Princesa Perdida (Djibril Jawara)

por **Celestine Arceneau** Lun Oct 24, 2011 9:57 pm

Hoy es uno de esos días en los que no voy a estar todo el día en casa. Mis padres fueron invitados a la casa de una familia de amigos o como mis padres los llaman "los convenientes", lo que sea que eso signifique. Después de desayunar, mi madre me vistió y preparó y los tres junto con mi nana, que nos acompañaba para que se encargue de mi y no los moleste, partimos hacia la finca.

El lugar quedaba algo lejos, y cuando llegamos lo hicimos justo al finalizar el almuerzo, no comimos nada en el camino y mi pancita está rugiendo de hambre, pero la hora del almuerzo ya pasó, así que tendré que esperar a que llegue la hora de la merienda. Me quedé en el patio, viendo las flores de los canteros con mi nana vigilándome como una sombra.

Como bien esperaba que pasara, mi nana se durmió en un banco bajo un árbol y yo pude explorar aquel lugar con libertad, estando segura que mis padres no aparecerían, confiando que mi nana me tenía bien vigilada. El movimiento de un arbusto llama mi atención y un ratón sale corriendo de él, perseguido por un gato anaranjado. Sonríe y empiezo a correr tras el gato, con algo de dificultad debido a mi vestido rosa.

Estoy tan concentrada y divertida tratando de alcanzar al gato que no me doy cuenta que me adentro al bosque que se encuentra cerca de la casa. Para cuando me doy cuenta no sé donde estoy. Miro alrededor y solo veo árboles y más árboles. El miedo empieza a apoderarse de mi camino por el bosque sin saber si me acerco a la salida, o por el contrario, me alejo cada vez más.

Me tropiezo con una rama y caigo al suelo arañándome mi rodilla derecha. Las lágrimas de miedo y dolor emmpiezan a bajar por mis mejillas y me siento en el suelo, cerca de un árbol sin saber qué hacer y llorando.

por **Jason Schwaitzen** Mar Oct 25, 2011 4:14 pm

“Protege a los que son más débiles que tú.”

Ese día había sido raro, extrañamente normal para Djibril. La cacería había sido común, sin extraños que le hicieren temer o cuestionarse para variar su existencia; y la comida había sido sin interrupciones…incluso su siesta había sido más revitalizadora que otras ocasiones, considerando que todavía no se sentía demasiado cómodo en aquel lugar tan similar a su tierra.

Ahora su vista estaba fija en el cielo libre de nubes; ese mismo cielo que veía por horas en su natal África. Al menos podía hacer eso con calma, sin miedo de intrusos…de “esos” intrusos que le habían quitado a su familia y a sus amigos; mas no su espíritu ni su voluntad de seguir adelante…aún si eso significaba estar completamente solo. Suspiró relajado y se rascó el musculoso pecho, cerrando los ojos unos instantes. Todo parecía terminar bien, para variar…

…pero unos ruidos y aromas le llamaron la atención, sobretodo este último, que no había sabido identificar. Saltó ágilmente del piso poniéndose en su clásica postura cuadrúpeda copiada de los gorilas, y rápidamente se puso en marcha, transformándose en el trayecto en su forma más apreciada: la pantera negra, la cual llegó a algo más de veinte metros del origen de aquel olor y aquellos soniditos que supo reconocer. Llanto…y uno que le tocaba el alma, extrañamente. Se fijó bien gracias a su mejorado y preciso sentido de la vista y notó que era apenas una niña, una niña blanca.

¿Qué iba a hacer? Lo tenía completamente claro. Se acercó entre los arbustos cercanos, como si la fuera a cazar, acechándola y notando que ella no la notaba a él. Eso le dejó más tranquilo para poder terminar a menos de dos metros, casi detrás del árbol. Su respiración no podía delatarlo, era el sigilo personificado. Miró a la cría desde su posición y vio su herida. No se veía grave, seguro podía curarla...pero de ahí a efectivamente hacerlo había dos mundos de distancia.

por **Celestine Arceneau** Mar Oct 25, 2011 7:02 pm

Soledad.

