AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un gran desconocido [Varg]
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Un gran desconocido [Varg]
Mircalla había acudido a la taberna esta noche después de su espectáculo en el Burdel. Podía permitirse escapar esta noche de las sucias manos de los morbosos clientes que la acosaban constantemente (e incluso le pagaban una cuantiosa suma por sus servicios).
A pesar de todo, después de sus bailes nocturnos sobre el escenario se despidió del camarero y bajo su capa escondió sus ropas de cortesana, puesto que no quería llamar excesivamente la atención de la gente que pudiera haber en la taberna.
Solo entrar se dirigió a la barra, sin mirar a nadie, aunque percibió que alguna mirada seguía su roja cabellera. Pidió una botella de vodka y se dio la vuelta para examinar el ambiente. Delante de ella había una mesa con cuatro caballeros que perfectamente podrían haber salido del Burdel. Caballeros bien vestidos, con más alcohol que sangre en las venas, y con miradas de lujuria en sus corazones. Le repugnaron hasta tal punto que se tuvo que quitar el sabor con un largo trago de vodka.
Se dirigió hacia la esquina opuesta de la taberna, pensando que no habría nadie en ella. Pero al acercarse descubrió a un gran hombre sentado en una de las mesas más apartadas. Imponente y corpulento se alzaba sentado en una silla que podría parecer de juguete comparada con su tamaño. Claro estaba que era un extrangero y Mircalla sintió una mezcla de miedo y curiosidad por la apariencia de aquél individuo, pero sobretodo por sus ojos intensamente azules...
Sin atreverse del todo a acercarse a él, se sentó en una mesa próxima. Sin dejar de observarle...
A pesar de todo, después de sus bailes nocturnos sobre el escenario se despidió del camarero y bajo su capa escondió sus ropas de cortesana, puesto que no quería llamar excesivamente la atención de la gente que pudiera haber en la taberna.
Solo entrar se dirigió a la barra, sin mirar a nadie, aunque percibió que alguna mirada seguía su roja cabellera. Pidió una botella de vodka y se dio la vuelta para examinar el ambiente. Delante de ella había una mesa con cuatro caballeros que perfectamente podrían haber salido del Burdel. Caballeros bien vestidos, con más alcohol que sangre en las venas, y con miradas de lujuria en sus corazones. Le repugnaron hasta tal punto que se tuvo que quitar el sabor con un largo trago de vodka.
Se dirigió hacia la esquina opuesta de la taberna, pensando que no habría nadie en ella. Pero al acercarse descubrió a un gran hombre sentado en una de las mesas más apartadas. Imponente y corpulento se alzaba sentado en una silla que podría parecer de juguete comparada con su tamaño. Claro estaba que era un extrangero y Mircalla sintió una mezcla de miedo y curiosidad por la apariencia de aquél individuo, pero sobretodo por sus ojos intensamente azules...
Sin atreverse del todo a acercarse a él, se sentó en una mesa próxima. Sin dejar de observarle...
Mircalla La Rouge- Mensajes : 83
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Re: Un gran desconocido [Varg]
Había caminado impunemente de los sucios callejones parisinos a ese sitio, sus botas aún tenían salpicaduras de sangre y su hacha estaba completamente manchada. Unos minutos antes un pobre joven, de no más de 16 años había intentado robarle y su destino, desde luego, fue la muerte. Lo decapitó sin pensarlo dos veces y bebió un poco de la sangre que escurrió de la cabeza cercenada, su barba y bigote seguramente aún conservaban un leve color carmesí. Si hubo testigos o no, a Varg no le importaba, aquel pobre diablo había pagado por su osadía, y al menos no lo había hecho sufrir demasiado. Una vez que terminó con el muchacho, pateó su cabeza y rodó unos metros más allá del cuerpo, le gustaba pensar en las expresiones de la gente al descubrir sus homicidios, terribles, descorazonados y siempre aparatosos.
