa se extinguió –pero no estás asustando a nadie –su voz sonó con seguridad y sarcasmo, era verdad, no estaba asustado, sólo intrigado. Quería ver de qué era capaz ese hombre que había demostrado poder obstaculizar su rampante estampida dirigida por el odio y la rabia.
- Spoiler:
- Gracias, igual Almehíon me ha sorprendido gratamente.
Invitado- Invitado
Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
La materia de aquel viejo era más poderosa que la de otros mediums, todos dejaban que yo los gobierne por siemple miedo en cambio éste, estaba lleno de dolor, sabía en lo profundo de su ser que quizá no sobreviviría a mi llegada, que no soportaría el peso completo.
Traté de equilibrar fuerzas, el humano era mucho más que interesante, sin comentar el hecho que me brindara su cuerpo a mí disposición, no la suya a medias, sólo mía.
Centré mi visión en aquel hermano. Contemplaba su despertar de la ira, como también veía los grandes huecos en la personalidad.
Era agresivo por naturaleza, sus movimientos no eran gráciles ni mucho menos cuidados como otros de nue...su especie. Soltó su arma y un grito lo acompañó.
Largué una carcajada de ultratumba, resonante, fuerte y arrazadora. Comencé a danzar, alegre, feliz, rodeado de las almas de los gitanos que comenzaban a formar un remolino que yo sólo podría dirigir. Daba zancadas en el lugar, de un lado al otro.
Algo apretaba mis pezuñas, algo duro y de mal gusto. Miré hacia abajo y comprendí que era la vestimenta del señor Do Crucerois. Con facilidad me deshice del calzado.
- Tu soberbia no te deja en paz...¡ Pobre compadre!...
Las almas largaron toda su energía en el círculo, se había vuelto inestable, como me gustaba.
Me relamí los labios.- Estásss tan deseoso de poder... que no ves lo que destruyes...- Lentamente, para proteger el cuerpo prestado me acerqué a él tanto comp pude.- La Iglesia es más bonita ardiendo... después de todo es sólo material...- En mi burlona sonrisa podría distinguirse los dientes disparejos y agudizados por la invocación.
Miré la luna que desparecía...- Me presento... soy el espíritu gitano, el que venga la injusticia disfrazado de las peores pesadillas... soy la lamia...- hice una reverencia.- ¿ Quién es usted, guerrero?...
Comencé a dar vueltas jugando con el fuego de las velas, recogería su luz, no le haría nada al viejo que me había invocado puesto que él sólo quería protegerse, no herir al vampiro ni mucho menos matarlo. Aunque sólo deseaba detenerlo.
-¿ Quiero asustarte?...¿ no quiero asustarte?...¿quiero... o no quiero?...
Mi mirada se situó en la suya, después de todo, no había mejor entendedor de vampiros que un vampiro fallecido.
Traté de equilibrar fuerzas, el humano era mucho más que interesante, sin comentar el hecho que me brindara su cuerpo a mí disposición, no la suya a medias, sólo mía.
Centré mi visión en aquel hermano. Contemplaba su despertar de la ira, como también veía los grandes huecos en la personalidad.
Era agresivo por naturaleza, sus movimientos no eran gráciles ni mucho menos cuidados como otros de nue...su especie. Soltó su arma y un grito lo acompañó.
Largué una carcajada de ultratumba, resonante, fuerte y arrazadora. Comencé a danzar, alegre, feliz, rodeado de las almas de los gitanos que comenzaban a formar un remolino que yo sólo podría dirigir. Daba zancadas en el lugar, de un lado al otro.
Algo apretaba mis pezuñas, algo duro y de mal gusto. Miré hacia abajo y comprendí que era la vestimenta del señor Do Crucerois. Con facilidad me deshice del calzado.
- Tu soberbia no te deja en paz...¡ Pobre compadre!...
Las almas largaron toda su energía en el círculo, se había vuelto inestable, como me gustaba.
Me relamí los labios.- Estásss tan deseoso de poder... que no ves lo que destruyes...- Lentamente, para proteger el cuerpo prestado me acerqué a él tanto comp pude.- La Iglesia es más bonita ardiendo... después de todo es sólo material...- En mi burlona sonrisa podría distinguirse los dientes disparejos y agudizados por la invocación.
Miré la luna que desparecía...- Me presento... soy el espíritu gitano, el que venga la injusticia disfrazado de las peores pesadillas... soy la lamia...- hice una reverencia.- ¿ Quién es usted, guerrero?...
Comencé a dar vueltas jugando con el fuego de las velas, recogería su luz, no le haría nada al viejo que me había invocado puesto que él sólo quería protegerse, no herir al vampiro ni mucho menos matarlo. Aunque sólo deseaba detenerlo.
-¿ Quiero asustarte?...¿ no quiero asustarte?...¿quiero... o no quiero?...
Mi mirada se situó en la suya, después de todo, no había mejor entendedor de vampiros que un vampiro fallecido.
- Spoiler:
- Te lo agradezco. Una cosa, si me he pasado un poco es que me quedé con la lamia de Arrástrame al infierno, sólo que la hice en mi versión. Si te parece exagerado... perdón.
Invitado- Invitado
Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Observó con curiosidad desmedida, aunque no lo iba a admitir, más allá de intrigado tenía los ojos atados a la escena porque, como pocas veces en su historia que era la historia misma de Europa, la duda lo acechaba como aquella noche. ¿Qué era este poder que lo detenía y qué no podía comprender?. La soberbia iba a significar su caída, de eso no había duda, aunque él no quisiera aceptarlo desde luego. Sin duda una criatura interesante, también cabía aclarar, una digna del propio mito de Varg reinado por serpientes gigantes y aves tan grandes que obscurecen los cielos con sus alas.
Miró su trayectoria, su danzar serpenteante y la escuchó hablar, sonrió de lado ante su atrevimiento, no sabía en qué y con quién se estaba metiendo, pensó sin contestar. ¿Qué podía responder a eso?, nada, sólo lo que ya había dicho y no era alguien que redundara en sus palabras, no le gustaba repetir las cosas, que esa criatura creyera lo que quisiera.
Imitó al ser que tenía frente a él e hizo una reverencia para luego erguirse en toda su altura y reposar su hacha en su espalda, descansando el mango de toca madera en su hombro.
