Evadiéndome (Libre)

por **Andrew Lawrence** Miér Jun 23, 2010 7:02 am

-Otro más de lo mismo.-Pedí al camarero zarandeándo el vaso vacío que antes había contendo Brandy.
Ignoré las miradas de soslayo que me lanzaban las gentes desde las mesas y la barra. No, no era muy normal encontrarse a un hombre al servicio de Dios frecuentando estos lugares de mala muerte. Pero es que yo no era un sacerdote al uso.

Sólo necesitaba despejar la mente que tenía sobrecargada después de dos días trabajando sin cesar en dar caza a esos condenados vampiros. Sólo necesitaba evadirme de la horrible imagen de la niña de 10 años violada y ensangrentada tirada sobre la carreta donde vivía con su familia.
Sí, había dado caza al monstruo. Pero había llegado tarde para salvarlos a ellos. Lo único que les pude dar fue un entierro cristiano.
Apreté mi puño con fuerza contenida, evitándo dar un golpe sobre la mesa debido a la fustración e impotencia que aún sentía. Quería gritar y arremeter con todo chupasangre que se me encontrase por delante. Les cortaría la cabeza, los desmembraría y luego quemaría sus restos para que ardiesen en el condenado Infierno de donde no deberían haber salido. Pero, en lugar de ello, di un largo trago a mi vaso de Brandy.

por Invitado Jue Jun 24, 2010 2:55 pm

No había sido uno de mis mejores días. Se me hacía difícil empezar de cero en una nueva ciudad otra vez... además en Venecia había dejado ha demasiada gente atrás, ¿Pero qué podía hacer si esas personas a quienes consideraba amigos me habían traicionado? ¿Qué tiene que hacer una bruja para que pueda ser aceptada en este mundo de una vez por todas? Hasta el momento no había hecho ningún mal a nadie e incluso había hombres y mujeres normales que habían hecho más daño en esta vida injusta.

El caso es que aquel día no me sentía con el humor necesario como para regresar al castillo directamente y decidí pasarme primero por la taberna... total, a nadie del castillo le importaría que echara un trago antes de volver a casa.

El local estaba abarrotado de gente y casi estaba a punto de marcharme cuando encontré un sitio libre al lado de... ¿Era posible lo que estaba viendo? ¿Un miembro del clero en un lugar como ese? Movida por la curiosidad que acababa de despertarse en mi me acerqué tras pedir un whisky bien cargado y con un tono amable pregunté - ¿Está libre este sitio? - a pesar de mi rencor hacia las religiones por emprender las cazas de brujas, decidí comportarme de una manera cordial. Además, aquel hombre no me había hecho nada y no tenía la culpa de que ya hubiera sido perseguida en dos ocasiones. De todas maneras, tampoco estaba dispuesta a revelar mi secreto...

por **Andrew Lawrence** Lun Jun 28, 2010 6:11 am

La cabeza ya comenzaba a embotarse debido a la acción del Brandy, pero no me importaba. Mientras siguiera lúcido, bebería hasta que ya no distinguiera ni el suelo que pisaba.
Seguía perdido en mis pensamientos turbios cuando escuché una voz que parecía dirigirse a mí.
Se trataba de una jóven con el pelo castaño oscuro, largo y ondulado. Miré el asiento de al lado, el que ella preguntaba si estaba libre, y a continuación, asentí con la cabeza:
-La silla no es mía, no necesita pedir permiso para sentarse, señorita.-Fue mi respuesta un tanto gorsera, no era que tuviese nada en contra de la muchacha pero demasiados años de soledad viajando de país en país en busca de demonios a los que matar me había hecho más reservado, huraño y poco hablador. Aunque lo cierto era que hoy necesitaba hablar con alguien, aunque sólo fuesen de cosas vanales sin importancia. Para olvidar la horrible imagen de la niña. Sus ojos aún estaban abiertos, aunque sin vida, cuando la encontré en la carreta.
Durante todos mis años como cazador al servicio del Vaticano, había aprendido a hacerme prácticamente insensible a aquellas masacres, pero esa imagen me había perturbado como ninguna otra lo había hecho en mucho tiempo. Y sabía que me perseguiría en sueños durante largo tiempo.

