AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Evasión (Yohann)
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Evasión (Yohann)
Recuerdo del primer mensaje :
La rutina se hacía pesada y miserable como sólo aquella monotonía de los interminables días podía llegar a ser, aunque técnicamente lo que yo vivía no eran días, sino noches continuas, sucesiones interminables de cielos estrellados y paisajes donde la luna y las estrellas plasmados con grácil artesanía sobre el cielo oscuro propio de la lejanía de aquel maravilloso astro, el sol, sustituían a los cielos azules claro o tal vez oscuro, con la luz clara propia del día. A veces echaba de menos la visión de la luz del sol, el poder ver un amanecer en vez de tener que esperar hasta el anochecer para estar atada a la noche eterna en cuyos brazos ahora vivía. Los recordaba vagamente de cuando todavía era humana, lo que me parecía que era tanto tiempo atrás y, de hecho, lo era. Más de un milenio y medio de existencia como vampiresa a veces traen momentos como estos, en los que no me apetece nada excepto simplemente pensar y anhelar, aunque sea como un sueño inalcanzable, el volver a ser humana, tan sólo por un día. De sobra es sabido que no se puede cambiar el ritmo de la naturaleza, e ir contra natura nunca ha sido uno de mis fuertes, al menos cuando sé que no me va a llevar a ninguna parte.
Para salir de esa monotonía que amenazaba con poder conmigo y con mis habituales ganas de buscar algo diferente, decidí que lo mejor sería salir de mi hogar, más pronto de lo que acostumbraba pero no lo suficiente como para que el sol me llegara a molestar en exceso o incluso hacerme daño. Me reconfortó poder ver las últimas brumas del anochecer, y entonces fui directa a saciar mi sed. Una vez solucionado aquel pequeño inconveniente, propio de mi naturaleza e invariable a pesar de los años, salí a pasear por las calles de París. Seguían poseyendo aquel aura mágica que tanto me atrajo la primera vez que había venido, y era tan fácil perderse por ellas...que acabé haciéndolo, literalmente. Me conocía la ciudad bastante bien, pero no lo suficiente como para que algunas zonas por las que no había estado nunca fueran, para mí, un auténtico misterio. Mis pasos errabundos me terminaron por llevar a una plaza, cuyo nombre, según pude leer, era Tertre. Con una hermosa vista de la ciudad, que bullía de vida bajo el cielo nocturno, me senté en un banco simplemente a contemplar la hermosa escena, dejando mi mente vagar.
La rutina se hacía pesada y miserable como sólo aquella monotonía de los interminables días podía llegar a ser, aunque técnicamente lo que yo vivía no eran días, sino noches continuas, sucesiones interminables de cielos estrellados y paisajes donde la luna y las estrellas plasmados con grácil artesanía sobre el cielo oscuro propio de la lejanía de aquel maravilloso astro, el sol, sustituían a los cielos azules claro o tal vez oscuro, con la luz clara propia del día. A veces echaba de menos la visión de la luz del sol, el poder ver un amanecer en vez de tener que esperar hasta el anochecer para estar atada a la noche eterna en cuyos brazos ahora vivía. Los recordaba vagamente de cuando todavía era humana, lo que me parecía que era tanto tiempo atrás y, de hecho, lo era. Más de un milenio y medio de existencia como vampiresa a veces traen momentos como estos, en los que no me apetece nada excepto simplemente pensar y anhelar, aunque sea como un sueño inalcanzable, el volver a ser humana, tan sólo por un día. De sobra es sabido que no se puede cambiar el ritmo de la naturaleza, e ir contra natura nunca ha sido uno de mis fuertes, al menos cuando sé que no me va a llevar a ninguna parte.
Para salir de esa monotonía que amenazaba con poder conmigo y con mis habituales ganas de buscar algo diferente, decidí que lo mejor sería salir de mi hogar, más pronto de lo que acostumbraba pero no lo suficiente como para que el sol me llegara a molestar en exceso o incluso hacerme daño. Me reconfortó poder ver las últimas brumas del anochecer, y entonces fui directa a saciar mi sed. Una vez solucionado aquel pequeño inconveniente, propio de mi naturaleza e invariable a pesar de los años, salí a pasear por las calles de París. Seguían poseyendo aquel aura mágica que tanto me atrajo la primera vez que había venido, y era tan fácil perderse por ellas...que acabé haciéndolo, literalmente. Me conocía la ciudad bastante bien, pero no lo suficiente como para que algunas zonas por las que no había estado nunca fueran, para mí, un auténtico misterio. Mis pasos errabundos me terminaron por llevar a una plaza, cuyo nombre, según pude leer, era Tertre. Con una hermosa vista de la ciudad, que bullía de vida bajo el cielo nocturno, me senté en un banco simplemente a contemplar la hermosa escena, dejando mi mente vagar.
Invitado- Invitado
Re: Evasión (Yohann)
Al menos la lógica era algo que parecía seguir existiendo en él. A esas alturas tenía que admitir que tenía mis pequeñas dudas al respecto, porque no era muy razonable estar con una vampiresa en medio de la noche sin siquiera saber las intenciones de dicha vampiresa. Somos, los de nuestra raza, cajas de sorpresas andantes; podemos decirte una cosa a la cara y que nuestros gestos la confirmen mientras en nuestros interiores sólo estamos buscando la mejor manera para arrastrarte a un lugar oscuro e íntimo y devorarles hasta dejarles secos de vida y sangre, ambas que pasarán a formar parte de nosotros para siempre. Con cada nueva víctima aprendes algo; de su sangre puede sacarse alguna experiencia, un rasgo personal que permite identificarles del resto de personas anónimas que pueblan el mundo. Creo que por eso mismo yo era capaz de recordar la mayoría de personas de las que me había alimentado a lo largo de mi vida, y por eso era peligrosa al lado de cualquiera, incluído él. La vida de las personas, así como sus experiencias, me atraían como la luz a una mariposa, sólo que en ese caso, la mariposa era capaz de apagar dicha luz a voluntad. Yo era peligrosa por mi propia naturaleza, y por ello no era lógico que estuviera a mi lado. Por ello su aparente vuelta a la lógica me tranquilizó.
No tardó, sin embargo, en demostrarme que, a pesar de todo, aquel punto de irreflexivo y loco ante el peligro que al principio me había atraído de él seguía más que presente en él, y lo hizo cuando retomó aquella pregunta que le había hecho yo antes, a qué se refería exactamente con que quería estar más cerca. Sus cálidos labios pronto se acercaron a los míos, fríos como el mármol pero en absoluto tan inexpresivos como dicho material. Poseían, de hecho, cierto calor que sólo estando tan cerca podía apreciarse, y él sin duda estaba a la distancia perfecta para darse cuenta. También poseían una experiencia de siglos en el ámbito de besar, experiencia que no tardé en comenzar a demostrarle, casi instintivamente. Estaba jugando a un juego muy peligroso, porque a aquella distancia podía apreciar su olor tan de cerca que amenazaba con volverme loca y comenzar a beber de él sin control alguno, pero me esforcé en dominar aquel impulso y transformar mi sed de sangre en pasión, pura y sin edulcorar. Al final me separé de él porque no podía aguantar más tiempo sin probar su sangre, no estando tan cerca, y también porque él necesitaba respirar de vez en cuando. Desventajas de ser mortal. - Creo que me ha quedado ya más claro. - le dije, ya a una distancia mayor para evitar tentaciones y dedicándole una sonrisa maliciosa.
No tardó, sin embargo, en demostrarme que, a pesar de todo, aquel punto de irreflexivo y loco ante el peligro que al principio me había atraído de él seguía más que presente en él, y lo hizo cuando retomó aquella pregunta que le había hecho yo antes, a qué se refería exactamente con que quería estar más cerca. Sus cálidos labios pronto se acercaron a los míos, fríos como el mármol pero en absoluto tan inexpresivos como dicho material. Poseían, de hecho, cierto calor que sólo estando tan cerca podía apreciarse, y él sin duda estaba a la distancia perfecta para darse cuenta. También poseían una experiencia de siglos en el ámbito de besar, experiencia que no tardé en comenzar a demostrarle, casi instintivamente. Estaba jugando a un juego muy peligroso, porque a aquella distancia podía apreciar su olor tan de cerca que amenazaba con volverme loca y comenzar a beber de él sin control alguno, pero me esforcé en dominar aquel impulso y transformar mi sed de sangre en pasión, pura y sin edulcorar. Al final me separé de él porque no podía aguantar más tiempo sin probar su sangre, no estando tan cerca, y también porque él necesitaba respirar de vez en cuando. Desventajas de ser mortal. - Creo que me ha quedado ya más claro. - le dije, ya a una distancia mayor para evitar tentaciones y dedicándole una sonrisa maliciosa.
Invitado- Invitado
Re: Evasión (Yohann)
Cuando un mortal se enfrenta a la complicada misión de intentar establecer contacto físico con un no muerto normalmente suele terminar en fracaso. Lo lógico sería que si un humano decide tocar a un vampiro sin su permiso, como mínimo, perdiese su mano y si ese tocamiento estuviese cargado de connotaciones sexuales, seguramente el mortal acabaría castrado. Pero el destino a querido que mi suerte sea mayor que la del resto de los de mi raza, y gracias a esa circunstancia, a día de hoy estoy vivo. Nuevamente he besado a una vampiresa, y como ya ocurriera en los contactos precedentes, desearía volver a hacerlo una, y otra y otra vez. Besar a un inmortal, aunque suene contradictorio, es como encontrarse directamente con la muerte. La sensación de situarse al filo de la navaja del otro mundo, es casi tan placentera como descubrir que una vez cometido el acto de pasión sigues vivo. Amanda no sólo no me rechaza, si no que parece aceptar mi acercamiento, pero debo avanzar con cautela, tendré mucha suerte pero mi cabeza puede rodar por el suelo en cualquier momento.
Tranquilizo mi ritmo cardíaco y recupero el aire, me gustaría no haberme separado de ella en ningún momento pero necesito respirar. Una vez más relajado sigo caminando por el campo de minas que supone tratar como un igual a un inmortal.
