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This Horrifying Force (The Desire to Kill) [Dagmar Biermann] 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Vie Dic 09, 2011 4:10 am

«I am the night, a silent as shadow.»
-Skeletonwitch, “This Horrifying Force (The Desire to Kill)”

Dagmar,

Tras varios años de estarlo pensando finalmente llegaré a París, tengo mis motivos, sabes que nunca hago nada sin motivaciones, Treszka me acompaña, ambos vamos en busca de algo mucho más allá de nuestro propio entendimiento, no te doy más detalles porque preferiría hablarlos de frente. ¿Te parece si nos vemos en Notre Dame el viernes de la semana que entra después de la misa de las 6 de la tarde?

Atentamente.
Emil Wenkoff

Estos católicos sí que sabían cómo hacer las cosas. Notre Dame era casi tan imponente como la Catedral de Cristo Salvador en Moscú, casi. De todos modos todo es la misma tomadura de pelo, todo es el mismo engaño para aprovecharse de la ignorancia y la fe. La gente poco a poco se retiraba a sus casas tras la liturgia que yo mismo presencié, fue entretenido, aunque he estado en misas de casi todas las religiones occidentales, son similares en esencia.

Aquella carta que le envié al único contacto real que tengo en esta jodida ciudad había sido escueta, pero como había apuntado, prefería hablar con ella de frente. Si los rumores eran ciertos, aquel gigante de hielo ya estaba en la ciudad, había estudiado muy bien su forma de trabajar y moverse, no era para nada discreto, y seguramente esta gente en su torpeza atribuía tanta muerte a asesinos que trabajaban por separado. ¿Qué no veían la magnitud y la saña con las que profería el castigo que él creía divino?. Un vampiro con aspiraciones de dios, vaya problema, y aquel pobre idiota que le concedió el don de la inmortalidad a un ser tan desalmado debía estar en el último círculo del infierno de Dante, sufriendo los peores tormentos ante tal crimen de lesa humanidad.

Aguardé sentado en una banca al azar en medio de la imponente catedral, pensando en aquel viaje a París, y en Treszka que seguía sin creer que Varg fuese real, podía comprender su renuencia pues en todos nuestros años como cazadores jamás habíamos enfrentado tal amenaza, y eso que la mayoría de nuestro tiempo lo enfocábamos en otra peste llamada Raina Hristov.

Si finalmente Dagmar Biermann, a quien conocía porque parecía que habíamos nacido conociéndonos, pues nuestras familias, ambas, se remontan a varias generaciones que han dedicado su vida a terminar con la plaga de los seres sobrenaturales, y de un modo que considero más noble que como ahora se ha puesto de moda, al servicio de un alto clérigo, si finalmente ella no tenía información, de todos modos me caería bien charlar con alguien. Normalmente se trata sólo de Reza y de mí, y sirve de mucho que ambos nos dediquemos a esto, pero me hace falta despabilarme un poco, cruzar palabras con alguien más, respirar un segundo porque tal parece que me dedico a aguantar la respiración todo el tiempo en mi afán de ser cauteloso.

Es que no se les puede mostrar ni una pizca de debilidad a esos que enfrento, podría costarme la vida, y peor aún, el honor de mi familia.
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Mensaje por Dagmar Biermann Sáb Dic 10, 2011 2:25 am

Después de todo el problema que hubo con la iglesia, con los supuestos enviados de Dios, se había tomado la decisión de separarse por completo de ella. Lo cierto es que nunca profesamos una fe completamente fiel mi padre utilizaba aquel medio para tener una idea un poco más clara de los movimientos que había dentro de ella, para poder tener contactos de familias que de verdad estaban metidos en ese medio por el deseo de la extinción de aquellos seres de la noche y no solo estaba ahí para cobrar el diezmo de las comunidades que creían en aquella palabra del señor. Teníamos de aliados a aquellos que merecían ser llamados cazadores, amigos de familia, personas que valían por su entrega y fidelidad en este terreno. Aquellos que aparentaban ser hombres de fe y solo aprovechaban de sus cargos eran esos los que no ere bienvenidos a la casa, y a esta academia. En un principio, cuando la separación fue evidente pensé que la mayor parte de los jóvenes que estaban siendo entrenados aquí se irían a aquellos campos llenos de joyas sin embargo dejaron en claro por que estaban ahí, que el sudor de sus entrenamientos valdrían la pena y no se venderían ante un hombre que se hace llamar el enviado del señor para hacer su voluntad. En ocasiones tener noticias de él me era un poco gracioso he de confesar.

Había tomado un baño para poder relajarme por completo la semana pasada había recibido noticias de mi padre, este se encontraba en España atendiendo asuntos de salud que mi madre estaba teniendo, todo había estado en orden pero lo que me extrañaba y a la vez alegraba era esa carta que había llegado esa tarde y que hoy siendo el día de reunión aun volvía a leer asesorándome que no se trataba de una ilusión. Mi arreglo fue bastante rápido, pero no por ello descuidado, estaba preparada para ver a un amigo de la infancia, a alguien que quería demasiado, a un amigo, o quizás a mi único amigo verdadero. Estaba lista ¿No es así?

En el trayecto me puse a recordar aquellas tardes de entrenamiento porque si, nosotros no éramos esos típicos niños que jugaban en el campo a las atrapadas, nosotros jugábamos con armas, aparentando ser adultos con cuerpos de pequeños. Recuerdo su rostro lleno de sorpresa al ver que una niña lo retaba a combate, también recuerdo mi admiración al notar lo ágil que era con las armas, sin duda alguna la amistad de nuestros padres había trascendido hasta nosotros. Tampoco podía negar que Emil era un chico demasiado atractivo, con grandes aspiraciones, con ideas firmes, bastante guapo e interesante, siempre habíamos tenido esa especie de atracción una que sabía no pasaría a más por las vidas que habíamos decidido tener y porque por más gusto que hubiera nada podría cambiar ¿Verdad?

