Of the life the good only thing is the sex [Privado] [Posible +18]

por **Tania Fernandez** Dom Feb 26, 2012 1:18 pm

Recuerdo del primer mensaje :

La misericordia y la verdad se encontraron. La justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos.

Como odiaba la vida, era una decepción y desgracia… bueno… el sexo era lo único que podría disfrutar, por eso lo había hecho su hobby principal, pero dejando aquel tema atrás, muy, muy, atrás, bueno ni tan atrás, pues tendría que trabajar en la noche, no era que estuviera deprimida de la vida que llevaba es más le gustaba, se sentía más libre de lo que hubiera sido en Venezuela, aunque como deseaba volver, había oído noticias de que aun seguían bajo la opresión de España, eso quería decir que aun no eran libres, en esos momentos odiaba la vida puesto a que debía correr, así es, correr por su libertad.

Su cuerpo se comenzaba a cansar, corría, corría sin descansar, los hombres de aquel francés que la había traído a parís la había encontrado ¿acaso no se rendía? Giro sin detenerse a un callejón, lo que la paro fue la pared, su pecho se hinchaba y deshinchaba de una forma barbará, no podía recuperar una respiración normal, pero por suerte los hombres había ido en otra dirección. Un suspiro de alivio le llego hasta el alma, con su cuerpo aun pegado en la pared se comenzaba a deslizar hasta caer de bruces al piso, bueno por hoy ya había hecho ejercicio, era mejor volver a casa antes de que aquellos hombres le encontrara de nuevo.

Salió del callejón con su vestido rosado, algo sencillo para lo que llevaba en las noches, le gustaba mucho las cosas sencillas cuando iba de paseo, era mucho más cómodo, pero su gran belleza y rasgos exóticos llamaban mucho la atención, con su movimiento de caderas caminaba entre la genta, algunos hombre posaban su mirada lasciva en ella, mientras esta simplemente correspondía con una picara sonrisa, hasta algunas mujeres le miraban deseosas o envidiosas de su porte tan especial. Un vendedor ambulante le ofreció una manzana que gentilmente acepto dejando un dulce beso en su calva cabeza para luego seguir con su lindo paseo.

Lastima que no duro mucho, pronto los hombres la identificaron, obligándola a correr de nuevo, por suerte se había podido esconder en una carroza llena de paja, aunque no sabía en a donde iba, prefería eso a que le atraparan. Se quedo sentada en aquella carroza llena de paja comiendo la manzana que le habían regalado, cuando sintió que se habían detenido dio un salto dejando apenas el esqueleto de la manzana.

-El circo!- murmuro emocionada -¿Qué dulzuras habrá por aquí?- se pregunto moviendo sus lindas caderas hasta llegar a un lugar en donde parecía que guardaban los caballos-Ah… creo que me equivoque de lugar- dijo chasqueando su lengua, cuando iba a salir del establo una persona apareció–perdone ya me iba- con sus ojos puestos en ella, ya sabía lo que significaba, pero en esos momentos no estaba de humor como para ser violada en medio de la paja asi que comenzó a retroceder. ¿otra vez a correr?

por **Tania Fernandez** Jue Mar 07, 2013 4:21 pm

No sabía cómo llamarlo, tampoco le importaba darle nombre, aquella daga ya era fastidiosa, por suerte los jugos de su intimidad le ayudaban a ser más ligera, pero esta no tenía una lubricación natural y Tania temía que pronto sintiera el mango seco en su interior, eso sería verdaderamente doloroso para ella, aun así dejaba salir unos cuantos gemidos, unos pequeños, suaves y melodiosos, que no podía retener mordiendo sus labios. No se daba cuenta cuando estos salían, simplemente nacían de su garganta y luego de un segundo de haberlos soltado, se daba cuenta de que habían salido, de cierta manera se avergonzaba por tener placer, pero no debía culparse, su cuerpo era obsceno, estaba acostumbrado a esos tipos de tratos y reaccionaba a ellos con rapidez, no importaba quien los hiciera, su cuerpo sensible notaria la mínima caricia en una zona erógena y rápidamente reaccionaria como si estuviera en celo.

Se sorprendió un poco al sentir el calor del sexo masculino tan cerca de su intimidad, pensaba que iba a durar más para entrar, ya que lo que veía era que deseaba torturarla. Algo que siempre le había gustado era aquel extraño calor que siempre desprendían aquellos apéndices reproductivos. Su intimidad estaba ya húmeda y preparada gracias a la daga que había salido unos segundos antes de que el sexo del cazador, que le había rescatado de sus enemigos, le penetrara. Debía admitirlo, se sentía tan placentero que sus piernas comenzaron a temblar y temía que pronto no pudiera estar más de pie, entrecerró sus ojos jadeando ya sin desear ocultar ningún sonido que proviniera de ella, sus cabellos, gracias a la gravedad se iban ocultando su rostro.

