AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Fée Verte. [Libre]
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La Fée Verte. [Libre]
Recuerdo del primer mensaje :
La oscuridad se había expandido a través del cielo con presteza y sus tonalidades azuladas se apagaban de manera gradual, mostrando como resultado una colosal bóveda opaca en la que las nubes, como pintadas en ella, parecían enormes borrones grises retorciéndose y mezclándose en abrazos de ligera forma espiral. Las luces de los astros, sometidas a las sombras, no podrían haber añadido mayor solemnidad y belleza al encanto de una noche en completa calma. Incluso el viento se había amainado hasta desaparecer; y el frío, soportable, sólo se manifestaba en el adormecimiento que causaba en las manos, y en el humo pálido en el que transformaba al aliento que abandonaba los labios de los transeúntes.
En esos momentos los callejones de París constituían un perfecto laberinto que apestaba a orín, humedad y óxido; una trampa para borrachos y extranjeros que ni daban con la salida ni recordaban la entrada, quedando a merced de rateros u otros despreciables moradores. La falta de iluminación, un factor importante para los numerosos asaltos, hacía desear la llegada del día, y con ella probablemente se revelarían las manchas de sangre seca que decoraban los rincones y las botellas hechas trizas que alguna vez habían contenido grados y grados alcohol, pero que habían acabado convirtiéndose en un arma improvisada.
Así le gustaba imaginar a Évrard. Al menos de este modo su mente se entregaba a sus frecuentes abstracciones y se desatendía de asuntos que le atañían más directamente: había una carta en su bolsillo que le pesaba en la conciencia como si fuera una piedra. “Palabras, palabras, palabras” como canturreaba Hamlet en la última vez que visitó un teatro; puede que ahora fueran como ácido corrosivo en su memoria pero no existe nada que el fuego no pueda borrar.
Repentinamente se dio cuenta de lo mucho que echaba de menos Inglaterra: aquello no era como cuando visitaba Londres, y comenzaba a añorar el grueso manto de niebla que inundaba las calles y la visión de las barcas atravesando las aquietadas aguas del Támesis. Le llegaba a pesar incluso la ausencia de las frecuentes lluvias. La capital francesa no era lo mismo, para nada, era completamente diferente. Le hacía sentirse un extraño incluso dentro de su propia vivienda.
La primera toma de contacto había sido mediante las advertencias de su tía materna, quien le había proporcionado vestimentas nuevas e insistido férreamente en que no derrochara el dinero en naderías, haciendo también un hincapié en que no vagara por las zonas apartadas. Debería haber sabido que no la obedecería: ni los consejos, y ni siquiera las ordenes, conseguían hacer mella en él. Nada lo conseguía de pronto. A menudo imaginaba su mente como una función que ya ha terminado, el silencio que precede al final de una canción, o las últimas hojas en blanco que un escritor cuela impretendidamente al final de su obra. Pero no estaba triste ni recordaba haberlo estado en su vida.
Esa súbita resignación podría hallarse algo acentuada por una bebida de matices verdes que se había atrevido a tomar minutos atrás: absenta, el hada verde, o la “Fée Verte” como la llamaban allí; compuesta de ajenjo, anís… y algo más que no alcanzaba a recordar. Se mantuvo en el pensamiento de que había sido timado hasta que un mareo fuerte abordó su cabeza, y tras contenerse por apresión a manchar sus ropas nuevas, acabó por sentarse en el suelo.
Allí desapareció cualquier vestigio de sensación de peligro. Los ladrones jamás le habían asustado y predominaba la idea de que podría hacer frente a la situación si intentaba robarle lo poco que llevaba encima. Hasta terminó por considerar que quizás era mejor si lo hacían y así podría quedarse en aquellos callejones silentes el resto de su vida, robando a su vez a otros incautos que pasearan por allí, pues al fin y al cabo la suciedad tiende a la suciedad y jamás había sentido tantas manchas en su alma.
Ahora sólo quedaba esperar a que la bebida hiciera efecto y le permitiera contemplar algo diferente; quizás que el suelo de piedra se abría y la conocida niebla, emanando de él, le llevaba de vuelta a casa.
La oscuridad se había expandido a través del cielo con presteza y sus tonalidades azuladas se apagaban de manera gradual, mostrando como resultado una colosal bóveda opaca en la que las nubes, como pintadas en ella, parecían enormes borrones grises retorciéndose y mezclándose en abrazos de ligera forma espiral. Las luces de los astros, sometidas a las sombras, no podrían haber añadido mayor solemnidad y belleza al encanto de una noche en completa calma. Incluso el viento se había amainado hasta desaparecer; y el frío, soportable, sólo se manifestaba en el adormecimiento que causaba en las manos, y en el humo pálido en el que transformaba al aliento que abandonaba los labios de los transeúntes.
En esos momentos los callejones de París constituían un perfecto laberinto que apestaba a orín, humedad y óxido; una trampa para borrachos y extranjeros que ni daban con la salida ni recordaban la entrada, quedando a merced de rateros u otros despreciables moradores. La falta de iluminación, un factor importante para los numerosos asaltos, hacía desear la llegada del día, y con ella probablemente se revelarían las manchas de sangre seca que decoraban los rincones y las botellas hechas trizas que alguna vez habían contenido grados y grados alcohol, pero que habían acabado convirtiéndose en un arma improvisada.
Así le gustaba imaginar a Évrard. Al menos de este modo su mente se entregaba a sus frecuentes abstracciones y se desatendía de asuntos que le atañían más directamente: había una carta en su bolsillo que le pesaba en la conciencia como si fuera una piedra. “Palabras, palabras, palabras” como canturreaba Hamlet en la última vez que visitó un teatro; puede que ahora fueran como ácido corrosivo en su memoria pero no existe nada que el fuego no pueda borrar.
Repentinamente se dio cuenta de lo mucho que echaba de menos Inglaterra: aquello no era como cuando visitaba Londres, y comenzaba a añorar el grueso manto de niebla que inundaba las calles y la visión de las barcas atravesando las aquietadas aguas del Támesis. Le llegaba a pesar incluso la ausencia de las frecuentes lluvias. La capital francesa no era lo mismo, para nada, era completamente diferente. Le hacía sentirse un extraño incluso dentro de su propia vivienda.
La primera toma de contacto había sido mediante las advertencias de su tía materna, quien le había proporcionado vestimentas nuevas e insistido férreamente en que no derrochara el dinero en naderías, haciendo también un hincapié en que no vagara por las zonas apartadas. Debería haber sabido que no la obedecería: ni los consejos, y ni siquiera las ordenes, conseguían hacer mella en él. Nada lo conseguía de pronto. A menudo imaginaba su mente como una función que ya ha terminado, el silencio que precede al final de una canción, o las últimas hojas en blanco que un escritor cuela impretendidamente al final de su obra. Pero no estaba triste ni recordaba haberlo estado en su vida.
Esa súbita resignación podría hallarse algo acentuada por una bebida de matices verdes que se había atrevido a tomar minutos atrás: absenta, el hada verde, o la “Fée Verte” como la llamaban allí; compuesta de ajenjo, anís… y algo más que no alcanzaba a recordar. Se mantuvo en el pensamiento de que había sido timado hasta que un mareo fuerte abordó su cabeza, y tras contenerse por apresión a manchar sus ropas nuevas, acabó por sentarse en el suelo.
Allí desapareció cualquier vestigio de sensación de peligro. Los ladrones jamás le habían asustado y predominaba la idea de que podría hacer frente a la situación si intentaba robarle lo poco que llevaba encima. Hasta terminó por considerar que quizás era mejor si lo hacían y así podría quedarse en aquellos callejones silentes el resto de su vida, robando a su vez a otros incautos que pasearan por allí, pues al fin y al cabo la suciedad tiende a la suciedad y jamás había sentido tantas manchas en su alma.
Ahora sólo quedaba esperar a que la bebida hiciera efecto y le permitiera contemplar algo diferente; quizás que el suelo de piedra se abría y la conocida niebla, emanando de él, le llevaba de vuelta a casa.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Reprimió una mueca al recordar sus experiencias pasadas con respecto a la nobleza, a su vez agradecido de que no hubieran sido muy usuales. Pese a estar en cierto modo emparentado con personas pertenecientes a ella, no podía soportar sus excesos y su pomposidad: las vestimentas ridiculamente caras, el penetrante aroma de sus perfumes, y el manifiesto brillo de superioridad que se abría paso en sus ojos si a alguien se le ocurría hacer un comentario de admiración respecto a ellos o sus posesiones.
- No es ninguna novedad que la clase alta tenga siempre la irritante manía de menospreciar al resto. A no ser que te encuentres en una próspera situación económica, poseas grandes propiedades, o toda tu familia goce de una fama y educación intachables, ni siquiera se molestarán en resultar demasiado cordiales. Y si lo hacen con toda probabilidad sea para ganarse nuevas influencias o plantear un compromiso. – explicó con desdén - Pero esto es así en todos los sitios, se lo aseguro, independientemente del país.
