AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Halinê, la bruja sacrificada ( Dagmar Biermann)
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Halinê, la bruja sacrificada ( Dagmar Biermann)
El golpe zordo del períodico en la puerta de mi casa había arrazado con mis dudas horarias, mi cabeza de despegó perezosamente de la almohada, largué tanto aire que pareció una ventisca en miniatura. Otro día, otra ¿ locura?.
Al levantarme y al hacer el mismo rutinario ritual pensaba en ir a la parte trasera para ordenar un poco las pociones, la sala de mediumnindad que necesitaba una descarga de alma y algunos hechizos con sangre que tenía que llevar ante el Almirante pues decía ser un gran brujo con sus ropajes y su mirada aterradora pero lo cierto era que el pobre brujo que tenía que conectarse con un guardían de la noche para hacer sus hechizos era yo, él era un clarividente, y un muy poderosos medium pero no pasaba de allí.
Abrí lentamente la puerta para notar la nieve traspasar las medias que llevaba puestas por mucho que me disgustasen no tenía porque morir congelado por un capricho. Agarré rápidamente el periódico y cerré la puerta para quedar caliente en el interior.
Tomé entre una vieja alacena una taza, y me senté en la mesa para ojear el diario. Una pequeña bruja blanca había sido capturada por un grupo de cazadores por portar un objeto extraño. Lo raro era que a las brujas se las llevaban los grupos eclesíasticos dirgidos por mi amor secreto, el Papa Borgia.
Reí para mis adentros, gustaba de hacer aquellas bromas, el Papa, mayor indicador y verdugo de los sobrenaturales lo único que se merecía era una estocada en el corazón, o un hechizo de magia negra pero tan negra que se considera demoníaca, lamentablemente los gitanos que eran brujos podían usar ese tipo de magia, y esos eran los gitanos eslovacos no los franceses o de oriente. Tuve que, a fuerza de voluntad, volver a la normalidad y pensar con la cabeza.
Al terminar mi escaso desayuno, me vestí de blanco y salí como pude a la parte trasera de mi casa, donde la magia era una moneda corriente.
Tomé todas las piedras ( rojas, rojas carmesí, negras, blancas, transparentes, celestes, azules, verdes, marrones, doradas, entre otras) para el oráculo ya que, al no tener raíces africanas y no estar bautizado en algunas de sus religiones, sólo llevaba su protección y conocimiento, el oráculo que me habían creado era parecido al jogo do buzios de ellos. Al colocarlo como si de una ceremonia se trataba arrojé el primer caracol y me sorprendió lo que a continuación vieron mis ojos espirituales.
Una niña, de no más de cinco años, llevaba un collar de péntaculo de los brujos celtas, de color rojo y blanco. Más aún me asombró la mezcla de magias concentrada en ese collar, sea quien sea aquella pequeña, tendría que rescatarla.
- ¡ Nunca aprenderé!.- grité pero en voz baja mientras guardaba el oráculo de piedras. En aquella visión un nombre resonó en mi mente: Dagmar Biermann, por lo que veía era una cazadora lo que produjo en mí un respiro, por lo menos no era inquisidora, los peligros serían un poco menores.
Por lo que sabía, una señorita de apellido Biermann ayudaba en el Orfanato, quizá ella tendría una pista, o quizá y esperaba que no fuese allí, era ella y su escuadrón quienes la habían raptado, ¿ Para qué?, eso lo tendría que averiguar de cualquier forma.
Me vestí de blanco y en una pequeña maleta, llevé mi capa azul, y algunas velas. Busqué mi sombrero blanco y mi viejo bastón de madera. Puse sobre mis manos un par de guantes negros y salí por aquella vieja puerta protegida por un sinnúmero de hechizos.
Tardé un par de horas para llegar al Orfanato, los niños correteaban por allí, felices, con obsequios recientes, lo sorprendente era que había incluso niños vampiros en el lugar, conviviendo con humanos, licántropos, cambiaformas, brujos que recién descubrían que eran un poco más que humanos y se apartaban de los humanos totalmente normales, ya que, en otro lugar apartado, un grupo de niñas, de pelo largo, danzaban con ropa coloridas.
- Es cierto...- hice una pausa.- La sangre y las raíces tiran.- crucé mis brazos por espalda y les sonreí al grupo de pequeños brujos que se acercaban a mí. A lo lejos una joven, de aspecto delicado pero a la vez rudo parecía asomarse. ¿ Sería ella la cazadora que estaba buscando?.
Nota del User:
Los Buzios o jogo do buzios, es la forma que los sacerdotes africanos se comunicaban con los Orishas, los dioses de sus creencias. Allí se despejaban preguntas, incluso para ayudar a cualquier persona que lo necesitara.
Al levantarme y al hacer el mismo rutinario ritual pensaba en ir a la parte trasera para ordenar un poco las pociones, la sala de mediumnindad que necesitaba una descarga de alma y algunos hechizos con sangre que tenía que llevar ante el Almirante pues decía ser un gran brujo con sus ropajes y su mirada aterradora pero lo cierto era que el pobre brujo que tenía que conectarse con un guardían de la noche para hacer sus hechizos era yo, él era un clarividente, y un muy poderosos medium pero no pasaba de allí.
Abrí lentamente la puerta para notar la nieve traspasar las medias que llevaba puestas por mucho que me disgustasen no tenía porque morir congelado por un capricho. Agarré rápidamente el periódico y cerré la puerta para quedar caliente en el interior.
Tomé entre una vieja alacena una taza, y me senté en la mesa para ojear el diario. Una pequeña bruja blanca había sido capturada por un grupo de cazadores por portar un objeto extraño. Lo raro era que a las brujas se las llevaban los grupos eclesíasticos dirgidos por mi amor secreto, el Papa Borgia.
Reí para mis adentros, gustaba de hacer aquellas bromas, el Papa, mayor indicador y verdugo de los sobrenaturales lo único que se merecía era una estocada en el corazón, o un hechizo de magia negra pero tan negra que se considera demoníaca, lamentablemente los gitanos que eran brujos podían usar ese tipo de magia, y esos eran los gitanos eslovacos no los franceses o de oriente. Tuve que, a fuerza de voluntad, volver a la normalidad y pensar con la cabeza.
Al terminar mi escaso desayuno, me vestí de blanco y salí como pude a la parte trasera de mi casa, donde la magia era una moneda corriente.
