La representación esta noche se da en las calles. [Calé+Libre]

Tenía la sensación de alguien la vigilaba, pero sabía que era mentira, pelirroja hacía tiempo que había dejado atrás a la última
persona con la que había hablado. Y eso era desde luego, bastante lejos.
Aún así aquella sensación de angustia no dejaba de atormentar mi mente
mientras acechaba a mi próxima victima.

Me situé-no sin antes haber escogido estratégicamente el lugar-en una de las calles que daban a la puerta principal del Teatro, desde donde me encontraba veía como personajes ataviados con ropajes demasiado ostentosos y caros entraban para ver alguna obra que reflejaba la miseria del pueblo dándole un toque romántico de forma que pareciera casi irreal.

Miré a mi espalda, no veía nada pues aquella calle estaba tan oscura como una cueva, lo cual hizo que mi nerviosismo aumentara considerablemente. Nunca me había sentido tan insegura como hasta entonces. Dudé de si seguir con lo planeado o si por el contrario dar media vuelta y volver con él.

Suspiré. Me serené. Miré al frente.

De ojos comenzaron a brotar unas lágrimas falsas, restregué mis manos en el suelo y después por mi cara dejando que la suciedad se acumulara en mis mejillas y después - con sentimiento de pena- rompí la parte superior de el único traje decente que tenía y el collar de perlas falsas que llevaba puerto. Ahora, era sin dudas, una mujer rica a la que había atracado y violado. Salí corriendo de la calle tropezando de vez en cuando.

-¡Que alguien me ayude! ¡Han intentado matarme!.- La gente miraba como si fuera una demente. Pero no tardarían en caer.

-¡Ahí está!- dijo la voz de un hombre que salía de las sombras.- ¡Es ella! ¡Quitadle todo lo que lleve! ¡Ese furcia ricachona no se irá de aquí sin habernos dado todo lo de valor!

Sonreí en mi fuero interno, mientras rompía a llorar con más intensidad. Fue entonces cuando un brazo se posó en mi hombro y me abrazó, entrándome al hall del teatro. Allí la luz era intensa.

Todo había salido como esperaba.

-¿Te encuentras bien? -dijo aquel hombre vestido con chaqué y de bigote blanco. Asentí mientras me lanzaba a sus brazos dándole un efusivo abrazo de agradecimiento . mis manos habilidosas comenzaron a buscar el dinero que portaba. Joyas u otro objeto de valor. Encontré dinero y un reloj de bolsillo de mano.- No te preocupes, los policías ya se encargarán de ellos, yo me temo señorita que debo irme, mi esposa e hijas me esperan para ver esta obra de teatro. Más no sea imprudente , no siempre la vas a poder salvar.

El hombre hizo una reverencia y se dirigió hacia la sala donde se encontraba el escenario. Allí se encontró con tres mujeres y desapareció de mi vista. Salí del teatro y volví a meterme en la calle en la que había esperado con nerviosismo. Distinguí una figura. Era él.

-No tenía mucho, pero tengo todo lo que llevaba.- dije refiriéndome a lo que había robado.- Deberíamos irnos, antes de que...

Pasara lo que ya había comenzado a suceder. Temía que las personas a las que había "contratado" -y a las cuales no tenía pensamiento de pagar- se volvieran contra mi en descubrirlo. Noté como una fría cuchilla se desplazaba por mi cuello sin herirlo, pero demasiado amenazante.

-¡Tú!- dijo desde detrás de mi.- Ya sabes que pasará si te acercas. ¡Danos el dinero furcia!

-Calé...ayúdame...- dije antes de sentir un fuerte golpe en el hombro.

Aquella noche, el hurto que ibamos a cometer no iba a ser uno de nuestros mejores golpes, y valdría más el vestido roto, que lo que ella consiguiera robar. Eso, lo sabíamos los dos. Pero se necesitaba el dinero y las joyas, para sobrevivir un par de días más, hasta que pudieramos hacer un gran golpe... o al menos intentarlo.

Al aparecer ella en el callejón, vi lo que me figuraba, el vestido roto, algunas que otra perla falsa correteando por aquella tela. Y algunas otras detrás de ella; a modo de camino de migas como en el cuento de Hansel y Gretel. Pero antes de que se pudiera acercar a mí lo suficiente, aquellos brutos a los que había contratado - y de las que yo me había quejado, argumentando que yo podía hacer de matón- empezaron a amenazar, lanzado berridos y más berridos. Y entre sus pausas, se olía el olor a alcohol que dominaban sus bocas.