Luego palideció visiblemente al conocer la verdadera situación familiar de la muchacha, abochornado por no haber caído en la cuenta antes:
- Lamento muchísimo mi equivocación, no sabía lo de sus padres. – se apresuró a excusarse con un gesto de disculpa - Temo haber dicho algo inapropiado… De verdad que lo siento, a veces hablo de más, le ruego por ello que perdone mi torpeza.
Así mismo escuchó atento la teoría de la joven, tras la cual se decidió a añadir unas pequeñas correciones:
- Creo que me malinterpreta. No me refería a su apariencia, aunque ésta tampoco sea demasiado habitual, sino a todo el conjunto. Su forma de hablar y de comportarse también parecen excepcionales. Puede, claro está, que me equivoque al considerarla especial, pero por lo menos esa es la primera impresión que me ha brindado. Sea consciente de que me considero una persona curiosa; a menudo disfruto prejuzgando a la gente y usted despertó mi interés desde que hizo acto de presencia por lo que, fuera usted de fiar o no, estoy seguro de que la habría acompañado de todas formas.
- No es ninguna novedad que la clase alta tenga siempre la irritante manía de menospreciar al resto. A no ser que te encuentres en una próspera situación económica, poseas grandes propiedades, o toda tu familia goce de una fama y educación intachables, ni siquiera se molestarán en resultar demasiado cordiales. Y si lo hacen con toda probabilidad sea para ganarse nuevas influencias o plantear un compromiso. – explicó con desdén - Pero esto es así en todos los sitios, se lo aseguro, independientemente del país.
Luego palideció visiblemente al conocer la verdadera situación familiar de la muchacha, abochornado por no haber caído en la cuenta antes:
- Lamento muchísimo mi equivocación, no sabía lo de sus padres. – se apresuró a excusarse con un gesto de disculpa - Temo haber dicho algo inapropiado… De verdad que lo siento, a veces hablo de más, le ruego por ello que perdone mi torpeza.
Así mismo escuchó atento la teoría de la joven, tras la cual se decidió a añadir unas pequeñas correciones:
- Creo que me malinterpreta. No me refería a su apariencia, aunque ésta tampoco sea demasiado habitual, sino a todo el conjunto. Su forma de hablar y de comportarse también parecen excepcionales. Puede, claro está, que me equivoque al considerarla especial, pero por lo menos esa es la primera impresión que me ha brindado. Sea consciente de que me considero una persona curiosa; a menudo disfruto prejuzgando a la gente y usted despertó mi interés desde que hizo acto de presencia por lo que, fuera usted de fiar o no, estoy seguro de que la habría acompañado de todas formas.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Tras oír su explicación, dió la sensación de que el muchacho sabía bastante cómo era tratar con la realeza, lo cual despertó la curiosidad de Romilda. Esperó a que terminara para comenzar a preguntarle su inquietud.
- ¿Conoce a la realeza en persona? - quiso saber, haciendo referencia a cualquier miembro de la familia real francesa o inglesa. - Y sí, por supuesto, tiene razón al decir que todas las familias reales son así, pero encuentro una mayor irritación con los franceses. No sé si serán manías mías, pero he estado en Italia y allí no son tan exquisitos, dan más confianza al pueblo, y no son tan ostentosos. Tal vez son ellos la excepción y claramente hay una copia en cada monarquía como lo son los franceses... - explicó, dejando ver su molestia contra ellos, no lo podía ocultar, siempre se le notaba al hablar sobre el tema.
Rápidamente se apresuró para callar las disculpas del joven.
-No, no, no se disculpe, Évrard. Usted no ha dicho nada fuera de lugar. No se preocupe. - le dijo, intentando sonar precisa para que el muchacho no se sintiera culpable de nada, no era su intensión que eso sucediera. Pensó dos veces si contarle o no lo sucedido con su padre, pero al final decidió que no. Él ya se había disculpado y ella ya le había dicho que no se molestara, así que sin saber más detalles, él ya conocía la situación, por lo tanto no era necesario aclarar demasiado.
Y luego, al oír su respuesta al otro tema que charlaban, contestó:
- Oh, me inquieta de curiosidad, pero me gusta que así sea. - hizo unos pasos más mirando hacia adelante y después volvió su mirada hasta el joven - Espero no decepcionarlo a medida que va conociéndome, Évrard, si usted dice que es así, entonces debo creérle - añadió sonriendo un poco con amabilidad.
- ¿Conoce a la realeza en persona? - quiso saber, haciendo referencia a cualquier miembro de la familia real francesa o inglesa. - Y sí, por supuesto, tiene razón al decir que todas las familias reales son así, pero encuentro una mayor irritación con los franceses. No sé si serán manías mías, pero he estado en Italia y allí no son tan exquisitos, dan más confianza al pueblo, y no son tan ostentosos. Tal vez son ellos la excepción y claramente hay una copia en cada monarquía como lo son los franceses... - explicó, dejando ver su molestia contra ellos, no lo podía ocultar, siempre se le notaba al hablar sobre el tema.
Rápidamente se apresuró para callar las disculpas del joven.
-No, no, no se disculpe, Évrard. Usted no ha dicho nada fuera de lugar. No se preocupe. - le dijo, intentando sonar precisa para que el muchacho no se sintiera culpable de nada, no era su intensión que eso sucediera. Pensó dos veces si contarle o no lo sucedido con su padre, pero al final decidió que no. Él ya se había disculpado y ella ya le había dicho que no se molestara, así que sin saber más detalles, él ya conocía la situación, por lo tanto no era necesario aclarar demasiado.
Y luego, al oír su respuesta al otro tema que charlaban, contestó:
- Oh, me inquieta de curiosidad, pero me gusta que así sea. - hizo unos pasos más mirando hacia adelante y después volvió su mirada hasta el joven - Espero no decepcionarlo a medida que va conociéndome, Évrard, si usted dice que es así, entonces debo creérle - añadió sonriendo un poco con amabilidad.
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
- Bueno, la verdad es que he podido ver algún que otro pretencioso de sangre azul en los bailes de Londres. Todo lo relacionado con poder mostrar sus virtudes en público les entusiasma. Aún así no suelo dedicar demasiada atención a su presencia, me resultan demasiado irritantes… - expresó recordando con indiferencia las celebraciones de la season inglesa del año anterior. Después sonrió divertido - Creo que hacemos más que coincidir en que los franceses son el colmo de la pedantería. En fin, deje que se ahoguen en su propio orgullo, yo por nada del mundo me cambiaría por uno de ellos y supongo que usted tampoco. La opción más acertada es ignorarlos, como ellos hacen, y que cada uno se centre en sus faenas.
Se sintió más calmado cuando ella disculpó su metedura de pata, aunque se seguía creyendo terriblemente torpe.
- Me alegro de no haberla ofendido. – suspiró aliviado. Sabía de primera mano que los temas familiares eran muy delicados. – Y me agrada también que haya encontrado una familia buena con la que vivir.
Luego esbozó una sonrisa de seguridad ante las palabras de Romilda:
- Yo estoy seguro de que no me decepcionará. – aventuró, reanudando la marcha a su lado. – Parece una persona con muchas historias y secretos guardados bajo llave.
Se sintió más calmado cuando ella disculpó su metedura de pata, aunque se seguía creyendo terriblemente torpe.
- Me alegro de no haberla ofendido. – suspiró aliviado. Sabía de primera mano que los temas familiares eran muy delicados. – Y me agrada también que haya encontrado una familia buena con la que vivir.
Luego esbozó una sonrisa de seguridad ante las palabras de Romilda:
- Yo estoy seguro de que no me decepcionará. – aventuró, reanudando la marcha a su lado. – Parece una persona con muchas historias y secretos guardados bajo llave.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Coincidió con los pensamientos del muchacho, simplemente era cuestión de ignorarlos como ellos hacían con los que no pertenecían a la realeza, incluso a los que sí pertenecían pero no tenían grandes nombres y poderes. Sencillamente, a Romilda le era incomprensible esa clase de vida con riquezas, mientras que parte del pueblo muere de hambre o se encuentra en condiciones precarias.
- De un lado lujos, joyas, diamantes, vestidos caros... - dijo sin haber explicado la parte anterior de esos pensamientos, pero creía que se le entendería - ... y lejos de todo eso, están quienes mueren de hambre, enferman gravemente y aún así deben seguir trabajando para ellos... No es nada justo - hizo una pausa y continuó - La monarquía no es nada justa - le dirigió una mirada al joven - ¿Es usted religioso, Évrard? - preguntó con curiosidad.