Tras haber bebido de aquella joven sangre directo de la cabeza desprendida del cuerpo, se dirigió a la primera taberna que vio, algo de alcohol le vendría bien, aunque las bebidas alcohólicas hacían poca mella en su persona, sólo le gustaba el cómo se combinaba el sabor salado de la sangre con el del ron. El vaso con su bebida en sus manos era pequeñísimo, lucía ridículo incluso y lo bebía todo de un solo trago.
Se iba a poner de pie una vez más para pedir algo más fuerte cuando una mujer de cabello encendido se sentó en una mesa cercana a la suya. Olió a profundidad, el perfume mezclado con su esencia natural, se relamió los labios, ya se imaginaba el sabor de aquella sangre y miró a la chica, quien lo miraba a él también. Era hora de divertirse, de traer al Conde que era mil veces más cordial que él, para poder acercarse al menos, después saldría el verdadero Varg.
Se puso de pie, los techos bajos de sitios como ese lo hacían lucir más gigantesco aún, casi rozando las vigas de madera que sostenían el lugar, fue a la barra y con voz ronca y salvaje pidió más ron. Luego, en lugar de dirigirse a su sitio, se sentó frente a la mujer que lo miraba con tanta curiosidad, solía despertar ese sentimiento en muchos mortales, su apariencia no era nada común, y de cierto modo le gustaba, que de una buena vez supieran que estaba ahí, que había llegado, que su Dios venía a arrancarles la vida directo de sus cuerpos. Su apariencia ayudaba a su cometido, a infundir el miedo que deseaba sembrar en los corazones de aquellos que lo vieran caminar.
A su lado, la mujer parecía una niña, pequeñísima y frágil, aunque al lado de Varg cualquiera luciría así.
-¿Qué hace una dama como usted en un sitio como este? –su voz era gutural y áspera, era tan hábil para hablar con falsa amabilidad que no dejó entrever en sus palabras la carga irónica que llevaban-, hay muchos locos sueltos por ahí que no dudarían en hacerle algo –sonrió de lado, a pesar de lo que decía su apariencia y gestos no dejaba de ser los de la bestia que en realidad era, se estaba divirtiendo con lo que estaba diciendo, una vez que ella pusiera un pie fuera de la taberna, él le seguiría el paso, guiado por su aroma, y sería ese loco que no dudaría en hacerle algo, que bebería su sangre y la dejaría en plena calle, sin más.
Tras haber bebido de aquella joven sangre directo de la cabeza desprendida del cuerpo, se dirigió a la primera taberna que vio, algo de alcohol le vendría bien, aunque las bebidas alcohólicas hacían poca mella en su persona, sólo le gustaba el cómo se combinaba el sabor salado de la sangre con el del ron. El vaso con su bebida en sus manos era pequeñísimo, lucía ridículo incluso y lo bebía todo de un solo trago.
Se iba a poner de pie una vez más para pedir algo más fuerte cuando una mujer de cabello encendido se sentó en una mesa cercana a la suya. Olió a profundidad, el perfume mezclado con su esencia natural, se relamió los labios, ya se imaginaba el sabor de aquella sangre y miró a la chica, quien lo miraba a él también. Era hora de divertirse, de traer al Conde que era mil veces más cordial que él, para poder acercarse al menos, después saldría el verdadero Varg.
Se puso de pie, los techos bajos de sitios como ese lo hacían lucir más gigantesco aún, casi rozando las vigas de madera que sostenían el lugar, fue a la barra y con voz ronca y salvaje pidió más ron. Luego, en lugar de dirigirse a su sitio, se sentó frente a la mujer que lo miraba con tanta curiosidad, solía despertar ese sentimiento en muchos mortales, su apariencia no era nada común, y de cierto modo le gustaba, que de una buena vez supieran que estaba ahí, que había llegado, que su Dios venía a arrancarles la vida directo de sus cuerpos. Su apariencia ayudaba a su cometido, a infundir el miedo que deseaba sembrar en los corazones de aquellos que lo vieran caminar.
A su lado, la mujer parecía una niña, pequeñísima y frágil, aunque al lado de Varg cualquiera luciría así.