Esa es la única palabra que describe lo que siento ahora, soledad. Estoy sola en medio del bosque sin saber en que parte del bosque estoy o por donde tengo que ir para salir de entre estos árboles que para mi, son todos iguales. Estoy acostumbrada a estar sola… pero estar sola y perdida es una cosa muy diferente, es algo que en verdad me asusta.

-Quiero ir a casa…-

Susurro al viento entre mi llanto. No puedo, aunque quiero, dejar de llorar. Estoy asustada, puede aparecer cualquier animal o peor podría perderme más y no volver a casa. A casa, sí, quiero estar en casa, algo extraño ya que siempre quiero salir, pero en esta situación, lo que más quiero es estar en mi casa, rodeada de las cosas que conozco.

El rasguño de mi rodilla me arde a causa de la brisa que sopla y me tapo la herida con mi mano, mientras con la otra intento secarme las lágrimas, sin tener éxito porque siguen cayendo. Y para empeorar las cosas tengo hambre.

Entre mis lágrimas abro los ojos para mirar mi alrededor. Nada, solo árboles y… Abro los ojos sorprendida y después me asusto al ver a “un gato grande” cerca de mi. No se trata del gatito que yo estaba tratando de atrapar, no, este era un gato mucho, mucho más grande. Retrocedo sentada hasta que mi espalda queda apoyada en el tronco del árbol, mis lágrimas siguen cayendo por mi mejilla y vuelvo a taparme la herida con una de mis manos.

Me lo quedo viendo entre sorprendida y asustada.

por **Jason Schwaitzen** Vie Oct 28, 2011 8:21 pm

La pantera conservó su actitud y porte misterioso en todo momento, notando que las lágrimas de la niña blanca se incrementaban al igual que su tensión. Seguro era la primera vez que veía a alguien como él…o a un animal como él, ya que era la reacción casi inequívoca que todos los que desconocían a los animales de su tierra tenían; pero había aprendido a manejar aquellas situaciones en su mayoría. Se movió con su elegancia característica hasta quedar frente a ella a algo más de dos metros, y se sentó para mirarla. Olfateó la herida y se relamió los labios por acto reflejo, aunque no se atrevió a acercarse más, De hecho, se puso a esperar que ella lo hiciera, aunque no lo veía muy posible por la herida que tenía. Sin embargo, tampoco quiso acercarse él debido a que quería estudiarla, a ella y a sus reacciones.

Bostezó despreocupadamente enseñando su feroz dentadura sin intenciones y se quedó quieto esperando expectante lo que sucedería.

por **Celestine Arceneau** Sáb Oct 29, 2011 12:38 pm

No dejo de mirarle asustada y mi tensión aumenta cuando se acerca más a mí, sin hacer casi nada de ruido con sus pisadas y mi temor aumenta aún más cuando bosteza y veo esos enormes colmillos en su boca. Por reflejo, pego mi espalda por completo al tronco del árbol, en un intento de aumentar la distancia entre el “gato grande” y yo, algo imposible. No sé cuanto tiempo estoy quieta, solo mirándolo, con mis lágrimas todavía cayendo por mis mejillas y temblando ligeramente, pero finalmente me doy cuenta que no me hará daño, al menos por ahora, o ya lo habría hecho, y eso hace que me relaje solo un poco.

Me apoyo en el árbol para intentar levantarme y acercarme al felino, pero mi rodilla me duele con el más simple movimiento y vuelvo a quedarme sentada haciendo un gemido y una mueca de dolor. Me miro la rodilla y me seco las lágrimas con el dorso de mi mano.

Levanto la mirada para volver a posarla sobre aquel animal que no ha cambiado de posición y extiendo una de mis manos hacia él, invitándole a acercarse en ese gesto mudo de confianza momentánea.

por **Jason Schwaitzen** Sáb Oct 29, 2011 11:22 pm

La bestia de color negro confirmó con las pocas acciones de la niña que ésta no se encontraba en buenas condiciones, y ante aquel último gesto no pudo hacer más que acercarse y lamer lentamente su mano, demostrándole de sobra que no iba a hacerle daño. Luego de la lamida paseó su cabeza por aquella pequeña extremidad, restregándose contra ella para ganar más confianza. Acto seguido buscó olfatear la herida de su rodilla, y su mente humana pudo notar que no era demasiado grave, y que bastaría una simple medicina de su tierra para hacerla sentir mejor. Sin embargo...su timidez en su forma humana era demasiado fuerte como para lograr algo efectivamente; así que de momento se agachó echándose y la miró con sus ojos amarillos profundos, esperando que decidiera qué hacer.