-Me gustaría saber como interpretar que en esta instante mi corazón siga latiendo-Esbozo una sonrisa esperando la respuesta de la vampiresa.
Tranquilizo mi ritmo cardíaco y recupero el aire, me gustaría no haberme separado de ella en ningún momento pero necesito respirar. Una vez más relajado sigo caminando por el campo de minas que supone tratar como un igual a un inmortal.
-Me gustaría saber como interpretar que en esta instante mi corazón siga latiendo-Esbozo una sonrisa esperando la respuesta de la vampiresa.
Yohann Moreau- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 23/06/2010
Re: Evasión (Yohann)
Tras separarnos, el palpitar frenético de su corazón me dejó claro que le había gustado tanto como a mí, aquel pequeño contacto que, sin embargo, no había querido que terminara. Nunca había considerado una molestia el hecho de tener que respirar en los humanos excepto en momentos como aquel, momentos en los que no deja de resultarme molesto que no sean incapaces de aguantar el mismo ritmo que nosotros, los inmortales, llevamos. No es justo por mi parte, pero aún así no puedo evitar desear algo más de aguante por su parte, algo inevitable en momentos como aquel. De todas maneras lo que me resultaba curioso era que, a pesar de la sed creciente, aún ni se me hubiera pasado por la cabeza matarle. Sería un auténtico desperdicio eliminar una vida como la suya de la faz del planeta sólo por sed y por ganas de alimentarme, así que lo mejor era ignorar mis deseos y dejarle con vida.
Me dedicó una sonrisa y me preguntó por qué su corazón seguía latiendo. Buena pregunta, la verdad, y ni siquiera la seriedad del tema me hace evitar sonreír, divertida por el hecho de que hacía unos simples segundos estaba pensando exactamente en eso mismo, en el porqué de dejarle con vida en vez de muerto y seco en el suelo de alguna callejuela de París, donde nadie podría encontrarle nunca. Era bastante buena ocultando las pruebas de mis pequeños delitos, a no ser que quisiera dejarlos a la vista para causar un pequeño escándalo (pero claro, siempre con las pruebas apuntando a alguien que no fuera yo), y no me supondría ningún problema deshacerme de él si llegaba a matarle, pero claro, no quería hacerlo. - Me controlo mejor de lo que esperas de un vampiro y no me apetecía derramar tu sangre sin tu permiso, por muchas ganas que pueda tener de probarla. - le dije, encogiéndome de hombros. Al fin y al cabo era cierto, porque sabía que, por muchos truquitos que pudiera ocultar bajo la manga, llegado el momento podría beber de él si estaba muy hambrienta. Me acerqué un poco más a él, apenas un paso pero que me sirvió para verle más de cerca, dedicándole de nuevo una sonrisa misteriosa. - Además, aún albergo la esperanza de poder escucharte tocar el violín, y muerto no puedes hacerlo.
Me dedicó una sonrisa y me preguntó por qué su corazón seguía latiendo. Buena pregunta, la verdad, y ni siquiera la seriedad del tema me hace evitar sonreír, divertida por el hecho de que hacía unos simples segundos estaba pensando exactamente en eso mismo, en el porqué de dejarle con vida en vez de muerto y seco en el suelo de alguna callejuela de París, donde nadie podría encontrarle nunca. Era bastante buena ocultando las pruebas de mis pequeños delitos, a no ser que quisiera dejarlos a la vista para causar un pequeño escándalo (pero claro, siempre con las pruebas apuntando a alguien que no fuera yo), y no me supondría ningún problema deshacerme de él si llegaba a matarle, pero claro, no quería hacerlo. - Me controlo mejor de lo que esperas de un vampiro y no me apetecía derramar tu sangre sin tu permiso, por muchas ganas que pueda tener de probarla. - le dije, encogiéndome de hombros. Al fin y al cabo era cierto, porque sabía que, por muchos truquitos que pudiera ocultar bajo la manga, llegado el momento podría beber de él si estaba muy hambrienta. Me acerqué un poco más a él, apenas un paso pero que me sirvió para verle más de cerca, dedicándole de nuevo una sonrisa misteriosa. - Además, aún albergo la esperanza de poder escucharte tocar el violín, y muerto no puedes hacerlo.
Invitado- Invitado
Re: Evasión (Yohann)
Muchas veces me cuesta controlar aquellos impulsos que me empujan a tentar a la muerte hasta límites extremos. Lo cierto es que esta noche me está costando demasiado, y más teniendo en cuenta, que frente a mi tengo una de las vampiresas más atrayentes que he conocido. No se deja llevar, mantiene la distancia, conserva la compostura...es como si buscase algo más de lo evidente. Esto me lleva a preguntarme si yo tengo ese algo que busca, ese cambio de ritmo que anime su existencia inmortal. Me tiene totalmente absorbido, dominado y controlado, se puede decir que ahora soy poco más que un muñeco en sus manos. Pero lo que me interesa es que ella no sea consciente de ello, que dude de su poder sobre mi y que cada vez tenga mayor interés en eso que crea que puede encontrar.
-Si tanto te interesa, creo que me veo obligado a invitarte a mi hotel y darte un concierto privado. Todo como agradecimiento por dejarme disfrutar de tu compañía.
La ofrezco mi brazo derecho esperando que acepte mi invitación.
-Si tanto te interesa, creo que me veo obligado a invitarte a mi hotel y darte un concierto privado. Todo como agradecimiento por dejarme disfrutar de tu compañía.
La ofrezco mi brazo derecho esperando que acepte mi invitación.
Yohann Moreau- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 23/06/2010
Re: Evasión (Yohann)
¿Se veía obligado a invitarme? Vaya, no sabía que mi compañía supusiera una obligación cuando él, precisamente él, había sido el que había decidido acercarse a mí y besarme, en un primer lugar. O cuando no le había importado lo más mínimo acompañarme en aquella noche y tentarme del modo en el que lo estaba haciendo. Su sangre tendría que estar prohibida de lo bien que huele, y así mismo él. Me estaban entrando unas ganas excesivas de lanzarme sobre su cuello y poder abrirle en canal para beber de aquel delicioso elixir que me llamaba como...bueno, cualquier metáfora que pudiera ocurrírseme probablemente se quedaría corta frente a la necesidad que tenía de probar siquiera una gota, una bendita gota que, sin embargo, me alegraba de no catar porque sabía que probablemente no podría parar después. Tampoco quería llegar a semejantes extremos porque, al fin y al cabo, resultaba un humano interesante. ¿Cuántos de ellos se atreverían a bailar tan cerca de la misma muerte aún sabiendo de lo que ésta es capaz? Muy pocos. Su osadía y su valentía, sin que yo sea muy capaz de distinguir una de otra porque en él se mezclaban, adquiriendo un matiz burlón y tentador que no quería obviar, eran lo que le hacía diferente, y tal vez precisamente porque era diferente me atraía, por el modo en el que sobresalía frente al cúmulo de personas iguales sin ninguna clase de diferencia particular entre las que me veía obligada a vivir día sí, día también. Los cambios de aires me gustaba sobremanera, más de lo que me convenía, aunque dada mi longevidad aquello podía considerarse como algo normal. Cuanto más mayor, más ganas de que algo me sorprendiera, ley de vida. Y él lo había logrado desde un primer momento, razón por la cual aquella propuesta de darme un concierto privado fue algo que no tuve ni que pensarme. Ni qué decir tiene que, aunque lo hubiera pensado, habría llegado a la misma conclusión.
– Entonces creo que me veré obligada también a aceptar tu agradecimiento e ir contigo a disfrutar del concierto. – contesté lentamente, como si supusiera algo que no me apetecía hacer cuando, en realidad, no veía plan alternativo más apetecible en las circunstancias en las que nos encontrábamos. Acepté su brazo y nos pusimos a caminar, sólo que aquella vez con rumbo fijo, dirección al lugar donde la música de violín, aquella a la que era tan aficionada, iba a poder ser escuchada. Yo me encontraba expectante, por primera vez en siglos, de algo que un mortal pudiera ofrecerme aparte de su sangre o de su compañía, y sólo esperaba que lo que fuera a presenciar mereciera la pena, cosa de la que estaba segura prácticamente sin dudas al respecto.
– Entonces creo que me veré obligada también a aceptar tu agradecimiento e ir contigo a disfrutar del concierto. – contesté lentamente, como si supusiera algo que no me apetecía hacer cuando, en realidad, no veía plan alternativo más apetecible en las circunstancias en las que nos encontrábamos. Acepté su brazo y nos pusimos a caminar, sólo que aquella vez con rumbo fijo, dirección al lugar donde la música de violín, aquella a la que era tan aficionada, iba a poder ser escuchada. Yo me encontraba expectante, por primera vez en siglos, de algo que un mortal pudiera ofrecerme aparte de su sangre o de su compañía, y sólo esperaba que lo que fuera a presenciar mereciera la pena, cosa de la que estaba segura prácticamente sin dudas al respecto.
Invitado- Invitado
Re: Evasión (Yohann)
Mis pesadillas suelen estar protagonizadas por la visión de mi propio ser sentado en un trono gótico con una tenebrosa sonrisa en su rostro. Un cristal me separa de lo que es mi yo de oscuridad, y por mucho que intento llegar a su posición, me resulta imposible atravesar la barrera. Con el paso de los días me he convencido de que ese foco de oscuridad que no puedo alcanzar despierta cuando estoy cerca de un ser de la misma naturaleza. Siendo de esta forma, suena contradictorio que busque estar cerca de vampiresas como Amanda, pero lo necesito, mi cuerpo lo necesita, esa parte oscura tiene que volver a tomar el control para comprender realmente su trasfondo. Una vez recorrida la calle en la que se sitúan los hoteles y posadas de París, llegamos a nuestro destino, el hotel Des Arenes. Hago un leve saludo con mi mano derecha al recepcionista y subimos las escaleras para llegar a la habitación número 17. Abro la puerta del dormitorio y me aparto hacía un lado para que Amanda entre primero, después la sigo y cierro la puerta.
