AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
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Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Recuerdo del primer mensaje :
La vida se nos va entre los dedos cuando
todo lo que tenemos no es suficiente
para detener los embites de aquéllos
que daño quieren hacernos.
todo lo que tenemos no es suficiente
para detener los embites de aquéllos
que daño quieren hacernos.
Sentada a la mesa, leía de forma inadecuada e incluso maleducada un libro mientras se deleitaba en los sabores matutinos del zumo de naranja, la tortilla de papa, los bollos con mantequilla que olían a canela, el vaso de leche, entre otros manjares que mantenían su cuerpo con los suficientes nutrientes para seguir avante con el embarazo que ya se notaba. Sonrió pasando la mano sobre la curvatura de su vientre al tiempo que suspiró cerrando los ojos. Su pequeño llegaría a un hogar lleno de amor y ternuras. José estuvo feliz cuando le informó que sería padre, la tomó en brazos y giró con ella hacía apenas dos meses atrás. Ahora, de cinco meses, la mujer mordió un pedazo de bollo para masticarlo lento en tanto leía la poesía que José le dedicara en ese libro.
La obra perteneció al ahora Rey desde que era más joven, tenía las hojas maltratadas e incluso, algunas anotaciones en las que Tamina se deleitaba conforme leía. El día anterior se había presentado con él tras que la cambiaformas le rogara porque le recomendara algo interesante porque se aburría. Ya no podía salir con la misma frecuencia, no podían arriesgarse. José había perdido a dos hijos y ahora mismo no estaba con ánimos de exponerla a ella y al hijo no nato que estaba en camino.
Otro mordisquito al bollo y un pequeño sorbo de leche en tanto rió al leer la escritura de José, se notaba que el León de España tomó el libro antes de entregárselo para dedicarle algunos versos. Eso la hacía sentir feliz. Su atención fue desviada por los cascos de un caballo que sonaban a la distancia. Ilusionada, se levantó de la mesa con una enorme falta de etiqueta y fue a ver por la ventana el camino. El brioso animal que conducía al jinete era muy reconocible para ella, puesto que lo había elegido para su amor. Se levantó un poco las faldas caminando con rapidez, entre pasitos ligeros hacia donde la puerta para recibirlo.
- José, amor mío - se oía su voz en tanto se apresuraba a tomarlo entre sus brazos besando sus labios, desechando la idea de que podría no ser propio, pues jamás sería inadecuado demostrarle su amor al hombre que tanto había esperado - te extrañamos - dijo con una sonrisa, llevando la mano del varón sobre su vientre, para que sintiera las pataditas del pequeño - muchísimo anoche - su tono de voz se volvió íntimo y dulce... - anda, desayuna conmigo - rogó haciendo un pucherito.
José siempre la consentía en todo, tenía que reconocerlo... la trataba como una reina aunque no lo fuera por ley, aunque no estuviera casada con él, lo cual no le importaba. Mientras estuviera con él, el mundo que girara.
La obra perteneció al ahora Rey desde que era más joven, tenía las hojas maltratadas e incluso, algunas anotaciones en las que Tamina se deleitaba conforme leía. El día anterior se había presentado con él tras que la cambiaformas le rogara porque le recomendara algo interesante porque se aburría. Ya no podía salir con la misma frecuencia, no podían arriesgarse. José había perdido a dos hijos y ahora mismo no estaba con ánimos de exponerla a ella y al hijo no nato que estaba en camino.
Otro mordisquito al bollo y un pequeño sorbo de leche en tanto rió al leer la escritura de José, se notaba que el León de España tomó el libro antes de entregárselo para dedicarle algunos versos. Eso la hacía sentir feliz. Su atención fue desviada por los cascos de un caballo que sonaban a la distancia. Ilusionada, se levantó de la mesa con una enorme falta de etiqueta y fue a ver por la ventana el camino. El brioso animal que conducía al jinete era muy reconocible para ella, puesto que lo había elegido para su amor. Se levantó un poco las faldas caminando con rapidez, entre pasitos ligeros hacia donde la puerta para recibirlo.
- José, amor mío - se oía su voz en tanto se apresuraba a tomarlo entre sus brazos besando sus labios, desechando la idea de que podría no ser propio, pues jamás sería inadecuado demostrarle su amor al hombre que tanto había esperado - te extrañamos - dijo con una sonrisa, llevando la mano del varón sobre su vientre, para que sintiera las pataditas del pequeño - muchísimo anoche - su tono de voz se volvió íntimo y dulce... - anda, desayuna conmigo - rogó haciendo un pucherito.
José siempre la consentía en todo, tenía que reconocerlo... la trataba como una reina aunque no lo fuera por ley, aunque no estuviera casada con él, lo cual no le importaba. Mientras estuviera con él, el mundo que girara.
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Una nueva alegría da al corazón que antes sangraba de dolor.
Todo tenía sentido, desde sus hambres tan grandes hasta que no le quedara ninguna ropa más que la de pre mamá de meses más avanzados. Esa pancita que muchos pensaron sería más de grasa y cebo y pocos lo dijeron hasta que el propio rey ordenó con dureza que cesaran sus palabras insultantes hacia la mujer que sería la madre de su hijo. No, sus hijos. Estaba embarazada de gemelos y eran hijos de ambos, dos... Dios mío, qué feliz era de verdad mientras que su mano acariciaba lento su redondez y asentía comprendiendo también por qué el pequeño parecía estar en todos lados al mismo tiempo. Es que no era un bambino, eran dos. Dos con dos piernas que golpeaban a todos lados, cuatro manos en total, dos ímpetus... doble, todo en doble... y rió a carcajadas recargándose entre las almohadas feliz, realmente feliz.
Parpadeó cuando su amado le hizo ver una tarea que había pensado durante mucho tiempo y ahora meditaba. Dos niños, dos niñas, niño y niña. Eran las opciones y bostezó un poco permitiendo que él tomara su vientre entre sus manos, mirándole a los ojos y descubriendo el mismo sentimiento de alegría y orgullo que a ella le embargaba y daba las gracias porque él estuviera tan contento y satisfecho. Cerró los ojos un instante sintiéndolos, apretando la mano de José en tanto se concentraba sólo en los pequeños, en sus corazones que ahora podía entender por qué martilleaban tan raro. Alzó la mano e incitó a su pareja a recostar la cabeza, oído contra el ombligo de la cambiaformas para que él pudiera escuchar los latidos.
- Escucha, ahora puedo interpretarlos bien... ahí está uno... pum... pum... pum... - le tarareaba al mismo tiempo que el corazoncito se oía, para que él pudiera distinguirlos, luego de unos instantes, dejó de hacerlo para que él fuera partícipe de la comunión con los pequeños... ella sonreía acariciándose el largo cabello con pereza, relajándose y al mismo tiempo, dándose un pequeño masaje. Luego de unos instantes le repitió el procedimiento, pero ahora con el otro corazoncito. Ella misma lo escuchaba y era feliz, sus bebés. Ya quería que nacieran para tenerlos en los brazos y mimarlos - No sé qué nombres ponerles, aunque Mauricio me gusta mucho, pero también José... consideraría que si fuera hombre, no le pusiéramos José como primer nombre porque lo confundirían contigo, pero qué tal Mauricio José ¿Te gusta? - se lamió los labios sedienta, abrió los ojos para alargar la mano y tomar el vaso de agua, pero en el proceso fue un tanto torpe y se echó parte del contenido encima, haciendo que la tela que cubría esa curva femenina que albergaba a los príncipes se mojara y se trasluciera la sedosa piel de la cambiaformas...
Parpadeó cuando su amado le hizo ver una tarea que había pensado durante mucho tiempo y ahora meditaba. Dos niños, dos niñas, niño y niña. Eran las opciones y bostezó un poco permitiendo que él tomara su vientre entre sus manos, mirándole a los ojos y descubriendo el mismo sentimiento de alegría y orgullo que a ella le embargaba y daba las gracias porque él estuviera tan contento y satisfecho. Cerró los ojos un instante sintiéndolos, apretando la mano de José en tanto se concentraba sólo en los pequeños, en sus corazones que ahora podía entender por qué martilleaban tan raro. Alzó la mano e incitó a su pareja a recostar la cabeza, oído contra el ombligo de la cambiaformas para que él pudiera escuchar los latidos.
- Escucha, ahora puedo interpretarlos bien... ahí está uno... pum... pum... pum... - le tarareaba al mismo tiempo que el corazoncito se oía, para que él pudiera distinguirlos, luego de unos instantes, dejó de hacerlo para que él fuera partícipe de la comunión con los pequeños... ella sonreía acariciándose el largo cabello con pereza, relajándose y al mismo tiempo, dándose un pequeño masaje. Luego de unos instantes le repitió el procedimiento, pero ahora con el otro corazoncito. Ella misma lo escuchaba y era feliz, sus bebés. Ya quería que nacieran para tenerlos en los brazos y mimarlos - No sé qué nombres ponerles, aunque Mauricio me gusta mucho, pero también José... consideraría que si fuera hombre, no le pusiéramos José como primer nombre porque lo confundirían contigo, pero qué tal Mauricio José ¿Te gusta? - se lamió los labios sedienta, abrió los ojos para alargar la mano y tomar el vaso de agua, pero en el proceso fue un tanto torpe y se echó parte del contenido encima, haciendo que la tela que cubría esa curva femenina que albergaba a los príncipes se mojara y se trasluciera la sedosa piel de la cambiaformas...
