AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Frágil [Marianne Louvier]
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Frágil [Marianne Louvier]
Mientras caminaba entre las calles, el aire golpeaba mi rostro movía mis cabellos de una forma tan artística, observe la nube blanca que se formaba en el aliento de las personas, mi vista se dirigió al manto estrellado como si de un acto reflejo se tratase, esos ademanes míos de admirar el panorama y describirlo con las más bellas palabras eran una costumbre muy mala, pues muchas veces el ‘Monologo poético’ y nefasto me hacía alejarme un poco de la realidad.
Las hojas se desprendían de los arboles mezclándose con el frío ambiente, la gente se cubría, apostaba que su piel se tensaba del frío, que sus rostros se les helaban y frotaban sus brazos mientras titiritaban de este mismo. Ojala pudiese sentir eso una vez más, sin embargo a estas alturas eso era algo nulo. Mi cuerpo se estremecía mientras salí de mi absorción.
Me fundí más en el fluir de la gente, otra noche más solo, sin mucho que hacer, últimamente todo caía en lo cotidiano, pero de pronto pude oler los rayos del sol en la piel de las personas, lo que me trajo los recuerdos más antiguos, fue como abrir un viejo libro e inhalar el aroma de sus páginas, del papel dorado y la tinta negra que embriagaba con su perfume al lector. Vislumbre el invierno, mientras el sol penetraba con sus rayos a través de las ramas de los árboles secos, en aquellos viejos bosques, de algún lugar donde estuve contemplando de niño lo bueno de la vida.
Los hombres vestidos de traje y las mujeres con esa feminidad en el ropaje, aquellos vestidos costosos, que envuelven miles de misterios, se me figuraron a las pequeñas frutas secas que se colocaban en una de las canastas, mientras se esperaba el crudo invierno.
Pero era verano, lo que yo podía esperar era la lluvia, unas cuantas nubes níveas que adornaran la luna, mientras tapaban aquel brillo celestial que cae sobre las aguas del lago, donde muchas veces me senté a sus orillas, no importándome el fango, contando y formando poemas. Di un respingo, mis pasos se movían lentos, se bamboleaban con el viento.
Por ahora pasaba por la zona de céntrica de parís, esta parte me traía recuerdos, pero no los suficientemente buenos a comparación de mi actualidad, sin embargo el pasado influye al futuro y aquí estoy, para alimentar mi adición, el aroma del café, me envuelve lentamente, dejo que me acaricie, el viento mece con fuerza, veo los vestidos de las damas ondearse, a mis cabellos danzar como si tuvieran vida propia e interrumpo su inspiración con el roce de mis dedos sobre ellos, acomodándoles de nuevo.
Y un nuevo perfume me embriaga mientras decido tomar asiento frente a esos caros cafés, una hermosa dama, que no puedo describir con palabras el atrevimiento es atroz, si osara a hacerlo, le observo detenidamente, acomodando sus prendas frente a mí, debido a que el viento le jugo mal, se nota que es de una gran familia, que su personalidad es única y quizá sensible. Siento que el aroma cálido de su sangre despierta mis instintos y observo la piel de su cuello, es hermosa en su totalidad…
Me quedo pasmado en ella con atrevimiento, sin darme cuenta que el gesto puede mal interpretarse.
Las hojas se desprendían de los arboles mezclándose con el frío ambiente, la gente se cubría, apostaba que su piel se tensaba del frío, que sus rostros se les helaban y frotaban sus brazos mientras titiritaban de este mismo. Ojala pudiese sentir eso una vez más, sin embargo a estas alturas eso era algo nulo. Mi cuerpo se estremecía mientras salí de mi absorción.
Me fundí más en el fluir de la gente, otra noche más solo, sin mucho que hacer, últimamente todo caía en lo cotidiano, pero de pronto pude oler los rayos del sol en la piel de las personas, lo que me trajo los recuerdos más antiguos, fue como abrir un viejo libro e inhalar el aroma de sus páginas, del papel dorado y la tinta negra que embriagaba con su perfume al lector. Vislumbre el invierno, mientras el sol penetraba con sus rayos a través de las ramas de los árboles secos, en aquellos viejos bosques, de algún lugar donde estuve contemplando de niño lo bueno de la vida.
Los hombres vestidos de traje y las mujeres con esa feminidad en el ropaje, aquellos vestidos costosos, que envuelven miles de misterios, se me figuraron a las pequeñas frutas secas que se colocaban en una de las canastas, mientras se esperaba el crudo invierno.
Pero era verano, lo que yo podía esperar era la lluvia, unas cuantas nubes níveas que adornaran la luna, mientras tapaban aquel brillo celestial que cae sobre las aguas del lago, donde muchas veces me senté a sus orillas, no importándome el fango, contando y formando poemas. Di un respingo, mis pasos se movían lentos, se bamboleaban con el viento.
Por ahora pasaba por la zona de céntrica de parís, esta parte me traía recuerdos, pero no los suficientemente buenos a comparación de mi actualidad, sin embargo el pasado influye al futuro y aquí estoy, para alimentar mi adición, el aroma del café, me envuelve lentamente, dejo que me acaricie, el viento mece con fuerza, veo los vestidos de las damas ondearse, a mis cabellos danzar como si tuvieran vida propia e interrumpo su inspiración con el roce de mis dedos sobre ellos, acomodándoles de nuevo.
Y un nuevo perfume me embriaga mientras decido tomar asiento frente a esos caros cafés, una hermosa dama, que no puedo describir con palabras el atrevimiento es atroz, si osara a hacerlo, le observo detenidamente, acomodando sus prendas frente a mí, debido a que el viento le jugo mal, se nota que es de una gran familia, que su personalidad es única y quizá sensible. Siento que el aroma cálido de su sangre despierta mis instintos y observo la piel de su cuello, es hermosa en su totalidad…
Me quedo pasmado en ella con atrevimiento, sin darme cuenta que el gesto puede mal interpretarse.
Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 4067
Fecha de inscripción : 26/01/2011
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Frágil [Marianne Louvier]
"Quiero hacerte un regalo
Algo dulce, algo raro...
No un regalo común
De los que perdiste, nunca abriste
que olvidaste en un tren o no aceptaste...
de los que abres y lloras
que estás feliz y no finjes
y en este día de septiembre
te dedicaré mi regalo más grande...
Mi regalo más grande
Tiziano Ferro"
El sol daba lugar al viento, donde Eolo jugueteaba con sus hijos, riéndose de todo lo que llevaba de un lugar a otro, sin importarle lo que la gente diría, moviendo cabellos de forma sensual, de forma divertida, desprendiendo sombreros, ondeando capas, levantando faldas. Se carcajeaba y daba vueltas en torno de carruajes, se llevaba de lado a pequeños infantes haciendo a las madres correr tras ellos... golpeaba ventanas abiertas, obligaba a los hombres a caminar en contra de él, poniendo mucha fuerza en cada paso, para triunfar sobre el Dios, que volvía a disfrutar de sus diabluras y buscaba a alguien más para molestar.
Creando diseños caprichosos en las nubes, correteándolas, haciéndolas golpear la una contra la otra, creando enormes lluvias y llevándoselas a donde se le antojara o bien, perezoso, haciéndolas permanecer en algún lugar en particular. Dichoso Dios. Celoso Dios, que llevaba sus aires para mojar a la gente que no le respetaba, que miraba a las hermosas mortales, cuando sólo él podía hacerlo. Cuando sólo él podía meterse dentro de las faldas y levantarlas con su risa. Así que castigaba a esos osados hombres, azuzando al agua, llevándosela entre deslizadores invisibles, hasta que caía la lluvia "de lado", donde no había sombrilla que evitara la empapada de los pies.
