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Un vestido para comenzar una amistad.[Marianne Louvier] 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Sáb Oct 22, 2011 11:06 am

Por si ella fuera siempre utilizaría sencillos vestidos con colores pasteles y oscuros, con los que se pudiera mover con agilidad, pero en su otro mundo, en donde su mundo era otro mundo, tenía la necesidad de grandes y elaborados vestidos. Aquel mundo era en donde se trasmitía el amor con grandes fiestas, las alianzas se formaban en medio de unas cartas de naipes y vino, blanco, tinto, bebidas y bebidas, tantas como los sirvientes pudieran cargar.
La responsabilidad y el derecho de ser como uno quisiera solamente lo tenía en mejor postor y que por ley los demás tenían que atacarlo. Aunque parecía que eso no le agradaba, era diferente, adoraba poder ser parte de dos mundos, aunque eso poco a poco la estaba destrozando, no podía pretender ser dos personas distintas con el mismo nombre, poco a poco comenzaba a quebrarse.

Entro a la tienda que le habían recomendado, sus ojos brillaron asombrados por la belleza de aquel lugar, dejo salir una exclamación y su cuerpo se movió con emoción de un lado a otro, de pronto se ruborizo, se estaba comportando tan infantilmente que le daba pena, ¿Qué pensaría la dueña?... por cierto ¿dónde estaba?... ¿Quién la atendería?. Apenas vestía un sencillo vestido azul, con detalles en los bordes, escotes y al final de su largo, mas arriba de los tobillos un poco rasgado por el uso, sus cabellos marrones lo llevaba suelto dejando que se movieran con su andar.

-Bonjour- dijo con seguridad y alegría mientras seguía adentrándose a la tienda-Señorita… ¿alguien?- miro a su alrededor viendo los hermosos vestidos de todos los colores que podía reconocer y otros desconocidos.

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Mensaje por Marianne Cromwell Sáb Oct 22, 2011 12:04 pm

¿Qué es un vestido? Si no una barrera al corazón
una forma natural de descubrir la esencia del alma,
de ocultar los argumentos que se posesionan de la razón
dando forma a la belleza del cuerpo, de tu forma humana.

Club Louvier, distribución:

Ese día había estado movidito, porque no sólo José había querido verla temprano para arreglar algunos detalles de su atuendo que luciría ante los dignatarios franceses. Independientemente de ser el Rey de España, era un gran amigo, así que había tenido que levantarse bien tempranito para ir a atenderle y lo peor había acontecido cuando el traje le había quedado grande.

Entre algunas costureras y ella misma, habían hecho milagros para que el Rey se viera magnífico y soberbio como siempre a Marianne le había gustado verle, que ese Louvier que usara, Estilo De Castilla, pasara a la historia y algunos nobles lo pidieran con los cambios adecuados, claro. Porque no iba a hacerles un atuendo igual al de su amigo jamás. En eso sí era muy escrupulosa. Con los demás sí permitía que tomaran el mismo atuendo sin hacerle variaciones, pero cuando José decía: estas prendas son exclusivas para mí, definitivamente lo entregaba con sus debidas modificaciones.

Luego, ya casi a las 12 del día, de regreso y sin desayunar nada, el carruaje en que venía había tenido un problema con la rueda, Mon Dieu y para terminar de destrozar todo, en un lugar donde ni siquiera podían al menos desayunar, comer algo. Así que sin poder subirse a la carreta para que la pudieran arreglar, sin poder dormir y sin comer, empezó a darle una migraña horrible y su normalmente hermoso humor empezó a enturbiarse. Por lo que decidió tomar su cuadernillo y continuar con los bocetos que le había encargado su amiga Katra y de paso con otros nuevos.

Dos horas después, iba de camino por fin al Club Louvier y entró con paso firme y al menos algo de alivio dando órdenes a varios de sus trabajadores y de paso, pidiendo algo de comer, fue cuando vio a la señorita que esperaba y casi fulminó a la recepcionista con una mirada, pero qué le pasaba, para qué estaba ahí si los clientes iban a preguntar quién podía atenderlos.

Negó y se acercó con una sonrisa dulce, desprendiéndose de sus guantes de color uva, del mismo tono que su vestido, con adornos en rosa y blanco como los listones que adornaban la larga trenza que había utilizado para peinar sus cabellos, con una sonrisa brillante a pesar del cansancio de sus ojos. El atuendo era muy moderno y único como su dueña.

- Bonjour - le saludó extendiéndole la mano - soy la Duquesa Marianne Louvier - se presentó - y en vista de que nadie se ha atrevido a ayudarle, yo misma le atenderé, - sonrió - aunque me gustaría saber si ha comido algo, porque la verdad, yo ni siquiera he desayunado, podríamos ver los bocetos en el comedor en un desayuno informal, mientras comentamos sus gustos y lo que espera obtener al venir aquí - prometió - ¿Le parece bien, señorita?
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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Mar Oct 25, 2011 8:07 pm

Miraba atenta los largos cortes y hermosos bordados que aparecían en algunos vestidos, aquellas telas, los colores, el extraño aroma la envolvían hasta el punto de creerse en un suave y acogedor sueño. Giro su cuerpo ante aquella hermosa y fuerte mujer; aunque en sus ojos se veían cansancio, se mostraba con una energía enérgicamente contagiosa, Con amabilidad se inclino ante aquella dulce mujer, quien vestia un hermoso color morado con hermoso detalles en blanco y rosa.

-Mucho gusto, Duquesa- se inclino no olvidando sus modales infundados por sus padres y maestros. Titubeo un poco ante aquella oferta pero al final acepto mostrando una dulce sonrisa en sus labios mientras seguía con una curiosidad inevitable.

Aquello era tan nuevo para ella, pero junto a esa mujer se sentía cómoda, sabía que esta podría hacer muy bien su trabajo, así que no dudo en un segundo es sus habilidades, es más, se sentía alagada, se imaginaba llegando a su casa con un hermoso vestido que reflejara su personalidad, con agrado imaginaba a su madre con sus negros ojos agrandados de felicidad al verla vestida de forma tan fina e impecable, no con aquellos vestidos que siempre utilizaba, su madre siempre decía “carecen de alegría, tú no eres así mi pequeña flor, tu eres luz… cariño y amor, no refleja nada de eso” casi siempre se burlaba de su madre dejándola con una tristeza en sus ojos.

¡Pero ellos tenían la culpa! ¿Acaso deseaban que fuera como sus hermanas? Es decir, desde pequeña siempre había estado rodeada de cintas, lazos, telas, con tonos pasteles, alegres, siempre había sido fácil vestirse, pues habían regalos por todas partes, vestidos franceses, italianos rondando por la casa y si por algún momento faltaba o necesitaba uno, su madre, siempre consentidora corría para comprarle una al gusto impecable de ella, Aitziber no se oponía a lo que le ofreciese, aunque odiaba aquella sensación de sentirse como una pequeña muñeca de porcelana siendo vestida… eso era lo que se sentía una gran muñeca de porcelana. Debía echarle la culpa a su apariencia tan infantil y juvenil que siempre había tenido.

Sacudido su cabeza levemente, dejando volar sus pensamientos por un instante, se sentía como una niña consentida molesta, pues su madre había dicho “cómprate un vestido por tu misma, pequeña” aunque lo había dicho con su dulce voz, que la envolvía por completo, no puedo evitar protestar aun cuando los tiernos brazos de su madre la acunaban en su cuerpo, dejando descansar su rostro en sus cálidos y redondos pechos.

Nuevamente perdida en sus pensamientos, por segunda vez sacudió su cabeza, bajando la mirada esperando llegar a la estancia donde la duquesa Marianne tomaría un descanso.

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Mensaje por Marianne Cromwell Dom Nov 06, 2011 11:38 am

Un cuento de hadas se compone de cuatro elementos,
una heroína, una mala, un príncipe y un hermoso vestido
la primera ya está, nos faltan la mala y el príncipe, y para el tercero
qué mejor lugar que éste, aunque hay que ver qué quieres.


La mujer ante ella parecía metida en un cuento de hadas, miraba para todos lados sin poder creer que algo así existiera. Los vestidos eran vistos con tal hambre, que Marianne se preguntaba exactamente cómo haría para satisfacer sus deseos y que se fuera con un atuendo digno de sí.

Una de sus asistentes le indicó que todo estaría pronto listo y les llevó por los pasillos bien iluminados, en cuyas paredes había cuadros muy bellos, artísticos, pero sobre todo, llenos de vitalidad, de colores impresionantes y que incitaban a sonreír, a imaginar, a elevar la mente a algo mucho más agradable que sólo el mundo que afuera se encontraba.

Marianne caminaba sintiendo que todo el stress se quedaba afuera de Club Louvier y lentamente su carácter volvía a ser el afable, el alegre, la total rendición de los sentidos al olor de las telas, al de su Club y de gente que buscaba satisfacer el menor de sus caprichos cambiando de imagen. Justamente eso iba a hacer con esta nueva clienta, le daría sus diseños más acordes a su personalidad y haría de ella alguien completamente diferente a la vista.

Porque las ropas que ahora mismo traía, parecían muy conservadoras y no mostraban ese carácter soñador que la señorita tenía, porque se le notaba al ver los cuadros, las esculturas... cuando atravesaban cada puerta abierta donde salían las personas con prendas en las manos o bien, había en sus interiores maniquíes y vestidos colgados.

Al llegar al comedor, Marianne sabía ya más o menos qué ofrecerle, al haber observado tras cuáles diseños y colores se le iban los ojos a la señorita, era una forma muy fácil de obtener datos, dejarla sola entre muchísimos vestidos y ver en cuáles dedicaba más tiempob observándolos. Tomó asiento en la mesa para seis personas, ella en la cabecera, la señorita a su izquierda, les servirían por tiempos, dándoles oportunidad también a ver los diseños.

Era una mesa con un mantel en color beige, tejido a mano de una forma maravillosa, con sillas cubiertas por cómodos cojines que combinaban con el mantel de forma excepcional.

