When The Spotlights Are Off [Libre]

por **Yura** Miér Feb 22, 2012 2:49 am

El invierno casi parecía traer a la tristeza de la mano, con un frío que ni siquiera el calor en un cuerpo ajeno podía apagar ¿Cuántos habían sido esta noche? ¿Dos, tres, cuatro? ¿En qué sagrado momento había dejado de contar? Tal vez cuando el cuerpo comenzó dejar de sentir con la misma intensidad, haciendo que cada roce y cada caricia llegaran al punto de hastiarlo. Por suerte sus quehaceres habían acabado y el último sujeto con el que yació debía volver a casa, seguramente con su mujer, así que no tendría que pasar la madrugada en aquella cama con él. Definitivamente era su día de suerte.

Salió de aquella mansión con la ropa a medio ordenar y el largo abrigo negro a medio abrochar, hacía frío, pero nada que fuera insoportable para alguien como él que había sufrido vejaciones aun peores que la intemperie. Caminó. Aunque realmente no tenía ningún lugar al que ir especialmente, cualquiera que no fuera su… la casa de su amo, ante quien no podía darse el lujo de ver en ese estado de ánimo.

¿Qué ánimo? Pues ninguno. Carecía completamente de algún tipo de felicidad, tristeza o un matiz intermedio entre éstos, lo único que era un profundo vacío y un cuerpo entumido que no podía sentir absolutamente nada, haciendo latente la urgencia de que tanto su cuerpo como su mente despertaran antes de volver a casa.

Cuando se dio cuenta de donde estaba ya estaba muy lejos de cualquier lugar conocido y la situación era graciosa, pero no estaba de ánimo para reír de si mismo. Decidió salirse del camino transitado y cortó por donde pudo divisar una especie de niebla cubriendo un extenso campo, aunque estaba errado, porque no era en absoluto un campo sino que una desolada laguna en la que ninguna persona en su sano juicio estaría dispuesta a adentrarse.

“¿Pero yo no estoy en mi sano juicio, verdad?” Pensó para si mismo mientras se acercaba a la orilla tratando de encontrar su reflejo que casi por desgracia se vea favorecido por la luna que coincidentemente se veía desprovista de todo velo. No le gustó lo que vio. El suave delineador negro de sus ojos resbalaba creando la ilusión de un rostro azotado por el insomnio, sumado a unas cuantas marcas en el cuello y el sudor ajeno que no había tenido tiempo de quitarse.

No había que ser un genio para adivinar lo que haría, a pesar de que la lógica y el sentido común parecía haberlos perdido hace mucho tiempo, pensó que sería el mejor método para hacerse pasar por una catarsis que lo liberara al menos momentáneamente de aquel sentimiento de vacío.

Se desvistió dejando la ropa tirada sin ningún cuidado en la orilla y arremetió contra esas gélidas aguas que le sacaron un suave gemido al hacer contacto con su piel. Tal vez no era una buena idea después de todo, pero ya no había hecho, así que no haría diferencia alguna si se sumergía tanto como su cuerpo se lo permitiera para dejar que las lágrimas que comenzaban a amenazarlo salieran sin pudor alguno para mezclarse con el agua de la laguna.

Cuando ya no lo soportó más salió dando un par de fuertes bocanadas de aire, solo con la parte inferior de su cuerpo sumergida y dándole en todo momento la espalda a la orilla donde estaba su ropa, no haciéndole falta voltearse para sentir una mirada ajena analizándolo ¿Era una especie de instinto? Seguramente tendría más que ver con la costumbre y con el tener que lidiar con ello a diario. No se volteó ni dijo nada, solo espero que la figura extraña hiciese el primer movimiento.