Tomé todas las piedras ( rojas, rojas carmesí, negras, blancas, transparentes, celestes, azules, verdes, marrones, doradas, entre otras) para el oráculo ya que, al no tener raíces africanas y no estar bautizado en algunas de sus religiones, sólo llevaba su protección y conocimiento, el oráculo que me habían creado era parecido al jogo do buzios de ellos. Al colocarlo como si de una ceremonia se trataba arrojé el primer caracol y me sorprendió lo que a continuación vieron mis ojos espirituales.
Una niña, de no más de cinco años, llevaba un collar de péntaculo de los brujos celtas, de color rojo y blanco. Más aún me asombró la mezcla de magias concentrada en ese collar, sea quien sea aquella pequeña, tendría que rescatarla.
- ¡ Nunca aprenderé!.- grité pero en voz baja mientras guardaba el oráculo de piedras. En aquella visión un nombre resonó en mi mente: Dagmar Biermann, por lo que veía era una cazadora lo que produjo en mí un respiro, por lo menos no era inquisidora, los peligros serían un poco menores.
Por lo que sabía, una señorita de apellido Biermann ayudaba en el Orfanato, quizá ella tendría una pista, o quizá y esperaba que no fuese allí, era ella y su escuadrón quienes la habían raptado, ¿ Para qué?, eso lo tendría que averiguar de cualquier forma.
Me vestí de blanco y en una pequeña maleta, llevé mi capa azul, y algunas velas. Busqué mi sombrero blanco y mi viejo bastón de madera. Puse sobre mis manos un par de guantes negros y salí por aquella vieja puerta protegida por un sinnúmero de hechizos.
Tardé un par de horas para llegar al Orfanato, los niños correteaban por allí, felices, con obsequios recientes, lo sorprendente era que había incluso niños vampiros en el lugar, conviviendo con humanos, licántropos, cambiaformas, brujos que recién descubrían que eran un poco más que humanos y se apartaban de los humanos totalmente normales, ya que, en otro lugar apartado, un grupo de niñas, de pelo largo, danzaban con ropa coloridas.
- Es cierto...- hice una pausa.- La sangre y las raíces tiran.- crucé mis brazos por espalda y les sonreí al grupo de pequeños brujos que se acercaban a mí. A lo lejos una joven, de aspecto delicado pero a la vez rudo parecía asomarse. ¿ Sería ella la cazadora que estaba buscando?.
Nota del User:
Los Buzios o jogo do buzios, es la forma que los sacerdotes africanos se comunicaban con los Orishas, los dioses de sus creencias. Allí se despejaban preguntas, incluso para ayudar a cualquier persona que lo necesitara.
Invitado- Invitado
Re: Halinê, la bruja sacrificada ( Dagmar Biermann)
La última misiva que había llegado a la casa de la morocha, la había dejado de muy mal humor. Primero que nada unos meses atrás había tenido la academia de su padre una fuerte discusión con la iglesia, llegaron a tal grado que la familia Biermann (una famosa familia de cazadores, distinguida por la academia que tenían para novatos ) se desligara pro completo de todo trato con la Iglesia, le parecía bastante inaudito el hecho que las paredes "sagradas" del vaticano, dejaran caminar seres de la noche solo porque estos quisiera redimirse. Nadie puede redimir su naturaleza, eres así porque vienes a cumplir una misión como tal raza, y Dagmar tenia la misión de matar a todo aquel que no hubiera nacido de manera "natural".
El contenido de la misiva era claro, el papa mandaría por una pequeña a un orfanato simplemente al saber de las habilidades que desde pequeña tenía, pero la joven había sido más lista, había mandado a varios novatos por ella, exactamente a una pareja para que la adoptaran y la llevaran a la casa, ahí la cuidarían y protegieran, porque si algo odiaba la joven era el hecho de que los inocentes fueran corrompidos, y si tenía que luchar con esa "santa" autoridad lo haría sin problema alguno. La pequeña se llama Hade, y era bastante hermosa, desde que había llegado a la casa, ambas se identificaron por no saber que era lo correcto o no después de presenciar tantas injusticias en la vida. Pero así como se tomaron cariño la cazadora necesitaba investigar porque precisamente la querían a ella habiendo tantos brujos niños en la zona. Siempre tienes que regresar al lugar donde comienza todo.
Aquella mañana había mandado a preparar una comida de reyes para mandar al orfanato, pero no solo la mandarían, todos irían para estudiar cada detalle del lugar, les había prohibido matar a cualquier criatura, ¿por qué? Simple necesitaba encontrar aliados, y porque desde el encuentro que había tenido con Daniil, y el cariño que ahora le tenía, le impedía matar a todos por igual, su conciencia le jugaba tantas jugarretas ahora que necesitaba saber si eran buenos y poder vivir o malos y arrancarles la vida. Pensar que alguien podría quitarle la vida a su vampiro la destrozaba, y solo de pensarlo, por eso ahora cada que iba por la cabeza de algún ser de la noche, necesitaba saber un poco de la historia de este y así matar sin ningún remordimiento.
Como ella lo había pensado, los recibieron con los brazos abiertos, sin sospecha de nada, los niños del lugar se reunían con los cazadores, estos parecían encantados, con la visita, por lo visto pocos eran los que frecuentaban ese lugar, la joven estaba disfrutando demasiado su estadía en ese lugar, tanto que incluso puso a jugar a varios niños cosas que ella hacía con Emiil a la misma edad que ellos tenían. Sonreía como hace tiempo no lo hacía, como si no hubiera llegado a ese lugar por una misión. Pero ya era demasiado de juegos.
Comenzó a rondar por los pasillos del lugar de manera despreocupada. Hasta que un hombre de mayor edad capto por completo su atención, era muy raro ver a personas en este lugar. ¿Algún nieto quizá? La chica no lo sabía pero comenzó a avanzar con cuidado hasta él, con una sonrisa bastante amplia en el rostro. - Buenas noches tenga usted caballero - Su voz delicada, derrochaba un poco de curiosidad, duda y claro bastante sensualidad, esto ultimo era de manera bastante natural en ella, no lo hacía a propósito, más bien era una manera de ser que no se le podía borrar - ¿Viene a ver a algún pequeño? - Preguntó rápidamente sin despegar su mirada del rostro del hombre, para ella las expresiones faciales podían decir o delatar demasiado, incluso más que las propias palabras del ser humano.