-Soy el Conde Grishnackh –iba a jugar un rato, trajo su alter ego, la burla de todos los vampiros que alguna vez se cruzaron en su camino, el Conde le servía para guardar un poco al Varg verdadero, encadenarlo en una mazmorra de su mente, y una vez liberándolo, su furia se desataría de forma bestial, más si eso era posible. El Conde conocía de modales (porque el Varg verdadero los había visto, más nunca los había practicado), y podía entablar una conversación medianamente civilizada, era el Conde quien se reunía con algunos nobles cuando la batalla era inminente, éstos, sabiendo el poder de Varg, lo solicitaban de su lado, rogaban por tenerlo de su lado pues eso significaba la victoria. El Conde era racional y podía ser hasta educado; todo conformando una jaula perfecta para no dejar escapar a Garm, al Varg verdadero, el Leviatán que ha de iniciar el final de los tiempos-. ¿Y usted? -preguntó con cortesía, una que era difícil de ver, que no correspondía a un sujeto de su corpulencia, pero que en definitiva correspondía al Conde, la caricatura de todos los vampiros.
Rió con voz ronca luego, el brazo que no sostenía el hacha estaba lánguido a su lado, indicando de ese modo que no estaba en posición de pelea, nunca parecía estarlo porque siempre lo estaba, era un guerrero, forjado en batalla, esculpido por la sangre ajena, y la propia también, no conocía otro estado que no fuera el de la guerra.
-Si pretende asustarme –alzó las cejas –será tarea difícil, se sorprendería de las cosas que he visto –visiones del mismo infierno, cabezas cercenadas, cuerpos desmembrados, putrefacción y muerte, claro, siendo el Conde no aclaró que él mismo había sido autor de aquellas historias no escritas con sangre (vaya cliché) sino con las vísceras mismas de las pobres víctimas que no pudieron encontrar muerte más atroz porque simplemente no la hay, esas historias estaban escritas con veneno y muerte. Hvis Lyset Tar Oss, la muerte propinada por Varg, la muerte más terrible.
Miró su trayectoria, su danzar serpenteante y la escuchó hablar, sonrió de lado ante su atrevimiento, no sabía en qué y con quién se estaba metiendo, pensó sin contestar. ¿Qué podía responder a eso?, nada, sólo lo que ya había dicho y no era alguien que redundara en sus palabras, no le gustaba repetir las cosas, que esa criatura creyera lo que quisiera.
Imitó al ser que tenía frente a él e hizo una reverencia para luego erguirse en toda su altura y reposar su hacha en su espalda, descansando el mango de toca madera en su hombro.
-Soy el Conde Grishnackh –iba a jugar un rato, trajo su alter ego, la burla de todos los vampiros que alguna vez se cruzaron en su camino, el Conde le servía para guardar un poco al Varg verdadero, encadenarlo en una mazmorra de su mente, y una vez liberándolo, su furia se desataría de forma bestial, más si eso era posible. El Conde conocía de modales (porque el Varg verdadero los había visto, más nunca los había practicado), y podía entablar una conversación medianamente civilizada, era el Conde quien se reunía con algunos nobles cuando la batalla era inminente, éstos, sabiendo el poder de Varg, lo solicitaban de su lado, rogaban por tenerlo de su lado pues eso significaba la victoria. El Conde era racional y podía ser hasta educado; todo conformando una jaula perfecta para no dejar escapar a Garm, al Varg verdadero, el Leviatán que ha de iniciar el final de los tiempos-. ¿Y usted? -preguntó con cortesía, una que era difícil de ver, que no correspondía a un sujeto de su corpulencia, pero que en definitiva correspondía al Conde, la caricatura de todos los vampiros.
Rió con voz ronca luego, el brazo que no sostenía el hacha estaba lánguido a su lado, indicando de ese modo que no estaba en posición de pelea, nunca parecía estarlo porque siempre lo estaba, era un guerrero, forjado en batalla, esculpido por la sangre ajena, y la propia también, no conocía otro estado que no fuera el de la guerra.
-Si pretende asustarme –alzó las cejas –será tarea difícil, se sorprendería de las cosas que he visto –visiones del mismo infierno, cabezas cercenadas, cuerpos desmembrados, putrefacción y muerte, claro, siendo el Conde no aclaró que él mismo había sido autor de aquellas historias no escritas con sangre (vaya cliché) sino con las vísceras mismas de las pobres víctimas que no pudieron encontrar muerte más atroz porque simplemente no la hay, esas historias estaban escritas con veneno y muerte. Hvis Lyset Tar Oss, la muerte propinada por Varg, la muerte más terrible.
- Spoiler:
- No, no, ha estado genial!
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Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Aquel compañero sediento de sangre y poder, más poder que sangre estaba intrigado ante mi presencia, no era normal para un humano por más brujo que sea soportar el peso de semejante espíritu de la oscuridad, sin duda el Señor Do Crucerois era uno de los más fuertes mediums que había conocido en toda mi barata y atormentada vida. Tal vez era aquello lo que sorprendía al bárbaro vampiro.
El círculo seguía con la misma fuerza que al principio, la única diferencia era que el alma de mi materia prestada estaba volviendo a él. Mala suerte, para los tres, aseguré entre mis pensamientos. Tomé el bastón del viejo, y puse todo mi peso en él.
Fruncí el ceño, estaba molesto, aquella situación por la que estaba viviendo no era muy grata para alguien como yo, que demostraba ser un espíritu con valor pero cuidaba el cuerpo donde llegaba, para algunos era bueno para otros era el ser más cobarde que había existido en el mundo terrenal y en el espiritual.
Me senté en el suelo rodeado de las velas con llamaradas, a mi lado las almas de los gitanos se iban transformando en pequeñas lucesillas visibles para cualquier ojo.
- Oh mi querido amigo no lo asustaré... he venido a hablar...- murmuré mientras jugaba con las almas de niños... Todos tenían un costado de luz, aunque esa luz fuera oscura.
-¿ Qué pretende con venir aquí?...- pregunté mientras podía ver el rostro del viejo Amelhíon, no sonreí, no estaba enojado, para ser honestos no tenía ni una sola emoción visible.
