Las doce y cinco ( Ilithyia)

por **Tarja Olzon** Jue Oct 13, 2011 2:36 pm

La mañana se presentaba mas tranquila de lo normal. El tiempo se había mostrado amable y las nubes estaban lejos y eran blancas como la nieve recién caída. La temperatura era agradable, lo único malo era un exceso de humedad en el aire. La joven Tarja se encontraba en esos momentos en un terraza de una cafetería rustica que daba al parque. En su manos se encontraba el periódico amarillento y algo arrugado, pero podría hasta jurar que aun notaba las paginas calientes de recién imprimidas. Todas las noticias podrían catalogarse como malos sucesos; asesinatos inexplicables, robo, accidentes. Al acabar con aquel montón de hojas doblo cuidadosa mente aquel trozo de papel deprimente y miro al parque donde algunas parejas paseaban en amor y compañía, mientras que un vagabundo pedía limosna debajo de la estatua. El mundo era complicado. Miro su reloj el cual llevaba colgado tal collar con una fina cadena de oro. Las doce y cinco acababan de marcar, y su amiga aun no había llegado. Pidió al camarero, joven, guapo y de punta en blanco otro café cargado, y perdía su vista en el lento caer de las hojas otoñales.

por **Ilithyia Dardanos** Jue Oct 13, 2011 2:49 pm

Llegaba tarde y eso era algo que odiaba. Había quedado con Tarja para tomar un café, pero se me había complicado un tanto la mañana debido a una jovencita de alta cuna que pensaba que era su sirvienta en vez de su profesora de música. Aquellas cosas muchas veces me sacaban de mis casillas, pero había conseguido moderarme y todo había salido bien. Dar clases era algo que me gustaba, pero en ocasiones me dejaba completamente exhausta. Además tenía que comportarme mientras estaba allí sino quería perder mi trabajo, dar a todos la apariencia de una joven profesora respetable. A veces me preguntaba qué pensarían si supieran realmente lo que era, quién era. Incluso caminando por las calles de París con rapidez en dirección al café donde había quedado con mi amiga tenía que ir controlándome.

Odiaba aquello, pero era necesario si quería mantenerme por mi misma sin depender ni de mi hermana, ni de ningún hombre. Me aparté un mechón de la cara justo cuando llegaba a la altura de la terraza y pude ver a Tarja haciendo que una sonrisa apareciera en mis labios al tiempo que me iba quitando los guantes con movimientos rápidos y constantes.

— Perdona mi tardanza, pero he tenido un pequeño inconveniente en el Conservatorio.—comenté mientras terminaba de acercaba a ella, inclinándome para dejar un ligero beso en su mejilla. — Espero que no hayas tenido que esperar mucho.

por **Tarja Olzon** Jue Oct 13, 2011 3:38 pm

A veces, era casi hipnótico el caer de las hojas. Ver como se tambaleaban aun unidas al árbol, desesperadas por aguantar allí arriba, y en un segundo empezaban a caer, desdicha la suya. Puede que aquel simple acontecimiento me hipnotizara tanto que no sentí la llegada de mi joven amiga Ilithyia. Fue su voz, tranquila y reconfortante la que me quito de mis vagos pensamientos y me hizo volver al París, en una cafetería que se empezaba a llenar por momentos. Su sonrisa, fresca y agradable como un vaso de agua fría en pleno agosto me reconforto. Hacia tiempo que no la veía, hasta podría decir que hacia tiempo que no veía a nadie agradable, ni que me tomaba un tiempo para mi, para relajarme con las simplezas de aquella vida.Deje que me diese el beso en la mejilla, como muestra de cariño, pero yo no estaba muy hecha a aquellas cosas, aquellos modales los reservaba para actos públicos, en cambio con Ilithyia podía ser yo misma. La joven me dio una leve explicación por su tardanza que yo casi no había notado por mi mente distraída.