por Abraxas* Miér Feb 22, 2012 10:13 am

Llevaba ya dos días fuera de casa, recorriendo las calles de parís, comiendo de lo que podía pagar y durmiendo en cualquier rincón que era capaz de encontrar. No es que le supusiera mucho problema pues verdaderamente debajo de cualquier árbol él era capaz de dormir, o inclusive en la rama de alguno de ellos, así que por esa parte estaba más que tranquilo. Había tenido una pequeña bronca con su progenitora esos días atrás, de ahí que no hubiera regresado aun al bosque. Le frustraba enormemente las negativas de ella a decirle quienes eran su familia, de donde procedían, quienes eran sus abuelos. Sabía que debían ser gente importante, pues su madre siempre le había demostrado que era realmente culta y según lo que había podido ver en sus pequeñas aventuras por París, la gente de a pie difícilmente sabía leer o escribir. No es como que quisiera ir a pedirles nada, en el fondo les tenía algo de desconfianza por el hecho de haber dejado a su madre totalmente sola en los momentos más difíciles de su vida...pero la curiosidad era demasiado grande para él.

Mientras todos esos pensamientos vagaban sin descanso por su mente, sus orbes azules como el cielo estaban fijas en la laguna que se extendía ante él. A lo lejos podía ver algunos botes y también varias aves que descansaban, otras que pescaban. Sonrió levemente, hacía ya unos días que no se transformaba en alguna de sus queridas formas animales, en las cuales se sentía a veces inclusive más cómodo que si se quedaba tal cual. Tardó apenas un par de segundos en sacudir la cabeza y decidir que no tenía ganas de seguir pensando. Suspiró y se levantó, caminando hacia un lado en donde los restos de una carreta que parecía abandonada descansaban. Se agachó tras esta, desnudándose y haciendo un montoncito con las oscuras prendas encargadas de cubrir su piel, escondiéndolas debajo de la misma carreta, tras mirar alrededor y cerciorarse de que no había nadie por allí, adoptó su forma de cisne, un elegante cisne con el plumaje totalmente negro y los ojos del mismo azul intenso que en su forma humana.

Lo primero que hizo fue estirar su largo cuello hacia arriba y sacudir las alas, amaba tener alas, pero no las iba a usar en esa ocasión. Realmente cuando deseaba volar adoptaba otra forma, en ese momento lo que le apetecía era nadar. Así que con los torpes andares que un ave de ese estilo tiene, caminó hasta llegar al agua, introduciéndose y adentrándose aunque sin alejarse mucho de la orilla donde se encontraban sus telas escondidas. Sumergió la cabeza y al sacarla la sacudió, era también una buena forma de limpiarse. Así que con toda la elegancia que le confería esa forma, comenzó a acicalarse las plumas, dejando que el agua lo mantuviera a flote, relajándose totalmente en ese instante, al menos así dejaba de pensar un poco, ya seguiría preocupándose más tarde.

No podría decir cuánto tiempo pasó allí a la deriva, hasta casi podría haberse quedado dormido de no ser porque cada cierto tiempo se movía para no quedarse fuera de juego y quedar a merced de cualquier peligro. Sin embargo su calma no duró eternamente. Sus orbes se abrieron, claras como la luna, clavándose en una figura que había comenzado a desnudarse en la orilla. Dada su forma en ese momento, no era muy vistoso en lo oscuro de la noche, así que con sigilo se fue deslizando sobre el agua para rodear al intruso y poder pisar tierra en el momento que él hacia su inmersión en el agua. Volvió rápidamente a su forma humana par así emprender una corta carrera hacia detrás de la carreta, cubriéndose la parte inferior de su cuerpo con los pantalones, pero no preocupándose de nada más. Su curiosidad como siempre, era más grande.

Volvió a acercarse a la orilla del lago, quedándose de pie al lado de los ropajes ajenos antes de inclinarse y rozarlos con los dedos, agarrándolos entre sus manos. Sus ojos volvieron la vista a él una vez más cuándo salió a flote, pero le daba la espalda. Estaba todo en silencio y no sabía si debía interrumpirle, ¿podría ser peligroso? Pero estaba en medio de la noche allí...apretó los labios y se levantó, hasta que el agua comenzó a subir pues se iba internando más y más, hasta quedar justamente detrás del desconocido, deslizando las manos sobre el agua.