Salir de las sombras, sin moverme demasiado, para que no le hicieran daño a Nimue. Pero aún así, pensando en que hacer. ¿Cuál habría sido el trato? ¿De cuánto dinero habían acordado el intento de "violación"?

-Caballeros, esa no es la forma de tratar a una dama. Les prometo que les daremos el dinero lo antes posible. En cuanto vendamos todo lo que haya conseguido, ya sabeis que yo cumplo todas mis promesas, que soy un hombre de palabra.- cogí aire y la miré con furia, debería de haberme hecho caso- Yo, les aseguro, que dentro de unos días, cinco, a lo sumo, tendrán su dinero, ¿qué les parece?-

Mientrás veía como ellos, se lo pensaban. Notaba el débil titubeo del puñal, en las manos de aquel borracho y descuidado hombre. Intente concentrarme, en que no se me notará nervioso.

Sentía como el dolor de aquel golpe me turbaba la mente, pero debía reaccionar,ya que tenía claro que si no le pagabamos ahora a esos malnacidos, deberiamos hacerlo en un plazo muy corto de tiempo y aun que pudiera no iba a hacerlo.Opuse un poco de resistencia, de tal modo que el cuchillo de aquel hombre pasó a mis manos. Ahora yo tenía aquello que iba a quitarles la vida- o por el contrario, iba a costarme la mía- me separé unos pasos con el cuchillo en alto. ¡A la mierda las palabras de Calé! Tanto el como yo sabíamos que no ibamos a pagar ni ahora ni dentro de cinco días.

-¡Como te acerques te juro que te mato!- grité dando más pasos hacia atrás y situandome junto a Calé.

El hombre al que le había robado con maestria el cuchillo se abalanzó sobre nosotros, yo sabía que las posibilidades de que no me hiriera eran del 10% por lo que no tube más remedio que clavarle el cuchillo, lo hice justo en la garganta, el cuerpo combulsionó un poco antes de caer al suelo con el cuchillo clavado en el cuello.

Los demás que iban con el hombre abatido se pensaron el abalanzarse como el otro lo había hecho, al contraria que el hombre que ahora era comida para gusanos, se fueron por donde habian venido, no sin antes amenazarnos a los dos.

Pasaron unos segundos de larga angustia, no sabía como reaccionar ante lo ocurrido el miedo paralizaba todo mi cuerpo. me abalancé a los brazos de Calé hundiendo mi cabeza en su cuello y rompiendo a llorar.

-¿Que he hecho?- susurraba entre llantos una y otra vez.

Al ver como Nimue, cogió el cuchillo, no me soprendio mucho. Pero si al ver que retrocedía y se ponía a mi lado. Así que la pequeña Nimue, aún tenía miedo de ciertas cosas. Miré al hombre, si decir más palabra. La actitud de ella, era desafiante. Pero en ese momento, yo ya sabía lo que iba a suceder; antes de que le clavase el cuchillo a escasos centrímetros de la yugular, yo ya le ví tendido en el suelo. Y a los otros cobardes que estaban de su bando, corriendo como cachorros idenfesos; con el rabo entre las piernas.

Al despetarme, de mi pequeña visión, la vi a ella, ya a mi lado. La abracé con fuerza. Intentando darle seguridad, transmitirle tranquilidad o algo. Le acaricié suavemente la coronilla de la cabeza. Y la miré con tristeza.

-Te has defendido, que es lo que tenías que hacer. Y nos has salvado la vida a los dos, pequeña.- Dije respirando hondo, por primera vez en toda la noche.- Ahora debemos hacer algo, con nuestro indeseado amigo. -

La tuve entres mis brazos un rato más, intentando que aquel temblor repentino que le había entrado, se fuerá. Para que la cordura y la conciencia llegasen a ella, y volviese a pensar con la mente fría; no era plan, de hacer algo cuando aún estaba en pleno shock.

Aquel abrazo devolvió la cordura que había perdido debido a mis actos, pero aún así, estube un rato más entre sus calidos brazos, nadie antes me había dado cariño, en realidad, él había sido la única persona que había mostrado algo de simpatia por mi. Yo sentía mucho más que simpatía pero eso era algo que nunca sabría nadie, porque la verdadera Nimue, había guardada bajo llave para no sufrir más.