- Gracias por acompañarme -
le sonrió - será un almuerzo muy informal, podremos saltarnos las normas de etiqueta y ver sobre la mesa los diseños que usted quiera, incluso platicar de lo que le gusta, porque así me da oportunidad de saber qué ofrecerle y sobre todo, qué tipo de ropas se adaptan más a sus necesidades - sonrió y una de sus asistentas les puso como primer tiempo un delicioso plato de frutas con algo de yoghurt y un vaso de zumo de naranja - pues empecemos - le sonrió.


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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Dom Nov 06, 2011 7:46 pm

Se sentó de forma tímida a la izquierda de la hermosa joven, quien resplandecía de una forma muy genial, detallo el mantel, parecía que aquello llevo mucho trabajo pero había dejado un resultado hermoso, lo toco sintiendo su textura hasta que la joven hablo, asintió con una sonrisa en sus labios, la verdad es que odiaba ser tan formal, aquel momento no se incomodaría, mejor dicho ya se sentía libre.

-mmm…-se detuvo a pensar un poco-No soy nada dulce-dijo advirtiendo con una suave risa-Me gusta más lo cítrico, así que los colores rosados o pasteles no me caen muy bien, me gustan más los verdes, naranjas y morados- le encantaba esa paleta, pero que no fueran tan llamativos era importante, odiaba los colores chillones y también muy dulces.

Se quedo observando a la joven con cierta curiosidad, se preguntaba que sería lo que ella estaba buscando exactamente, suspiro largamente, mientras movía su mente en busca de sus gustos ¿Qué le gustaba? ¿Qué la identificaba?...

-Los Gatos- exclamo suavemente y sin mucha cosa. Sonrió animada-Adoro los gatos, su forma de moverse de forma tan ágil y elegante; me encantaría algo así elegante, pero que pueda moverme como un felino con facilidad pero sin dejar la gracia y elegancia- sonrió ya con su idea propuesta.

Se preguntaba si acaso estaba pidiendo algo muy complicado, pues le gustaba la libertad, odiaba sentirse apretada y temía que en un vestido se sintiera ahogada y sufriera una especie de claustrofobia en mitad de la fiesta.

Se imagino eso por un momento y rio bajito, posando su mano en su boca, seria gracioso si algo pasaba pero sentía una gran confianza en aquella mujer.
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Mensaje por Marianne Cromwell Dom Nov 13, 2011 1:00 am

Define tu personalidad, el tipo de textura y de caída;
tu figura establecerá el diseño que mejor te quede
desde un corte determinado, un adorno ad hoc
hasta el escote y el largo que debiera tener.


- Bien - dijo colocando sobre una libreta esas anotaciones, la paleta de colores que debiera combinar, así como el tipo de estilo que iba a necesitar - pero me falta otro color, que sea el comodín para estos tres colores... ¿Blanco, negro, gris, amarillo? - dejó a un lado la pluma y dio un bocado a la fruta y mientras masticaba, continuó con sus anotaciones, en silencio en tanto el bocado no se terminaba.

Tomó un cuaderno con hojas en blanco y un carboncillo, trazando varios diseños, dependiendo de la figura y las especificaciones de la joven, con diversos escotes, cortes y largos, caídas de faldas de varias formas y diseños, aunado a los arreglos de la propia autoría de Marianne, para ver dónde los colocaban y se lo ofreció a la joven.

- Es mi idea sobre lo que usted necesita y pide - dijo - ahora combínelo y vea cuál le gusta más, hacemos las elecciones y le digo qué le va mejor y qué arreglos le podemos hacer, cuáles se adaptan a su figura y con ello, hacemos la colección - dio otro bocado y dejó el cuaderno ante ella.

Marianne tenía una forma de dibujar divina, se inspiraba bien rápido y sus diseños eran soberbios, algunos no satisfacían las necesidades de las clientas, pero por eso pedía sus opiniones, para continuar y dar los toques a los vestidos. Tenía tanta experiencia, que con una ojeada, podía hacer algo hermoso y soberbio.

Seguía comiendo mientras la jovencita tenía ante sí tantas combinaciones como telas que elegir, porque Marianne pidió que se le permitieran ver los diseños de las faldas, de los escotes y algunos cortes que había sugerido, incluso le invitó a probárselos en una habitacion con una salita, unos percheros y un enorme espejo para que pudiera vérselo y saliera para que Marianne le diera su opinión.

Así de rápido, la joven se encontró con que ya tenían tres diseños elegidos y faltaban los arreglos, mientras que Marianne había terminado de comer y tras excusarse unos minutos, regresaba con un aliento fresco, a menta con hierbabuena y sonreía mientras revisaba los vestidos y daba algunos toques o cambios, que acentuaban la figura de la joven.

Sin embargo, cada cambio, cada aspecto que se le modiicaba era consultado a la joven, para que se hiciera lo que ella deseaba. Marianne no imponía, no estaba acostumbrada a ello, simplemente opinaba, daba opciones y la mujer elegía. Si el efecto final a la española no le gustaba, lo decía en qué partes podrían cambiarse, pero si a pesar de eso la clienta manifestaba su conformidad con el diseño que se llevaba, entonces Marianne simplemente daba la orden de que se tomaran bien las medidas y se confeccionaran los vestidos, entregando las notas.

- Bien - sonrió a la joven cuando terminaron - ¿Qué le parece la colección que se llevará? - sonríe - es fresca, es juvenil, está a la moda y sobre todo, es elegante. Muchos de los diseños que le he propuesto engalanan las cortes del Sacro Imperio Romano, los Países Bajos, Francia y España; por lo que es actual, es elegante y dará mucho de qué hablar al paso del tiempo, ya verá.

Estaba convencida de sus palabras, porque en muchos lugares ahora mismo los diseños Louvier eran solicitados. Damas y caballeros de la alta sociedad la buscaban para que les hiciera su ropa, a veces colecciones completas para toda la temporada o incluso, para todo el año. Esperaba que la joven estuviera contenta con el resultado, porque Marianne sí lo estaba, la hacía lucir fresca, natural, pero sobre todo, femenina, hermosa y muy elegante.

El que ella se fuera de ahí satisfecha, significaba que otro cliente llegaría recomendado por ella, por lo que Marianne sonrió y dio ánimos a su gente para terminar lo más pronto posible con la colección y ella misma se encargó de la joven preguntándole si tenía dudas o le podía ayudar con algo más, indicándole que en 15 días tendría toda la colección en su casa.


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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Lun Nov 21, 2011 4:44 pm

Aquella mujer parecía que sabía lo que hacía, detallaba los movimientos en sus trazos, tenía mucha confianza en lo que creaba y lo que creaba era hermoso y único, eso le encanto a Ait, es decir, Marianne le daba aquel toque único que solamente ella podría hacer, aquellos diseños solamente podría hacerlo ella, solamente ella… debía admitir la Duquesa tenía una personalidad muy fuerte que la hacía sentir pequeñita y tímida, claro ella no era asi, aunque siempre se mostraba callada, tenia siempre una personalidad cambiante, y fuerte como los colores que había elegido.


-mmm…- medito mirando los bocetos- creo que un Amarillo me vendría bien- miro uno y otro boceto, detallando hasta el mas mínimo corte que llegaba a su espalda o terminaba en la cintura.


Eligio los que más le gustaba, los escotes siempre la hacían morir y ahogarse al instante, pero confiaba en Marianne, le pidió algo cómodo y ella lo proporcionaba, asintió alegre mientras veía como era llenaba por pruebas de faldas, se sentía envuelta en seda y satén, comenzaba a gustarle lo que Marianne moldeaba para ella.


Había elegido un corsé que dejaba ver una hermosa silueta de su tronco, pero su tela suave y con gran flexibilidad la dejaba inflar su pecho con gran cantidad de aire, se mostraba muy alegre y giraba entre las grandes faltas hasta que estas simplemente tenían que seguir el ritmo de sus movimientos, eso le agradaba.


No le pareció raro cuando ya tenía apenas tres diseños que le habían robado su atención, eran precisamente lo que pedía, en toda textura y forma decía ”innovador” “Juvenil” “Especial”. Se había sentado mientras esperaba a la duquesa con una dulce sonrisa en sus labios, las modificaciones les pareció innecesarias, no quería que perdieran su esencia, así eran hermosas, así era los diseños de Marianne.


Sintió gran ternura por su diseñadora, aquella mujer emitía amor y radiaba ante todo, ella nunca había estado en una compras de vestidos, por eso se sentía una gran novata en eso, así que cuando Marianne le preguntaba algo asentía, detallaba, pero sentía que la mujer había captado todo lo que ella quería y la energía en el diseño le encantaba. Era una bruja, para todo ella utilizaba la energía, si había una energía “lenta” o algo que sintiera que opacaba al diseño se lo hubiera dicho, es decir, no le hubiera podido decir exactamente que era, porque la verdad no sabía expresarse muy bien, tal vez hubiera salido algo como “hay algo que no está en armonía” pobre Marianne, tenía a una niña al frente de ella, pero por suerte, los diseños eran una energía pura y rápida, limpia y fugaz, como lo que resplandecía en todo el lugar.


-Todo está bien- dijo al notar aquella pregunta. Había estado un poco perdida en el momento y le costó volver a tomar la conversación-es decir, ¿Cómo no podría? Señorita lo que hace es arte- rio suavemente mientras entrecerraba sus ojos-No me interesa, nada de eso, lo que deseo en sentir el bienestar entre las telas, aun así, me da algo de confianza saber que se hablara de mí y yo con orgullo diré de donde saque aquel hermoso vestido- no era un simple halago que podría lanzar de forma hipócrita era lo que en este momento sentía, ella se guiaba por sus sentimientos, y en ese momentos ellos andaban felices, galopando en su corazón por ver que la esencia de Aitziber había sido plasmada, su madre iba a estar orgullosa al verla, apostaba que le podrían salir lagrimas, su padre ¡oh! Aquel viejito…. Ya se imaginaba con ella apachurradle y siendo tan consentido con ella. Se alegraba, su familia sería feliz, aquel pequeño detalle había hecho feliz a más de una persona y Ait lo había disfrutado.


