Raptada entre las sombras (PRIVADO)

Los humanos tenían su forma de divertirse con las meretrices, Raphael parecía también tener la propia, claro que jamás se compararía a la de esa estirpe tan subdesarrollada, era algo totalmente diferente y mucho más macabro para decir verdad, tan fiel a su estilo como siempre lo fue y será. ¿Para qué cambiar? le encanta como era ahora y no había nada más que hacer al respecto, tan solo disfrutar y seguir hundiéndose más con su oscuridad pasional y personal que tanto anhelaba. Estos tiempos habían sido bastante diferentes para el Arcángel, su mente estaba cambiando, quizá no cambiando, más bien desarrollándose de forma más humana, nada importante, tan solo se animaría a probar los placeres que tanto alocan a los hombres, realmente deseaba interpretar e incluso disfrutar por si mismo todo aquello que volvía loco de pasión a un hombre.

Por eso mismo, el primero punto que tocaría sería el más banal y primordial, el sexo. Claro nuevamente repitiendo que a su muy peculiar forma, algo que realmente le estimulase no solo en el sentido sexual, sino también estimulase su maldad. Por esas casualidades de la vida el momento parecía haber llegado, había estado siguiendo a una rubia, una mujer que cumplía los estándares de la belleza humana y para colmo o buenaventura su profesión era la más buscada en todo París por los hombres, "Cortesana" Una oportunidad más perfecta para descubrir no se pudo presentar para Raphael, como todo buen calculador espero el momento exacto para llevar a cabo sus acciones, espero que la mujer terminase con un humano sus labores, pero en cuanto la chica se retiro del lugar el asecho tomo lugar, una hermosa persecución se dio, lenta pero intensa, torturando de mala forma la mente humana le siguió detrás, a su espalda dejando escuchar sus pisadas a propósito, quería hacerle sentir el pavor.

Hasta que por fin atacó...Un golpe sencillo en la nuca una sonrisa retorcida como las que nacían de él al momento de perpetrar sus calamidades se mostró intensa. Eso fue lo único que la chica pudo observar en ese momento. El Arcángel la tomo en brazos y sin mucho esfuerzo la llevo a su lugar preferido de país, los abandonados calabozos de la ciudad, llego a una celda ya visitada anteriormente por el vampiro, coloco a la mujer primero en una lapida ensangrentada que había hecho suerte antes de mesa para estudios, aunque simplemente arrancaba órganos....Unos segundos después volvió con cadenas de fierro en las manos, de un gancho oxidado en el techo colgó a la mujer apretando brazos y piernas con cadenas, extremidades separadas, no tenía pensando mutilarla, no esta vez. Sus intenciones serían bastante diferentes esta vez. Pues se estaba ya aburriendo, deseaba que la mujer despertase pronto para comer la velada, sería bastante interesante. Sus ojos junto a su cuerpo se voltearon en cuanto escucho aquella inocente pregunta.

- Raphael y te traje porqué hoy pienso divertirme con tu cuerpo, estés o no de acuerdo, eres mía esta noche - así sentenció a la humana, ese dichoso vampiro que en estos momentos se encontraba con el torso desnudo.

Oh por Samael, esa era una pregunta bastante cliché la verdad, pero esta ocasión no deseaba muerte, deseaba diversión humana, sí, esa diversión sexual por la cual todos los hombres tiemblan como cachorros y pierden la noción cual niños pierden tiempo jugando, nada fuera de lo común para él, quizá para otros el fruto deseado que pocas veces te expulsa del paraíso, dio suaves pasos hasta encontrarse frente de la mujer, mostró sus afilados colmillos delante del rostro de esta acompañado de una sonrisa retorcida y macabra. Caminó a su alrededor, muy cerca, tan cerca que si sus pulmones funcionarán sentiría la respiración la asechada. Una mano se posó en el hombro de la apresada transmitiendo un frío intenso en la zona, así mismo la otra también se posó en el otro hombro libre, pudo sentir como la humana se petrificaba ya no solo por miedo si no también por su contacto, la nariz a la altura del lóbulo de la oreja derecha y los labios acompañados de los infalibles colmillos, aquella lengua se estiró para apenas con la parte izquierda de la punta rozar el cuello ajeno, luego de esto el contacto se perdió por completo en todo su cuerpo sin embargo a los pocos segundos el vampiro clavó su mordida directa a ese cuello mientras las manos aferraban los hombros, dejó la sangre derramar adrede por el cuello, pasando por el hombro derecho hasta llegar a los glúteos desnudos de la cortesana, una lamida nuevamente hasta que los orificios cicatrizaran.

Después de relamerse por unos segundos el líquido carmín de los labios y lengua usó esta misma para recorrer el camino de sangre que aún se encontraba tibia y fresca, en cuanto este llego al medio de los glúteos se detuvo, notando un temblor excesivo de la muchacha, bajo el rostro hacías las cadenas inferiores, se podía notar la fricción y el dolor que causaban, no quería agotarle aún, tenía que durar al menos un par de horas, presiono el puño y rompió las dos cadenas dejando que las palmas de sus pies descalzos tocarán el suelo - Muy bien, muy bien, hasta hora todo esta saliendo bastante provechoso, ¿no cree? Cierto, en respuesta a su pregunta, matarte sería demasiado aburrido, déjate llevar por el acto magnifico que tendrá lugar en esta celda - susurró levantándose para estar frente a frente a la mujer, un dedo en su frente presionándola mientras sonreía, la otra mano libre posó los dedos desde su pecho presionando, bajando al medio de los senos, luego hacia el estomago, ingresó el gordo al ombligo presionando esa zona sensible, la mano en la frente desapareció para levantar la pierna derecha así pronto el ombligo ya no era presionado, ahora era la pelvis, siguió el clítoris, pero este último fue apretado contra un dedo indice y gordo, girado como una tuerca para luego ser soltado de golpe.

Observo cada gesto, cada reacción de la humana, era fascinante, eran tan vulnerables, tan destruibles, tan entretenidos, tendría un momento grato que pasar acompañado de estos - Que comiencen los juegos - musitó contra su oído izquierdo para perforar el cartílago de la oreja.