- ¿No teméis a las criaturas que desconocéis? - preguntó entonces, en apenas un susurro, con los ojos clavados en la nuca del muchacho.

por **Yura** Vie Feb 24, 2012 4:58 am

Cuando salió del agua pudo sentir la trayectoria de cada una de las gotas de aguas que bajaban por su cuerpo para reintegrarse con la masa agua mayor a la que pertenecían originalmente, probablemente al shock producido por el frío sumado a la brisa que amplificaba esa sensación de frescor que tal vez era exactamente lo que estaba buscando. Por fin su cuerpo volvía a ser eso, suyo, era dueño de cada una de las sensaciones que pasaban por él.

Suspiró y vio con tranquilidad aquellas ondas en el agua producidas por la entrada de un cuerpo ajeno. En parte le entusiasmaba la idea de saber que no era el único al que se le había ocurrido la brillante idea de darse un baño en el lago, pero por otro lado, no conocía las intenciones con quela figura desconocida se acercaba a él, y del peor modo de todos ya había aprendido el arte de la cautela. No sabía a ciencia cierta a que distancia estaba, y tampoco es que hiciese una gran diferencia, así que se tomó su tiempo hasta que escucho una voz masculina haciéndole una extraña pregunta.

Por un segundo imagino que podía ser el típico sueño que tenían los marinos: él hombre con las manos y la piel curtidas por la combinación del mar y el sol se ven atraídos por le melodioso canto de una sirena o de una mujer desnuda bañándose en las claras aguas bajo la luna. Pero no era el caso, el extraño era hombre y posiblemente joven, lo que lejos de hacerle sentir lástima por el sueño, avivó aun más su interés.

Sonrió ladino, aunque nadie pudiese ver su gesto, y se inclinó levemente para formar un cuenco con sus manos para tomar algo de agua y verterla en su cabello. Despejó su vista de los flequillos rebeldes y suspirando se dispuso a responder.

- El miedo en su justa medida es bueno – comentó mientras finalmente se volteaba para mirar al joven, creando una perfecta estela de agua con una de sus manos, observando como esta llegaba hasta él – No al extremo de volvernos unos cobardes, ni al extremo de hacernos cometer torpezas solo por ser temerarios – agregó.

Esta vez sonrió más abiertamente, claramente sorprendido por la vista del peculiar joven, sobre cuyo pálido torso deslizó descaradamente la mirada antes de reparar en aquellos orbes tan claros que contrastaban radicalmente con el cabello que enmarcaba su rostro, dándole una belleza salvaje.

- Así que honestamente, sí les temo – dijo acercándose lo suficiente como para haber alcanzado a tocarlo con solo estirar un brazo, cosa que no hizo para no espantarlo – Pero no lo suficiente como para no atreverme a conocerlas – se apresuró a agregar, claramente como una indirecta refiriéndose al interés que había despertado en él - ¿Qué hay de usted? ¿Les teme? – preguntó mientras volvía a alejarse, dando más pasos de los que había dado para acercarse.

Con ello se hacía un panorama más amplio de todo, reparando en sus propias ropas que seguían estando desordenadas, solo que en el lugar diferente, lo que le hacía pensar que quizás estaba siendo observado desde hace más tiempo del que consiguió notar. Volvió a reparar en la ropa, pero esta vez la ajena, agradeciendo internamente que el chico que aun parecía un adolescente llevase pantalones, porque de lo contrario no sabía si podría evitar mirar de lo moralmente correcto.