-Sabe?- dijo sonriendo dulcemente-Nunca nadie había podido hacerme un vestido, es decir, si claro ha habido muchos para mí pero no había visto “aquel” vestido que mostrara todo de mi sin yo contarlo, usted tiene mucho talento, delata a las personas por medio de las telas- nuevamente la risa de la joven invadió el lugar, fue suave como madera, y baja, apenas una risilla.
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Mensaje por Marianne Cromwell Dom Nov 27, 2011 8:45 am

Te debes sentir libre con él,
debe expresar tu esencia,
no importa lo que llegue a costar
recuerda para qué lo querrás.

Las pruebas fueron de lo más rápido, una vez captada la esencia de su clienta, Marianne supo con rapidez qué tipo de prendas, cortes y caídas le quedarian mejor. Los escotes eran el talón de Aquiles de la señorita, pero una vez con el primero adaptado, los demás fueron rápidos de elegir y de mostrar. Nunca había tenido a una mujer con tal vivacidad, una energía que podia sentirse en todo su estudio.

Por lo que entrecerró los ojos, pensando como siempre, a toda potencia, si no sería una sobrenatural... Vampira seguramente no, porque era de día y la señorita no se quemaba... ¿Mujer Lobo? Hizo una mueca, pero mejor descartó el pensamiento, aunque siempre le sucedía eso. Desde su llegada a París su mundo se había revolucionado y a qué grados. Siempre se interesaba en vampiros (Acherón, Urian, Asagi) y pocas veces en humanos, incluso un hombre lobo por ahí. Sonrió y se dedicó a uno de los adornos, a estirarlo y colocarlo sobre el vesitido, para negar.

- Bueno - le miró y sonrió enormemente cuando vió que su clienta estaba más que satisfecha por lo que se llevaba y prometía decir a los cuatro vientos quién le había diseñado sus prendas - me da mucho gusto que le hayan agradado nuestros diseños y más que nos recomiende - sonrió y se acercó a ella - ahora... déjeme darle mi visión sobre su persona, como usted dice ¿Le parece? Si le gusta, podrá aunar el vestido a la colección y si no... bueno... - sonrió llamando a una de sus asistentas para que le trajera un antifaz - no se preocupe, pero no sería divertido si usted viera todos los preparativos, así que quédese lo más quieta que pueda, porque la vamos a tomar de maniquí - rió divertida - prometo que no la picaremos con las agujas.

Y el antifaz le fue puesto, mientras Marianne hablaba en español, Aitziber pudo sentir cómo iba siendo vestida con rapidez, pero también, tomándose su tiempo en ocasiones, hablando en ese raro idioma que ella desconocía. En algunos momentos, le desprendían de las faldas y las cambiaban o bien, le ponían chaquetillas, pero aunque sintió que cosían, jamás la pincharon, unos dedos muy tibios y agradables cuidaban de toda su piel y por el olor a cítricos y canela, fresco, chispeante, con un toque a femenino jazmín, era la mismísima Marianne quien estaba atendiéndola. Su esencia era muy dulce, agradable, pero también llena de energía que podía revolotear con intensidad y al mismo tiempo, serenarse y mantenerse unos instantes en un lugar. Era una mujer fuerte, con una salud mental envidiable, buscando siempre el optimismo y riendo en muchas ocasiones, con esa risa cantarina y maravillosa.

¿Cuántos años tenía? Muchos menos que Aitziber, quizá unos 18-19, pero de 20 no pasaba y ya tenía hechas tantas cosas con su vida, disfrutaba tanto elaborar vestidos como la bruja podía sentir mientras iban y venían las mujeres a su alrededor y ella seguía cosiendo. En alguna ocasión le ofrecieron té y alguien con olor a gladiolos se lo dio en la misma boca, riendo porque no podían quitarle el antifaz... Tras un largo rato, donde por fin sintió que su cuerpo estaba completamente cubierto, se escuchó decir a Marianne en francés.

- Hemos terminado - oyó pasos que se acercaban a ella y por el olor, era la joven - veamos si le gusta - le quitó el antifaz - abra los ojos y véase al espejo - sonrío con esperanza y alegría. Había varias personas alrededor de ella, en total 4 con Marianne y la miraban ansiosas por saber su veredicto, aunque también, le sonreían con alegría y una satisfacción de saber que han cumplido con su trabajo.

El espejo de cuerpo completo estaba ante ella y cuando Aitziber se vio, pudo sentirlo, su energía fluía de un lado a otro, en su propio cuerpo, en la falda de color verdáceo limón, el jubón del mismo tono, con un escote que era más atrevido de los que estaba acostumbrada, pero muy decente; el jubón, del frente era de un tono paja y tenía unas aplicaciones en forma de listones que ella había desechado en un diseño anterior, en el mismo tono verde limón. El vestido se veía muy intenso en ella, porque parecía que la misma bruja le daba vida... tenía algunos bolsillos internos para guardar cualquier cosa y un bolsito color paja con adornos en el mismo verde. Podía moverse con soltura y la prenda parecía ir a donde ella indicaba con un paso, con un movimiento, no se oponía a la energía, era como su segunda piel y eso que era elegante, maravilloso... quizá a eso se referían con elegir un vestido acorde a tus necesidades y personalidad.

Marianne sonreía y esperaba paciente, viendo a su última clienta maravillarse porque seguramente jamás se había visto así en su existencia. El diseño había sido una inspiración para Marianne, sobre todo el cortar las telas de forma tal que le diera movimientos fluidos y constantes, que no se opusiera a la mujer, que le diera vida y no opacara su belleza, su alegría, esos ímpetus tan hermosos como los de un gato. Eso había hecho, pensado en que ella era una gatita y como tal, tenía que verse preciosa, pero con sus debidos arreglos para moverse cuan elegante era.

- ¿Y bien? - sonrió - ¿Le gusta el Louvier, Modelo Aitziber? - se colocó las manos ante ella, cruzadas sobre la falda con alegría, mirando cómo la joven parecía aún asombrada - esa es mi idea sobre el vestido que debe llevar... olvídese de los complejos por el escote y los adornos, simplemente recuerde que eson eso: partes del vestido, concéntrese en la esencia del mismo, en la forma en que debe sentirlo... Eso es lo importante.


Off Rol: supuse que tu pj no hablaba español porque es francesa, pero si lo habla, avísame por favor, para cambiarle el idioma.
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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Vie Dic 09, 2011 5:06 pm

La Libertad, pájaro con alas, las personas la buscan pero nunca la encuentran, y yo les digo busca tan alto como tus ojos puedan, porque si la encuentras tu vida será serena.

Se había quedado algo extrañada, cuando la Española se le acerco con aquella propuesta algo tímida asintió sintiendo como su visión era oscurecida por el antifaz, dejo salir una sonrisa, eso le emocionaba, dejo llevarse hasta sentirse libre de su cuerpo, era curiosa y estaba revolcándose de la curiosidad, sabía que podría salir de su cuerpo y ver lo que hacían.


Sintió como la tela cubría su cuerpo desnudo, como era moldeada en su cuerpo, oyó la voz de Marianne hablando español, no entendía muy bien lo que decía pero las otras chicas si así que se limito a quedarse inmóvil y moverse cuando ella lo necesitaban, los alfileres aparecieron en la tela rozando la piel de Aitziber sin lastimarla solo debajo sentir aquel frio metal pero nada más. Ya se había acostumbrado a quedarse quieta, para no aburrirse se había imaginado en una hermosa pradera con el pasto alto y marchito, el sol estaba en lo alto y una cálida y a la vez refrescante brisa azotaba su rostro, se sentía tranquila, aquello era porque eso era lo que representaba Marianne y los sentimientos que le provocaba a Ait, Tranquilidad simplemente eso.


Tuvo que obligarse a abrir los ojos cuando Marianne le llamo, sonrió mientras veía la cara de satisfacción de todas las que trabajaron por lo que la pequeña tenía, no pudo sonrojarse, no estaba acostumbrada a ser el centro de atención, pero bajo la mirada mientras se veía de arriba abajo el hermoso vestido.


-Marianne!!- exclamo abalanzándose a la chica abrazándola como una pequeña niña-Gracias- dijo uniendo sus mejillas mientras la apachurraba.


¿Qué podía decir? ¡Era simplemente perfecto! Mostraba un hermoso escote que la había enamorado, se mostraba coqueta y no le molestaba para nada, el color era más que perfecto, eran excelentes paletas, el color paja de los bolsillos le recordó al pasto de su visión, sonrió, tal vez inconscientemente había adivinado las paletas. La libertad que sentía era algo que agradecía en el alma, giro varias veces mientras reía, ¡parecía una quinceañera! Claro esa era su personalidad, cuando se mostraba alegre parecía una pequeña Minina alegre y joven.


-Oh! querida- se acerco otra vez a la española cuando dejo de girar-eres tan especial, oficialmente tendrás mi protección – aquel diamante tan hermoso merecía ser protegido, aunque no fuera algo que siempre hiciera el aura y la forma de trabajar de Marianne decían que merecía tener la protección de Aitziber.-Si necesitas ayuda estaré aquí – se toco la nariz con su dedo índice mientras sonreía tiernamente

Qué hermosa eres, libertad. No hay nada
que te contraste. ¿Qué? Dadme tormento.
Más brilla y en más puro firmamento
libertad en tormento acrisolada.
¿Que no grite? ¿Mordaza hay preparada?
Venid: amordazad mi pensamiento.
Grito no es vibración de ondas al viento:
grito es conciencia de hombre sublevada.

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Mensaje por Marianne Cromwell Sáb Ene 28, 2012 7:27 pm

Si lo sientes que se mueve contigo, hemos acertado
si también te parece que maravilloso ha sido, razón me habrás dado;
aunque todos digan que sólo es un vestido, ahora no estarás de su lado
habriendo probado lo que el destino, ha puesto en tus manos.

Rió con ella, al ver la emoción que la embargaba y no sólo eso, si no que las mujeres que la ayudaban celebraron trayendo té y panecitos, dejándolas a ambas sentadas cómodamente entre almohadones y sillones mulliditos, para recoger todo, teniendo el resto del día libre, como Marianne ordenaba.