Sus pechos comenzaban a incrementar de tamaño, era interesante lo duros que podían ponerse gracias a las caricias correctas que le dieran y aquel chico lo estaba logrando, todo su cuerpo comenzaba a enviar corrientes de placer a sus muslos y a su vagina, la cual comenzaba a abrazar al sexo del chico, envolviéndolo en una gran humedad, esta se contraía al momento de cada embestida lenta que aquel joven le daba, ella solamente gemía como si fuera una primeriza en ello. Estaba a punto de perder la cabeza, aun mas cuando comenzó a ir cada vez más rápido, Tania tuvo que sujetarse del árbol y acomodar instintivamente sus caderas para que el sexo del joven la embistiera cada vez más rápido, sus senos se movían al son de las embestidas, sus manos se deslizaban de la corteza y su cuerpo parecía estremece con cada caricia que le daba.

-No puedo mas- gimió cayendo entre la cama de hojas que había hecho el chico anterior mente. Jadeando se arreglo el cabello, quitándoselo de la cara para ver como el joven aun quedaba al frente de ella con aquella erección, que le comenzaba a hacer disfrutar más de lo que debía, sonrió pícaramente, arrodillándose al frente de el para sujetar su sexo de forma firme y llevárselo a la boca para jugar un poco con él. Su lengua lamio varias veces antes de llevárselo completamente a la boca, saboreando también sus jugos, además del sabor un poco salado gracias al sudor, con una de sus manos se ayudaba para no tener que cubrirlo todo con la boca y así jugar con su lengua un poco, pero de vez en cuanto se atrevía a llevárselo todo, para disfrute del cazador.

por **Andrei Chezhekov** Miér Mar 27, 2013 11:01 am

Echo la cabeza hacia atrás, cayendo en el suelo de hierba y sobre las hojas caídas de los arboles, llevándose consigo a la cortesana que terminaba por el lo que a ella se había adelantado. No sabía que pudiera haberle gustado tanto a la mujer que ahora terminaba el trabajo.

Suspirando y entrando en varios jadeos prematuros, comenzó a mover las caderas al ritmo de esas lamidas y no puedo evitar poner la mano en la cabeza de la mujer para poder abstener el movimiento ahí, jadeando a boca abierta y simplemente agarrándose con la mano libre donde podía, pero la dirigió hacia el mentón de la cortesana y simplemente se acerco para comenzar a besarla lentamente, acariciando sus mejillas rosadas seguramente por el maquillaje, suspiro y en cuanto la miro a los ojos, fue sacando un fajín de francos de números altos en los que fue colocándoselos en el sostén y después iba abrochándole el sostén de nuevo.

Se quedo mirándola y aun movía las caderas contra la mano de la cortesana, seguía mirándola para entonces y cuando menos se lo esperó, este volvía a besarla poco a poco nuevamente con ciertos movimientos de lengua que se metían dentro de la boca ajena para buscar el cáliz de la saliva ajena y así poder saborearla a la vez que aumentaba el beso y con cuidado volvía a ponerla debajo suya, acariciando su tostada piel, lentamente por el muslo ajeno de la cortesana mientras seguía y seguía besándola sin poder evitarlo. Se sentía insatisfecho y quería mas de ella, pero tuvo que ir bajando por el cuello ajeno lentamente, susurrando suspiros en su cuello, lamiéndole el lóbulo de la oreja, tirando de el y lamiéndolo muuuy lentamente haciendo que la cortesana volviera a sentirse débil bajo su mandato.

Circo Gitano, París
22:00 pm

“El cazador capturó a una inmensa gata...con la que uno de los dos llegará a un fin en esta historia....”

La voz tenebrosa de una anciana del circo retumbaron en el eco de la noche. La gente solamente aplaudía, pero eran tan ignorantes como la pareja que se restregaban en las profundidades del bosque. La gente parecía pagarla, echarla monedas dentro de un pequeño sombrero de paja, despreocupados y tan solo con una sonrisa en sus rostros.

Un cazador miraba a la anciana como si le estuviera echando un mal de ojo. Miraba su reloj de cadena que colgaba del interior de su chaqueta. Esperaba a alguien que llegaba tarde para variar y seguramente tendría que ir a por él. Quizás habría sido algo brusco en decirle que a tal hora tenían que volver a por el crio ruso. Solamente suspiro. Le debía un montón de dinero de alguna que otra apuesta y tan solo suspiro mirando la hora del reloj que colgaba de su chaqueta. Espero y espero, pero nadie apareció. Ni de un tramo ni del otro.

por **Tania Fernandez** Jue Abr 25, 2013 5:16 pm

Le gustaba el sexo, con el sexo trabajaba y le gustaba su trabajo, aunque no la forma en que había llegado a ella, creía que era una forma de satisfacer las necesidades mutuas de cada persona, no estaba segura si aquello estaba correcto, en la biblia decía que el adulterio no se permitía, pero Tania había perdido la salvación hace mucho tiempo, lo más agradable de todo eso era cuando te daban las cantidades de dinero, era como uno de esos besos deliciosos y refrescantes, pero la diferencia es que con ellos se pagaba la renta, Tania no era rica, lo que ganaba se iba rápidamente, aunque siempre cobraba en alto precio, no se podía mantener fácilmente lejos de aquel empleo.

