Análisis Pictórico Nº1 [Libre]

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Una noche más, mi pausado andar me llevaba por las calles sin rumbo o destino fijo, todo se centraba en los pensamientos que iban diririgidos a Alessandro, mi creador que hace unos días vino a buscarme, rehusandome por orgullo a regresar con él, el clima que mostraba lagrimas derramadas por los cielos de manto azul marino con pequeñas nueves de toques violetas, no era más que el reflejo de mi alma.
El viento soplaba con intensidad, como un niño travieso jugando con un papalote, moviendo mi cabello en todas direcciones, al acomadarlo veia cada calle, cada callejón donde no se hayaba otro ser que el imponente silencio, las calles empedradas con piedras de río iban desapareciendo ante mis ojos, en su lugar se hayaba un suelo de polvo y tierra, sin darme cuenta entre mis pensamientos y mi conciente, no se habían percatado que estaba en otros terrenos, quizás pertenecientes a la clase media.
Había pequeñas cabañas por doquier, en donde por su puesto había mortales durmiendo otemiendo por nosotros, por nuestras leyendas, algunas luces estaban encendidas, pequeñas velas a punto de derritirse, miles de ventanas sin cortinas revelando el sueño intimo de los ocupantes y que decir del ladrido de los perros o de las criaturas nocturnas que armonizaban mi caminata sobre aquellos parejes desconocidos para mí.
No nuy a lo lejos encontre un casa igual a las que había dejado atrás, más esta tenía las puertas abiertas de par en par, era más que obvio que alguien estaba allí, obviamente no eran los que risidían pues estarían durmiendo como los demás, ¿Sería un ladrón de objetos o un ladrón de vidas?... la curiosidad podía más que la razón, además si tratará de un delincuente bien podría darme un aperitivo, antes de continuar andando.
Camine lo más sigilosamente que pude hasta llegar frente a la puerta, para mi sorpresa la oxidada cerradura no estaba forzada,todo estaba en perfecto orden, los sillones algo gastados, la alfombra verde pasto y un pequeña mesita de madera al centro eran las encargadas de reecibir y dar la bienvenida a todo visitante, segui caminando a los adentros de aquella casa, al llegar a unas escaleras un olor peculiar colmo mis sentidos, si era el olor a a sangre ymuerte...
Subí cuidadosamente, con aquel vestido negro y mi velo cubriendo mi cabeza, pareciendo un alma en pena, caminaba a media luz pues el pasillo estaba iluminado unicamente por la luz de la luna que empeza a jugar con las nubes escondiendose tras ellas.
Finalmente encontre la puerta a un dormitorio, una pareja recostada en las blancas sabanas y un joven contemplandolos fijamente inmovil conformaban la escena, con sumo cuidado aquel ser le cerró los ojos, era de esperarse el olor de hace unos momentos los despedían ellos y descubrí que el intruso era un ladrón de vidas, sus pasos se escuchaban, en aquel piso de madera mientras se dirigía a una ventana abierta, parecía que algo le torturaba ¿sería quizás heberles dado muerte?.
Me acerque despacio, un hombre y una mujer de quizas unos 30 o 40 años yacian sin vida en lo que seguramente fue su lecho de amores, los contemple unos leves momentos después decidi digirirme aquel ser -¿Que vigilas?, todos estos parajes estan solos, nadie se ha dado cuenta de lo que haz hecho-, el joven volteo no me había equivocado, era un igual, un vampiro...
Mas por una extreña razón al verle, pude presentir que él no había hecho aquella mantanza, al contrario los sentimientos más humanos se veian en el a flor de piel, suspire levemente reflexionando -¿Tu no cometiste este crimen cierto?, supongo juzgue demasiado rápido, tu faz denota que no eres el resposable-, al contrario su llegada parecía haber sido impulsada por tratar de encontrar algo o alguien, y si era ese alguien sería el autor de esa escena tan oscura y pictorica, mientras que yo había llegado por casualidad, por destino y por curiosidad.
-Mi nombre es Montserrat, Montserrat Shappllin Brigthman, pasaba por aquí, descubriendo estos nuevos parajes, cuando vi esta casa que parecía haber sido urtada por un ladrón, pense encontraría a un delincuente, banquete mi noche, pero en vez de eso te encotre a ti- decía en voz baja, aun algunos instintos mortales también permanecian vivos, al ver a los fallecidos, pensaba estaban dormidos, y de cierta manera presentandome y explicando el por que de mi intromición.
