Limpiando las Culpas - Libre

por **Evangeline Collingwood** Sáb Jul 03, 2010 12:17 pm

¿Cuánto tiempo tenía que no frecuentaba un cementerio? Mi madre había muerto hacía como quince años, y mi padre le había seguido un año después, sin embargo, sus muertes no me habían dolido, y mucho menos había gastado un centavo para el entierro. Después vino el marido de una de mis hermanas. Ella parecía devastada y suspuse que compartiría su mismo dolor cuando yo contrajese matrimonio y mi marido pereciera algún día. Pero eso no pasó. Me casé, no soporté a mi esposo y lo envenené. Es obvio que su muerte no podía dolerme. Entonces, si ninguno de mis padres, cuñados y esposo, me dolieron ¿qué hacía yo en un cementerio? Eso mismo me pregunté yo misma cuando me encontré con un ramo de claveles en una tumba de alguien que jamás conocí. Leí la iscripción de la lápida.
"Marido, Padre, Amigo y Hermano. Respetamos tu sabia desición, sabiendo que ahora te encuentras en los reinos de Nuestro Padre. Seimour Levi."
Nunca había oído ese nombre, pero parecía que sus familiares lo habían amado. Dejé el ramo de flores en la lápida y seguí parada, inmovil, ahi. Quería buscarle una excusa a mi estancia en ese tétrico lugar, pero la única que podía encontrar era: remordimiento. Remordimiento por no haberle llorado o dejado flores a mis propios muertos; remordimiento, por haber sido tan fría en los momentos de dolor de mi hermana... Remordimiento por haber matado a mi esposo. Era remordimiento pero no dolor.

por Invitado Dom Jul 04, 2010 2:32 pm

Aunque el reloj marcaba las 6; el cielo que reposaba sobre aquel paraje denotaba una noche en su hora de florecer. Las nubes tan espesas que podrían cortarse con cuchillo, amenazaban con deshacerse sobre nosotros sin nigún tipo de piedad. Aquella tarde las excusas no tomaban forma; solo me concentraba en seguir el camino que tomaban mis pies; en esa extraña ciudad. La duda me venció al pensar en que tipo de cosas iba a vivir por esas calles; esperaba que alguna de esas experiencias pueda al fin satisfacer mi lujuria por el poder.

Los minutos morían como todo lo que toca el mundo; hasta que mis pies cansados cambiaron de rumbo a un lugar donde tomar refugio. Al levantar la vista por fin, me vi en un lugar desolado, donde solo una lúgubre reja se quejaba del viento y me invitaba a entrar, con el espacio suficiente para considerarla abierta. En la ausencia del sentido común, mi curiosidad tomó el control de mi cuerpo por fin; adentrandome en aquel lugar que aspiraba soledad. Mi vista se paseo por el alrededor, pero sin mirar nada; hasta que mi sueño matutino se destruyo de un golpe contra mi pierna.

-¿Una lápida?- pensé mientras paseaba mis ojos por la caravana de muerte a mi alrededor. -Eso explica muchas cosas...- mis pies continuaron su su camino hasta un banco, esculpido especialmente para cuando el humano pierde la fuerza de sus piernas. Era un banco rústico, de piedra gris con doble sentido. Me apoye sobre uno de sus respaldos y pasee mi cabeza por sobre mi hombro.

La vista enfocó automaticamente una figura en la lapida detras, que pese a la oscuridad no pude distinguir, pero eso no quitaba el echo de que comenzaba a acercarse. Tal vez un humano que perdió fuerzas, estaría buscando el mismo refugio. No lo se, solo esta la seguridad de que eramos dos, bajo esa amenazante capa de densidad.

por **Evangeline Collingwood** Dom Jul 04, 2010 3:02 pm

Me quedé cinco minutos mirando la lápida. Luego pasé mi vista a las flores. Suspiré.
La verdad, lo único en lo que podía pensar ahora, era en mis difuntos. No en el hombre que yacía a metros bajo mis pies, sino, en mis familiares y conocidos. ¿Qué habían hecho ellos por mi? ¿Habrían llorado mi pérdida? No, en verdad lo dudaba. Mi madre a penas me conoció, pues sus esfuerzos por educar siempre estuvieron concentados en mi hermana mayor, quien era la que le preocupaba que contrajera matrimonio con alguien de clase alta. Era bastante cómica la ironía si pensamos que Helena terminó casándose con un cuidador de cementerio.
Luego estaba mi padre. Mi padre nunca convivió conmigo, así que ¿para que gastar mi tiempo explicando cosas sin sentido? No le lloré porque jamás le conocí bien.
Luego estuvo mi marido y le gente de la alta sociedad, que era más el adorno y la comida que el dolor.
Moví la cabeza de un lado al otro , me besé las cuatro yemas de los dedos de mi mano y deposité el beso en la roca fría con inscripciones.
-Requiescat in pace-
Murmuré para el difunto y en seguida me persigné. El lugar oscurecía, y el velador alumbraba la noche prendiendo los pabilos de los faroles que rodeaban el cementerio. Yo me quería quedar un rato mas. Miré hacia todos lados y di con una silla de roca habitada por un hombre. De lejos, parecía un velador más, pero sus rasgos no eran los de una persona de clase baja ni media. Tenía el cabello un tanto alborotado sobre la cara, pero eso lo hacía ver aún mejor. Era como admirar un aristócrata con pinta de ladrón. Hacía mucho que no veía uno así, eso descartando a los Gitanos. Pero seguía siendo diferente.
No sé en que pensaba en el momento en el que comencé a caminar hacia él, me senté en el banco y me quedé sin habla al verle mas de cerca.