Una vez estamos en el interior de la organizada y simple estancia, sugiero a la vampiresa que se siente en la cama, gesto que acepta de buen grado. Sin perder un segundo, me preparo para el concierto privado, lo primero es la comodidad por lo que me quito el chaleco que llevo puesto y lo deposito sobre el respaldo de una silla de madera situada cerca de la ventana, después, cojo mi violín y lo coloco en la posición correcta apoyándolo en mi hombro izquierdo, mientras sitúo el arco contra las cuerdas del instrumento suspiro y me concentro, tengo que aclarar que es lo que quiero mostrar a la vampiresa. Tras unos segundos, llego a la conclusión de que un ser de su edad puede verse refrescado por los recuerdos de su infancia humana, por lo que esbozo una sonrisa y comienzo a tocar. El escenario que nos rodea se transforma en el contexto de su juventud, y la acción a la que ambos vamos a asistir no es otra que el momento más feliz de su niñez.
Una vez estamos en el interior de la organizada y simple estancia, sugiero a la vampiresa que se siente en la cama, gesto que acepta de buen grado. Sin perder un segundo, me preparo para el concierto privado, lo primero es la comodidad por lo que me quito el chaleco que llevo puesto y lo deposito sobre el respaldo de una silla de madera situada cerca de la ventana, después, cojo mi violín y lo coloco en la posición correcta apoyándolo en mi hombro izquierdo, mientras sitúo el arco contra las cuerdas del instrumento suspiro y me concentro, tengo que aclarar que es lo que quiero mostrar a la vampiresa. Tras unos segundos, llego a la conclusión de que un ser de su edad puede verse refrescado por los recuerdos de su infancia humana, por lo que esbozo una sonrisa y comienzo a tocar. El escenario que nos rodea se transforma en el contexto de su juventud, y la acción a la que ambos vamos a asistir no es otra que el momento más feliz de su niñez.
Yohann Moreau- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 23/06/2010
Re: Evasión (Yohann)
El Hotel des Arênes nos recibió con los brazos abiertos, tanto a Yohann, su huésped natural, como a la invitada que venía a romper la paz que se respiraba en aquel lugar, yo. Existía una pequeña parte de mí que me pedía...no, pedía no es la palabra, me exigía que causara un pequeño gran desastre, que matara a todos los humanos que había por allí para que la sed que desde el acercamiento de Yohann me había invadido se esfumara y pudiéramos disfrutar así de una velada tranquila y, sobre todo, menos peligrosa para él, pero algo me decía (tal vez el sentido común, aquel al que, a ejemplo de Yohann, parecía haber renunciado sin esperanzas de que pudiera volver a recuperarlo) que si mataba al resto de huéspedes del hotel y les dejaba totalmente secos (y una cosa estaba clara, si empezaba con uno no pararía hasta matarles a todos) Yohann no me miraría del mismo modo, y me había caído lo suficientemente en gracia como para considerar algo malo eso de que no fuera a hablarme, así que sólo fue eso lo que salvó a los humanos con los que nos cruzamos hasta llegar a su habitación, nada más.
Entramos a su habitación y él me dejó pasar primero, permitiéndome apreciar que la habitación es amplia y está decorada de una manera simple y ordenada, bastante agradable. Me invitó a sentarme en la cama mientras mis ojos continuaban paseando por aquel espacio, admirando cada recoveco y cada rincón del lugar con inusitada atención mientras él se quitaba el chaleco y sacaba el violín de su funda. Fue verlo y centrar mi atención en él por completo, si alguna vez no había estado en parte puesta en su persona. No tardé en acomodarme y seguir observándole, mientras él seguía pensativo hasta que al final pareció inspirarse de pronto, comenzando a tocar.
Con los primeros acordes que Yohann estaba arrancando del violín, nuestro alrededor cambió. Dejó de ser aquella habitación de hotel para trasladarse más de mil años atrás en el tiempo, a la ciudad de Roma cuando yo aún vivía en ella. Como mortal. Aquel día, en particular, lo recordaba con inusitada claridad, como no solía pasar con demasiado recuerdos de mi vida como humana. Normalmente, de ellos sólo percibía flashes y sensaciones, pero en aquel momento era capaz de rememorar el ambiente, las personas, los olores...todo, visto desde la perspectiva de una niña de doce años que era yo entonces. Ese día, en particular, me había escapado de la casa de la familia donde me habían enviado para trabajar como escalava y había robado una túnica de la hija de la familia para que, libre de ataduras, la ciudad estuviera a mis pies. Había conocido Roma gracias a aquella visita, y los lugares se sucedían rápidamente mientras Yohann seguía tocando, permitiéndome ver el Foro, los Templos, El Anfiteatro Flavio, los acueductos....todo lo que una vez había sido la decoración de mi hogar. Estaba sorprendida por su habilidad para haberme trasladado a aquellos tiempos, y a la vez fascinada por lo que podía ver. Al final, la música del violín se detuvo y con ella la ilusión de mi antigua Roma, aquella que me había visto crecer y morir como mortal para depsués renacer como inmortal. Aquella que sabía que no iba a volver. Me levanté de la cama y le miré a los ojos. No podía ni empezar a decir lo agradecida que le estaba por habérmelo enseñado, así que simplemente me acerqué a él y le di un beso, bastante suave y no perder el control así, y me separé de él con una sonrisa de oreja a oreja. - Gracias.
Entramos a su habitación y él me dejó pasar primero, permitiéndome apreciar que la habitación es amplia y está decorada de una manera simple y ordenada, bastante agradable. Me invitó a sentarme en la cama mientras mis ojos continuaban paseando por aquel espacio, admirando cada recoveco y cada rincón del lugar con inusitada atención mientras él se quitaba el chaleco y sacaba el violín de su funda. Fue verlo y centrar mi atención en él por completo, si alguna vez no había estado en parte puesta en su persona. No tardé en acomodarme y seguir observándole, mientras él seguía pensativo hasta que al final pareció inspirarse de pronto, comenzando a tocar.
Con los primeros acordes que Yohann estaba arrancando del violín, nuestro alrededor cambió. Dejó de ser aquella habitación de hotel para trasladarse más de mil años atrás en el tiempo, a la ciudad de Roma cuando yo aún vivía en ella. Como mortal. Aquel día, en particular, lo recordaba con inusitada claridad, como no solía pasar con demasiado recuerdos de mi vida como humana. Normalmente, de ellos sólo percibía flashes y sensaciones, pero en aquel momento era capaz de rememorar el ambiente, las personas, los olores...todo, visto desde la perspectiva de una niña de doce años que era yo entonces. Ese día, en particular, me había escapado de la casa de la familia donde me habían enviado para trabajar como escalava y había robado una túnica de la hija de la familia para que, libre de ataduras, la ciudad estuviera a mis pies. Había conocido Roma gracias a aquella visita, y los lugares se sucedían rápidamente mientras Yohann seguía tocando, permitiéndome ver el Foro, los Templos, El Anfiteatro Flavio, los acueductos....todo lo que una vez había sido la decoración de mi hogar. Estaba sorprendida por su habilidad para haberme trasladado a aquellos tiempos, y a la vez fascinada por lo que podía ver. Al final, la música del violín se detuvo y con ella la ilusión de mi antigua Roma, aquella que me había visto crecer y morir como mortal para depsués renacer como inmortal. Aquella que sabía que no iba a volver. Me levanté de la cama y le miré a los ojos. No podía ni empezar a decir lo agradecida que le estaba por habérmelo enseñado, así que simplemente me acerqué a él y le di un beso, bastante suave y no perder el control así, y me separé de él con una sonrisa de oreja a oreja. - Gracias.
Invitado- Invitado
Re: Evasión (Yohann)
Las sensaciones adheridas al bello marco histórico de la infancia de Amanda se apoderan de todo mi ser mientras toco el violín. La fuerza sentimental anexa a una de las cunas del arte de la sociedad humana me emociona tanto que a punto está de hacerme romper las cuerdas del instrumento. Una vez adaptado al contexto, contemplo todas las maravillosas construcciones como si formasen parte de mi realidad actual. Siento lo que Amanda sentía en ese momento y lo que ahora, por muy vampiresa que sea, sigue sintiendo. Cada vez estoy más inmerso en el mar de recuerdos que mi música evoca, y por mucho que me hubiese gustado a seguir, estoy obligado a detenerme debido a que empezaba a correr el riesgo de ahogarme en mi propia ilusión...
Tras terminar de tocar aparto el violín e intento recuperar el aliento, cada vez me siento más fatigado cuando uso mi magia, muestra de que me estoy debilitando a un ritmo alarmante. Sin embargo estos derroches de energía están justificados cuando noto los sugerentes labios de la pelirroja fundidos con los míos, sin duda un agradecimiento que vale la pena. Después de besarme acompaña su gesto con palabras, y cuando yo me dispongo a responder, noto un fuerte pinchazo en la cabeza. La repercusión de la acción de la vampiresa toma cuerpo en forma de golpe de crueldad y sufrimiento. Siento en mis propias carnes sus ansias de matar , y en consecuencia, la oscuridad de mi interior despierta.
Abro los ojos y miro a la vampiresa. Ha pasado poco tiempo desde la última vez que volví a tomar el control, señal de que pronto Yohann desaparecerá por completo y yo seré totalmente libre. Quizás, debería agradecer a la inmortal que me haya liberado con su desbordante espíritu sanguinario, pero mis impulsos colocan primero otras acciones en el orden de prioridad. Esbozo una leve sonrisa y ladeo la cabeza hacía la derecha.
-Me pregunto cual es la razón por la que te resistes a matar a todos los humanos de este hotel, porque sin duda, disfrutarías mucho más que intentando negar lo que eres-En mi mano derecha se materializa un cuchillo el cual empleo para realizarme un leve corte en el cuello, que en lugar de producirme dolor, me proporciona placer.-Tampoco deberías resistirte a alimentarte de mi deliciosa sangre, seguro que es algo que ambos disfrutaremos.