*Off: Siento la tardanza, pero he estado fuera unos días :S

por Invitado Jue Jul 01, 2010 2:22 pm

Me senté sin decir nada más. Parecía un poco antipático al principio, pero posiblemente el alcohol tuviera parte de la culpa, o al menos eso fue lo que pensé. Le di un par de tragos al vaso antes de comenzar una conversación, haciendo un breve silencio que me resultó un poco incómodo.
- Soy Anaís - opté por presentarme primero, me pareció la mejor forma para empezar a hablar - perdone si soy un poco maleducada, pero es que no he podido evitar preguntarme una cosa... ¿Qué hace un hombre como usted en un sitio como este? - continué hablando, con una tímida sonrisa y mostrando toda mi curiosidad - Bueno, no tiene que responder si no quiere, es simplemente... curiosidad. No suelo venir a esta clase de lugares muy a menudo, pero las pocas veces que he venido lo único que he visto es a hombres borrachos, marginados y que lo único que buscan es armar jaleo... y usted no parece que tenga ese perfil - me encogí de hombros y le di otro trago al whisky esperando a escuchar su reacción ante mi pregunta y su respuesta.

OFF: No pasa nada, yo también he estado unos días fuera =)

por **Andrew Lawrence** Vie Jul 02, 2010 1:48 pm

La joven tomó asiento y se presentó como Anaís. Y a juzgar por las preguntas que planteó se le notaba una muchacha curiosa. Quería saber qué hacía un sacerdote en aquel lugar. Seguramente eso mismo se estarían preguntando el resto de personas que me lanzaban miradas indiscretas desde sus respectivos lugares.
-Vaya, Anaís. Ciertamente es usted una mujer curiosa.-Esta vez traté de sonreír. La curiosidad era una de las facetas humanas que más me gustaban.-Me llamo Andrew Lawrence y estoy aquí para olvidar, con ayuda del alcohol...-Levanté el vaso-Como imagino que será el caso de muchos por aquí.

La imagen de la taberna no era muy diferente de la de cualquier otra. Pero éstas siempres estaban a rebosar de gente torturada por la vida que acudían a estos antros al final de su jornada para ignorar los problemas que asolaban sus tristes vidas; explotación, marginación, hambre, injusticia...Mientras que los ricos se atiborraban sus gordonchas tripas.
Me gustaba pensar que la Iglesia trataba de hacer algo...Pero lo cierto es que esta institución necesitaba un gran cambio...Aunque yo era demasiado cobarde como para dar el primer paso, así que, simplemente, acataba las órdenes que me venían desde el Vaticano.

-Sí. Últimamente el mundo anda como loco. Parece que está dejado de la mano de Dios.-E infectado de criaturas infernales como lo eran los vampiros y licántropos...Odiaba a los vampiros porque eran demonios. Pero, ¿y los licántropos? ¿Acaso ellos no eran también humanos, en parte? La Iglesia no parecía entenderlo...Y de nuevo yo era demasiado cobarde como para cuestionar las órdenes del Santo Padre.-Sólo espero que Dios reaccione pronto, o estallará una revolución.-Dibujé una media sonrisa.

por Invitado Sáb Jul 03, 2010 5:46 pm

- No le falta razón, pues yo misma me encuentro en este lugar por la misma causa - confesé, un poco avergonzada por haber llegado hasta tal extremo. Pero qué le iba a hacer si sabía perfectamente que empezar una nueva vida no era nada fácil, no era la primera vez que me tocaba hacerlo y seguramente tampoco sería la última. Eso me entristecía. En París me estaba costando poco conocer a nuevas personas y hacer amigos. Además, había encontrado trabajo en el castillo de una mujer que nunca revelaría mi secreto porque, aunque ella era de otra naturaleza, estábamos en igualdad de condiciones. Ambas teníamos que esconder nuestro pequeño secreto del resto de la sociedad porque de lo contrario seríamos injustamente castigadas. No niego que hay brujos y vampiros que se dedican a sembrar el terror y a hacer las cosas por las malas, ¿Pero qué pasa de los brujos y vampiros que no hacemos ningún mal intencionadamente? Vale, los vampiros se dedican a beber la sangre de los mortales y los matan... pero ¿A caso los animales salvajes no matan también a los humanos? No es por quitarles culpa, pero aunque la mayoría no se preocupan en la selección de sus víctimas, sí que había quienes procuraban que sus víctimas fueran moribundos y vagabundos que casi suplicaban por la muerte... pero de esos hay muy pocos, todo hay que decirlo. Por suerte yo conocía a un par de ellos de esos... aunque lo que realmente me preocupaba a mi era la situación de los brujos.