por Invitado Dom Jul 04, 2010 3:30 pm

La figura comenzó a esclarecer bajo el tumulto de nubes como un vidrio empañado que comenzaba a cecarse. Cada paso que se acercaba revelaba una figura mas y mas refrescante para la vista. De pronto, me encontré sentado al lado de una bella mujer, cuvierta de sombras de noche; con ojos tan sensibles como rocas, y una palpitación tan tranquila como su paso.

A pesar de que yo creía que me encontraría con una figura quebrada por el llanto, exuhmando sus penas ante la lápida de un ser querido; me encontre con una figura estable, sin signos de haber derramado lágrimas. A pesar de un desasón en sus ojos que por su vista se denotaba común en ella, no mostraba ningun signo de dolor en su rostro.

Saqué por conclusión que no sería una mujer de clase baja. Había pasado mucho tiempo en un prostibulo, buscando clientes para mi madre y puedo distinguir a un kilómetro las clases de una persona por solo su mirar. A pesar de que ésta particularmente fue conflictiva, no pude evitar sacar la conclusión de que tal vez, sería un buen blanco para comer una semana.

-Espero sea la lápida de un novio, asi no voy a tener competencia- Dije escondiendo mis ojos en la oscuridad del contraste entre luces y sombras. No pude atar mi curiosidad y me apresuré a preguntar. -No veo que haya corrido ninguna lágrima por ese tan hermoso rostro, cosa extraña en un lugar con historial de tristeza como este...- Dejé la conversación abierta a la curiosidad y escapé mi vista hacia el otro lado del mausoleo, buscando una distracción.

por **Evangeline Collingwood** Dom Jul 04, 2010 7:53 pm

Conforme la noche abrasaba el cementerio bajo su oscuro manto, las farolas alumbraban la cara del hombre de mi lado. Muchas veces me había preguntado qué pasaría si, de un momento a otro, me encontraba con un hombre de clase menor a la mía y pasase unas noches con él. Yo, una mujer ahora de la clase alta cuya infancia había pertenecido a las calles, al conformismo de llevar un vestido hecho de lana y sandalias de bajo costo que se gastaban al mes, estar con un hombre de clase baja me llevaría al cadalzo de la humillación y seguramente rompería con el estereotipo que todos tenían de una joven viuda que, lo que debería hacer, sería buscar un hombre de su misma posición y tener los hijos que con su aniguo matrimonio no pudo tener. La descendencia, eso importaba.
A mi lo que me importaba era un hombre que pudiera satisfacerme en muchos términos, desde dejarme completamente feliz después de ir a la cama, hasta no tener una mentalidad que, muchos hombres ricos tenían, y esa era: la superficialidad, la avaricia y la petulancia. Los hombres de recursos bajos siempre solían ser un poco mas humildes y comprender las diferentes sitacuiones que mucha gente de otros tipos enfrentaban. Rara vez se veían en la necesidad de comprometerse con mujeres que no querían: ellos podían tener libertades. Nosotros teníamos que vernos bonitos para encajar en sociedad.
Me quedé pensando... ¿y si hacía pasar a este hermoso hombre -porque era realmente guapo- como uno de la aristocracia? Mis gastos se verían puestos en la educación, vestido y alimentación de mi invitado y eso no me importaría en lo absoluto debido a que el dinero no me era dificil desprenderlo de mi bolsillo. Primero tendría que fraternizar con él, y las palabras que soltó en cuando me tuvo sentada al lado, confirmaron que no le era tan indiferente.
-La lápida no pertenecía a algún familiar mío. Es má, este cementerio no tiene restos de algún antepasado mío debido a que no soy de aquí exactamente.-
comenté sonriendo con dulzura. Luego puse mis manos en mi regazo y crucé las piernas.
No, está usted en lo correcto: ni una sola lágrima ha cruzado por este rostro porque no lo necesita. Este cementerio, sin duda, debe ser centro de penas amargas, de familiares amados, de amantes... pero para mi no significa nada. Es raro que una mujer venga a ver a un difunto que nunca conoció, ¿verdad?-
Pregunté mirando al hombre a los ojos, de manera sutilmente coqueta.

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