The world in my eyes {Franco}

por **Aleksandra Kuznetsova** Dom Mar 04, 2012 5:53 pm

Asqueada, asqueada era como la chica se sentía esta noche después de la pesada reunión “social” que había tenido que soportar con la mejor cara y la mejor de las maneras. Muchas ocasiones ese sentimiento por más que lo intentaba no lograba reprimirlo. Esta noche entre gran parte de la opulencia Parisina le surgió casi de manera automática. Tanta falsedad entre ellos mismos, tanta hipocresía pero bueno tampoco era que se podía decir mucho sobre eso, simplemente así se daban las cosas en la política todo o la mayoría de las cosas se basaba en la hipocresía, tenían que serlo o así de simple rodaban cabezas.

Un joven bastante atractivo, hijo de un importante aristócrata, se había empeñado gran parte de la noche, si no es que toda la noche, en acosarla, si, acoso era la palabra correcta porque así como era de atractivo era de pesado y estúpido y mucho más estúpido que se había puesto después de unas cuantas copas de vino. Aún así, a pesar de lo desagradable que era soportar a un tipo como ese no le fue nada complicado sobre llevar la situación. La joven sonreí a aparentando mucho interés en lo que escuchaba a cada palabra del joven donde lo único que hacía era alardear de los méritos y logros de su padre mas ninguno propio. “Pobre niñato hijito de papi” pensó Aleksandra, poco sabían esos niños de conseguir las cosas por ellos mismos, para ella no existía nada mejor que obtener lo que fuera que consiguieses en la vida por y solo por méritos propios. En varias ocasiones intento tomarla de la cintura e incluso llego a acercar tanto su rostro al de ella, pero ella, una joven astuta se escabullía como pez en el agua riendo internamente por haberle reprimido sus deseos. De no haberse divertido tanto la joven hubiera llevado a aquel joven hasta el solitario jardín y se hubiera encargado de ponerlo en su lugar, pero no era así, esto era precisamente lo que la ayudaba esta noche a pasarlo mejor, esta noche, ahí rodeada de toda esa gente, la diversión que ese joven le brindaba le había convertido su noche en una noche soportable a pesar del hastió que todo lo demás le producía.

Casi le había jurado a aquel joven que se volverían a encontrar mas había logrado disfrazar un falso si con una perfecta palabra de compromiso que a la vez la deslindaba del mismo.

Después de librarse definitivamente de su fuel acompañante de esta noche se dispuso a socializar un poco con algunos cuantos y había sido casi de las ultimas en abandonar el palacio. La joven altiva y orgullosa de ella misma y su nación hizo su elegante salida con una sonrisa de satisfacción perfectamente fingida y abandono el lugar.

-A la plaza- ordeno la Duquesa antes de abordar el carruaje que se suponía debía llevarla a casa a descansar sin desviarse a ningún otro sitio, eso había sido la instrucción de ella misma antes de salir de la mansión y ahora quebrantaba su instrucción. El joven bajo la cabeza y solo asintió sin chistar. No era nada grato contradecir a la Duquesa.

-Solo será un poco. Espérame aquí- dijo con voz suave cuando el chico le abría la portezuela y la ayudaba a bajar. A pesar de lo tarde que era por ahí se encontraba bastante gente, parejas, niños, espectáculos callejeros algunos de música, algunos de humor pero todos ellos con espectadores que se mostraban bastante entretenidos.

Camino con pasos lentos sin perder detalles de las personas que pasaban a su lado ni de nada a su alrededor hasta detenerse a observar y disfrutar uno de esos espectáculos que a juzgar por las risas y carcajadas que se escuchaban indicaba que era bueno. Si que lo era en menos de un par de minutos la Duquesa había unido su risa a la de los demás y se divertía como si fuese una niña pequeña.

Un aroma conocido para ella ondeo por el lugar. Una sonrisa lobuna se dibujo en su rostro al percatarse que uno como ella estaba cerca. Por un momento pensó que se había tratado de alguien que paso muy cerca. El aroma permanecía latente obligándola y desconcentrarse del espectáculo y levantar la mirada. Ahí, al otro lado de la calle, lo miro, era él, ese brillo en unos ojos lobunos era inconfundible, era ese hombre recargado en la pared quien mantenía la vista fija al frente. Ese hombre de aspecto un tanto rudo, de mirada fría y de apariencia distante. La observaba a ella. Se sostuvieron las miradas como si estuvieran retándose. De que se trataba esto si ella solo había venido aquí por un poco de calma y distracción. Si ella no era alguien que buscaré meterse en problemas o ¿sí?. Decidió no moverse del sitio donde se encontraba y no bajar la mirada. A final de cuentas siempre era una mujer de decisiones y determinación.

por **Franco Baressi** Lun Mar 05, 2012 3:48 pm

¡Corre! ¡Corre lo más rápido que puedas! ¡Hasta que tus piernas no aguanten más!