- No tranquila- conteste a su pregunta algo preocupada- me he entretenido con el periódico- digo mientras aparto el trozo de papel de la silla que estaba a mi lado y lo colocaba en el borde de la mesa de metal redonda- Hacia tiempo que no quedábamos- dije con una sonrisa

por **Ilithyia Dardanos** Jue Oct 13, 2011 4:34 pm

Tarja siempre había sido una de esas personas que le gustaba informada, yo a veces pecaba de vivir un tanto en mi propio mundo. No es que no me interesaba lo que sucedía en el lugar donde vivía, en París, Francia, e incluso a lo largo de Europa, pero lo cierto es que pecaba de despegada en ese sentido, por decirlo de una manera suave. Por mucho que se dijera lo contrario gran parte de las noticias eran sesgadas y estaban manipuladas. Solo hacía falta leer parte de las noticias que llegaban de mi tierra natal para darse cuenta de ello. Además había perdido la fe en ellos en el instante en el que habían declarado que la muerte de mi familia no había sido más que un “desafortunado accidente” provocado por “un fuego que no se sabía bien por qué había comenzado”. Y una mierda, perdón por la expresión, yo sabía perfectamente las razones y cualquiera con un poco de cabeza y que no se dejara llevar por el dinero lo habría sabido. Solo hacía falta investigar un poco. Suponía que como todo estaba manipulado de una u otra manera por los seres sobrenaturales y la verdad es que los brujos no éramos precisamente la cúspide, por muchos Dones que tuviéramos y por mucho Arte que practicáramos.

Aparté esos pensamientos rápidamente de mi cabeza para poder concentrarme en mi amiga y finalmente me acomodé en la mesa dejando escapar un ligero suspiro de alivio. Sabía que en cualquier momento llegaría el camarero por lo que ni me molesté en mirar por dónde se encontraba.

— ¿Hay algo interesante?— pregunté entonces mientras miraba hacia las hojas amarillentas donde estaban las noticias escritas. — Sí, es cierto, y lo siento, pero entre las clases en el Conservatorio y las que doy por las casas apenas he tenido tiempo de nada. ¿Cómo va todo Tarja?

por **Tarja Olzon** Vie Oct 14, 2011 8:40 am

- Nada interesante- respondí mientras miraba la portada del periódico arrugado con unas letras grandes donde ponía "Asesinato en Londres"- Como siempre, tragedias exageradas para los grandes señores mientras que para los de mas baja clase solo pueden ocupar un trozo de esquina de una pagina- dije. Yo pertenencia a esa clase, a la clases social donde los mimos eran constantes, donde el color de rosa se veía hasta en lo mas profundo de los fosos que rodeaban los palacios, y donde el mas leve inconveniente se convertía al día siguiente en noticia de portada. Pero que yo perteneciese a esa clase, no significaba que estuviese acuerdo a ella- Parece que hoy en día es mas importante que el duque de Suiza se rompiera la pierna al caer del caballo, que cientos de personas se estén muriendo de habré o frió- en ese momento me sentí mal.

Algo apretaba mi pecho. Era una pequeña angustia dada por la empatía. No es que yo fuese un alma bondadosa, que cuidase de cada una de las creaciones del señor, pero aquellos sucesos eran de locos: unos locos que se apoderaban de Europa. Mi mente se aclaro en un momento, aquel no era el momento ni el lugar para, no deprimirse, si no para indignarse por esa sociedad. Rápidamente volví a atender a mi amiga que estaba sentada delante mía.

-Yo estoy como siempre- digo mirándola a los ojos- agobiada en el teatro- dije entre unas pequeñas risas que salieron de mi boca- Pronto estrenamos, y el director esta de los nervios. A la sastre se le ha roto el vestido y tiene que hacerme uno nuevo, y algunos de los artista aun no se saben bien el dialogo- digo recordando aquel caótico lugar que es el teatro, y como últimamente todo estaba mas revolucionado que de costumbre, produciéndome jaquecas repentinas- aun me parece extraño que haya podido quedar contigo. ¿Y tu que tal en el conservatorio?- dije tanto por educación como por interés
En ese momento se acerca el atractivo camarero con una falsa sonrisa cariñosa que lo hace aun mas tentador, y meja delante de mi el café negro en una elegante taza de porcelana blanca.

por **Ilithyia Dardanos** Vie Oct 14, 2011 4:07 pm

Tarja tenía razón, muchísima razón. La información que nos llegaba estaba tan sesgada que muchas veces me daba vergüenza ajena. Se decía lo que esperaba escucharse, salvo algunos folletines de opinión que funcionaban un poco, solo un poco, mejor. Para encontrar algo de verdad en todo aquello había que rebuscar. Estaba todo plagado y ennegrecido por las opiniones de las diferentes facciones que buscaban de una manera u otra el poder, ya fuera por ellos mismos o buscando acercarse al árbol que mejor sombra daba, en este caso los que estaban arriba del todo.