- Y sí, en verdad son muy amables mis tutores. - retomó sonriente al recordarlos - No estoy segura de cuántas personas más me hubieran tomado en su hogar y cuidarme como a una hija o una nieta. Realmente estoy muy contenta con ellos, y si no los hubiera encontrado, no sé en qué situación me encontraría actualmente - dijo con sinceridad.
- Oh, bien, en ese caso no creo que sólo yo sea la única que guarda secretos bajo llave, presiento que usted también lo hace, ¿me equivoco? - preguntó sin seriedad, se trataba de una broma, para que lo tomara con humor. La verdad es que el muchacho le había parecido muy agradable.
- De un lado lujos, joyas, diamantes, vestidos caros... - dijo sin haber explicado la parte anterior de esos pensamientos, pero creía que se le entendería - ... y lejos de todo eso, están quienes mueren de hambre, enferman gravemente y aún así deben seguir trabajando para ellos... No es nada justo - hizo una pausa y continuó - La monarquía no es nada justa - le dirigió una mirada al joven - ¿Es usted religioso, Évrard? - preguntó con curiosidad.
- Y sí, en verdad son muy amables mis tutores. - retomó sonriente al recordarlos - No estoy segura de cuántas personas más me hubieran tomado en su hogar y cuidarme como a una hija o una nieta. Realmente estoy muy contenta con ellos, y si no los hubiera encontrado, no sé en qué situación me encontraría actualmente - dijo con sinceridad.
- Oh, bien, en ese caso no creo que sólo yo sea la única que guarda secretos bajo llave, presiento que usted también lo hace, ¿me equivoco? - preguntó sin seriedad, se trataba de una broma, para que lo tomara con humor. La verdad es que el muchacho le había parecido muy agradable.
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
En un primer momento parpadeó aturdido, sin responder a la indiscreta pregunta de la chica. ¿Acaso su crítica hacia la nobleza y la realeza estaba poniendo en duda su fé de manera tan tangible? ¿Tan evidente era? Su rostro se endureció manifiestamente cuando reanudó la conversación:
- Una cosa es la realeza, Romilda, pero Dios es otra muy distinta. – dijo cortante – Su insinuación es desacertada; puede que haya perdido la fé en las personas, pero sería algo tremendamente injurioso e insensato darle la espalda al Señor. Usted me agravia, no debería tener esa opinión de mí. – guardó silencio, todavía bajo el confuso efecto del asombro y el temor que había suscitado la pregunta. Luego suavizó el tono – No es un tema muy adecuado y le sugiero que no lo use amenudo. No sé si es usted consciente del control que ejerce la Inquisición sobre todos nosotros.
Se animó con la descripción que Romilda le hizo sobre su familia adoptiva, la cual parecía ser realmente amable y bondadosa, y se alegró por la suerte de la muchacha.
- Es estupendo que se halle en tan buenas manos, supongo que no hay nada mejor que poder contar con unos padres tan afables, aunque estos no sean los verdaderos. – le dedicó una sonrisa – Usted también parece una buena hija, por lo que no estoy de acuerdo con que piense que pocas personas se hubieran decidido a adoptarla.
Cuando la muchacha le dio un giro a la conversación él sonrió enigmático, siguiéndole el juego:
- No crea, alguno que otro… Pero le advierto que es imposible hacerme soltar prenda, soy muy reservado con mis asuntos. – aseguró riéndo - Además, mi vida es extremadamente aburrida y rutinaria, seguro que usted tiene muchas más cosas que contar.
- Una cosa es la realeza, Romilda, pero Dios es otra muy distinta. – dijo cortante – Su insinuación es desacertada; puede que haya perdido la fé en las personas, pero sería algo tremendamente injurioso e insensato darle la espalda al Señor. Usted me agravia, no debería tener esa opinión de mí. – guardó silencio, todavía bajo el confuso efecto del asombro y el temor que había suscitado la pregunta. Luego suavizó el tono – No es un tema muy adecuado y le sugiero que no lo use amenudo. No sé si es usted consciente del control que ejerce la Inquisición sobre todos nosotros.
Se animó con la descripción que Romilda le hizo sobre su familia adoptiva, la cual parecía ser realmente amable y bondadosa, y se alegró por la suerte de la muchacha.
- Es estupendo que se halle en tan buenas manos, supongo que no hay nada mejor que poder contar con unos padres tan afables, aunque estos no sean los verdaderos. – le dedicó una sonrisa – Usted también parece una buena hija, por lo que no estoy de acuerdo con que piense que pocas personas se hubieran decidido a adoptarla.
Cuando la muchacha le dio un giro a la conversación él sonrió enigmático, siguiéndole el juego:
- No crea, alguno que otro… Pero le advierto que es imposible hacerme soltar prenda, soy muy reservado con mis asuntos. – aseguró riéndo - Además, mi vida es extremadamente aburrida y rutinaria, seguro que usted tiene muchas más cosas que contar.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
La chica se sorprendió ante la reacción de él, que había reaccionado muy distinto a lo que ella esperaba. La dejó completamente perpleja, sin saber qué responderle, puesto que lo que menos esperaba era una respuesta así. Se quedó en silencio unos minutos hasta encontrar la forma de responder, puesto que no sabía qué decirle. Al final hizo un esfuerzo por explicarse:
- Yo no afirmé nada, Évrad, fue sólo una pregunta - dijo aún sorprendida - Simplemente tenía curiosidad ante su inclinación religiosa - continuó - Lamento si lo he ofendido, pero tampoco es algo mortal el ser no creyente. Cada cual tiene derecho en creer o no - añadió un tanto ofendida - Se ha tomado mal mi pregunta, pero si es creyente en Dios o en cualquier otro dios, exijo su respeto ante mi ateismo. Y sí, claro que sé lo que la Inquisición hace, lo sé muy bien, y son asesinos y manipuladores, no temo decirlo.
A pesar del tono hostil que usó, continuó hablando naturalmente sobre los otros temas que estaban tratando.
- Sinceramente, para primero demostrar lo buena hija que soy, deben convivir conmigo cierto tiempo, y pocas familias se atreverían a "probar" cómo soy. Así que me considero con mucha suerte. - habló sonriendo, tranquila de que al regresar a su casa encontraría a su familia tutora. - ¿Y dónde vive, Évrard? Es decir... ¿solo o acompañado?
- ¿Aburrida? - preguntó extrañada - No creo que un inglés que vive en Francia pueda tener una vida aburrida... Yo sé que escondes más - continuó bromeando.
- Yo no afirmé nada, Évrad, fue sólo una pregunta - dijo aún sorprendida - Simplemente tenía curiosidad ante su inclinación religiosa - continuó - Lamento si lo he ofendido, pero tampoco es algo mortal el ser no creyente. Cada cual tiene derecho en creer o no - añadió un tanto ofendida - Se ha tomado mal mi pregunta, pero si es creyente en Dios o en cualquier otro dios, exijo su respeto ante mi ateismo. Y sí, claro que sé lo que la Inquisición hace, lo sé muy bien, y son asesinos y manipuladores, no temo decirlo.
A pesar del tono hostil que usó, continuó hablando naturalmente sobre los otros temas que estaban tratando.
- Sinceramente, para primero demostrar lo buena hija que soy, deben convivir conmigo cierto tiempo, y pocas familias se atreverían a "probar" cómo soy. Así que me considero con mucha suerte. - habló sonriendo, tranquila de que al regresar a su casa encontraría a su familia tutora. - ¿Y dónde vive, Évrard? Es decir... ¿solo o acompañado?
- ¿Aburrida? - preguntó extrañada - No creo que un inglés que vive en Francia pueda tener una vida aburrida... Yo sé que escondes más - continuó bromeando.
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Al comprobar la reacción de la joven se apresuró a explicarse:
- Tampoco era mi intención ofenderla y lamento que mis palabras le hayan resultado un tanto duras, pero hasta ahora no había oído a nadie hablar como lo acaba de hacer usted. Es valiente, eso debo concedérselo, pero me da temor que su valentía acabe sobrepasando la línea de la imprudencia. Y creame que respeto sus creencias, pero poca gente encontrará que también lo haga. Un comentario desafortunado podría costarle caro. ¿Qué pasaría si, por ejemplo, yo trabajara para la Inquisición? – preguntó disgustado - ¿Qué pasaría si esa fuera la razón por la que estaba esperando en los sucios callejones, donde los más corrompidos se dejan ver? Y usted diciendo todas esas cosas… No sea tan irreflexiva, se lo ruego, es por su bien.
Se relajó al pasar a otros temas, y esbozó un gesto de incredulidad ante la modestia de la muchacha en cuanto a su adopción.
- ¿Por qué no se atreverían a probar cómo es? – cuestionó - Es usted agradable. Yo vivo solo, pero por suerte mi tía materna habita cerca de París y sus visitas son moderadamente frecuentes.
