Parfois les rêves se réalisent. [Doreen Caracciolo]

Observé como mis dedos jugueteaban intranquilos con las telas de mi vestido. Un vestido azul, de un azul tan claro que incluso si estuviera el día se perdería con el cielo que se pone encima de nosotros. Sentí que mi cuerpo se tensaba un poco, lo cierto era que desde pequeña me agradaba su compañía - ¿Recuerdas cuando nos metíamos al lago de pequeños pasando horas ahí? - Sonreí viéndolo de reojo. La verdad es que de pequeña tuve una buena vida, disfrutaba de cada instante y aunque tomaba muchas clases con mi madre para ser una mujer perfecta en el hogar había tenido una niñez lo bastante divertida y productiva para un niño teniendo amigos, incluso mi hermano mayor odiaba el echo de tener que protegerme de algunos chicos o incluso celarme de ellos. Pues desde pequeña las voces de los demás decían que era una niña hermosa, que seguramente de grande lo sería y las amistades de mi padre siempre buscaban como hacer tratos con él para que de grande me casara con sus hijos, lo cual me hacia sentir mal y miserable, como un trozo de carne bendigo al mejor postor.

Me levanté sin decir nada y saqué mis zapatos en el camino para adentrar los pies al agua - Perteneces siempre donde yo este - Confesé sin poder voltearlo a ver - Yo también te extrañé pero tu te fuiste sin decir más, nadie me decía de ti, estaba preocupada y temí por tu vida, y ahora que vuelvo a verte es como si no hubiera pasado el tiempo ... Aun te quiero - Susurré suavemente chapoteando con los pies - Hice una mueca que seguramente el no podría ver - Milo no esta en casa y son suficientes los que pone para cuidarme así que estoy segura, tal vez esten rondando por aquí - Se encogió de hombros. No podía negarme en ese aspecto. Milo siempre cuidaba de mi, de la manera que fuera, siempre era sobreprotector y dejaba en claro que no dejaría me pasara nada malo.

Suavice mi rostro cuando volteé a verlo - Además se que tu no me dejarías sola, no dejarías que me hicieran daño - Lo mire a los ojos con profundidad, sonriendo con dulzura y sin poder evitar sonrojarme por completo al verlo de aquella manera. Había crecido tanto, se veía tan hermoso, atractivo y seguramente su corazón seguía siendo puro, bondadoso. - Frote mis manos en los brazos para darme cierto calor - ¿Por que te fuiste?

Como primer reacción, mi cuerpo se tenso ante aquella cercanía que estábamos teniendo. Sentí mi piel erizarse por unos momentos, cerré los ojos intentando concentrarme pero su aroma llego de manera traicionera y lastimosa adentrándose por todo mi cuerpo. Solté un suspiro profundo, lo bastante para dejarle en claro que estaba intentando relajarme aunque el no supiera de que. Abrí los ojos de golpe ante sus palabras. De un momento estás, al otro no lo estás. Siempre pasaba aquello, las personas se marchaban sin pensar en el daño que podían causar, por un momento quise salirle de sus brazos, apartarme y no volver a sentir su cercanía para no debilitarme en sus brazos y querer permanecer todo el tiempo ahí. Pero lo cierto era que no sabía del porque se había marcado y al escucharlo, al escuchar aquella verdad que todos le habían negado se relajo - Las cosas a veces salen de nuestras manos, no podemos controlar el destino aun cuando deseemos con todo nuestro ser permanecer por siempre en la vida del otro - Giré mi rostro por unos momento para encontrarme con sus ojos ante mis palabras. ¿Las habría entendido?