No consigo dilucidar si la vampiresa se ha percatado del cambio de personalidad, pero eso poco me importa. Debo alimentar mis ansias de matar antes de que el idiota de Yohann vuelva, de lo contrario jamás podré tomar el control definitivo de este cuerpo, y sin duda provocando a la vampiresa, facilitaré mi objetivo.
Tras terminar de tocar aparto el violín e intento recuperar el aliento, cada vez me siento más fatigado cuando uso mi magia, muestra de que me estoy debilitando a un ritmo alarmante. Sin embargo estos derroches de energía están justificados cuando noto los sugerentes labios de la pelirroja fundidos con los míos, sin duda un agradecimiento que vale la pena. Después de besarme acompaña su gesto con palabras, y cuando yo me dispongo a responder, noto un fuerte pinchazo en la cabeza. La repercusión de la acción de la vampiresa toma cuerpo en forma de golpe de crueldad y sufrimiento. Siento en mis propias carnes sus ansias de matar , y en consecuencia, la oscuridad de mi interior despierta.
Abro los ojos y miro a la vampiresa. Ha pasado poco tiempo desde la última vez que volví a tomar el control, señal de que pronto Yohann desaparecerá por completo y yo seré totalmente libre. Quizás, debería agradecer a la inmortal que me haya liberado con su desbordante espíritu sanguinario, pero mis impulsos colocan primero otras acciones en el orden de prioridad. Esbozo una leve sonrisa y ladeo la cabeza hacía la derecha.
-Me pregunto cual es la razón por la que te resistes a matar a todos los humanos de este hotel, porque sin duda, disfrutarías mucho más que intentando negar lo que eres-En mi mano derecha se materializa un cuchillo el cual empleo para realizarme un leve corte en el cuello, que en lugar de producirme dolor, me proporciona placer.-Tampoco deberías resistirte a alimentarte de mi deliciosa sangre, seguro que es algo que ambos disfrutaremos.
No consigo dilucidar si la vampiresa se ha percatado del cambio de personalidad, pero eso poco me importa. Debo alimentar mis ansias de matar antes de que el idiota de Yohann vuelva, de lo contrario jamás podré tomar el control definitivo de este cuerpo, y sin duda provocando a la vampiresa, facilitaré mi objetivo.
Yohann Moreau- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 23/06/2010
Re: Evasión (Yohann)
Supe que algo iba mal desde el mismo momento en el que me separé de su lado tras aquel beso en el que le había agradecido que me hubiera trasladado de nuevo a la Roma de mi infancia, y lo supe porque no le dio tiempo a contestar nada antes de adoptar una expresión de dolor que me hizo fruncir el entrecejo un momento antes de acercarme un paso a él para ver si todo iba bien o si, por el contrario, le pasaba algo. Cómo no, lo que pasaba era la opción número dos, aquella que pretendía evitar por todos los medios pero que aún así resultó ser la auténtica, la opción que se ajustaba más perfectamente a la realidad, esa en la que Yohann cerró los ojos un instante para después volver a abrirlos. Y fue cuando los abrió cuando su rictus cambió a uno con expresión sádica y supe que el Yohann que hasta entonces había tenido la oportunidad de conocer y de tratar, de besar incluso, había desaparecido para dar lugar a alguien que, a pesar de mantener su mismo aspecto físico, no era él, no podía ser él.
La sonrisa que no tardó en dibujar en su rostro acompañó a sus palabras, que me preguntaron acerca de la razón por la que aún me resistía a matar a los humanos del hotel y también a beber de su sangre. A esa última frase acompañó un gesto de hacerse un corte en el cuello, que pronto me hizo sangrar. Mal, Yohann o quien seas, muy mal. En el momento en que empiece a verte como un filete (y sé de buen tinta que, con semejante flujo de sangre cayendo lentamente por tu cuello no voy a tardar demasiado en hacerlo) estás perdido, porque una vez empiece a alimentarme no sé si podré parar. Mi sed era enorme en ese momento, la de antes pero amplificada hasta el extremo por ver aquel líquido carmesí que tanto me había tentado antes sin verlo siquiera bajar por su cuello desnudo. No pude evitar entreabrir la boca y enseñarle mis colmillos, pero poco importaba porque mi cuerpo pensó por mí antes de que mi mente fuera capaz de hacerlo, y me acerqué a él lo suficiente como para que mis labios acariciaran su cuello. Sólo unas gotas de aquella deliciosa sangre y mi sed desaparecería, pero eso significaría dejar de importarme la vida de todos los humanos del hotel y comenzar a matar sin cuartel sólo para alimentarme. ¿Estoy dispuesta a dejar que eso pase o, por el contrario, prefiero comportarme y asegurarme otra noche más sintiendo la sed, aquella maldita sensación que hace que arda mi interior cada vez que necesito beber algo de sangre? No, no lo estoy.
Acerqué mis labios a su herida y la sangre no tardó en comenzar a bajar por mi garganta, tan deliciosa y reconfortante como su dulce olor me había parecido en un principio, y comencé a beber más de él hasta que, llegados a un punto, me detuve y me separé de él, quizá con algo de brusquedad pero al menos con tiempo suficiente como para detenerme y no matarle. Le quedaba la cantidad suficiente de sangre en el cuerpo (si se tapaba la herida, claro está) como para seguir viviendo, al menos aquella noche, aunque sería normal una cierta sensación de debilidad por su parte al haberle quitado tanta. Con los labios aún manchados de sangre esbocé una sonrisa, que precisamente por su tono carmesí se volvió sádica. La expresión de ansia de mis ojos no ayudaba a quitar la idea de que no me apeteciera rebanar un par de cuellos en ese instante porque, de hecho, me apetecía. Le miré a los ojos, viendo el notable cambio que se había producido en ellos. – Deliciosa, pero ahora creo que no soy la única que quiere ver más sangre correr, ¿no? – inquirí, con tono burlesco. Quería tentarle, a ver hasta qué punto era diferente del Yohann de antes, y tal vez de paso conseguir un poco más de sangre que poder beber.
La sonrisa que no tardó en dibujar en su rostro acompañó a sus palabras, que me preguntaron acerca de la razón por la que aún me resistía a matar a los humanos del hotel y también a beber de su sangre. A esa última frase acompañó un gesto de hacerse un corte en el cuello, que pronto me hizo sangrar. Mal, Yohann o quien seas, muy mal. En el momento en que empiece a verte como un filete (y sé de buen tinta que, con semejante flujo de sangre cayendo lentamente por tu cuello no voy a tardar demasiado en hacerlo) estás perdido, porque una vez empiece a alimentarme no sé si podré parar. Mi sed era enorme en ese momento, la de antes pero amplificada hasta el extremo por ver aquel líquido carmesí que tanto me había tentado antes sin verlo siquiera bajar por su cuello desnudo. No pude evitar entreabrir la boca y enseñarle mis colmillos, pero poco importaba porque mi cuerpo pensó por mí antes de que mi mente fuera capaz de hacerlo, y me acerqué a él lo suficiente como para que mis labios acariciaran su cuello. Sólo unas gotas de aquella deliciosa sangre y mi sed desaparecería, pero eso significaría dejar de importarme la vida de todos los humanos del hotel y comenzar a matar sin cuartel sólo para alimentarme. ¿Estoy dispuesta a dejar que eso pase o, por el contrario, prefiero comportarme y asegurarme otra noche más sintiendo la sed, aquella maldita sensación que hace que arda mi interior cada vez que necesito beber algo de sangre? No, no lo estoy.
Acerqué mis labios a su herida y la sangre no tardó en comenzar a bajar por mi garganta, tan deliciosa y reconfortante como su dulce olor me había parecido en un principio, y comencé a beber más de él hasta que, llegados a un punto, me detuve y me separé de él, quizá con algo de brusquedad pero al menos con tiempo suficiente como para detenerme y no matarle. Le quedaba la cantidad suficiente de sangre en el cuerpo (si se tapaba la herida, claro está) como para seguir viviendo, al menos aquella noche, aunque sería normal una cierta sensación de debilidad por su parte al haberle quitado tanta. Con los labios aún manchados de sangre esbocé una sonrisa, que precisamente por su tono carmesí se volvió sádica. La expresión de ansia de mis ojos no ayudaba a quitar la idea de que no me apeteciera rebanar un par de cuellos en ese instante porque, de hecho, me apetecía. Le miré a los ojos, viendo el notable cambio que se había producido en ellos. – Deliciosa, pero ahora creo que no soy la única que quiere ver más sangre correr, ¿no? – inquirí, con tono burlesco. Quería tentarle, a ver hasta qué punto era diferente del Yohann de antes, y tal vez de paso conseguir un poco más de sangre que poder beber.
Invitado- Invitado
Re: Evasión (Yohann)
Cuando una vampiresa se alimenta de tu propia sangre sientes como la vida se escapa de tu cuerpo de forma inexorable. Pese a que pueda parecer contradictorio, este proceso de muerte lleva ligado un morboso placer capaz de estremecer hasta el último pelo de la piel de cualquier mortal. En mi caso sentir el fin de la existencia tan cercano me produce algo más intenso que el simple placer terrenal, es más parecido a un sustento para mi poder mágico. La inmortal se detiene en el momento justo para dejarme la cantidad de sangre suficiente como para no perecer en aquella habitación. Una vez se separa, paso los dedos de mi mano derecha por la herida y absorbo los tejidos muertos de la misma, secándola y por lo tanto, deteniendo la hemorragia. Esbozo una amplia sonrisa y respondo a su proposición.
-Lo que yo quiero es descuartizar a los huéspedes de este hotel y después, devolverte el placer que me has otorgado aceptando mi sangre...