Sí, seco de arriba, pero de la cintura para abajo... Jojojojo... Eolo era feliz en otoño, donde podía desnudar a los árboles de toda hoja, para juguetear con ellas y llevarlas al cielo, donde pudieran las hadas de la tierra tocar a los del cielo... uniéndolos en una danza imperecedera, sólo propicia para esa época del año, sin que nadie lo viera extraño.
Enamorando personas, llevándose consigo sombreros, para hacerlos caer a los pies de una dama hermosa, porque si Eolo prefería, era ÉL unir a las parejas. Que el caballero sonriera a la dama que había detenido su sombrero y verle a los ojos... para prenderse de ellos y comenzar un tórrido romance que fuera un tributo a Eolo.
Sí, otoño era maravilloso para jugar...
La época de verano pasaba, el calor se iba con él y empezaban los fríos, anunciando la partida de Perséfone al Hades y con ello, su madre, Démeter, sollozaba a lo largo de la creación, dejando que los campos se marchitaran, los árboles se vistieran de naranja y amarillo, hasta que todo moría lentamente para florecer con el regreso de su amada hija a la tierra. Mientras tanto, triste, todos bajaban la cabeza y le daban el luto que necesitaba. Y no sólo plantas y animales, ni los Dioses, en ocasiones los mismos mortales, que veían cómo lentamente el sol desaparecía durante muchos días y las lluvias sólo dejaban tristes y nostálgicos momentos. Recuerdos, suspiros y largos instantes de reflexión. Una buena época para encontrarse a sí mismo.
O encontrar sombreros, como le pasaba a Marianne, quien suspiraba cada vez que su boina violeta (algo muy pequeño para la época, más acostumbrados al tipo Rembrandt) salía volando a buscar qué había atrás de sus pasos. Se encogía de hombros y veía, divertida eso sí, cómo el pobre de Juan, su guardián, iba tras ella, hasta traérsela. La sacudía y otra vez en la cabeza, para otros minutos después, mirarla "volar" buscando la libertad y suspirar.
- Así nunca llegaré - se mofó la última vez que había "volado" y acomodó un mechón de cabello castaño tras la oreja, traía un vestido propio de la época, pero no así la capa, con botones al frente un tanto masculinos, pero que le daban a Marianne una apariencia mucho más femenina por lo mismo tosco del diseño - imparable por tí soy - susurró al aire, recordando un poema que leyó hacía poco - ¡Huy! - sintió el viento colarse bajo las faldas e intentar juguetear - travieso Eolo, compórtate conmigo - rió contenta, reacomodando sus ropas, su vestido de un tono azul muy claro, con detalles en violeta; su capa en color morado, sus guantes azul claro del tono del vestido y suspiró ladeando la cabeza unos grados, dejando a la vista su cuello marfileño, mientras se cruzaba de brazos.
Volteó a mirar un reloj a lo alto de un monumento y negó... ya no llegaría, así que mejor se resignó y pensó en "sacrificarse" para tomar un chocolate caliente. Ya al otro día iría a la tienda a comprar más carboncillos para sus diseños. Vio venir a Juan con la boina y le sonrió divertida mientras la tomaba y la sacudía por ¿Cuarta? ¿Quinta vez? Ya no recordaba... iba a hacer el ademán de ponérsela cuando vio la carita de su guardián y se rió, con una risa cantarina y alegre, que se contagiaba.
- Está bien, está bien, ya capté el mensaje - dijo y mantuvo la boina en las manos - no más carreras tras la boina - le sonrió - gracias de todas formas, tomaré un chocolate caliente mientras dibujo algo, no te preocupes - rió de nuevo ante su cara compungida - pondré un pisapapeles encima, para que las hojas no se vuelven también. Hoy Eolo está muy travieso.
Volteó a la acera y fue cuando lo vio... qué hermoso hombre, no había otra forma de catalogarlo. Sus cabellos oscuros, sus ojos tan claros, aunque había mechones que le cubrían el rostro, dándole un aire de oscuridad y misterio que le causaba curiosidad. Parpadeó y se lamió los labios, dejándoselos rojos por el frío que hacía. Aún así, se recompuso lo suficiente para hacer una reverencia propia de su estrato social y al mismo tiempo, para agasajar al caballero. Le llamaba mucho la atención, aunque de otra forma si lo comparaba con Sebastián o Domingo, más viriles, más masculinos, más... agresivos.
Este caballero era eso, un ser andante que con su solo caminar despertaba las miradas de ansiedad y anhelo a su paso. Un libro cuya portada era tan interesante, que se deseaba abrirlo para leer a borbotones su contenido, aunque de algo podía estar segura: una persona así, se iba conociendo lentamente, como un vino, paladeando cada esencia, cada ingrediente hasta tenerlo en el estómago y sonreír como gato satisfecho y feliz, ronroneando en tanto se anhela un sorbo más... una botella más... sin quererlo, transformarse en un adicto...
- Buena noche - vocalizó, sin pronunciar palabra alguna, estaban un poco lejos el uno del otro, aunque sus miradas estaban conectadas, unidas, sus ojos azules, tan hermosos como el cielo... su figura, su exquisitez en el vestir. Sin proponérselo le sonrió, la suya, era una sonrisa suave, delicada, que llegaba a sus ojos, en un mohín inconscientemente sensual. Mostrando un anhelo de conocerlo, de hablar con él, aunque esperaba que el caballero hiciera el primer movimiento.
Algo dulce, algo raro...
No un regalo común
De los que perdiste, nunca abriste
que olvidaste en un tren o no aceptaste...
de los que abres y lloras
que estás feliz y no finjes
y en este día de septiembre
te dedicaré mi regalo más grande...
Mi regalo más grande
Tiziano Ferro"
El sol daba lugar al viento, donde Eolo jugueteaba con sus hijos, riéndose de todo lo que llevaba de un lugar a otro, sin importarle lo que la gente diría, moviendo cabellos de forma sensual, de forma divertida, desprendiendo sombreros, ondeando capas, levantando faldas. Se carcajeaba y daba vueltas en torno de carruajes, se llevaba de lado a pequeños infantes haciendo a las madres correr tras ellos... golpeaba ventanas abiertas, obligaba a los hombres a caminar en contra de él, poniendo mucha fuerza en cada paso, para triunfar sobre el Dios, que volvía a disfrutar de sus diabluras y buscaba a alguien más para molestar.
Creando diseños caprichosos en las nubes, correteándolas, haciéndolas golpear la una contra la otra, creando enormes lluvias y llevándoselas a donde se le antojara o bien, perezoso, haciéndolas permanecer en algún lugar en particular. Dichoso Dios. Celoso Dios, que llevaba sus aires para mojar a la gente que no le respetaba, que miraba a las hermosas mortales, cuando sólo él podía hacerlo. Cuando sólo él podía meterse dentro de las faldas y levantarlas con su risa. Así que castigaba a esos osados hombres, azuzando al agua, llevándosela entre deslizadores invisibles, hasta que caía la lluvia "de lado", donde no había sombrilla que evitara la empapada de los pies.