— Ya veo que no hay muchas novedades.— contesté con cierta ironía, para después negar por un momento para mí. — Desgraciadamente muchas veces están tan ciegos que solo ven lo que les interesa y es precisamente las hojas de sociedad, donde lo único que se hace es alabar el vestido que llevaba vete a saber quién en la velada de la casa de no sé qué dama.

Me concentré entonces en Tarja, dejando a un lado las sensaciones que me podían dar los sucesos del día a día, lo que había más allá de esa mesa en la plaza. No era una persona que estuviera de espaldas a esos asuntos ni mucho menos, a pesar de que pareciera lo contrario por mi trabajo relacionado directamente con la música, había visto de cerca lo que podía suceder, el daño que un ser humano podía hacer a otro. Estaba demasiado sensibilizada con algunos asuntos. Miré al camarero cuando trajo el café de Tarja y el rostro de mi amiga, lo que provocó una media sonrisa divertida en mis labios antes de llamar la atención del chico con un pequeño carraspeo porque parecía que se estaba comiendo a Tarja con la mirada.

— Perdona, ¿puedes traerme un café con leche?— observé cómo se marchaba, para después mirarla arqueando brevemente una ceja en un gesto interrogativo. — Un poco más y…— reí durante un momento, antes de ponerme seria del todo. — Tienes que avisarme cuando estrenéis para poder ir a veros, me gustaría mucho hacerlo. Y paciencia, querida, que ya sabemos que justo ahora empezarán todos los asuntos desafortunados y los nervios no ayudan precisamente.— además de trabajar como profesora, en ocasiones incluso me incorporaba como músico en algunos espectáculos e incluso en alguna orquesta. La música era algo que nos había unido. La miré a los ojos con gesto pensativo durante unos instantes ante sus palabras. — Bien, bastante bien, he tenido algunos problemas pero bueno… lo de siempre: gente que considera que tenemos que estar limpiándoles los zapatos en vez de enseñarles.— negué con suavidad. — No entiendo cómo hay gente que gasta el dinero en asistir a las clases y lo hace solo por el prestigio social, no porque en realidad le guste.

por **Tarja Olzon** Vie Oct 14, 2011 7:31 pm

Vi al joven alejarse entre las mesas mientras llevaba los cubiertos sucios de una. Ante lo dicho de mi amiga, no podía negar que algunos hombres la habían... intentado cortejar, sobretodo en los bailes, hombres de cierta edad que sus billeteras no pueden guardar mas dinero y que piensan que una joven inexperta, sin un padre protector, son presas fáciles de engatusar.
- Los hombres son todos iguales- dije ante su comentario- Las sonrisa de un hombre a una dama desconocida en la mayoría de las veces es como un hueso para un perro sin amaestras, te la enseñan esperando que vallas detrás ellos como locas, que nos portemos bien con ellos y hasta que le demos la patitas. Piensan que somo objetos moldeables a su imagen. Que por "amor" vendemos nuestras almas como su fuese oro. Pero en cuanto se den cuenta que tu no eres un perro, sino un ser minimamente mas evolucionado que no cae en el hueso, buscaran rápidamente otra mascota... que cuanto mas pecho mejor- digo mientras doy un sorbo a mi café sin azúcar, y mi mirada se dirige a aquel anfitrión que tonteaba con unas chicas, de caros vestidos, en la otra esquina de la terraza.

Tengo que admitir que mi relación con hombres nunca fue muy estrecha, por así decirlo. Colegio en casa, y a mi madre no le gustaba la idea que fuese con niños, los cuales subían a árboles a rasparse las rodillas, que jugaban a las guerras como si la muerte no fuese mas que mero juego. No, mi madre era bastante mas de que jugara al té y a las damas. Ilithyia siguió con la conversación, pues yo no era muy de sacar temas.