-¿Qué hace una dama como usted en un sitio como este? –su voz era gutural y áspera, era tan hábil para hablar con falsa amabilidad que no dejó entrever en sus palabras la carga irónica que llevaban-, hay muchos locos sueltos por ahí que no dudarían en hacerle algo –sonrió de lado, a pesar de lo que decía su apariencia y gestos no dejaba de ser los de la bestia que en realidad era, se estaba divirtiendo con lo que estaba diciendo, una vez que ella pusiera un pie fuera de la taberna, él le seguiría el paso, guiado por su aroma, y sería ese loco que no dudaría en hacerle algo, que bebería su sangre y la dejaría en plena calle, sin más.
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Re: Un gran desconocido [Varg]
Mircalla oservó como el desconocido se levantaba y se dirigía hasta la barra para volver a apoderarse de una botella de ron. En lugar de volver a su sitio anterior, decidió sentarse delante de ella, en su mesa, lo que hizo que se sintiera un poco agitada y asustada ante aquel gran tipo que parecía peligroso.
Ella pensaba lo peor, pero en lugar de ello, él le habló con un tono tranquilo y amable que le soprendió. Nunca habia creído que de una figura así pudiera surgir una voz tan tranquilizadora, más bien esperaba que una bestia rugiera en su interior.
- Tranquilo, moniuer, sé defenderme sola... -Dijo con su sensual y habitual voz, mientras en el fondo temía por la reacción de aquél hombre. - Los locos ya no me asustan. ¿Y qué hace alguien como vos bebiendo en una taberna como ésta?¿Quizás pretende olvidar algo?
Preguntó con picardía, pues relmente quería conocer algo de aquel misterioso hombre que no había visto nunca. Y era de extrañar, pues trabajando en el Burdel se conoce a la mayoría de población masculina del lugar. O era un recién llegado, o no le gustaban para nada las mujeres. Pensar en el Burdel le recordó que aún llevaba sus ligeras ropas de cortesana bajo la capa, por lo que sería mejor no quitársela para seguir ocultando su condición a los clientes de la taberna esa noche.
Ya había tenido contratiempos de ese tipo, donde los insultos y obscenidades que le gritaban sus descubridores y obervadores la enviaban de nuevo al Burdel.
Se quedó pensativa, observando los ojos de aquél individuo, tan profundos y misteriosos que la encerraban en otro mundo donde la duda reinaba sobre ellos. ¿Quién sería aquel extranjero que había decidio hablarle? ¿Habría reconocido que ella era una de las cortesanas del Budel?
Sus dudas se verían disipadas esa misma noche...
Ella pensaba lo peor, pero en lugar de ello, él le habló con un tono tranquilo y amable que le soprendió. Nunca habia creído que de una figura así pudiera surgir una voz tan tranquilizadora, más bien esperaba que una bestia rugiera en su interior.
- Tranquilo, moniuer, sé defenderme sola... -Dijo con su sensual y habitual voz, mientras en el fondo temía por la reacción de aquél hombre. - Los locos ya no me asustan. ¿Y qué hace alguien como vos bebiendo en una taberna como ésta?¿Quizás pretende olvidar algo?
Preguntó con picardía, pues relmente quería conocer algo de aquel misterioso hombre que no había visto nunca. Y era de extrañar, pues trabajando en el Burdel se conoce a la mayoría de población masculina del lugar. O era un recién llegado, o no le gustaban para nada las mujeres. Pensar en el Burdel le recordó que aún llevaba sus ligeras ropas de cortesana bajo la capa, por lo que sería mejor no quitársela para seguir ocultando su condición a los clientes de la taberna esa noche.
Ya había tenido contratiempos de ese tipo, donde los insultos y obscenidades que le gritaban sus descubridores y obervadores la enviaban de nuevo al Burdel.
Se quedó pensativa, observando los ojos de aquél individuo, tan profundos y misteriosos que la encerraban en otro mundo donde la duda reinaba sobre ellos. ¿Quién sería aquel extranjero que había decidio hablarle? ¿Habría reconocido que ella era una de las cortesanas del Budel?
Sus dudas se verían disipadas esa misma noche...