-Tienes razón, hay que hacer algo.- me separé con fuerza, pues mi mente no dejaba de tener fantasias propias de una adolescente adinerada que no tenía nada mejor que hacer que soñar con el amor.-Siento haber roto el vestido, intentaré arreglarlo para nuestro siguiente trabajo.Veamos, lo mejor que podemos hacer es cortarlo a trozos. Podemos comernoslo, pero la carne se pudriria pronto y si denuncian su desaparición podríamos estar en problemas. Además no quiero volver a degustar la carne humana.- dije haciendo una mueca de asco al recordar una escena de mi infancia en la que había tenido que comerme la poca carne que le quedaba a un cadaver para poder sobrevivir.- Otra cosa sería desmembrarlo y quemar sus partes en diferentes sitios, eso nos daría una oportunidad para burlar a sus compañeros, pero es algo complicado.- me incliné sobré el cuerpo y saqué el cuchillo de su garganta, un chorro de sangre manchó mi rostro.- ¿Y bien?- pregunté todavía agazapada esperando una respuesta de Calé.

La miré con cierto tono burlesco en mi sonrisa. Entonces, empecé a cavilar ideas en mi mente, las más lógicas e ideales; y las más locas y complicadas. Entonces me acerqué un par de pasos. Y le tendí un pañuelo a ella.

-Limpia el cuchillo- dije- a conciencia, que no haya ni una mancha de sangre.- Dije seguro de mi mismo.- No, comernoslo no. Seguramente entre todo el alcohol que haya bebido y todas las enfermedades que haya podido contraer, podríamos morir.- Andé unos pasos hacía adelante, y un par más hacía atrás- Lo mejor será quemarlo, arderá rápido... si como todo buen borracho tuviese una cantimplora con whisky- me acerqué a él, y metí la mano dentro de su abrigo, buscandola, y al final la hayé.-

Cuando Nimue se apartó del cuerpo, lancé el poco whisky que quedaba en la cantimplora por su cuerpo. Rociándolo, sin que quedase una parte sin estar mojada. Y luego prendí una cerilla.

-El cuchillo, quedátelo. No vaya a ser que nos vuelva a pasar esto, y no tengas con que defenderte, ¿de acuerdo?-

Observé cada uno de los movimientos de mi compañero, sin moverme un ápice de donde me encontraba, jamás me habia sentido tan presionada por la situación y comenzaba a odiarme a mi msima por haber perdido el control de una manera tan imprudente y haber dejado que él viera lo débil que era. Aferré el cuchillo con fuerza y lo saqué la garganta mientras con la mano que tenía libre aferraba el pañuelo, acto seguido me incorporé y comencé a limpiar el puñal con fuerza, con la mente en otro sitio.

Veía en mi mente, todas las escenas de mi vida, desde que era niña y el cura de la parroquia abusaba de mi hasta aquella msima noche, cuando Calé me devolvió el abrazo.

El cuerpo del aquel ignorante y borracho hombre comenzó a arder, la figura de Calé se iluminó con las llamas, tan ángelical y tan malvado...era casi imposible que él tuviera aquella personalidad fría. me había salvado y yo queria ver lo bueno que había en suu corazón escondido sin ,de momento, resultado alguno. Volvia a tener aquellas fantasias de la clase alta. Por lo tanto me di media vuelta.

-Debemos irnos antes de que la obra termine y salgan todos del teatro, de lo contrario nos verán observando esta pátetica escena.-mi voz sonó tajante y sin mucha convincio, apreté el cuchillo tan fuerte que me hice un corte en la palama de la mano que comenzó a sangrar.- Oye Calé...- dije apoyando mi cabeza en una de las viviendas que tenía a la derecha, estaba de espaldas a la hoguera y no podía ver a ninguno de los hombres, ni al muerto ni al vivo.-Olvidalo.- dije antes de continuar la frase.

>Ojalá algún día yo también ueda asistir a alguna representación.-añadí en voz baja.

-Tienes razón, dentro de poco comenzarán a salir.- la agarré del brazo, y salimos de ahí, por el lado del teatro- haz como si fueramos una pareja normal, tranquilizate. Haz como si nada hubiera pasado, y si te preguntan... escandalizate, ¿de acuerdo?- dije recordándole lo de siempre.

Aquella noche, había sobrepasado el límite. Y por desgracia, las ganancias no merecían el sacrificio realizado. Ella estaba demasiado extraña, lo achaque todo al asesinato recién cometido. Con tan solo 17 años, y ya le había sucedido todo aquello; y lo que le quedaba.