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Aquellos latidos ahora sabiéndose provenientes de dos vidas llevaban al máximo la felicidad de la pareja en todo sentido; al varón por llevarle al monte más alto de la montaña rusa emocional que había recorrido durante el día, y a la dama por el alivio que le causaba a ella y a sus retoños el hecho de que el "hombre de la casa" recobrase el humor positivo perdido por el paso de las horas. De momento, no existían preocupaciones más primordiales que las vinculadas al vientre materno, y que se hicieron notar en aquel diálogo.
José gustó de la sugerencia, pero esperó la confirmación de uno de los hipotéticos aludidos, la cual se manifestó en una serie de golpecitos que retumbaron con ternura en el oído del Monarca. - A mí me gusta todo lo que tú propongas, amor...- Besó su vientre, acariciándolo sutilmente en roces - ¿Sabes? Me ronda un nombre desde hace un tiempo, pero es para una hija. - El agua empapar la bata le distrajo mínimamente de la conversación, y con una sonrisa llena de complicidad inconsciente le retiró la prenda para asegurar el cuerpo entre sus brazos y protegerlo del entumecimiento un tanto más probable con la temperatura externa, mas no con la interna en esas cuatro paredes. Hizo apoyar la cabeza en su pecho y que las mantas llegasen al cuello. No descuidaba detalle alguno, y sólo cuando estuvo todo cubierto prosiguió - En caso de que alguno de nuestros hijos sea niña, quisiera llamarla María Daniela. Así...- No pudo evitar reír por la mirada de Tamina que lo decía todo - Así se llamaba la que nos crió a Isabell y a mí cuando nuestra madre murió - Besó su cabeza y dejó ver una sonrisa de nostalgia y gratitud, recibiendo la venia de su mujer, esa que le aguantaba todo menos el charlar de "otras mujeres". ¡Qué garras sacaba cuando su hermana era el tema! Pero ahora estaba con las zarpas cuidadosamente ocultas en pos de sus hijos, así que agradecía en parte que Isabell no estuviese tan presente aunque le debiese más de una explicación por tan prolongada ausencia. Ya tendría tiempo para ello.
Los cuerpos se juntaron más, pidiendo descanso por distintas razones pero con un mismo objetivo, estar el uno con el otro y para el otro. Un par de besos y caricias y las almohadas se sintieron cada vez más cómodas, albergando los sueños de uno y otro, los cuales no parecían tan lejanos o imposibles.
Todos eran cosa de tiempo.
José gustó de la sugerencia, pero esperó la confirmación de uno de los hipotéticos aludidos, la cual se manifestó en una serie de golpecitos que retumbaron con ternura en el oído del Monarca. - A mí me gusta todo lo que tú propongas, amor...- Besó su vientre, acariciándolo sutilmente en roces - ¿Sabes? Me ronda un nombre desde hace un tiempo, pero es para una hija. - El agua empapar la bata le distrajo mínimamente de la conversación, y con una sonrisa llena de complicidad inconsciente le retiró la prenda para asegurar el cuerpo entre sus brazos y protegerlo del entumecimiento un tanto más probable con la temperatura externa, mas no con la interna en esas cuatro paredes. Hizo apoyar la cabeza en su pecho y que las mantas llegasen al cuello. No descuidaba detalle alguno, y sólo cuando estuvo todo cubierto prosiguió - En caso de que alguno de nuestros hijos sea niña, quisiera llamarla María Daniela. Así...- No pudo evitar reír por la mirada de Tamina que lo decía todo - Así se llamaba la que nos crió a Isabell y a mí cuando nuestra madre murió - Besó su cabeza y dejó ver una sonrisa de nostalgia y gratitud, recibiendo la venia de su mujer, esa que le aguantaba todo menos el charlar de "otras mujeres". ¡Qué garras sacaba cuando su hermana era el tema! Pero ahora estaba con las zarpas cuidadosamente ocultas en pos de sus hijos, así que agradecía en parte que Isabell no estuviese tan presente aunque le debiese más de una explicación por tan prolongada ausencia. Ya tendría tiempo para ello.
Los cuerpos se juntaron más, pidiendo descanso por distintas razones pero con un mismo objetivo, estar el uno con el otro y para el otro. Un par de besos y caricias y las almohadas se sintieron cada vez más cómodas, albergando los sueños de uno y otro, los cuales no parecían tan lejanos o imposibles.
Todos eran cosa de tiempo.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Feliz estoy entre tus brazos,
feliz porque nuestra dicha está a punto de ser total.
feliz porque nuestra dicha está a punto de ser total.
Rió contenta al sentir a su amado sobre su vientre, mientras que ambos disfrutaban de ese momento tan íntimo, de un instante en el que la paz llenaba sus corazones y los hacía sonreír con alegría. Tranquilidad, eso tenían para disfrutarla como desearan aunque rió por su torpeza, normalmente tenía reflejos de gato, pero había descubierto en su embarazo que en ocasiones estaba tan aletargada que no lograba hacer nada. Su rostro estaba más que divertido cuando él le desprendió de su bata para acomodarla contra él, abrazando su cuerpo desnudo mientras ella acariciaba el vientre sin ninguna barrera que lo impidiera. Se colocó a la vera del Rey, recargando su cabeza contra su pecho y cerró los ojos suspirando de felicidad. Aunque él estuviera vestido, podía sentir el calor de su cuerpo aunado al de las mantas que él se afanaba en colocarle.
Sus siguientes palabras provocaron que se le formaran arrugas en su frente, ¿Quién era María Daniela? ¿Por qué quería ese nombre? Y sus pequeños se inquietaron sintiendo la tensión de su madre que, celosa, fruncía los labios. Se descubría así de vez en cuando, sobre todo en los instantes que el nombre de Isabell salía a la conversación, sobre todo con un comentario que dejaba que desear. Es decir, no le preocupaba si dialogaba sobre su hermana políticamente, pero una expresión llena de mucha alegría o dicha, incluso muy sentimental la hacían chasquear la lengua. Aunque su respuesta la tranquilizó un tanto y la hizo meditar... María Daniela, no sonaba mal. "Mary-Dany" sonrió divertida ante el sobrenombre. Asintió y besó su cuello para cerrar los ojos deseando relajarse y esperar a que el siguiente día llegara a ellos, estaba realmente agotada y sus hijos empezaban a reclamarle la falta de sueño.
Así fue que a pesar de lo agotada que estaba, se encontró entre los brazos de su amado conciliando el sueño perdido para despertar a un nuevo día, entre besos y caricias hasta no poder más y pronto, descansar a su lado.
Dedicarse a los niños no era nada fuera de lo común, sino algo que hacía con mucho gusto y ahínco, desde comer bien, mantenerse tranquila, quedarse largo tiempo fuera de casa, entre los árboles y los arbustos para concentrarse sólo en los pequeños que iban creciendo, a veces con tranquilidad y otros días robándose de su madre más que el aliento que ella se quedaba echada un ratito en las mañanas para recuperar fuerzas y a veces, por las noches, se iba más temprano a dormir. Gajes de tener en el vientre a gemelos solía decir riendo, pero ahora las guardias estaban reforzadas, la seguridad incrementada cuando descubrieron que no era fácil encontrar a la Princesa Marianne, que parecía que el mismo suelo se la había tragado.
Las consecuencias en José preocuparon en demasía a Tamina quien lo veía ir y venir frustrado, desesperado, inquieto. Intentaba ser fuerte por ambos, pero también hacía mella en ella, porque era desgastante tener que levantarle el ánimo cuando entendía perfectamente por qué estaba así. Cerró los ojos en más de una ocasión y al final, en el instante en que él se iba, ella caía en cama, intentando por todos los medios disimular y al final optó por salir al jardín y que todos pensaran que eran las caminatas. No podía con ese ritmo, así que no tuvo más opción que al sexto día solicitar a algunos de los agentes de su padre que acudieran a ella y pagarles con sendas joyas de su familia en pos de la información requerida. Así supo que estaba la joven en Roma, que la última vez que la vieron fue con un hombre que, por sus características físicas Tamina tembló de pánico. ¿Acaso Fausto? Y ella lo conocía, tantas veces topándose con él en casa de su padre, porque lo había servido o se habían auxiliado durante algún tiempo. Si era así, tenía que investigar quién le había pagado por el secuestro y ojalá ningún Borgia tuviera que ver en ello, sino estaría entre la espada y la pared. Estaba justamente en ello y una tarde, mientras que cosía las iniciales en los pañuelos de José, una ocupación que le encantaba, le vio llegar. Estaba feliz y sus noticias la hicieron tragar saliva.
