Escucha tu corazón {Loukas}

No faltaba día o noche en que no recordará aquella velada en la residencia Giorkas y sobretodo en esa tristeza reflejada en los ojos de Loukas disfrazada con una cálida y amplia sonrisa y con un dulce tono en su voz cuando se despedía de mi al dejarme a las puertas de mi hogar. Cada día lo pensaba más, el casual encuentro en la laguna, la velada de aquella noche sin comprender del todo porque, solo sabía que poco a poco ocupaba más mi pensamiento, siempre terminaba leyendo una y otra vez las líneas que me dedico en uno de los folios con las recetas. Recordaba que él nunca me pregunto si era una mujer libre o no, ni yo misma me atreví a decírselo aún cuando no preguntará, ¿Por qué? no lo se, pensaba contárselo la próxima vez que coincidiéramos. Y ahora.. ¿que le contaría ahora que de nuevo era una mujer libre? ¿seré capaz de hablarle de mi pasado? ...

Ahora solo sabía que necesitaba hablar con alguien, que mi corazón lo pedía a gritos, a pesar de haber sido mi decisión me resultaba difícil. Porque hablarlo con él, porque no podía confiar en nadie más sin que al final terminará juzgándome, señalándome. El era diferente a los demás a la “sociedad” eso me lo había demostrado. Quizás solo necesitaba la compañía de un amigo y no precisamente hablarle de todo esto. Tenia que aceptarlo necesitaba verlo de nuevo.

Tome un folio, un tintero y una pluma y comencé a escribir una nota. Doble el folio cuidadosamente, lo metí en un sobre lo selle rotulándolo enseguida. Había pensado en pasar a dejárselo yo misma a la comisaría pero no era correcto así que había terminado enviándoselo directamente a su hogar.

Como nunca me coloque uno de mis vestidos más hermosos, arregle mi cabello, mi rostro y por último rocíe un poco de perfume. Salí de casa con el tiempo suficiente para llegar al lugar de la cita. Entre con una amplia sonrisa, tome asiento frente a una mesa cerca del ventanal pero a la vez dentro del lugar guardaba cierta privacidad. Aún faltaba poco mas del cuarto de hora para que Loukas apareciera frente a mí. Ordene un té mientras intentaba que esos minutos no me parecieran eternos. Sumergí la cuchara dentro del té y comencé sin darme cuenta a menearla nerviosamente, así me mantuve meneando el liquido en la taza con la vista puesta hacía la entrada esperando impaciente cruzará por esa puerta….rendida volví la vista a la pequeña taza sobre la mesa dispuesta a beber de ella…cuando sentí su aroma muy cerca, demasiado cerca…de inmediato levante la vista mire hacia la puerta, hacia los lados y nada…no le mire….sabía que ya estaba ahí…¿pero, donde?

Salí como cada mañana con el sueño incrustado en mis pestañas, haciendo que mis párpados fuesen insostenibles y al final, mis pasos fueran guiados por mi olfato y mi tacto, pues las yemas de mis dedos recorrían las paredes por las que caminaba a tientas, buscando el pomo de la puerta principal. Cuando lo localicé, abrí la puerta y un sol resplandeciente iluminó mi figura taciturna, haciendo que mis ojos luchasen con fuerza para ser liberados de aquella ensoñación matinal. Caminé descalzo hacia el exterior de mi vivienda y miré el buzón de cartas, tomando un fajo de sobres de distintos tamaños, colores y aromas y, sin prestarles atención, entré de nuevo a mi residencia y dejé el montón de cartas sobre la mesa mientras me preparaba un café y un croissant como único desayuno. Me senté en la mesa y una a una fui leyendo la correspondencia: una factura de agua, una factura de luz, una carta de Corinne, no se qué impuesto, una denuncia por allanamiento de morada, publicidad de un nuevo café... Me detuve en seco. Un momento... ¿Una carta de Corinne? Mis dedos dejaron la taza y se movieron hacia el sobre, leyendo con ansiedad cada línea de aquella carta:

Loukas

Han pasado varias semanas desde que nos encontramos y siento como si fueran meses, años quizás, no me preguntes el porque por que no logro comprender el porque solo se que me gustaría volver a verte.