- Veamos...estoy dispuesto a ofrecerle mi ayuda... ¡Mi ayuda!...no la de la materia...- mis labios se curvaron formando una sonrisa cómplice. Después de todo, cualquier ser desea tener poder alguna vez. Incluso los que ya estábamos muertos...
El círculo seguía con la misma fuerza que al principio, la única diferencia era que el alma de mi materia prestada estaba volviendo a él. Mala suerte, para los tres, aseguré entre mis pensamientos. Tomé el bastón del viejo, y puse todo mi peso en él.
Fruncí el ceño, estaba molesto, aquella situación por la que estaba viviendo no era muy grata para alguien como yo, que demostraba ser un espíritu con valor pero cuidaba el cuerpo donde llegaba, para algunos era bueno para otros era el ser más cobarde que había existido en el mundo terrenal y en el espiritual.
Me senté en el suelo rodeado de las velas con llamaradas, a mi lado las almas de los gitanos se iban transformando en pequeñas lucesillas visibles para cualquier ojo.
- Oh mi querido amigo no lo asustaré... he venido a hablar...- murmuré mientras jugaba con las almas de niños... Todos tenían un costado de luz, aunque esa luz fuera oscura.
-¿ Qué pretende con venir aquí?...- pregunté mientras podía ver el rostro del viejo Amelhíon, no sonreí, no estaba enojado, para ser honestos no tenía ni una sola emoción visible.
- Veamos...estoy dispuesto a ofrecerle mi ayuda... ¡Mi ayuda!...no la de la materia...- mis labios se curvaron formando una sonrisa cómplice. Después de todo, cualquier ser desea tener poder alguna vez. Incluso los que ya estábamos muertos...
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Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Que tomara asiento de aquel modo fue un insulto insoportable para Varg, tanto que soltó un gruñido digno del propio lobo sagrado Fenrir y sacudió su hacha de modo que golpeó en repetidas ocasiones contra el suelo. Aquel acto tan osado era como si no considerara digno al vampiro para luchar, y eso era una grosería considerando que era un guerrero, y un ser absolutamente soberbio. Se acercó un par de pasos con la cabeza gacha y los ojos levantados, sin despegarlos del viejo y de cualquier cosa que ahora estuviera dentro de su cuerpo.
-Es aquí donde se demuestra la debilidad de los humanos, los mortales –dijo escupiendo con desprecio, estiró el brazo en dirección al altar donde un Cristo de mirada muerta era el único testigo de lo que estaba sucediendo –posan su endeble fe en un Dios falso –bajó la mano y la llevó al pecho orgulloso –yo soy el único Dios, pero no me alimento de su fe –cerró el puño –me alimento de sus miedos e inseguridades –soltó eso con un dejo de risa socarrona, volvió a avanzar algunos pasos, pero aún mantenía la distancia, no quería ningún tipo de sorpresa.
-¿Ayuda? –sonrió de lado con burla -¿qué clase de ayuda podrías ofrecerme a mí, que tengo el poder absoluto –estiró los brazos (en una mano su hacha apuntando en dirección al cielo como un cetro real) imitando al crucificado que los observaba sin poder hablar; incluso él sabía que eso era mentira, que distaba aún de tener eso que clamaba, el poder absoluto, pero pecando de soberbia como solía hacerlo, estaba convencido de que lo conseguiría, que se haría de todo el poder, que los reyes se inclinarían ante él, tanto que él podría aplastarles la cabeza con su bota.
Volvió a adoptar una posición recta, quien no lo conociera o lo mirara a las ojos podría decir que se veía hasta tranquilo.
-¿Entonces?, ¿qué clase de ayuda podría ofrecerme? –apresuró a una respuesta, intrigado por qué clase de ofrecimiento podría hacerle.
-Es aquí donde se demuestra la debilidad de los humanos, los mortales –dijo escupiendo con desprecio, estiró el brazo en dirección al altar donde un Cristo de mirada muerta era el único testigo de lo que estaba sucediendo –posan su endeble fe en un Dios falso –bajó la mano y la llevó al pecho orgulloso –yo soy el único Dios, pero no me alimento de su fe –cerró el puño –me alimento de sus miedos e inseguridades –soltó eso con un dejo de risa socarrona, volvió a avanzar algunos pasos, pero aún mantenía la distancia, no quería ningún tipo de sorpresa.
-¿Ayuda? –sonrió de lado con burla -¿qué clase de ayuda podrías ofrecerme a mí, que tengo el poder absoluto –estiró los brazos (en una mano su hacha apuntando en dirección al cielo como un cetro real) imitando al crucificado que los observaba sin poder hablar; incluso él sabía que eso era mentira, que distaba aún de tener eso que clamaba, el poder absoluto, pero pecando de soberbia como solía hacerlo, estaba convencido de que lo conseguiría, que se haría de todo el poder, que los reyes se inclinarían ante él, tanto que él podría aplastarles la cabeza con su bota.
Volvió a adoptar una posición recta, quien no lo conociera o lo mirara a las ojos podría decir que se veía hasta tranquilo.
-¿Entonces?, ¿qué clase de ayuda podría ofrecerme? –apresuró a una respuesta, intrigado por qué clase de ofrecimiento podría hacerle.
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Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Con las luces de las velas, el alma de Amelhíon Do Crucerois danzaban serpeteante, se acercaba a su cuerpo y era repelido por la fuerza que ejercía mi ser desde el interior, furioso se alejaba y volvía a embestir. Cansado de dicha situación, me paré de mi confortable "asiento" en el piso y comencé a danzar con su capa azul. Así lo mantendría bajo mí comando.
- Disculpa.- dije con voz ronca, mientras veía como el Conde Grishnackh, se ponía colérico, con su hacha bailando la danza de la muerte en su mano, sus ojos clavados en mí, sediento de poder y venganza, sin duda era un digno contricante, pero a la vez el pobre tenía un sueño, tener el poder sobre todas las criaturas terrenales.
- Para ser un Dios debe de haber creado algo...alguna criatura...- mi voz retumbaba, la serenidad de antes se había vuelto un feróz huracán dispuesto a arrazar, lamentablemente sólo podía hacerlo en el mundo espiritual y allí... no tenía mucha importancia si aparecían los guardianes espirituales. Negué con la cabeza, podía doblegar un alma perfecta, podía arrastrarla al mismo infierno, pero no podía luchar con los guardianes espirituales. En fin, problemas revolucionarios.