Bebiendo té pues, es que la española pudo relajarse, subiendo los pies a un pequeño cojincito alto que trajeron en par, uno para cada dama. Sonreía feliz, triunfante mientras que la colección era llevada y las dejaban solas en ese estudio en el que hacía maravillas. La joven Louvier estaba exultante, no sólo era otra clienta, si no una que parecía agradecer de forma diferente. Ahora casi, casi no tenía dudas de que tenía a una sobrenatural, el problema era la raza.

Quizá una cambiaformas felina, como lo era Tamina, aunque dudaba que fuera así realmente. Porque no tenía las facciones, aunque había gente que lo disimulaba muy bien. Hizo una muequita y disfrutó de ver los modales de su compañera de té, eran refinados, elegantes, pero sin ese toque tan... salvaje que a veces Tamina tenía.

- Espero le guste el té, es una mezcla que me regalaron unos amigos que vinieron del Oriente, aunque también, son clientes pues tienen unos gustos muy extraños con los trajes, un tanto japoneses me han dicho - rió al pensar en Asagi y Louis - Mas sin embargo, las plantas con que está hecho aún me suenan desconocidas, yo sólo sé que tiene buen sabor - se rió divertida, deleitándose en el olor sobre todo, cómo le gustaba eso. Cerró los ojos dejando que su olfato se inundara de ese aroma tan peculiar y delicioso que con el paso del tiempo relajaba su mente y su cuerpo de una forma inexplicable, pero maravillosa.

Eso era la gloria, un té tras terminar, un panecito para deleitarse y una compañía que era muy agradable de sentir, de percibir y al mismo tiempo con quien platicar. Marianne abrió los ojos y le sonrió esperando que ella hiciera un comentario o bien, se dedicara simplemente a dejarse llevar por el ambiente, al cual se unió la música de piano de una de las jóvenes que la española contrataba para amenizar la tarde, cuando ya todas caían agotadas de tanto trabajar, pero con una sonrisa enorme al saber que habían cumplido los deseos y anhelos de sus clientes.

- Y si no es indiscresión - dijo suavemente mirándola - ¿Qué piensa de mi casa de modas y de las que trabajamos aquí? En ocasiones llega gente que nos sonríe, pero le parece que no deberíamos laborar, que un hombre es el que debe mantenernos y sinceramente yo lo hago porque me gusta ver los vestidos, diseñarlos, confeccionarlos... ¿Qué piensa usted de eso? Sin ánimos de ofenderla, pero le aseguro que sólo es por curiosidad.

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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Mar Ene 31, 2012 9:03 pm

Fueron jóvenes los viejos
pero la vida se ha ido
desgranando en el espejo

y serán viejos los jóvenes
pero no lo divulguemos
que hasta las paredes oyen.

Ya habían terminado todo, ahora se sentía mejor cuando todo estaba ya preparado, las dos parecían congeniar, muy pronto se vieron sentadas tomando un poco de té y bocadillos, casi nunca Aitziber tomaba te, algo raro pues en su tienda siempre preparaba bebedizos para sus clientes y sus males, era una bruja, tenía sus “Trucos” para cada cosa, era como decir la frase “Un as sobre la manga” ella tenía muchos y todos para diferentes ocasiones, parecían infinitos porque nunca se le agotaban.

El origen del te le pareció interesante, no se imaginaba que hablaba de un amigo en común, bueno la verdad es que con Louis siempre andaban en otro mundo diferente a este, con diferentes temas que comenzaba a desentrañar de manera intensa y apasionada, eran dos amigos que se buscaban cuando la soledad amenazaba, así que no se metían mucho en la vida del otro, pero por solamente ser un felino, sus movimientos agraciados la volvían una niña minada que deseaba atenciones de él.

Tomo un panecillo comiéndolo con gusto mientras una suave risa aparecía en sus cuerdas vocales, suave como madera, fresca como primavera-Simplemente estupendo- dijo ante su pregunta, dejo que su garganta se deleitase con el te oriental dejando en su rostro una chispa de intriga y curiosidad. Podría saber cuáles eran, tenía muchos trucos para eso, pero en esos momentos pensó en uno que podría funcionar discretamente, no necesitaba de muchos implementos ni ensayos.

Dejo la taza de té en la mesita mientras dejaba que el humo escapara en un hilo hacia arriba, miro a Marianne con cierta picardía, le iba a dar la respuesta que ella quería y no solo a una, si no a dos incógnitas que ella quería saber. Su fina mano se poso a unos centímetros arriba de donde salía el humo, una especie de energía en su palma acaparaba el vapor del té en su palma de la mano, no se desvanecía ni buscaba rodear la mano se concentraba en ella, pronto tuvo suficiente, de tal manera que con su dedo podía dibujar como cuando se hacia en un vidrio empañado, realizo un circulo en el aire haciendo que el vapor la siguiera para luego desaparecer, cuando cerró el circulo, realizo varios trazos imaginarios dentro de ese círculo hasta terminar con un sello en su mente.

-Ohh interesante- murmuro mientras en su mente llegaban imágenes de la localización de la planta. Se utilizaban dos especias para aquel te, una de ellas era la flor de Loto, sus pétalos era dejado marchitar hasta el punto de desasearse, tenía un poco de canela, casi indetectable pero que le daba una gran armonía, la otra especia no podía decir muy bien de donde era o que era, pues su localización era extraña e inexacta. Levanto la mirada hacia su compañera que se había quedado mirándola, dejo su mano en su regazo para limpiar la humedad que el vapor había dejado-¿Aun quieres saber que tiene?- pregunto sonriendo –Pétalos de flor de Loto y algo de canela… tiene algo mas pero no sé exactamente que es- cuando llegara a su tienda probablemente las especias le dirían la respuesta.

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Mensaje por Marianne Cromwell Dom Feb 26, 2012 11:19 am

Un vestido es tu esencia, dice tanto de ti como un libro abierto.

Ver su rostro mientras bebía el té era fabuloso, le pasaba con los clientes con los que se tomaba el tiempo para deleitarse entre chocolates, panecillos e infusiones de olorosas formas que embobaban a los sentidos entre tantas maravillas que el hombre creaba para comer. Ese era uno de los grandes placeres de ser parte de la sociedad: el comer tantas cosas ricas preparadas por manos amorosas o expertas. Cada una dándole un sazón diferente, como los vestidos. Cada diseño es propio, mágico, irreal.

Aunque lo que a continuación su clienta hizo, la dejó embobada, miraba cómo se concentraba el vapor en su mano y su rostro formó una sonrisa enorme, así que sus sospechas eran ciertas ¡Era una bruja! Observó con deleite y suma atención lo que Aitziber hacía pues era sorprendente. Bebió un poco de té sonriendo, manteniendo la taza entre sus manos al tiempo que miraba con otros ojos a su compañera. Una bruja, le encantaba eso.

Cuando terminó de analizar el té y le dijo sus componentes, Marianne rió divertida aplaudiéndole con entusiasmo, agradecida sobre todo porque le permitió saber quién era, conocerla al completo, ahora entendía por qué el diseño de su vestido era tan complicado y lleno de cadencia, movimiento, energía. Ella misma, esa joven era un simil de todo eso.

- Me encanta saberlo, pero creo que tiene un toque de gordolovo, estoy casi segura - se acarició la barbilla mirándola con deleite - gracias por permitirme conocerla en su totalidad, aunque algo sospechaba, es un placer saber que no estaba del todo equivocada, permítame ya vengo - se puso en pie caminando hacia un escritorio sacando unas llaves de su bolsillo derecho para abrir un cajón, de ahí sacó algo y tras cerrar de nuevo regresó a con ella - seguro usted sabe qué es ésto - le mostró una fina caja de porcelana con incrustaciones en obsidiana muy común en la Nueva España, pero que en Europa era tan extraña, de ella sacó una página de un antiguo libro de magia - lo encontré en una librería en la Nueva España y lo guardaba para alguien que me diera la confianza de que pudiera cuidarlo - le miró a los ojos, porque ella era la persona adecuada para eso, podía sentirlo.

Cierto que para ella no era algo de sumo valor, pero para los brujos sí. Su nana lo había visto y los ojos se le habían ido en él. No podía saber que era un hechizo protector, cuyas runas plasmadas en una superficie: tela, piedra, etc., creaban entre el brujo y el portador de dicho símbolo una conexión con el cual el primero podía seguir al segundo hasta el fin del mundo. Un hechizo para guiarlos hacia una persona desaparecida.

¿Por qué lo tenía Marianne? ¿Por qué había llegado a sus manos? Eran preguntas sin respuesta, pero alguien en su infinita sabiduría creyó adecuado que ella lo tuviera. Ahora la joven se lo ofrecía a Aitziber. ¿Forjaría eso una amistad? Ojalá y sí.
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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Dom Mar 04, 2012 8:49 am

Era extraño que se revelara asi de repente con las personas, pero esta le daba buena espina, así que no se preocupaba mucho de las cosas que podrían surgir, sabía que iban a ser buenas de alguna forma u otra, Aitziber sonrió con ternura asintiendo para que pudiera irse, mientras ella se alejaba la joven bruja aprovechaba a probar un poco de su te, que se deslizaba por su garganta de una forma esplendida. Alzo la mirada al oírla venir, sus ojos se posaron en el libro que tenía en sus manos, sus ojos brillaron rápidamente, estiro sus manos para sujetarlo, como adoraba libros nuevos para poder leer, le miro sorprendida

-¿Es..Estas hablando en serio?- pregunto sin procesar la información, ósea era fantástico pero no podría aceptarlo así como si nada, le miro frunciendo un poco el ceño-lo aceptare si hacemos un trueque- indico tocando la portada del libro con cuidado.