Baje de aquel carruaje no sin antes vigilar el terrero, tenía idea un poco de como identificar a aquellos inquisidores, aquellos contrarios que solo buscaban pequeños fallos para intentar acabar con nosotros por que aunque no lo pareciera en ocasiones parecía guerras de poderes, tan ingenuos pues nosotros no los tomamos en cuenta. ¿Sería temor a lo que llegáramos a hacer? De cualquier forma siempre iba preparada. Al bajar pude sentir el calor de los humanos que caminaban por todos lados saliendo de su eucaristía, era momento de ir al lugar indicado. No era de sorpresa verlo ya ahí, bastante puntual, siempre cumpliendo su palabra. ¿Acaso Emil había dejado las travesuras a un lado? Si supiera en lo que me había metido quizás estaría decepcionado de mi, tal vez por un tiempo se lo ocultaría, tal vez si el terreno era seguro al hablar le confesaría lo que ahora ocurría en mi vida. No eran momentos para pensar en malos ratos que podíamos pasar más adelante un reencuentro siempre es bueno y era mejor disfrutarlo.

Estaba alerta como siempre, debía de ser cautelosa al llegar a él, ninguno había perdido la practica pero una sonrisa antes de un abrazo y una platica le podría sacar. Camine con lentitud, ocultándome de su vista para no cometer un error y que descubriera mi pequeña travesura. Al llegar por detrás de él mis manos se deslizaron con rapidez para tapar sus ojos, era una posición un poco incomoda por la banca pero no dudaría mucho tiempo, no cuando un cazador siempre esta alerta y mucho menos porque reconocería mi voz y quizás mi tacto, nada se sabe - Buenas noches Wenkoff es un placer verle de nuevo - Firme y con un aire de sensualidad había salido mi voz este ultimo sin intención alguna pues eso era una parte natural de ser ya mía. Besé su mejilla al tiempo que despegaba las manos de sus ojos, camine con cuidado para poder colocarme frente a el rodeando la banca. ¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué sus posturas me hacían percibir aquella tensión? Aquel momento de hablar sobre la carta había llegado quizás los sentimentalismos estaban demás.
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Mensaje por Invitado Mar Dic 27, 2011 9:41 pm

Observaba con detenimiento los juegos de la luz, los rayos que se colaban por los rosetones y jugaban una suerte de caleidoscopio en el suelo, el sol se ocultaba y sus tonos naranjas se acentuaban al entrar por los cristales de colores. La gente aún salía de misa, siempre me había parecido interesante cómo la gente depositaba su fe en las cosas más absurdas, el sólo concepto de Dios era endeble, esa era mi eterna discusión con Giorgi; era raro que alguien dedicado a lo que yo hacía, no fuese religioso, quizá por eso no me alineaba con el clero, y para fortuna mía, ni mis padres ni Reza no hacían tampoco.

Pude sentir como la última persona se iba y como el ayudante del lugar recogía todo para dejar listo el recinto para la próxima ceremonia. Sólo quedaba esperar, aunque parecía terreno seguro, y era de día aún, no podía fiarme de nada, y mis sentidos jamás se iban a descansar, los mantenía alerta todo el tiempo aunque no hubiese amenaza aparente.

Alcé la mirada para observar al detalle el altar, intrincado sin duda, hermoso sin duda, una fútil escalera al cielo también. Pensando en eso pude escuchar pasos, pasos nuevos, por su tesitura y velocidad supe que no se trataba de alguien que iba a confesarse o a rezar, sonreí de lado al notar cómo se acercaban y supe de quién se trataba, aunque no voy a mentir, una vez que sentí sus manos alrededor de mi rostro fui tomado por sorpresa por la velocidad con la que llegó a mí. Todo pasó rápido, el sobresalto y luego su voz, que aunque habían pasado muchos años desde que la había escuchado por última vez, la recordaba como si hubiese sido ayer.

Cuando ella rodeó la banca, yo me puse de pie y sonreí abiertamente, no era un gesto que me caracterizara, pero tampoco algo que nunca hiciera, y la ocasión lo ameritaba, no todos los días me rencontraba con un viejo amigo.

-Lo mismo digo, Biermann –respondí y esperé que estuviera a mi lado para sentarme de nuevo-, me alegra… -miré de nuevo a lo alto, pero ahora a como las contrafuentes de la estructura formaban esa especie de textura armónica –me alegra que hayas recibido mi mensaje a tiempo –bajé el rostro y la miré –es realmente desesperante no conocer a nadie en esta ciudad –confesé luego, aunque no era algo de índole demasiado personal.

Era cierto que venía con Reza, pero ella estaba igual que yo, sin nociones reales sobre la ciudad, caminábamos a tientas, y dada la naturaleza de nuestra cacería en la ciudad gala, eso era un peligro. A Varg no le importaría saber si conocíamos de memoria las calles y callejones o si somos unos completos ignorantes al respecto, por lo que sé, aquel vampiro habla muy poco y prefiere la acción. Me cortaría la cabeza con su hacha sin ningún miramiento. Tener a Dagmar aquí era de gran ayuda, seguramente sabría más y mejor sobre el funcionamiento de París, sobre todo en lo que a nosotros los cazadores se refiere.
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Mensaje por Dagmar Biermann Lun Ene 09, 2012 1:13 am

Emil era esa figura que muchas personas relacionaban con la infancia. Es decir, todo ser humano debe tener una etapa donde los juegos son la prioridad de las cosas, donde las sonrisas son lo único que debe estar permitido en el rostro, donde sino hay juegos, caramelos, un poco de aventura, no habías vivido. Emil era parte de esa rara niñez que alguna vez tuve, para empezar con él había crecido, junto a él había recibido mi primer arma, había recibido mi primer entrenamiento, mi infancia se resumía a hacer cosas de adultos pero teniendo a un niño a mi lado, que me recordaba que sonreír no estaba demás, y que no estás solo sin importar lo que estés pasando.

Lo solté y caminé para sentarme a su lado, en aquella hermosa banca. Observé a las personas que caminaban frente a nosotros. Algunos iban de manera solitaria, otros caminaban tomados de la mano de alguien más, habían familias enteras que iban juntas a tomar la santa misa, todos iban sonriente, muy pocos eran aquellos que salían de manera pensativa, pues lo que la iglesia dice, por más absurdo que sea, suele se ley, no hay vuelta atrás - Afortunados aquellos que viven sin conocer la verdad al caer la noche - Mi rostro había tomado un poco de seriedad, en ocasiones lamentaba ser lo que era, una cazadora, que tenía que acabar con aquellos que amenazaban la tranquilidad humana, pero otras me sentía afortunada por proteger a aquellos indefensos de la oscuridad del planeta.

