AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Oculto entre las sombras [Privado Lucio]
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Oculto entre las sombras [Privado Lucio]
Había estado horas deambulando por las calles de París hasta que dí con el cementerio principal de la ciudad, ese donde esperaba poder encontrar magia ancestral de algún hechicero sepultado y cuyo poder no hubiese sido reclamado por sus descendientes. No era la primera vez que me apropiaba de una magia que no me pertenecía, pero si quería gozar del suficiente poder para que manejar la fuente primogenia no me supusiese un problema, tenía que recurrir a este tipo de actos que como poco serían juzgados como traición por la mayoría de los aquelarres.
También es cierto que poco o nada me importaba lo que otros hechiceros opinasen de mí, pues me había educado fuera de estos círculos mágicos donde sus miembros tenían que unirse para conseguir una magia de la que por separado no gozaban. Pobres necios que se creían poderosos hechiceros cuando estaban en grupo, pero que solos no me llegaban ni a la suela de la bota.
Esperé hasta que las puertas del cementerio se cerraron a manos del bedel encargado, que tras un último paseo por el campo santo asegurándose de que no quedaba ningún rezagado o asalta tumbas en el interior, se retiró hasta su pequeña vivienda situada en las puertas de éste. Fui hasta la parte posterior del lugar, y con un hechizo de principiantes, conseguí de un solo salto sobrevolar la tapia que separa el mundo de los vivos del de los muertos.
Encendí el farol que portaba en la bolsa de piel sujeta al hombro, prendiendo la mecha con una yesca, y busqué un lugar donde poder comenzar el hechizo que me llevaría hasta esa magia perdida.
Un pequeño mausoleo cuyo candado que cerraba las cadenas estaba partido, se me antojó el mejor lugar donde comenzar el ritual. El polvo que cubría el suelo y las telarañas que prendían del techo, dejaban claro que hacía mucho tiempo que nadie visitaba aquel lugar, por lo que de una forma u otra no correría peligro de ser descubierta. Viejas tumbas olvidadas por sus familiares y que a mí me servirían en ese momento como asiento.
Coloqué un rudimentario croquis del cementerio sobre la tumba, sentándome sobre la lápida tras colocar el farol que alumbraba la estancia y mi bolsa con el resto de útiles que necesitaría para el ritual también sobre ésta. Había robado aquella misma mañana el pergamino del camposanto en las oficinas de la casa consistorial, además de otros mapas más que esperaba que fuesen de ayuda más adelante.
Con el mapa extendido, posé sobre el centro de este una pequeña cantidad de polvo de huesos de hechicero. Un hechicero que no era otro que mi padre, muerto bajo mi puñal y cuya alma vagaba perdida dentro de un libro mágico que yo portaba. No me costó mucho trabajo pronunciar el conjuro que me llevaría hasta el lugar exacto donde buscar la magia de algún otro hechicero fallecido, pues no era la primera vez que me servía de ese hechizo. Hechizo que no tardó en reaccionar, pues el polvo comenzó a moverse a lo largo del mapa buscando ese punto preciso. Sonreí de medio lado satisfecha de que todo estuviese resultando tan fácil, más de pronto, ocurrió algo que no esperaba.
El polvo no se detenía, sino que seguía el camino trazado poco antes por mis pasos. Aquello era de lo más extraño e inquietante, pues en pocos segundos la señal se detuvo frente a la puerta del mausoleo donde me hallaba.
Fue entonces cuando percibí su aura, otro hechicero como yo era el culpable de que mi hechizo hubiese sido en balde. Apagué el farol, quedando la sala solo iluminada por la luz de la luna que entraba a través de los cristales.
Sabía que había notado mi presencia, de hecho ésta era lo que le habría hecho seguirme hasta allí,más ¿con qué motivo?
-Buenas noches, caballero.- apunté abriendo la puerta que había dejado entornada y situándome de cara ante un rostro joven pero cargado de fuerza.- ¿Se ha perdido y está buscando ayuda?
No quería compartir lo que estaba haciendo con un desconocido, y aunque pillarme allí podría ser considerado un delito, él tampoco quedaría exento de culpa. Ambos éramos dos intrusos que habían osado molestar la paz de los difuntos.
También es cierto que poco o nada me importaba lo que otros hechiceros opinasen de mí, pues me había educado fuera de estos círculos mágicos donde sus miembros tenían que unirse para conseguir una magia de la que por separado no gozaban. Pobres necios que se creían poderosos hechiceros cuando estaban en grupo, pero que solos no me llegaban ni a la suela de la bota.
