AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
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Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
"Soy consciente de qué aquí, en París, la noche esconde mucho más que mi simple persona. Que entre el abandono del quieto silencio y el subterfugio de la bella oscuridad se ocultan seres que, ciertamente, en todos estos años apenas he podido conocer, si no de un modo fugaz o incluso violento".
Con toda calma y galantería propias de un caballero, el inmortal tomó delicadamente la muñeca izquierda de la mujer que yacía sentada ante él y le situó la mano sobre su regazo. Cubierta por un camisón blanco, su cabello azabache caía cual cascada sobre su rostro, el cual caído, parecía rehuir ser observado. Sentada en el suelo, y recostada su espalda contra la pared, era engullida en la total oscuridad de la habitación, junto a su peculiar acompañante. Lucius, tras restar pensativo unos segundos, frunció el ceño, mostrando una falsa preocupación artística antes de tomar su tobillo derecho y recogerlo, provocando que flexionara su pierna hasta dejarla arqueada, con la planta del pié desnudo aferrado al suelo.
"Quién sabe si esta Ciudad y sus gentes hayan podido templar el ardor de sangre de tan peculiares seres, o si se dejarán ver por mí. Sin duda no me gustaría tener que cazarlos, sería tan rutinario y decepcionante..."
Ladeó el rostro poco a poco, analizando la posición de la mujer en las tinieblas hasta que finalmente sonrió levemente, con una pátina de convencimiento. Se alzó entonces del suelo donde permanecía con una rodilla hincada y se dirigió al ventanal de la habitación, donde la apenas perceptible luz de la noche intentaba entrar, filtrándose por las blancas cortinas. En un acto de liberación, reposó ambas manos en sendas puertecitas del ventanal, y las abrió de par en par, dejando que la luz de la luna bañara en plata el interior de la estancia de forma clara. La habitación dormitorio, era sin duda el segundo piso de una humilde casa familiar en las calles marginales de París.
"Dicen que la sangre, clama a la sangre. Pondré a prueba tan macabro teorema, y a un mismo tiempo, los sentidos y capacidades perceptivas en esta, la Ciudad de las Luces".
Enarcando ambas cejas de forma suave y lenta, echó una ojeada al perfil que marcaban los tejados de la gran urbe parisina, contra el cielo estrellado. Sin decir o pensar acerca de ello, terminó por volverse con eterna calma, para poder contemplar así de nuevo el dormitorio, al mismo tiempo que se llevaba el índice a los labios, buscando silencio de quienes ocupaban la estancia. Ésta, era decorada con una cama matrimonial, cuyas sábanas estaban alborotadas y echas ruina. Al otro lado de la estancia, junto a la puerta que debiera dar al resto de la casa, había un espejo de cuerpo entero, ahora roto, cuyos restos brillantes sobre el suelo bien podían parecer lágrimas de plata. Sin embargo lo más importante y llamativo de aquella pequeña habitación, no eran esos vacuos elementos.
Con total serenidad, Lucretius avanzó hacia el escenario central, resonando los tacones de sus zapatos de época. El índice que tapaba sus labios clamando por silencio, terminó por bajar, cerrando el puño sobre su mentón, dejando libre la boca para argumentar desde la nada, una sonrisa casual, contemplando su obra. Desde debajo de la cama, asomaba un brazo, el de un hombre adulto, cuya mano había quedado extendida y clamorosa de ayuda, en un extraño rictus tras la muerte. Parecía buscar la mano derecha de la mujer recostada en la pared, que la tenía extendida a él, mientras que la izquierda restaba en su regazo, con la pierna arqueada, tal como la había dejado. Su rostro, carente de vida, quedaba oculto por sus cabellos, mientras que trazos finos y largos de su propia esencia vital la rodeaban en destellos sobre el papel de la pared, o la madera del suelo. Ante esa pequeña obra de arte, solo lógica y permisible para los que carecen de bondad cristiana, se empezó a colocar el guante diestro en la mano derecha, la cual había mantenido desnuda para experimentar de forma etérea las sensaciones táctiles de pintar tal cuadro.
"Si debiera juzgar mi propio arte, creo que sin duda diría, que he echado en falta un pequeño, un niño o niña quizás, que completara este óleo de la vida misma, quizás en los brazos de su desesperanzada madre. Pero nada es perfecto, y con esto tendré que conformarme, cuanto menos...hoy".
Con toda calma y galantería propias de un caballero, el inmortal tomó delicadamente la muñeca izquierda de la mujer que yacía sentada ante él y le situó la mano sobre su regazo. Cubierta por un camisón blanco, su cabello azabache caía cual cascada sobre su rostro, el cual caído, parecía rehuir ser observado. Sentada en el suelo, y recostada su espalda contra la pared, era engullida en la total oscuridad de la habitación, junto a su peculiar acompañante. Lucius, tras restar pensativo unos segundos, frunció el ceño, mostrando una falsa preocupación artística antes de tomar su tobillo derecho y recogerlo, provocando que flexionara su pierna hasta dejarla arqueada, con la planta del pié desnudo aferrado al suelo.
"Quién sabe si esta Ciudad y sus gentes hayan podido templar el ardor de sangre de tan peculiares seres, o si se dejarán ver por mí. Sin duda no me gustaría tener que cazarlos, sería tan rutinario y decepcionante..."
Ladeó el rostro poco a poco, analizando la posición de la mujer en las tinieblas hasta que finalmente sonrió levemente, con una pátina de convencimiento. Se alzó entonces del suelo donde permanecía con una rodilla hincada y se dirigió al ventanal de la habitación, donde la apenas perceptible luz de la noche intentaba entrar, filtrándose por las blancas cortinas. En un acto de liberación, reposó ambas manos en sendas puertecitas del ventanal, y las abrió de par en par, dejando que la luz de la luna bañara en plata el interior de la estancia de forma clara. La habitación dormitorio, era sin duda el segundo piso de una humilde casa familiar en las calles marginales de París.
"Dicen que la sangre, clama a la sangre. Pondré a prueba tan macabro teorema, y a un mismo tiempo, los sentidos y capacidades perceptivas en esta, la Ciudad de las Luces".
Enarcando ambas cejas de forma suave y lenta, echó una ojeada al perfil que marcaban los tejados de la gran urbe parisina, contra el cielo estrellado. Sin decir o pensar acerca de ello, terminó por volverse con eterna calma, para poder contemplar así de nuevo el dormitorio, al mismo tiempo que se llevaba el índice a los labios, buscando silencio de quienes ocupaban la estancia. Ésta, era decorada con una cama matrimonial, cuyas sábanas estaban alborotadas y echas ruina. Al otro lado de la estancia, junto a la puerta que debiera dar al resto de la casa, había un espejo de cuerpo entero, ahora roto, cuyos restos brillantes sobre el suelo bien podían parecer lágrimas de plata. Sin embargo lo más importante y llamativo de aquella pequeña habitación, no eran esos vacuos elementos.
Con total serenidad, Lucretius avanzó hacia el escenario central, resonando los tacones de sus zapatos de época. El índice que tapaba sus labios clamando por silencio, terminó por bajar, cerrando el puño sobre su mentón, dejando libre la boca para argumentar desde la nada, una sonrisa casual, contemplando su obra. Desde debajo de la cama, asomaba un brazo, el de un hombre adulto, cuya mano había quedado extendida y clamorosa de ayuda, en un extraño rictus tras la muerte. Parecía buscar la mano derecha de la mujer recostada en la pared, que la tenía extendida a él, mientras que la izquierda restaba en su regazo, con la pierna arqueada, tal como la había dejado. Su rostro, carente de vida, quedaba oculto por sus cabellos, mientras que trazos finos y largos de su propia esencia vital la rodeaban en destellos sobre el papel de la pared, o la madera del suelo. Ante esa pequeña obra de arte, solo lógica y permisible para los que carecen de bondad cristiana, se empezó a colocar el guante diestro en la mano derecha, la cual había mantenido desnuda para experimentar de forma etérea las sensaciones táctiles de pintar tal cuadro.
"Si debiera juzgar mi propio arte, creo que sin duda diría, que he echado en falta un pequeño, un niño o niña quizás, que completara este óleo de la vida misma, quizás en los brazos de su desesperanzada madre. Pero nada es perfecto, y con esto tendré que conformarme, cuanto menos...hoy".
Lucius Lucretius- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
No habia mucho por hacer en las calles de Paris. La noche estaba realmente en calma y debia admitirlo, estaba un poco aburrida. Mi cascabel no habia denotado nada malo desde que sali y nada con quienes me cruzaba. No habia peleas en las calles esta vez, los burdeles estaban en un espantoso silencio pese a la musica y realmente a mi me parecio extraño ello. Camine un poco más, sintiendo el aire fresco de la noche y la preciosa luna que irradiaba su luz sobre mi piel muerta. Me sentia muy bien pero algo me hizo detenerme frente a una casa. Habia un olor peculiar...
Me acerque al pórtico, dudando en si tocar o no, para poder agudizar mis sentidos. El olor era de sangre, no habia duda alguna, pero la proporcion era muy familiar. Casi como si alguien hubiera bebido de ellos...Bueno, al ser el trabajo de alguien de mi estirpe lo mejor seria una retirada. No hay que estropear el apetito de otro.
Cuando me aleje un poco de la puerta, me cruce con una joven "amiga" que solia visitar cuando su madre estaba enferma. La ahora fallecida mujer sabia quien era yo y una noche, tuve que cometer eutanacia con ella pues estaba intentando decirle a su hija la verdad sobre mi antes de morir.
Rogue en mi mente que el ser vampirico ya se hubiese marchado de la casa, no queria cruzarmelo y pasar un momento incomodo pero Carmella seguia hablando y hablando y no sabia como hacerla callar de un modo sutil y sin que se ofendiera. No es que no me importase de lo que hablaba o como habia estado ella pero a veces me agotaba...