El contenido de la misiva era claro, el papa mandaría por una pequeña a un orfanato simplemente al saber de las habilidades que desde pequeña tenía, pero la joven había sido más lista, había mandado a varios novatos por ella, exactamente a una pareja para que la adoptaran y la llevaran a la casa, ahí la cuidarían y protegieran, porque si algo odiaba la joven era el hecho de que los inocentes fueran corrompidos, y si tenía que luchar con esa "santa" autoridad lo haría sin problema alguno. La pequeña se llama Hade, y era bastante hermosa, desde que había llegado a la casa, ambas se identificaron por no saber que era lo correcto o no después de presenciar tantas injusticias en la vida. Pero así como se tomaron cariño la cazadora necesitaba investigar porque precisamente la querían a ella habiendo tantos brujos niños en la zona. Siempre tienes que regresar al lugar donde comienza todo.
Aquella mañana había mandado a preparar una comida de reyes para mandar al orfanato, pero no solo la mandarían, todos irían para estudiar cada detalle del lugar, les había prohibido matar a cualquier criatura, ¿por qué? Simple necesitaba encontrar aliados, y porque desde el encuentro que había tenido con Daniil, y el cariño que ahora le tenía, le impedía matar a todos por igual, su conciencia le jugaba tantas jugarretas ahora que necesitaba saber si eran buenos y poder vivir o malos y arrancarles la vida. Pensar que alguien podría quitarle la vida a su vampiro la destrozaba, y solo de pensarlo, por eso ahora cada que iba por la cabeza de algún ser de la noche, necesitaba saber un poco de la historia de este y así matar sin ningún remordimiento.
Como ella lo había pensado, los recibieron con los brazos abiertos, sin sospecha de nada, los niños del lugar se reunían con los cazadores, estos parecían encantados, con la visita, por lo visto pocos eran los que frecuentaban ese lugar, la joven estaba disfrutando demasiado su estadía en ese lugar, tanto que incluso puso a jugar a varios niños cosas que ella hacía con Emiil a la misma edad que ellos tenían. Sonreía como hace tiempo no lo hacía, como si no hubiera llegado a ese lugar por una misión. Pero ya era demasiado de juegos.
Comenzó a rondar por los pasillos del lugar de manera despreocupada. Hasta que un hombre de mayor edad capto por completo su atención, era muy raro ver a personas en este lugar. ¿Algún nieto quizá? La chica no lo sabía pero comenzó a avanzar con cuidado hasta él, con una sonrisa bastante amplia en el rostro. - Buenas noches tenga usted caballero - Su voz delicada, derrochaba un poco de curiosidad, duda y claro bastante sensualidad, esto ultimo era de manera bastante natural en ella, no lo hacía a propósito, más bien era una manera de ser que no se le podía borrar - ¿Viene a ver a algún pequeño? - Preguntó rápidamente sin despegar su mirada del rostro del hombre, para ella las expresiones faciales podían decir o delatar demasiado, incluso más que las propias palabras del ser humano.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/06/2011
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Re: Halinê, la bruja sacrificada ( Dagmar Biermann)
Antes de que comenzara mi pelegrinaje hacia posibles respuestas de quién sería esa joven un pequeño, de ojos tan negros como el cielo que nos cubría en éstos momentos me tiró de la camisa.
- ¿ Qué te ocurre jovencito?.- Pregunté mientras rozaba su hombro con mi mano cubierta por el guante negro. El niño de ojos grandes, aspecto indefenso y un enorme colgante con un dije redondo, y un ancla en el medio sacó el guante de mi mano. Me sorprendí a escuchar una carcajada que salía de aquel pequeño cuerpo.
- ¿ Por qué te ocultas?.- me preguntó con los ojos teñidos en lágrimas, la joven tendría que esperar y la niña...¡ Oh por Oshúm, la niña tendría que esperar también!. Me agaché hasta que nuestros ojos quedaron en la misma sintonía, avergonzado beso mi mano como si fuera su jefe, su modelo a seguir. Le sonreí y negué con la cabeza.
- Me oculto de seres que no nos comprenden.¿ Misma protección?.- pregunté al ver el ancla en su cuello, el negó,¡ Vaya, un futuro médium llegó a tierra!. Y por lo que podía sentir su don sólo era la nigromancia medíumnica.
El niño, que comprendía mucho más que otra persona adulto asintió con la cabeza.- Diferente guardían.- murmuró cerca de mi oído. Largué otra carcajada. Apoyé mi mano en su hombro.
- ¡ Tienes suerte!... La señora Mareia muchas veces... se comporta como una bruja incontrolable.- mencioné guiñándole el ojo. De repente, como si de almas se trataran, todos los niños que eran potencialmente brujos me rodeaban. Me levanté y mentalmente sin afectar sus protecciones, habilidades ni nada, elevé mi espíritu formando un círculo de protección. Una niña morena, de ojos verdes, me hizo recordar a Aquamaris, mi antigua alumna.
- He visto el círculo... Señor Do Crucerois.- dijo mostrando una ventanita al éxito como diría mi madre. Me pregunté como sabría mi apellido, pero si el mundo espiritual lo sabía, cualquier brujo con dos hechizos en su mente podría saberlo pero al ser una chiquilla la sorpresa cubrió todas mis espectativas.
En voz baja, prometí volver a visitarlos. Les comuniqué que si fuera más joven los adoptaría, iríamos por el mundo y seríamos una gran familia, pero en el fondo de mi alma sabía que poco tiempo era el que me quedaba, quizá fueran veinte años, de puro dolor, trabajo y magia.
Una voz cálida, educada y con un tono de sensualidad femenina llegó a mis oídos. Lentamente dejé a los niños brujos que hablaban del pasado día de las almas.
- Buenas noches señorita.- Hice una reverencia elevando el bastón hasta que éste tocó mi frente. Sonreí.- A la pequeña que vine a ver se la llevó el viento...- susurré para que ella sóla pudiera oírlo.- Disculpe mis modales...- continúe.- Pasa con la edad, Capitán Amelhíon Do Crucerois, para servirle.- miré por arriba de su hombro, tendría que encontrar a aquella mujer. ¿ Sería ella?. Eso esperaba, tenía que encontrar a esa niña , algo muy cruel estaba a punto de pasarle.
- ¿ Viene usted a adoptar a algún niño?.- pregunté para saber que hacía en un lugar como éste una dama tan joven como ella.
- ¿ Qué te ocurre jovencito?.- Pregunté mientras rozaba su hombro con mi mano cubierta por el guante negro. El niño de ojos grandes, aspecto indefenso y un enorme colgante con un dije redondo, y un ancla en el medio sacó el guante de mi mano. Me sorprendí a escuchar una carcajada que salía de aquel pequeño cuerpo.