Eso le hizo recordar su propia desnudez, así que dio un par de pasos más hacia atrás, hasta que el agua le cubriera un par de centímetros más sobre el ombligo, para evitar incomodarlo, aunque tarde o temprano tendría que hacerlo para salir del agua, porque ningún humano podría soportar estar demasiado tiempo en esas gélidas aguas sin desmedro de su salud.

por Abraxas* Vie Feb 24, 2012 6:45 am

Sus orbes no se habían apartado de él en ningún momento, no quería perderse detalle de sus movimientos, de su forma de hablar. Le gustaba ver cómo se comportaban otras personas, para aprender o simplemente por sentir las diferencias que habían entre ambos, era lo que siempre le decía su madre, que debía tratar con humanos para aprender a ser como ellos y no llamar tanto la atención, ¿pero él realmente quería cambiar? Aun no podía dar una respuesta clara y concisa ante algo así.

Lo primero que pensó al escuchar su voz, es que le gustaba. Tenía un timbre que le hacía querer escuchar más, agradable. Lo segundo que pensó es que hablaba mucho. No a las malas, todo lo contrario, le gustaba la gente que hablaba y decía cosas de verdad, no aquellos que pensaban que con soltar dos sílabas ya te daban el mundo cuando realmente no te aportaban absolutamente nada. Además también pudo fijarse ahora en su rostro, un rostro atractivo que no dudó en mirar de manera descarada, pues nunca supo que debía tener algo de reparo a la hora de mirar a alguien tan fijamente, pero bueno, él también lo hacía así que no estaría mal.

- El temor nos hace cautos. - murmuró mientras él hablaba, pero también sonrió. Él ciertamente no era lo que se podría decir ni temerario ni retraído al extremo, cuando algo llamaba su atención era curioso y el temor se veía totalmente opacado por esto, así que no podía dar una opinión coherente al respecto, aunque podía estar totalmente de acuerdo con sus palabras, eso solo consiguió llamar más su atención, recayendo al completo sobre el muchacho.

Lo vio alejarse y eso no le gustó, porque de lejos era más difícil hablar, porque de lejos no se aprecian bien los detalles del rostro, sus gestos, sus muecas, menos aun en la oscuridad. Así que lentamente se fue acercando hacia él, viendo como las ondas de agua que generaba su cuerpo al moverse, corrían en dirección al desconocido, casi como si fuera una representación de lo que pasaba dentro de él, que quería acercarse, que lo buscaba con ganas. Quedó parado frente a frente de nuevo con el desconocido, tan cerca que quizás podría haber sentido la respiración contraria sobre su rostro. Invadiendo su espacio personal y pasando los límites de lo políticamente correcto. No le importaba.

- Les temo. - concedió asintiendo levemente - Pero les temo porque es lo que me han enseñado. "Debes temer aquello que no conoces pues así no te acercarás y de esta manera no sufrirás daño." - sus labios armaron una sonrisa, tan suave y tan inocente que parecía estar hablando de otra cosa mucho más alegre - Mas siempre he creído que tememos lo que desconocemos, pero lo desconocemos porque lo tememos y por ello no nos acercamos...¿no es correcto creer que si diéramos un pequeño paso hacia ello, dejaríamos de temerlo y quizás descubriríamos que nos hemos perdido cosas increíbles?

En su mente todo aquello tenía sentido y quizás si el otro intentaba entenderlo, también encontraría la verdad en sus palabras, aunque se enrollara más que un trozo de pergamino. Quizás cualquiera podría haber visto que no era alguien con poca capacidad mental, era alguien que conocía mundo, alguien que quería además conocer más, tenía hambre de saber. Sin embargo le perdían las formas, el no saber relacionarse y eso se notó en cuanto alzó una mano para acariciar con los dedos la mejilla del muchacho. No respetaba las distancias físicas pues no veía nada de malo en la cercanía de dos cuerpos, no encontraba nada sucio o incorrecto.