Me acerque al pórtico, dudando en si tocar o no, para poder agudizar mis sentidos. El olor era de sangre, no habia duda alguna, pero la proporcion era muy familiar. Casi como si alguien hubiera bebido de ellos...Bueno, al ser el trabajo de alguien de mi estirpe lo mejor seria una retirada. No hay que estropear el apetito de otro.
Cuando me aleje un poco de la puerta, me cruce con una joven "amiga" que solia visitar cuando su madre estaba enferma. La ahora fallecida mujer sabia quien era yo y una noche, tuve que cometer eutanacia con ella pues estaba intentando decirle a su hija la verdad sobre mi antes de morir.
Rogue en mi mente que el ser vampirico ya se hubiese marchado de la casa, no queria cruzarmelo y pasar un momento incomodo pero Carmella seguia hablando y hablando y no sabia como hacerla callar de un modo sutil y sin que se ofendiera. No es que no me importase de lo que hablaba o como habia estado ella pero a veces me agotaba...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/03/2011
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Mientras ajustaba el guante en su mano diestra, el inmortal pudo notar como los huesecillos de su oreja vibraban levemente, marcándole el origen de un sonido externo. Uno nuevo, procedente del exterior, en las calles parisinas. Su sonrisa se apagó unos instantes, al mismo tiempo que enarcaba una sola de sus cejas, terminando de ajustar el guante con un gesto de firmeza mediante la mano. La tonalidad que venía desde la calle parecía ser femenina, la de una dama. En un gesto de irónica vanidad caminó un par de pasos hasta poder encararse al espejo roto que había al fondo de la austera habitación, y se ajustó el pañuelo que ceñía su cuello y decoraba la apertura de su traje de tonalidad pastel. Pese a que no podía verse al otro lado, elevó ambas manos y posó un instante, recolocando el tricornio que portaba sobre la peluca de época.
Alguien como él, un vástago de la noche, recién perfumado con el éxtasis de la sangre, rara vez desperdiciaba una oportunidad por miscelánea que fuera, siempre y cuando el Astro Rey restara lo suficientemente lejos, y nunca pudiera darle alcance. Revirtiendo sus gestos, giró sobre sus talones y empezó a caminar poco a poco hacia la ventana, provocando el gemido intermitente de la madera bajo sus zapatos. A cada avance la voz y el timbre de la dama era más obvio y fácil de discernir. Una vez frente al ventanal, contempló la noche y su estrellado cielo argénteo una vez más, antes de inclinarse de forma pasiva, apoyando ambas manos en el marco. Su vista cayó sobre las calles parisinas, contemplando el origen de la conversación. Su rostro neutro permaneció espectador durante unos momentos, hasta que finalmente se incorporó con suavidad, irguiendo la espalda. Sus ojos escrutaron unos instantes las calles que conectaban con el tramo que albergaba la casa y finalmente sus labios se torcieron de forma elegante, en una sonrisa cuidada y fina.
"Dos damas. Sería poco adecuado hacer retoques y cambios al cuadro que ya he terminado, añadiendo además el hecho de lo improbable de hacerlas subir hasta aquí. ¿Sería atrevido suponer que puedo dar rienda suelta al arte dos veces en una misma noche? Quizás no atrevido, pero puede que sí imprudente..."
Durante un instante cerró los ojos, manteniendo su sonrisa, la cual desaparecería al abrir los párpados, dejando sus irises encandilados por la luna. Volviendo de nuevo la vista a las damas situadas a pié de calle frunció levemente el entrecejo, quizás no era todo tan sencillo ni tan evidente. Algo no cuadraba en aquella situación tan simple, algo restaba fuera de lo habitual, al margen de la rutina. Lamentablemente el inmortal no sabía el qué, aunque eso no era impedimento para intentar averiguarlo.
Dejando de lado la idea de una aparatosa entrada saliendo por la ventana, sus pasos volvieron a retroceder. Caminó hasta el extremo de la habitación al otro lado y la abandonó, para una vez en el pasillo del segundo piso, descender las escaleras de la futura casa en venta y llegar a sus puertas, saliendo así al fresco ambiente de la noche invernal. Con calma, cerró tras de sí la puerta al edificio, observando el rostro de una y otra dama sin molestarlas o intervenir en primera instancia, aunque formando de forma brusca, parte de la cercanía escénica. Pasados unos segundos, retiró las manos del paño de la puerta a sus espaldas, colocándolas de forma elegante en tanto que avanzaba con lentitud.
- Bienaventuradas las damas de París, pues la ciudad suspira cada noche por ellas.- Una breve pausa, tras atraer deliberadamente la atención y esbozar su cortesana sonrisa, mientras ladeaba de forma sutil el rostro. - Mi corazón se encoge al contemplarlas aquí, en soledad bajo el lúgubre techo de la noche, en calle quizás, poco amigables para tan dignas señoritas.
Alguien como él, un vástago de la noche, recién perfumado con el éxtasis de la sangre, rara vez desperdiciaba una oportunidad por miscelánea que fuera, siempre y cuando el Astro Rey restara lo suficientemente lejos, y nunca pudiera darle alcance. Revirtiendo sus gestos, giró sobre sus talones y empezó a caminar poco a poco hacia la ventana, provocando el gemido intermitente de la madera bajo sus zapatos. A cada avance la voz y el timbre de la dama era más obvio y fácil de discernir. Una vez frente al ventanal, contempló la noche y su estrellado cielo argénteo una vez más, antes de inclinarse de forma pasiva, apoyando ambas manos en el marco. Su vista cayó sobre las calles parisinas, contemplando el origen de la conversación. Su rostro neutro permaneció espectador durante unos momentos, hasta que finalmente se incorporó con suavidad, irguiendo la espalda. Sus ojos escrutaron unos instantes las calles que conectaban con el tramo que albergaba la casa y finalmente sus labios se torcieron de forma elegante, en una sonrisa cuidada y fina.
"Dos damas. Sería poco adecuado hacer retoques y cambios al cuadro que ya he terminado, añadiendo además el hecho de lo improbable de hacerlas subir hasta aquí. ¿Sería atrevido suponer que puedo dar rienda suelta al arte dos veces en una misma noche? Quizás no atrevido, pero puede que sí imprudente..."
Durante un instante cerró los ojos, manteniendo su sonrisa, la cual desaparecería al abrir los párpados, dejando sus irises encandilados por la luna. Volviendo de nuevo la vista a las damas situadas a pié de calle frunció levemente el entrecejo, quizás no era todo tan sencillo ni tan evidente. Algo no cuadraba en aquella situación tan simple, algo restaba fuera de lo habitual, al margen de la rutina. Lamentablemente el inmortal no sabía el qué, aunque eso no era impedimento para intentar averiguarlo.
Dejando de lado la idea de una aparatosa entrada saliendo por la ventana, sus pasos volvieron a retroceder. Caminó hasta el extremo de la habitación al otro lado y la abandonó, para una vez en el pasillo del segundo piso, descender las escaleras de la futura casa en venta y llegar a sus puertas, saliendo así al fresco ambiente de la noche invernal. Con calma, cerró tras de sí la puerta al edificio, observando el rostro de una y otra dama sin molestarlas o intervenir en primera instancia, aunque formando de forma brusca, parte de la cercanía escénica. Pasados unos segundos, retiró las manos del paño de la puerta a sus espaldas, colocándolas de forma elegante en tanto que avanzaba con lentitud.
- Bienaventuradas las damas de París, pues la ciudad suspira cada noche por ellas.- Una breve pausa, tras atraer deliberadamente la atención y esbozar su cortesana sonrisa, mientras ladeaba de forma sutil el rostro. - Mi corazón se encoge al contemplarlas aquí, en soledad bajo el lúgubre techo de la noche, en calle quizás, poco amigables para tan dignas señoritas.
Lucius Lucretius- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Queria saber como habia estado y no pude más que improvisar porque no estaba aun segura de si aque lser se encontraba en la casa o no. Le invente unos viajes y tramites en Inglaterra cosa de que la conversacion se vuelva aburrida e incomoda, lo suficiente para una sutil y comoda despedida. Pero no fue asi, de pronto surgio el "yo una vez estuve alli...". Dios, a veces desearia poder hacerle daño pero no estaba entre mis codigos matar porque si. Suspire hondamente.
Hasta que escuche la puerta abrirse pero no quise voltear, solo segui la conversacion como si nada. Habia alguien en la casa. Al hablarnos con tales palabras y una sonrisa atractiva para cualquiera, mi joven acompañante no pudo evitar el rubor en sus mejillas y elevar su mano para acomodar su cabello de forma sutil. Yo simplemente me limite a sonreirle al caballero y reverenciarle en forma de saludo.
-La noche no es el peligro, Monsieur. Si no quienes la recorren en las calles.-entrecerre un poco la mirada observandole. Como habia llegado un vampiro de tan alta clase a unos barrios de clase media como estos? Carmella se habia quedado muda, no sabia ni que decir. Negué con la cabeza.-Es inusual ver a un caballero de su clase en barrios asi, me atrevo a decir...
Hasta que escuche la puerta abrirse pero no quise voltear, solo segui la conversacion como si nada. Habia alguien en la casa. Al hablarnos con tales palabras y una sonrisa atractiva para cualquiera, mi joven acompañante no pudo evitar el rubor en sus mejillas y elevar su mano para acomodar su cabello de forma sutil. Yo simplemente me limite a sonreirle al caballero y reverenciarle en forma de saludo.
-La noche no es el peligro, Monsieur. Si no quienes la recorren en las calles.-entrecerre un poco la mirada observandole. Como habia llegado un vampiro de tan alta clase a unos barrios de clase media como estos? Carmella se habia quedado muda, no sabia ni que decir. Negué con la cabeza.-Es inusual ver a un caballero de su clase en barrios asi, me atrevo a decir...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
La mirada del inmortal pasó pacientemente de una dama a la otra, su interés por aquella que había enmudecido se disolvió rápidamente, sin duda no era la clase de mujer digna de ser compañía en la noche, quizás si no obstante, de formar parte de una de las obras nocturnas, inspiradas en lo primero que le cruzara la mente. No era, sin embargo, momento de pensar en aquella clase de banalidades, pues segunda dama no había enmudecido ni mucho menos. Parecía una mujer radicalmente distinta a su acompañante, una que había conservado su tranquilidad y aplomo aparentes, reaccionando con naturalidad y entereza a su repentina entrada en escena, o como otros lo llamarían, a la irrupción nocturna.
