Que prepara el destino esta noche [+18] (Libre)

por Invitado Mar Oct 04, 2011 2:20 pm

Recuerdo del primer mensaje :

No recuerdo la última vez que disfrute de los encantos de una mujer. Que me deje hundir en la lujuria de su piel y permití que mi cuerpo se contaminara con el suyo. Olvide cualquier aroma parecido al del sudor de una compañera envuelta en sabanas a mi lado, en una cama adornada y relajante, donde podía dormir plácidamente.
Llevo tanto tiempo cazando cazadores, buscando darles su merecido, que me he olvidado de vivir. De los placeres de escuchar el gemido de una chica en mi oído, y aquel sabor de los labios húmedos de una afrodita envuelta en nada más que en aire.
¿Soy acaso un monstruo sin corazón? No lo dudo, ya hace años que me dedico a esto, a matar sin piedad al que yo creo que debe de morir. Es así como piensan los monstruos ¿No?
Y hoy soy uno que quiere recordar un poco del aroma a sudor del cuerpo ajeno, de esos cuerpo hechos para amarse, aunque sea con falsedad, con tal de ocultar los pesares.

Entro suavemente al burdel, lleno de gente, platicas y ruido. Los cristales de las copas suenan, los tacones de las señoritas azotan el suelo de madera y el de los hombres, borrachos, golpean con fuerza cuando se llevan a su próximo premio a alguna habitación de arriba. Donde ahí disfrutaran de su estadía, dejando su alma atrás, sólo por una noche de alimento carnal.
Mientras camino, me impregnan los olores a alcohol y perfumes, algunos caros, otros son baratijas que se pueden comprar en el peor de los mercados. Como si estuviera viendo un menú, muevo los ojos de un laod a otro, buscando a alguna chica que me satisfaga hoy. No es fácil encontrar algo que me llame la atención, cuando el lugar es completamente desconocido para mi.
Acomodo mi saco negro, abriéndolo y permitiéndome meter las manos en los bolsillos del pantalon del mismo color, mientras camino a la barra.

-Tequila-le digo al que atiende-y no pares de traerlo hasta que me retire.

El hombre de seguro pensara que no tengo dinero, después de todo, no visto como un hombre de clase alta, los que frecuentan gastar su dinero aquí.

Deslizo una moneda de oro azteca a la barra y el hombre la mira asombrado. La toma entre sus dedos, la muerde un poco y sólo asiente con la cabeza.
Me da una botella grande, con el líquido dentro de ella, hermosamente brillante ante las pocas luces del lugar. Tomo el pequeño vaso que viene con mi bebida, y sorbo la primera bocanada del delicioso néctar.

-Gracias, la verdad no pensé que tuvieras y menos con caballito-le digo apuntando al vaso.

Me siento hacia la barra dejando de ver a las mujeres por unos momentos y regreso a cavilar ¿Qué prepara el destino para mi esta noche?

por **Antonio Velázquez** Mar Jun 26, 2012 11:43 am

Siento los espasmos de su sexo, apretando a momentos el mío, indeciso si quiere que siga dentro de ella o no, apretando a ratos, a veces teniendo que esforzarme para que vuelva a entrar en una vagina que se contrae para luego abrirse súbitamente permitiendo la entrada de mi miembro entero. Me separo de ella, poniendo mi cuerpo en un ángulo recto y mis manos sosteniendo con fuerza sus muslos, continuo con una embestida ahora de adelante hacia atrás, levantando su cuerpo ligeramente, haciendo que entre exacto en ella.

Me llena el deseo de hacer que explote en orgasmo, la sensación del triunfo sobre el cuerpo de ella, casi tan delicioso como ganar en una guerra. Al final, estamos viviendo una guerra entera sobre un colchón y fundas de seda, donde las heridas son por los besos y la excitación, la humedad y el cansancio. Donde ninguno de los dos da un solo pasa hacia atrás, si no deseamos la victoria absoluta uno sobre el otro, de verla desmayarse de placer y ella, seguramente, de verme tan cansado que quede seco por dentro.

No me detengo para nada, haciendo que mi cuerpo se envuelva en sudor, y mis manso se resbalen de su piel suave, insisto en hacerla llegar al cielo, si es que existe, al menos en la idea de este momento, donde pueda ver lo blanco de sus ojos completamente y un suspiro que anuncie mi victoria sobre ella.