Sí, seco de arriba, pero de la cintura para abajo... Jojojojo... Eolo era feliz en otoño, donde podía desnudar a los árboles de toda hoja, para juguetear con ellas y llevarlas al cielo, donde pudieran las hadas de la tierra tocar a los del cielo... uniéndolos en una danza imperecedera, sólo propicia para esa época del año, sin que nadie lo viera extraño.
Enamorando personas, llevándose consigo sombreros, para hacerlos caer a los pies de una dama hermosa, porque si Eolo prefería, era ÉL unir a las parejas. Que el caballero sonriera a la dama que había detenido su sombrero y verle a los ojos... para prenderse de ellos y comenzar un tórrido romance que fuera un tributo a Eolo.
Sí, otoño era maravilloso para jugar...
" Ágil como el agua
Fuerte como el viento
Duro como el tiempo.
Me niegas la entrada
Una y tantas veces
que vivo del intento.
(Y es que soy)
Imparable, contigo.
Indomable, es lo que siento,
pero es intocable tu corazón
Imparable,
Jessy y Joy"
Fuerte como el viento
Duro como el tiempo.
Me niegas la entrada
Una y tantas veces
que vivo del intento.
(Y es que soy)
Imparable, contigo.
Indomable, es lo que siento,
pero es intocable tu corazón
Imparable,
Jessy y Joy"
La época de verano pasaba, el calor se iba con él y empezaban los fríos, anunciando la partida de Perséfone al Hades y con ello, su madre, Démeter, sollozaba a lo largo de la creación, dejando que los campos se marchitaran, los árboles se vistieran de naranja y amarillo, hasta que todo moría lentamente para florecer con el regreso de su amada hija a la tierra. Mientras tanto, triste, todos bajaban la cabeza y le daban el luto que necesitaba. Y no sólo plantas y animales, ni los Dioses, en ocasiones los mismos mortales, que veían cómo lentamente el sol desaparecía durante muchos días y las lluvias sólo dejaban tristes y nostálgicos momentos. Recuerdos, suspiros y largos instantes de reflexión. Una buena época para encontrarse a sí mismo.
O encontrar sombreros, como le pasaba a Marianne, quien suspiraba cada vez que su boina violeta (algo muy pequeño para la época, más acostumbrados al tipo Rembrandt) salía volando a buscar qué había atrás de sus pasos. Se encogía de hombros y veía, divertida eso sí, cómo el pobre de Juan, su guardián, iba tras ella, hasta traérsela. La sacudía y otra vez en la cabeza, para otros minutos después, mirarla "volar" buscando la libertad y suspirar.
- Así nunca llegaré - se mofó la última vez que había "volado" y acomodó un mechón de cabello castaño tras la oreja, traía un vestido propio de la época, pero no así la capa, con botones al frente un tanto masculinos, pero que le daban a Marianne una apariencia mucho más femenina por lo mismo tosco del diseño - imparable por tí soy - susurró al aire, recordando un poema que leyó hacía poco - ¡Huy! - sintió el viento colarse bajo las faldas e intentar juguetear - travieso Eolo, compórtate conmigo - rió contenta, reacomodando sus ropas, su vestido de un tono azul muy claro, con detalles en violeta; su capa en color morado, sus guantes azul claro del tono del vestido y suspiró ladeando la cabeza unos grados, dejando a la vista su cuello marfileño, mientras se cruzaba de brazos.
Volteó a mirar un reloj a lo alto de un monumento y negó... ya no llegaría, así que mejor se resignó y pensó en "sacrificarse" para tomar un chocolate caliente. Ya al otro día iría a la tienda a comprar más carboncillos para sus diseños. Vio venir a Juan con la boina y le sonrió divertida mientras la tomaba y la sacudía por ¿Cuarta? ¿Quinta vez? Ya no recordaba... iba a hacer el ademán de ponérsela cuando vio la carita de su guardián y se rió, con una risa cantarina y alegre, que se contagiaba.
- Está bien, está bien, ya capté el mensaje - dijo y mantuvo la boina en las manos - no más carreras tras la boina - le sonrió - gracias de todas formas, tomaré un chocolate caliente mientras dibujo algo, no te preocupes - rió de nuevo ante su cara compungida - pondré un pisapapeles encima, para que las hojas no se vuelven también. Hoy Eolo está muy travieso.
Volteó a la acera y fue cuando lo vio... qué hermoso hombre, no había otra forma de catalogarlo. Sus cabellos oscuros, sus ojos tan claros, aunque había mechones que le cubrían el rostro, dándole un aire de oscuridad y misterio que le causaba curiosidad. Parpadeó y se lamió los labios, dejándoselos rojos por el frío que hacía. Aún así, se recompuso lo suficiente para hacer una reverencia propia de su estrato social y al mismo tiempo, para agasajar al caballero. Le llamaba mucho la atención, aunque de otra forma si lo comparaba con Sebastián o Domingo, más viriles, más masculinos, más... agresivos.
Este caballero era eso, un ser andante que con su solo caminar despertaba las miradas de ansiedad y anhelo a su paso. Un libro cuya portada era tan interesante, que se deseaba abrirlo para leer a borbotones su contenido, aunque de algo podía estar segura: una persona así, se iba conociendo lentamente, como un vino, paladeando cada esencia, cada ingrediente hasta tenerlo en el estómago y sonreír como gato satisfecho y feliz, ronroneando en tanto se anhela un sorbo más... una botella más... sin quererlo, transformarse en un adicto...
- Buena noche - vocalizó, sin pronunciar palabra alguna, estaban un poco lejos el uno del otro, aunque sus miradas estaban conectadas, unidas, sus ojos azules, tan hermosos como el cielo... su figura, su exquisitez en el vestir. Sin proponérselo le sonrió, la suya, era una sonrisa suave, delicada, que llegaba a sus ojos, en un mohín inconscientemente sensual. Mostrando un anhelo de conocerlo, de hablar con él, aunque esperaba que el caballero hiciera el primer movimiento.
Última edición por Marianne Louvier el Miér Sep 21, 2011 11:36 pm, editado 1 vez
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Re: Frágil [Marianne Louvier]
Por un momento otoño querido
me has mentido diciéndome que el mundo es hermoso
cuando el viento ha traído lo más sublime ante mis ojos.
me has mentido diciéndome que el mundo es hermoso
cuando el viento ha traído lo más sublime ante mis ojos.
Aunque mis pensamientos me llevaban a aislarme de todo, a pesar de que mis palabras volaban junto a las ventiscas que me golpeaban y que la concentración en el firmamento níveo y terso, no pudieron ser más fuertes que aquella fragancia nocturna, de aquella hermosa voz y de los gestos gráciles y elegantes, pero demasiados encantadores, el viento se aferraba a juguetear con ella, como si le pretendiera, es que ¿Acaso lo hacía?, le envidiaba por momentos, había más mujeres peleando contra él, pero no tanto como ella, no así, no de esa manera, parecía una diosa que a su paso alzaba las miradas de los caballeros más enamorados de sus pretendidas, pero es que esa belleza y esos movimientos graciosos le hacían danzar como una ninfa.