- No se preocupe, dicen que después de una mala racha siempre viene una buena. Además, usted parece un buen hombre, seguro que Dios le ayuda - contesté, respondiendo a su vez con una sonrisa a la suya - ¿Puedo preguntar qué es lo que le ha arrastrado hasta aquí exactamente?

por **Andrew Lawrence** Miér Jul 07, 2010 5:15 am

Miré a la muchacha. No aparentaba ser de aquellos tipos de personas atormentadas, a decir verdad, tenía un gesto muy afable en su mirada...Pero claro que las apariencias engañan. Eso lo sabía yo muy bien. Y no ponía en duda que Anaís también tuviera problemas.
-Bueno, entonces permítame que la invite a algo. ¿Qué bebida prefiere?

No pude por más que sonreír de nuevo pero tristemente a las palabras de Anaís. Sí...Una racha buena. Eso era lo que necesitaba, pero hacía tanto tiempo que ésta no llegaba que ya dejé de ilusionarme con ella. Una racha buena sería el momento en el que todos los vampiros dejasen de existir. Pero eran tantos...Esas ratas parecían aumentar en número por momentos.
¿Dios? Él hacía tiempo que me había abandonado. O eso era lo que sentía. Sentía también como mi fe se iba esfumando poco a poco...¿Por qué Dios no hizo nada para salvar a aquella niña? ¿Por qué depositó toda su confianza en un simple sacerdote como yo? Cerré los ojos momentáneamente y me masajeé las sienes. Estaba cansado y bajo los efectos del alcohol y por eso pensaba de esa manera...Mañana tendría que acudir a confesarme.

-¿De verdad quieres saber el motivo?-La miré directamente a los ojos.-Te advierto que no es cosa divertida.-Hice una pausa y luego proseguí.- Bueno, hoy he visto una de las cosas más atroces que el ser humano puede soportar. Una niña. Asesinada de una forma cruel.
Había suavizado la situación y omitido algunas cosas desagradables. Como la posición obscena en la que se encontraba la muchacha muerta. Los miembros esparcidos por toda la carreta. El vestido blanco, símbolo de pureza, manchado de sangre...Y en la pared; una cruz al revés.

por Invitado Miér Sep 01, 2010 10:05 am

- Esta bien - contesté esbozando una pequeña sonrisa al escuchar la proposición de invitarme a tomar algo. Además, lo cierto es que necesitaba beber un poco más - En tal caso, que sea un whisky - añadí tras meditarlo un par de segundos.

Mientras acudía a por las consumiciones, me quedé un poco pensativa e intrigada por saber el motivo por el que se encontraba aquel hombre en este lugar. Tenía que haberle pasado algo lo bastantemente duro como para haber llegado hasta este extremo. Aunque a decir verdad, tampoco entendía muy bien qué estaba haciendo yo allí. Seguramente no hubiera tardado más de dos minutos en salir de la taberna si no hubiese encontrado a alguien con quien hablar con más de dos dedos de frente. Y es que si volvía la cabeza y echaba un vistazo al resto de personas que deambulaban por el establecimiento, no había nadie que pareciese que estuviera sobrio y mucho menos que estuviese diciendo algo sensato.