Los ojos grisáceos del vástago reposaron en Jacqueline de forma fija y analítica. Aunque los mantuvo de ese modo, en el silencio, durante unos segundos, estos se desplazaron lentamente para cualquiera criatura cuya noción del tiempo se hallara desfigurada. Sus facciones, quizás alertadas del vacío en su falta de respuesta, renovaron su sonrisa elegante para asentir de forma galán, a la par que su vista caía un breve instante al pavimento, observando el calzado de ambas, antes de volver a ascender a sus rostros, dispuesto a hablar.
- Lo que decís es tan tristemente cierto que me apena. Saber de tan esplendorosa ciudad, forjada en gloria y bella arquitectura, nido de ladrones y malhechores es sin duda un agravio al título que ostenta.- Enarcó ambas cejas, expresivo, para ocultar sus dientes, y convertir su sonrisa en una mueca por parte de la comisura. Su rostro se ladeó suavemente, acompañando su mano diestra el mismo sentido cuando sus palabras volvieron a sonar. - Pero es bien sabido que toda luz proyecta sombras, y esta Ciudad es bien conocida por la abundancia de las primeras, que en consecuencia, aguardan muchas de las segundas.
"Lo cierto es que pocas respuestas a una pregunta indirecta como la que habéis realizado poseen un trasfondo agradable. ¿Qué puede hacer un caballero de "mi clase" en un barrio como este? Nada bueno sin duda, o nada que quiera ser conocido. Saliendo además de una casa humilde y austera, en plena noche. Mis queridas amigas se han convertido en potenciales testigos de improvisto. Odiosa urbe, cuan relajante era la brisa y el silencio de las zonas rurales en La Vendée..."
Abandonando su circunstancial pensamiento, retrocedió su mano diestra hasta su pañuelo, apoyándose en este con discreción, a la par que la izquierda se colocaba tras la espalda, en un gesto de caballero, cambiando el equilibrio de una pierna a la otra.
- Un caballero como yo debe saber aprovechar esas sombras mientras las gentes de buen hacer contemplan las luces. Uno ha de saber cubrirse en ellas cuando debe saciar sus privados vicios, sin que se enturbie su pública virtud. - Su sonrisa se tiñó con agudeza, sin perder la amabilidad pomposa de su tono. Desviando el asunto por vez primera, lo volvería a retorcer hasta que todo quedara en una anécdota. - Pero no soy hombre de amantes, en verdad. Más cuando mi administrador y contacto me cita por asuntos de dinero, siempre acudo raudo allí donde me diga. El sonido de las monedas puede quitar el sueño, e incluso el hambre, por eso hay que cuidarlo con tanta delicadeza. Esa es mi situación, y no otra.
Dejando una leve pausa, sus pasos se acercaron sensiblemente, resonando en el eco de las calles ausentes de tránsito, guardando una distancia de seguridad con ambas damas, no para su tranquilidad, si no para no escandalizarlas con su cercanía.
- Sin embargo, ¿qué os trae a vos, junto a vuestra cándida acompañante, a tan altas horas?
Los ojos grisáceos del vástago reposaron en Jacqueline de forma fija y analítica. Aunque los mantuvo de ese modo, en el silencio, durante unos segundos, estos se desplazaron lentamente para cualquiera criatura cuya noción del tiempo se hallara desfigurada. Sus facciones, quizás alertadas del vacío en su falta de respuesta, renovaron su sonrisa elegante para asentir de forma galán, a la par que su vista caía un breve instante al pavimento, observando el calzado de ambas, antes de volver a ascender a sus rostros, dispuesto a hablar.
- Lo que decís es tan tristemente cierto que me apena. Saber de tan esplendorosa ciudad, forjada en gloria y bella arquitectura, nido de ladrones y malhechores es sin duda un agravio al título que ostenta.- Enarcó ambas cejas, expresivo, para ocultar sus dientes, y convertir su sonrisa en una mueca por parte de la comisura. Su rostro se ladeó suavemente, acompañando su mano diestra el mismo sentido cuando sus palabras volvieron a sonar. - Pero es bien sabido que toda luz proyecta sombras, y esta Ciudad es bien conocida por la abundancia de las primeras, que en consecuencia, aguardan muchas de las segundas.
"Lo cierto es que pocas respuestas a una pregunta indirecta como la que habéis realizado poseen un trasfondo agradable. ¿Qué puede hacer un caballero de "mi clase" en un barrio como este? Nada bueno sin duda, o nada que quiera ser conocido. Saliendo además de una casa humilde y austera, en plena noche. Mis queridas amigas se han convertido en potenciales testigos de improvisto. Odiosa urbe, cuan relajante era la brisa y el silencio de las zonas rurales en La Vendée..."
Abandonando su circunstancial pensamiento, retrocedió su mano diestra hasta su pañuelo, apoyándose en este con discreción, a la par que la izquierda se colocaba tras la espalda, en un gesto de caballero, cambiando el equilibrio de una pierna a la otra.
- Un caballero como yo debe saber aprovechar esas sombras mientras las gentes de buen hacer contemplan las luces. Uno ha de saber cubrirse en ellas cuando debe saciar sus privados vicios, sin que se enturbie su pública virtud. - Su sonrisa se tiñó con agudeza, sin perder la amabilidad pomposa de su tono. Desviando el asunto por vez primera, lo volvería a retorcer hasta que todo quedara en una anécdota. - Pero no soy hombre de amantes, en verdad. Más cuando mi administrador y contacto me cita por asuntos de dinero, siempre acudo raudo allí donde me diga. El sonido de las monedas puede quitar el sueño, e incluso el hambre, por eso hay que cuidarlo con tanta delicadeza. Esa es mi situación, y no otra.
Dejando una leve pausa, sus pasos se acercaron sensiblemente, resonando en el eco de las calles ausentes de tránsito, guardando una distancia de seguridad con ambas damas, no para su tranquilidad, si no para no escandalizarlas con su cercanía.
- Sin embargo, ¿qué os trae a vos, junto a vuestra cándida acompañante, a tan altas horas?
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
A mis oidos, sus palabras solo enfatizaban mucho más el hecho de lo que ocultaba. Muy pocos seres hablaban de la noche y sus sombras malditas con la debida franqueza y acierto como él. Pero era asi, donde hay luz hay sombra. Donde hay bondad, hay maldad...y donde hay sangre, siempre habra vampiros.
-Se diria que vuestra merced conoce muy bien sobre aquellas sombras...o es que forma parte de ellas?-dije denotando extrañeza en mi voz, dandole a entender de forma indirecta que sabia quien era él en realidad y lo que habria hecho con las personas que moraban aquella casa. Cuantos habra consumido? Una familia? Un simple matrimonio? Algun soltero empedernido?
Carmella parecia haberse quedado hipnotizada con las palabras del caballero ante nosotras. Estaba ruborizada y podia escuchar su fragil corazon latiendo bastante rapido. Ella era un poco incredula e inocente hacia el amor y los hombres. Pese a eso, aun buscaba quien pudiera hacerla feliz pero siempre encontraba dolor, no seria la excepcion si se cruzaba con un vampiro.
El señor nos pregunto tambien el porqué estabamos en la calle a horas asi. Mi acompañante habia abierto la boca de forma sutil para decir algo pero, antes de que si quiera suspirase, la tome de su mano y le dije al joven hombre:
-El aire fresco nocturno a veces sienta bien.-ella mi miro con duda pero yo sujete su mano, apretandola un poco para que no hablase.-Nos dirigiamos hacia su casa para tomar algo y charlar puesto que hace mucho que no nos vemos. No le quitaremos más tiempo, Monsieur. Cuidese de las sombras.-y ya habiamos empezado a caminar pero no fue sino hasta solo tres pasos que mi pobre amiga se paro y dijo:
-Aguarda, Jackie.-se giro hacia el hombre y continuo:-Podria persuadirle de que nos acompañase? La noche no es de mi agrado y vivo en una zona peligrosa...-maldeci para mis adentros. Oh, Carmella...que has hecho...?
-Se diria que vuestra merced conoce muy bien sobre aquellas sombras...o es que forma parte de ellas?-dije denotando extrañeza en mi voz, dandole a entender de forma indirecta que sabia quien era él en realidad y lo que habria hecho con las personas que moraban aquella casa. Cuantos habra consumido? Una familia? Un simple matrimonio? Algun soltero empedernido?
Carmella parecia haberse quedado hipnotizada con las palabras del caballero ante nosotras. Estaba ruborizada y podia escuchar su fragil corazon latiendo bastante rapido. Ella era un poco incredula e inocente hacia el amor y los hombres. Pese a eso, aun buscaba quien pudiera hacerla feliz pero siempre encontraba dolor, no seria la excepcion si se cruzaba con un vampiro.
El señor nos pregunto tambien el porqué estabamos en la calle a horas asi. Mi acompañante habia abierto la boca de forma sutil para decir algo pero, antes de que si quiera suspirase, la tome de su mano y le dije al joven hombre:
-El aire fresco nocturno a veces sienta bien.-ella mi miro con duda pero yo sujete su mano, apretandola un poco para que no hablase.-Nos dirigiamos hacia su casa para tomar algo y charlar puesto que hace mucho que no nos vemos. No le quitaremos más tiempo, Monsieur. Cuidese de las sombras.-y ya habiamos empezado a caminar pero no fue sino hasta solo tres pasos que mi pobre amiga se paro y dijo:
-Aguarda, Jackie.-se giro hacia el hombre y continuo:-Podria persuadirle de que nos acompañase? La noche no es de mi agrado y vivo en una zona peligrosa...-maldeci para mis adentros. Oh, Carmella...que has hecho...?