Si no te parece un atrevimiento de mi parte esta ocasión la invitación la hago yo…¿Qué te parece beber un té o un café en mi compañia?...este viernes, te estaré esperando en punto de las 6 de la tarde en esta dirección: Paseo de la Coliflor número 13.

Corinne Blanchard.


Esbocé una amplia sonrisa y di un brinco en la silla, poniéndome en pie y marcándome un baile griego, alzando las manos y moviendo mis pies al ritmo de una música imaginaria... hasta que la mesa se tambaleó y el café se derramó por el suelo, cayendo la taza y haciéndose mil añicos. No obstante, el resto del día seguí inmerso en una nube de alegría.


Aquél viernes, recuerdo que me quedé dormido hasta las cinco y media de la tarde, pues había pasado las dos anteriores noches en vela y en comisaría había tenido multitud de trabajo, sobretodo desde la desaparición de una familia de la alta nobleza francesa. Al despertar, refunfuñé todo cuanto mi lenguaje me permitió, corriendo de arriba abajo, vistiéndome dando brincos por el pasillo hasta que corrí hacia el café, rezando por primera vez para que ella no se marchara a pesar de mi tardanza. Llegué al local, pero antes de entrar, barrí la sala con la mirada, tropezándome con la presencia de Corinne, sentada en una mesa removiendo una taza. Sonreí ampliamente y decidí entrar, pero no por la puerta. Trepé por la fachada y aproveché que había una ventana entreabierta para colarme por ella, cayendo a los baños femeninos. Me disculpé con una dama robusta y de mal humor, y salí de allí, buscando con la mirada a la mujer de mis sueños. Caminé entonces sigilosamente y ella alzó el rostro, buscándome sin saber que me encontraba tras su espalda. Incliné mi rostro hacia su oído y susurré.

- Buh.

Impaciente, desesperada por tener a Loukas frente a mí no me di cuenta en que momento tome la taza, con el liquido aún caliente entre ambas manos apretándola con fuerza era como si entre más presión ejerciera sobre ella mayor se volvía mi deseo por volver a verlo El estaba ahí pero por la puerta no había pasado de eso estaba segura. Me disponía a girarme para mirar a mis espaldas, algo aturdida entre los murmullos de la gente y el ensimismamiento en el que me encontraba pensando solo en que sucedería cuando lo volviera a tener cerca de mí cuando escuche un susurro muy cerca de mi oído, era él!!!!!, el cual me espanto sacándome de ese estado en el que me encontraba.

- Ahhhh – pegue un pequeño grito, asustada salte de la silla, el té se derramo sobre mi pero nada me importo, ni haber gritado frente toda aquella gente, ni haber derramado el té y encontrarme ahora con el vestido mojado…¿que tanto era un poco de té sobre mi vestido?....nada, absolutamente nada cuando la recompensa era contar con la compañía de Loukas.

- Hola – atine a decirle bastante nerviosa después del susto - Creo que no es necesario decirte que me has asustado – comente intentando ahogar una carcajada al reaccionar sobre lo que acababa de suceder pero eso si, con una amplia sonrisa en mis labios. Estaba feliz y emocionada de que estuviera aquí, por un momento al percatarme de su tardanza había llegado a pensar que algo de mi le había molestado aquella noche y que nunca volvería a mirarlo. Me había equivocado, él estaba aquí conmigo, a mi lado.

- Me alegra que estés aquí – le dije con sinceridad intentando no sonar nerviosa, cosa que dudaba estar logrando. Era extraño pero sentía sumamente nerviosa.

La muchacha dio un brinco y a causa de ello, el líquido que momentos antes había estado saboreando en el interior de aquella taza, se derramó torpemente sobre el vestido de mi amada. Mis labios se fruncieron en forma de mueca y mientras ella me hablaba, yo extraía de uno de mis bolsillos un impoluto pañuelo planco con mis iniciales grabadas en él. Lo usé para intentar secar su ropa, aunque el té había salpicado también su escote y eso era un lugar un tanto morboso para limpiar en público, y más, cuando la mitad del Café tenía sus ojos clavados en nuestras llamativas figuras, después de tal escándalo. No quería incomodarla, así que le ofrecí el pañuelo para que ella misma limpiase el escote, aunque por supuesto, mi mirada a veces me traicionaba y se quedaba abstraída por los gestos de Corinne, repentinamente sensuales para mí.