Estar ante esa Diosa de la muerte a punto está de cambiar mi orden de prioridades, pero eso no es posible ya que mientras no alimente mi cuerpo con alguna vida me será imposible recuperar las energías que se han perdido junto con la sangre. Sin borrar la sonrisa de mi rostro salgo de la habitación, camino lentamente por el pasillo hasta la habitación situada a la derecha y me sitúo frente a la puerta. Con dos secos golpes propinados por mi cabeza llamo a la misma, obteniendo un resultado positivo ya que su dueño la abre inmerso en una profunda somnolencia. El individuo debe rozar los cuarenta años, y tanto su cara llena de arrugas como su pelo canoso evidencian que ha llevado un ritmo de vida un tanto desenfrenado. No le dejo mediar palabra alguna y le doy un cabezazo, introduciéndole nuevamente en la habitación. La excitación comienza a dominar mis movimientos, y con dos certeros cortes, rasgo primero su cuello impidiendo que pueda desprender grito alguno y después rasgo su abdomen. El hombre cae de rodillas mientras la sangre no deja de brotar, evito que su cuerpo caiga al suelo sujetándole del pelo con la mano que tengo libre. Me giro hacía la puerta para comprobar como la vampiresa asiste imperturbable a mi espectáculo. El cuchillo desaparece de mi mano derecha y sitúo la misma en la nuca del hombre. Antes de terminar con su vida me presento a la vampiresa.
-Puedes llamarme Evan...
Una vez mencionado mi nombre, ejerzo una leve presión con la mano derecha para después acompañar el movimiento con un tirón de pelo efectuado con la mano izquierda que fractura su cuello al instante. Una vez terminado el homicidio suelto el cadáver y cierro los ojos, sin duda ahora estoy mucho más relajado...
-Lo que yo quiero es descuartizar a los huéspedes de este hotel y después, devolverte el placer que me has otorgado aceptando mi sangre...
Estar ante esa Diosa de la muerte a punto está de cambiar mi orden de prioridades, pero eso no es posible ya que mientras no alimente mi cuerpo con alguna vida me será imposible recuperar las energías que se han perdido junto con la sangre. Sin borrar la sonrisa de mi rostro salgo de la habitación, camino lentamente por el pasillo hasta la habitación situada a la derecha y me sitúo frente a la puerta. Con dos secos golpes propinados por mi cabeza llamo a la misma, obteniendo un resultado positivo ya que su dueño la abre inmerso en una profunda somnolencia. El individuo debe rozar los cuarenta años, y tanto su cara llena de arrugas como su pelo canoso evidencian que ha llevado un ritmo de vida un tanto desenfrenado. No le dejo mediar palabra alguna y le doy un cabezazo, introduciéndole nuevamente en la habitación. La excitación comienza a dominar mis movimientos, y con dos certeros cortes, rasgo primero su cuello impidiendo que pueda desprender grito alguno y después rasgo su abdomen. El hombre cae de rodillas mientras la sangre no deja de brotar, evito que su cuerpo caiga al suelo sujetándole del pelo con la mano que tengo libre. Me giro hacía la puerta para comprobar como la vampiresa asiste imperturbable a mi espectáculo. El cuchillo desaparece de mi mano derecha y sitúo la misma en la nuca del hombre. Antes de terminar con su vida me presento a la vampiresa.
-Puedes llamarme Evan...
Una vez mencionado mi nombre, ejerzo una leve presión con la mano derecha para después acompañar el movimiento con un tirón de pelo efectuado con la mano izquierda que fractura su cuello al instante. Una vez terminado el homicidio suelto el cadáver y cierro los ojos, sin duda ahora estoy mucho más relajado...
Yohann Moreau- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 23/06/2010
Re: Evasión (Yohann)
Si él quería descuartizar a los huéspedes del hotel, yo ya ni sabía qué verbo utilizar para reflejar con fidelidad la necesidad que tenía de destrozar un par de gargantas y abrir a alguien en canal para después alimentarme de toda aquella sangre. La sola visión hacía que me entrara la sed, sed que creía haber satisfecho en el momento en que había bebido del cuerpo de Yohann, ahora poseído por otra persona totalmente distinta a él. No sabía cómo interpretar aquel cambio que se había producido en él, pero en ese momento sólo podía agradecerlo porque había sido a mejor. Parecía haber leído exactamente todos mis anhelos respecto a sangre, muerte y destrucción y haberse adaptado a mis necesidades, que pasaban en aquel momento por una gran masacre que llevara impreso mi sello personal, y no podía agradecérselo más aún a pesar de que sabía perfectamente que aquel no era Yohann, no era aquel chico tan agradable con el que me había encontrado en la Plaza Tertre y que había sido capaz de despertar mi sed. Era una nueva oportunidad para aprender de él, y no estaba dispuesta a desaprovecharla.
Salió de la habitación rápidamente, sin pensárselo demasiado, y yo fui detrás, presa de la curiosidad a ver cómo iba a llevar a cabo el primer asesinato de la noche. Sabía también que después de ese iba a haber bastantes más, y la sola perspectiva me animaba lo suficiente como para limitarme al papel de espectadora (y tal vez crítica) en el que él iba a realizar. Entró a una habitación que estaba cerca de la suya, y cuyo dueño hasta ese momento estaba durmiendo. Pobre, iba a despertar sólo para caer en un sueño de brazos más poderosos que los de la somnolencia. De la muerte no se iba a librar tan fácilmente como del sueño en el que hasta entonces de había visto sumido, y mi compañero pronto se iba a encargar de demostrárselo. Con un efectivo cabezazo le introdujo de nuevo en la habitación, y un cuchillo apareció en su mano, de la misma manera que antes lo había hecho al tentarme con la sangre de su cuello. De dos efectivos tajos, la garganta y el abdomen de aquel hombre pronto comenzaron a derramar lágrimas de sangre, que caían por su cuerpo como ríos sin control en busca de su desembocadura en el mar, arrastrando aquel delicioso aroma que me hacía relamerme ante su sola visión. La mano libre de Yohann pasó a estar en su cuello, y pronto me sacó de mi error, identificándose como Evan. Por alguna razón, me parecía que aquel nombre le pegaba más que el de Yohann, dado que siendo dos personas diferentes entraba dentro de lo esperable que sus nombres fueran diferentes. Le rompió el cuello de un golpe seco que hizo que todos los huesos del cuerpo de aquel hombre crujieran, o tal vez eso lo provocó que después le tirara al suelo, no lo sé. En todo caso, después de haberle asesinado pareció tranquilizarse un poco mientras yo le seguía mirando con atención y expresión divertida. ¿Y ya estaba? ¿Toda aquella expectación para eso? De verdad, menuda decepción. – Aficionado. – fue la palabra que salió de mis labios, la única que valía para juzgarle. Carecía de siglos de práctica en el ámbito de la muerte y no podía juzgarle con mis estándares, de acuerdo, pero ¿ni siquiera había jugado con su víctima ni la había seducido para que cayera en su juego? Tenía tantas cosas que aprender, cosas que sólo un vampiro podría enseñarle... – Ven conmigo – le dije, girándome para salir de allí. Le iba a enseñar una pequeña pero efectiva muestra de cómo jugar un rato con su presa antes de acabar con ella, para ver si así aprendía.
Salimos de aquella habitación con paso rápido, y me paré en el pasillo del hotel un instante para simplemente escuchar los sonidos que provenían de las habitaciones. Al final me decanté por una que estaba a un par de metros de distancia de la que habíamos abandonado hacía un instante. Me desabroché de nuevo la capa que llevaba y bajé un poco el vestido para que el escote que llevaba se acentuara un poco, pequeños trucos que me podrían llegar a ser muy efectivos en apenas unos momentos. Llamé delicadamente a la puerta y un hombre de aspecto joven (así, a ojo, no sobrepasaría los veinticinco años) me abrió. Un instante fue lo que necesitó mi expresión para convertirse en una de angustia, que fue la que le hizo dejarme pasar a su habitación y lanzarme a sus brazos con falso dramatismo. Las palabras de que alguien me perseguía se escaparon de mis labios sin control, y sólo sirvieron para que él me apretara más contra su pecho mientras Evan seguía mirando desde fuera. No tardé demasiado en empujarle hasta que estuvo contra la pared y, una vez dominado y con cara de sorpresa, fue fácil romperle la camisa a aquel hombre y comenzar a besarle en el pecho, intercalando mordiscos de vez en cuando hasta que al final, en uno de ellos le hice sangrar abundantemente, comenzando a alimentarme yo de su sangre mientras él sólo podía disfrutar de aquello. Los humanos eran tan condenadamente simples... Hasta matándoles podías hacerles disfrutar como nunca en sus patéticas y mortales vidas, y él me lo estaba demostrando muy bien. Seguí mi recorrido a base de besos y mordiscos por su torso y su cuello y le di un suave beso en los labios para después atacar directamente su yugular. No tenía nada que ofrecerme, y al menos podría rematarle antes de que se diera cuenta. Tras beber una gran cantidad de su sangre le tiré al suelo, inconsciente, y estaba segura de que no tardaría demasiado en morir. - ¿Ves? Jugando con ellos antes es más divertido. – le dije, encogiéndome de hombros y limpiando los restos de sangre con la ropa del hombre, ahora ya fiambre.