- ¿Dices que alguien sabe quién fue el que la secuestró? ¿Estás seguro mi amor o sólo es un chivo expiatorio? - no entendía cómo Fausto había dejado huellas. Sus contactos le habían descubierto porque sabían bien cómo se movía todo en el bajo mundo, pero ¿Alguien había visto al cazador saliendo con Marianne? Imposible... ¿O acaso es que Fausto estaba descuidándose?
Sus siguientes palabras provocaron que se le formaran arrugas en su frente, ¿Quién era María Daniela? ¿Por qué quería ese nombre? Y sus pequeños se inquietaron sintiendo la tensión de su madre que, celosa, fruncía los labios. Se descubría así de vez en cuando, sobre todo en los instantes que el nombre de Isabell salía a la conversación, sobre todo con un comentario que dejaba que desear. Es decir, no le preocupaba si dialogaba sobre su hermana políticamente, pero una expresión llena de mucha alegría o dicha, incluso muy sentimental la hacían chasquear la lengua. Aunque su respuesta la tranquilizó un tanto y la hizo meditar... María Daniela, no sonaba mal. "Mary-Dany" sonrió divertida ante el sobrenombre. Asintió y besó su cuello para cerrar los ojos deseando relajarse y esperar a que el siguiente día llegara a ellos, estaba realmente agotada y sus hijos empezaban a reclamarle la falta de sueño.
Así fue que a pesar de lo agotada que estaba, se encontró entre los brazos de su amado conciliando el sueño perdido para despertar a un nuevo día, entre besos y caricias hasta no poder más y pronto, descansar a su lado.
- UNA SEMANA DESPUÉS -
Dedicarse a los niños no era nada fuera de lo común, sino algo que hacía con mucho gusto y ahínco, desde comer bien, mantenerse tranquila, quedarse largo tiempo fuera de casa, entre los árboles y los arbustos para concentrarse sólo en los pequeños que iban creciendo, a veces con tranquilidad y otros días robándose de su madre más que el aliento que ella se quedaba echada un ratito en las mañanas para recuperar fuerzas y a veces, por las noches, se iba más temprano a dormir. Gajes de tener en el vientre a gemelos solía decir riendo, pero ahora las guardias estaban reforzadas, la seguridad incrementada cuando descubrieron que no era fácil encontrar a la Princesa Marianne, que parecía que el mismo suelo se la había tragado.
Las consecuencias en José preocuparon en demasía a Tamina quien lo veía ir y venir frustrado, desesperado, inquieto. Intentaba ser fuerte por ambos, pero también hacía mella en ella, porque era desgastante tener que levantarle el ánimo cuando entendía perfectamente por qué estaba así. Cerró los ojos en más de una ocasión y al final, en el instante en que él se iba, ella caía en cama, intentando por todos los medios disimular y al final optó por salir al jardín y que todos pensaran que eran las caminatas. No podía con ese ritmo, así que no tuvo más opción que al sexto día solicitar a algunos de los agentes de su padre que acudieran a ella y pagarles con sendas joyas de su familia en pos de la información requerida. Así supo que estaba la joven en Roma, que la última vez que la vieron fue con un hombre que, por sus características físicas Tamina tembló de pánico. ¿Acaso Fausto? Y ella lo conocía, tantas veces topándose con él en casa de su padre, porque lo había servido o se habían auxiliado durante algún tiempo. Si era así, tenía que investigar quién le había pagado por el secuestro y ojalá ningún Borgia tuviera que ver en ello, sino estaría entre la espada y la pared. Estaba justamente en ello y una tarde, mientras que cosía las iniciales en los pañuelos de José, una ocupación que le encantaba, le vio llegar. Estaba feliz y sus noticias la hicieron tragar saliva.
- ¿Dices que alguien sabe quién fue el que la secuestró? ¿Estás seguro mi amor o sólo es un chivo expiatorio? - no entendía cómo Fausto había dejado huellas. Sus contactos le habían descubierto porque sabían bien cómo se movía todo en el bajo mundo, pero ¿Alguien había visto al cazador saliendo con Marianne? Imposible... ¿O acaso es que Fausto estaba descuidándose?
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
El tiempo parecía estar confabulado para estar en contra de José, para quien cada hora que pasaba era una flecha más que se clavaba y agujereaba su afligido pecho, incrementando la dolorosa tortura que significaba la espera de alguna información definitiva, fuera positiva o negativa. Tuvieron que solicitar una dotación notablemente mayor de brandy para que el León pudiera suprimir sus nervios a punta de tragos que le quemaban la garganta y lo dejaban durmiendo apenas unas horas por día, porque ni siquiera el sopor alcoholizado era suficiente para evitar que se mantuviese despierto por las noches por el estrés y las pesadillas que solía tener con una frecuencia preocupante. Nada podía sacarle de la cabeza esas visiones que se multiplicaban con la facilidad de una epidemia, esos pensamientos trágicos que combatían con los deseos cargados de esperanza, y que principalmente eran traídos por su fiel y amada mujer, quien había tenido problemas en su vientre en más de una ocasión a causa de la tensión reinante en la residencia y sobresaliente en la habitación de ambos, siendo las caricias nocturnas un atenuante mínimo para su cuerpo, pero un poco más efectivo en su mente.
Mientras Tamina combatía el estrés con uno de sus pasatiempos, el Rey vigilaba desde el balcón de la habitación de ambos la entrada a su residencia, esperando alguna noticia, la cual apareció por fin e hizo bajar al rubio con la rapidez de un niño que no había visto a sus padres hace horas. Un cruce de palabras y un apretón de manos sumado a un abrazo como señal de la cercanía que tenían (y el aprecio de José por sobre todo) dio paso a una sonrisa de ilusión y conformismo temporal, porque obviamente no le bastaba con eso; y tampoco le bastaría con encontrarla...el apetito de venganza del León se vería satisfecho sólo cuando los culpables compartieran unos agónicos segundos con la guillotina. Subió a la habitación y contó la noticia a su mujer, quien interrogó con todo derecho, y con todo placer su varón respondió - Están en proceso de identificarlo, pero lo que es seguro es que lo vieron con Marianne entrando a Italia, posiblemente con dirección a Roma. - Apretó su garra derecha y miró a su amada a los ojos, con una sonrisa esperanzadora que no se había visto desde que le habían dicho que sería padre de gemelos - Pronto...pronto vamos a tenerla con nosotros, mi amor...- Se acercó y acarició el vientre hinchado arrodillándose, robándole un beso a esos labios hipnóticos - Estaremos los cinco juntos...se los prometo...
Mientras Tamina combatía el estrés con uno de sus pasatiempos, el Rey vigilaba desde el balcón de la habitación de ambos la entrada a su residencia, esperando alguna noticia, la cual apareció por fin e hizo bajar al rubio con la rapidez de un niño que no había visto a sus padres hace horas. Un cruce de palabras y un apretón de manos sumado a un abrazo como señal de la cercanía que tenían (y el aprecio de José por sobre todo) dio paso a una sonrisa de ilusión y conformismo temporal, porque obviamente no le bastaba con eso; y tampoco le bastaría con encontrarla...el apetito de venganza del León se vería satisfecho sólo cuando los culpables compartieran unos agónicos segundos con la guillotina. Subió a la habitación y contó la noticia a su mujer, quien interrogó con todo derecho, y con todo placer su varón respondió - Están en proceso de identificarlo, pero lo que es seguro es que lo vieron con Marianne entrando a Italia, posiblemente con dirección a Roma. - Apretó su garra derecha y miró a su amada a los ojos, con una sonrisa esperanzadora que no se había visto desde que le habían dicho que sería padre de gemelos - Pronto...pronto vamos a tenerla con nosotros, mi amor...- Se acercó y acarició el vientre hinchado arrodillándose, robándole un beso a esos labios hipnóticos - Estaremos los cinco juntos...se los prometo...
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Hay momentos en los que la verdad
nos hará libres.
nos hará libres.
Oh no. Roma. Sólo había un Borgia capaz de hacer que Fausto hiciera de las suyas y que habitara ese lugar. Se puso pálida y tragó saliva buscando fingir mientras su mente trabajaba a marchas forzadas. Borgia... Alejandro II... el Papa... Se acarició la frente pensativa ¿Ahora qué se le ocurrió a ese hombre? Aspiró al tiempo que el Rey se hincó frente a ella acariciando su vientre e hzo una mueca. ¿Debía decírselo? Con el antecedente de sus últimos hijos, José de seguro que no pensaría y se alzaría contra el Papa por una mera corazonada de la cambiaformas. Sonrió forzada asintiendo con una emoción que no sentía, ansiaba que él recuperara a su hija, pero qué sucedería cuando supiera que había sido un Borgia, su propia familia la que había secuestrado a Marianne. No quería pensarlo. ¿Había una oportunidad para que él no la rechazara? ¿Que no le quitara a sus hijos? Fue a sentarse en la mecedora que al efecto tenía junto a la ventana y se balanceó en silencio.