Por unos quedo mirando el libro con detenimiento buscando una energía mágica especifica, pero se dio cuenta que habían pasado por muchas manos antiguas, es decir las energías eran tan diferentes ¡oh aquel libro debió estar en tantos lugares distintos! Con personas de diferentes religiones, suspiro, estaba más que excitada con aquel momento, no podía esperar a llegar a casa para comenzar a desentrañar sus secretos

-¿has leído la primera pagina?- comento abriéndolo para encontrarse con un hechizo de protección; los brujos casi siempre protegían a personas, algunos lo agarraban como un trabajo otras porque sabían que aquellas personas eran importantes para poder forjar una vida estable. Se quedo leyendo por unos segundos más hasta levantar su mirada –Es un fácil truco que utilizamos para proteger a las personas que creemos importantes- realizo una mueca leyendo un poco mas-En este caso es para poder forjar un lazo mágico entre el protegido y su protector, casi como el hilo rojo de una pareja-

Dejo el libro a un lado, el hilo rojo de una pareja era una forma de decir que cuando estaban destinados a estar juntos, un hilo del color rojo las unía, los brujos eran los únicos que lo podían percibir, claro, algunos lo percibían de una manera diferente, algunos hasta no lo podían ver-Me gustaría poder intentarlo- admitió sonriendo –le gustaría tener un lazo conmigo? Podría protegerla si sucede algo malo-

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Mensaje por Marianne Cromwell Dom Mar 04, 2012 3:47 pm

Un pedazo de tela se convierte en una sonrisa
ésta sin duda alguna, en una felicidad continua
y al paso del tiempo, puede darse un futuro
desapareciendo todos los tonos oscuros.

¿Tanto poder tiene una prenda?
Sí, sólo hay que saber utilizarla con sabiduría
y algo de coquetería.

Las circunstancias no podrían ser más interesantes que las que en ese momento estaban aconteciendo. Su clienta no sólo se llevaría una colección completa de vestidos, la recomendaría y estaba feliz por su trabajo, si no que también era una bruja y la que le generaba la suficiente confianza para entregarle ese libro que conservó para sí durante tanto tiempo. Podía recordar cómo lo obtuvo ese día en el Panteón de Belén mientras caminaba en compañía de su guardián Juan para ver ese árbol que la tenía tan compungida.

Tantas leyendas en la Nueva Galicia, llenas de misticismo y algunas demasiados cuentos de ancianas, pero por algo raro Marianne creía en ésta que hablaba de un vampiro que causó grandes estragos en la población, hasta que un día los humanos decidieron terminar su episodio de terror y lo persiguieron uniendo fuerzas hasta que lo acorralaron en el camposanto. Unos decían que era horrible, con pústulas en el rostro que segregaban sustancias asquerosas. Otros, que era tan bello como los mismos ángeles. Los demás que tenía la forma de un demonio. Los chismes eran tan variados respecto de esa leyenda, que si raptó a una mujer, que si podía volar, que si controlaba las mentes, que si causaba dolor con la mirada, que si explotaba.

Al final, todos concluían en el mismo aspecto y es por esta razón que la joven creía con vehemencia en la historia: acorralado, le habían enterrado una estaca en el corazón y así lo habían destruido. De ese pedazo de madera nació un enorme árbol ocultando bajo sus raíces al vampiro para que no volvieran a verlo nunca más. Sin embargo, no todo eran buenas noticias porque contaba la leyenda que al momento que el árbol se secara y muriera, en ese instante el vampiro retornará a la vida para azotar al pueblo con otra ola de violencia y horror.

Por eso es que Marianne iba al camposanto, a ver si las raíces estaban bien firmes o no. Cada quince días iba a comprobarlo y no porque fuera un número adecuado para revisar árboles, si no porque no tenía el conocimiento exacto de cuándo había nacido el árbol y por lo tanto, cuándo moriría. Así que como podría ser de un momento a otro, prefería mil veces revisarlo cada quince días. Le tenía terror a ese vampiro en particular, aunque no supiera la verdadera razón. Si no podía ella, mandaba a su guardián Juan, el único en el que confiaba. Ese día, caminando tras comprobar que las raíces seguían firmes, en una banca de piedra, un libro estaba sobre la misma, como si alguien de forma intencional lo abandonara porque nadie sabía de quién era.

Lo llevó a su casa debido a que las ilustraciones le gustaban: hechas a mano, algunos papiros sueltos, pero todo era relativamente parecido: jeroglíficos, runas. Palabras escritas en latín. Se lo llevó a su recámara y lo leía cuando su nana la descubrió. En lugar de regañarla, le enseñó que era un libro de magia y como tal, debería tener cuidado con él. Que nadie lo viera y que lo entregara a un brujo en quien tuviera confianza. Desde entonces, Marianne optó por guardarlo bajo llave y de vez en vez lo revisaba. Lo tenía en Club Louvier por mera estrategia. ¿Dónde más si no ahí conocería a alguien que supiera de magia? Y quiso el destino que tuviera razón.

Ahora, mirando a Aitziber sonrió al escuchar la explicación de lo que su otrora libro contenía, le agradaba que alguien pudiera desentrañar sus secretos de forma tan rápida y más porque quien lo hacía tenía un aura tan pura, pero negó cuando le preguntó si lo había leído. No por completo, no entendía mucho el latín, aunque Aitziber parecía versada en ello. Tomó asiento junto a ella y por toda respuesta respecto del trueque y quedar unidas, extendió las manos confiada, deseando saber qué hacía o cómo funcionaba ésto.

- Por mí adelante, porque me agrada mucho la idea, aunque hay una parte muy interesante cuasi al final del libro, es un recorte así muy curioso de un papiro demasiado antiguo, es un árbol muy frondoso, como si la persona que fuera dueña del libro hubiera dibujado o le entregaran ese pedazo porque tiene muchas runas alrededor. Yo quiero aprender runas, al menos saber su significado pues en muchos lados cuando voy a atender clientes las veo. ¿Cree que también pudiera enseñarme? Le prometo que mantendré todo en secreto. Por favor -
sí, eso también quería aprender, no sólo tener un vinculo con la joven ante ella, si no también poder identificar una runa maligna de una benigna. Aunque lo que Marianne jamás sospecharía era que el árbol mencionado no era otro que una representación del árbol de Agharta.

Una pena que Aitziber sólo se concentrara en el libro y no en lo que implicaba esta joven que lo había encontrado puesto que a veces los objetos no se localizan, se dejan encontrar. Manos invisibles de espíritus que permiten las idas y venidas para protección de los suyos. Éste fue uno de ellos, un fantasma con gran poder quien buscaba ayudar a la descendencia que en un futuro enfrentaría un desgraciado destino. Al paso del tiempo, justamente en los momentos más negros, Aitziber lo entendería, comprendería que el libro no era para ella, si no para que tuviera un lazo con Marianne. Eso sería, por designo de los Dioses, lo que aprendería en un futuro muy lejano.


Mientras tanto, sólo se concentraba en el libro, no en Marianne como una posible Heredera de la Estirpe.

Cómo juega el destino con nosotros.
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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Jue Abr 05, 2012 9:18 pm

La vida daba muchas vueltas, Aitziber se había dado cuenta de eso hace mucho tiempo, pero aun no se acostumbraba a lo que significaban aquellos cambios, es decir, siempre todo estaba en constante cambio, hasta ella, una bruja que parecía de porcelana, hasta en su alma había cambios significantes, cada día maduraba de gran manera, cada día se hacía más vieja, aunque su rostro parecía aun de una niña inocente. Pero a ella los cambios parecían aun cosas que llegaban sin previo aviso.

Ait había leído en un viejo libro aquella historia y había visto en viejos pergaminos destruidos por el paso del tiempo pequeños pasajes sobre alguna historia ya perdida, eran algo así como documentando algunas partes importantes de la vida de aquel tiempo, lo extraño o mejor dicho, interesante es que siempre veía ese símbolo en donde iba. ¿Acaso la estaba llamando algo más? No sabía si la llamaba o no, pero las circunstancias la hicieron adentrarse mucho más en aquel misterio que mostraba todo aquello envuelto en una gran capa de incertidumbre. La verdad es que nunca le había gustado desentrenar acertijos, pero este en particular la atraía tanto que decidió intentar y tal vez el paso más significante de todos fue en aquella catedral parisina cuando un viejo brujo apareció al frente de ella mostrándole que no se necesitaba ser de magia blanca para poder ser bueno.

Dejo que su mirada vagase por unos segundos hasta que encontró distracción en los colores de la pared, podría ser ridículo, pero ella podía apreciar cosas simples, podía mostrar admiración y asombro en todo lo normal y ordinario, para ella todo era algo fantástico y hermoso. Una sonrisa apareció en sus labios, sabia de lo que hablaba, sabía muy bien cual era aquel árbol y para ella significaba mucho más que para otras personas. Le gustaba hablar con la joven porque se le notaba aquella chispa de dulce e inocente curiosidad que a la bruja la había llevado al lugar en donde estaba en esos momentos.


-Runas?- pregunto un poco sorprendida. Sonrió con una risilla saliendo al aire-Claro que puedo enseñarte… aunque tengo varias cosas que decirte:- se rasco un poco su cabeza con una sonrisa amplia –Uno: nunca he enseñado a alguien y Dos: las runas aunque básicas para un humano pueden ser un poco difícil, si las deseas debes al menos saber que es una persona iluminada- explico con ternura –Te tratare de explicar- miro aquel libro sujetándolo con firmeza.

No era que había entrado en algún tipo de trance, simplemente le pedía al libro que le mostrara la forma correcta de instruir a la persona al frente de ella, en pocas palabras le pedía al libro; aquel libro que mostraba grandes energías mágicas que le diera sus conocimientos. Con sus ojos entrecerrados se quedo por unos minutos meditando, pronto un suave viento movió débilmente sus cabellos cortos, en ese momento la bruja abrió los ojos y sonriendo tranquilamente dejo el libro en la mesita que se presentaba al frente de ella.

-Muy bien!- abrió el libro en una página especifica, sin necesidad de rebuscar, simplemente llego a la pagina deseada, cuando lo abrió se pudo detallas una imagen de un monje shaolin en fase de meditación, Aitziber leyó en voz alta aquella palabras en latín, pero pronto noto por la cara de la joven que no entendía nada de lo que decía, ladeo su rostro un poco decepcionada, algo que había aprendido era la importancia de saber lenguas antiguas para poder alimentarse con más facilidad de nuevas fuentes de sabiduría. Sacudió su cabeza levemente, no era de mucha importancia-Una persona “Iluminada” es la que puede comulgar con lo divino, es decir se puede desprender de lo material- señalo el alrededor –estamos en un plano material o también se le puede decir terrenal, para ser iluminada debes aprender a desprender tu mente y alma de este lugar- sabia que vendrían muchas preguntas, así que en su pequeña pausa aprovecho a tomar un poco de té.