Son las páginas que movidas con el viento plasman su belleza en mis recuerdos, podría dibujarle para siempre como un pintor enamorado del modelo, entre las doradas hojas otoñales, tomando el sombrerito que el pretendiente viento le robaba, solo para enamorarla, podía ser otro espectador más, un enamora perdido a primera vista de una mortal, pero que más daba si mis orbes le pintaban con colores nostálgicos que adornaban su feliz camino, escribía poesía a sus oídos, con una sola mirada logro capturar mi atención, mis emociones atrapo y aunque la debilidad otoñal me gano, empecé a añorar su corazón, su sonrisa y sus palabras, ¿Por qué me enamoraba de una imagen?, más no pude hacer nada ante el montoncito de hojas caídas dejar el libro de poesías y los bocetos de su silueta, pues me devolvió la calidez que mi corazón añoraba.
Y el viento a mí me golpeo en el rostro moviendo mis cabellos descubriendo esos orbes de un cobalto claro, queriéndome alejar de quien se plantaba delante de mí, jugo a ser mi rival al empujar las hojas de las copas secas y tristes de esos árboles, cuyas estructuras eran la forma anatómica de su cuerpo, me amenazo, como si de un celoso se tratara, pero me estaba ganando la furia de un dios, por unas coquetas y distraídas miradas que me sacaron de mis cavilaciones, ¿Qué pasaba dios del viento?, ¿Acaso temes a que una criatura nocturna te gane?, ¿Qué el deseo de estrechar su mano y besar su dorso sea parte de las sensaciones que recorran mi cuerpo?, no vayas pensando que cualquier hermosa humana es de tus posesiones, que por eso tienen a las diosas en los cielos lejos de los mortales por celosos y envidiosos.
Pero tu cómplice el otoño que toma mi corazón y mis tristezas en desventajas ha fallado en engañarme, este mundo no posee tanta hermosura como el me lo profanaba, porque ahora camina cerca, camina a mí, algo más fuerte, como si en un sueño de primavera estuviera, observándole y hablándome con ese tinte de voz bajo y femenino, sin perder la compostura y educación, huelo el perfume de esta bella rosa, de esta flor que está viva en medio del crudo otoño.
Es una fortuna, veo sus cabellos danzar entre las ráfagas que aún le insisten en jugar, pero está centrada en mis movimientos, por fin, su mirada toda mía, su atención y curiosidad solo para mí. Es una hermosa muñequita de porcelana llena de fragilidad, vestida en una época victoriana, luciendo sus mejores galas sin la exageración, su creador le ha tallado detalles hermosos en el rostro y colocado esos ojos que me prestan atención, que imploran por una palabra mía, esos labios seductores, que más de uno quisiera rosar para sentirse parte del deseo carnal, ahora no le importa el viento o el frío mucho menos el otoño y sus pinturas doradas que deja regadas por toda la ciudad, ahora el firmamento, el roció de la luna que le envidia.
Me levanto con mucho cuidado, siento que un tropiezo puede romper el momento, ah sí, he ganado más de un enemigo esta noche, el viento, el cielo, el otoño y la envidiosa luna cómplice de mis engaños, de mis poesías, de mis tristezas, pero es que me siento solo, es que la belleza y la inspiración habían huido pero han regresado encarnados en una musa, que está a mi lado, que me hace querer desvivirme hasta el amanecer para admirarle una y otra vez…
Y meto la mano entre mi abrigo, tomo con osadía su mano con la mía, tan fría, tan gélida, es por el frío de esta noche, no porque esté muerto y podrido, solo es el frío, es tan cálida, tan tersa, tan nívea, me observa lo sé, soy un desconocido un poeta sin rumbo, sin rimas, sin prosas, solo con una rosa que ofrezco, después de que mis labios depositan un beso nada cálido sobre su tacto. – Buena noche Madame – sonrío como un niño, mientras analizo sus rasgos faciales, son adorables, esa cabellera que huele tan bien, me embriaga con su aroma en cualquier momento, me dejo llevar y transportar, quiero ver sus recuerdo, verle danzar y gritarle al viento, se ve tan hermosa, como una bailarina en una cajita que saca melodías bonitas, mientras gira y gira hasta que esta termina. – Perdone mi atrevimiento, no puede evitar, entregar la rosa no tan hermosa a una dama como usted – hago una simple reverencia, observándola suavemente, como si fueran mis ojos aquellas manos que le acarician suavemente.
Una rosa de mi cosecha, una que me espino y que se indignó para poder entrar en mi hogar para que le protegiera del frío pues quería aun florecer y abrir sus pétalos al mundo y ver en ellos la belleza que este emana y aunque estuvo en mi pecho escondida y conservada estoy seguro que ahora está alegre pues le he enseñado lo más puro de una mujer. – Soy... Asagi Dunkelheit. – No quiero que desconfié y huya de un extraño, aunque por sus acciones parece que no lo hará, solo quiero conocerla dentro de esta fragilidad, dentro de este ambiente y este momento hermoso – Juguetón el viento… Le envidio… Ojala pudiera hacer esa clase de travesuras, para observar su sonrisa – bajo la mirada aguantándome una carcajada, pero por mero coqueteo, solo eso.
-¿Podría yo invitarle un café o alguna caminata nocturna? – el tinte de mi voz es amable aunque no melancólico, pero tampoco serio, es como si ella me transformara en una fuente de deseo y amabilidad, como si me inspirara de felicidad y llenara mis pensamientos de su belleza y figura nocturna que se atrevió a dirigir las palabras a un ser tan triste como yo. Ofrezco mi brazo no esperando el rechazo, sino todo lo contrario, no me importaría esperar con tal de cruzar nuevamente palabras, con verle sonreír y jugar con su ahora amigo el viento.
Ahora nos ondean colores preciosos, las luces vislumbran el camino de esta calle
que solemos recorrer… Cuando una nueva estación decore el montoncito de hojas caídas
sin duda alguna las llamas de mi corazón harán que sea otoño para volver a encontrarte en
las páginas de ese cuadernillo de poesías que olvide entregarte, porque dibuje tu imagen en secreto
para recordarte…
que solemos recorrer… Cuando una nueva estación decore el montoncito de hojas caídas
sin duda alguna las llamas de mi corazón harán que sea otoño para volver a encontrarte en
las páginas de ese cuadernillo de poesías que olvide entregarte, porque dibuje tu imagen en secreto
para recordarte…
Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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Re: Frágil [Marianne Louvier]
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Y entonces, Hades se fijó en Perséfone, la bella,
sintió su cuerpo ser inundado de calores y anhelos
de poseerla para sí, por siempre, como a una estrella
que viviera con él, en el inframundo, oh mundo paralelo.
Triquitri... triquitri... triquitri...
El sol no podía imponerse a las nubes que lo rodeaban y le obligaban a desaparecer, oh Apolo, retírate, no veas la horrible fechoría del señor del Inframundo, aléjate, no vuelvas más... que tu carro de fuego se vaya con el viento, con un Eolo inquieto que ya no busca jugar, que obedece y asiente ante las instrucciones de uno de los más grandes Dioses. Que las Sombras se arremolinen alrededor de su objetivo, del capullo que pronto se convertirá en los brazos de su señor en una hermosa flor. El otoño se cierne sobre la ciudad de París, como si la Diosa Démeter sintiera que otra hermosa de sus creaciones será oculta por y para siempre en el egoísmo y la envidia de un ser nocturno, que sólo busca arrancar lo vivo de ella y llevárselo para siempre, alejándola de sus pastos y hermosos jardines.