-¿Ya hemos acabado?- pregunto la cortesana al sentir como sus senos eran nuevamente presionado por el sostén en donde estaban escondido su premio. Miro con curiosidad la bolsa, parecía estar llena de monedas que sonaban en aquel lindo saco entre sus senos, esta se relamió levemente los labios para sonreír ampliamente mientras sentía como las caderas de aquel joven seguían moviendo su interior, introduciendo aquel mojado sexo que era abrazado por su intimidad, invitándolo a pasear y rosar sus paredes humedad gracias a la excitación. Sus labios eran dulces, como miel, ella se sentía atraída a aquel néctar, le besaba sin poder evitarlo, sabía que no podía caer más en el, pero no le importaba ya mas, deseaba que siguiera con aquellos movimientos, que el mundo se detuviera en ese momento y todo terminara, todo su sufrimiento, toda su soledad, quería quedarse fusionada junto con aquel hombre.

Pronto se dio cuenta que podría enamorarse de aquel jovencito, pues sus labios no eran lujuriosos aunque ardían de deseos, su espina dorsal le recorrían aquellas corrientes eléctricas a las que estaba acostumbrada, pero con él, aquellas corrientes eran diferentes, tenían una diferente sintonía, una frecuencia nunca antes percibida por aquel cuerpo marchito de tantos tratos malos que había tenido en su vida. Ella misma comenzaba a derrumbarse, quería alejarse de aquellas cálidas caricias que la hacían cada vez mas gemir y sentir tan a gusto con su contacto.

-Ya basta…- Dijo con una voz temblorosa, sentía que si no se apartaba comenzaría a llorar en aquel momento. ¿Por qué? simplemente por desdicha, por sentir que de verdad no merecía todo aquello, no deseaba volver a enamorarse como niña ilusa que en muy en el fondo era. Cuando era pequeña, desde muy pequeña entendió que era diferente, su familia en cierto modo la amaba, se mostraba cariñosa con ella, su padre en especial, su madre también, su verdadera madre siempre a su lado, como un fantasma cuidándola y ahora... todos sus recursos estaban volviendo gracias a aquellas caricias. Ella siempre había sabido que aunque le demostraran amor, había algo mal. ¿Por qué no sonreía por las mismas cosas que a las personas a su alrededor le parecían gracioso? En una conversación podría ser la joven que solamente podría sonreír pues cuando buscaba hablar sus palabras eran en tonos bajos y pocos tenían la amabilidad de saber que era lo que estaba diciendo.

Parecían amarla, ella lo sabía, pero, pero había algo mal con ella, sentía que ese no era su mundo. Pronto pudo encontrar dar tras pasos hacia atrás, se había retirado de los besos, de las caricias que le habían hecho humedecer más y hasta correrse un poco, pero el contacto físico, se había alejado de su contacto físico pues necesitaba alejarse de aquella sensación de que siempre había sido amada, pero que en realidad ella nunca lo había sentido, ni una pizca, ni un poco… tal vez… ¿Ella había dado amor a las personas que le rodeaban?. Estaba a punto de llorar, por primera vez estuvo a punto de romper en un terrible llanto al frente de un cliente, pero se contuvo, mordió su labio inferior y busco aclarar su garganta antes de poder hablar bien.

-Ya es hora de irme a trabajar, no puedo seguir perdiendo el tiempo contigo- indico ella buscando las cosas que podrían estar en el piso con el ojo para levantarla con su pie y luego sostenerla entre sus manos cuando estas se elevaban –Fue un placer sexual estar contigo, espero que no se repita- índico ella guiñándole el ojo. No quería que se repitiera, pues sentía que podría ser el, quien buscando su cuerpo encontraría su corazón de niña inocente y podría lastimarla nuevamente.

por **Andrei Chezhekov** Jue Abr 25, 2013 7:06 pm

Aun pensaba en que estaba de broma. Se guardo su miembro que estaba a punto de estallar, maldijo varias maldiciones mientras intentaba seguir maldiciendo, mascullo algo entre dientes y lentamente fue calmándose con dificultad. Por poco pierde de vista a la cortesana y como pudo alcanzo la mano de esta para poder mantenerla cerca de él- ¡Espera! ¡No! –Dijo con voz agitada, intentando que no se fuera de su rango de alcance, pero Andrei vio un rostro conocido al frente, trago saliva y miro a la cortesana.