- Si lo deseas te puedo conseguir un par de entradas para el estreno- la miro con una sonrisa- pero no te lo sugiero- mi pecho cogió aire- las inauguraciones están llenas de los mas asquerosos de alta clase. Gente que piensa que aquel mero hecho de ir al teatro ya los convierte en hombres cultos y privilegiados, que miraban por encima del hombro a los que no pueden pagar la entrada. Y cuanto mas arriba peor. Los de los palcos, aristócratas que miran con sus prismáticos, para que su vista no se fuerce, a los que están abajo y murmullan palabras degradante antes ellos. El primer día en cuanto a publico es el peor. Juraría que en aquel lugar apenas habría diez personas realmente interesadas en el espectáculo,

Pero antes los problemas de Ilithyia siempre le había dicho los mismo:
- No se como no dejas ese trabajo- no es que molestase que trabajase como profesora, en absoluto, pero los niños era algo que escapa a mi entendimiento- tener que aguantar a niños de papa, los cuales no saben ni lo que es la pasión por la música, mientras que sus padres alardean de ellos como de un premio, mas por que el niñato sepa tocar que por que aquella tarde haya salvado un gato que quedara atrapado en algún árbol-pero realmente no son solo ese niños los que me molestan, bueno mas que molestar... tengo que confesar que me intimidan. Seres aun sin inteligencia, que tu tienes que rellenar cual pavo de acción de gracias, no estaba entre mis gustos- Yo de ti dejaba el conservatorio y conseguía una plaza en el teatro, yo te ayudaría- sin duda una cantante no tiene nada que ver en la elección de los músicos de la orquesta, pero como todos saben, los actores somos caprichosos.

por **Ilithyia Dardanos** Dom Oct 16, 2011 5:41 am

Sonreí divertida mientras escuchaba las palabras de Tarja, era de una sinceridad que podría llegar a doler, pero tenía más razón que un Santo —como se solía decir aunque yo no estuviera muy de acuerdo con esa expresión—. Era cierto que los hombres sentían la necesidad de lanzar sonrisas a diestro y siniestro, esperando que cayéramos a sus pies y la verdad es que yo había caído más de una vez sin ningún tipo de pudor. Era cierto que sabía bastante bien diferenciar entre amor y un momento divertido entre sábanas o no sábanas, según. Aun así, sabía demasiado bien que no todas las jovencitas lo hacían, y muchas mujeres de edades más avanzadas tampoco.

— Así es como las reputaciones se destrozan.—comenté con cierta ironía, negando por un momento mientras observaba los gestos del hombre antes de volver la atención a Tarja. — Pero sí, tienes razón, es lo que esperan y lo que hacen, aunque me tienes que reconocer que en ocasiones es divertido, sobre todo si sabes diferenciar y no caes en sus redes del todo. Sabiendo de qué pie cojean, simplemente tienes que andar por el borde del abismo.—en un gesto casual llevé la mano a mi pelo para arreglarme uno de los mechones que como siempre se habían salido del recogido. Respiré hondo por un momento para después negar para mí mirándola. Su comentario sobre los estrenos dejó que un pequeño bufido se escapara de mis labios antes de colocar el pelo en el lugar que debía. — Me gustaría estar ahí para darte ánimos aunque sé que no lo necesitas porque te los comerás en el momento en el que te encuentres en el escenario, pero bueno, siempre es bueno tener a alguien conocido en el público. Si no es en el estreno entonces iré otro día a verte.—comenté aclarándola por qué quería ir.

Sabía que Tarja no tendría problema, que seguramente quedaría, con esa maravillosa voz, por encima del resto del repertorio siquiera sin pensarlo, sin proponérselo, solo porque su voz así la alzaba. Tenía una vos prodigiosa y en el momento en el que se ponía en el escenario simplemente eclipsaba al resto de las personas que estuvieran en él. Si uno escuchaba cantar a Tarja directamente se olvidaba de todo lo demás y jamás volvería a ser lo mismo ir al teatro. Estaba a punto de contestar su último comentario cuando el camarero volvió con lo que había pedido volviendo a echar una mirada y una sonrisa a Tarja, lo que provocó que yo pusiera los ojos en blanco por un momento.