Mire de reojo a Emil - Me pareció una carta un tanto… ¿Desesperada? no sé como llamarlo, pero parece que sabes algo importante - Tosí suavemente, deslicé mi cuerpo para acercarme a él. El viento puede llevar las palabras más silenciosas a oídos equivocados. Tanto tiempo era el que no había sabido de él que me parecía bastante extraño que de un día a otro apareciera. El profesionalismo ante todo, supongo. - Mi padre se ha separo de la iglesia, ¿has salido que el papa ahora gobierna la mayor parte de las cacerías a los seres de la noche? - Bastante obvio era lo mucho que me molestaba ese tema, ¿por qué rendirle culto al peor de todos? Alguien tan corrupto que seguramente llevaba hasta sus sabanas a algún ser de la noche y se lo tiraba sin ningún miramiento.

Me levanté con sumo cuidado, tendí la mano hacía él para que me hiciera segunda - Vamonos de aquí, aquellos hombres que sirven al santo padre me tiene vigilada, saben que no tolero su manera de dirigir las cosas, y cualquier cosa que oigan de mi boca podrá ser usado en mi contra - No es que me molestara demasiado ser llevada y castigada ante aquel hombre, pero tenía otros planes aun en mi vida, así que debía aguardar un poco. Comencé a caminar con él a mi lado, necesitaba salir de ahí, el solo hecho de pensar que estaba cerca de su iglesia me daba nauseas. - ¿Cómo has estado? - Tenía tantas ganas de poder saber que había sido de su vida, había odiado el momento en que se tuvo que marchar, aunque en realidad nunca supe con exactitud porque lo había hecho, quería saberlo, cuando él se fue una parte de mi fue desprendida. ¿Quién dice que los hombres y las mujeres no pueden ser amigos? Con él tenía el claro ejemplo de que eso si se podía. La plaza se quedaba detrás de nosotros. Caminé entre las personas, algunas nos sonreían de manera cálida, me sujete con fuerza de su brazo para abrirnos paso entre la multitud. La casa donde se entrenaban a los nuevos cazadores no estaba muy lejos. Seguros estaríamos en ese lugar, ya que todos los que servían para esas paredes eran completamente fieles y comprometidos, además muchos de ellos estaba segura recordarían a Emil.
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This Horrifying Force (The Desire to Kill) [Dagmar Biermann] Empty Re: This Horrifying Force (The Desire to Kill) [Dagmar Biermann]

Mensaje por Invitado Jue Feb 02, 2012 9:40 pm

Volví a tomar asiento, aún con ese gesto parecido a una sonrisa en mi rostro, un gesto que no usaba a menudo. Estaba entrenado para cazar, toda mi vida se me había inculcado esa idea, esa había sido mi educación, y estaba consciente que aquello había moldeado en mí una personalidad un tanto dura. Era una suerte que Reza lo entendiera, que ella compartiera mi profesión y de algún modo ella lo comprendía, ella también había sido educada para esto. Para cazar y para casarse conmigo.

Reí y asentí ante su comentario observando a las últimas personas que se iban y al monaguillo comenzar a recoger los menesteres de la liturgia para tenerlos listos para la siguiente. Luego me giré para ver a mi acompañante, saberla ahora a mi lado me daba cierto aire de tranquilidad, era alguien a quien podía acudir en este lugar que era desconocido para mí. Había estado en París antes, pero no como para memorizar sus calles.

-¡Oh!, eso… -dije recordando la misiva que le había hecho llegar-, más bien me gustaría saber algo importante –negué con la cabeza mirando el piso –es complicado –una cacería complicada, una misión que se antojaba imposible. Me gustaban los retos. Antes de poder ahondar la escuché de nuevo y la observé con una ceja arqueada, comprendía totalmente esto-. Todos los altos clérigos son hilarantes, pero la Iglesia Católica ya dejó de ser graciosa para ser algo perturbadora –admití. Me expresaba así a pesar de que mi propio hermano, Giorgi, sangre de mi sangre, era sacerdote de la Iglesia Ortodoxa, él sabía muy bien lo que pensaba al respecto.

Me puse de pie, asentí, entendía lo que trataba de decirme y la seguí, pronto cruzamos el atrio y sorteamos a la gente, pero me detuve ante su pregunta.

-No puedo quejarme –no me moví un paso más-, Dagmar, espera… -miré a un lado y luego a otro, estábamos perdidos, por así decirlo, en medio de una multitud cuya única preocupación eran sus propios asuntos, la tomé del brazo y la jalé para que se acercara, tampoco era como si fuese a gritar los asuntos que tenía que tratar con ella. Suspiré –mi familia se dedica, tú sabes, a amenazas mayores, vampiros que estudiadamente merman en ciertas zonas de Europa, yo… -me detuve –he estado obsesionado –tuve que admitir, no había otra palabra –con una mujer que ha menguado a Bulgaria desde hace siglos, pero he descubierto, descubrimos, mi esposa y yo, una amenaza mayor, por eso estoy aquí y es de carácter urgente detenerlo –mi voz reflejaba aquello de lo que hablaba, el apremio de aquel lance.

Avancé un poco, por fin le había dicho todo aquello que me aquejaba, continuamos caminando con paso pausado.

-Es desesperante –acepté –no saber contra que se lucha, sólo tengo relatos de gente atemorizada, y tú sabes lo que la gente con miedo puede hacer, pueden exagerar, pero si ese vampiro es una centésima parte de cruel como me lo han descrito, estoy en grandes problemas, y arrastré a Treszka conmigo –eso me pesaba, aunque ella también estaba ciertamente entusiasmada con darle muerte a una amenaza como la de Varg, tenía sus reservas al respecto y la entendía.
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Mensaje por Dagmar Biermann Lun Feb 13, 2012 4:17 pm

No puedo evitar sentir una especie de contradicción. Primero que nada, siempre estaba rodeada de personas, por la academia, me gustaba la compañía, pero por otro lado estar rodeada de tanta gente sin rumbo fijo me era desesperante. No recordaba cuando había sido la última vez que estar con tanta gente me había puesto los pelos de punta. Sentí aquel tirón haciendo que regresará al momento en el que me encontraba. Me sostuve con fuerza de Emil para no volver a perderme y claro, perderme en mis pensamientos. Le sonreí nerviosa, disculpándome por mi falta de concentración, de estar en combate seguramente ya estaría muerta.

De repente, parpadeé al escuchar la palabra ¿Esposa? ¿Hace cuanto tiempo no había visto a Emil? ¿Ya tan rápido? ¿No me había dicho nada? - ¿Esposa Wenkoff? - Dije en tono de broma, siempre había imaginado que de casarse, sería la primera en saber, y ahora por lo que veía era la última.

