Días bajo lluvia [Priv]

De nuevo me había quedado dormido, una noche movida la anterior, la había pasado en tabernas bebiendo whisky para variar pues no salía de mi rutina de un buen vino. No por ello quería decir que me gustara emborracharme y tirarme a la calle como un vulgar perro pero, lo necesitaba, últimamente había tenido algún que otro problema por meterme en asuntos en los que nadie me llama o mejor dicho, por meterme en fiestas a las que nadie me llama. A pesar de que me invitaban alguna que otra fiesta importante, tenia esa curiosidad por meterme en aquellas a la cuales no he sido llamado, y es que la diversión, esta donde menos te lo esperas. Se podría decir, que son pequeñas tentaciones a las que uno , no puede resistir. Cuando abrí mis ojos con pereza desperté en dirección hacia la ventana, me quede embobado observando como las cortinas hacia ondas suaves por la brisa que entraba desde fuera, si seguía allí acabaría por dormirme de nuevo por lo que incorpore levemente mi torso quedando sentando llevando una de mis manos hacia mi rostro frotándola de arriba abajo intentando despertarme del todo. No tarde en levantarme pues ya era bastante tarde, las nueve de la noche si mal no había mirado en el reloj de la pared, tendría que darme prisa en ducharme y arreglarme.

Una vez duchado, me dirigí de nuevo hacia la habitación abriendo mi gran armario y vistiéndome con las prendas que normalmente eran más sencillas, no era muy de cambiar pero, prefería lo cómodo antes que lo complejo. Al terminar aun con mi cabello húmedo sin peinar y revoloteado decidí marchar hacia el Burdel, iría a pie pues no estaba demasiado lejos. De camino me fui fijando que no había mucha gente por la calle ¿Acaso se celebraba algo importante? No hice demasiado caso pero al pasar al lado de dos hombres los que llevaban paraguas me quede atento a sus palabras, parecían hablar del tiempo. Según murmuraban iba a llover, de nuevo la buena suerte estaba conmigo, esperaba que por lo menos no me pillara de camino a casa así que, el trabajo hoy sería rápido. Demasiada era mi buena suerte, apenas había dado dos pasos de haber escuchado aquella conversación, que empecé a notar gotas que caían directamente a mi rostro así que eché una mirada hacia el cielo observando con detenimiento las grises nubes que avisaban de descargar en poco tiempo. Si me hubiera esperado un poco, no me tendría porque haber duchado con salir a la calle creo que hubiera tenido suficiente.

Empezó a diluviar y mis pasos con los minutos se volvían más rápidos, hasta que emprendí una carrera hacia el local. Una vez llegue me detuve en la puerta soltando un gran suspiro de cansancio, tendría que haberme pensado aquello de salir cuando no estaba en mi mejor momento pero no era momento de reprimirse. Al fin entre y lo primero que hice fui ir a mi habitación, quería secarme un poco ya que me había puesto chorreando. Nada más entrar en la mesa que habia junto la pared lo primero que encontré fue un trapo blanco, estaba limpio así que lo utilice para secarme levemente la cara y un poco la camisa, tendría que tener una pinta ridícula ahora mismo pero no tenia nada que ponerme, no solía llevar muda limpia al Burdel a menos que fuera una excepción. Sería mejor ir abajo y tomarme una buena copa que mejor evitar una resaca que con más alcohol. Aun mojado y chorreando, notando como el agua bajaba por todo mi cuerpo a pesar que había intentado secarme me dirigí con pesar hacia la barra pediendo algo de vino, aunque claro, siempre de gama alta. Le eche una mirada al ambiente, varias mujeres de esbeltas figuras paseándose de un lado a otro buscando a alguien con quien pasar la noche, parecía ser que había poca gente a pesar de que había llovido hace nada, supongo que seria una noche poca movida, lastima, esperaba que alguien me animara algo la fiesta pues no estaba siendo mi mejor día.

Mirando al cielo era que avanzaba, de haber sabido que aquello iba a suceder mejor hubiese aceptado alguna sombrilla prestaba al encargado de la taberna que le ofreció antes de salir de ella, una vez acabado su turno laboral. Pero la prisa fue la que le impulsó a salir a cabeza descubierta a la calle con el pretexto de no querer llegar retrasado al burdel, su segundo pero principal empleo y además, vivienda, puesto que un salario de simple mesero de una taberna no cubría los gastos necesarios para sustentarse. Mas sin embargo, ya era su costumbre, ya se había adaptado a ver sólo de lejos los lujos y comodidades que la alta sociedad posee, al sueño de una casa propia y más importante, el dejar el bajo empleo que tenía. ¿Cortesano pro gusto decían? Sí, había de esos, pero su caso no era. Y aun cuando todo aquello le sirvió para conocer personas y más aun, asentarse en la concurrida ciudad parisina, sus ideales estaba intactos. Eran inevitables las veces que se sumía en sus pensamientos, como sucedía ahora, y se imaginaba su vida lejos de un burdel, apartado de todo lo que se refería a vender su cuerpo para el día de mañana tener algo de qué alimentarse; pero si bien es cierto, tristemente, la vida no se vive de sueños, si no de hechos.