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
En tanto que la avezada dama tomaba la iniciativa para volver la conversación a las tinieblas, los sentidos del inmortal se agudizaban. Sin embargo, bien su temple permanecía inmutable y firme, siguiendo en todo momento el proceder sibilino y cargado de cortesana astucia. Una pregunta tan concreta, formulada por un tono como aquél, sin duda suponía una amenaza, o quizás mejor dicho, una advertencia. Un muro o señal, sobre la cual la dama no deseaba que se cruzara en modo alguno. A su misticismo el inmortal respondió con su reverente calma, y su fino ingenio.
- Bien es sabido que deberes poseemos los gentilhombres, y que un buen caballero debe conocer tan bien las sombras de los demás, como la suya propia. Y si me preguntáis entonces en qué sombras me cobijo, yo os digo que aquellas que más me convengan, siempre al lado de la luz más brillante.
De nuevo los dientes aparecieron, en una sonrisa dental, habiendo dado respuesta común a tan extraña pregunta. En un gesto lento, y medido en sus adentros, sus ojos tornaron a la dama que había quedado en todo momento callada. A ella le dirigió un suave asentimiento, que si bien por sí solo no tenía porque significar nada, buscaba empatía y complicidad con el carácter más débil de la improvisada reunión, o simplemente, con el que lo parecía a prima vista. Dejando su mirada entablada con la de la mortal unos segundos, pronto volvió atento a Jacqueline, para escuchar sus palabras en respuesta a sus cuestiones anteriores, siendo estas acompañadas por desgracia, de una aparentemente tajante despedida.
En tanto que ambas damas empezaban a caminar, su cuerpo y posado se relajó. Habiéndole dado ambas la espalda, su mirada seguía su caminar con una mueca extraña, en cierto modo memorizando sus gestos y movimientos, y por otro lado claramente desencantado con el abrupto desenlace. Sus párpados cayeron con suavidad, ocultando parcialmente sus ojos, en tanto que estos seguían a la pareja de féminas. Sin embargo las facciones del vástago pronto cambiaron. Fruto de hallar algo, en extraña intuición su sonrisa se recobró pacientemente, y justo entonces, acompañando su cambio expresivo, la dama mortal se volvió solicitando su compañía, en el trayecto a casa. No podía haberse dado mejor cambio.
"Sin duda, esto me ahorra muchos dolores de cabeza, cuanto mejor es ser invitado, que no tener que seguir desde la discreción y el engaño. Ya no tendré que valerme de artimañas para solventar este pequeño incidente, todo puede quedar... "en familia" supongo".
Asintiendo con deliberado agradecimiento, el inmortal esbozó su habitual sonrisa, arrugando suavemente los ojos, fingiendo complacencia. Sus pasos se acercaron, resonando en la noche mientras su voz volvía a tomar las calles, elegante y suave.
- Oh, no podía ser de otro modo, mademoiselle, una bella señorita como vos, difícilmente podía ser una criatura amante de las tinieblas. Bien reluciente, a la luz debéis gustar de arrimaros para reconfortaros con su verdad, y su calor.- Una vez las distancias volvieron a quedar recortadas, parpadeo una sola vez, y miró a la dama que le había invitado para asentir una última vez. - Será un placer acompañaros, protegiéndoos a vos y ... a vuestra acompañante de las vicisitudes que aguardan en las sombras.
Dicho esto, Lucius retornó su visión a Jacqueline, mostrándole cual víbora su sonrisa encantada con la propuesta. Una emoción esgrimida con maestría por un cascarón hueco de toda expresión emocional real.
- Y habiéndoseme concedido el alto honor y confianza de acompañarlas, me tendría en muy bajo concepto a mí mismo, si no tuviera el detalle de presentarme a vuestras mercedes, damas de la espléndida París.- Con un elegante movimiento, realizó una inclinación cuidada y formal, sin ser servil, captaba la esencia del siglo pasado. - Lucien de La Vendée, un placer, debo añadir.
Su vista volvió a alzarse para contemplarlas a ambas con el mentón tenuemente alzado, y dispuesto a seguirlas, así como a conocer sus identidades, o el nombre con el que decidieran presentarse.
- Bien es sabido que deberes poseemos los gentilhombres, y que un buen caballero debe conocer tan bien las sombras de los demás, como la suya propia. Y si me preguntáis entonces en qué sombras me cobijo, yo os digo que aquellas que más me convengan, siempre al lado de la luz más brillante.
De nuevo los dientes aparecieron, en una sonrisa dental, habiendo dado respuesta común a tan extraña pregunta. En un gesto lento, y medido en sus adentros, sus ojos tornaron a la dama que había quedado en todo momento callada. A ella le dirigió un suave asentimiento, que si bien por sí solo no tenía porque significar nada, buscaba empatía y complicidad con el carácter más débil de la improvisada reunión, o simplemente, con el que lo parecía a prima vista. Dejando su mirada entablada con la de la mortal unos segundos, pronto volvió atento a Jacqueline, para escuchar sus palabras en respuesta a sus cuestiones anteriores, siendo estas acompañadas por desgracia, de una aparentemente tajante despedida.
En tanto que ambas damas empezaban a caminar, su cuerpo y posado se relajó. Habiéndole dado ambas la espalda, su mirada seguía su caminar con una mueca extraña, en cierto modo memorizando sus gestos y movimientos, y por otro lado claramente desencantado con el abrupto desenlace. Sus párpados cayeron con suavidad, ocultando parcialmente sus ojos, en tanto que estos seguían a la pareja de féminas. Sin embargo las facciones del vástago pronto cambiaron. Fruto de hallar algo, en extraña intuición su sonrisa se recobró pacientemente, y justo entonces, acompañando su cambio expresivo, la dama mortal se volvió solicitando su compañía, en el trayecto a casa. No podía haberse dado mejor cambio.
"Sin duda, esto me ahorra muchos dolores de cabeza, cuanto mejor es ser invitado, que no tener que seguir desde la discreción y el engaño. Ya no tendré que valerme de artimañas para solventar este pequeño incidente, todo puede quedar... "en familia" supongo".
Asintiendo con deliberado agradecimiento, el inmortal esbozó su habitual sonrisa, arrugando suavemente los ojos, fingiendo complacencia. Sus pasos se acercaron, resonando en la noche mientras su voz volvía a tomar las calles, elegante y suave.
- Oh, no podía ser de otro modo, mademoiselle, una bella señorita como vos, difícilmente podía ser una criatura amante de las tinieblas. Bien reluciente, a la luz debéis gustar de arrimaros para reconfortaros con su verdad, y su calor.- Una vez las distancias volvieron a quedar recortadas, parpadeo una sola vez, y miró a la dama que le había invitado para asentir una última vez. - Será un placer acompañaros, protegiéndoos a vos y ... a vuestra acompañante de las vicisitudes que aguardan en las sombras.
Dicho esto, Lucius retornó su visión a Jacqueline, mostrándole cual víbora su sonrisa encantada con la propuesta. Una emoción esgrimida con maestría por un cascarón hueco de toda expresión emocional real.
- Y habiéndoseme concedido el alto honor y confianza de acompañarlas, me tendría en muy bajo concepto a mí mismo, si no tuviera el detalle de presentarme a vuestras mercedes, damas de la espléndida París.- Con un elegante movimiento, realizó una inclinación cuidada y formal, sin ser servil, captaba la esencia del siglo pasado. - Lucien de La Vendée, un placer, debo añadir.
Su vista volvió a alzarse para contemplarlas a ambas con el mentón tenuemente alzado, y dispuesto a seguirlas, así como a conocer sus identidades, o el nombre con el que decidieran presentarse.
Lucius Lucretius- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
La sombras ahora eran lo ultimo que me preocupaba. No habria palabra que describiera el comportamiento tan absurdo de Carmella. No solo habia invitado a un extraño, sino que este hombre quizas aun no estaba saciado de su sed y podia llegar a verla como una victima facil. Mi ultima esperanza se desvanecio cuando el hombre joven, pero aun asi de aspecto longevo, acepto mostrando una sonrisa en cuya desconfianza se poso en mi. Sentia el deseo de proteger a mi joven amiga, no deseaba oler más sangre esta noche y más si se trataba de ella.
Al presentarse, se confirmo una duda oculta en mi mente. Su nombre no solo destacaba que era de alta alcurnia, sino ademas que habia más años en él de lo que yo tendria. Cuantos? Esa duda no se esclareceria ahora.
Carmella le reverencio y se presento primero:
-Carmella Giobanni, es un placer conocerlo.-su tono de voz me hizo fruncir el ceño. Cuan infantil y desesperada puede hacerse notar? Mucho me temo...Suspire y tambien le reverencie, aunque con un rostro inexpresivo.
-Jacqueline Samantha Ritchway.-el placer estaba de lado lamentablemente. Nuestro "protector" tenia claras sus intenciones y nada más que por ello decidio acompañarnos hasta la vivienda de mi amiga.
Aun la tenia tomada de la mano cuando retornamos el caminar, su corazon aun latia como loco y no sabia ya qué decir para que se relajara un poco y se distrajera de la compañia del caballero antiguo pero, para mi mala suerte, "genio y figura, hasta la sepulura".
-De donde es usted, Monsieur? Su forma de dirigirse y expresarse no demuestran que sea un caballero francés.-debo admitir que tambien yo queria saber aquella cuestion...
Al presentarse, se confirmo una duda oculta en mi mente. Su nombre no solo destacaba que era de alta alcurnia, sino ademas que habia más años en él de lo que yo tendria. Cuantos? Esa duda no se esclareceria ahora.
Carmella le reverencio y se presento primero:
-Carmella Giobanni, es un placer conocerlo.-su tono de voz me hizo fruncir el ceño. Cuan infantil y desesperada puede hacerse notar? Mucho me temo...Suspire y tambien le reverencie, aunque con un rostro inexpresivo.
-Jacqueline Samantha Ritchway.-el placer estaba de lado lamentablemente. Nuestro "protector" tenia claras sus intenciones y nada más que por ello decidio acompañarnos hasta la vivienda de mi amiga.