Salió de la habitación rápidamente, sin pensárselo demasiado, y yo fui detrás, presa de la curiosidad a ver cómo iba a llevar a cabo el primer asesinato de la noche. Sabía también que después de ese iba a haber bastantes más, y la sola perspectiva me animaba lo suficiente como para limitarme al papel de espectadora (y tal vez crítica) en el que él iba a realizar. Entró a una habitación que estaba cerca de la suya, y cuyo dueño hasta ese momento estaba durmiendo. Pobre, iba a despertar sólo para caer en un sueño de brazos más poderosos que los de la somnolencia. De la muerte no se iba a librar tan fácilmente como del sueño en el que hasta entonces de había visto sumido, y mi compañero pronto se iba a encargar de demostrárselo. Con un efectivo cabezazo le introdujo de nuevo en la habitación, y un cuchillo apareció en su mano, de la misma manera que antes lo había hecho al tentarme con la sangre de su cuello. De dos efectivos tajos, la garganta y el abdomen de aquel hombre pronto comenzaron a derramar lágrimas de sangre, que caían por su cuerpo como ríos sin control en busca de su desembocadura en el mar, arrastrando aquel delicioso aroma que me hacía relamerme ante su sola visión. La mano libre de Yohann pasó a estar en su cuello, y pronto me sacó de mi error, identificándose como Evan. Por alguna razón, me parecía que aquel nombre le pegaba más que el de Yohann, dado que siendo dos personas diferentes entraba dentro de lo esperable que sus nombres fueran diferentes. Le rompió el cuello de un golpe seco que hizo que todos los huesos del cuerpo de aquel hombre crujieran, o tal vez eso lo provocó que después le tirara al suelo, no lo sé. En todo caso, después de haberle asesinado pareció tranquilizarse un poco mientras yo le seguía mirando con atención y expresión divertida. ¿Y ya estaba? ¿Toda aquella expectación para eso? De verdad, menuda decepción. – Aficionado. – fue la palabra que salió de mis labios, la única que valía para juzgarle. Carecía de siglos de práctica en el ámbito de la muerte y no podía juzgarle con mis estándares, de acuerdo, pero ¿ni siquiera había jugado con su víctima ni la había seducido para que cayera en su juego? Tenía tantas cosas que aprender, cosas que sólo un vampiro podría enseñarle... – Ven conmigo – le dije, girándome para salir de allí. Le iba a enseñar una pequeña pero efectiva muestra de cómo jugar un rato con su presa antes de acabar con ella, para ver si así aprendía.
Salimos de aquella habitación con paso rápido, y me paré en el pasillo del hotel un instante para simplemente escuchar los sonidos que provenían de las habitaciones. Al final me decanté por una que estaba a un par de metros de distancia de la que habíamos abandonado hacía un instante. Me desabroché de nuevo la capa que llevaba y bajé un poco el vestido para que el escote que llevaba se acentuara un poco, pequeños trucos que me podrían llegar a ser muy efectivos en apenas unos momentos. Llamé delicadamente a la puerta y un hombre de aspecto joven (así, a ojo, no sobrepasaría los veinticinco años) me abrió. Un instante fue lo que necesitó mi expresión para convertirse en una de angustia, que fue la que le hizo dejarme pasar a su habitación y lanzarme a sus brazos con falso dramatismo. Las palabras de que alguien me perseguía se escaparon de mis labios sin control, y sólo sirvieron para que él me apretara más contra su pecho mientras Evan seguía mirando desde fuera. No tardé demasiado en empujarle hasta que estuvo contra la pared y, una vez dominado y con cara de sorpresa, fue fácil romperle la camisa a aquel hombre y comenzar a besarle en el pecho, intercalando mordiscos de vez en cuando hasta que al final, en uno de ellos le hice sangrar abundantemente, comenzando a alimentarme yo de su sangre mientras él sólo podía disfrutar de aquello. Los humanos eran tan condenadamente simples... Hasta matándoles podías hacerles disfrutar como nunca en sus patéticas y mortales vidas, y él me lo estaba demostrando muy bien. Seguí mi recorrido a base de besos y mordiscos por su torso y su cuello y le di un suave beso en los labios para después atacar directamente su yugular. No tenía nada que ofrecerme, y al menos podría rematarle antes de que se diera cuenta. Tras beber una gran cantidad de su sangre le tiré al suelo, inconsciente, y estaba segura de que no tardaría demasiado en morir. - ¿Ves? Jugando con ellos antes es más divertido. – le dije, encogiéndome de hombros y limpiando los restos de sangre con la ropa del hombre, ahora ya fiambre.
Invitado- Invitado
Re: Evasión (Yohann)
La imagen de la vampiresa asesinando a un humano me resulta tan excitante como atractiva. La muerte llamando a la muerte, la inmortalidad devorando la mortalidad....simplemente maravilloso. La chupasangre me llama aficionado, no está equivocada, este cuerpo en el que estoy encerrado no me deja matar todo lo que me gustaría, pero a mi no me divierte jugar con mis victimas, me divierto simplemente matándolas. Una vez termina su arte la vampiresa se limpia la sangre que ha mancillado tanto su piel como sus ropas y me mira. No puedo evitar sentirme atraído por ella, ahora que he saciado parcialmente mis ansias de matar mis impulsos me llevan por otros caminos que sin duda quiero recorrer. Cierro la puerta de la habitación y me sitúo a escasos centímetros de Amanda sin borrar ni un segundo el gesto de felicidad en mi rostro. Elevo mi mano derecha y utilizo mi dedo índice para limpiar un hilo de sangre que cae proveniente de su boca. Una vez la sangre está recogida por mi falange introduzco el dedo en el interior de la mía para después sacarlo y ampliar mi sonrisa.
-Sin duda ha sido un gran espectáculo vampiresa, pero tu actuación me ha llevado a desear tomar tu cuerpo aquí y ahora, espero que tu desees lo mismo.
Sin poder evitar dejarme llevar por la pasión acerco mi boca a la suya y la beso con toda la intensidad de un alma sanguinaria que se ve sometida a un encierro vital dentro del cuerpo de un auténtico idiota.
-Sin duda ha sido un gran espectáculo vampiresa, pero tu actuación me ha llevado a desear tomar tu cuerpo aquí y ahora, espero que tu desees lo mismo.
Sin poder evitar dejarme llevar por la pasión acerco mi boca a la suya y la beso con toda la intensidad de un alma sanguinaria que se ve sometida a un encierro vital dentro del cuerpo de un auténtico idiota.
Yohann Moreau- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 23/06/2010
Re: Evasión (Yohann)
Recordaba la primera vez que me había visto obligada a matar a alguien en mi vida con claridad inusual por los años que habían pasado desde aquel momento. Siendo humana, y además una esclava, mi vida como mujer en Roma no había sido precisamente fácil, y había habido gente que, tratando de aprovecharse de ese detalle, no habían dudado en hacerme daño. Sólo había sido cuestión de tiempo que uno de ellos muriera en mis manos. Desde aquel momento hasta el que ahora tenía concentrada mi atención habían pasado siglos, siglos que habían logrado que mi práctica a la hora de matar y de torturar se hubiera visto incrementada a medida que el número de víctimas en mi palmarés crecía. Toda aquella práctica había terminado en algo bueno, por supuesto, y era que siempre trataba de superarme a mí misma en cuestión de seducción y asesinato de mis víctimas para lograr que cada muerte fuera algo memorable. Como la que había sido aquella noche. No había sido especialmente sangrienta o llamativa, ni el hombre era extraordinario ni tampoco lo era su sangre; lo extraordinario de la situación y lo que la había hecho memorable era, sin duda, la compañía con la que había gozado a la hora de eliminar todo rastro de sangre del cuerpo de aquel hombre, que yacía en el suelo. Evan permanecía inmóvil viendo cómo ejercía de asesina ante sus ojos, cómo le enseñaba a jugar con su víctima aunque algo me decía que a él no le divertía tanto como podía divertirme a mí, y en cuanto el cuerpo hubo caído al suelo, no tardó en demostrarme que había disfrutado de mi pequeño espectáculo privado tanto o más que yo, incluso. Me encanta cuando mi público es tan agradecido.
Cerró la puerta de la habitación primero para evitar que miradas indiscretas atraídas por el carmesí que inundaba parte de las paredes y mi ropa y el cadáver que yacía en el suelo pudieran tener ocasión de saber lo que iba a ocurrir aquí dentro, y sólo de imaginarme lo que se estaba pasando por su mente, mi expresión adoptó un tinte pícaro que seguro que no le pasaría desapercibido, no a él y no en aquella situación. ¿Qué podía decir en mi defensa? Recién alimentada, y más de una sangre que aún puedo oler y saborear en mi garganta, sólo funciono por impulsos irracionales sin que la mente tenga algo o nada que ver en el rumbo que mis decisiones toman, y en aquel momento no quería ni plantearme pensar en Yohann, sino más bien en Evan, que se había acercado hasta mí, quedando ambos a apenas unos milímetros de distancia. Separados tan poco como lo estábamos, no tardó en recoger un hilillo de sangre que caía de mi boca tras mi reciente alimentación y llevárselo a la suya propia, donde lo lamió con sensualidad sorprendente, o al menos así me lo pareció a mí dadas las circunstancias en las que nos encontrábamos. Me dijo que había disfrutado del espectáculo pero que lo que más le apetecía era tomar mi cuerpo en ese mismo lugar en el que nos encontrábamos. A tus órdenes. – Ya te ha costado decírmelo. – le dije, pícara, y justo después vino su beso, pasional e intenso y, ante todo, suicida, porque en su boca aún quedaban rastros de sangre de aquella gota que acababa de tomar y eso hizo que volvieran a entrarme tentaciones de darle un mordisco y acabar con todo aquello de una vez, pero por una vez mi cuerpo ganó la batalla y se dejó guiar por un impulso, no por el que me pedía matarle, sino más bien por el que me exigía continuar su beso. Le separé de mí con malicia y dedicándole una mirada de picardía, pues iba a aprovechar mi fuerza sobrehumana para dominar a aquella pequeña fiera, tan sedienta de mí como yo de él. Le cogí de la mano y le terminé por sentar en la cama, hasta entonces impoluta, y una vez allí fui hacia él, que me miraba con atención. Agarré de los bajos de mi falda y la subí hasta las rodillas para poder moverme y una vez lista subí a la cama, sentándome sobre sus piernas y subiendo mis brazos hasta su cuello, para hacer que el beso que empezaba a darle fuera aún más profundo y pasional que los de antes. La noche pintaba bien, muy bien, y mis manos no tardaron en seguir el recorrido de su cuello, bajando por su pecho, para ir desabotonándole la camisa y, al final, dejarle el torso desnudo, momento que aproveché para también recorrerlo a besos y a mordiscos, aunque en ninguno le hice sangrar. Ya llegaría el momento de volver a beber su sangre, pero hasta entonces me contentaría con su cuerpo.