Aplaudo su discurso.- Lástima que los miedos e inseguridades estén protegidos por los seres espíritules... tienes que ser uno de ellos para manejarlos a tu voluntad.
Hice una notable pausa, estaba en mi mundo, nadie me perturbaba, ni siquiera aquel sujeto inmerso en la soberbia terrenal. Aplaudí de forma sonora, largando carcajadas sin parar.- ¿ Matarás?... ¿ eso es todo?...- pregunté intrigado.- Pensé que serías más inteligente...- en mi mano apareció una copa roja sangre, adentro tenía un líquido verdoso. Era para afirmarme al mundo terrenal, Do Crucerois deberá esperar hasta el amanecer para volver a su cuerpo.
Jugando con la copa me acerqué un poco más al fin del círculo.
- Verás... puedes manejar a tu antojo a la humanidad, pero los que mandan el futuro, el cosmos, y el destino de todo ser somos nosotros... los espíritus...- Tomé un sorbo, el gusto a metal envolvió el paladar del viejo brujo.- Tengo algunos lacayos que servirán para atormentar y doblegar el subconsciente de todos los seres, incluyendo a los vampiros que creen que no poseen alma...- Largué una carcajada.- Necesitas al mundo espiritual de tu lado... querido amigo...y yo podría ofrecertélo.
- Disculpa.- dije con voz ronca, mientras veía como el Conde Grishnackh, se ponía colérico, con su hacha bailando la danza de la muerte en su mano, sus ojos clavados en mí, sediento de poder y venganza, sin duda era un digno contricante, pero a la vez el pobre tenía un sueño, tener el poder sobre todas las criaturas terrenales.
- Para ser un Dios debe de haber creado algo...alguna criatura...- mi voz retumbaba, la serenidad de antes se había vuelto un feróz huracán dispuesto a arrazar, lamentablemente sólo podía hacerlo en el mundo espiritual y allí... no tenía mucha importancia si aparecían los guardianes espirituales. Negué con la cabeza, podía doblegar un alma perfecta, podía arrastrarla al mismo infierno, pero no podía luchar con los guardianes espirituales. En fin, problemas revolucionarios.
Aplaudo su discurso.- Lástima que los miedos e inseguridades estén protegidos por los seres espíritules... tienes que ser uno de ellos para manejarlos a tu voluntad.
Hice una notable pausa, estaba en mi mundo, nadie me perturbaba, ni siquiera aquel sujeto inmerso en la soberbia terrenal. Aplaudí de forma sonora, largando carcajadas sin parar.- ¿ Matarás?... ¿ eso es todo?...- pregunté intrigado.- Pensé que serías más inteligente...- en mi mano apareció una copa roja sangre, adentro tenía un líquido verdoso. Era para afirmarme al mundo terrenal, Do Crucerois deberá esperar hasta el amanecer para volver a su cuerpo.
Jugando con la copa me acerqué un poco más al fin del círculo.
- Verás... puedes manejar a tu antojo a la humanidad, pero los que mandan el futuro, el cosmos, y el destino de todo ser somos nosotros... los espíritus...- Tomé un sorbo, el gusto a metal envolvió el paladar del viejo brujo.- Tengo algunos lacayos que servirán para atormentar y doblegar el subconsciente de todos los seres, incluyendo a los vampiros que creen que no poseen alma...- Largué una carcajada.- Necesitas al mundo espiritual de tu lado... querido amigo...y yo podría ofrecertélo.
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Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Sin duda aquello no era algo que se esperara, arqueó una de las poderosas cejas y observó al ente ir de aquí para allá, hablarle con atrevimiento como si no estuviera al tanto de quién era él, de su poder, de su destino como Dios absoluto. Sin embargo, no podía negarlo, todo lo que escuchaba era interesante y pocas cosas en un mundo al que estaba empeñado en destruir podían ser catalogadas de interesantes.
-Primero este mundo, después el resto –dijo resoluto, seguro que su poder podía extenderse hasta ese plano del que estaba escuchando, el espiritual. La verdad era que la soberbia estaba hablando por él. Quien se creía el dios Vali, cuya flecha siempre es certera, quien creía no tener fallas, no tener puntos débiles sin saber que aquello podía representar su estrepitosa y aparatosa caída.
-Soy Dios porque nadie más que yo tiene el derecho, yo creé el tiempo, y crearé el espacio, sólo que este lugar al que llaman Tierra se interpone en mi camino –maldita la hora en la que alguien le otorgó un poder tan preciado como el de la inmortalidad a un sujeto como él, cuyos pies, definitivamente ya no estaban sobre la tierra, cuya realidad nunca fue esta. La historia detrás de su transformación era incierta, él no la sabía, ni le importaba, sólo creía que aquel don se le había otorgado por algo, para reinar hasta el final de los tiempos. Sus palabras, él mismo lo sabía, eran insensatas, pero era Odín, era Balder, era Thor, y también era Loki, el dios del engaño y ese era su papel, inspirar terror aunque fuese una falacia.
-Mato porque nada de esto vale la pena, todo debe iniciar de nuevo, y yo tengo esa misión –dijo convencido, apretando su hacha con ambas manos –y luego, nada… yo ascenderé al trono de Dios –finalmente dijo y río, aunque su risa fue breve, como si riera de un chiste que apenas si le causó gracia.
-¿Ah sí? –volvió a torcer el gesto levantando una ceja-, ¿me propones algún tipo de alianza con el mundo espiritual? –dijo con burla –debes saber una cosa, no creo en alianzas, aunque las he hecho, no miento –y después el filo de Tomhet queda en la espalda de aquel pobre incauto que confió en ese monstruo que era él.
-Primero este mundo, después el resto –dijo resoluto, seguro que su poder podía extenderse hasta ese plano del que estaba escuchando, el espiritual. La verdad era que la soberbia estaba hablando por él. Quien se creía el dios Vali, cuya flecha siempre es certera, quien creía no tener fallas, no tener puntos débiles sin saber que aquello podía representar su estrepitosa y aparatosa caída.