Cada día, aquella extraña visión que había tenido sobre ella, se hacía más clara, más fuerte... y sobre todo, más preocupante. Ella haría grandes cosas, pero si seguía por este camino, por mucho que a mí me fastidiría y mosqueará, no saldría del todo bien. Pero bueno, ella tenía el derecho de irse cuando quisiera.

Eché todo el aire que había dentro de mí, para inhalar un aire lleno de tóxinas. Lleno de humos de los hogares y fabricas. París, se estaba pudriendo, y eso no era nada, con lo que le esperaba.

Asentí con la cabeza mientras me agarraba de su brazo y comenzaba andar cabizbaja a su lado. Con los ojos puestos en aquellos desgastados zapatos que me había regalado Calé hacia dos años por "mi cumpleaños"

Por suerte, nadie habló con nosotros, nadie preguntó, nadie se fijó, a nadie le importabamos. Eramos como dos ratas en una cloaca, nadie quería su compañía, nadie se interesaba por ellas. Eramos invisibles para el mundo. En mi corazón algo comenzó a romperse, o quizás era yo la que se daba cuenta de que otra herida se habia abierto.

-Calé.¿Por que estás conmigo?- nunca le habia planteado conmigo esa pregunta, prefería evitarla pero necesitaba SABEr más cosas sobre mi, más cosas sobre él. Mi cabeza formuló muchas preguntas pero solo pronuncié esa mientras las luces del gran tearo se quedaban a nuestra espalda.

Mientrás andabamos, ella formulo una pregunta, con la que si hubiese tenido la boca llena, me hubiese atragantado. Mi mirada se cruzó con la suya, mostrando asombro y algo de preocupación, ante aquellas extrañas palabras que había formulado. Antés de decidirme hablar, pensé bien en lo que decir. No quería meter la pata, ni decir una mentira.

-Supongo, que es por algo que vi hace tiempo sobre ti. Algo que se repite una y otra vez. Y me tengo que asegurar de que se cumpla.- Dirigí mi vista hacía el frente- No suelo tener visiones, con gente que no conozco, más bien la primera que me pasó fue contigo: y supongo que ese... sentimiento de protección hacía ti, el que me hace que estar a tu lado.-

No sabía si mis palabras habían servido de ayuda o de algo, o por si el contrario, lo único que habían logrado eran la comida de cabeza más grande que Nimue, había tenido en mucho tiempo. Suspiré, y pensé antes de hablar de nuevo.

-Para mi, es una misión cuidarte.-

-Solo una misión.- dije parandome en seco y mirando fijamente el suelo, debí suponer que alguién como él, jamás estaría con alguien como yo por simple gusto. Quería mirarle pero temía que mis sentimientos se desbordaran.

-Te felicito. Hasta ahora lo has hecho muy bien. Pero dejame decirte una cosa. No soy tu marioneta, ni tu cortesana. Prefiero vivir en la miseria antes que volver a dirigirte la palabra.

Estaba tan enfadada...tan dolida onmigo msima, con él, con el mundo...no sabía que decía ni lo que hacía. Tiré al suelo lo que acaba de robar y el cuchillo, di media vuelta y me metí por una de las calles que me pillaban más cerca. Le odiaba, me odiaba a mi msima. No queria estar cerca de él mientras mostraba mi debilidad.

-¡Nimue!- me encontré gritando su nombre, como si no pudiese pronunciar más palabra que aquella.

Miré como se iba, y dejando el cuchillo donde ella lo había lanzando, fui detrás suya. No se daba cuenta, de que tal vez, los otros tipos aún no seguían el rastro, o que tal vez pudieran hacerle algo otras personas. No iba en las mejores condiciones para ir sola por las calles en la noche.

-¡Nimue, para! ¡Por favor, te lo ruego, para!- dije corriendo detrás suya, para intentarla alcanzar.

No entendía porque se había puesto así. ¿Mi cortesana? ¿Mi marioneta? En ningún momento yo pensaba de ella así. Ella era algo más que eso. Era idiota, por haber dicho aquella palabra, por haberle dicho todo aquello, que pareció haberle molestado, pero, ¿por qué? ¿Acaso me ocultaba algo? A lo mejor, es que ella quería irse, hacer las cosas por su cuenta, pero aún así; si ya lo tenía yo asumido. Por qué me costaba dejarla marchar.