No le tomé importancia, o bueno demasiada, quizás después le pregunta, reclamaría o felicitaría, quien sabe, con él tenía la libertad de ser como quisiera ser sin ser recriminada. Los amigos hacen eso ¿No es así? Empecé a escuchar su historia con atención ahora yo jalándolo a él. Esos malditos inquisidores tenían todo vigilado, no dejaban de estas zonas libres. Giré mi rostro observando como tres hombres se acercaban. Maldecía dentro de mi al papa y sus políticas contra nosotros, ¿hablar en nombre de Dios? Seguramente ni él conocía esas cosas absurdas, y para colmo quería la guerra con aquellos que no le pagábamos tributos. Tendríamos que matarlo a toda costa, cuanto antes, yo me encargaría de eso, pero no era el momento.

Volví a repasar sus palabras en mi mente. - Despacio, Emil. - Dije con total tranquilidad haciendo que apresurara el paso por aquellos que nos seguían. - Debes tener cuidado de lo que hablas aquí, si se llega a enterar el papa, lo más seguro es que lo busque, y no para matarlo, intentará someterlo para sacar su beneficio - Sonreí, de ser como él lo describía, seguramente mataría al papa en un abrir y cerrar de ojos, y eso, eso podría hacer que quisiera tener tregua con un vampiro por un momento, aunque su fin sería siempre la muerte.

Terminamos a las orillas de la explanada, me quede quieta, tranquila observando a los ojos a nuestros "cazadores" personales -¿Ves? Siempre nos siguen… ¿Tienes alguna pista? ¿Por qué debes estar tú en problemas? - Lo miré achicando los ojos, de manera amenazante. - ¿Necesitas cazadores? Puedes reclutar en la academia, no vas a hacer esto solo, lo sabes ¿Verdad? - Sonreí como cuando niña, con sinceridad, con cariño, acaricié su mejilla. Me había hecho falta, un amigo, solo un amigo a lo largo de la vida, y quizás no estaría metida en tantos problemas.
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This Horrifying Force (The Desire to Kill) [Dagmar Biermann] Empty Re: This Horrifying Force (The Desire to Kill) [Dagmar Biermann]

Mensaje por Invitado Miér Feb 29, 2012 9:37 am

Solté una carcajada cuando ella se mostró sorprendida por mi matrimonio. No fue algo que planeé como lo hacen otros, no fue una historia de amor idílica, no la conocí en una fiesta y la cortejé por meses, ni me ruborizaba estando con ella a solas; no, lo de Treszka y yo había sido algo tramado por nuestros padres, la conocí cuando éramos niños porque los Noev y los Wenkoff son dos de las más grandes y respetadas familias de cazadores en Bulgaria, y luego un día, mis padres simplemente me dijeron que esa niña rubia con la que solía jugar sería mi esposa, y quién era yo para contradecirlos, mi formación era la de acatar todo aquello que fuese en beneficio de los míos, y ese matrimonio lo era. Me casé con una desconocida a la que he aprendido a querer con el trato. No sé a ciencia cierta qué es lo que siento por Reza ahora, y por ahora eso es irrelevante, lo importante es darle caza a Varg, deshacernos de esa amenaza.

Observé por sobre mi hombro a esos hombres que Dagmar miraba con tanto ahínco, y luego la miré a ella parpadeando un par de veces tratando de descifrar si era broma o no lo que ella decía, supuse que sí lo era, pues o estaba enterada de los métodos de Varg, me volví a reír otra vez, era la segunda vez que lo hacía, era tan raro escuchar mi propia risa que incluso se sintió bien.

-Varg le cortaría la cabeza a ese hombre antes de forjar una alianza con él –dije tratando de calmar mi semblante-, es un vampiro inteligente, no quiero decir que no haga pactos con nadie, si le beneficia los hará aunque luego mate a su contraparte, pero también cree que es Dios, así que escupiría sobre el cadáver del Papa, pues para él es representante de una deidad falsa –suspiré, era un personaje complicado sin duda.

-No, no, no –dije mientras seguíamos avanzando –te siguen a ti, a mi ni me conocen –yo hacía años que no estaba en París, aunque tal vez estuvieran al tanto de que un Wenkoff estaba en la ciudad, realmente no me importaba, mientras no se interpusieran en mi camino y no se metieran con mis fines-, necesito información, sólo eso Dagmar –fui muy claro –esta es una cacería mía y de mi mujer, no te preocupes, estaremos bien, sabemos defendernos –agregué; era verdad, sólo quería una pista, algo que me condujera a ese vampiro.

No era tan soberbio como para no aceptar ayuda, más bien estaba protegiendo a gente ajena de esa amenaza, no era como el resto de los inmortales, Varg era un bárbaro, un asesino a sangre fría y un vampiro con demasiada autoestima. Sé que los de su clase siempre suelen ser así, se creen superiores, pero lo de este en particular estaba más allá de toda medida. Antes de llegar a París leí unos textos que me enviaron desde el Reino de Suecia, una recopilación de testimonios respecto a él, era increíble lo bien delineada que tenía su propia mitología, lo que me hacía pensar que era eso, un ser imaginario como un dragón, pero tanta muerte, no, debía ser real.
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Mensaje por Dagmar Biermann Lun Mar 19, 2012 6:11 am

Varg. Ese era el nombre del vampiro al que buscaba, no recordaba haberlo escuchado, mucho menos tenerlo en los registros, pero mi padre tenía tantos archivos, tantas carpetas, incluso carpetas en zonas prohibidas, quizás ahí abría algo de información que podría ayudarle, no lo sabía, pero comenzaba a fastidiarme, no por él, más bien por no tener una idea clara de quien era ese demonio, por no tener información al respecto, me fastidiaba la idea de ignorar un detalle tan importante, una amenaza tan grande, y sé que es grande porque Emil no estaría tan atento o alarmado de ser algo sencillo. No estaba con un cazador novato, estaba frente a alguien que tenía la profesión en sus venas, que había nacido con la habilidad, y que por supuesto, marcaría huella en el mundo con su nombre, lo sabía porque lo conocía en el campo de batalla. No solo era mi amigo, también era alguien al que respetaba y admiraba por su desenvolvimiento, y porque no compraba mentiras a los demás.