Esperé hasta que las puertas del cementerio se cerraron a manos del bedel encargado, que tras un último paseo por el campo santo asegurándose de que no quedaba ningún rezagado o asalta tumbas en el interior, se retiró hasta su pequeña vivienda situada en las puertas de éste. Fui hasta la parte posterior del lugar, y con un hechizo de principiantes, conseguí de un solo salto sobrevolar la tapia que separa el mundo de los vivos del de los muertos.
Encendí el farol que portaba en la bolsa de piel sujeta al hombro, prendiendo la mecha con una yesca, y busqué un lugar donde poder comenzar el hechizo que me llevaría hasta esa magia perdida.
Un pequeño mausoleo cuyo candado que cerraba las cadenas estaba partido, se me antojó el mejor lugar donde comenzar el ritual. El polvo que cubría el suelo y las telarañas que prendían del techo, dejaban claro que hacía mucho tiempo que nadie visitaba aquel lugar, por lo que de una forma u otra no correría peligro de ser descubierta. Viejas tumbas olvidadas por sus familiares y que a mí me servirían en ese momento como asiento.
Coloqué un rudimentario croquis del cementerio sobre la tumba, sentándome sobre la lápida tras colocar el farol que alumbraba la estancia y mi bolsa con el resto de útiles que necesitaría para el ritual también sobre ésta. Había robado aquella misma mañana el pergamino del camposanto en las oficinas de la casa consistorial, además de otros mapas más que esperaba que fuesen de ayuda más adelante.
Con el mapa extendido, posé sobre el centro de este una pequeña cantidad de polvo de huesos de hechicero. Un hechicero que no era otro que mi padre, muerto bajo mi puñal y cuya alma vagaba perdida dentro de un libro mágico que yo portaba. No me costó mucho trabajo pronunciar el conjuro que me llevaría hasta el lugar exacto donde buscar la magia de algún otro hechicero fallecido, pues no era la primera vez que me servía de ese hechizo. Hechizo que no tardó en reaccionar, pues el polvo comenzó a moverse a lo largo del mapa buscando ese punto preciso. Sonreí de medio lado satisfecha de que todo estuviese resultando tan fácil, más de pronto, ocurrió algo que no esperaba.
El polvo no se detenía, sino que seguía el camino trazado poco antes por mis pasos. Aquello era de lo más extraño e inquietante, pues en pocos segundos la señal se detuvo frente a la puerta del mausoleo donde me hallaba.
Fue entonces cuando percibí su aura, otro hechicero como yo era el culpable de que mi hechizo hubiese sido en balde. Apagué el farol, quedando la sala solo iluminada por la luz de la luna que entraba a través de los cristales.
Sabía que había notado mi presencia, de hecho ésta era lo que le habría hecho seguirme hasta allí,más ¿con qué motivo?
-Buenas noches, caballero.- apunté abriendo la puerta que había dejado entornada y situándome de cara ante un rostro joven pero cargado de fuerza.- ¿Se ha perdido y está buscando ayuda?
No quería compartir lo que estaba haciendo con un desconocido, y aunque pillarme allí podría ser considerado un delito, él tampoco quedaría exento de culpa. Ambos éramos dos intrusos que habían osado molestar la paz de los difuntos.
Keket Nesser- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 06/11/2016
Re: Oculto entre las sombras [Privado Lucio]
El cementerio, no diría que mi lugar preferido cuando iba sobrio, mas un buen lugar cuando iba completamente ebrio.
Dando tumbos entre las tumbas botella de whisky en mano iba leyendo con dificultad los distintos nombres de las lapidas.
Cuanto pesar pintado en trazos sobre ellas, hermanos, padres, hijos, todos ellos llorando la muerte de sus cercanos.¿Llorar? ¿Que era llorar? No podía dejar de reír sin ganas, mientras la botella volvía a adueñarse de mi boca y el liquido blanco de la ginebra resbalaba por ella perdiéndose en mi barbilla.
Poco llore y reí de niño, metido en la burbuja de cristal en la que mis padres convirtieron su castillo, nada me hacia sentir vivo.
Mas pronto descubrí como poder tener algún tipo de “sensación” embargando mi pecho. Empecé con animales pequeños, cucarachas, hormigas, les arrancaba las patas y admiraba su sufrimiento.
Era fascinante ver como se retorcían y admito que una parte de mi se excitaba.