- Siento haberte asustado, Corinne.- musité sobre su oído, con una sonrisa pícara y traviesa que cualquiera pensaría que mis palabras no eran sinceras... y probablemente, no se equivocaría.

De pronto, un camarero se acercó a nosotros con el ceño fruncido, preguntando a Corinne si mi presencia le molestaba, algo que me hizo soltar una sonora carcajada, inclinándome hacia él para pedirle un café solo, algo que pareció intimidarle, quizás porque esperaba una reacción distinta por mi parte. Me limité a contemplar cómo el chico se dirigía tras la barra y cuchicheaba con sus compañeros, señalándonos en ocasiones. Me senté entonces frente a Corinne y le hice un gesto para que me imitara, pues seguía en pie limpiándose la ropa y su piel salpicada.

- Tu carta me sorprendió y en cierto modo, me preocupó.- susurré, inclinándome hacia ella para que nadie más nos escuchara, siendo testigo de cómo la calma volvía a reinar en el local, ya olvidándose la gente de nosotros.- ¿Sucede algo?- le pedí, frunciendo la nariz y buscando sus manos por debajo de la mesa, tropezando con su rodilla y, aunque no fuese lo que buscara en un principio, acariciándola suavemente, dibujando sobre su piel círculos eternos.

Ni cuidado tuve en prestar atención para secarme al menos un poco. Estaba perdida la figura de Loukas frente a mi, en su peculiar y picara sonrisa iluminando su rostro a pesar de esos gestos extraños en su cara, seguro eran porque se avergonzaba al menos un poco por haberme asustado, pero él en cambio de inmediato saco un pañuelo y comenzó a secar o intentar secar un poco mi vestido. Me sonroje cuando mientras pasaba el pañuelo sobre la falda sentí su vista mirando fijamente sobre mi pecho, me ruborice aún más ante esa mirada intimidante y ante las miras puestas encima de nosotros. Disimuladamente baje mi mirada y fue hasta entonces que me entere que muy cerca de mi escote había restos del té deslizándose en finas líneas hasta dentro de mis ropas. El ya había bajado la mirada pero en ocasiones despistadamente levantaba la mirada de reojo. Tome el pañuelo de sus manos y timidamente comencé a secarme pasandolo con suavidad y cuidado sobre mi pecho intentando no mirar a Loukas, era vergonzoso y muy probablemente morbosa semejante acción pero no quedaba de otra tenía que hacerlo a pesar de las repentinas miradas penetrantes de mi acompañante – Gracias – le dije extendiendo el pañuelo para regresarselo.

- Tranquilo, no ha sido gran cosa – a quien quería engañar con semejante salto y semejante grito no me engañaba ni a mi misma pero lo que menos deseaba es que se sintiera culpable.

Entre abrí los labios para responder al camarero sin conseguirlo, Loukas se encargo sutilmente de hacerle saber que su compañía no me causaba molestia alguna después de tremenda carcajada, seguro las miradas de nuevo vendrían sobre nosotros. Hice caso a su invitación y tome asiento. Centre mi vista solo en él, ignorando si alguien aún se interesaba en observarnos. Me había quedado sin bebida y no escuche que Loukas ordenara algo para mí sonreí ante el momento tal vez intimidante que se venia tras mi pregunta - ¿has ordenado algo para mi? – pregunte observando la taza vacía sobre la mesa. No lo había hecho y no pude evitar soltar una risita al ver como se le desfiguro el rostro.