- ¿ Por qué te ocultas?.- me preguntó con los ojos teñidos en lágrimas, la joven tendría que esperar y la niña...¡ Oh por Oshúm, la niña tendría que esperar también!. Me agaché hasta que nuestros ojos quedaron en la misma sintonía, avergonzado beso mi mano como si fuera su jefe, su modelo a seguir. Le sonreí y negué con la cabeza.
- Me oculto de seres que no nos comprenden.¿ Misma protección?.- pregunté al ver el ancla en su cuello, el negó,¡ Vaya, un futuro médium llegó a tierra!. Y por lo que podía sentir su don sólo era la nigromancia medíumnica.
El niño, que comprendía mucho más que otra persona adulto asintió con la cabeza.- Diferente guardían.- murmuró cerca de mi oído. Largué otra carcajada. Apoyé mi mano en su hombro.
- ¡ Tienes suerte!... La señora Mareia muchas veces... se comporta como una bruja incontrolable.- mencioné guiñándole el ojo. De repente, como si de almas se trataran, todos los niños que eran potencialmente brujos me rodeaban. Me levanté y mentalmente sin afectar sus protecciones, habilidades ni nada, elevé mi espíritu formando un círculo de protección. Una niña morena, de ojos verdes, me hizo recordar a Aquamaris, mi antigua alumna.
- He visto el círculo... Señor Do Crucerois.- dijo mostrando una ventanita al éxito como diría mi madre. Me pregunté como sabría mi apellido, pero si el mundo espiritual lo sabía, cualquier brujo con dos hechizos en su mente podría saberlo pero al ser una chiquilla la sorpresa cubrió todas mis espectativas.
En voz baja, prometí volver a visitarlos. Les comuniqué que si fuera más joven los adoptaría, iríamos por el mundo y seríamos una gran familia, pero en el fondo de mi alma sabía que poco tiempo era el que me quedaba, quizá fueran veinte años, de puro dolor, trabajo y magia.
Una voz cálida, educada y con un tono de sensualidad femenina llegó a mis oídos. Lentamente dejé a los niños brujos que hablaban del pasado día de las almas.
- Buenas noches señorita.- Hice una reverencia elevando el bastón hasta que éste tocó mi frente. Sonreí.- A la pequeña que vine a ver se la llevó el viento...- susurré para que ella sóla pudiera oírlo.- Disculpe mis modales...- continúe.- Pasa con la edad, Capitán Amelhíon Do Crucerois, para servirle.- miré por arriba de su hombro, tendría que encontrar a aquella mujer. ¿ Sería ella?. Eso esperaba, tenía que encontrar a esa niña , algo muy cruel estaba a punto de pasarle.
- ¿ Viene usted a adoptar a algún niño?.- pregunté para saber que hacía en un lugar como éste una dama tan joven como ella.
- Spoiler:
Off: Sin duda Atrevida, me has dejado sin aliento. Muy buena respuesta, pensé que me habías abandonado vilmente.
Invitado- Invitado
Re: Halinê, la bruja sacrificada ( Dagmar Biermann)
En muchas ocasiones, la joven prefería atacar sin pensar, pero en ese momento estaba tan tranquila, tan relajada que prefería ver cada pequeño detalle del lugar, además que muchos niños estaban ahí, y no pensaba darles un mal momento. Para ella, esas criaturas tan pequeñas e inofensivas merecían tener toda la protección posible, todo el amor, cuidado y educación de el mundo de los adultos.
La chica observó con total curiosidad los pasillos, debía así poder encontrar pistas del porque los inquisidores la querían.
Dagmar arqueó una ceja, torció la sonrisa volviéndola una mueca evidente, ¿qué hacía un señor de esa edad con tantos niños. Si, era demasiado desconfiada, pues la vida la había tratado de mala manera, y eso la hacía guardar distancia sobre cualquier persona o criatura que existiera en el planeta, incluso si fueran sus padres.
Se acercó cuando le escuchó dirigirse a ella. La joven adoptó una pose de despreocupación. Cruzó ambos brazos a la altura del pecho - Si la buscaba, debo decirle que esta protegida, nadie podrá hacerle daño - Fueron sus primeras palabras dirigidas hacía aquel caballero. Pero la joven tenía un carácter demasiado fuerte, tanto que ni siquiera de personas aparentemente "mayores" podría bajar la guardia - ¿La edad? Eso es solo un pretexto barato para intentar sacar provecho caballero - Su sonrisa se hizo presente, una sonrisa burlona, segura, encantadora incluso en sus momentos de descaro.
Observó a la fila de niños que le sonreían, todos ellos habían estado de acuerdo en que se llevará a la pequeña. Se acercaron a abrazarla con bastante afecto, a lo cual, ella respondió envolviendo a cada uno de ellos en un cálido abrazo. El último de los niños, el más "maduro" se acercó a su oído para hacerle una pregunta - Oh pequeño, en el momento que pueda sacar el permiso, todos irán conmigo al menos una vez al mes para disfrutar del campo - La academia de Dagmar era tan grande que sabía que algunos cazadores estarían encantados de recibir visitas, y claro enseñarles lo esencial en el arte del combate.
Alzó su mirada para poder ver al caballero - No, no adoptaré a ningún niño, solo vengo a investigar y proteger el terreno - Si el caballero sabía de la pequeña a la que se había llevado, entonces tenía información al respecto - ¿Que sabe de ella? - Preguntó con total frialdad. No lo dejaría salir de ahí hasta sacarle hasta el más pequeño detalle sobre la pequeña que protegían algunos de sus cazadores. Se piso de pie, caminó un poco para proteger el pasillo de salida. No, Dagmar no jugaba y si era necesario utilizaría la fuerza física.
La chica observó con total curiosidad los pasillos, debía así poder encontrar pistas del porque los inquisidores la querían.
Dagmar arqueó una ceja, torció la sonrisa volviéndola una mueca evidente, ¿qué hacía un señor de esa edad con tantos niños. Si, era demasiado desconfiada, pues la vida la había tratado de mala manera, y eso la hacía guardar distancia sobre cualquier persona o criatura que existiera en el planeta, incluso si fueran sus padres.
Se acercó cuando le escuchó dirigirse a ella. La joven adoptó una pose de despreocupación. Cruzó ambos brazos a la altura del pecho - Si la buscaba, debo decirle que esta protegida, nadie podrá hacerle daño - Fueron sus primeras palabras dirigidas hacía aquel caballero. Pero la joven tenía un carácter demasiado fuerte, tanto que ni siquiera de personas aparentemente "mayores" podría bajar la guardia - ¿La edad? Eso es solo un pretexto barato para intentar sacar provecho caballero - Su sonrisa se hizo presente, una sonrisa burlona, segura, encantadora incluso en sus momentos de descaro.