— Gracias.— con esa voz profunda nos comentó que si queríamos algo más, él estaría ahí para traérnoslo, todo lo que quisiéramos y no pude evitar una ligera risa divertida cuando se marchó para después ponerme seria mirando a mi amiga. — Me gusta enseñar, Tarja, puedo refunfuñar y enfadarme muchas veces, pero me gusta y bueno… también es cierto que necesito el dinero. Además el Conservatorio me dio una oportunidad y no puedo dejarles así como así, no me parecería justo.

por **Tarja Olzon** Dom Oct 16, 2011 8:20 am

Ilithyia arreglo el su mechón rebelde para luego comentar lo del teatro. Realmente no necesitaba a nadie allí, no por nada en especial, pero cuando subía al escenario y las luces se ponían en mi, el publico desaparecía y realmente sentía que me encontraba en la situación de mi personaje. Cuando era pequeña me ponía contenta el que mi padre y algunos de mis familiares viniesen a verme cantar, y que me aplaudieran para que supiera que lo hice bien, pero eso a la vez me distraía, así que simplemente deje de pensar en ello. Pero si Ilithyia quería venir, ¿quien era yo para impedírselo?

-Esta bien- dije con una sonrisa- te conseguiré entradas para el estreno, pero con una condición- dije mientras me acercaba un poco a ella- si después vienes a la cena de inauguración- dije mientras le guiñaba un ojo. Esas cenas eran odiosas. Todos los altos cargos se reunían para fanfarronear de sus vidas, mientras que a mi me atoraban todo el rato con lo bien que lo había hecho, y incluso algunas veces tenían el descaro de decir que no estuve mal, pero que tenían un hijo que cantaba mejor, cuando en verdad cantaba como una gato atropellado por una carreta. Tener allí a alguien conocido y ademas agradable seria perfecto y podría librarla de situaciones incomodas, como cuando intentan emparejarla con algún aristócrata engreído.

El camarero volvió para el café y sonreírme. Mire a otro lado, era muy cansino, tenia ganas de tirarle el café caliente a la cara, pero no quería dar ese tipo de imagen de creída que podía hacer lo que quisiese sin que nadie le lo impedía.
Se estaño la seriedad con la que me contesto a mi propuesta de trabajo. Le costo conseguir el trabajo de profesora, no era de extrañar que quisiese quedarse.

- Tranquila- dije mientras bebía un poco mas de mi café- si realmente te sientes bien en ese trabajo, sabes que te apoyo- simplemente se escapaba a mi entender. Creo que lo que a mi me pasa para no desear ser profesora es que tengo miedo ha hacerlo mal y verme como causante de un fracaso. Mi padre, el cual me enseño parte del arte de la música, era un hombre serio, constante que podía obligarme a cantar hasta que consiguiere lo que el quería, aunque tardase toda la noche y mi garganta estuviese seca. Aunque le agradezco parte de esa, por así decirlo, constancia, aunque entonces le cogí algo de rencor a aquellos actos. Yo realmente no soy así de responsable, me gusta mas escaparme cuando me siento apresada por la obligación que dar la cara. Tenia miedo de convertirme en esa imagen que tenia de pequeña de mi padre. Pero si ella realmente se sentía satisfecha con aquel trabajo la apoyaba- Sabes perfectamente que si necesitas dinero no tendré problema de dejarte algo- mi situación económica era muy estable. La herencia de mi padre fue sustanciosa, mi trabajo también me daba una buena cantidad, y no tenia caprichos caros por donde se irían mis ahorros.

por **Ilithyia Dardanos** Dom Oct 23, 2011 7:47 am

Una cena. Suspiré por un momento y finalmente asentí. Podía imaginarme cómo sería. No es que tuviera el éxito que mi amiga tenía ni mucho menos, pero había tenido que asistir a algunos de aquellos actos que servían, poco más, que para lucir a los artistas delante de los patrocinadores por decirlo de alguna manera. Era la forma de que aquellos que podían asistir a los estrenos gracias a lo abultado de su bolsa pudieran tener la sensación de adentrarse en el mundo artístico, que durante unas horas podían admirar a los que se encontraban en el escenario, hablar con ellos, para después simplemente despreciarlos por ser precisamente lo que en realidad admiraban: capaces de tocar o cantar como los ángeles, por decirlo de alguna manera. Capaces de hacer arte mientras que el resto se mantenían en la mediocridad por mucho que intentaran comprar lo que no podía ser comprado. Tarja era una artista, hacía con su voz registros que otras muchas personas solo podíamos soñar. A mí me gustaba cantar, por supuesto, pero nunca lo hacía delante de ella porque en cierta manera sentía que la insultaba. En cambio estaba segura de que en esa cena muchas personas buscarían la forma de intentar recibir algún halago de una de las mejores y más prodigiosas voces del momento.