Mis ojos se clavan en los suyos, en su rostro de placer, rojo ligeramente por la intensa actividad, y sus labios, dulces húmedos pro su propia lengua. Una imagen difícil de olvidar que seguramente me llevare para recordarla alguna noche después de hoy.

por **Mar Santini** Miér Jul 11, 2012 9:56 am

-El estaba llevándose la gloria de volver loca a una mujer, su cuerpo lo decía, el monte de venus con los pequeños vellos púbicos que parecían cobrar protagonismo por el brillo que conseguían debido a la humedad de su sexo, como palpitaba tanto su interior como el hinchado clitoris que parecía el más delatador en estos instantes. Los senos se mecían con ese inquietante e rítmico vaivén que movía tanto sus caderas como sus sábanas.

En aquellos momentos sus labios húmedos se abrieron con un hilo de saliva pendiente de sus labios, insinuante como erótico mientras los sonidos de sus labios eran parecidos a una canción afrodisiaca que mezclaba la sintonía de sus gemidos así como de los propios jadeos, sus labios se abrían y cerraban mientras los hombros se frotaban contra las desechas sábanas, sus piernas parecían ser las únicas con fuerza suficiente para sujetarse en las caderas de aquel hombre que volvía a la carga, un guerrero cuya espada acariciaba los parajes más profundos de la cortesana quien no podía sino gemir el nombre de aquel caballero.

Cabellos que envolvían su rostro, especialmente sus ojos, sus manos se detenían una en la almohada apretándola y otra, la más guerrera apretaba el cabezal de la cama para que su cuerpo aguantase las embestidas aunque era inutil pues sus caderas se alzaban, su espalda acentuaba esa curva felina que tan locos había vuelto a los hombres, sonrió cuando la humedad era más que palpalble, las palabras eran necias cuando el cuerpo era el que mandaba con sus acciones, no aguantaba, no podía más.

El éxtasis era como una ola de placer que apenas podía describirse con unos gemidos neutros, se llenaba todo su ser con esos calambres que erizaban hasta la punta de sus pechos, en concreto sus pezones, que enrojecidos o tan hinchados como su clitoris eran los que más sensuales se mostraban, ya apenas se movían por la dureza de sus montañas, respiraba brusco, agitado intentando que las últimas exhalaciones no fueran a perder su reputación como cortesana, algo dificil cuando el placer más que fingido era certero- Voy a -Agitada hablo, escondiendo su labio inferior con los dedos, humedeciendo la punta de sus dedos sensualmente-

por **Antonio Velázquez** Dom Jul 22, 2012 5:29 pm

Sentía el fuerte abrazo de su vagina a mi miembro, un abrazo lleno de humedad, exigiendo que no salga de ella. Un grito ahogado de placer, ahogado por mi pene adentro de esa boca que no podría articular palabra aunque no tuviera nada adentro, por eso es que la de que cabeza toma su lugar y le permite sólo dejar salir sonidos sin frases.

Sostengo sus muslos con fuerza, viendo su cuerpo retorcerse como una hoja de papel ante el fuego abrazador. Una fogata en las sabanas, un fuego invisible que sólo podría ser apagado por el increíble final de los orgasmos, por que ni siquiera la humedad de los miembros unidos parece ser suficiente para calmarlo. Aun así, como si fueran bomberos del placer, no se detienen. Siento sus juegos ya brincaban de ella hacia mi miembro, lo sentía empapado, completamente lubricado por su excitación, se había transformado en una hazaña sencilla el penetrarla, como si ya tuviera la llave para abrirla a mi conveniencia.

Mi miembro se hinchaba a ratos, desesperado por dar el grito de victoria al escuchar sus palabras. No es necesario responderle, sólo buscar su placer, que llegue la explosión que haga que tu aliento se escapa por sus labios de una manera sensual y única.

Me coloco bien encima de ella dejando todo el movimiento a mis caderas, embestidas salvajes, sin descanso alguno, buscando el premio mayor que es escucharla llegar en un orgasmos delicioso que la haga enloquecer. También deseo llegar a mi limite, llenarla por dentro de mi ¿Cuantos podrían haberlo hecho ya? Podría haber sido ayer, incluso. No tengo tanto interés en saberlo, si no repetir la experiencia solamente.

por **Mar Santini** Vie Ago 03, 2012 11:56 am

-La cortesana brindaba sonrisas satisfechas por doquier, sus labios aún mojados por la humedad de su saliva parecían inquietos al abrir y cerrar sus labios más no para hablar sino para que sus jadeos salieran, expuestos de un volumen lo suficiente satisfactorio tanto para su propio placer como para el hombre que estaba en su interior. Después de todo ella no estaba fingiendo en absoluto la complacencia que estaba sintiendo, incluso su cuerpo hablaba por ella con el enrojecimiento de su blanquecina piel por la zona de las caderas que parecían ser más que una advertencia de placer, su piel rozaba y frotaba las sabanas, sus gluteos incluso parecían darle una nueva forma a la tela mientras que la humedad que brotaba de su sexo mojaba sus muslos en gotas entretenidas por llegar desde su sexo hasta sus muslos para perderse en cualquier parte de su piel.