Observó a la fila de niños que le sonreían, todos ellos habían estado de acuerdo en que se llevará a la pequeña. Se acercaron a abrazarla con bastante afecto, a lo cual, ella respondió envolviendo a cada uno de ellos en un cálido abrazo. El último de los niños, el más "maduro" se acercó a su oído para hacerle una pregunta - Oh pequeño, en el momento que pueda sacar el permiso, todos irán conmigo al menos una vez al mes para disfrutar del campo - La academia de Dagmar era tan grande que sabía que algunos cazadores estarían encantados de recibir visitas, y claro enseñarles lo esencial en el arte del combate.
Alzó su mirada para poder ver al caballero - No, no adoptaré a ningún niño, solo vengo a investigar y proteger el terreno - Si el caballero sabía de la pequeña a la que se había llevado, entonces tenía información al respecto - ¿Que sabe de ella? - Preguntó con total frialdad. No lo dejaría salir de ahí hasta sacarle hasta el más pequeño detalle sobre la pequeña que protegían algunos de sus cazadores. Se piso de pie, caminó un poco para proteger el pasillo de salida. No, Dagmar no jugaba y si era necesario utilizaría la fuerza física.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/06/2011
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Re: Halinê, la bruja sacrificada ( Dagmar Biermann)
Los tambores internos anunciaban un desenlace fatal. La pequeña brujilla no se encontraba allí y como todo sobrenatural desconfiaba de la cazadora que tenía frente a mis ojos. Era joven y hermosa, como una trampa o veneno mortal, debía tener los ojos abiertos.
Sonreí de lado.- Señorita hasta no verla no lo creeré. Que seguridad puede darme una jovencilla.- La miré a los ojos, era viejo, brujo y medium, lo que no era tan favorable para nadie. Tenía la intención de parar a los brujos de magia negra que la capturarían tarde o temprano, con o sin su ayuda. Más me valía tenerla de aliada, no quería acarriar más problemas con la juventud cazadora e inquisidora de Francia y de Europa entera.
Tomé el bastón y di tres golpes al suelo.
- Eshú, meo pae, meo protector... Te pido que protejas a la niña, que es tu hija, hija de la magia más secreta del mundo de los sobrenaturales.- mi voz era apenas un murmullo que el viento llevaba a su antojo por las calles de París.
Largué una carcajada ante su acusación.- No me va a decir que la memoria queda intacta cuando uno envejece. ¡Sí lo sabré yo!.- Ahora estaba animado, era una joven y desconfiada cazadora. Sólo ella me tenía semejante desconfiaza, los niños no. Al contrario muchos de ellos tomaban mi capa como protección en sus juegos. Actividades que en mi infancia eran mi mundo, mi energía, mi única preocupación. - Como guste señorita, Amelhíon Giovannis Do Crucerois para servirle.- Hice una reverencia echando hacia atrás la capa blanquecina, sin quitarme el sombrero de los ojos. "Manejar el misterio", decía mi maestro, él jamás se equivocaba.
Miraba como se desarrollaba la escena siguiente contemplando con fascinación y burlona paciencia. Los niños eran los seres más puros que existían en el mundo terrenal o físico, éramos nosotros quienes debíamos velar por ellos.
Largando una carcajada más fuerte solté un suspiro.- Joven Dagmar, no debe preocuparse por mí, no huiré y es menéster que encuentre a la niña.- Me acerqué a ella, una vez que los niños jugaban a las escondidas a unos largos metros de nosotros.- Verá, sé que la pequeña es bruja y no cualquier tipo de bruja. Tiene en sus manos un colgante que llama a cualquier brujo de magia negra, la sacrificarán y tomarán ese famoso colgante que mezcla todos los tipos de magia que existen.- Ésta vez, sólo por hoy tendría que juntar las fuerzas con los cazadores. Lamentablemente, para mí suponía un riesgo de muerte, al cual por aquella niña estaba dispuesto a correr.
Tomé el bastón y di tres golpes al suelo.
- Eshú, meo pae, meo protector... Te pido que protejas a la niña, que es tu hija, hija de la magia más secreta del mundo de los sobrenaturales.- mi voz era apenas un murmullo que el viento llevaba a su antojo por las calles de París.
Largué una carcajada ante su acusación.- No me va a decir que la memoria queda intacta cuando uno envejece. ¡Sí lo sabré yo!.- Ahora estaba animado, era una joven y desconfiada cazadora. Sólo ella me tenía semejante desconfiaza, los niños no. Al contrario muchos de ellos tomaban mi capa como protección en sus juegos. Actividades que en mi infancia eran mi mundo, mi energía, mi única preocupación. - Como guste señorita, Amelhíon Giovannis Do Crucerois para servirle.- Hice una reverencia echando hacia atrás la capa blanquecina, sin quitarme el sombrero de los ojos. "Manejar el misterio", decía mi maestro, él jamás se equivocaba.
Miraba como se desarrollaba la escena siguiente contemplando con fascinación y burlona paciencia. Los niños eran los seres más puros que existían en el mundo terrenal o físico, éramos nosotros quienes debíamos velar por ellos.
Largando una carcajada más fuerte solté un suspiro.- Joven Dagmar, no debe preocuparse por mí, no huiré y es menéster que encuentre a la niña.- Me acerqué a ella, una vez que los niños jugaban a las escondidas a unos largos metros de nosotros.- Verá, sé que la pequeña es bruja y no cualquier tipo de bruja. Tiene en sus manos un colgante que llama a cualquier brujo de magia negra, la sacrificarán y tomarán ese famoso colgante que mezcla todos los tipos de magia que existen.- Ésta vez, sólo por hoy tendría que juntar las fuerzas con los cazadores. Lamentablemente, para mí suponía un riesgo de muerte, al cual por aquella niña estaba dispuesto a correr.
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Re: Halinê, la bruja sacrificada ( Dagmar Biermann)
Para Dagmar, ese tipo de actitudes no eran para nada agradables, odiaba que se rieran cuando las situaciones necesitaban seriedad y compromiso. Observó a los niños, ellos le habían dicho que se la llevará, que la cuidará, que no dejará que nada le pasará, y para la cazadora promesas como las que les había hecho no se rompían. No se podía. Se llevó la mano a la cadera evaluando la situación, una sonrisa inocente apareció en su rostro regalándosela a los pequeños, así como ellos sonreían. La joven siempre había poseído ese instinto protector a los pequeños.