Tras esto, y como si de una droga se tratase, necesitaba cada vez mas adrenalina, esa y no otra era mi peculiar manera de sentir.
De adulto vinieron las drogas, las peleas callejeras, ldo malos hábitos, todo era poco para sentir le subido en mi cuerpo.
Mujerzuelas a pares, que mas daba el modo siempre que me sintiera saciado de algún modo.
Podría decir que tenia remordimientos, mas mentiría. Mi lama estaba quebrada desde que me maldijeron, ni arrepentimiento, ni dolor, ni tristeza ni alegría y mucho menos amor.
Así llegué frente a una especie de mausoleo abandonado, no tarde pese a lo afectados que estaban mis sentidos de percibir un aura bastante similar a la mía.
Sonreí de medio lado cuando una dama tetona me cortó el paso.
¿Como podía ser tan afortunado?
Algo me decía que esa mujer me iba a dar adrenalina de una u otra manera.
Pose mi mano en la puerta, sustentando mi ebrio cuerpo mientras volvía a llevar la boquilla a mis labios.
-¿Que estas haciendo aquí? ¿se ejerce la prostitución en este mausoleo? -pregunté entre risas.
Sabia que no, que solo estaba ella, así como había sentido la implosion de un conjuro fallido, que posiblemente mi presencia había interrumpido.
Dando tumbos entre las tumbas botella de whisky en mano iba leyendo con dificultad los distintos nombres de las lapidas.
Cuanto pesar pintado en trazos sobre ellas, hermanos, padres, hijos, todos ellos llorando la muerte de sus cercanos.¿Llorar? ¿Que era llorar? No podía dejar de reír sin ganas, mientras la botella volvía a adueñarse de mi boca y el liquido blanco de la ginebra resbalaba por ella perdiéndose en mi barbilla.
Poco llore y reí de niño, metido en la burbuja de cristal en la que mis padres convirtieron su castillo, nada me hacia sentir vivo.
Mas pronto descubrí como poder tener algún tipo de “sensación” embargando mi pecho. Empecé con animales pequeños, cucarachas, hormigas, les arrancaba las patas y admiraba su sufrimiento.
Era fascinante ver como se retorcían y admito que una parte de mi se excitaba.
Tras esto, y como si de una droga se tratase, necesitaba cada vez mas adrenalina, esa y no otra era mi peculiar manera de sentir.
De adulto vinieron las drogas, las peleas callejeras, ldo malos hábitos, todo era poco para sentir le subido en mi cuerpo.
Mujerzuelas a pares, que mas daba el modo siempre que me sintiera saciado de algún modo.
Podría decir que tenia remordimientos, mas mentiría. Mi lama estaba quebrada desde que me maldijeron, ni arrepentimiento, ni dolor, ni tristeza ni alegría y mucho menos amor.
Así llegué frente a una especie de mausoleo abandonado, no tarde pese a lo afectados que estaban mis sentidos de percibir un aura bastante similar a la mía.
Sonreí de medio lado cuando una dama tetona me cortó el paso.
¿Como podía ser tan afortunado?
Algo me decía que esa mujer me iba a dar adrenalina de una u otra manera.
Pose mi mano en la puerta, sustentando mi ebrio cuerpo mientras volvía a llevar la boquilla a mis labios.
-¿Que estas haciendo aquí? ¿se ejerce la prostitución en este mausoleo? -pregunté entre risas.
Sabia que no, que solo estaba ella, así como había sentido la implosion de un conjuro fallido, que posiblemente mi presencia había interrumpido.
Lucio Sacro- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 148
Fecha de inscripción : 03/11/2016
Re: Oculto entre las sombras [Privado Lucio]
Un joven bastante ebrio se apoyó de forma chulesca en el marco metálico de la puerta del mausoleo donde yo me encontraba. Llevaba tal cantidad de alcohol en su interior que me parecía inverosímil que hubiese sido capaz de saltar la tapia que separaba aquel lugar del mundo de los vivos.
Como bien había predicho, se trataba de un hechicero, con aura muy similar a la mía, lo cual me excitó sobremanera. Siempre eran más divertidos ese tipo de hombres mágicos que aquellos que portaban en sus poderes tonterías como sanación y hechizos benévolos que les hacían parecer santos en lugar de hechiceros.