por **Celestine Arceneau** Dom Nov 13, 2011 7:52 am

La lamida del enorme y oscuro felino me hace sonreír y muevo mi mano por su cabeza mientras el se restriega contra mi palma. Este simple acto del animal me hace calmar y tomarle más confianza, ahora estoy segura que no me hará daño y con una débil sonrisa le rasco las orejas.

Ahora me siento más segura, pero aún estoy en problemas. No tengo ni la más mínima idea de cómo salir de este lugar. Miro a mi alrededor y solo veo árboles que me parecen todos iguales. Suspiro y poso mis ojos en el felino que se echó a mi lado. Como sé que si me levanto mi rodilla me molestará, me acerco a él arrastrándome sentada hasta estar a su lado y le acaricio el cuello y el lomo. Me acomodo mejor para poder estar más cómoda.

-¡Ay!-

Hago un gesto de dolor al mover mi rodilla y rozarla sin querer contra el tronco de aquel árbol. Llevo mis manos a tapar la herida en un intento de calmar el dolor y el ardor que me produce cuando el viento empieza a soplar y lleva a mi herida el polvo de la tierra seca. Nuevas lágrimas vuelven a caer por mis mejillas hasta mojar mi vestido.

-Quiero ir a casa.-

Susurro para nadie en especial en medio de mi llanto. Miro al único compañero que tengo y con cuidado rodeo su cuello con mis brazos en un abrazo y lloro escondiendo mi cara en su cuello, mojando sin querer su suave pelaje negro con mis lágrimas.

por **Jason Schwaitzen** Mar Nov 15, 2011 9:59 am

La pantera le observó fijamente y estudió cada limitado movimiento de la niña, notando y concluyendo que no podía dejarla así como estaba, no podía dejarla a su suerte por muy blanca que fuera. Y ese sentimiento de protección se hizo mucho más fuerte cuando la vio y sintió aferrarse a su lomo y llorar. El hombre dentro de esa bestia hizo una mueca de tristeza: era cierto que odiaba y le temía al mismo tiempo a esos seres de piel blanca que habían acabado con su vida en su Tierra...¿pero qué culpa tenía aquella niña que por quizás qué motivo se había perdido en un lugar hecho para las bestias más fuertes? Nadie de la tribu le perdonaría abandonarla si ellos estuvieran vivos, y el cargo que tendría su conciencia por no ayudar a alguien que realmente lo necesitaba seguro no le dejaría ni comer ni vivir con tranquilidad. Eso vencía cualquier limitación que su mente pudiera interponer a causa de su físico humano.

Dejó que llorara hasta que ella misma parase, utilizando su peluda cabeza para acariciar suavemente la de ella, incluso dándole algunas lamidas en el cabello como si la niña fuera una más de las crías que poblaban su tribu y eran parte de su vida diaria; no es que la considerare tan pronto como tal, pero sí tenía el deber de protegerla al ser alguien tan pequeña que seguramente no tenía idea de cómo sobrevivir en un lugar como en el que se encontraba actualmente. Correría el riesgo con ella, y se revelaría para poder ayudarle. Al menos se quedaría con el corazón tranquilo y podría después, quizás, huir y no volver a verla para no correr peligro si esa niña llegare a tener parientes que pudieran..."interesarse" por él. Después de todo, él seguía siendo un ser extraño en ese mundo tanto por su animalidad como por su propia humanidad.