Me crucé de brazos, lo miré de manera inquisitiva, se notaba bastante mi preocupación. Bufé haciendo que un mechón rebelde de caballero de moviera, y cayera a la izquierdo de mi cara - Me está diciendo que es alguien muy peligroso ¿Y te quieres arriesgar sin apoyo? ¿Sólo el de tú mujer? Se muy bien lo bueno que eres Emil, pero vamos… No te expongas de tal manera - Una mueca bastante evidente ahora estaba dibujada en mis labios, pocas veces me molestaba en realidad, y está era una de ellas. Vaya que estaba bastante desquiciado mi amigo. Somos humanos, a pesar de tener un entrenamiento tan fuerte y ser unos expertos en la materia siempre seremos humanos, frágiles ante tales amenazas sino vemos cada pequeño detalle, no podemos subestimarlos de tal manera.

Negué varias veces borrando los pensamientos negativos que tenía en mi mente, apenas llevaba unos 20 minutos a su lado, no creo que sea correcto reprenderlo por sus locuras, además, yo había tenido un par de ellas, mira que llegar a querer a un vampiro es algo totalmente fuera de toda creencia, de toda enseñanza que nos han dado, era mejor callar o pecaría de hipócrita ante él.

No podía perder la cabeza, no en este momento que sus ojos reflejaban la seriedad de sus palabras, la amenaza de la que él hablaba podría acabar con ¿ciudades como está? Debía saberlo bien, no podíamos darnos el lujo de pasar un detalle como ese, no al menos en Paris, donde era mi deber proteger a todas esas personas. - Una mujer has dicho también ¿Quién es ella? - Ahora más que nunca no podía dejar pasar ninguna información, menos viniendo de sus labios. Volteé al cielo. Observando como las nubes se movían con demasiada rapidez por el aire que había en ese momento - ¿Está en Paris? ¿Qué fue lo último que sabes de él ¿De ella? - Y de por si los vampiros en París abundaban, no necesitábamos tener a alguien así, necesitábamos hacer que se fueran, por las buenas o por las malas.
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This Horrifying Force (The Desire to Kill) [Dagmar Biermann] Empty Re: This Horrifying Force (The Desire to Kill) [Dagmar Biermann]

Mensaje por Invitado Mar Mar 27, 2012 5:54 am

Sabía que todo lo que estaba diciendo sonaba descabellado, rayando en la soberbia, y era orgulloso, sí, pero jamás había pecado de obtuso pensando que yo podía solo con todo lo que se me presentara. Pero en este caso lo sentía personal, además que involucrar colegas en esta cacería en específico era riesgoso para ellos, no era que considerara a Dagmar no apta para lidiar con alguien como Varg, pero si la lanzaba así, sin que supiera con qué se enfrentaba realmente, resultaría en desastre. Quería información, tal vez enterarla de qué pasaba en realidad, dejarla decidir si se unía o no a Reza y a mí, pero nunca fue mi intención encontrarla en este sitio para buscar su apoyo, es mi amiga y no quiero que nada le pase.

-No –negué con la cabeza y reí-, o no sé, esto es muy grande Dagmar, más grande que algunas amenazas que consideramos de ese modo, eres bienvenida, lo sabes, pero no quiero aventarte a algo de lo que no sé si saldré con vida yo mismo –esperaba que entendiera, si por mi fuera Treszka tampoco tendría porque estar aquí buscando a ese demonio, pero antes que mi esposa, es una cazadora y la respeto como tal, ambos nos involucramos en esto, ambos saldríamos juntos.

Era complicado, tenía un conflicto de intereses en ese punto. Treszka es la mujer que se supone debo proteger, pero la exponía a un peligro como aquel por mi propia inseguridad, no iba a mentir, de nada me valía, sin su apoyo me sentía incapaz de concretar esa empresa. Por otro lado, Dagmar apenas venía a enterarse de lo que hablaba, de Varg y sus fechorías, ¿cómo iba a arriesgar a mi amiga de ese modo? Al menos dejaría que se enterara, la ayuda no venía mal. Suspiré y la miré con el ceño ligeramente fruncido ante sus siguientes preguntas.

-¿Ella? –su nombre incluso me parecía impronunciable, como si decirlo en voz alta la invocara como el demonio que era, me tomé un momento para decidirme si decirlo o no-, Raina Hristova, se hace llamar duquesa aunque no estoy seguro de que tenga el título –pausé y miré directamente a los ojos de esa que me conocía como pocas personas-, es el demonio –dije, y la palaba quedaba corta-. Varg está en París, estamos seguros de eso, algún asunto debe tener aquí, nunca hace nada sin tener una razón de peso, y ella hace tiempo dejó Bulgaria, lo último que supe es que estaba en el Nuevo Mundo, no tengo idea de por qué y para qué, mientras esté lejos Bulgaria está a salvo, aunque no dejo de seguirle la pista y no pierdo la esperanza de acabar con su maldita existencia –por un momento la rabia se apoderó de mi, apreté las mandíbulas y luego destensé los músculos.

-Dagmar –la tomé del hombro-, si hay una cazadora a la que respeto esa eres tú, pero… -desvié la mirada –necesito información, sólo información por ahora, ya te mantendré informada de lo que suceda y eres bienvenida a tratar de detener esta amenaza, pero créeme, no será sencillo –tuve que ser sincero, comenzaba a pensar que por más cazadores que fuéramos en su búsqueda, sería insuficiente ante su poderío, quizá tendría que unir fuerzas con seres malditos, hacer una tregua, alianzas, en aras de terminar con ese maldito.
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Mensaje por Dagmar Biermann Sáb Abr 14, 2012 4:40 pm

El tiempo se congeló, fueron sus ojos lo que hicieron que aquello pasaran, no podía concentrarme en nada que no fuera él, hace tiempo había deseado este reencuentro, poder dejar a un lado esa careta de mujer invencible, sentirme protegida, segura de cada una de las palabras que pudiera decir. Emil no era como aquellos hombres que siempre me dan la razón, él sabia bien como reprenderme cuando estaba haciendo las cosas mal, y como premiarme (sin necesidad de grandes fiestas) cuando de un logro me hacía, era una especie de balance, no se vendía conmigo en nada, nuestra amistad era más que cualquier cosa, nuestros lazos eran fuertes, no era necesario que la misma sangre corriera por nuestras venas para nombrarlo mi familia, la ausencia de algún hermano o hermana se llenaba al tenerle, nadie comprendería con exactitud lo importante que era en mi vida, nadie que no pasara por esta situación claro esta. Al perderme en sus ojos me di cuenta que no sólo hablaba la sinceridad, también una especie de miedo a lo que enfrentaba. Mi querido amigo estaba en problemas, estaba en peligro, y no se hecha para atrás, por eso lo admiro, por eso siempre había querido ser como él.