Después escuchó con atención al brujo, prestó atención a cada uno de sus movimientos. Sonrió con orgullo y suficiencia - No subestime a esta joven dama caballero, si le he dicho que tengo bien protegida a la pequeña es porque la tengo protegida. - Su rostro se endureció, daba gracias a que los niños se habían ido lejos de ellos para poder comportarse de manera más firme.
La joven había adoptado una posición casi de combate, dispuesta a dar el primer golpe al brujo si era necesario, odiaba a las criaturas de la noche, pero debido a era la única información concreta de la niña debía ceder - Hagamos un trato brujo, yo le ofrezco cuidar conmigo a la pequeña, que pueda visitarla y enseñarle todo lo que pueda aprender, siempre y cuando sea para bien, y solo la pueda visitar dentro de mi casa - Nunca antes había invitado a un ser de está manera a su casa, por muy bondadoso que fuera, ni siquiera Daniil que se trataba de su punto débil había tocado el suelo de su guarida. La joven tendría que hablar con los demás cazadores.
Observó hacía el patio de afuera - De hace unas semanas para estás fechas, he puesto cazadores a los alrededores, incluso dentro del lugar rondan algunos, solo que ustedes no pueden verlos, están en una zona aparte, donde estarán dispuestos a morir por proteger esta zona, no debe preocuparse, y lamento decirle, no se lo tome personal, no confío en nadie, es parte de mi, es parte de mi trabajo caballero - Bajando toda barrera de rechazo y malos modales, decidí inclinar mi cuerpo en señal de una educada reverencia.
Dagmar hizo una señal con una de sus manos, invitó a uno de sus cazadores a que se acercará, esté tenía una una especie de morral que colgaba por su espalda. Se veía pesado, pero el caballero parecía no tener problema alguno en cargarlo, incluso parecía ser un pedazo de pluma siendo llevada en la palma de una mano. Al acercarse, saludo, Dagmar le sonrió con bastante cariño, la joven siempre había demostrado afecto y fidelidad por los suyos pero sobretodo respeto. El hombre sacó un libro después de haberle hecho una reverencia al brujo. Lo puso en las manos de Dagmar y está lo abrió dando las gracias con un cálido abrazo - Vera señor, aquí tengo un libro que me han mandado de tierras lejanas, deberá reconocerlo - Y así fue cuando enseñó aquel libro antiguo y poderoso, se hablaba de todos los hechizos, las habilidades, los poderes, los rasgos de los brujos, todo en general. Lo extendió al caballero - De aquí he estado enseñando a la pequeña niña, pues sé nos servirá mucho si es entrenada en mi academia, y con algún brujo experimentado, no puedo negarlo - Sonrió de manera mordaz esperando a que el hombre tomará el libro.
Después escuchó con atención al brujo, prestó atención a cada uno de sus movimientos. Sonrió con orgullo y suficiencia - No subestime a esta joven dama caballero, si le he dicho que tengo bien protegida a la pequeña es porque la tengo protegida. - Su rostro se endureció, daba gracias a que los niños se habían ido lejos de ellos para poder comportarse de manera más firme.
La joven había adoptado una posición casi de combate, dispuesta a dar el primer golpe al brujo si era necesario, odiaba a las criaturas de la noche, pero debido a era la única información concreta de la niña debía ceder - Hagamos un trato brujo, yo le ofrezco cuidar conmigo a la pequeña, que pueda visitarla y enseñarle todo lo que pueda aprender, siempre y cuando sea para bien, y solo la pueda visitar dentro de mi casa - Nunca antes había invitado a un ser de está manera a su casa, por muy bondadoso que fuera, ni siquiera Daniil que se trataba de su punto débil había tocado el suelo de su guarida. La joven tendría que hablar con los demás cazadores.
Observó hacía el patio de afuera - De hace unas semanas para estás fechas, he puesto cazadores a los alrededores, incluso dentro del lugar rondan algunos, solo que ustedes no pueden verlos, están en una zona aparte, donde estarán dispuestos a morir por proteger esta zona, no debe preocuparse, y lamento decirle, no se lo tome personal, no confío en nadie, es parte de mi, es parte de mi trabajo caballero - Bajando toda barrera de rechazo y malos modales, decidí inclinar mi cuerpo en señal de una educada reverencia.
Dagmar hizo una señal con una de sus manos, invitó a uno de sus cazadores a que se acercará, esté tenía una una especie de morral que colgaba por su espalda. Se veía pesado, pero el caballero parecía no tener problema alguno en cargarlo, incluso parecía ser un pedazo de pluma siendo llevada en la palma de una mano. Al acercarse, saludo, Dagmar le sonrió con bastante cariño, la joven siempre había demostrado afecto y fidelidad por los suyos pero sobretodo respeto. El hombre sacó un libro después de haberle hecho una reverencia al brujo. Lo puso en las manos de Dagmar y está lo abrió dando las gracias con un cálido abrazo - Vera señor, aquí tengo un libro que me han mandado de tierras lejanas, deberá reconocerlo - Y así fue cuando enseñó aquel libro antiguo y poderoso, se hablaba de todos los hechizos, las habilidades, los poderes, los rasgos de los brujos, todo en general. Lo extendió al caballero - De aquí he estado enseñando a la pequeña niña, pues sé nos servirá mucho si es entrenada en mi academia, y con algún brujo experimentado, no puedo negarlo - Sonrió de manera mordaz esperando a que el hombre tomará el libro.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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Re: Halinê, la bruja sacrificada ( Dagmar Biermann)
¿ Qué se siente cuando tu sentido común desaparece para que entre en tu vida lo más arriesgado que nunca pensanste en hacer?. En éste caso, reunir fuerzas con una cazadora, no importaba que sea joven, era ponerme una rama más en la hoguera y créame queridos lectores estoy cerca de arder en la más incendiaria hoguera que el mundo de los sobrenaturales vio desde que el mundo es mundo.
La orgullosa muchacha mostró su verdadero ser, sonreí, no podía evitarlo por más que fuera ensimia cazadora era joven, y yo era viejo, brujo y capitán.- No dudo de su competencia Madame.- proseguí hablando con mis manos, en otra forma más literaria gesticulando.- Pero sin ofender, no es del mundo de los sobrenaturales, no podría comprenderla a un cien por ciento.- puse mis brazos detrás de mi espalda, los niños se habían alejado y me disponía a mostrar cómo era en realidad.
Batí la capa, sonríendo, inclinándome, cubriendo mi rostro como era normal.- Ahora está mejor.- respondí a su reverencia. Acomodé el sombrero para poder mirar sus ojos sin molestias. Asentí al diagnóstico que más que eso parecía explicaciones de un hijo de Ogún, un hombre o mujer de armas tomar, un guerrero. ¿ Estaba hablando con una cazadora o con una policía?, me preguntaba en mi mente a veces, aniñada.