Hizo una pausa para deleitarse por un momento pensando en la hermana de su madre; tan diferente a ésta que parecía imposible que compartieran unos mismos padres. Su amabilidad, su educación, su sensatez y su elegancia siempre habían fascinado a Évrard.
Volvió el rostro hacia Romilda, sonriente: - Le aseguro que no le oculto nada, soy sólo eso: un inglés que vive en Francia.
- Tampoco era mi intención ofenderla y lamento que mis palabras le hayan resultado un tanto duras, pero hasta ahora no había oído a nadie hablar como lo acaba de hacer usted. Es valiente, eso debo concedérselo, pero me da temor que su valentía acabe sobrepasando la línea de la imprudencia. Y creame que respeto sus creencias, pero poca gente encontrará que también lo haga. Un comentario desafortunado podría costarle caro. ¿Qué pasaría si, por ejemplo, yo trabajara para la Inquisición? – preguntó disgustado - ¿Qué pasaría si esa fuera la razón por la que estaba esperando en los sucios callejones, donde los más corrompidos se dejan ver? Y usted diciendo todas esas cosas… No sea tan irreflexiva, se lo ruego, es por su bien.
Se relajó al pasar a otros temas, y esbozó un gesto de incredulidad ante la modestia de la muchacha en cuanto a su adopción.
- ¿Por qué no se atreverían a probar cómo es? – cuestionó - Es usted agradable. Yo vivo solo, pero por suerte mi tía materna habita cerca de París y sus visitas son moderadamente frecuentes.
Hizo una pausa para deleitarse por un momento pensando en la hermana de su madre; tan diferente a ésta que parecía imposible que compartieran unos mismos padres. Su amabilidad, su educación, su sensatez y su elegancia siempre habían fascinado a Évrard.
Volvió el rostro hacia Romilda, sonriente: - Le aseguro que no le oculto nada, soy sólo eso: un inglés que vive en Francia.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Romilda se puso a pensar seriamente en la respuesta del chico. Tenía algo de razón, sin embargo, ella contaba con sus poderes para, en caso de caer en la trampa de algún inquisidor, podría escaparse creándole ilusiones a su alrededor que lo confundieran y descuidara su caza, así la chica podría escapar. Sin embargo, era verdad, no podía ir hablando así, tentando al peligro. No era su intensión, pero jamás podía callar sus verdaderas, era demasiado sincera en algunos aspectos, y mucho más si tenía que ver con las injurias de la Insquisición.
- Tiene razón, Évrard, es verdad, es muy insensato de mi parte. - aceptó, dándole la razón - Sin embargo, confío en que usted no sea de la Inquisición ni se lo diga a nadie de allí, ¿verdad? - le dijo, intentando no parecer amenazante, sencillamente fue un comentario.
Luego escuchó su respuesta a su pregunta y contestó ya en otro tono más natural:
- Oh, me alegra que viva en independencia pero aún así goze de visita familiar. Vivir sola es algo que anhelo alcanzar en un par de años. Y por cierto... ¿Qué edad tiene, Évrard? - luego de soltar la pregunta, habló rápido para corregirse - Disculpa mi gran curiosidad, es que me resulta interesante, espero que mis preguntas no sean incómodas o se propasen en algún sentido, esa no es para nada mi intensión.
Luego regresando al otro tema, le respondió también con una sonrisa.
- Estoy muy segura de que usted no es sólo un inglés que vive en Francia. Debe haber mucho más.
- Tiene razón, Évrard, es verdad, es muy insensato de mi parte. - aceptó, dándole la razón - Sin embargo, confío en que usted no sea de la Inquisición ni se lo diga a nadie de allí, ¿verdad? - le dijo, intentando no parecer amenazante, sencillamente fue un comentario.
Luego escuchó su respuesta a su pregunta y contestó ya en otro tono más natural:
- Oh, me alegra que viva en independencia pero aún así goze de visita familiar. Vivir sola es algo que anhelo alcanzar en un par de años. Y por cierto... ¿Qué edad tiene, Évrard? - luego de soltar la pregunta, habló rápido para corregirse - Disculpa mi gran curiosidad, es que me resulta interesante, espero que mis preguntas no sean incómodas o se propasen en algún sentido, esa no es para nada mi intensión.
Luego regresando al otro tema, le respondió también con una sonrisa.
- Estoy muy segura de que usted no es sólo un inglés que vive en Francia. Debe haber mucho más.
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Quedó más aliviado cuando la chica entró en razón, y le brindó una sonrisa cordial:
- Por supuesto que no se lo diré a nadie, descuide de eso. Tiene el derecho de opinar lo que quiera sin que nadie interfiera en sus creencias; yo sólo trataba de advertirla con un ejemplo. Además, ya que lo dice, a mí también me desagrada la Inquisición. No pienso defender jamás a un asesino y esta institución está repleta de ellos; por mucho que digan hacerlo por Dios, eso no les excusa: matar es matar. – le confesó – Y confío en que esta opinión mía también sea guardada con discrección por usted, sé bien que hay quien no estaría de acuerdo conmigo.
Sacudió la cabeza con despreocupación ante las justificaciones de Romilda, entretenido al ver que la curiosidad era mutua:
- Tranquila, sus preguntas no me incomodan en absoluto. – aseguró - Tengo diecisiete años. Sé que legalmente todavía no puedo vivir por mi cuenta, pero gracias a las visitas de mi tía y a que la casa que ocupo está a su nombre nadie parece haberse dado cuenta de eso. Parecen dar por hecho que vivo con ella.
Negó de nuevo, divertido, ante las insinuaciones de sus secretos:
- Bueno, ¿qué me dice de usted? Insisto en que tiene secretos más interesantes que los mios. Para empezar ha visto más mundo que yo, ¿no es cierto? Tenga en cuenta que jamás había salido de Inglaterra hasta que llegué aquí... Y seguro que tiene un montón de anécdotas sorprendentes de su vida en Italia.
- Por supuesto que no se lo diré a nadie, descuide de eso. Tiene el derecho de opinar lo que quiera sin que nadie interfiera en sus creencias; yo sólo trataba de advertirla con un ejemplo. Además, ya que lo dice, a mí también me desagrada la Inquisición. No pienso defender jamás a un asesino y esta institución está repleta de ellos; por mucho que digan hacerlo por Dios, eso no les excusa: matar es matar. – le confesó – Y confío en que esta opinión mía también sea guardada con discrección por usted, sé bien que hay quien no estaría de acuerdo conmigo.
Sacudió la cabeza con despreocupación ante las justificaciones de Romilda, entretenido al ver que la curiosidad era mutua:
- Tranquila, sus preguntas no me incomodan en absoluto. – aseguró - Tengo diecisiete años. Sé que legalmente todavía no puedo vivir por mi cuenta, pero gracias a las visitas de mi tía y a que la casa que ocupo está a su nombre nadie parece haberse dado cuenta de eso. Parecen dar por hecho que vivo con ella.
Negó de nuevo, divertido, ante las insinuaciones de sus secretos:
- Bueno, ¿qué me dice de usted? Insisto en que tiene secretos más interesantes que los mios. Para empezar ha visto más mundo que yo, ¿no es cierto? Tenga en cuenta que jamás había salido de Inglaterra hasta que llegué aquí... Y seguro que tiene un montón de anécdotas sorprendentes de su vida en Italia.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Se apresuró para responder a su pretención.
- Oh, claro, por supuesto - aseguró rápidamente, con toda la sinceridad y seguridad que disponía - El día que yo me cruze con alguien perteneciente a la Inquisición, lo menos que haré es contarle quién está en su contra. Aunque en verdad, realmente no sé qué es lo que haré en ese tipo de circuntancia, supongo que todo depende en qué momento se de ese momento - añadió, hablando más para sí misma que para el joven, puesto que era una cuestión que no se la había planteado muchas veces anteriormente.
Y luego, quedó sorprendida ante la respuesta del chico.
- ¿Sólo tiene diecisiete años? - preguntó extrañada - Debo decirle que creí que usted era bastante años mayor que yo, por su educación y trato. Admito que lo pensé mayor de veinte años - comentó aún sorprendida, pero con cordialidad. - Es admirable que sea tan joven y cause esa impresión - le agregó a sus palabras, sonriendo. - Y además tener las cualidades correspondientes para vivir solo, ya que no debe ser sencillo para un muchacho joven. - y luego, pensándolo de pronto, prosiguió - Oh, esto es extraño y nunca visto, un joven que sabe cocinar - bromeó.
- Oh, y yo no diría que he vivido más simplemente por haber estado en Italia y Grecia... - dijo, regresando al otro tema - Puede que sepa otras costumbres o idiomas, pero estoy segura que en Inglaterra hay tantos mundos como en esos dos países, ¿verdad? Además, vivir no sólo se mide por los lugares que has estado... También influye la gente con la cuál una ha estado, los dilemas, las alegrías, los fracasos y triunfos, la educación... Puedo asegurarle que estamos al mismo grado...