Asentí lentamente con la cabeza al escuchar la pregunta a pesar de afirmar que era en absoluto agradable. Aún así, logró impresionarme lo suficiente como para quedarme boquiabierta. ¡Cómo puede haber alguien capaz de arrebatarle la vida a un niña! Me parecía incluso peor que la quema de brujas, mucho peor. Una pobre niña inocente, ¿Qué mal le puede hacer a nadie? Un escalofrío recorrío bruscamente mi cuerpo con tan solo imaginármelo. Además, no solo era el simple hecho de haber asesinado a quien podría haber tenido una larga vida por delante, sino haber destrozado una familia entera. Tardé unos instantes en reaccionar y recuperar el habla - Vaya... me deja sorpendida. Es difícil imaginarse que exista alguien sobre la tierra que sea lo suficientemente cruel como para cometer semejante crimen - dije con el ceño fruncido - porque no creo que la pobre le hubiera podido hacer algo tan fuerte como para merecerse el castigo de la muerte - hice un breve pausa - ¿Pudo ver al autor del asesinato?

por **Andrew Lawrence** Vie Sep 03, 2010 4:40 pm

Hice un gesto con los dedos para que el tabernero se acercase a la barra.
-Un Whiskey para la señorita.-Pedí, casi con un talante autoritario. El tabernero no dijo nada y se marchó, servidor a por el whiskey. Poco después regresó y posó el vaso frente a Anaís.

En el rostro de la joven se dibujó el miedo, la sorpresa, después el terror y finalmente la repulsión y aversión. Sentimientos que yo mismo había experimentado hacia pocos días, al ver la escena que se postraba ante mí.
¿El autor del asesinato? Apreté el vaso de Brandy que aún llevaba en mi mano con tal fuerza que se resquebrajó levemente. No hacía falta. Sabía perfectamente qué clase de personas harían algo así. No. Personas no. "Bestias, engendros...Vampiros" pensé para mí.

Después de todos los esfuerzos, caminatas y entrenamientos diarios para dar caza a ése vampiro, no sirvió de nada. Nada. Todo fue inútil. Porque finalmente, una vida fue arrebatada. Y no pude hacer nada para impedirlo. "Impotencia" eso fue lo que sentí. Aún permanecía latente en mí, nadando dentro de mi ser. Y yo trataba de ahogarla con un puñetero Brandy.
-No, no ví al autor...Pero no me hizo falta deducir mucho para saber qué clase de "persona" la había matado. LLegué tarde al carromato y una niña lo pagó con su vida.-Di otro trago.-Esos monstruos no necesitan motivos para matar a nadie. Lo hacen y ya. Son despreciables.-Casi escupí las últimas palabras.

Se hizo un breve silencio. Tiempo que tomé para tratar de no pensar ya más en la pavorosa y repulsiva imagen que tenía en mi cabeza. Pero, poco a poco, el alcohol empezaba a realizar su tarea. Nublándome la cruenta escena.
-¿Y qué hay de usted?.-Pregunté, después de todo, yo era más de escuchar que de hablar.-¿Viene tan sólo en busca de diversión o también pretende sumir sus penas en alcohol?-Dije, blandiendo mi vaso vacío.

por Invitado Lun Sep 06, 2010 6:38 pm

Sin saber por qué, creí saber qué clase de ser había cometido el asesinato. Seguramente la palabra "monstruo" me dio la respuesta... un vampiro. La mayoría de los vampiros que conocía no mataban a pobres niños inocentes... aunque eso no quería decir que no cometieran asesinato, pero se aprovechaban de vagabundos, moribundos y algún que otro explorador extraviado por los lugares más solitarios de la ciudad tales como el lago, el bosque o el cementerio. Sin embargo, cuando tenían demasiada sed apenas les importaba la situación de sus víctimas. Simplemente se precipitaban a por la primera presa que se les pusiera delante y la dejaban seca. Aún así, no creía que aquellos con quienes compartía hogar fueran capaces de acabar con la vida de una persona que tenía toda la vida por delante. Y es que, a pesar de que no me gustaba demasiado que fueran bebiendo la sangre de la gente, no podía negar que la mayoría de mis amigos fueran vampiros. De hecho, mi mejor amiga, aquella que me había dado cobijo a cambio de servirla, aquella que me había dado protección y con la que había hecho el pacto de que ninguna de las dos revelaría la naturaleza de la otra, era un vampiro.

-No se martirice por eso - dije con fin de tranquilizarle, ya que hablar del tema parecía ponerle un poco tenso - usted no tuvo la culpa de no llegar a tiempo y salvarle la vida a aquella niña. Sus intenciones eran las mejores y, aunque no sirvieron para evitar el asesinato, al menos lo intentó.