Pronto una refrescante gota de agua cayó sobre su mejilla y le hizo regresar a la realidad, no se dio por enterado cuando su mirada había descendido a las pavimentadas calles bajo sus pies que tuvo que subirla nuevamente para cerciorarse de lo sucedido, el cielo poco a poco iba oscureciéndose conforme los segundos pasaban y la acumulación de agua en las grisaseas pero no menos esponjosas nubes caían sobre los cuerpos cada vez con mayor constancia y volumen. Muchos abrieron sus sombrillas que portaban para refugiarse de la lluvia y otros, como era su caso, no les quedaba de otra que acelerar sus pasos para encontrar refugio en sus destinos. Le llamaba poderosamente la atención que estando en verano, como tenía entendido, ocurrieran esas lluvias lejos de frío pero con igual o mayo humedad que en Venezuela, tierra que le dio luz y que jamás en su vida vería algo como aquello en la época más calurosa del año en la cual el agua muchas veces escaseaba.

A lo lejos, en su misma dirección, divisó una mujer que estaba en sus mismas circunstancias, corriendo prácticamente para no arruinar su vestido que de todas formas, costoso no era. Fue quizás eso lo que le ayudó más a reconocerla, varias veces le veía en el burdel y casi tantas habían compartido plática y uno que otro trago, la conocía bien. Por lo mismo, incrementó su velocidad para llegar a su lado, ambos sonrieron al reconocerse, ella con sorpresa y él con cierta alivio de no haber sufrido identidad equivocada aunque ya tenías ciertas disculpas y una que otra sonrisa para lamentar lo sucedido. Agarrados de la mano corrieron una vez intercambiaron pequeñas palabras de saludo, esquivaban a transeúntes que caminaban con mucha más normalidad que ellos, claro que estando bajo la protección de una sonrisa o gorra a diferencias suyas. Pocos minutos tardaron en llegar al edificio con las respiraciones agitadas y sus ropas y cuerpos empapados pero más de alguna risa entre ellos; ingresaron así al local, que para nada concurrido estaba por lo que su entrada, poco glamourosa cabía decir, no fue muy notoria.

Zeth pasó su vista ciertamente por encima al interior mientras la chica se retiraba no sabía bien a dónde, los escasos clientes estaban siendo muy bien atendidos por sus compañeras y más de una se dedicaba sólo a observar por no tener uno propio con el cual pasar el rato y más de alguna pena. Para él era mejor así, puesto que sería un bochorno el presentarse en tal facha a uno de sus clientes si es que en tal estado alguien lo pedía. Dirigió el mirar a la barra no más poblada, pero sí logró a ver a uno como él, en el sentido de cortesano y además empapado, bebía con naturalidad como sus las gotas que caían por su cabello no representaran incomodad en él como sí lo eran las suyas.- Úsala, Zeth~ -una jovial y femenina voz le sacó de sus pensamientos, sin mencionar que su vista había sido bloqueada por un blanco paño que era tendido por una ajena mano. Volteó la cabeza para encontrar a la chica con la que había vivido la corrida y ahora le sonreía, mientras secaba sus largos y ondulados cabellos con un segundo paño. Él, en respuesta, sonrío ampliamente junto a un agradecimiento verbal y sujetó la tela con ambas manos para secar su rostro y suspirar exageradamente de alivio, generando una risa baja en la joven.

- Discúlpame -se excusó y regresó su mirada al hombre que antes había percibido, éste seguía bebiendo sin compañía y con la mirada en la barra, o eso suponía ya que por su posición sólo lograba verle de espaldas. Se acercó con una sonrisa y a medida que se aproximaba más, lograba apreciar mejor su rostro algo compungido pero familiar, el cual era recorrido por ciertas gotas que provenían de sus cabellos húmedos. Alzó el paño por el sector seco y con éste retiró el agua que recorría su mejilla en una suave caricia, ganándose su atención de inmediato y sólo atinando a sonreír, depositando el paño sobre su propia cabeza.- ¿Tú también estabas fuera cuando empezó la lluvia? -ese fue su saludo, no menos cortés, no menos risueño.- ¿Corriste bajo ella, verdad? ¿No sabías que con eso sólo te empapas más~? -agregó con gracia e ironía a su comentario, puesto que mucha moral para decir eso no tenía estando incluso más mojado que el hombre frente a él.