-¡Nimue, por favor! Siento si he dicho algo que te haya molestado, o si he hecho algo. Pero, te lo ruego, vuelve-

Escuchaba sus pasos tras de mi, su voz gritaba mi nombre, peor no me importaba nada lo que dijera, había tomado una decisión, no queria ser una estafadora como había sido todo mi vida. Quería ser como aquella joven a la que vi en el teatro, tener una cultura, una familia, alguien que me quisiera y que no estuviera conmigo solo por obligación.

"Es una misión cuidarte" ¿Una misión de que? ¿Quién le habia dicho que me cuidara? ¿Quien le había pedido que me salvara la visa? ¡Nadie!

Me paré en seco. Sabía que andar no iba a solucionar las cosas, más que nda por el hecho de que él podría seguirme mostrando mucha más fortaleza que yo y al final me alcanzaría igualmente. De modo que volví a apoyarme en la pared de una de las viviendas de la calle esperando su llegada. No tardó mucho en aparecer, su rostro mostraba la misma frialdad que siempre, su tono de voz algo de preocupación.

-No quiero seguir a tu lado. No quiero robar, no quiero poner en peligro mi vida para conseguir un collar de perlas. ¡Quiero ser una mujer Calé, no una ladrona que debe moverse por la oscuridad para que no la descubran! Quiero tener un nombre, que me conozcan, quiero ser visible al mundo. - todo lo que decía en parte era cierto, quería eso y más, quería comerme París, pero era algo muy imposible.- No quiero ser débil...no quiero depender de ti...- cada palabra que pronunciaba la decía en un tono cada vez más bajo, como si por decirlas así el dolor de ellas siminuyeran.- No quiero verte más.

Me senté en el suelo de la calle-al fin y al cabo era solo una ladrona sin ninguna esperanza. ¿Que más daba estar sucia?-apoyando mi espalda contra la pared del edificio.

-Se que estás pensando, en los tipos aquellos. No es por ser victimista, pero si me matan me harían un favor y ello tendrían lo que quieren., además de la venganza. ¿Querias protegerme? Me has convertido en una asesina, me has convertido en una rata, hasta los muertos están más vivos que yo.

Al llegar junto a ella, escuche cada una de sus palabras. Como si puñales de fuego se tratasen, y poco a poco se clavaran en mi corazón; haciendome reaccionar. Pero seguí firme, como si nada me afectase. La observé, mientrás veía como cada vez se acercaba más al suelo, hasta quedar sentada ahí. Con la vista agachada.

Me agaché, hasta poder tener sus ojos a la altura de los mios. E intenté, que todo lo que yo tenía dentro, pudiese ella verlo. Como si e un espejo se tratara... pero ese no era mi caso; y el intento falló.

-Nimue, me encantaría darte todo lo que pides; pero... yo no estoy al alcance de eso- desvié la mirada unos segundos.- Yo siempre he vivido así, y no he conocido más cosa que esto; aún así, entiendo que quieras dejar esta vida. Y, ante todo, apoyo tu postura.-

Me levanté, miré a un lado para otro, y dije exactamnte las palabras de las que me arrepentiría enseguida, como si ya lo supiese. Como si no lo hubiese visto; aunque en este caso. No había pasado así. Su futuro cambiría... o tal vez no.

-Si te quieres ir, adelante. Si no quieres ser débil, allá tú. Si no quieres depender de mí...- tragé saliva- si no quieres volver a verme, de acuerdo. No lo harás.- Comencé a andar, y antés de seguir hacía la dirección a la que iba. Hable alto y claro.

-Gracias por no pensar en los demás- y me dirigí hacía una calle más iluminada.

Sus ojos se clavaron en los mios de igual modo que yo había clavado el puñal a aquel hombre. No podía describir la sensación de soledad que inundó mi ser cuando descubrí la misma seriedad en ellos. Sus palabras era frías y rudas. Como si haber pasado diez años de nuestra vida juntos no le importaran los más mínimo. Al fin de cuentas yo solo era un cordero a los ojos de los ricos, y eso a él le venía muy bien para conseguir su dinero extra.

Pese a todos los sentimientos -todos y cada uno de ellos más alocados y contraddictorios que anterior- decidí mantener mi orgullo y mi dignidad antes de seguir siendo lo que era: Nada. Mis ojos seguieron sus movimientos, desdé que se levantó hasta que comenzó a andar hacia aquella calle. Mis ojos se nublaron, pero no iba a levantarme e ir tras él. o al menos eso pensaba hacer hasta que con su voz nuevamente hierió en algo que pensé no tener.