Mircalla La Rouge- Mensajes : 83
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Re: Un gran desconocido [Varg]
Al escucharla hablar, Varg reprimió una risa, su risa era como un trueno, como un martillazo del propio Thor, gigantesca y daba miedo, y por ahora no quería darle miedo aunque era algo difícil pues su sola apariencia eso daba, pero de algo estuvo seguro, por ahora había conseguido lo que buscara que era que ella no huyera, su mente ya maquilaba formas de darle muerte, una más terrible que la otra, y en todas dejando su sello, un mensaje sin palabras que daba al mundo, el mensaje de su llegada, de su superioridad, del fin de los tiempos, en cada muerte que firmaba como autor dejaba en claro todo un manifiesto sobre su poder y gloria.
-Es arriesgado de su parte que no le tema a los locos –dijo con ironía, pues aprendería a temerle al que tenía de frente, pero todo a su tiempo y con calma-, acabo de llegar a esta ciudad –continuó después, aunque su voz era ronca y muy baja, el Conde Grishnackh había tomado el control por ahora, el ser ligeramente más sociable que servía para los propósitos del verdadero Varg, de la bestia real que estaba al acecho –y necesitaba un descanso –eso era una completa mentira, él podía estar semanas enteras sin descansar, estar en alerta y preparado para la batalla sin una sola hora de descanso, había llegado a ese sitio por casualidad, por el cinismo que eso implicaba pues acababa de matar a un pobre ladrón y aún manchado de la sangre de aquel joven se metió a un lugar repleto de gente, haciéndolo completamente consciente.
Se preguntó de qué imprudente sitio venía la curiosidad de esa mujer, ignorante del hecho que él podía (y probablemente lo haría) convertirse en su verdugo esa misma noche, aunque estaba acostumbrado a sembrar preguntas en las mentes débiles de los mortales, su sola apariencia era digna de miles de cuestiones. Su porte de guerrero vikingo era raro en ese lado del continente, y sumado a eso estaba su mirada claramente trastornada, sus rictus de quien está convencido que es un dios y su hedor a muerte.
-¿Y qué hace una dama como usted en un sitio como este? –preguntó una vez más con falsa cortesía, se estaba divirtiendo, después de su largo peregrinar desde el norte eternamente congelado se merecía algo de esa distracción, claro que en su largo camino había victimizado a más inocentes de lo que podía contabilizar pero que se presentara la oportunidad de este modo era algo raro y algo que no dejaría pasar por alto-. Los locos no sólo andan en la calle –miró a su alrededor-, también podrían llegar a un sitio como este buscando a alguien indefensa como usted –sonrió de lado pero era imperceptible detrás del espeso bigote y barba.
-Es arriesgado de su parte que no le tema a los locos –dijo con ironía, pues aprendería a temerle al que tenía de frente, pero todo a su tiempo y con calma-, acabo de llegar a esta ciudad –continuó después, aunque su voz era ronca y muy baja, el Conde Grishnackh había tomado el control por ahora, el ser ligeramente más sociable que servía para los propósitos del verdadero Varg, de la bestia real que estaba al acecho –y necesitaba un descanso –eso era una completa mentira, él podía estar semanas enteras sin descansar, estar en alerta y preparado para la batalla sin una sola hora de descanso, había llegado a ese sitio por casualidad, por el cinismo que eso implicaba pues acababa de matar a un pobre ladrón y aún manchado de la sangre de aquel joven se metió a un lugar repleto de gente, haciéndolo completamente consciente.
Se preguntó de qué imprudente sitio venía la curiosidad de esa mujer, ignorante del hecho que él podía (y probablemente lo haría) convertirse en su verdugo esa misma noche, aunque estaba acostumbrado a sembrar preguntas en las mentes débiles de los mortales, su sola apariencia era digna de miles de cuestiones. Su porte de guerrero vikingo era raro en ese lado del continente, y sumado a eso estaba su mirada claramente trastornada, sus rictus de quien está convencido que es un dios y su hedor a muerte.