-...Por favor...-suspiro-...Dime tu nombre...-Le pidió mientras volvía a tirar de ella hacia él y la volvía a meter hacia dentro de los bosques. No le iban los sentimentalismos, pero de ningún modo se iba a dejar influenciar en las palabras que dijo la cortesana, siguió tirando de ella y solamente hizo que se agachara hacia abajo protegiéndola de cualquier amenaza.

La noche paso de largo en cuanto finalmente vio alejarse a aquella persona que intentaba evitar. Suspiro aliviado, pero miro a la cortesana, la mantenía en un abrazo y de una manera en la que no pudiera escapar-....Ven, te llevaré por otro lado por el que no correrás peligro...-Se la quedo mirando, pero en ese momento entendió la tristeza que había en los ojos de la cortesana.

Algo en su interior hizo que se sintiera como un patán, pero no era su intención en absoluto. La tomo del mentón para poder mirarla a los ojos y besarle la frente, abrazarla y después llevar sus labios al oído ajeno-....Discúlpame si te hice sentir mal....pero es que me vuelves loco...-no supo si eran las palabras adecuadas, pero comenzó a acariciar el cabello de la cortesana.

-Mi nombre es Andrei Chezhekov...-sonrió bastante detrás de la joven-....No sé porque has dicho eso...pero no importa...-Dijo lentamente, como con susurros suaves al oído de la mujer. La iba ayudar en lo que ella necesitara-...Puedo ayudarte aunque tenga esta apariencia de un crio pequeño aunque tengo ya mis años...-dijo riendo bastante y se quedo mirando a su izquierda donde el paso estaba libre, volvió a mirar a la cortesana para después al ver que estaba despejado, poder levantarse y ofrecer una mano a la cortesana para que tomara su mano y se levantara.

Quería seguir viéndola muchas más veces....pero parecía que ella no estaba por la labor. Al estar mirándola de pie, se quito la chaqueta y se la puso sobre sus hombros desnudos. Siguió mirándola fijamente. Él se sentía raro estando con ella. Se sentía raramente agusto con ella y feliz, como que podrían divertirse juntos o pasarlo de alguna manera sin recurrir a los malos modos.

por **Tania Fernandez** Lun Mayo 13, 2013 11:23 am

Que molesto era que no la dejaran ir tan fácilmente, dejo salir un leve gruñido al sentir que este la sujetaba, no la dejaba salir por donde ella quisiera, parecía interesado en su bienestar, pero ella, como un minino que no confiaba en las personas, se veía recelosa en sus movimientos, desconfiando en el hasta en su más mínimo respiro, no gracias, no estaba interesada, ella podría ir sola a donde ella quería ir. No lo entendía, ¿Por qué se disculpaba con ella? eso lo desconcertó aun más de lo que ya estaba. Sacudió su cabeza para luego dejar salir una risilla, bueno eso la había animado, primera vez en su vida de cortesana que un cliente le pedía disculpas. ¿Se podría llamar a él un cliente? Bueno no lo sabía, tal vez un extra, pues meterlo en la misma línea que aquellos hombres sin rostro era demasiado malvado, pues aunque quisiera, fácilmente ese rostro no se olvidaría.

Todo movimiento de él la ponía cada vez más nerviosa, aquella caricia en su cabello la hizo bajar la mirada mientras dejaba que él lo hiciera, ahora tenía nombre, se llamaba Andrei, ahora aquel rostro tenia nombre… que horror parecía haber sido marcada con algo que no entendía-Mejor búscate a otra- dijo ella luego de dar dos pasos para alejarse de el, levanto la mirada, volvía a aparecer ese orgullo, esa tenacidad que siempre había en su rostro y que nunca debía marcharse –Soy una cortesana- dijo con cierto orgullo –No debes sentirte mal, es normal, es algo cotidiano desde hace mas de 10 años- toco la tela de la chaqueta para luego devolvérsela sin mirarle mucho.

Camino hacia donde estaba despejado, hacia donde el chico la iba a llevar –Me llamo Tania Fernández – le dijo al fin, por devolverle el favor, pues ella ya sabía su nombre –Trabajo en el burdel del centro… uno de los mejores, el cual es mi hogar permanente- siguió hablando con una voz algo baja, no sabía si este le seguía escuchando –Si te intereso lleva algunos francos al burdel y si tienes suerte tal vez este libre esa noche- dijo para finalizar. Le dio completamente la espalda, caminando sin mucha importancia para poder buscar alguna carreta que estuviera disponible, por suerte la actividad del burdel empezaba siempre tardía y ella se hacía esperar, pues era lo mejor del lugar.

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