- Oh, claro, por supuesto - aseguró rápidamente, con toda la sinceridad y seguridad que disponía - El día que yo me cruze con alguien perteneciente a la Inquisición, lo menos que haré es contarle quién está en su contra. Aunque en verdad, realmente no sé qué es lo que haré en ese tipo de circuntancia, supongo que todo depende en qué momento se de ese momento - añadió, hablando más para sí misma que para el joven, puesto que era una cuestión que no se la había planteado muchas veces anteriormente.
Y luego, quedó sorprendida ante la respuesta del chico.
- ¿Sólo tiene diecisiete años? - preguntó extrañada - Debo decirle que creí que usted era bastante años mayor que yo, por su educación y trato. Admito que lo pensé mayor de veinte años - comentó aún sorprendida, pero con cordialidad. - Es admirable que sea tan joven y cause esa impresión - le agregó a sus palabras, sonriendo. - Y además tener las cualidades correspondientes para vivir solo, ya que no debe ser sencillo para un muchacho joven. - y luego, pensándolo de pronto, prosiguió - Oh, esto es extraño y nunca visto, un joven que sabe cocinar - bromeó.
- Oh, y yo no diría que he vivido más simplemente por haber estado en Italia y Grecia... - dijo, regresando al otro tema - Puede que sepa otras costumbres o idiomas, pero estoy segura que en Inglaterra hay tantos mundos como en esos dos países, ¿verdad? Además, vivir no sólo se mide por los lugares que has estado... También influye la gente con la cuál una ha estado, los dilemas, las alegrías, los fracasos y triunfos, la educación... Puedo asegurarle que estamos al mismo grado...
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
- Yo tampoco sabría cómo reaccionar. Además, a veces es demasiado dificil saber si alguien trabaja para la Inquisición o no, probablemente ni lo notaría. – reflexionó en voz alta, tratando de recordar lo poco que sabía sobre aquella institución – También he oído decir que tienen espías, así que imagínese… Es casi imposible descubrirles. Supongo que de otro modo la gente encontraría muy fácil fingir que tienen fe en su presencia.
Alzó levemente las cejas, sorprendido a su vez de haber sido considerado mayor de lo que realmente era:
- Me alaga, supongo que la perseverancia de mis padres para que estudiara no ha caído en saco roto al fin y al cabo. – río. Y luego, entretenido con las bromas de la chica sobre la cocina añadió - Me gustaría poder atribuirme el mérito de cocinar pero la verdad es que para esas tareas suelo contar con el servicio de un par de criados de mi tía. Se lo aseguro, si probara un plato hecho por mí acabaría ingresada por intoxicación. – bromeó – Tengo la sensación de que cada vez que lo intento cocino peor.
Escuchó atento la explicación de la chica, asintiendo, y después afirmó:
- Visto así tiene usted razón, pero no idealice Inglaterra, por mucho que a mí me guste le aseguro que es bastante aburrida y vana. En cuanto a los dilemas y los fracasos sería casi mejor no vivirlos, y sigo sosteniendo que la vida en Italia y Grecia debe ser mucho más sugestiva. ¿Le he dicho ya que no soy fácil de convencer? – replicó sonriente.
Alzó levemente las cejas, sorprendido a su vez de haber sido considerado mayor de lo que realmente era:
- Me alaga, supongo que la perseverancia de mis padres para que estudiara no ha caído en saco roto al fin y al cabo. – río. Y luego, entretenido con las bromas de la chica sobre la cocina añadió - Me gustaría poder atribuirme el mérito de cocinar pero la verdad es que para esas tareas suelo contar con el servicio de un par de criados de mi tía. Se lo aseguro, si probara un plato hecho por mí acabaría ingresada por intoxicación. – bromeó – Tengo la sensación de que cada vez que lo intento cocino peor.
Escuchó atento la explicación de la chica, asintiendo, y después afirmó:
- Visto así tiene usted razón, pero no idealice Inglaterra, por mucho que a mí me guste le aseguro que es bastante aburrida y vana. En cuanto a los dilemas y los fracasos sería casi mejor no vivirlos, y sigo sosteniendo que la vida en Italia y Grecia debe ser mucho más sugestiva. ¿Le he dicho ya que no soy fácil de convencer? – replicó sonriente.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
- Sí sí, eso es verdad, no se dejarán desenmascarar tan fácilmente. - concordó, dándole la razón - Mejor será ser precavidos y no alzar la voz sobre nuestros pensamientos acerca de la Inquisición... Por el momento, mi objetivo no es enfrentarme a ella ni nada que se le asemeje, aunque también me apena el hecho de saber las atrocidades que ellos hacen y casi nadie está luchando por detenerlos, ni siquiera yo, que tanto hablo y pienso y repienso en ello - dijo, dejando asomar su debilidad, abriendo un tajo en el pasado y trayendo la muerte de su madre, la separación de sus hermanos, la destrucción de su familia. - Ellos continúan... continúan... - su mirada se fijó en la lejanía de la calle por la cual caminaban. Su pecho comenzaba a inquietarse, rabioso por no hacer nada, siendo conciente de que más víctimas morían en las sucias manos de la Inquisición y... y... Se frenó. Esa máquina de pensamientos arrasadores carentes de cordura la enloquecían. Mejor era cambiar de tema.
Se aclaró la garganta y aquietó su corazón, el cual estaba un poco afectado ya por sus extremas preocupaciones y dolores debido a las pérdidas que había sufrido. Y queriendo regresar a la calma, volvió sus ojos al muchacho y como queriendo quitar las penas con una sonrisa, le contestó:
- ¿Tan mal se le da la gastronomía, Évrard? Vamos, ¿qué tan mal puede hacerlo? Es más difícil - preparar una poción, no pudo evitar pensar - montar un caballo, ¿no le parece?
Volviendo nuevamente al tema de vivir, dió su respuesta:
- No, no, ciertamente que no me ha dicho eso, pero ya lo puedo adivinar - dijo riéndo un poco - Así que supongo que no podré convencerlo de que
tampoco han sido los paraisos más grandes del mundo. De hecho, yo nací en Roma, y como sabe, allí es donde más se encuentra todo lo estrictamente religioso. Es ilógico que yo haya nacido allí.
Se aclaró la garganta y aquietó su corazón, el cual estaba un poco afectado ya por sus extremas preocupaciones y dolores debido a las pérdidas que había sufrido. Y queriendo regresar a la calma, volvió sus ojos al muchacho y como queriendo quitar las penas con una sonrisa, le contestó:
- ¿Tan mal se le da la gastronomía, Évrard? Vamos, ¿qué tan mal puede hacerlo? Es más difícil - preparar una poción, no pudo evitar pensar - montar un caballo, ¿no le parece?
Volviendo nuevamente al tema de vivir, dió su respuesta:
- No, no, ciertamente que no me ha dicho eso, pero ya lo puedo adivinar - dijo riéndo un poco - Así que supongo que no podré convencerlo de que
tampoco han sido los paraisos más grandes del mundo. De hecho, yo nací en Roma, y como sabe, allí es donde más se encuentra todo lo estrictamente religioso. Es ilógico que yo haya nacido allí.
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
- No se les puede detener porque la gente en general piensa que hacen lo correcto: acaban con aquellos que se consideran corruptos y que ha decidido darle la espalda a la fé. Si estar contra la Inquisición es estar en contra de Dios desde luego que nadie querrá pararle los pies.- declaró, y desvió la mirada hacia la joven en busca de una muestra de confirmación. Le impactó entonces el gesto afligido de ella, el fulgor melancólico embotellado en sus ojos, fijos en el final de la callejuela. No era necesario ser extremadamente atento para darse cuenta de que aquel tema estaba relacionado con su persona de una forma más íntima de lo que parecía en un primer momento. Èvrard parpadeó y asestó la mirada al suelo, más pensativo que apenado, trazando velozmente conjeturas. El intenso rechazo de Romilda hacia la religión, el tono que utilizaba al referirse a la Inquisición tan decisivo y vibrante, la incapacidad de terminar ciertas frases, y una palpable inquietud; constituían indicios muy manifiestos sobre algunas circustancias de su pasado. Por otro lado se estaría dejando llevar por una conducta indecorosa si interrogara a la chica sobre recuerdos que visiblemente la seguían afligiendo, así que se limitó a acallar sus suposiciones y a dedicarle una mirada de preocupación: - ¿Se encuentra bien? De pronto su rostro ha adquirido una expresión turbada.