-¿Y qué hace una dama como usted en un sitio como este? –preguntó una vez más con falsa cortesía, se estaba divirtiendo, después de su largo peregrinar desde el norte eternamente congelado se merecía algo de esa distracción, claro que en su largo camino había victimizado a más inocentes de lo que podía contabilizar pero que se presentara la oportunidad de este modo era algo raro y algo que no dejaría pasar por alto-. Los locos no sólo andan en la calle –miró a su alrededor-, también podrían llegar a un sitio como este buscando a alguien indefensa como usted –sonrió de lado pero era imperceptible detrás del espeso bigote y barba.
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Re: Un gran desconocido [Varg]
Mientras aquel desconocido hablaba algo no acababa de encajar en la mente de Mircalla. El tono de voz de aquel hombre le resultaba inquietante y su mirada glaciar le helaba el corazón. Tardó un poco en responder, pues sus rasgos la mantenían ocupada y sumida en profundos pensamientos.
-Yo... - Se dio cuenta de que no sabía cómo continuar. No quería decir que acababa de salir del burdel, pero sabía que aunque escondía sus ropas bajo la capa, su maquillaje la delataba. - Tenía ganas de salir un rato y despejarme, eso es todo...
Esperaba que no le hiciera más preguntas, pero sabía que debía prepararse alguna que otra excusa, pues aquel hombre no era de los que se conforman con una simple frase.
En ese instante recordó las palabras que hace apenas un instante había escuchado, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Tenía razón al advertirla sobre maleantes peligrosos en las calles, ella se había topado con uno apenas hacía unos días... Aquel vampiro casi acaba con su vida además de con la poca dignidad que le quedaba. Recordaba su respiración en su cuello, sus colmillos desgarradores y sus manos lascivas.
El corazón de Mircalla se aceleró y se sintió un poco mareada por el recuerdo. Tomó otro largo trago de Vodka para ahogar sus pensamientos.
-Yo... - Se dio cuenta de que no sabía cómo continuar. No quería decir que acababa de salir del burdel, pero sabía que aunque escondía sus ropas bajo la capa, su maquillaje la delataba. - Tenía ganas de salir un rato y despejarme, eso es todo...
Esperaba que no le hiciera más preguntas, pero sabía que debía prepararse alguna que otra excusa, pues aquel hombre no era de los que se conforman con una simple frase.
En ese instante recordó las palabras que hace apenas un instante había escuchado, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Tenía razón al advertirla sobre maleantes peligrosos en las calles, ella se había topado con uno apenas hacía unos días... Aquel vampiro casi acaba con su vida además de con la poca dignidad que le quedaba. Recordaba su respiración en su cuello, sus colmillos desgarradores y sus manos lascivas.
El corazón de Mircalla se aceleró y se sintió un poco mareada por el recuerdo. Tomó otro largo trago de Vodka para ahogar sus pensamientos.
Mircalla La Rouge- Mensajes : 83
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Re: Un gran desconocido [Varg]
Rió, pero el sonido que emitió fue un ruido ronco que difícilmente podía ser llamado risa, era más como un gruñido, y quien lo viera no dudaría que en lugar de usar palabras y frases fuera capaz de comunicarse de ese modo; asintió ante lo que la mujer le estaba diciendo, la verdad era que le daba igual lo que pudiera pasarle, sólo le gustaba jugar con la idea de ser quien le advierta del peligro que él mismo representaba.
Sin moverse movió la mirada, estudió el sitio, observó el rellano de la escalera en donde su hacha reposaba aún ensangrentada, ahí no llamaba la atención, también notó el techo bajo y se percató de cuántas mesas estaban ocupadas y con cuántos hombres cada una, después de todo era un guerrero y sabía estudiar ese tipo de cosas. También pensó en la deliciosa imagen de la sangre de la mujer asperjada por todo el sitio, dibujando gotas sin orden en el espejo tras el cantinero. La imagen lo deleitó por algunos segundos y luego regresó aquel par de orbes azules y demoniacas a su interlocutora.
La miró tomar vodka con afán y después de verla tomar el vaso, beber de él dejarlo de nuevo sobre la mesa habló de nuevo.