Lo miré de forma poco cordial cuando insinuó que estaba buscando clientes, sintiendo como en mi estómago comenzaba a acumularse la bilis y que si seguía por el camino de fastidiarme acabaría con su escoba de brujo metida por donde amargan los pepinos. ¿A quién me iba a tirar? ¿A los muertos que no me podían pagar? Yo no era una mujer a quien debía vacilar de ese modo, la paciencia no era una de mis virtudes, de hecho que ni siquiera se encontraba entre mis defectos; simplemente no había nada de eso en mí.
-Siento comunicarle, señor, que aquí no encontrará clientes a los que ofrecerles sus servicios.- contesté con una sonrisa de medio lado, mirando a un lado y a otro como si quisiese que nadie más me escuchase, mientras me acercaba a su oído para contarle un secreto. Apoyé mi mano en su hombro al inclinarme, y le susurré.- No sé si será cierto o no las leyendas que han llegado a mis oídos sobre este campo santo, pero dicen las malas lenguas que esta zona está un poco muerta.
No pude evitar reír con malicia cuando me separé de él, quitándole la botella de whisky que portaba en la mano para darle un profundo trago.
-Umm..whisky.- apunté paladeando la bebida,dejando que calentase mi garganta a su paso. Una bebida que si bien no era de las mejores, sin duda era la adecuada para una fría noche de otoño.- Y dígame señor, ¿su madre le deja beber alcohol y pasear a estas horas de la noche solo? ¿o bien tiene a su nana esperándole fuera?
Le devolví la botella tras darle un nuevo trago, apoyando el hombro en el marco de la puerta opuesto a donde él estaba e impidiéndole así el paso hacia el interior del mausoleo. Era un joven apuesto, sin duda, más no tenía tiempo para tonterías. Quería terminar el hechizo y cumplir cuanto antes mi misión en ese cementerio.
Como bien había predicho, se trataba de un hechicero, con aura muy similar a la mía, lo cual me excitó sobremanera. Siempre eran más divertidos ese tipo de hombres mágicos que aquellos que portaban en sus poderes tonterías como sanación y hechizos benévolos que les hacían parecer santos en lugar de hechiceros.
Lo miré de forma poco cordial cuando insinuó que estaba buscando clientes, sintiendo como en mi estómago comenzaba a acumularse la bilis y que si seguía por el camino de fastidiarme acabaría con su escoba de brujo metida por donde amargan los pepinos. ¿A quién me iba a tirar? ¿A los muertos que no me podían pagar? Yo no era una mujer a quien debía vacilar de ese modo, la paciencia no era una de mis virtudes, de hecho que ni siquiera se encontraba entre mis defectos; simplemente no había nada de eso en mí.
-Siento comunicarle, señor, que aquí no encontrará clientes a los que ofrecerles sus servicios.- contesté con una sonrisa de medio lado, mirando a un lado y a otro como si quisiese que nadie más me escuchase, mientras me acercaba a su oído para contarle un secreto. Apoyé mi mano en su hombro al inclinarme, y le susurré.- No sé si será cierto o no las leyendas que han llegado a mis oídos sobre este campo santo, pero dicen las malas lenguas que esta zona está un poco muerta.
No pude evitar reír con malicia cuando me separé de él, quitándole la botella de whisky que portaba en la mano para darle un profundo trago.
-Umm..whisky.- apunté paladeando la bebida,dejando que calentase mi garganta a su paso. Una bebida que si bien no era de las mejores, sin duda era la adecuada para una fría noche de otoño.- Y dígame señor, ¿su madre le deja beber alcohol y pasear a estas horas de la noche solo? ¿o bien tiene a su nana esperándole fuera?
Le devolví la botella tras darle un nuevo trago, apoyando el hombro en el marco de la puerta opuesto a donde él estaba e impidiéndole así el paso hacia el interior del mausoleo. Era un joven apuesto, sin duda, más no tenía tiempo para tonterías. Quería terminar el hechizo y cumplir cuanto antes mi misión en ese cementerio.
Keket Nesser- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 06/11/2016
Re: Oculto entre las sombras [Privado Lucio]
La mujer esa de aura desbordante parecía cabreada, recelosa de lo que hacia en le interior me cortaba el paso.
¡Bien! empezábamos a entendernos. Yo la había llamado fulana y ella no se lo había tomado bien, las cosas iban viento en popa. Deslicé mis ojos por su exuberante cuerpo, sin duda su aspecto era exactamente de lo que yo había propuesto, mas si ella decía no serlo, tendría que concederle el beneficio de la duda, o no, que mas daba.
Mis ojos recorrieron el interior de aquel mausoleo sin borrar mi picara sonrisa.