- Repasemos todo. Marianne es sustraída de su casa en Francia. Dejan muertos a todos sus sirvientes, sólo el gato se salva y el guardián de tu hija porque estaba a punto de llevar el carruaje a la parte trasera de su casa. Sin embargo, a pesar del disparo nadie sale, nadie ve nada quizá porque nadie escuchó o bien porque nadie quiere meterse en problemas. Tu hija es llevada entonces... ¿A Roma? ¿Para qué? - sus labios se fruncieron y con ambas manos tomaron el voluminoso vientre ¿Debía decírselo? La volvería a reprender por ocultárselo como aquélla vez con la investigación de sus hijos cuando ella le entregó una de las pruebas que pudieron orientarle mejor. Le echó en cara no habérsela entregado antes y ahora hacía exactamente lo mismo. Se tomó la sien con los dedos, toda la efusividad de José se iría de saber que su propia familia estaba metida. Sus intenciones para que regresara su madre a España se esfumarían. Entendería bien José que las acciones de su padre fueron las correctas y entonces... apretó con fuerza su vientre... no, no quería perder a sus hijos, pero no hablar podría hacer que todo empeorara. ¿Qué hacer, qué hacer?
- Repasemos todo. Marianne es sustraída de su casa en Francia. Dejan muertos a todos sus sirvientes, sólo el gato se salva y el guardián de tu hija porque estaba a punto de llevar el carruaje a la parte trasera de su casa. Sin embargo, a pesar del disparo nadie sale, nadie ve nada quizá porque nadie escuchó o bien porque nadie quiere meterse en problemas. Tu hija es llevada entonces... ¿A Roma? ¿Para qué? - sus labios se fruncieron y con ambas manos tomaron el voluminoso vientre ¿Debía decírselo? La volvería a reprender por ocultárselo como aquélla vez con la investigación de sus hijos cuando ella le entregó una de las pruebas que pudieron orientarle mejor. Le echó en cara no habérsela entregado antes y ahora hacía exactamente lo mismo. Se tomó la sien con los dedos, toda la efusividad de José se iría de saber que su propia familia estaba metida. Sus intenciones para que regresara su madre a España se esfumarían. Entendería bien José que las acciones de su padre fueron las correctas y entonces... apretó con fuerza su vientre... no, no quería perder a sus hijos, pero no hablar podría hacer que todo empeorara. ¿Qué hacer, qué hacer?
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Era una buena pregunta. ¿Para qué llevarla a Roma, un lugar tan cercano a Francia y a España? La respuesta no estaba en José, por supuesto…sino que en los desadaptados que causaban tal sufrimiento al padre, a la familia adoptiva e incluso a la realeza española en general. ¿Por qué allí?
Lo meditaba mientras sus dedos jugaban con uno de los trabajos completados de Tamina, como si estuviera moviendo las piezas de aquel rompecabezas que llevaba poco más de una semana, y que temía que se prolongase estando la pieza central tan lejos…y a la vez tan cerca. Miró a su mujer dejando en paz aquel puzzle metafórico sobre la mesa, y se cruzó de brazos - ¿Por qué te parece tan raro que la hayan llevado a Roma? Lo extraño sería que no saliera de Paris…-se acarició un momento la barbilla para continuar con su reflexión - ¿Para qué a Roma? Pregúntaselo a ellos…pueden tener su base allí, o quizás sea una distracción…vaya a saber uno…para eso lo estamos investigando-hizo una mueca- no me extraña que esté en Roma, como tampoco me extrañaría que estuviera en el Sacro Imperio, en Inglaterra o en la misma España. – Su voz sonó un poco más fuerte sin ser agresivo, llevado por el momento – Lo que importa es encontrarla y hacer que los responsables paguen con sus cabezas de ser necesario. No les perdonaré el daño que han causado a la Corona Española, eso jamás. – Cerró los ojos unos instantes, sentenciando su futura Voluntad.
Caminó hasta la ventana, observando el horizonte que regalaba una hermosa vista de media tarde. Tal fue su atención a ella que se apoyó en la esculpida barandilla del balcón, buscando inconscientemente un poco de tranquilidad, la que no llegó muy pronto a juzgar por el golpe que dio el puño derecho contra el mármol, prueba latente de la ansiedad y la impotencia de no conseguir resultados tan rápido como él quisiera…sólo rogaba que no fuera demasiado tarde para salvarla.
Lo meditaba mientras sus dedos jugaban con uno de los trabajos completados de Tamina, como si estuviera moviendo las piezas de aquel rompecabezas que llevaba poco más de una semana, y que temía que se prolongase estando la pieza central tan lejos…y a la vez tan cerca. Miró a su mujer dejando en paz aquel puzzle metafórico sobre la mesa, y se cruzó de brazos - ¿Por qué te parece tan raro que la hayan llevado a Roma? Lo extraño sería que no saliera de Paris…-se acarició un momento la barbilla para continuar con su reflexión - ¿Para qué a Roma? Pregúntaselo a ellos…pueden tener su base allí, o quizás sea una distracción…vaya a saber uno…para eso lo estamos investigando-hizo una mueca- no me extraña que esté en Roma, como tampoco me extrañaría que estuviera en el Sacro Imperio, en Inglaterra o en la misma España. – Su voz sonó un poco más fuerte sin ser agresivo, llevado por el momento – Lo que importa es encontrarla y hacer que los responsables paguen con sus cabezas de ser necesario. No les perdonaré el daño que han causado a la Corona Española, eso jamás. – Cerró los ojos unos instantes, sentenciando su futura Voluntad.
Caminó hasta la ventana, observando el horizonte que regalaba una hermosa vista de media tarde. Tal fue su atención a ella que se apoyó en la esculpida barandilla del balcón, buscando inconscientemente un poco de tranquilidad, la que no llegó muy pronto a juzgar por el golpe que dio el puño derecho contra el mármol, prueba latente de la ansiedad y la impotencia de no conseguir resultados tan rápido como él quisiera…sólo rogaba que no fuera demasiado tarde para salvarla.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Agarra al toro por los cuernos es decirlo fácil,
pero hacerlo... he ahí el detalle...
pero hacerlo... he ahí el detalle...
Se preocupó mucho más de lo que ya estaba antes, se acarició el vientre más inquieta al escucharlo. Es que tenía toda la razón, no había ninguna pista del por qué se la llevaron. Ni una solicitud de dinero para soltarla, ni una carta llena de odio, nada. Era como si no les preocupara lo que pensaran o las acciones tomadas. Sólo Fausto tenía esa frialdad, esa manía de no cubrir sus pasos conforme a su ego y esperar a que hubiera alguien lo suficientemente inteligente como para seguirlo hasta el infinito y entonces encontrarse con alguna trampa preparada por el cazador. Oh Dios. Sintió una incomodidad y fue a levantarse de la silla para dirigirse al lecho donde primero tomó asiento y luego, tras desprenderse de los zapatos, se recargó entre los almohadones para meditar.
- Tengo... tengo una... - ¿Se lo diría? ¿De verdad? - tengo una teoría de quién podría habérsela llevado, pero para ello necesitaría ir a ver la casa y las condiciones que en ésta quedó. Estoy segura que puedes hacer eso, al igual que absolutamente nadie se ha atrevido a tocarla por las alegorías y las supersticiones de la plebe... necesito ver si es su marca... - había una posibilidad y rogaba con que fuera cierta, que tuviera la oportunidad de descubrirla y suspirar de alivio para darles una regañina a sus contactos por haberla preocupado tanto, - No te prometo nada, pero mientras más pronto nos vayamos, más pronto estarás sobre la verdadera pista o yo me desprenderé de sospechas vanas - se reacomodó en la cama aspirando profundo y soltando el aire una y otra vez, sus niños estaban muy inquietos ahora que ella había decidido continuar con esta vertiente.
Tamina era una mujer muy pacífica, buscando siempre la justicia y el equilibrio entre los dos factores, pero ahora comprendía que alguien en su familia estaba metiendo sus narices donde no le llamaban y quizá fuera sin saber que Marianne era la heredera del reino español, pero de una vez por todas su parentela tenía que entender que el mundo no giraba en torno a ellos y que toda acción tiene una reacción y consecuencia. Si ésta era que el Rey de España exigiera la reparación del daño de formas más... se le revolvió el estómago y gimió colocándose una mano en la boca al pensar la forma en que podía él resarcirse. Cerró los ojos esperando a que él reaccionara, que de seguro no le había agradado saber que, otra vez, Tamina le había ocultado algo... ojalá la comprendiera que era por mantenerse sana para sus niños...
- Tengo... tengo una... - ¿Se lo diría? ¿De verdad? - tengo una teoría de quién podría habérsela llevado, pero para ello necesitaría ir a ver la casa y las condiciones que en ésta quedó. Estoy segura que puedes hacer eso, al igual que absolutamente nadie se ha atrevido a tocarla por las alegorías y las supersticiones de la plebe... necesito ver si es su marca... - había una posibilidad y rogaba con que fuera cierta, que tuviera la oportunidad de descubrirla y suspirar de alivio para darles una regañina a sus contactos por haberla preocupado tanto, - No te prometo nada, pero mientras más pronto nos vayamos, más pronto estarás sobre la verdadera pista o yo me desprenderé de sospechas vanas - se reacomodó en la cama aspirando profundo y soltando el aire una y otra vez, sus niños estaban muy inquietos ahora que ella había decidido continuar con esta vertiente.