-Una mujer tan bella no debería tomar tanto –arruina el sabor de su sangre, quiso agregar pero no lo hizo, aún en Conde dominaba, el verdadero Varg… ese era un lobo al acecho por ahora nada más. “Una mujer tan bella”, era una frase aprendida, una que le había escuchado a esos otros vampiros débiles y bonitos, pero debía otorgarles algo, de ellos había aprendido ese tipo de frases nefastas y que servían para no dar tanto miedo como sabía, él lo daba.
-Estamos hablando de los peligros a los que usted está expuesta, un estado de ebriedad no ayudaría en nada –se estaba divirtiendo de lindo, él… Varg, llamado por la gente ignorante de las aldeas de Escandinavia un monstruo verdadero, dándole ese tipo de consejos a lo que aparentemente era una indefensa mujer. Le gustaba jugar con la ironía, a veces lo hacía de modo inconsciente, pero después de matar de las formas más crueles que se le ocurrieran, eso era lo que más le gustaba.
Sin moverse movió la mirada, estudió el sitio, observó el rellano de la escalera en donde su hacha reposaba aún ensangrentada, ahí no llamaba la atención, también notó el techo bajo y se percató de cuántas mesas estaban ocupadas y con cuántos hombres cada una, después de todo era un guerrero y sabía estudiar ese tipo de cosas. También pensó en la deliciosa imagen de la sangre de la mujer asperjada por todo el sitio, dibujando gotas sin orden en el espejo tras el cantinero. La imagen lo deleitó por algunos segundos y luego regresó aquel par de orbes azules y demoniacas a su interlocutora.
La miró tomar vodka con afán y después de verla tomar el vaso, beber de él dejarlo de nuevo sobre la mesa habló de nuevo.
-Una mujer tan bella no debería tomar tanto –arruina el sabor de su sangre, quiso agregar pero no lo hizo, aún en Conde dominaba, el verdadero Varg… ese era un lobo al acecho por ahora nada más. “Una mujer tan bella”, era una frase aprendida, una que le había escuchado a esos otros vampiros débiles y bonitos, pero debía otorgarles algo, de ellos había aprendido ese tipo de frases nefastas y que servían para no dar tanto miedo como sabía, él lo daba.
-Estamos hablando de los peligros a los que usted está expuesta, un estado de ebriedad no ayudaría en nada –se estaba divirtiendo de lindo, él… Varg, llamado por la gente ignorante de las aldeas de Escandinavia un monstruo verdadero, dándole ese tipo de consejos a lo que aparentemente era una indefensa mujer. Le gustaba jugar con la ironía, a veces lo hacía de modo inconsciente, pero después de matar de las formas más crueles que se le ocurrieran, eso era lo que más le gustaba.
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Re: Un gran desconocido [Varg]
No le gustó que ese hombre intentara convercerla de que dejara de beber, pues aquella noche lo necesitaba de verdad después de haber estado en el Burdel. Su vida se resumía en las experiencias adquiridas en los Burdeles en los que había estado, pero aun así, necesitaba escapar alguna noche para abandonarse a el preciado licor del olvido, que en este caso era un barato vodka que vendían en la taberna cercana.
- No se preocupe, de verdad. No es la primera vez que hago algo así, monsieur...
Empezaba a sentir algo que no acababa de entender, como una inquietud, quizá instinto, que le decía que se alejara de aquél lugar lo más rápido que pudiera, que volviera al Burdel y que se olvidara de esa noche. Pero la sola idea de volver...
Prefirió quedarse junto a aquél desconocido, acabarse aquella botella y mantener una conversación diferente con alguien que quizás (si no iba por el Burdel) no volvería a ver.
- Insiste mucho en los peligros nocturnos... ¿Acaso los conoce?
Preguntó contundentemente, acordándose de la fatidica noche que pasó en el cementerio, creyendo que no podría haber nada peor, y dejando de temer o preocuparse por la muerte.
- No se preocupe, de verdad. No es la primera vez que hago algo así, monsieur...
Empezaba a sentir algo que no acababa de entender, como una inquietud, quizá instinto, que le decía que se alejara de aquél lugar lo más rápido que pudiera, que volviera al Burdel y que se olvidara de esa noche. Pero la sola idea de volver...