Suspiré profundamente. ¿Cómo era posible que después de tanto tiempo lo nuestro era lo mismo? La distancia se aplastaba, no existía cuando se trataba de nosotros. - Raina - Susurré encantada - Al menos tiene clase al nombrarse - Intenté bromear pero al poco tiempo me arrepentí, no era ni el lugar ni el momento - Creo que tengo información al respecto, de ella, sino es que sea alguien más que quisiera utilizar su nombre para asustar, ya sabes como soy esos seres, cobardes que se escudan - Era verdad, más de una ocasión habíamos dado con criaturas diferentes a las que buscábamos por adjudicarse otro nombre y poder ganar algo, ya fuera respeto o temor en los demás.

Desvíe la mirada por un momento, alcé mis brazos cruzándolos con delicadeza en mi pecho, sin embargo una de mis manos se estiró hasta tocar con el dedo indice mi mentón, estaba haciendo memoria sobre los acontecimientos más relevantes por la zona - He sabido que en el sur de Paris se han encontrado muchos cuerpos, las muertes no provienen de simples mordidas, de hecho lo que más llama la atención es la manera en que los encontramos - Mi rostro se distorsionó por escasos segundos al recordar algunos cuerpos, el asco que sentía al llevar la imagen de nueva cuenta a mi mente era evidente - Muchos se ellos son mutilados, sus órganos vitales hechos añicos, cerebros hechos puré, es bastante grotesca la imagen Emil - Si había un vampiro tan cruel como él decía, seguramente era el autor de aquellos incidentes - Hasta ahora van 10 de mis hombres muertos al intentar averiguar al respecto, pero no tenemos ninguna pista más que esos cuerpos, no tenemos rastro del autor, muchas criaturas han sido eliminadas, pero nada que sea tan difícil como tú me lo marcas, lo cierto es que no quiero perder a más - Por eso debía involucrarme, no era justo que mi gente muriera, debía arriesgarme a saber más sobre esa amenaza.

Bajé mi mano esta vez si enredándola en mi brazo - ¿Quieres ver los cuerpos? Ayer precisamente nos han informado de unos cuantos, algunas personas de arriba - Me refería a la realeza - También están al tanto, de hecho nos han mandado a investigar, grandes fondos fueron otorgados por ellos para exterminar cuanto antes la amenaza, los civiles no tienen idea al respecto, todo esta perfectamente escondido, pero debemos darnos prisa, la iglesia quiere apoderarse de todo, y no podemos permitirles meterse - Mi odio hacía la iglesia y su "inquisición" era bastante grande, daría lo que fuera porque ese vampiro, del que tanto hablaba mi amigo matara de esa manera al "Santo Padre" . El solo pensarlo me había ocasionado una sonrisa amplia, bastante descarada. Quizás mi destino era salvar a humanos de ataques ocasionados por criaturas demoniacas, pero debo ser sincera, matar también deja algunas conductas diferentes a lo que eras, la pureza ya no existe en tú corazón, pues una muerte es juzgada de la misma manera, y eso ni la iglesia podía contradecirlo. Deseaba así que alguien matara a aquel hombre de la peor de las maneras.

La zona estaba perfectamente protegida por mis hombres, no solo había mandado diez esta vez, un gran batallón se había ido para cuidarse los unos de los otros, ninguna muerte más de los míos estaba permitido, y lo iba a cumplir. - ¿Quieres ver, Emil? - Insistí, volviendo a deleitarme con su mirada.

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Mensaje por Invitado Sáb Abr 28, 2012 1:04 am

Me quedé pensando un segundo o muchas horas, en ese instante el tiempo resultó irrelevante, hice un recorrido por mi vida, no eran tan larga, pero había viajado y visto muchas cosas; gajes de mi trabajo. Ver a Dagmar de nuevo fue un golpe que hace mucho no recibía, no era parte de mí, no me nacía, mirar hacía atrás haciendo recuentos, prefería mirar al frente, a las metas y objetivos, pero no caía mal de vez en cuando observar con detenimiento el camino que nos ha conducido al ahora, al lugar que pisábamos. Cazar sobrenaturales fue algo con lo que fue criado, forjado mi carácter, factor decisivo a la hora de tomar un camino o el otro, mi especial interés por los vampiros surgió a partir de ella, la duquesa –que no sé si lo era, pero todo mundo en Bulgaria la llamaba así- y ver como acumulaba poder y más poder en las llanuras de Sofía; por eso casi siempre mis esfuerzos lo enfoco a los hijos de Caín, sin embargo, no desprecio arrebatar la vida de un hombre lobo u otro ser marcado por alguna maldición. No merecen vivir, no merecemos nosotros, los mortales, vivir amenazados por ellos.

Quizá estar envuelto en cacería y muerte desde niño que ha hecho indiferente a asesinar, incluso una fuerza que surge desde las plantas de mis pies hasta el último cabello en mi cabeza, casi como si la adoptara de la tierra misma, me obliga a querer hacerlo, a salir por las noches y dar muerte a quienes dan muerte a otros. Un jodido balance universal que al final resulta que de balance no tiene nada. Es matar por matar, y he entrado a la dinámica motriz de esa balanza. Sonreí, casi reí al escucharla hablar sobre la duquesa, ¡qué si tenía clase! Tanto era así que los hombres luchaban por un lugar en su corte de inmortales, algo tenía esa mujer, algo que no alcanzaba a comprender. Demasiado poder.

Mi atención regresó completamente a ella cuando comenzó a explicarme la información que ella había estado recopilando. Parpadeé un par de veces.

-Suena como él –confesé antes las grotescas descripciones, más de una vez me había tocado ver las escenas de sus crímenes poco después de que él se marchara. Era demasiado esquivo para tener esa complexión-, aunque… -dudé –es seguro que está en París, de eso no cabe duda, pero he escuchado rumores que cuando está en un sitio cometiendo sus crímenes, surgen pronto imitadores que se aprovechan de su fastuosa forma de matar para hacerlo también, no dudo que muchas de esas muertes sean su obra, pero muchas otras deben no serlo –me llevé el índice y el pulgar derechos al tabique nasal.