Fue grato escucharlo decir que recibir la carta le había sorprendido, mis labios instintivamente se curvaron en una amplia y placentera sonrisa – lamento mucho haberte preocupado – dije con inocencia en mi voz aunque eso era una verdad muy lejana, no lo lamentaba en lo absoluto. Los nervios que habían desaparecido con el susto al estar ya tranquila sentada frente a él reaparecían. Por un momento pensé en tomar la cuchara y juguetear un poco con ella, no lo hice solo baje los brazos y coloque mis manos sobre los muslos y comencé a juguetear con mis dedos sobre ellos. Note que él también había bajado sus brazos sin darle importancia mi vista estaba centrada en sus ojos en ese destello que el brillo de sus ojos transmitía. Mi rostro se torno serio, la mirada fija en sus ojos sin pestañear siquiera fue como si mi cuerpo se hubiese quedado inmóvil cuando sentí sus manos rozar mis rodillas y más aún cuando lejos de retirarlas comenzaba a acariciarlas indefinidamente. Mis manos ansiosas deseaban tomar las suyas, no lo hice deje que continuara con sus suaves caricias – N…n…no….no ha sucedido nada o si, o no…o es que….no se – respondí sumamente nerviosa sin saber ni que decía. No aparte sus manos, no le pedí dejará de hacer eso que hacía lo que si hice fue llevar mis antebrazos encima de la mesa cuando mire que el camarero llegaba a la mesa con el café que Loukas había ordenado – solo tenia ganas de verte – le confesé con timidez y aún muy nerviosa cuando el joven camarero se alejaba de nosotros - espero hayas aceptado estar aquí porque igual deseabas mirarme y no solo por saber si algo me sucedia...- ¿sucedia? si, eso ¿que me sucedia? estaba siendo demasiado atrevida pero ya lo había dicho así que ya nada podía hacer.

Torcí una sonrisa pícara cuando Corinne me recordó que no había pedido su bebida. ¡Claro que no! Había algo mejor que pedirle en aquella ocasión que un simple café o té. Aún así, debía fingir el descuido.

- ¡Vaya! Lo lamento, Corinne.- murmuré, agachando la mirada para disimular una sonrisa. - Oh, no, no... quiero decir... claro, que me preocupó tu carta... Pero no fue eso lo que me impulsó a venir.- dije entonces, con una mirada algo fría al recordar la última vez que nos habíamos visto.- Ya sabes lo que siento por tí... ¿cómo puedes pensar siquiera que no deseaba verte?

Chasqueé la lengua contra el paladar e hicé un gesto molesto, aunque realmente, no me había tomado tan mal su rechazo, sobretodo cuando me llegó su nota, algo que alumbró esperanza a mi corazón.

Cuando vino el camarero con mi café, lo dejó sobre la mesa y se retiró. Fue entonces cuando hice otro movimiento con mis manos al ponerlas sobre mi cabeza, fingiendo sorpresa.

- Voy a pedirte algo, princesa.- concluí con una sonrisa, rozando su mejilla con un efímero beso antes de ir hacia la barra con un semblante altivo, sin preguntarle a Corinne qué deseaba. No necesitaba saber eso.

Hice un gesto al mesero que nos atendía aquella tarde y éste se acercó a mí a regañadientes, pues en un primer momento pareció reticente a dirigirse a mi persona. Di la espalda a Corinne y metí mi mano al bolsillo, extrayendo un papel doblado y un fajo de billetes. El camarero quedó atónito, pero ver aquél papel verdoso le abrió los sentidos, mostrándose más abierto a un diálogo conmigo. Sonreí para mis adentros y tan brevemente como pude, le expliqué el plan. Él asintió y con una sonrisa de oreja a oreja, dijo algo a un compañero suyo y se marchó del local con su abrigo, corriendo a toda velocidad por aquella calle principal de París. Hice otro gesto a otro mesero y le pedí un té pero, que ésta vez, lo trajese justo cuando el otro muchacho llegase con el encargo. Él sabría qué hacer con eso.

Incliné mi cabeza hacia los camareros a modo de salutación cordial y volví mis pasos hacia la mesa donde me aguardaba mi querida Corinne, juntando mis manos y apoyando mi mentón sobre el hueco que éstas formaban al entrelazarse sus dedos.

- ¿Por dónde ibamos?- le pedí, fingiendo una inocencia casi perfecta.

Después de mi rechazo por él no hubiera sido nada extraño que él ni siquiera quisiera saber más de mí. Eso era lo más lógico. Esta tarde me demostraba que sus últimas palabras de aquella noche, a pesar del rechazo, eran verdad, él no se daría por vencido y esperaría a por mí el tiempo que fuera – quizá porque aquella velada no fue tan perfecta como esperabas – respondí con voz casi inaudible y sin pensarlo. Mi mente comenzó a repasar todo lo sucedido aquella noche sin perder lujo de detalle, como si en este preciso momento estuviera sucediendo. Tanto me concentre en los recuerdos que no escuche a Loukas lo que me decía, tal vez solo me observaba en silencio, no lo se, reaccione hasta que escuche que me llamo princesa y de pronto sentía sus labios sobre mi mejilla y se alejaba hasta la barra. Iría personalmente por algo de beber para mí, siempre tan caballeroso.