Vete ya, Apolo, no insistas, que las nubes cuales copos de nieve empiecen a arremolinarse a tu alrededor, cercándote, dispuestas a combatirte, sin importar quién se queda de pie, listas para enloquecerte con sus increíbles y potentes cantos... Golpe tras golpe, ataque tras ataque impedirán que vuelvas a iluminar la creación. Tú ya tienes a tu elegida, deja que yo me haga de la mía, que mis sirvientes te cieguen y obliguen a permanecer alejado de mí, de ella... que tu voz se opaque contra mi majestuosidad. Lárgate de una maldita vez, Apolo, iros a con vuestro padre y decirle... decirle de mi parte... que esta vez, he ganado, que esta vez, tengo lo que me pertenece.
El sol no podía imponerse a las nubes que lo rodeaban y le obligaban a desaparecer, oh Apolo, retírate, no veas la horrible fechoría del señor del Inframundo, aléjate, no vuelvas más... que tu carro de fuego se vaya con el viento, con un Eolo inquieto que ya no busca jugar, que obedece y asiente ante las instrucciones de uno de los más grandes Dioses. Que las Sombras se arremolinen alrededor de su objetivo, del capullo que pronto se convertirá en los brazos de su señor en una hermosa flor. El otoño se cierne sobre la ciudad de París, como si la Diosa Démeter sintiera que otra hermosa de sus creaciones será oculta por y para siempre en el egoísmo y la envidia de un ser nocturno, que sólo busca arrancar lo vivo de ella y llevárselo para siempre, alejándola de sus pastos y hermosos jardines.
Vete ya, Apolo, no insistas, que las nubes cuales copos de nieve empiecen a arremolinarse a tu alrededor, cercándote, dispuestas a combatirte, sin importar quién se queda de pie, listas para enloquecerte con sus increíbles y potentes cantos... Golpe tras golpe, ataque tras ataque impedirán que vuelvas a iluminar la creación. Tú ya tienes a tu elegida, deja que yo me haga de la mía, que mis sirvientes te cieguen y obliguen a permanecer alejado de mí, de ella... que tu voz se opaque contra mi majestuosidad. Lárgate de una maldita vez, Apolo, iros a con vuestro padre y decirle... decirle de mi parte... que esta vez, he ganado, que esta vez, tengo lo que me pertenece.
Pobre, oh desdichada Perséfone cuya belleza inflama
el corazón del Dios del Inframundo, que busca de ti
no sólo la luz de tus ojos, si no también la llama
que caliente su corazón y lo vuelva a hacer sentir.
el corazón del Dios del Inframundo, que busca de ti
no sólo la luz de tus ojos, si no también la llama
que caliente su corazón y lo vuelva a hacer sentir.
Triquitri... triquitri... triquitri...
Y héla ahí, mirando al enorme gigante, a aquél sin nombre, puesto que la sensualidad de cada uno de sus movimienots y la magnificencia de sus facciones impiden encerrarlo en algo tan banal como un nombre. Ah, el cielo debe tener una grieta, porque los ángeles están cayendo a la tierra. Oh, dulce tormento de rayos azules, de tez de nieve y cabellos de oscuridad, te veo y mi corazón se detiene lentamente, hasta acelerar en su ritmo, como el crescendo de una obra, donde las voces se reúnen en el punto álgido de la producción y sientes el golpear de los instrumentos, haciéndote saltar, para ser atrapado entre los magníficos brazos del viento, uno oscuro, lleno de pasiones adormecidas, capaz de desbocarlas como un caballo brioso corre por la enorme colina, hasta conseguir la libertad, ¿Cuál es, pues, la tuya, oh dulce tormento de ópalo y perlas?
Lo oigo, su voz como el canto de la sirena, atrayéndome y permitiéndome tocar su frialdad envuelta en sedas tan suaves como exquisitas. Mis labios son humedecidos por mi lengua mientras mis ojos son atrapados en una prisión azulina, podría ir contigo al infierno y no me importaría, mientras me sigas sosteniendo así. Mis manos toman la rosa cambiando completamente parte de mi ser con una sola reverencia educada, femenina, sin un solo defecto, que busca agradarle a él, mi ángel oscuro, mi ser celestial envuelto en ropas humanas, cuya esencia palpable hace que mi corazón se le entregue y al mismo tiempo, me obliga a alargar la mano, para devolver ese órgano a su lugar, procurando que no vuelva a escapar... Aunque ¿Qué es el corazón por sí, sin sentir el sentimiento de entrega total? Simplemente algo que bombea, que palpita, que da vida, una sin sentido, sin propósito, sin lugar...
¿Qué harás, pequeña semi-diosa cuya piel siempreY héla ahí, mirando al enorme gigante, a aquél sin nombre, puesto que la sensualidad de cada uno de sus movimienots y la magnificencia de sus facciones impiden encerrarlo en algo tan banal como un nombre. Ah, el cielo debe tener una grieta, porque los ángeles están cayendo a la tierra. Oh, dulce tormento de rayos azules, de tez de nieve y cabellos de oscuridad, te veo y mi corazón se detiene lentamente, hasta acelerar en su ritmo, como el crescendo de una obra, donde las voces se reúnen en el punto álgido de la producción y sientes el golpear de los instrumentos, haciéndote saltar, para ser atrapado entre los magníficos brazos del viento, uno oscuro, lleno de pasiones adormecidas, capaz de desbocarlas como un caballo brioso corre por la enorme colina, hasta conseguir la libertad, ¿Cuál es, pues, la tuya, oh dulce tormento de ópalo y perlas?
Lo oigo, su voz como el canto de la sirena, atrayéndome y permitiéndome tocar su frialdad envuelta en sedas tan suaves como exquisitas. Mis labios son humedecidos por mi lengua mientras mis ojos son atrapados en una prisión azulina, podría ir contigo al infierno y no me importaría, mientras me sigas sosteniendo así. Mis manos toman la rosa cambiando completamente parte de mi ser con una sola reverencia educada, femenina, sin un solo defecto, que busca agradarle a él, mi ángel oscuro, mi ser celestial envuelto en ropas humanas, cuya esencia palpable hace que mi corazón se le entregue y al mismo tiempo, me obliga a alargar la mano, para devolver ese órgano a su lugar, procurando que no vuelva a escapar... Aunque ¿Qué es el corazón por sí, sin sentir el sentimiento de entrega total? Simplemente algo que bombea, que palpita, que da vida, una sin sentido, sin propósito, sin lugar...
ha estado acostumbrada a recibir la luz del sol,
mientras tus pies se mueven en el pasto que hierve
de pura envidia, verde, rojo, como los colores en aerosol?
Triquitri... triquitri... triquitri...
En la tierra una rosa es entregada a la semidiosa, una flor celebrando su belleza, en forma de pétalos que sólo se comparan con cada capa del contenido de su corazón, donde las voces de las ninfas se alzan hasta ser escuchadas en lo alto del cielo y dispersan a todas las nubes que, una vez logrado el objetivo de alejar a Apolo, se dejan llevar por Eolo a donde no sean indiscretas y puedan disfrutar de la belleza del amor. Y es entonces cuando Selene obsequia un delicado rayo de luna a la pareja, iluminando la belleza marfileña con toques en carmín del caballero, apuesto alto, de cabellera abundante y sensual, contrastando con la pequeña joven de tez sonrosada y ojos de cristal, que sonríe entre algodones y dulzores de seducción plena, sin que absolutamente nadie interfiera.