Respiré hondo al escuchar su pregunta... ¿Por qué estaba en la taberna? Si le decía toda la verdad, tendría que contarle que era una bruja y, aunque no me avergonzaba en absoluto de serlo y odiaba esconderlo, era consciente de que no debía hacerlo. Precisamente la razón de que estuviera en ese momento donde estaba se debía a haber desvelado mi secreto y haber tenido que huir de la ciudad para no ser ejecutada y quemada en la hoguera como había pasado con el resto de mi familia. Tendría que disfrazar un poco la verdad... - Ójala fuera por diversión, pero me temo que vengo también para ahogar mis penas - hice una breve pausa antes de continuar, propinándole un buen trago al vaso - Antes de llegar a París estuve viviendo una temporada en Venecia tras el asesinato de toda mi familia. Intentaba rehacer mi vida lejos de Córcega, mi ciudad natal, y conocía a unos viejos amigos allí. Sin embargo, cuando todo parecía que iba a mejor, aquella a quien creía mi mejor amiga me traicionó acusándome de un delito que había cometido ella. Por eso tuve que huír y ahora estoy aquí y, aunque cuento con la protección de una condesa, he perdido la esperanza de poder rehacer mi vida - suspiré al terminar mi relato. Quizás aquella mujer no me había acusado por un delito que no había cometido, pero sí que desveló mi mayor secreto, mi naturaleza como bruja, e igualmente se trataba de traición.

por **Andrew Lawrence** Dom Sep 12, 2010 8:30 am

-Agradezco sus palabras de consuelo. Pero era mi deber salvar a aquella inocente.-Quizá había sonado demasiado radical. Deber era una palabra tan potente, tan intensa para mí. Mis votos me exigían cuidar de los feligreses. Salvar a cuantos más mejor, paliar la masa de de chupópteros que no paraba de crecer.
Suspiré, cansando. La cabeza me dolía. No sabía si era efecto del alcohol o debido a la presión a la que últimamente me encontraba sometido.

Había interrogado a suficientes personas a lo largo de mis cazas; mentirosos casi todos ellos. Por tanto, podía saber cuándo una persona mentía y cuando no. O cuando contaba sólo parcialmente lo que les convenía. Anaís no estaba siendo totalmente sincera conmigo. Pero claro que yo no iba a reprochárselo, ni tampoco a tratar de sonsacarle la verdad. Yo mismo era mi celoso de mi intimidad y por ello no quería andar curioseando en las vidas de otros, a no ser que mi trabajo me lo exigiese.
Decidí aceptar la historia de Anaís. Pero mi intuición me decía que Anaís era más de lo que decía. Y mis instintos rara vez me engañaban, y más valía que no fuera así porque, en diversas ocasiones, mi vida depende de ellos.
¿Una Inmortal, quizá? Descartado completamente. No tenía el aspecto pálido y mortecino de los vampiros. ¿Un licántropo? Quizá, eso no lo descartaba del todo. ¿Una cambiaformas? Aquellos seres extraños de los cuales la Iglesia sabía tan poco, pero que estaba empezando a investigar.

"¿Por qué no puedes dejar de pensar cómo un cazador?" me reproché a mí mismo. Ahora mismo, tan sólo éramos dos personas compartiendo sus penas-parcialmente-en la barra de una mohosa taberna que apestaba a orina.
-Vaya, triste historia. La pérdida de la familia y la traición de un amigo son dos golpes duros de superar. Conozco por experiencia el sentimiento de decepción que transmite la traición.-Dije suspirando, recordando a aquella mujer que conocí en uno de mis viajes a Suecia. Aquella que pensaba que me ayudaría desinteresadamente, pero que en realidad, estaba ayudándose a ella misma. "Qué ingenuo fui".-Bien, brindemos por los traicionados, entonces.-Alcé mi vaso, lleno de nuevo, y lo choqué con el de la joven.