-Si tu no eres el autor de esto entonces ¿quién eres tú y que te a traido a este punto? donde le has cerrado los ojos a esos cuerpos, ¿pensabas acaso hayarlos con vida?- me parecía adecuado preguntarle puesto que aquel ser me había intrigado aumentando más mi curiosidad, su presencia, su mirada y el porque estaba allí era un misterio que yo tenía que decifrar....

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Mis ojos verdes agua poco a poco se deviaban discretamente a la empuñadura dorada de aquella espada, que aquel hombre llevaba consigo y que ahora la acariciaba como si tetrará de una aliada silencio dispuesta atacar si la situación lo ameritaba, debo admitir por un momento me causo cierto temor después al analizar detenidamente mi curiosidad me hacia esbozar una sonrisa.
Su mirada se desviaba hacia donde los difuntos, parecía que recuerdos terribles o pensamientos tortuosos venian a el con el simple hecho de saber que estaban allí, en la cama, como dos enamorados profundamente dormidos después de fundirse en un solo ser, mientras los contemplaba yo no hacia más que analizarlo, cada acción, sus gestos y sus ojos que se me hacían del todo hipnotizantes y bellos, sin duda alguna era un antiguo, interesante sin duda pues no siempre me topo con uno en mi nocturno camino.
Puesto que su mirada se centraba en aquellos muertos, no pude evitar hacer lo mismo solo por un leve momento, pues tan pronto escuche movimiento en el roce de sus ropas, supuse había dejado el mango de la espada -Lamento haberle importunado- suspire -Le aseguro mi intención no es matarle o alguna otra cosa por estilo- negue con la cabeza -pero me parece buena idea que no se fie de nadie ni siquiera de las sombras- me acerque, cogiendo las sabánas blancas entre mis manos, cubriendo los cuerpos por completo, mientras el se presentaba, con sutieles y elegantes gestos, poco usuales, de hecho nada comunes en París, podria decier que era extranjero.
Kael ese era un nombre poco inusual, para ser exacta la primera vez que le había oido, más en mi pensamiento, no hacia mas que asentir que era perfecto para él y para ese misterio que parecía encerrar en su ser -Es un placer Monseuir Kael, por favor digame Montserrat, es preferible y me gusta más- dije en tono serio pues odiaba mi primer apellido: Shapplin, por cortesía debia decir todo mi nombre, más por gusto todos eran bellos menos el apellido de mi madre, la destaba y cualquier cosa que viniera de ella para mi era una ofensa.
Seguía al costado de la cama muy cerca de la cabecera aún con las mantas en las manos, mi mirada se desvio de nuevo hacia el, asintiendo con la cabeza -Así es monseuir Kael, tiene usted la razón, desgraciadamente yo tengo que estar corriendo siempre con el riesgo de que sea precisamente la cuchilla de la curiosidad la que termine por matarme- con paso pausado me dirigi al pie de la cama, acariciando la descuidada piecera, destartalada y vieja -Puede que mi excusa sobre como llegue aqui suene de lo más sencilla, pero es la verdad, al no tener mentores debo descucbir el mundo de los inmortales por mi misma cada noche, independientemente de la sangre a consumir- observe aquella ventana, la que estaba dejando que se asomará la luna con sus ojos curiosos que son las estrellas.
-Soy demasiado joven, y sin educación vampirica suficiente, un ser que solamente se guía por el más primitivo instinto y el único que logro conocer en su vida mortal: Odio y venganza-.
Di media vuelta, caminando hacia la salida del cuarto, a cada paso un rechinido en el piso iba armonizando mi andar -Será mejor que bajemos, por lo menos así hayaran la paz que como victimas nunca encontraron-.
Así pues bajamos a la pequeña sala, adelantando me prendí una pequeña vela, poniendola en medio sobre la pequeña mesita -Digame una cosa, puesto que tengo curiosidad- rei algo apenada -Lo sé, demasiada curiosidad podria ser peligrosa, pero mi existencia debe ser alimentada de alguna forma- decia mientras tomaba asiento, en esos sillones cuyo acabado no era tan elegante y fino pero si era acogedor, de tela parecida al terciopelo -¿Usted de antemano ya sabía que era una neofita, una vampiresa joven verdad como es lo que lo supo, acaso se me nota tanto?, ¿No se disimular cierto?-agache la mirada viendo fijamente la flama, que poco a poco reflejo aquel mango de la espada -¿Por que quería matarme, tiene algún enemigo o pensaba que era de aquellos vampiros del que les gusta el sadico placer de matar y beber de sus iguales?- acomode mi vestido, la cual rozaba la alfombra y con un sutil gesto hecho con la mano extendida le invitaba a tomar asiento frente de mi en el otro sillón amplio y de considerable tamaño.