Se acomodó un poco y le hizo un sonido bajito pero prolongado que no podía interpretarse como un gruñido de rabia, sino más bien como una "orden". Se apegó al suelo lo más que pudo y movió lentamente su cola como animándola a que se subiera a su lomo. Sí, le dolería la rodilla al moverse, pero Djibril se encargaría de que ese dolor desapareciera o al menos se hiciera menor.

por **Celestine Arceneau** Vie Nov 18, 2011 4:25 am

Segundos, minutos, horas… no tiene importancia, ¿a quien le importa cuanto tiempo estuve llorando en el pelaje de este animal? ¿Tiene alguna importancia? Claro que no. Solo sé que no me separo de él ni un poco mientras me desahogo en un río de lágrimas. Puedo sentir la cabeza de este “gato grande” frotarse contra la mía y su lengua áspera pasar por mi cabello de vez en cuando y eso, de alguna forma, me reconforta un poco, haciendo que mi llanto se vaya calmando lentamente, a medida que voy aceptando la realidad. Y la realidad es… que no importa cuanto llore, no importa cuantas lágrimas derrame, eso no hará que deje de estar perdida, eso no me hará regresar a casa.

El llanto va disminuyendo en volumen hasta que solo tengo temblores esporádicos. Apoyo mi cara en el pelaje suave de la bestia y, mientras que con una mano lo sigo abrazando, con la otra me seco la cara con el dorso. Algo inútil porque cuando termino de secarme la cara más lágrimas vuelven a mojar mis mejillas, esta vez en un llanto silencioso. Por primera vez no puedo dejar de llorar, mi angustia es grande y mi temor es mucho mayor, lo que más me angustia es que estoy completamente segura que mis padres no me buscarán… ¿para qué buscar a una monstruosidad? como ellos me llaman siempre, cuando no hay nadie que los escuche. No, ellos no me buscarán. Me quedaré perdida en este bosque para siempre.

Mi hilo de pensamientos es interrumpido por un gruñido prolongado y suave del enorme felino. Lo suelto y lo miro para ver que es lo que pasa… ¿se habrá molestado por haberle mojado su hermoso pelaje?.... No, definitivamente no es eso. No puedo creerlo. Al ver que se agacha, hasta que todo su largo cuerpo quedara bien contra el suelo, no puedo hacer otra cosa más que mirarlo sorprendida. Tardo en reaccionar, y lo primero que hago es volver a pasar el dorso de mi mano por mis mejillas mojadas para secarlas. Sonrío levemente ante la idea de montar a un gato grande… sonrisa que es sustituida por un gesto de dolor cuando me muevo para subirme. Miro mi rodilla y al animal, nuevamente muy despacio, lentamente y con cuidado logro subirme al lomo del animal. Gimo de dolor mientras me acomodo y me abrazo a su cuello, tanto para buscar refugio y consuelo por el dolor, como para sujetarme cuando se levante y empiece a andar.

por **Jason Schwaitzen** Miér Nov 23, 2011 10:14 pm

Como era de suponerse, la niña blanca había presentado problemas para subirse a su lomo, pero como también supuso Djibril, pudo sobreponerse a aquella evidente molestia y afirmarse de ese pelaje negro empapado de lágrimas que él mismo se encargaría de evitar que siguieran saliendo cuando estuvieran en el lugar que la pantera quería. Ésta finalmente se alzó con lentitud procurando no causar demasiado sufrimiento a la cría que tenía sobre su espalda y empezó a andar lentamente por el bosque, procurando utilizar las rutas menos obstaculizadas posibles para no tener que dar grandes saltos o movimientos bruscos que pudieran incomodar todavía más a la pequeña que tironeaba los pelos de su cuello por mero acto reflejo para no caerse; hasta que por fin llegó a donde deseaba: un área algo apartada dentro de lo que significaba el propio bosque, y un área muy particular: parecían haber construcciones un poco más elaboradas que un simple nido. De hecho, había una especie de choza hecha de ramas y cueros de animales lo suficientemente (y supuestamente) grande para recibir a aquel animal de ojos amarillos, pero parecía que algo no cuadraba. ¿Acaso una simple pantera podía hacer todo eso? Y lo más importante…¿cómo iba a ayudarle?

Djibril se agachó nuevamente bajo la choza, esperando que bajara lentamente de su cuerpo tratando de moverla lo menos posible. Emitió un suave ronroneo acariciando su cabeza con la propia tratando de darle tranquilidad y salió a paso rápido hacia los interiores del bosque, procurando hallar las primeras cosas que le servirían para ayudar a esa blanca.

por **Celestine Arceneau** Miér Nov 30, 2011 12:36 pm

Cada giro o pequeño salto que debe hacer por el camino el "enorme gato negro", no puedo evitar sujetarme fuertemente de su cuello cubierto por ese pelaje oscuro y suave, sin embargo intento no tirarle ni arrancarle alguno de sus pelos, no creo que eso le agrade y es mejor no averiguarlo, en especial por esos colmillos que posee.