Cerré los ojos disfrutando el inocente y cálido beso, preguntándome si yo realmente sabia exactamente lo que Loukas sentía por mi y deseando que al abrirlos él ya se encontrará de nuevo conmigo. Nada, mis ojos se abrieron y Loukas aún continuaba en la barra. Para ordenar una simple bebida ya se había tardado demasiado. Al parecer hablaba con el camarero que nos atendía, quizás le reclamaba al pobre chico por haber insinuado que molestaba a una dama: No encontraba otra razón. El chico desapareció de mi vista y al poco Loukas volvía a la mesa con…con las manos vacías…pero y mi bebida?….no entendía nada ya que incluso había pasado mucho tiempo como para que ni un camarero la hubiera llevado ya a la mesa.

Lo mire intrigada ante esa carita de total inocencia aguardando por alguna explicación sobre su tardanza. Y nada simplemente paso del tema.

- Ya no lo recuerdo – respondí casi con la misma inocencia con la que él me formulo la pregunta. Como decirle que momentos antes disfrutaba de su atrevimiento y de las caricias de sus traviesas manos y que moría de ganas por entrelazar sus manos con las mias.

- Pensé que serias tú quien me buscaría de nuevo – confesé algo apenada – aunque claro, no te culpo de no haberlo echo antes que yo – comente aún más apenada – ¿sabes? te he echado de menos – baje la mirada por un instante estaba siendo demasiado atrevida – están tardando mucho con mi té creo que tendrás que compartirme de tu café – comente bromeando. Mis manos inquietas jugueteaban con la taza vacía mientras interiormente me seguía preguntando que había pasado entre el camarero desaparecido y Loukas y porque tardaban tanto con mi té.

Fruncí la nariz y agaché la mirada, desarmado ante sus palabras.

- No te busqué porque pensé que no querrías ser encontrada.- respondí entonces, con un tono de voz algo amargo, como alguien intentara tirar de un hilo en busca de algo que no quisiese que fuese descubierto. Quizás no deseaba que ella viera el tormento que padecí tras aquella noche, tras sus palabras, tras su rechazo. Probablemente no deseaba pensar en ello y mucho menos hablarlo. Aún así, estaba dispuesto a no rendirme y era justamente esa actitud la que me llevaba a desempeñar aquello que los camareros y yo teníamos entre manos. Sin miedo a nada. Ni siquiera a su desaparición. Aquella tarde me jugaría el cuello por ella, si fuese necesario.

- Lo lamento, Corinne, no te pedí un té.- murmuré entonces, simulando hacer un puchero infantil.

Ella pareció sorprenderse e incluso contenerse de preguntar algo. Aquello me hizo sonreír disimuladamente pero para mi suerte, cuando ella despegó sus hipnotizantes labios, yo la calle.

- Ah... ahí está lo que te pedí.- comenté con una amplia y satisfecha sonrisa cuando la puerta del local cedió y apareció aquél muchacho, con un guiño que me indicaba que todo había salido tal y como lo habíamos planeado. Le hice un gesto alzando mi pulgar y él asintió, hablando con sus compañeros para urdir aquella trama. Mientras, yo giré mi rostro hacia Corinne y continué como si nada, hablando de un tema tan dispar del que a penas recuerdo el contenido, pues estaba más pendiente de los meseros que de ella, para ser sinceros.

Al fin, el muchacho trajo consigo una enorme copa de cristal y en su contenido, varias capas de colores, con una guarnición de nata y una cereza en su cima, siempre acompañada de una pajita de color rojo, como dicha cereza. El camarero dejó la copa frente a Corinne y se retiró sin más, intentando contener una sonrisa de complicidad.

Hice un gesto a Corinne para que lo probara y, para disimular, centré mi atención en el café que tenía enfrente, sorbiendo de su líquido ya frío. Pero no me importaba.

- Es un Irlandés.- comenté.- Pruébalo, es una forma de disculparme por la torpeza que tuve al asustarte.