No pude evitar sentir un dolor inmenso de nuevo, sus palabras me lastimaban, más que nada el tono en el que me indicaba lo mucho que le importaba y también lo que me había extrañado. Aun con los pies en el agua moví ligeramente mi cuerpo para que el agarre de ambos no fuera tan fuerte, me giré para tenerlo de frente - No tengo que perdonarte, son cosas que pasan y nunca nos imaginamos volvernos a encontrarnos, menos por una revolución - Se encogió de hombros ¿Estaría el molesto por verme envuelto en estas cosas? Alce mi mano para posarla en su mejilla y aplicar caricias suaves y cariñosas - Pero… Creciste mucho - Sonrió con nerviosismo - Aun esperaba a un pequeño niño, y mirate, que alto estas, que fuerte y guapo, te has vuelto todo un hombre que seguro hace suspirar a muchas - Le sonreí con nerviosismo, lo cierto era que estaba feliz por verlo pero una parte de mi era egoísta, una parte que nadie conocía, y era esa parte que me decía que él tenía una parte de mi pero yo, yo también era dueña de una parte de él y darle aquello a alguien más o compartirlo me parecía duro, pero justo. Sonreí ahora pareciendo más natural. No podía dejar de ver su rostro, sus ojos y eso me producía nerviosismo pero sobre todo un sonrojo encantador que me caracterizaba.

Dulces recuerdos que llegaban a la mente, el viento corría suavemente entre ambos cuerpos abrazándonos para que no existiera distancia alguna que pudiera destrozar aquellos momentos nuevos que estábamos formando. Solo bastante un instante, una mirada, un abrazo, una caricia para que ambos hiciéramos de ese recuerdo uno de los mejores. Caminé lentamente a su lado, sintiendo como el pasto fresco de la noche cubría cada uno de mis pasos al andar. Era una sensación extraña, vieja, que había estado añorando, no podía dejar de sonreír y lo cierto es que hace mucho tiempo atrás había dejado de sonreír con frecuencia, había pasado mis preocupaciones, que mi alrededor me envolviera amargando un poco mi existencia pero aun me negaba a romper esa burbuja donde dentro de ella aun existía fragilidad, sueños, esperanzas, un futuro y sobre todo amor.

Sus fuertes brazos rodeaban mi cuerpo con natural y me guiaban con tanta facilidad que incluso pude notar que el que llevara la situación le era bastante sencillo, bastante cómodo. Poco a poco el paso disminuyó hasta que por fin nos encontrábamos en medio de un prado. Flores de todos colores yacían encantando el lugar bajo la luz de la luna. Recordar la infancia, aquella parte buena de mi niñez no era nada difícil, de hecho creo que era el único amigo que mis padres aceptaban sin poner ningún pero, mi hermano siempre se enojaba cuando salía con él quizás por que lo conocía poco además que poco me importaba lo que pensaba el a esa edad pues los juegos, la diversión, las sonrisas eran todo lo que se necesitaba para poder olvidarme de los peros del mundo. -¿Imaginarme con el cuerpo de mi madre? - Lo cierto era que mi madre era mujer hermosa, de cabellos largos y una figura delgada a comparación de muchas mujeres de su edad después de haber dado a luz a dos hijos. Mi padre siempre decía que había sido muy afortunado de ser elegido por ella, estaban tan enamorados que fuera mi primera inspiración para buscar ese amor aunque ellos no hubiera querido ese destino amoroso para mi, más bien solo desearon ese acenso de nivel para poder tener una vida más tranquila y que mejor que intentar vender a su hija.

Sentí como me subió el rostro para que nuestras miradas se volvieran a cruzar, borré entonces todo mal recuerdo para centrarme en el momento, nunca me había sentido parecida a alguien de mi familia, incluso en ocasiones llegaba a pensar que fui cambiada en la cuna. Lo se es algo gracioso pero en ocasiones lo pensaba. Entrelace los dedos con los suyos con cuidado - ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Hasta esta situación?¿Cómo llego ese hermoso niño a formar parte de una revolución? - Estaba bastante inquieta, lo que menos quería era que se expusiera y dado el caso en que Darcy estaba en este momento en la Bastilla, mi corazón estaba hecho trizas, imaginar que alguien más d mis seres amados podría estar ahí me llenaba de miedo. - ¿Cual es tu función aquí? - Hice una mueca, definitivamente mi Tyler no había sido elegido para mi protección, Milo exageraba un poco al cuidarme con tanto caballero a mi alrededor pero en parte si yo pudiera darles a cada uno guarda personal seguramente la propia gente que habitaba parís no sería suficiente.