por Invitado Miér Sep 15, 2010 5:06 pm

Hice el amago de insistir en que la culpa no era suya aún así, pero no dije nada y preferí dejar pasar el tema, pues lo mejor que podíamos hacer era olvidar las penas, o al menos eso era lo que pretendíamos en aquel antro. El destino no era algo que estuviese en nuestras manos, o al menos eso era lo que yo creía. A mi parecer, cada persona estaba predestinada a morir en un determinado momento y nada ni nadie podía hacer nada para evitarlo. Sí, podría verlo y predecirlo, pero no cambiarlo a no ser que pactaras con algún ser diabólico cuyas consecuencias serían seguramente peores que el hecho de tener que afrontar la propia muerte. Había oído de algún caso de estos en mi ciudad natal, pero no sabía hasta que punto era cierto la historia que circulaba, casi parecía una leyenda urbana o un cuento para no dormir. Se contaba que aquel hombre había perdido a su mujer y había hecho un pacto con el mismísimo Diablo para recuperarla a cambio de su alma. Sin embargo, cuando la mujer se presento delante del resto de habitantes, los acusaron de brujería y acabaron calcinados en la hoguera. En fin, si tal leyenda era cierta, ni siquiera había servido de nada el pacto para evitar el destino fatídico de la mujer que había terminado arrastrando a la tumba a su marido.

-Brindemos entonces - Alcé mi vaso medio lleno para brindar con él y terminar el resto del contenido de un trago a continuación - Es mejor tomarse las cosas con filosofía que lamentarse por ello toda la vida, así solo se consigue amargarse el presente con los conflictos del pasado - aunque no me daba cuenta, los efectos del alcohol comenzaban a dar señales de vida. La pena con la que había entrado a la taberna casi se había desvanecido por completo y, por el contrario, veía las cosas de una manera más optimista - ¿Le apetece tomar otra copa? ¿O quizás prefiera dar un paseo por las calles? - propuse un poco más animada.

OFF: perdona si estos días tardo un poco más en contestar, es que acabo de empezar la universidad y ando un poco liada :S

por **Andrew Lawrence** Vie Sep 17, 2010 4:05 am

Di otro sorbo al vaso de brandy, jurando que sería el último. Mi primera reacción fue denegar la oferta de Anaís; no era muy dado a pasear con desconocidos, quizá fuese por mi naturaleza desconfiada. Pero, tras meditarlo unos instantes, pensé en que no estaría mal despejar la mente. Después de todo, llevaba en aquella condenada taberna más tiempo de lo que podía recordar. Además, me haría bien dejar de beber por unas horas. Y, a juzgar por los colores que empezaban a aparecer en las mejillas de Anaís, a ella también le sería beneficioso.
-Creo que aceptaré ese paseo, señorita Jacotey.-Me levanté de mi silla, sacando del saquito de cuero las monedas para pagar las bebidas.-Invito yo, si no le molesta.-Dije, tendiéndole al tabernero lo que le debía.

No pude evitar escuchar y percibir los susurros y las miradas extrañas que nos lanzaron algunos comensales mientras salíamos de la taberna. Y yo sabía lo que probablemente, estarían murmurando. Rechiné los dientes; Odiaba que dudasen de mi voto de castidad...Quizá porque una vez, estuve muy cerca de quebrantarlo. Pero me dije que, esta vez, no me dejaría arrebatar por la rabia y salí de allí.

Cuando estuvimos fuera, noté un fuerte golpe de aire fresco en el rostro; justo lo que necesitaba para desembotar mi cabeza.
-¿Quiere que le acompañe a casa? Así podremos ese paseo mientras tanto.-No era usual en mí caminar acompañado por las calles parisinas, y mucho menos dando un tranquilo promenade. Siempre que salía a los callejones, era para cazar vampiros, a toda carrera para evitar que se me escapasen. Era extraño para mí caminar despreocupado. Es por ello que, a estas horas de la noche, mis sentidos estaban completamente en tensión (todo lo que podían a causa del alcohol) a la espera de que pasase algo malo. Siempre ocurre algo malo.