Mientras esperaba a que su acompañante se recobrase para responder deslizó sus palabras a otros temas menos formales:
- Encuentro más dificil cocinar que dedicarse a la equitación, ¿sabe? En primer lugar el caballo no se te quema. – bromeó. – Pero hablando ahora con algo más seriedad, la verdad es que ambas cosas se me dan terriblemente mal. Imagino que cada persona tiene sus fuertes y sus debilidades, y en mi caso cocinar no entra dentro del primer apartado.
Sacudió la cabeza imperceptiblemente, encontrando su propia torpeza en parte divertida, y volvió a retomar la palabra haciendo alusión a otra de las cuestiones:
- Pero… deben de haber más cosas a parte de la religión que caractericen Roma. – se opuso algo desanimado - No encuentro expresamente ilógico que haya nacido en ese lugar, seguro que allí también habrá personas con la misma opinión que usted. Dudo mucho de que sea la única. Además, mírelo de este modo, cuanta más gente haya con su ideología más probabilidades habrá de cambiar las cosas. – añadió dedicándole una tenue sonrisa.
Mientras esperaba a que su acompañante se recobrase para responder deslizó sus palabras a otros temas menos formales:
- Encuentro más dificil cocinar que dedicarse a la equitación, ¿sabe? En primer lugar el caballo no se te quema. – bromeó. – Pero hablando ahora con algo más seriedad, la verdad es que ambas cosas se me dan terriblemente mal. Imagino que cada persona tiene sus fuertes y sus debilidades, y en mi caso cocinar no entra dentro del primer apartado.
Sacudió la cabeza imperceptiblemente, encontrando su propia torpeza en parte divertida, y volvió a retomar la palabra haciendo alusión a otra de las cuestiones:
- Pero… deben de haber más cosas a parte de la religión que caractericen Roma. – se opuso algo desanimado - No encuentro expresamente ilógico que haya nacido en ese lugar, seguro que allí también habrá personas con la misma opinión que usted. Dudo mucho de que sea la única. Además, mírelo de este modo, cuanta más gente haya con su ideología más probabilidades habrá de cambiar las cosas. – añadió dedicándole una tenue sonrisa.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Al notar que el joven descubrió su frustración y conflicto con dicho tema, trató de componerse lo más rápido posible, aún así sabía que podría dejar ver su complejo claramente, pero ya no había forma de safarse, era algo con lo que tendría que vivir siempre que tocaba ese tema. Respiró profundo, intentando disimularlo un poco, infló su pecho de aire y le contestó con la mayor normalidad que era capaz.
- Sí, sí, estoy bien - respondió casi con naturalidad, sin embargo, no añadió ninguna explicación, con esa sencilla respuesta todo estaba aclarado. No le gustaba contar su vida tan pronto, no, no le gustaba contar su vida. Tampoco le gustaba pensar en eso. Y en realidad, hacía mucho tiempo que no hablaba profundamente de su vida con nadie, la última vez fue cuando estuvo con sus hermanos, porque su familia adoptiva tampoco sabía de la completa verdad, tan solo les había contado una resumida parte de la historia.
Luego, dejó escapar unas risas ante la sinceridad del muchacho en cuanto a la cocina.
- ¿En verdad? Bueno... supongo que cuando uno se acostumbra a los criados y sirvientes, no tiene la enseñanza de la cocina. Por suerte, mi madre siempre quiso que aprendiéramos a servirnos nosotros mismos, y no depender tanto de los sirvientes - le contó - Y soy afortunada de que así lo hiciera, puesto que ahora necesito de esos conocimientos, no me gusta solicitar ayuda a la señora de la casa - añadió cómodamente, de eso no le molestaba hablar.
Y oyendo la contestación en cuanto a su país natal, en seguida estuvo de acuerdo, pero corrigiéndolo, le dijo:
- Sí, sí, por supuesto que no es sólo religión, y que no todos los habitantes de Roma son extrictamente creyentes de Dios, pero la verdad es que es mucho más difícil encontrarlos, puesto que allí, como me contaron los mayores, nadie puede dar su punto de vista ateo, puesto que los riesgos de ser atrapados por la Inquisición es mucho mayor allí. Por lo que si quisiera encontrar a los mismos que piensen en contra de la Inquisición, jamás podría pensar en ir a buscarlos a Roma, sería prácticamente un suicidio.
- Sí, sí, estoy bien - respondió casi con naturalidad, sin embargo, no añadió ninguna explicación, con esa sencilla respuesta todo estaba aclarado. No le gustaba contar su vida tan pronto, no, no le gustaba contar su vida. Tampoco le gustaba pensar en eso. Y en realidad, hacía mucho tiempo que no hablaba profundamente de su vida con nadie, la última vez fue cuando estuvo con sus hermanos, porque su familia adoptiva tampoco sabía de la completa verdad, tan solo les había contado una resumida parte de la historia.
Luego, dejó escapar unas risas ante la sinceridad del muchacho en cuanto a la cocina.
- ¿En verdad? Bueno... supongo que cuando uno se acostumbra a los criados y sirvientes, no tiene la enseñanza de la cocina. Por suerte, mi madre siempre quiso que aprendiéramos a servirnos nosotros mismos, y no depender tanto de los sirvientes - le contó - Y soy afortunada de que así lo hiciera, puesto que ahora necesito de esos conocimientos, no me gusta solicitar ayuda a la señora de la casa - añadió cómodamente, de eso no le molestaba hablar.
Y oyendo la contestación en cuanto a su país natal, en seguida estuvo de acuerdo, pero corrigiéndolo, le dijo:
- Sí, sí, por supuesto que no es sólo religión, y que no todos los habitantes de Roma son extrictamente creyentes de Dios, pero la verdad es que es mucho más difícil encontrarlos, puesto que allí, como me contaron los mayores, nadie puede dar su punto de vista ateo, puesto que los riesgos de ser atrapados por la Inquisición es mucho mayor allí. Por lo que si quisiera encontrar a los mismos que piensen en contra de la Inquisición, jamás podría pensar en ir a buscarlos a Roma, sería prácticamente un suicidio.
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Èvrard notó que ella trataba de evadir el tema, y comprendió sin dificultad sus motivos; no debía ser fácil hablar de aquello con un desconocido, y todas esas memorias probablemente la seguirian abatiendo profundamente. Para añadidura él también era bastante reservado, así que entendía facilmente el comportamiento adoptado por la muchacha, y deseó haber podido desvíar la conversación de manera que no hubiera llegado a un punto tan personal y doloroso.
Fingió por ello creer las aceleradas afirmaciones de la muchacha sobre que no le sucedía nada, y le respondió con afabilidad:
- Me alegro entonces, aunque quizás deberíamos centrarnos en temas de índole menos seria. – propuso pensativo – Por ejemplo, ¿qué le gusta hacer, en general?
En cuanto a la educación de Romilda sobre tareas domésticas, le sorprendió gratamente. Parecía casi una antítesis de lo que a él le habían enseñado desde pequeño.
- Su madre era una mujer muy inteligente, y admito que me hubiera gustado crecer bajo unos valores como los suyos. – celebró – No se imagina cuanto la envidio, creo que será porque la sociedad nos va volviendo poco a poco unos inútiles incapaces de vivir por sí mismos. Tampoco digo que me muera de ganas por hacer los labores... – dijo riéndo leve – Pero si que me gustaría tener la convicción de que llegado un momento sería perfectamente apto para vivir sin ayudas de ningún tipo. Oh, y por sus comentarios esperó que su madre adoptiva no le de demasiado trabajo, está bien saber desempeñar ese tipo de actividades pero le quitan tiempo a muchas otras.
Luego reflexionó sobre la correción de su idea sobre Roma y el ateísmo, y replicó:
- La verdad es que ser atrapado por la Inquisición es un riesgo elevado en casi cualquier lugar. Supongo que tiene razón en todo, ¿cuántos habitantes habrá que finjan su seguridad en Dios? Seguro que hay más ateos de los que se piensa, y si los hay le aseguro que es cuestión de tiempo que las cosas cambien; tengo bien claro que mantener a la gente asustada es una táctica terrible y ociosa que no germina fe en nada.
Fingió por ello creer las aceleradas afirmaciones de la muchacha sobre que no le sucedía nada, y le respondió con afabilidad:
- Me alegro entonces, aunque quizás deberíamos centrarnos en temas de índole menos seria. – propuso pensativo – Por ejemplo, ¿qué le gusta hacer, en general?
En cuanto a la educación de Romilda sobre tareas domésticas, le sorprendió gratamente. Parecía casi una antítesis de lo que a él le habían enseñado desde pequeño.