Aun la tenia tomada de la mano cuando retornamos el caminar, su corazon aun latia como loco y no sabia ya qué decir para que se relajara un poco y se distrajera de la compañia del caballero antiguo pero, para mi mala suerte, "genio y figura, hasta la sepulura".
-De donde es usted, Monsieur? Su forma de dirigirse y expresarse no demuestran que sea un caballero francés.-debo admitir que tambien yo queria saber aquella cuestion...
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Al conocer el nombre e identidad de ambas, su sonrisa procuró compensarlas, asintiendo con la misma educación que había procurado mantener durante todo el extraño y misceláneo encuentro. Con un movimiento fluido y ensayado, cazó las yemas del índice y el pulgar, gesticulando con la mano mientras hablaba, adulador hasta cierto punto.
- Nombres tan solo propios de aquellas a quién el destino les ha reservado dicha y placeres. - Manteniendo su sonrisa, separó el índice para erguirlo y negar con el mismo, restándole importancia. - Espirituales, por supuesto. Estoy seguro de que aquí, en París, vuestras mercedes han hallado no una ni dos, si no muchas curiosidades que han alimentado la experiencia y el conocimiento. Desde el más simple detalle, a las intricada trama. Pues de lo simple aprendemos, y en lo complicado, a menudo nos perdemos.
Integrado en el grupo, como un tercer miembro, el inmortal mantenía su máscara exterior de forma pulcra y cuidada. Observaba tan solo de forma ocasional a las damas que "escoltaba por generosidad", situando de forma rutinaria su vista en el horizonte de la calle, o en ocasiones sobre los portales de las casas adosadas y los apartamentos masificados que conformaban los barrios de clase media en la ciudad parisina. Para cualquier observador casual, sin duda era un caballero abstraído, con la vista en ningún sitio y todos a la vez, pero en sus adentros, era más que probable que el vástago estuviera situando olores y sonidos, memorizando lugares interesantes, que quizás en otro momento, en otra ocasión, pudiera visitar volviendo sobre sus pasos.
Ante la curiosidad de la dama Carmella, su vista volvió unos instantes a ella, observándola en un análisis circunstancial durante el cual perdió su sonrisa galán. Por un segundo su mirada de desprecio estuvo a punto de emerger de sus cuencas, más docto en el arte teatral, y consciente de que cualquier error puede ser fatal, pronto suavizó sus facciones, dejando para su interior, las intrigas.
" Demasiado tiempo en medios rurales deben haber deteriorado mi adaptación al medio. Hacía mucho tiempo desde la última vez que alguien me sugirió que no era quién fingía ser. El hecho de no haber logrado pasar por ciudadano parisino era aceptable, dado el poco tiempo en la ciudad, pero él no ser siquiera francés era alarmante. ¿Quizás el vestido? ¿ El acento? ¿El vocabulario? ¿Qué ha cambiado tanto en un siglo de aislamiento rural? Toca jugar la baza del retroceso"
- Y veo que no solo habéis tomado el don de la belleza en Francia, sino que además os habéis consagrado a revelarme vuestra erudición.- Sonrió elegante, halagando a Carmella por su pregunta, aunque sus pretensiones desearan desollarla allí mismo por tal afirmación. - Juzgáis con rapidez, y veo que mi sapiencia del idioma francés no ha sido suficiente para engañar vuestro fino oído, y vuestros excelsos ojos. Llevo un tiempo aquí, en este maravilloso Reino, más procedo de los Estados Italianos, concretamente de Saboya, estoy seguro de que conocéis, aunque sea de oídas, esos lares. Una tierra muy bonita y tranquila, debo decir, con un Príncipe muy diligente y centrado en gobernar. Sin embargo nación tan pequeña no conoce mis placeres, en el coleccionismo, y aquí, concretamente en esta ciudad, se hallan muy buenos materiales, y también grupos dispuestos a iniciarse en esta moderna disciplina de la arqueología.
Mentira tras mentira, para cubrir otras mayores, sin embargo había intentado acercarse todo lo posible a la realidad. Decir que había nacido en los Estados Pontificios hubiera sido extraño, por lo cual había decidido nombrar uno de los muchos estados de la península itálica, eligiendo uno cercano a Francia. Finalmente, en un tono de complicidad, su mirada volvió a ambas damas.
- ¿Conocéis la arqueología? ¿Sentís pasión por algún arte en concreto?
- Nombres tan solo propios de aquellas a quién el destino les ha reservado dicha y placeres. - Manteniendo su sonrisa, separó el índice para erguirlo y negar con el mismo, restándole importancia. - Espirituales, por supuesto. Estoy seguro de que aquí, en París, vuestras mercedes han hallado no una ni dos, si no muchas curiosidades que han alimentado la experiencia y el conocimiento. Desde el más simple detalle, a las intricada trama. Pues de lo simple aprendemos, y en lo complicado, a menudo nos perdemos.
Integrado en el grupo, como un tercer miembro, el inmortal mantenía su máscara exterior de forma pulcra y cuidada. Observaba tan solo de forma ocasional a las damas que "escoltaba por generosidad", situando de forma rutinaria su vista en el horizonte de la calle, o en ocasiones sobre los portales de las casas adosadas y los apartamentos masificados que conformaban los barrios de clase media en la ciudad parisina. Para cualquier observador casual, sin duda era un caballero abstraído, con la vista en ningún sitio y todos a la vez, pero en sus adentros, era más que probable que el vástago estuviera situando olores y sonidos, memorizando lugares interesantes, que quizás en otro momento, en otra ocasión, pudiera visitar volviendo sobre sus pasos.
Ante la curiosidad de la dama Carmella, su vista volvió unos instantes a ella, observándola en un análisis circunstancial durante el cual perdió su sonrisa galán. Por un segundo su mirada de desprecio estuvo a punto de emerger de sus cuencas, más docto en el arte teatral, y consciente de que cualquier error puede ser fatal, pronto suavizó sus facciones, dejando para su interior, las intrigas.
" Demasiado tiempo en medios rurales deben haber deteriorado mi adaptación al medio. Hacía mucho tiempo desde la última vez que alguien me sugirió que no era quién fingía ser. El hecho de no haber logrado pasar por ciudadano parisino era aceptable, dado el poco tiempo en la ciudad, pero él no ser siquiera francés era alarmante. ¿Quizás el vestido? ¿ El acento? ¿El vocabulario? ¿Qué ha cambiado tanto en un siglo de aislamiento rural? Toca jugar la baza del retroceso"
- Y veo que no solo habéis tomado el don de la belleza en Francia, sino que además os habéis consagrado a revelarme vuestra erudición.- Sonrió elegante, halagando a Carmella por su pregunta, aunque sus pretensiones desearan desollarla allí mismo por tal afirmación. - Juzgáis con rapidez, y veo que mi sapiencia del idioma francés no ha sido suficiente para engañar vuestro fino oído, y vuestros excelsos ojos. Llevo un tiempo aquí, en este maravilloso Reino, más procedo de los Estados Italianos, concretamente de Saboya, estoy seguro de que conocéis, aunque sea de oídas, esos lares. Una tierra muy bonita y tranquila, debo decir, con un Príncipe muy diligente y centrado en gobernar. Sin embargo nación tan pequeña no conoce mis placeres, en el coleccionismo, y aquí, concretamente en esta ciudad, se hallan muy buenos materiales, y también grupos dispuestos a iniciarse en esta moderna disciplina de la arqueología.
Mentira tras mentira, para cubrir otras mayores, sin embargo había intentado acercarse todo lo posible a la realidad. Decir que había nacido en los Estados Pontificios hubiera sido extraño, por lo cual había decidido nombrar uno de los muchos estados de la península itálica, eligiendo uno cercano a Francia. Finalmente, en un tono de complicidad, su mirada volvió a ambas damas.
- ¿Conocéis la arqueología? ¿Sentís pasión por algún arte en concreto?
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Nos halagaba y en especial a Carmella porque sabia que ese era un punto debil en ella, no fue dificil averiguarlo. Dile "que bonito delantal traes hoy" y ella mirara hacia el suelo diciendo gracias con las mejillas rojas. Senti como si la mirada del hombre se hubiera endurecido al menos unos instantes ante la duda de mi amiga, al parecer le molesto ser descubierto como un extranjero. Nos relato un poco de donde procedia, o decia proceder ante mis desconfianza, y me parecio interesante. Asi que de los Estados Italianos...Hace ya mucho tiempo que no iba a Italia, sus palabras me hicieron despertar algo de nostalgia. Quizas cuando vuelva a ponerme rumbo a la aventura otra vez, me de un giro de pasada por alla. Ojala el Coliseo este en pie aun...
Coleccionismo y arqueologia? Vaya...este ser se tornaba cada vez más interesante...
-Me temo que no puedo darme lujos de ir a museos o a sitios donde esta su pasion, monsieur...Lamentablemente no conozco de arte y mi educacion carece hasta de la lectura...-y con esa respuesta Carmella bajo el rostro de forma apenada. Vergonzosa seria el mejor calificativo. Suspire y luego le respondi yo.
-El arte y la belleza no esta solo en museos, Carmella.-eso hizo que ella se girara a verme.-La musica, las esculturas, las danzas y la pintura son lo que separa a la sociedad de rica a decadente. No siempre encuentras algo que te emocione como para hacer tu propia obra de arte pero puedes encontrarlo si lo buscas.-ella me miraba sin entender por lo que tuve que explicarme mejor.-Toma por ejemplo lo que el caballero nos ha dicho: la arqueologia. Es una ciencia y un arte a la vez. Buscas tesoros y rastros de antiguas civilizaciones y sociedades ya inexistentes. Lo que buscas con pasion y encuentras, es la mayor recompensa de todas.
-Pero...para qué buscar algo de lo que ya no existe?-esa pregunta me dio casi como una ofensa y seguramente al hombre tambien, por lo que respondi simulando una risita:
-Porque si no sabes de donde vienes, no sabes hacia donde vas.-a lo que ella sonrio y asintio, como si solo con esa frase hubiera bastado toda la explicacion...