OFF: No te preocupes, yo también estoy empezando la universidad y también tardo en contestar xD

por Invitado Miér Sep 22, 2010 10:12 am

Me levanté a la par que Andrew de la mesa y cuando dijo que invitaba él, quise decir que no tenía por qué hacerlo, pero sin embargo no me opuse, no tenía ganas de discutir por ello y menos en ese momento que parecía que había conseguido alejar las penas de una vez de mi mente y volvía de nuevo el optimismo. ¿Cuánto iba a durarme? No lo sabía y, aunque no fuera durante mucho tiempo, iba a aprovecharme de la situación para olvidarme al menos durante unas horas de todas mis penas y males.
-Está bien - contesté finalmente a su proposición - pero si volvemos a encontrarnos en este mismo antro o en cualquier lugar más agradable, seré yo quien le invite - añadí con una pequeña sonrisa mientras él pagaba la cuenta.

Mientras caminábamos en dirección a la puerta para salir de la taberna, observé cierta ira en el rostro de Andrew. En un principio pensé que eran imaginaciones mías, aunque pronto me di cuenta de la razón. Al parecer, la mayoría de los allí presentes que aún podían mantenerse erguidos nos miraban y hablaban entre ellos como si tuvieran un buen chisme que contarse. Estaba claro que hablaban sobre nosotros, pues no era muy común ver a un siervo del Señor acompañado por una mujer y menos a esas horas de la noche. Opté por acelerar un poco el paso para salir lo más pronto posible del local, odiaba las situaciones tan incómodas.

-Me parece bien. Además, el castillo de mi señora se encuentra un poco lejos, seguro que podemos dar un agradable paseo hasta allí - respiré hondo disfrutando del aire fresco del que carecía la taberna donde hacía apenas unos minutos me encontraba. Había oído hablar mucho del peligro de las calles de París por la noche y siempre me habían aconsejado ir acompañada. A pesar de que no tenía ni el más mínimo miedo de no hacer caso a ese sabio consejo porque sabía perfectamente a qué podía enfrentarme, me sentí protegida yendo acompañada por alguien. Me giré levemente para mirarle de nuevo a la cara y noté cierta tensión en él. ¿Sería por los de la taberna? - Relájese y disfrute del paseo - comencé a decir - No le de importancia a las malas lenguas. Esos tipos no recordaran ni quienes son al amanecer.

por **Andrew Lawrence** Lun Sep 27, 2010 5:02 am

"Las calles de París a esas horas de la noche son una de las cosas más bellas y a la vez peligrosas que puedes experimentar en esta ciudad". Me dijo alguien una vez. Yo, sin embargo, nunca le había visto lo bello. Pero si bien sabía lo peligroso que se escondía en las callejuelas de París. Era por ese motivo por lo que aun estando "fuera de servicio", aun cuando no tenía la más mínima gana de pelear con nadie, me veía obligado a no bajar la guardia. "Nunca bajes la guardia o eres hombre muerto" Las palabras de Carlo me resonaban en la cabeza. Yo seguí su sabio consejo al pie de la letra...Y quizá era por ello por lo que seguía vivo.

-No son los tipejos de la taberna lo que me preocupa...-Dije, sin añadir nada más.
Continuamos nuestra caminata. Atravesamos un callejón y llegamos a otra de las calles más transitadas de París. Incluso a esas horas de la noche, aun había gente bebiendo en las tabernas y cafés, parejas paseando, borrachos camino de sus casas...Y entre ellos, siempre, los inmortales acechando.

-¿Dónde queda su castillo, Anaís?-Inquirí, desviando mis pensamientos hacia otro tema que no fuera la caza y los vampiros. Pero alerta, siempre alerta.-Debe estar de acuerdo conmigo en que es un lugar un tanto...Singular para vivir.-Dije, esbozando una sonrisa ladeada. Lo cierto es que nadie que hubiese conocido antes tenía el ¿privilegio? de vivir en un castillo y aquello me despertaba curiosidad. Sin duda, Anaís debía de ser una persona un tanto excéntrica para vivir en una fortaleza medieval y, sin duda, con dinero o con renombre.

por Invitado Dom Oct 10, 2010 6:01 pm

No dije ningún comentario más sobre los tipos del bar, simplemente me encogí de hombros y continué caminando acompañada por Andrew. Alcé la mirada al cielo... había luna llena la cual resplandecía en el cielo quitando protagonismo a las estrellas. Lo bueno de la oscuridad que reinaba en las calles parisinas a esas horas era que desde cualquier punto de la ciudad podía verse el cielo estrellado. Más de una noche, cuando me quedaba sola en el castillo, salía al jardín y me tumbaba en el suelo para mirar al cielo y observar las estrella. De niña mis padres solían decirme que cada estrella representaba el alma de un brujo que había perdido la vida ejecutado por una injusticia. La magia de éstos se transformaba en el brillo característico de las estrellas. Yo no sabía si esta leyenda era cierta, pero siempre había tenido la esperanza de ver a mi familia luciendo en el cielo.

