¿Las hormas de los zapatos? [Varg]

La noche resulto bastante oscura, aquellas noches especiales, donde el único color aparte del negro y blanco podría ser el carmín, carmín como la sangre derramada de los inocentes y los culpables, creo que la pregunta clave sería, ¿La noche será bicolor o tricolor?, dicen que todo ya esta escrito y que solo los hábiles son capaces de tomar la pluma y escribir algo diferente.

El Arcángel se encontraba tranquilo pero no distraído, jamás perdía ni por un segundo la noción de su alrededor, ese mínimo detalle era su secreto, aquello que le mantuvo en pie por tantos años de servicio a Roma, los cuales aún no terminaban, ni terminarían, cuantas muertes habría presenciado, cuantos lugares destruidos, castillos, mansiones, cuerpos mutilados, mujeres ultrajadas para luego ser bebidas y finalmente muertas, ese ambiente era el cotidiano a su alrededor, no había más que muerte, sangre y destrucción, no le molestaba, no le afectaba, es más, se volvería ese su estilo de "muerte", aquello siempre llevaría impregnado, lo que nunca le soltaría, pero con el tiempo dejo de ser tan interesante como lo sentía, era simplemente común, cotidiano y poco emocionante, además que aquellos sentidos extraños en Raphael, eso que los humanos llamaban "sentimientos" comenzaban a asomarse, suerte para él, que lograba bloquearlos todos, nunca los había sentido antes, nunca había dudado antes, nunca le había temblado la mano para capitular a alguien, no lo haría a partir de ahora, esos eran sus planes, París resultaba ser una ciudad muy, pero muy ruidosa y llena de movimiento, detalles importantes para Raphael, eso le disgustaba así que usualmente solía dejarla durante la noche, lejos del bullicio y el resto de personas insignificantes o sin relevancia para su ser, hace poco había vuelto de un trabajo en Escocia, pobre Lord, su fin había sido majestuoso, el abrazo se había dado a él, a su familia y a sus seres queridos, esos últimos eran golpes bajos, así lo había decidido Éire, así que lo había cumplido a cabalidad, a fin de cuentas, le importaba poco el sufrir de la gente, o nada, por esos motivos pensó que estar fuera y lejos de todo por una noche sería una velada tranquila y reconfortante, eso se planeaba, pero bueno, uno nunca sabe que podría ocurrir más adelante, ¿correcto?. ya las luces de la ciudad no existían en el horizonte, una vez giro hacia atrás se dijo a si mismo que ya era suficiente, tan solo arboles al rededor y arbustos también, nada más por allí hasta el momento, algunos conejos corrían por allí, a estas horas de la madrugada era muy raro, se quedo observando unos segundos a los animales para luego girar hacia el fondo de la oscuridad, una presencia no humana se daba a notar, un vampiro , sin lugar a dudas, siempre los encuentros con alguien de su estirpe, aunque esta presencia parecía definitivamente resultar idéntica a su estirpe, no solo por ser vampiro, sino también por emitir aquella maldad que tan solo con el andar se da a relucir.

Parece que esta noche no habría tranquilidad en el horizonte, ¿sería bastante interesante para captar su atención?, tenía expectativas hacia aquella aura desconocida pero sin duda cautivante para los que son dueños del infierno, una pequeña sonrisa tétrica se mostró en las fauces del Arcángel, dio un salto largo hacia una roca en la cual se quedo sentado, ya se podía divisar al hombre, un personaje bastante lúgubre, esa barbaja larga y las ropas descuidadas, casi unos arrapos, para un ser común y corriente el solo aspecto del hombre hubiera resultado aterrador, pero al Arcángel, no, le hacía sonreír divertido todo de él, su naturaleza, su presencia y toda la destrucción que se podía percibir del desconocido vampiro, el encuentro aún no se suscitaba, pero insistió en su mente, que sería entretenido.

Tan solo unos segundos pasaron y logro divisar unas gotas de sangre caer del arma, enfoco los parpados sobre el filo, hermoso resplandor carmín le cubría, una pequeña sonrisa de placer, placer por denotar la muerte, se le escapo y se dejo ver en el rostro, aquel vampiro no perdía el tiempo y eso le gustaba.

- No mencione a su Dios, nórdico maldito, que aquí no existen arbolitos, ni demás gracias, tan solo el Arcángel maldito que tiene ante sus ojos - se dejo caer sobre el piso, ambos pies firmes chocaron al mismo tiempo generando un pequeño ruido, se paro delante del vampiro, observo el hacha sonriendo y se percato de estar a una distancia prudente, ambos colmillos dieron a relucir, el aroma de la sangre entro por las fosas nasales del Arcángel - si quería tanto descubrir el sexo, tan solo hubiera puesto un poco más de atención, espero que conozca algún idioma diferente al que uso, ya que no domino mucho este - giro levemente el cuerpo hacia la derecha sin dejar de observar atentamente los ojos del otro vampiro, ante cualquier movimiento del susodicho podría reaccionar inmediatamente - por lo que veo, esta noche se ha divertido mucho, ¿no es así?, espero que haya sido suficiente, para su bien - dijo eso muy sutil, más como un "no te metas conmigo o te irá mal", aunque en el fondo si deseaba enfrentar al vampiro, parecía ser muy hábil, pero eso solo se notaría a la larga, al parecer el vampiro no conocía el francés, así que luego continuó en latín - ¿cuál es su nombre?, nosotros los Sønner Av Natten podemos reconocer la edad, pero no los nombres, espero haberlo dicho bien - lo último refiriéndose a "Hijos de la noche", el vampiro no cambiaba la expresión de su rostro, siempre lucia "así" (enojado o furioso por naturaleza) cosa que de cierta forma era atrayente pero a su vez más lugubre aún que al inicio, la última posibilidad sería que no le en tendía ni tres palabras, aún así, eso no restaba, ni aumentaba la tensión de la situación, aquel vampiro lucia tan perturbando, incluso más que el mismo Arcángel, o ¿igual qué él?, algo era seguro, ambos disfrutaban la sangre y dar muerte, el problema sería, ¿qué sucede cuando dos amantes de la destrucción se hacen frente?.

Pues, para la última pregunta, lo más seguro es que solo ocurra algo, un choque de pasión por destruir al contrario, aniquilar su existencia, arrebatar un caminante más a la pútrida tierra y disfrutar con gran esmero ver el cuerpo del rival o lo que quede de este abatido en el suelo, ese placer incoherente de sentir la supremacía hacia el otro, ese sentir y saber que fuiste, eres y serás más que el contrario.