Vi, ante mi regodeo, cómo sus labios se cernían sobre la pajita y empezaba a sorber. A medida que eso sucedía, la nata iba bajando de volumen y una extraña figura circular aparecía junto a la cereza, destellando los ojos de Corinne con su brillo añil. Torcí una sonrisa y tomando la copa entre mis manos, extraje el anillo cubierto de nata para alzarme del asiento y arrodillarme frente a la mujer de mis sueños, tomando su mano entre la mía libre y ofreciéndole aquella pieza.

- Si me lo permites, prometo sorprenderte cada día de tu vida hasta que exhale mi último suspiro.- comenté entonces, con la voz más seria pero a la vez dulce que poseía, bajo las curiosas miradas y cuchicheos de los que estaban en aquél local, siendo testigos de una sincera declaración de amor.- Dígame, madmoiselle Blanchard, ¿acepta ser mi esposa?

Loukas no se equivocaba era verdad que prefería no ser encontrada. No podía y no debía ser encontrada. Tiempo después de aquella cena yo había tomado decisiones en mi vida, una de ellas había sido abandonar la Mansión Black, dando con ello una vez más un drástico giro a mi existencia. Cualquiera diría que disfrutaba con esos cambios sin embargo yo no podría decir lo mismo. Aún estando sola llegue a pensar que era mejor no volver a toparme con Monsieur Giorkas pues el interés que mostraba por mi, el cual no llegaba a comprender del todo me daba miedo, no estaba segura de lo que realmente sentía por mi. y creo que yo tampoco tenia del todo claro lo que realmente sentía por él, tal vez solo era temor de reconocerlo, no lo se. A la vez algo en el fondo de mi corazón me hacía desear volver a verlo pues si mal no recordaba el había aceptado mantener una amistad entre nosotros y era eso lo que me había orillado a citarlo esta tarde o al menos eso creía, que ese era el motivo. Creo que eso estaba por descubrirlo esta misma tarde –Quizás lleves razón, la verdad es que no se, no estoy segura además lo que ahora importa es que estamos aquí reunidos una vez más – comente restando importancia a los porqués del pasado como acababa de decirle eso ya no importaba ahora.

¿Qué? ¿estaba escuchando bien? ¿no había ordenado nada para mi? Pero si él claramente me dijo que pediría algo para mi, si no lo hizo entonces todo el tiempo que paso en la barra hablando con los camareros ¿que había hecho? fruncí el ceño incrédula de lo que acababa de escuchar sin comprender nada –pero si….- mi frase fue interrumpida. Algo extraño pasaba acababa de decirme que ahí estaba lo que ordeno para mi pero nadie traía nada. Note algo extraño en su actitud gire un poco mi rostro y observe de reojo que misteriosamente el chico desaparecido se encontraba ahí mirando justo hacía nuestra mesa -¿Loukas…que pasa? – Lou ignoro mi pregunta y continuo actuando como si nada pasara. Continuó charlando, a decir verdad mi atención no estaba del todo puesta en sus palabras sino en sus gestos y acciones ¿Cómo pudo ignorar mi pregunta? No daba crédito a ello.

Sin darme tiempo a preguntar de nuevo, el camarero llegaba y colocaba frente a mi una enorme copa, por cierto que bastante llamativo su contenido. Fije mi vista en Loukas quien disimulaba centrar su atención en su taza de café después de indicarme que probara de la copa –Un irlandés ehhh, vale, solo porque es para disculparte que si te soy sincera yo hubiera preferido un té –se me daba el ser sincera, tome la copa llevándola hasta mis labios y comencé a beber poco a poco sin apartar mi vista del caballero frente a mi. Hasta que un intenso brillo dentro de la copa entre la nata robo mi atención. Parecía una figura circular pero…. no , me negaba a que se tratará de algo semejante como…¿una sortija?!!. Mientras yo continuaba boquiabierta dudando si lo que ahí había era un anillo él rápido tomo la copa, saco el objeto. Con la misma rapidez que tomo la copa se levantaba de su asiento acercándose hasta mí con una mirada y una sonrisa misteriosa pero sincera, muy sincera, poniéndose de rodillas. Por Dios que era esto…no…no….esto no podía ser posible Una sonrisa bastante temblorosa ante mi evidente nerviosismo se asomo en mi rostro al tiempo que me tomaba la mano. Lo estaba haciendo, lo había hecho ….me acababa de pedir matrimonio!!!!!!