-El castillo está por las afueras de la ciudad. Si no me equivoco... siguiendo todo recto esta calle se llega. Aunque la calle es larga, es el camino más corto y directo - contesté señalando con el dedo la dirección que había que seguir. Al escuchar su comentario sonreí para disimular el nerviosismo que me produjo oirlo. Si le decía que la condesa vivía en un castillo porque nació allá por el siglo XV cuando lo más normal del mundo era que las clases priviligiadas vivieran en grandes fortalezas... posiblemente me tomara por loca y, quien sabe, igual tenía que salir huyendo de nuevo de la ciudad - Bueno, no lo niego. La señora para la que trabajo tiene un gran gusto por lo medieval, además de que si mal no recuerdo, el castillo es una herencia de sus antepasados. Pero he de decir que aunque por fuera paredcaigüedad, por dentro esta decorado como las mansiones más modernas - hice una breve pausa - Y usted...¿va a volver solo hasta su casa? - a pesar de que fuera un hombre de complexión fuerte, no tenía nada que hacer si se encontraba con un vampiro y le atacaba por la esplada. La zona en la que estaba situada el castillo estaba plagada de vampiros y, si ahora yo estaba viva es porque todos sabían que era bruja y servía para la condesa Owen.

por **Andrew Lawrence** Miér Oct 13, 2010 5:36 am

Seguí con la mirada las indicaciones de Anaís. Ya podía divisar en la distancia el castillo, pero aun nos quedaba un trecho por recorrer. Sin embargo, sí pude reconocer el castillo. En el informe previo que me enviaban desde Italia, aparecían todos los vampiros sobre los que se tenían conocimiento que habitaban en París. Y sus residencias, si es que se tenía la suerte de disponer también de tal información.

La condesa Owen era una de las que figuraban en la lista. Y su residencia. Era una de las vampiresas más antiguas afincadas en París. Además, contaba con diversos contactos interesantes.
-¿El castillo de la condesa Owen?-Pregunté, fingiendo estar dudoso. Sabía a la perfección que era así. Pero no quería despertar más alarmas en la mujer. Además, tampoco era tan extraño que alguien supiera que allí vivía una condesa. La mitad de París lo sabía. De lo que nadie-o casi nadie-podía sospechar es qué era realmente aquella condesa.

No me daba miedo regresar solo a la catedral. Después de todo, no sería la primera vez. Iba lo suficientemente protegido. Aunque no estuviera de caza, nunca salía a la calle de noche sin algún tipo de arma. Fue la primera lección que me dio Carlo y la primera que aprendí por propia experiencia.
-Sí, regresaré solo.-Hice una pausa, quizá algo más larga de lo usualmente cortés. Luego continué.-No tiene por qué...-Paré de hablar al instante. Alguien más estaba detrás nuestro. Tan sigiloso que apenas me había dado cuenta. Pero su sombra moviénse entre los tejados de la callejuela me había avisado de su presencia. ¿Un vampiro? ¿Un ladronzuelo? ¿Un hombre lobo?

-Quédese quieta.-Le pedí a la mujer, en un tono que casi parecía una orden. Alcé la mirada hacia las tejas, pero no había nada. "Claro, nunca hay nada cuando estás mirando" pensé con un deje de macabra ironía.
-Hay que darse prisa y llegar cuanto antes.-Dije, apartando cuidadosamente la vista. Continué caminando a paso ligero, lanzando furtivas miradas a los tejados por si veía de nuevo algo extraño.

por Contenido patrocinado

Evadiéndome (Libre)

Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)

Re: Evadiéndome (Libre)