- Tenéis un rostro peculiar. Parecéis cansado, sin embargo...- sus dedos descendieron desde su mejilla hasta sus labios y los rozó sin miramientos, de una comisura a la otra - ...sonreís. Me llamo Abraxas, ¿como os llamáis vos?- tal cual, sin pensarlo o dejarle quizás reaccionar mucho ante sus palabras, él se presentaba esperando una presentación también por la parte contraria, porque quería conocer su nombre para saber cómo debía llamarlo al hablar con él.

por **Yura** Sáb Feb 25, 2012 5:55 pm

Frunció levemente la nariz cuando vio al chico acercarse de nuevo, no porque le incomodara, sino que por todo lo contrario. Al estar demasiado cerca le hacía cada vez más complicada la tarea de resistirse a su instinto natural que lo incitaba a tratar de seducirlo, solo por el éxtasis de probar esa piel que le parecía inocente. Pero eso estaba mal y lo hacía sentir como un viejo pervertido, aunque en realidad no fuera ninguna de las dos cosas, de hecho ahora que observaba con más detenimiento no podía tener muchos años más que el joven de los ojos claros.

Lo escuchó con atención, embriagándose con su tono de voz, tanto que casi se perdió sus palabras al extremo de tener que repetírselas el mismo para comprenderlas. El joven era muy diferente a las personas, y fue esa sonrisa lo que acabó por sepultar toda otra intención en Yura porque sería cometer una gran estupidez, como quien se encuentra con una extraña flor pero en su egoísmo decide cortarla para acaparar su belleza, volviéndola aun más perecedera.

Solo suspiró, cuando el chico acabó aquel razonamiento ¡Dios! Si incluso en sus palabras había una ingenua sabiduría, la de alguien que aun no había sido decepcionado por la falta de la innata bondad que se le atribuía a la humanidad ¿Pero que derecho tenía él para abrirle los ojos a un mundo no tan lindo como el de las historias? No era nadie para decirle que a veces esas temibles cosas increíbles eran puestas apropósito por quienes buscaban aprovecharse de la curiosidad de otros, de personas como él.

Se sobresaltó cuando sintió el tacto de su mano en su mejilla, como si de pronto todo el pudor que jamás tuvo derecho a tener volviese de golpe, haciéndolo sentir como lo que las novelas describían como un adolescente normal. Volvió a suspirar cuando le escuchó hablar sobre él, claramente acertando, pero consciente de que frente a la profundidad de la exhalación aquella respiración acariciaría la piel ajena.

Sonrió cuando preguntó por su nombre, y en un acto que buscaba reivindicar aquella sensación de timidez de niño que esta frente a la persona que le gusta, atrapó suavemente su dedo índice entre sus labios para que no se separase hasta que con una de sus manos pudiese tomar la del joven para darle un lento beso en los nudillos, sin dejar de mirarlo a los ojos en ningún momento.

- Yura – dijo soltando finalmente su mano – Ese es mi nombre – dijo ocultando todo dejo de nostalgia, porque ese nombre era lo único que le pertenecía y ahora lo estaba compartiendo con alguien de forma muy diferente a la que acostumbraba – Y tiene razón, estoy cansado pero soy egoísta, por eso no le digo a nadie que lo estoy – dijo tomándolo de una de sus muñecas, aunque no sabía qué dirección tomar – Así que es nuestro pequeño secreto – susurró confidente al tiempo que acompañaba la frase con un guiño.

No, definitivamente no sabía que hacer, si adentrarse aun más en el agua o finalmente salir antes de que ambos acabaran congelados, así que lo único que pudo hacer fue dar una… dos… tres vueltas a su alrededor, soltándolo luego de la primera porque hacerlo girar con él le imprimía aun más dificultad a aquella acción por culpa del agua. Necesitaba salir del paso, le desesperaba no saber que hacer. ¿Hace cuanto no le pasaba? Él siempre sabía que hacer, como comportarse, era aun más simple que ir al armario y encontrar el traje adecuado a su compañía. Eso era lo que siempre hacía, adoptaba una personalidad acorde a quien tuviese que servir, pero el chico no era uno de los frívolos clientes que debía atender, por lo que el pánico comenzaba a abordarlo al ver que arruinaría su impresión frente a él por no saber quien debía ser.