-Soy Dios porque nadie más que yo tiene el derecho, yo creé el tiempo, y crearé el espacio, sólo que este lugar al que llaman Tierra se interpone en mi camino –maldita la hora en la que alguien le otorgó un poder tan preciado como el de la inmortalidad a un sujeto como él, cuyos pies, definitivamente ya no estaban sobre la tierra, cuya realidad nunca fue esta. La historia detrás de su transformación era incierta, él no la sabía, ni le importaba, sólo creía que aquel don se le había otorgado por algo, para reinar hasta el final de los tiempos. Sus palabras, él mismo lo sabía, eran insensatas, pero era Odín, era Balder, era Thor, y también era Loki, el dios del engaño y ese era su papel, inspirar terror aunque fuese una falacia.
-Mato porque nada de esto vale la pena, todo debe iniciar de nuevo, y yo tengo esa misión –dijo convencido, apretando su hacha con ambas manos –y luego, nada… yo ascenderé al trono de Dios –finalmente dijo y río, aunque su risa fue breve, como si riera de un chiste que apenas si le causó gracia.
-¿Ah sí? –volvió a torcer el gesto levantando una ceja-, ¿me propones algún tipo de alianza con el mundo espiritual? –dijo con burla –debes saber una cosa, no creo en alianzas, aunque las he hecho, no miento –y después el filo de Tomhet queda en la espalda de aquel pobre incauto que confió en ese monstruo que era él.
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Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
La duda se propagó por el atormentado rostro de mi receptor, incluso yo que en vida fue un Señor de la noche, un vampiro impiadoso, ahora comprendía que matar por matar no era tan gratificante como todos lo dibujaban, no era cierto aquello que la sangre caliente en tus manos era símbolo de fuerza y merecimiento de la eternidad, en mí, eso me llevó al destierro, a la muerte terrenal y pasé a ser uno más.
Un espíritu atormentado, catastrófico ser que podía manejar todo a su antojo siempre y cuando un médium se ofreciera para contactarlo, con porte señorial, dientes puntiagudos y mirada siniestra me habían bautizado como Lamia, no obstante las verdaderas lamias eran hermosas mujeres que en vida habían sido vampirezas asesinas, sin escrúpulos, la diferencia radicaba que yo no era tan callado, ni tan perfecto cazador, era el alma de lo que alguna vez fue un vampiro.
- Mi querido Conde.- atreví a conversar, antes di un sorbo en mi copa, tomé la tiza que alguna vez había servido para trazar aquel círculo y llamé a Aluón, un espíritu errante, maléfico que sólo podría hacerse presente en la mente de quien tomara como jefe.- Si eres un dios, tendrás que probarlo...Los siete panderos abandonaron melodía, Aluón, espíritu de gracia divina y diabólica... llamándote estoy.- comencé lentamente a dar pequeñas vueltas, tan gráciles como los de una bailarina. Alúon había llegado. Sin abandonar mi cuerpo, en todo caso aquel cuerpo prestado, porque había dado mi palabra de que Amelhíon Giovannis Do Crucerois viviría y gozaría de salud después de que me retirara de su cuerpo, al amanecer.
Alúon apareció entre nosotros como una bella mujer, de aspecto cadavérico, ojos rojos y manos como garras.
- Conde si aceptas mi oferta...Aluón será tu Jefe de milicias, él aplicará castigo ejemplar.- Levanté mi dedo índice.- La única diferencia es que yo, mi estimado vampiro, hago cumplir toda promesa...y a la vez... soy capaz de traicionar, será como hacer una alianza con tu espejo...¿ Serás tan valiente para hacerlo?- Me acerqué lentamente hacia en Conde y le extendí la mano humana covertida en garra sangrienta.- ¿ Aceptas...o no?
Un espíritu atormentado, catastrófico ser que podía manejar todo a su antojo siempre y cuando un médium se ofreciera para contactarlo, con porte señorial, dientes puntiagudos y mirada siniestra me habían bautizado como Lamia, no obstante las verdaderas lamias eran hermosas mujeres que en vida habían sido vampirezas asesinas, sin escrúpulos, la diferencia radicaba que yo no era tan callado, ni tan perfecto cazador, era el alma de lo que alguna vez fue un vampiro.
- Mi querido Conde.- atreví a conversar, antes di un sorbo en mi copa, tomé la tiza que alguna vez había servido para trazar aquel círculo y llamé a Aluón, un espíritu errante, maléfico que sólo podría hacerse presente en la mente de quien tomara como jefe.- Si eres un dios, tendrás que probarlo...Los siete panderos abandonaron melodía, Aluón, espíritu de gracia divina y diabólica... llamándote estoy.- comencé lentamente a dar pequeñas vueltas, tan gráciles como los de una bailarina. Alúon había llegado. Sin abandonar mi cuerpo, en todo caso aquel cuerpo prestado, porque había dado mi palabra de que Amelhíon Giovannis Do Crucerois viviría y gozaría de salud después de que me retirara de su cuerpo, al amanecer.
Alúon apareció entre nosotros como una bella mujer, de aspecto cadavérico, ojos rojos y manos como garras.
- Conde si aceptas mi oferta...Aluón será tu Jefe de milicias, él aplicará castigo ejemplar.- Levanté mi dedo índice.- La única diferencia es que yo, mi estimado vampiro, hago cumplir toda promesa...y a la vez... soy capaz de traicionar, será como hacer una alianza con tu espejo...¿ Serás tan valiente para hacerlo?- Me acerqué lentamente hacia en Conde y le extendí la mano humana covertida en garra sangrienta.- ¿ Aceptas...o no?
- Spoiler:
- User: Lamento la tardanza, no quería tardar tanto. Espero que sea de tu agrado.
Invitado- Invitado
Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
Definitivamente aquello era algo que se salía no sólo del entendimiento de Varg, sino de su control, lo cual no sucedía a menudo. El gran error de la bestia nocturna era creer que el único poder que importaba era el suyo, y que conocía todo referente a un rival digno. La verdad era que sólo sabía las debilidades de los vampiros, porque eso era, y otros tipos de habilidades jamás le parecieron relevantes, como la que ahora enfrentaba.
La magia era terreno desconocido para él, no entendía, en su infinita soberbia, que había poderes distinto, no mejores ni peores al suyo propio, sino simplemente distintos, no se tomaba la molestia, arrogante como era, de investigar porque se creía capaz de derrotar a todo y a todos con el simple poder de Tomhet.