Me quede perpleja ante sus palabras sin poder articular palabra no se por cuanto tiempo y pasando miles de cosas por mi cabeza, temía tomar una decisión equivocada pero entre todo lo que por mi cabeza pasaba lo único que resaltaba era que no quería perderlo, dudaba en aceptarlo sentía que aún teníamos que conocernos mas pero de no aceptarlo en este momento, de rechazarlo una vez más él saldría por esa puerta derrotado y eso significaba no volver a saber de él. Lleve mi mano libre sobre su mejilla en completo silencio aún sin poder hablar por largo rato sosteniendo su mirada hasta que finalmente mi boca se entreabría – Loukas…yo – me detuve, de pronto sentir las miradas curiosas puestas en nosotros me intímidaban – quiero que me sorprendas cada día de mi vida hasta que exhalemos nuestro último aliento – el corazón parecía que se me salía del pecho ante las siguientes palabras que estaba por pronunciar - Monsieur Giorkas….acepto ser su esposa – mire el rostro de Loukas, iluminado, sonriente, feliz al aceptar su petición antes de bajar mi vista y observar como lentamente la sortija de compromiso se deslizaba sobre mi dedo.

Ahora lo comprendía todo, esto había sido planeado justo frente a mi. Loukas hacia gala de su romanticismo. Jamás me hubiera imaginado que hoy justo en este lugar y de esta manera él se iba a atrever pedirme ser su mujer. Poco a poco mi mente se había aclarado y no era solo la amistad lo que me había hecho buscarle y ahora…ahora era “su prometida”.

Estaba feliz, emocionada, impactada tanto que los nervios del momento me tenían aún atrapada sin saber que hacer o decir tal vez esperando me estrechara con fuerza entre sus brazos y me dejará escuchar su dulce voz susurrando a mi oído lo feliz que lo hacia.

Mis ojos se desorbitaron ante las palabras de Corinne, la mujer que ahora ya podía decir que era mi prometida. Tras ese estado de shock en el me encontraba, esbocé una amplísima sonrisa y mi mirada se llenó de ilusión y alegría, una felicidad que quise compartir con ella estrechándola entre mis brazos como si pudiese desaparecer con una simple brisa. Llevé mis manos a su cintura y la alcé varios palmos del suelo, dando vueltas sobre el mismo eje en el que me encontraba hasta soltarla, pero no de la mano que aprisioné mientras, de un brinco, subí a la mesa en la que todo había acontecido, dirigiéndome ahora al público expectante que nos miraba algo confusos.

- Madmoiselles, Monsieurs… es un orgullo para mí anunciarles que Corinne Blanchard, la mujer más bella y perfecta sobre la faz de la Tierra, ha accedido a compartir el resto de su vida con un humilde servidor de la justicia.- grité con grandes gestos, muy teatral pero no por ello exento de verdad en mis palabras.- Y quisiera aprovechar el momento para decirle… para decirte…- murmuré ahora, agachándome para mirar a Corinne a los ojos.- Que te amo con locura y prometo que…

Nunca llegué a terminar aquella frase, pues la puerta del local se abrió y los aplausos que entonces llenaban la taberna tras mi comunicado, quedaron silenciados de golpe. Alcé la vista y tropecé con Harold, un compañero de comisaría. Percibí cómo mi rostro empezaba a cambiar, abandonando aquél estado de extrema embriaguez de felicidad a una llena de preocupación. Sin vacilar, solté la mano de Corinne y me acerqué a él, quién jadeaba y me miraba con horror en los ojos. Algo grave estaba ocurriendo y me necesitaban. Fruncí los labios y miré a Corinne. ¿Y ahora qué? Había prometido velar por ella, por su felicidad, y eso implicaba su protección. Suspiré y asentí con la cabeza, llevando mi mano sobre el hombre del joven para hacerle saber que contaba conmigo. Y, como buen cobarde que era, salí de la taberna tras Harold, dejando atrás algo más que a una prometida desconcertada. Pero el deber me llamaba y eso, era siempre mi prioridad. ¿O no?




Off: Corii !! Siento la tardanza en responder... pero realmente estoy hasta arriba de trabajos y ahora empiezo los exámenes, por lo que estaré ausente un tiempo, por eso propongo de cerrar el tema aquí, si gustas! Cuídate durante mi ausencia ^^