Coleccionismo y arqueologia? Vaya...este ser se tornaba cada vez más interesante...
-Me temo que no puedo darme lujos de ir a museos o a sitios donde esta su pasion, monsieur...Lamentablemente no conozco de arte y mi educacion carece hasta de la lectura...-y con esa respuesta Carmella bajo el rostro de forma apenada. Vergonzosa seria el mejor calificativo. Suspire y luego le respondi yo.
-El arte y la belleza no esta solo en museos, Carmella.-eso hizo que ella se girara a verme.-La musica, las esculturas, las danzas y la pintura son lo que separa a la sociedad de rica a decadente. No siempre encuentras algo que te emocione como para hacer tu propia obra de arte pero puedes encontrarlo si lo buscas.-ella me miraba sin entender por lo que tuve que explicarme mejor.-Toma por ejemplo lo que el caballero nos ha dicho: la arqueologia. Es una ciencia y un arte a la vez. Buscas tesoros y rastros de antiguas civilizaciones y sociedades ya inexistentes. Lo que buscas con pasion y encuentras, es la mayor recompensa de todas.
-Pero...para qué buscar algo de lo que ya no existe?-esa pregunta me dio casi como una ofensa y seguramente al hombre tambien, por lo que respondi simulando una risita:
-Porque si no sabes de donde vienes, no sabes hacia donde vas.-a lo que ella sonrio y asintio, como si solo con esa frase hubiera bastado toda la explicacion...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Las palabras de Carmella no fueron una sorpresa para el antiguo Optimate, nunca había creído demasiado en las oportunidades del pueblo, y en su opinión, el vulgo no había cambiado demasiado desde su renacimiento, o nacimiento a las tinieblas. Sin embargo una evidencia como esa no hizo cambiar el comportamiento del inmortal. Lucius en cualquier caso, no esperaba demasiado, o quizás nada estimulante, de la conversación superficial que se había empezado. Cuanto menos esas eran sus predicciones, y pronto estuvieron de tornarse en manifiestamente negativas, al escuchar a la dama mortal negar la importancia del arte. Por suerte y fortuna, o quizás gracias a la precisa vara de medir que utilizaba la dama Jacqueline en la conversación, esta había sabido introducirse en el tema con gran soltura y habilidad.
Hasta cierto grado, le satisfizo escuchar de su boca la definición de lo que se podía considerar arte y belleza. Había acertado mayormente, al definirlo en un espectro tan amplio de posibilidades y caracteres, pese a la poca virtud de la mortal, su acompañante, para expresarse al respecto. Buscar rastros y elementos de las antiguas civilizaciones, o sencillamente de su pasado, no tenía solo un significado puramente artístico, sino que además era un claro reencuentro consigo mismo, y un modo de evidenciar, que todo cuanto había vivido, no lo había soñado en sus largos y oscuros letargos, si no que había acontecido de verdad, y no se había perdido en el olvido.
- Muy cierto, mademoiselle. Os habéis encumbrado con esa aseveración, con la que no podría estar más de acuerdo.- El tono galante seguía presente, en tanto que Lucius, ahora pensativo por la trascendencia del asunto, se adentraba un poco más, al respecto. - Cada vez que los grupos que financio logran con éxito hallar para mí un objeto de la antigüedad, o simplemente cada ocasión que tengo durante mis viajes, de poder contemplar el arte y las reminiscencias del pasado y sus culturas, se enciende en mí esa pasión de la que habéis hablado. Un pequeño trozo de los tiempos de antaño es una grata recompensa a años de búsquedas. En ocasiones...
Su sonrisa elegante se acrecentó levemente, descompensando una de las comisuras, quizás complacido de verdad, por una vez en la conversación. Su mente recorría detalles y elementos hallados, posiblemente piezas y reliquias que podría haber visto tiempo ha. La sensación de reencontrarse con algo, siglos más tarde, era única, y sin duda se había tornado adicto a ella.
- ... En ocasiones, cuando me veo rodeado de los retazos de antaño, envuelto en fracciones del pasado, creo ser capaz de revivir los tiempos en que cada pieza tenía su claro propósito, más allá de decorar aleatoriamente una colección, ya sea privada, en un caserón, o pública en un museo. En esos instantes, es cuando podemos ver cuánto en común poseemos con nuestros ancestros, y aquello que nos han legado.
Hasta cierto grado, le satisfizo escuchar de su boca la definición de lo que se podía considerar arte y belleza. Había acertado mayormente, al definirlo en un espectro tan amplio de posibilidades y caracteres, pese a la poca virtud de la mortal, su acompañante, para expresarse al respecto. Buscar rastros y elementos de las antiguas civilizaciones, o sencillamente de su pasado, no tenía solo un significado puramente artístico, sino que además era un claro reencuentro consigo mismo, y un modo de evidenciar, que todo cuanto había vivido, no lo había soñado en sus largos y oscuros letargos, si no que había acontecido de verdad, y no se había perdido en el olvido.
- Muy cierto, mademoiselle. Os habéis encumbrado con esa aseveración, con la que no podría estar más de acuerdo.- El tono galante seguía presente, en tanto que Lucius, ahora pensativo por la trascendencia del asunto, se adentraba un poco más, al respecto. - Cada vez que los grupos que financio logran con éxito hallar para mí un objeto de la antigüedad, o simplemente cada ocasión que tengo durante mis viajes, de poder contemplar el arte y las reminiscencias del pasado y sus culturas, se enciende en mí esa pasión de la que habéis hablado. Un pequeño trozo de los tiempos de antaño es una grata recompensa a años de búsquedas. En ocasiones...
Su sonrisa elegante se acrecentó levemente, descompensando una de las comisuras, quizás complacido de verdad, por una vez en la conversación. Su mente recorría detalles y elementos hallados, posiblemente piezas y reliquias que podría haber visto tiempo ha. La sensación de reencontrarse con algo, siglos más tarde, era única, y sin duda se había tornado adicto a ella.
- ... En ocasiones, cuando me veo rodeado de los retazos de antaño, envuelto en fracciones del pasado, creo ser capaz de revivir los tiempos en que cada pieza tenía su claro propósito, más allá de decorar aleatoriamente una colección, ya sea privada, en un caserón, o pública en un museo. En esos instantes, es cuando podemos ver cuánto en común poseemos con nuestros ancestros, y aquello que nos han legado.
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Mi respuesta no pudo ser más precisa, simplemente habia brotado de mi y al parecer habia dado justo en el punto de satisfaccion de nuestro acompañante masculino. Nos relato de su pasion por las piezas que se encontraba y de como ello le causaba un gran placer. Le sonrei, por primera vez, sincera.
-Yo soy una admiradora de las artes.-si él ahora estaba siendo franco, porque yo no?-Escuchar musica en un parque, perderme entre las galerias de arte, buscar el significado oculto de las reliquias antieguas, decifrar los mensajes de las pinturas o simplemente mezclarme entre las gentes y bailar sus danzas tipicas son algo que adoro. No hay nada más satisfactorio que ver a una sociedad mostrando lo armonioso que puede llegar a ser su pais...-supongo que eso fue algo...extraño pero realmente me sentia inspirada cuando veia el arte en movimiento.
Carmella parecia estar un poco celosa de nuestra conversacion, quien pronto la desvio con una afirmacion que me dio algo de nervios.
-Bueno, aqui es.-la casa era como la anterior en donde nos encontramos pero al caballero quiza le parezca peor que humilde. Para mi era acojedora pero el problema ahora era otro...
-Yo soy una admiradora de las artes.-si él ahora estaba siendo franco, porque yo no?-Escuchar musica en un parque, perderme entre las galerias de arte, buscar el significado oculto de las reliquias antieguas, decifrar los mensajes de las pinturas o simplemente mezclarme entre las gentes y bailar sus danzas tipicas son algo que adoro. No hay nada más satisfactorio que ver a una sociedad mostrando lo armonioso que puede llegar a ser su pais...-supongo que eso fue algo...extraño pero realmente me sentia inspirada cuando veia el arte en movimiento.
Carmella parecia estar un poco celosa de nuestra conversacion, quien pronto la desvio con una afirmacion que me dio algo de nervios.
-Bueno, aqui es.-la casa era como la anterior en donde nos encontramos pero al caballero quiza le parezca peor que humilde. Para mi era acojedora pero el problema ahora era otro...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
La conversación que Jacqueline le había obsequiado, le había complacido a lo largo del viaje. Hacía mucho tiempo que no había podido hablar de arte con nadie. Los museos no eran iniciativas totalmente consolidadas, y la mayoría de colecciones de arte pertenecían a propietarios privados que buscaban recargar la decoración de sus absurdas mansiones con elementos que no conocían de nada, en un alarde de opulencia. No eran muy distintos de aquellos a quienes pagaba el inmortal para que realizaran las expediciones, al final el arte, para todos ellos, solo era status, dinero y moda. Una posición banal, y poco merecedora de encomio a ojos del vástago.
Sin duda, y si de él hubiera dependido, tal conversación se hubiera alargado, y los campos que habría cubierto pudieran haber llegado a no acabarse nunca, como apasionado de la historia, la cultura, y el vehículo de estas en el tiempo, conocido como arte. No obstante la llegada a la residencia de Carmella despertó de algún modo al vampiro. Sus ojos perdieron la abstracción y sus sentidos volvieron a agudizarse, atentos y centrados. Culpa propia de su fascinación por la temática, el inmortal debía reconocer que había tenido la guardia baja durante parte del trayecto, un desliz comprensible, dado que debía volver a acostumbrarse a jugar en sociedad, pero que no estaría dispuesto a volver a cometer en adelante. El tiempo y el destino, todo lo predisponen, y en ese momento, cada pieza estaba en su correcto sitio, dependiendo del movimiento que eligiera cada uno de los presentes, la situación derivaría en un desenlace u otro, desenlaces en los que Lucius era quién menos tenía que perder, gracias a la providencia.