Dentro de mí pensaba en su propuesta.- A ver querida niña, primero dime Amelhíon, es lo mismo que yo te diga cazadora, ¿ Para qué gritar lo que somos si todo el mundo lo sabe?.- mientras hablaba, hacía cálculos de hechizos, de experiencias, de magia de todos los colores que sólo un Jefe Brujo podría reconocer, todo, para proteger la casa, el colgante y a la niña.- Así será.- extendí mi mano.- A propósito,¿ No es contra de las reglas que usted presencie las clases y los hechizos que haga para proteger a la niña?.- pregunté con un tono de malicia en mi voz.- Pregunto, porque no quiero agregar una bara más a mi hoguera, ¿ sabe?
Sin formar parte de la extraña hermandad de los cazadores, sólo incliné mi cabeza en forma de saludo.- Es un libro de magia, se lo llama Libro de las Sombras y es fabricado por las brujas o brujos celtas. Si bien no es la rama que práctico la mayor parte de las veces, podré utilizarlo y quizá enseñarle como leerlo.- dije tomando el libro en mis manos. Como una llama del infierno, quemó parte de mi mano cayendo al suelo nevado. Me tapé el rostro con el sombrero, tapé mi cuerpo con la capa. Acaricié la tapa, con una estrella, y una rosa. "Perfecto, el aquelarre Roses, también estaba por aquí". Largué una carcajada forzada, que retumbó en el piso.- Eu Levaré una vela pra das almas, una rosa pra la mulher que más amé y con una gargalhada llamaré al Senhor das almas.- dicho ésto, el libro dejó de quemar, pude agarrarlo y me levanté. No quería que vieran mi rostro pues sentía como una herida se abría como fuego. Estaba marcado por el libro, no en mi cuerpo físico ya que sabía que la herida se cerraría sin dejar cicatriz, estaba marcado en el cuerpo psíquico, hasta que rompiera el hechizo, el libro era mío y de la pequeña bruja.
- Muchos de los humanos no comprenden, las cosas que debemos hacer los brujos, a qué nos enfretamos ni mucho menos, con quíenes luchamos. Para la sociedad somos demonios, me apena que piensen de esa manera.- Mi voz estaba lúgubre y ronca, sabía que el espíritu guardían del libro estaba tomando parte de mi cuerpo, lo sabía.
La orgullosa muchacha mostró su verdadero ser, sonreí, no podía evitarlo por más que fuera ensimia cazadora era joven, y yo era viejo, brujo y capitán.- No dudo de su competencia Madame.- proseguí hablando con mis manos, en otra forma más literaria gesticulando.- Pero sin ofender, no es del mundo de los sobrenaturales, no podría comprenderla a un cien por ciento.- puse mis brazos detrás de mi espalda, los niños se habían alejado y me disponía a mostrar cómo era en realidad.
Batí la capa, sonríendo, inclinándome, cubriendo mi rostro como era normal.- Ahora está mejor.- respondí a su reverencia. Acomodé el sombrero para poder mirar sus ojos sin molestias. Asentí al diagnóstico que más que eso parecía explicaciones de un hijo de Ogún, un hombre o mujer de armas tomar, un guerrero. ¿ Estaba hablando con una cazadora o con una policía?, me preguntaba en mi mente a veces, aniñada.
Dentro de mí pensaba en su propuesta.- A ver querida niña, primero dime Amelhíon, es lo mismo que yo te diga cazadora, ¿ Para qué gritar lo que somos si todo el mundo lo sabe?.- mientras hablaba, hacía cálculos de hechizos, de experiencias, de magia de todos los colores que sólo un Jefe Brujo podría reconocer, todo, para proteger la casa, el colgante y a la niña.- Así será.- extendí mi mano.- A propósito,¿ No es contra de las reglas que usted presencie las clases y los hechizos que haga para proteger a la niña?.- pregunté con un tono de malicia en mi voz.- Pregunto, porque no quiero agregar una bara más a mi hoguera, ¿ sabe?
Sin formar parte de la extraña hermandad de los cazadores, sólo incliné mi cabeza en forma de saludo.- Es un libro de magia, se lo llama Libro de las Sombras y es fabricado por las brujas o brujos celtas. Si bien no es la rama que práctico la mayor parte de las veces, podré utilizarlo y quizá enseñarle como leerlo.- dije tomando el libro en mis manos. Como una llama del infierno, quemó parte de mi mano cayendo al suelo nevado. Me tapé el rostro con el sombrero, tapé mi cuerpo con la capa. Acaricié la tapa, con una estrella, y una rosa. "Perfecto, el aquelarre Roses, también estaba por aquí". Largué una carcajada forzada, que retumbó en el piso.- Eu Levaré una vela pra das almas, una rosa pra la mulher que más amé y con una gargalhada llamaré al Senhor das almas.- dicho ésto, el libro dejó de quemar, pude agarrarlo y me levanté. No quería que vieran mi rostro pues sentía como una herida se abría como fuego. Estaba marcado por el libro, no en mi cuerpo físico ya que sabía que la herida se cerraría sin dejar cicatriz, estaba marcado en el cuerpo psíquico, hasta que rompiera el hechizo, el libro era mío y de la pequeña bruja.
- Muchos de los humanos no comprenden, las cosas que debemos hacer los brujos, a qué nos enfretamos ni mucho menos, con quíenes luchamos. Para la sociedad somos demonios, me apena que piensen de esa manera.- Mi voz estaba lúgubre y ronca, sabía que el espíritu guardían del libro estaba tomando parte de mi cuerpo, lo sabía.
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Re: Halinê, la bruja sacrificada ( Dagmar Biermann)
Si algo molestaba verdaderamente a Dagmar, y por algo odiaba tanto a esas criaturas anormales, era que subestimaran tanto a los humanos. Todos partimos de esa naturaleza, menos los cambia formas que nacen así, pero incluso aquellos que tienen la habilidad de mover la magia tienen ese lado humano demasiado desarrollado. Necesitan a los humanos porque sin ellos no tendrían tantos privilegios. ¿Acaso no lo ven? El mundo en el que se vive es gobernado por los humanos, quizás los vampiros beban de ellos, pero tienen que esconderse, quizás los licántropos coman de ellos pero su fuerza sol es por momentos, cuando la luna cae, quizás los brujos manejan habilidades sobrehumanas pero necesitan de los humanos para el conocimiento y la practica, y los cambia formas, ellos si que son diferentes pero son los que protegen esa condición humana… Que no se crean superiores, sin los humanos son simplemente nada.