Sabia que allí se estaba produciendo algún conjuro de magia negra, estaba realmente intrigado pues el poder de este parecía bastante fuerte, no acababa de identificar los componentes, posiblemente porque iba demasiado borracho para hacerlo, mas si quedaban en el aire las betas frustradas de ese conjuro que parecía hecho para absorber el poder de los nuestros.
Magia poderosa con la que no estaba permitido jugar ni siquiera a nosotros, sin duda algo divertido, me encantaba saltarme las normas.
El cuerpo de la dama se orillo al mio, lo dicho, al final iba a tener razón y si pensaba cumplir con mis deseos aquella noche otoñal.
Su aliento calentó mi oído con palabras sin sentido ,esas que trataban de molestarme y por el contrario solo lograron hacerme reír a carcajada limpia.
La botella desapareció de mis manos, esta mujer parecía muy decidida a pasar una noche de lujuria conmigo, quizás hasta estaba preparando un altar donde yacer juntos, algo que se me antojo excitante, demasiado teniendo en cuenta ese cuerpo de escándalo y esos labios capaces de acaparar la miradas de cualquier hombre en su sano juicio.
Ni siquiera se porque la imagen de mi prometida se me paso por la mente, no se porque deseé volver a casa y tomarla a ella y no a otra.
Sacudí la cabeza, todo era confuso en ese momento, algo que nunca me había pasado ¿seria mi futura esposa también bruja? ¿me estaría dando alguna droga para confundirme? ¿un amarre quizás?
Solo se que reculé aturdido, como si ahora la idea de un excitante encuentro en un cementerio no se me antojara algo divertido, sonreí de medio lado sin perder las formas, esperando que la dama no se percatara de mi estado.
-¿Que conjuro estas utilizando? Sin duda no te ha funcionado ,algo haces mal -di un trago a mi botella -y no me extraña, tus capacidades parecen algo mermadas.
La quería hacer enfadar, quizás así pudiera sonsacarle algo sobre la magia que trataba de despertar aquella noche.
¡Bien! empezábamos a entendernos. Yo la había llamado fulana y ella no se lo había tomado bien, las cosas iban viento en popa. Deslicé mis ojos por su exuberante cuerpo, sin duda su aspecto era exactamente de lo que yo había propuesto, mas si ella decía no serlo, tendría que concederle el beneficio de la duda, o no, que mas daba.
Mis ojos recorrieron el interior de aquel mausoleo sin borrar mi picara sonrisa.
Sabia que allí se estaba produciendo algún conjuro de magia negra, estaba realmente intrigado pues el poder de este parecía bastante fuerte, no acababa de identificar los componentes, posiblemente porque iba demasiado borracho para hacerlo, mas si quedaban en el aire las betas frustradas de ese conjuro que parecía hecho para absorber el poder de los nuestros.
Magia poderosa con la que no estaba permitido jugar ni siquiera a nosotros, sin duda algo divertido, me encantaba saltarme las normas.
El cuerpo de la dama se orillo al mio, lo dicho, al final iba a tener razón y si pensaba cumplir con mis deseos aquella noche otoñal.
Su aliento calentó mi oído con palabras sin sentido ,esas que trataban de molestarme y por el contrario solo lograron hacerme reír a carcajada limpia.
La botella desapareció de mis manos, esta mujer parecía muy decidida a pasar una noche de lujuria conmigo, quizás hasta estaba preparando un altar donde yacer juntos, algo que se me antojo excitante, demasiado teniendo en cuenta ese cuerpo de escándalo y esos labios capaces de acaparar la miradas de cualquier hombre en su sano juicio.
Ni siquiera se porque la imagen de mi prometida se me paso por la mente, no se porque deseé volver a casa y tomarla a ella y no a otra.
Sacudí la cabeza, todo era confuso en ese momento, algo que nunca me había pasado ¿seria mi futura esposa también bruja? ¿me estaría dando alguna droga para confundirme? ¿un amarre quizás?
Solo se que reculé aturdido, como si ahora la idea de un excitante encuentro en un cementerio no se me antojara algo divertido, sonreí de medio lado sin perder las formas, esperando que la dama no se percatara de mi estado.
-¿Que conjuro estas utilizando? Sin duda no te ha funcionado ,algo haces mal -di un trago a mi botella -y no me extraña, tus capacidades parecen algo mermadas.
La quería hacer enfadar, quizás así pudiera sonsacarle algo sobre la magia que trataba de despertar aquella noche.