-que las interrogantes no te agobien querida- se apresuro a decir como una vieja bruja –tienes talento, si no lo tuvieras nada de esto llegaría a ti, si no tuvieras talento pasaras por desapercibido todo aquellos detalles que sabes que están ahí aunque los otros humano no lo noten- su rostro se volvió un poco serio pero sin dejar aquellas fracciones de ternura-te puedo asegurar que en ocasiones cuando duermes tal vez hayas estado en un estado de no mente que te permite pasar a un plano mucho mas allá, claro que muy pocas o nunca lo has notado porque el sueño te invade y te duermes antes de darte cuenta- rio un poco mirándola fijamente-pero dejemos de darte migajas de pan…-

-para ser una persona iluminada debes saber meditar, eso se logra con practica, cuando seas más avanzada podrás aprender las runas que tanto deseas, pero en este momento lo que te hare es un pequeño hechizo de conexión entre tú y yo llamado el hilo rojo- se mordió un labio mirando algo preocupada. No tenía lo necesario para explicarle que era exactamente, pronto vio a una criada y le pidió un hilo de color rojo, esta rápidamente atendió trayendo el hilo deseado.


Aitziber cortó con una tijera un largo pedazo de hilo, le pidió la mano a la joven y con delicadeza le enredo el hilo en su dedo meñique para luego ella hacer lo mismo con el suyo, alzo su meñique demostrándole que se habían unido-se puede decir que es un hechizo oriental… se dice que en el mundo hay una persona para ti las cuales estamos conectadas con un hilo rojo, este nunca se romperá, no caducara y lo más importante aunque estén en el otro lado del mundo siempre se estará conectado- sonrió con cierta picardía –un cuento de niños ¿no?- desamarro los dedos dejando el hilo en la mesa-primera lección de vida: los cuentos de hadas son verdad, los humanos lo vuelven “cuentos” para disfrazar la verdad- Se levanto de su asiento para dar unos pasos lejos de la chica.

-Aunque la leyenda apenas dice “amantes” he podido aprender como implantar un hilo que me ayuda en la protección de mis seres queridos o protegidos, aunque a nadie se lo digo, eres la primera a quien le demuestro este pequeño truco que tengo- se giro hasta encontrarse con la dama-también puedes utilizarlo, te enseñare como hacerlo con ella sabrás donde estoy o puedes llamarme solo con el pensamiento, porque nuestras almas estarán conectadas como nuestros dedos estaban en estos momentos-

Se quedo por unos momentos en silencio, giro como si hubiera percibido algún ruido, pero todo estaba en silencio o eso parecía, la verdad es que había oído una risilla infantil, sonrió instantáneamente girando su rostro en donde iba aquella anima que tanto conocía-No hagas muchas travesuras Isabel…- murmuro mirando de reojo por donde se había ido.

Aquel fantasma no era malo, era un alma que protegía el alma de Aitziber de cualquier cosa maligna que se atreviera a posar el alma pura de la joven bruja, en sus años anteriores, en su tranquila infancia fue la única y mejor amiga que pudo tener, pero ahora casi nunca la veía bien, en ocasiones aparecía en momentos que la necesitaba… ¿ahora que deseaba?

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Mensaje por Marianne Cromwell Mar Mayo 01, 2012 11:56 am

Los trazos para formar un vestido
es la magia que los envuelve.

Nunca había conocido a una persona así, que pudiera darle sus conocimientos sin pensárselo dos veces, de esa forma tan generosa y llena de una personalidad y brillo propio que la hacían sonreír. Marianne se sentía con ella muy a gusto y en confianza para contarle algunas cosas que le pasaban o incluso, que sentía respecto a esas runas, a ese árbol que aparecía en el libro en ese recorte que le hacía un nudo las entrañas como si lo conociera y al mismo tiempo supiera que jamás lo vió antes. No en esta vida. ¿Existía la reencarnación? La nana de Marianne decía que sí, pero la joven aún tenía sus dudas al respecto, aunque en ocasiones estaba casi segura porque reconocía aspectos que jamás le habían enseñado con anterioridad ninguno de sus tutores, ni siquiera su nana. Personas a las que veía y su corazón le indicaba que las había visto en algún lugar, pero no en la actualidad, si no en épocas pasadas y con ropajes muy distintos.

Por eso le apasionaba confeccionar vestidos y atuendos, porque su mente rememoraba demasiados detalles que al plasmarlos en el papel, la hacían retroceder hasta aquél momento que su alma requería revivir una vez más. Aspiró profundamente mirando a la bruja concentrarse para enseñarle a leer las runas, algo que Marianne siempre había querido y su nana se lo había negado constantemente diciéndole: Tiempo al tiempo. Aunque paciente, la joven española en ocasiones se sentía sobrepasada por esas palabras y hacía pucheritos y toda clase de artimañas para que la mulata cediera. Nunca ocurrió. Ahora que Aitziber se disponía a mostrarle lo que siempre su alma había necesitado, Marianne estaba más que emocionada al respecto.

La frase en latín no tenía mucho sentido para la mente de la joven, sin embargo una parte muy profunda empezaba a despertar sin que la bruja o la propia española se dieran cuenta con esas mismas palabras. Una que hacía tiempo, desde su propio nacimiento, dormía hasta encontrar el momento de despertar. Que abrió los ojos lentamente tras su largo letargo y se concentró en, primero, permitir que la luz no la cegara, bostezó y se estiró lánguidamente como un pequeño bebé despertando por primera vez fuera del vientre materno. La música de lo que le rodeaba, los gorjeos de los pájaros, el silbar del viento, los latidos del corazón eran el entorno perfecto, el soundtrack idóneo para los ojos violáceos que se mostraban al mundo por primera vez.

Mientras la joven bruja pedía el hilo rojo, las esferas amatistas se dedicaban a mirar a su alrededor, a ese libro que sus ojos conscientes estaban mirando, pero el subconsciente no sólo hacía eso, si no que observaba, catalogaba y aprendía lo que en su interior se contenía. Por un instante, el cansancio de tantos años dormida, cayó de nuevo obligándola a sumergirse de nuevo en el mismo letargo que no quería dejarla ir y la abrazaba, reteniéndola con sus garras hasta apoderarse de ella, regresándola a su vera. Las canciones de la realidad se apagaban lento, el oído no podía distinguirlas y el duermevela era mecido por los latidos de un corazón que llegaban hasta las capas más profundas del cerebro, ahí donde todo se olvidaba entre las aguas del mar de la inconciencia.

La teoría del hechizo del hilo rojo dejó a la parte consciente intrigada, ¿Había tanto poder en un simple sortilegio? Si era así entonces ella, Aitziber, podía encontrarla hasta en las profundidades de las tierras más agrestes ¿Verdad? ¿Tendría sentido que hicieran un hechizo así? ¿Qué tal si en algún momento se enemistaban? Mientras Marianne no supiera la fórmula del hechizo y la manera de activarlo, Aitziber tendría sobre ella el poder para encontrarla e incluso hacerle daño, pero... ¿Acaso su alma temía eso? No. Esa era la respuesta. El espíritu de la española no sentía el menor de los temores respecto a la bruja, todo lo contrario. Se sentía a gusto, en compañía de quien podría ser una buena amiga.

Isabel... fue un nombre que de inmediato hizo que Marianne mirara a la bruja y de inmediato, sus ojos viajaron hacia donde iba corriendo el fantasma. Los dos orbes amatista que dormían en su interior se reflejaron un leve instante catalogando al espíritu que caminaba por su territorio, no parecía agresivo ni huraño, tampoco estaba lleno de ira, todo lo contrario. Así que lento, muy lento, los párpados cayeron y al abrirse los ojos, éstos volvían a ser tan azules como siempre, con leves trazos de tintura violácea que iban desdibujándose. El poder de la magia en el interior de Marianne estaba latente, fuerte para quienes sabían reconocerlo, pero al mismo tiempo lleno de un cansancio agotador que no despertaba más que en instantes.

Marianne miró a Aitziber y sonrió con alegría, como si no hubiera pasado absolutamente nada. Estaba aún ansiosa de aprender y sobre todo de ver cómo es que las mentes de Aitziber y la propia Marianne tendrían esa comunicación. Aunque tendría que aprender a meditar como la bruja le ha comentado, no es algo a lo que le tenga miedo, todo lo contrario. Se siente exultante de aprender y conocer mucho más de lo que tanto le apasiona desde que su nana le empezara a enseñar.

- Me gustaría aprender, sé que no soy muy buena o que tardaré un tanto, pero lo que me interesa mucho es saber cómo ayudar a las personas. Confecciono vestidos, pero tengo gente a mi alrededor a la que me encantaría proteger. Si me enseñaras algunas runas, podría coserlas a sus prendas y disimularlas entre las propias costuras para que puedan estar a salvo, pero si consideras que es peligroso, me abstendré. Sobre todo, me encantaría saber cómo es que puedo utilizar ese hechizo para conectarme contigo, por favor.

Además, si lograra vislumbrar el meollo de ese sortilegio, se sentiría mucho mejor. Eso de entrar en algo desconocido no le agrada del todo y siempre está investigando para no quedarse atrás. Es demasiado curiosa, pero sobre todo, demasiado precavida, no quiere nada al azar porque ha aprendido que un solo detalle fuera de lugar puede ocasionar una hecatombe como la que llevó a su nana a ser asesinada por la Inquisición y nunca más le pasará eso. No si está en sus manos.