La verdad de las cosas es que yo no media el nivel de peligro en el que estaba metida, más bien solo pensaba en aquellos que estaban a mi alrededor, aquellos que amaba por completo y que me parecía ridículo que dieran su vida, pues ni siquiera mil revoluciones valían lo que ellos. Lo mire con una mueca llena de rabia, llena de enojo sin apartar mis ojos de los suyos, nunca antes me había puesto de esa manera, ni siquiera cuando había descubierto que Milo había estado en cama con otras mujeres. Todo se había reducido tanto hasta este momento en el que Tyler. Mi Tyler estaba arriesgando su cuello por todas estas personas que ni siquiera podían confiar las unas en las otras, porque era cierto a pesar de ser como una balanza entre todos y cada uno de los que se encontraban dentro de la revolución de ser el confesionario de muchos, el sustento (al darles de comer, una buena habitación y esas cosas provenientes del hogar), la sonrisa y el abrazo cálido de todos no confiaba en muchos gracias a las puñaladas que podía observar se daban por ambición, por poder y las que me habían dado a mi. - No… No por favor - Susurré aferrando mis manos con las suyas de manera temblorosa - No te arriesgues tanto, cuida que nadie reconozca tu rostro, que no conozcan tu nombre dentro de las habladurías de las colonias bajas. Tyler… Yo… No, no soportaría perderte, que te ocurra algo - Cerré los ojos por unos momento, al mismo tiempo que mordía con fuerza mi labio inferior, aunque su trabajo era de los más seguros al cuidar la salud de los revolucionarios temía por su bien, temía por su vida.

Seguimos caminando poco tiempo hasta que cubrió mis ojos, estaba tan nerviosa. Incluso había pasado por alto el hecho de que en realidad era un hechicero, no porque no pusiera atención simplemente por temor a que le pasara algo. Lo quería con el alma, con el cuerpo y con el corazón de una manera que nunca nadie conocería y que no pensaba explicarle a nadie más solo bastaba con poner mi mano sobre su corazón y él sobre el mío para que nos entendiéramos lo suficiente, bastaba una mirada para que comprendiéramos lo que el otro necesitaba, lo que el otro quería decir, lo que el otro sentía. Nuestra relación incluso llegaba a pensar que superaba lo terrenal. Eramos tan diferentes que nadie podría entender nada y lo cierto era que en ese aspecto era egoísta, soberbia pues no necesitaba que nadie entendiera nada, no me interesaba solo me importaba él. Solté varias risitas cómplices sobre aquello hasta que nos detuvimos. Sentí su aliento cerca de mi oído y no pude evitar temblar por completo ante aquello. Sus manos descubrieron mis ojos, pestañeé varias veces para poder observar entre aquella oscuridad. Aquel hermoso columpio se presentaba frente a mi haciendo que muchos sentimientos dieran vueltas en mi interior a tal grado que incluso me mareé por unos momentos. Giré mi rostro para verlo - Tyler… - Giré mi cuerpo para acariciar su mejilla - ¿Recuerdas el columpio frente al lago? Dime que si, dime que recuerdas como me cargabas para poder subir por lo pequeña que era, como me acomodabas… y al final empujabas mi espalda para poder balancearme… ¿Lo recuerdas verdad? - Lo miré completamente ilusionada.