-¡Espera, espera!-dije incorporandome lo más rápido que pude. Corriendo tras él. -¿Crees que yo me quiero separar de la única persona que a pensado que sirvo para algo? ¿Te crees que no pienso en ti más que en mi? Pero...ni tu ni yo nos merecemos esta vida...haré lo que sea para salir de esta miseria. Me quedo contigo hasta recoger dinero suficiente para pagar un vestido decente y obtener un puesto de trabajo...- tenía demasiadas fantasias yo lo sabia , pero había que intentar algo.- Pero si se dan cuenta de mis actos, me matarán. Y todo será, culpa tuya.- hice ademán de levantar u brazo para aferrarme a su brazo al igual que hacia siempre, pero en vez de eso me limité a continuar con la voz quebrada ya que estaba a punt de romper a llorar.

>No quiero verte mientras hago mi trabajo. No vas a tener ningún derecho sobre mi de modo que haré lo que haga falta, inclusive entregarme a un hombre, pero tu no podrás hacer nada al respecto, te sales o no tu misión de protegerme. Tu me has enseñado a estafar, pues bien. Observame desde la distancia, pero no te entrometas. Repartiremos como siempre las ganancias que al fin y al cabo es lo que te importa, pero esta vez no voy a contar contigo para nada.

Sabía- o al menos lo intuia- que se iba a marchar sin decir nada más. Siempre me había llevado la contraria en mi manera de actuar. Esta vez sería muy diferente, me dejaría sola.- o al menos eso era lo que realmente no queria que hiciera.- y yo podría actuar, de nuevo.

-Así que eso es lo que quieres- dije serio- ser una cortesana más. Entregarte al primer hombre que pase. No sabes lo que eso significa para nada.- La miré desafiante, mientras daba vueltas a su alrededor con tono serio.- A las chicas jovenes, solo las quieren para eso, para divertirse con ellas. Y después cuando en su fruto conciben a un nuevo ser, las echan... ya no quieren saber nada más de ellas. Las abandonan.- Me quede quieto enfrente suya- ¿Te parece eso ser alguien?-

Clavé mi mirada en la suya, y una sonrisa burlona, se dibujo en mi cara. Mientrás, sin poder evitarlo, pensaba en como al ver de que se trataba correría de allí, saldría huyendo. Sueños adolescentes.

-Si es lo que quieres, adelante. ¡Ve, y corre a la cama de cualquier hombre! De esos que te daran dinero, por tus servicios. Y tu, ilusa, pensaras que te estan arreglando el futuro. ¿Qué es más degradante? ¿Lo has pensando?-

Comencé a andar, dirrección a ninguna parte. ¿A dónde iría a ahogar mis penas ahora? A cualquier antro, en el que por un modico precio te diesen una copa de vino amargo. O a deambular, al acecho de cualquier señorita, para desahogarme.

-Esa vida, no es la que tu buscas, niña estupida.-

Como describirlo. Como se podría describir tales sentimientos. Las palabras en la mente se amontonaban sin remedio, el nudo de la garganta se hacía más y más grande, tan grande que estaba ahogandome con él.

No sabía que hacer, no podía reaccionar, no podía hacer nada en absoluto. Jamás había sentido tales cosas, no sabía si tal golpe podría soportarlo. Había sido estúpida y las estupideces se pagan caras.

-Al menos, tendré por unos instantes el sentimiento ser una mujer. No una simple ladrona.- dije seriamente mientras veía como se marchaba. Estaba resentida, dolida por sus palabras, por su incomprensión ¿Se creía que todo se trataba de dinero? - Además, jamás seré una de las cortesanas a las que tanto amas. Puedes estar seguro de que jamás venderé mi cuerpo por tanto ningun ser despreciable como tu pagará por mis servicios.-

No tenía la suficiente entereza como para volver a ir trás él. mi orgullo no me lo permitía y yo no volvería a ser rechaza por nadie. Al fin debía asumir el efecto que mis palabras habían tenido. Toqué fondo, mucho antes de intentar salir a la superficie, lo peor de todo es que aún tenía toda una vida por delante. Una vida por delante sin él.