Oh, Eros, ¿Dónde estás? Deberías flechar a ambos con esas tus armas y enamorarlos para siempre, aunque quizá tengas razón de no aparecer, porque las bailarinas del agua son más hermosas mientras más inaccesibles son. Aléjate pues, oh Eros, no arruines el momento, donde los grandes vientos cantan y elevan sus voces cubriendo a ambos, donde un solo nombre es entregado y atesorado. Maldito Eros, no vengas más, déjalos a solas, que disfruten de su encuentro, que lo envuelvan en capas de tejido cardiovascular y ahí, entre sangres y borboteos, entre acompasados tambores y repiqueteos, se guarde...
Se atesore...
Oh, Pérfida avaricia, que has decidido separar madre e hija,En la tierra una rosa es entregada a la semidiosa, una flor celebrando su belleza, en forma de pétalos que sólo se comparan con cada capa del contenido de su corazón, donde las voces de las ninfas se alzan hasta ser escuchadas en lo alto del cielo y dispersan a todas las nubes que, una vez logrado el objetivo de alejar a Apolo, se dejan llevar por Eolo a donde no sean indiscretas y puedan disfrutar de la belleza del amor. Y es entonces cuando Selene obsequia un delicado rayo de luna a la pareja, iluminando la belleza marfileña con toques en carmín del caballero, apuesto alto, de cabellera abundante y sensual, contrastando con la pequeña joven de tez sonrosada y ojos de cristal, que sonríe entre algodones y dulzores de seducción plena, sin que absolutamente nadie interfiera.
Oh, Eros, ¿Dónde estás? Deberías flechar a ambos con esas tus armas y enamorarlos para siempre, aunque quizá tengas razón de no aparecer, porque las bailarinas del agua son más hermosas mientras más inaccesibles son. Aléjate pues, oh Eros, no arruines el momento, donde los grandes vientos cantan y elevan sus voces cubriendo a ambos, donde un solo nombre es entregado y atesorado. Maldito Eros, no vengas más, déjalos a solas, que disfruten de su encuentro, que lo envuelvan en capas de tejido cardiovascular y ahí, entre sangres y borboteos, entre acompasados tambores y repiqueteos, se guarde...
Se atesore...
provocando no sólo la pérdida de una hermosa niña
si no también, la total rabia y odio de una mujer
que moverá cielo y tierra para verla volver.
Triquitri... triquitri... triquitri... ahhhh ahhhh ahh ahhhh
Asagi... Asagi... tan dulce suena su nombre en mis oídos, que me hace aspirar profundamente, hasta sentir el dolor en el pecho y en la boca del estómago y soltar un aire que me nubla la cabeza de una pesadez inexplicable. Oh, Dulzor de melocotones, que si el hermoso caer de la flor de los cerezos me envuelva y me eleve del suelo, dejándome sólo pensar en él, sentir en él... oler en él... perder en él... si es el demonio del infierno, no importa, sólo necesito tenerle unos largos instantes y entonces, le seguiré a donde diga... ¿La cima más alta, la vereda más larga, el abismo más profundo, la oscuridad más letal? No importa... no me importa... llévame contigo y permíteme oír de nuevo tu voz, envuélveme en tus brazos y aleja de mi mente toda preocupación. Tan hermoso eres, que a tu lado me siento segura, contenta, caballero de dulces y exquisitos modales, de voz tan dulce como hechicera, sea pues, abandóname entre cantos y cuando te vayas, no, qué digo, no quiero que te alejes... no ahora, no después, quizá algún día, cuando tenga el valor de hacer...
Alargo la mano, tomo tu brazo y sonrío feliz, como pocas veces lo hago... te miro a los ojos largamente y río esta vez, porque mi corazón se siente esta sensación de bienestar, de ansiedad por estar a tu lado... Oh dulce ángel de fría luna, permíteme escuchar tu canto, perderme en los subterfugios de tu mente, ser envuelta entre los anales de tu historia y entonces, cuando más vulnerable esté, cuando más frágil me sientas, abrázame y déjame sentir el paraíso en la tierra... porque existe, porque tú vives, porque tú estás aquí...
- Será un placer - dije con voz llena de sentimientos y cargada de sensaciones, una voz como terciopelo mojado en vino tinto, suave y embriagante a la vez, con tonos sensuales e inocentes - un gran placer, messie Dunkelheit... aunque debo nivelar la balanza, si no, puede ser que un Dios se considere más ultrajado de lo que ya se sintió y decida cobrar caro nuestra osadía - sus ojos brillaban en un intenso azul, tan bello como las estrellas del firmamento y denotaban un alma pura, incapaz de hacer daño, preocupada por los demás y siempre alegre y vivaz - soy Marianne Louvier y es un honor conocerle - que la llevara a donde él quisiera, sólo quería seguir a su lado...
Sólo eso...
Alargo la mano, tomo tu brazo y sonrío feliz, como pocas veces lo hago... te miro a los ojos largamente y río esta vez, porque mi corazón se siente esta sensación de bienestar, de ansiedad por estar a tu lado... Oh dulce ángel de fría luna, permíteme escuchar tu canto, perderme en los subterfugios de tu mente, ser envuelta entre los anales de tu historia y entonces, cuando más vulnerable esté, cuando más frágil me sientas, abrázame y déjame sentir el paraíso en la tierra... porque existe, porque tú vives, porque tú estás aquí...
- Será un placer - dije con voz llena de sentimientos y cargada de sensaciones, una voz como terciopelo mojado en vino tinto, suave y embriagante a la vez, con tonos sensuales e inocentes - un gran placer, messie Dunkelheit... aunque debo nivelar la balanza, si no, puede ser que un Dios se considere más ultrajado de lo que ya se sintió y decida cobrar caro nuestra osadía - sus ojos brillaban en un intenso azul, tan bello como las estrellas del firmamento y denotaban un alma pura, incapaz de hacer daño, preocupada por los demás y siempre alegre y vivaz - soy Marianne Louvier y es un honor conocerle - que la llevara a donde él quisiera, sólo quería seguir a su lado...
Sólo eso...
Oh, Perséfone la bella, la hermosa mujer de los infiernos
nunca me dijiste, oh querida dama de sus amores y desenfrenos
si los granos de la fruta que comiste, oh perfecta entre las mujeres
fueron con la intención, oh traviesa, de no salir de sus redes...
nunca me dijiste, oh querida dama de sus amores y desenfrenos
si los granos de la fruta que comiste, oh perfecta entre las mujeres
fueron con la intención, oh traviesa, de no salir de sus redes...
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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Fecha de inscripción : 07/08/2011
Edad : 30
Localización : París, Francia
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Re: Frágil [Marianne Louvier]
Entonces lo comprendí estoy destinado
a desempeñar mi papel de
mentiras y engaños.
a desempeñar mi papel de
mentiras y engaños.
¿Aún estoy durmiendo?, no, no es eso, solo estoy desprendiéndome de un nuevo conocimiento, aun veo el retirado firmamento bajo mis orbes, si aún estoy aquí, desarrollando un papel galante que se empapa de gotas de una tormentosa verdad, de un estrepitoso cielo, aquí estoy consumiéndome bajo una voz cautivante, mientras mi mirada te hechiza, ¡Oh diosa divina! Cae rendida a mis pies, besa aquel cielo que estos no tocan cuando levito bajo la sombra de la resplandeciente tierra. Es tu rostro Marianne Louvier el que será tocado con la fragilidad de una rosa.