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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Mar Mayo 22, 2012 4:35 pm

Debía admitir que le divertía todo aquello, pero más que divertirle tenía la sensación de que debía hacerlo, es decir, no había algo opresándola, lo estaba haciendo porque su corazón le dictaba. La pequeña fantasma jugaba entre los oscuras rincones, parecía que simplemente observaba lo que sucedía en aquel lugar, aun claro, no estaba en ese lugar para hacer simplemente nada, Aitziber necesitaba un poco de su energía para forjar aquel hilo rojo, ahora debía comenzar a planear muchas cosas en su cabeza, pero antes de que pudiera invitar a su guardián en sus planes noto un extraño comportamiento en ella, miraba atentamente a Marianne, parecía como indecisa de volver a aproximarse hacia nosotros y cada vez comenzaba a alejarse, indignada de algo que Aitziber aun desconocía.

Isabel noto que Aitziber la necesitaba y que de cierta forma “aquello” que la había visto no era ningún peligro para ellas, así que volvió a sus andanzas caminando alrededor de ellas mientras observaba atentamente todo los movimientos de aquella dama de cabellos rubios. Parecía que gracias al contacto de la energía de Aitziber, aquello que estaba dormido comenzaba a despertarse, la bruja había sentido la presencia de algo mágica en ella pero no había confirmado cuales eran los dotes que tenia la joven, aun así, Isabel ya comenzaba a sentir curiosidad y hasta un amor hacia lo que el alma de aquella mujer ocultaba, comenzaba a amarla como lo hacía con Aitziber.

Aitziber escucho a la dama que tenia al frente, sus labios pintaron una sonrisa, ella también estaba emocionada, nunca había sentido alguna dote de maestra, pero si lo tenía seria más que desarrollado, desvió levemente la mirada hacia donde se encontraría el espíritu guardián, tendría que captar su traviesa atención para que colaborara. También debía explicar algunas cosas, así que dividió su mente en dos, una se encargaría de hablar con el espectro y otra se centraría en hablar con Marianne, un simple proceso de meditación. -Oh… bueno… antes deberías saber el alcance del hechizo no?- dijo con una sonrisa, algo débil ya que gastaba energía haciendo dos acciones al mismo tiempo-pude crear un hechizo a base con lo que te he explicado, pero no te he mostrado en si de lo que se trata- explico tranquilamente-la definición de él es sumamente fácil: es un hechizo en el cual dos personas estarán conectadas, el requisito principal es que las dos partes tengan un conocimiento breve de la otra, así se activara el hechizo…el cual permite a la persona contraria tener información sobre el paradero de la otra, utilizarse como método de pedir ayuda o hasta de intercambiar información (esta ultima un poco más difícil)- sujeto su tasa para dar un sorbo del te.-las dos pueden utilizarla, es decir, puedes utilizarla para saber en dónde estoy, como también puedo utilizarla para saber en donde estas, también se puede utilizar de alguna forma como un llamado de SOS – sonrió dulcemente.

Debía explicarle tantas cosas si deseaba que eso funcionara, no podía ir completamente al grano así que prosiguió explicando las ventajas de aquel hechizo –el mismo principio de la segunda es la que hace posible el intercambio de información…- sonrió notando los ojos que reflejaban interés- explicare… cada uno de las ventajas tienen el mismo principio, el hilo que nos conecta es casi como un trasmisor, el cual puede recibir y enviar información. ¿Cómo sabré su paradero o usted sabrá el mío? Solamente necesitara “activar” nuestra conexión y esa información está a su disposición. ¿Cómo se podría pedir ayuda? El mismo método de “activar” la conexión le da la oportunidad de enviar cierta información con el paradero de sí misma. ¿Cómo se puede intercambiar información? Esto sería más complicado, ya que se estaría recibiendo y enviado, no somos fuentes inagotables de energía, el realizar las dos acciones puede afectar mucho nuestro gakra que luego deberemos reponer-

Suspiro pesadamente, Isabel había aceptado ayudar, ahora prometió no alejarse mucho mientras terminaba de explicar, ahora se podría concentrar completamente en Marianne, un poco cansada por gastar energía se arregosto al sofá mientras proseguía a terminar de explicar-Ahora te estarás preguntando: ¿Cómo se activara? ¿Qué es Graka? ¿Se puede romper?- tal vez había mas pero esas eran las que le interesaba primero.-Se activa de una forma sencilla, con una simple concentración se buscara aquel “dato” que la persona proporcionara, será como un tipo de llave para poder abrir la conexión, cuando esta se abra tendrás acceso a conectarte con la otra persona, si envías información a la persona le llegaran primero algunas imágenes confusas y desordenadas, después todo se acomodara en su mente y está sola podrá desarrollar una conclusión y por simple intuición se sabrá de donde ha venido.

“ El Graka es por decirlo así la energía que tenemos, hay tantas formas de llamarlo, pero personalmente es este nombre, deberás tener cuidado con su desgaste, todos tenemos Graka y cuando tenemos un nivel bajo podríamos sentir varios síntomas en nuestro cuerpo, como por el ejemplo el de repente apetito voraz o las ganas de dormir; es una forma innata de conseguir energía. Así que si utilizas este hechizo, trata de dormir al menos 2 horas después de su empleamiento. Claro que se puede romper y es por el Graka que el hechizo no es perfecto, si gastas mucha energía y no tienes una buena alimentación, el hechizo puede simplemente desvanecerse por no tener un suficiente Graka con que alimentarlo-

Al fin había terminado de explicar lo que necesitaba saber de el principio del hechizo, el cómo se maneja y cuáles son sus ventajas y desventajas, aunque hablando de desventaja parecía algo poco con los atributo que ofrecía, ahora Aitziber sonreía esperando alguna señal de que pudiera seguir, esperando que la chica procesara toda la información que le proporcionaba para luego introducirle más, necesaria pero no excesiva
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Mensaje por Marianne Cromwell Dom Jun 24, 2012 9:24 am

Un vuelo de faldas es mucho más refrescante
que una bebida helada en el más caluroso día.

Un hechizo de gran poder era lo que tenía ante ella, uno que quizá ninguna de las dos entendiera cuál sería su finalidad y por qué estaba creándose y dibujándose en compañía de la otra, pero que las hilanderas conocían desde antes de que ambas jóvenes nacieran. El telar ya había marcado el lugar con hilos rojos como los que la bruja misma deseaba crear y una vez atados a los dedos correspondientes, ni siquiera la más grande hecatombe sería capaz de siquiera romper parte de la madeja que crea dicha unión. Tan fuertes pues como el metal más duro es que se convierten y tan decididos como la más férrea voluntad y determinación. Un llamado de emergencia en el caso más oportuno siempre y cuando recordara bien cómo hacer para accionarlo. Debía poner atención a todas las palabras y sin embargo, la española entendía que era demasiado como para crearlo en todas las personas que amaba. Cerró los ojos al tiempo que soltó el aire contenido. ¿Cuántas personas fuera de su mundo, de las cuatro paredes de su refugio no querrían hacerle daño por envidia, con tal de lastimarla, injuriarla, hacerla trizas? Personas malintencionadas como pecaminosas, envueltas en odios y locuras, ¿Cuántas?

Y lo que era peor ¿Cuántas de ellas fingirían ser lo que no eran? ¿Pretender que la querían o estimaban con tal de sacarle información y que tras obtenerla, irse lejos o mentir al decir que querían ser amigas de ella? Manipuladoras, chantajistas, egoístas, hipócritas, banales, monopolizadoras. Eso podrían ser todas y cada una de las personas que le rodeaban. ¿En quién confiar realmente? Porque no sólo estaban las que eran activas en sus enredos, si no aquéllas a las que envolvían y obligaban a hacer lo que querían... fieles peones, marionetas, mascotas. ¿Quién no vio a un Conde ser destruido ante la vista de los demás cuando una simple gitana lo manipulaba como le daba la gana? ¿Cuando su criterio era cubierto por una manta de "haré todo lo que la gitana me ordene"? Pusilánime, falto de criterio, débil, un esclavo de la voluntad de otra. Marianne preferiría evitarlos con todas sus fuerzas hasta que se alejaran de ella y dejaran de supurar esa sustancia negruzca producto de esos celos enfermizos o de esas envidias sin fundamento.

- Entiendo, como no tenga cuidado al utilizarlo bien puede ser que sea yo la que termine debilitada en el proceso y en una situación mucho peor que la que me incitó a utilizar el ritual - dedujo en tanto comprendía que no sólo podía utilizarlo ante la gente mezquina, si no que debía crear un parte aguas de situaciones que podrían dar lugar a no llamar a la joven bruja o que eran tan determinantes como para que a pesar de la utilización del Graka, valiera la pena la baja en las defensas. Aprender a calibrar o a poner en una balanza lo que consideraba más importante, una escala de prioridades. Sonaba difícil, pero no imposible. Momentos y personas. Y una vez hecho eso, entonces podría tener el criterio para decidir cuándo molestar a Aitziber y cuándo no.

- Todo ésto es mucho más complejo de lo que consideraba la primera vez que lo mencionaste, mas sin embargo no me siento amedrentada, todo lo contrario, me interesa en demasía lo que puedas ofrecerme, lo tomo a manos llenas y os doy las gracias a por ello, entonces ¿Con qué comenzamos? - colocó las manos sobre sus muslos cubiertos por el hermoso vestido que lucía y los ojos llenos de alegría y brillo. ¿Quién diría que todo ésto se apagaría meses después, cuando la oscuridad llegara hasta ella y la obligara a dejar su sana y segura casa para ser conducida hasta la presencia del demonio mortal que habita en el Vaticano destrozando su mente, pero para su fortuna, no su esencia?
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Mensaje por Aitziber D’ Lemoine Sáb Jul 21, 2012 9:50 am

Se podía decir que era magia lo que Aitziber estaba haciendo, pero sus poderes no consistían en tener un encantamiento preparado, nunca le había salido bien los encantamientos y pociones, aun así eso no implicaba que no pudiera hacer cosas maravillosas y esplendidas con sus poderes. Ella había desarrollado una muy buena habilidad con la necromancia, por esa razón necesitaba a Isabel para aquella labor, Isabel las uniría, su guardiana se volvería también un ente amigable con Marianne, aunque, era muy poco probable que pudiera verle, Isabel la protegería de cierta forma. -Muy bien… cierra los ojos- dijo Aitziber en un tono serio –ya conoces el símbolo del libro, te has familiarizado con el… visualízalo en tu mente; este símbolo nos unirá Madame Marianne- la voz de Aitziber comenzó a ser suave, dulce y melodiosa. No sabía si estaría bien contarle todo lo que sabía sobre aquel símbolo.

