No todo está perdido [Jack]

Cuando el policía no estaba haciendo nada normalmente solía tomar café en uno de los lugares más concurridos de Paris, cerca del centro de la misma ciudad y a algunas calles de la famosa plaza que parecía no tener cambios, Jack crecido y nacido en Paris conocía cada rincón de aquel lugar como su propia palma de su mano. El café, traído de la exótico occidente, con el cual Jack solía soñar algún día conocer, saboreo aquel liquido color oscuro sintiendo como lentamente se llenaba de energía. Disfruto cada segundo de aquel café, aun tenía tiempo para ir y hacer la ronda de la tarde que cuando los cielos se volvían anaranjados era índice que pronto tenía que dejar de aquel placentero café, pero no sin antes terminar de disfrutar aquel trozo de pastel que le habían regalado solo por el hecho que el resguardaba a su manera aquel local, donde lo respetaban y querían tanto por sus bromas como por ser simplemente un policía, que trataba a todos por igual, ante la ley y ante las caras de todos. Dio un sorbo del humeante líquido y dejándose llevar por aquel se imaginó en alguna playa donde el sol golpeara su cuerpo, donde pudiera simplemente hacer nada tener una sirviente quizás o mucho mejor estar en su luna de miel, disfrutando de su amada y de aquel paisaje, Jack se dejó llevar por todo lo que le hizo sentir aquel café pero el tiempo pasaba rápidamente y ya estaba atrasado. Dejo algo de propina a la mesera que tan amablemente le había atendido.

Aprovecho antes de irse de hacer algunas bromas al dueño del lugar, entre conversaciones y conversaciones los minutos siguieron pasando Jack despreocupadamente siguió ahí observando a la mesera y a todos en el lugar, pero aun cuando la flojera lo estaba venciendo decidió salir hacer su trabajo. Justo en el momento que dio un paso en la calle vio pasar un hombre corriendo, bastante sospechoso inmediatamente giro su cabeza en la dirección contrario viendo a la dama caerse, el por impulso, salió tras el ladrón. Una esquina, - ¡Detente! Surcovish – claro lo conocía, no era la primera vez que el policía se topaba con ese ladrón, pero esta vez había causado un daño, a una dama y eso Bourque no lo podía dejar pasar, corrió tras el ladrón sin dar tregua, con el corazón en la boca y los pulmones hirviendo de dolor alcanzo al ladrón, tomándolo por el cuello de su camisa lo logro tumbar al suelo. - ¡Que te he dicho! – se lanzó sobre el para darle un combo en la mejilla – No ataques a mujeres – la voz del policía sonó enfadada, agitada, se levantó y tomando al ladrón de la camisa lo levanto – Ahora devolverás este libro – se mofo poniéndole las esposas en las muñecas de Surcovish. La adrenalina corría por el cuerpo de Jack y tuvo que detenerse un momento para no desmayarse por la gran actividad física que había hecho en esos escasos minutos.

Luego cuando el aliento le volvió al cuerpo guio al ladrón por las calles de Paris sintiéndose orgulloso de su arresto, acaparo miradas que no dudo en saludar y así los parisinos sirvieron para subirle un poco el ego a este policía, pudo visualizar en una esquina a la dama, quien había sido víctima del ultraje de su libro, las miradas hacia ella no eran las más amistosas pero el con el pecho inflado e imponiendo el respeto que merecía ya que era policía se acercó a la dama – Madeimoselle, creo que esto le pertenece y este bastardo le debe una disculpa – La voz de Jack sonó algo fuerte y jalando a Surcovish lo paro en frente de la dama – Disculpadme – dijo con ese típico acento croata que tenía el ladrón. Le devolvió el libro a la dama y por suerte, si, Bourque era un tipo con bastante suerte, paso por la calle los escolta policiales. – Permítame un segundo – se dirigió a la dama y llevando al ladronzuelo lo entrego a las escolta ordenando que lo llevaran a los calabozos, ya había hecho su buena obra de la semana. Luego que todo volvió al orden el policía de acerco nuevamente a la dama - ¿Se encuentra usted bien? – le pregunto con algo de preocupación pero mostrando su sonrisa característica para amenizar la situación.