''17 de Febrero. Invierno, noche húmeda, luna llena dominando el cielo. Un joven paseando por los alrededores de su ciudad, Lyon. Vestía completamente de negro, su pelo bien peinado y su facción afable en su rostro siempre rodeaba su boca en forma de sonrisa, aunque aquella sonrisa no iba a durar mucho tiempo... Algo iba a suceder...

Era tarde si no mal recuerda mi memoria, el muchacho, cuyo nombre es Franco, de procedencia Italiana, se dispuso a dar un paseo por la antigua ciudad en la que se hospedaba, en la casa donde mantuvo su vida con la bruja, su madrastra tras las muerte de sus padres en aquella tempestad de un 25 de agosto de 1779. El chico, con las manos en los bolsillos caminaba por las tenebrosas calles de Lyon cuando, en un callejón completamente oscuro se escuchó el murmullo de un leve gruñido. ''Grrrrrr''. Era lo único que se oía aquella noche. Unos ojos de color rojo se iluminaron frente a aquel muchacho el cual, borró su sonrisa de su rostro y se quedó inmóvil, sin mover articulación ninguna, se podría decir que estaba algo... ¿aterrado?. Esa podría ser la causa de su corta parálisis.

Una exhalación salió despedida de aquel callejón, era el muchacho, que sin mirar atrás corría como alma que llevaba el diablo, sin pararse siquiera una milésima de segundo de su huída. La bruja en su momento le habló de las peligrosas criaturas de la noche, vampiros, licántropos y posibles criaturas más que podrían acechar cualquier noche, y no fue esa otra, en la que se daría el encontronazo con una de ellas, un enorme lobo de casi dos metros y medio de altura, sus fauces, de las cuales caían hilos de saliva, unos dientes amarillentos y un aliento que no quisiera recordar, era repugnante.

No dio tiempo a reaccionar, el chico cuando quiso darse cuenta, se encontraba debajo de aquella bestia la cual lo mordió, arañó e incluso, una parte de sus costillas, la parte de la piel, le fue arrancada de una vez de un lícano zarpazo, una luz oscura penunmbró en los ojos del chico, perdió el conocimiento, pudo haber muerto desangrado, o peor aun, engullido por aquel engendro canino.''

5 de Marzo de ese mismo año. Franco se encontraba ahora en París, donde, con la herencia de sus padres, se compró una casa enorme en el centro de París, no quería alejarse de la civilización. Recuperándose de sus varias heridas, aun duda sobre su condición de licántropo, piensa que debe esperar a la próxima luna llena para descubrir si realmente había sido convertido en uno, pero algo le depararía aquel día. Una mañana, Franco salió al centro, a la plaza Tertre, donde todas las semanas se celebraban espectáculos ambulantes de distintas actuaciones y personajes. Esa mañana se dirigió al centro de la plaza, donde se encontraba una de aquellas actuaciones, una, al parecer, actuación cómica, pues la gente de sus alderedores no hacía más que reirse.

No obstante el chico se encontraba apoyado en una pared, fumando un cigarro que previamente encendió con un fósforo, su postura era algo chulesca y sus facciones, no eran tan afables como lo eran antes de aquel ataque, ahora era algo más serio y rudo, apenas sonreía, solo cuando lo hacía, era realmente una sonrisa sincera.

Un olor inundó sus fosas nasales, un olor familiar, un olor que había percibido y guardado en la mente desde aquel fatídico suceso, debía ser eso, debía ser que Franco realmente se había convertido en uno de esos bichos que le agredió e incluso, sentía el poder percibir a otros de su misma especia, al menos era lo que él pensaba. Levantó la mirada hacia aquel familiar aroma, y allí se encontraba, una mujer de cabellos dorados que al igual que él, se le quedó mirando y en ningún momento torcía la mirada, aunque el espectáculo estaba en su máxima plenitud. Ambos mantuvieron las miradas, y entre calada y calada, minuto tras minuto, Franco lanzó su cigarrillo al suelo, apagándolo de un pisotón y se encaminó a donde todo el mundo se encontraba, en el lado opuesto de aquella mujer, aun sin quitarla la mirada de encima. Su rostro, inmóvil, intacto, serio.