- Dígame, Monsieur Abraxas – comenzó a hablar nuevamente pero sin dejar de caminar a su alrededor – Parece que tuvimos la misma idea, pero no creo que por la misma motivación, así qué ¿Por qué decidió adentrarse en estas aguas tan frías? Siendo que aquella persona que le enseñó sobre la cautela tal vez debió haberle mencionado que podría coger un resfriado si lo hacía – dijo deteniéndose frente a él, posando una mano en su hombro para notar si su temperatura era demasiado baja, y tomar finalmente una decisión sobre lo que les depararía lo que quedaba de la noche.

por Abraxas* Mar Mar 06, 2012 8:03 am

El moreno se sintió bastante sorprendido cuando los labios ajenos atraparon su dedo, pero no se apartó ni mucho menos, solo lo miró con más curiosidad, además de que por algún motivo, ese gesto consiguió que un escalofrío recorriera por completo su espina dorsal hasta conseguir erizar el vello de su nuca, le gustó. Sonrió levemente por la presentación, por el beso. Según tenía entendido gracias a su madre, eran los caballeros los que besaban de aquella forma a las damas para saludarlas, ¿acaso lo estaba tomando el otro muchacho por una doncella? No es como que le hiciera sentir mal ni mucho menos, solo le resultó curioso.

- Yura. - repitió al escucharlo y se mordió el labio inferior - Yura, es un nombre corto, es fácil...es bonito. - terminó por conceder. Escuchando sus palabras y en seguida asintiendo, como si el otro necesitara confirmación. Se llevó el índice de su mano libre a los labios, cubriéndolos en un gesto que los sellaba - Nuestro secreto, no le diré a nadie. Aunque tampoco es que conozca mucha gente a la que pueda contarle secretos de los demás...- suspiró, alzándose de hombros y siguiéndolo con la mirada mientras giraba a su alrededor.

No podía dejar de mirarlo, era un hombre interesante, físicamente y su forma de hablar, se veía algo confuso o desconcertado, Abraxas no sabía exactamente como definirlo, pero le gustaba. No trató de decir nada mientras lo veía nadar, persiguiéndolo con los ojos fijos en él, hasta que escuchó mentar su nombre y parpadeó, saliendo de sus propios pensamientos que no tenían límites, siempre imaginando que vida tendría el otro chico, por qué era como era, qué estaba haciendo allí...un sin fin de preguntas que lo azotaban constantemente.

- Realmente es que me apetecía nadar. Me gusta hacerlo de noche porque no suele haber nadie que perturbe mis pensamientos. - dijo suave, sintiendo ese contacto sobre su piel, la cual estaba aun tibia, después de cambiar de forma solía permanecer caliente por un buen rato, sin embargo notó la mano ajena fría y se acercó de nuevo a él - Lo cierto es que no suelo enfermar con facilidad, me cuesta mucho hacerlo. Sin embargo...- estiró también una mano y la colocó sobre el torso ajeno, deslizando los dedos hacia abajo, girando al llegar a la altura de su vientre para seguir su descenso por su costado, por su cadera una vez bajo el agua llegar a su muslo. Parpadeó un par de veces y soltó una risita baja, divertida - Vos tenéis la piel fría y aquí abajo estáis erizado, es como acariciar a un ave al que han arrebatado todas sus plumas. Aunque sois suave.- ciertamente no tenía pudor a la hora de tocar el cuerpo ajeno, y tras acariciarlo y notar que él sí podía tener frío volvió a sacar la mano del agua y acercó el dedo índice a sus labios. Buscaba que volviera a atraparlo entre ellos, ¿por qué? Bueno...porque había sido agradable, y las cosas agradables se repiten - Deberíamos salir del agua o al final vais a resfriaros.

Cerró los ojos por un segundo para regalarle una cálida y tierna sonrisa. En verdad se preocupaba por la salud del otro, puede que no lo conociera bien, apenas de unos minutos, pero no conocer a alguien no quería decir que tuviera que ignorar su salud, ni mucho menos, era un ser vivo por consiguiente se merecía tener un cuidado. Señaló hacia la orilla para invitarlo a salir primero.