...... ¿Qué pasa? Pienso al sentir que la velocidad del gato disminuye, y abro los ojos que los he mantenido cerrados todo el camino. Al abrirlos, veo que seguimos en el bosque... en lo más profundo... y eso me asusta un poco, y me sujeto más fuerte del felino. Pero... mi miedo es sustituido por sorpresa, sorpresa al ver una especie de casa pequeña y simple, hecha de pieles de animales. Una vez adentro, el gato se agacha para que pueda bajarme. Muy despacio me deslizo de su lomo al suelo de esa choza. ¿Es posible que un gato haga eso? Si es así...

-Que listo.-

Susurro suavemente mirando los ojos del animal, con una pequeña sonrisa dibujada en mi rostro que contrasta con las lágrimas que hay en mi carita. Esa sonrisa desaparece al ver que el felino se va. Miro a mi alrededor y gateo despacio hasta lo que sería la "cama" de ese lugar, que consta de un colchón de pieles en el suelo. Me siento en un rincón de ese colchón y me abrazo las piernas sintiendo dolor en mi rodilla, mientras más lagrimas siguen bajando por mis mejillas. En esa posición me quedo esperando a que el "gatito" regrese.

por **Jason Schwaitzen** Jue Dic 08, 2011 12:22 am

No tardó demasiado en hallar las cosas que buscaba, ya que las tenía ubicadas de manera exacta y precisa a causa de todo el tiempo que llevaba viviendo en esos alrededores, aprendiéndose prácticamente al revés y al derecho todos y cada uno de los secretos del bosque: sus atajos, su flora, su fauna y su clima, entre otras cosas.

En aquel momento el cuerpo cambió, desapareciendo las garras y los colmillos, desapareciendo la cola y las orejas, pero manteniéndose la piel negra y la postura cuadrúpeda. Las manos fueron cogiendo las hojas y luego un rústico bol de madera se sumó, el cual había atrapado entre sus fauces unos segundos después de haber partido. Combinó un poco de agua y mezcló con ayuda de una pulida barra de madera, quedando una especie de pasta. No era tan perfecta como la que hacían las mujeres de su Tribu, pero era más que suficiente para el objetivo que quería cumplir. Eso le dejó conforme, y con ello se dispuso a regresar, andando entre los árboles con una agilidad pocas veces vista en un humano, aunque él no fuese uno normal precisamente.

En eso, un olor le llamó la atención, y le motivó una notable tensión en el cuerpo, viéndose obligado a acelerar. La niña no estaba sola.

Spoiler:

por **Celestine Arceneau** Vie Dic 16, 2011 6:19 pm

¿A dónde se habrá ido ese gato grande?... ¿dónde estoy?... ¿Quién vive aquí?... ¿ese gato puede construir casas?...... Son las preguntas que pasan por mi mente una tras otras desde que la pantera se fue y me dejó en esta choza. Desde ese rincón de la supuesta cama hecha de pieles no he dejado de observar el interior de la choza, hech con pieles y con troncos que sostienen la estructura en pie. No hay mucho para ver, solo la cama en donde estoy que a pesar de ser simple es bastante cómoda y calentita. Me abrazo a mí misma, aunque talvez solo hayan pasado unos pocos minutos, a mi parecer es una espera eterna el regreso del felino y en este lugar tan extraño y desconocido no quiero estar sola, me asusta, y eso se nota en los temblores que tiene mi cuerpo y en las lágrimas que siguen saliendo, ya no de dolor por la herida, sino también del temor de estar en este lugar.

Unos ruidos se escuchan provenientes de afuera de la choza, ruidos que se escuchan cada vez más cerca, eso solo significa que lo que sea que esté ahí se está acercando… talvez sea la pantera. Me quedo mirando la entrada a la choza y la cara de un gato grande se asoma. Pero no es el gato negro… este es un gato muy grande, naranja con rayas negras…

-¿Hola?..-

Saludo con un susurro. El “gato naranja” entra lentamente a la choza, olfateando el suelo y el lugar con pasos firmes pero suaves, que casi no hacen ruido. Fija sus ojos marrones en mi y se acerca gruñendo suavemente, a mi parecer me está saludando…. Cuando el gato está muy cerca de mi me muestra sus colmillos, me hace gritar de miedo y se prepara para saltarme encima con su boca abierta….