Había jurado en no decir nada sobre Ahgarta sin antes recurrir a algún Hiperboréano; en este caso Do Crucerios. No era personal, simplemente el deber como Minoico el de mantener el secreto a salvo. Le habían dado el honor de ser aquel concejero especial, la mejor de la mejor, una promesa viviente de Ahgarta, eso la enorgullecía, aunque aun sentía que su puesto era demasiado para ella. Amaba a Ahgarta, aquella ciudad era simplemente adictiva, cuando pisabas sus tierras sagradas no deseabas irte; ella lo vivió, sabia como era aquello. Pero la vida seguía, no podía desaparecer de la faz de la tierra, seria sospechoso. Familia, herencia, compromiso. ¿Qué sucedería si alguien quisiera investigar sus pasos? Agharta será perjudicada.

Parecía que Marianne ya tenía la imagen visualizada. Con la una de su dedo Aitz rasgo levemente la piel de su dedo índice, algunas góticas de sangre salieron de la pequeña herida. Isabel se acerco curiosa a la herida, con sus manitos comenzó a sacar de aquel dedo un hilo envuelto de sangre, la bruja apenas hacia una expresión de dolor. Su magia siempre era dolorosa, aunque no la utilizaba de forma malvada, siempre causaba algo de sufrimiento a su cuerpo, esperaba no ocasionarle algún dolor a Marianne, aunque aquello era casi imposible.

El hilo. Aquel hilo que se utilizaba para su poder más desarrollado: titiritero. Se utilizaba para controlar cuerpos, para amarrar almas y dejar al cuerpo a merced del brujo. Aitziber susurro algunas palabras en latín, Isabel aun sacaba hilo. La sangre que colgaba en un hilo translucido comenzó a ser absorbido por el mismo, hasta dejar apenas una especie de esencia oscura, un liquido negro que se devolvía a la herida de la bruja y era absorbido por la yema de los dedos. Cuando la última gota de aquello desapareció del hilo Isabel lo corto dejando apenas una herida abierta y rosada en el dedo índice de Aitziber. Ya el poder principal del hilo había sido retirado, ahora, apenas era una fuente de energía pura y neutral. La bruja se levanto de su asiento y siguió a Isabel que comenzaba a caminar hacia detrás del respaldo del asiento de Marianne-No tengas miedo- musito cerca de su oído-mantente fija en la imagen que tienes en la mente, relajare, apenas sentirás un pequeño pinchazo – dijo para reír bajo. La mano de la bruja se coló debajo del cabello rubio de la mujer, hasta llegar a donde estaría la medula espinal, con cuidado enterró la uña de su dedo hasta sentir la sangre brotar de la pequeña herida, retiro su dedo mirando a Isabel que atentamente miraba las acciones de su querida chica. –Únenos…- ordeno. El fantasma sujeto el hilo, sus manitas lo recorrió todo y le dieron un color diferente, uno desconocido para los ojos humanos, aun no descubierto ni por descubrir. Espero que cambiara de matiz para sujetar la punta y buscar la herida quela bruja había hecho, introdujo la punta como si fuera una aguja entrando en la tela de un vestido para unir dos costuras, pronto comenzó a desaparecer el hilo, dejando un brillo tuene en donde estaba.

Aitziber también hizo el procedimiento en su cuello, para finalizar la unión, pronto el hilo desapareció, pero eso no quería decir que no había funcionado –ya puedes abrir los ojos- dijo la bruja mientras le ofrecía un pañuelo para que limpiase la herida, Aitziber se sentó en su asiento-Mi protector te protegerá a ti hasta cierto punto, te advertirá de peligros y cosas así, pero no te podrá ayudar, ella es muy débil apenas puede crear un poco de viento y se le dificulta mucho- explico. Se refería a Isabel, la había comprometido en eso para poder tener más control sobre la situación, ahora no mas Marianne tendría una forma fácil de comunicarse, además Isabel estaría informando a Aitziber si algo malo le pasara.

-Te explicare el procedimiento para “activarlo”- ergio su espalda y puso sus manos en sus rodillas mientras una sonrisa casi picara aparecía, eso también le emocionaba así que no podía evitar sentirse alegre –cierras los ojos y te concentras, dibujas un circulo en tu mente y dentro del circulo visualizas el símbolo… luego creas una línea que sale del circulo y visualiza que aquella línea sale desde tu espina dorsal y como una corriente mandas la información que desees hasta llegar al receptor que en este caso sería yo… ¿comprendes?- era fácil, se oía fácil, pero el agotamiento era algo a lo que debía enfrentarse si era una persona muy nueva en eso -¿recuerdas lo que dije anterior mente? Debes tener muy buena energía, hazlo solamente una vez- se quedo pensativa –una vez cada tres días… en luna nueva será más efectivo…- siseo para sonreír ampliamente.

Se quedo en ese lugar, sonrió de medio lado, quería probar la conexión. Realizo los procedimientos con los ojos abiertos y de forma muy rápida, su energía estaba un poco baja pero solamente necesitaba una cuarta parte de la que tenia, eso sí, cuando llegara a casa se tumbaría a la cama y comenzaría a roncar, aquello daba mucho sueño “Su nombre es Isabel” envió aquel mensaje como una corriente eléctrica que llego a la espina dorsal de Marianne con una rapidez profunda, tanto que debió sentir un escalofrió en su cuerpo, para luego la información llegar a su cerebro y ser absorbida por su conciencia. Ahora la prueba final… -¿Cuál es el nombre de mi protectora?-
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Mensaje por Marianne Cromwell Dom Ago 05, 2012 12:31 pm

Rojo, como la sangre
rojo, como el destino.
Unidas pues, estaremos.

Impaciente, era la palabra que definía a la perfección el estado de ánimo de Marianne. Intrigada quería entender lo que Aitziber hacía al tiempo que su mente se fijaba en ese gran simbolo, uno de los que adornaran la ciudad de Agharta y que se quedaría grabado a fuego y sangre en la mente de la española. Aún así, su interés por descubrir lo oculto era en balde, no había una forma en que ella lo entendiera sin la esencia de la que dormía en su interior. Su alma era demasiado antigua, pero aún así muy joven comparada a la de aquél que era su consorte, aquél brujo que fuera más que una leyenda entre los suyos, quien le enseñara todo y por el que ella muriera sin dudarlo. Ahora, mientras esos ojos violáceos y la magia que los envuelven seguían aletargados, Marianne estaba en un instante en el que su esencia vibraba conforme todo iba aconteciendo, quizá su mente no recordara cómo iba el rito, pero su alma sí y se ponía nerviosa. Demostraría algo que ocultaba desde hacía tanto tiempo que le atemorizaba que la joven bruja no tuviera la sabiduría para entender el alcance de sus actos, que ese hilo rojo que iba saliendo de su cuerpo auxiliada por ese fantasma fuera el causante de una desgracia que fuera de difícil reparación.

El sillón se movió en consecuencia a la falta de peso de la bruja que caminaba con el sonido característico de las faldas al mover las piernas, Marianne sentía que se colocaba tras ella y se estremeció de pies a cabeza, una descarga eléctrica quiza, aunque en realidad no era otra cosa más que el temor de la que dormía dentro, la que intentaba oponerse sin demasiado éxito porque para ello necesitaría tener mayor poder y control de la joven en la que ahora dormitaba. Algún día quizá el cielo brillara de una tonalidad tal que la esencia mágica pudiera unir todos sus puntos y aristas con el alma de esta pequeña y fueran de nuevo una. O quizá no. La joven tragó saliva nerviosa, que le dijeran que no lo estuviera no significaba que no siguiera sintiendo esas mariposas en el estómago como ahora. El cabello fue retirado y el pinchazo se hizo sentir, ella tensó un poco la nuca, pero luego aspiró aire para relajarse y seguir con la imagen en la mente, era parte del ritual y no quería que éste se perdiera.

Dentro de ella, algo pareció suceder, temblaba un poco su cuerpo, su piel se enfriaba en tanto el ritual continuaba, la joven sintió cómo un dolor de cabeza la gobernaba, lento conforme el ritual terminaba, ella fue relajando sus músculos hasta quedar casi dormida. Aspiró y soltó el aire que contenía en el instante en que le informaron que todo había acabado, sus ojos se abrieron para tragar saliva mirando a su alrededor. Nada parecía cambiado, más que el hecho de que ella sentía algo que la iba rodeando, era muy raro, pero no por ello dejaba de gustarle. Se pasó el pañuelo por la nuca para mriar la sangre como se observa un objeto cualquiera, era tdo tan extraño, pero entendía cada palabra que la bruja pronunciaba.

- Suena demasiado fácil, así que espero no tener que usarlo nunca, porque eso significaría que me ha ocurrido algo mucho más peligroso de lo que yo puedo resolver sola. De todas formas, muchísimas gracias, me gusta eso de haber compartido algo con usted - sonrió amigable, en luna nueva, una vez cada tres días, el círculo, dentro el símbolo y lo unía con lo que había en su nuca. Listo, todo comprendido. Y no comprendió por qué de pronto sentía de nuevo ese escalofrío que la hizo casi saltar, para luego mirar sorprendida a Aitziber y conocer la respuesta, pues había sonado en su mente como si la joven se la dijera en el oído - Isabel, pero se sintió tan intenso, como si estuviera aquí a mi lado y no frente a mí, vaya que es poderoso el hechizo, pero ¿Alguien podría descubrirlo? Es decir, ¿Darse cuenta de que estoy unida? ¿Hay una forma de romperlo? ¿Qué sucede si lo logran? Perdone que la bombardée con tantas preguntas, si no puede contestarlas lo comprenderé - hizo una muequita esperando no ser tan insistente, pero es que de verdad quería saber si debía tener cuidados especiales. O algo así.
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