Pero no solo el sudor parecía dar forma a la silueta de la mujer sino también el propio sudor que blasfemaba con satisfacción por todo su cuerpo, especialmente por sus senos o sus bajos muslos que parecían ser cautivos de las gotas de sudor. Sus senos en constante movimiento chocaban contra el torso ajeno, de aquel hombre o incluso de aquel guerrero que esa noche sin haber abandonado su actitud de macho alfa estaba cabalgando entre sus piernas. Mar apretó sus rodillas con constancia contra los costados y las caderas del varón- ¡Ahhm!

-Un gemido. La mano derecha de la mujer apretó la piel de la espalda del hombre conociendo muy bien sus límites pero también dejándose llevar, supondría que al contrario no le haría mucha gracia que le dejase alguna marca en la piel, no obstante, dejó un pequeño roce que conformaba un enrojecido camino desde sus hombros hasta sus costados los cuales apretó con aquella mano mientras la otra se sujetaba al cuello del hombre, era como le gustaba, un cuello ancho, musculoso, donde poder sujetarse mientras el placer le devoraba casi con impertinencia a pesar de que ella era cautiva no se oponía a esos calambres de placer que suscitaban un nuevo sonido de sus labios, tampoco al vaiven más constante y desesperado de sus senos, de sus caderas, de su cintura sintiendo entonces en cada embestida que la humedad crecía.

Su voz obtuvo respuesta, pero la respuesta de un orgasmo cuando la humedad fue tal que el placer se adueñó por completo de ese momento cálido transformándolo en un infierno de gemidos sonoros, respiraciones furtivas para recuperar la propia mientras su humedad y su sexo envolvían por igual el miembro del hombre-

por **Antonio Velázquez** Vie Ago 24, 2012 2:31 pm

Llega el fabuloso momento del la explosión, el orgasmos de la mujer que apresa todos mis sentidos, su aroma a sexo me infecta me contagia y me satisface. Aun sintiendo sus espasmos, la gloria de sus jugos llegando a humedecer mas mi miembro, no me detengo con mis embestidas, queriendo que su placer se quede congelado en este momento, que siga teniendo uno sobre otro, constantemente y sin descanso, que la locura de nuestros sexos se contagia a nuestras cabezas y perdamos la noción del tiempo, espacio o identidad.

Mientras su orgasmo seguía, continuaba mis embestidas, procurando tumbar cada pared de su ser, entrar tan adentro que mi marca quedaría en ella, como si fuéramos uno del otro, al menos por una simple noche en la que sólo fuéramos amantes de locura, de la locura de estar juntos si saber más que nuestros nombres y la tierra donde nacimos.

Tierras separadas por el océano y juntadas por la codicia, hoy sólo se presentan ante la lujuria que siento al estar con ella, como si fuera una hechicera, una bruja que me a seducido en medio de su sudor y las sabanas que vuelan por toda la habitación. Es exquisito, adictivo.

Siento los propios espasmos del orgasmo masculino, pero no me detengo, aun sintiendo que podría venir en cualquier momento, no dejo mi enorme tarea de hundirla en la cama, hasta el punto en donde el colchón forme su silueta y sea imposible de borrar.

Suelto un ligero gemido que parece más un grito de guerra ahogado. Una guerra entre nuestros sexos que no se, aun, quien es el que va ganando.

por Contenido patrocinado

Que prepara el destino esta noche [+18] (Libre)

Que prepara el destino esta noche [+18] (Libre)

Re: Que prepara el destino esta noche [+18] (Libre)

Re: Que prepara el destino esta noche [+18] (Libre)

Re: Que prepara el destino esta noche [+18] (Libre)

Re: Que prepara el destino esta noche [+18] (Libre)

Re: Que prepara el destino esta noche [+18] (Libre)

Re: Que prepara el destino esta noche [+18] (Libre)