Prefirió quedarse junto a aquél desconocido, acabarse aquella botella y mantener una conversación diferente con alguien que quizás (si no iba por el Burdel) no volvería a ver.
- Insiste mucho en los peligros nocturnos... ¿Acaso los conoce?
Preguntó contundentemente, acordándose de la fatidica noche que pasó en el cementerio, creyendo que no podría haber nada peor, y dejando de temer o preocuparse por la muerte.
Mircalla La Rouge- Mensajes : 83
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Re: Un gran desconocido [Varg]
“Yo soy los peligros de la noche” se dijo a sí mismo, pero se limitó a mirarla con ese par de ojos penetrantes que atemorizaban a quien se atreviera a mirarlo de frente. Movió cansadamente con la cabeza con un movimiento suave que contrastaba con su porte y tamaño.
Otra vez recorrió con la mirada el lugar y calculó con aquella habilidad mental que ni siquiera estaba consciente que tenía, cuanto parroquianos había, y cuáles acababan de llegar, también le gustaba calcular en tiempo cuánto tardaría en matarlos a todos, e imaginaba cómo podía hacerlo, una muerte más atroz que la anterior.
-Como quiera –se encogió de hombros, él no la iba a detener si se quería embriagar, sólo estaba jugando a fingir ser bueno y preocuparse, sólo confiaba que ninguno de esos vampiritos de cara bonita que rondaban París se le adelantara. ¿Qué de divertido tenía llegar y succionar la sangre?, nada en absoluto y eso era lo que esos débiles Sønner av Natten hacía, mientras que él miraba con ojos sigilosos y planeaba una muerte horrible y diferente para cada una de sus víctimas, dejando su sello, como un escudo de armas dibujado con la sangre en vano derramada. Levantó su vaso e hizo ademán de brindis para que la mujer frente a él lo siguiera y luego dio un largo trago.
-Ah –dio un suspiro ante su pregunta -¿qué si los conozco? –respondió con refinada retórica –los conozco y los domino –su voz seguía controlada y baja, aunque no dejaba de sonar a gruñidos animales y piedras haciéndose añicos, habló con tono impreciso y misterioso –por eso se lo digo –concluyó.
Esperó la reacción de la mujer, aunque su mente vagó por la fantasía de escuchar sus huesos hacerse pedazos y la sangre escurriendo de sus manos, el aroma dulce que las mujeres poseían en su sangre, los gritos de pavor, todo lo distrajo momentáneamente como algo que embriaga sin previo aviso.
Otra vez recorrió con la mirada el lugar y calculó con aquella habilidad mental que ni siquiera estaba consciente que tenía, cuanto parroquianos había, y cuáles acababan de llegar, también le gustaba calcular en tiempo cuánto tardaría en matarlos a todos, e imaginaba cómo podía hacerlo, una muerte más atroz que la anterior.
-Como quiera –se encogió de hombros, él no la iba a detener si se quería embriagar, sólo estaba jugando a fingir ser bueno y preocuparse, sólo confiaba que ninguno de esos vampiritos de cara bonita que rondaban París se le adelantara. ¿Qué de divertido tenía llegar y succionar la sangre?, nada en absoluto y eso era lo que esos débiles Sønner av Natten hacía, mientras que él miraba con ojos sigilosos y planeaba una muerte horrible y diferente para cada una de sus víctimas, dejando su sello, como un escudo de armas dibujado con la sangre en vano derramada. Levantó su vaso e hizo ademán de brindis para que la mujer frente a él lo siguiera y luego dio un largo trago.
-Ah –dio un suspiro ante su pregunta -¿qué si los conozco? –respondió con refinada retórica –los conozco y los domino –su voz seguía controlada y baja, aunque no dejaba de sonar a gruñidos animales y piedras haciéndose añicos, habló con tono impreciso y misterioso –por eso se lo digo –concluyó.
Esperó la reacción de la mujer, aunque su mente vagó por la fantasía de escuchar sus huesos hacerse pedazos y la sangre escurriendo de sus manos, el aroma dulce que las mujeres poseían en su sangre, los gritos de pavor, todo lo distrajo momentáneamente como algo que embriaga sin previo aviso.
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