Cerró la puerta de la habitación primero para evitar que miradas indiscretas atraídas por el carmesí que inundaba parte de las paredes y mi ropa y el cadáver que yacía en el suelo pudieran tener ocasión de saber lo que iba a ocurrir aquí dentro, y sólo de imaginarme lo que se estaba pasando por su mente, mi expresión adoptó un tinte pícaro que seguro que no le pasaría desapercibido, no a él y no en aquella situación. ¿Qué podía decir en mi defensa? Recién alimentada, y más de una sangre que aún puedo oler y saborear en mi garganta, sólo funciono por impulsos irracionales sin que la mente tenga algo o nada que ver en el rumbo que mis decisiones toman, y en aquel momento no quería ni plantearme pensar en Yohann, sino más bien en Evan, que se había acercado hasta mí, quedando ambos a apenas unos milímetros de distancia. Separados tan poco como lo estábamos, no tardó en recoger un hilillo de sangre que caía de mi boca tras mi reciente alimentación y llevárselo a la suya propia, donde lo lamió con sensualidad sorprendente, o al menos así me lo pareció a mí dadas las circunstancias en las que nos encontrábamos. Me dijo que había disfrutado del espectáculo pero que lo que más le apetecía era tomar mi cuerpo en ese mismo lugar en el que nos encontrábamos. A tus órdenes. – Ya te ha costado decírmelo. – le dije, pícara, y justo después vino su beso, pasional e intenso y, ante todo, suicida, porque en su boca aún quedaban rastros de sangre de aquella gota que acababa de tomar y eso hizo que volvieran a entrarme tentaciones de darle un mordisco y acabar con todo aquello de una vez, pero por una vez mi cuerpo ganó la batalla y se dejó guiar por un impulso, no por el que me pedía matarle, sino más bien por el que me exigía continuar su beso. Le separé de mí con malicia y dedicándole una mirada de picardía, pues iba a aprovechar mi fuerza sobrehumana para dominar a aquella pequeña fiera, tan sedienta de mí como yo de él. Le cogí de la mano y le terminé por sentar en la cama, hasta entonces impoluta, y una vez allí fui hacia él, que me miraba con atención. Agarré de los bajos de mi falda y la subí hasta las rodillas para poder moverme y una vez lista subí a la cama, sentándome sobre sus piernas y subiendo mis brazos hasta su cuello, para hacer que el beso que empezaba a darle fuera aún más profundo y pasional que los de antes. La noche pintaba bien, muy bien, y mis manos no tardaron en seguir el recorrido de su cuello, bajando por su pecho, para ir desabotonándole la camisa y, al final, dejarle el torso desnudo, momento que aproveché para también recorrerlo a besos y a mordiscos, aunque en ninguno le hice sangrar. Ya llegaría el momento de volver a beber su sangre, pero hasta entonces me contentaría con su cuerpo.
Invitado- Invitado
Re: Evasión (Yohann)
Creo que durante estos 22 años de vida lo que siempre he temido es la oscuridad. Desde que empecé a hacer uso de la magia mis padres me inculcaron que mi don consistía en iluminar la existencia de la gente, hecho que iluminaría la mía propia. Ahora comprendo porque se esforzaron tanto en que desarrollase mis habilidades, no querían que saliese a la luz la oscuridad de mi interior, el demonio que siempre he tenido dentro pero que nunca he querido reconocer. Cada vez que creía amar a alguien algo me empujaba a huir, a escapar de ese amor...ese impulso no era otra cosa que mi subconsciente, el cual protegía a esa persona de Evan, la oscuridad que en cualquier momento podía tomar el control. Ahora que estoy rodeado por la más densa oscuridad entiendo el trasfondo de la frase que mi padre me dijo una vez: "Si dejas que alguien se acerque demasiado a ti sufrirá, siempre debes estar sólo, pase lo que pase". Que razón tenías padre, menos mal que no me he atado a nadie porque sino en este momento...esa persona estaría muerta.
Gracias a Yohann y a su acercamiento a las vampiresas por fin puedo disfrutar de los verdaderos placeres de la vida, la muerte y las mujeres. Lo más bello de las chupasangre es que aúnan estos dos elementos en uno convirtiéndolas en lo más perfecto aparecido en la existencia. La pasión de mi interior a punto está de desbordarse cuando la pelirroja no sólo acepta mi beso sino que lleva sus movimientos más lejos, buscando llegar al punto que sin duda yo ansío alcanzar. Con su cuerpo encima del mío la excitación alcanza un nivel difícil de traducir para alguien que no haya vivido este tipo de situaciones con un inmortal. El acontecimiento es comprable a que Lucifer te visite para entregarte las llaves de su reino de placer sin límites porque...eso es el infierno ¿no?. Intento contravenir las normas de nuestro encuentro las cuales dictan que al ser ella más fuerte suya debe ser la iniciativa, pero mis impulsos me obligan a repasar las curvas de su cuerpo buscando los apoyos necesarios para poder retirar sus ropas del camino hacía el placer. Respondo a sus besos con los míos, correspondo a sus tocamientos palpando sus perfectos senos...estoy a punto de explotar. Por fin retiro sus ropas dejándola tan sólo con una erótica lencería que por un momento despierta en mí el impulso de coger un cuchillo y cortarla...junto con todo su cuerpo. Descarto la opción ya que la última vez lo hice la vampiresa en cuestión me rompió un brazo, por lo que sin más dilación me abalanzo sobre ella tendiéndola en la cama, buscando la respuesta que satisfaga mis necesidades amatorias.
Gracias a Yohann y a su acercamiento a las vampiresas por fin puedo disfrutar de los verdaderos placeres de la vida, la muerte y las mujeres. Lo más bello de las chupasangre es que aúnan estos dos elementos en uno convirtiéndolas en lo más perfecto aparecido en la existencia. La pasión de mi interior a punto está de desbordarse cuando la pelirroja no sólo acepta mi beso sino que lleva sus movimientos más lejos, buscando llegar al punto que sin duda yo ansío alcanzar. Con su cuerpo encima del mío la excitación alcanza un nivel difícil de traducir para alguien que no haya vivido este tipo de situaciones con un inmortal. El acontecimiento es comprable a que Lucifer te visite para entregarte las llaves de su reino de placer sin límites porque...eso es el infierno ¿no?. Intento contravenir las normas de nuestro encuentro las cuales dictan que al ser ella más fuerte suya debe ser la iniciativa, pero mis impulsos me obligan a repasar las curvas de su cuerpo buscando los apoyos necesarios para poder retirar sus ropas del camino hacía el placer. Respondo a sus besos con los míos, correspondo a sus tocamientos palpando sus perfectos senos...estoy a punto de explotar. Por fin retiro sus ropas dejándola tan sólo con una erótica lencería que por un momento despierta en mí el impulso de coger un cuchillo y cortarla...junto con todo su cuerpo. Descarto la opción ya que la última vez lo hice la vampiresa en cuestión me rompió un brazo, por lo que sin más dilación me abalanzo sobre ella tendiéndola en la cama, buscando la respuesta que satisfaga mis necesidades amatorias.
Yohann Moreau- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 23/06/2010
Re: Evasión (Yohann)
No podía siquiera empezar a decir hasta qué punto me alegraba haber salido aquella noche de mi nuevo hogar en la ciudad del amor, París, porque el resultado final, haber conocido a Yohann para después destapar a su lado oscuro, aquella parte que podía llegar a asustar a alguien que no fuera como yo, simplemente era demasiado bueno para las pésimas expectativas que tenía para una simple noche más, que era en lo que aquella había amenazado con convertirse hasta que le había visto a él. Y ahora, estando sobre él y besándole en aquella habitación del Hotel Des Arenes, logrando que su cuerpo respondiera al mío de una manera que me hacía sentir casi viva, como siempre me pasaba cada vez que estaba con un humano, aunque fuera solamente alimentándome de él, me daba cuenta de que no podía haber elegido mejor el plan para una noche sin nada mejor que hacer. Al fin y al cabo, Yohann probablemente no recordaría nada de lo que pasaría entre Evan y yo, y siempre podíamos mantener el contacto en forma de amistad. No había tratado nunca con gente como él lo suficiente como para ser capaz de saber qué podría suceder con ellos, con cualquiera de ellos, en caso de que uno terminara por hacerse con el control de su cuerpo, pero sin duda sería algo interesante de ver, aquel combate que se había establecido entre ambos para determinar el ganador en la batalla en la que ambos se habían visto envueltos y de la que sólo podría salir un ganador.
Sus manos no tardaron demasiado en recorrer mi gélido cuerpo, ahora algo menos fío por su cercanía y por el ardor de la situación en la que nos encontrábamos inmersos, y pronto los obstáculos que mis ropas suponían dejaron de serlo, pues no estaban ya sobre mi cuerpo sino en el suelo, siendo lo único que me cubría una ropa interior de encaje negro que destacaba sobre mi piel y que, dadas las circunstancias, me sobraba por completo. No dudaba acerca de que su opinión al respecto sería exactamente la misma que la mía, mucho menos cuando su propio cuerpo estaba demostrándome que él quería aquello tanto (o puede que incluso más) que yo. Sin apenas darme cuenta, estaba tumbada sobre la cama que hasta entonces había pertenecido a aquel hombre anónimo del que me había alimentado hacía apenas unos segundos, y Evan se encontraba sobre mí, recorriendo mi cuerpo con sus labios mientras mis manos hacían lo propio, buscando memorizar cada milímetro de su piel. Pero claro, con su ropa (aún sin la camisa, que yacía en el suelo también) me resultaba difícil, por lo que para satisfacer mis ansias de conocimiento me vi obligada a quitarle los pantalones y prácticamente dejarle desnudo sobre mí mientras daba por satisfecha mi curiosidad. Por suerte para él, siglos de vida no la habían mermado ni siquiera un ápice, y dadas las circunstancias mis manos no dejaron de recorrer ninguna parte de su cuerpo mientras mis labios se posicionaban en su cuello, simplemente acariciándolo y dejando paso brevemente a mis colmillos, que también rozaban su piel pero no lo suficiente como para hacerle sangrar... o al menos no copiosamente, pues alguno de los paseos de mis colmillos lograron hacer que regueros de sangre casi anecdóticos y para nada peligrosos corrieran por su cuello, logrando que yo bebiera de ellos y que me dejara llevar mientras él terminaba de quitarme aquella ropa interior, que hasta entonces no me había parecido nunca tan poco práctica ni tan extremadamente inútil. Uno de mis brazos pasó tras su cuello, mientras el otro aprovechaba que su espalda estaba libre para hacerle arañazos no demasiado dolorosos, pero sí algo sangrantes, o al menos lo suficiente como para que el dulce y apetecible olor de su sangre me llegara con más fuerza que antes.