— De acuerdo, te acompañaré, aunque tengo la sensación de que terminaremos yéndonos antes del final.— mi amiga tenía un carácter de mil demonios, excéntrica como todo artista, por mi parte también podía sacarlo a flote cuando estaba cansada o era una y otra vez lo mismo. Asentí por un momento ante sus palabras, al ver que me apoyaba, dedicándola una sonrisa.

Era una tontería dar vueltas a lo mismo. El Conservatorio me había dado mucho y lo mínimo era retribuirlo de la misma manera, en cierta forma. Irme sería como traicionarlos y traicionarme a mí misma. Sería como dejar claro que en realidad no merecía la confianza que me habían otorgado. Negué por un momento para después mirar a Tarja. Por un momento me quedé blanca ante su comentario. Era mi amiga, sí, pero ofrecerme dinero también podía ser considerado como un insulto, sobre todo porque mi orgullo no me dejaba aceptarlo de nadie. Miré la taza que el camarero había puesto delante de mí, frunciendo por un momento el ceño, antes de volver a alzar el rostro para clavar mi mirada en la suya.

— No te preocupes, Tarja, no vivo en una mansión pero por el momento me va bastante bien y soy capaz incluso de ir ahorrando por si acaso las cosas se complican.

Tomé entonces la taza entre las manos para dar un sorbo notando el sabor del café junto con la leche y el azúcar. El café solo no terminaba de gustarme, era demasiado fuerte para mí, pero así tomaba también la cafeína necesaria para seguir funcionando todo el día y en cierta manera no terminaba tan nerviosa como si hubiera tomado café solo.

por **Tarja Olzon** Miér Oct 26, 2011 3:11 pm

Mire para Ilithyia con orgullo y una sonrisa mientras llevaba mi café templado a mis labios. Sin duda aquella era de las mejores personas que había conocido, tanto como persona como en su habito de trabajo. Desde que la conoció siempre había mostrado un carácter fuerte y decidido. Quería conseguir las cosas por su propia mano, con esfuerzo y mucha dedicación, y no quería coger el camino fácil, que seria en este caso aceptar dinero de una amiga. Por mi lado, sabia perfectamente que yo nunca me haba encontrado con problemas del tipo económico. Heredábamos una gran fortuna de mis antecesores y nunca he tenido que trabajar para tomar el pan de cada día. Puede que por eso se metiese en el teatro, por que era una forma de no sentirse tan mal al saber que mientras otros les sangran las manos por llevarse un pedazo de comida a la boca, yo podría pasarme meses en casa, sin hacer nada, y no sentir esa necesidad. Pero Ilithyia era tan diferente a mi, por eso la apreciaba tanto.

En el mundo de la música, sin duda su forma de tocar el violín era de las pocas que conseguían realmente entretenerme y cerrar los ojos en busca de un mundo solo de sonido. La pasión que mostraba al tocar apenas se podía comparar con los músicos de la orquesta del teatro, ya que muchos ya no sentían la música, si no que solo iban por el dinero y el pequeño prestigio que aquello llevaba. Me sigo preguntando como es capaz de que salga tan dulce melodía de únicamente frotar unas cuerdas con un arco, ya que yo también en un pasado intente tocar aquel instrumento de prestigio en la sociedad, pero el resultado fue lo mas horrible que nunca ollera. EL piano por otra parte, para mi es hipnótico y duro. Se tocar, pero siempre me salen melodías muy fuertes y agolpes, que no son del gusto de todo. Pero mi voz era algo que yo manejaba como quería, desde mi punto de vista era mas sencillo.

- Me alegra oírte decir eso- dije cuando acabe mi café, ante la noticio de que en temas económicos estaba bien. Deje la taza de porcelana con detalles dorados en el platillo que posaba en la mesa- haré enviarte las invitaciones lo antes posibles, ¿Deseas que envía alguna para algún acompañante?- dije sonriendo mientras arqueaba un ceja.

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Las doce y cinco ( Ilithyia)

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