Off: PErdón, perdón y perdón por tardarme.

por **Jason Schwaitzen** Jue Dic 22, 2011 11:09 am

¡¡Qué descuidado había sido!! Aquello seguro merecía un regaño de madera por parte del Anciano de la Tribu. ¿Cómo había sido capaz de dejar pasar la presencia de aquel animal que tantas veces había enfrentado? Seguro que iba a cobrarse revancha, y para su horrible desgracia la niña estaba en un peligro inminente. Pero no iba a permitir que nada le sucediera: en ese momento se juró protegerla con el puño apretado y el corazón rebosante de convicción. Afortunadamente el lugar estaba cerca, y afortunadamente había llegado a tiempo, lo suficiente para retomar la forma de Pantera en un segundo y atacar los cuartos traseros del felino con rayas con sus garras y sus fauces, las cuales provocaron un estruendoso quejido que retumbó en la choza que dentro de poco dejaría de ser el campo de batalla. Djibril siguió clavando lo más posible sus dientes, obligándolo a retroceder gracias a la prodigiosa fuerza de todo su cuerpo estirado. Finalmente pudo empujarlo fuera y lo envió contra el suelo, rugiendo enfurecido no sólo porque había pisado su territorio, y porque esa era una de las muchas revanchas que se debían; sino que porque había intentado atacar a una niña indefensa. Eso no se lo iba a perdonar jamás.

El intercambio de golpes, zarpazos y mordidas no se hizo esperar más. Ambos luchaban con furia, con ferocidad descontrolada y para nada contenida; el tigre recibió un cabezazo, pero Djibril sacó la peor parte con un mordisco en el cuello. Gruñió fuertemente adolorido y embistió al intruso con todas sus fuerzas, quedando un poco mareado por la brutalidad empleada; pero el animal de pelaje multicolor había quedado peor, tanto que apenas pudo escapar, con una mancha de líquido rojo contaminando y desvirtuando ese maravilloso pelaje que ahora buscaba perderse entre el bosque, para ojalá no regresar.

Sin perder el tiempo regresó con la niña, ahora cogiendo el bol antes privado de protagonismo con el hocico, y se recostó a su lado, aunque antes lamió sus mejillas y cabeza y le ronroneó, tratando de tranquilizarle. Sin embargo, él era el que tendría que tranquilizarse pronto, la herida no parecía muy bien…

por **Celestine Arceneau** Lun Ene 09, 2012 12:45 pm

Aquel gato anaranjado y con rayas negras salta sobre mi, haciendome caer hacia atrás, quedando sobre aquella cama de pieles con aquel animal encima. Sus dientes están a milimitros de mi cara, cierro mis ojos con fuerza deseando estar en mi casa y esperando lo peor cuando el gato grita con fuerza y dolor y de golpe sale de arriba mio, haciendome daño con una de sus garras en mi hombro.

Abro mis ojos que están llenos de lágrimas, me siento en la cama y veo un espectaculo que me da miedo. El gato grande y negro es el que hizo que el otro gato me deje, pero ahora estaban peleando. Los dos gatos salen de la choza, dejandome sola de nuevo. Mis lágrimas no tardan en volver a caer por mi rostro, mojando mis mejillas y mi vestido. Tengo mucho miedo de ese gato a rayas y los ruidos que vienen de afuera no me ayudan a calmar. Sin dudas se trata de una feroz pelea de la que me gustaría no presenciar ni escuchar. Me muevo hasta estar lo más lejos que puedo de la entrada sobre las pieles y me abrazo a mi misma llorando, escuchando sin querer escuchar los gruñidos y pisadas del exterior.