Pero tampoco era estúpido, estudiaba todo lo que pasaba a su alrededor y lo sopesaba, por ahora había un extraño ambiente de relativa calma, eso siempre sucedía cuando adoptaba el alter ego del Conde Grishnackh. Observó los rituales de la criatura frente a él y como un segundo ente apareció ante ambos. Le gustó la grotesca apariencia de este ser que no supo definir. Movió los ojos a ese que hablaba, ese que antes fue el viejo brujo.
Sin lugar a dudas era interesante todo lo que estaba pasando, sonrió de lado complacido por dos razones, su contrincante parecía entender muy bien contra qué se enfrentaba por el modo en el que había hablado sobre él, y porque la oferta era tentadora, sin embargo…
-Yo no creo en las alianzas –dijo firme, el vuelo en línea recta de Veðrfölnir que asciende a Asgard, así fue su voz, directa y sin más-, pero vamos –hizo una inflexión alzando el mentón y con tono igualmente retador que burlón -¿qué tienes que ofrecerme?, ¿aparte de ser un líder militar?, eso puedo serlo yo, lo hago muy bien, y la única legión que necesito soy yo mismo y a nadie más.
Relajó su semblante, por ahora sólo se trataba de una charla, no había señales de guerra. El aire no estaba enrarecido, sólo había una constante zozobra de que en cualquier momento eso podía venirse abajo y la lucha se reanudaría. Varg estaba listo.
Miró alternadamente a los dos seres frente a él, ansioso como pocas veces de una respuesta. Era un hombre paciente, porque disfrutaba arrebatar vidas de forma lenta y cruel, eso había forjado en él un temple como ninguno.
La magia era terreno desconocido para él, no entendía, en su infinita soberbia, que había poderes distinto, no mejores ni peores al suyo propio, sino simplemente distintos, no se tomaba la molestia, arrogante como era, de investigar porque se creía capaz de derrotar a todo y a todos con el simple poder de Tomhet.
Pero tampoco era estúpido, estudiaba todo lo que pasaba a su alrededor y lo sopesaba, por ahora había un extraño ambiente de relativa calma, eso siempre sucedía cuando adoptaba el alter ego del Conde Grishnackh. Observó los rituales de la criatura frente a él y como un segundo ente apareció ante ambos. Le gustó la grotesca apariencia de este ser que no supo definir. Movió los ojos a ese que hablaba, ese que antes fue el viejo brujo.
Sin lugar a dudas era interesante todo lo que estaba pasando, sonrió de lado complacido por dos razones, su contrincante parecía entender muy bien contra qué se enfrentaba por el modo en el que había hablado sobre él, y porque la oferta era tentadora, sin embargo…
-Yo no creo en las alianzas –dijo firme, el vuelo en línea recta de Veðrfölnir que asciende a Asgard, así fue su voz, directa y sin más-, pero vamos –hizo una inflexión alzando el mentón y con tono igualmente retador que burlón -¿qué tienes que ofrecerme?, ¿aparte de ser un líder militar?, eso puedo serlo yo, lo hago muy bien, y la única legión que necesito soy yo mismo y a nadie más.
Relajó su semblante, por ahora sólo se trataba de una charla, no había señales de guerra. El aire no estaba enrarecido, sólo había una constante zozobra de que en cualquier momento eso podía venirse abajo y la lucha se reanudaría. Varg estaba listo.
Miró alternadamente a los dos seres frente a él, ansioso como pocas veces de una respuesta. Era un hombre paciente, porque disfrutaba arrebatar vidas de forma lenta y cruel, eso había forjado en él un temple como ninguno.
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Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
El alba comenzaba a asomarse, la piel prestada ya comenzaba a llamar a su dueño original lo que me provocó que aullara de dolor. Desalineado, con olor a madera quemada me refugié en una columna de mármol. El frío de aquel elemento y la sombra que provocaba podrían contenerme unos minutos más, no sabía cúantos con exactitud, lo que sabía era que Amelhíon Do Crucerois llegaría pronto y me sacaría de su cuerpo sellando cualquier oportunidad de volver a aterrorizar a la humanidad.
- He dicho que tampoco yo Conde...- me tapaba el rostro con mis manos convertidas en garras, el sol me convertía en un espíritu inferior, lo que provocaba que mi soberbia y mis esperanzas se vinieran abajo rápidamente, como un terremoto.
- El poder ilimitado, a toda la humanidad aterrorizada y el dominio del mundo espiritual.- Largué un grito, el sol se acercaba notablemente a mí, tenía que dejar éste cuerpo, cúanto antes sino los espíritus guardianes vendrían a buscarme y desde la custodia no podría conseguir aquello que tanto anhelaba.
Lentamente me alejé de mi guarida, llegué a donde estaba el Conde.
-¿ Trato hecho?...- alargué mi mano. Largué una carcajada, Amelhíon Do Crucerois se estaba acercando a pasos agigantados. - Haga lo que quiera con ésta materia Conde pero sepa que es en el único cuerpo que puedo llegar a entablecer una conversación amena con usted...- Hice una reverencia y fui colocándome en el medio del círculo.
-¡ Ya voy Do Crucerois!...- Aquel brujo se pasaba de listo, algún día me lo llevaría si su protectora Mareia se descuidaba. Comencé a dar pequeños giros hasta convertirme en un remolino, el jefe brujo estaba volviendo a su cuerpo con tanta fuerza que salí disparado a una esquina de aquel templo dedicado a un supuesto dios.
_____________________________________________________________
- Y los tambores anunciaron su partida, el pueblo gitano añora su presencia, Señor de las almas errantes, guardían del infierno...¡Lamia!.- terminé de decir el conjuro para liberar mi cuerpo a su totalidad. Caí vencido en el medio de mi círculo, mi cuerpo ardía, me quemaba el sólo hecho de estar de nuevo en el.
Miré a mi alrededor con mi mirada lloroza, recordaba como el cádaver de mi amigo estaba inerte en el suelo, todo ensangrentado.
- ¿ Sigues tú aquí?.- pregunté levantándome con la poca fuerza que tenía, coloqué sobre mi cabeza el sombrero negro que se había caído de ella cuando se encontraba en mi cuerpo la Lamia.- y bien...-hice una pausa mientras buscaba mi capa y mi bastón.- ¿ Llamarás otra noche a la Lamia?, parecía como si se entendieran perfectamente.- largué una carcajada de ultratumba, no podía negar que aquel espíritu cuidaba de mí pero también sabía que era un arma de doble incluso triple filo.