-Me sorprende en realidad que no haya más escándalo al respecto, no dudo que la corona esté haciendo algo para no asustar a la gente, y también… París está plagada de vampiros, aunque este sea, ciertamente especial –reí ante mi propia elección de palabras –no deja de ser otro vampiro más deambulando por las calles-. Asentí luego.

-Vayamos pues –no era como si ver un cuerpo cercenado por aquel demonio me fuese a ofuscar, tiene ciertas manías a la hora de matar a sus víctimas que me han forjado cierta resistencia a las escenas desagradables. No hace mucho en un convento se tomó la molestia de desprender la piel de algunas novicias para luego dejarlas en los patios centrales, como para el sol las curtiera.

Avancé y me detuve, giré para ver a Dagmar y le sonreí.

-Gracias –le dije con sinceridad, cualquier pista me era de ayuda, era una pena que sus hombres hubiesen tenido que pagar el precio. Quizá el siguiente era yo, o ella, o Treszka o cualquiera que se atreviera a oponerse en su camino.
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Mensaje por Dagmar Biermann Mar Mayo 01, 2012 6:33 pm

Me quedé pensativa por unos momentos, quizás debíamos mandar a traer cazadores de otros lugares. Muchos de mis hombres estaban dispuestos a entregar su vida, había perdido tantos ya y de manera tan lamentable que necesitaba darles un descanso. Los cazadores de Paris apenas y se toman días de descanso, y sólo cuando salen mal heridos, o son obligados. Si me metía en esto seguramente muchos de ellos lo harían, sino es que todos y no podía ser tan egoísta con ellos. Tendría que pensarlo muy bien.

Estaba olvidando un detalle muy importante, el detalle que ahora formaba parte de mi vida y que no sabía algunos de mis secretos, como el ser cazadora. Hunter había llegado a mi vida después de un severo castigo, quizás las condiciones en las que nos habíamos conocido no fueron las mejores, pero por algo seguíamos viéndonos, por algo recordarlo me ruborizaba, no podía morir antes de descubrir que era lo que nos tenía el destino, sabía que a pesar de sentirme tan cómoda con él, debía averiguar mucho. Suspiré, por eso no me gustaba mezclar sentimentalismos con nadie, siempre terminas pensando más de lo debido las cosas antes de actuar, ya no piensas solo por ti, también por los demás.

Me quedé en silencio por un gran tiempo pero no aminoré el paso, no me gustaba estar demasiado tiempo en la ciudad, prefería el olor fresco de los bosques, jardines y campos, la ciudad en ocasiones olía a muerte, y no precisamente de cuerpos mutilados por sobrenaturales, el olor a muerte que desprendía la ciudad provenía de los mismos humanos, ellos poco a poco se atacan hasta morir, quizás por eso prefiero mi vida alejada y salvaje.

- Vamos por buen camino - Me atreví a romper el silencio. - Y cuéntame ¿Cómo llegaste hasta tú esposa? - Demasiado había sido el tiempo en que no habíamos hablado, incluso ni siquiera escrito cartas, quizás ponernos al tanto no estaría tan mal, deseaba poder tener una platica que no involucrara armas, vampiros, licántropos, muertes, deberes, destino, maldad, justicia. Ya saben ese tipo de cosas que aunque son inevitables, en muchas ocasiones desearía que se quedarán a un lado. En ocasiones creo que olvidan que también soy mujer, y como tal tengo sueños, y algunos intereses distintos a los de otros cazadores.

Después de unos minutos nos encontrábamos en las entradas de los bosques, la luz del día alejaba a toda clase de criaturas, incluso a los licántropos y cambiaformas, parecía que se sentían más cómodos de noche, de todas formas llevé mi mano a la cintura tomando la pistola que llevaba. - ¿Mi padre sabe que estás en la ciudad? - No tenía idea, ambos seguían en España tratando la enfermedad que mi madre tenía, pero según mis trabajadores, no perdía la pista de la academia.

Pude notar varias siluetas frente a nosotros, mis cazadores corrían de un lado a otro por lo que apresuré el paso. - Algo paso - Indiqué bastante alterada, ni siquiera lo esperé, corrí con fuerza hasta llegar a la zona, dos hombres más yacían en el suelo desmembrados. Desvié la mirada asqueada, triste y bastante enojada por la situación, nadie más de los míos caería.
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Mensaje por Invitado Jue Mayo 17, 2012 12:03 pm

La ciudad quedó atrás como un recuerdo, si miraba por sobre mi hombro aún lograba divisar la silueta de los edificios, de Notre Dame reinante, suspiré caminando al lado de Dagmar, mirando al frente, todo en aquel sitio me parecía desconcertante en mayor o menos medida, la dinámica de una urbe de esta talla es muy distinta a la de la tranquila Sofía, y por ello, es más complicado lidiar con sobrenaturales, aquí en la enormidad se confunden y se mezclan con los ciudadanos, hacen lo que se les da la gana al amparo de su anonimato, se propagan como hierba mala ¿y qué queda? Por supuesto, prenderles fuego para que la hiedra no invada a cosecha. En mi natal Bulgaria era distinto, no menos atroz, había menos gente y por tanto, los sobrenaturales cuidaban sus pasos, no existía el libertinaje que aquí, allá la gente era más supersticiosa y los vampiros se aprovechaban de eso sembrando el terror de un modo más sutil, más lento.

Pensando en todo eso, mientras nos adentrábamos a zonas boscosas, escuché a Dagmar y una sonrisa, que no pude evitar que se dibujara en mi rostro, apareció, reí un poco ante su cuestión. Interesante sin duda, aunque la historia de mi matrimonio con Reza no lo era tanto, era más bien común.

-Su familia es de cazadores también, arreglaron el matrimonio hace mucho –me encogí de hombros –convenía tanto a mi familia como a la suya, así que no tuvimos opción –así como lo contaba sonaba tan desangelado, pero eso había sido. Los matrimonios arreglados no eran algo que esta sociedad no conociera, uno aceptaba su destino y luego aprendía a querer a la persona asignada, eso me había pasado a mí. Reza era la mujer de mi vida, porque así lo habían predispuesto y porque así debía ser, para mi no cabía otra posibilidad, era un soldado, y como tal acataba órdenes, órdenes de los poquísimo a los que respetaba, era todo. Quise agregar algo pero realmente no supe qué y guardé silencio-. Y dime… tú… -era muy malo para hablar de cosas personales, y preguntarlas igual -¿algún caballero en tu vida ahora? –mi voz sonó acartonada, me incomodaba ese tipo de conversaciones pero se trataba de ella, no de una desconocida.