Di dos pasitos hacía atrás hasta que sentí como mi vestido había topado con mi espalda. Lo cierto era que ese columpio también estaba demasiado alto. Hice una mueca notoria. Mi cuerpo era pequeño, era cierto que tenía una figura bonita pero seguía siendo de una estatura ni tan alta ni tan baja pero si la comparábamos con él era demasiado pequeña. Tome sus manos para colocarlas en mi cintura. - Súbeme - Pedí bastante emocionada. Su agarre firme me hizo sonrojarme pero pronto estuve sentada en aquel trozo de madera. Aferré mis manos a una de las cuerdas y me corrí un poco - ¿Te subes conmigo? - Sabía que ese columpio aguantaría a los dos. ¿Por qué? Había visto como varios integrantes de la revolución venían a distraerse y entre bromas más de cinco subían a este. Mi mano libre tanteo el lado que sobraba de la manera invitándolo a subirse, cerré los ojos colocando ambas manos en la otra cuerda temerosa de caer cuando el se subiera, no era la mejor hablando de equilibrio. Sin embargo mi sonrisa aun permanecía en el rostro.

"Él era así, y no le impostaba perder la vida en el intento."

¿Tristeza? Sus ojos reflejaban una tristeza que nunca antes había visto. Hice una mueca separando mi cuerpo del suyo. Después arqueé una ceja al ver a aquellos caballeros. - Ellos no deberían estar tan cerca importunando - Indiqué con voz completamente molesta y firme. Dejé por unos momentos a Tyler para acercarme a ellos. Sus indicaciones eran claras. "Proteger a Doreen sin necesidad de molestarme, o atosigarme" En este momento lo estaban haciendo. Estaba teniendo una platica con un amigo de la infancia, uno de los pocos que tenía y que mi nueva vida me estaba permitiendo tener, ellos no tenían derecho de venir a molestar. Por eso con total tranquilidad, aunque mostrando mi molestia comencé a dejarles claro que mi amigo brujo me cuidaría, y me llevaría a la cama de ser necesario, que si quería cumplir con su tarea por el momento no quería tenerlos a la vista. Los hombres se disculparon. Hicieron una reverencia y empezaron a hacer una ronda por los alrededores dándonos el espacio que yo necesitaba. Sonreí completamente tranquila, me di la vuelta y regresé con Tyler.

Esta vez no me regresé para abrazarlo, más bien tomé mi distancia por no poder comprender que era lo que pasaba, hasta que entonces las piezas del rompecabezas se empezaron a poner en el lugar correcto, Tyler sentía algo por mi, no solo de manera fraternal. Tragué un poco de saliva, y di dos pasos hacía atrás. - ¿Milo? ¿Qué sabes tu de Milo? - Pregunté con total tranquilidad. Volví a caminar a los columpios, me senté con total suavidad y entonces lo miré a los ojos sin titubear ni siquiera un poco - ¿Te molesta Milo? Él es una buena persona, defiende muchos sus ideales, está parado por las personas, por Darcy, me cuida mucho por eso aquellos grandulones, pero no te equivoques, Milo me da la libertad que necesito para poder rondar estás tierras y también libertad para poder hablar con quien quiera - Era la verdad, el trato que tenía con Milo era claro, mientras no hubiera compromiso teníamos la libertad de poder estar con quien quisiéramos, aunque claro, nunca había sido así y no lo empezaría a ser en este momento.

Sentí entonces un balde de agua fría caer en mi cuerpo cuando hizo aquella pregunta - ¿Boda? - Solté una risita nerviosa y bastante traviesa - Aun no tenemos planes de boda, a penas estamos conociendo y solo me ha dado un anillo de promesa pero todo puede pasar cualquier cosa así que no te precipites - Sonreí guiñando uno de los ojos de manera cómplice - Ahorita estoy enfocada en otras cosas, por ejemplo, ver que Darcy vuelva con bien, que todos en la casa de la noche estén bien atendidos y aprender a hacer remedios. - Sonreí orgullosa, me sentía bastante útil, incluso una pieza importante del tablero de la revolución aunque no llegará a ser lo mínimo de relevante. Igual pensar de esa manera me quitaba la depresión que estaba formándose en el cuerpo, por extrañar a alguien, por extrañar mi seguridad, mi libertad, mi vida… Todo había cambiado, y necesitaba no perder mi esencia.