Por lo que podía sentir no solamente había estado la Lamia sino también que su compañero/compañera Aluon también estaba allí, espectral como la recordaba.
- He dicho que tampoco yo Conde...- me tapaba el rostro con mis manos convertidas en garras, el sol me convertía en un espíritu inferior, lo que provocaba que mi soberbia y mis esperanzas se vinieran abajo rápidamente, como un terremoto.
- El poder ilimitado, a toda la humanidad aterrorizada y el dominio del mundo espiritual.- Largué un grito, el sol se acercaba notablemente a mí, tenía que dejar éste cuerpo, cúanto antes sino los espíritus guardianes vendrían a buscarme y desde la custodia no podría conseguir aquello que tanto anhelaba.
Lentamente me alejé de mi guarida, llegué a donde estaba el Conde.
-¿ Trato hecho?...- alargué mi mano. Largué una carcajada, Amelhíon Do Crucerois se estaba acercando a pasos agigantados. - Haga lo que quiera con ésta materia Conde pero sepa que es en el único cuerpo que puedo llegar a entablecer una conversación amena con usted...- Hice una reverencia y fui colocándome en el medio del círculo.
-¡ Ya voy Do Crucerois!...- Aquel brujo se pasaba de listo, algún día me lo llevaría si su protectora Mareia se descuidaba. Comencé a dar pequeños giros hasta convertirme en un remolino, el jefe brujo estaba volviendo a su cuerpo con tanta fuerza que salí disparado a una esquina de aquel templo dedicado a un supuesto dios.
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- Y los tambores anunciaron su partida, el pueblo gitano añora su presencia, Señor de las almas errantes, guardían del infierno...¡Lamia!.- terminé de decir el conjuro para liberar mi cuerpo a su totalidad. Caí vencido en el medio de mi círculo, mi cuerpo ardía, me quemaba el sólo hecho de estar de nuevo en el.
Miré a mi alrededor con mi mirada lloroza, recordaba como el cádaver de mi amigo estaba inerte en el suelo, todo ensangrentado.
- ¿ Sigues tú aquí?.- pregunté levantándome con la poca fuerza que tenía, coloqué sobre mi cabeza el sombrero negro que se había caído de ella cuando se encontraba en mi cuerpo la Lamia.- y bien...-hice una pausa mientras buscaba mi capa y mi bastón.- ¿ Llamarás otra noche a la Lamia?, parecía como si se entendieran perfectamente.- largué una carcajada de ultratumba, no podía negar que aquel espíritu cuidaba de mí pero también sabía que era un arma de doble incluso triple filo.
Por lo que podía sentir no solamente había estado la Lamia sino también que su compañero/compañera Aluon también estaba allí, espectral como la recordaba.
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Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
No podía decir que aquella oferta no lucía interesante. No sería la primera vez que usara a alguien para sus fines, y este ser, Lamia se hacía llamar, parecía lo suficientemente poderoso como para de hecho servirle en su cruzada. Atento clavó sus ojos, profundos como los de la cueva demoniaca Gnipahellir desde la que el perro infernal Garm ladra y protege la entrada al inframundo, el Helheim; en este ente que aún no terminaba de comprender, cosa que lo molestaba, aunque no lo expresaba. Luego desvió la mirada a un costado notando como el resplandor dorado, como el del oro del Rhin, ya empezaba a asomarse.
Su meta era el poder absoluto, pero no era tonto, sabía que aún no lo tenía y que era vulnerable a situaciones tan simples como el alba. Su reinado ahora se limitaba a cuando Máni, la luna misma, coronaba el cielo. Estaba seguro, ebrio de soberbia, que un día el lideraría una cacería salvaje, una Asgardreid pero sobre la tierra como las que Odín comanda en el cielo, pero no ahora, y tal vez no pronto. Regresó su atención al ser que tenía de frente y notó como poco a poco el viejo brujo demandaba lo que era suyo.
Se hizo un paso o dos para atrás, no por miedo, sino para poder contemplar por completo lo que sucedía, no debía subestimar tanto otros poderes, pero su visión era corta, creía que no había más allá que el poderío vampírico, y sobre todo el suyo propio. Observó como el viejo había regresado y acortó la distancia que él mismo había impuesto, se recargó sobre su hacha y se agachó para poder verlo de frente.
-Era más interesante la otra criatura –dijo con voz firme y ronca-, ¿cuándo la traerás de nuevo?, que ya no pude contestar a su pregunta –continuó hablando, sólo que esta vez impregnó en su voz un tono burlón, aunque era verdad que quería toparse con aquello que poseyó al brujo por un par de horas.
Gobernar este mundo y el mundo espiritual sonaba demasiado jugoso a oídos de Varg, una oportunidad que no podía dejar pasar por alto aunque al principio se hubiese mostrado reacio, no iba a mostrar interés tan pronto, no iba a cometer un error tan garrafal como el de relamerse los labios ante la propuesta. Era un estratega, como buen guerrero, y debía mover cuidadosamente las piezas en ese tablero que era su Midgard personal.
Se puso de pie sacando el pecho, el lobo Sköll había fallado una vez más en devorar al sol para que un amanecer más no se llevara a cabo, se alegró por una parte, el día que Sköll devorara al sol, y Hati a la luna, ese día el Ragnarök daría comienzo, y no podía ser aquella noche, porque Varg sería quien diera pauta a que el ocaso de los dioses iniciara.
-Cuando tu amigo quiera visitarme otra vez, estoy seguro que sabrás dónde encontrarme –habló sin dejar de mirarlo, aunque un poco presuroso por el inminente arribo de Arvak y Alsvid, los caballos que traen consigo el día en su galopar. Caminó un par de pasos hacia atrás para luego girarse y desaparecer entre las pocas sombras que aún quedaban.
Su meta era el poder absoluto, pero no era tonto, sabía que aún no lo tenía y que era vulnerable a situaciones tan simples como el alba. Su reinado ahora se limitaba a cuando Máni, la luna misma, coronaba el cielo. Estaba seguro, ebrio de soberbia, que un día el lideraría una cacería salvaje, una Asgardreid pero sobre la tierra como las que Odín comanda en el cielo, pero no ahora, y tal vez no pronto. Regresó su atención al ser que tenía de frente y notó como poco a poco el viejo brujo demandaba lo que era suyo.