Su mirada astuta repasó el rostro de Jacqueline primero, ofreciéndole su cortesana sonrisa, que no mucho después pasó a Carmella, a quién observó detenidamente un instantes antes de volver la vista a la austera casa, emplazamiento en el que, de no ser por la situación, probablemente jamás se hubiera fijado. Con calma empezó a entonar con voz ligeramente sorprendida, aunque firme.
- De modo que es esta vuestra casa. Estoy seguro de que muchos excelentes ciudadanos y altos hombres del Reino la juzgarían mal, al verla. Pero creo que yo puedo decir qué...-. Permaneció con la vista fija en el edificio, escrutando la construcción, y sacando patrones para sí mismo, mientras alargaba ligeramente la última vocal, antes de proseguir.- ... que sois noble dama al cuidar de tan antigua casa, y que bien seguro la habéis dignamente heredado, y en gesto de tradición honrado con vuestras manos. Espero que no toméis mi afán, siempre intrépido y curioso como muestra de excesivo atrevimiento, sin embargo, ¿me permitirías ver su construcción? Sus bigas y cimientos.
Su vista volvió de nuevo a la dama mortal, la propietaria, para sonreír, esperando una respuesta por su parte. Mas anticipando la duda, y buscando condicionar su lógica con psicología emocional, se apresuró a añadir.
- Pero si veis inadecuada mi humilde petición, puedo irme ahora mismo, mademoiselle.
Sin duda, y si de él hubiera dependido, tal conversación se hubiera alargado, y los campos que habría cubierto pudieran haber llegado a no acabarse nunca, como apasionado de la historia, la cultura, y el vehículo de estas en el tiempo, conocido como arte. No obstante la llegada a la residencia de Carmella despertó de algún modo al vampiro. Sus ojos perdieron la abstracción y sus sentidos volvieron a agudizarse, atentos y centrados. Culpa propia de su fascinación por la temática, el inmortal debía reconocer que había tenido la guardia baja durante parte del trayecto, un desliz comprensible, dado que debía volver a acostumbrarse a jugar en sociedad, pero que no estaría dispuesto a volver a cometer en adelante. El tiempo y el destino, todo lo predisponen, y en ese momento, cada pieza estaba en su correcto sitio, dependiendo del movimiento que eligiera cada uno de los presentes, la situación derivaría en un desenlace u otro, desenlaces en los que Lucius era quién menos tenía que perder, gracias a la providencia.
Su mirada astuta repasó el rostro de Jacqueline primero, ofreciéndole su cortesana sonrisa, que no mucho después pasó a Carmella, a quién observó detenidamente un instantes antes de volver la vista a la austera casa, emplazamiento en el que, de no ser por la situación, probablemente jamás se hubiera fijado. Con calma empezó a entonar con voz ligeramente sorprendida, aunque firme.
- De modo que es esta vuestra casa. Estoy seguro de que muchos excelentes ciudadanos y altos hombres del Reino la juzgarían mal, al verla. Pero creo que yo puedo decir qué...-. Permaneció con la vista fija en el edificio, escrutando la construcción, y sacando patrones para sí mismo, mientras alargaba ligeramente la última vocal, antes de proseguir.- ... que sois noble dama al cuidar de tan antigua casa, y que bien seguro la habéis dignamente heredado, y en gesto de tradición honrado con vuestras manos. Espero que no toméis mi afán, siempre intrépido y curioso como muestra de excesivo atrevimiento, sin embargo, ¿me permitirías ver su construcción? Sus bigas y cimientos.
Su vista volvió de nuevo a la dama mortal, la propietaria, para sonreír, esperando una respuesta por su parte. Mas anticipando la duda, y buscando condicionar su lógica con psicología emocional, se apresuró a añadir.
- Pero si veis inadecuada mi humilde petición, puedo irme ahora mismo, mademoiselle.
Lucius Lucretius- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Realmente me senti muy bien ante el señor Lucien cuando la conversacion se habia desviado a nuestra pasiones. Debia admitirlo que por un momento olvide de la peligrosa situacion en la que habiamos estado. Debia ser más cuidadosa la proxima vez. El vampiro habia dejado sus cartas sobre la mesa: hablando con suma propiedad, ser muy amable con Carmella y halagarla con lenguajes que apenas ella podria entender le habian dado un mazo puro pues mi amiga no pudo contenerse a pedirle que viniera. Ahora puso otra carta más, elogios a su vivienda, algo que esperaba que fuera negativo, él la halago sin decirle lo que en realidad pensaba. Mis cartas me estaban jugando en contra, pues cuando estaba por tirar una excusa estilo "es noche de mujeres" o algo asi, mi pobre niña se me adelanto y le dijo:
-Por supuesto. No recibo muchas visitas de su clase a menudo, monsieur.-exhale aire y eleve mi ceja un poco nerviosa. Ahora seria donde las cosas se pondrian duras...
Carmella abri la puerta con sus llaves y la abrio para nosotros, dejando pasar a mi primero y luego al caballero longevo. Despues volvio a cerrar la puerta, con llave, para mi mala suerte.
-Ire por unas bebidas, por favor, sientense.-espere a que se fuera a la cocina para decirle al hombre, en un tono de voz bajo que solo él pudiera oir:
-Aunque nos haya encontrado a dos bajo la escena de su cena, solo yo he presentido que sus ropas poseen un ligero olor a sangre, al igual que la casa en la que estuvo. Ruego aparte sus malas intenciones de mi amiga o le pasará algo malo.-le mire de forma inexpresiva pero mi voz era desafiante, dandole una advertencia. Los longevos podran saber más pero siendo yo mas joven podria causarle más daño.
-Por supuesto. No recibo muchas visitas de su clase a menudo, monsieur.-exhale aire y eleve mi ceja un poco nerviosa. Ahora seria donde las cosas se pondrian duras...
Carmella abri la puerta con sus llaves y la abrio para nosotros, dejando pasar a mi primero y luego al caballero longevo. Despues volvio a cerrar la puerta, con llave, para mi mala suerte.
-Ire por unas bebidas, por favor, sientense.-espere a que se fuera a la cocina para decirle al hombre, en un tono de voz bajo que solo él pudiera oir:
-Aunque nos haya encontrado a dos bajo la escena de su cena, solo yo he presentido que sus ropas poseen un ligero olor a sangre, al igual que la casa en la que estuvo. Ruego aparte sus malas intenciones de mi amiga o le pasará algo malo.-le mire de forma inexpresiva pero mi voz era desafiante, dandole una advertencia. Los longevos podran saber más pero siendo yo mas joven podria causarle más daño.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Invitado al interior de la austera vivienda, el primer objetivo había quedado cumplido. Lo cierto es que era complicado encontrar oportunidades tan claras y sencillas en las urbes, y aunque presentía que aún podía existir contratiempo real, no hubiera esperado que se manifestara por parte de la dama Jacqueline, en el tono en que lo hizo. El inmortal, que permaneció sentado, esperando a que Carmella obsequiara a sus invitados con las bebidas, escuchó con suma calma las palabras de su acompañante, una vez quedaron a solas. Su rostro, que había perdido la sonrisa una vez la ingenua mujer se había retirado, se mantuvo serio y reflexivo, aunque no duro, contemplando los detalles frontales de la sala. Tal no hubiera escuchado a la dama que le había advertido, su gesto permaneció en esa tesitura durante unos largos instantes, hasta que finalmente apoyó la diestra bajo el mentón y volvió su rostro hacia Jacqueline, observándola cuidadosamente antes de relajar sus párpados, ofreciendo una lenta y elegante sonrisa, ante sus conclusiones, y especialmente, ante la jurada consecuencia ante cualquier agresión.
Su mirada grisácea parecía adoptar un tono verde a la peculiar iluminación de la vivienda, sus irises contemplaban enigmáticos el rostro inexpresivo de la dama inmortal mientras sus labios no emitían sonido alguno, tal su figura hubiera quedado estancada en el tiempo, cual estatua de alabastro perdida en las eras. Finalmente, tras un breve parpadeo, enarcó ambas cejas a la par que inclinaba hacia su lado el cuerpo, reduciendo la distancia, y así ganando un ligero terreno, desde el cual susurrar, en tono conciso, y cortesanamente frío.
- Vuestra merced me ofende al presumir de tales deducciones. ¿Cena, sangre, daños? No me acuséis de perversiones que están por probar, mademoiselle Jacqueline. Vuestra amenaza posee tanto valor en estas paredes como las monedas de barro en el mercado. Si creéis saber lo que decís, no volveréis a provocarme, y si os habéis equivocado, ambos lo olvidaremos ahora. Ninguno querríamos lamentar un incidente que pudiera hacer mal a esta hermosa casa plebeya. Sin embargo no creáis que podéis arrojar la piedra y esconder la mano, extinguiré mi aversión si me prometéis una cita en la que podamos hablar, sin impedimentos.
Una vez terminó de formular sus palabras, arrugó ligeramente los ojos y alegró su sonrisa, en una muestra fría de meticulosa paciencia, para incorporarse poco a poco, y volver a ocupar su sitio, con total elegancia, tal nada hubiera ocurrido.
Su mirada grisácea parecía adoptar un tono verde a la peculiar iluminación de la vivienda, sus irises contemplaban enigmáticos el rostro inexpresivo de la dama inmortal mientras sus labios no emitían sonido alguno, tal su figura hubiera quedado estancada en el tiempo, cual estatua de alabastro perdida en las eras. Finalmente, tras un breve parpadeo, enarcó ambas cejas a la par que inclinaba hacia su lado el cuerpo, reduciendo la distancia, y así ganando un ligero terreno, desde el cual susurrar, en tono conciso, y cortesanamente frío.
- Vuestra merced me ofende al presumir de tales deducciones. ¿Cena, sangre, daños? No me acuséis de perversiones que están por probar, mademoiselle Jacqueline. Vuestra amenaza posee tanto valor en estas paredes como las monedas de barro en el mercado. Si creéis saber lo que decís, no volveréis a provocarme, y si os habéis equivocado, ambos lo olvidaremos ahora. Ninguno querríamos lamentar un incidente que pudiera hacer mal a esta hermosa casa plebeya. Sin embargo no creáis que podéis arrojar la piedra y esconder la mano, extinguiré mi aversión si me prometéis una cita en la que podamos hablar, sin impedimentos.