-Yo no amo a aquellas personas a las que me entrego cada noche. El amor no es eso. ¿Qué va a saber una niña como tú de lo que es amor? ¿De lo que es sentirse mujer? ¡Tú, no tienes ni idea de lo que significa esas palabras que estas pronunciado ahora mismo! Medio París matarían por tener la mitad de lo que tu tienes.- La miré con furia, y la agarré de las muñecas.- Matarían por tener un hogar, alguien que les espera en casa, o al que abrazarse en las noches de invierno. O acaso no recuerdas como vivías antes. No te das cuenta de que ahora, eres feliz. A lo mejor más feliz de lo que lo serás el resto de tu vida. Pero claro, tu no quieres tener nada por seguro.-

Aquella chiquilla, me estaba sacando de mi casillas. Le cogí la otra muñeca, y la besé bruscamente. Aparté mi rostro del suyo, y la miré friamente; inspeccionando cada rincón de su alma, intentando averiguar que era aquello que tanto añoraba.

- Es eso lo que tu entiendes por sentirse mujer, ¿verdad?- dije apartandome de ella.

Escuché cada palabra, parecia enfadado, más enfadado que nunca.Las cosas que decían eran tan ciertas que comencé a reprochar una y otra vez lo infantil que era. Quería salir ahí corriendo, escaparme a ninguna parte. no tenía ganas de enfrentarme a lo que el decía. Era demasiado doloroso, era doloroso conocer la realidad y que te destruyan los sueños, las ilusiones, las ganas de luchar por algo que posiblemente jamás tendrás.

Cada vez que hablaba lo tenía más cerca, yo quería dar pasos hacía atrás escapar de aquel encanto que ejercia sobre mi. pero me quedé estoica, a la espera de que continuara con su monologo.

Sorprendida, asi me quedé cuando sus manos apretaron con fuerza mis muñecas y propinó un beso bruto, sin sentimiento alguno, como si con ello quisiera contentar a una niña pobre con una muñeca nueva. Como si esperaba que con eso beso cargado de odio - a mi parecer- iba a calmar todo lo que sentía en ese momento.

-Tienes la necesidad de ir tras ellas noche tras noche, pagando con el dinero que necesitamos para vivir y que me cuesta conseguir.Se podría llamar a eso amor. Estoy segura de que si. Las personas solo viven para desahogar sus penas en la bebida y acostandose con mujeres y hombres a cambiado de un dinero que les hace sentirse feliz, aun que sea solo por unos intantes. ¡Tu usas tu sucio dinero para acostarte con desconocidas! ¿Y dices que yo no pienso en los demás? ¿Que soy una cria? ¿Que sabes tu sobre mi? ¿Y de lo que siento y pienso? ¿Tienes idea de lo que tus actos suponen para mi? ¿Y aún tienes la desfachatez de decirme estas cosas? Si quisieras protegerme hace tiempo que te hubieras ido de mi lado, porque tu eres el único que me esá haciendo daño de verdad.

-El amor es la necesidad de cuidar a una persona día y noche, día tras día, como si no te importase otra cosa en el mundo. Preocuparte por ella aunque tu estes tirado en la calle, sientiendote mal por cosas que has hecho. Es intentar hacer lo correcto, solo por ella. Querer hacerla sonreír, que tenga todo lo que quiera. Eso es amar. Amar a alguien, es vivir por esa persona; aunque eso le cueste a uno la vida, lo sueños e incluso la salud- Grité, sin pausa alguna.- Y si piensas que soy tan sucio, que soy tan mala persona, ¿por qué no te has ido sin decir palabra alguna? ¿Por qué no has dicho hasta aquí esto ha llegado? En vez de quedarte, noche tras noche esperando en casa. Si te doy tanto asco; ¿por qué quieres trabajar en lo que segun tú tanto me hace feliz? ¿Acaso estás celosas de ellas? De esas cortesanas sin personalidad, y sin AMOR.- dije la útlima palabra casi escupiéndola.- ¿Si te hago daño, por qué has continuando tanto a mi lado?-

Estaba cabreado, más de lo que nunca lo había estado. Y todo se debía a su comportamiento, a su forma de enrabietarse como una niñata. Que sabría ella de lo que tanto me echaba en cara. Yo le había dado una forma de vivir, de ganar algo de dinero, para al menos poder comer. Pero ella no lo tenía en cuenta; ella no se daba cuenta de como me miraban la gente de mi pueblo, al hacer lo que yo había hecho por ella. Nimue, no entendía de sentimientos.