Lucio Sacro- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 148
Fecha de inscripción : 03/11/2016
Re: Oculto entre las sombras [Privado Lucio]
El hechicero parecía empecinado a descubrir lo que se cuajaba en el interior del mausoleo que yo misma había escogido para realizar mi hechizo; un hechizo que se había visto truncado por su aparición y que encima me estaba haciendo perder un tiempo precioso. Aunque si lo veía por el lado bueno no sería muy complicado acabar con su vida y hacerme con su poder.
En el estado de embriaguez en el que se encontraba, me bastaría con un rápido movimiento de mi mano para sajar su garganta con ese cuchillo mágico que había usado en varias ocasiones, y que había sido conjurado por un antiguo y poderoso chaman de Egipto.
Con él había degollado a varios hechiceros que se habían interpuesto en mi camino, incluido mi padre, absorbiendo sus poderes y transfiriéndolos a mi persona con un hechizo tipo bucle entre el arma y yo.
Era conocedora de la capacidad de mi poder, de como cada poro de mi piel rezumaba energía; como en ocasiones podía ser incontrolable incluso para mí que llevaba años preparándome para aquello y que sin duda alguna podría ser sentida por aquel hombre que me miraba fijamente buscando desquiciarme.¿Querría morir joven y de forma agonizante?
-¿Quién le ha dicho que esté realizando un conjuro? Me parece mi señor que se confunde de nuevo con mi profesión.- contesté molesta porque me dijese que estaba errando en mi hechizo; tal vez debería demostrarle cual era mi eficacia respecto a conjuros oscuros; sin duda alegraría bastante nuestra noche. Tomé con confianza de nuevo su botella para darle un largo trago, moviéndome con disimulo para taparle su campo de visión, mientras él parecía seguir interesado en mis poderes.- Y sin querer ser grosera, debería reconocer que quien tiene sus facultades mermadas sois vos, caballero. Las mías están perfectamente.
Lo había conseguido, me había molestado con sus palabras; claro que esto no era muy complicado en mí. El simple vuelo de una mosca me molestaba sobremanera. Le devolví su botella, permaneciendo anclada en el umbral de la puerta, para evitar que tuviese acceso al interior. No parecía tener la intención de moverse de allí.
- ¿Puedo ayudarle en algo más, caballero?- pregunté tratando así de espantarlo y poder continuar lo que hubiese sido una noche tranquila, y se estaba convirtiendo en una infierno.
En el estado de embriaguez en el que se encontraba, me bastaría con un rápido movimiento de mi mano para sajar su garganta con ese cuchillo mágico que había usado en varias ocasiones, y que había sido conjurado por un antiguo y poderoso chaman de Egipto.
Con él había degollado a varios hechiceros que se habían interpuesto en mi camino, incluido mi padre, absorbiendo sus poderes y transfiriéndolos a mi persona con un hechizo tipo bucle entre el arma y yo.
Era conocedora de la capacidad de mi poder, de como cada poro de mi piel rezumaba energía; como en ocasiones podía ser incontrolable incluso para mí que llevaba años preparándome para aquello y que sin duda alguna podría ser sentida por aquel hombre que me miraba fijamente buscando desquiciarme.¿Querría morir joven y de forma agonizante?
-¿Quién le ha dicho que esté realizando un conjuro? Me parece mi señor que se confunde de nuevo con mi profesión.- contesté molesta porque me dijese que estaba errando en mi hechizo; tal vez debería demostrarle cual era mi eficacia respecto a conjuros oscuros; sin duda alegraría bastante nuestra noche. Tomé con confianza de nuevo su botella para darle un largo trago, moviéndome con disimulo para taparle su campo de visión, mientras él parecía seguir interesado en mis poderes.- Y sin querer ser grosera, debería reconocer que quien tiene sus facultades mermadas sois vos, caballero. Las mías están perfectamente.
Lo había conseguido, me había molestado con sus palabras; claro que esto no era muy complicado en mí. El simple vuelo de una mosca me molestaba sobremanera. Le devolví su botella, permaneciendo anclada en el umbral de la puerta, para evitar que tuviese acceso al interior. No parecía tener la intención de moverse de allí.
- ¿Puedo ayudarle en algo más, caballero?- pregunté tratando así de espantarlo y poder continuar lo que hubiese sido una noche tranquila, y se estaba convirtiendo en una infierno.
Keket Nesser- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 06/11/2016
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