Off: Disculpa la demora, ya se acabaron los carnavales >.<

por **Yura** Sáb Abr 14, 2012 6:35 pm

¿Yura? ¿Yura? ¿¡Por qué debía usar esa voz para pronunciar su nombre!? Ni aunque él lo hiciera mil veces podría darle aquella tonalidad tan suave y melódica, casi sonaba como una mala palabra en sus labios. Aunque había una pregunta aun más importante ¿Qué le estaba provocando este chico del nombre curioso? Si solo cambiara el contexto casi podría tomárselo como una provocación, pero no… era solo su sucia mente haciéndole jugarretas.

¿Qué no conocía a mucha gente? Eso no tenía nada que ver. Él conocía mucha gente, todo tipo de gente ¿Pero gente a quien contarle sus cosas? ¿Amigos? No, de esos no tenía, simplemente porque no tenía derecho a ello, en efecto, ni siquiera tenía derecho a vivir si su amo así lo prefería. Y la verdad, en contra de toda lógica, pensaba en ello constantemente y se lo repetía tantas veces pudiese, tal vez un acto masoquista, pero para recordar siempre cual era su lugar. Pero ahora, no tenía por qué hacerlo.

Fueron las nuevas palabras del chico que lo sacaron del borde de ese profundo abismo en el que estuvo a punto de caer por millonésima vez, pero fue sobre todo aquel tacto intrusivo e ingenuo al que no tuvo tiempo de resistirse, porque de haberlo tenido se habría resistido férreamente. ¿Lo estaba haciendo apropósito? Sí ya estaba relativamente erizado, como él había dicho, con el suave roce de su mano cada poro de su piel pudo haberse convertido en una espina.

Incluso podría decirse que estaba levemente indignado, pero no era por el trato que le daba el chico, ni tampoco por haberlo tocado de esa forma, sino que estaba indignado consigo mismo por apenas poder resistirse a esa calidez tan inocente que casi se le antojaba sensual. ¿¡En qué me estoy convirtiendo!? Es solo un chiquillo Bien, tal vez no fuese tan pequeño, pero le parecía, aunque él había sufrido aquellos vejámenes aun a más corta edad, pero…

Nuevamente volvía a jugar con aquello, incluso llegó a pensar que tal vez debía morderlo para que dejase de hacerlo, no porque fuese malo, sino porque cada vez que lo tocaba se le hacía más difícil controlar sus impulsos. Así que solo suspiró y volvió a atraparlo entre sus labios, pero esta vez mordiéndole suavemente hasta comenzar a deslizarse de nuevo hasta sus nudillos.

- Pero estoy perturbando sus pensamientos – dijo mientras cogía su mano para hacer que se diese una media vuelta – Aunque puedo seguir perturbándolos fuera, supongo… - dijo sin segundas intenciones al corroborar que el chico tenía razón respecto a su temperatura.

Suspiró y puso las manos sobre sus hombros para comenzar a conducirlo a la orilla del lago, para que así no tuviese que verlo salir, pero ¿Desde cuándo tanto pudor? Lo había tenido muchas veces, sí, pero porque a algunos de sus clientes les gustaba que fingiera cosas así ¿Pero sentirlo? Hasta ahí habían un gran trecho que Abraxas le había hecho recorrer en apenas unos segundos y con apenas unos roces. Sabía que jamás iba a recuperar la ingenuidad que había perdido, pero nadie le impedía poder saborearla de lejos al estar cerca de él.

- No voltee – dijo riendo mientras deslizaba las manos hasta sus brazos cuando por fin salían del lago – Hasta que me haya vestido… - corrigió al momento de buscar entre sus ropas al menos el pantalón, para quedar en igualdad de condiciones.