Se hizo un paso o dos para atrás, no por miedo, sino para poder contemplar por completo lo que sucedía, no debía subestimar tanto otros poderes, pero su visión era corta, creía que no había más allá que el poderío vampírico, y sobre todo el suyo propio. Observó como el viejo había regresado y acortó la distancia que él mismo había impuesto, se recargó sobre su hacha y se agachó para poder verlo de frente.
-Era más interesante la otra criatura –dijo con voz firme y ronca-, ¿cuándo la traerás de nuevo?, que ya no pude contestar a su pregunta –continuó hablando, sólo que esta vez impregnó en su voz un tono burlón, aunque era verdad que quería toparse con aquello que poseyó al brujo por un par de horas.
Gobernar este mundo y el mundo espiritual sonaba demasiado jugoso a oídos de Varg, una oportunidad que no podía dejar pasar por alto aunque al principio se hubiese mostrado reacio, no iba a mostrar interés tan pronto, no iba a cometer un error tan garrafal como el de relamerse los labios ante la propuesta. Era un estratega, como buen guerrero, y debía mover cuidadosamente las piezas en ese tablero que era su Midgard personal.
Se puso de pie sacando el pecho, el lobo Sköll había fallado una vez más en devorar al sol para que un amanecer más no se llevara a cabo, se alegró por una parte, el día que Sköll devorara al sol, y Hati a la luna, ese día el Ragnarök daría comienzo, y no podía ser aquella noche, porque Varg sería quien diera pauta a que el ocaso de los dioses iniciara.
-Cuando tu amigo quiera visitarme otra vez, estoy seguro que sabrás dónde encontrarme –habló sin dejar de mirarlo, aunque un poco presuroso por el inminente arribo de Arvak y Alsvid, los caballos que traen consigo el día en su galopar. Caminó un par de pasos hacia atrás para luego girarse y desaparecer entre las pocas sombras que aún quedaban.
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Re: Medianoche, una muerte es derroche ( Varg)
El ser humano está destinado a perderse en el abismo, la magia destruye el cuerpo de aquel hijo que ha nacido en éste mundo, sólo cuando abandone aquel recipiente que lo contiene será totalmente libre y reinará en el mundo espiritual, un ayudante más, un guerrero de luz, un brujo consagrado.
Un viejo brujo no nació sabiendo, un viejo brujo cree en su ángel y en su demonio. Es aquel con las capacidades de enseñar, aprender, guiar. Es experiencia, es contacto con lo que vendrá.
Dicen que un viejo brujo poco puede hacer, que sólo se basa en conjuros anticuados pero ¿ Alguien lo ha visto trabajar?, su capacidad es equilibrada, puede vengarse de alguna traición pero su corazón seguirá tan limpio como en sus inicios y si, su corazón era oscuro desde que se inició seguirá siendo así, llamando a su paso a todas las almas que buscan alguien a quien doblegar.
Es por eso que con la Lamia no había trato, es por eso que él tenía sus tratos impúdicos con quien quisiera siempre y cuando mi alma tuviera control de su estadías temporarias. Aquel hombre de la noche sin luna, de los misterios ocultos, hombre sediento de sangre, venganza y poder, aquel hombre tenía un aliado, un vampiro fallecido, llamado por los pueblos gitanos a tierra, que llegaba en mí por haber elegido estar bien con el ángel y el demonio.
En lo más profundo de mi corazón, sabía que Mareia sería mi fiel protectora, nada de almas destructoras sedientas de las mismas aberraciones de aquel vampiro llamado...Varg.
Un viejo brujo no nació sabiendo, un viejo brujo cree en su ángel y en su demonio. Es aquel con las capacidades de enseñar, aprender, guiar. Es experiencia, es contacto con lo que vendrá.
Dicen que un viejo brujo poco puede hacer, que sólo se basa en conjuros anticuados pero ¿ Alguien lo ha visto trabajar?, su capacidad es equilibrada, puede vengarse de alguna traición pero su corazón seguirá tan limpio como en sus inicios y si, su corazón era oscuro desde que se inició seguirá siendo así, llamando a su paso a todas las almas que buscan alguien a quien doblegar.
Es por eso que con la Lamia no había trato, es por eso que él tenía sus tratos impúdicos con quien quisiera siempre y cuando mi alma tuviera control de su estadías temporarias. Aquel hombre de la noche sin luna, de los misterios ocultos, hombre sediento de sangre, venganza y poder, aquel hombre tenía un aliado, un vampiro fallecido, llamado por los pueblos gitanos a tierra, que llegaba en mí por haber elegido estar bien con el ángel y el demonio.
En lo más profundo de mi corazón, sabía que Mareia sería mi fiel protectora, nada de almas destructoras sedientas de las mismas aberraciones de aquel vampiro llamado...Varg.
Tomé mis cosas con paso lento, el cuerpo no me duele ésta vez es el alma quien se queja, es el alma quien pide a gritos a su amigo Zaire. Antes de irme de aquel templo, miré el techo curvo y prometí :- Zaire te daré luz, te elevarás, tendrás descanso, te lo prometo.- Mi voz corrompida se perdía en ecos que nadie podía sentir, salvo un hombre de la Iglesia que al verme se acercó a mí.
- Do Crucerois.- Su voz sonaba firme pero afable.- Tenga cuidado Jefe.
- Lo tendré Obispo, lo tendré.- Estrechamos nuestras manos, no era feligrés de sus creencias, pero el respeto entre ambos había crecido desde que tuvo que recurrir a la magia de curación para así poder lograr un milagro de sanación.
¿ Todos tenemos nuestros secretos, o me equivoco?
Off: TEMA FINALIZADO
- Do Crucerois.- Su voz sonaba firme pero afable.- Tenga cuidado Jefe.
- Lo tendré Obispo, lo tendré.- Estrechamos nuestras manos, no era feligrés de sus creencias, pero el respeto entre ambos había crecido desde que tuvo que recurrir a la magia de curación para así poder lograr un milagro de sanación.
¿ Todos tenemos nuestros secretos, o me equivoco?
Off: TEMA FINALIZADO
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