Pasaron varios minutos... el espectáculo había terminado y la gente ya se estaba marchando, pero él, ella, aun seguían allí, manteniéndose las miradas sin formular palabras alguna, a unos cinco metros el uno del otro, hasta que la gente al fin desapareció, aun así, el chico se mostraba intangible ante cualquier situación, ambos dos, parecían estatuas, e incluso la gente que pasaba, se les quedaban mirando, preguntándose que diablos hacían dos personas, ambas alejadas, mirándose sin nada que hacer, sin nada que decir.

{Espero que sea de tu agrado ^^}

por **Aleksandra Kuznetsova** Sáb Mar 24, 2012 7:20 pm

La joven se olvido de que estaba en un lugar público rodeada de gente quizás un tanto ingenua e inocente que lejos de imaginarse siquiera que seres salvajes, disfrazados o atrapados en esos cuerpos humanos como ella y como aquel misterioso joven, se mezclaban entre ellos intentando solo distraerse y pasar un rato agradable. Olvido que no estaba en su territorio, su nación. Olvido que aquí por más que gozará de buenas relaciones y amigos no estaba en sus dominios y que eso al final siempre la pondría en desventaja. Las miradas entre ambos permanecían intactas sin desviarse en lo más mínimo ni por un leve pestañeo. Algo en su interior latía con tremenda fuerza como si quisiera escapar de su cuerpo. Esa inquietud se intensifico cuando él con pasos lentos pero fuertes y firmes tan fuertes y firmes como su mirada se aproximaba hasta tomar lugar entre la gente al otro extremo de la muchacha, lo dicho antes, sin desviar ninguno sus frías e implacables miradas.

El espectáculo que ahí se llevaba dejo de existir, dejo de tener sentido alguno tanto que fue para la joven Duquesa como si el tiempo se hubiera detenido. Así era, para Aleksandra el mundo había dejado de girar, las manecillas de los relojes habían quedado paralizadas en el tiempo. Solo existía esa fracción de segundo en que el brillo de ambos pares de ojos lobunos se cruzaron.

Solo el viento frío que corrió por el lugar, cuando todo mundo comenzó a retirarse al finalizar el pequeño espectáculo, golpeando sensualmente contra el cuerpo de la joven loba la hizo comprender que ella, él continuaban ahí sin acercarse, sin hablarse como viles estatuas en pleno centro de la plaza. Miradas iban, miradas venían, cuchicheos, risas, sorpresa en los rostros ajenos, todo tipo de expresiones verbales y físicas desfilaban frente a ellos. Nada, nada los inmutaba ellos parecían no notarlo o mejor aún preferían no poner sus ojos en cosas banales, insignificantes.

“¿Qué tramas?...poner a prueba mi resistencia” pensó la joven meneando casi imperceptiblemente la cabeza “ohhh vamos, no tengo tiempo para tus tonterías” se dijo a sí misma. Esto comenzaba a cansar a la Duquesa pero si joven deseaba jugar pues jugaría al menos otro poco total el juego de las estatuas le salía genial. Continuó inmóvil, muda, con la vista fija por un muy largo rato.

Sin notarlo de pronto la sonrisa apareció en el rostro de la chica pronunciándose como cuando una brillante idea se le viene a la cabeza a un niño, a un sabio, a un amante de la diversión. Tras la sonrisa sin darse cuenta sus ojos sutilmente recorrían al extraño de pies a cabeza e incluso antes de volver a detener sus ojos sobre los ojos ajenos ella ya había dado uno, dos, tres pasos al frente acercándose dispuesta a romper el silencio. Continuo caminando al frente, esos ojos eran hechizantes quizás era eso lo que la obligaba a avanzar. Ohhh sorpresa en vez de detenerse esquivo el cuerpo ajeno –Apenas descubriendo el mundo- murmuro al pasar de largo y finalmente cuando el contacto de sus miradas se perdía.

Estaba segura de lo que había dicho eso era más que evidente. El era un joven aún dolido y resentido por lo que ahora era, eso era algo que a ella conocía perfectamente. De lo que no estuvo segura era de porque no se había detenido. Reacciono, se detuvo y se giro y mirándolo nuevamente pregunto con cierta altivez y amabilidad a la vez -¿me equivoco?.

(Por supuesto que es de mi agrado, ahora soy yo quien espera que la respuesta sea de tu agrado)

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