Tamina era una mujer muy pacífica, buscando siempre la justicia y el equilibrio entre los dos factores, pero ahora comprendía que alguien en su familia estaba metiendo sus narices donde no le llamaban y quizá fuera sin saber que Marianne era la heredera del reino español, pero de una vez por todas su parentela tenía que entender que el mundo no giraba en torno a ellos y que toda acción tiene una reacción y consecuencia. Si ésta era que el Rey de España exigiera la reparación del daño de formas más... se le revolvió el estómago y gimió colocándose una mano en la boca al pensar la forma en que podía él resarcirse. Cerró los ojos esperando a que él reaccionara, que de seguro no le había agradado saber que, otra vez, Tamina le había ocultado algo... ojalá la comprendiera que era por mantenerse sana para sus niños...
Si no, lo perdería todo...
* Lamento responder tan rápido e_e*
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Habían escogido esa ubicación para la construcción de su residencia precisamente por aquella hermosa vista que regalaba estratégicamente a los balcones y a las zonas de vigilancia, con objetivos tan dispares como el disfrute de la pareja y su seguridad, aunque siendo ambos importantes en igual medida. José recurría a la contención silente del horizonte cada vez que podía, más aún con una situación tan compleja como era el secuestro de un hijo. Para colmo de males, Isabell tampoco daba señales de vida y una investigación también estaba en curso. ¡Alguien que le dijera por qué todo esto le sucedía a él, por favor! Faltaba algo más para darle el remate, algo más para terminar de sacarle de sus casillas, algo como…lo que Tamina le dijo.
El puño derecho formaba cada vez más venas a medida que las palabras se sucedían y la información se revelaba, tal y como había sucedido antes con la angustiante búsqueda de Catalina y Antonio. Su músculo cardíaco produjo más pulsaciones y irrigaba más sangre a la cabeza tensa del Rey que no emitía ningún sonido, como si estuviera planificando el qué decirle, cómo tratarla sin que eso se volviera un escándalo de proporciones; cómo darle el regaño perfecto sin que sus niños tuvieran un riesgo biológico. Sin embargo, el pensar en Antonio, Catalina, Marianne, Isabell, y en la misma Tamina en las recientes y no tan recientes circunstancias le hizo echar todo ese intento de control por tierra, volteándose como león enfurecido a encarar a esta última – ¿Qué quieres lograr con esto, Tamina? – Le preguntó, dándole segundos mínimos que no alcanzaron para que respondiera, sino más bien sirvieron para poder ordenar todo lo que sentía - ¿Cuál es tu afán de incrementar mi sufrimiento y mi estrés al no decirme nada? Aunque mi preocupación más debería ser el por qué tienes aquellas alternativas ocultas. – Le apuntó – Ya lo hiciste con Catalina y Antonio, ¿quieres que pierda a Marianne también, ah? ¡¡Responde!! – Rugió sin importarle qué tan intimidada o estresada se pudiera encontrar la aludida, estaba desencajado - ¡¿Quieres que te investigue a ti también por ocultarle información al Monarca?! ¿Quieres que te acuse de traición, que te vayas a la horca? – Sí, se estaba excediendo, pero en ese momento era una ametralladora que no medía lo que decía - ¡¡Por qué me ocultas información!! ¿Acaso…acaso tienes vínculos con el secuestrador? ¡¡DIMELO!! – No la tomó del cuello porque no tenía la fuerza ni tampoco la distancia, pero lo hubiera hecho - ¡¡CONFIÉSALO TODO, TAMINA!!
Tras el grito, cerró un ojo y su mano derecha fue al pectoral izquierdo. Su corazón latía desbocadísimo, produciéndole malestar y una respiración con la boca casi totalmente abierta; sin embargo, aquella incomodidad no se comparaba en manera alguna a lo que sentía su alma desamparada por el dolor de la posible traición de la persona que más amaba.
El puño derecho formaba cada vez más venas a medida que las palabras se sucedían y la información se revelaba, tal y como había sucedido antes con la angustiante búsqueda de Catalina y Antonio. Su músculo cardíaco produjo más pulsaciones y irrigaba más sangre a la cabeza tensa del Rey que no emitía ningún sonido, como si estuviera planificando el qué decirle, cómo tratarla sin que eso se volviera un escándalo de proporciones; cómo darle el regaño perfecto sin que sus niños tuvieran un riesgo biológico. Sin embargo, el pensar en Antonio, Catalina, Marianne, Isabell, y en la misma Tamina en las recientes y no tan recientes circunstancias le hizo echar todo ese intento de control por tierra, volteándose como león enfurecido a encarar a esta última – ¿Qué quieres lograr con esto, Tamina? – Le preguntó, dándole segundos mínimos que no alcanzaron para que respondiera, sino más bien sirvieron para poder ordenar todo lo que sentía - ¿Cuál es tu afán de incrementar mi sufrimiento y mi estrés al no decirme nada? Aunque mi preocupación más debería ser el por qué tienes aquellas alternativas ocultas. – Le apuntó – Ya lo hiciste con Catalina y Antonio, ¿quieres que pierda a Marianne también, ah? ¡¡Responde!! – Rugió sin importarle qué tan intimidada o estresada se pudiera encontrar la aludida, estaba desencajado - ¡¿Quieres que te investigue a ti también por ocultarle información al Monarca?! ¿Quieres que te acuse de traición, que te vayas a la horca? – Sí, se estaba excediendo, pero en ese momento era una ametralladora que no medía lo que decía - ¡¡Por qué me ocultas información!! ¿Acaso…acaso tienes vínculos con el secuestrador? ¡¡DIMELO!! – No la tomó del cuello porque no tenía la fuerza ni tampoco la distancia, pero lo hubiera hecho - ¡¡CONFIÉSALO TODO, TAMINA!!
Tras el grito, cerró un ojo y su mano derecha fue al pectoral izquierdo. Su corazón latía desbocadísimo, produciéndole malestar y una respiración con la boca casi totalmente abierta; sin embargo, aquella incomodidad no se comparaba en manera alguna a lo que sentía su alma desamparada por el dolor de la posible traición de la persona que más amaba.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
¿Te duele el corazón?
A mí me duele el alma de ver que todo lo que temía,
se hace realidad...
A mí me duele el alma de ver que todo lo que temía,
se hace realidad...
Cada una de las palabras del rey eran clavos que perforaban el corazón de la cambiaformas que sentía un enorme hueco en el estómago. Tragó saliva mirándolo atolondrada y su furia sólo logró que sus hombros se tensaran, que se elevaran como esperando un golpe, su rostro se ladeara para no verlo, para no ser testigo de esa furia que había adivinado alguna vez, que comprendía mejor que nadie y aún así... una lágrima resbaló por la mejilla que él no podía ver, la mujer se abrazó el vientre para apretar las mandíbulas con esa tensión aún en los hombros antes de cerrar los ojos con fuerza, respirando a duras penas. Cada frase era un golpe, un restregar de una acción que no fue comentada en su tiempo con Antonio y Catalina. Ella sólo era una mujer que acostumbraba obtener información, que jalaba los hilos y conforme a ello cobraba.
- N-no fue mi intención aumentar tu dolor... y-yo me acostumbré en tu ausencia a obtener información... a ser una investigadora y como tal, a relacionarme en lugares a los que jamás hubieras entrado. S-sólo mis informantes me dijeron algo que... que... - se atragantó y se paró con la rapidez de un resorte al oír su grito, al saber que sería capaz de mandarla al cadalso... y sus ojos le miraron con dolor, con esa frustración y la decepción de que él la viera así - ¿Sabes qué? Piensa lo que quieras... no me puedes romper más de lo que hoy me has roto... - ignoró la forma en que él se tomaba el pecho - he sido tu apoyo, sí, te he ocultado información, pero no es porque quiera traicionarte, para tí, todos son culpables hasta que demuestren lo contrario. Y yo no planée lo de Catalina y Antonio, yo me enteré de quiénes eran ya que los habían matado... yo no fui la que secuestró a Marianne y creo que hasta la fecha, te he dado todo mi apoyo... pero también soy humana y temía que pensaras que yo... ¿Sabes? No sé ni por qué me excuso... ¿Quieres mandarme a la horca? Te lo ahorro, me exilio hoy mismo, ahora mismo - porque sabía que él no sería capaz de hacerle daño a sus pequeños.