El cielo poco a poco desapareció para dar paso a ramas de árboles que se cerraba por sobre nuestras cabezas creando túneles de ensortijadas formaciones de madera. El lugar era sórdido y obscuro, pero entre Dagmar y yo éramos capaces de derrotar un ejército de vampiros y hombres lobo si se atrevían a venir a por nosotros. Como ella, yo nunca salía desarmado y ambos éramos hábiles.

-Eh, no… -respondí un poco desorientado ante la pregunta de su padre –acabamos de llegar, no he podido contactar a nadie, nos hemos enfocado en esta cacería –la de Varg, quería decir. Si había buscado contacto con ella era porque realmente me sentía perdido en la ciudad, alguien que la conociera mejor me serviría de ayuda y qué mejor una persona con la que tengo historia que se remonta a años en el pasado.

De nuevo callé y cuando me di cuenta, ella se detenía un segundo y luego emprendió una carrera, no entendía qué pasaba, pero la seguí un par de segundos después hasta toparnos con la escena. La miré primero a ella y luego los cuerpos mutilados, sin forma, sólo sacos de carne y sangre y vísceras y fluidos. Me acerqué y me agaché para ver los cortes en los cuerpos, el olor a muerte era penetrante, mareaba, pero me sobrepuse y observé con cuidado. Conocía, porque lo había estudiado con empeño y esmero, cómo cortaba el hacha de ese vampiro y esto, esto era muy descuidado, el filo no era igual, su arma era precisa, había cortes en línea rectas, limpios de algún modo, esto parecía más como un desgarre. Me puse de pie de nuevo y fui a Dagmar, la tomé de un hombro.

-Lo siento –sólo atiné a decir.
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Mensaje por Dagmar Biermann Mar Jun 12, 2012 3:18 pm

Desde muy pequeña había tenido entrenamientos muy estrictos. Desde que me levantaba hasta que dormía, todo se había enfocado en mis entrenamientos de cazadora, empecé con las armas de fuego, las primeras que tuve fueron pequeñas pistolas que podía sostener con mis manos de niña, después fueron armas más grandes, conforme mi entrenamiento fue avanzando, la espada y el arco fueron incluidas en mis horas de practica, entrenamientos cuerpo a cuerpo, estudio sobre los seres sobrenaturales, algunos entrenamientos en montañas, en ríos, incluso dentro del agua, todo se me había enseñado, menos una cosa. A nadie se le había preparado para superar este tipo de perdidas, donde los seres amados fueran involucrados en crudas escenas. Pensaba que incluso aquellos que fueran entrenados, en el momento de presenciarlos flaquearían ¿Y quién no? Lo que no concebía también, era como cazadores tan experimentados podría dejarse morir de esa manera, sin dejar una prueba, evidencias, o como llegar al que había terminado con su vida. La rabia y la tristeza invadían mi cuerpo, debía tranquilizarme si quería hacer las cosas bien, un cazador no puede dejarse llevar por las emociones en estos casos, pues sería presa fácil, no dejaría pasar cualquier detalle. Tomé dos bocanas grandes de aire, deje salir el mismo, y volví a enfocar mi vista en la escena del crimen, mi rostro ahora parecía serio, pero nada que pudiera alarmar a los demás.

Sentí su contacto, volteé para poder enfrentar aquella mirada conocida. Me encogí de hombros, como una niña pequeña lo hace al no poder dar respuesta alguna a sus palabras. Todos lo sentíamos. - ¿Y bien? ¿Es algo parecido a lo que hace ese vampiro tuyo? - No estaba segura, quizás el vampiro que buscaba Emil ni siquiera se había tomado la molestia de matar simples cazadores. Porque ahora que lo pensaba bien, eran unos mediocres al haber muerto así.

Avancé hasta situarme cerca de un árbol, mi espalda se recargó en el tronco café. Me cruce de brazos tomando una postura despreocupada. - Entiendo, esos matrimonios son tan comunes, no sé porque no lo imaginé, sin embargo se te ve contento, debe ser una excelente mujer, y una gran cazadora - Desviaría mi atención de aquella escena, además fuera del asunto de los vampiros, Emil tenía un semblante tranquilo. Siempre me había gustado poder observarle, pues su seguridad me hacía sentir segura, su tranquilidad me regalaba tranquilidad. A fin de cuentas era mi amigo, el único, y por muy cursi que se escuchara, un amigo verdadero que me importaba por completo. Le sonreí esta vez con soltura, tenía ganas de conocer a la afortunada, porque ella lo era, se había llevado uno de los mejores hombres que he conocido en toda mi vida.

Suspiré recordando su pregunta. Me avergonzaba decirle la situación en la que me encontraba. Por un lado sentía una especie de afecto irracional por un vampiro, cosa reprochable, por otro lado había conocido a un hombre que me daba cierta desconfianza, pero a la vez comodidad, quizás en algún momento podría tener un poco de tranquilidad en mi vida, aunque estaba ya creyendo que eso no era posible y que nunca lo sería - Ya sabes que siempre me he negado a la idea de ser casada, quizás por eso estuve fuera de Paris mucho tiempo, y sin contacto de mis padres. - Sonreí de manera cómplice - Pero ahora que he vuelto, se les ha metido de nuevo la idea a la cabeza, son insoportables - Me habían arreglado un par de citas, por supuesto que no había asistido a ninguna - Quizás algún día, cuando me retire de esto - Y él sabía que nunca me retiraría, incluso cuando no pudiera tener mucho control de mi cuerpo, ya con la vejez encima, seguiría amando la cacería.

Suspiré mirando al frente, observando como comenzaban a moverse los cazadores, la noche se dejaría venir en poco tiempo, tanto que debíamos estar alertas por invasores, el olor a sangre traería a muchos vampiros y licántropos a la zona - ¿Descansaste bien en tu viaje? Quizás nos vendría bien jugar un rato, pero debes estar descansado, no quiero tener más cabezas y tener que ganarte por ese pequeño detalle - Quizás un combate con estos seres sería entretenido, nos distraería un poco. Recordar los viejos tiempos de esa manera sería volver a vivirlos, y formar unos mejores. Tenía ganas de ver a Emil de nuevo en combate, y quizás esa noche podría ser la adecuada.
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