Entonces un silencio se apoderó el lugar, para segundos después escuchar el ruido de pisadas y el gato grande y negro entra a la choza, cuando se acuesta a mi lado, lo abrazo llorando y temblando del miedo y en parte del dolor que siento en mi rodillita y ahora también en mi hombro. Lo abrazo más fuerte y siento mi mano mojada, me separo un poco para ver mi mano. Abro grande los ojos al verla manchada de sangre. Miro al felino de pelaje oscuro.

-Te lastimaste.-

Susurro preocupada. Mi miedo aumenta junto con mi preocupación por aquel gato bueno y más lagrimas caen por mis ojos.

por **Jason Schwaitzen** Vie Ene 13, 2012 7:28 am

Con aquel abrazo pudo notar que el tigre no se había ido simplemente sin dejar rastro, enfocando su vista en la herida del hombro que ahora poseía la niña. Intentó no gruñir de impotencia y furia, conteniéndose apenas más que nada porque sus energías no eran las suficientes. Lo que importaba era que el animal intruso ya no estaba, y que era hora de actuar, para su desgracia y su inminente riesgo (según él), en forma humana.

Volvió a ronronear acariciándole la cabeza con el hocico, dándole incluso una suave lamida en la mejilla saboreando sus lágrimas amargas iguales a las de él en esas noches desesperadas en el barco. Se volvió a levantar y se alejó de ella un par de metros, quedando sentado. Cerró los ojos y, con el corazón latiéndole rapidísimo por el nerviosismo y el temor, el pelaje negro dio paso a la piel negra y musculada en cuclillas, cambiando esos ojos amarillos a unos oscuros, propios de la raza que detestaba compartir.

Ni bien completado el cambio, y ante el rostro sorprendido e incrédulo de la niña se acercó y posó uno de los dedos de su mano delicadamente sobre la boca de la blanca, en una señal absolutamente inequívoca que no necesitaba traductor. Su cabeza se dirigió a la de ella, y la restregó no con la misma naturalidad que la pantera, pero sí con la misma suavidad y dedicación.

Y, cómo no, ronroneó para que le reconociera.

por **Celestine Arceneau** Mar Ene 17, 2012 3:30 pm

Siento su lengua aspera pasar sobre mi mejilla y hago el intento de dejar de llorar, por desgracia, no logro dejar el llanto por completo. Dejo de abrazarlo cuando se aleja y lo miro.

-Te vas?-

Le pregunto aunque sea imposible que me entienda y mucho menos me conteste. Me seco las lagrimas con mis manos y me lo quedo viendo sin entender porque se sienta ahí. Me quedo quieta, con mis ojos muy abiertos en sorpresa al ver los cambios que tiene el “gato grande” frente a mi. Su suave pelaje negro desaparece, dejando una piel de un color que no he visto en un humano, un color parecido al dulce que muchos niños comen, el chocolate.

Cuando aquel extraño suceso terminó y quedó frente a mi un hombre y este se me acerca, retrocedo sentada hasta que mi espalda choca contra la pared de aquella “casa”. Lo miro cuando pone su dedo en mi boca y eso evita que grite. Al ver que se acerca más, cierro los ojos con miedo, mi cuerpo, que no ha dejado de temblar, tiembla más fuerte.

Algo se restriega contra mi cabeza y abro los ojos, me sorprendo al ver que es el hombre de piel oscura y que este ronronea de la misma forma, o casi de la misma forma, que el “gato grande y negro” que me acaba de proteger.

-Gato?-

Le pregunto y lentamente, con algo de inseguridad, rodeo su cuerpo con mis brazos, en el mismo abrazo que le daba a la pantera, mis lagrimas ahora no mojan un pelaje, sino la piel de esta persona.