Se tomó el vientre y corrió aprovechando que él aún seguía dolido, no pensó en por qué se agarraba el pecho, no lo meditó, porque si no, otra sería su reacción que el intentar escapar, alejarse de él para llorar... y no llegó tan lejos, de rodillas cayó en su recámara, sollozando incontrolable porque no sabía qué hacer, su corazón dolía demasiado tanto como el vientre que ahora albergaba su esperanza, la única de que todo saliera bien, de que quizá la vida no era tan negra. Tanto que le había esperado, luchado por él, para que no la casaran, no la alejaran más y ahora todo lo perdía por una mala táctica. ¿Era la culpable? Sí, pero no era la única. Él parecía dispuesto a tenerla en un mal concepto y eso, aunque era una sospecha para la cambiaformas, había sido la principal razón para no decírselo. Y mucho más porque su familia estaba embarrada. ¿Cómo decirle que fue uno de los antiguos conocidos de su padre? ¿Cómo decirle que sospechaba de Fausto?
- N-no fue mi intención aumentar tu dolor... y-yo me acostumbré en tu ausencia a obtener información... a ser una investigadora y como tal, a relacionarme en lugares a los que jamás hubieras entrado. S-sólo mis informantes me dijeron algo que... que... - se atragantó y se paró con la rapidez de un resorte al oír su grito, al saber que sería capaz de mandarla al cadalso... y sus ojos le miraron con dolor, con esa frustración y la decepción de que él la viera así - ¿Sabes qué? Piensa lo que quieras... no me puedes romper más de lo que hoy me has roto... - ignoró la forma en que él se tomaba el pecho - he sido tu apoyo, sí, te he ocultado información, pero no es porque quiera traicionarte, para tí, todos son culpables hasta que demuestren lo contrario. Y yo no planée lo de Catalina y Antonio, yo me enteré de quiénes eran ya que los habían matado... yo no fui la que secuestró a Marianne y creo que hasta la fecha, te he dado todo mi apoyo... pero también soy humana y temía que pensaras que yo... ¿Sabes? No sé ni por qué me excuso... ¿Quieres mandarme a la horca? Te lo ahorro, me exilio hoy mismo, ahora mismo - porque sabía que él no sería capaz de hacerle daño a sus pequeños.
Se tomó el vientre y corrió aprovechando que él aún seguía dolido, no pensó en por qué se agarraba el pecho, no lo meditó, porque si no, otra sería su reacción que el intentar escapar, alejarse de él para llorar... y no llegó tan lejos, de rodillas cayó en su recámara, sollozando incontrolable porque no sabía qué hacer, su corazón dolía demasiado tanto como el vientre que ahora albergaba su esperanza, la única de que todo saliera bien, de que quizá la vida no era tan negra. Tanto que le había esperado, luchado por él, para que no la casaran, no la alejaran más y ahora todo lo perdía por una mala táctica. ¿Era la culpable? Sí, pero no era la única. Él parecía dispuesto a tenerla en un mal concepto y eso, aunque era una sospecha para la cambiaformas, había sido la principal razón para no decírselo. Y mucho más porque su familia estaba embarrada. ¿Cómo decirle que fue uno de los antiguos conocidos de su padre? ¿Cómo decirle que sospechaba de Fausto?
¿Cómo?
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
¿Cómo era posible que recién ahora su cuerpo colapsara ante tanto estrés y tanta angustia? ¿Quizás era su juventud? ¿Su buen estado físico? ¿O simplemente suerte? ¡Qué importaba! La situación era crítica para ambos, sin embargo los criados procedieron apenas escucharon el quejido del león y se multiplicaron para atender a ambos, o más bien a todos ya que los herederos del monarca podían estar en peligro a causa de la respiración agitada y el dolor en el vientre que Tamina no podía ocultar, igual que el dolor de pecho de José. Ambos estaban de cuidado, y ninguno pudo ni quiso preocuparse del otro, inconscientemente. Las muecas de dolor que no cesaban causaron la venida de los dos mejores galenos al servicio de la Monarquía, quienes atendieron por separado a ambos integrantes de la pareja en vista de las circunstancias, sacándole brillo a sus credenciales de calidad médica logrando estabilizar aquellos cuerpos inestables, pero ni el mejor profesional de la salud iba a poder curar las heridas que habían resquebrajado aquel lazo hasta entonces irrompible por el paso de los años. O quizás sí podría cerrar la herida, pero el daño se quedaría por dentro por un tiempo, al menos hasta que alguna de las dos partes cediera.
Los tres días siguientes fueron de un desarrollo poco común para lo que se estaba acostumbrado en la residencia: la investigación en cuanto a Marianne seguía en curso sin resultados de importancia, y en parte eso mitigaba las preocupaciones, ya que las prioridades cambiaron bruscamente a la salud del Rey y su conviviente. La segunda pasaba tres cuartos de día recostada por disposición médica y el bienestar de su futura prole, y el primero se abrió paso a la fuerza para huir lo más posible de aquellas paredes que reprimían sus pensamientos y emociones, desapareciendo por horas sin poder ser encontrado por sus guardias. Y fue en uno de sus regresos en el que fue interceptado rápidamente por sus protectores, quienes tenían noticias; y por sus rostros no parecían nada buenas. Una vez dentro, lo llevaron a su habitación y se extrañó al ver a uno de los galenos entre los presentes, pero su atención se fijó en su Capitán de Policía quien llevándose el gorro al regazo emitió las palabras que parecieron llevarse la vida de quien recién se enteraba de la noticia. Las manos se cerraron en la nariz y los codos se fueron a las rodillas. El Capitán y los guardias no emitieron palabra, simplemente salieron, quedándose el galeno como refuerzo si algo volvía a andar mal con la salud de la máxima autoridad española.
La puerta se cerró, y el silencio fue el máximo protagonista.
Los tres días siguientes fueron de un desarrollo poco común para lo que se estaba acostumbrado en la residencia: la investigación en cuanto a Marianne seguía en curso sin resultados de importancia, y en parte eso mitigaba las preocupaciones, ya que las prioridades cambiaron bruscamente a la salud del Rey y su conviviente. La segunda pasaba tres cuartos de día recostada por disposición médica y el bienestar de su futura prole, y el primero se abrió paso a la fuerza para huir lo más posible de aquellas paredes que reprimían sus pensamientos y emociones, desapareciendo por horas sin poder ser encontrado por sus guardias. Y fue en uno de sus regresos en el que fue interceptado rápidamente por sus protectores, quienes tenían noticias; y por sus rostros no parecían nada buenas. Una vez dentro, lo llevaron a su habitación y se extrañó al ver a uno de los galenos entre los presentes, pero su atención se fijó en su Capitán de Policía quien llevándose el gorro al regazo emitió las palabras que parecieron llevarse la vida de quien recién se enteraba de la noticia. Las manos se cerraron en la nariz y los codos se fueron a las rodillas. El Capitán y los guardias no emitieron palabra, simplemente salieron, quedándose el galeno como refuerzo si algo volvía a andar mal con la salud de la máxima autoridad española.
La puerta se cerró, y el silencio fue el máximo protagonista.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Dime el motivo de tu despedida,
¿Por qué te fuiste dejando mil penas?
¿Por qué te fuiste dejando mil penas?
Horas pasaron mientras que ella intentaba por todos los medios no moverse, que sus niños se quedaran en su seno, que no fuera a perderlos. Les adoraba, para ella eran el único refugio que tenía tras haberse peleado de esa forma con José. Aunque el alejamiento le ayudó a tranquilizarse aún tenía el corazón hecho un puño, las entrañas hechas nudo y el alma sangrando. Las damas intentaron relajarla por el bien de todos. Nadie le dijo que el rey también estaba muy enfermo, que su corazón fallaba. ¿Para qué? Además ella tampoco es que preguntara, como si temiera que al hacerlo se materializara el rey y volviera a las preguntas sin respuesta. Estuvo oculta todo ese tiempo mientras que rezaba una y otra vez rogando porque Fausto la dejara, porque la abandonara, porque no tuviera una razón más que interrogarla y aún así temía porque sabía bien sus métodos. Marianne no estaria a salvo con él.
Tres días con sus noches y eran estas últimas las que más temía. Le necesitaba a su lado, le ansiaba. Y fue así que las doncellas aprovecharon que el Rey escapaba de casa para hacerse como en los meses iniciales de las prendas masculinas, de esa camisa que fue de nuevo depositada entre las manos de la cambiaformas que la abrazaba con fuerza y aspiraba su aroma para relajarse, para dormir al menos unas pocas horas a sabiendas de que de eso dependía que sus hijos se lograran. Faltaban pocos meses para que nacieran y aún eran demasiado jóvenes. Tres meses más, se decía una y otra vez, tres meses más... Y aún así se lo habían advertido: nacerían antes. No era normal que un embarazo de su índole llegara a término.
Su respiración se hacía entrecortada de vez en vez, lloraba sin entender por qué no había nacido en el interior de una familia normal, de alguien que no tenía tantos planes de poder como su padre. Como su tío. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño hasta que los susurros fueron audibles, entornó los ojos y escuchó atenta llevada por la curiosidad. Lo que el jefe de policía le decía a Martha, la dama principal que le acompañaba le hizo mirar al frente sin saber qué hacer. La luna le llenó la mirada y la cambiaformas se puso en pie. A pesar de las palabras que pronunciaron una y otra vez, no lograron hacerla volver. Se colocó una bata y caminó del brazo de una de las mujeres que entendió justo lo que necesitaba. Sus pasos fueron lentos, pero logró llegar hasta la habitación del rey. Ni siquiera tocó, sólo entró y le miró primero al galeno que hizo una reverencia y luego a él que estaba agachado.
