Princesa Perdida (Djibril Jawara)

por **Celestine Arceneau** Lun Oct 24, 2011 9:57 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Hoy es uno de esos días en los que no voy a estar todo el día en casa. Mis padres fueron invitados a la casa de una familia de amigos o como mis padres los llaman "los convenientes", lo que sea que eso signifique. Después de desayunar, mi madre me vistió y preparó y los tres junto con mi nana, que nos acompañaba para que se encargue de mi y no los moleste, partimos hacia la finca.

El lugar quedaba algo lejos, y cuando llegamos lo hicimos justo al finalizar el almuerzo, no comimos nada en el camino y mi pancita está rugiendo de hambre, pero la hora del almuerzo ya pasó, así que tendré que esperar a que llegue la hora de la merienda. Me quedé en el patio, viendo las flores de los canteros con mi nana vigilándome como una sombra.

Como bien esperaba que pasara, mi nana se durmió en un banco bajo un árbol y yo pude explorar aquel lugar con libertad, estando segura que mis padres no aparecerían, confiando que mi nana me tenía bien vigilada. El movimiento de un arbusto llama mi atención y un ratón sale corriendo de él, perseguido por un gato anaranjado. Sonríe y empiezo a correr tras el gato, con algo de dificultad debido a mi vestido rosa.

Estoy tan concentrada y divertida tratando de alcanzar al gato que no me doy cuenta que me adentro al bosque que se encuentra cerca de la casa. Para cuando me doy cuenta no sé donde estoy. Miro alrededor y solo veo árboles y más árboles. El miedo empieza a apoderarse de mi camino por el bosque sin saber si me acerco a la salida, o por el contrario, me alejo cada vez más.

Me tropiezo con una rama y caigo al suelo arañándome mi rodilla derecha. Las lágrimas de miedo y dolor emmpiezan a bajar por mis mejillas y me siento en el suelo, cerca de un árbol sin saber qué hacer y llorando.

por **Celestine Arceneau** Dom Mar 11, 2012 12:27 pm

Lo observo atentamente apartarse un poco de mí para agarrar uno de los trozos de tela, humedecerlos y comenzar a limpiarme la primera herida, que fue la de mi rodilla que no me permite moverme con naturalidad. Al principio me dolió y tuve que cerrar los ojos y morderme el labio para quedarme quieta y dejar que me cure, poniéndome esa pasta de color verdoso y de olor raro que no sé que es, y después me tapa la herida con una tira de tela rasgada. Si mi madre viera el estado de las telas se moriría de un infarto y su grito se escucharía hasta el infinito y más allá. Para mi madre la limpieza es muy importante y no permite que ninguna de sus telas tenga ni un solo rasguño o pequeña mancha.

Después de mi rodilla le siguieron las demás raspaduras de mis piernas y brazos. Cuando le llego el turno al rasguño que me había hecho ese gato grande anaranjado con rayas negras, me da miedo. La herida no es profunda pero me duele mucho aunque no lo demuestre. Aprendí de mi padre a no mostrar que algo me duele.

Pero al sentir que me toca la herida no puedo evitar dar un pequeño grito de dolor y trato de alejar mi brazo de él. Pero el me detiene y me termina de curar esa herida, mientras yo me quejo y sigo tratando de alejar mi brazo de sus manos.

Cuando finalmente termina abro los ojos con lágrimas contenidas en ellos de dolor y me miro el brazo ya vendado. Todavía me duele, pero ya no tanto como antes.

-Gracias-

Susurro en un tono de voz muy bajo y bajo la cabeza conteniendo el dolor que todavía siento. Con el dorso de mi mano me quito las lágrimas de mis ojos.

por **Jason Schwaitzen** Dom Mar 18, 2012 11:19 am

Cada uno de los gemiditos de dolor que la niña blanca emitía Djibril los sentía como propios, y ello aparte de su herida del cuello lo motivaba y obligaba a actuar de forma más rápida aún, lográndolo efectivamente a pesar de los pataleos justificados por las molestias que causaba el mover las zonas heridas. Oye el susurro y mira unos segundos al techo como si hubiera algo allí, para luego repetir con un acento nunca antes escuchado. - Gra - cias. - Al segundo después sonrió y se volteó, entrecerrando los ojos por un tambaleo. Ahora tenía una nueva prioridad, y tenía que cumplirla lo más pronto posible; sin embargo, decidió coger uno de los bol hechos de madera para rellenarlo de agua y ofrecérselo para que bebiera y se calmara...y para que también estuviera ocupada.

Él se fue a otra zona de la choza aunque aún visible para la niña blanca y se quitó la tira de tela que le mantenía con vida a esas alturas. Estaba empapada con sangre y por eso la tiró lejos, tendría que deshacerse de ella más adelante cuando se asegurase su sobrevivencia. Cogió otro bol y prácticamente se lo echó encima del cuello, corriendo la sangre con gran facilidad por su cuerpo gracias a la acción del agua. Utilizó la misma pasta que usó con la cría humana y la untó en otra tela para prácticamente clavársela en la herida, apretando con todas sus fuerzas para tratar de que ese mismo material viscoso entrase a su piel para acelerar el proceso de recuperación, pero lo único que ganó fue un quejido de dolor que no pudo aguantar. Con la mano que tenía libre cogió una enésima tela y empezó a amarrarla a su cuello por encima de la otra, cuidando de no perjudicar su propia respiración.

Una vez que terminó, miró a la niña. Sonrió débilmente y se le acercó a pasos lentos, recostándose con ella en la "cama" de aquel "hogar" asegurándose de que la zona lastimada no quedase bajo presión alguna. Bostezó y se colocó de lado, apoyando brazo y codo para acomodarse y así observar mejor a aquella criatura tan aparentemente inocente como letal.

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