por **Jason Schwaitzen** Lun Ene 23, 2012 9:38 am

Por primera vez en muchos años, su corazón dejó de latir tan rápido por la presencia de un "blanco" tan cerca suyo. La niña le había reconocido, y continuaba llorando con una angustia que le partía el alma. Djibril la dejó llorar unos minutos para que se desahogara, y tras aquel tiempo que le pareció prudente ronroneó una vez más, para luego separarse de ella sólo un poco, lo suficiente para que ambos rostros se mirasen y contrastasen. Con una de sus blanquinegras manos le secó las lágrimas con la delicadeza que las garras de pantera no podían ni nunca tendrían, y le sonrió tratando de animarla, o de al menos tranquilizarla. Se separó finalmente de ella en una postura en cuclillas, imitada claramente de los primates con los que compartió en su vida en la jungla, y le hizo un gesto con ambas manos: sus palmas blancas al frente. Quería decirle "espera, que voy a ayudarte", pero desconocía su forma de hablar, y lo más seguro es que ella desconociera el suyo. Después de todo, parecía ser que para la niña era la primera vez que veía a alguien de su color, y más certero era aquel pensamiento considerando la edad aproximada que estimaba el cambiaformas. No perdió más el tiempo, y se dirigió a una esquina de su rústico hogar, en el que tenía lo que parecía ser distintos tipos de telas, llevándose una de ellas junto con otro bol que tenía agua sacada hace no más de una hora de un riachuelo cercano. Llegó hasta su "invitada" y de inmediato se llevó una mano al cuello, notándola bastante ensangrentada todavía. Gruñió imperceptiblemente y rasgó con fuerza una tira, la cual humedeció un poco y se la amarró al cuello con fuerza suficiente para detener la hemorragia, al menos durante el rato en que tendría que curar a la ojiclara. Botó un poco de aire y le miró. Y le sonrió.

por **Celestine Arceneau** Sáb Feb 11, 2012 7:57 am

Lloro con profunda tristeza y miedo abrazando al “gato grande” que ya no es gato, pero no me importa, sigue siendo el mismo. Tras un suave ronronea el joven se separa y suelto aquel abrazo que había hecho para tratar de calmarme. Lo miro a la cara, nunca vi a alguien parecido, con ese color chocolate en la piel. Me hace un gesto con las manos que entiendo perfectamente, pide que me quede quieta, no hay que ser un genio para entender aquel gesto. Hago un gesto afirmativo con la cabeza y me quedo sentada en aquel colchón de pieles.

Su forma de caminar es extraña y graciosa para mi. Mientras lo veo caminar por su choza buscando algo, me llevo una mano al hombro que ese tigre me lastimo, pero tocar la herida me duele asi que bajo la mano rapidamente y me quedo mirando a esta persona. Mis lagrimas dejan de salir de mis ojos finalmente, pero los temblores producidos por el llanto y miedo siguen siendo notorios en mi cuerpo. Miro con curiosidad el bol que había traido de afuera con un contenido extraño y miro el segundo bol que trae en donde tiene agua. Un gruñido de su parte me hace volver a mirarlo y veo como se tapa la herida de su cuello con una de esas telas.

-¿Estas bien?-

Pregunto en un susurro creyendo que talvez me entendería, pero algo que seguramente entiende es mi mirada de preocupación hacia él, mis ojos miran preocupados y temerosos la tela en su cuello. Le herida en mi hombro me arde y me duele, no ha dejado de sangrar y hace que mi cara de preocupación se convierta en una de dolor.

por **Jason Schwaitzen** Miér Feb 15, 2012 12:14 pm

La niña tenía un aguante sorprendente a ojos del cambiaformas negro. ¿Cómo le hacía para no gritar de dolor ante esas heridas? ¿Acaso no tenía nervios? ¿Los blancos eran así de fuertes? Aquellos pensamientos latían con fuerza en su mente igual que su cuello apretado por la tela que le salvaba momentáneamente de no desmayarse por la hemorragia de la herida, pero todo estaba bien. Ya había arriesgado la vida por la niña, y no volvería a pasar por un peligro así. No volvería a ser tan descuidado como para nuevamente salir malherido, o como para permitir que hiriesen otra vez a la pequeña. Hizo caso omiso de aquellas palabras que él no comprendía, y sólo se limitó a sonreír.

Las manos de carbón rápidamente se prestaron para la acción, y el proceso se repitió por todas las heridas y raspones que la peliclara tenía: humedecer la zona, lavarla, pasar un poco de la pasta anteriormente molida por ésta y luego envolver el área con una tira de tela, formando una venda que nada tenía que envidiarle a la de un curandero blanco.

Una vez que terminó revisó una vez más que todo estuviera en orden, y sonrió ampliamente enseñando un poco los dientes, como un niño que ha logrado hacer algo "de adultos". Estaba lleno de orgullo, y estaba completametne seguro de que su tribu también lo estaba.

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