Los pasos de la mujer resonaron por el piso hasta que llegó a su lado y no supo qué hacer... sólo extendió la mano y ésta se congeló en el aire. ¿Y si él la culpaba? Su familia había sido la causante de todo. Su tío nada más y nada menos. Le temblaron los labios, pero fue más grande su amor a por él... las paredes de vida se movían inquietas por los pies y puños de los pequeños que bramaban por sentir a su progenitor. Al final, cedió. Sus brazos le rodearon con fuerza para consolarlo, ojalá no la alejara, rogaba a Dios, a todos los santos mientras rezaba y besaba su cabeza, acomodándose de nuevo, suspirando cuando los niños parecieron relajarse con la simple respiración masculina.
- Aquí estamos... no estás solo... aquí estoy, mi amor... -
Tres días con sus noches y eran estas últimas las que más temía. Le necesitaba a su lado, le ansiaba. Y fue así que las doncellas aprovecharon que el Rey escapaba de casa para hacerse como en los meses iniciales de las prendas masculinas, de esa camisa que fue de nuevo depositada entre las manos de la cambiaformas que la abrazaba con fuerza y aspiraba su aroma para relajarse, para dormir al menos unas pocas horas a sabiendas de que de eso dependía que sus hijos se lograran. Faltaban pocos meses para que nacieran y aún eran demasiado jóvenes. Tres meses más, se decía una y otra vez, tres meses más... Y aún así se lo habían advertido: nacerían antes. No era normal que un embarazo de su índole llegara a término.
Su respiración se hacía entrecortada de vez en vez, lloraba sin entender por qué no había nacido en el interior de una familia normal, de alguien que no tenía tantos planes de poder como su padre. Como su tío. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño hasta que los susurros fueron audibles, entornó los ojos y escuchó atenta llevada por la curiosidad. Lo que el jefe de policía le decía a Martha, la dama principal que le acompañaba le hizo mirar al frente sin saber qué hacer. La luna le llenó la mirada y la cambiaformas se puso en pie. A pesar de las palabras que pronunciaron una y otra vez, no lograron hacerla volver. Se colocó una bata y caminó del brazo de una de las mujeres que entendió justo lo que necesitaba. Sus pasos fueron lentos, pero logró llegar hasta la habitación del rey. Ni siquiera tocó, sólo entró y le miró primero al galeno que hizo una reverencia y luego a él que estaba agachado.
Los pasos de la mujer resonaron por el piso hasta que llegó a su lado y no supo qué hacer... sólo extendió la mano y ésta se congeló en el aire. ¿Y si él la culpaba? Su familia había sido la causante de todo. Su tío nada más y nada menos. Le temblaron los labios, pero fue más grande su amor a por él... las paredes de vida se movían inquietas por los pies y puños de los pequeños que bramaban por sentir a su progenitor. Al final, cedió. Sus brazos le rodearon con fuerza para consolarlo, ojalá no la alejara, rogaba a Dios, a todos los santos mientras rezaba y besaba su cabeza, acomodándose de nuevo, suspirando cuando los niños parecieron relajarse con la simple respiración masculina.
- Aquí estamos... no estás solo... aquí estoy, mi amor... -
¿Sería suficiente para consolarlo? ¿Sería aceptada?
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
José se sentía como en esas películas de terror en que el protagonista iba perdiendo paulatinamente a sus seres queridos hasta quedarse completamente solo, siendo devorado por la locura y la frustración proveniente de la impotencia; sólo que no tomaba conscientemente de esa forma. Pero sí se sentía frustrado, y cómo no, impotente. Y obviamente entristecido, no por nada las lágrimas corrían una vez más silenciosas por las mejillas y manos del rubio quien miraba atado de manos cómo el destino le desgarraba sin reparos la herida abierta causada por el punzante secuestro de Marianne, sumándose ese dolor a las lentas cicatrizaciones por Antonio y Catalina. No tenía fuerzas para nada, estaba agachado por inercia, pero lo que deseaba realmente era algo mucho más drástico, para lo cual no requería demasiada fuerza física. Quizás sí de voluntad, y a esas alturas estaba dispuesto a todo para terminar con aquel sufrimiento. Primero Antonio y Catalina, ahora Marianne. ¿Quién venía ahora? ¿Tamina? ¿Sus hijos? ¿Isabell? ¿Él mismo? ¡Maldito el o los que fueran responsables! ¿Qué vil criatura era capaz de causar tanto daño a una sola persona? Varios nombres desfilaban por su mente, incluso algunos impensados por su creciente paranoia, y es que a esas alturas estaba desconfiando de todos, incluso de quien en ese preciso momento le rodeaba con su debilitada humanidad y liberaba un susurro cargado de sentimientos que fueron directo a su malogrado pecho. Apretó los ojos, y el llanto se desató por fin.
¿Cómo expresar todo lo que sentía? ¿Cómo traducir a palabras ese torbellino de sensaciones que le tenía mareado y con el corazón en la mano? ¿Cómo poder pronunciar lo que debió haber dicho aquel mismo día en que ambos habían desviado sus caminos el uno del otro? No podía articular nada más que un sollozo conmovedor, que incluso impulsaba a sus futuros herederos a atravesar las paredes de piel y músculo y abrazar a su padre que estaba en el suelo casi literalmente, porque las piernas flexionadas no le daban a mucho más. Para colmo, el corazón volvía a dolerle, y por ello la mano derecha se fue a intentar detenerle, mas no hubo caso. Otro apretón y un quejido evidente que sobresaltó a la felina y a los que esperaban afuera, entrando el galeno cuando la mueca de dolor del Rey era preocupantemente visible. Rogó que se llevaran a Tamina a descansar, lo que hicieron a pesar de las protestas de ésta; aunque estando separada de él no descansaría. La puerta se cerró de nuevo, con el Capitán y el Galeno acompañando al León que no daba más de su dolor, que estaba desorientado al borde de un abismo del que seguro jamás regresaría.
¿Cómo expresar todo lo que sentía? ¿Cómo traducir a palabras ese torbellino de sensaciones que le tenía mareado y con el corazón en la mano? ¿Cómo poder pronunciar lo que debió haber dicho aquel mismo día en que ambos habían desviado sus caminos el uno del otro? No podía articular nada más que un sollozo conmovedor, que incluso impulsaba a sus futuros herederos a atravesar las paredes de piel y músculo y abrazar a su padre que estaba en el suelo casi literalmente, porque las piernas flexionadas no le daban a mucho más. Para colmo, el corazón volvía a dolerle, y por ello la mano derecha se fue a intentar detenerle, mas no hubo caso. Otro apretón y un quejido evidente que sobresaltó a la felina y a los que esperaban afuera, entrando el galeno cuando la mueca de dolor del Rey era preocupantemente visible. Rogó que se llevaran a Tamina a descansar, lo que hicieron a pesar de las protestas de ésta; aunque estando separada de él no descansaría. La puerta se cerró de nuevo, con el Capitán y el Galeno acompañando al León que no daba más de su dolor, que estaba desorientado al borde de un abismo del que seguro jamás regresaría.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
Hasta la luna sabe que me amaste,
hasta la luna sabe que aún te amo.
hasta la luna sabe que aún te amo.
Sus brazos contra su cuerpo eran un recordatorio de lo que él la amaba, ella aspiró aire profundo pensando que por fin estarían juntos, que todo podría quedar atrás. Quizá no se olvidara, pero el perdón podría ser ofrendado en ambas partes. La muerte de Marianne lo habría logrado, aunque era doloroso saber que había dado su vida por ello. Que la hubieran encontrado en Roma, con el cuerpo flotando, desfigurada era catastrófico, horrible, desastroso. A él le crucificaba mil veces y a ella dos mil más. Un llanto compartido, que los unificaba. Ella le apretaba contra su cuerpo a pesar de que su vientre obstaculizaba que él pudiera sentirla al completo y aún así era perfecto: sus hijos se movían inquietos, buscando a su padre, ansiándolo y haciendo que su madre gimiera en más de una ocasión por la forma en que se comportaban.