Y esa rosa soy yo, tan bella y hermosa, pero con unas espinas a su alrededor, ¿Qué puedo hacer con un arma tan letal? Como en los campos de afrodita, cuando estas mismas bañaban su cuerpo para hacerle aún más divina, pero que nadie podría pretenderle pues su belleza no se lo permitía, no soy ángel ni demonio, solo alguien que usa su belleza como lucifer y sus deseos propios, alguien que fue desterrado del cielo por el mimo Dios, soy el hijo a quien le dieron la espalda después de buscar beneficio a su poder.
Alce mis alas surque cielos y conseguí el infierno, ese fue el precio a la belleza que poseo, y ahora entre mortales camino sumiso disfrazado con mantos de elegancia, de soledad, de una aparente humanidad que desapareció entre mis manos cuando mi boca se extasiaba con aquel vino divino. Son siglos viviendo como un inmortal, de hechizar con una mirada y detener a mujeres y hombres a mi paso mientras susurro poesía barata que sale de este corazón inexistente.
¿Quién se esconde bajo la máscara divina?, endiabladamente seductor, ególatra, ese soy yo, pero aún me falta llegar a ti diosa tallada en mortalidad para demostrarte que fácil tú corazón puedo pretender, soy un bandido de la noche un noctambulo que de armas solo belleza agarra, pero si irresistible son tus deseos a mis encantos colmillos y garras conocerás sobre tu tibia y tersa piel, sobre tu cuello y los sentidos que penetran a través de una vena que me llama al bamboleo de la seducción.
Son mis pasos lentos, mis movimientos delicados los que te hacen entrar en el embelesamiento de mi presencia, seré yo quien descubra quien eres oh diosa de los cielos, cachito de cielo que se ha puesto en el camino de uno de los reyes de los infiernos, tal como Perséfone con Hades, como lo acabas de relatar la historia puede repetirse, quizá compararse, mece el viento del cual nos hemos olvidado, sus intentos nulos, mi mirada te ha engatusado.
Deja que mis alas y mis encantos te envuelvan, que mis palabras cautiven tu corazón que los arrastren a la perdición deja que estos orbes azules se tiñan rojos, mientras se cautivan con la presencia de tu belleza, deja que el poeta inmundo que ves en mi absorba cada parte de tu humanidad. Soy una melodía que canta solo para ti en este viento que ignorado sopla fuerte entre nosotros demostrando celos y furias hacia el poderos que te pretende conquistar.
Deja que mi voz te guie al paraíso…
toma mi mano y ven conmigo no veas hacia
tras que un infierno encontraras, pero que por delante
lo más bello veras…
toma mi mano y ven conmigo no veas hacia
tras que un infierno encontraras, pero que por delante
lo más bello veras…
Rompo las barreras del velo que te envuelve en encantos, escúchame y déjame solo a mi llegar hasta lo que eres, soy el calor que penetra tus venas que hace correr la sangre y la lleva al rubor de tus mejillas demostrando pena, ama a este poeta del infierno que con una lira como tal como Orfeo alza melodías a todos los infiernos, soy la oscuridad quien busca un poco de humanidad después de haberla perdido en esta eternidad.
Bendito y maldito noctambulo así me hago llamar, observo nuestro caminar bajo esas hojas preciosas que doradas están crujen bajo nuestros pies, bajo nuestras almas y el cautiverio de palabras que nos deja llevar. Soy una bestia milenaria, alguien que consiente de su sensualidad esta, vamos Marianne, deja que te adentre a mis reinos preciosos que decorados con las más envenenadas lagrimas esta.
Veras que todo es maravilloso si coges mi mano, si me coges confianza y dejes que evoque tus recuerdos a mi gran bosque donde perdí mi infancia, sí, quiero perderte y encontrarte a la vez, quiero causarte un revuelo de emociones con cada facción que me puedas admirar. Soy yo el dios de tu muerte, quien velara a tu inocencia después de conocerme siquiera.
Dejare que la flama de tu vida se me extinga mientras me inmiscuyo a tus adentros y te cuento tragedias que he vivido y visto, déjame contarte como es el infierno en el paraíso y como Dios tu dios, me ha desterrado a los bajos suburbios de los mortales, disfraza mi rostro con la más pura belleza que puedas encontrar, haz que tu voz y mi voz en sincronía estén.
Apaga las luces de mis deseos sanguinarios y guíalos al sendero de tus preciosos rosales, deja que te muestre la marca de la muerte que llevo desde hace más de ocho mil años, desnuda esta mascara e incítame a conocer tu plena desnudes, guíame en este baile erótico de poesías, palabras y rimas y no me dejes cógeme y hazme expandir mis alas, musítame que despierto estoy que viviendo voy, dime que no he muerto y que si puedo purgar mis pecados tu justo dios extenderá su mano.
Dame el amor que me falto, hazme carecer de felicidad y acúname en tu pecho sacándome fuera de esta soledad, porque eres tu diosa hermosa la que me hace tener un poco de esperanza y una paz plena cuando se trata de matar, eres la funda de esta filosa espada que cada noche se desenvaina para asesinas, salúdame con un gesto grácil que me haga escuchar los latidos de un putrefacto ser.
Ojala que mis palabras llegaran a cautivarte y no destrozarte como lo hacen conmigo, - Mi diosa coja mi mano y déjese llevar por el firmamento de la noche que se reflejan en mis orbes. – musite suave guiándole hasta donde yo podría llevarle, un sendero sin fin, sin ruta marcada… - Marianne Louvier, que hermoso nombre, el más bello que he de escuchar en esta gloriosa eternidad. – sin más el viento ceso, dejándome observar semejante ángel a mi vista, con alas desplegadas, con esa expresión que dejaba en evidencia que se hundía en el mar reflejado en mis ojos.
-El placer es mío, encontrar quien decore cielos divinos – mostré apenas una facción que el pintor describía en una fugaz y coqueta sonrisa, un gesto demasiado rápido, mientras miraba a las estrellas y a mi amante la luna darme la espalda por los celos que recorrían su luz pero era a ella a la que amaba después de este tiempo charlando a solas bajo el precipicio de un infierno que no termina de estallar en un fuego sepulcral.
Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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Re: Frágil [Marianne Louvier]
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Tatoeba umi no soko de anata ga ikiteru no nara
Watashi wa nihon no ashi wo kitte sakana ni narou
Fukami e ochiru hodo ni anata ga chikadzuku no nara
Hate nai yami wo samayou kage ni nattemo ii
¿Alguna vez te has visto envuelta en una tela de la cual no sabes cómo escapar, donde te debates una y otra vez, intentando romperla, rasgarla, destruirla y luego de ello, emerger como un nuevo ser que se ha convertido completamente? Como una oruga que pasa a ser mariposa. Como un feto que se transforma en un humano. ¿Alguna vez miraron al cielo y se preguntaron si la realidad se podía modificar y cómo podrían lograrlo? Dejar atrás todo sin mirar en retroceso, caminando y avanzando hasta concretar sus sueños, en el momento que la realidad se toca con la fantasía y juntas se funden hasta formar un solo lienzo en el cual se dibuja el pensamiento, se crea el sueño y se transforma en un futuro que sólo puede tener un camino....
Tú...