Sus manos no tardaron demasiado en recorrer mi gélido cuerpo, ahora algo menos fío por su cercanía y por el ardor de la situación en la que nos encontrábamos inmersos, y pronto los obstáculos que mis ropas suponían dejaron de serlo, pues no estaban ya sobre mi cuerpo sino en el suelo, siendo lo único que me cubría una ropa interior de encaje negro que destacaba sobre mi piel y que, dadas las circunstancias, me sobraba por completo. No dudaba acerca de que su opinión al respecto sería exactamente la misma que la mía, mucho menos cuando su propio cuerpo estaba demostrándome que él quería aquello tanto (o puede que incluso más) que yo. Sin apenas darme cuenta, estaba tumbada sobre la cama que hasta entonces había pertenecido a aquel hombre anónimo del que me había alimentado hacía apenas unos segundos, y Evan se encontraba sobre mí, recorriendo mi cuerpo con sus labios mientras mis manos hacían lo propio, buscando memorizar cada milímetro de su piel. Pero claro, con su ropa (aún sin la camisa, que yacía en el suelo también) me resultaba difícil, por lo que para satisfacer mis ansias de conocimiento me vi obligada a quitarle los pantalones y prácticamente dejarle desnudo sobre mí mientras daba por satisfecha mi curiosidad. Por suerte para él, siglos de vida no la habían mermado ni siquiera un ápice, y dadas las circunstancias mis manos no dejaron de recorrer ninguna parte de su cuerpo mientras mis labios se posicionaban en su cuello, simplemente acariciándolo y dejando paso brevemente a mis colmillos, que también rozaban su piel pero no lo suficiente como para hacerle sangrar... o al menos no copiosamente, pues alguno de los paseos de mis colmillos lograron hacer que regueros de sangre casi anecdóticos y para nada peligrosos corrieran por su cuello, logrando que yo bebiera de ellos y que me dejara llevar mientras él terminaba de quitarme aquella ropa interior, que hasta entonces no me había parecido nunca tan poco práctica ni tan extremadamente inútil. Uno de mis brazos pasó tras su cuello, mientras el otro aprovechaba que su espalda estaba libre para hacerle arañazos no demasiado dolorosos, pero sí algo sangrantes, o al menos lo suficiente como para que el dulce y apetecible olor de su sangre me llegara con más fuerza que antes.
Invitado- Invitado
Re: Evasión (Yohann)
El problema de que dos seres compartan el mismo cuerpo es que en cualquier momento la personalidad que tenga el control puede ser relegada a un segundo plano, sea cual sea la situación. Y, sinceramente, el idiota de Yohann siempre aparece en los momentos mas inoportunos. No puedo soportar seguir sometido a sus estúpidos valores, a su mediocre honor...tengo que matarlo. La excitación que siento no es suficiente como para obviar al violinista, el cual por el momento, ha recuperado el mando de mi cuerpo...por el momento...
Abro los ojos, lo primero que siento es una exaltación desbordante de mi cuerpo sin duda provocada por la presencia frente a mi de una vampiresa en paños menores. Hace un momento estaba tocando el violín y ahora...Evan. Nuevamente ha vuelto a aparecer, y siento...que me ha hecho volver a matar. Desvío mi mirada para observar el cuerpo inerte de un hombre que yace en el suelo y que parece haber sido asesinado por la chupasangre. De manera instintiva me alejo de la inmortal y la miro con un gesto torcido.
-No tienes derecho a asesinar a un humano porque te apetezca.
Por fin comprendo algo mejor lo que es Evan y lo que tengo que hacer con él, buscar la forma de asesinarlo aunque para ello tenga que morir yo con él.
Abro los ojos, lo primero que siento es una exaltación desbordante de mi cuerpo sin duda provocada por la presencia frente a mi de una vampiresa en paños menores. Hace un momento estaba tocando el violín y ahora...Evan. Nuevamente ha vuelto a aparecer, y siento...que me ha hecho volver a matar. Desvío mi mirada para observar el cuerpo inerte de un hombre que yace en el suelo y que parece haber sido asesinado por la chupasangre. De manera instintiva me alejo de la inmortal y la miro con un gesto torcido.
-No tienes derecho a asesinar a un humano porque te apetezca.
Por fin comprendo algo mejor lo que es Evan y lo que tengo que hacer con él, buscar la forma de asesinarlo aunque para ello tenga que morir yo con él.
Yohann Moreau- Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 23/06/2010
Re: Evasión (Yohann)
El momento estaba en el punto álgido entre nosotros, pero no podía evitar que una pequeña nube de pesimismo, normalmente presente en mí hasta en los momentos menos oportunos (sí, exactamente como aquel) hiciera acto de presencia, bien porque algo en mi interior me decía que todo estaba saliendo demasiado bien como para que pudiera seguir yendo bien, bien porque un leve gesto imperceptible por parte de Evan me hizo darme cuenta de que algo no iba como hasta entonces. ¿Podía ser algo de Yohann proveniente de su interior que pugnaba por salir? Tal vez, aunque sólo sé que me separé de él antes de que le diera tiempo a hacer o decir nada y volví a ponerme un mínimo de ropa, a tiempo para observar cómo Yohann volvía a tomar el control del cuerpo que hasta hacía un segundo estaba a mi merced, del mismo modo que yo estaba a la suya. Años de práctica en cuestión de controlar mis emociones, sin embargo, fueron lo que consiguió que mi rostro sólo mantuviera una expresión de frialdad que ocultaba la cierta diversión que sentía en mi interior, diversión porque la situación en sí era como mínimo extraña y porque, además, mi sentido del humor siempre ha sido bastante retorcido, logrando que incluso que hubiera vuelto a ser él mismo cuando menos lo necesitaba me hiciera su punto de gracia. En cualquier caso sólo me crucé de brazos mientras él, con una mirada hosca, me decía que no tenía derecho a matar a cualquier humano sólo porque me apeteciera. Ahí estaba el problema de las pretensiones de todos los humanos, que piensan que pueden controlar lo que alguien diferente a ellos hace o deja de hacer. El problema, querido Yohann, era que sí que podía matar a un humano simplemente porque me apeteciera en el preciso instante de hacerlo; así había sido durante siglos, así iba a continuar durante milenios, pues estaba claro que, siendo superior a ellos claramente, decidir sobre sus vidas y sus muertes en función de mis deseos era algo que entraba dentro de lo lógico y esperable en determinadas situaciones.
Una simple mirada de incredulidad fue lo que dejé que obtuviera por mi parte, pues no esperaba que precisamente él pareciera haberse olvidado de que estaba en mi naturaleza asesinar a los seres humanos para alimentarme de ellos, pues consistían mi sustento y mi alimento, lo suficiente como para evitar que yo muriera o que hubiera aguantado menos tiempo del que ahora parecía obvio que me correspondía. – Eso crees, tú que eres humano, pero vuestras vidas son tan frágiles, tan delicadas, que casi cuesta hasta no eliminarlas. – le dije, acercándome a él súbitamente y esbozando una mueca casi malvada mientras le inmovilizaba contra la pared, haciendo fuerza en uno de sus brazos. Ese hecho pareció dolerle, pues la cara que puso reflejó que parecía tenerlo ya tocado. - ¿Ves? Un simple gesto, una pérdida de control por mi parte y tú acabarías muerto antes de ser capaz de invocar cualquiera de tus truquitos para protegerte. – terminé diciéndole, haciendo más presión para que sintiera el dolor aunque sin llegar a hacerle ninguna lesión grave, o al menos más grave de lo que fueran las que él hubiera sufrido ahí con anterioridad. Me giré y me fui hasta el otro extremo de la habitación, donde me puse el vestido con un gesto rápido, sin mirarle. A él, sin embargo, no iba a matarle, y ni siquiera se me iba a pasar por la cabeza hacerle más daño que el que ya le había hecho como aviso, tal vez porque era mi apetencia que en ese momento estaba saciada con la muerte del anterior huésped, tal vez porque él era diferente a los demás y sería una lástima perderle. Nunca se sabe.
Una simple mirada de incredulidad fue lo que dejé que obtuviera por mi parte, pues no esperaba que precisamente él pareciera haberse olvidado de que estaba en mi naturaleza asesinar a los seres humanos para alimentarme de ellos, pues consistían mi sustento y mi alimento, lo suficiente como para evitar que yo muriera o que hubiera aguantado menos tiempo del que ahora parecía obvio que me correspondía. – Eso crees, tú que eres humano, pero vuestras vidas son tan frágiles, tan delicadas, que casi cuesta hasta no eliminarlas. – le dije, acercándome a él súbitamente y esbozando una mueca casi malvada mientras le inmovilizaba contra la pared, haciendo fuerza en uno de sus brazos. Ese hecho pareció dolerle, pues la cara que puso reflejó que parecía tenerlo ya tocado. - ¿Ves? Un simple gesto, una pérdida de control por mi parte y tú acabarías muerto antes de ser capaz de invocar cualquiera de tus truquitos para protegerte. – terminé diciéndole, haciendo más presión para que sintiera el dolor aunque sin llegar a hacerle ninguna lesión grave, o al menos más grave de lo que fueran las que él hubiera sufrido ahí con anterioridad. Me giré y me fui hasta el otro extremo de la habitación, donde me puse el vestido con un gesto rápido, sin mirarle. A él, sin embargo, no iba a matarle, y ni siquiera se me iba a pasar por la cabeza hacerle más daño que el que ya le había hecho como aviso, tal vez porque era mi apetencia que en ese momento estaba saciada con la muerte del anterior huésped, tal vez porque él era diferente a los demás y sería una lástima perderle. Nunca se sabe.
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