Una vez terminó de formular sus palabras, arrugó ligeramente los ojos y alegró su sonrisa, en una muestra fría de meticulosa paciencia, para incorporarse poco a poco, y volver a ocupar su sitio, con total elegancia, tal nada hubiera ocurrido.
Lucius Lucretius- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Ahora el firme era él; se habia dado su lugar y habia respondido casi de la misma forma que yo lo hice. No esperaba menos de alguien de su "altura". Escuche sus palabras y no emiti sonido alguno de interrupcion. Me daba muy mala espina que intentase hacer pasar lo que hice como nada. Obviamente, los vampiros bebemos de los humanos y cada uno tiene su propia forma de escojerlos y matarlos pero el asunto se tornaba personal cuando era alguien que conozco.
Sus ultimas palabras me hicieron fruncir el ceño.
-Cita?-mire hacia mi costado, por donde mi amiga se habia ido. Luego regrese la mirada a los ojos de aquel hombre dejandolos encontrarse con los mios verde agua. Suspire.-Prometere lo que pide pero yo a cambio tambien quiero algo.-y ahi me puse realmente seria.-Que usted no tendra que ver con que a mi amiga le falte sangre.-y no espere respuesta de su parte. Me di la vuelta y me dirigi a la cocina junto con Carmella.
Estaba descorchando un vino muy viejo. Eso me hizo mirarla confundida.
-Pero...pero Carmella, ese vino era de tu padre.-ella me sonrio muy emocionada.
-Esta ocacion lo vale, Jacqueline.-busco tres copas y una bandeja.-Cuantas veces se puede tener a semejante caballero en tu casa?-puso la botella sobre la bandeja y la llevo a la sala. Yo suspire y la segui. Ay, bendita sea mi calma y paciencia...
Sus ultimas palabras me hicieron fruncir el ceño.
-Cita?-mire hacia mi costado, por donde mi amiga se habia ido. Luego regrese la mirada a los ojos de aquel hombre dejandolos encontrarse con los mios verde agua. Suspire.-Prometere lo que pide pero yo a cambio tambien quiero algo.-y ahi me puse realmente seria.-Que usted no tendra que ver con que a mi amiga le falte sangre.-y no espere respuesta de su parte. Me di la vuelta y me dirigi a la cocina junto con Carmella.
Estaba descorchando un vino muy viejo. Eso me hizo mirarla confundida.
-Pero...pero Carmella, ese vino era de tu padre.-ella me sonrio muy emocionada.
-Esta ocacion lo vale, Jacqueline.-busco tres copas y una bandeja.-Cuantas veces se puede tener a semejante caballero en tu casa?-puso la botella sobre la bandeja y la llevo a la sala. Yo suspire y la segui. Ay, bendita sea mi calma y paciencia...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
Una vez asegurada su parte, lo que deseaba de aquella extraña y casual visita ya había quedado saldado, o al menos así era en parte. Tenía lo que necesitaba, o al menos cuasi todo lo que necesitaba. Con lentitud, aprovechando la marcha de Jacqueline observó a su alrededor con paciencia. Investigando de forma analítica la estancia se levantó de su asiento, caminando de forma discreta y sigilosa por el suelo de la misma. Sus zapatos no resonaban ahora, tal todo el eco provocado anteriormente fuera solo parte de la banda sonora que acompañaba su carácter. Su mirada realizó un rápido vistazo hacia la dirección en que ambas habían marchado, y en tanto escuchaba ambas voces en la cocina, se retiró el guante de su mano diestra para tantear los elementos cercanos. Con rapidez tomó el primer trozo de tela a su alcance, fuera un pañuelo, un bordado, o cualquier elemento similar, el cual guardó en uno de los bolsillos de su casaca en tanto que sonreía, enarcando ambas cejas.
Cuando los pasos de ambas mujeres volvieron hacia la sala principal con el honor del vino descorchado, pudieron encontrar la sala vacía. El inmortal ya no estaba allí, solo la ventana de la estancia gruñía, mecida por la brisa de la noche, propagando al mismo tiempo el frío nocturno del exterior, el cual amenazaba la calidez contenida en la casa. Lucien de la Vendée se había ido . . .
"Lo siento, querida Carmella, pero imagina que perdiendo un vino has salvado tu vida. Ya nada me queda que hacer aquí, y por bien del trato logrado lo mejor que puedo hacer es retirarme antes de que el teatro vaya demasiado lejos. Algunos actos en la obra tienen un precio, y fingir beber vino es siempre arriesgado. Mi mejor regalo para vos es no volver a veros, solo rezad en vuestra bendita ignorancia para que vuestra amiga cumpla con su parte, y no me vea atraído a volver... Mademoiselle Jacqueline, ahora tenemos una cita pendiente. No dudéis en que me cobraré pronto ese derecho".
Lucius caminaba paciente por el tejado, erguido y pensativo, contemplando la tela que había recogido, la observaba con dedicación y cautela, o quizás simplemente la miraba mientras reflexionaba. Tras unos instantes la volvió a guardar y sonrió para sí. No sería conveniente estar cerca durante unas horas, y para cuando lo fuera, el alba amenazaría con molestar la presencia de todos los condenados de París. Con agilidad se replegó al tejado de la casa contigua, y desde allí predispuso la bajada a la calle, cambiando a la calle opuesta. Desde allí emprendió la marcha a su refugio, paciente y a paso de caballero. Aún le restaría tiempo, para llegar holgadamente, sin tener que correr...
Cuando los pasos de ambas mujeres volvieron hacia la sala principal con el honor del vino descorchado, pudieron encontrar la sala vacía. El inmortal ya no estaba allí, solo la ventana de la estancia gruñía, mecida por la brisa de la noche, propagando al mismo tiempo el frío nocturno del exterior, el cual amenazaba la calidez contenida en la casa. Lucien de la Vendée se había ido . . .
"Lo siento, querida Carmella, pero imagina que perdiendo un vino has salvado tu vida. Ya nada me queda que hacer aquí, y por bien del trato logrado lo mejor que puedo hacer es retirarme antes de que el teatro vaya demasiado lejos. Algunos actos en la obra tienen un precio, y fingir beber vino es siempre arriesgado. Mi mejor regalo para vos es no volver a veros, solo rezad en vuestra bendita ignorancia para que vuestra amiga cumpla con su parte, y no me vea atraído a volver... Mademoiselle Jacqueline, ahora tenemos una cita pendiente. No dudéis en que me cobraré pronto ese derecho".
Lucius caminaba paciente por el tejado, erguido y pensativo, contemplando la tela que había recogido, la observaba con dedicación y cautela, o quizás simplemente la miraba mientras reflexionaba. Tras unos instantes la volvió a guardar y sonrió para sí. No sería conveniente estar cerca durante unas horas, y para cuando lo fuera, el alba amenazaría con molestar la presencia de todos los condenados de París. Con agilidad se replegó al tejado de la casa contigua, y desde allí predispuso la bajada a la calle, cambiando a la calle opuesta. Desde allí emprendió la marcha a su refugio, paciente y a paso de caballero. Aún le restaría tiempo, para llegar holgadamente, sin tener que correr...
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Re: Escena pictórica nº 1 [LIBRE]
-Oh, pero...-ambas nos sorprendimos al notar que aquel hombre se habia ido. Se sentia algo de brisa, huyo por la ventana. Elevé una ceja.-Habre escojido mal el vino?-tome los hombros de mi amiga y la mire con una leve sonrisa de tristeza.
-No, simplemente la persona equivocada. Carmella, le has dado la direccion de tu hogar a un desconocido.-intente abrirle un poco los ojos pero al parecer se cego otra vez...
-Solo queria ser amable...Era tan caballeroso, tan cordial, tan gentil...-calle sus palabras hablandole yo.
-Hasta los mas finos caballeros son secuestradores o asesinos.-ella suspiro, dejando la bandeja en la mesilla y para tomar de nuevo el corcho y meterlo en la botella.
-Supongo...que sera para una verdadera ocacion...-torcio los labios y la fue a guardar.
Me quede una hora mas con ella por si acaso era una trampa de aquel caballeroso vampiro. Cuando la hora fue conveniente, abandone la casa y me fui con calma hasta el hotel donde me habia hospedado, ya que mi castillo estaba muy lejos.
Rememore aquella promesa que le hice a Lucien, por lo menos ella estaria a salvo segun él mientras lo encuentre de nuevo. A la noche siguiente, visitaria a Carmella otra vez para asegurarme de que su cuello aun tiene sangre viva.
Las cosas que pueden sucederte si invitas a un extraño a caminar a tu casa...
-No, simplemente la persona equivocada. Carmella, le has dado la direccion de tu hogar a un desconocido.-intente abrirle un poco los ojos pero al parecer se cego otra vez...
-Solo queria ser amable...Era tan caballeroso, tan cordial, tan gentil...-calle sus palabras hablandole yo.
-Hasta los mas finos caballeros son secuestradores o asesinos.-ella suspiro, dejando la bandeja en la mesilla y para tomar de nuevo el corcho y meterlo en la botella.
-Supongo...que sera para una verdadera ocacion...-torcio los labios y la fue a guardar.
Me quede una hora mas con ella por si acaso era una trampa de aquel caballeroso vampiro. Cuando la hora fue conveniente, abandone la casa y me fui con calma hasta el hotel donde me habia hospedado, ya que mi castillo estaba muy lejos.
Rememore aquella promesa que le hice a Lucien, por lo menos ella estaria a salvo segun él mientras lo encuentre de nuevo. A la noche siguiente, visitaria a Carmella otra vez para asegurarme de que su cuello aun tiene sangre viva.
Las cosas que pueden sucederte si invitas a un extraño a caminar a tu casa...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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