Dejando atrás todos los miedos y confusiones, las peleas y decepciones, donde no hay nada más que la alegría por obtener lo buscado, por estar ahí y disfrutar de lo anhelado, entre miles de estrellas y luces de colores, entre un enorme jardín de rosas donde tú estás en el centro de todo, sin importar que las espinas lastimen mi cuerpo, mis pies, mis delicados tobillos, siempre intentando llegar a tí, alargando las manos y mortificando mi ser al pensar que no te alcanzaré, que no soy digna, que no merezco estar ante tí... Yo soy quien el espejo me muestra, en este momento, en este lugar, veo mis ojos, mi rostro, mis cejas, mis labios y me pregunto si siempre seré así, si mañana aparecerán algunas arrugas y si seguiré siendo yo misma. Me veo en la inmensa encrucijada de un camino bifurcado por miles de opciones y es cuando me siento y me encuentro completamente indefensa.
¿Quién soy entonces?
¿Soy la persona que tú conviertes o soy simplemente mi verdadero yo cuando te veo? ¿Sacas mi esencia o simplemente me transformo hasta ser esa semidiosa que tanto anhelas a tu lado? ¿Soy una oruga o una mariposa y en el mejor de los casos, es esa mariposa la que te hace feliz realmente o solo la que te mantiene tranquilo en lo que otra más hermosa llega? Te miro y pienso una y otra vez que no soy quien debe estar a tu lado ¿Lo merezco acaso y si es así, qué hice para que me entregues tal regalo? Temo acompañarte y al mismo tiempo, me aterra no caminar a tu paso. El cielo y el infierno se han fundido y me pregunto si no estoy entonces en un purgatorio donde no encuentro salida ni sé cuál fue la entrada.
No, sí la sé, la conozco, la tengo ante mis ojos, esos orbes maravillosos de tono azulado y delicioso, esos cabellos negros como la noche, como el ébano que son acariciados una y otra vez por el viento, que me muestra travieso lo que él sí puede hacer y yo no. No puedo acercarme tanto a la fuente de su hermosura, no puedo tocarle, rozarle, mimarle, no puedo... mi piel marchitándose a cada paso, a cada instante, a cada momento es completamente indigna. Estoy sumergida en el hermoso hechizo de su belleza y atractivo. Soy prisionera de mis sentimientos y me pregunto hasta cuándo...
Seguiré así hasta cuándo...
Caigo en las profundidades del abismo y no sé de dónde sujetarme para no matarme, no ser lastimada en el transcurso de la creación de la enorme herida que parte mi corazón. Mi cabeza se embota con pensamientos sin sentido y al mismo tiempo completamente lúcidos, todos reprochándome el acaparar unos minutos de tu atención ¿Quién soy realmente para hacer semejante acto de egoísmo y ambición? Eres tú un ángel ante mi presencia ínfima, indecorosa e indecente, porque no soy nadie, porque no soy nada, porque para ser alguien debiera cambiar, transformarme y entonces sí, podría verte a los ojos, podría alargar la mano y disfrutar del tacto de tu piel, de la oscuridad de tu cabello, de la fascinación que me producen tus ojos azules.
Es cuando puedo ser alguien, soy una persona, un ser completamente diferente y entonces, la vida tendrá sentido.
Noboru noboru taiyou ga
Watashi no basho wo jouka-suru
Aoku kizamu kokuin wo
Nurui nurui kaze ga saratte iku
Watashi no basho wo jouka-suru
Aoku kizamu kokuin wo
Nurui nurui kaze ga saratte iku
Es cuando el sol aparece y se transforma en el centro de mi vida... no, eres tú quien se ubica en el eje en el cual siempre daré vueltas, día tras día, estación tras estación. Estoy creada para tí y al mismo tiempo me olvido de todo lo que me rodea, mis familiares, amigos, los hombres que amé, quedan atrás, no existen. He muerto y renacido, con el simple hecho de tocarte, de verte, de hablarte. Soy por fin, un ser perfecto, en tu compañía, puedo sonreír y entonces, ser libre.
Acompañarte, platicar contigo, ser tu confidente, sin ver atrás nunca más, lo que era, se ha quedado sepultado, olvidado entre los recuerdos de lo que nunca debió pasar, pero que al momento de ser tangible en el universo, me ha torneado para ser quien soy ahora. A tu lado, nada importa más que tu presencia, tu brazo, tus palabras, tu voz... esos hermosos orbes que arrebatan mi voluntad, que me hacen reír y disfrutar del mundo.
- A su lado los cielos se opacan, se evaporan las nubes y no existe nada más que la existencia, una que me envuelve y me llena de felicidad con cada palabra suya... le seguiré a donde me lleve, le acompañaré durante el tiempo que viva y aún más, pues mi alma se vuelve un tatuaje que en su piel quedará... - sonrío con alegría y sus ojos reflejaron esa admiración, como las humanas que ven a un Dios y ante él...
Ante él... se reverencían.
Dejaba atrás todo lo que algún día me había atado a la tierra, qué importaba si moría entre tus brazos, lo prefería mil veces a vivir sin tí, sin saber de ti, sin verte, oírte, ni compartir nada de lo que, me muero, por darte y que me des. Si tengo que cambiar mi esencia para ello, dispuesta estoy, pero temo, aún tengo ese miedo de no saber qué suelo pisar, fue tan rápido el flechazo en mi corazón, ¡Maldito Eros y sus flechas! Y al mismo tiempo, no quiero manchar mis sentimientos, tu figura, tu esencia con una banalidad como el amor. Porque lo que siento por tí tiene que ser mucho más intenso que ésto, que la simple certeza de que se quiere a alguien consigo por y para siempre.
No, es más profundo, es más desolador pensar que no se tendrá... que se irá en cualquier momento que te aburras de mí. Y es cuando pienso una y otra vez que tengo que mantener mi esencia, soy una mujer que se abrirá paso en el universo, pero debo hacerlo con un pie a la vez, sin olvidar quién soy y por lo mismo, por qué te has sentido atraído hacia mí. No soy simplemente una persona más, soy alguien más importante y es cuando todo empieza a encajar.
Sí, soy alguien, soy una persona, una mujer, una esencia que brilla en la oscuridad del universo, como las estrellas en el cielo que te gusta tanto ver y quizá mucho más. Puedo ser la luna que ilumina tu camino, a quien le rezas cada vez que la miras completa, luna llena y mucho más. Puedo ser la musa que inspire tus fantasías y poesías, puedo ser tantas cosas. Así que sonrío y suelto un suspiro, puedo serlo, no...
Ya lo soy...
Así que me lleno de autodeterminación y avanzo a tu lado, sin miedos, sin preocupaciones, dejando atrás todo, incluso mis tribulaciones. Héme aquí, no tienes que transformarme porque sólo yo puedo hacer eso, sólo disfrútame, envuélveme entre tus brazos y ríe conmigo, seamos uno y al mismo tiempo, un ente en dos cabezas, cuerpos, corazones, almas... Porque tu alma vibra en resonancia con la mía. Ambas conectadas desde el fin de los tiempos y buscándose en el transcurso de las eras. Encontradas, una irrompible... separadas, dos ansias de hallarse.
Sé mío, como yo soy tuya... seamos uno, por y para siempre.
Que nada nos separe.
Ni siquiera nosotros mismos.
Kieru kieru nukumori ga
Watashi no basho wo tsurete iku
Batsu mo nuguu sono ude ni
Dakarenagara nemuri ni tsukitai
Marianne Cromwell- Realeza Escocesa
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