Por primera vez en mucho tiempo, un pequeño detalle se le había escapado de las manos, un detalle tan simple, tan mundano, que en un campo de batalla podría costarle la vida. Porque de eso se trata el mundo, de que el más listo sea el que triunfe por sobre todas las cosas, que el más astuto y permisivo sea el que tome le provecho de las situaciones que tiene enfrente, y lo use a su conveniencia. Un detalle como su nombre en boca de otro, de un desconocido, sin haber sido pronunciado por ella con anterioridad dice muchas cosas, como por ejemplo, un estudio de su persona, un estudio que ahora le estaba irritando - ¿Quién le dijo mi nombre? ¿Qué es lo que sabe de mi? - El tono de voz que ahora empleaba era agrio, había dejado a un lado ya esa mirada dulce, altanera e insinuante que siempre tenía, su semblante se había endurecido de tal manera que parecía otra Dagmar, odiaba saber que alguien estuviera investigando de ella.
Todo rastro de enojo se borró cuando noto aquellas maneras de ser del brujo con el libro. En la última hoja que esté tenía, explicaba las reacciones que cada clase de hechicero tendría al tocarlo, pero era bastante evidente que frente a ella no había un brujo cualquiera, que era alguien de experiencia, y ahora con la reacción sumamente poderoso, cosa que le daba mucho ánimo, a ella no le gustaba tratar con criaturas de la noche insignificantes, y le era grato saber, que él no lo era.
Se acercó con tranquilidad, y aceptaba cada una e las palabras que esté le otorgaba. - Así como ustedes hechiceros sienten discriminación, muchos de los humanos, han sufrido grandes daños, ustedes les han arrebatado no solo sangre, también pertenencias, terrenos, incluso alguna vida importante de un familiar, debe entender la posición que se tiene, por eso los cazadores nos hicimos presentes, porque estábamos cansados de tanto abuso - Y Dagmar era una de las que más había sido afectada a lo largo de su vida por aquellos como él, su primer amor… Su primer amor lo había abandonado por miedo a verle morir en profesión.
Estaba cerca de él, sin embargo tomó asiente en un lugar estratégico para poder ver a los niños que jugaban de un lado a otro con algunos cazadores, amaba a cada uno de los cazadores, no simplemente eran personas de temblé pesado, y cuerpos perfectos por aquellas rutinas, eran hombres y mujeres de buen corazón, que estaban completamente dispuestos a dejar su vida por mantener la estabilidad y tranquilidad de la sociedad, ver a varios amigos disfrutar de la sonrisa de los niños fue la cereza del pastel para saber que estaba haciendo lo correcto - Confíe en mi si le digo que esa niña estará bien… Lo llevaré con ella, pero debe saber que un movimiento en falso y mis cazadores no dudaran en quitarle la vida… - Se tomó un momento para pensar si era correcto o no decir lo siguiente - Entre mis lineas también hay brujos Almelhión, poderosos que han venido a luchar por un buen, dentro de la academia habrá trampas, y hechizos para que nos e pueda salir con la suya, así que se lo advierto - Su sonrisa se amplió, tan descarada como siempre, tan triunfal como cada uno de sus actos, tan soberbia como aquello que hacía con maestría.
Por primera vez en mucho tiempo, un pequeño detalle se le había escapado de las manos, un detalle tan simple, tan mundano, que en un campo de batalla podría costarle la vida. Porque de eso se trata el mundo, de que el más listo sea el que triunfe por sobre todas las cosas, que el más astuto y permisivo sea el que tome le provecho de las situaciones que tiene enfrente, y lo use a su conveniencia. Un detalle como su nombre en boca de otro, de un desconocido, sin haber sido pronunciado por ella con anterioridad dice muchas cosas, como por ejemplo, un estudio de su persona, un estudio que ahora le estaba irritando - ¿Quién le dijo mi nombre? ¿Qué es lo que sabe de mi? - El tono de voz que ahora empleaba era agrio, había dejado a un lado ya esa mirada dulce, altanera e insinuante que siempre tenía, su semblante se había endurecido de tal manera que parecía otra Dagmar, odiaba saber que alguien estuviera investigando de ella.
Todo rastro de enojo se borró cuando noto aquellas maneras de ser del brujo con el libro. En la última hoja que esté tenía, explicaba las reacciones que cada clase de hechicero tendría al tocarlo, pero era bastante evidente que frente a ella no había un brujo cualquiera, que era alguien de experiencia, y ahora con la reacción sumamente poderoso, cosa que le daba mucho ánimo, a ella no le gustaba tratar con criaturas de la noche insignificantes, y le era grato saber, que él no lo era.
Se acercó con tranquilidad, y aceptaba cada una e las palabras que esté le otorgaba. - Así como ustedes hechiceros sienten discriminación, muchos de los humanos, han sufrido grandes daños, ustedes les han arrebatado no solo sangre, también pertenencias, terrenos, incluso alguna vida importante de un familiar, debe entender la posición que se tiene, por eso los cazadores nos hicimos presentes, porque estábamos cansados de tanto abuso - Y Dagmar era una de las que más había sido afectada a lo largo de su vida por aquellos como él, su primer amor… Su primer amor lo había abandonado por miedo a verle morir en profesión.
Estaba cerca de él, sin embargo tomó asiente en un lugar estratégico para poder ver a los niños que jugaban de un lado a otro con algunos cazadores, amaba a cada uno de los cazadores, no simplemente eran personas de temblé pesado, y cuerpos perfectos por aquellas rutinas, eran hombres y mujeres de buen corazón, que estaban completamente dispuestos a dejar su vida por mantener la estabilidad y tranquilidad de la sociedad, ver a varios amigos disfrutar de la sonrisa de los niños fue la cereza del pastel para saber que estaba haciendo lo correcto - Confíe en mi si le digo que esa niña estará bien… Lo llevaré con ella, pero debe saber que un movimiento en falso y mis cazadores no dudaran en quitarle la vida… - Se tomó un momento para pensar si era correcto o no decir lo siguiente - Entre mis lineas también hay brujos Almelhión, poderosos que han venido a luchar por un buen, dentro de la academia habrá trampas, y hechizos para que nos e pueda salir con la suya, así que se lo advierto - Su sonrisa se amplió, tan descarada como siempre, tan triunfal como cada uno de sus actos, tan soberbia como aquello que hacía con maestría.
Dagmar Biermann- Cazador Clase Alta
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