Rápidamente se calzó los pantalones, notando como la parte inferior de su cuerpo dejaba de sentir los embates del viento que hacía parecer que la temperatura era aun más baja. Solo entonces pudo tener una vista completa de Abraxas, y sin duda no era el cuerpo de un niño, pero eran sus ojos y su forma de ser lo que lo salvaban de la seducción innata de Yura, que trataba de reprimir en estos momentos.

- Ya está – dijo sin haberse vestido con otra prenda aparte de los pantalones, y acercándose a su espalda para dejarle un beso en el hombro derecho. Y sintiendo como poco a poco se le iba haciendo más difícil la tarea de resistirse a sus más básicos impulsos.

Spoiler:

por Abraxas* Sáb Abr 14, 2012 8:12 pm

En cuanto lo escuchó abrió mucho los ojos y en seguida negó con la cabeza, no quería que aquel muchacho pensara que le estaba molestando, ni mucho menos había querido decir eso, el problema es que nunca sabía como expresar las cosas y a veces metía la pata de aquella forma, así que lo mejor que podía hacer era tratar de arreglarlo.

- Vos no me habéis perturbado, en todo caso yo he interrumpido vuestro baño, disculpadme. - le pidió con vocecilla apenada, pero dándose la vuelta en cuanto sintió las manos contrarias en sus hombros, tan frías pero tan suaves. Le había ofrecido salir él primero, sin embargo el otro había preferido que fuera al revés, Abraxas se preguntó el motivo pero no lograba entenderlo.

Eso al menos hasta que al salir del agua escuchó sus palabras, ah, debía ser cosa del pudor. Él no tenía de eso, no le habría importado estar desnudo frente al otro muchacho, pero normalmente se colocaba las prendas porque sabía que para los otros podía resultar incómodo ver a un desconocido como Dios lo trajo al mundo, y al parecer no se había equivocado pues el otro muchacho se mostró avergonzado, o eso creyó Abraxas. No pudo evitar soltar una risita y negar con la cabeza.

- ¿Y si me cubro los ojos tampoco puedo voltearme? - dijo divertido, aunque no lo llegó a hacer, sí que subió las manos hasta cubrir sus ojos como si realmente fuera a darse la vuelta en cualquier momento. La verdad, no entendía qué de tanta vergüenza si ambos tenían lo mismo entre las piernas. Se movía suavemente cambiando el peso de una pierna a otra, esperando que el otro terminara de cubrirse, sin embargo cuando lo escuchó no se dio prisa por girarse y recibió ese beso, haciendo que toda su piel se erizara y de sus labios escapara un suspiro. Había sido un contacto realmente simple, sin embargo al cambiaformas lo había hecho estremecer y lo miró por encima de su hombro - Yura...- susurró su nombre como una inocente petición de que repitiera el gesto, porque le había agradado.

Mas el muchacho no tardó en girarse, observando el cuerpo ajeno por unos breves instantes y con toda la confianza que le daba su ingenuidad, colocó las manos en sus pectorales y se acercó a dejar un beso también en el hombro contrario, un pequeño beso suave, lento. Luego apenas separó su rostro, pintado con una sonrisa agradable. Lo acababa de conocer pero le despertaba una sensación cómoda en el vientre que no sabía explicar y le caía bien, seguro que podrían llegar a ser buenos amigos.

- También tenéis los labios fríos. - o quizás era solo que su cuerpo estaba tan cálido que los sentía casi helados, no le importaba, él lo sentía así y así mismo lo expresaba. Sus dedos se movieron despacio sobre su piel, pero no apartó las manos o se apartó él, porque no tenía ganas de hacerlo y porque quizás a él le agradaría sentir su calor cerca. Sus orbes celestes se clavaron en la boca contraria y ladeó apenas la cabeza, no era consciente de que mirar tan fijamente algo podía dar a entender muchas cosas, que igual ni se le estaban pasando por la cabeza...o puede que sí pero no lo supiera, a saber. Con él nunca se sabía.

Off: Bueno, para compensar te pondré en aprietos (?) xDD

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