- Su madre era una mujer muy inteligente, y admito que me hubiera gustado crecer bajo unos valores como los suyos. – celebró – No se imagina cuanto la envidio, creo que será porque la sociedad nos va volviendo poco a poco unos inútiles incapaces de vivir por sí mismos. Tampoco digo que me muera de ganas por hacer los labores... – dijo riéndo leve – Pero si que me gustaría tener la convicción de que llegado un momento sería perfectamente apto para vivir sin ayudas de ningún tipo. Oh, y por sus comentarios esperó que su madre adoptiva no le de demasiado trabajo, está bien saber desempeñar ese tipo de actividades pero le quitan tiempo a muchas otras.
Luego reflexionó sobre la correción de su idea sobre Roma y el ateísmo, y replicó:
- La verdad es que ser atrapado por la Inquisición es un riesgo elevado en casi cualquier lugar. Supongo que tiene razón en todo, ¿cuántos habitantes habrá que finjan su seguridad en Dios? Seguro que hay más ateos de los que se piensa, y si los hay le aseguro que es cuestión de tiempo que las cosas cambien; tengo bien claro que mantener a la gente asustada es una táctica terrible y ociosa que no germina fe en nada.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Al parecer, Évrard ya había notado la fragilidad con la cual la muchacha hablaba del tema, y escogió de manera muy inteligente cambiar el tema, a otro menos comprometido y personal, por lo cual ella se lo agradeció internamente y en silencio. No quería llegar al punto de tener que cambiar el rumbo de una conversación, pero era necesario. Y entonces preguntó qué era lo que le gustaba hacer, sin embargo, no tenía una respuesta concreta.
- Verá usted, tengo pocos pasatiempos y recreos, pero me gusta cabalgar, pasear por sitios nuevos, leer y no hay mucho más para contarle... - resumió, ocultando el hecho de que generalmente se dedicaba a reforzar sus poderes, puesto que con la práctica lograba fortalecerlos, el problema era conseguir el momento y la persona con la cual hacerlo. A veces lo usaba con la señora que la había adoptado, creándole falsas visiones de insectos en su cocina, pero no era lo mismo, no le gustaba jugar con ella de esa manera. - ¿Y a usted, Évrard? ¿A qué se dedica? - le preguntó.
Su respuesta al otro tema le resultó curiosa y bastante extraña, pero también prohibida a ser indagada, ya que si habían salido de un tema personal no quería volver a crear uno nuevo. Claramente dejaba ver que su madre no había sido con él como la madre de Romilda. Dijo que la envidiaba, y eso era algo confuso. Y sin poder morderse la lengua y callar, tuvo que comentar por un impulso sin frenos.
- Bueno, es bastante extraño que un muchacho "envidie" el saber cocinar de una chica, ¿no le parece? Pero si se refiere a esa independencia que se crea por no poder a veces llevar nuestros propios deberes, entonces le comprendo. A mí me resultaría pesado tener que pedir la comida todo el tiempo. Y no, no, la señora de la casa no me deja muchas tareas, más que nada lo toma como un pago de su caridad, yo también lo tomo así, lo menos que puedo hacer por su amabilidad es ayudarle con los labores.
Ya preocupada por la continuación del otro tema, trató de acallarlo, puesto que no era seguro hablarlo a esas horas y en esos lugares, si quiera era seguro hablarlo, no importaba demasiado el lugar y el momento, siempre sería ponerle precio a la cabeza al referirse a ese tema.
- Sí, usted tiene razón, pero mejor ya no seguimos con eso, no quiero arriesgarnos demasiado.
- Verá usted, tengo pocos pasatiempos y recreos, pero me gusta cabalgar, pasear por sitios nuevos, leer y no hay mucho más para contarle... - resumió, ocultando el hecho de que generalmente se dedicaba a reforzar sus poderes, puesto que con la práctica lograba fortalecerlos, el problema era conseguir el momento y la persona con la cual hacerlo. A veces lo usaba con la señora que la había adoptado, creándole falsas visiones de insectos en su cocina, pero no era lo mismo, no le gustaba jugar con ella de esa manera. - ¿Y a usted, Évrard? ¿A qué se dedica? - le preguntó.
Su respuesta al otro tema le resultó curiosa y bastante extraña, pero también prohibida a ser indagada, ya que si habían salido de un tema personal no quería volver a crear uno nuevo. Claramente dejaba ver que su madre no había sido con él como la madre de Romilda. Dijo que la envidiaba, y eso era algo confuso. Y sin poder morderse la lengua y callar, tuvo que comentar por un impulso sin frenos.
- Bueno, es bastante extraño que un muchacho "envidie" el saber cocinar de una chica, ¿no le parece? Pero si se refiere a esa independencia que se crea por no poder a veces llevar nuestros propios deberes, entonces le comprendo. A mí me resultaría pesado tener que pedir la comida todo el tiempo. Y no, no, la señora de la casa no me deja muchas tareas, más que nada lo toma como un pago de su caridad, yo también lo tomo así, lo menos que puedo hacer por su amabilidad es ayudarle con los labores.
Ya preocupada por la continuación del otro tema, trató de acallarlo, puesto que no era seguro hablarlo a esas horas y en esos lugares, si quiera era seguro hablarlo, no importaba demasiado el lugar y el momento, siempre sería ponerle precio a la cabeza al referirse a ese tema.
- Sí, usted tiene razón, pero mejor ya no seguimos con eso, no quiero arriesgarnos demasiado.
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Cuando Romilda había enumerado sucintamente sus actividades preferidas, a Èvrard no le sorprendió la mención de la equitación ya que ya había hecho una disimulada referencia anteriormente, al ponerla de ejemplo. El resto de sus pasatiempos eran recreos bastante comunes, sobretodo entre la clase media, por lo que coincidían practicamente con los suyos.
- Yo me dedico a lo mismo que usted, exceptuando lo de cabalgar. – explicó – Aunque principalmente leer es lo que más me gusta; y también me agrada tocar música.
Contestó al otro tema con una despreocupación manifiesta:
- Eso es exactamente a lo que me refería. – sonrió cordial - Siempre he querido sentirme independiente, e incluso ahora que vivo relativamente solo sigo pensando que no lo soy. Mi tía no deja de regañarme por las chapuzas que monto en la cocina cada vez que me empeño en hacer algo porque piensa que lo único que consigo es estorbar a los criados. – puso los ojos en blanco al recordar dichas reprimendas - Seguramente está en lo cierto. Ah, y por lo que veo es usted muy buena ayudando así a la señora de su casa, mejor dicho, ambas lo son.
Por último se sintió algo confundido y avergonzado cuando, con toda la razón, la muchacha pidió que cesasen su conversación sobre la religión. La verdad era que habían empezado a excederse y era una gran tontería arriesgarse a ser escuchados:
- Tiene razón, disculpe, a veces me voy por las ramas. – respondió, todavía sin saber cómo había podido decir todas esas cosas.
- Yo me dedico a lo mismo que usted, exceptuando lo de cabalgar. – explicó – Aunque principalmente leer es lo que más me gusta; y también me agrada tocar música.
Contestó al otro tema con una despreocupación manifiesta:
- Eso es exactamente a lo que me refería. – sonrió cordial - Siempre he querido sentirme independiente, e incluso ahora que vivo relativamente solo sigo pensando que no lo soy. Mi tía no deja de regañarme por las chapuzas que monto en la cocina cada vez que me empeño en hacer algo porque piensa que lo único que consigo es estorbar a los criados. – puso los ojos en blanco al recordar dichas reprimendas - Seguramente está en lo cierto. Ah, y por lo que veo es usted muy buena ayudando así a la señora de su casa, mejor dicho, ambas lo son.
Por último se sintió algo confundido y avergonzado cuando, con toda la razón, la muchacha pidió que cesasen su conversación sobre la religión. La verdad era que habían empezado a excederse y era una gran tontería arriesgarse a ser escuchados:
- Tiene razón, disculpe, a veces me voy por las ramas. – respondió, todavía sin saber cómo había podido decir todas esas cosas.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Cuando el joven dió su respuesta, sintió un gran interés en saber a qué se refería exactamente con respecto al bello arte de la música.
- ¿Qué instrumento toca, Évrard? - le preguntó con una sonrisa de aprecio, interesada en los pasatiempos del muchacho. Para ella, la música siempre había sido algo muy atrayente, pero jamás pudo hacerse amiga con algún objeto musical, ni siquiera con su propia voz, se le daba bastante mal esa rama del arte, por eso le resultaba muy agradable que el joven sí supiera sobre ello. También escuchó que le gustaba mucho leer, tema por el cual lo "interrogaría" luego de que le diera su contestación.
Satisfecha de haber acertado con su opinión referida a los deberes del hogar, y un tanto humorística ante el desafortunado talento del muchacho, decidió bromear con él.