Hasta que le atravesó el dolor... hasta que su José gimió de una forma que le hizo saber que la noticia le pasaba factura a su cuerpo. Tamina le miró por fin, en su realidad, esa que se lo podía arrebatar. Así que por eso no había ido a buscarla ¿O acaso había otra razón? Intentó mantenerse ahí, a su lado, pero la Voluntad del Soberano fue la que inclinó la balanza en su contra. Lágrimas de sal recorrían su bello rostro lleno de las marcas del sufrimiento que la lasceraba alejada de él. ¿Cuánto tiempo más tenía que estar separada del amor de su vida? ¿Cuánto? Sollozó al ver cómo lo llevaban entre varios a la cama, cómo el galeno le abría con prontitud la camisa y lo atendía. Se le paralizó la mandíbula y gimió cubriéndose el rostro con las manos. Estaba demasiado débil, necesitaba estar con él ¿Acaso ni él mismo lo entendía?. Intentó gritarles, pero de su boca ningún sonido salió. Fue conducida hasta sus habitaciones donde las damas se preocuparon cuando al acostarla, Tamina fue presa de una crisis nerviosa. Era demasiado para su cuerpo.
Otro galeno corrió a las habitaciones de la mujer del Rey, tenía que evitar que tuviera un aborto, que... y una de sus cercanas damas quedó pasmada al ver la sangre y agua que la cambiaformas tenía entre las piernas. ¿Sería el anuncio del embarazo que no llegaba a su término? ¿Morirían los herederos al trono? ¿Acaso ese día no sólo sería de luto por la muerte de una De Castilla, si no que serían cuatro los muertos? ¿Tanto daño había hecho el ahora Rey en su vida para merecer tal castigo? ¿Que su línea de sangre no perdurara, no fuera reconocida y terminara en él? La cambiaformas era fuerte, quizá fuera esa vitalidad la que heredaran los niños.
Hasta que le atravesó el dolor... hasta que su José gimió de una forma que le hizo saber que la noticia le pasaba factura a su cuerpo. Tamina le miró por fin, en su realidad, esa que se lo podía arrebatar. Así que por eso no había ido a buscarla ¿O acaso había otra razón? Intentó mantenerse ahí, a su lado, pero la Voluntad del Soberano fue la que inclinó la balanza en su contra. Lágrimas de sal recorrían su bello rostro lleno de las marcas del sufrimiento que la lasceraba alejada de él. ¿Cuánto tiempo más tenía que estar separada del amor de su vida? ¿Cuánto? Sollozó al ver cómo lo llevaban entre varios a la cama, cómo el galeno le abría con prontitud la camisa y lo atendía. Se le paralizó la mandíbula y gimió cubriéndose el rostro con las manos. Estaba demasiado débil, necesitaba estar con él ¿Acaso ni él mismo lo entendía?. Intentó gritarles, pero de su boca ningún sonido salió. Fue conducida hasta sus habitaciones donde las damas se preocuparon cuando al acostarla, Tamina fue presa de una crisis nerviosa. Era demasiado para su cuerpo.
Otro galeno corrió a las habitaciones de la mujer del Rey, tenía que evitar que tuviera un aborto, que... y una de sus cercanas damas quedó pasmada al ver la sangre y agua que la cambiaformas tenía entre las piernas. ¿Sería el anuncio del embarazo que no llegaba a su término? ¿Morirían los herederos al trono? ¿Acaso ese día no sólo sería de luto por la muerte de una De Castilla, si no que serían cuatro los muertos? ¿Tanto daño había hecho el ahora Rey en su vida para merecer tal castigo? ¿Que su línea de sangre no perdurara, no fuera reconocida y terminara en él? La cambiaformas era fuerte, quizá fuera esa vitalidad la que heredaran los niños.
Logrando que sobrevivieran.
Tamina Juliet Borgia- Condenado/Cambiante/Clase Alta
- Mensajes : 107
Fecha de inscripción : 19/09/2011
Localización : París / Inquisición
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Re: Una noticia que parte el alma (José De Castilla)
La lucha entre aquellas paredes se dividió a dos frentes: por un lado trataban de estabilizar el agitado corazón del Rey con todos los conocimientos fríos que iluminaban a los galenos, aplicando presión en el sudado pecho del Monarca cuyo rostro desencajado de dolor interno y externo causaba conmoción en los siervos, quienes a punta de palabras de aliento y rezos desesperados rogaban que la Realeza Española no perdiera a su ícono más importante. Y luego, tras un par de gritos de ayuda de las sirvientas que acompañaban a Tamina la tensión se multiplicó literalmente por cuatro. José trataba de enterarse a la fuerza de lo que le sucedía a su mujer intentando sentarse, pero entre tres le tenían sujeto, aún teniendo problemas para controlar la Voluntad del León. - ¿Qué le pasa a Tamina? ¡Respondan! – Sus sirvientes callaban, le ocultaban lo que sucedía, sólo le decían que se tranquilizara…algo inútil considerando la fría situación en que se encontraban - ¡¡ES UNA ORDEN, DÍGANME QUÉ LE PASA A MI MUJER!! – Rugió y de nuevo se quejó apegando la cabeza a la almohada con los ojos apretados, respirando agitadísimo, sintiendo el corazón golpearle con desespero como queriendo salir y cumplir los deseos de ir y averiguar por su cuenta qué sucedía aunque fuera tan evidente y no se diera cuenta por lo ciego y desesperado que se encontraba - ¡¡Déjenme!! ¡¡Quiero ir con Tamina, AHORA!! – Continuaba gritando sin importarle que el dolor se recrudeciera y hubiera un riesgo real a su salud, a lo que procedieron a intentar darle un poco de una mezcla de yerbas por vía oral – Por favor, Su Majestad….esto es por su bie-- - Y allí fue cuando el León sacó las garras y reunió fuerzas de quizás donde para hacer que la taza se quebrara a un costado de la cama y la puerta se abriera violentamente, pasando José con la bravura y desespero de un Toro al ver el color rojo, ese que estaba replicado en demasía en las sábanas y en el cuerpo de su mujer y le hizo quedar paralizado por unos segundos en el marco de la puerta ante la sorpresa de las criadas que se repartían entre la salud de ambos niños y la de Tamina, quien no le estaba esperando con la prole en sus brazos ni con una sonrisa y lágrimas de felicidad.
Los recién nacidos no dejaban de llorar, al menos ellos estaban vivos, pero José ni se daba cuenta de aquello. El recuerdo de Marianne eclipsaba toda la dicha que debía sentir por el nacimiento de sus dos nuevos hijos, y sumándole a aquello la salud de Tamina que parecía empeorar a cada segundo por cómo reaccionaban los criados, las cosas no irían nada de bien.
El galeno que atendía a la futura esposa del Rey se puso de pie con premura y cogió de los hombros a éste. La mirada del médico no era esperanzadora. El rubio formó lágrimas de inmediato, negando con la cabeza sin dejar de mirar el cuerpo que cada vez se movía menos. – No…me niego a aceptarlo…¡Tiene que haber alguna forma! ¡SÁLVELA! – Un zamarreo violento que no llevaba a nada, sólo a que tuvieran que sostenerlo nuevamente de los brazos. Se mordió el labio.
Simplemente no reaccionaba.
- Ta…Tamina…
Un par de pasos temblorosos, tanto o más que su voz.
- ¿Qué te…pasa?...
Las criadas trataban de hacerlo entrar en razón, de que se marchase a su habitación a descansar, pero estaba sordo. Y también ciego, porque esas pupilas paralizadas únicamente se enfocaban en aquel cuerpo que respiraba con extrema dificultad.- Ta…Tamina…
Un par de pasos temblorosos, tanto o más que su voz.
- ¿Qué te…pasa?...
- Abre los ojos, mírame…
Los recién nacidos no dejaban de llorar, al menos ellos estaban vivos, pero José ni se daba cuenta de aquello. El recuerdo de Marianne eclipsaba toda la dicha que debía sentir por el nacimiento de sus dos nuevos hijos, y sumándole a aquello la salud de Tamina que parecía empeorar a cada segundo por cómo reaccionaban los criados, las cosas no irían nada de bien.
El galeno que atendía a la futura esposa del Rey se puso de pie con premura y cogió de los hombros a éste. La mirada del médico no era esperanzadora. El rubio formó lágrimas de inmediato, negando con la cabeza sin dejar de mirar el cuerpo que cada vez se movía menos. – No…me niego a aceptarlo…¡Tiene que haber alguna forma! ¡SÁLVELA! – Un zamarreo violento que no llevaba a nada, sólo a que tuvieran que sostenerlo nuevamente de los brazos. Se mordió el labio.
- No puede estarme sucediendo esto…
Su nuca empezó a arder, sudaba frío. Cada movimiento de negación era el haber dado una y mil vueltas en el aire. Su cuerpo empezó a tiritar.
- No…No…
El aire empezó a hacerle falta, aparte de la cordura. Un apretón, y otro, y otro.
- Acaso…¿esto se termina aquí?...Soy tan…patético…
Todo se fue a negro, y el corazón dejó de latir.
Su nuca empezó a arder, sudaba frío. Cada movimiento de negación era el haber dado una y mil vueltas en el aire. Su cuerpo empezó a tiritar.
- No…No…
El aire empezó a hacerle falta, aparte de la cordura. Un apretón, y otro, y otro.
- Acaso…¿esto se termina aquí?...Soy tan…patético…
Todo se fue a negro, y el corazón dejó de latir.
José Alfonso De Castilla- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 170
Fecha de inscripción : 28/08/2011
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