- Oh, Évrard, si incluso una aprendíz de cocina como yo puede enseñarle algo. - y luego de una pausa, continuó - Créame que no será una pérdida de tiempo dedicarle al menos una mañana a las enseñanzas de sus criados, aunque si usted es tan malo como su tía lo hace ver, entonces dele un gran mérito a quien logre enseñarle algo, lo digo por la paciencia - comentó, bromeándole, y entonces, para aclararse mejor, se explicó - No me haga caso, simplemente bromeo con usted. Es muy admirable que quiera saber el arte de la gastronomía aún con sirvientes a su disposición.
Y agradecida de que el tema religioso haya concluido, decidió proponerle algún otro motivo de conversación, algo que no se le había ocurrido antes, pero en el momento que lo pensó se hizo muy urgente ser descubierto por su insesante curiosidad.
- Y por cierto, ¿qué hacía en el callejón? - preguntó, sin más.
- ¿Qué instrumento toca, Évrard? - le preguntó con una sonrisa de aprecio, interesada en los pasatiempos del muchacho. Para ella, la música siempre había sido algo muy atrayente, pero jamás pudo hacerse amiga con algún objeto musical, ni siquiera con su propia voz, se le daba bastante mal esa rama del arte, por eso le resultaba muy agradable que el joven sí supiera sobre ello. También escuchó que le gustaba mucho leer, tema por el cual lo "interrogaría" luego de que le diera su contestación.
Satisfecha de haber acertado con su opinión referida a los deberes del hogar, y un tanto humorística ante el desafortunado talento del muchacho, decidió bromear con él.
- Oh, Évrard, si incluso una aprendíz de cocina como yo puede enseñarle algo. - y luego de una pausa, continuó - Créame que no será una pérdida de tiempo dedicarle al menos una mañana a las enseñanzas de sus criados, aunque si usted es tan malo como su tía lo hace ver, entonces dele un gran mérito a quien logre enseñarle algo, lo digo por la paciencia - comentó, bromeándole, y entonces, para aclararse mejor, se explicó - No me haga caso, simplemente bromeo con usted. Es muy admirable que quiera saber el arte de la gastronomía aún con sirvientes a su disposición.
Y agradecida de que el tema religioso haya concluido, decidió proponerle algún otro motivo de conversación, algo que no se le había ocurrido antes, pero en el momento que lo pensó se hizo muy urgente ser descubierto por su insesante curiosidad.
- Y por cierto, ¿qué hacía en el callejón? - preguntó, sin más.
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/12/2011
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Re: La Fée Verte. [Libre]
- Toco el piano y el violín. – contestó, recordando las interminables lecciones a las que fue sometido desde la infancia. Sus familiares habían encontrado necesario que aprendiera a manejar con soltura por lo menos dos instrumentos, y éste había sido el único estudio por el que Èvrard no había protestado; encontraba el sonido de la música agradable y le gustaba hacer vibrar las cuerdas del violín cuando se sentía estresado. – Bueno, mejor dicho: tocaba el piano y el violín. Desgraciadamente los dejé en Inglaterra antes de llegar aquí. – confesó con una mueca de fastidio. – Justo me acaba de recordar que debería ahorrar para conseguir unos nuevos… quizás si prescindo de unos cuantos libros que tenía en mente tendré lo suficiente como para adquirir un violín de precio modesto.
Automaticamente rompió a reir al escuchar las bromas de la muchacha, pensando con sorna que no se alejaban mucho de la realidad:
- No me dé mérito por querer aprender, no lo hago por el amor a la cocina sino por el desagrado hacia la servidumbre. – explicó. Le resultaba verdaderamente irritante estar rodeado con constancia por sirvientes pendientes de todo, y suponía que a ellos también les debía molestar tener que hacerse cargo. – Dudo que nadie pueda hacerme aprender, no por la poca paciencia de esa persona sino por lo escasa de la mía; me rindo fácilmente cuando veo que no hay manera de lograr lo que me propongo. Si sigo intentando cocinar es porque es algo que me afecta a diario.
Tras la pregunta de Romilda sobre su presencia en los callejones se mantuvo un instante pensativo, aunque tratando de no permanecer en silencio demasiado tiempo como para levantar sospechas. Estaba más que dispuesto a soltar una excusa cuando se dio cuenta de que no se le ocurría ninguna y se vió obligado a contestar con sinceridad:
- Había bebido un poco. – admitió ruborizado. Era una verdad a medias ya que había bebido bastante, de otra manera no se hubiera tomado tantas confianzas con una desconocida.
Automaticamente rompió a reir al escuchar las bromas de la muchacha, pensando con sorna que no se alejaban mucho de la realidad:
- No me dé mérito por querer aprender, no lo hago por el amor a la cocina sino por el desagrado hacia la servidumbre. – explicó. Le resultaba verdaderamente irritante estar rodeado con constancia por sirvientes pendientes de todo, y suponía que a ellos también les debía molestar tener que hacerse cargo. – Dudo que nadie pueda hacerme aprender, no por la poca paciencia de esa persona sino por lo escasa de la mía; me rindo fácilmente cuando veo que no hay manera de lograr lo que me propongo. Si sigo intentando cocinar es porque es algo que me afecta a diario.
Tras la pregunta de Romilda sobre su presencia en los callejones se mantuvo un instante pensativo, aunque tratando de no permanecer en silencio demasiado tiempo como para levantar sospechas. Estaba más que dispuesto a soltar una excusa cuando se dio cuenta de que no se le ocurría ninguna y se vió obligado a contestar con sinceridad:
- Había bebido un poco. – admitió ruborizado. Era una verdad a medias ya que había bebido bastante, de otra manera no se hubiera tomado tantas confianzas con una desconocida.
Évrard Huddleston- Humano Clase Media
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Re: La Fée Verte. [Libre]
Quedó sorprendida al escuchar que Évrard tocaba el piano y el violín, ya que esos eran precisamente los instrumentos favoritos de la chica.
- ¿En verdad sabe tocar el violín y el piano? Es realmente un dato muy grato, yo me desvivo por oír pequeños conciertos de violines y pianos, es mi música preferida, me fascinan - le contó contenta, pensar en ese bello sonido tan melódico la divertía y le llenaba el alma, era sencillamente una alegría fantástica, ya que provenía de algo común pero muy especial para sus oídos. - En cuanto consiga un violín, no dude en enseñarme su talento, estaría muy agradecida si pudiera oírlo tocar - aseguró, sonriéndole - Espero que no sea tímido en ese sentido y sí me permita gozar de la música que usted hace.
Y entonces, respecto al tema de su poca habilidad para cocinar, le contestó:
- Entiendo, al principio puede resultar pesado y un poco aburrido, pero sólo hay que intentarlo y probar nuevas recetas, hay muchas variedades para hacer, no debe quedarse sólo con una. Tal vez su buena mano para la cocina esté en los platos dulces, ¿no cree? O tal vez los salados... Simplemente debe intentarlo, no desista, Évrard. - y como recordando aún más, preguntó: - ¿Y qué me dice de la limpieza? Ese también es un trabajo del hogar, no se trata todo de la comida.
Luego quedó confundida en cuanto a breve respuesta "había bebido un poco". A Romilda no le había dado esa impresión, aunque si se ponía a pensarlo, las primeras partes de su comportamiento si habían sido algo torpe, pero no demasiado, así que sin esperar más, quiso averigüar para conseguir una más desarrollada explicación.
- ¿Y cómo fue que terminó en el callejón?
- ¿En verdad sabe tocar el violín y el piano? Es realmente un dato muy grato, yo me desvivo por oír pequeños conciertos de violines y pianos, es mi música preferida, me fascinan - le contó contenta, pensar en ese bello sonido tan melódico la divertía y le llenaba el alma, era sencillamente una alegría fantástica, ya que provenía de algo común pero muy especial para sus oídos. - En cuanto consiga un violín, no dude en enseñarme su talento, estaría muy agradecida si pudiera oírlo tocar - aseguró, sonriéndole - Espero que no sea tímido en ese sentido y sí me permita gozar de la música que usted hace.
Y entonces, respecto al tema de su poca habilidad para cocinar, le contestó:
- Entiendo, al principio puede resultar pesado y un poco aburrido, pero sólo hay que intentarlo y probar nuevas recetas, hay muchas variedades para hacer, no debe quedarse sólo con una. Tal vez su buena mano para la cocina esté en los platos dulces, ¿no cree? O tal vez los salados... Simplemente debe intentarlo, no desista, Évrard. - y como recordando aún más, preguntó: - ¿Y qué me dice de la limpieza? Ese también es un trabajo del hogar, no se trata todo de la comida.
Luego quedó confundida en cuanto a breve respuesta "había bebido un poco". A Romilda no le había dado esa impresión, aunque si se ponía a pensarlo, las primeras partes de su comportamiento si habían sido algo torpe, pero no demasiado, así que sin esperar más, quiso averigüar para conseguir una más desarrollada explicación.
- ¿Y cómo fue que terminó en el callejón?
Romilda Hetfield- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 09/12/2011
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